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TIC TAC...
(LA VAPOROSA
VIDA DE
JUANITO ASECAS)
JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ
PERSONAJES (Por orden de aparición)
TEMPUS
MADRE
PADRE
ABUELO
ABUELA
JUANITO
TUTORA
SARGENTO
SOLDADO
CHICA 1
CHICA 2
CHICA 3
HIJA
CUBANO
GERENTE
VIEJA 1
VIEJO 1
VIEJA 2
VIEJO 2
VIEJA 3
VIEJA 4
2
1. EL AGUJERO
(En el oscuro, aporrean los oídos los rítmicos compases de un reloj de
pared. Se le van sumando tictacs de diferentes relojes. Una vez el caos se
impone, tras un brevísimo silencio, estallan las horas. EL guirigay es
atronador. De repente, la luz recorta la sonrisa de TEMPUS, quien,
mientras mira fijamente al público, disfruta ante tanto derroche de
campanadas y cucús. Cuando su eco se pierde, con socarronería y fingida
melancolía, suspira profundamente. Silencio.)
TEMPUS: (Al público.) Tic... (Pausa.) Tac. (Nueva pausa. TEMPUS juega con los
sonidos, prueba diferentes entonaciones. Parece sorprenderse ante sus
hallazgos.) Tic… Tac. Tic tac. Tiquitiquitiquitiqui... Tac. (Acaba de encontrar un
ritmo festivo y cantarín y lo repite encantado.) Tiquitiquitiquitiquití.
Tiquitiquitiquitiquiti... Tiquitic tac tac…
(Se mueve, danzarín, por el espacio siguiendo su ritmo. De repente,
desde el centro, acompaña el último golpe musical con un gesto de
presentación. Al instante, en el primer término de un lateral se encuentra la
MADRE, embarazadísima.)
MADRE: Tic... Tac. Tic… Tac.
LOS DOS: Tiquitiquitiquitiquit... Tic tac. Tic… Tac.
PADRE: (En el lateral opuesto.) Tic... Tac. Tic… Tac.
LOS TRES: Tiquitiquitiquitiquit... Tic tac. Tic tac.
(Al unísono, aparecen los abuelos al fondo. Mientras todos entonan el
dichoso sonsonete, se miran complacidos y felices.)
ABUELO Y ABUELA: Tic... Tac. Tic... Tac.
TODOS: Tiquitiquitiquitiquit... Tic tac. Tiquitiquitiquitiquit... Tiquitic tac tac.
(El PADRE pide permiso a TEMPUS para acercarse a su tripuda
esposa. Éste se lo concede complaciente, y aquél, sobre el ritmo que le
marcan todos, corre babeando hasta el descomunal abdomen del ser
querido. Planta sus orejas en el ombligo y suspira feliz al oír al vástago en
su interior. Se cogen los progenitores de la mano y, guiados por el
sonsonete y por TEMPUS, que actúa como un auténtico maestro de
ceremonias, se balancean y desplazan por el espacio hasta llegar al
fondo. Se le suman los abuelos detrás. Las cuatro máscaras boyantes
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desfilan rumbosas por el escenario. Delante, disfrutando más que
ninguno, TEMPUS. Un círculo, y la madre en el centro. Giran felices y
cantarines los cuatro. TEMPUS inicia una hilera y los tres le siguen. La
MADRE les observa pletórica. Los cuatro, desentendidos de ella, dibujan
las líneas más estrafalarias en el espacio y disfrutan como enanos. A la
MADRE, de repente, se le desencaja el rostro. Cierra las piernas mientras
resopla angustiada. Parece un pelele. Los otros cuatro continúan en lo
suyo la mar de dichosos. Un grito atronador les baja de las nubes.
Silencio. Comprenden. Ya está ahí. Se le acercan entusiasmados con la
misma cantinela. Ella les mira enfurecida.)
MADRE: ¡Ay!... (Huyendo de ellos mientras entona, con afectado reproche y enfado, el
mismo tonillo.) Ayayayayay... Ay. ¡Ay!
(Sorpresa y estupor en el cuarteto. Corren tras ella preocupados
repitiendo el sonsonete.)
TODOS: ¡Ay!... Ayayayayay... Ay. ¡Ay!
(Se excusan, la toman de la mano, le dan aire... TEMPUS la ausculta.
Nuevo grito de ella, que ahora sube varios tonos en la escala musical, y nuevo
desplazamiento a otro punto sin dejar de chillar. Berridos de la parturienta,
gestos hiperbólicos, confusión general... De repente, la MADRE se queda
paralizada. Expectación. Busca algo en sus pies. Todos dirigen ahí sus ansiosas
pupilas. Silencio. No ocurre nada. Se interrogan con la mirada. Después,
reclaman tiernamente al esperado.)
PADRE: ¡Juanito!
ABUELO: ¡Juanito!
ABUELA: ¡Juanito!
(El más absoluto silencio. TEMPUS escudriña bajo la falda.
Nada. Cunde la preocupación. Sobreviene la angustia. No queda otra
solución: levantan a la parturienta al unísono y la zarandean como a la
hucha de la que se espera la moneda deseada. Aparece, entonces,
irrumpiendo de entre sus faldas como una exhalación, JUANITO, en
pañales y con chupete incluido. Despreocupándose por completo del
sorprendido coro, se lanza a conocer mundo. El mundo que le permiten
los reducidos límites del escenario. Escudriña aquí, escudriña allá,
escudriña acullá... El PADRE y los abuelos corren emocionados tras el
mocoso. Si no es por TEMPUS, la MADRE se da una buena castaña. Se
incorporan los dos al grupo, que manosea y besuquea al mengajo. La
madre lo aplasta tras sus opulentos senos. Mientras el niño patalea a
punto de ahogarse, el resto se felicita mutuamente. Aparece un
monumental puro en la boca del ABUELO. Recriminaciones de la
ABUELA. Ni caso. Hoy es un día especial. JUANITO está ahora pegado
feliz a la teta de la MADRE. Todos son dichosos.)
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TEMPUS: Tic... Tac. Tic… Tac.
TODOS: Tiquitiquitiquitic... Tic... Tac. Tic tac.
(Todos, excepto el ABUELO, que prefiere disfrutar del habano, forman
de nuevo la comparsa anterior y se mueven felices por el espacio. El vejete
aspira el humo profundamente. De repente, se pone amarillo. Verde.
Negro. Intenta hacerse sentir, pero no le sale el más mínimo sonido.
TEMPUS repara en él y va a atenderle. No consigue nada. Coge el puro.
Fuma nervioso. Intenta llamarles. Se atraganta. Tose. Lo apaga. Aquéllos
siguen en lo suyo. Busca atraer su atención con un silbido. Sólo sale aire.
Se aturulla. El pobre viejo cae fulminado al suelo. Entonces él, asustado,
patoso, corre hacia ellos y, con un grito, señala el bulto. Todos acuden
con caras de espanto. Todos, menos el niño. A JUANITO le ha encantado
el sonsonete y continúa desfilando con la estúpida cantinela, indiferente al
dolor, al llanto y a las plegarias por el alma de su infortunado yayo.
TEMPUS, ante tal demostración de desconsideración e irreverencia, se le
acerca y le quita el chupete, como quien arranca un corazón de cuajo. El
chiquillo calla atemorizado. TEMPUS retorna al cuadro de sufridores
parientes. Con desolados gestos, éstos le exigen una explicación.)
TEMPUS: (Tras unos instantes de intensa duda y dolor contenido.) Tic...
TODOS: ¡¿Tic?!
TEMPUS: (Asintiendo.) …Tac. Tic…Tac. Tiquitiquitiquitic... Tic tac. Tic tac.
TODOS: (Comprendiendo con tristeza.) Tic... Tac. Tic… Tac. Tiquitiquitiquitic... Tic
tac. Tic tac.
(TEMPUS aparece con un banco. Colocan en él al fiambre y, siguiendo
el ritmo, se pierden por el fondo.)
TEMPUS: ¿No te da vergüenza?
JUANITO: ¿Quién era?
TEMPUS: ¡¿”Quién era”?! (Le propina un cachete.) ¡Sangre de tu sangre, chorlito!
JUANITO: ¿Y qué hacía?.
(TEMPUS se desespera.)
Acabo de nacer. Aún no sé nada... Ni siquiera sé si soy niño o niña.
(TEMPUS bizquea turulato. Incrédulo, se le acerca, estira del pantalón
y observa en su interior.)
TEMPUS: (Para sí.) ¡Niña!... ¡Con esa voz de borrego!
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(Silencio.)
JUANITO: (Relamiéndose nostálgico.) Quiero teta.
TEMPUS: (Al público.) No es tonto el mengajo.
JUANITO: Estaba buena. Redondita, blandita, calentita....
TEMPUS: Se acabaron las tetas y se acabó la buena vida.
(Comienza a vestirlo.)
JUANITO: ¿Ya? ¿Tan pronto?
TEMPUS: La infancia vuela.
JUANITO: Pero es que...
TEMPUS: Así es la vida. No empiezas a reír y ya estás llorando. Felices por la mañana
porque un niño ve la luz... Y litros de lágrimas por la tarde en el funeral del
abuelo. Vida y muerte siempre juntas. No valemos nada. Métetelo en la cabeza.
¡Que no te engañen los oropeles!
JUANITO: ¿Los oro.. qué?
(Silencio. TEMPUS lo observa condescendiente.)
TEMPUS: Olvídalo. (Pausa.) ¡El único nieto!... Serás bruto.
JUANITO: ¿Yo?
TEMPUS: A quién se le ocurre llegar con esa alegría, con esa exhibición de vitalidad
arrolladora. ¡Se nace llorando, burro! ¿Y por qué has tardado tanto? Te han estado
buscando una eternidad. ¿Dónde estabas? ¿Eh? Utilizaron las más insospechadas
técnicas de inseminación artificial y tú, nanay. ¡Les creaste tanta tanto mono de
niño!... ¡Pobre viejo! Demasiado para él.
(JUANITO se deshace en gemidos.)
¿Qué pasa ahora?
