ASOCIACIÓN MEDALLA MILAGROSA CATEQUESIS SOBRE EL

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ASOCIACIÓN MEDALLA MILAGROSA
CATEQUESIS SOBRE EL AÑO DE LA FE ELABORADAS POR EL P. JUAN BAUTISTA IBORRA GARCERÁ
SUBDIRECTOR GENERAL
Les compartimos las catequesis elaboradas por el P. Juan Bautista como un apoyo para la formación de los miembros
de la Asociación. El P. Juan Bautista nos las ofrece generosamente y nuestra creatividad sabrá adaptar este material
a nuestras realidades concretas.
Cada una de las diez catequesis tiene un esquema a seguir y el contenido.
Los temas de las catequesis son:

El Concilio Vaticano II y el Año de la Fe

Porta Fidei

La Caridad nos impulsa a evangelizar

El Catecismo subsidio indispensable

La caridad alma de la misión

Evangelizar

De la increencia al reto de la increencia

Firmes en la fe

Rasgos del cristianismo futuro

Celebrar la fe y la vida
TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“El culto a la Virgen en la liturgia Romana restaurada”: “No debe olvidarse que el “Calendario Romano
General” no registra todas las celebraciones de contenido mariano: pues corresponde a los calendarios
particulares recoger, con fidelidad a las normas litúrgicas pero también con adhesión de corazón, las
fiestas marianas propias de las distintas Iglesias locales. Y nos falta mencionar la posibilidad de una
frecuente conmemoración litúrgica mariana con el recurso a la memoria de Santa María “in
Sabbato”:memoria antigua y discreta, que la flexibilidad del actual calendario y la multiplicidad de los
formularios del Misal hacen extraordinariamente fácil y variada”(MC. Nº 9)
3.
A continuación el Tema 1º sobre “La FE”
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
-
Para que la Iglesia, celebre al Señor y a su madre con gozo y alegría….
Por los necesitados, para que se sientan reconfortados por la generosidad que les mostramos en sus
situaciones extremas y angustiosas…
Que nuestras familias y, especialmente los jóvenes, para que sientan la llamada del Señor y le
respondan como María con presteza….
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
6. Oración final y canto a Maria (..)
Eterno Padre, que pusiste en la Virgen María el trono real de tu Sabiduría,
ilumina a tu Iglesia con la luz de tu Palabra de vida,
para que en el esplendor de la verdad
camine hasta el pleno conocimiento de tu misterio de amor.
El Concilio Vaticano II y el Año de la FE
Catequesis 1.10
Introducción: Discurso de Antonio Maria Rouco Varela, presidente de la CEE, en la apertura de la 99ª Asamblea
Plenaria de la CEE( Madrid, 23/28-4-2012). Y cuyo título es “salir de la crisis precisa de la caridad”. Dos son las
partes que comprende este “discurso”:
I.
II.
El plan pastoral, la nueva evangelización y la crisis actual
El Concilio Vaticano II y el AÑO DE LA FE.
Todo él está bien planteado y es digno de tenerse en cuanta. Pero, como es evidente, lo que a nosotros nos
atañe es “El Año de la fe”.
Al convocar recientemente el Año de la Fe para el próximo 11 de Octubre, día del cincuenta aniversario de la
apertura del Concilio Vaticano II, el Papa vuelve a decir que la ocasión ha de ser aprovechada pastoralmente para
“comprender que los textos dejados en herencia por los Padres conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II,
no pierden su valor ni su esplendor”. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados
como textos normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia.
Ahora bien, en orden a la consecución de este objetivo tan querido para él y para su santo predecesor,
Benedicto XVI no duda en presentar una vez más a toda la Iglesia un “subsidio precioso e indispensable”: El
Catecismo de la Iglesia Católica, de cuya publicación se cumplen veinte años en la misma fecha del comienzo del
año de la fe.
El Papa presenta el Catecismo como “uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano, que, a su vez,
resulta tan decisivo para la recepción adecuada del Concilio al posibilitar su lectura en el contexto de la gran
Tradición de la Iglesia, es decir, según una hermenéutica de la continuidad o de la forma. “En efecto, en él (en el
Catecismo), se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido a sus
dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los maestros en teología a los
santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece la memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha
meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe”.(14).
Justamente es eso lo que Benedicto XVI se propone y nos propone a todos para el Año de la fe: consolidar la
certeza de la fe en el Pueblo de Dios. Ojalá que acertemos a dar un decidido paso adelante en este sentido durante
ese Año y en todos nuestros planes apostólicos. Porque no debemos olvidar que el núcleo de la crisis de la Iglesia en
Europa es la crisis de la fe.
Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y
una fuerza real, gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces”(15).
La falsa recepción del Concilio tiene también que ver con la crisis de la fe: con la fe el Dios vivo, revelado en
Jesucristo y con el misterio de la Iglesia. La vana pretensión de constituir una nueva Iglesia, distinta de la
“preconciliar”, denota una grave crisis de fe en la Iglesia. Como recuerda Benedicto XVI, ya el siervo de Dios Pablo VI
era consciente de esta grave coyuntura cuando, a los dos años de haber clausurado el Concilio, con motivo de la
conmemoración de los dos mil novecientos años del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, convocó un Año de la
Fe que concluyó con la profesión de fe del Pueblo de Dios. (16).
Por todo ello, Benedicto XVI propone dos objetivos principales para el Año de la Fe:
-
la confesión de la fe en la plenitud de la verdad de sus contenidos;
y la profesión de la fe públicamente, dentro y fuera de la Iglesia.
Página 1
La referencia a los contenidos de la fe son constantes en la carta PORTA FIDEI. Porque el conocimiento de los
contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse con la inteligencia y la
voluntad a lo que propone
la Iglesia(18).
La confusión doctrinal, la desmemoria y, en definitiva, el analfabetismo religioso (19) tan
extendido en el seno del Pueblo de Dios y, en particular, en las generaciones más jóvenes, es una serio obstáculo
para la fe.
Es verdad que el mero conocimiento doctrinal no es suficiente para la vida de la fe. Pero no es menos cierto que
la adhesión de fe es imposible si carece de un objeto verdadero. No extraña, por eso, la urgencia de que el Papa nos
pida que “el año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos
fundamentales de la fe, sintetizados sistemáticamente en el Catecismo de la Iglesia Católica (20).
Compartiendo la preocupación del Papa por la recta confesión de la fe y, en particular, porque la iniciación
cristiana sea íntegra y fructífera, La Conferencia Episcopal Española espera poder ofrecer al Pueblo de Dios durante
el Año de la fe un nuevo catecismo para la iniciación de los niños y adolescentes. Llevará previsiblemente por título
“Testigos del Señor”, y se concibe como continuación del catecismo Jesús es el Señor, que tan buenos resultados
está dando cuando es utilizado como referencia básica y segura de la formación doctrinal en las catequesis de los
niños que se preparan para recibir la primera comunión.
Junto a la confesión de la fe, la profesión pública de la misma. “El cristiano no puede pensar nunca que creer es
un hecho privado.. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo
que se cree… de anunciar a todos sin temor la propia fe (21).
La expresión pública de la fe y, en particular, de su dimensión comunitaria en el seno de la Iglesia, sujeto
primordial del creer, se realiza en la celebración de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Pero también se
ha de dar expresión de la fe en el apostolado y en la misión, teniendo siempre en cuenta que quienes no creen, pero
que buscan con sinceridad “el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo, se hallan ya en los
preámbulos de la misma fe”.(22).
Quiera Dios que, con la modesta pero eficaz ayuda del nuevo plana pastoral y con el impulso del Año de la
Fe, que celebraremos con todo empeño en nuestras diócesis, se consolide la certeza de la fe en nuestro Pueblo y
crezca en todos la alegría que ella produce. Lo necesita la Iglesia, lo reclama el servicio a la sociedad y, en especial, a
los más necesitados de apoyo espiritual y material.
Deseo a todos los Hermanos unos días de encuentro y de trabajo, serenos y fructíferos, bajo la mirada maternal
de María, Madre de la Iglesia. ( 28 de Abril de 2012)
Resumiendo:
-
-
Toda la Iglesia y de una manera especial la nuestra, está “preocupada”por la coyuntura que atraviesa la fe
“de los creyentes”: ¿seremos capaces de “ocuparnos”, y dar lo mejor que somos y tenemos en este
momento crucial para la fe de tantos hermanos nuestros?.
