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"Una carrera sin final"
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"Una carrera sin final"
Posted Julio 11th, 2016 by m.perez [1]
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"Una carrera sin final"
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"Una carrera sin final"
Publicado en Facultad de Psicología (http://psico.edu.uy)
Temática: El culto al éxito
Medio: El País
Entrevistado/a o mencionado/a por Facultad de Psicología-UR: Juan Fernández Romar [4]
Fecha: Sáb, 09/07/2016
FUENTE: http://www.elpais.com.uy/domingo/carrera-final-exito-messi.html
Hoy se vive un culto al éxito, aunque no se sepa exactamente qué es eso. Y ante la
imposibilidad de tener reconocimiento, se proyectan ilusiones en los ídolos. La
frustración está a un paso.
Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, el de los récords quebrados uno a uno en el Barcelona, no
consigue un título con su selección, Argentina. Es el astro, sin duda, y principal responsable de que
ese combinado nacional —eso que por estas partes del mundo representa y une a un país más que
el más sagrado símbolo patrio—llegue a las finales, al partido decisorio, en el que todos aspiran
jugar, de los más prestigiosos torneos: Copa del Mundo 2014, Copa América 2015 y Copa América
Centenario 2016. Y por ser quien es, a él apuntan los dardos de buena parte de los hinchas por las
tres finales perdidas. Él, tan exitoso, pasa a ser el responsable del fracaso, de que la gloria vuele a
otro país. Y él, tan habituado a los reconocimientos, no soporta esa presión social. Y dice que
renuncia, aunque sus allegados aseguran que vuelve, mientras su procesamiento en España por
temas tributarios le suma otra preocupación de las grandes.
Hay presiones de los otros y también propias. Messi, no cabe duda, es muy exigente consigo mismo.
Pero también hay otros que se exigen mucho en pos de esa entelequia llamada éxito: empresarios,
músicos, actores, modelos, periodistas, comerciantes, abogados y un largo etcétera. Buscan eso y
reconocimiento social. Otra cosa sería un fracaso. No hay grises.
Hoy hay un culto al éxito, subraya Juan Fernández Romar, profesor de Psicología Social de la
Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Eso se debe, dice, al auge de la psicología.
"De alguna forma, esta ocupa el lugar de una nueva remisión laica. El éxito y el fracaso, que antes
podía entenderse como obra divina o del azar, es entendido como resultado de las acciones de la
vida". No esperar a un designio divino es un saludable impulso para la proactividad, pero que uno
sea arquitecto de su propio destino puede dar lugar a obsesiones enfermizas. "Eso puede ser en
parte cierto, pero se desconocen otros factores que juegan, accidentales o limitaciones de tiempo y
lugar".
¿Dónde queda el límite entre una saludable y necesaria ambición y algo más patológico? Según
Mariana Álvez Guerra, especializada en psicología positiva, la clave se relaciona con elegir metas,
intrínsecas o extrínsecas. Las primeras tienen que ver con el desarrollo personal y emocional y en
mejorar nuestras propias cualidades, lo que según la experta es la llave a la felicidad. "Y lo otro es
tener reconocimiento social, tener fama, dinero y ostentar", agrega. Según la experta, esta
búsqueda llega a extremos tan efímeros y futiles como pensar un posteo de Facebook o un tuit que
tenga repercusión. "Hoy por hoy, la sociedad y los medios te venden que el éxito está relacionado
con lo superficial, y eso es un problema. Porque la insatisfacción se transforma en ansiedad, que no
casualmente es el gran mal de nuestros tiempos (ver aparte)".
Autoestima.
Esa ansiedad por ser reconocidos a nivel profesional, según la psicóloga Álvez Guerra, está
relacionada con una autoestima mal canalizada y una baja tolerancia a la frustración. "A veces,
sobre todo los hombres, apoyan toda la autoestima solo en lo laboral, descuidando todos los demás
aspectos de la vida". Es común que, en esa búsqueda del éxito en su variante más superficial, de la
mano de las frustracionestambién naufraguen otros proyectos personales, vínculos e incluso parejas
queden por el camino, añade. "Cuando el éxito es una obsesión nunca te vas a sentir satisfecho. Es
correr eternamente detrás de una zanahoria".
Y así, esa frustración se canaliza en los ídolos. Esos que sí son —o deberían ser— exitosos. "Ya sea
por nacionalismo o por pertenencia a determinado club, las sociedades necesitan elegir a sus
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héroes. Y en nuestras fantasías nos proyectamos en sus propios éxitos", dice Fernández Romar. "Es
un modo de realizarse en fantasía, porque lo asumo como parte mía y sus proezas también son
mías. ¡Algo de ganador debo yo tener porque lo elegí como mi héroe!", añade.
