Cuadro clínico - Odontochile.cl

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Introducción
La osteomielitis (OM) es la inflamación de todas las estructuras del hueso: médula,
corteza, periostio, vasos sanguíneos, nervios y epífisis, provocada por microorganismos que
lo invaden, y donde lo habitual es que este fenómeno implique, prácticamente siempre, la
existencia de infección. Puede ser una complicación de cualquier infección general, pero a
menudo es un único foco infeccioso que se manifiesta de forma aparentemente primaria.
Toda clase de microorganismos, virus, hongos, parásitos y bacterias pueden producir
osteomielitis, pero las formas causadas por ciertas bacterias piógenas y micobacterias son
las más frecuentes.
La osteomielitis es una enfermedad poco frecuente en nuestros días. Antes de la era
de los antibióticos, constituía un serio riesgo para la vida, pero actualmente es uno de los
problemas de salud saldados por la medicina moderna.
Una de las primeras referencias que se tienen sobre esta entidad parece ser la que se
le adjudica a Sir Benjamín Brodie (1783-1862), médico inglés, que describió por primera
vez lo que sería conocido hasta nuestros días como absceso de Brodie, una de las formas
crónicas de la osteomielitis.
Tipos: Los 3 tipos principales se definen con base en la vía patogénica a través de la
cual los microorganismos alcanzan el tejido óseo: 1) hematógena, 2) contaminación en
traumatismos quirúrgicos y no quirúrgicos (llamada infección "introducida") o 3)
diseminación desde el tejido contiguo infectado.
Etiopatogenia
La experiencia clínica demuestra que aproximadamente el 90% de los casos está
provocado por el estafilococo dorado, sin embargo, teóricamente, cualquier germen puede
ser causal de infección del hueso. En los últimos años, se está observando un progresivo
aumento de infecciones ósea por gérmenes que antes tenían una escasísima presentación,
como la salmonella tífica, el bacilo de Koch, osteomielitis por Gram (-), estreptococos de
distintas cepas.
También, se puede hablar de factores etiológicos de la osteomielitis, pensando si
esta es aguda o crónica.
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En el caso de una aguda, lo más probable es que el origen sea una infección
odontogénica debido a un absceso, por ejemplo (en el caso de la osteomielitis en los
maxilares). Seguirían en orden como probables causas, las injurias físicas como fracturas o
cirugías. Por último una bacteremia también podría causar una osteomielitis.
Por otro lado, en caso de una osteomielitis crónica, su etiología puede deberse a
otros factores como una osteomielitis aguda que no se trato o no fue bien tratada y
controlada. Y también pudiese ser que nunca tuvo manifestaciones agudas, y llego a ser
crónica sin mayores problemas. Ahora bien, las causas como se puede ver , para los casos
agudos o crónicos son muchas veces las mismas, como es el caso de las infecciones, pero se
verán afectadas por factores como la virulencia de las bacterias y la respuesta del individuo,
lo cual determinará el desarrollo y en consecuencia manifestación de la osteomielitis.
Por último es importante destacar que aparte de todos los factores etiológicos
mencionados, la condición sistémica del paciente afectado tiene mucha importancia debido
a que puede presentar algún compromiso general que lo predisponga o facilite a tener
alguna infección de estos tipos. Casos de situaciones así ocurren por ejemplo con pacientes
que padezcan de mal nutrición, diabetes, leucemia y varios tipos de anemia, así como
determinadas enfermedades que se caracterizan por la formación de hueso avascular
(osteopetrosis, enfermedad de Paget, displasia ósea, estados pos-irradiación y fluorosis.)
Incluso el alcoholismo, es considerado como un factor predisponente para el desarrollo de
la osteomielitis.
Bacteriología
En el paciente sano la flora normal de la boca tiene un predominio de cocos y
grampositivos, en particular los del grupo Streptococcus alfa y beta hemolíticos y los no
hemolíticos. Las especies que sé aíslan con mayor frecuencia son Streptococcus viridans,
Streptococcus mitis y Streptococcus salivarius. Entre los grampositivos también figuran
microorganismos del género Micrococcus y varias especies de estreptococos anaeróbicos.
Además de los mencionados anteriormente están presentes Staphilococcus aureus,
Stafhylococcus albus, espiroquetas de Vincent, bacilos fusiformes, Sarcina lutea y Gaffkya
tetragena.
Los miembros de la microflora oral que les siguen en importancia son los cocos
gramnegativos, en el siguiente orden de frecuencia descendente: Neisseria catarrhalis,
Neisseria pharyngitidis, Neisseria flavescens. Además existen especies bacterianas
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aeróbicas y anaeróbicas de los géneros Corynebacterium, Actinomyces, Lactobacillus,
Rothia, Leptotrichia, Bacteroides, Fusobacterium, Veillonela y Cándida.
La determinación de cuales son las especies específicas, causantes de las
osteomielitis crónicas de origen infeccioso, no ha sido un proceso fácil. Esto debido a que
los focos son pequeños, o por que ya se han contaminado con bacterias de la flora residente.
Además si la persona ya esta bajo antibioterapia más difícil es que podamos identificar al o
los agentes causantes de la infección.
La mayoría de los investigadores concluyen que las siguientes serían las especies
responsables de las osteomielitis en la mayoría de los casos:
Staphylococus aureus hemolítico, staphylococus albus, estreptococos y neumococos,
Echerichia coli, Pseudomona aeruginosa y Proteus, bacteroides, bacilo gramnegativos
anaerobios, salmonellas, bacilo tuberculoso y treponema pallidum.
Del grupo fúngico, especies como actinomicetos, blasto-micetos, coccidioides y
Criptococcus neoformans.
Posibles virus serían: Virus como el del sarampión, de las paperas, de la viruela y
linfogranulomas venéreos.
Y por último una especie de helmintos, como el Echinococcus granulosus.
Como resultado de una infección odontógena, la osteomielitis puede generarse en el
maxilar o la mandíbula por vía directa o indirecta.

