RESUMEN ETNOLOGÍA

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RESUMEN ETNOLOGÍA
ORALIDAD VERSUS ESCRITURA
Las costumbres académicas de tomar la oralidad como sustituto de lo que no pudo ser o
darse por escrito, ha limitado en buena parte una visión más amplia de este fenómeno.
En este momento de crisis, el 90% de la información con la que trabajamos es a través
de la relación intersujetiva, y por ello hay que prestar atención a la información que nos
da el sujeto, ya que el cambio de pensamiento social y antropológico nos lleva a un
relativismo histórico. Todo se transforma, el propio investigado, la antropología, la
realidad social, y por ello insistimos en que es fundamental prestar atención a la
oralidad, entendida ésta como transmisión, fuente de transmisión, que es abstracta
pero que al mismo tiempo nos sirve para construir la realidad.
La oralidad es la más patente de las dimensiones de la condición humana y a veces la
única que nos es posible practicar y conocer. Encierra en sí mismo las formas de
transmisión y adquisición de conocimientos y ella misma se dirimen la posibilidad y la
existencia de lenguaje y por tanto de pensamiento.
El objeto de estudio de la antropología es las propias formas en las que nos hemos
pensado. Puede que el campo de la oralidad no se haya explicado más que como un
suministro de datos, de información, incluso como deseos y expectativas, pero esto no
significa que no exista de otra forma más sustancial, en el sentido en el que el campo de
la oralidad es lo que propicia la existencia de la disciplina antropológica, podemos decir
que es el teatro de operaciones de la antropología.
La oralidad no se limita al campo fonético, es decir, a los significantes y significados
lingüísticos, la oralidad exige presencia física de los interlocutores que supone
percepciones no verbales que trasciende claramente lo que es un mensaje hablado.
La antropología ha construido sus relatos a partir del uso de lo oral y de la observación
lo que le ha permitido darle validez de verdad científica. Esto es lo que diferencia el
carácter discursivo donde el antropólogo ordena y narra, de lo que es una conversación
distendida.
La oralidad remite a una temporalidad porque relata experiencias de algo que ha
sucedido o que viene sucediendo o una retrocomposión del pasado.
El antropólogo no puede quedarse en la obtención de datos o información sino que ha
de intentar ver en que rasgos desnudos de la premeditación discursiva se dan están
relaciones.
La propia presencia que exige lo oral, dota a la intención comunicativa de una serie de
recursos expresivos que va más allá de los significantes. La naturaleza misma de lo oral,
es decir, estar presente, lo fonético, la intención de comunicar, lo expresivo etc. es lo
que propicia un desbordamiento del caudal comunicativo a través de lo oral, que es en
definitiva la demostración inconsciente e inevitable de la condición humana, es decir, de
nuestros pensamientos.
La antropología usa lo oral con el fin de explicar la naturaleza de las relaciones entre las
personas.
Frente al lenguaje oral tenemos el leguaje escrito el primero se configura como forma
comunicativa y el segundo como establecimiento del saber, entre estos dos campos
existen otros intermedios como el lenguaje icónico, simbólico y fundamentalmente el
expresivo de la imagen.
En la oralidad se vive al 100% lo que estamos investigando en el momento de la
expresión, tiene mucha frescura es un hacer hacer. La escritura requiere mayor esfuerzo
para crear el ambiente y definir un contexto con el fin de hacer ver.
El antropólogo utiliza fuentes escritas pero las contrasta con la oralidad. Para él no es
tan importante la emisión del mensaje como la recepción de este. En definitiva no tanto
las ideas en sí como las formas de expresarlas, es decir, su intensidad.
La trasmisión oral se realiza principalmente en la familia a través de los mayores, y en
la sociedad a través de la gente con prestigio, y aun siendo de vital importancia esta
transmisión hoy en día parece tener mayor énfasis los medios escritos.
El 100% de la información para el antropólogo viene dado a través de la oralidad ya que
en ella es donde se establece una relación intersubjetiva que incluye el lenguaje oral y el
no verbal.