Recordemos aquellas palabras de San Vicente de Paúl: “preocupados de los pobres, pero sobre todo
ocupados en servirlos”.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“El culto a la Virgen en la liturgia Romana restaurada”: “La reforma de la Liturgia romana presuponía una
atenta revisión de su Calendario General. Este, ordenado a poner en su debido relieve la celebración de la
obra de la salvación en días determinados, distribuyendo a lo largo del ciclo anual todo el misterio de
Cristo desde la Encarnación hasta la espera de su venida gloriosa, ha permitido incluir de manera más
orgánica y con más estrecha cohesión la memoria de la Madre dentro del ciclo anual de los misterios del
Hijo”. ( MC nº 2)
3. A continuación el Tema 2º de la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4. .-Peticiones:
-
Para que la Iglesia, cumpliendo fielmente como María la voluntad del padre, engendre nuevos
apóstoles para extensión de la Buena Nueva….
Por los enfermos para que sientan reconfortados con el afecto maternal de María y el nuestro…
Que el Espíritu Santo fortalezca y acreciente nuestra fe….
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
6. Oración final y canto a Maria (“Ven con nosotros a caminar”..)
Señor Dios nuestro, que hiciste de la Virgen María el modelo de quien acoge tu Palabra y la pone en
práctica, abre nuestro corazón a la bienaventuranza de la escucha, y con la fuerza de tu Espíritu haz que
también nosotros nos convirtamos en lugar santo en el que se cumple hoy tu Palabra de salvación.
PORTA FIDEI (La puerta de la fe)
Catequesis 2.10
Carta Apostólica de S.S. Benedicto XVI.
nº 1. ¿Qué es eso de la “puerta de la fe”?
El Papa Benedicto nos dice textualmente que “ la puerta de la fe”,(cf He 14,27):
-
que introducen en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia,
está siempre abierta.
¿Cuándo se cruza ese umbral?. Dos condiciones:
- cuando la Palabra de Dios se anuncia
- y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma.
¿Qué supone atravesar esa puerta?
- Supone emprender un camino que dura toda la vida.
- Este empieza con el bautismo (cf Rom 6,4),
- Y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna.
Según eso, profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo- equivale a creer
en un solo Dios que es Amor ( cf 1Jn 4,8):
-
El Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación;
Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo;
Y el Espíritu Santo , que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
nº 2. El Papa Benedicto XVI nos muestra “su preocupación”.
Por eso no tiene reparos en afirmar que “desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he
recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el
entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. En la homilía de la santa misa de inicio del Pontificado decía:”la
Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, “como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres
del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y
la vida en plenitud”.Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan por las consecuencias sociales,
culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio
de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado.
Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia
al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la
sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas.
Luego, la afirmación de que el Papa estaba “preocupado” es una realidad evidente” y va a dar un paso más: de
la preocupación pasa a “ocuparse” dando unas pautas concretas y necesarias para “remontar” o “afrontar” la
situación actual un tanto “precaria”.
nº 3. El cristiano no sólo ha de tener fe y vivirla; ha de proclamarla también a otros.
Por eso toma unas palabras del evangelista san Mateo y nos dice que “no podemos dejar que la sal se vuelva
sosa o la luz permanezca oculta”. Debemos descubrir de nuevo:
-
el gusto a alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia;
y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos.
¿Qué tenemos que hacer para realizarlas obras de Dios?. “ Que creáis en el que él ha enviado”.
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Nº 4. La convocatoria
A la luz de todo esto, he decidido convocar un AÑO DE LA FE:
- Comenzará el 11 de Octubre del 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura
del Concilio Vaticano II. En la fecha del 11 de Octubre del 2012, se celebrará también
los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi
Predecesor, el beato papa Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la
fuerza y la belleza de la Fe. Y precisamente he convocado la Asamblea General del
Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre del 2012, sobre el tema de La Nueva
Evangelización para la transmisión de la fe.
-
-
No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un AÑO de la FE. Mi venerado Predecesor, el
Siervo de Dios Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar el martirio de los Apóstoles
Pedro y Pablo en el decimonoveno centenario de su supremo testimonio.
Lo concibió como un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese “una auténtica y sincera
profesión de la misma fe”; además, quiso que esta fuera confirmada de manera “individual y colectiva,
libre y consciente, interior y exterior, humilde y franca”. Pensaba que de esa manera todo la Iglesia podría
adquirir una exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para
confesarla”. Esta concluyó con la Profesión de FE del Pueblo de Dios, para testimoniar cómo los contenidos
esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser
confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio en
condiciones históricas distintas del pasado.
nº 5. El Año de la fe y el Vaticano II
-
He pensado que iniciar el año de la fe, coincidiendo con el cincuentenario de la apertura del Concilio
Vaticano II, puede ser una ocasión propicia para comprender que los textos dejados en herencia por los
Padres Conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II, no pierden su valor ni su esplendor. Es
necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y
normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia..Siento más que nunca el deber de indicar el
Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha
ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza. Yo también deseo
reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor
de Pedro: “si los leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada
vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria para la Iglesia".
Nº 6. La renovación de la Iglesia pasa también por el testimonio.
-
La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con
su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la
Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó. Precisamente el Concilio, en la constitución dogmática
Lumen Gentium, afirmaba: “Mientras Cristo, “santo, inocente, sin mancha, no conoció el pecado, sino que
vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia es a la vez santa y siempre necesitada de
purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación”.La Iglesia se siente fortalecida con la fuerza
del Señor resucitado para poder superar con paciencia y amor todos los sufrimientos y dificultades y
revelar en el mundo el misterio de Cristo, aunque bajo sombras, sin embargo, con fidelidad hasta que al
final se manifieste a plena luz.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “La Virgen María es, asimismo, la “Virgen orante”. Así
aparece ella en la visita a la madre del Precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a
Dios, de humildad, de fe, de esperanza: tal es el Magnificat, la oración por excelencia de María, el canto de
los tiempos mesiánicos, en el que confluyen la exultación del antiguo y del nuevo Israel, porque en el
cántico de María fluyó el regocijo de Abrahán que presentía al Mesías y resonó la voz de la Iglesia. En
efecto, el cántico de la Virgen, al difundirse, se ha convertido en oración de toda la Iglesia en todos los
tiempos”. (MC 18)
3. A continuación el Tema 3º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
Para que por intercesión de María, la Iglesia se vea libre de todo mal….
Por la concordia entre todas las naciones, para que con la ayuda de la Reina de la paz, se apaguen los
odios……………..
- Por todos los que estamos aquí reunidos, para que reconociendo la singular dignidad de la santísima
Virgen María, nos esforcemos en imitar su humildad y espíritu de servicio……
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
-
6 Oración final y canto a Maria ( )
Padre Santo, que en el camino de la Iglesia, peregrina sobre la tierra,
pusiste aquella señal luminosa que es la Virgen María,
fortalece por su intercesión nuestra fe y reaviva nuestra esperanza,
para que ningún obstáculo nos haga desviar del camino que lleva a la
salvación.
La Caridad nos impulsa a Evangelizar
Catequesis 3.10
nº 1. El Año de la FE es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo.
Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a
la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf He 5, 31). Para el apóstol Pablo, este Amor lleva al
hombre a una vida nueva. Y gracias a la fe, esta vida nueva plasma toda la existencia humana en la novedad radical
de la resurrección. La fe, que actúa por el amor (Gál 5,6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de
acción que cambia toda la vida.
nº 2. “Caritas Christi urget nos”: es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar.
Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo a proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra.
Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le
confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un
compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y
volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor
del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece, cuando se vive como
experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo. Nos hace fecundos,
porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente
de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos. Como dice San
Agustín, los creyentes “se fortalecen creyendo”.
Así, la fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida
que abandonarse en las manos de un amor que se experimenta siempre más grande porque tiene su origen en Dios.
nº 3. Invito a celebrar este jubileo de la Fe
En primer lugar, en esta feliz conmemoración, deseo invitar a los hermanos Obispos de todo el Orbe a que se
unan al sucesor de Pedro en este tiempo de gracia espiritual que el Señor nos ofrece para rememorar el don
precioso de la fe:
-
-
Queremos celebrar este año de manera digna y fecunda.
Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión
al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la
humanidad está viviendo.
Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo
el mundo.
En nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza las exigencias de conocer y
transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre.
En este Año, las comunidades religiosas, así como las parroquiales, y todas las realidades eclesiales antiguas y
nuevas, encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo.
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nº 4. Deseamos, además, que este Año suscite en todos los creyentes la aspiración a confesar la fe en plenitud y
renovada convicción, con confianza y esperanza.
Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular
en la Eucaristía, que es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su
fuerza.
Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea más creíble.
Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada; y reflexionar sobre el mismo acto
con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe hacer propio, sobre todo en este Año.
No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto
les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo.
nº 5. En este sentido, quisiera esbozar un camino que sea útil para comprender de manera más profunda no sólo
los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con
plena libertad a Dios. En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los
que prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe:
“Con el corazón se cree y con los labios se profesa”. El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es
don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo. Es decir, el
conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la
persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se
ha anunciado es la Palabra de Dios.
Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no
puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este
“estar con él” nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la
libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con
toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu
Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y valeroso.
La misma profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario. En efecto, el primer sujeto de la
fe es la Iglesia. En la fe de la comunidad cristiana cada uno recibe el bautismo, signo eficaz de la entrada del pueblo
de los creyentes para alcanzar la salvación. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Creo”: es la fe de la
Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. “Creemos”: Es la fe de la Iglesia
profesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes.
Como se puede ver, el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es
decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia. El conocimiento de la
fe introduce en la totalidad salvífico revelado por Dios. El asentimiento que se presta implica por tanto que, cuando
se cree, se acepta libremente todo el misterio de la fe, ya que quien garantiza su verdad es Dios mismo que se revela
y da a conocer su misterio de amor.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
I1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2 Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “Cuando la Liturgia dirige su mirada a la Iglesia primitiva y a la
contemporánea, encuentra puntualmente a María: allí, como presencia orante junto a los Apóstoles; aquí,
como presencia operante junto a la cual la Iglesia quiere vivir el misterio de Cristo: “haz que tu santa Iglesia,
asociada con María a la pasión de Cristo, participe en la gloria de la resurrección”; y como voz de alabanza
junto a la cual quiere glorificar a Dios, para engrandecer con ella tu santo nombre y completemos en
nosotros, por el bien de la santa Iglesia, lo que falta a la Pasión de Cristo”(MC 11)
3 A continuación el Tema 4º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
-
Para que por intercesión de María, la Iglesia gane nuevos adeptos….
Para que la paz entre los pueblos sea una realidad……
Por todos nosotros, para que por medio de Virgen Maria nos esforcemos en imitar su humildad y
espíritu de servicio……
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
6 Oración final y canto a Maria (
)
Dios nuestro, que quisiste que al pie de la cruz de tu Hijo
estuviera también su Madre, compartiendo su pasión,
concédenos participar cada día más
de los frutos abundantes de la redención.
“El Catecismo, subsidio indispensable”
Catequesis 4.10
nº 1. El Catecismo de la Iglesia Católica. Este catecismo se ha convertido en medio:
-
-
-
-
Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el
Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable.
Es una de los frutos más importantes del concilio Vaticano II. En la Constitución apostólica Fidei
Depositum, firmada precisamente al cumplirse el trigésimo aniversario de la apertura del Concilio
Vaticano II, el beato Juan Pablo II escribía:”Este catecismo es una contribución importantísima a la obra
de la renovación de la vida eclesial..”
Precisamente en este horizonte, el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para
redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemáticamente y
orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica.
En efecto, en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado
y ofrecido en sus dos mil años de historia.
Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los maestros de teología a los santos de todos
los siglos, El Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha
meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe.
En su misma estructura, El Catecismo de la Iglesia Católica presenta el desarrollo de la fe hasta abordar
los grandes temas de la vida cotidiana.
A través de sus páginas se descubre que todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con
una Persona que vive en la Iglesia.
A la profesión de fe, de hecho, sigue la explicación de la vida sacramental, en la que Cristo está
presente y actúa, y continúa la construcción de su Iglesia.
Sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no tendría eficacia, pues carecería de la gracia que
sostiene el testimonio de los cristianos.
Del mismo modo, la enseñanza del Catecismo sobre la vida moral adquiere su pleno sentido cuando se
pone en relación con la fe, la liturgia y la oración.
Nº 2. Así, pues, el Catecismo de la Iglesia Católica podría ser en este Año:
-
-
un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la
formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural.
Para ello, he invitado a la Congregación para la Doctrina de la Fe a que, de acuerdo con los Dicasterios
competentes de la Santa Sede, redacte una Nota con la que se ofrezca a la Iglesia y a los creyentes
algunas indicaciones para vivir este Año de la Fe de la manera más eficaz y apropiada, ayudándoles a
creer y a evangelizar.
En efecto, la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un
cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros
científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la
verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos,
tienden a la verdad.
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Nº 3. BIOGRAFIA DE NUESTRA FE.
-
A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el
misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la
gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las
comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y
constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro
de todos.
-
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, que inició y completa nuestra fe. En Él
encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la
respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de
la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de la Encarnación, de su
hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de
su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos
de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
-
Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la
obediencia de su entrega(cf Lc 1,38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente
por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él(cf Lc 1,46-55). Con gozo y temblor dio a luz
a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf Lc 2,6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús
a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes(Mt 2,13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su
predicación y permaneció con él hasta el Calvario(cf Jn 19,25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la
resurrección de Jesús y, guardando todos recuerdos en su corazón(Lc 2,19.51), los transmitió a los Doce,
reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo(cf He 1,14; 2,1-4).
-
Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf Mt 10,28). Creyeron en las palabras con
las que anunciaba el Reino de Dios, que está presente y se realiza en su persona (cf Lc 11,20). Vivieron
en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas, dejándoles una nueva regla de vida
por la que serían reconocidos como sus discípulos después de su muerte (cf. Mc 16,15) y, sin temor
alguno, anunciaron a todos la alegría de la resurrección, de la que fueron testigos fieles.
-
Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida entorno a la enseñanza de los
Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para
atender las necesidades de los hermanos( cf He 2,42-47).
-
Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había
trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus
perseguidores.
-
Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez
evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda
en llegar.
-
Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones a favor de la justicia, para hacer concreta la
palabra del Señor que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para
todos (cf Lc 4,18-19).
-
Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf Ap
7,9; 13,8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde les llamaba
a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los
carismas y ministerios que se les confiaban,
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: Deseamos, en fin, subrayar que nuestra época, como las
precedentes, está llamada a verificar su propio conocimiento de la realidad con la Palabra de Dios y, para
limitarnos al caso que nos ocupa, a confrontar sus concepciones antropológicas y los problemas que se
derivan de ellas con la figura de la Virgen María tal cual nos es presentada por el Evangelio. La lectura de las
Sagradas Escrituras, hechas bajo el influjo del Espíritu Santo, y teniendo presente las adquisiciones de las
ciencias humanas y las variadas situaciones del mundo contemporáneo, llevará a descubrir cómo María
puede ser tomada como un espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo” (MC 27)
3. A continuación el Tema 5º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
Para que por intercesión de María, la Iglesia disfrute siempre de paz para realizar la tarea que Dios le
ha confiado….
- Para este tiempo festivo mueva a la comunidad eclesial a la atención de los necesitados….
- Para que cuantos reconocemos la singular dignidad de la santísima Virgen María, nos esforcemos en
imitar su humildad y espíritu de servicio……
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
-
6 Oración final y canto a Maria (
)
Padre santo,
que este año nuevo que hace poco hemos comenzado,
sintamos a tu Madre y nuestra como compañera y amiga
en nuestro peregrinar en este mundo que nos ha tocado vivir.
La Caridad, alma de la misión
Catequesis 5.10
En la Jornada Misionera Mundial, “que celebramos el año 2006, ofrecí la oportunidad de reflexionar sobre el
tema: “La caridad, alma de la misión”. La misión si no es orientada por la caridad, es decir, si no nace de un profundo
acto de amor divino, corre el riesgo de reducirse a una mera actividad filantrópica y social. Efectivamente, el amor
que Dios tiene por cada persona, constituye el núcleo de la experiencia y del anuncio del Evangelio, y todos cuantos
lo acogen se convierten a su vez en testigos. El amor de Dios que da vida al mundo es el amor que nos ha sido dado
en Jesús, Palabra de Salvación, icono perfecto de la misericordia del Padre celestial.
El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. (nº 14). San
Pablo nos recuerda: “ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad”.
( 1Cor 13,13). Por lo tanto la fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a
meced de la duda. La fe y la caridad se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su
camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como
primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro
mismo de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado.
“Cada vez que lo hicisteis con unos de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40): estas
palabras son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él
cuida de nosotros. Es la fe lo que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo
cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro
compromiso en el mundo, aguardando “unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2Pe 3,13;
cf Ap 21,1).
Llegados sus últimos días, el apóstol Pablo pidió al discípulo Timoteo que “buscara la fe” (cf 2Tim 2,22) con la
misma constancia de cuando niño. Escuchemos esta invitación como dirigida a cada uno de nosotros, para que nadie
se vuelva perezoso en la fe. Ella es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las
maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos
compromete a cada uno a convertirnos en un signo de la presencia de cristo resucitado en el mundo. Lo que el
mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y en el corazón
por la Palabra de Dios, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera,
esa que no tiene fin.
El dinamismo de la misión:
-
Ser misionero significa, pues, amar a Dios con todo lo que uno es, hasta dar incluso, si es necesario, la vida
por ÉL.
