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Historia y pensamiento de Federico Carlos de Savigny, Cátedra II, Introducción al derecho,
de la Universidad Nacional de la Plata
Fecha de inclusión en Alipso.com: 2001-11-25
Enviado por: ALFONSO SCELZI ([email protected])
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Carlos Federico Savigny
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Historia y pensamiento de Federico Carlos de Savigny, Cátedra II,
Introducción al derecho, de la Universidad Nacional de la Plata Agregado: 25 de NOVIEMBRE de 2001
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Federico Carlos de Savigny
Federico Carlos de Savigny, nació el 21 de febrero de 1779, en la patria de Goethe, el príncipe de nuestros
poetas. Su familia era originaria de la Lorena, de donde había emigrado a Alemania hacían 150 años. La
Biographie universelle menciona a un Cristóbal de Savigny, nativo del condado de Rathel, en Champagne, que
se había hecho renombre el siglo xvi por sus escritos enciclopédicos. Quizá sea él uno de los antecesores de
Savigny. El abuelo de Savigny era gobernador en Deux-Ponts; su padre, representante de varios príncipes del
circulo del Alto Rhin en Franfort, sobre el Mein. Se refiere de este último que adornaba los libros de su
biblioteca con una viñeta que representaba un manojo de llaves con divisa: non omnia possums omnes. La
familia se encontraba en una buena situación de fortuna. Huérfano desde los 13 años, Federico Carlos fue
recogido en la de su tutor Von Neurath, que era Asesor de la Cámara Imperial en Wetzlar. Este último lo
determinó a iniciarse en el estudio del derecho, pero en una forma tan poco atrayente que poco faltó para que
esta iniciación lo alejara de la ciencia jurídica. Fue ganado enteramente por esta disciplina cuando, en 1795, a
la edad de 16 años, se incorporó a la Universidad de Marburgo. Allí entro en relacione intimas con el profesor
Felipe Federico Weis, un jurista filósofo de la que entonces se llamaba escuela elegante, del cual dice Hugo
escribió menos que lo que se hubiera deseado. El joven Svigny fue entusiasmado por aquél para el estudio del
derecho y de su historia, fue también Weis que le dio la primer idea incitándolo a trabajar en la historia del
derecho romano en la edad media, por lo cual Savigny en el prefacio de dicha obra lo llamó su excelente
profesor. Wais unía a sus profundos conocimientos, un celo increíble por la literatura jurídica de la edad
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Carlos Federico Savigny
media, que fue también objeto de su última obra, un producto de su tiempo. Después de haber pasado un corto
intervalo de tiempo en la Universidad de Goettingen, Savigny terminó sus estudios en Marburgo, obteniendo
su título de doctor en jurisprudencia el 31 de octubre de 1800. En esta ocasión escribió, como disertación
inaugural, su primer trabajo, De Concursu delictorum formali , que permitía adivinar, en el joven de 21 años,
al futuro maestro. Designado profesor adjunto, no sólo despertó todas las esperanzas, sino que las colmo; sus
primeros pasos le valieron un éxito sin reservas. Poco bastó para que su renombre como escritor de derecho
quedara consagrado para siempre. Un curso sobre los diez últimos libros de la Pandectas atrajo su atención,
especialmente sobre la difícil teoría de la posesión y le hizo reconocer, con rapidez, como la manera habitual
de tratar esta teoría, importante para la práctica, poco respondía al contenido de las fuentes. Aquí también,
como él mismo lo dice, animado por su profesor Weis, se dedicó a tratar personalmente esta materia, y así
apareció durante el año 1803 El derecho de la posesión, monografía de derecho civil, que bastaría para
asegurar a su autor su nombre imperecedero en la literatura jurídica[1]
Contexto histórico, social y cultural:
En él como en ningún otro se encarnaba la historia de la jurisprudencia desde los comienzos de nuestro siglo,
y con el transcurso del tiempo cuando el brillo de muchos de los hombres haya empalidecido, el suyo
resplandecerá aún más, y toda la época de la ciencia que comienza con él, como todo lo que otros han
realizado y logrado, girará alrededor de su nombre y le será atribuido como merito indirecto. Por esa razón el
25 de octubre de 1865 es para la jurisprudencia un día histórico como ningún otro. Para la historia de la
jurisprudencia este nombre no pesa menos que el de Goethe para la de la poesía y de la literatura alemanas.
El espíritu de Savigny había madurado siendo muy joven. Después de haber obtenido en 1800, en Marburgo,
el grado de Doctor, fué designado profesor, en plena juventud, a los 21 años de edad, en la Facultad de aquella
ciudad; el reconocimiento a sus méritos no se hizo esperar, siendo designado profesor extraordinario. Tres
años después publico “leyes y fragmentos” del Corpus Juris. Esta obra puede ser señalada como la piedra
angular de la época actual de la jurisprudencia y a pesar de ser la obra de un principiante, contiene en germen
todo lo que más tarde pudo ser realizado y realizaron, tanto el mismo Savigny como otros escritores, para
lograr la regeneración de la jurisprudencia: un animoso y juvenil entusiasmo para sacudir el peso inútil de las
divisiones tradicionales, de las definiciones, de las reglas, de las expresiones técnicas, una delicadeza en la
crítica de sus predecesores, de la que hasta entonces nadie había podido jactarse; el uso independiente, libre de
prejuicios, de las fuentes, pero ante todo, aptitud de seguir a través de los cambios más enmarañados, a los
juristas romanos, y de describir, partiendo de puntos aislados y de indicaciones fugitivas, las líneas originales
y las ideas fundamentales de la teoría, de hacer revivir el pensamiento romano, reconstruir la construcción
romana, evocar de nuevo el espíritu de la jurisprudencia romana y captar la inteligencia íntima de su obra.
Tales son los rasgos particulares que singularizan a esta obra.
