SÓLO TU NOMBRE A veces despertamos a un dolor desde la carne un vertical dolor que no perdona un furioso huracán que no da tregua y que acorta los tiempos de la siembra. Que ensombrece lo que hemos encendido. Un dolor nunca se entiende. Es pura muerte. Es la impaciencia por estar y habernos ido. Pero a veces regresan los latidos. Es que la sangre burbujea en hervideros cuando se vivió a los gritos. Y ya no hay muerte. Y volvemos a lo que siempre fuimos. Por eso Dios obedeció sin discusiones cuando ella dijo de volver un día. Al áspero dolor se le oponía demasiada mujer en rebeldía. Un puñado de luz multiplicada. Una ardiente pasión de cachetadas. Una siesta de amor muy postergada. Un intrépido arlequín de las cornisas, a la orilla del odio, equilibrista. Lenguaje arrebatado y escándalo de voz que aún horroriza. (Podría adueñarme de tu enigma si no fueras tan clara como el agua. Pero no hay misterio ni hay poesía. Evita, sólo tu nombre despierta memorias encendidas desde que convenciste a Dios para volver un día.) Claudia Bernazza. Agosto 1993 Primer Premio "Homenaje a Evita" M.N.Justicialista, La Plata.