Segundo premio:El ratón de laboratorio

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Siempre que alguien ha dado su vida por la humanidad ha sido un héroe o heroína, en mi
especie hemos salvado millones de vidas a lo largo de la historia de la ciencia.
A priori nuestra vida parece fácil, se nos cría en cautividad, no tenemos problema para obtener
alimentos y protección, ya que somos ratones de laboratorio. No solo nos utilizan para ver la
eficacia de ciertos medicamentos o tratamientos para curar enfermedades, o buscar la manera
de que estas mejores o no avancen. Algunos ejemplos son tratamientos contra el cáncer o las
enfermedades cardiovasculares.
Nuestro mapa genético es muy similar al de los humanos, y a nosotros nos consideran seres de
poca importancia, por eso no tienen problemas para experimentar con nosotros. Los primeros
experimentos se hicieron ya hace un siglo (año 1916) y sirvió para como influían las hormonas
en el desarrollo de tumores.
Pero como en muchos casos somos ratones sanos, antes de ver si un medicamento funciona
para curar una enfermedad tienen que modificar nuestra genética o transmitirnos la
enfermedad para llevar su experimento a cabo. Siempre me hubiera gustado completar mi
árbol genealógico, pero creo que nunca lo voy a lograr, ya que no sé de cuantos ratones
proceden mis genes.
Y se preguntaran ustedes cómo puedo estar contándoles esto ahora, yo fui un ratón de
laboratorio, había pasado horas y horas en las jaulas viendo como experimentaban con los de
mi especie, así que tracé un plan perfecto para escapar de aquel infierno. El día que aquellos
señores y señoras de las batas blancas se acercaron a cogerme con sus guantes, yo tenía
clarísimo que hacer. En cuanto me tumbaron en la mesa de experimentos, empecé a temblar y
a fingir que me estaba dando un ataque al corazón. Y diréis que como lo sabía, pensad en el
montón de experimentos fallidos que había pasado por delante de mis ojos durante toda mi
vida. En el momento que me hice el muerto decidieron tírame a la basura, lo que había allí
dentro prefiero no describirlo. Después de mi maravillosa actuación solo me queda trazar un
plan de escape, como un buen roedor que soy se me ocurrió hacer un agujero en aquel cubo
asqueroso, antes de que aquel camión de residuos orgánicos viera a recogernos para borrar
definitivamente todos nuestros restos.
De repente me vi en un mundo desconocido para mi, sin saber qué hacer ni dónde ir, después
de mucho pensar, se me ocurrió ir a investigar sobre los ratones de biblioteca, era una de esas
leyendas urbanas que corrían siempre por el laboratorio, de ellos hablaban maravillas, tenía
una vida mucho mejor que la nuestra, vivían libremente sin la amenaza de los humanos y
tenían al alcance toda la información del mundo.
Hasta que conseguí dar con lo que sería mi hogar, recorrí muchos rincones de la ciudad, pase
por las alcantarillas, un lugar inmundo donde conocí a seres de mi especie mucho más grandes
y agresivos que yo, llamado ratas. También conocí ratones grises, a diferencia de mí, que soy
blanco, que vivían en las casas de los humanos, alimentándose de sus comidas y
escondiéndose para que no los matases de un escobazo. Pero si algo me llamó especialmente
la atención, fue, ver alguno enjaulado, como estaba yo en el laboratorio; la diferencia es que a
ellos los humanos los cuidaban, en cambio a nosotros nos usaban para hacer crueles
experimentos.
Por fin llegué a mi destino, a mi lugar soñado, huyendo de un espantoso depredador, que
empezó a perseguirme, encontré a mi salvador, un ratón de esos grises, que cuando me vio
tan perdido, me invito a su casa. Cuál fue mi sorpresa, cuando vi que él era un ratón de
biblioteca; vivía en los almacenes de un gran edificio que tenia miles de libros, comia de los
restos que los humanos dejaban tras su paso, y el resto del tiempo, lo dedicaba a la lectura y a
la investigación. Él me enseño a leer y a escribir.
Desde entonces solo tengo un objetivo, dar a los humanos métodos alternativos a la
experimentación animal. Ya que la experimentación con animales, además de científicamente
poco fiable, es desde mi punto de vista de ratón, éticamente inaceptable.
MARIA SANTACRUZ CAPILLA
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