LA OPERACIÓN CÓNDOR Y MORALES BERMUDEZ Desde que la jueza de Roma Luisianna Figliolia dictara 140 órdenes de detención de ciudadanos latinoamericanos, entre ellos ex dictadores y militares, por la desaparición de 25 ciudadanos de origen italiano en la llamada 'Operación Condor' en los años 70 y 80, se viene escribiendo mucho, e incluso han resurgido muchos viejos líderes de izquierda –ver declaración del hijo del ex dictador, el también ex ministro aprista en el primer gobierno de García Pérez, en Correo de 09 de enero-. Que alguno de estos últimos personajes hayan aparecido cual fantasmal anuncio de eventual protagonismo, es entendible porque es posible que ellos hayan sufrido algún tipo de tortura a la que nos sometieron en la entonces PIP, personajes a nombre de Seguridad del Estado, ese ente que se regocijaba con métodos “científicos” para arrancar una “declaración” (muchas veces la coacción y la feroz tortura obligaba a autoinculparse de delitos no cometidos); métodos éstos que incluían la famosa “picana”, en la que el desnudo cuerpo del torturado, tras haber sido golpeado recibía descarga eléctrica en los genitales; o los zambullidos en sanitarios colmados de inmundicia,….en fin, este espacio sería muy reducido si se narran las diversas torturas. El objetivo de esta nota es incorporar al debate, o mejor, exponer para el periodismo de investigación un tema que deberá esclarecerse al máximo en circunstancias de defensa irrestricta de los Derechos Humanos, el tema de las causales de la ‘Operación Cóndor’. Se le ha visto como una respuesta al desarrollo del pensamiento marxista en América Latina, y eso es indubitable. Pero debe precisarse que dicha respuesta, naturalmente diseñada por el imperio del norte, está engarzada con la estrategia concebida y ejecutada desde 1961, desde la ‘genial’ cabeza de quienes dirigían el gobierno de los EEUU durante la época de John Fitzgerald Kennedy. Punta del Este es el hermoso balneario que el imperio eligió para reunirse con los ventrales representantes de su traspatio, Latinoamérica. Alianza Para el Progreso le llamaron, porque dizque dicho ‘progreso’ se iba a conseguir ejecutando una estrategia de “SEGURIDAD Y DESARROLLO”. Seguridad para cada país, o mejor, para todo el continente; seguridad para evitar que nuestras fronteras sean atravesadas por fuerzas del “efervescente comunismo”; pero, seguridad que, en la mayoría de los casos, SÓLO podían garantizar las FF.AA. de cada país. Naturalmente que ellas deberían de tomar el poder vía golpe de Estado, instaurando gobiernos de facto.