Vía directa: diente y tejidos periodontales.

Vía indirecta: hemática y linfática.
Los factores que contribuyen en la etiología de la OM en boca:
1. Factores locales endógenos.

Dentarios: propagación a través de los ápices, sobre todo del primer y segundo
molares, a partir de situaciones patológicas pulpares como caries, granulomas,
periodontitis, así como exodoncias traumáticas.

Enfermedad periodontal: alteración de las estructuras periodontales.

Mucosas: pericoronaritis y gingivoestomatitis ulceronecrotizante.
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
Celulitis: por mecanismos de contigüidad, la infección, localizada en los tejidos
blandos, puede propagarse.

Protésicos: hasta hace unos años la colocación de implantes supraperiósticos y
endo-óseos se consideraban factores etiológicos; el empleo de técnicas depuradas ha
resuelto este riesgo.

Alveolitis seca

Insuficiencia Vascular.

Infección urinaria recidivante
2. Factores locales exógenos.

Físicos: radioterapia, corrientes eléctricas, electrocoagulación; pueden producir
necrosis con posterior infección del hueso, produciendo la denominada
osteorradionecrosis.

Químicos: contacto del hueso con determinadas sustancias químicas que
desencadenan la infección.

La utilización en épocas anteriores de pastas momificadas de la pulpa con anhídrido
arsenioso, dieron origen en algunos casos a necrosis ósea localizada, como
consecuencia de su salida a través del foramen apical.