JUANITO: (Entre hipidos y mocos.) ¿Y mi mamá? Quiero ir con mi mamá.
TEMPUS: (Al público.) Enmadrado. Como todos.
JUANITO: ¡Quiero volver al agujero!
TEMPUS: ¡Ja! No es tonto el mocoso. (Intentando calmarlo.) Venga, venga, no te
pogas así. Toma el chupete...
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JUANITO: (Berreando.) ¡Al agujero!
TEMPUS: Pero niño...
(Intenta acercársele, pero JUANITO escapa.)
JUANITO: (Gritando.) ¡Quiero un agujero!
TEMPUS: (Por el público.) ¡Toma!... Y muchos de ellos, también. ¡No te fastidia! Ven
aquí, retoño.
JUANITO: (Al público.) ¡Quiero un agujero!.
(Le persigue por el escenario. JUANITO intenta desnudarse. Se despoja
de la camisa. Cuando por fin consigue TEMPUS tenerlo a tiro, le propina
una soberana patada en las posaderas. Calla el niño al instante.)
TEMPUS: ¡No puede ser, alcornoque! ¡No puede ser! Si fuera tan fácil, (señalando al
público.) ahí no habría nadie, todos seguirían en el buche de Eva. Una vez se sale,
ya no se entra. ¿Te enteras? ¡No se entra! ¿Quieres que te lo deletree?
(Silencio. Señalándole los glúteos. JUANITO se los masajea dolorido.)
Duele, ¿verdad? (Colocándole la camisa.) Es el dolor físico. Si es muy fuerte, se
te afloja el vientre. El otro, el anterior, el nihilista...
(JUANITO no coge bola. El se lo rememora burlón.)
“¡Quiero un agujero, quiero un agujero...!” Ese dolor es el existencial. Ahí es el
alma la que estalla. En ambos queda un enorme hueco aquí dentro.
JUANITO: ¿Para siempre?
TEMPUS: Ojalá. Te estaría recordando siempre tu condición. Pero se llena pronto.
Viene otra alegría y se olvidan las penas. Si la gente ve que dura, va al médico...
¡O al siquiatra! Se lo arreglan enseguida con un tubo de pastillas.
JUANITO: ¿Y por qué?
(Silencio.)
TEMPUS: Ésa sí que es una buena pregunta. ¿Por qué el sufrimiento? ¿Por qué la
infelicidad humana? ¿Por qué? ¿Por qué?... Para encontrar las respuestas tendrás
que vivir. ¡Y estudiar! No te garantizo el éxito desde luego...
JUANITO: ¿Estudiar?
TEMPUS: Suena mal, ¿verdad? “¡Estudiar!”. (Gestos de asco. Se repone.) Pero no
queda otro remedio. (Trascendental.) ¡Es ley de vida!... Ley de vida humana,
quiero decir. (Pausa.) ¡La LOGSE! O la LOCE, lo mismo da. Enseñanza
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obligatoria hasta los dieciséis tacos. ¿Cómo se te queda el cuerpo? (Empujándole
hacia el fondo.) Hala, hala, a estudiar.
JUANITO: (Librándose de la presión de TEMPUS.) ¡¿Hasta los dieciséis?
TEMPUS: Por lo menos.
JUANITO: Pero yo quiero jugar. Estoy en la edad. ¡”Jugar”! Suena mejor, ¿no? (Con
una sonrisa de oreja a oreja.) ¡“Jugar”!... “Estudiar”... ¡Puaf!
TEMPUS: (Al público.) Ya quiere hacer novillos el tunante. (A JUANITO.) ¡Tienes que
estudiar, cabestro, y así acallar la mala conciencia de la sociedad! Los maestros te
enseñarán un cuento maravilloso que no se corresponde en nada con la realidad:
justicia, solidaridad, ecología, sensibilidad, actitud crítica... Pero no has de
preocuparte. Enseguida, la televisión, la familia, la calle y los centros comerciales
te mostrarán el verdadero camino: consumismo, depredación... ¡Globalización por
un tubo!
JUANITO: Por eso. ¿Para qué estudiar? Es una pérdida de tiempo. Vamos a jugar. Al
parchís, a médicos y enfermeras, al pillado, al “uno, dos y tres, escondite inglés”...
TEMPUS: ¡Pero...! ¡Pero qué tonterías estás diciendo! “Escondite inglés”... En todo
caso, juegos globalizados de ordenador. ¡La guerra intergaláctica e interactiva!
(Animándose.) Yo vengo de Trom. Soy verde y viscoso. Llego a la Tierra. Tú eres
el policía de la galaxia. Puing, puing... Me matas con tus rayos. Pero no me he
muerto. Entonces me machacas con tu maza electrónica. Pero yo sigo disparando.
Entonces tú me lanzas ácido. Yo tampoco me muero. Te mando una granada, te
acierto y “game over”. Hay que comenzar de nuevo.
(Silencio.)
¿No te gusta?
(JUANITO, asustado, niega con la cabeza.)
TEMPUS: Ni a mí tampoco. No le encuentro la gracia. (Muy preocupado.) Y el caso es
que debe tenerla. Sí. Debe tenerla. Pero no se la encuentro. De todas maneras, no
hay que preocuparse: no íbamos a jugar.
(Señala el fondo.)
JUANITO: (Gimoteando.) ¡Pero yo no quiero estudiar!
TEMPUS: Tic… Tac. Tic…
JUANITO: (Suplicante.) El agujero... ¿No?
TEMPUS: (Con decisión.) ¡Tac!
(JUANITO baja la cabeza enfurruñado.)
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(Con más energía.) Tic… Tac. Tic… Tac.
JUANITO: Tiquitiquitiquitic... Tic tac.
TEMPUS: Tic tac.
LOS DOS: Tiquitiquitiquitic... Tic tac. Tic tac.
2. LA ADOLESCENCIA: ¡GUAY!
(Muy a su pesar sigue el ritmo que le marca TEMPUS y desaparece por
el fondo. Por fin ha conseguido imponerse. Radiante de satisfacción,
respira profundamente con la sensación de tener todo bajo control. Algo
que llama su atención le sume, de repente, en el desasosiego. Es el puro
apagado en el suelo. Tras alguna vacilación, lo recoge y se lo lleva a la
boca dispuesto a disfrutar de su aroma. Inesperadamente, irrumpe
gritando la MADRE. TEMPUS, del susto, escupe el habano.)
MADRE: (Con el ritmo anterior.) Ay... Ayayayayayyay... Ay...
(TEMPUS intenta tranquilizarla. Es inútil. Ella corre de un sitio a otro
con su estridente cantinela.)
TEMPUS: Pero, señora, tranquilícese.
MADRE: Ay... Ayayayayayyay... Ay...
TEMPUS: ¡Señora!...
MADRE: Ay... Ayayayayayyay... Ay...
TEMPUS: ¡Señora, así no llegaremos a ningún sitio!
MADRE: ¡Calzonazas!
TEMPUS: ¡Oiga!... Señora, yo no le he insultado.
MADRE: ¡Calzonazas, calzonazas, calzonazas!
TEMPUS: (Muy digno.) Me niego a aceptar esas calificaciones.
MADRE: ¡Qué calzonazas eres, Roberto! Ay... Ayayayayayyay... ¡Ay, Roberto!...
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TEMPUS: Creo que se confunde, señora. Mi nombre es Tempus.
MADRE: (Con odio y asco.) ¡Roberto, Roberto, Roberto! ¡Calzonazas!
(Aparece el PADRE corriendo, abotonándose los pantalones, con la cara
del que se despierta sobresaltado de un profundo sueño.)
PADRE: (Asustado.) ¿Qué pasa? ¿Tu madre?
MADRE: ¿Mi madre? ¡Tu hijo!
PADRE: ¿Mi hijo? ¿Juanito?
MADRE: ¿Cuántos hijos tienes, tarugo?
PADRE: ¿Otra de las suyas?
MADRE: (Con odio.) ¡Calzonazas!
TEMPUS: Qué fijación, señora.
MADRE: ¿Quién le ha dado vela en este entierro? ¡Cállese!
(TEMPUS no rechista, por lo que pudiera pasar.)
(Entregándole un escrito al PADRE.) Lee.
PADRE: (Tras fallidos intentos.) Me he dejado las gafas en la mesilla. Con las prisas...
MADRE: ¡Hombres! (A TEMPUS.) Lea usted.
TEMPUS: ¿Yo?
MADRE: ¿Es que no sabe leer?
TEMPUS: (Recogiendo el papel muy digno.) “Morcillas”, “Aceitunas Perla del
Guadalquivir”, “Estropajos Vileda”...
(La MADRE le retira el papel y observa lo escrito.)
MADRE: ¡Esta mamá!... Papel que tiene a mano...
(Le devuelve el papel por el lado contrario, señalándole las lineas que ha
de leer.)
TEMPUS: “A instancias de la profesora instructora del expediente informativodisciplinario de su hijo, el Consejo Escolar del Instituto decide enviar a la “perla”
a casa durante un mes, por gandul, drogata y pervertido, tres manifiestaciones
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distintas de un solo ser verdadero, el de un completo y absoluto indeseable. Para
ustedes solitos. Que les aproveche.”
MADRE: (A PADRE.) ¡Calzonazas! Por tu culpa. Por no preocuparte de él.
PADRE: ¿Yo? ¿Pero no eras tú la que...?
MADRE: ¡Qué pachorra! ¡Siempre las mujeres apechugando con la educación de los
hijos! Vosotros, mientras... ¡Ayyyy!...
PADRE: (A TEMPUS.) ¿Qué le parece? Soy panadero. No le veo el pelo. De día
duermo y de noche trabajo.
MADRE: Sólo piensas en dormir, ¡calzonazas! ¡Y en el fútbol! Mientras, tu hijo, ¡un
perdido!
(El vituperado progenitor solicita a TEMPUS comprensión con un gesto
resignado. Éste se le adhiere con una sonrisa comprensiva.)
ABUELA: (Irrumpiendo de pronto.) ¡Un sinvergüenza!
MADRE: (Señalando al marido.) Por su culpa.
