2DAS. JORNADAS INTERPROVINCIALES SOBRE RESPONSABILIDAD CIVIL DEL MEDICO Ponencia para la COMISION nº 3 EL DERECHO A UNA MUERTE DIGNA Y LA OBJECION DE CONCIENCIA Dra. Amanda Estela Kees UNNE 1.-Introducción: Concepto: La expresión “objeción de conciencia” que recientemente ha adquirido gran atención de la doctrina y jurisprudencia ha evolucionado con el tiempo, siendo susceptible de diversas acepciones. El tema no solo es moral o religioso, sino fundamentalmente jurídico1. En el primer punto me referiré a la objeción de conciencia propiamente dicha o sea, la ilegítima, para pasar a referirme en el segundo, a la objeción legalizada.- Finalmente me ocuparé de la objeción de conciencia a recibir tratamientos médicos en Argentina y en el derecho comparado, fundamentalmente en Estados Unidos. Fundamento: El soporte de justificación teórica del derecho a la objeción de conciencia está dado por la Escuela del Derecho Natural que sostiene que por encima de las normas positivas están los valores y/o principios de derechos inherentes a la condición humana de las personas y que confieren el sustrato a las reglas del derecho vigente. Tales principios pueden ser religiosos o de recta conciencia moral, sin connotaciones a creencia religiosa alguna. a) Sentido amplio: En sentido amplio, tradicionalmente se consideró por objeción de conciencia el incumplimiento de un deber o mandato legal, por parte de quien lo considera contrario a los mandatos de su propia conciencia, asumiendo el objetor las consecuencias disvaliosas que ese incumplimiento legal le trae aparejado. Desde esta perspectiva consiste en una forma de desobediencia jurídica que se consuma de la siguiente manera: a) Dada la necesidad de obedecer la ley, es decir, dada la obediencia a la ley como conducta jurídica debida y esperada b) el obligado simplemente la desobedece, asumiendo el riesgo de sufrir un castigo por la infracción. Este tipo de desobediencia tiene las siguientes características: 1.- No es activa, como la revolución, la protesta en todas sus formas, sino pasiva. 2.- No es colectiva, sino individual 3.- No se confunde con la desobediencia civil, pues no tiene por fin provocar el cambio de la ley. 4.- Puede fundarse en una regla o norma religiosa en sentido estricto, caso de los Testigos de Jehová. Puede fundarse en exigencias profundas de tipo moral sin referencia alguna a sistema religiosos de creencias. En suma: la “objeción de conciencia” es un acto individual, aunque sea repetido por un número indeterminado de personas. No es susceptible de tener una expresión colectiva y deriva directamente de la libertad de conciencia personal. A diferencia de la desobediencia civil que es una de las formas de presión política enderezadas a obtener la modificación de una ley o un cambio de política Navarro Floria, Juan G. “La objeción de conciencia en el derecho argentino” en Derecho Eclesiástico Argentino. Ed. Educa 1 1 gubernamental; la objeción de conciencia es acto enteramente privado que consiste nada más ni nada menos que en una manifestación exclusiva y privada de un imperativo interior. El objetor no cumple la ley por entender que ella es injusta, no para que deje de serlo. Colocado el sujeto ante la alternativa de violar la ley o su imperativo de conciencia opta por la infracción legal y el castigo. Su pretensión radica en que se le reconozca el derecho a la diferencia, a no tener que realizar conductas que interpreta que son inmorales. b) Sentido estricto: Es el comportamiento individual basado en los motivos de conciencia y contrario a la norma estatal. Sus caracteres son: 1.- Es un comportamiento, no el reconocimiento que la ley hacer al individuo de eximirlo de cumplir la norma, dadas ciertas condiciones. 2.- El objetor hace lo que su conciencia le dicta, es decir el comportamiento está directamente vinculado a la ética, a la moral, a la norma axiológica de que se trata. 3.- El comportamiento es omisivo, referido a cuestiones poco frecuentes, de baja peligrosidad social, controlables, respecto de las cuales el ordenamiento jurídico no tiene problemas en conceder la exención de cumplimiento. 