-
Ser misioneros es inclinarse, como el buen Samaritano, sobre las necesidades de todos, especialmente de
los más pobres y necesitados, porque quien ama con el amor de Cristo, no busca el propio interés, sino
únicamente la gloria del Padre y el bien del prójimo.
-
Se encuentra aquí el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera, que traspasa las fronteras
y las culturas, llega a los pueblos y se difunde hasta los extremos y confines del mundo.
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“Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada” (2Tes 3,1): que este Año de la Fe haga cada vez más
fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un
amor auténtico y duradero.
Las palabras del apóstol Pedro proyectan un último rayo de luz sobre la fe: “Por ello os alegráis, aunque ahora
sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que,
aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo
visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando
así la meta de vuestra fe; y la salvación de vuestras almas” (1Pe 1,6-9).
La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento:
-
Cuántos santos han experimentado la soledad.
-
Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran
escuchar su voz consoladora.
-
Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los
sufrimientos de Cristo (cf Col 1,24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe:
“Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Cor 12,10):
-
Nosotros creemos con firme certeza que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte.
-
Con esta segura confianza nos encomendamos a él: presente entre nosotros, vence al poder maligno (cf Lc
11,20), y la Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en él como signo de reconciliación
definitiva con el Padre.
Confiemos a la Madre de Dios, proclamada “bienaventurada porque ha creído” (Lc 1, 45), este tiempo de
gracia.
Dado en Roma, junto a San Pedro,
el 11 de Octubre, séptimo de mi Pontificado.
Benedicto XVI
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que
recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI.
Se da la posibilidad de usar el método de la “Lectio Divina” para aquellos
que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “Ahora es incumbencia de las
Conferencias Episcopales, de los responsables de las comunidades locales,
de las distintas familias religiosas, de restaurar sabiamente prácticas y
ejercicios de veneración a la santísima Virgen y secundar el impulso
creador de cuantos, con genuina inspiración religiosa o con sensibilidad
pastoral, desean dar vida a nuevas formas. Pero siempre sin olvidar dos
ejercicios muy difundidos en Occidente y de los que la santa Sede Apostólica se
ha ocupado en varias ocasiones: El Ángelus y el Rosario”(MC. 40)
3.
A continuación el Tema 6º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
-
Para que la Iglesia, cumpliendo fielmente como María la voluntad del
Padre, por la predicación y el bautismo engendre nuevos hijos para la
vida inmortal….Roguemos al Señor.
- Por la concordia entre todas las naciones, para que con la ayuda de la
Reina de la paz, se apaguen los odios…Roguemos al Señor
- Por cuantos asistimos a estos momentos de oración y formación, para la
Virgen Milagrosa nos aliente a seguir a su Hijo..Roguemos al Señor.
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
6. Oración final y canto a Maria (
)
Oh Dios, Padre bueno, que en María, primogénita de la redención,
nos has dado una madre de inmensa ternura,
abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu
y haz que a imitación de la Virgen aprendamos a dirigirte nuestras alabanzas
por la obra estupenda realizada en tu Hijo Cristo Jesús.
EN TIEMPOS DE INCREENCIA
EVANGELIZAR.
Catequesis 6.10
Las diócesis de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria en 1994, hace 18 años, se propusieron hacer
frente a una “situación de increencia” y para los prelados la solución pasaba por “EVANGELIZAR”.
Ellos se expresaban de esta manera: “conscientes de nuestra responsabilidad de alentar y dirigir a nuestras Iglesias
diocesanas según el espíritu de Cristo resucitado, queremos proclamar en voz alta y recordar a todas nuestras
comunidades cristianas que también hoy, en momentos difíciles para la fe, evangelizar constituye la dicha y la
vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar”.
Todos nosotros hemos adivinado en seguida a Pablo VI con su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (nº 14).El
Papa Pablo VI era consciente de que la Iglesia debía tener una reacción a la altura de los acontecimientos intuidos y,
en cierta manera, pedían a gritos a todos los creyentes secundar la Evangelización como “LA” tarea ineludible para
todo creyente; pero de una manera urgente en esos años postconciliares… No nos cansaremos de insistir y repetir
machaconamente que la Evangelización no es “una” más entre otras cosas que debe hacer la Iglesia como pueblo de
Dios. “Ella existe para evangelizar”.
Convocados a evangelizar
Por eso los obispos de las diócesis de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria nos reiteran que “queremos
convocaros a todos a la tarea más esencial de la Iglesia: proclamar la Buena Noticia de Dios al hombre de hoy. Esa es
la preocupación que ha de centrar y unificar de manera nueva y vigorosa todos nuestros esfuerzos, trabajos y
actividades:hacer presente en medio de la sociedad el Evangelio de Jesucristo que es fuerza de salvación para todo
el que cree. El mandato del Resucitado tiene que resonar en nuestros corazones como la encomienda más gozosa,
la obligación más grave y la llamada más urgente:Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.( Mt. 28,19-20)
En tiempos de increencia
Y luego dan la razón para evangelizar: “En pocos años ha cambiado profundamente el clima religioso que se respira
entre nosotros. Los intensos cambios sociales y culturales de estas últimas décadas están produciendo un
debilitamiento de la fe de no pocos cristianos y un deterioro de la vida moral, personal, familiar y social. Son
bastantes los que hoy viven su vida al margen de Dios y de cualquier referencia cristiana. No parecen necesitar de El
para dar sentido a su existencia. Un tono de indiferencia y desafección religiosa impregna la cultura dominante, el
pensamiento, las convicciones más generalizadas, la conducta y el género de vida de no pocos”.
Insisten en que han querido a ayudar a “creer en tiempos de increencia”. Y manifiestan que se han “esforzado por
examinar y comprender mejor los motivos y experiencias que han conducido a tantos a la indiferencia. Y os hemos
animado a reavivar vuestra fe y a redescubrir la riqueza de la experiencia cristiana en medio de ese clima de
increencia que nos puede estar trabajando incluso a quienes nos decimos cristianos. Hemos querido rescatar la fe en
Dios vivo, tan desprestigiada socialmente, y purificar su imagen tantas veces deformada por el corazón humano. Nos
hemos esforzado por mostrar cómo puede ayudar el Evangelio de Jesucristo a afrontar hoy nuestra tarea humana
con sentido más pleno, responsabilidad más lúcida y esperanza más gozosa.
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“No basta con vivir la fe. Hemos de comunicarla”
En diversas ocasiones os hemos dado a conocer las preguntas que nacen en nuestra conciencia de creyentes y de
pastores ante una crisis religiosa tan profunda:
-
Estos hombres y mujeres aparentemente tan desinteresados por la religión, ¿ya no la necesitan?
¿Qué queda en ellos de aquella fe que un día habitó en su corazón?
¿Se han cerrado para siempre a Jesucristo?
¿Qué es lo que está alejando a las nuevas generaciones de nuestra Iglesia?
¿Por qué no llegan a descubrir a Dios como “el mejor guardián y el mayor amigo del hombre?
Una inquietud de todo la Iglesia
En toda la Iglesia se deja sentir hoy de manera nueva y urgente la necesidad de centrar el trabajo y los esfuerzos
pastorales en la acción evangelizadora.
De una manera repetida e insistente, el Papa viene recordando a las Iglesias “la actual urgencia de una nueva
evangelización”. Juan Pablo II, en su encíclica “Redemptoris missio” nos decía: “preveo que ha llegado el momento
de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes”. (nº 3)
Benedicto XVI es consciente de que, la situación que detectaron hace 18 años los obispos del norte de España, se ha
agudizado y la “increencia” parece un movimiento “imparable”. “Por eso ha decidido el Papa actual convocar el Año
de la fe ( del 11 de octubre 2012 al 24 de noviembre de 2013). En 15 números, el Papa fundamenta y presenta en su carta
los motivos y objetivos de esta convocatoria a un nuevo jubileo o Año de la fe. Nuevo, porque el Papa Paulo VI ya
celebró un primer Año de la fe en 1966-67, con motivo del 1900 aniversario del martirio de los apóstoles Pedro y
Pablo. PF,4). El motivo de este nuevo Año de la Fe es el 50 aniversario (bodas de oro) del inicio del Concilio Vaticano
II y el 20 de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, que fueron el 11 de octubre de 1992”.
“Entre los 15 números de la Carta Encíclica Porta Fidei, plenos de referencias históricas y densos en reflexiones sobre
el porqué y el àra qué del Año de la Fe, el nº 12 contiene un párrafo, que provea su implementación. He invitado,
dice, a la Congregación para la Doctrina de la fe a que, de acuerdo con los Dicasterios competentes de la Santa
Sede, redacte una Nota con la que se ofrezca a la Iglesia y a los creyentes algunas indicaciones para vivir este Año
de la Fe de la manera más eficaz y apropiada, ayudándoles a creer y a evangelizar.
