XXII domingo del tiempo ordinario

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XXII DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO, 32/8/2014
Jeremías 20, 7-93; Salmo 62; Romanos 12, 1-2;
Mateo 16, 21-27.
En este domingo, el último de agosto, preparados para iniciar un
nuevo curso, el apóstol Pablo nos invita a transformarnos por medio de la
renovación de nuestra mente. Si en algo estamos de acuerdo casi todos,
excepto los que viven bien aprovechándose de las circunstancias actuales,
es que nuestro mundo necesita ser transformado: la política, la economía, la
sociedad, necesitan un cambio. A lo largo de la Historia esta necesidad ha
estado siempre presente y es la que ha motivado los cambios sociales y las
revoluciones, pero siempre, estas han terminado creando otro sistema
similar al anterior que también produce exclusión, marginados e injusticia
social, por ello, hoy se hace muy actual esta invitación de Pablo a cambiar
nuestra mente, nuestra manera de ver las cosas, de pensar, de amarlas, para
hacerlo como lo haría Dios, ese debe ser el paso previo para buscar un
mundo mejor y más justo.
Este cambio de mentalidad es el que han tenido que hacer los
profetas, los apóstoles y todos los que sinceramente han seguido a Jesús, y
que tenemos que hacer todos y cada uno de nosotros si queremos seguirle.
Pero si sentimos la necesidad de Dios como se expresa en el salmo
responsorial y hemos sentido su llamada como Jeremías, no tenemos más
remedio que hacer, que iniciar esa transformación de nuestra mente, de
modo que lo más importante sea la relación con Jesús que el quedar bien
socialmente, como expresa la primera lectura que le pasaba a Jeremías, o
asimilar que seguimos a Jesús hacia la Cruz para llegar a la Resurrección,
como tuvo que comprender Pedro, tal y como se nos indica en el Evangelio
que proclamamos hoy.
No tengamos miedo, fiémonos de aquél que nos ama y nos ha
llamados, y sigámosle.
Un abrazo, José Luis.
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