Las Marcas de Distribución Un poco de historia: La historia de la marcas del distribuidor se remonta años atrás, cuando Mary Ann Staples y John James Sainsbury se conocieron. Ambos poseedores de una pequeña tienda, se casaron e unificaron los negocios en el famoso Sainsbury’s que perdura hasta hoy en UK. Poco tiempo después y buscando abaratar los precios lanzaron su primer producto de marca blanca, unas tiras de bacon con el logo de la tienda. Era el año 1882 … Lo que empezó con unas lonchas de bacon, se ha ido extendiendo hasta la actualidad, convirtiéndose así las marcas del distribuidor en un 30-40% de nuestra compra, según los datos de la Consultora Nielsen. Aunque el boom no llegó hasta 1996, cuando las marcas blancas ya representaban el 12%, una cifra que se ha multiplicado por tres en el año 2008. El año pasado, Carrefour contaba ya con más de 9000 productos de marca propia. Conscientes de este éxito en ventas, los fabricantes y productores han ido aumentando la calidad de sus productos y envases. Para ellos lo que importa es la fidelidad, es decir que volvamos a comprar su producto una y otra vez. Aun así, los comercios son conscientes de que han de hacer un negocio limpio y no acaparar todo el espacio, dejando así lugar para el resto de marcas. Actualmente y según un portavoz de Carrefour sus productos de marca blanca, alcanzan el 25% en sus estanterías. Definición: Una marca de distribuidor, también llamada marca blanca o marca propia, es la marca perteneciente a una cadena de distribución (generalmente, híper o supermercado, pero también de gran distribución especializada) en la que se venden productos de distintos fabricantes. Las marcas blancas se han considerado tradicionalmente una estrategia B2C (Business-to-customer, «del negocio al cliente»). El objetivo de la marcas propias es conseguir una fidelidad comercial para los artículos del establecimiento. El desarrollo de las marcas blancas empezó en 1975, con lo que entonces se llamó «producto libre». La premisa de su lanzamiento era: «Igual de buenas que las grandes marcas y más baratas (porque no hay gastos de publicidad)». Los primeros envases de estos artículos eran blancos y bastante asépticos; de ahí, el nombre de marca blanca. Trataba de captar al comprador innovador que siente que ha hecho la mejor elección, porque no está pagando más por un artículo básico. Las marcas blancas comenzaron con productos de alimentación de compra frecuente: leche, pastas alimenticias, arroz, legumbres, galletas... Y siguieron con otros artículos de uso frecuente en el hogar, tanto de limpieza como de higiene corporal. En general, las marcas blancas aparecen y se consolidan para artículos de compra con poca implicación emocional por parte del comprador o usuario final. La marca blanca ha tenido un gran auge en la distribución alimentaria en los últimos años, pasando en algunos países a superar las ventas de marcas del fabricante. La confianza que el consumidor ponía en un fabricante se traslada a una cadena de distribución que merece su aprobación. Algunas ventajas de la marca blanca: - Normalmente son marcas más baratas que las marcas que distribuye el fabricante, pero eso no significa que sean de inferior calidad. - En muchos casos, el producto es idéntico al comercializado por marcas líderes pero a un coste inferior. - El fabricante tiene garantizada la implantación de su producto en un mercado concreto y amplio, los puntos de venta del distribuidor.