Modulo_6_5

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LECTURA 1.- LA EMPESA COMO UN ENTE VIVO
6.5 LA EMPRESA COMO UN ENTE VIVO
En este siglo XXI se ha escrito y hablado hasta la saciedad del rol del
profesional en conducción de la energía e inteligencia humana, en el sentido
de que debe ser socio estratégico de la dirección del negocio y creador de
valor, detectando oportunidades de generación de riqueza para la empresa.
No obstante, creo que su rol debe ir mucho más lejos, ya que atendiendo lo
anterior se soluciona el corto plazo y el día a día en los aspectos
específicamente económicos, faltando el sustento de todo organismo vivo (y
la empresa aquí puede considerarse un organismo vivo), que es el papel de
rector, responsable de la creación y continuo desarrollo de una cultura de
trabajo centrada en valores trascendentes y en principios inmutables, no
solamente en convencionalismos y conveniencias coyunturales materialistas.
Atendiendo a ese principio de que la empresa es un ente vivo, podríamos
hacer una analogía e imaginarla compuesta de cuerpo, alma y mente, en
donde los aspectos cuantitativos, pragmáticos y estructurales (Organización,
planeación, compensaciones, políticas, procedimientos, métodos de trabajo,
productividad, sistemas y administración de contratos) representarían al
cuerpo; los aspectos cualitativos, trascendentes y culturales (Desarrollo
organizacional y humano, calidad, seguridad, cultura, recreación,
comunicación, selección y administración de personal) se referirían al alma; y
los aspectos estratégicos y de conocimiento (Información, procesos, capital
intelectual, etc.), serían la mente.
Ahora bien, se requiere la atención en los tres campos y no solamente en el
material (cuerpo), como parece ser la tendencia en la actualidad, debido a las
recurrentes crisis en que han caído los negocios y que los han forzado a
revisar sus estructuras buscando ahorros a corto plazo a través de recortes.
En contrapunto, cabe destacar que no se trata tampoco de propiciar
estructuras obesas e improductivas, ni diseñar para cada actividad un puesto
específico.
Conozco una empresa que fundamenta su estrategia de negocio, su
estructura, sus políticas y prácticas en valores compartidos con sus
empleados, proveedores, clientes y comunidad y que lógicamente es un
ejemplo de éxito. Es altamente rentable, tiene muy bajos índices de rotación
y ausentismo, tiene alta productividad y un ambiente de trabajo que propicia
y facilita excelentes niveles de calidad con mínimo reproceso, merma y
desperdicio. Curiosamente es una empresa mexicana que ha sabido
balancear todos esos aspectos que componen un organismo vivo, generando
y repartiendo riqueza para trascender.
Es obvio que para mantener y desarrollar una cultura de trabajo cimentada
en valores se requiere un elemento rector que mantenga vigentes dichos
valores y alinee la organización a los mismos; se necesita una dirección de
recursos humanos que tenga visión de negocio y pensamiento estratégico
para poder ejercer efectivamente un rol de socio y no solamente de experto
en asuntos laborales sino que actúe como un agente, gestor y catalizador del
cambio, que ya representa una constante en el mundo.
En esta misma línea, se diría que la dirección de recursos humanos debe ser
la conciencia de la organización, el equilibrio entre lo temporal y lo
trascendente, el proceso que haga que se mantengan los principios que
permitan preservar el patrimonio de los accionistas y por ende de la
sociedad.
Es triste ver como empresas (emporios) ejemplares están siendo fusionadas
o absorbidas por consorcios extranjeros y otras incluso están desapareciendo
por no haber leído los signos de los tiempos o haberlos interpretado mal,
siguiendo modas y modos equivocados, desarrollando mucho músculo y poco
cerebro o mucho de ambos y poco espíritu. Por eso es condición esencial el
principio de mente sana en cuerpo sano pero con espíritu fuerte, limpio y
claro.
En conclusión, desde mi punto de vista, la persona responsable del capital
humano en cualquier organización, debe ser humanista y no técnico, debe
entender al ser humano como ente bio psico social, con inteligencia y
voluntad y a la empresa como generadora de valores y satisfactores,
logrando armonizar los objetivos de ambos a fin de generar un beneficio
óptimo para la sociedad en su conjunto.
[Francisco Domínguez]
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