ABUELA: Un aprovechado.
MADRE: Por su culpa.
ABUELA: Un vividor.
MADRE: Por su grandísima culpa.
ABUELA: ¡Y un cobarde!
(Silencio.)
MADRE: ¿Cobarde?
ABUELA: Un chulo miserable, que se aprovecha de esa pobre mujer.
(Otro silencio más profundo: nadie entiende nada.)
TEMPUS: ¿Un proxeneta? ¿Juanito?
ABUELA: ¡Hacerle eso a la pobre Carmina!
MADRE: ¿Hacerle qué?
ABUELA: ¡Pegarle!
TODOS: ¡¿Qué?!
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ABUELA: Y el muy caradura lo niega. ¡Será indecente!
MADRE: ¿Pero a quién le ha pegado, mamá?
ABUELA: ¡A Carmina Ordóñez! Lo han dicho en Tómbola.
TODOS: ¡¿Juanito?!
ABUELA: ¿Qué le pasa a Juanito?
PADRE: ¿Ha salido en Tómbola?
ABUELA: ¿Juanito?
MADRE: Sí. Mamá. El niño.
ABUELA: ¡Cómo va a salir en Tómbola el niño! Eso es para famosos.
TEMPUS: (A punto de perder la paciencia.) ¿Pero de quién está hablando usted?
ABUELA: ¡Del último novio de Carmina Ordóñez! El Mariñas y la Carmele dicen que
le ha dado una buena somanta. ¡Ya ves tú! ¡A la pobre Carmina Ordóñez! ¡Con lo
que ha pasado esa mujer!
PADRE: (A TEMPUS.) Como no sea por la piedra a más de uno.
MADRE: ¡Mamá, nos vas a volver locos a todos! ¡Como si no tuviéramos bastante con
Juanito!
ABUELA: ¿Juanito? ¿Qué le ha pasado a mi nieto? ¡Mi único nieto! (Al PADRE.) ¿Qué
le has hecho, bruto? Está en una edad muy peligrosa. ¡Pobre chico! ¿Y ahora qué?
¡Por ahí solo! ¿No te da vergüenza? Patán, que eres un patán. ¡Ay, mi chico! Por
tu culpa se ha fugado! ¿Qué hará solo por ahí a estas horas?
MADRE: ¡Mamá!
PADRE: (A TEMPUS, a punto de estallar.) La misma cantinela veinticuatro horas al
día. ¿Eh? ¿Qué le parece? ¡Claro, todo el día pegada a la televisión tragándose
culebrones y programas de famoseo!¡Suegricida! ¡Me convierto en suegricida!
(Se lanza a su cuello.)
MADRE: ¡Bruto! ¡Animal! ¡Deja a mi madre!
TEMPUS: ¿Pero qué hace? ¡Que la ahoga! ¿No ve que la ahoga?
PADRE: ¡Eso es lo que quiero!
(Consiguen apartarlo de la vieja a duras penas.)
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¡Usted tiene la culpa! ¡Por darle todos los caprichos!
ABUELA: (Como si fuera un gran insulto.) ¡Panadero!
PADRE: ¡Barbuda!
MADRE: ¡Calzonazas!
(TEMPUS, incapaz de serenar a cada uno, se coloca en medio.)
TEMPUS: ¡Pero, señores, tranquilícense! (Por el público.) ¿No se dan cuenta? ¡Qué
espectáculo!
(Como si oyeran llover. Los tres, muy aguerridos, van cerrando el círculo
dispuestos a que corra la sangre.)
ABUELA: De tanto roncar se te ha quedado cerebro de mosquito.
MADRE: ¡Y otras cosas!
PADRE: Lo único grande que hay en esta casa es la mala leche. ¡La de las dos!
¡Víboras!
TEMPUS: (Apurado.) Tic...
ABUELA: ¡Panadero!
TEMPUS: Tac.
MADRE: ¡Calzonazas!
TEMPUS: ¡Tic!...
PADRE: ¡Chupópteras, parásitas, vampiras!
TEMPUS: ¡¡Tac!!
(Han cerrado el círculo y están a punto de soltar los golpes.)
(Con energía.) ¡Tiquitiquitiquitiquitic...! ¡Tic... Tac!
(Al fin ha podido hacerse con ellos. Les obliga a moverse al son del ritmo.
Ellos obedecen y le siguen, aunque sus miradas echan fuego. Sus miradas
y sus lenguas. Dan un par de giros por el escenario y van desapareciendo
cada uno por un lateral. Cuando ya no queda ninguno, TEMPUS suspira
aliviado y, a la vez, extenuado. Observa el puro en el suelo. Examina a su
alrededor desconfiado. Se acerca y lo coge. Se lo lleva a la boca. Vuelve a
mirar a ambos lados. Va a encenderlo. Se lo impide JUANITO entrando
como una exhalación con el manillar de una moto entre las manos e
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imitando a grito limpio el sonido de un tubo de escape a punto de siniestro
total. TEMPUS, atónito, está paralizado con el puro en la boca.)
JUANITO: (Al público.) ¿Estudiar, un rollo? ¡Guay! ¡Estudiar es guay!... “¡Estudiar!”
¡Qué palabra más guay! Me encanta estudiar, me chifla estudiar, me pasaría toda
la vida estudiando. Por eso me gusta repetir: ¡para seguir estudiando! (Silencio.)
Pero no me dejan. En el instituto no quieren que repita. “Sólo puedes repetir un
año por ciclo”. ¡Pero si yo lo que quiero es repetir! ¡Repetir y repetir! (Pausa. Se
señala todo ufano.) Diecisiete tacos. Tercero de la ESO. Todas las niñas de
quince. (Pausa. Mirada pícara al público.) ¡Tarta de chocolate! Y con ganas de
marcha. ¡Jo! Qué marcha en los wáteres. Los wáteres son como el barrio chino de
los institutos. Drogas: tripin, coca, papelinas... ¡Y sexo! Uao... ¡Sexo del bueno!
¡Superporno! ¡Tarta de nata! ¡Y aún me quedan cuatro años para acabar la ESO!
(Cuenta con los dedos.) Primero de tercero. Segundo de tercero. Primero de
cuarto. Y segundo de cuarto. Otros cuatro para acabar los dos años de
Bachillerato, a dos años por curso. Total, me meto en los veinticinco. ¡Tarta de
melocotón! Luego, saco unas oposiciones. De conserje de instituto. Y a disfrutar
toda la vida. ¡Tarta de tutifruti!
TEMPUS: Veo que has encontrado la causa del sufrimiento.
JUANITO: ¿Sufrimiento? Déjate de chorradas. Todo es guay. La vida es guay. Las tías
son guay. El instituto es guay. Estudiar es guay. Me pasaría toda la vida...
TEMPUS: Estudiando. Te he oído.
JUANITO: ¡Tarta de piñones!
TEMPUS: Y tu sueño más inconfesable, ser conserje de instituto.
JUANITO: ¡Tarta de tiramisú! Leyendo el periódico todo el día y puteando a los profes.
Son todos unos pringados. Menos el “Jirafa”. Ése sí que mola. (Al público.) Es de
Naturales. Trabajamos en sociedad. El muy cachondo nos pone vídeos en clase
para explicar la función de los órganos reproductores y, así, calienta a las nenas.
Luego, yo las rebozo y les doy varios repasos. (Ve a alguien en un lateral.
Contento.) ¡Hosti, tú, qué guay, la Cagarruta, mi tutora! (Al público.) Es una tía
guay. Un poco histérica. Pero guay guay.
(Aparece una enfurecida profesora.)
Hola, maestra.
TUTORA: Tengo un nombre.
JUANITO: La Caga..., digo... Jo, tía, que no me acuerdo. (A TEMPUS.) ¡Tienen las
maestras unos nombres más raros!... Carmen, Isabel, Conccccc... Jo, que no me
sale. Concccepción. Con lo chulos que son Vanessa, Sarai, Sukeina, Azahara,
Zuleica, Jéssica, Thaís...
TUTORA: (Por TEMPUS.) ¿Es tu padre?
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TEMPUS: ¿Yo? No, señora.
TUTORA: ¡Tengo unas ganas de echármelo a la cara! ¡Por qué no se haría un nudo en
su momento! ¡Juanito...!
JUANITO: Yo no he sido, maestra. La compresa no era mía.
TUTORA: Claro que no has sido tú, cernícalo. Lo único malo que aún no tienes es la
regla. ¡Pero al tiempo!
JUANITO: (Al público.) Era de Maika. Quería echarla a la papelera la tía guarra, llena
de sangre.
TUTORA: Mejor tirarla por la ventana, ¿no?
JUANITO: No quiso guardarla en su mochila.
TUTORA: ¡Y empotrarla en la calva del director!
JUANITO: (Sonriendo.) Con lo brillante que la lleva siempre.
TUTORA: ¡Me va a dar algo! ¡Me va a dar algo! ¡Juanito! ¡Siempre, Juanito! ¡En todos
lados, Juanito! Apareces en mis pesadillas. ¿Por qué no se haría un nudo tu papá?
¿Por qué? ¡Ay! ¡Me va a dar algo!
(Se pierde, desquiciada, por un lateral.)
JUANITO: (A TEMPUS, que le recrimina con la mirada.) ¡Podía haberla guardado en
la mochila, ¿no?!
(TEMPUS va a contestarle como se merece, pero se reprime.)
TEMPUS: ¿Serás adulto alguna vez? (Pausa.) Lo dudo.
3. UN HOMBRE... Y SU COSTILLA
(Redoble de tambor. A continuación, sonidos marciales -más o menos-.
Por el fondo aparecen, marcando el paso, dos militares. Desfilan por el
escenario.)
SARGENTO: Tú, monstruo. A ser hombre.
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(Le coloca la gorra de recluta. JUANITO se la ajusta dejando la visera
hacia atrás.)
(Propinándole un golpe.) ¡Monstruo!
(El SOLDADO, rápidamente, le corrige la posición. Lo incorporan a la
formación y dan otras dos vueltas por el espacio. JUANITO, como
cualquier recluta novato, es la mar de patoso.)