PATRIMONIO
El concepto se usa desde año 1300, y su significado no ha variado mucho con respecto
al actual, por ejemplo la obra de Calderón de la Barca (El alcalde de Zalamea) dice “ al
rey la hacienda y la vida le he de dar pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo
es de Dios” Evidentemente enmarcado en el contexto de su época, hace referencia a
algo no material, algo que esta muy alejado de la idea de propiedad física con que a
menudo hoy seguimos trabajando. No es nuevo por tanto el asunto del patrimonio, ni
siquiera en su vertiente más moderna de bien cultural y pertenencia simbólica.
Se ha hablado tradicionalmente del patrimonio histórico artístico pero por el contrario la
definición de patrimonio etnológico no ha existido o ha sido relegada a una
contextualización secundaria, envuelta en una terminología ambigüa de los saberes
costumbres, etc. Sin embargo, el patrimonio etnológico debe abarcar todos aquellos
elementos culturales materiales e inmateriales dotados de una especial
significación sociocultural, hasta convertirlos en marcadores identitarios para el
colectivo que los ha creado y los ha empleado.
Patrimonio etnográfico serían todos los testimonios de una experiencia colectiva tanto
del pasado como testimonios en peligro de extinción, testimonios en plena vigencia y
elementos culturales tradicionales, entendiendo lo tradicional como patrimonio vivo, no
estático. El patrimonio etnográfico engloba todas las respuestas que un grupo
cultural da a sus necesidades (vivienda, vestido etc.)
El patrimonio es un bien cultural y forma parte importante de nuestra identidad, por eso
es necesario cuidarlo, aprenderlo y transmitirlo.
El hecho de que en la actualidad reaparezca con tanta fuerza las actuaciones entorno al
patrimonio podrían deberse a la rentabilidad que producen en el mercado global,
además el termino patrimonio lima las asperezas ideológicas que producen otros
términos como cultura popular, folklore etc. Es legítimo hablar de patrimonio como
recurso pero no a cualquier precio, o al menos no a un precio que signifique extinguirlo
o agotarlo porque frente al derecho de beneficiarse de unos legados esta la
obligación de legarlos.
Tradicionalmente se ha proyectado como patrimonio elementos nobles, bellos y
rentables, pero hay que tener en cuenta que esto es un sesgo. Si desde la antropología
definimos la cultura como un todo en el que se resuelve como piensa la gente, como se
comunican, como se relacionan, como actúan, y como deben de ser las formas de andar
en el mundo, tendremos que asumir que en esa definición de herencia o legado caben
todas las formas de vivir, las que nos reconfortan y las que nos afrentan.
(marginalidad,tiempo)
A partir de la segunda guerra mundial se ve la necesidad de crear una legislación que
asegure el patrimonio (UNESCO 1950).
LA ANTROPOLOGÍA EN LA ACTUALIDAD
La Antropología como ciencia que estudia al hombre ha sufrido una profunda
transformación desde sus inicios. Antiguamente se buscaba en “el otro”, en el primitivo,
a ese ser que fuimos nosotros en nuestros orígenes, para que al conocerle mejor, poder
conocernos mejor a nosotros mismos. Pero en la actualidad, ya no existe ese
“primitivo”, como dice Augé, “todos los hombres pueden considerarse
contemporáneos”. Las transformaciones acaecidas en las últimas décadas han hecho
tambalearse el pensamiento social y han provocado la modificación no solo de la
realidad objeto de estudio de la Antropología, sino la forma de aproximarse a ésta y de
relacionarse con ella por parte del etnógrafo. Esta crisis ha obligado a la Antropología a
convertirse en ANTROPOLOGÍA CONTEMPORÁNEA, que supone:
 Crisis del objeto: deja de estudiarse el mundo exótico, la disciplina deja de ser la
mirada europea “al otro” y se repliega sobre sí misma. Se estudia la cultura
occidental, el impacto de la civilización occidental sobre los primitivos y la
antropología se estudia a sí misma como discurso de pretensiones científicas. Es el
movimiento postmoderno.
