El concepto de nación es muy moderno

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Temario General de la ESTT - OEP 2011
Grupo de Materias Generales
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TEMA 3
ESTADO, NACIÓN Y TERRITORIO. NACIÓN POLÍTICA Y NACIÓN
CULTURAL. EL NACIONALISMO. MODELOS DE ORGANIZACIÓN
TERRITORIAL DEL ESTADO
1. ESTADO, NACIÓN Y TERRITORIO. ............................................................. 2
2. NACIÓN POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL. ................................................ 3
3. EL ESTADO. NATURALEZA, CONCEPTO Y ORÍGENES. .......................... 7
4. EL NACIONALISMO .................................................................................... 13
5. MODELOS DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO. .............. 18
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 22
Autor:
Ernesto Abati García-Manso
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1. ESTADO, NACIÓN Y TERRITORIO.
En el siglo XIX se identifican, por primera vez, las ideas de nación, pueblo y
Estado. Son aún nociones difusas que están por definir. La nación se identifica
con un grupo de personas que tienen en común algo. Pero ese algo es
diferente según el grupo de intereses que se definan. La nación la suele
constituir un pueblo, que se identifica con un territorio (el concepto de pueblo
también es difuso). Para que una nación pueda considerarse como tal, se
entiende que debe tener un Estado independiente, con lo que se identifica
Estado y nación. La visión romántica del asunto pretende que cada pueblo,
para ser tal, debe luchar por tener un Estado. Lo que sí estaba muy claro era
qué era un Estado: un conjunto de instituciones que administra y gobierna un
territorio.
Sin embargo, actualmente encontramos situaciones diversas:
a)
Menos del 10% de los estados-nación lo son completamente (en
el sentido de que el Estado se corresponde con una única Nación) Como
ejemplos, puede citarse Japón.
b)
En la mayoría de los casos hablamos de estados plurinacionales
cuyos miembros pertenecen a identidades colectivas diferentes. En
ocasiones esta pluralidad es asumida sin tensión, pero en otras puede
causar situaciones de conflicto. El caso de España es paradigmático, así
como otros múltiples ejemplos como Bélgica, China, etc.
c)
Existen naciones sin estado. Kurdistán, Cataluña, Québec.
d)
Igualmente hay estados sin nación. P.ej. Mónaco.
e)
Finalmente hay naciones divididas por más de un estado. P.ej.
Corea
La nación es una e indivisible, y está compuesta por un conjunto de ciudadanos
con soberanía indiscutible que se expresa en la formación de un Estado. El
derecho a tener un Estado, de los pueblos, supone, así, un derecho natural
anterior a la creación del mismo. Pero este concepto implica, también, el de
democracia participativa, puesto que es en el pueblo en donde reside la
soberanía, y el que se concede un determinado tipo de Estado.
Sin embargo, en la práctica, jamás se definió lo que era un pueblo, y los
Estados nación se constituyeron sin atención a etnias, lenguas o religiones, ni a
diferencias culturales. Lo que identificaba el sentimiento nacional era el bien
común frente al privilegio, y el sentimiento, irracional, de pertenecer a una
misma comunidad. El imperialismo demuestra que tampoco la identificación
con un territorio era motivo para la creación de una nación. Además, existen
naciones sin territorio, como los judíos o los gitanos.. El ciudadano es el que
pertenece a un pueblo soberano que forma un Estado. Pero en esta época, el
concepto de nación no se forma por exclusión de una frente a otras, sino que
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Ernesto Abati García-Manso
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pretenden aglutinar en un Estado nación a todos los que de alguna manera se
pueden identificar como pertenecientes a un mismo pueblo: son los
pannacionalismos.
Italia, Alemania y Austria-Hungría son los tres Estados nacionales que surgen
en el siglo XIX. Los tres son grandes Estados con un peso específico dentro de
las potencias europeas.
A pesar del empuje del nacionalismo como ideología, no todos los Estados son
nacionales, ni todas las naciones tendrán Estado. En realidad, la formación de
un Estado es independiente del concepto de nación, y en todos los Estados
hay varias naciones o pueblos. Es un problema de escala: el Estado para que
sea viable económicamente ha de tener un determinado tamaño mínimo, que
viene definido por el mercado para los productos industriales. Los Estados se
crean a raíz de la formación de un mercado nacional libre de trabas aduaneras.
El debate de la nación Estado se plantea fuera de la ideología liberal, que en
última instancia es la que predomina a la hora de crear Estados reales. La
complejidad para definir lo que es una nación y lo que es un pueblo, que tienen
derecho a un Estado, es, ante todo, metodológica.
2. NACIÓN POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL.
El concepto de nación empezó a ser utilizado a finales del S. XVIII para
designar a la comunidad humana que forma el sustrato indispensable de un
estado.
Dos son las versiones que se han atribuido al término de nación:
1.
TRADICIÓN FRANCESA: La nación está integrada por todos aquellos
que manifiestan el deseo de convivir en una misma comunidad política, más
allá de cualquier diferencia lingüística, cultural, religiosa o étnica. Para esta
versión (Sieyès, 1789) una nación existe cuando hay una voluntad compartida
por ejercer colectivamente el poder. La nación tiene un fundamento subjetivo
en la voluntad política de sus miembros, que se manifiestan principalmente en
contra
de
la
monarquía
absoluta//.
2.
TRADICIÓN ALEMANA: La nación está integrada por quienes participan
de determinados rasgos como la lengua, la cultura, la mitología histórica. La
nación tiene un fundamento sustantivo basado en las señas de identidad
colectivas. Aquí no es la nación frente al monarca absoluto; es la //nación
(homogénea)
frente
a
otras
naciones.
Según la versión de nación que se tenga en cuenta, se distinguen dos
procesos diferentes en la forma política estatal:
1.
NACIÓN POLÍTICA: El estado precede a la conciencia de nación. Los
poderes estatales fueron quienes impulsaron la construcción de la nación como
una “comunidad imaginaria” con características diferenciales tales como una
lengua, unas tradiciones culturales, unos rasgos étnicos, etc. De este modo la
nación y la conciencia de una identidad nacional, se va construyendo desde el
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mismo estado, que es quien tiene el poder. La consigna clara es que “cada
estado
debe
contar
con
su
propia
nación”.P.ej.
Francia
2.
NACIÓN CULTURAL: La nación es la que conduce hacia el estado. La
movilización de un colectivo en torno a determinadas señas compartidas de
identidad (principalmente, según Castells, la historia y la //lengua, //que// es la
verbalización del pasado común/) se convierte en algún momento en
reivindicación de personalidad política. Éste es el sentido de los movimientos y
partidos nacionalistas que aspiran a la creación de su propio estado. En este
caso se trata de que “cada nación consiga su propio estado”.
En ambos casos, ni la nación ni el estado son realidades naturales, sino
“artificiales”, construidas por la acción humana a lo largo de la historia.
Nación política
En el campo del derecho político, la nación política es el titular de la soberanía
cuyo ejercicio afecta a la implantación de las normas fundamentales que
regirán el funcionamiento del Estado. Es decir, aquellas que están en la
cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las demás.