TEMPUS: Eh, eh... ¿Qué mascarada es ésta?
SARGENTO: (Deteniéndose mosqueado.) ¿Mascarada? ¿La mili, una mascarada?
TEMPUS: ¿La mili?
SARGENTO: (Muy orgulloso.) Sí, señor. La mili. ¡Presenten... armas! Iz... quierda. De
frente... ¡Ar!
(Nuevas vueltas; pero ahora, cantando.)
“En un tren hacia Alicante viajaba una enfermera. Había cuatro soldados y uno
se casó con ella...”
TEMPUS: ¡Queréis dejar de hacer el payaso!
(Frena en seco el SARGENTO; el SOLDADO se empotra contra él; y,
contra éste, JUANITO.)
JUANITO: ¿Somos payasos o soldados, mi sargento?
(Nuevo sopapo.)
SARGENTO: La duda ofende, recluta. Dos días de arresto fregando wáteres.
TEMPUS: ¿Pero de dónde habéis salido vosotros?
SOLDADO: (Sacando pecho.) Quinta bandera, tercer regimiento, cuarta compañía,
primer escuadrón.
SARGENTO: Muy bien, recluta. Besa la bandera. (Le ofrece la que lleva cosida en el
brazo.) Pequeña en apariencia, pero grande en nuestros corazones. Ya eres
soldado. Ya eres hombre. ¿No notas en tu interior el ardor patriótico?
SOLDADO: Una descomposición de estómago, mi sargento. Las judías del rancho
estaban asquerosas.
SARGENTO: ¿Denigrando a la patria? ¡Al calabozo, por renegado! (A JUANITO.)
Primera lección teórica, recluta: la patria por encima de todo. Incluso de la novia y
la madre. Eso es ser hombre.
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TEMPUS: Eso es ser imbécil.
SARGENTO: ¡¿Cómo?! ¡Arréstenme a este desertor iconoclasta!
(Lo intentan.)
TEMPUS: ¡Fuera, quitad las manos de encima! Seréis obtusos... ¡Hace un siglo que la
mili pasó a mejor vida!
(Perplejidad general.)
SARGENTO: ¿Un siglo?
TEMPUS: Más o menos.
SOLDADO: O sea, ¿que ya no hay mili?
TEMPUS: Exactamente.
JUANITO: ¿Y cómo nos hacemos hombres, mi sargento?
SARGENTO: (Otro golpe.) Tú te callas, monstruo. (A TEMPUS.) ¿En qué siglo
estamos, oiga?
TEMPUS: En el veintiuno.
SARGENTO: ¡¿En el veintiuno?!
SOLDADO: Pero si hace “na” estábamos en el veinte.
TEMPUS: Esto vuela.
SARGENTO: ¿De verdad no hay mili?
(TEMPUS niega con la cabeza.)
SOLDADO: Claro, mi sargento. Porque en el siglo veintiuno ya no hace falta ejército.
No hay guerras. La gente ha avanzado y vive en paz. (A TEMPUS.) ¿A que sí?
(Silencio. TEMPUS sonríe estúpidamente.)
TEMPUS: (Balbuceando.) Pues... ¡Tampoco es eso! (Pausa.) Es otro tipo de ejército.
Más profesional... Con mujeres incluso.
(Sorpresa generalizada. Se les ponen ojos de buey.)
TODOS: ¡¿Mujeres?!
TEMPUS: Sí. Mujeres. (Pausa. No sabe cómo explicarlo.) ¡De otro tipo! ¡Las guerras
son de otro tipo! ¡Hay bombas inteligentes! Algunas no destruyen nada. Bueno, sí.
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Se llevan por delante a todo bicho viviente dejando intacto todo lo demás:
edificaciones, coches, supermercados...
(Silencio. El SARGENTO sonríe escéptico: ¡a él se la van a pegar!)
SARGENTO: Y yo me chupo el dedo. ¡Mujeres en el ejército, guerras de otro tipo,
bombas inteligentes...! La guerra es la guerra: los buenos, aquí; los malos, allá; los
buenos hinchándose a matar malos, como siempre; las mujeres, esperando en casa
a los hombres... “De otro tipo”... ¡Cuánta tontería! Soldados, ¡a formar! Hay que
prepararse para la guerra. ¡Ar!
(Obedecen rápidamente.)
TEMPUS: (Retándoles.) ¿Qué haría un ejército regular si a cuatro pirados se les ocurre
secuestrar un avión de pasajeros en su mismo país y lanzarlo contra la torre de
pisos más alta de la ciudad? (Pausa.) ¿Eh?
(Silencio. Se miran. Explotan a reír.)
SARGENTO: ¡Contra la torre más alta! Ja, ja, ja...
SOLDADO: ¡Un avión de pasajeros! Ja, ja, ja...
TEMPUS: (Indignado.) Sí. Dos aviones. Contra dos torres.
SOLDADO: (Sin parar de reír.) ¡Contra dos torres, mi sargento! ¡Dos aviones!
TEMPUS: Las Torres Gemelas, en Nueva York, para ser más exactos.
SARGENTO: (Reprimiéndose la risa.) ¿En Nueva York? ¿En Estados Unidos de
América? ¿A los yanquis?
(Gesto afirmativo de TEMPUS. El SARGENTO explota a reír como un
bellaco.)
TEMPUS: (Enfadado.) ¿Qué haríais vosotros si un comando de terroristas suicidas,
armados de explosivos, secuestraran un teatro con mil personas y amenazaran con
inmolarse con todos dentro?
SARGENTO: (Riéndose a manta.) ¡Un teatro!... ¡Mil personas!
JUANITO: De acuerdo. Es rarísimo ver mil personas en un teatro, pero...
SOLDADO: (Tronchándose.) ¡Terroristas suicidas, mi sargento! Ja, ja, ja...
TEMPUS: Sí, en Moscú. El teatro Dubrovka.
SARGENTO: (Reprimiéndose de nuevo la risa.) ¿En Moscú? ¿En la capital de Rusia?
¿A los rusos? ¿Quiénes? ¿Los yanquis? ¿Los marcianos?
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(No espera la confirmación de TEMPUS. Estallan de nuevo a reír.)
TEMPUS: (Al público.) Lo mismo que la CÍA y la KGB cuando se enteraron de los
planes de los terroristas.
SARGENTO: Ya está bien, hombre. Ya está bien. ¡Cuánta tontería! La guerra es la
guerra. Siempre igual. Los buenos son los buenos y están aquí. Los malos son los
malos y están allá. Allá. No acá. ¿Está claro?
TEMPUS: Depende.
SARGENTO: ¡¿Depende?!... Pero.. ¡Pero cuánta tontería!
TEMPUS: Pues sí. Depende. ¡Depende! Las cosas no son tan claras. Los buenos pueden
estar allá y los malos acá. O todos revueltos. Quien te crees que es bueno puede
estar financiando a los malos. Y viceversa. El malo puede ser malo porque el
bueno no deja de tocarle los cataplines. Mira si no los palestinos. O te montan una
campaña mediática y eres capaz de confundir a tu padre con el mismísimo Bin
Laden. ¿Quién es bueno y quién es malo? ¿Eh?
(Silencio.)
SARGENTO: ¿Tú has hecho la mili?
TEMPUS: Pues...
SARGENTO: Se nota. ¡Vaya cacao mental! ¡Con lo simple que es todo! (Pausa.) ¡Qué
desperdicio de cabeza! Hala, soldados. Nosotros, a lo nuestro, que este ya no tiene
remedio. A hacer hombres sanos, juiciosos y patriotas y a prepararnos para la
guerra, para no dejar un malo con cabeza. A ver, ¡fir... mes! (A JUANITO.) Tú,
monstruo, ponte en la cola. De frente, paso ligero... ¡Ar!
(Se van corriendo por donde entraron.)
TEMPUS: ¡Eh! ¡Volved aquí! ¡Juanito! ¡Juanito Asecas, vuelve! No te dejes seducir por
los uniformes. Así, nunca serás hombre. Todo lo más, carne de cañón. Ser hombre
es ser responsable, formar una familia, educar a los hijos en la justicia y la
solidaridad... (Silencio. Al público.) Vaya, parezco un maestro. (Muy teatral.)
¡Juanito! ¡Vuelve, busca trabajo, una buena chica y cásate! (De nuevo, silencio. Se
sorprende.) Vaya, ahora un cura. ¡Cásate, Juanito! ¡Por la Iglesia, que es más
bonito!
(Se interrumpen sus católicos deseos con un golpe musical. Se gira
desconcertado. Una pierna en un lateral. Se arranca una melodía cargada
de erotismo y tórrida sensualidad. Otra pierna, en el otro. Irrumpen tres
chicas moviendo sus gráciles cuerpos al son del ritmo caliente. Tres
chicas actuales, muy de hoy, que se comen el escenario como se comen el
mundo. Juegan con TEMPUS como si fuera un pelele. En realidad, se deja
llevar por ellas la mar de solícito. Con desparpajo, con solvencia, con
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poderío y superioridad manifiesta, succionan al público como el que sorbe
cabezas de gambas. Se ceban con TEMPUS, que disfruta feliz.)
CHICA 1:
Quiero un hombre.
CHICAS 2 Y 3:
Buscamos un hombre
(Golpe musical, golpe de caderas y golpes en el corazón de los
espectadores. TEMPUS suda con tanto espasmo anatómico.)
CHICA 1.
¡Qué aburrimiento los chicos!
CHICA 2:
No somos niñas.
CHICA 3.
¡Qué aburrimiento!
LAS TRES:
Buscamos una relación
adulta, apasionada
y nada superficial.
Queremos un hombre.
Buscamos un hombre.
Exquisito, sensible,
Apasionado y cordial.
SOLDADO: (Desde un lateral.) Yo soy tu hombre.
JUANITO: (Apareciendo.) ¿Puedo ser yo?
SARGENTO: (Igual.) Yo tengo la medalla al valor.
(Los seis trazan una coreografía al ritmo de la música. TEMPUS está la
mar de animado y baila como el que más, pero a su aire. Acaban todos
componiendo el típico cuadro de apoteosis final. A continuación, se
emparejan y se miran como tortolitos.)
