MANIFIESTO DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

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MANIFIESTO DÍA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
10 de Diciembre 2011
Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la
asistencia médica v los servicios sociales necesarios.
Toda persona tiene derecho a la educación que tendrá por objeto el pleno desarrollo de
la personalidad humana.
Lo leído hasta aquí no son propuestas del movimiento 15M, ni se trata de un
manifiesto revolucionario. Lo que se ha leído son algunos de los artículos de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobados por la ONU en 1948 y
cuyo 63 aniversario conmemoramos hoy.
La lucha por los derechos humanos y el avance en los derechos sociales que
conocemos como estado del bienestar han recorrido una trayectoria paralela que
comienza al acabar la segunda guerra mundial.
Efectivamente, además de acordarse entre las naciones la Declaración Universal de
Derechos Humanos, se reconoce la obligación del Estado de hacerse cargo de
garantizar las necesidades básicas de las personas: la salud, la educación, la vivienda, la
cobertura en casos de desempleo, ayudas familiares y situaciones singulares de
necesidad.
Se estableció una suerte de pacto social que se sostenía sobre tres pilares: La
obligación de las empresas y fortunas a aportar a través de los convenios y los
impuestos, la función negociadora de los sindicatos y la obligación del estado de
redistribuir, al menos en parte, la riqueza de las naciones de los que más tienen a
aquellos que se encuentran más desfavorecidos. No eran propuestas revolucionarias
sino que, por el contrario, incluso supusieron una validación del propio sistema
capitalista.
Ahora, las doctrinas neoliberales consideran que el sistema capitalista ya no necesita
justificación alguna, ni siquiera cuando se ha mostrado en toda su dureza como una
inmensa red de estafadores y especuladores.
La propia crisis que han generado, lejos de servir para que se les pongan riendas a los
mercados financieros, está sirviendo para romper los discretos avances en derechos
sociales que, en buena medida se han limitado a los países del capitalismo
desarrollado. Y respecto a los países ya previamente empobrecidos se están
abandonando todos los compromisos de cooperación internacional, dejando además
que, en la más absoluta indiferencia, mueran de hambre más de 24.000 personas al
día.
En lugar de extraer la consecuencia de que hay extender la democracia desde la
política a la economía se está imponiendo la medida de someter la política y la
democracia a la economía.
Estamos ante un claro retroceso de los derechos de las personas. Los derechos
económicos y sociales no sólo se estancan sino que se recortan brutalmente.
Particularmente en la provincia de Cádiz la situación es dramática para decenas de
miles de familias con la más alta tasa de paro de toda España, la creciente pobreza y
exclusión social y la imparable destrucción de todo el tejido productivo.
Pero por el contrario, considerábamos que de alguna forma había cierto cumplimiento
de los derechos civiles y políticos.
La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público, dice el artículo 21
de la DUDH. Pero en estos momentos estamos corriendo el serio peligro de perder
incluso la validez de nuestros derechos políticos, la devaluación de nuestra capacidad
de elegir o la eficacia de lo que decidimos porque, al final, será el mercado, las
multinacionales o los bancos quienes decidan.
La modificación de la Constitución Española para poner un techo constitucional al
déficit sin consulta popular mediante referéndum, o el nombramiento en Europa de
gobiernos pretendidamente tecnócratas, no por expresión de la voluntad del pueblo
expresada en las urnas, sino por imposición de los mercados pretendiendo
“tranquilizarlos”, son brutales señales de alerta que tenemos que tomarnos con
enorme seriedad pues se está poniendo en peligro la existencia misma del sistema
democrático.
No podemos aceptar el camino que nos están marcando los mercados, bancos y
especuladores, porque es una crueldad para la inmensa mayoría de la población,
supone un severo retroceso en derechos y además es una insensatez pensar que se
puede mantener indefinidamente este sistema de chantaje y extorsión.
No aceptamos que el Estado dimita de su responsabilidad de garantizar los derechos
de las personas, no aceptamos que las necesidades de salud o la educación de las
personas se conviertan en materia de negocio privado. No aceptamos que los
mercados decidan sobre las cuestiones esenciales de nuestras vidas; si tenemos casa o
si tenemos trabajo. No podemos tolerar que los mercados sean los dueños de nuestras
vidas.
Debemos tener presente que no hay proclamación responsable de los Derechos
Humanos si no es defendiendo a los más necesitados, aliviando su sufrimiento y
restaurando su dignidad.
En el día de los Derechos Humanos, estamos aquí pues para recordar que es la
dignidad de las personas, que son las personas quienes deben estar en primer lugar,
que hay que sacudirse el yugo y la dictadura de los poderosos para poder construir una
sociedad de solidaridad, de justicia y respetuosa con los derechos de todos y todas.
Cádiz 10 de diciembre de 2011
Día Internacional de los Derechos Humanos
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