El secularismo

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Encuentro Regional de Grupos Misioneros
Corrientes, Septiembre 2012
El secularismo.
¿Qué es el Secularismo dentro de la concepción religiosa cristiana?
Secularización proviene del latín “saeculum”, que significa “siglo”, pero también “mundo”.
De ahí que secular se refiera a todo aquello que es mundano, por oposición a lo espiritual y divino.
De “saeculum” también deriva la palabra “seglar”, con la que designamos a los miembros de la
Iglesia que no son clérigos. Así pues, “secular” se opone a “religioso”, como “profano” se opone a
“sagrado”.
La secularización es el proceso que experimentan las sociedades a partir del momento en que
la religión y sus instituciones pierden influencia sobre ellas. Con la secularización, lo sagrado cede el
paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular. Proceso por el cual la religión va perdiendo
influencia en la sociedad, de modo que otras esferas del saber van ocupando su lugar. Un ejemplo
claro de secularización es, en el caso del cristianismo, la Ilustración. La secularización implica una
“mundanización” (sin querer dar a esta palabra ningún sentido peyorativo) de la religión y la
sociedad, y sigue siendo también un tema de interés filosófico, sobre todo a la hora de plantear las
relaciones que debe haber entre la religión, la política y la ética.
El término secularización también designó la progresiva independencia del poder político
respecto al poder eclesiástico. En este sentido, secular equivale a laico, es decir, a no-confesional.
Con la secularización el Estado deja de ser confesional, se emancipa de cualquier tutela religiosa y se
convierte en un Estado laico.
En un tercer sentido, secularización se refiere a la pérdida de influencia de la religión en la
cultura. Si en alguna época estuvieron sometidas a la influencia de la Iglesia, con la secularización, la
ciencia, la moral, el arte... recobran su papel, al margen de lo religioso.
En cuarto lugar, la secularización designa la autonomía de la sociedad en general y de sus
instituciones (enseñanza, sanidad, asistencia social…) frente a las instituciones religiosas que,
tradicionalmente, habían tenido mucho más peso.
Finalmente, la secularización es una manera de hablar de la decadencia de las prácticas y
creencias religiosas que se observa en las sociedades modernas.
Origen y progreso de la secularización
La secularización del Occidente europeo se remonta al inicio de la modernidad (siglos XV y
XVI) cuando, por el avance de las ciencias naturales en la explicación global del mundo, la razón se
afirmó como instrumento de conocimiento, frente a la religión y la Iglesia. Por otra parte, los
movimientos sociales, el desarrollo de la política y de la cultura hicieron ver que los asuntos
terrenales tenían una dinámica propia, explicable desde los propios condicionamientos humanos.
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El siguiente paso en este proceso fue dado por la Ilustración francesa y alemana del siglo
XVIII, que estableció claramente los límites entre la religiosidad y la vida civil, identificando esta
última con la mayoría de edad o madurez del ser humano. Se pensaba que frente a un mundo regido
por las creencias y normas religiosas, era posible una sociedad de individuos racionales, guiados por
principios laicos y máximamente universales.
Desde entonces, la religión ha visto progresivamente reducido su papel y su influencia sobre
las costumbres y la mentalidad de las personas, hasta el punto de que en la actualidad la vida social y
política, al menos en las sociedades industrializadas de occidente, se desarrolla en una aparente
ausencia de religiosidad. La secularización es el cumplimiento del ideal kantiano de la "mayoría de
edad" del hombre. Éste "ya no necesita" la tutela de la religión, sino que puede pensar y decidir por sí
mismo.
La influencia de la religión en las sociedades modernas sin duda ha disminuido, pero parece
precipitado entender que asistimos al final de la religión. Es cierto que una mentalidad desacralizada
y racionalista se ha impuesto en la sociedad moderna, sin embargo no parece que con ella puedan
quedar resueltas todas las inquietudes humanas. Ahí donde las ciencias no dan explicación, la
religión continúa proponiendo la respuesta para millones de personas. No obstante, la inquietud
espiritual, no ligada a una religión concreta existe, y como fuerza más o menos dispersa se manifestó
en los últimos años del siglo XX en la llamada Nueva Era o "new age".