4.- La consecuencia de la omisión antijurídica es la sanción. 2.- Legalización de la objeción de conciencia: La objeción impropia Cuando la objeción de conciencia es admitida por el ordenamiento jurídico y reglada la institución se legaliza, cosa que sucede en un gran número de países democráticos; deja de consistir en una desobediencia a la ley, para convertirse en una conducta legal y permitida, dadas ciertas condiciones. Si la regulación es clara y minuciosamente tipificada, la objeción se convierte en opción. En función de lo expuesto, en estos últimos tiempos la objeción admite una doble categorización: a) la objeción de conciencia propiamente dicha, contra legem b) la objeción de conciencia impropia (legalizada), secundum legem 3.- La objeción de conciencia a recibir tratamientos médicos.Los Testigos de Jehová, a través de su firme y sistemática negativa a recibir transfusiones de sangre, fundados en una interpretación literal del pasaje bíblico del Levítico 17,102 han generado en todo el mundo, -incluído nuestro país- jurisprudencia abundante sobre los límites del poder del estado para imponer contra la voluntad del paciente, un tratamiento médico indicado como necesario par la conservación de la salud y/o la vida. De hecho, siendo el consentimiento del paciente el requisito que legitima la intervención médica y no existiendo ley que imponga la obligatoriedad de los tratamientos médicos, de acuerdo al esquema que vengo desarrollando estaríamos ante una objeción de conciencia impropia. “Si un hombre cualquiera de la casa de Israel o de los forasteros que residen en medio de ellos, comiere cualquier clase de sangre, yo volveré mi rostro contra el que coma sangre y los exterminaré de en medio de su pueblo”. También suelen citar Hch 15 28-29, donde se manda “abstenerse de la sangre”. 2 2 El caso paradigmático en la materia es el fallo de la Corte Suprema en el caso Bahamondez3 . Bahamondez era un Testigo de Jehová, mayor de edad internado en un hospital afectado de una hemorragia digestiva, que se negó a recibir transfusiones de sangre. Las autoridades del hospital pidieron a los jueces autorización para hacerlas de manera compulsiva fundados que ello era necesario para mantenerlo con vida. El tribunal de 1ª Instancia y la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia4 otorgaron la autorización por interpretar que el derecho a la vida no es disponible y que la actitud de Bahamondez equivalía a un suicidio lentificado. Ante la Corte Suprema el abogado del paciente afirmó que su mandante quería vivir no suicidarse pero que siendo conciente del riesgo que corría su vida prefería privilegiar su fe y sus convicciones religiosas antes que las indicaciones médicas. El más Alto Tribunal del país por mayoría declaró abstracta la cuestión, es decir no se pronunció por que para el tiempo en que el expediente llegó a la Corte, Bahamondez había obtenido el alta médica; sin embargo, cuatro jueces de la Suprema Corte desarrollaron meritorias disidencias en dos grupos, fijando la posición del tribunal para casos similares, habida cuenta su función de garante supremo de los derechos humanos. Los votos de los Dres. Mariano Cavagna Martínez y Antonio Boggiano, por una parte y los votos de los Dres. Augusto Belluscio y Enrique Petracchi por otra. 1.- Los argumentos de los primeros apuntan al reconocimiento de la libertad religiosa que incluye la posibilidad de ejercer la llamada objeción de conciencia, entendida como el derecho a no cumplir una norma u orden de la autoridad que violente las convicciones íntimas de una persona y siempre que dicho incumplimiento no afecte significativamente los derechos de terceros ni otros aspectos del bien común. En el caso interpretaron que no se hallaban afectados los derechos de otra persona distinta de Bahamondez y por tanto, mal podía obligarse a éste a actuar contra los mandatos de su conciencia religiosa. Este voto se funda manifiestamente en el concepto de libertad religiosa y de la necesidad de respetar la dignidad esencial de la persona5. 2.