Han sido objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días
las diferencias y semejanzas entre los conceptos de nación política y pueblo, y
por consiguiente entre soberanía nacional y soberanía popular. Las discusiones
han girado, entre otras cosas, en torno a la titularidad de la soberanía, a su
ejercicio, y a los efectos resultantes de ellos.
Una distinción clásica, con respecto a la mencionada Revolución, ejemplifica en
la Constitución de 1791 la soberanía nacional, ejercida por un parlamento
elegido por sufragio censitario (visión conservadora), y la soberanía popular en
la Constitución de 1793, en la que el pueblo es entendido como conjunto de
individuos, lo que conduciría a la democracia directa o el sufragio universal
(visión revolucionaria). Sin embargo, estos significados ya se difuminaron en la
misma época revolucionaria, en la que varios autores emplearon los términos
de otra forma. Según Guillaume Bacot las diferencias fueron prácticamente
terminológicas y desde 1789 a 1794 hubo en el fondo un mismo concepto
revolucionario de soberanía.
En 1789 el abate Sieyès usó, con un fuerte carácter socio-económico, nación y
pueblo como sinónimos. Pero poco después modificó su significado,
estableciendo una diferencia fundamental para su idea de la soberanía y del
Estado constitucional. Concibió entonces la nación como propia del Derecho
natural, anterior al Estado (Derecho positivo), y al pueblo como determinado a
posteriori. En síntesis, para Sièyes la nación es titular de la soberanía, ésta se
ejerce mediante el poder constituyente, y después, tras el "establecimiento
público" (Constitución), quedaría definido el pueblo como titular del poder
constituido. Así pues, el pueblo sería para el abate la nación jurídicamente
organizada.
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Nicolas de Condorcet sólo emplea el término pueblo, pero coincide con Sièyes
al hacer énfasis en la distinción entre poder constituyente y poder constituido
como base para el buen funcionamiento del Estado liberal y democrático.
Para estos dos autores, el papel del titular de la soberanía (llámese nación o
pueblo) se agota tras el ejercicio del poder constituyente. Tan sólo quedaría, en
estado latente, como "recordatorio" del fundamento del Estado, y podría
manifestarse excepcionalmente para rebelarse contra la opresión de una
eventual tiranía.
De los mencionados argumentos de Sieyès y Condorcet se deriva una idea
básica respecto al Estado constitucional, que perdura hasta hoy, según la cual,
como señalan, por ejemplo, Martin Kriele e Ignacio de Otto, en dicho Estado no
hay soberano. Esto se basa en que si consideramos la soberanía como summa
potestas o poder ilimitado (y por tanto con facultad para crear leyes sin ningún
freno a priori), ello es incompatible con la existencia de una norma fundamental
que establezca su supremacía. Otros autores2 sostienen que el proclamar la
soberanía nacional tiene por objetivo propugnar o establecer una estructura
constitucional propia del Estado liberal de Derecho: al atribuir la titularidad (que
no el ejercicio) de la soberanía a un ente unitario y abstracto, se proclaman
como no originarios los órganos estatales, evitando que cualquiera de ellos
reclame para sí poderes que considere anteriores a la Constitución, lo que
además favorece la articulación policéntrica de dichos órganos (pues ninguno
prevalecería sobre los demás).
Internacionalmente hablando, la nación no es sujeto de Derecho, característica
que sí posee el Estado.
Nación cultural
El concepto de nación cultural es uno de los que mayores problemas ha
planteado y plantea a las ciencias sociales, pues no hay unanimidad a la hora
de definirlo. Un punto básico de acuerdo sería que los miembros de la nación
cultural tienen conciencia de constituir un cuerpo ético-político diferenciado
debido a que comparten unas determinadas características culturales. Estas
pueden ser la lengua, religión, tradición o historia común, todo lo cual puede
estar asumido como una cultura distintiva, formada históricamente. Algunos
teóricos[cita requerida] añaden también el requisito del asentamiento en un territorio
determinado.
El concepto de nación cultural suele estar acoplado a una doctrina histórica que
parte de que todos los humanos se dividen en grupos llamados naciones. En
este sentido, se trata de una doctrina ética y filosófica que sirve como punto de
partida para la ideología del nacionalismo. Los (co)nacionales(n1) (miembros
de la nación) se distinguen por una identidad común y generalmente por un
mismo origen en el sentido de ancestros comunes y parentesco.
La identidad nacional se refiere especialmente a la distinción de características
específicas de un grupo. Para esto, muy diferentes criterios se utilizan, con muy
diferentes aplicaciones. De esta manera, pequeñas diferencias en la
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pronunciación o diferentes dialectos pueden ser suficientes para categorizar a
alguien como miembro de una nación diferente a la propia. Asimismo,
diferentes personas pueden contar con personalidades y creencia distintas o
también vivir en lugares geográficamente diferentes y hablar idiomas distintos y
aun así verse como miembros de una misma nación. También se encuentran
casos en los que un grupo de personas se define como una nación más que
por las características que comparten por aquéllas de las que carecen o que
conjuntamente no desean, convirtiéndose el sentido de nación en una defensa
en contra de grupos externos, aunque éstos pudieran parecer más cercanos
ideológica y étnicamente, así como en cuestiones de origen (un ejemplo en
esta dirección sería el de "Nación por Deseo" (Willensnation), que se encuentra
en Suiza y que parte de sentimientos de identidad y una historia común).
El concepto de nación tiene un fuerte componente ideológico, que se define en
el «amor a la patria», y se concreta en la investigación de las peculiaridades
que definen al pueblo y en el conocimiento de la geografía nacional. Es la
época en la que aparece el excursionismo y las sociedades de amigos del país.
Sin embargo, existe una contradicción fundamental entre el nacionalismo que
excluye a los demás, al definirse como diferente a los otros, y el
internacionalismo que aboga por la supresión de todas las barreras
económicas. La teoría liberal se formó atendiendo a empresas individuales, y a
expensas de las nacionales, que pretendían tener el mayor espacio posible
libre de trabas comerciales.
Todos los grandes teóricos de la política y la economía del siglo XIX intentan
definir lo que es una nación. Para Adam Smith una nación es la que tiene un
Estado territorial. Según esto, sólo son pueblo, y por lo tanto nación, aquellos
que tienen Estado. Schoenberg dudaba que el concepto de renta nacional
elaborado por Smith tuviera algún sentido, ya que implicaba al conjunto de los
ciudadanos y a la renta de un territorio. Sin embargo, el interés individual no
tenía porqué coincidir con el nacional. La teoría liberal abogaba por la no
intervención del Estado, pero el Estado controlaba ciertos monopolios que se
consideraban básicos para el funcionamiento del país: la moneda, las finanzas,
la normativa fiscal y aduanera, etc. Los Estados constituían espacios
homogéneos y libres para ejercer las actividades de las empresas capitalistas,
pero estaba restringido a sus habitantes. Llegado el caso, en épocas de crisis,
se podía restringir el mercado con el exterior tomando medidas proteccionistas.
Estas medidas las solían adoptar los Estados menos desarrollados.
