Dos hombres subieron al templo a orar

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Dos hombres subieron al
templo a orar. Uno era
fariseo; el otro, un
publicano.
El fariseo se plantó y se
puso a orar en voz baja
de esta manera: "Dios
mío, te doy gracias
porque..."
El publicano, en cambio,
se quedó a distancia y
no se atrevía ni a
levantar los ojos al
cielo; no hacía más que
darse golpes de pecho
diciendo: "Dios mío, ten
compasión..."
:Anqrwpoi du,o
avne,bhsan eivj to.
i`ero.n
proseu,xasqai( o`
ei-j Farisai/oj kai.
o` e[teroj telw,nhjÅ
¿Una "caricatura"
puede ser para nosotros
"Palabra de Dios"?
Sermón sobre la parábola
del Fariseo y el Publicano
(Lc 18, 9-14)
o` Farisai/oj
staqei.j pro.j
e`auto.n tau/ta
proshu,ceto( ~O
qeo,j( euvcaristw/
soi o[ti
o` de. telw,nhj
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e;tupten to. sth/qoj
auvtou/ le,gwn( ~O
qeo,j( i`la,sqhti,
moi
¿Una caricatura puede llegar a ser para nosotros "Palabra de Dios"?
Porque, ciertamente, lo que acabamos de escuchar es una "caricatura".
Un artículo (de Sean Freyne) en la revista C O N C I L I U M , una revista seria, de junio del
2008, habla de una mujer judía (Ami-Jill Levine), estudiosa de los escritos del Nuevo
Testamento, la cual se describe a sí misma como "una judía feminista yanqui que enseña en
una escuela en donde predomina la divinidad de Cristo (Vanderbilt University Divinity
School) y comprometida en la eliminación de toda teología antijudía, sexista y homófoba.
El autor del artículo le da toda la razón cuando
...reprende mordazmente a predicadores y profesores cristianos por las
frecuentes y evidentes tendencias antijudías que manifiestan en sus alocuciones
y escritos Ni siquiera la investigación neotestamentaria cristiana de tendencia
liberal, que se jacta de sus estudios objetivos y críticos, escapa a su agudo e
incisivo desenmascaramiento que pone de manifiesto sus hábitos
profundamente arraigados en una teología que considera que el cristianismo ha
superado definitivamente al judaísmo
Creo que podemos estar de acuerdo con el autor del artículo cuando afirma que muchos de los
textos de un antisemitismo cristiano se encuentran ya en los escritos del Nuevo Testamento: la
manera cómo son presentados los fariseos, el dar la culpa de la muerte de Jesús a los judíos
liberando a los romanos de toda responsabilidad, la supuesta superficialidad de la piedad judía
en contraste con una nueva piedad cristiana.
El anti-semitismo
en los evangelios
Afirmar la originalidad teológica y espiritual de Jesús es ignorar que la fe y la práctica judías
habían adquirido una variedad de formas diferentes y despreciar la rica tradición espiritual de
la cual Jesús se alimentó.
¿Superó Jesús de Nazaret los límites y las fronteras de la fe y cultura judías? ¿Superó Jesús de
Nazaret la fe de Jesús ben Sira, el supuesto autor de la primera lectura de hoy? Haced, si
queréis, una lectura más amplia, por delante y por detrás, de los pocos versículos que hemos
leído de este Jesús ben Sira. Él también sabe
Él también sabe que hay cosas que es necesario cumplirlas (la justicia, la misericordia, la
fidelidad, nos dirá Lc 11,42 / Mt 23.23; dar limosna a los pobres, apartarse de la injusticia, no
despreciar al huérfano que suplica ni a la viuda que se desahoga llorando, nos dice el Sirácida)
sin descuidar las otras (pagar los diezmos de la menta, del eneldo y del comino, tal como
leemos en Lc / Mt; los sacrificios prescritos por el Señor, según Jesús ben Sira).
Las expectativas político-teológicas de Jesús manifestadas en su petición de "Santifica tu
Nombre" siguen la petición de Jesús ben Sira: "Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su
heredad como de antiguo" (36,13)
¿Qué pedía Jesús?
A mi me gustan los autores que, como Roger Haight en su libro Jesús, símbolo de Dios,
vienen a decir que "sería sorprendente que el Dios de Jesús no fuera de manera substancial el
Dios de su educación judía. La enseñanza de Jesús y su mediación de Dios ratifican y
confirman substancialmente esta tradición". Y más adelante el mismo autor dice: "El Dios de
Jesús no es considerablemente diferente del Dios de la tradición judía. El Dios de Jesús no es
substancialmente diferente del Dios de Israel. No se puede interpretar a Jesús como el Cristo
sobre la base de un mensaje único o nuevo sobre el carácter de Dios".