Actividades laborales, como los trabajadores del fósforo que padecen lo que los
ingleses denominan phoss y jaw o necrosis química de los maxilares. De igual
forma los trabajadores del plomo y el mercurio.
3. Factores generales.
Algunas condiciones predisponentes que favorecen la instalación de esta infección y
conducen a una disminución de la resistencia del organismo son:
-
malnutrición
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-
diabetes
-
leucemia
-
anemia
-
avitaminosis
-
infecciones luéticas
-
tuberculosis
-
herpes
-
necrosis exantemáticas
-
alcoholismo
Existen determinadas enfermedades que se caracterizan por la formación de hueso
avascular, las cuales impiden una efectiva respuesta defensiva del hueso:
-
osteopetrosis
-
enfermedad de Paget
-
displasia ósea
-
estados post-irradiación
-
fluorosis
-
traumas resultantes de una fractura
-
metástasis desde un área primaria de infección
Otros:
Cuando una infección piogénica se desarrolla dentro del hueso de un individuo
sano, este es localizado por las defensas del huésped. En cambio, si existe una enfermedad
concomitante que disminuye las resistencias del huésped, o si el agente infeccioso es muy
virulento, la infección puede continuar a través de los espacios medulares del hueso.
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Durante la invasión del hueso por la OM, se producen diferentes cambios que
evolucionan en diferentes fases.
1. fase de reparación: como producto de la agresión del hueso, y como consecuencia de
una respuesta inflamatoria, se produce una vasodilatación intensa con liberación de
sustancias vasoactivas que desencadenan una osteítis rarefaciente. Como segundo
mecanismo mediante el cual puede alcanzarse la osteítis rarefaciente, se encuentra la
osteoclasia, que aparece vinculada con la acción de los osteoclastos. Estos elementos
celulares afectan de forma similar a la matriz ósea mineralizada y esta última sufre un
fenómeno de reabsorción que conduce, al igual que en el mecanismo anterior, a una
situación de rarefacción ósea.
2. fase de necrosis, donde el hueso está sometido a la acción de diferentes factores que,
interactuando de forma simultánea, pueden actuar hasta producir necrosis y desarrollar
secuestros óseos. La acción directa de agentes químicos o físicos, y con el compromiso
vascular, dan origen a fenómenos trombóticos que comprometen la irrigación del hueso,
hasta producir la necrosis de liquefacción de este. El compromiso vascular se hace evidente
durante la acción de agentes traumáticos que ocasionan rupturas vasculares o tras la
administración de algunas soluciones anestésicas con vaso-constrictores, que al actuar
sobre la vascularización terminal de la mandíbula, favorecen zonas de isquemias y por
consiguiente, crean una situación propicia para el desarrollo de la necrosis. Además de la
acción necrosante de las toxinas bacterianas, sobre todo de microorganismos coagulasa
positivo, los fenómenos exudativos, como respuesta a la inflamación ósea, pueden provocar
una compresión de los canalículos óseos, que ante la evolución mantenida, terminan
comprometiendo la vitalidad ósea. Rodeando la zona rarefaciente, se produce durante esta
fase una condensación esclerótica que tiende a circunscribir el elemento necrosado.
3. fase de condensación, el organismo trata de reestablecer el equilibrio alterado y produce
una vasodilatación intensa regional asociada con un estado de hiperemia Ambas respuestas
favorecen la mineralización del tejido conjuntivo intraóseo que también se ve compensado
por la reacción que complementa el periostio, quien por un lado va a descalcificar el hueso
poniendo en libertad sales cálcicas, mientras que por otro transforma a este tejido conectivo
intraóseo en un medio osificable. Este doble mecanismo reparador por parte del hueso y el
periostio da origen a lo que se conoce con el nombre de osteítis condensante. Así, tiene
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lugar la formación del involucro o cápsula secuestral, que contiene el secuestro. Este
involucro puede, a veces, encontrarse perforado en algunos puntos por los orificios que
hacen comunicar la cavidad del secuestro con el interior; son las llamadas foraminas o
cloacas en Troya.
Otros hechos anátomo-clínicos
Absceso intra-óseo: cavidad labrada dentro del hueso, con contenido
purulento, generalmente séptico.
Secuestro: segmento óseo, desprovisto de circulación (necrótico), aislado en
el interior del hueso o en su superficie.
Involucro: cavidad dentro del hueso que guarda en su interior al secuestro.
Foramina: perforaciones de segmentos óseos, que vacían contenido
purulento desde el interior del involucro o del secuestro.
Debe considerarse el compromiso, a veces muy intenso, de los tegumentos
de celular y piel, que cubren al hueso osteomielítico. Son especialmente
manifiestos en huesos cubiertos de piel con escaso celular. El compromiso
se presenta como secuela de osteomielitis crónica.
Corresponde a piel y celular con características anátomo biológicas
deficientes: piel delgada y frágil, adherida al hueso subyacente, celular
inexistente, mal vascularizada, pigmentada, con un bajo potencial de
cicatrización. Se constituye en un fuerte impedimento, cuando se planifica
una acción quirúrgica a través de ella.
Epidemiología
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
Edad: entre 10 a 20 años

