El mes de Tamuz

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El mes de Tamuz
Autor: Simjá Raz
Es el décimo mes del año según el cómputo de los meses desde la creación del
mundo, y el cuarto mes según el cómputo desde el Éxodo de Egipto. El nombre
Tamuz es de origen asirio, "Damuzi". En un calendario agrícola hebreo encontrado en
las excavaciones arqueológicas de Guézer, este mes es llamado "el mes de Zamor".
En el Tanaj se lo menciona varias veces como "el mes cuarto", pero el nombre de
Tamuz sólo aparece como nombre de un ídolo asirio o babilonio (Ezequiel 8:14). Los
judíos que retornaron del exilio de Babilonia introdujeron el uso del nombre Tamuz
(en la versión de "Tamuzi") como nombre del "mes cuarto", y desde entonces suele
ser mencionado así en la literatura rabínica.
Cabe señalar que Tamuz era un ídolo babilonio, el dios del florecimiento y el
despertar de la naturaleza en la primavera. Reinaba durante los tres meses de
primavera: Nisán, Iar y Siván. En Tamuz, cuando las plantas agostan, Tamuz moría y
todos los años las mujeres lloraban su muerte.
En tiempos de Tamuz crece el calor estival: "El sol pasea para hacer madurar los
frutos y conducirlos al estío" (Maséjet Pesajim 94).
El Midrash Ialkut Shimoní (Jeremías 335) dice: "Somos avergonzados porque hemos
oído el reproche" (Jeremías 51:51); se refiere al 17 de Tamuz. "La confusión cubre
nuestros rostros" (ibíd., ibíd.) se refiere a la destrucción del Primero y el Segundo
Templos.
17 de Tamuz: Este día fue estipulado como ayuno por cinco sucesos que se
produjeron en él: se rompieron las Tablas de la Ley; en tiempos del Segundo Templo,
se anuló la ofrenda Tamid; Apostemo quemó la Torá; se introdujo una imagen en el
Santuario; en tiempos del Segundo Templo, las legiones romanas comandadas por el
malvado Tito abrieron una brecha en la muralla de Jerusalén (en el año 70 e.c.)
Los días que van desde el 17 de Tamuz, llamado "el ayuno del mes cuarto", hasta el 9
de Av, llamado "el ayuno del mes quinto", constituyen un momento difícil para el
pueblo judío y son llamados "Bein Hametzarim", tal como dice Meguilat Eijá 1:3:
"(A Jerusalem) la alcanzan todos sus perseguidores entre las angosturas".
Estos días, en los que se minimizan las alegrías, son conocidos también como "las tres
semanas de duelo", tal como dice en Daniel 10:2-3: "En aquellos días yo, Daniel,
guardaba duelo durante tres semanas. No comía pan delicioso, ni carne ni vino
entraban en mi boca, ni me ponía ungüentos, así hasta que se cumplieron tres
semanas".
Según el profeta Zejariá (Zacarías 8:19), "el ayuno del mes cuarto" habrá de
convertirse en el futuro en un día de alegría, junto con otros tres ayunos bíblicos.
El relato del mes
Rabí Shlomó Itzjaki (Rashí), falleció el 29 de Tamuz de 4865 (1105)
Rashí, el más excelso comentarista de la Biblia y el Talmud, uno de los más grandes
eruditos y legisladores en materia de Halajá y experto en lengua hebrea, nació y murió
en Troyes, al norte de Francia (1040-1105).
Rabí Shlomó Itzjaki solía ponerse en contacto con los sabios más descollantes de su
época y estudiar Torá con ellos. Según la tradición, deambuló por la diáspora tal como
acostumbraban hacerlo muchos judíos justos y piadosos de Francia y Ashkenaz. La
leyenda refiere que viajó también a Oriente, en donde conoció a un asceta y estudioso
cristiano que deambulaba por diversos países, quien lo introdujo en discusiones sobre
creencias y opiniones y quien se asombró al oír las sabias respuestas de ese estudioso
judío. El asceta contrajo una grave enfermedad y Rashí, que también conocía las
ciencias médicas, no se apartó de su cama y lo atendió como amigo y como médico
hasta que sanó.
Cuando el asceta sanó y Rashí fue a verlo para despedirse de él y proseguir su
camino, éste quiso darle obsequios costosos, pero Rashí se rehusó a recibirlos y le
dijo: -No me debes nada. Si bien nuestras religiones son diferentes, todos somos seres
humanos, creados a imagen de D's. Mi creencia me exige ayudar a cualquier persona
en problemas. Sólo quiero pedirte una cosa: si algún judío necesitare tu ayuda,
bríndasela tal como yo te di la mía en momentos difíciles.
Al cabo de algunos años, cuando Rashí regresó de su deambular, pasó por la ciudad
de Praga. Los años de exilio habían llegado a su fin y su nombre ya era famoso como
gran comentarista de la Torá y el Talmud. La comunidad judía de Praga lo recibió con
grandes honores, y todos salieron a darle una cálida y respetuosa bienvenida.
El duque de Praga odiaba a los judíos y al ver los grandes honores que los judíos
rendían a su huésped ordenó que engrillaran a Rashí y lo llevaran a su presencia. En
casa del duque se encontraba en esos momentos un gran obispo, que hasta hacía unos
años había sido un asceta errante y que había conocido a Rashí en su deambular por
Oriente. Cuando Rashí se presentó ante el duque, el obispo lo reconoció, se puso de
pie y lo abrazó con afecto y amistad. El asceta relató al duque cómo lo había atendido
Rashí durante su enfermedad y el duque lo liberó.
Mientras tanto, cuando los esbirros del duque apresaron a Rashí, los enemigos de
Israel se sintieron fortalecidos, salieron a las calles y perpetraron desmanes contra los
judíos. Cuando Rashí fue liberado, el duque reprimió los disturbios y los agitadores
fueron castigados.
La leyenda refiere que a partir de entonces, el duque se convirtió en filosemita y fue
benévolo con los judíos de Praga.
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