TEMPUS: (Al público.) ¡Oh, la, la, el amor! ¡La pareja! ¡Los proyectos de futuro! ¡La
felicidad!
(Se dispone a seguir embelesado, como un espectador más, los
arrumacos de los enamorados. Se sienta en un rincón. Pronto se quedará
dormido, con cara de felicidad.)
SARGENTO: (A la CHICA 1.) Señorita, usted es como... (Señalándose el hombro.)
¡Como una estrella! En la guerra del Golfo ya soñaba con usted. En la de
Afganistán no digamos... En el polvo del desierto, mientras peleaba como un
valiente, yo...
(Sigue parlanchín aburriendo a la joven.)
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SOLDADO: (A la CHICA 2.) Yo le dije a mi mamá que si encontraba una buena chica,
fundaría una familia y sentaría la cabeza. La visitaremos todos los domingos con
los niños. Me encantan los niños. Y las niñas. ¿Qué te parece la parejita? Niño y
niña.
(Sigue dando la tabarra.)
JUANITO: (A la CHICA 3.) Las niñas que me he tirado en el instituto... ¡Jo! ¡Cantidad!
Pero ahora que estoy delante de una mujer de verdad, no sé qué hacer, no sé qué
decir... ¡Claro! ¡Ya está! ¡Es que ya soy hombre! Y los hombres tenemos que
pensar muy bien las cosas.
CHICA 1: (Levantándose con la cabeza como un bombo.) ¡Cambio de pareja!
ELLAS: Sí.
SOLDADO: ¿Cambio de pareja?
CHICA 1: Si hoy ya no tiene importancia. No está mal visto.
SARGENTO: En ese caso, si no está mal visto...
(Las chicas vuelan a sentarse junto a otro nuevo amante. Se acurrucan en
espera de marcha.)
JUANITO: (A la CHICA 1.) Sí. Ya soy un hombre. He estado en el ejército. Soy un
hombre de la hache a la e... Hombre lleva hache, ¿verdad? Lo mío no es la
ortografía. Pero he aprendido otras cosas. He aprendido que un hombre no tiene
que perder la cabeza. (Retirando las manos ardientes de la joven.) Eh, ¿qué haces?
Un hombre siempre ha de llevar la iniciativa.
SOLDADO: (A la CHICA 3.) A mí me gustan más las niños, luego tienen menos
problemas, ya sabes... Pero tendremos la parejita. Iremos los cuatro a ver a mi
mamá. Es lo que toca. (Apartando a la chica.) Eso, ahora, no toca. Hay que
planificar primero el futuro. Es importante para la felicidad.
SARGENTO: (A la CHICA 2.) Cuando me hirieron en la guerra de Troya, creí morir;
pero allí estabas tú, mi estrella, siempre a mi lado, como el ángel de la guarda.
(Continúa insensible a las caricias de ella.) ¿Y en la guerra de la Independencia?
Ahí sí que estuve a punto de palmarla gracias a mi valor, pero tú también
iluminaste mi...
CHICA 3: ¡Cambio de pareja!
ELLAS: Sí, sí...
JUANITO: ¿Otra vez?
SARGENTO: A mí esto empieza a parecerme inmoral.
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SOLDADO: Yo, así no me concentro.
CHICA 2: Pero se conoce más mundo.
SARGENTO: Ah, si se conoce más mundo...
(Buscan las chicas rápidamente otra pareja. Sin tapujos, comienzan
enseguida a acosarles.)
SOLDADO: (A la CHICA 1.) La parejita es lo ideal. (Se le escapa un suspiro.) Niño...
Y niña. Uf....
SARGENTO: En las guerras del Peloponeso... Auuuh... Con cien cañones por banda...
Ah, ah, ah...
JUANITO: Un hombre. ¿Tú sabes lo que significa eso? Ay... Huy... Es algo muy
grande... Oh....
SOLDADO: Un niño. Aahhh... Una niña... Oiiii....
SARGENTO: ¡Viva la guerra.!.. Ay... Eyyyy... Huy.... (Cantando.) “Soy el novio de la
muerte...”
JUANITO: ¡Muy grande, muy gran...! ¡Ohhhh!...
(Se suceden un sinfín de quejidos, suspiros, jadeos y demás ruidos de un
repertorio amplísimo, que va desde la fauna más pintoresca a los sonidos
más extravagantes: cañerías, motores, máquinas extrañas... El subidón
orgásmico definitivo llega a los hombres pronto, y a los tres al mismo
tiempo. Se les pone, entonces, cara de sapos risueños. Las chicas siguen
con su polifonía particular hasta que se percatan de la deserción varonil.
Se enfadan, se suben por las paredes, se muerden el alma... ¡Se cogen un
cabreo!...)
CHICA 1: ¡Idiota!
CHICA 2: ¡Besugo!
CHICA 3: ¡Capullo!
(TEMPUS, ante tanto grito inmisericorde, despierta de su dulce sueño. Las
chicas cambian de pareja.)
CHICA 1: ¿Hay alguien más incapaz?...
CHICA 2: ¿Más inútil, más pretencioso?...
CHICA 3: ¿Más egoísta?
CHICA 2: Quiero el divorcio.
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SOLDADO: Pero, cariño... ¿Y qué hacemos con la parejita?
CHICA 3: ¿Hombre? ¡Vaya asco de hombre! ¡Prefiero un pato!
JUANITO: Pero, cariño...
CHICA 1: Te vas a la guerra y te lías con ella.
(El SARGENTO se queda a cuadros.)
LAS TRES: ¡¡Hombres!!
(Cambian de pareja.)
CHICA 2: (Al SARGENTO.) Quiero realizarme como persona. Junto a ti lo único que
hago es empobrecerme. ¡Eres monotemático!
CHICA 1: (A JUANITO.) Demasiada mujer para tan poco hombre.
CHICA 3: (Al SOLDADO.) La plenitud vital existe. Pero no contigo, con la parejita y
con tu mamá.
CHICA 1: Ahí te quedas.
CHICA 2: Me voy.
CHICA 3: Arrivederchi.
(Se van más chulas que un segurata de discoteca. El SARGENTO y el
SOLDADO salen tras ellas llorando y babeando. JUANITO se queda
petrificado, con la cara arrugada, gimoteando. Silencio.)
JUANITO: Hace un momento era feliz. Tenía una mujer. Un futuro... No lo entiendo.
TEMPUS: Son difíciles de entender. Pero es que vosotros... ¡Lo lleváis claro!
JUANITO: ¿Y tú? ¿Dónde estabas? No te he visto.
TEMPUS: Cuando se es feliz, parece que no pase el tiempo.
JUANITO: ¿Y pasa?
TEMPUS: Como un sueño. (Se despereza.)
JUANITO: (Sorbiéndose los mocos.) ¿Y ahora qué hago?
TEMPUS: Pues lo de siempre. Seguir. Hasta que no encuentres la causa de la
infelicidad...
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JUANITO: Estoy cansado. Desorientado.
TEMPUS: (Al público.) El síndrome del divorciado. La depresión postraumática. Todo
se ve negro.
JUANITO: ¡Vaya castaña de vida!
(TEMPUS va a contradecirle con una sonrisa autosuficiente. Se detiene al
observarle. ¡Pobre! Todo un hombre, ¡desbaratado –y de qué manera- por
una simple mujer!... Un hombre, en esos delicados momentos, requiere
solidaridad, ¡y para eso está TEMPUS! Su careto, en consecuencia, se
desfigura también. Ambos rostros semejan, entonces, dos pasas amargas y
negras como el azabache. De repente, JUANITO ve una luz y –lógico- se
le ilumina la cara. Enseguida, la claridad se impone rotunda. Pega un
salto de alegría. A continuación, un grito. TEMPUS entiende que se le
acaban de fundir las últimas neuronas. JUANITO está eufórico. Baila.
Canta. Va. Viene.... TEMPUS sonríe receloso.)
JUANITO: Maravilloso, ¿no? (Sigue bailando.) ¿Eh? ¿Qué te parece?
(TEMPUS continúa con su sonrisa estúpida, sin saber qué responder.)
El Caribe... La nieve... Un crucero por las islas Caimán. ¡Libre! ¡Soy libre! ¿Te
das cuenta, Tempus? ¡Soltero otra vez! ¡A mis cuarenta y tantos! ¡Y con mi
experiencia...!
5. BENDITA PROLE
(Vuelve a repetir la coreografía anterior. Baila. Canta. Va. Viene...
Cuando está junto a un lateral, aparece una chica a su lado y, como si
fuera su espejo, realiza los mismos movimientos y gestos. JUANITO, sin
dejar de moverse, la observa inquieto: le recuerda a alguien, pero no cae.
Llegan al primer término del escenario. Hablan hacia delante, sin
mirarse.)
HIJA: Hola, papá.
JUANITO: ¡¿Papá?!
(Con un gesto, reclama a TEMPUS una explicación. Éste se encoge de
hombros. De repente, cae.)
¡Patricia!
24
(Vuelve la coreografía; ahora, los dos desde el principio, como dos gotas
de agua. Bailan. Cantan. Van. Vienen... Cuando se acercan a otro lateral,
aparece un chico de color. De color negro. Se pega a ellos como si fuera
su sombra. Al terminar el juego coreográfico delante, hablan como antes,
sin mirarse.)
HIJA: (Por el intruso.) Feliciano. Mi pareja.
JUANITO: ¿Feliciano? ¡¿Tu pareja?!
CUBANO: (Lanzando la mano hacia delante.) Feliciano, de la isla caribeña de Cuba, la
más bella hija de la madre patria, saluda al padre de la más bella hija, Patricia, mi
amorcito.
(El CUBANO no deja de contornearse, como si llevara el ritmo salsero en
el cuerpo. TEMPUS está muy interesado en copiarle los pasos.)
HIJA: ¡Ay, qué rumboso es mi Feliciano!
JUANITO: (A TEMPUS.) ¡Vive con un tío! ¡Con un cubano! ¡Con un cubano negro!