Sexo: preferentemente varones. Probablemente influye en ello la frecuencia
de traumatismos esqueléticos (directos o indirectos) propios del adolescente
varón.

factores socio-económicos-culturales negativos: pobreza, suciedad ambiental
o personal, frío y humedad, desnutrición crónica, traumatismos frecuentes,
enfermedades cutáneas no reconocidas o no tratadas, falta de cultura médica,
difícil acceso a atención médica oportuna y eficaz.
Diagnóstico
En el diagnóstico de esta entidad, son necesarios varios elementos a considerar:
a) Historia clínica: ha de ser detallada, buscando siempre la mayor cantidad de datos en lo
referente al comienzo de la afección, si coincide o no con problemas o tratamientos
dentales anteriormente recibidos, antecedentes de haber padecido una enfermedad similar,
si los síntomas han remitido, o si se han exacerbado, en fin, toda la información que sea
posible obtener del paciente a través del interrogatorio.
b) Exploración clínica: debe ir encaminada a revelar la existencia de signos sugerentes de
OM como: anestesia mentoniana, trismus, dolor, desórdenes térmicos, movilidad dentaria.
La palpación extrabucal es útil para delimitar la tumefacción y apreciar aquellos procesos
sépticos que son dependientes del hueso; junto a estos detalles es importante que el
estomatólogo no omita la palpación al nivel del cuello buscando la existencia de
linfoadenopatías.
c) Imagenología: sabemos que en esta entidad las radiografías convencionales (oclusales,
panorámicas, etc.), aunque bien pueden ayudar, no son los medios auxiliares más efectivos,
dado que en los comienzos de la enfermedad no se muestran cambios apreciables radiológicamente hasta pasados aproximadamente 10 días. De manera que existen nuevas
tecnologías imagenológicas que contribuyen al diagnóstico. Entre estos avances
encontramos al
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TCm, que es uno de los medios de diagnóstico aportado por la Medicina
Nuclear, el cual tiene gran aplicación en cardiología, oncología, ortopedia, y otros campos,
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y se utiliza en cerca del 80 % de los procedimientos diagnósticos con probada eficacia.
También se recomienda el uso de la resonancia magnética (MRI: Magnetic Resonance
Imaging) como el más preciso de todos por su elevada resolución. El Galium citrato 67
también se puede emplear. No obstante, aunque todos estos métodos son sumamente
eficaces en el diagnóstico de la OM y de otras enfermedades, son muy costosos y solo se
reservan para casos de gran envergadura. Conociendo las características principales de la
enfermedad, dígase presencia de secuestros, imágenes en piel de cebolla, zonas de
condensación fundamentalmente periósticas y pérdida del trabeculado, es posible establecer
un diagnóstico.
d) Biopsia: es recomendable tomar muestra para biopsia en todos los casos que se sospeche
la OM, pues el resultado de la misma es concluyente.
e) Bacteriológico: se recomienda tomar muestra del hueso afectado para hacer cultivo
bacteriológico con vistas a obtener el germen causal, así como el espectro de sensibilidad
antibiótica.
f) Hematopoyéticas:
Leucocitos: puede haber una desviación a la derecha o a la izquierda, lo que indica que la
resistencia del huésped está disminuida.
Recuento globular alto de 8 x 109 a 20 x 109/L.
Diagnóstico diferencial
Existen múltiples lesiones que muestran áreas mixtas de radiolucidez-radiopacidad,
con bordes mal definidos, las cuales pueden despertar sospechas en el diagnóstico. Tanto en
la OM como en lesiones malignas (osteosarcoma, condrosarcoma, etc.) pueden aparecer
imágenes radiolúcidas-radiopacas. Además, ninguna de estas entidades, incluyendo la OM,
tienen una apariencia radiográfica típica e inigualablemente característica. Debe
diferenciarse, por lo tanto, de aquellas formas con patrones radiológicos en piel de cebolla,
como la OM de Garré, la enfermedad de Caffey en los recién nacidos, que su afectación es
al nivel del periostio en forma bilateral, además de comprender numerosos huesos del
esqueleto.
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También existen estados infecciosos, con reacción inflamatoria referida a un
segmento esquelético, existen por lo menos dos cuadros clínicos posibles de confusión
diagnóstica.
Artritis aguda: No siempre resulta fácil determinar con exactitud, en una etapa inicial, si
el proceso inflamatorio pertenece a un foco osteomielítico metafisiario o a una artritis
aguda.
El dolor articular, impotencia funcional precoz, signos inflamatorios agudos
propios de la articulación y derrame articular, son elementos semiológicos que, en la
mayoría de los casos, permiten diferenciar un cuadro del otro.
No son raros los casos en los cuales, como reacción inflamatoria de vecindad, la
articulación vecina a un foco osteomielítico, reacciona con signos propios, que hacen
difícil el diagnóstico diferencial.
Sarcoma de Ewing: Los hechos clínicos: edad, ubicación del proceso, dolor, signos
inflamatorios, sedimentación elevada, agregado al cuadro radiológico, guarda una similitud
tal que hacen inexplicable la confusión diagnóstica frecuente. La circunstancia de casos de