Savigny, dedicó los anos siguientes a un viaje científico, viaje que tuvo por objeto la compulsa de las
bibliotecas, especialmente para el estudio del derecho romano en la Edad Media. En realidad la historia del
derecho tomaba más bien la forma de una historia literaria del derecho y su valor no sufre por ello ningún
desmedro. La historia del derecho romano, por el contrario no ha gozado del mismo favor de una elaboración
de conjunto de esa especie; debió conformarse con una serie de monografías aisladas, algunas de ellas
trascendentales, que se publicaron originariamente, en parte en la colección de la Academia de Ciencias de
Berlín, en parte en la Revista para la historia de la ciencia del derecho, fundada por él mismo en unión con
Eichorn y Göschen.
Al termino de su viaje a Italia, el año 1808, Savigny acudió a un llamado de Landshut, yendo dos años más
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tarde a la Universidad de Berlín, que recién había sido fundada, para exaltar el primer plano, dentro de
Alemania, la cátedra de derecho romano.
El año 1814 brindó a Savigny la oportunidad de producir un escrito de circunstancias, que provocó un efecto
que quizá sea único en la historia. La liberación del yugo exterior del dominio francés, había estimulado en
muchos espíritus, la idea paralela de que también podía ser sacudido del yugo interno que bajo la forma del
derecho romano aceptado en otro tiempo y que en muchas partes de Alemania se conservaba y se conserva
aún. Entre otros, especialmente Thibaut de Heidelberg, había dado a este anhelo una expresión calculosa y
elocuente. No era fácil oponerse a este sentimiento apoyado por la gravitación del pasado y por el patriotismo
exaltado, sostenido tanto en nombre de la nacionalidad como de las conveniencias prácticas, porque ello
importaba renunciar, para siempre, a una verdadera popularidad. Savigny dio este paso en su escrito “De la
vocación de nuestro tiempo para la legislación y la ciencia del derecho”. Sería rendir un homenaje excesivo a
las fuerzas que en aquel momento regían los destinos de Alemania, se aceptaba que Savigny hizo abortar la
idea de una legislación nacional; desde este punto de vista su escrito no era necesario y un adversario de esa
idea hubiera encontrado en la sola palabra, Dieta Federal (Bundestag), un apoyo más fuerte que en todos los
fundamentos extraídos por Savigny. Una denominación puede darse, la que asegura al escrito su significación
imperecedera. Savigny es de la opinión, que la época no posee aún la madurez necesaria para la redacción de
un Código y previene contra las consecuencias necesarias de una extemporánea fijación y codificación del
derecho. Menos de treinta años después, Savigny era Ministro de Legislación en Berlín. Él estaba autorizado
para no colocar muy alta la concepción científica y la justa apreciación de su propio valer lo cual autoriza a
decirse que la época debía aprender de él, no sólo en aspectos aislados, sino de la generalidad de sus
opiniones y de su cultura. Pero al emplear como medida la cultura científica para determinar la vocación
legislativa, Savigny probaba que el mismo interpretaba la vocación del legislador. Si es posible que el Código
hace superflua la ciencia y si el legislador será , al mismo tiempo profesor y el Código compendio, en tal caso
Savigny tenia razón , cuando protestó en contra de que la ciencia de su tiempo podía participar de ese honor.
Una época que siente la necesidad de reorganizar su estado jurídico o solamente la de codificar su derecho y
que no obstante ello se cruza de brazos, por no considerarse madura, no reconoce su pobreza sino que
atestigua un exceso de espíritu, extendiendo un certificado de indigencia moral.
Si bien con anterioridad a Savigny, voces aisladas se hicieron oír que exteriorizaban ideas análogas, fue su
merito haberlas reunido, en una concepción científica fundamental, brindándolas a la ciencia. Sobre la base de
esta concepción y con el propósito de llevarla a las diversas esferas del derecho, fundó Savigny en 1815 con
Eihhorn y Göschen, un órgano propio, la “Revista para la Ciencia Jurídica Histórica”, e invitó a todos los que
participaran del mismo punto de vista fundamental, como sus partidarios de la escuela histórica, a luchar
contra su adversarios.
Después de su escrito sobre la posesión, la actividad literaria de Savigny abandonó la esfera del dogmatismo,
dedicándose exclusivamente a la historia, lo que dio base suficiente al prejuicio de que esto se debía a la
unilateralidad de su talento o de su inclinación. El año 1840 destruyó radicalmente este prejuicio. en ese año
aparecieron tres volúmenes de una obra concebida con gran extensión- “El sistema del derecho romano
actual”- acontecimiento que produjo verdadera sensación en el mundo jurídico. La admiración ilimitada no fue
general, no faltaron voces, especialmente entre los prácticos, que exteriorizaron un sentimiento de decepción;
lo que con razón podía reprocharse a la obra, era la disonancia entre su contenido y el título “derecho actual”.
No en el sentido de que Savigny, como podía esperarse del historiador del derecho y como lo hicieron varios
de sus discípulos, hubiera mostrado el empeño de volver la vida y el vigor a las partes muertas del derecho
romano, sino por lo contrario, en comparación con la idea que hasta entonces se había formado de él, resultaba
sorprendente presenciar cómo el maestro se había mantenido tan ajeno a esta desviación de sus discípulos,
colocándose más bien en el otro extremo, como muchos de sus opositores, a los que se denominaba prácticos
porque sin duda no era historiadores.
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Su actitud respecto al problema de la legislación: Ella ofrece un rasgo esencial para caracterizar la
personalidad de Savigny. Se presenta notoriamente entre las naturalezas, una diversidad opuesta, que la
historia de la literatura presenta, de manera ideal, en Schiller y Goethe. Uno de ellos se lanza sobre la materia
con toda la fuerza de su personalidad y logra, gracias a ese sentimiento, la consagración e identificación
completa con la materia; alta expresión de tal naturaleza era como es sabido Schiller. La otra naturaleza no es
absorbida por la materia, se mantiene sobre la materia, no es dominada ni penetrada por ella, al contrario la
domina y modela libremente. a esta última pertenecen tanto Goethe como Savigny.
