La literatura del siglo XVIII_Teatro y ensayo

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LA LITERATURA DEL SIGLO XVIII
El siglo XVIII es en Europa un periodo de profundos cambios económicos, sociales y
políticos que conducen a la crisis del Antiguo Régimen y ponen las bases del mundo
contemporáneo. En buena medida, esas transformaciones están propiciadas por la
Ilustración, movimiento cultural que se asienta en valores como:
 El racionalismo. El hombre debe guiarse estrictamente por la razón y no por
otros criterios como la fe, la tradición o el principio de autoridad.
 Utilitarismo y fe en el progreso. Los avances en el saber deben mejorar las
condiciones de vida de la comunidad. Surge así la idea del progreso como
motor del género humano en su búsqueda de la felicidad.
 Importancia de lo natural como fundamento de la razón y del pensamiento,
frente al anterior predominio de lo sobrenatural (la fe, el destino, supersticiones).
 Reformismo. Los ilustrados aspiran a aplicar su pensamiento en la realidad.
Surge así el Despotismo Ilustrado, que propugna la modernización de la
sociedad mediante reformas sociales, políticas y económicas. En España, el
Despotismo Ilustrado alentó numerosas iniciativas durante los reinados de
Fernando VI y Carlos III. Esta política modernizadora contó con la oposición de
los sectores más tradicionalistas, como la Iglesia, que limitaron su alcance y que
lograron paralizarlas por miedo al “contagio” de la Revolución francesa.
La Ilustración transformó las ideas de su época: lucha contra la esclavitud, ideas
pacifistas, tolerancia religiosa, rechazo de la tortura, etc. Singular importancia tiene su
apuesta por la cultura y la educación como forma de perfeccionar las sociedades.
Desde el punto de vista artístico, el movimiento ilustrado dio pie a la aparición del
Neoclasicismo. Se trata de un movimiento estético que se inspira en el clasicismo
francés y en el grecolatino, y que se guía por los criterios de la razón y la lógica. En
literatura el Neoclasicismo presenta unos rasgos particulares:
 Respeto a unas reglas y preceptos rigurosos con el fin de alcanzar el ideal del
buen gusto. En teatro, por ejemplo, se recuperan las normas clásicas.
 Clara distinción entre los diferentes géneros y subgéneros literarios (a
diferencia del periodo barroco).
 Se rechaza la mezcla de distintos estilos y registros en el lenguaje.
Con el tiempo, estos presupuestos van siendo desplazados por otra estética más
interesada por el individualismo y los sentimientos. Es la etapa conocida como
Prerromanticismo.
La prosa española del siglo XVIII
Casi toda la prosa del XVIII es de carácter doctrinal y didáctico. Las ideas
ilustradas sobre la función práctica del arte explican en parte el escaso interés, incluso el
rechazo hacia la prosa de ficción, y muy especialmente la novela. Aun así, se pueden
destacar algunos representantes de la narrativa de ficción:
 Diego de Torres de Villarroel, que es en realidad un barroco tardío. Destaca
por obras como su Vida, autobiografía con ribetes picarescos.
 José Francisco Isla, autor de Historia del famoso predicador fray Gerundio de
Campazas, sátira contra los excesos retóricos de los predicadores barrocos.
 Pedro de Montengón. Escribió el Eusebio, novela pedagógica inspirada por las
ideas de Rousseau.
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El ensayo es, sin embargo, el género preferido por los ilustrados, pues se ajusta mejor a
sus intenciones pedagógicas y reformistas. Podemos destacar los siguientes autores:
 Ignacio Luzán. Su Poética es una obra fundamental para entender las ideas
literarias de la Ilustración.
 Fray Benito Jerónimo Feijoo. A pesar de su condición de religioso fue uno de
los principales abanderados de las ideas ilustradas, como la primacía de la razón
sobre las supersticiones y la lucha por la modernización del país. Destacan dos
obras ensayísticas: Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas.
 José Cadalso. Su obra ensayística se compone de dos obras:
o Los eruditos a la violeta, sátira contra la pedantería.
o Cartas marruecas. Se trata de una obra inspirada en las Cartas persas de
Montesquieu. En ella se ofrece una visión crítica de la realidad española
a través de los ojos de un extranjero, el marroquí Gazel, quien cruza
cartas con su maestro y con un amigo español. Este epistolario permite
formular una severa denuncia de los principales males de España (la
nobleza improductiva, la poca consideración hacia la ciencia y el saber,
el retraso de la industria y el comercio…). Cadalso muestra la confianza
ilustrada en la razón y el progreso, pero también cierta actitud escéptica.
Muy diferente es Noches lúgubres, obra de ficción que presenta algunas
características propias del Prerromanticismo: ambientes nocturnos y tétricos,
sentimientos turbulentos, subjetivismo…
 Gaspar Melchor de Jovellanos, paradigma de hombre comprometido con el
proyecto cultural y político de la Ilustración. Su creación es muy variada, e
incluye obra poética y teatral. En su obra en prosa, toda ella de carácter didáctico
y reformista, hay que destacar obras como Memoria sobre espectáculos y
diversiones públicas o Memoria sobre la educación pública.