¿Pero, Patricia, cuántos años tienes?
HIJA: Dieciocho. Hace cuatro que vivo con él.
JUANITO: ¡¿Cómo?!
HIJA: Como mamá. Ha tenido tres hombres desde que te dejó. Un mafioso ruso, un
chiíta sudanés y un funcionario de hacienda. Y los tres, viviendo en casa. Yo, sólo
uno. Por ahora.
JUANITO: ¡Vaya educación!
HIJA: De eso precisamente quería hablarte. He comenzado la universidad. Ahora te toca
a ti. Eso dice mamá.
JUANITO: ¿A mí?
CUBANO: Aflojar la pasta, compadre. Mi amorcito tiene que licenciarse. Eso es una
cosa muy buena “pa” ella. Y “pa” mí.
(Se marca unos pasos de salsa. TEMPUS intenta seguirle.)
JUANITO: ¿Cuánto?
HIJA: Poca cosa. Piso, matrícula, libros, manutención...
CUBANO: Total: novecientos euros.
JUANITO: ¿Al año?
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HIJA: Al mes.
(Repetición del mismo esquema coreográfico. Bailan. Cantan. Van.
Vienen. Cuando están junto a un lateral, se les suma un hombre muy serio
con una calculadora. Al terminar, miran todos hacia delante. Como
siempre. Silencio.)
TEMPUS: (A JUANITO, bajando la voz para no ser oído.) ¿Quién es?
JUANITO: El gerente de la empresa. (Duda. Por fin vence sus miedos.) Don Julián,
necesito un aumento de sueldo. Si es necesario, duplico la productividad. Estoy
aún en plena forma...
GERENTE: ¿A los cincuenta y tantos?
JUANITO: (A TEMPUS.) ¡¿Ya?!
TEMPUS: El Caribe, la nieve, el crucero, las islas Caimán ... Estos diez años de
pendoneo han volado como nube en vendaval.
GERENTE: (Después de usar la calculadora.) Quinientos euros.
JUANITO: (Contentísimo.) ¿Quinientos?
GERENTE: Es lo que la empresa sale ganando si te jubilamos anticipadamente y te
cambiamos por un jovenzuelo con contrato temporal.
JUANITO: Pero son treinta años dedicados a la empresa.
GERENTE: ¡Justo! La cifra mágica que nos permite jubilarte.
(Vuelta a la dichosa coreografía. Cuando están atrás, desaparece el
GERENTE. Terminan delante.)
CUBANO: Eh, amorcito, que tu padre ha menguado la pasta. ¿No andará gastándosela
el muy liviano en putas?
HIJA: Papá, que no llego a final de mes.
JUANITO: Me han jubilado. Cobro la mitad. Mi sueldo era todo complementos y
ahora...
CUBANO: O tu padre afloja la pasta o te maltrato. Aflora en mí el ancestral
primitivismo caribeño y te doy “pal” pelo y “pa” “to” ese cuerpecito de españolita
chulona.
HIJA: ¿Ves, papá? Por tu culpa, ¡un conflicto matrimonial!
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JUANITO: Si hubieras aprovechado el tiempo... Llevas cinco años y aún estás en
tercero. ¡Dos años por curso!
CUBANO: ¡Igualito, igualito que su papá!
(La dichosa coreografía. Desaparece la parejita. JUANITO, totalmente
abatido, casi no llega a terminarla. Silencio. Saca el forro de los bolsillos
del pantalón. Ni un céntimo. Cruzan por su mente mil locuras
sanguinarias. De repente, tensa las mandíbulas, respira hondo, toma
carrera y sale disparado dispuesto a saltar hacia el público. TEMPUS lo
detiene a tiempo.)
TEMPUS: ¡Pero dónde vas, inconsciente!
JUANITO: No quiero saber más. Cuanto antes acabe todo esto, mejor.
TEMPUS: ¿Suicidarte?
JUANITO: Sí, señor. Quitarme del medio.
TEMPUS: Pero no puede ser. (Por el público.) Ahí hay gente.
JUANITO: También son culpables. Todos somos culpables. No me iré solo.
TEMPUS: ¡Pero tienes una hija!
JUANITO: Un vampiro.
TEMPUS: Te quiere.
JUANITO: Un buitre.
TEMPUS: Estás equivocado.
JUANITO: ¡Ja!
TEMPUS: Tómate tiempo, Juanito.
JUANITO: ¡Dinero, dinero, dinero...! Todo por el puto dinero.
TEMPUS: Verás las cosas de otro color. Tómate tiempo.
JUANITO: (Incrédulo.) ¿Tú crees?
TEMPUS: (Fingiendo.) Pues claro. ¡Es tu hija!
JUANITO: Cualquiera lo diría.
TEMPUS: Sangre de tu sangre
27
(Silencio.)
JUANITO: (Intentando creer.) La sangre tira, ¿verdad?
TEMPUS: Cuidará de ti cuando seas viejo.
JUANITO: ¿Sí?
TEMPUS: Es tu hija.
JUANITO: Claro. Es mi hija.
(Silencio. TEMPUS está intentando recordar los dichosos pasos del
CUBANO. JUANITO repara en ello y se le nubla la vista. Vuelve a verlo
claro. Mejor dicho: oscuro. Toma carrera de nuevo para saltar. TEMPUS
lo detiene otra vez.)
TEMPUS: ¡Eh, eh...!
JUANITO: Me chupará la sangre. Se quedará con la paga. Ella y el maromo con el que
vive. Antes, me liquido yo y hago escabechina general.
(Pone en ello todas sus fuerzas. TEMPUS se las ve y se las desea para
impedirlo.)
TEMPUS: ¡Espera, espera!
JUANITO: ¿Esperar qué?
TEMPUS: ¡Espera por lo menos a que me vaya!
JUANITO: ¿Irte?
TEMPUS: Pues claro. Somos amigos. No puedo ver tus sesos desparramados por ahí
como si fueran champiñones. Tengo mi corazoncito. Te echaré una mano.
JUANITO: ¿Cómo?
TEMPUS: Me voy, se acaba tu tiempo y en paz.
JUANITO: ¿Tan fácil?
TEMPUS: Como un infarto. Un segundo y..., ¡plof! (Ofreciéndole la mano.) Encantado
de conocerte. Ha sido un placer. Adiós.
(Se va.)
JUANITO: ¡Espera, espera!
TEMPUS: ¿Esperar qué?
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(Silencio. Traga saliva JUANITO.)
JUANITO: Nada. (Pausa.) ¿Un segundo?
TEMPUS: Un segundo y..., ¡plof!
(Desaparece. Silencio.)
JUANITO: ¡No flaquees ahora, Juanito! Las cosas son como son. Y no hay solución.
(La luz baja lentamente. Lo advierte atemorizado.)
¡Total, sesenta tacos! (Pausa.) ¡Para lo que me queda en el convento!... El
único que va a salir ganando es el Estado, que se ahorra una buena pasta. ¡Que se
le indigeste! (Pausa. Penumbra. Se palpa el pecho.) No lo siento. ¿Habré
palmado ya? (Lleva la mano a la entrepierna y sopesa el paquete. Gesto de
extrañeza.) Qué raro. Cuando uno se muere, dicen que esto... (Vuelve a calibrarlo
con todo detalle.) Pues no. (Examina con todo detenimiento el espacio del
público. Parece buscar algo a lo lejos.) Podría ser el túnel, sí... ¿Pero y la luz?
(Pausa.) No hay duda. Estoy muerto. (De repente, en su cara aparece una sonrisa
sádica. Al público.) ¡La cara que se les habrá quedado a mi hija y al pichabrava
del cubano! (Ríe. Silencio. Vuelve a mirar frente a él.) Nada, ni una puñetera luz.
(Por el paquete.) Y esto, bajo mínimos. (Pausa. Al público.) Vaya castaña de vida.
¡Menudo cuento! ¡Todo mentiras! La familia, los hijos, el túnel, la luz al final, la
minga como nunca... ¡Qué timo! He hecho bien,¿verdad? Una retirada a tiempo
no es una derrota. ¿Qué podía darme ya la vida? ¿Eh? ¿Qué podía darme?
5. LA TERCERA JUVENTUD
(Luz de repente. Aparece el rostro sonriente de TEMPUS en un lateral.)
TEMPUS: ¡Casi “na”! ¡Los viajes del INSERSO!
(Suena un cha-cha-cha. Por un lateral entra una pareja de viejos
bailando, más felices que niños en su primera comunión. Otra pareja entra
por el opuesto. Un par de cacatúas aparece moviendo el esqueleto por el
fondo sin dejar de mirar voluptuosamente a JUANITO. Todos se mueven al
ritmo de la música. Las dos viejas, por fin, se lanzan hacia JUANITO y, en
un momento, forman un animado bocadillo danzarín –él, lógicamente, en
el medio-. De repente, una pareja se detiene. La música queda en una nota
sostenida. Al hombre le sucede algo: parece ahogarse. Todos le miran
paralizados y sobresaltados.)
VIEJO 1: ¡Ahhh... (Los compañeros mantienen la respiración.) ... Chísss!
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(Satisfacción general. Continúa la música; ellos, baila que te baila.
TEMPUS golpea un gong. Todos se detienen de nuevo. Hurgan en sus
bolsillos, saca cada uno un gran tubo de pastillas y se toman una al mismo
tiempo. Siguen bailando la mar de dichosos. A continuación, suenan
varios móviles. Sin dejar de moverse, busca cada uno el suyo, comprueba
que no es para él y se lo guarda. Una de las viejas escucha su móvil
mientras los demás se contornean al ritmo. Está recibiendo una mala
noticia. Llama, compungida, la atención de todos. Cesa la música. Silencio
y expectación general.)
VIEJA 3: ¡Herminio!
(Se arrugan sus caras. Alguien se persigna.)
JUANITO: ¿Quién?
VIEJA 4: No lo conoces.
VIEJO 2: Ni lo conocerás.
JUANITO: ¿Por qué?
