discurso Dr. Italo Capurro - Facultad de Medicina UFRO

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Discurso de agradecimiento, Reconocimiento Fac. Medicina UFRO a Dres. Edgar
Urzúa, Eduardo Villagrán, Italo Capurro, Juan Antonio Rojo. 6 de junio 2007
Señor Rector de la Universidad de La Frontera, Prof. Sergio Bravo E.
Señor Decano de la Facultad de Medicina Dr. Eduardo .Hebel W.
Señor Director del Departamento de Obstetricia y Ginecología, Dr.Carlos Vallejos V.
Estimadas Autoridades Universitarias
Estimados Colegas Académicos,
Estimados exalumnos, alumnos, y queridos familiares y amigos
Temuco, hasta hace no tantos años en la dimensión del tiempo, parecen
pocos aun para los que ya peinamos canas, era una ciudad pequeña y no
imaginábamos siquiera que alguna vez pudiera haber una Universidad
donde las inquietudes de los jóvenes y de los jóvenes profesionales se
plasmaran. Sin embargo, poco a poco, se aspiró a tener una sede de
educación superior, aunque pareciera una utopía algo inancanzable. Era la
época en que sólo Santiago, Valparaíso y Concepción contaban con los
Institutos de Educación Superior. Los jóvenes debían necesariamente
desplazarse a esos centros.
En los comienzos de los años 40 hubo ya un esbozo : así, se instala una
sede de la Escuela de Servicio Social de la Universidad de Chile que
alcanzó a durar 10 años El proceso es lento. Quizás la ciudadanía no captó
en esos momentos la importancia que ello tenía.
La idea de Universidad sin embargo gana pasos.
Terminan los años 50 y en 1959, apoyadas por la Iglesia Católica se fundan
las Escuelas Universitarias de La Frontera, hoy cuna de la
UniversidadCatólica de Temuco. Casi simultáneamemte se genera (1960)
el Colegio Universitario Regional dependiente de la Universidad de Chile,
que presenta un vertiginoso desarrollo con creación temprana de carreras
de la salud, trasformado pronto en el Centro Universitario Regional, en el
cual hierven los movimientos de la reforma universitaria de la época, para
finalmente dar lugar a la Universidad de Chile sede Temuco.
Es también en este período, fines de los años 50, que se inicia la llegada de
los primeros becados de postgrado a nuestro Hospital, lo que significó un
enorme cambio en el desarrollo de la medicina regional. A poco andar, en
la decada de los 60, iniciamos nuestra participación universitaria como
jóvenes docentes. Era el momento que llegaban Internos de la Universidad
de Concepción.
El Dr. Edgar Urzúa Corbalán participa ya en la docencia, en la flamante y
recién formada Escuela de Obstetricia y Puericultura bajo la
responsabilidad del Dr. Moisés Vásquez Zúñiga y de la Matrona señora
Juanita Labraña, en un tiempo en que la atención profesional del parto en
nuestra región alcanzaba apenas al 60%. Sus egresados contribuyeron
decisivamente a alcanzar las cifras de 99% actuales, que ha sido un factor
significativo en la disminución de la mortalidad materna y perinatal que
hemos alcanzado hoy.
Por otra parte, la regionalización en salud del país, sistema en que
Hospitales universitarios de Santiago, apoyaban y tutorizaban hospitales
de provincias, en nuestro caso desde el Hospital San Juan de Dios, fueron
impulsos que fueron creando semillas, un estímulo al constante
perfeccionamiento, flujos de retroalimentación, visitas de docentes de
Santiago, estadías nuestras en el Hospital San Juan de Dios, pasantías de
Internos de ese mismo recinto de salud, y actividad docente Todo esto
generó grupos de desarrollo en nuestro Hospital que fueron determinantes
en evitar el rápido retorno a Santiago de muchos médicos que hacían su
ciclo de destinación postespecialización en Temuco. Es en este contexto en
que desarrollábamos nuestra actividad en Temuco, y en que las semillas de
una Escuela de Medicina empiezan a germinar, pues el ejercicio de nuestra
disciplina conlleva implícitamente la actividad docente.
La idea de transformar la Universidad de Chile en Universidad Nacional, y
las necesidades de salud del país, hizo brotar la idea, liderada por el Prof.
Alfredo Jadresić, y que luego cristalizaría con la fundación de dos Escuelas
de Medicina en provincias que se sumarían a las tradicionales; hablamos de
la Sede Temuco y de la Sede Antofagasta.
Se generó una enorme mística en Temuco entre los médicos de entonces,
por contar y fortalecer una Escuela de Medicina que significaría sin duda
un hito de progreso, mediante la actividad académica; con mucha
generosidad y esfuerzo nos abocamos a constituir los cuadros docentes.
Con empeño participábamos de actividades y cursos de docencia para
mejorar nuestro quehacer de enseñanza-aprendizaje.
Recordamos con qué expectación recibimos a nuestro primer curso de
pregrado de Obstetricia y Ginecología, en 1975 y con qué dedicación,
amistad y cariño iniciamos nuestras clases y actividades teóricas y
prácticas.
Aquí, debo destacar la significativa participación del Dr. Eduardo
Villagrán quien, junto a otros, tuvo un rol importante en la difícil misión
de conseguir y mantener la Facultad de Medicina, en preparar las mallas
curriculares, en preparar los docentes etc.
Asímismo, debo decir además, que uno de nosotros fue el primer becado de
postgrado de la naciente Escuela de Medicina, que posteriormente ha
formado parte importante de nuestros cuadros académicos: me refiero al
Dr. Juan Antonio Rojo, quien luego de ser nuestro alumno de postgrado ha
sido un incondicional, responsable y leal docente
En 1974, personalmente, asumí en propiedad la actividad docente en
nuestra Escuela de Medicina, en la que impulsé particularmente el
desarrollo de la Oncología Ginecológica, hoy día una subespecialidad
reconocida.
