Dos anécdotas de Rolando Morales

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ALGUNOS SÍNTOMAS DE VERDADERA DECENCIA
Quiero compartir con el lector 2 anécdotas del doctor Rolando Morales que
hasta el día de hoy han sido conocidas por muy poca gente. Tienen
importancia, porque nos permiten darle un vistazo bastante claro no a su
discurso sino a su interior.
La primera tuvo lugar durante la campaña de 1,999. La coalición ANN estaba
decidiendo la conformación de los listados de candidatos a diputados. El DIA
era el partido que más infraestructura política había aportado a la ANN, por lo
que le tocaba al Dr. Morales ocupar el primer lugar en el listado nacional, con
un ingreso prácticamente garantizado al Congreso de la República. De igual
manera, a Ovidio Monzón, actualmente uno de los asesores del Dr. Morales, le
tocaba ocupar el primer lugar del listado de representantes de los municipios
del departamento de Guatemala. Fácil y legítimamente pudieron haber
considerado estas posiciones como ganadas por el esfuerzo de su partido y
haber gozado 4 años de ejercicio como diputados en la legislatura pasada. Lo
extraordinario fue que tanto el Dr. Morales como el Sr. Monzón decidieron
ceder sus lugares a personas que ellos consideraron que podían representar
con más propiedad los ideales de la ANN. De esta cuenta, el Dr. Morales le
cedió su lugar al Lic. Alfonso Bauer Paiz y el Sr. Monzón cedió su puesto a
Nineth Montenegro, quienes efectivamente representaron a la ANN en el
Congreso de la República en el período 2,000-2,003. Esto no retrata al político
promedio, ya que sólo una persona con una coherencia excepcional puede
hacer este gesto. A mí me infunde tranquilidad y esperanza saber que el
Presidente del Organismo Legislativo y por lo menos uno de sus asesores
demostraron que pueden anteponer los ideales en los que creen a la
conveniencia personal.
La anécdota anterior me la contaron, pero ésta me consta y completa el retrato
del Dr. Morales, ya que en los detalles pequeños del día a día es cuando mejor
se conoce a una persona. En el Congreso de la República trabajan algunos
limpiabotas, uno de los cuales tiene problemas del habla. Este joven estaba
limpiándome el calzado cuando desplegué en la pantalla de mi computadora la
foto del Dr. Morales. El muchacho se dio cuenta y se le iluminó el rostro
inmediatamente. Hizo una pausa en su labor y con gestos bastante elocuentes
me hizo saber que el Presidente del Congreso les había regalado a él y a sus
compañeros camisas y pantalones y que además, les permitía el ingreso a las
oficinas para que pudieran trabajar, cosa que en la legislatura pasada les
estaba prohibido. Daba gusto ver los gestos con los que el muchacho
testimoniaba el afecto y la gratitud que el Dr. Morales se había ganado con él.
Adelantándome a alguna elucubración mezquina, debo puntualizar que el Dr.
Morales es uno de los pocos funcionarios si no el único que no ha utilizado los
fondos de su caja chica, por lo que el atuendo de estos limpiabotas salió de su
bolsillo, no de fondos públicos. Volvemos a encontrarnos con una coherencia
admirable: tanto en gestos heroicos como en los pequeños detalles no pierde
de vista el bienestar de los que lo rodean. En lo personal, espero encontrarme
cada vez más con sorpresas tan agradables como éstas entre los políticos a
los que estoy sirviendo esta temporada como Coordinador de la Unidad de
Informática del Congreso.
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