LA HETEROSEXUALIDAD NO EXISTE Néstor Martínez No existe, porque así, al lado de la homosexualidad, parece que son dos opciones al mismo nivel, cuando en realidad lo que existe es la normalidad sexual, y la homosexualidad, que es una anormalidad. No se es heterosexual, se es normal. De "heterosexualidad" se habla solamente desde que se habla más de la homosexualidad. La heterosexualidad es la normalidad vista desde el punto de vista del homosexual, o sea, desde el punto de vista de la anormalidad. Hablar de "heterosexuales" es como hablar de "no daltónicos", o de "no vegetarianos". El vocablo "heterosexual" es un de esos típicos inventos "no valorativos" de la supuesta tolerancia y objetividad modernas, que al final terminan siendo "antivalorativos", porque terminan equiparando lo normal con lo anormal, el bien con el mal y la verdad con el error. Al decir "heterosexual", se está dando la impresión de que hay una materia prima amorfa, la sexualidad, que puede recibir tanto la "forma sustancial" de la "heteridad" o la de la "homoidad". Es un gran logro de la "cultura homosexual" (otra palabra...) el haber introducido estos usos lingüísticos que de entrada marcan la cancha con pintura de su color favorito. No es así, por supuesto. La sexualidad humana es bipolar, es masculina o femenina. No hay heterosexualidad y homosexualidad; lo que hay es sexualidad masculina y sexualidad femenina, y además, desviaciones. Todo este alboroto actual acerca de la homosexualidad es en buena medida cuestión de palabras, de prestidigitación verbal. Pensemos por ejemplo en la "homofobia". Etimológicamente parecería ser "rechazo a las semejanzas" o "a lo mismo". Sin embargo, se la usa más bien en el sentido contrario, de rechazo a los que son "diferentes". "Diferentes" es otra cuestión parecida. Diferentes somos todos, de alguien o de algo. Por eso, si hay "homofobia" ¿no habrá también "heterofobia"? Pero ahí ya caemos en la trampa lingüística señalada arriba. Hablemos mejor de "androfobia" y "ginofobia", o si no queremos ser tan griegos y cultos, de "machofobia" y "hembrofobia" (seguimos algo griegos, igual). ¿No sufren de esta patología muchos defensores del "orgullo gay"? Por otra parte, es curioso que se utilice la expresión de "rechazo a la diferencia" a propósito del rechazo a la homosexualidad, la cual consiste justamente en la incapacidad de asumir la diferencia de los sexos. Es el homosexual, y no el hetero... perdón, el normal, el que apuesta por la uniformidad y se opone a la diversidad. El ataque lingüístico alcanza cotas altas con lo de los cinco o seis sexos. O mejor, opciones sexuales. Otra palabra más. Las "opciones" serían: masculino, femenino, homosexual masculino, homosexual femenino y bisexual, que a su vez podría subdividirse en masculino y femenino. Lo primero que llama la atención es que "masculino" y "femenino" aparezcan también fuera de su casilla propia. Al parecer, todas las "opciones" que no son ni masculinas ni femeninas son o masculinas o femeninas... Es interesante también que una de las "opciones sexuales" sea la bisexualidad. Algo así como la "doble opción". O "la opción que es dos opciones". Pero lo central aquí es que esas dos que integran el "bi" son, otra vez, lo masculino y lo femenino. A nadie se le ocurre, y sería muy complicado, que el bisexual fuese el que se relaciona tanto como homosexuales masculinos como con homosexuales femeninos. Además, que de todos modos aparecerían lo masculino y lo femenino al final. Y más complicado aún si el bisexual, en vez de ser solamente, él o ella mismo o misma, masculino o femenino, fuese también homosexual masculino u homosexual femenino. Entonces tendríamos ocho "opciones", en vez de solamente seis. Y en realidad, así sería necesariamente en esta hipótesis, porque el bisexual, siendo necesariamente masculino o femenino, siempre va a ser homosexual, masculino o femenino. O sea, que será a la vez homosexual y "heterosexual", por lo que vemos un argumento más para no llamar "heterosexualidad" a la normalidad. Se nos puede objetar que no hemos entendido nada, que en realidad hay dos opciones básicas: la heterosexualidad y la homosexualidad, y seis derivadas: la heterosexualidad masculina, la femenina, la homosexualidad masculina, la femenina, y la bisexualidad, masculina o femenina. Pero si éstas son básicas, y las otras derivadas, no se ve que las derivadas sean combinaciones de las básicas. La combinación sería algo así como la "hetero-homosexualidad", que se cumpliría solamente en el caso del bisexual, así nomás, a secas. Pero serían el hetero, el homo y el bisexual abstractos, geométricos, ideales, sin cuerpo. Falta algo de orden concreto, aquí, para lograr todo el exhuberante despliegue de "opciones". ¿"Hetero" de qué, y "homo" de qué? Lo que falta, claro, es lo masculino y lo femenino. Pero entonces, son primitivos, y no derivados. ¿Lo primitivo, entonces, sería la masculinidad, la femineidad, la heterosexualidad, y la homosexualidad? Ahora bien, la masculinidad y la femineidad ¿son homosexuales, o heterosexuales, o ni una cosa ni la otra? La ideología de "género" viene a decir, entre otras cosas, que no son ni una cosa ni la otra, sino que culturamente se configuran por una u otra "opción". Pero eso no es lo interesante. Lo interesante es que la diferencia varón-mujer es necesaria incluso para caracterizar las nuevas "opciones". Todo ese despliegue de "opciones", además, surge solamente porque se ha admitido el par "heterosexualidad-homosexualidad". Es decir, porque se ha admitido la homosexualidad, puesto que la heterosexualidad, como decíamos al comienzo, no existe. O sea, que al final lo que tenemos como básico es varón, mujer, y ¿homosexual? Pero no hay paridad, tampoco. "Varón" y "mujer" tienen una configuración psicofísica completa. No así "homosexual", que debe pedir prestada, por así decir, parte de su configuración psicofísica a alguno de los otros dos. Tan es así esto, que debemos hablar de "homosexual masculino" o "femenino". Pero entonces, no es tampoco primitivo. Es derivado. Lo primitivo es "varón" y "mujer". Y sólo lo primitivo es normal. Lo derivado es desviado.