El sistema implica la formación de una economía nacional, en la que el país
debe tener un tamaño suficiente para que el mercado pueda consumir lo que la
industria produce, y la nación sea así viable económicamente. La nación
Estado tiene que estar integrada, lo que se consigue gracias al transporte, que
crea los mercados nacionales. Y además tiene que tener en su territorio los
recursos naturales que emplea su industria. Es el principio del colonialismo.
En el siglo XIX se esperaba que los movimientos nacionales fuesen en favor de
la unificación y de la expansión, pero también fueron en favor de la división.
Serbios y croatas se separaron del Imperio otomano intentando crear una
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unidad política sin precedente histórico: Yugoslavia. Y lo mismo hicieron
checos y eslovacos, o los suizos (algo antes).
Se pensaba que las naciones sin Estado estaban condenadas a desaparecer,
por que la imposición de la cultura dominante acabaría barriendo los
sentimientos nacionales populares menores. Pero estos sentimientos se
mantuvieron gracias a los nacionalismos políticos que surgieron en todos los
países, y que mantuvieron este sentimiento nacional separatista dentro de las
grandes naciones que se formaron en el siglo XIX.
3. EL ESTADO. NATURALEZA, CONCEPTO Y ORÍGENES.
Con el término Estado nos referimos a un tipo de fenómeno social
caracterizado por rasgos esenciales, como:
a) una relación de autoridad y subordinación entre sus integrantes
b) el monopolio del ejercicio de la violencia por quienes son titulares de la
autoridad;
c) la existencia de un orden jurídico
d) dimensión institucional.
El "Estado" no es sino un tipo determinado de conducta social regulada
jurídicamente, que se da en una situación espacio- temporal definida.
El Estado no es un fenómeno físico susceptible de percibirse por los sentidos,
sino un hecho social que conlleva la interacción jerárquica de sus miembros,
regulado por un orden jurídico. Han Kelsen, en su obra "Teoría General del
Estado dice que el Estado no son los hombres que vemos y tocamos y que
ocupan un espacio, sino únicamente un sistema de normas que tienen por
contenido una cierta conducta humana.
El carácter espacio-temporal del Estado se halla definido por la vigencia del
orden jurídico en un territorio y en un período determinados. El orden jurídico
de un Estado no es válido eternamente, ni tampoco para todos los estados. Su
validez es restringida a un cierto ámbito territorial y durante un cierto periodo.
En suma, el Estado es un fenómeno social complejo, cuyo rasgo distintivo es la
regularización coactiva de la conducta humana a través de un orden normativo.
El Estado es sociedad más poder (tomémosle a este en el sentido de
autoridad), o sea una sociedad políticamente organizada.
Analizar la naturaleza y orígenes del Estado, es un medio conexo al de los
elementos de su trama, que con la sociedad, el poder y el derecho, de un lado;
y por otro, como elementos constitutivos, se tiene la territorio, la población y la
autoridad.
Al Estado no lo advertimos en su forma corpórea sino a través de sus acciones,
o sea a través de la legislación, de la administración pública, de la fuerza
armada y de los símbolos. De ahí que su naturaleza aparezca inaprensible, y
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es que el Estado es un ente concreto, ante todo. Su realidad se concreta en la
sociedad.
El concepto sociedad es más extenso que el de Estado; el primero representa
el género, y el segundo la especie. No es un orden normativo, por más que las
normas reflejen la estructura que decide darse. No está formado por hombres
sino por actividades humanas.
Carnelutti, viejo pensador del derecho, nos enseña que una sociedad se llama
Estado en tanto y en cuanto produce derecho.
La Filosofía del Derecho nos explica el sentido radical de lo jurídico en la vida
humana y en el universo. Nos presenta la sociedad como convivencia humana
bajo unos mismos principios; según definición de Ortega y Gasset, filósofo
español, el cual aclara que el Estado es también sociedad, pero no toda ella,
sino un modo de ella.
Con un fin didáctico, puede definirse el Estado como "la colectividad humana,
organizada políticamente sobre un territorio".
Definirlo por sus elementos, es didáctico, pero equivale a una presentación
heterogénea, que pugna con la esencia unitaria homogénea del Estado, sumar
sus elementos es una manera aritmética de definirlo, pero no brinda la
concepción unitaria que le corresponde. Con todo, en calidad de aproximación
al personaje Estado, es válido definirlo por sus tres elementos: pueblo, territorio
y poder o autoridad, agregando la finalidad que la anima, o sea el bien común.
El poder y el fin son los datos que fundamente el orden jurídico, el cual es la
textura institucional del Estado.
Naturaleza del Estado.
La palabra Estado es moderna y corresponde a la unificación política lograda
después de la era medieval. Para los griegos, la palabra "polis", o sea ciudad,
expresaba la comunidad diferenciada por un modo de vida propia. El Estado era
entendido por los romanos como "res pública" o "civitas". Del uso de las expresiones tales
como "status rei romanae", pude provenir la voz Estado. Al extender su dominación, Roma
llamó "imperium" a su organización política, acentuando así el elemento decisivo del
concepto "Estado", que es el imperio o potestad de mandar. En el derecho germánico
también se acentuó el elemento de dominio, pues el Estado fue llamado "Reich", voz que
procede de "regnum", o sea mando de un príncipe.
El Estado moderno en cuanto construcción consistente u obra de arte, apareció en la Italia
de los siglos CIV y XV, cuando se centralizó el poder por reacción contra el feudalismo. La
denominación "Estado" fue acuñada por Maquiavelo, desde las líneas iniciales de su obra
"El Príncipe" (ver bibliografía). Tal acepción de l palabra "stato", deriva de la voz latina
"status", que expresa un orden, vino a responder a una necesidad general qua que
ninguna de los voces antes usadas servía para denominar la pluralidad de formas políticas
existentes en la Italia renacentista. Unido al nombre de una ciudad como Florencia,
Génova o Venecia, el término "stato" dio expresión a todas las formas, fueran
republicanas, monárquicas o tiránicas, o bien aplicada sólo a una ciudad o sea a toda una
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región sometida a una misma autoridad. La nueva denominación fue adoptada antes de
dos siglos por los principales idiomas y su uso se convirtió en universal.
El Estado es el resultado de una larga evolución de la convivencia humana de la
convivencia humana. Aparece con la civilización sedentaria, cuando el grupo pasa de la
vida nómada a la vida agraria. Esto es que el Estado surge cuando la sociedad se divide
en clases sociales.
Con el Estado se alcanza el grado más alto de la organización social, el de la unidad
colectiva dotada de capacidad para la autodeterminación y regida por una ordenación
jurídica. El hecho de que el Hombre esté naturalmente destinado a la convivencia fue lo
que determinó las formas primitivas de la vida social y la aparición del Estado
Los elementos humanos más próximos del Estado no son los individuos, puesto que la
sociedad no es un agregado de átomos, sino las comunidades locales y las familias. Se ha
constituido históricamente por las asociaciones de los grupos naturales, o sea la familia y
comunidades locales, las cuales formaron un grupo superior en cuyo desarrollo se fueron
distinguiendo las funciones que hacen necesario el poder.
La primera sociedad natural, fue sin duda la familia. Por extensión o crecimiento
espontáneo de la familia, o bien por agregación de otras, se formaron el clan y la tribu.
