Marbury vs. Madison en China

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ÁMBITO JURÍDICO
Marbury Vs. Madison en China
“…en primer lugar, los reformadores chinos argumentan que una economía libre de
mercado exige control judicial de las leyes como forma de romper los enclaves
anticompetitivos creados por las legislaturas locales…”
Cuando en la columna pasada invité a los lectores a que me dieran ideas, varios
sugirieron la importancia de trabajar temas de derecho comparado y por aquí he decidido
comenzar en esta ocasión. Varios otros propusieron temas de actualidad jurídica en
Colombia que espero poder ir tratando poco a poco. En todo caso, sigo estando abierto a
nuevas sugerencias. Considere el lector el siguiente caso: en abril del 2003, Zhou Yichao
entró en una oficina gubernamental en China y mató a dos empleados ya que se
enteró que, luego de pasar exitosamente un concurso de ingreso a carrera administrativa,
el puesto se le había negado por ser portador de anticuerpos de hepatitis B, a pesar de
que se estima que cerca de 120 millones de personas en China son portadores de los
anticuerpos de esta enfermedad. Yichao fue condenado a muerte y posteriormente
ejecutado el 2 de marzo del 2004. Lo realmente sorprendente del caso es que la
actuación discriminatoria de los empleadores no era ilegal. De hecho, la filtración de
candidatos a la carrera administrativa se hace conforme a normas válidas del
ordenamiento jurídico, usualmente de nivel provincial o municipal. Normas similares, de
otro lado, también discriminan a hombres que midan menos de 1,60 metros o que pesen
menos de 50 kilogramos (o 1,50 metros y 40 kilogramos para mujeres). El derecho chino
es quizá uno de los últimos ejemplos de sistemas jurídicos del mundo donde no hay
control de constitucionalidad de las leyes. En consecuencia, los jueces no tienen ninguna
capacidad de invalidar o derrotar normas tan abiertamente injustas como las que
originaron la terrible frustración de Zhou Yichao.
Según la ortodoxia jurídica china, en caso de choques entre normas locales y normas
nacionales, los jueces deben suspender el juicio y mandar el conflicto a que sea
directamente decidido por un comité permanente del Congreso Nacional Popular, ya que
la anulación judicial del derecho vigente trastornaría la separación de poderes. Con este
razonamiento, las normas laborales discriminatorias han sido rigurosamente aplicadas por
los jueces chinos, ya que ellos no se atreven a acudir a este mecanismo de reenvío al
legislativo. El Legislativo, de otro lado, no tiene ni el tiempo ni el interés para dedicarse a
estos asuntos de aplicación concreta del derecho.
Según importantes constitucionalistas chinos, un caso del 2003 puede ser considerado el
Marbury Vs. Madison de esa tradición jurídica. El caso, de hecho, parece ser un simple
conflicto civil de menor envergadura: dos comercializadores de semilla de maíz
incumplieron un contrato por el cual se habían comprometido a vender cierta cantidad a
un agricultor. El comprador demandó la indemnización de perjuicios, y estos se podían
calcular alternativamente según dos métodos: conforme a una ley nacional, el precio para
el cálculo de los perjuicios debía ser el del valor del maíz en el mercado libre; conforme a
una ley provincial, debía tomarse como precio de indemnización el precio oficial del
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producto que, de cuando en cuando, se fija dentro de una economía planificada. La
diferencia entre los dos cálculos era de alrededor de 70.000 dólares.
La decisión de la jueza Li Hijuan fue la de aplicar la norma nacional y declarar inválida la
norma provincial. Su puesto de jueza, sin embargo, dependía directamente de la política
local y, por tanto, fue despedida por presión directa del Congreso Provincial que veía en el
fallo una afrenta a su soberanía legislativa. Esta retaliación política terminó convirtiendo el
fallo en un debate constitucional sobre la independencia de los jueces. Sectores
renovadores dentro de China hicieron sentir su voz en respaldo de la jueza y la Corte
Superior de Henan tuvo que restituirla en su antigua posición. El caso de las semillas de
maíz es hoy ampliamente analizado en el derecho chino y se le compara sin ninguna
reserva con Marbury Vs. Madison.
Los corolarios políticos y jurídicos de este caso son varios: en primer lugar, los
reformadores chinos argumentan que una economía libre de mercado exige control
judicial de las leyes como forma de romper los enclaves anticompetitivos creados por las
legislaturas locales. Para ello, los reformadores citan como ejemplo el desarrollo del
capitalismo en EE UU durante los siglos XIX y XX y el papel que en ello tuvo el control
judicial de las normas inferiores. Es decir: el control judicial parece ser bueno para una
economía libre de mercado.
En segundo lugar, creo que debe recordarse que la anulación de normas jurídicas
siempre ha sido considerada co-mo un mecanismo esencial en la defensa de las
libertades públicas y de los derechos constitucionales. De hecho, y como lo muestra el
ejemplo chino, el control de constitucionalidad puede ser benéfico para la existencia de
mercados abiertos y libres, por ejemplo, impidiendo las restricciones anticompetitivas a
trabajadores de menos de 1,60 metros de estatura o reforzando la aplicación de pre-cios
libres. Estas decisiones judiciales pue-den ser leídas como herramientas que luchan, a un
mismo tiempo, contra la discriminación y contra los mercados ce-rrados y no como
decisiones donde los imperativos de justicia se oponen a los económicos. Esta última
interpre-ta-ción es, sin embargo, corriente en Colombia.
Finalmente, una pregunta de fondo: ¿cómo fue que los jueces chinos llegaron más
rápidamente a aceptar la superioridad de los derechos constitucionales en un caso
anodino de semillas de maíz, cuando esa misma doctrina les fue esquiva o invisible en el
caso de los trabajadores portadores del virus de hepatitis B? Si ustedes me preguntan a
mí, me parece que la noción de “injusticia” se muestra de forma más patente en el caso
laboral que en el contractual. En uno y otro caso, hasta en China parece que resulta
necesario el control de constitucionalidad de las leyes y demás normas jurídicas.
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