 Crisis del método: esta segunda crisis es originada en los años 50-60 por la nueva
etnografía, llamada también etnociencia o etnosemántica. En líneas generales,
considera que hay que abordar los fenómenos culturales como sistemas ideacionales
por lo que propone un mayor refinamiento metodológico para alcanzar el rigor
analítico. Se entiende que cada cultura es un sistema de códigos culturales que el
etnógrafo debe desentrañar. No interesan tanto los universales como las
particularidades de cada cultura. La relación de la nueva etnografía con la gramática
estuvo originada por la distinición emic/etic del lingüista Pike. Esta distinción
adquirió gran relevancia en la década de los 60. En la actualidad se propugna que la
interpretación cultural, así como el procedimiento etnográfico, estén más abiertos a
críticas al hacer públicos tanto los resultados como las metodologías, que son las
ideas que propugnan pensadores como Foucault, Derrida, etc.. Finalmente en USA
en torno a los 80, un grupo de intelectuales entre los que se encontraban
representantes de la nueva etnografía y de la ant. Simbólica, conforman la respuesta
a la antropología tradicional imperante, a través de lo que vino a denominarse
movimiento postmoderno.
 Crisis de representatividad: para la ant. Postmoderna es algo básico la forma de
captar la realidad y escribirla para que otros la entiendan. Implica por tanto,
preocupación por los géneros narrativos que se utilizan en las etnografías. Esta
preocupación de la etnografía como forma narrativa es fundamentalmente el
resultado del cambio al que se adapta poco a poco la antropología, que ha pasado de
explicar conductas a ser de algún modo el arte de interpretar acciones significativas,
acciones simbólicas a las que hay que acceder a través de la interpretación. Esta
crisis de representatividad nace de una enorme incertidumbre en torno a cuales son
los medios para describir la realidad social, las mejores formas de conocimiento,
cómo interpretar la realidad estudiada, y sobre todo con qué tipo de discurso
transmitimos lo que aprendemos.
Como todos sabemos, la familia conceptual que consideramos fundamental en
antropología (etnografía, etnología, etnicidad, étnico, etc.), procede de la voz griega
“ethnos” que viene a tener un significado próximo a pueblo, no en el sentido
poblacional administrativo sino de gente, es decir, conjunto de personas mas o menos
numeroso que tienen referentes comunes en un territorio, en los modos culturales o
habitacionales, en la distribución administrativas, formas económicas y de subsistencia,
en la relación social, o en otros aspectos culturales y sociales. Sin embargo, como todos
los términos sufre las fluctuaciones a que los somete la práctica del habla lo que influye
directamente en los matices de significados. Hoy “etno” tiene connotaciones de sentido
que lo separan visiblemente de su sentido original, aplicándose a la moda estilística,
turística, ornamental, etc. Delgado llama etnicidad a una suerte de hilo invisible que
permite hablar de cierta cohesión entre, por ejemplo los jóvenes en una discoteca. Para
la antropología pues, se trata más de una idea de rasgos que pueden otorgar cierta
cohesión a cualquier conjunto de personas, que no de una singularidad o una pretendida
esencialidad de esos grupos.
El problema está en que la antropología general ha sido puesta en relación o se
ha girado hacia el estudio de las sociedades complejas, mientras que la etnografía y por
tanto, la etnología no lo han sido. Da la impresión de que la etnografía se refiere a la
práctica de estrategias clásicas, como si utilizaramos la etnografía para el estudio de los
temas tradicionales de la antropología pero inservible y obsoleta para los nuevos retos
del análisis social y los estudios culturales. Pensar que se han agotado las formas
expresivas de los cánones clásicos, que no hay otras aportaciones posibles, que hay que
contar o proyectar siempre con las mismas herramientas, es un error. Los reparos a las
nuevas formas de etnografía suelen producirse sobre tres aspectos:
 Que el viejo humanismo tenga todavía vigencia para abordar los nuevos problemas
de vida.
 Que importan más las formas literarias reflexivas y especulativas que los propios
matices del análisis
 o sencillamente que la intención de conocer, la incontenible curiosidad que siempre
guió la vocación científica, no es la que guía la nueva mirada.
Los peligros del ejercicio etnográfico hoy no estan en la sospecha de ineficacia,
pertinencia, o irrelevancia, sino que vienen fundamentados por la propia inercia
servilista de la etnografía que desde el colonialismo ha venido dándole una índole de
utilidad, de servicio social, al ser capaz de identificar, señalar y aislar los problemas
sociales de nuestro tiempo, de tal suerte que a la etnografía se le presupone la intención
de solucionar los conflictos, cuando su verdadera tarea está en descubrir las
explicaciones del sentido de la vida.