sarcomas de Ewing infectados, hacen aún más inquietante el problema del diagnóstico
diferencial.
En virtud de ello, se hace obligatorio el estudio histológico de todos los casos de
osteomielitis aguda que sean intervenidos. La experiencia personal es muy ilustrativa al
respecto.
La osteomielitis en el adulto
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La mayor incidencia de Osteomielitis se manifiesta a partir de los 20 años, siendo
más características en personas de esta edad,
supurativa aguda y
las de tipo esclerosante focal crónica,
supurativa crónica, afectando principalmente al maxilar inferior,
columna vertebral y pelvis. Sin descartar la posibilidad de que estos tipos de osteomielitis
se manifiesten en personas de menor edad.
Dentro de las causas de Osteomielitis aguda en el adulto, encontramos traumatismo
que exponga el hueso y lo predisponga a la infección; o bien, que la infección se ubique en
otro lugar del cuerpo, y se extiende a los huesos por la sangre (osteomielitis hematógena).
Los microorganismos más frecuentes podrían ser una bacteria (especialmente estafilococo
dorado) o un hongo. En el caso de la osteomielitis crónica se da cuando la falta de
abastecimiento de sangre hace que el tejido del hueso muera. La infección crónica puede
llegar a persistir intermitente durante años, en focos localizados que se suelen llamar
"secuestros". Factores de riesgo para la osteomielitis crónica son los traumas recientes, la
diabetes y el uso de drogas intravenosas.
El maxilar superior del adulto suele ser de aspecto laminar, está más vascularizado y
existen zonas en que le tejido óseo esponjoso es abundante. Ocurriendo así a nivel del
alveolo, por detrás de la tuberosidad y a veces también en la región incisal. Debido a esta
mayor vascularización, las osteomielitis en el maxilar sería menos frecuentes que en la
mandíbula. Esto debido a esta mayor vascularización, la OM en el maxilar es mucho menos
frecuente que en mandíbula, se podría decir que existe una razón de 1:10 a favor de esta
última. Asimismo, por esta causa, las OM suelen ser en gran parte de los casos, de tipo
parcelar, sobre todo cuando se localizan en la parte más posterior y dan lugar a las llamadas
retromaxilitis Por el contrario, en la mandíbula existe tejido óseo compacto, con una
cortical muy densa, que hace que los agentes externos a partir de los tejidos blandos
invadan con dificultad el hueso. Ahora bien, cuando la invasión se produce, las defensas
son mucho menores y el drenaje se dificulta, sobre todo al nivel de los dientes, como en el
caso del primero y segundo premolares, situados en el cuerpo mandibular, equidistantes
entre la lámina externa e interna. La cortical mandibular, sobre todo al nivel vestibular
posterior, es mucho más densa y gruesa y en general, esta cortical rodea en forma de
hamaca el hueso esponjoso mandibular. En cambio, en los dientes anteriores, más cerca de
la lámina externa, y en los segundos y terceros molares, más cerca de la lámina interna, esto
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no sucede. De aquí que la mayor parte de las osteomielitis de causa local se localicen
generalmente al nivel del primer premolar.
Cuando se presenta la OM mandibular, el cuadro anatomopatológico es similar a los
hallazgos de la OM de los huesos largos. Las arterias de la mandíbula son de tipo finales.
La trombosis vascular causada por la infección ocurre en una etapa muy precoz del curso
de la enfermedad, y hace que la posibilidad de curar la OM de la mandíbula con
antibióticos sea más bien dudosa, salvo que el tratamiento se administre dentro de las
primeras 48 a 72 horas luego del comienzo de los síntomas.
Los procesos alveolares tienen en su estructura escaso tejido óseo esponjoso limitado
por 2 corticales, externa e interna, así como la lámina dura que rodea la raíz; de manera
que cuando existe un hecho osteomielítico al nivel alveolar, se dan con frecuencia y
facilidad secuestros y la regeneración ósea es a este nivel extremadamente difícil.
Osteomielitis en niños
El cuadro clínico se manifiesta por una sintomatología de tipo septicémico: fiebre
alta, pérdida de peso y apetito, decaimiento y alteraciones del sueño, que con frecuencia se
asocian con trastornos digestivos como vómitos y diarreas. Seguidamente aparecen las
manifestaciones locales: la típica tumefacción de la zona malar, que se muestra enrojecida,
edema palpebral que impide cerrar el ojo casi por completo; la obstrucción de las vías
lacrimales hace pensar en muchos de estos casos que sea una simple infección, por
contigüidad del saco lagrimal.
En el examen intrabucal se observa cómo el paladar y el reborde gingival del lado
afectado están tumefactos. Toda la zona, tanto externa como interna, se encuentra dolorosa
a la palpación. La radiología en los estados primarios es poco demostrativa, a veces se
observa un germen dentario desplazado.
La evolución de los fenómenos inflamatorios puede acabar formando fístulas en una o
más de las 3 direcciones siguientes:
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
Órbita, que da lugar a un absceso intraorbitario que causa exoftalmia.