Esta fundó la ciudad, realidad permanente que arraiga al hombre a un territorio. Las
necesidades de la defensa común y el intercambio comercial favorecieron la agregación de
ciudades dentro de una más vasta unidad social: la nación. Sólo dentro de ella puede el
hombre realizar sus destinos y alcanzar el mayor grado posible de perfección.
Históricamente, ha sido el Poder el que ha creado el Estado, organismo social encargado
de realizar el derecho. Lo más probable es que el Estado reconozca su origen en el
acatamiento tácito de la autoridad de quienes asumieron el Poder por un simple impulso
de voluntad. La coexistencia de familias, o bien quizá de sujeción de unas familias a otras,
añadida a la descendencia común en una estirpe, no bastan para dar nacimiento a la
sociedad civil, que es específicamente distinta de la familia. Se precisa siempre un factor
de asentimiento a las obligaciones recíprocas, de costumbre o aceptación tácita, para
explicarse la formación del Estado.
Elementos constitutivos del Estado.
El Estado es una comunidad política cuyos elementos constitutivos son el
territorio, la población (el pueblo) y la autoridad, en el sentido equivalente a
gobierno.
1. El territorio es la base espacial del Estado, aún cuando el Estado es un
fenómeno social no podría existir sin un sustento físico, material. Esta
base física es, pues, una de las condiciones que hace posible la existencia
del Estado, sin ella no podría ni siquiera concebirse un Estado en el
mundo real. Sin territorio no hay Estado, aunque naturalmente su ámbito
espacial puede variar en el tiempo. Esto ocurre, por ejemplo, cuando a
causa de una guerra el Estado derrocado pierde parte de su territorio o
cuando el Estado vencedor lo amplía. Fenómenos como la expansión
colonial que dan origen a grandes imperios son también una de multitudes
formas en que un Estado extiende su ámbito territorial. En estos casos las
áreas coloniales pertenecen al territorio del imperio, a pesar de las grande
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distancias y la heterogeneidad socio-cultural que hay entre las metrópolis
y ellas.
El territorio es el ámbito de un Estado ocupado por su población y en el
cual tiene plena vigencia la autoridad ejercida por la élite a través de las
normas jurídicas.
Uno de los objetivos fundamentales de las élites que no están al servicio
de potencias extranjeras a garantizar la integridad territorial del Estado,
para lo cual emplean diversos medios que van desde la diplomacia hasta
la guerra, La defensa de la integridad territorial exige, por otro lado, la
demarcación cuidadosa de las fronteras de cada Estado, así como su
fijación en documentos de Derecho Internacional como son, por ejemplo,
los tratados.
El nacimiento y desaparición de los Estados está esencialmente
vinculadas al territorio; ello explica que su integridad sea materia de los
más agudos conflictos.
Conviene recordar que el territorio de los Estados comprende: el suelo, el subsuelo,
el espacio aéreo y el mar territorial, y que no se reduce a lo que se llama tierra firme.
Ello significa que el Estado ejerce su autoridad soberana en dichos ámbitos, estando
facultado a defenderlos de la intervención externa de otros Estados o de particulares.
En el mundo moderno la problemática del territorio de los Estados se ha complicado,
un tanto, por la emergencia de los fenómenos como el colonialismo y el neocolonialismo. Como ya es harto conocido, la dominación colonial clásica tenía como
consecuencia la incorporación del territorio de las pareas periféricas al imperio. De
este modo se configuraba una dependencia política, administrativa y económica
abierta, apoyada en la superioridad militar de las metrópolis imperiales. De allí que ,
el nacimiento de los nuevos Estados independientes implique para el imperio, la
pérdida de territorios que antes le pertenecía. Esto es lo ocurrió precisamente en la
emancipación latinoamericana, frente al imperio español en el siglo XIX, y en la
descomposición del imperio colonial británico, francés, belga, holandés y portugués,
respectivamente, desde la segunda guerra mundial. Los nuevos Estados
independientes ocuparon áreas territoriales que antes formaban parte de los
imperios.
Al entrar en crisis el colonialismo clásico en la forma en que los hemos descrito, no
por ello se garantizó la plena integridad de los nuevos Estados, apareciendo el
fenómeno neo-colonial. En la dominación neo-colonial se respeta la autonomía
jurídica de los nuevos estados en la comunidad internacional, pero los Estados
dominantes ejercen de hecho un enorme poder sobre los dependientes, hasta tal
extremo de vulnerar la soberanía de éstos sobre partes de su territorio.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando los Estados dependientes ceden parte de su
territorio para la instalación de bases militares extranjeras sobre las cuales carecen
de control alguno, o cuando los recursos naturales de una determina zona de
territorio son sometidos a una explotación extensiva que en poco o nada beneficia al
Estado dependiente. Naturalmente que en estos casos el Estado no pierde su
territorio en términos globales, pero si se restringe su autoridad sobre partes de él,
constituyéndose enclaves militares o económicos que escapan a su control.
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Otra forma en que los Estados reducen su autoridad en parte del territorio es a través
de la ocupación por tropas extranjeras que se mantienen allí a pesar del rechazo de
la población.
Finalmente, un Estado ve reducida su autoridad en parte del territorio cuando como
consecuencia de una insurgencia guerrillera los rebeldes establecen las llamadas
"zonas liberadas". Estas zonas son formalmente áreas territoriales del Estado, pero
sus gobernantes carecen de autoridad real sobre éllas; ya que los líderes insurgentes
crean órganos de administración más o menos embrionarios, según los casos, y
poseen el control militar, físico, de las zonas mencionadas.
Por lo expuesto, es fácil concluir que un territorio relativamente estable y que
garantizada su integridad en una condición esencial para la existencia del Estado. Y
es en torno al control de la base física del Estado que se desencadena gran parte de
los conflictos políticos internos y externos.
2. El segundo elemento constitutivo del Estado es la población, es decir,
la comunidad humana asentada en su territorio y que se halla subordinada
a su autoridad. Aquí aparece la problemática de la nación, así como la
relación entre la nación y el Estado.
La nación puede caracterizarse de modo genérico como un grupo social
relativamente extenso cuyos integrantes poseen un sentido de pertenencia
a él debido a rasgos culturales y a una conciencia histórica comunes, Los
integrantes de una nación tiene una conciencia más o menos explícita,
según los casos, de formar parte de una comunidad distinta a las demás.
Esta conciencia nacional implica la identificación con valores culturales
comunes, así como vínculos efectivos de solidaridad entre los integrantes
de una nación. La nación se define, por lo tanto, en términos
esencialmente socio-culturales e históricos. Ello significa que a pesar de la
diferenciación social y económica que haber al interior de una nación,
subsisten vínculos comunes que establecen la solidaridad nacional. Es
decir que las diferencias entre las castas, los estamentos y las clases
sociales que hay en una nación no impiden el desarrollo de la conciencia y
el sentimiento de pertenecer a una comunidad nacional distinta a las
demás. La nación es un fenómeno colectivo en el cual puede coexistir la
heterogeneidad de subgrupos, con intereses sociales y económicos
específicos, con la homogeneidad de la conciencia y el sentimiento
nacional. Es por ello que la nación es una comunidad integradora frente a
los subgrupos que la conforman.