Como si la materia estuviera alejado por completo de sus intereses y de sus sentimientos, Savigny se sitúa
por encima de ella, no es el sujeto que exterioriza su opinión sobre la materia, sino que es la materia misma
que toma la forma del pensamiento, aquella forma objetiva, en la que sólo se desprende del espíritu subjetivo.
no lo que ha sido buscado y hallado recientemente, sino lo que ha experimentado el largo proceso de una
íntima y paulatina maduración y que desde largo tiempo, estaba desligado de las luchas y de los esfuerzos
subjetivos. Esta independencia de Savigny con respecto a la materia, se manifiesta especialmente en su actitud
crítica frente al derecho romano. Contrariamente a lo que suele ocurrir con los romanistas, su admiración por
el derecho romano no esclavizó su juicio, ni le basta que algo haya acaecido, sino que busca también el
porqué, no sólo el porqué exterior que en realidad no responde a un como, sino al porqué intrínseco que reside
en los fines y en los fundamentos prácticos de la institución.
Después de haber aparecido el año 1841 dos volúmenes más, se produjo un acontecimiento que, según las
apariencias, iba a impedir su continuación por mucho tiempo, sino para siempre.
Savigny, Ministro de Legislación: El difunto rey de Prusia, Federico Guillermo IV, que había sido protector y
admirador de Savigny, creó, según parece, en consideración particular a éste, un ministerio especial de
legislación, el cual Savigny entró a ocupar en la Pascua de 1842. En lo que refiere al esplendor de su posición
exterior, le costó a Savigny un precio que será eternamente lamentado, tanto por él como por la jurisprudencia.
Si nos atenemos al juicio de los que como colaboradores entraron y salieron en rápida sucesión al Ministerio
de Legislación, es evidente que no solo pudieron encontrarse personalidades mucho más capacitadas, sino que
el resultado de la actividad de Savigny durante 6 años, no estuvo ni podrá estar a la altura de lo que se perdió
en otra parte.
Los seis primero años posteriores a la aceptación del Ministerio, pueden ser señalados como los que privaron
a la ciencia de la terminación del Sistema, pues mientras con anterioridad Savigny había producido cada año 2
y 3 tomos, en el 1847 rompió silencio, con la publicación del sexto volumen. El año siguiente, un cambio
radical, al hacer abandono del Ministerio, le devolvió la musa del escritor, pero con casi setenta años. Sin
embargo, esta fuerza fue todavía suficiente para permitirle realizar la obra del escritor; aparecieron hasta el
año 1853, cuatro tomos de aquel trabajo, los dos últimos bajo el título especial de derecho de obligaciones, lo
que constituía un signo de que aquel mismo autor había perdido la esperanza de concluir su obra. Los dos
últimos dos tomos presentaban ya rastros de la fuerza menguante y prueba es del tacto y del propio
conocimiento de Savigny, que supo ahorrar al mundo el espectáculo de verlo envejecer. Fue así que los
últimos días de su vida transcurrieron en apacible tranquilidad, dándole todavía tiempo, antes del fin de sus
días, para descansar de los esfuerzos de un pasado de cincuenta años de actividad.
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Savigny y su exigencia de una organización sistemática del orden jurídico: El Maestro logró realizar una
síntesis de dos conceptos antagónicos, y que por lo tanto se hallaban en tensión: uno de ellos que tiraba por
imponer el predominio del derecho local que se mostraba a través del derecho vivo de la comunidad, y el otro,
que tiraba hacia soluciones universales y uniformes a las que convocaba el derecho romano. Su idea fue la de
proponer el reconocimiento por todos los pueblos-naciones2 de un lugar natural de localización de la relación
jurídica, compartido por todos ellos, para luego aplicar el derecho vigente en dicha sede. Este método creado
por el Maestro tuvo un notable éxito en las generaciones de doctrinos que le sucedieron, en cuanto no abjuraba
de las dos realidades sino que las unía en un feliz compromiso.
Derecho, Sociedad y Estado :
El Derecho: Savigny advierte que el conocimiento teórico, como la doctrina, los libros y la enseñanza, y el
elemento práctico consistente en la aplicación particular de las reglas a los acontecimientos de la vida real. El
teórico debe cultivar la inteligencia del elemento práctico y el aplicador de derecho no debe perder de vista el
espíritu de organización que se complace en poner en su verdadero punto los antiguos materiales.
Reconoce al derecho subjetivo como un poder del individuo. Y al derecho objetivo como la regla de derecho
general que se manifiesta sobre todo en la ley, es decir en la promulgada por la autoridad suprema de un
Estado.
¿Cuál es la fuente o el sujeto en cuyo seno se hace realidad el derecho positivo? Savigny responde, “este
sujeto es el pueblo”. En la conciencia común de éste , vive el derecho positivo. El derecho positivo surge de
ese espíritu general que anima a todos los miembros de una misma nación, la unidad del derecho se revela a su
conciencia necesariamente y no es producto de la casualidad.
Savigny se opone a la codificación del derecho porque tendría por resultado interrumpir el natural proceso de
su desarrollo. En las fases de madurez de un derecho podría ser para él posible la codificación. Asimismo , en
una etapa de decadencia la codificación puede ser dañina por cuanto estabiliza un derecho corrupto, privado de
su fuerza vital. El maestro tiene una visión del derecho formándose lentamente en la vida del pueblo. Un
derecho de esta clase será intrínsicamente justo porque representa lo que siente la conciencia popular en un
momento determinado.
La Sociedad: En cuanto a la sociedad, es una unidad en el seno de la cual se seden las generaciones. La
tradición es la que vela por la conservación del derecho, cada pueblo es el creador y el sujeto del derecho
positivo, el derecho de cada nación tiene ciertos rasgos peculiares a la nación y otros comunes a todos los
pueblos.
El Estado: que da nacimiento al Estado, es una necesidad superior, una fuerza interna que trata de extenderse
hacia fuera y que le imprime al Estado un carácter particular. Esa fuerza crea al Estado como crea al derecho y
puede considerarse la realización del Estado como la más alta manifestación de su poder. El estado ejerce
sobre el derecho privado numerosas influencias, el Estado es el que personifica al pueblo y le da capacidad de
obrar. Todo pueblo desde que su vida aparece , está ya constituido como Estado cualquiera que sea por otra
parte su forma. El estado de naturaleza es una construcción que crea el espíritu cuando considera al pueblo
abstracción hecha del Estado.