Fosa nasal, que produce la típica rinorrea purulenta.

Reborde alveolar, formándose fístulas por donde sale pus, secuestros y en ocasión
algún germen dentario.
En los pequeños que padecen sicklemia (mas conocida como anemia falciforme o
drepanocítica que produce una destrucción de los glóbulos rojos mas rápido de lo normal)
tienen una predisposición a la OM la cual está dada, al parecer, por la existencia de
frecuentes infartos óseo y los trastornos microvasculares propios de su enfermedad.
Cuadro clínico
Existen múltiples formas de clasificación para esta entidad; se mencionan así:

OM supurativa aguda.

OM supurativa crónica.

OM esclerosante crónica focal.

OM esclerosante crónica difusa.
No obstante, la mayoría los autores, consideran que existen 2 tipos básicos: aguda o
crónica, que dependen de las características del ataque, síntomas y curso:
1.- Aguda.
Se desarrolla en cuestión de días y no muestra cambios radiográficos tempranos. Lo más
común es que se origine de un absceso periapical.
a) Manifestaciones clínicas:
Los signos y síntomas locales incluyen dolor severo, linfoadenopatía y sensibilidad
regional, movilidad del diente involucrado y halitosis. Se presenta el signo de Vincent
(anestesia del hemi-labio correspondiente). No hay tumefacción o enrojecimiento hasta
después que la infección ha penetrado e invadido el periostio. El conteo leucocitario y la
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temperatura se muestran elevados esta última de manera intermitente. Hay presencia de
trismus y su diagnóstico es difícil. La septicemia es rara, no así la invasión de los espacios
aponeuróticos del cuello.
b) Manifestaciones radiográficas:
Inicialmente no existen. Sobre los 10 días de aparición, el trabeculado se muestra
disminuido en densidad y sus contornos son borrosos, confusos. Posteriormente pequeñas
áreas radiolúcidas, osteolíticas, circunscritas, únicas o múltiples, aparecen en la radiografía,
alargando los espacios medulares, lo cual se debe a los focos de necrosis existentes y a la
franca destrucción ósea. Estas áreas semejan procesos quísticos, pero sin manifestarse el
halo radiopaco esclerótico que delimita el área.
En algunos casos, como frente a un absceso periapical mandibular que se desarrolla
y causa rápida destrucción de las corticales, el exudado invade el espacio subperióstico y
comienza a elevar al propio periostio. Como consecuencia, esta presión que se genera, a
partir del exudado, produce una necrosis local, que causa reabsorción de la cortical e
interrupción del aporte sanguíneo. El resultado es una osteomielitis aguda subperióstica.
Clínicamente, el paciente experimenta intenso dolor con enrojecimiento y tumefacción,
tanto fuera como dentro de la boca y linfoadenopatía cervical. Los dientes involucrados
están ligeramente sensibles a la percusión. Con la salida del pus, los síntomas remiten.
2.- Crónica.
Puede desarrollarse a partir de un estadio agudo o sin él. Existen 2 formas en su
génesis: Crónica primaria, que es por microorganismos que afectan el hueso, pero que son
de escasa patogenicidad. La Crónica secundaria, que es el resultado de la falta de respuesta
al tratamiento frente a una OM aguda. Es un proceso caracterizado por necrosis,
supuración, reabsorción, esclerosis e hiperplasia. Una lesión crónica que invada el periostio
puede desencadenar igualmente una OM subperióstica, pero crónica. Lesiones similares en
niños o adultos jóvenes pueden conllevar a la elevación del periostio y a la deposición de
hueso nuevo, resultando una osteomielitis con periostitis proliferativa. Las lesiones que se