Si la etnografía se desenvuelve en los márgenes de lo social, no lo hace para
marcar unos márgenes, sino porque en los límites de lo social se sitúa el hombre que
identifica lo que pertenece al mundo y lo que lo trasciende. La etnología interroga no al
hombre mismo, sino a la región que hace posible un saber sobre el hombre. Lo que
significa la superación de la estricta recogida de datos o el mero ejercicio descriptivo,
puesto que lo que hace es poner en relación lo que descubre en su observación con lo
que se ha dicho, y más aun tienen en cuenta lo que va a decir y como a de decirlo.
No hay una definición categórica de etnografía (y etnología) y de su relación con la
antropología ya que se definen proporcionalmente al avance teórico que la antropología
desarrolla. Las razones de esta dificultad definitoria son de naturaleza diversa:
 en cuanto a la metodología, se debate acerca da las formas y los fines de la
observación; la forma y el lenguaje de las conclusiones, de la escritura etnográfica;
la delimitación y la comprensión de los objetos de la investigación (comunidad,
grupo, sociedad, colectivo, cultura...).
 en cuanto a la construcción teórica, la indisolubilidad de las posiciones emic y etic,
o lo que es lo mismo, el intento de conocimiento mas allá de la pura información.
Etnografía y etnología aluden a dos dimensiones del pensamiento aplicado que
posibilitan el conocimiento antropológico y lo ayudan a que mantenga la relación
necesaria con su objeto de estudio: el hombre (universal). Así, la etnología no es solo el
estudio comparado de un conjunto de etnografías, o un tratado sobre el hombre social y
cultural, sino que es también una dimensión antropológica que hace posible hablar de
sociabilidad, porque relata las experiencias humanas. Así, etnicidad no son solo rasgos
de diferenciación étnica (físicos o culturales).
Lo que interesa a la etnografía es la observación inteligente, intelectiva, y que se
ayuda de todas las formas posibles de percepción. En ella es donde anida la verdadera
intención etnológica pero de ninguna manera es un escueto cúmulo de pequeñas
singularidades o de detalles diferenciales.
La relación del etnógrafo con su objeto de estudio, cómo vive, capta, traduce y
transmite ese conocimiento ha dado lugar a la formación de nuevos etnógrafos
integrados en la llamada ant. Postmoderna que surge de la ant. Interpretativa de Geetrz
(la cultura debe ser entendida en diferentes niveles).
EMIC/ETIC
Pike en 1954 acuñó estos conceptos diciendo que era conveniente aunque
arbitrario describir el comportamiento desde dos puntos de vista diferente, que nos
darían como resultados que se interrelacionan. El punto de vista etico estudia el
comportamiento desde fuera del sistema particular en que ocurre y constituye el
acercamiento primero y fundamental. El punto de vista emico estudia los
comportamientos desde el interior del sistema.
Esta distinción adquirió gran relevancia en la antropología en la década de los
60. Dell Hymes interpretó los conceptos acuñados por Pike como proceso del trabajo
del etnógrafo. Un etic del investigador seguido de un emic por parte del observador y un
segundo etic en el que se funden los conocimientos del etnógrafo con las categorías de
la cultura observada. En definitiva para Dell Hymes el emic no es más que una
elaboración del etnógrafo.
Keesing 1972, relacionaba lo emico con lo ideacional, mental y por tanto,
inaccesible directamente, y lo etico con lo comportamental y visible.
Esta postura fue criticada por los materialistas culturales como Harris, quien
redefinió la distinción entre emico etico en términos de categorías de los participantes y
categorías de los observadores dado que la separación entre lo mental y lo
comportamental no favorecía la descripción de la cultura como un todo. Lo emico sería
en definitiva, todo aquello que tras haber sido recogido por el etnógrafo es reconocido
por el nativo como real, significativo y apropiado. La traducción científica, no
familiares al nativo sería el etic, que según Harris sería el emic del etnógrafo.
Los orígenes de la polémica en torno a estos conceptos según la profesora Miret
se deben:
 El considerar idénticos los dominios de la lengua y la cultura, sin ser comparables
ya que la lingüística busca universales (homogeneizar) y la antropología estudia la
diversidad.
 No se puede subsumir la investigación antropológica en la metodología lingüística,
en todo caso al revés.
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