Pensamiento sobre las fuentes de derecho: La influencia de Kant fue decisiva en Savigny, en dos aspectos, en
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el fundamento ético del derecho. Este tiene por finalidad la orientación moral del hombre en su libertad. El
derecho debe organizar la coexistencia común delimitando las libertades individuales. Por otro lado en el
rechazo de todo utilitarismo; al lado del funcionamiento ético del derecho no hay otro que la promoción del
bien común o del interés público. Esta idea de la exclusión de todo utilitarismo incide al momento de tratar el
derecho objetivo. En ciertas normas puede haber oposición entre el elemento general y el particular debiendo
prevalecer éste último. Por ese motivo el derecho objetivo puede clasificarse como puro y sin mezcla por un
lado, o combinarse con otros principios extraños a su campo. Estas reglas utilitarias son expresamente
clasificadas de anómalas y su existencia en el campo del derecho puro, la tiene sólo en una perspectiva
puramente histórica.
La relación jurídica: Así como el autor ve en el derecho objetivo un todo estructurado, así también, concibe a
la relación jurídica con una naturaleza orgánica que se manifiesta ya sea por el conjunto de sus partes
constitutivas que se equilibran y limitan mutuamente, ya sea por sus desenvolvimientos sucesivos, su origen y
sus descensos. De este modo Savigny podía tratar a la relación jurídica con una cierta individualidad y
localizarla sin tener en cuenta el propósito de las reglas materiales de las leyes en cuestión.
La ley aplicable a la relación jurídica: La determinación de la ley aplicable a una relación jurídica
internacional pude hacerse desde dos enfoques, por la delimitación del campo de aplicación en el espacio de
las reglas materiales para constar qué situaciones están sometidas a esas reglas o por la definición de un
conjunto de relaciones jurídicas con vista a buscar la ley que le sea aplicables.
Hace la tare de delimitación del campo de aplicación de las reglas materiales por que lo que interesa es
determinar el lazo que existe entre las relaciones de derecho y las reglas. Sostiene que el territorialismo escrito
no se encuentra en ninguna legislación conocida llevado hasta sus últimas consecuencias por cuanto más
numerosas y activas son las relaciones entre los pueblos, más debe convencer que es preciso renunciar a este
principio de exclusión para adoptar el contrario.
Para el autor la solución consistirá en determinar para cada relación jurídica el dominio del derecho más
conforme con la naturaleza propia y esencial de esta relación.
La idea de la localización de la relación jurídica: Según Savigny para decidir sobre una relación de derecho,
en el caso de colisión entre diferentes Estados independientes, el juez debe aplicar el derecho local a que
perteneciere la relación de derecho litigiosa, sin distinguir si este derecho es el de su país o el de un Estado
externo, hay que buscar para cada relación de derecho el dominio jurídico q que esta relación pertenezca por
su naturaleza. Savigny sólo atendió a la conveniencia de la relación jurídica, desprovista del interés político
que Gonzalo Ramiréz le quiso dar. postulando de ante mano la extraterritorialidad de todas las leyes, planteó
el germen para un nuevo enfoque territorialista. Sin embargo, persistía en la idea de que el punto de vista
dominante de la legislación y de la práctica moderna no es en modo alguno el celoso mantenimiento de su
autoridad exclusiva sino que, al contrario, existe una tendencia a una comunidad verdadera de derecho.
Si bien resulta claro en su pensamiento, que lo conectado es la relación jurídica, no resulta de igual forma el
saber a qué se conecta esa relación. Savigny se sirve indiferentemente de conexión al país, al Estado y al
sistema jurídico que esté en vigor. Él exige el estudio de las relación jurídica en su totalidad, pero no expresa
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qué elemento componente de esa relación la une a un sistema jurídico.
¿Pudo Savigny concretar su deseo de estudiar y mantener el reconocimiento del derecho vivo? Para él la
realidad jurídica era histórica, en el sentido de que la ciencia jurídica es ciencia del derecho positivo real e
históricamente existe y no el planteo de principios que podrían juzgarse eternos e inmutables a los cuales él no
quiere volver. El derecho, entonces, sería una dimensión viva del existir de los pueblos, por eso rechaza el
planteo racionalista que lo reduce a un conjunto de principios intemporales que podrían llegar a construirse en
un instrumento de la voluntad estatal y del manejo político.
Por ese motivo la labor de hermenéutica cobra para él una especial importancia. Su función será la de captar
la intima conexión natural de los principios generales y de las circunstancias individuales. No fue consecuente
con sus ideas al oponerse a la confección de códigos plenos. La labor codificadora formaba parte también de
una época histórica que quería ver en esta nueva forma de reglamentación, la afirmación de la seguridad como
el valor distintivo del mundo jurídico.
En su época final, Savigny sitúa a la ley como el objeto exclusivo de su tarea interpretativa dando pie a que
se afirme posteriormente un estatalismo político y, le gustare o no, fue el diseñador de una ciencia jurídica
formal.
Obras del autor:
ü “De Concursu Delictorum Formali”
ü “Leyes y Fragmentos” del Corpus Juris
ü “Historia del Derecho Romano en la Edad Media”(1815-1831)
ü “De La Vocación de Nuestro Tiempo para la
Legislación y la Ciencia del Derecho”
ü “Sistema Del Derecho Romano Actual”(1840)
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Fuentes de Información
ü “TRES VIDAS ILUSTRES” – Resurgimiento del derecho Alemán.
-Autores: Hugo- Savigny- Jhering.
-Del Alemán, con introducción por Norberto Gorostiaga.
-Material utilizado para este trabajo, extraído de la Segunda Parte,
donde se refiere a “Federico Carlos de Savigny” por Rodolfo Von Jhering.
-Editorial DEPALMA Buenos Aires 1945.
ü “CONVENCIÓN INTERAMERICANA
SOBRE OBLIGACIONES ALIMENTARÍAS”
-Autor: Rubén B. Santos Belandro.
-Material utilizado para este trabajo, extraído del capítulo x,
donde se refiere a “El pensamiento de Savigny”.
-Editorial: FUNDACIÓN CULTURA UNIVERSITARIA.
ü A demás se completo información sobre el tema
en el sitio web “www.todoiure.com”
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Trabajo de investigación para:
Introducción al Derecho,
Cátedra II Comisión 6 Profesor: Camps Alumno: Alfonso Scelzi
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[1] Discurso pronunciado el 31 de octubre de 1861.