extienden a los tejidos blandos pueden causar celulitis. Otras formas de OM pueden ser
focales o producir una esclerosis difusa crónica. El tipo focal de OM crónica esclerosante
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es aquella en la que la reacción osteoblástica está localizada en la región periapical, que es
la iniciada por una infección dental y descrita como osteítis condensante.
La OM crónica persiste porque el área infectada es aislada de la reacción de defensa del
huésped.
a) Manifestaciones clínicas:
Generalmente es asintomática. Hay discreta leucocitosis con un grado bajo de fiebre
y la linfoadenopatía puede estar presente. El paciente se siente más confortable, pero le
preocupa el hecho de que algunos restos óseos se hacen visibles a través de la mucosa, y
otros están siendo expulsados a través de una fístula. El sitio más frecuente es el cuerpo
mandibular y algunos pacientes presentan fracturas patológicas.
b) Manifestaciones radiográficas:
En las radiografías, los secuestros son usualmente más densos y mejor definidos,
con contornos más aguzados que el hueso que lo rodea. El incremento de la densidad es el
resultado de la esclerosis inducida antes de que el hueso se vuelva necrótico. También la
reacción inflamatoria probablemente simula la desmineralización del hueso vital que rodea
al secuestro, aumentando el contraste. Los secuestros más pequeños pueden volverse menos
densos, debido a que van a ser lentamente disueltos por la acción lítica del fluido purulento
que los rodea.
En su intento por drenar, el pus puede perforar el hueso cortical, inclusive piel o
mucosa, formando tractos fistulosos hacia la superficie. Este trayecto aparece en las
radiografías como una banda radiolúcida que atraviesa el cuerpo mandibular y penetra en la
cortical.
Osteomielitis esclerosante crónica difusa (OECD):
Aquí hay un grado bajo de infección en el hueso. En contraste con la osteomielitis
crónica supurativa, donde hay muerte del tejido y formación de pus, la proliferación
reactiva del hueso es la respuesta primaria en la OECD. Este tipo puede ocurrir a cualquier
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edad, pero es más frecuente en grupos de edad avanzada, debido, al parecer, a que el
huésped es incapaz de controlar una infección subvirulenta del todo; con frecuencia quedan
envueltos segmentos relativamente largos de la mandíbula, tan largos que a veces no es
factible tratarlos por cirugía. La lesión ocurre primariamente en la mandíbula, pero el
maxilar, el fémur y la tibia pueden afectarse. Hay también evidencias que la OECD puede
resultar de una tendoperiostitis crónica, debido a un abuso excesivo del músculo.
a) Manifestaciones clínicas:
Los síntomas son discretos o están ausentes, excepto el engrosamiento ligero de la
mandíbula en el lado afectado, debido a la deposición subperióstica de hueso. Durante los
períodos de engrosamiento, los pacientes pueden quejarse de dolor, que persiste por algunas
semanas, y que manifiesta etapas de quietud desde meses hasta años. Las mujeres parecen
afectarse más que los hombres, y aproximadamente la mitad de los pacientes muestran
valores de eritrosedimentación y fiebre elevados.
b) Manifestaciones radiográficas:
A medida que la lesión progresa, se vuelve más esclerótica y aumenta el área
comprometida. Los márgenes están débilmente definidos, y usualmente, aunque afecta un
sector bastante grande, no cruza la línea media. Las raíces de los dientes involucrados
pueden presentarse rizálisis, y los estudios realizados histológicamente sugieren áreas
activas de deposición ósea.
La osteomielitis de Garré (periostitis proliferativa):