La Congregación para la Doctrina de la Fe cumplió con esa Nota el 6 de Enero de 2012, Fiesta de los Reyes Magos o
Epifanía del Señor, fecha en la que la Iglesia celebra el Día de la Fe. La Nota contiene las “indicaciones para vivir este
tiempo de gracia, las cuales no excluyen otras propuestas que el Espíritu Santo quiera suscitar entre los pastores y
fieles de distintas partes del mundo. Fue hecha contando con la ayuda de los Dicasterios competentes de la Santa
Sede y con la contribución de la Comisión para la preparación del Año de la fe.
“Se trata de propuestas que intentan solicitar una respuesta eclesial ante la invitación del Santo Padre, para vivir
en plenitud este año como un especial tiempo de gracia”. El redescubrimiento gozoso de la fe también ayudará a
consolidad la unidad y la comunión entre las distintas realidades que conforman la gran familia de la Iglesia.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “El Ángelus no tiene necesidad de restauración: la estructura
sencilla, el carácter bíblico, el origen histórico que lo enlaza con la invocación de la incolumidad en la paz, el
ritmo casi litúrgico que santifica momentos diversos de la jornada, la apertura hacia el misterio pascual, por
lo cual mientras conmemoramos la Encarnación del Hijo de Dios pedimos ser llevados por su Pasión y Cruz a
la gloria de la Resurrección, hace que a distancia de siglos conserve inalterado su valor e intacto su
frescor…Esos momentos característicos de la jornada –mañana, mediodía, tarde- que señalan los tiempos de
su actividad y constituyen una invitación a hacer un alto para orar. (MC 41)
3. A continuación el Tema 7º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
Para que la Iglesia, sienta el respaldo del Espíritu Santo y se entregue al servicio de cuantos la
necesitan como madre y guía….Roguemos
- Por los cristianos de cualquier pueblo para que amen a la Iglesia como Esposa del
Espíritu….Roguemos al Señor
- Por cuantos asistimos a estos momentos de oración y formación, para la Virgen Milagrosa estemos
unidos como Pueblo de Dios….Roguemos al Señor.
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
-
6. Oración final y canto a Maria (
)
Señor, Dios nuestro, que has querido que la Madre de tu Hijo estuviera presente
en la oración de la primera comunidad cristiana,
concédenos perseverar con ella en la esperanza del Espíritu Santo,
para formar todos un solo corazón y una sola alma,
y así gustar los frutos suaves y duraderos de nuestra redención.
DE “LA INCREENCIA” AL “RETO” DE LA INCREENCIA.
Catequesis 1.10
Desde que comenzaron los tiempos modernos estamos asistiendo a una mutación de grandes proporciones.
“Por primera vez en la historia de la humanidad, parece que mucha gente es capaz de vivir sin religión. Y, lo que es
más sorprendente, han despedido a las creencias milenarias sin derramar una sola lágrima por ellas”.
Luís González-Carvajal afirma rotundamente que “esa indiferencia ante las cuestiones religiosas es uno de los
fenómenos más tristes del mundo en que vivimos”. Y cualquiera de nosotros puede preguntarse ante la increencia
del mundo actual ¿no estaremos ante el fin de la religión?.
Lo que no cabe duda es que “la increencia es, no solamente un factor a tener en cuenta, sino que ha convertido
“en un reto”; un reto para los creyentes de hoy y quizás también, para quienes no creen”.
Hubo un tiempo en que estaba de moda aludir a la famosa frase de Henri de Lubac, que Pabloa VI hizo suya:
“ciertamente, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero lo cierto es que sin Dios no puede, en fin de
cuentas, más que organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano”.
Hoy quizá somos más cautos antes de hacer una afirmación tan rotunda, porque pensamos –con Juan Pablo II“que Dios ha asumido el camino del hombre y lo guía, incluso cuando éste no se da cuenta”. Que Dios pueda guiar al
hombre sin que éste se dé cuenta, no por eso dejamos de considerar que el desinterés actual por las cuestiones
religiosas es una de las mayores amenazas de nuestro tiempo.
¿Qué sucedería –se preguntaba Rahner- si un día la palabra “Dios” desapareciera sin dejar huella?. Y respondía:
sólo podemos decir que el hombre dejaría de ser hombre. Habría realizado una evolución regresiva para volver a ser
un animal hábil o dotado de cierto ingenio”.
De nuevo Luís González-Carvajal nos alienta diciendo que “para los creyentes, el reto de la increencia se
convierte en el reto de la evangelización de toda la Iglesia. Lo malo es que, al haberse producido ese abandono
masivo del cristianismo en Europa en sólo unas pocas décadas, han cundido una sensación de desánimo y se ha
apoderado de los creyentes una especie de afasia o pérdida de la facultad del habla que casi ha hecho desaparecer
por completo el elemento religioso de vocabulario corriente”.
Creo que ahora estamos en disposición de poder comprender:
-
Cómo la “increencia” actual nos afecta de alguna manera; no podemos quedarnos pasivos o como
espectadores.
-
Cómo no es un factor sin implicaciones; sino que está pidiendo una reacción o una actitud de los
creyentes que debe convertirse en “un reto”;
-
Y, finalmente, este reto comporta una acción concreta: que para todo creyente es “la evangelización”.
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La teología pastoral que se basa en el estudio de su actuar histórico es inevitable que ejerza una función crítica
anterior de la comunidad creyente por “esa afasia” en la proclamación de la Buena Nueva a todos los pueblos en
todos momentos y de toda la Iglesia.
¿Cuál será el futuro del cristianismo occidental?. Tillard publicó, no hace mucho, un artículo cuyo título era
provocativo: “¿Seremos los últimos cristianos?”. Parece una pregunta “tonta”, pero no faltan motivos para hacerse
una pregunta tan provocativa. ¿Qué le pasaría al cristianismo si una generación de creyentes no fuera capaz de
transmitir la fe a la siguiente?. ¿Desaparecería?.
En Occidente está ocurriendo un fenómeno muy peculiar: En los jóvenes se está dando un proceso de
“descristianización” muy serio:
-
-
Según el informe sobre los jóvenes españoles que realizó en 1989 la Fundación Santa María, sólo16 de
cada cien jóvenes consideraban que la Iglesia decía cosas importantes en cuanto ideas e interpretaciones
del mundo. La cruda verdad es que la Iglesia suena a viejo, a pasado, a otra época, para gran mayoría de
los jóvenes”.
Pues bien, ese porcentaje –ya entonces resultaba ridículo- descendió todavía más cinco años después
(1994), hasta quedarse en un insignificante 4%.
Y lo peor es que, pasados otros cinco años (en 1999) ha habido un nuevo retroceso, y ya no llegan ni
siquiera al 3% los jóvenes que dicen escuchar en la Iglesia cosas importantes para orientarse en la vida.
Lo dicho hasta aquí no se contradice con la espectacular concentración de jóvenes –más de dos millones,
llegados de todos los rincones del mundo- que tuvo lugar en Roma con motivo del Jubileo 2000. Lo mismo que
aconteció en Madrid en el 2011… La respuesta malintencionada es que: “no deberíamos caer en los triunfalismos”.
El teólogo canadiense ante este panorama respondía que “no seremos los últimos cristianos”. Y nosotros
podemos recordar la historia del cristianismo y comprobar que en siglo XIX y primera mitad del XX fueron
innumerables las voces racionalistas, positivistas y marxistas que anunciaron el próximo final del cristianismo…. Sin
embargo, hoy son todos esos movimientos intelectuales los que han desaparecido, o al menos han perdido vigencia,
mientras el cristianismo, por muchos problemas que tenga, sigue en pie.
“Futuro de la Iglesia y del cristianismo depende primariamente de Dios y no del hombre”. Cierto que el ser
humano tiene “descuidos”, hacer prevalecer lo suyo sobre el proyecto de Dios, se cree el dueño de la historia; pero
el Señor respeta su libertad, y permite los eventos nefastos para demostrar su paciencia y su misericordia con el ser
humano. No nos pongamos melancólicos y pesimistas usando aquella escena donde Jesús se preguntaba: “cuándo
venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra? (Lc. 18,8)
En todo caso, lo que la promesa de Jesús no garantiza en modo alguno es que la Iglesia vaya a mantenerse
vigorosa en todos los lugares donde tuvo una rica presencia en el pasado.
Nos podemos hacer una única pregunta:
-
¿Estaremos ante el fin de un cristianismo convencional?
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación
redentora, el Rosario, es, pues, oración de orientación profundamente cristológica. Se ha apercibido también
más fácilmente cómo el ordenado y gradual desarrollo del Rosario refleja el modo mismo que el Verbo de
Dios, inseriéndose con determinación misericordiosa en las vicisitudes humanas, ha realizado la Redención.