La poesía del siglo XVIII
En el XVIII conviven diversas tendencias poéticas:
 La poesía posbarroca. Predomina a principio de siglo y mantiene la fidelidad al
estilo gongorino. Después evoluciona hacia la estética rococó, que se
caracteriza por sus composiciones breves de arte menor, la sencillez expresiva y
el tono ligero. Sus temas son la naturaleza, la belleza femenina y el amor.
 La poesía ilustrada o neoclásica, de desarrollo tardío. Su rasgos son:
o Se inspira en la poesía clásica. También en poetas franceses italianos y
franceses del XVIII y en la lírica popular.
o Temas propios de la Ilustración: la ciencia, sus valores morales y
reformistas, etc. Esto da lugar a una poesía de intención utilitaria (de
ahí el éxito de las fábulas). También hay composiciones de tono más
ligero cercanas al estilo rococó.
o Entre los autores más destacados de esta corriente figuran Cadalso o los
fabulistas Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego. Pero sin
duda la figura más importante es Juan Meléndez Valdés. Su poesía
abarca temas variados: la naturaleza, el amor, temas filosóficos y morales
o la exaltación de los placeres sensuales (en sus anacreónticas). Su estilo
está marcado por la sencillez, la variedad métrica y la búsqueda
neoclásica del “buen gusto”.
 La poesía prerromántica, presente en la obra tardía de algunos ilustrados, que
acentúa el subjetivismo y la exaltación sentimental. Algunos de sus
representantes son Nicasio Álvarez Cienfuegos o el propio Meléndez Valdés.
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El teatro del siglo XVIII
Al igual que en poesía, encontramos diversas tendencias:
 El teatro posbarroco, que conserva los planteamientos dramáticos del XVII.
Tiende a acentuar la espectacularidad escenográfica, que se manifiesta en los
géneros con mayor éxito: comedias de capa y espada, heroicas y de magia.
 El sainete, pieza breve de carácter cómico que se representaba en los entreactos.
Se trata de un género heredero del entremés, si bien se observa en él una
tendencia a subrayar los rasgos populares: personajes característicos, ambientes
típicos, costumbres populares. Su principal representante es Ramón de la Cruz,
cuyos sainetes de ambientación madrileña gozaron de gran éxito.
 El teatro neoclásico. Se trata de la respuesta de los ilustrados al teatro barroco,
que ellos consideraban un espectáculo indecente desde el punto de vista moral y
estético. El teatro por el que apuestan es, por el contrario, un excelente vehículo
para transmitir su visión crítica de la sociedad y sus ideas reformistas. Sin
embargo, encontró el rechazo de las compañías teatrales y del público, sobre
todo al principio. Dentro de él podemos distinguir varios subgéneros:
o La comedia sentimental, de carácter realista y desenlace normalmente
feliz. Sus personajes, de clase media y baja, encarnan valores burgueses
como el trabajo, la honradez o la sensatez. Con el tiempo evolucionó hacia el
melodrama, lo que propició el rechazo de los ilustrados. La obra más
representativa es El delincuente honrado, de Jovellanos.
o La tragedia de tema nacional, que imita el modelo francés y no gozó
del favor del público. Destaca la Raquel, de Vicente García de la Huerta.
o La comedia neoclásica, que alcanzó un éxito escaso y tardío. Su
principales características son:
 Respeto de las unidades dramáticas clásicas: lugar, acción y tiempo.
 Uso de la prosa o del octosílabo, frente a la polimetría del barroco.
 Intención didáctica propia del espíritu ilustrado, con especial
atención a la crítica de costumbres y vicios de sus contemporáneos.
Los principales autores de la comedia neoclásica son Leandro Fernández de
Moratín y Tomás de Iriarte, autor de obras como El señorito mimado.
 Leandro Fernández de Moratín. Gracias a su padre, desde joven participó en
los círculos ilustrados. Acabó sus días en el exilio, pues fue uno de los ilustrados
“afrancesados” que colaboraron con José I. Su obra dramática se compone de:
o Tres comedias en que critica los matrimonios concertados: El viejo y la
niña, El barón y El sí de las niñas, su obra más importante.
o La comedia nueva o El café, donde se ridiculizan las obras teatrales
demasiado aparatosas e inverosímiles que triunfaban en el momento.
o La mojigata, sobre la religiosidad aparente y sus efectos en la educación.
La comedia moratiniana presenta los siguientes rasgos distintivos:
o Propósito didáctico y reformador. Sus obras combaten el teatro
popular de la época y sus valores: supersticiones, religiosidad excesiva,
pasiones exaltadas, fantasía. Frente a esto, defiende valores ilustrados
como la educación, la sensatez, la prudencia, la responsabilidad, etc.
o Búsqueda de la verosimilitud. Esto explica varias características como
el uso preferente de la prosa; el manejo de un lenguaje sencillo y
adecuado al rango social de los personajes; búsqueda de acciones
creíbles y rechazo de la escenografía espectacular.
o Respeto a los preceptos teatrales clásicos, sobre todo a las tres
unidades dramáticas.
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