Ahora bien, la población del Estado puede estar constituida por una sola
nación o ser multinacional. En la actualidad hay muchos Estados
multinacionales, como por ejemplo el caso peruano, el británico, el belga,
el suizo, entre otros, cuyas respectivas poblaciones pertenecen a grupos
nacionales distintos. Aún cuando la autoridad política del Estado se
impone sobre diversos grupos nacionales que coexisten en su territorio,
con frecuencia las relaciones entre ellas son tensas y en casos extremos
conflictivas. En los Estados multinacionales, el conflicto interno puede
poner en peligro la estabilidad política, al parecer movimientos
separatistas que buscan constituir un Estado autónomo. En algunas
ocasiones, los movimientos separatistas llevan a cabo la lucha armada en
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forma de guerrilla y terrorismo para alcanzar la ansiada independencia
nacional, como es el caso de los vascos.
Por lo expuesto, puede apreciarse que todo Estado se sustenta por lo
menos en una nación, aunque con cierta frecuencia se desarrollan
Estados multinacionales. También es claro que aunque no hay estados
sin base nacional, si puede haber naciones sin Estado. Como fue el caso
de la nación hebrea antes de la creación del Estado de Israel en 1948, y el
de la nación palestina que hasta el presente no ha logrado constituir un
propio Estado. En suma, la nación es una condición necesaria pero no
suficiente para la formación del Estado; para ello hacen falta un territorio y
una autoridad gubernamental, esto es, un gobierno.
3. El tercer elemento constitutivo del Estado es la autoridad, es decir, la
relación de supraordinación y subordinación que se da entre la élite
política y el resto de la sociedad.
La élite política impone coercitivamente su autoridad, valiéndose para ello
de las normas jurídicas. Como se sabe, las normas jurídicas se imponen
coercitivamente en la medida que su violación faculta a los Órganos del
Estado a aplicar sanciones. La autoridad se ejerce a través de dichas
normas y a ellas apelan los gobernantes y el aparato administrativo para
encauzar la conducta de la masas. Las normas jurídicas establecen lo que
debe de hacerse, aunque su cumplimiento nunca se a plenitud. En la
medida en que un Estado la mayoría de la población acate dichas normas
se dice que tiene eficacia.
La autoridad política es, en ese sentido, reguladora de la conducta de los
integrantes de un Estado, ya que las normas motivan su conducta. En el
Estado, los hombres se hallan sometidos al sistema jurídico establecido y
aplicado por la élite y el aparato burocrático. Naturalmente que dicho
sistema no es neutral con respecto a los intereses de los diversos grupos
y clases existentes en una sociedad determinada. Es justamente a través
de él que los grupos hegemónicos en una sociedad imponen
coactivamente su voluntad. La autoridad de los gobernantes, apoyados en
un aparato de violencia institucionalidad (tribunales, fuerza represiva,
cárceles, etc), pueden aplicar sanciones previstas por el sistema jurídico.
Es pertinente señalar que la autoridad de la élite política en el Estado es
de carácter institucional. Vale decir, que no hay que confundir a las
personas que circunstancialmente ejercen dicha autoridad con la
autoridad misma que pertenece a la comunidad política que llamamos
Estado y que existe en el marco de un proyecto global de los grupos
hegemónicos en una situación dada. Las personas que integran la élite
cambian, pero la autoridad institucional del Estado no por ello desaparece,
salvo en los casos en que dicho cambio vaya acompañado de la
disolución del Estado por causas diversas, como por ejemplo, una guerra
civil, o el sojuzgamiento ante otro Estado.
Finalmente, la autoridad del Estado es soberana, es decir que se erige
como autoridad suprema en su territorio y como autónoma en la
comunidad internacional. Ello significa que la autoridad estatal es
jurídicamente superior a la de cualquier otra institución en su ámbito
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territorial. En el ámbito internacional, la soberanía se expresa en el hecho
de que las autoridades de un Estado no tienen la obligación jurídica de
cumplir órdenes de otros Estados.
En suma, el Estado es una unidad política constituida por una comunidad
humana nacional o multinacional, fijada en un territorio determinado, en la
que existe un orden jurídico establecido y mantenido por una élite que
monopoliza la autoridad intitucionalizad, dotada con poderes de coacción.
4. EL NACIONALISMO
Nacionalismo, durante la historia moderna, movimiento que considera la
creación del Estado nacional como indispensable para realizar las aspiraciones
sociales, económicas y culturales de un pueblo. El nacionalismo se caracteriza
ante todo por el sentimiento de comunidad de un pueblo, sentimiento basado
en un origen, un lenguaje y una religión comunes. Antes del siglo XVIII,
momento en que el nacionalismo se conformó como un movimiento específico,
los Estados estaban basados en vínculos religiosos o dinásticos: los
ciudadanos debían lealtad a su Iglesia o a la familia gobernante. Inmersos en el
ámbito del clan, la tribu, el pueblo o la provincia, la gente extendía en raras
ocasiones sus intereses al espacio que comprendían las fronteras estatales.
Desde el punto de vista histórico, las reivindicaciones nacionalistas se
generaron a raíz de diversos avances tecnológicos, culturales, políticos y
económicos. Las mejoras en las comunicaciones permitieron aumentar los
contactos culturales más allá de su pueblo o su provincia. La extensión de la
educación en lenguas vernáculas a los grupos menos favorecidos les permitió
conocer sus particularidades y sentirse miembros de una herencia cultural
común que compartían con sus vecinos, y empezaron a identificarse con la
continuidad histórica de la comunidad. La introducción de Constituciones
nacionales y la lucha por los derechos políticos otorgaron a los pueblos la
conciencia de determinar su destino como nación. Al mismo tiempo, el
crecimiento del comercio y de la industria allanó el camino hacia la formación
de unidades económicas mayores que las ciudades o provincias tradicionales.
La mayor parte de las naciones modernas se han desarrollado de modo
gradual sobre la base de unos vínculos compartidos como la historia común, la
religión y el lenguaje. Sin embargo, existen algunas excepciones muy
llamativas como Suiza, Estados Unidos, Israel y la India entre otras. Suiza es
una nación donde nunca se estableció un lenguaje o una religión comunes.
Entre los helvéticos se encuentran católicos y protestantes; tampoco poseen un
unidad lingüística ya que se habla francés, alemán, flamenco e italiano en
diferentes zonas del país. El nacionalismo suizo apareció más que nada a partir
del aislamiento en una región montañosa, del deseo de mantener la
independencia política y de la rivalidad entre poderes imperialistas que se
disuadían entre sí en su propósito de conquistar Suiza.
Estados Unidos se configuró a través de la colaboración de inmigrantes de
diferentes religiones y procedencias, y se desarrollaron de forma importante
gracias a la llegada de nuevos inmigrantes que tenían poco en común, excepto
compartir un deseo de libertad religiosa, económica y política. Aunque sólo se
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hablaba un idioma, el nacionalismo estadounidense se basó ante todo en un
compromiso con la idea de la libertad individual y de un gobierno
representativo, según la tradición británica. Lo que en Gran Bretaña se
consideraba el derecho por nacimiento de los británicos, en Estados Unidos se
convirtió, gracias a la influencia del Siglo de las Luces, en el derecho natural de
cualquier persona. La Declaración de Independencia culminó esta ética de las
libertades.