Se ha sentido también con mayor urgencia la necesidad de recalcar, al mismo tiempo que el del valor del
elemento laudatorio y deprecatorio, la importancia de otro elemento esencial al Rosario: la contemplación”.
(MC47)
3. A continuación el Tema 8º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
-
Oremos por el mundo entero, por todos los pueblos y naciones….Roguemos
Pidamos por las ilusiones y las esperanzas, por las tristezas y fracasos que viven los
hombres….Roguemos al Señor
Por cuantos asistimos a estos momentos de oración y formación, para la Virgen Milagrosa estemos
unidos como Pueblo de Dios....Roguemos al Señor.
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
6. Oración final y canto a Maria (
)
Dios de eterna gloria, que en el sol de justicia, Cristo, tu Hijo,
nacido de la Virgen María, ha introducido en el mundo la verdadera alegría,
líbranos del peso del pecado que entristece y extingue a tu Espíritu,
y acógenos a la mesa de tu reino
para saciarnos del pan que contiene en sí toda dulzura.
“FIRMES EN LA FE”
Catequesis 8.10
“Como saben, al final del próximo curso 2010-2011, tendrá lugar la JMJ 2011 en Madrid y, por tanto, durante
todo este año desde ahora hasta entonces, en la archidiócesis de un modo singular –como también en otras
muchas diócesis- la insistencia del Plan Pastoral se centra en la preparación de este acontecimiento evangelizador
en relación con la pastoral de juventud”. “Puedo enviarles hoy la Carta Pastoral “FIRMES EN LA FE”.
¿Fue aquella explosión de alegría que vivió el Papa Benedicto con la juventud en Madrid lo que le impulsó a
proclamar el Año de la Fe?. Ciertamente no, pues su intención ya la manifestó en otras oportunidades. Pero no cabe
duda, que dicho acontecimiento “afianzó” su determinación concebida con anterioridad, pues fue una gozada el
dinamismo que manifestaron en todo momento.
Por otra parte, la archidiócesis de Madrid supo conectar con esa inquietud del Papa Benedicto XVI al titular
en su folleto 38 “FIRMES EN LA FE”.
La base de “firmes en la fe” parte de Colosenses 2, 6-7: donde Pablo nos dice que “puesto que habéis recibido
a Cristo Jesús, el Señor, caminad en Él, arraigados y edificados en Él, firmes en la fe, tal como se os enseñó,
rebosando en agradecimiento”.
Aunque nosotros vamos a centrarnos en “firmes en la fe”, sería oportuno no olvidar los dos momentos que lo
preceden, pues son dos elementos que “arropan” o complementan magníficamente “firmes en la fe”. Son un
estupendo soporte; y son:
-
-
“arraigados en Cristo”; “nunca se insistirá bastante en que la vida cristiana consiste en una relación vital
con Cristo. Echar raíces en Cristo significa vivir de su misma vida”.. La actualidad de esta enseñanza de
Cristo nos urge también hoy a luchar contra todo lo que impide que la Palabra de Dios, y con ella el
conocimiento de cristo, arraigue en nuestro corazón y dé los frutos esperados”.
“y edificados en Cristo”; “San Pablo exhorta a los Colosenses a edificarse sobre Cristo, que es el único
fundamento de los cristianos.. Los cristianos somos, pues,”piedras vivas” del edificio espiritual de la Iglesia
en el que se integran los que son regenerados por la fe y el bautismo”.
“ Firmes en la fe”: En el contexto de la exhortación de san Pablo a los Colosenses, la expresión “firmes en la fe”,
no se refiere sólo a mantener íntegra la confesión de las verdades que la tradición apostólica nos ha trasmitido sobre
Cristo. La fe que hemos recibido por la tradición es la misma vida de Cristo que habita en nosotros y nos permite
vivir, caminar en ÉL. La fe, por tanto, no se reduce al conocimiento de las verdades, sino que implica el testimonio
con toda nuestra vida, un testimonio que se hace particularmente necesario en momentos de desorientación moral
como es el nuestro. Desde sus comienzos, la Iglesia no ha dejado de exhortar a sus hijos en la necesidad de vivir con
coherencia la fe. El testimonio de la vida es la mejor predicación para atraer a quienes no creen, y a los tibios hacia
la verdad de Cristo. Las multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo; por ello, los cristianos
tenemos que hacer visible a Cristo en nuestro comportamiento.
Esta firmeza en la fe, que equivale a ser firmes en Cristo, debe acrecentar nuestro deseo de entender la vida i
vivirla conforme al evangelio que nos ha salvado.
El Papa Benedicto XVI, en la audiencia que nos concedió con ocasión de la clausura del III Sínodo Diocesano, nos
decía: “en una sociedad sedienta de auténticos valores humanos y que sufre tantas divisiones y fracturas, la
comunidad de los creyentes ha de ser portadora de la luz del evangelio, con la certeza de que la caridad es, ante
todo, comunicación de la verdad”.
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En este campo, por tanto, debemos proponer con creatividad y audacia modos de vivir la firmeza del
testimonio cristiano en una sociedad aquejada de tantas debilidades, que provienen de corrientes de pensamiento y
de actitudes desprovistas de fundamentos morales.
Hemos de afirmar la fe haciéndonos cargo del aire que respiran nuestros contemporáneos y respondiendo a las
objeciones teóricas nacidas de algunos esquemas de pensamiento opuestos a los principios evangélicos. No cabe
duda, las jóvenes generaciones necesitan aprender a ser fuertes y firmes en la fe, mediante la catequesis que les
eduque a dar razón de la misma y mediante la maduración de la personalidad cristiana que exige el ejercicio de las
virtudes teologales y morales, ejercicio que se propone ya en las cartas apostólicas del Nuevo Testamento como
forma concreta de caminar en Cristo.
También aquí tenemos amplio campo de planificación pastoral. Son muchos los ámbitos donde el evangelio
tiene que arraigarse y producir frutos de vida nueva que encierra:
- la familia y las relaciones sociales,
- la formación para el amor y el matrimonio
- la enseñanza y la educación de las jóvenes generaciones,
- el cuidado de las vocaciones.
En estos tiempos de crisis económica no podemos olvidar el ejercicio cristiano de la solidaridad, especialmente
con aquellas personas que sufren con mayor dramatismo el desempleo y la carencia de recursos para llevar una vida
digna.
En conclusión, el lema de la Jornada Mundial presenta, desde la perspectiva de tres aspectos diferentes, la
unidad interior de la vida cristiana entendida como adhesión gozosa y entusiasta a Cristo en la comunión de su
Iglesia. Una adhesión que se expresa:
en la profesión del Credo, dándonos cuenta del significado que tiene la fe que confesamos y de la relación
entre nuestra vida y las verdades de fe;
- en la celebración litúrgica y en la oración, acogiendo la salvación que se manifiesta y realiza en los
sacramentos;
- en el seguimiento de Cristo en la vida concreta de cada día mediante el amor fraterno, el perdón y el
servicio a los más desfavorecidos.
Viviendo así seremos levadura en la masa, luz en la oscuridad y la ciudad edificada sobre un monte, de forma
que los hombres puedan reconocer que el Reino de Dios está presente en este mundo y que la sociedad se
trasforma día a día a impulsos de la gracia de Cristo.
-
En realidad, este plan pastoral tiene como eje a:
-
Jesucristo conocido y confesado en el Credo,
Jesucristo acogido y celebrado en los sacramentos
Jesucristo testimoniado en medio del mundo por la palabra y la acción.
Nos ponemos en camino con el gozo de saber que el Señor Resucitado nos acompaña en esta empresa tan
suya, a la que ha querido asociarnos.
Y lo hacemos mirando a la Madre de Cristo y Madre nuestra:
-
Ella nos anima siempre a hacer lo que el Señor nos dice,
Ella permaneció al pie de la cruz con la certeza de que el amor que allí se consumaba era Vida para el
mundo.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1. Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2. Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “Desde que fuimos elegido a la Cátedra de Pedro, hemos
puesto constante cuidado de incrementar el culto mariano, no solo con el deseo de interpretar el sentir de la
Iglesia y nuestro impulso personal, sino también porque tal culto encaja como parte nobilísima en el
contexto de aquel culto sagrado donde confluyen el culmen de la sabiduría y el vértice de la religión y que,
por lo mismo, constituye un deber primario del Pueblo de Dios. El desarrollo de la devoción a la Santísima
Virgen es un elemento cualificador de la genuina piedad de la Iglesia”. (MC. Introd..)
3. A continuación el Tema 9º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
Para que la Iglesia, a imitación de María, conserve la fe íntegra, la esperanza firme, y la caridad
ardiente. Roguemos al Señor
- Para que el ejemplo de María sufriente al pie de la cruz dé valor a los que viven rodeados de
dificultades y dolor. Roguemos al Señor.