Claro que el héroe falla (para Argentina, por caso, Messi errando un penal; pero ejemplos sobran). Y
aquí surge el problema cuando uno endiosa tanto a esas figuras que no les permite equivocarse.
Miles de personas que no han hecho nada por esta vida más que durar y transcurrir se creen con
derecho a tildarlos de fracasado, cosa que se amplifica en épocas de redes sociales. "Es que ahí
entra a tallar mi propia frustración: si él no puede, que es alguien maravilloso, yo menos. Una
posibilidad es descargar mi ira porque yo nunca podría lograr algo así, porque estoy confinado a mis
propios logros o no. Otra es proyectar hacia los demás: como me siento criticado, critico. Las
personas más enojadas con su vida son las que más hacen este tipo de cosas", resume Álvez Guerra
—y Messi, humano al fin, tira la toalla—.
Sobre la costumbre de proyectarse en seres presuntamente marmóleos, Fernández Romar recuerda
la paradoja —de la cual sobran ejemplos— en que éxito y felicidad no fueron de la mano. Kurt
Cobain, Marilyn Monroe y Robin Williams son solo tres ejemplos. "Una persona exitosa es aquella que
es feliz sin necesidad de impresionar ni demostrarle nada a nadie", opina Álvez Guerra. "Está
bárbaro ser apasionado por tu carrera y progresar, pero si lo hacés de corazón, con ganas y además
te nutrís como persona, ahí tenés el verdadero éxito. Ser el mejor es imposible; además, siempre va
a haber uno mejor".
CAUSA DE LA ANSIEDAD
La insatisfacción por no sentirse realizado (por no llegar al éxito) es una de las grandes causas de la
ansiedad. Según distintas fuentes, entre el 3% y el 5% de la población la padecen. "Mucha gente
está ansiosa porque tiene metas inalcanzables de ser el mejor, el más lindo, el más rico. Empezamos
a compararnos con el otro, a competir, a estar estresados y a perder tiempo en ver a quién le
ganamos", dice la psicóloga Mariana Álvez Guerra. Eso termina canalizándose en actitudes no sanas
como fumar, tomar o comer en exceso. El tratamiento clásico es la terapia congitiva-conductual, con
técnicas como el mindfulness.
UNA NECESIDAD DE ÉXITO QUE COMIENZA DESDE LA INFANCIA
El culto al éxito actual, según Juan Fernández Romar, profesor de Psicología Social, se potencia
desde Internet. Un blogger o un youtuber pueden tener una audiencia planetaria sin moverse de sus
casas, sostiene.
Esa obsesión, además, se nota desde la infancia. "Hay padres con una proyección de realización tal
en sus hijos que se les va la vida en ello", dice Fernández Romar. "Sobre todo en el fútbol". Ir a
cualquier cancha de baby fútbol del país alcanza para darse cuenta.
A su vez, la psicóloga Mariana Álvez Guerra sostiene que en algunos niños ya existe esa tendencia a
sobresalir y ser mejores. "También está la premisa inconsciente de que si sos bueno te van a querer
más. A veces eso se fomenta por la propia educación recibida en casa: si mi padre me premia por
ser el mejor de la clase, entonces eso es lo que voy a tener que hacer por el resto de mi vida. Para
peor, a veces el niño va a mostrarle las notas a su padre y por única respuesta recibe un: Ah, podrías
haberlo hecho mucho mejor. Esa falta de empatía también ayuda a crear esa voracidad por ser el
mejor".
Esa necesidad del éxito, entonces, sería en algunos casos "falta de amor y de aceptación", de
acuerdo con esta psicóloga. "Eso es una conducta muy primaria que se repite siempre: buscar que el
reconocimiento social tape esas carencias de cariño y empatía que hubo cuando niños".
Un sistema de calificaciones, como el que hay en la escuela y el liceo, ¿no alimenta una obsesión
temprana por ser mejores? "Ese es un tema que hoy está en discusión a nivel pedagógico", piensa
por su lado Fernández Romar. "El tema es que en los países hegemónicos que marcan las tendencias
—Estados Unidos, Europa, Japón y China— ya desarrollan una idiosincracia extremadamente
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competitiva, porque es un dispositivo de evaluación y también de esa selección. Esos países lo
precisan, justamente, para mantener su propia hegemonía".
Publicado el Lunes 11 de Julio del 2016
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URL de origen: http://psico.edu.uy/gestion/comunicacion/medios/una-carrera-sin-final
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[4] http://psico.edu.uy/directorio/users/jfernandezromar
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