Israel se constituyó casi en su totalidad por la inmigración de diferentes grupos
nacionales de judíos que compartían un ideal común basado en un
nacionalismo religioso. El tradicional deseo de los judíos de un renacimiento
nacional en Palestina había permanecido incumplido durante casi 2.000 años.
Como resultado del genocidio perpetrado por los gobernantes
nacionalsocialistas de Alemania antes y durante la II Guerra Mundial, la
reivindicación de un Estado por parte de los judíos cobró de pronto una
importante fuerza. Más de un millón de refugiados procedentes de muchos
países emigraron a Palestina. Aprendieron hebreo, el recuperado idioma
nacional, e implantaron un nuevo Estado que proclamó el judaísmo como
religión oficial. Sin embargo, entre los judíos del mundo, los de Israel son una
minoría: la mayoría sigue viviendo como un grupo religioso minoritario en sus
respectivos
países
de
origen.
La India es una nación en la que el hinduismo actuó de un modo tradicional
como elemento de cohesión entre pueblos de diversos idiomas, religiones y
razas. La India alcanzó la unidad nacional a través de la influencia de ideas
occidentales, y sobre todo durante su lucha contra la dominación británica.
Orígenes.
Los inicios del nacionalismo moderno se remontan hasta la desintegración,
al final de la edad media, del orden social feudal y de la unidad cultural (en
especial la religiosa) de varios Estados europeos. La vida cultural europea
estaba basada en la herencia común de ideas y actitudes transmitidas a través
del latín, el idioma de las clases cultivadas. Todos los europeos occidentales
profesaban entonces la misma religión: el catolicismo. El derrumbe del sistema
social y económico dominante, el feudalismo, vino acompañado del desarrollo
de comunidades más grandes, interrelaciones sociales más amplias y dinastías
que favorecieron los valores nacionales para conseguir apoyos a su
dominación. El sentimiento nacional se vio reforzado en algunos países durante
la Reforma, cuando la adopción del catolicismo o del protestantismo como
religión nacional actuó como fuerza de cohesión colectiva adicional.
La Revolución Francesa.
El gran punto de inflexión en la historia del nacionalismo en Europa fue la
Revolución Francesa. Los sentimientos nacionales franceses se habían
encarnado hasta ese momento en la figura de su rey. Como resultado de la
Revolución, la lealtad al monarca fue sustituida por la lealtad hacia la patria.
Por eso La Marsellesa, una de las canciones más populares durante la
Revolución Francesa que luego sería el himno de la nación, empieza con las
palabras Allons enfants de la patrie ('Marchemos, hijos de la patria'). Francia
alcanzó de hecho un gobierno representativo cuando la Asamblea Nacional
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sustituyó en 1789 a los Estados Generales, que consistían en cuerpos
autónomos que representaban al clero, la aristocracia y la ciudadanía. Las
divisiones regionales, con sus diferentes tradiciones y derechos, fueron
abolidas y Francia se convirtió en un territorio estructurado según rígidos
esquemas centralistas, unido y uniforme, con instituciones y leyes comunes.
Las tropas francesas transmitieron el espíritu nacionalista derivado de la
Ilustración a otros países.
La aparición del nacionalismo coincidió en su mayor parte con la
generalización de la Revolución Industrial que favorecía el desarrollo
económico nacional, la aparición de una clase media y la petición popular de un
gobierno representativo. Surgieron literaturas nacionales que expresaban las
tradiciones y el espíritu común de cada pueblo. Se concedió nueva importancia
a los símbolos nacionales de todo tipo, como por ejemplo mediante la creación
de nuevos días de fiesta para conmemorar diferentes sucesos de la historia
nacional.
Con anterioridad al brote nacionalista en Europa, el primer tercio del siglo XIX
contempló el asombroso y múltiple nacimiento de una veintena de naciones en
el continente americano, desde el Mississippi (frontera entre los dominios de
España y los Estados de la Unión), hasta la Tierra del Fuego en Argentina.
Entre 1810 y 1830 fueron apareciendo nuevas naciones que, al final de ese
proceso, en el que hubo anexiones, pérdidas y cambios de nombre, quedaron
constituidas tal y como son en la actualidad, entre otras México, Argentina,
Brasil, Chile, Colombia y Venezuela.
Las revoluciones de 1848.
Las revoluciones de 1848 marcaron el despertar de varios pueblos europeos a
la conciencia nacional. Ese año, tanto alemanes, italianos como otros grupos
sometidos a Estados plurinacionales, como los imperios austriaco, ruso y turco,
iniciaron sus movimientos de unidad y establecimiento de Estados nacionales.
Aunque los intentos de revolución fracasaron en 1848, estos movimientos
ganaron fuerza con el paso de los años. Después de algunos años y de mucha
agitación política, se creó el Reino de Italia en 1861 y el Imperio Alemán en
1871. Otros pueblos de Europa Central que combatieron por su independencia
nacional en 1848 fueron los polacos (cuyo territorio fue repartido entre Rusia,
Alemania y Austria), los checos y los húngaros (súbditos de la monarquía
austriaca), y los pueblos cristianos de la península de los Balcanes que
estaban bajo dominio del sultán turco. Los sucesos acaecidos en Europa entre
1878 y 1918 fueron desencadenados sobre todo por las aspiraciones
nacionalistas de estos pueblos en su deseo de formar sus propios Estados
independientes de los imperios de los que formaban parte.
La I Guerra Mundial.
La I Guerra Mundial colmó las aspiraciones nacionales de los pueblos de
Europa Central. Cuando Estados Unidos entró en guerra, el presidente
Woodrow Wilson proclamó el principio de la autodeterminación nacional como
uno de los aspectos a solucionar al concluir el conflicto. Como resultado de la
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contienda concluyó la soberanía de las dinastías reinantes en Turquía, Rusia,
Austria y Alemania. En Europa Central y Oriental aparecieron nuevos Estados:
Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Checoslovaquia, el Reino de los
Serbios, los Croatas y los Eslovenos (posteriormente Yugoslavia) y Hungría.
Otros como Rumania ampliaron sus fronteras. A pesar de todo, los problemas
nacionalistas continuaron en esta zona europea. Muchos de los nuevos
Estados absorbieron minorías que pedían la independencia o cambios en las
fronteras. Las reclamaciones contrapuestas del nacionalismo alemán y polaco
se convirtieron en la causa directa del comienzo de la II Guerra Mundial. La
radicalización de las pasiones nacionalistas durante y después de la I Guerra
Mundial llevó a la aparición del fascismo y del nacionalsocialismo. El fascismo
en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania adoptaron el sistema totalitario
que había sido introducido con anterioridad en la Unión Soviética por el
comunismo. El autoritarismo era un medio de destruir la oposición y de integrar
todos los recursos del Estado en la realización de un programa de
engrandecimiento nacional. Dado que una política semejante chocaba con los
intereses e incluso la supervivencia de otras naciones, la guerra generalizada
en Europa se hizo inevitable. La Unión Soviética, aunque había sido
proclamada a través de un movimiento con ideales internacionalistas, recurrió a
una política de engrandecimiento nacional en la década de 1940. El himno del
comunismo internacional, La Internacional, fue sustituido por un nuevo himno
nacional soviético y la URSS intentó conseguir que los partidos comunistas de
todos los países sirvieran los intereses del Estado soviético.
