Patzcuaro

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Pátzcuaro
Sor Juanita
Japunda obedece, es princesa casta.
Su padre, el monarca, impone destinos;
mañana la casa, con noble guerrero.
Viene a despedirse del lago que ama.
Llega a la rivera, siente que se abrasa.
“Uémbeka en tu lengua; amor, en la mía:
aunque sea de otro, te entrego mi vida.”
Yo, Lago, respondo en la bruma helada:
“toma ya los remos, navega hacia mí,
tampoco yo puedo respirar sin ti.”
Las aves del lago, que hicieron cortejo,
llevan la noticia cuando empieza a albear:
“Japunda es del lago, yace ya con él.
Es su novia amante, y trocada en garza,
vive en la rivera del blanco Yunuén.”
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