- Los argumentos de los segundos subrayan el derecho a la intimidad e invocando fallos norteamericanos (balancing test) hablan del derecho a ser dejado a solas, que ha sido fundamento a la negativa de recibir los tratamientos médicos, afirmando que tal derecho no puede ser restringido por la sola circunstancia que la decisión del paciente pueda parecer irracional o absurda a la opinión dominante de la sociedad. Tratándose el caso de un hombre adulto, conciente y libre, no cabía imponerle tratamiento que haga violencia a sus íntimas convicciones. Antes y después de Bahamondez otros tribunales se pronunciaron con relación a la objeción de conciencia. 1.- Mayores: Caso Gallacher.- Este caso fue resuelto por la Sala G de la Cámara Civil de la ciudad de Buenos Aires.6 Se trataba de una mujer adulta, de 30 años, Testigo de Jehová, enferma de leucemia aguda y con hijos pequeños a su cargo, que con el acuerdo expreso de su cónyuge se oponía a que se le realizaran transfusiones de sangre indicadas por los médicos. CS, 06.04.93 “Bahamondez, Marcelo s/Medida Cautelar ED 153-249, con notas de Jorge Portela y Germáqn Bidart Campos 4 CFed. Com.Riv. 15.l06.89 ED 134-297 5 Bosca, Roberto y Von Ustinov, Hugo “Objeción de conciencia, libertad religiosa, derecho a la vida e interés general en “Los derechos individuales ante el interés general”, Abaco, Bs.As. 1998, pág.171 y ss. 6 CNCiv. Sala G, 11.08.95 ED 164-655 con notas de Leonardo de Herbón, Portela y Bidart Campos. 3 3 El Fiscal de Cámara entre otras consideraciones en su dictamen sostuvo que desde el principio del proceso constitucional, el Estado Federal ha reverenciado lo que se ha dado en llamar el “hecho religioso”. Destacó la existencia de una voluntad real y lúcida y su deseo de seguir viviendo pero no a costa del sacrificio de sus convicciones. A su turno el Asesor de Menores al dictaminar sobre el efecto que la decisión tendría sobre los hijos de la enferma sostuvo que los menores se encuentran en la alternativa de solicitar que su madre viva a costa de sus creencias, o que asuma hasta las últimas consecuencias su fe y entregue su vida; logrando de este modo para sus hijos, el ejemplo de una madre heroica que entrega su vida por sus convicciones. El tribunal citando el caso Bahamondez priorizó la objeción de conciencia, diciendo que el derecho de decidir la forma en que se pueda morir es un derecho personalísimo. 2.- Menores: a)Caso A.Q., la Cámara Federal de San Martín intervino en un caso planteado a raíz de la negativa de los padres Testigos de Jehová a que se le haga transfusión de sangre a su hija recién nacida, en tanto dicho tratamiento era el indicado para salvarle la vida. La Cámara autorizó la transfusión sosteniendo que el Estado tiene derecho a intervenir “cuando se trata de salvaguardar la indemnidad de un tercero. Afirmó que más allá del credo religioso o la ideología con que se intente justificar el hecho y aún cuando se pretenda hacer prevalecer los atributos de la patria potestad, debe tenerse presente que ésta última es reconocida por la ley para la protección y formación integral de los hijos, siendo contrario a los fines de la institución, prevalerse de ella para impedir que el menor sujeto a su imperio, reciba el tratamiento médico adecuado”. Puntualizó también que la libertad de conciencia u las acciones privadas que son su consecuencia tienen como límite el perjuicio a terceros, en este caso el hijo menor. a) En idéntico sentido, en un caso publicado en el ED 114-115 con nota de Bidart Campos, el Juzgado de 1ª Instancia Civil J,3 de la Ciudad de Buenos Aires -el 24.04.85- autorizó también la transfusión, advirtiendo que las convicciones religiosas de los padres, no las del menor no pueden poner en riesgo la vida de este. No resulta ocioso señalar en tal sentido que el artículo 14 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que tiene jerarquía constitucional7 obliga a respetar el derecho del niño a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, y el derecho y deber de los padres “de guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades”. Por otra parte el artículo 5, parágrafo 5, de