L'elisi d'amore; Gaetano Donizetti

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L'elisir d'amore
Acto I: Escenario campestre
Unos campesinos, fatigados por la dura tarea de la cosecha, cantan pregonando las ventajas del descanso bien
merecido (Haz un alto segador). Entre ellos y escondido para no ser visto por Adina, Nemorino se encandila
con la belleza de la joven, quien está muy concentrada leyendo un libro. Nemorino sin poder contener sus
sentimientos, expresa su congoja debida a la indiferencia de Adina (Ah, qué bella es mi Adina). La bella
súbitamente se echa a reír a carcajadas, explicando luego a las muchachas entre las que se encuentra Giannetta
el motivo de su hilaridad: la curiosa historia de Tristán, que para atraer la atención amorosa de Isolda, tuvo
que recurrir a un mágico elixir (licor) (Qué bendito este poema). Aparece un destacamento militar; cuyo
mando ha sido asignado al sargento Belcore que trata de conquistar de entrada a alguna de las bellezas del
lugar. Se decide por Adina, ofreciéndole además de flores su corazón (Con mi estilo más galante). La joven
coqueta se deja querer y rechaza sin demasiadas fuerzas sus requerimientos amorosos. Invita al sargento y a
sus soldados a quedarse en la Villa y descansar a placer.
Todos parten menos Nemorino que consigue retener a su amada. Ella demuestra estar cansada de sus suspiros
amorosos, y así se lo hace saber, además le recuerda que su sitio está en la ciudad junto a lecho de su tío
enfermo, que puede desheredarlo si no se presenta. Como él insiste con sus sentimientos, la bella le confiesa
que su destino es ser libre como la brisa, el joven en respuesta, utiliza otro símil sacado de la naturaleza: su
amor es como el río que nadie puede frenar y que necesariamente desemboca en el mar (Una palabra Oh,
Adina).
Llega el otro personaje principal de la ópera. Rodeado de una pompa pintoresca que hace creer a los
campesinos que se trata de una persona de alcurnia, aparece el doctor Dulcamara (Que se oye allá en el
camino).
Ante los atónitos pueblerinos, este medicucho, curandero y engaña−bobos, hace su presentación y la del
producto que intenta vender. Un elixir mágico que cura todo tipo de enfermedades, fortalece a los débiles,
corrige defectos y que también sirve para enamorar (Escuchen, escuchen, aldeanos). Se acerca Nemorino y
tímidamente le dice si por casualidad, posee el famoso elixir de amor que le sirvió a Tristán para enamorar a
la reina Isolda. Dulcamara sorprendido pronto se da cuenta, que está ante un ingenuo muchacho y le comenta
que justamente él tiene la receta de la poción, cuyo efecto se nota recién después de 24 horas, que es el tiempo
suficiente que precisa Dulcamara para escapar de la localidad cuando los compradores descubren que en
realidad el mágico elixir es verdaderamente vino común. Nemorino compra un frasco de esta panacea y la
esperanza retorna a su corazón (Muy bien sólo quiero su elixir).
El aldeano queda solo en escena y aprovecha su tiempo bebiendo unos sorbos del elixir, tal como le indicó el
doctor. Emocionado por las sensaciones que recorren su cuerpo canta lleno de alegría (El elixir es mío). En
ese momento sale de su casa Adina quien se sorprende al ver el estado exultante de Nemorino. Este, sabiendo
que el efecto del brebaje no puede ser inmediato, se hace el indiferente. La joven se molesta y promete
vengarse (Te alegras de mis dolores).
Aparece el sargento Belcore y requiere de amores nuevamente a Adina, la cual para excitar los sentimientos
de Nemorino, se deja galantear e incluso pone fecha para su boda, al cabo de seis días (Tran, tran, tran).
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El campesino sigue con burla los planes amorosos de la pareja. De repente llega una orden de la superioridad
para que Belcore y sus soldados se trasladen a otra guarnición. (Señor sargento). Todos quedan consternados
por la noticia sobre todo el sargento que ve truncada su boda. Sin embargo, Adina decide casarse ese mismo
día a pesar de los ruegos de Nemorino, y ante la creciente alegría de Belcore y de todos los presentes que han
sido invitados al banquete nupcial (Adina créeme).
Acto II
En la granja de Adina, se realiza el banquete de bodas de la joven y Belcore. Todos los presentes entonan
augurios de felicidad para la pareja (Cantemos, cantemos, cantemos). El doctor Dulcamara invitado especial
entona una alegre barcarola acompañado por la novia (Yo soy rico y tú eres bella). Se hace presente el
notario para celebrar el contrato nupcial (Silencio, está el notario). Adina titubea, ya que Nemorino está
ausente y piensa que sin él su venganza no será completa. Por este motivo le pide al sargento aplazar la
ceremonia por unas horas. Con el consentimiento de Belcore que queda perplejo, todos se retiran, salvo el
militar que medita los acontecimientos (No entiendo a las mujeres). Entra desesperado Nemorino, que había
querido lograr otra botella de elixir pero el doctor le exigió dinero. Comenta esta desdicha con Belcore quien
le informa que si quiere disponer de efectivo se convierta en soldado y al ser enrolado inmediatamente podrá
disponer de veinte pesos. Nemorino accede, todo sea, para poder conseguir otro frasco de elixir. El sargento
cree que con esto se saca al rival de encima (Los peligros de la guerra).
Mientras esto acontece, Giannetta se entera que el tío de Nemorino ha muerto, dejando una gran fortuna a su
sobrino. Esta noticia la comenta con todas las jóvenes del pueblo (Será posible) quienes al ver al campesino
lo rodean de atenciones, quien cree que todo se debe al comienzo del efecto del mágico elixir (De este elixir
tan mágico).
También Adina se siente turbada por los sucesos, pero no es la noticia de la herencia, ni Dulcamara con su
fabulosa poción lo que la conmueve: es que comprende al fin que ama a Nemorino y más ahora que el aldeano
se ha privado de su libertad, por ella. El doctor la quiere convencer para que tome el elixir, pero la joven se
siente otra vez segura de sí misma y le expresa que con su belleza bastará (Como he sido tan despiadada).
Entra en escena Nemorino quien medita sobre las lágrimas que creyó ver en el rostro de su amada (Una
furtiva lágrima). Adina compra a Belcore el acta de enrolamiento y también rompe su compromiso con el
militar. Al encontrar a Nemorino, le entrega el contrato y termina por confesarle su amor (Toma, toma aquí
está el escrito).
La alegría del afortunado se duplica con la noticia de la herencia. El sargento Belcore inicia con sus soldados
la retirada (Alto, frente). El doctor Dulcamara, por su parte, ve sus negocios en pleno auge, por cuanto todos
atribuyen la capitulación de Adina a los efectos del elixir y se apresuran a comprar todos sus frascos. Así el
charlatán se aleja de la aldea en medio del entusiasmo general, acompañado de las bendiciones de Adina y
Nemorino (El corrige los defectos).
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