2 Pueblos y Naciones, se refiere a el término volk, ya que éste es imposible de traducir al castellano con un
solo vocablo.
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Federico Carlos de Savigny
Federico Carlos de Savigny, nació el 21 de febrero de 1779, en la patria de Goethe, el príncipe de nuestros
poetas. Su familia era originaria de la Lorena, de donde había emigrado a Alemania hacían 150 años. La
Biographie universelle menciona a un Cristóbal de Savigny, nativo del condado de Rathel, en Champagne, que
se había hecho renombre el siglo xvi por sus escritos enciclopédicos. Quizá sea él uno de los antecesores de
Savigny. El abuelo de Savigny era gobernador en Deux-Ponts; su padre, representante de varios príncipes del
circulo del Alto Rhin en Franfort, sobre el Mein. Se refiere de este último que adornaba los libros de su
biblioteca con una viñeta que representaba un manojo de llaves con divisa: non omnia possums omnes. La
familia se encontraba en una buena situación de fortuna. Huérfano desde los 13 años, Federico Carlos fue
recogido en la de su tutor Von Neurath, que era Asesor de la Cámara Imperial en Wetzlar. Este último lo
determinó a iniciarse en el estudio del derecho, pero en una forma tan poco atrayente que poco faltó para que
esta iniciación lo alejara de la ciencia jurídica. Fue ganado enteramente por esta disciplina cuando, en 1795, a
la edad de 16 años, se incorporó a la Universidad de Marburgo. Allí entro en relacione intimas con el profesor
Felipe Federico Weis, un jurista filósofo de la que entonces se llamaba escuela elegante, del cual dice Hugo
escribió menos que lo que se hubiera deseado. El joven Svigny fue entusiasmado por aquél para el estudio del
derecho y de su historia, fue también Weis que le dio la primer idea incitándolo a trabajar en la historia del
derecho romano en la edad media, por lo cual Savigny en el prefacio de dicha obra lo llamó su excelente
profesor. Wais unía a sus profundos conocimientos, un celo increíble por la literatura jurídica de la edad
media, que fue también objeto de su última obra, un producto de su tiempo. Después de haber pasado un corto
intervalo de tiempo en la Universidad de Goettingen, Savigny terminó sus estudios en Marburgo, obteniendo
su título de doctor en jurisprudencia el 31 de octubre de 1800. En esta ocasión escribió, como disertación
inaugural, su primer trabajo, De Concursu delictorum formali , que permitía adivinar, en el joven de 21 años,
al futuro maestro. Designado profesor adjunto, no sólo despertó todas las esperanzas, sino que las colmo; sus
primeros pasos le valieron un éxito sin reservas. Poco bastó para que su renombre como escritor de derecho
quedara consagrado para siempre. Un curso sobre los diez últimos libros de la Pandectas atrajo su atención,
especialmente sobre la difícil teoría de la posesión y le hizo reconocer, con rapidez, como la manera habitual
de tratar esta teoría, importante para la práctica, poco respondía al contenido de las fuentes. Aquí también,
como él mismo lo dice, animado por su profesor Weis, se dedicó a tratar personalmente esta materia, y así
apareció durante el año 1803 El derecho de la posesión, monografía de derecho civil, que bastaría para
asegurar a su autor su nombre imperecedero en la literatura jurídica[1]
Contexto histórico, social y cultural:
En él como en ningún otro se encarnaba la historia de la jurisprudencia desde los comienzos de nuestro siglo,
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y con el transcurso del tiempo cuando el brillo de muchos de los hombres haya empalidecido, el suyo
resplandecerá aún más, y toda la época de la ciencia que comienza con él, como todo lo que otros han
realizado y logrado, girará alrededor de su nombre y le será atribuido como merito indirecto. Por esa razón el
25 de octubre de 1865 es para la jurisprudencia un día histórico como ningún otro. Para la historia de la
jurisprudencia este nombre no pesa menos que el de Goethe para la de la poesía y de la literatura alemanas.
El espíritu de Savigny había madurado siendo muy joven. Después de haber obtenido en 1800, en Marburgo,
el grado de Doctor, fué designado profesor, en plena juventud, a los 21 años de edad, en la Facultad de aquella
ciudad; el reconocimiento a sus méritos no se hizo esperar, siendo designado profesor extraordinario. Tres
años después publico “leyes y fragmentos” del Corpus Juris. Esta obra puede ser señalada como la piedra
angular de la época actual de la jurisprudencia y a pesar de ser la obra de un principiante, contiene en germen
todo lo que más tarde pudo ser realizado y realizaron, tanto el mismo Savigny como otros escritores, para
lograr la regeneración de la jurisprudencia: un animoso y juvenil entusiasmo para sacudir el peso inútil de las
divisiones tradicionales, de las definiciones, de las reglas, de las expresiones técnicas, una delicadeza en la
crítica de sus predecesores, de la que hasta entonces nadie había podido jactarse; el uso independiente, libre de
prejuicios, de las fuentes, pero ante todo, aptitud de seguir a través de los cambios más enmarañados, a los
juristas romanos, y de describir, partiendo de puntos aislados y de indicaciones fugitivas, las líneas originales
y las ideas fundamentales de la teoría, de hacer revivir el pensamiento romano, reconstruir la construcción
romana, evocar de nuevo el espíritu de la jurisprudencia romana y captar la inteligencia íntima de su obra.
Tales son los rasgos particulares que singularizan a esta obra.
Savigny, dedicó los anos siguientes a un viaje científico, viaje que tuvo por objeto la compulsa de las
bibliotecas, especialmente para el estudio del derecho romano en la Edad Media. En realidad la historia del
derecho tomaba más bien la forma de una historia literaria del derecho y su valor no sufre por ello ningún
desmedro. La historia del derecho romano, por el contrario no ha gozado del mismo favor de una elaboración
de conjunto de esa especie; debió conformarse con una serie de monografías aisladas, algunas de ellas
trascendentales, que se publicaron originariamente, en parte en la colección de la Academia de Ciencias de
Berlín, en parte en la Revista para la historia de la ciencia del derecho, fundada por él mismo en unión con
Eichorn y Göschen.