Otra de las consecuencias decisivas de la I Guerra Mundial fue la aparición
del nacionalismo en Asia y África, sometidos al imperialismo europeo y del
industrialismo. El nacionalismo asiático fue reforzado por el ejemplo de Japón,
el primer país del Lejano Oriente que adoptó por propia iniciativa la forma de
una nación moderna y que ganó, en 1905, una guerra contra una potencia
europea: la Guerra Ruso-japonesa. Después de la I Guerra Mundial, los turcos,
bajo el mando de Mustafá Kemal Atatürk, derrotaron (1922-1923) a los aliados
occidentales y modernizaron su Estado siguiendo el modelo europeo. Durante
el mismo periodo, el dirigente del Congreso Nacional Indio, Mohandas Gandhi,
fomentó activamente las aspiraciones de las masas indias por la independencia
nacional. En China, el dirigente del Guomindang o Kuomintang (Partido
Popular Nacionalista), Sun Yat-sen, inició una exitosa revolución nacional.
Puesto que todos estos movimientos se definían como enemigos acérrimos del
imperialismo, fueron apoyados por el comunismo soviético, que consideraba el
imperialismo "fase superior del capitalismo", según Lenin.
Desde la II Guerra Mundial en adelante.
La penetración del nacionalismo en las colonias se aceleró con la II Guerra
Mundial. Los imperios británico, francés y holandés en Asia Oriental fueron
derrotados por los japoneses que proclamaron el lema nacionalista "Asia para
los asiáticos", consiguiendo el apoyo de numerosos grupos nacionales durante
la ocupación de sus territorios. Las potencias coloniales fueron aún más
debilitadas por las consecuencias militares y económicas de la guerra y de la
expansión del poder soviético. En su propaganda, la Unión Soviética subrayaba
en primer término el derecho de las colonias a la autodeterminación y la
independencia. Gran Bretaña otorgó la independencia a la India, a Pakistán, a
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Ceilán (hoy Sri Lanka), a Birmania, a Malaya (en la actualidad integrada en
Malaysia) y a la Costa de Oro (Ghana en el presente). Del mismo modo,
Estados Unidos otorgó la independencia a las Filipinas. Los Países Bajos
cedieron por su parte el control de las Indias Holandesas, que se convirtieron
en la República de Indonesia. Después de una guerra muy sangrienta, Francia
perdió su imperio colonial en Indochina. Hacia 1957, el nacionalismo se había
extendido por toda Asia y casi todos los imperios coloniales asiáticos habían
desaparecido.
Durante la posguerra, los movimientos nacionalistas se desarrollaron y
consiguieron muchos éxitos, sobre todo en África y Oriente Medio. Hacia 1958,
entre los nuevos Estados nacionales que habían aparecido en esas regiones
se encontraban Israel, Marruecos, Túnez, Libia, Sudán, Ghana, la República
Árabe Unida (Egipto y Siria) e Irak. De 1960 a 1970 los argelinos, los libios y
muchas antiguas colonias británicas, francesas o belgas del África negra se
independizaron. Al comenzar la década de 1990, el nacionalismo sigue siendo
una fuerza muy poderosa en los asuntos mundiales. Las aspiraciones
nacionalistas opuestas de judíos, árabes y palestinos siguen generando
inestabilidad política en Oriente Próximo. En Europa del Este, donde las
pasiones nacionalistas habían permanecido sometidas por la presión de los
sistemas comunistas desde la II Guerra Mundial, el declive de la autoridad
comunista ha provocado la aparición de grupos que han contribuido a la
violenta disolución de la Unión Soviética y de la antigua Yugoslavia, y han
puesto en peligro la integridad de otros países, aunque también se han
producido disoluciones pacíficas de Estados, caso de la antigua
Checoslovaquia (escindida desde el 1 de enero de 1993 entre Eslovaquia y la
República Checa) o antiguas repúblicas socialistas integradas en la extinta
Unión Soviética, como Estonia, Letonia, Lituania, Bielorrusia, Ucrania o
Moldavia.
EL NACIONALISMO. TIPOS
Se distinguen dos:
El nacionalismo liberal o "voluntarista"
Su máximo defensor fue el filósofo y revolucionario italiano Mazzini. Éste
consideraba que una nación surge de la voluntad de los individuos que la
componen y el compromiso que estos adquieren de convivir y ser regidos por
unas instituciones comunes. Es pues, la persona quien de forma subjetiva e
individual decide formar parte de una determinada unidad política a través de
un compromiso o pacto
Desde ese punto de vista cualquier colectividad era susceptible de convertirse
en nación por deseo propio, bien separándose de un estado ya existente, bien
constituyendo una nueva realidad mediante la libre elección. La nacionalidad
de un individuo estaría por lo tanto sujeta a su exclusivo deseo. Este tipo de
nacionalismo fue el que se desarrolló en Italia y Francia, muy influido por las
ideas de la Ilustración.
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El nacionalismo conservador u "orgánico"
Sus principales valedores fueron Herder y Fichte ("Discursos a la nación
alemana", 1808). Según ellos, la nación conforma un órgano vivo que presenta
unos rasgos externos hereditarios, expresados en una lengua, una cultura, un
territorio y unas tradiciones comunes, madurados a lo largo de un largo proceso
histórico
La nación posee una existencia objetiva que está por encima del deseo
particular de los individuos. El que pertenece a ella lo seguirá haciendo de por
vida, con independencia del lugar donde se encuentre. Sería -sirva el ejemplocomo una especie de "carga genética" a la que no es posible sustraerse
mediante la voluntad. Este tipo de nacionalismo fue el esgrimido por la mayoría
de los protagonistas de la unificación alemana
5. MODELOS DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO.
Un Estado Unitario es aquel en donde existe un solo centro de poder político
que extiende su accionar a lo largo de todo el territorio del respectivo Estado,
mediante sus agentes y autoridades locales, delegadas de ese mismo poder
central.
Además cuenta con un solo poder legislativo que legisla para todo el país; un
poder judicial, que aplica el derecho vigente a todo el territorio del Estado y que
en su seno se establece una Corte Suprema de Justicia, la cual tiene
jurisdicción a nivel nacional, un solo poder ejecutivo que esta conformado por
todos los gobernantes (presidente, gobernadores, alcaldes...); y además cuenta
con una sola constitución política que rige en todo el territorio y a la cual se
hallan sometidas todas las autoridades y habitantes del Estado. En otras
palabras en el Estado unitario se da la cuádruple unidad: unidad de
ordenamiento jurídico (derecho), unidad de autoridades gubernativas, unidad
de gobernados o destinatarios del ordenamiento jurídico y de las decisiones
políticas y unidad de territorio.
Federalismo y estado federal.