No andaba yo muy desencaminado cuando le escribía a un primo mío de Bolivia: "No creo
que Jesús aportara mucha originalidad en la concepción judía de Dios que existía en su
tiempo (recordemos que había varias 'escuelas')".
Como podéis suponer no he leído el libro del Papa, pero por lo que dice el autor del artículo
de C O N C I L I U M hace una referencia a la parábola de hoy, presentando dos maneras
opuestas: una, la total dependencia de Dios del publicano; la otra, la autosuficiencia del
fariseo, el cual "en el fondo, ni siquiera mira a Dios, porque lo hace todo bien por sí mismo.
No hay ninguna relación real con Dios, que a fin de cuentas resulta superfluo; basta con las
propias obras"
Haremos bien si, siguiendo el ejemplo del autor, no entramos en discusión con el libro del
Papa, pero nos preguntaremos -igual que el autor- por qué aquel fariseo subió al templo a orar
si "en realidad no necesitaba a Dios".
Leer el artículo
de Sean Freyne en C O N C I L I U M
Al releer esta parábola (los monjes antiguos nos hablarían de "masticar la palabra", como un
paso previo a la meditación y a la oración) no nos olvidaremos que es una parábola y que es
una parábola que sólo el evangelio de Lucas la refiere.
Es necesario prestar especial atención cuando una cosa sólo la trae el evangelio de Lucas...
Lucas es también el único evangelista que nos habla de Jesús invitado a comer o almorzar por
fariseos. No tenemos, pues, una "fotografía" única de los fariseos hecha por Lucas.
¿Comía Jesús
con los fariseos?
Es una parábola, y en las parábolas a menudo quedan exageradas las posiciones (esto es,
caricaturizadas) para conseguir un determinado efecto en el oyente/lector. Es una parábola de
Lucas, quien escribe muchos años después de la vida de Jesús, en una época en la que habían
cambiado notablemente las relaciones entre judíos y cristianos con respecto al tiempo de
Jesús: La caricaturización y la ofensa estaban a la orden del día, y siempre a la alza, en la
literatura de ambos lados (cristianos y judíos) de la creciente división entre la religión madre
(la judía) y la nueva secta (la secta de los Nazarenos como dice Actos 24,5) surgida de ella.
Dejemos a un lado esta polémica de finales del siglo primero y no queramos preguntarnos si
nosotros estamos representados por el fariseo o por el publicano, sino más bien reflexionemos
cómo las dos posiciones conviven dentro de cada uno de nosotros.
Pues muchas vece nos hemos encontrado que, confiados en nosotros mismos, orábamos en
nuestro interior diciendo: "Dios mío, te doy gracias porque..." Y otras veces nos hemos
encontrado que -no sé si llegando a golpearnos el pecho- decíamos: "Dios mío, ten
compasión..."
El primero no bajó a su casa "justificado". ¿Por qué no? ¿Por la manera como dio las gracias?
¿O por el simple hecho de dar gracias?
Al menos la lectura de hoy de esta parábola nos hace ver que aquel buen hombre, el fariseo,
que subió al templo a orar no hacía muy bien esto de "dar gracias a Dios". Es que "dar gracias
a Dios" no es una cosa nada fácil.
Porque no es fácil "dar gracias a Dios" y, al mismo tiempo, no hacer a Dios responsable de lo
que somos, de lo que hacemos, de lo que tenemos. Y de rebote lo hacemos también
responsable de lo que los otros no son ni pueden ser, responsable de lo que los otros no hacen
ni jamás podrán hacer, responsable de lo que los otros no tienen y nunca podrán tener.
¿No vemos que el "dar gracias a Dios" por el pan de cada día servido en nuestra mesa, es al
mismo tiempo -queramos o no queramos, seamos conscientes o no- por el juego de nuestras
responsabilidades colectivas, dar gracias a este nuestro Dios por tantas mesas, unas más
cercanas a nosotros, otras más alejadas, sin pan y sin plato?
¿No vemos que la riqueza cada día más rica de unos es al mismo tiempo la pobreza cada vez
más pobre de los otros?
Y si alguna cosa Dios tiene clara es que Él no es ni el responsable del bienestar y de la
abundancia de unos, ni el responsable de la pobreza y de la miseria de los otros. Él no es el
gran señor de nuestros cuentos y mitos que reparte riqueza y pobreza, salud o enfermedad,
libertad o esclavitud, vida o muerte.
Pero, entonces, ¿es posible "dar gracias a Dios"?
La Selva del Camp
24 octubre 2010
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