Al termino de su viaje a Italia, el año 1808, Savigny acudió a un llamado de Landshut, yendo dos años más
tarde a la Universidad de Berlín, que recién había sido fundada, para exaltar el primer plano, dentro de
Alemania, la cátedra de derecho romano.
El año 1814 brindó a Savigny la oportunidad de producir un escrito de circunstancias, que provocó un efecto
que quizá sea único en la historia. La liberación del yugo exterior del dominio francés, había estimulado en
muchos espíritus, la idea paralela de que también podía ser sacudido del yugo interno que bajo la forma del
derecho romano aceptado en otro tiempo y que en muchas partes de Alemania se conservaba y se conserva
aún. Entre otros, especialmente Thibaut de Heidelberg, había dado a este anhelo una expresión calculosa y
elocuente. No era fácil oponerse a este sentimiento apoyado por la gravitación del pasado y por el patriotismo
exaltado, sostenido tanto en nombre de la nacionalidad como de las conveniencias prácticas, porque ello
importaba renunciar, para siempre, a una verdadera popularidad. Savigny dio este paso en su escrito “De la
vocación de nuestro tiempo para la legislación y la ciencia del derecho”. Sería rendir un homenaje excesivo a
las fuerzas que en aquel momento regían los destinos de Alemania, se aceptaba que Savigny hizo abortar la
idea de una legislación nacional; desde este punto de vista su escrito no era necesario y un adversario de esa
idea hubiera encontrado en la sola palabra, Dieta Federal (Bundestag), un apoyo más fuerte que en todos los
fundamentos extraídos por Savigny. Una denominación puede darse, la que asegura al escrito su significación
imperecedera. Savigny es de la opinión, que la época no posee aún la madurez necesaria para la redacción de
un Código y previene contra las consecuencias necesarias de una extemporánea fijación y codificación del
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derecho. Menos de treinta años después, Savigny era Ministro de Legislación en Berlín. Él estaba autorizado
para no colocar muy alta la concepción científica y la justa apreciación de su propio valer lo cual autoriza a
decirse que la época debía aprender de él, no sólo en aspectos aislados, sino de la generalidad de sus
opiniones y de su cultura. Pero al emplear como medida la cultura científica para determinar la vocación
legislativa, Savigny probaba que el mismo interpretaba la vocación del legislador. Si es posible que el Código
hace superflua la ciencia y si el legislador será , al mismo tiempo profesor y el Código compendio, en tal caso
Savigny tenia razón , cuando protestó en contra de que la ciencia de su tiempo podía participar de ese honor.
Una época que siente la necesidad de reorganizar su estado jurídico o solamente la de codificar su derecho y
que no obstante ello se cruza de brazos, por no considerarse madura, no reconoce su pobreza sino que
atestigua un exceso de espíritu, extendiendo un certificado de indigencia moral.
Si bien con anterioridad a Savigny, voces aisladas se hicieron oír que exteriorizaban ideas análogas, fue su
merito haberlas reunido, en una concepción científica fundamental, brindándolas a la ciencia. Sobre la base de
esta concepción y con el propósito de llevarla a las diversas esferas del derecho, fundó Savigny en 1815 con
Eihhorn y Göschen, un órgano propio, la “Revista para la Ciencia Jurídica Histórica”, e invitó a todos los que
participaran del mismo punto de vista fundamental, como sus partidarios de la escuela histórica, a luchar
contra su adversarios.
Después de su escrito sobre la posesión, la actividad literaria de Savigny abandonó la esfera del dogmatismo,
dedicándose exclusivamente a la historia, lo que dio base suficiente al prejuicio de que esto se debía a la
unilateralidad de su talento o de su inclinación. El año 1840 destruyó radicalmente este prejuicio. en ese año
aparecieron tres volúmenes de una obra concebida con gran extensión- “El sistema del derecho romano
actual”- acontecimiento que produjo verdadera sensación en el mundo jurídico. La admiración ilimitada no fue
general, no faltaron voces, especialmente entre los prácticos, que exteriorizaron un sentimiento de decepción;
lo que con razón podía reprocharse a la obra, era la disonancia entre su contenido y el título “derecho actual”.
No en el sentido de que Savigny, como podía esperarse del historiador del derecho y como lo hicieron varios
de sus discípulos, hubiera mostrado el empeño de volver la vida y el vigor a las partes muertas del derecho
romano, sino por lo contrario, en comparación con la idea que hasta entonces se había formado de él, resultaba
sorprendente presenciar cómo el maestro se había mantenido tan ajeno a esta desviación de sus discípulos,
colocándose más bien en el otro extremo, como muchos de sus opositores, a los que se denominaba prácticos
porque sin duda no era historiadores.
Su actitud respecto al problema de la legislación: Ella ofrece un rasgo esencial para caracterizar la
personalidad de Savigny. Se presenta notoriamente entre las naturalezas, una diversidad opuesta, que la
historia de la literatura presenta, de manera ideal, en Schiller y Goethe. Uno de ellos se lanza sobre la materia
con toda la fuerza de su personalidad y logra, gracias a ese sentimiento, la consagración e identificación
completa con la materia; alta expresión de tal naturaleza era como es sabido Schiller. La otra naturaleza no es
absorbida por la materia, se mantiene sobre la materia, no es dominada ni penetrada por ella, al contrario la
domina y modela libremente. a esta última pertenecen tanto Goethe como Savigny.
Como si la materia estuviera alejado por completo de sus intereses y de sus sentimientos, Savigny se sitúa
por encima de ella, no es el sujeto que exterioriza su opinión sobre la materia, sino que es la materia misma
que toma la forma del pensamiento, aquella forma objetiva, en la que sólo se desprende del espíritu subjetivo.
no lo que ha sido buscado y hallado recientemente, sino lo que ha experimentado el largo proceso de una
íntima y paulatina maduración y que desde largo tiempo, estaba desligado de las luchas y de los esfuerzos
subjetivos. Esta independencia de Savigny con respecto a la materia, se manifiesta especialmente en su actitud
crítica frente al derecho romano. Contrariamente a lo que suele ocurrir con los romanistas, su admiración por
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el derecho romano no esclavizó su juicio, ni le basta que algo haya acaecido, sino que busca también el
porqué, no sólo el porqué exterior que en realidad no responde a un como, sino al porqué intrínseco que reside
en los fines y en los fundamentos prácticos de la institución.