Sistema o principio de organización territorial de un Estado por el que las
unidades políticas de que se compone se reservan un alto grado de
autogobierno, que queda garantizado. Al mismo tiempo, estas partes se
subordinan a un poder central para la gestión de ciertas competencias
esenciales. En una estructura federal no queda claro dónde reside la
soberanía, pues se conjuga la pluralidad constituyente de cada uno de los
estados que forman la unidad con la voluntad común que da lugar a la
federación.
Los miembros de ésta suelen gozar de poderes simétricos para la dirección de
sus asuntos y participan, a través de foros multilaterales como los que son
propios de un parlamento bicameral, en la conformación de la voluntad común
de la federación. Además, existen tribunales federales que se encargan de
dirimir los posibles conflictos de jurisdicción que sudan entre las partes.
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Su origen ideológico se relaciona con el principio de negociación entre
voluntades diversas y la tendencia de la democracia liberal a dotarse de checks
and balances institucionales.
Su surgimiento histórico coincide con la promulgación de la Constitución
norteamericana de 1787, cuando estados previamente soberanos pactaron
asociarse con un vínculo más fuerte que el basado en el derecho internacional,
propio de las confederaciones. No obstante, el fenómeno federal puede
también resultar de un proceso de autonomización de los integrantes de un
Estado organizado previamente de forma unitaria (donde la descentralización,
si es que existe, se basa en la transferencia desde el centro de competencias
tasadas).
Una federación (del latín fœdus, "pacto") es una agrupación institucionalizada
de entidades sociales relativamente autónomas. Generalmente asociado
directamente a la conformación de Estados conformados a su vez por la
reunión de varias entidades territoriales y políticas. También suele denominarse
estado federal o república federal y, generalmente, tiene un sistema político
republicano y excepcionalmente monárquico.
En el plano macro-político las federaciones están compuestas por divisiones
territoriales que se autogobiernan, a las cuales se llega a dar con frecuencia el
nombre de estados, cantones, regiones, provincias u otras, que gozan de un
mayor o menor grado de autonomía pero que, en cualquier caso, tienen
facultades de gobierno o legislación sobre determinadas materias, distintas de
las que corresponden a la administración federal (gobierno de la federación). El
estatus de autogobierno de las regiones que lo componen está establecido por
su constitución y, habitualmente, no puede alterarse unilateralmente por
decisión del gobierno de la federación.
El modelo federal puede alcanzar incluso al derecho de autodeterminación de
los territorios federados, que fue precisamente lo que ocurrió durante el
desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El término
se contrapone al de estado unitario o centralizado.
Las federaciones pueden ser multiétnicas o extenderse por amplios territorios,
aunque no necesariamente ha de darse alguna de estas situaciones. Con
frecuencia las federaciones se constituyen sobre un acuerdo original entre
estados soberanos. Los estados que forman la federación no suelen tener
derecho a separarse unilateralmente de la misma. Entre las federaciones más
significativas de nuestros días se encuentran Alemania, Argentina, Australia,
Brasil, Estados Unidos, India, México, Rusia y Venezuela.
La organización política o estructura constitucional que caracteriza a una
federación se conoce como federalismo.
Estado autonómico.
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La Constitución española de 1978 ha establecido un modelo que desde el
punto de vista de la organización territorial del poder se encuentra a medio
camino entre el Estado unitario y el Estado federal; ese modelo ha recibido el
nombre, tanto en la doctrina como entre los propios agentes políticos, de
Estado Autonómico o Estado de las Autonomías Territoriales, aunque ningún
precepto constitucional utilice esta calificación.
El Estado español se encuentra estructurado en un triple nivel, constituido por
ordenes separados pero integrados: instituciones políticas centrales,
Comunidades Autónomas y entes locales. El Estado Central, como
organización política de la Nación española, dispone de soberanía; las
Comunidades Autónomas, institucionalización de las nacionalidades y regiones
de autonomía política; y a las instituciones de régimen local se les asegura la
autonomía administrativa.
Autonomía no es soberanía , sino un poder limitado, congruente con la unidad
total del orden jurídico-político , reducida al haz de competencias o potestades
para “la gestión de sus respectivos intereses”, lo que exige que se dote a cada
ente de todas las competencias propias y exclusivas que sean necesarias para
satisfacer el interés respectivo. Si la autonomía, como poder limitado, es
diferente de la soberanía, no es tampoco igual la autonomía de las
Comunidades Autónomas que la de los Entes locales. Aquélla es una
autonomía política, ésta administrativa, siendo la autonomía política, como ha
señalado el Tribunal Constitucional, “cualitativamente” superior a la autonomía
administrativa.
La estructura de la organización territorial española es una estructura, por
decirlo así, graduada. El Estado central queda situado en la posición de
superioridad y las Comunidades Autónomas y Entes locales en una posición de
inferioridad, pero que no equivale a una ordenación jerárquica, porque la
misma es contraria a la admisión del pluralismo político, también el de base
territorial, en nuestro Ordenamiento, toda vez que los Entes locales, aunque
limitada a la gestión de sus propios intereses, tienen reconocida
constitucionalmente la garantía de su autonomía.
El Estado español autonómico es un Estado descentralizado políticamente. En
él coexisten, de un lado, una organización política central o general con
jurisdicción sobre todo el territorio nacional: un parlamento, un gobierno y una
organización judicial comunes; de otro, un nivel de autoridades territoriales con
sus correspondientes parlamentos y gobiernos. En el plano jurídico existe al
lado del sistema de normas producidas por los órganos centrales, otros
diecisiete subordenamientos territoriales consecuencia de la actividad
normativa de los correspondientes órganos territoriales.
No obstante, es principio esencial (como en los Estados unitarios) la unidad del
Estado como organización común correspondiente a la existencia de un sólo
pueblo español, a quien la Constitución - art. 1º- atribuye la soberanía nacional; en el plano jurídico el ordenamiento central y los ordenamientos territoriales
forman una especie de superordenamiento o sistema jurídico general dotado
de una cierta homogeneidad, consecuencia de la posición preeminente que en
el mismo corresponde a la propia Constitución, que es la cabeza del complejo
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normativo - según el artículo 9º 2- , cuyos principios estructural- organizativos y
valorativos rigen en todo el sistema ; y dentro del cual se atribuye una función
articuladora e integradora al ordenamiento del Estado Central.
Se presentan también determinados rasgos federales, consecuencia sobre
todo de la disposición de un Senado, denominado un tanto impropiamente por
la propia Constitución cámara de representación territorial, al que se le confiere
una cuota en la designación de integrantes de algún órgano constitucional
como el Tribunal Constitucional o el Consejo General de Poder Judicial,
imponiendo además su autorización de la intervención del Gobierno en los
supuestos de graves ataques al orden constitucional a cargo de las
Comunidades Autónomas a que se refiere el artículo 155; o la previsión de
solicitar al Gobierno la adopción de un proyecto de Ley o la presentación de
una proposición por la Asamblea de las Comunidades Autónomas ante el
Congreso de los Diputados, u otras actuaciones de información o sugerencias ,
así por ejemplo en la confección del Plan económico por el Parlamento
Central.
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BIBLIOGRAFÍA
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Ernesto Abati García-Manso
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