(El VIEJO 2 le indica con una señal que la ha palmado. JUANITO traga
saliva. Mira a TEMPUS, quien, con seriedad de velatorio, tacha con
decisión el nombre del finado en una libreta. JUANITO siente escalofríos.)
VIEJA 2: ¡Uno menos!
VIEJO 2: No hay que preocuparse. Hay de sobra.
VIEJA 3: ¡Estaba tan sano!
VIEJA 4: ¡Y con la ilusión del viaje!
VIEJO 2: Todo lo sano que puede estar uno a los noventa tacos.
VIEJO 1: No se le veía por el ambulatorio.
VIEJA 1: No todos son tan aprensivos como tú.
VIEJO 1: Si hubiera hecho como yo, otro gallo le cantaría.
VIEJA 2: Pobrecillo. No quería morirse.
VIEJA 3: Ni nadie.
(Pausa.)
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VIEJO 2: “Lo primero que hago todos los días al levantarme es ver las necrológicas de
los periódicos. Si no estoy en ellas, me afeito”.
TEMPUS: (Se le escapa.) ¡Muy bueno! (Corrige. Se pone serio.)
VIEJO 2: (A TEMPUS.) No es mío el copywrite.
VIEJA 4: Yo no puedo morirme.
TODOS: ¡¿No?!
(Pausa.)
VIEJA 4: Hasta que no me terminen el nicho, no.
VIEJO 1: Yo, cuando duermo, sueño que estoy muerto. Al despertarme y notar todos
mis dolores, me doy la vuelta a ver si me duermo para siempre.
VIEJA 1: No sin antes haberme pedido el desayuno. (A los demás.) Chocolate y
churros.
JUANITO: ¿Le llevas el desayuno a la cama?
VIEJO 2: (A la VIEJA 2, con retintín.) Los hay con suerte.
VIEJA 4. (Con picardía, a JUANITO.) La suerte hay que buscarla.
(Pausa.)
VIEJA 3: Habrá que comprarle una corona.
VIEJA 2: Con una cinta y una inscripción bien grande.
VIEJA 1: “Corre, corre, que te pillo”.
(Se descuelga alguna risa.)
VIEJO 2: “De esta lotería jugamos poca, pero siempre toca”.
(Nuevas risas. Se van animando.)
VIEJO 1: “Pase. Pase sin llamar”.
VIEJO 2: “Hay sitio de sobra”.
VIEJA 1: “Perdone que no me levante”.
VIEJA 3: “Este es el verdadero lugar de irás, pero no volverás”.
VIEJO 2: “Pues no me gusta. ¿Y el libro de reclamaciones?”
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VIEJA 4: “Que huelo mal, lo sé. Es que del miedo me cagué”.
(Se tronchan de risa con cada intervención. TEMPUS, muy circunspecto,
parece no aprobar tales muestras de irreverente humor negro. Lo que es
serio es serio. Desaparece. Al instante vuelve a entrar -muy circunspectocon una mesita y una silla plegables. Las abre, saca una campanilla, la
hace sonar y se sienta con una alegría indescriptible. Los vejetes, algunos
en el suelo pasados de risa, se miran complacidos. Salen disparados –es
un decir- a organizar una cola delante de la mesita de TEMPUS. Se
empujan, se gritan, se pisan, se restriegan....)
TEMPUS: (Haciendo sonar la campanilla.) ¡Orden, orden...!
(Se impone por fin el silencio. Expectación en la cola.)
VIEJO 1: ¡Tenerife!
TEMPUS: (Tras una pausa para crear más suspense.) Está al completo
(Decepción general. El VIEJO 1 y la VIEJA 1 hacen rápidamente sus
cálculos.)
VIEJO 1: ¡Marbella!
VIEJA 1: No. Mallorca.
VIEJO 1: ¡Marbella!
VIEJA 1: ¡Mallorca!
VIEJO 2: ¡Que es para hoy!
(Jaleo en la fila.)
JUANITO: Yo prefiero Marbella.
VIEJA 1: Tú te callas, que eres el último.
VIEJA 4: Yo siempre acabo en Benidorm.
VIEJA 3: Yo, autobús no quiero, que siempre ponen los más viejos.
VIEJO 2: Para estrellarnos a todos. Así se ahorran las pensiones.
VIEJO 1 y VIEJA 1: (Se han puesto de acuerdo por fin.) ¡Mallorca!
TEMPUS: ¡Dos para Mallorca!
VIEJA 2: Nosotros queremos Marbella.
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TEMPUS: ¡Huyyy...! ¡Por qué poco! Se acaban de agotar las playas. Sólo quedan
balnearios.
EL RESTO: (Decepcionados.) ¡¿Balnearios?!
(Silencio.)
VIEJA 2: (Con tristeza.) ¡Balneario!
VIEJO 2: ¡Políticos tacaños!
VIEJA 4: Yo no quiero balnearios, que ahí sólo van viejos.
JUANITO: Toda tu vida esperando jubilarte para ir a una playa por cuatro euros y...
VIEJA 4: ¡No hay derecho!
VIEJA 3: Yo quiero reclamar.
VIEJO 2: Yo, poner una bomba.
VIEJA 2: ¡Por lo menos, Benidorm!
VIEJA 4: Eso, eso.
(Golpean la mesa. Sube la intensidad de los gritos. TEMPUS se ve
impotente para calmar tanta furia y tiene que huir por el escenario
perseguido por la turba de vejestorios. Escapa como puede de escena,
pero rápidamente aparece con el gong. Golpes. Se calman los ánimos.
Todos buscan sus pastillas. Se las tragan. Van a guardar los tubos. Nuevos
golpes.)
TEMPUS: Hoy, sesión doble. La tensión está por las nubes.
(Nueva pastilla a la boca. Se calma el personal. TEMPUS, con enfado y
dignidad forzados, recoge la mesa y la silla y desaparece. Tristeza y
desánimo.)
VIEJA 1: (Por el público.) Les da igual. Por un oído les entra...
VIEJA 2: ¡El último mono! ¡Somos el último mono!
VIEJO 2: Nada. No somos nada. Estorbamos.
VIEJA 4: ¡Ni siquiera Benidorm!
(Se sientan abatidos los viejos. La VIEJA 2 no calcula bien y cae al suelo.
Todos se levantan a ayudarla y a interesarse por ella. Sólo ha sido un
susto. Vuelven a sentarse. Se preocupan por la accidentada, quien les
sonríe agradecida. Se cruzan miradas de cordialidad. Y de coqueteo. La
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VIEJA 3 y la VIEJA 4 no dejan de insinuarse a JUANITO. Suena un móvil.
Todos buscan el suyo. Comprueban. Lo guardan.)
VIEJA 3: (Levantándose. Por el móvil.) ¡Alicia! ¡Hija! Gracias por acordarte... ¿Hoy?
No... La semana pasada. El catorce. Fue el catorce.
VIEJA 4: (A JUANITO.) Es su hija. Le llama cada año por su cumpleaños.
VIEJO 2: No acierta nunca. Pero va mejorando. El año pasado se equivocó en un mes.
VIEJA 3: Muy bien, hija. Preparando el viaje... A...
VIEJA 4: (Mandándole un gesto soez a la hija de la amiga.) A Tenerife.
VIEJA 3: ¡A Tenerife!
(Todos sonríen cómplices.)
Gracias, hija... No, no te preocupes. Muy bien. Hasta...
VIEJO 2: (Por lo bajo.) El año que viene.
VIEJA 3: Hasta pronto, hija. Hasta pronto.
(Se sienta. Vuelve a sonar otro móvil. Todos buscan el suyo. Vuelven a
guardarlo.)
VIEJO 1: (Levántándose. Por el móvil.) ¡Luisito!
VIEJA 4: (A JUANITO.) Su nieto.
VIEJO 1: ¡Qué alegría, Luisito! ¡Qué alegría!
(Le da un ahogo. Tose. Tiene que sentarse. Le han de dar aire y golpecitos
en la espalda. El VIEJO 2 coge el teléfono y se levanta para hablar.)
VIEJO 2: (Con voz tierna.) Sí. (Pausa.) Sí. (Pausa.) Sí, Luisito. (Pausa.) Claro, Luisito.
(El VIEJO 1 se ha repuesto, se levanta y coge el teléfono. Entonces, se
sienta el VIEJO 2.)
VIEJO 1: Sí. (Pausa.) Sí. (Pausa.) Sí, Luisito. (Pausa.) Claro, Luisito.
(Vuelven a sonar los móviles. La misma operación de antes.)
VIEJA 1: (Por el móvil.) Vaya, qué extraño que me llames.
VIEJO 1: ¿Se pone papá? Bueno, Luisito, un be... (Ya no le escucha el nietecito.) ... so.
VIEJA 1: Eso a ti no te importa.
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VIEJO 1: Hola, hijo... Solo. Como siempre.
VIEJA 1: Estoy con él. ¿Y qué? Ya soy mayorcita. ¿O no?
VIEJA 3: (A JUANITO. Por el VIEJO 1.) Él engaña a sus hijos diciéndoles que no está
con ella.
VIEJA 4: (Por VIEJA 1.) Y ella les restriega a los suyos en los morros continuamente
que está con él.
JUANITO: ¿No son matrimonio?
VIEJA 2: Son pareja de hecho.
VIEJA 3: Y de cama.
VIEJA 4: Sobre todo, de cama.
(Se lo comen con los ojos. Suena otro móvil.)
VIEJA 4: (Se le ilumina el rostro. Levantándose.) ¡Sí!
(Se le queda cara de pasmo. Escucha como abstraída.)
VIEJA 1: Yo me lío con quien me da la gana.
VIEJO 1: Pero, hijo, ¡con quién voy a estar a mi edad!
VIEJA 3: (Por la VIEJA 4.) Le están diciendo guarrerías. (JUANITO no termina de
entender.) Tiene contratado un número de esos eróticos y le llaman una vez al día
para decirle cochinadas.
(Suenan más móviles.)
VIEJO 2 y VIEJA 2: (Cada uno por su móvil.) ¡Hija!
VIEJA 1: ¡Ni un duro! Hasta que no me muera no vais a ver ni un duro. Y entonces, ya
veremos.