- Por cuantos asistimos a estos momentos de oración y formación, para la Virgen Milagrosa estemos
unidos como Pueblo de Dios….Roguemos al Señor.
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
-
6. Oración final y canto a Maria (
)
Eterno Padre,
Que pusiste en la Virgen María el trono real de tu Sabiduría,
ilumina a tu Iglesia con la luz de tu Palabra de vida,
para que en el esplendor de la verdad
camine hasta el pleno conocimiento de tu misterio de amor.
RASGOS DEL CRISTIANISMO FUTURO
Catequesis 9.10
Recordarán que en el tema 2º hablábamos del “reto” que suponía la increencia para lo que “tenemos fe”. Y que
la reacción de los creyentes debía convertirse en evangelizadores. Nos llamaba la atención, igualmente, el que
algunos pensaran en el “final del cristianismo”.
Tillard matizaba lo de los “últimos cristianos” diciendo “que no somos los últimos cristianos, pero sí somos los
últimos testigos de una cierta manera de ser cristianos. Se ha terminado lo que van de Pol llamó el cristianismo
convencional. Una religión es convencional en la medida en que las prácticas y convicciones religiosas son tenidas
por buenas y verdaderas, no porque se asienten en la meditación personal, sino porque así se han aprendido”.
Durante los tres o cuatro primeros siglos no existieron cristianos convencionales. Los seguidores de Cristo, para
serlo, necesitaban romper con el ambiente hostil que les rodeaba. Aun después, nunca han faltado en la iglesia
creyentes auténticamente convencidos; pero seguramente no exagero si digo que para la mayor parte de los
bautizados el cristianismo se convirtió en un convencionalismo que daba a toda su existencia una sensación de
seguridad y resguardo.
Si hasta el siglo IV la adhesión al cristianismo se podía pagar con la vida, desde entonces no sólo dejó de ser
peligroso, sino que se hizo provechoso e incluso necesario. Pues bien, eso es lo que ha terminado en Occidente
quizá para siempre.
Según Rahner los cristianos europeos vivimos, por primera vez desde el siglo IV, en situación de diáspora, que
significa “dispersión” de los judíos y luego la de los cristianos, en medio de un mundo pagano. Esto obligará a vivir
la fe con unos rasgos nuevos.
Rasgos del cristianismo futuro:
a. Personas con experiencia de Dios: Casi todos los españoles famosos a quienes Gironella preguntó en 1969 si
creían en Dios respondieron afirmativamente; pero al hacerles la segunda pregunta sobre quiénes habían
tenido una experiencia de tipo religioso, respondieron todos negativamente. Por lo visto, todo el mundo
creía en Dios, pero nadie tenía experiencia de Dios. Veinticinco años después, interrogó a otros cien
españoles famosos. Esta vez la mitad creían en Dios y la otra mitad no. Un teólogo pondría de manifiesto
enseguida la contradicción que hay detrás de esas dos respuestas, dado que lo más importante de la fe no es
la adhesión intelectual a unas verdades, sino precisamente la experiencia íntima de Dios”. En efecto, al
carecer la fe de los apoyos externos que tuvo en otros tiempos, será imprescindible interiorizarla. En el
futuro, quien se deje llevar, precisamente por eso, dejará de ser cristiano. Quizá la palabra “místico” suene
demasiado fuerte. Pero, al fin de cuentas, “tiene que ser una persona que ha experimentado algo”. La
experiencia de Dios es, sencillamente, una experiencia humana con una interpretación religiosa.
b. Radicalidad evangélica: Cuando leemos los Hechos de los Apóstoles, nos fascina el entusiasmo de aquellos
primeros seguidores de Jesús. Si les llevaban ante un tribunal, aprovechaban la ocasión para predicar a los
jueces; si una persecución les obligaba a huir, iban anunciando el Evangelio por el camino (Hch. 8,4). He
empleado intencionadamente la palabra “entusiasmo” (poseído por Dios”). La experiencia del entusiasmo
consiste en sentirse poseído por una energía extraordinaria que convierte en pequeñas las mayores
dificultades e impulsa a tomar iniciativas de envergadura. Así eran los primeros seguidores del Nazareno.
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c. Comunidades de contrastes: Por mucho que haya personalizado la fe, el cristiano del futuro tendrá
dificultades para vivirla sin ningún apoyo externo. La sociología del conocimiento ha puesto de manifiesto la
importancia que tienen los demás no sólo en la elaboración de nuestras propias convicciones, sino incluso en
la opinión que tenemos de nosotros mismos. Por eso, para los cristianos del siglo XXI tendrá una
importancia decisiva el hecho de estar integrados en una comunidad cristiana viva. El disponer de
pequeñas comunidades cristianas en las que exista la fe compartida y el calor humano será un factor
esencial y necesario. En ellas nos reuniremos para compartir la fe con otros hermanos y celebrar la liturgia,
dispersándonos en seguida para dar testimonio ante nuestros hermanos contemporáneos de lo que creemos.
d. Una Iglesia para los demás: Un grupo que siente rodeado por un ambiente hostil podría tener la tentación de
concentrar su atención en sí mismo y en sus problemas. Para los seguidores de Jesús, esto sería traicionarse a
sí mismos. Como escribió Bonhoffer en agosto de 1944, “la Iglesia sólo es Iglesia cuando existe para los
demás”. A partir del siglo IV, la evangelización en Europa se hizo desde el poder…Aquella era una Iglesia que,
a pesar de sus buenas intenciones, se quedó muda, paradójicamente, por hacer demasiado ruido. Joseph
Vives escribe: “El Reino de Dios no está allí donde hay poder, prestigio, gloria… El Reino está allí donde hay
gozo para los pobres, donde Juan de Dios recoge apestados por las calles, donde el Padre Damián cuida
leprosos, donde Teresa de Calcuta alimenta a los miserables, con tantos otros, luchan y mueren por los
derechos de los pobres”. Un compromiso semejante no dejará de interpelar a quienes no son cristianos.
Cuando leemos en los Hechos de los Apóstoles cómo la Iglesia crecía rápidamente y cómo aumentaba el
número de los creyentes, tenemos la impresión de que la fe se propagaba, valga la expresión, por contagio.
Eso volverá a ocurrir en cualquier lugar donde el cristianismo sea verdaderamente auténtico y las
comunidades de creyentes pongan de manifiesto a los ojos de todos que, donde hay un cristiano, hay una
nueva humanidad; pasó lo viejo, todo es nuevo” (2 Cor 5, 17). Y, aun más, las comunidades cristianas
tendrán que prever estructuras adecuadas para acoger a los que retornan a la fe. Finalmente, lo que importa
no es tanto el crecimiento numérico de la Iglesia como la implantación del Reinado de Dios sobre la tierra. El
fermento no tiene por qué ser muy abundante. Lo que importa es que tenga capacidad para hacer
fermentar la masa.
e. Y que no olvida la oración: La fidelidad a la oración es una cuestión de vida o muerte para el creyente. Dos
ejemplos: uno el de Martín Lucero archiconocido por todos nosotros. El 12 de Mayo de 1530, cuando Martín
Lucero había dejado de rezar la liturgia de las horas por falta de tiempo, igual que había abandonado la
oración personal y la celebración de la eucaristía le decía a su amigo Melanchton que todas sus desgracias se
habían fraguado desde ese momento que descuidó y abandonó la oración. El otro testimonio es más
reciente. No hace mucho, una encuesta realizada entre sacerdotes italianos que habían renunciado al
ministerio reveló que el 95% de los mismos habían abandonado la oración antes de solicitar la
secularización. Muy pronto ocurrirá que, sin oración, se abandonará no ya el ministerio, sino la fe. La
necesidad de mantenerse fieles a la oración se acentuará en los cristianos del futuro, que deberán ser
personas curtidas en la prueba, puesto que les resultará inherente una especie de soledad; una dolorosa
sensación de ir contracorriente.
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TEMAS SOBRE LA FE
Esquema a seguir
1 Invocación al Señor y a la Virgen Milagrosa:
- En el “nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
- ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti! .
2 Ambientación: lectura de un párrafo de la “Marialis Cultus” de Pablo VI. Se da la posibilidad de usar el
método de la “Lectio Divina” para aquellos que quieran hacer una meditación más “extensa”.