Después de haber aparecido el año 1841 dos volúmenes más, se produjo un acontecimiento que, según las
apariencias, iba a impedir su continuación por mucho tiempo, sino para siempre.
Savigny, Ministro de Legislación: El difunto rey de Prusia, Federico Guillermo IV, que había sido protector y
admirador de Savigny, creó, según parece, en consideración particular a éste, un ministerio especial de
legislación, el cual Savigny entró a ocupar en la Pascua de 1842. En lo que refiere al esplendor de su posición
exterior, le costó a Savigny un precio que será eternamente lamentado, tanto por él como por la jurisprudencia.
Si nos atenemos al juicio de los que como colaboradores entraron y salieron en rápida sucesión al Ministerio
de Legislación, es evidente que no solo pudieron encontrarse personalidades mucho más capacitadas, sino que
el resultado de la actividad de Savigny durante 6 años, no estuvo ni podrá estar a la altura de lo que se perdió
en otra parte.
Los seis primero años posteriores a la aceptación del Ministerio, pueden ser señalados como los que privaron
a la ciencia de la terminación del Sistema, pues mientras con anterioridad Savigny había producido cada año 2
y 3 tomos, en el 1847 rompió silencio, con la publicación del sexto volumen. El año siguiente, un cambio
radical, al hacer abandono del Ministerio, le devolvió la musa del escritor, pero con casi setenta años. Sin
embargo, esta fuerza fue todavía suficiente para permitirle realizar la obra del escritor; aparecieron hasta el
año 1853, cuatro tomos de aquel trabajo, los dos últimos bajo el título especial de derecho de obligaciones, lo
que constituía un signo de que aquel mismo autor había perdido la esperanza de concluir su obra. Los dos
últimos dos tomos presentaban ya rastros de la fuerza menguante y prueba es del tacto y del propio
conocimiento de Savigny, que supo ahorrar al mundo el espectáculo de verlo envejecer. Fue así que los
últimos días de su vida transcurrieron en apacible tranquilidad, dándole todavía tiempo, antes del fin de sus
días, para descansar de los esfuerzos de un pasado de cincuenta años de actividad.
Savigny y su exigencia de una organización sistemática del orden jurídico: El Maestro logró realizar una
síntesis de dos conceptos antagónicos, y que por lo tanto se hallaban en tensión: uno de ellos que tiraba por
imponer el predominio del derecho local que se mostraba a través del derecho vivo de la comunidad, y el otro,
que tiraba hacia soluciones universales y uniformes a las que convocaba el derecho romano. Su idea fue la de
proponer el reconocimiento por todos los pueblos-naciones2 de un lugar natural de localización de la relación
jurídica, compartido por todos ellos, para luego aplicar el derecho vigente en dicha sede. Este método creado
por el Maestro tuvo un notable éxito en las generaciones de doctrinos que le sucedieron, en cuanto no abjuraba
de las dos realidades sino que las unía en un feliz compromiso.
Derecho, Sociedad y Estado :
El Derecho: Savigny advierte que el conocimiento teórico, como la doctrina, los libros y la enseñanza, y el
elemento práctico consistente en la aplicación particular de las reglas a los acontecimientos de la vida real. El
teórico debe cultivar la inteligencia del elemento práctico y el aplicador de derecho no debe perder de vista el
espíritu de organización que se complace en poner en su verdadero punto los antiguos materiales.
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Reconoce al derecho subjetivo como un poder del individuo. Y al derecho objetivo como la regla de derecho
general que se manifiesta sobre todo en la ley, es decir en la promulgada por la autoridad suprema de un
Estado.
¿Cuál es la fuente o el sujeto en cuyo seno se hace realidad el derecho positivo? Savigny responde, “este
sujeto es el pueblo”. En la conciencia común de éste , vive el derecho positivo. El derecho positivo surge de
ese espíritu general que anima a todos los miembros de una misma nación, la unidad del derecho se revela a su
conciencia necesariamente y no es producto de la casualidad.
Savigny se opone a la codificación del derecho porque tendría por resultado interrumpir el natural proceso de
su desarrollo. En las fases de madurez de un derecho podría ser para él posible la codificación. Asimismo , en
una etapa de decadencia la codificación puede ser dañina por cuanto estabiliza un derecho corrupto, privado de
su fuerza vital. El maestro tiene una visión del derecho formándose lentamente en la vida del pueblo. Un
derecho de esta clase será intrínsicamente justo porque representa lo que siente la conciencia popular en un
momento determinado.
La Sociedad: En cuanto a la sociedad, es una unidad en el seno de la cual se seden las generaciones. La
tradición es la que vela por la conservación del derecho, cada pueblo es el creador y el sujeto del derecho
positivo, el derecho de cada nación tiene ciertos rasgos peculiares a la nación y otros comunes a todos los
pueblos.
El Estado: que da nacimiento al Estado, es una necesidad superior, una fuerza interna que trata de extenderse
hacia fuera y que le imprime al Estado un carácter particular. Esa fuerza crea al Estado como crea al derecho y
puede considerarse la realización del Estado como la más alta manifestación de su poder. El estado ejerce
sobre el derecho privado numerosas influencias, el Estado es el que personifica al pueblo y le da capacidad de
obrar. Todo pueblo desde que su vida aparece , está ya constituido como Estado cualquiera que sea por otra
parte su forma. El estado de naturaleza es una construcción que crea el espíritu cuando considera al pueblo
abstracción hecha del Estado.