VIEJO 1: Si no puedo, hijo. No ves que casi no me llega... Bueno, si sólo son
trescientos euros...
VIEJA 2: Sí. A Tenerife. Nos vamos a Tenerife todos los amigos.
VIEJO 2: ¿Qué no conocéis Tenerife? Una maravilla. Nosotros estamos abonados ahí
todos los años.
VIEJA 1: ¡Lo lleváis claro! ¡A una residencia os vais vosotros!
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VIEJO 2: ¿Y no podías llamar primero a tu madre y después a mí, y no a los dos al
mismo tiempo?
VIEJO 1: Mañana, sí. Mañana lo ingreso en vuestra cuenta.
VIEJA 2: Claro, ¡estáis tan atareados!
VIEJO 2: (Para él, con amargura, sin que lo oiga con quien habla por el móvil.) Y así
acabáis antes.
VIEJA 1: Me voy a Tenerife con él y me voy a gastar lo que me dé la gana, que para eso
es mío.
VIEJO 1: ¡¿A Tenerife con ella?!...
(Todos, excepto la VIEJA 4 abandonan su conversación y atienden
expectantes. El VIEJO 1 parece dispuesto a responder lo que esperan.
Momentos de tensión sólo rotos por un suspiro de la VIEJA 4.)
No. Claro que no.
(Decepción general. Vuelven a los teléfonos..)
¿Cómo voy a irme yo a Tenerife con...?
(Tose. Vuelve a atragantarse. El VIEJO 2 coge su teléfono. Tiene cada
uno en una oreja. JUANITO y la VIEJA 3 ayudan a reponerse al
VIEJO 1.)
VIEJO 2: (Con sarcasmo y desidia, a los dos teléfonos.) Sí... Sí...
VIEJA 1: ¿Un siquiatra? Eso, para vosotros cuando me muera: ¡no os va a quedar ni un
euro!
VIEJA 2 y VIEJO 2: Sí... Sí...
VIEJA 1: ¡Como si me denunciáis al Tribunal de la Haya!
(Desconecta y se sienta. El VIEJO 1 se ha repuesto y coge el teléfono.)
VIEJO 1: Sí... Sí...
VIEJA 2 y VIEJO 2: Muchos besos, hija.
(Desconectan, se los guardan y toman asiento.)
VIEJO 1: Un beso muy fuerte para Lui... (Pausa.) ...sito.
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(Han debido desconectar y no le escuchan. Todos están sentados. Todos,
excepto la VIEJA 4, que permanece pegada al teléfono con el mismo
pasmo feliz. Sus compañeros la observan.)
VIEJA 3: (Quitándole el móvil y desconectándolo.) ¡Cochina!
(Silencio. La VIEJA 4, tras unos instantes de confusión, se sienta
apenada.)
VIEJA 1: Si volviera a nacer, iba a tener hijos Rita la Cantaora.
VIEJA 4: (Con nostalgia y un suspiro.) ¡Yo, sí!
VIEJA 3: (Recriminándole.) ¡Eso y tener hijos son dos cosas diferentes!
VIEJO 1: Otro sablazo.
VIEJO 2: A ti te gusta. Sarna con gusto...
VIEJA 1: Déjale. Si eso es lo que quiere...
VIEJO 1: ¡Lo que quiero!
VIEJA 2: ¿Quién quiere lo que tiene?
VIEJA 1: Yo.
VIEJO 2: Todos deberíamos hacer como ella.
VIEJA 1: Pues es fácil. Se coge el móvil y... Coged todos el móvil. (Siguen sus
instrucciones.) Y ahora, gritad. ¡No!
TODOS: ¡No!
VIEJA 1: ¡Se acabó!
TODOS: ¡Se acabó!
VIEJA 1: Más fuerte. ¡Se acabó, se acabó y se acabó!
TODOS: (Gritando.) ¡¡Se acabó, se acabó y se acabó!!
VIEJA 1: (Dirigiéndose al VIEJO 1.) ¡Ni un duro!
TODOS: ¡Ni un duro!
(Gritos de euforia y aires revolucionarios mientras se desembarazan de
sus móviles: hay quien lo tira, otro lo pisa.... A la VIEJA 4 le cuesta, pero
por fin lo lanza al suelo sin contemplaciones. El VIEJO 1 y la VIEJA 1 se
abrazan.)
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VIEJA 3: (Embobada.) ¡Ay! ¡Qué bonito es el amor!
VIEJA 4: (Insinuándose a JUANITO.) ¡Y el sexo!
JUANITO: ¿El sexo?
VIEJO 4: La “visagra” hace maravillas.
(Risas en todos los rostros.)
VIEJA 1: El amor y el sexo. Lo único que nos queda.
VIEJO 2: Y la libertad de hacer lo que nos dé la gana.
VIEJO 1: (Burlón.) ¡Y el ambulatorio!
VIEJA 2: Menos mal. (Por el público.) ¡Nos han quitado hasta Benidorm!
(Sus miradas de recelo y odio se centran en el público.)
VIEJA 3: ¡Que les aproveche!
VIEJA 2: La culpa la tienen los políticos.
VIEJA 4: (Buscando amenazante entre el público.) ¡No habrá alguno por ahí!... ¿Cómo
se llama el del bigote?
VIEJA 1: La culpa la tenemos todos.
(Asentimiento general.)
VIEJO 1: ¿Qué podemos esperar?
VIEJO 2: Nada. Ni de ellos ni de nadie. Nunca debimos esperar nada. Ése fue nuestro
error. La vida es una absurda espera.
(Pausa.)
VIEJA 3: ¡Un balneario!...
JUANITO: (Animándose.) ¡Para ellos!
(Gritos de afirmación. Sus miradas despiden odio a espuertas. De
repente, la VIEJA 4, que está levantada, realiza un gesto obsceno al
público.)
VIEJA 4: ¡Que les den Balneario!
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(Reacciones diversas entre los viejos. TEMPUS, que ha seguido las
últimas muestras reivindicativas con satisfaccción, tose con gravedad y
censura con un gesto a la descarada. El VIEJO 2 se aproxima muy serio
hacia los espectadores. Se agacha y deja salir una larga ventosidad. Los
compañeros reprimen la risa. TEMPUS se les acerca para recriminarle.
La VIEJA 4, que estaba intentando imitar cerca del público al VIEJO 2,
lanza un grito, cierra las piernas y se lleva la mano a las posaderas. Todos
observan su cara descompuesta y se tronchan de la risa. La VIEJA 1
muestra a TEMPUS desafiante el tubo de pastillas y lo lanza al público, no
sin antes regarlas con un sonoro escupitajo. Gritos de asentimiento.
TEMPUS aguanta la risa. Los demás se animan y obsequian a los
espectadores con una sinfonía de sonidos y gestos de dudoso buen gusto.
Una sinfonía, en el estricto sentido del término. TEMPUS, melómano
impenitente, no puede sino convertirse en el director de esta orquesta
singular. Disfrutan todos del original concierto. El director, más que
ninguno.)
6. Y PARA DE CONTAR
TEMPUS: (Al público, Subido en un banco. Simulando el redoble de un tambor.)
Porropopón... ¡Llévense su premio, señores! ¡Un fabuloso viaje a Tenerife! ¡Y a
todas las islas paradisíacas que desee! ¡Hay...! (Cuenta descaradamente a los
viejos.) ¡Siete viajes! ¡Siete magníficos viajes a Tenerife! ¡Sólo con responder a
esta fácil pregunta! ¡Facílisima! “¿A cuál de estos magníficos destinos turísticos
irá usted si acierta la pregunta: A) Benidorm. B) Marbella. C) Tenerife?”.
(Se miran felices y complacidos.)
TODOS: ¡Tenerife!
TEMPUS: ¡Bien! ¡Acaba de ganar cada uno de ustedes un portentoso viaje a Tenerife!
¡Bon voyage! ¡A bientot! ¡Arrivederchi! ¡Molta salut i força....! (Tose para
disimular.) ¡Hasta siempre!
(Explota la alegría. Se besan. Se abrazan. Suena la música. TEMPUS
despeja el espacio y los viejos se lanzan a bailar contentos dirigidos por su
inspiradísima batuta. Sobre la melodía se van haciendo cada vez más
audibles los tictac con los que se comenzó la historia. TEMPUS va
marcando el momento en que va saliendo cada uno de ellos, que se
despide de él con una sonrisa y de los demás con un gesto de melancolía.
Al final sólo queda JUANITO, que baila feliz sobre los tictac de diferentes
relojes, únicos sonidos que se escuchan. Llega al fondo. Se vuelve y sonríe
a TEMPUS. Una mirada agridulce recorre el escenario. Se lleva la mano
al corazón y aparece entre sus dedos una rosa roja. La lanza al suelo, al
tiempo que desaparece. Suenan las horas en todos los relojes. El guirigay
es ensordecedor. TEMPUS los escucha con un punto de melancolía,
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mientras recoge del suelo la rosa. Cuando se incorpora, su mirada, de
repente, se fija en algo. Huele el aroma de la flor profundamente; pero su
atención está en otra cosa. Se desplaza con inútil disimulo, se inclina y... Y
en sus manos aparece el habano de siempre. Sonrisa de circunstancias al
público. Inspecciona a derecha y a izquierda. No hay moros en la costa.
Lo enciende y aspira el humo feliz. En una mano, el cigarro, y, en la otra,
la rosa. Vuelve la melodía anterior. Él fuma dichoso. Pero, entonces, la
rosa llama su atención. La observa con nostalgia. Se le escapa una
lágrima. Con la cara arrugada por el gimoteo, la lanza al aire.
Sorprendentemente, son sus pétalos rojos los que inundan la atmósfera. La
luz se desvanece en un espacio esplendoroso por las figuras que crea el
humo, la sonrisa de oreja a oreja de TEMPUS y los rutilantes jirones del
corazón de JUANITO -de JUANITO ASECAS-, que vuelan por los
espacios siderales. Oscuro. La música está ahora la mar de animada. Y –
por cierto- de escandalosa.)
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