“Por una renovación de la piedad mariana”: “Cuando la Liturgia dirige su mirada a la Iglesia primitiva y a la
contemporánea, encuentra puntualmente a María: allí, como presencia orante junto a los apóstoles; aquí,
como presencia operante junto a la Iglesia que quiere vivir el misterio de Cristo. El examen realizado sobre los
libros litúrgicos restaurados lleva a una confortadora constatación: ha considerado con adecuada perspectiva
a la Virgen en el misterio de Cristo y, en armonía con la tradición, le ha reconocido el puesto singular que le
corresponde dentro del culto cristiano, como Madre Santa de Dios íntimamente asociada al Redentor”.(MC
15)
3. A continuación el Tema 10º sobre la FE:
- Lectura del contenido;
- y reflexión-coloquio con algunas preguntas o interrogantes.
4.-Peticiones:
Para que la Iglesia, uniendo su voz a la de María, anuncie a todos los pueblos las maravillas de Dios.
Roguemos al Señor
- Para que el ejemplo de María sufriente al pie de la cruz dé valor a los que viven rodeados de
dificultades y dolor. Roguemos al Señor.
- Para que por intercesión de María, Madre de misericordia, los pecadores alcancen el perdón de sus
culpas. Roguemos al Señor.
5. Padre nuestro, Ave Maria y gloria.
-
6 Oración final y canto a Maria (
)
Señor, Dios nuestro, que dispusiste misericordiosamente
que la santísima Virgen, tu sierva, fuera la madre de Cristo
y colaboradora suya en la obra de la redención,
concédenos que, a imitación de nuestra Señora,
seamos siempre fieles testimonios del Evangelio
y dediquemos la vida a la salvación de los hombres.
Celebrar la fe y la vida
Catequesis 10.10
La vida cristiana tiene su base en la experiencia de fe en Jesucristo, el Crucificado Resucitado: en él se ha revelado
el rostro paterno y su proyecto salvífico para la humanidad; en él se nos ha ofrecido de forma definitiva la salvación.
Esta experiencia es la marca de identidad de los cristianos.
Esta experiencia configura la vida cristiana. Convoca a los creyentes en Cristo a una comunidad, el nuevo pueblo de
Dios, La Iglesia. El cristianismo no se agota en la mera pertenencia institucional a la Iglesia, pero también contempla
la incorporación a una comunidad de fe. Esa misma experiencia de fe implica necesariamente una ética cristiana, una
práctica del seguimiento de Jesús. El cristianismo no es simplemente una moral, pero implica una moral. La
experiencia de fe implica también una celebración de la fe y de la vida, una practica cultual. El cristianismo no se
reduce a la práctica cultual. Uno de los grandes riesgos de la vida cristiana es concentrarse o reducirse a la práctica
cultual, haciendo de ésta la medida de la vida cristiana y del seguimiento de Jesús. Pero la vida cristiana también
implica un culto, una celebración de la fe y de la vida. Creer en Cristo Jesús, profesar la fe, practicar la fe, celebrar la
fe en comunidad: ésas son dimensiones esenciales e irrenunciables del ser cristiano.
El objetivo Terminal de la vida cristiana no es conseguir y mantener la ortodoxia o la correcta formulación de la fe. Ni
siquiera es la ética, el buen comportamiento, la ortopraxis, el fiel seguimiento. El objetivo Terminal de la vida
cristiana es una fiesta, la fiesta escatológica. El mismo Dios de la creación bendijo el día séptimo y lo santificó; porque
en él cesó Dios de toda obra creadora que Dios había hecho” (Gen 1,3).
El final prometido es la fiesta, la celebración, el gozo del Reino consumado. El símbolo de ese final es el banquete
escatológico tal como lo anunciara Isaías: “Hará Yahvéh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de
manjares frescos, convite de buenos vinos; manjares de tuétanos, vinos depurados; consumirá a la muerte
definitivamente. Enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros..”. “Descansar y celebrar” pertenecen a la
perfección de esta fiesta. De ahí la importancia que tiene la celebración cristiana ya en esta etapa histórica. Es una
forma de adelantar el placer del Reino de Dios, que se expresa en el descanso sabático y en la celebración de la fiesta
de Dios..”
Según los relatos evangélicos, la celebración tiene un puesto destacado en la vida del Jesús terreno. Los evangelios
nos ofrecen varios rasgos de su personalidad que tienen cierta garantía de ser históricos, y apuntan en la dirección
de la alegría. Nos lo presentan como un hombre jovial y optimista; anuncia buenas nuevas y es más partidario de las
bienaventuranzas que de la mala ventura; es dado a cultivar y disfrutar la amistad y la celebra con frecuencia
compartiendo casa y mesa; su oración es sobre todo de alabanza porque Dios se revela a los sencillos y cuida de los
suyos, y de confianza porque Dios es Padre; se hace bautizar por Juan en el Jordán; comparte banquetes con
publicanos y pecadores y también con el pueblo hambriento; celebra una solemne cena de despedida con sus
discípulos.. La celebración forma parte de su vida.
En consecuencia la celebración debe formar parte esencial de la vida cristiana. Así sucedió en la comunidad cristiana
primitiva. La comunión de mesa es un gesto que les permite reconocer al Señor, porque les recuerda la comunión
de mesa con él durante su vida terrena. Por eso las asambleas dominicales, la oración diaria, la fracción del pan, lo
banquetes fraternos, la celebración de la Cena del señor o la eucaristía… forman parte esencial de la vida de las
primeras comunidades cristianas. Quizá es un culto simple y sencillo, pero vivido con gran intensidad, puesto que
el recuerdo, la fe, la esperanza y el amor les llevan a este tipo de culto. No pueden por menos de celebrar la fe que
profesan y la nueva vida con que han sido agraciados; la celebración es parte irrenunciable de su vida: Liturgia y
vida caminan juntas.
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Pero la relación entre la liturgia y la vida se convertirá pronto en problema. Éste ha sido el eterno problema de
las liturgias, de los cultos y la vida. Lo fue en la historia de Israel, como tantas veces denunciaron los profetas. Lo
sigue siendo en la historia de las iglesias cristianas. La liturgia está en crisis pese a todas las renovaciones conciliares
y postconciliares. Las liturgias cristianas resultan escasamente significativas y estimulantes para los creyentes hoy (y,
por supuesto, para los no creyentes).
¿Qué pasa?
¿Por qué han perdido su carácter festivo, alegre, celebrativo?
¿Por qué adolecen muchas de ellas de ese tono frío, despersonalizado, deshumanizado y, con frecuencia,
lúgubre y luctuoso?
¿Por qué, tantas veces, no transmiten experiencia religiosa, fe, vida, entusiasmo?
La respuesta no ha de ser simplista: no es asunto de simples deficiencias técnicas. Algunas liturgias tienen
suficiente calidad estética, y sin embargo no consiguen ser verdaderas celebraciones de fe y de vida. La estética es
un gran aporte a la celebraciones litúrgicas, pero no es capaz de suplir la experiencia de fe que les da sentido. La
respuesta hay que darla a niveles más hondos: quizás hay que buscarla en el divorcio entre la fe y la liturgia, entre la
vida y el culto. Si desaparece todo ritual, toda celebración, todo culto, la fe y la vida pierden sabor y sentido. Pero si
faltan la fe y la vida, el culto, la liturgia, los rituales pierden toda razón de ser. Vida y culto son como dos vasos
comunicantes: el éxito o el fracaso de cada uno refleja el éxito o el fracaso del otro. Si el culto está vivo, es porque la
vida es plena; si el culto es formal y vacío, es porque la vida languidece.
Por eso, cerramos nuestra reflexión analizando el puesto y la misión de la celebración en la vida de Jesús y en la
vida cristiana. Es necesario regresar a los evangelios para averiguar en qué consiste la celebración de la fe cristiana,
qué debe celebrar la comunidad cristiana y cómo debe celebrarlo. Para ello es necesario fijar los ojos en Jesús, para
averiguar qué papel desempeñó la celebración en su vida: ¿qué celebró, cuándo, cómo, con quienes celebró, por
qué nos invita a celebrar. Él no sólo inicia y consuma nuestra fe; también inicia y consuma nuestro culto. La fe es
lo único que aviva y da sentido a nuestras liturgias.
La liturgia cristiana es necesaria para mantener viva la esperanza. Mientras perdure esta historia de
sufrimiento, no podemos prescindir de la liturgia sacramental. Los sacramentos son símbolos anticipadores de la
esperanza, y al mismo tiempo son símbolos de protesta contra una vida precaria, no reconciliada, no liberada. Ese
es el valor a la vez simbólico y crítico de la liturgia cristiana.
En este sentido nuestras liturgias deberían resaltar necesariamente:
-
la dimensión celebrativa y el carácter festivo de la vida;
El Evangelio de la alegría y de la fiesta;
La oración: para adentrarse en la “lógica” de Dios.
Preguntas:
-
¿Es la vida cristiana una invitación a la alegría, una promesa de felicidad?
¿Caben la fiesta y la celebración dentro de la vida cristiana?
¿Qué podemos o qué debemos celebrar en nombre de la fe y de la esperanza cristiana?
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