Otros sentidos del término "secularización"
La secularización es también una autorización dada a un religioso con votos solemnes y por
extensión a aquellos con votos simples, para vivir por un tiempo o permanentemente en el “mundo”
(saeculum), fuera del claustro y su orden, aunque manteniendo la esencia de la profesión religiosa. Es
una medida de favor hacia el religioso y debe por tanto ser distinguido de la “expulsión” del religioso
con votos solemnes, y del “despido” del religioso con votos simples, que son medidas penales hacia
sujetos culpables.
Por otra parte, como la secularización no anula el carácter religioso, es distinta de la dispensa
absoluta de los votos; esta es también una medida indulgente, pero anula los votos y sus obligaciones,
y el dispensado no es más un religioso. Como regla general la dispensa es la medida que se toma en
caso de religiosos con votos simples mientras la secularización es empleado cuando hay votos
solemnes. Sin embargo hay excepciones en ambos casos. La secularización se divide en temporaria y
perpetua; la primera es simplemente la autorización dada a un sujeto para vivir fuera de su orden, ya
sea por un tiempo fijo, uno o dos años, o mientras duren circunstancias particulares, condiciones de
salud, familia, negocios, etc., pero no hay cambio ni en las condiciones ni en los deberes del
religioso. La secularización perpetua por otra parte, saca completamente al sujeto de su orden, los
hábitos de la cual se quita, y de la que no tiene más derecho a pedir apoyo., sin acuerdo previo. Pero
el secularizado no cesa de ser un religioso; sus votos quedan como una permanente obligación y por
tanto continúa observando las cosas esenciales de la vida religiosa.
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Corrientes, Septiembre 2012
El Laico en la Iglesia y el mundo.
Aunque nos parezca extraño, denominar con este término, a los fieles cristianos, no nos
referimos a ellos de manera despectiva, sino más bien como aquellos que son “fermento en la masa”,
como los denomina el concilio Vaticano II.
La misión del laico encuentra su raíz y significación más profunda en: El Bautismo y la
Confirmación, que lo incorporan a Cristo y lo hacen miembros de la Iglesia- Participa a su modo de
la función Sacerdotal, Profética y Real de Cristo y la ejerce en su condición propia- La fidelidad y la
coherencia con las riquezas y exigencias de su ser le dan su identidad de “hombre de Iglesia” en el
corazón del mundo y de “hombre del mundo” en el corazón de la Iglesia. (Cfr. Documento de Puebla.
Tercera Parte, Capítulo II, Laicos).
Por lo tanto en la persona de los fieles cristianos, laicos, la Iglesia lleva a cabo su misión en el
mundo. Por elle en profunda comunión ayudan a construir la Iglesia como comunidad de fe, oración
y caridad fraterna. De aquí que es en el mundo donde el laico encuentra su campo de acción
específico, donde por el testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su acción concreta, éste
tiene la tarea de ordenar las realidades temporales para ponerlas al servicio de la instauración del
Reino de Dios (Cfr. Documento de Puebla. Tercera Parte, Capítulo II, Laicos).
Teniendo presente esto veamos ahora la propuesta hecha por el magisterio de la Iglesia en
Evangelii Nuntiandi. La Evangelización del mundo moderno, remiten a dos desafíos que alarman a la
Iglesia, uno es la “incredulidad del mundo moderno” que se conjugan en nuevas corrientes de
pensamientos, antivalores y convicciones nuevas que se imponen.
Otro desafío que preocupa es el secularismo, que fracciona, divide el pensamiento del hombre
moderno, como concepción del mundo, el cual se explica por sí mismo sin recurrir a Dios, quien
resultaría superfluo o un obstáculo, este tipo de secularismo ateo, se presenta bajos distintas formas
como ser el hedonismo, el egoísmo, el consumismo y el materialismo que mueven al hombre a mirar
solo a su alrededor y le impide el compromiso por el bien común y por el hombre.
Por ello debemos como Iglesia realizar un compromiso profundo, involucrarnos con nuestra
realidad presente para que el anuncio de la Buena Noticia, llegue a todos los hombres, para que de
este modo alcancen la salvación.
En el fiel cumplimiento de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los
desafíos del mundo presente; el éxodo de los fieles cristianos a las sectas, corrientes de pensamientos
contrarias al anuncio de Cristo; estos la violencia social, la secularización, la globalización, la
injusticia y la pobreza flagelos de nuestro tiempo y que requieren nuestro compromiso.
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