la Declaración sobre la Eliminación de Todas las Formas de Intolerancia y Discriminación Fundadas en la Religión o en las Convicciones, de 1981, Resolución 36/55 de la Asamblea general de las Naciones Unidas, del 25 de noviembre de 1981 fija como trascendente pauta de interpretación que “la práctica de la religión o convicciones en que se educa a un niño no deberá perjudicar su salud.” En resumen, con relación a los menores habrá que tener en cuenta la edad de 14 años. a) Si se trata de menores impúberes, menores de 14 años, la voluntad del menor será irrelevante, dado que el derecho presume que son incapaces absolutos de hecho y carecen de discernimiento para los actos lícitos y por tratarse actos personalísimos, ni siquiera los padres pueden decidir por él. b) Si se trata de menores adultos, mayores de 18 años pero menores de 21, habrá que tener mayor cuidado y atención, pues aún cuando no pueda disponer por sí, 7 Ley 23.849 (BO 22.10.90) 4 de su propio cuerp; teniendo en cuenta su madurez y estado de evolución de sus facultades podrá reconocérsele cierto ámbito de libertad de conciencia. 4.- La objeción de conciencia en la justicia norteamericana.El derecho y la jurisprudencia norteamericana para resolver los casos de objeción de conciencia han diseñado el mecanismo que se denomina el balancing test8. El instituto parte de la premisa de que la libertad de conciencia es un derecho garantizado por la Constitución Nacional. Y tiene en cuenta que por una parte existe la pretensión del objetor es ejercitar un mandato moral, imperativo y obligatorio y por otra parte debe evaluarse que existe una obligación legal, que por ser legal, tiene una presunción de legitimidad. Determinada la sinceridad de las creencias del accionante, corresponderá al demandado la carga de probar la existencia de un alto o compulsivo interés estatal que justifica la restricción de la libertad del accionante. Si no logra acreditar la existencia de este interés público superior o que existe un medio menos lesivo de la libertad del peticionante, el litigio se resolverá a favor del objetor. La doctrina quedó consagrada en la Freedom Restoration Act aprobada por el Congreso de los Estados Unidos el 16 de noviembre de 1993, según la cual “el Gobierno no infringirá el libre ejercicio de la religión de un individuo, incluso cuando esa infracción resulta de una regla o norma de general aplicación” excepto que se demuestre que la restricción a la libertad del demandante es esencial para la promoción de un alto interés del Estado (compelling governmental interest) y es el medio menos lesivo para la promoción de dicho interés. Interesa destacar que de acuerdo a esta doctrina del ballancing test, la solución que hubieran dado los tribunales norteamericanos en el caso Gállacher, la madre de 30 años enferma de leucemia, Testigo de Jehová, hubiera sido diferentea la dada por la Cámara de Apelaciones de la Capital. Ello así porque según la jurisprudencia norteamericana, la existencia de hijos menores a cargo del objetor, es un supuesto en que el Estado interesado, como parens patria no puede permitir que una madre abandone a su hijo. Se considera que la enferma tiene la responsabilidad ante la comunidad de cuidar del menor y por tanto, la comunidad está seriamente interesada en preservar la vida de la madre. CONCLUSIONES: La jurisprudencia argentina ha reconocido el derecho personalísimo de libertad de conciencia (artículo 19 de la CN) a negarse a determinados tratamientos médicos considerados lesivos a dicha libertad, por razones religiosas o por convicciones morales profundas no vinculadas a creencias religiosas, cuando se trata de pacientes adultos, concientes, debidamente informados en que la determinación involucra nada más que al interesado y no violenta los derechos de terceros. Sin embargo, la jurisprudencia no ha reconocido que los padres en uso de la patria potestad tengan derecho a tomar decisiones en nombre de sus hijos menores que puedan comprometer el derecho a la vida de los mismos.- 8 Palomino, Rafael “Las objeciones de conciencia” Ed. Montecorvo, Madrid 1994 5