Nuestros cursos eran pequeños, lo que nos permitía una positiva cercanía
con el alumno, contábamos con escasos recursos audiovisuales, que
muchas veces poníamos nosotros, todo ello con agrado, con un franco
espíritu de servicio, al alumno, a la Universidad y a la ciudad cuya camiseta
teníamos puesta. Debíamos mostrar que esta Facultad de Medicina no debía
desmerecer. Teníamos un sincero compromiso que todo llegara a feliz
término.
En 1981 luego de 10 años de camino, y con la creación de las
Universidades regionales, formamos parte de la Universidad de La Frontera
que hemos llevado dentro de nosotros, con dedicación y pasión hasta la
fecha de nuestro retiro.
Cada uno de nosotros, en distintos períodos, de mayor o menor longitud,
tuvimos la oportunidad de estar a cargo de la Dirección del Departamento
de Obstetricia y Ginecología, al que imprimos distintos sellos.
Debemos agradecer a la Universidad, a nuestros alumnos de pre y
postgrado, cuyo anhelo de conocimiento significaba un continuo acicate
para actualizarse, para explorar nuestras áreas de conocimiento, para
desarrollar nuestra especialidad y crear nuestras subespecialidades; el
contacto con su entusiasmo y su percepción juvenil, ha sido otro regalo de
nuestra actividad docente.
Creemos que en la medida de nuestras posibilidades, hemos entregado
también indirectamente actitudes personales que nos parecían éticas y
formativas, especialmente en la relación con nuestras pacientes.
Hace XX siglos un médico griego, Areteo de Capadocia, escribía sobre las
enfermedades del útero que esos tiempos adjudicaban a sus
“desplazamientos”:
“…la debilidad del útero se encuentra en su olfato
pues se dirige hacia los buenos olores por placer y huye de los pestilentes y
desagradables por aversión. Por tanto, si algún órgano está dañado se
dirige hacia fuera de las partes pudendas y si le ocurre algo en su entrada
se retira hacia atrás y hacia arriba a veces se encamina también a cualquier
sitio hacia el hígado o el bazo.” Y luego el tratamiento…. “dar a oler
aromas pestilentes, pez liquida, cabellos y lana quemada, antorchas con
llama apagada u orina vieja. Esto consigue retornar el útero hacia su
posición normal…….”
Hoy disponemos de maravillosa tecnología que en la pelvis como en
cualquier parte de la anatomía, significa un gran apoyo a la clínica:
ultrasonido, scanner, resonancia magnética, doppler, endoscopias variadas,
así como tratamientos racionales y, a veces, altamente sofisticados. Podrán
variar nuestros conocimientos y nuestras armas terapéuticas, pero ayer
como hoy sigue habiendo algo esencial, que es la correcta relación medico
paciente.
Nuestra Escuela de Medicina, a la que se incorporaban nuevos colegas con
claro espíritu académico y con la visionaria mirada de nuestros decanos y
directivos, se ha puesto pantalones largos y se ha proyectado nacional e
internacionalmente en el área de la docencia, del postgrado y de la
investigación.
Aunque sin duda creemos que podríamos acaso haberlo hecho mejor,
tenemos la certeza que todos estos años hemos entregamos todo nuestro
espíritu docente y entusiasmo, la transmisión del conocimiento y la
generación de hábitos de estudio. Si esto ha sido realmente así, y si así ha
sido la percepción de nuestros alumnos, nos sentiremos muy privilegiados
y premiados.
Nuestra modesta contribución en nuestro Departamento en el campo de
nuestra especialidad a 30 generaciones de pregrado como alumnos o como
internos, hoy médicos al servicio de la salud chilena y de más de 40
especialistas de postgrado en el programa de Obstetricia y Ginecología,
muchos de los cuales son actualmente académicos de nuestra
Departamento, nos deja una serena sensación de haber formado parte de un
equipo que le imprimió gran mística a la función docente y que en algún
momento de la historia de nuestra Universidad de La Frontera,
contribuimos a su misión formadora.
El mundo, la sociedad, es siempre cambiante, pero sin duda que lo ha
hecho muy aceleradamente en los tiempos que corren. Cambia el
conocimiento, pero también el sistema y las actitudes. Creemos que es
importante que en el modelo de hoy, se ponga especial énfasis en todos los
aspectos éticos de nuestra noble y hermosa profesión, en peligro por la
vorágine del sistema; y que no claudiquemos en la búsqueda de la verdad,
que la tolerancia sea una de nuestras características, que sintamos la
Universidad en contacto con la sociedad en que está inmersa, pero siempre
pluralista, tolerante y abierta a todas las ideas y pronta a hacer frente a los
desafíos de la época actual.
El paso de los años todo lo difumina en la vida. Los conocimientos que
trasmitimos entran en obsolescencia pronto, como sabemos, dado el
vertiginoso avance del saber. Esperamos sí, que de nuestro accionar
perdure al menos el recuerdo del empeño, cariño, y entusiasmo que hemos
puesto en nuestra labor universitaria y en el contacto con nuestros pacientes
Si así fuere, nos sentiremos más que satisfechos y premiados.
A nombre del Dr. Edgar Urzúa, del Dr. Eduardo Villagrán, del Dr. Juan
Antonio Rojo y en el mío propio, agradecemos con afecto este generoso
reconocimiento de nuestra Facultad y de nuestra Casa Universitaria .
Muchas gracias
Dr. Italo Capurro Vattuone
Temuco, junio de 2007
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