LA COMUNIDAD DE CORINTO Una comunidad abierta y cosmopolita formada predominantemente por hombres y mujeres, provenientes de los ambientes marginales de la ciudad (1 Cor 1,26- 28) Es una comunidad viva y activa, fuertemente centrada y entusiasmada con los carismas y con el culto. La proliferación de carismas, ordinarios y extraordinarios, es tal, que llega a haber una emulación no sana entre los miembros de la comunidad, deseosos cada uno de tener carismas superiores a los demás. Se producen rencillas, divisiones, críticas (cf 1 Cor 12,4-10.28-30). Pablo tiene que intervenir poniendo orden en la comunidad, haciéndoles ver la fuente única de donde dimanan todos estos dones (un mismo y único Espíritu: 1 Cor 12,11), el fin al que se ordenan (la edificación del Cuerpo de Cristo: 1 Cor 12,12-13.27), y sobre todo, que existe algo que es muy superior a todo don y carisma por espectacular que sea: el Amor (cf 1 Cor 12,31). Otro polo sobre el que gira la comunidad creyente de Corinto es el culto que se ve influenciado por elementos de los cultos histéricos propios de las numerosas religiones paganas que coexistían en Corinto. Tanto los carismas como el culto se prestaban de hecho a graves desórdenes, frente a los cuales Pablo tuvo que intervenir estableciendo una serie de normas y criterios por los que debía regirse la comunidad (cf l Cor 11,3-10; 12,111.27-31; 14,26-39).Pablo, en este sentido, no apela al responsable de la comunidad, sino que debe ser la comunidad misma la que haga rectificación, entre por caminos de conversión y ponga de nuevo en orden las cosas, logrando la concordia entre todos. COMUNIDAD DE LOS ROMANOS La evangelización de los griegos Jesús se había presentado como el Salvador, y en primer lugar quería salvar al pueblo judío. Al hablar del reino de Dios les abría nuevos horizontes, sin ignorar sus aspiraciones colectivas. Pero cuando empezó la misión entre los griegos, ajenos al deseo de liberación de los judíos, fue necesario mostrarles que el Evangelio respondía también a sus aspiraciones. El imperio romano había reducido prácticamente a nada las ambiciones de naciones pequeñas y grandes al absorberlas, dejando un vacío donde crecerían las preocupaciones religiosas. Esa gente se interesaba por todo lo que afectaba a la persona y buscaba entre una balumba de doctrinas y de religiones un medio para escapar al destino. Por eso había que hablarles de Cristo como del que resuelve nuestros conflictos y da nueva vida. En la carta a los Romanos Pablo quiere responder a las preocupaciones de los griegos pero sin descuidar a los judíos, muy numerosos en esa comunidad. Para los judíos creyentes resultaba muy difícil resituarse ante Dios después de que la mayoría de su pueblo rechazara la fe cristiana. La justificación de Dios y la salvación de la humanidad La carta a los Romanos es en gran parte una exposición sobre la vocación cristiana. No sólo nos parecerá difícil sino que lo es. Encontramos en ella discusiones y una utilización de los textos bíblicos que desconciertan, porque Pablo argumenta como había aprendido en las escuelas de los rabinos. Pero conviene recordar que Pablo no vertebra un sistema doctrinal, una teología, sino que recurre constantemente a su propia experiencia. El encuentro con Jesús resucitado, la conversión que lo puso al servicio del Evangelio, y posteriormente la amplia experiencia de su vida de apóstol, son las bases de su visión de la fe. Pablo va a hablar de la salvación de Dios,, que es la salvación de la raza humana, como un todo, y que se juega en el corazón de las personas. Todo dependerá de la respuesta personal a la llamada de Dios. ¿Sabremos confiar en él? Pablo está marcado por su propia historia y presenta el encuentro con la fe como una conversión más o menos dramática. El hombre es esclavo del pecado (convendrá ver lo que Pablo entiende con esto) y quisiera liberarse de él, pero le falta la clave para comprenderse a sí mismo: ha sido creado para compartir la vida de Dios, y hasta que no lo consiga, experimentará una rebelión consciente o inconsciente contra Dios. ¿Habrá que volverse hacia la religión? Con eso se ganaría muy poco, dice Pablo con una insistencia que sorprenderá a muchos; pues mientras se piense encontrar la superación en las prácticas religiosas, se dará la espalda a la única fuerza que puede liberarle: el amor misericordioso de Dios. Pero Dios tiende la mano y enseña a amar. Jesús viene al encuentro y es crucificado y así Dios manifiesta su amor y perdón. Sólo espera respuesta de un acto de fe, una fe que libera de un solo golpe. Para explicar esta transformación que la fe obra en el hombre, Pablo utiliza una palabra que tendrremos que explicar: la justificación. Esta salvación es la que anunciaba toda la Biblia, pero desconcierta a todos los que, en la religión judía, se habían quedado con las prácticas, que pertenecen a una época de la historia humana a la que ha puesto fin la muerte de Jesús. El bautismo hace entrar en un mundo misterioso, que no es otro que el Cristo resucitado: ahora ya estamos «en Cristo» y vivimos de su Espíritu. El don del Espíritu abre una nueva era en la que quienes se han hecho hijos o hijas de Dios tendrán que inventarlo todo según las leyes del amor. Pablo se detiene sobre el problema del pueblo judío: ¿qué pensar de toda la historia de Israel, al que Dios prometió un salvador, y que cuando viene no lo reconoce? Pablo explicará que esa tragedia se inscribe dentro de un plan más amplio, según el cual Dios salva a todos, permitiendo que todos los pueblos hayan pasado por un tiempo de desobediencia a Dios. Pablo envió esta carta el año 57 ó 58, probablemente desde Corinto. Hasta entonces se había dirigido a comunidades que conocía y cuyas dificultades no ignoraba. Esta vez no; al final de su exposición hablará de manera muy general de la vida cristiana, y sobre todo de cómo aceptarse mutuamente entre personas de orígenes muy diversos. Porque en Roma, como en cualquier otra parte, no fue tan sencillo reunir en una misma comunidad a judíos y paganos convertidos. Pablo les recomienda lo que ni siquiera nosotros logramos practicar hoy: que acepten sus diferencias.