Pensamiento sobre las fuentes de derecho: La influencia de Kant fue decisiva en Savigny, en dos aspectos, en
el fundamento ético del derecho. Este tiene por finalidad la orientación moral del hombre en su libertad. El
derecho debe organizar la coexistencia común delimitando las libertades individuales. Por otro lado en el
rechazo de todo utilitarismo; al lado del funcionamiento ético del derecho no hay otro que la promoción del
bien común o del interés público. Esta idea de la exclusión de todo utilitarismo incide al momento de tratar el
derecho objetivo. En ciertas normas puede haber oposición entre el elemento general y el particular debiendo
prevalecer éste último. Por ese motivo el derecho objetivo puede clasificarse como puro y sin mezcla por un
lado, o combinarse con otros principios extraños a su campo. Estas reglas utilitarias son expresamente
clasificadas de anómalas y su existencia en el campo del derecho puro, la tiene sólo en una perspectiva
puramente histórica.
La relación jurídica: Así como el autor ve en el derecho objetivo un todo estructurado, así también, concibe a
la relación jurídica con una naturaleza orgánica que se manifiesta ya sea por el conjunto de sus partes
constitutivas que se equilibran y limitan mutuamente, ya sea por sus desenvolvimientos sucesivos, su origen y
sus descensos. De este modo Savigny podía tratar a la relación jurídica con una cierta individualidad y
localizarla sin tener en cuenta el propósito de las reglas materiales de las leyes en cuestión.
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La ley aplicable a la relación jurídica: La determinación de la ley aplicable a una relación jurídica
internacional pude hacerse desde dos enfoques, por la delimitación del campo de aplicación en el espacio de
las reglas materiales para constar qué situaciones están sometidas a esas reglas o por la definición de un
conjunto de relaciones jurídicas con vista a buscar la ley que le sea aplicables.
Hace la tare de delimitación del campo de aplicación de las reglas materiales por que lo que interesa es
determinar el lazo que existe entre las relaciones de derecho y las reglas. Sostiene que el territorialismo escrito
no se encuentra en ninguna legislación conocida llevado hasta sus últimas consecuencias por cuanto más
numerosas y activas son las relaciones entre los pueblos, más debe convencer que es preciso renunciar a este
principio de exclusión para adoptar el contrario.
Para el autor la solución consistirá en determinar para cada relación jurídica el dominio del derecho más
conforme con la naturaleza propia y esencial de esta relación.
La idea de la localización de la relación jurídica: Según Savigny para decidir sobre una relación de derecho,
en el caso de colisión entre diferentes Estados independientes, el juez debe aplicar el derecho local a que
perteneciere la relación de derecho litigiosa, sin distinguir si este derecho es el de su país o el de un Estado
externo, hay que buscar para cada relación de derecho el dominio jurídico q que esta relación pertenezca por
su naturaleza. Savigny sólo atendió a la conveniencia de la relación jurídica, desprovista del interés político
que Gonzalo Ramiréz le quiso dar. postulando de ante mano la extraterritorialidad de todas las leyes, planteó
el germen para un nuevo enfoque territorialista. Sin embargo, persistía en la idea de que el punto de vista
dominante de la legislación y de la práctica moderna no es en modo alguno el celoso mantenimiento de su
autoridad exclusiva sino que, al contrario, existe una tendencia a una comunidad verdadera de derecho.
Si bien resulta claro en su pensamiento, que lo conectado es la relación jurídica, no resulta de igual forma el
saber a qué se conecta esa relación. Savigny se sirve indiferentemente de conexión al país, al Estado y al
sistema jurídico que esté en vigor. Él exige el estudio de las relación jurídica en su totalidad, pero no expresa
qué elemento componente de esa relación la une a un sistema jurídico.
¿Pudo Savigny concretar su deseo de estudiar y mantener el reconocimiento del derecho vivo? Para él la
realidad jurídica era histórica, en el sentido de que la ciencia jurídica es ciencia del derecho positivo real e
históricamente existe y no el planteo de principios que podrían juzgarse eternos e inmutables a los cuales él no
quiere volver. El derecho, entonces, sería una dimensión viva del existir de los pueblos, por eso rechaza el
planteo racionalista que lo reduce a un conjunto de principios intemporales que podrían llegar a construirse en
un instrumento de la voluntad estatal y del manejo político.
Por ese motivo la labor de hermenéutica cobra para él una especial importancia. Su función será la de captar
la intima conexión natural de los principios generales y de las circunstancias individuales. No fue consecuente
con sus ideas al oponerse a la confección de códigos plenos. La labor codificadora formaba parte también de
una época histórica que quería ver en esta nueva forma de reglamentación, la afirmación de la seguridad como
el valor distintivo del mundo jurídico.
En su época final, Savigny sitúa a la ley como el objeto exclusivo de su tarea interpretativa dando pie a que
se afirme posteriormente un estatalismo político y, le gustare o no, fue el diseñador de una ciencia jurídica
formal.
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Obras del autor:
ü “De Concursu Delictorum Formali”
ü “Leyes y Fragmentos” del Corpus Juris
ü “Historia del Derecho Romano en la Edad Media”(1815-1831)
ü “De La Vocación de Nuestro Tiempo para la
Legislación y la Ciencia del Derecho”
ü “Sistema Del Derecho Romano Actual”(1840)
Fuentes de Información
ü “TRES VIDAS ILUSTRES” – Resurgimiento del derecho Alemán.
-Autores: Hugo- Savigny- Jhering.
-Del Alemán, con introducción por Norberto Gorostiaga.
-Material utilizado para este trabajo, extraído de la Segunda Parte,
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Carlos Federico Savigny
donde se refiere a “Federico Carlos de Savigny” por Rodolfo Von Jhering.
-Editorial DEPALMA Buenos Aires 1945.
ü “CONVENCIÓN INTERAMERICANA
SOBRE OBLIGACIONES ALIMENTARÍAS”
-Autor: Rubén B. Santos Belandro.
-Material utilizado para este trabajo, extraído del capítulo x,
donde se refiere a “El pensamiento de Savigny”.
-Editorial: FUNDACIÓN CULTURA UNIVERSITARIA.
ü A demás se completo información sobre el tema
en el sitio web “www.todoiure.com”
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Trabajo de investigación para:
Introducción al Derecho,
Cátedra II Comisión 6 Profesor: Camps Alumno: Alfonso Scelzi
[1] Discurso pronunciado el 31 de octubre de 1861.
2 Pueblos y Naciones, se refiere a el término volk, ya que éste es imposible de traducir al castellano con un
solo vocablo.
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