Es una rara entidad, no supurativa, que aparece como una tumefacción o hinchazón en la
periferia de la mandíbula (periostitis reactiva) inducida por una infección persistente pero
discreta, por debajo del periostio. Aunque la infección periapical es la causa más frecuente,
se asocia ocasionalmente con la pericoronaritis. Su baja frecuencia en clínica parece ser
porque su desarrollo depende de factores tales como la existencia de una infección crónica
en un individuo generalmente joven, con un periostio que posea gran actividad
osteoblástica, así como un equilibrio entre la virulencia del agente agresor y la resistencia
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del huésped. Su localización es casi exclusiva de la mandíbula, al nivel del borde inferior,
por debajo del primer molar; se afectan las mujeres más que los hombres, con una
incidencia no mayor de 30 años y su promedio es cercano a los 13 años.
La masa neoformada puede variar su talla desde 1 a 2 cm, al envolver la longitud de
la hemimandíbula afectada, que se vuelve en total de 2 a 3 cm más gruesa.
Radiográficamente, cuando la infección progresa, la corteza se adelgaza y se vuelve
laminar, con alternancia de radiolucidez-radiopacidad, dando el aspecto de piel de cebolla.
Tratamiento Osteomielitis
Habitualmente la O.M. requiere de un tratamiento médico y quirúrgico, si bien en
algunos casos la antibiótico terapia aislada es efectiva, la finalidad de la misma es disminuir
o erradicar los gérmenes patógenos y favorecer los mecanismos de regeneración ósea, para
ello debemos erradicar el foco primario infeccioso, debridar y eliminar todo cuerpo extraño
o secuestro presente, tomar muestras de cultivo para identificar microorganismos
patógenos, para iniciar una terapia dirigida, favorecer un correcto drenaje e irrigación de la
región.
Como en otras enfermedades infecciosas el diagnóstico precoz y el tratamiento
oportuno mejoran el pronóstico y minimizan el riesgo de la evolución a la cronicidad y las
complicaciones.
La osteomielitis hematógena aguda en niños es principalmente de tratamiento
médico (antibiótico terapia). En adultos, además del tratamiento antibiótico parenteral, a
menudo se requiere la cirugía para debridar el foco y drenar abscesos.
El tratamiento de la osteomielitis aguda es una urgencia terapéutica y comprende:
1) Tratamiento antibiótico con drogas bactericidas, asociando al comienzo dos,
preferentemente de acción sinérgica, a altas dosis, activas frente al germen sospechado o
encontrado, inicialmente por vía parenteral (no menos 2 semanas), seguido de varias
semanas (6 o más) por vía oral. Se seleccionan los antibióticos que tenga mejor penetración
ósea. Los que mejor difunden al hueso son: clindamicina, fluoquinolonas (FQ), rifampicina
y cotrimoxazol. También se usan antibióticos específicos para el Staphylococcus aureus,
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como son la Cloxacilina y la Flucloxacilina. Los betalactámicos, glucopéptidos y
aminoglucósidos difunden menos de 20 % por lo que sus dosis deben ser altas.
Vancomicina tiene mala penetración en hueso. Algunos antibióticos como los
aminoglucósidos disminuyen su actividad en medio ácido y en anaerobiosis.
El objetivo de emplear planes de antibióticos asociados es para reducir rápidamente
la población bacteriana y evitar el surgimiento de cepas resistentes durante el tratamiento,
lo que puede suceder con clindamicina, cloxacilina, fluoquinolonas (FQ) y rifampicina en
monoterapia. Una vez conocido el germen y su sensibilidad debe adecuarse el plan
terapéutico, pudiendo continuarse con monoterapia si el germen es sensible al antibiótico
principal (ejemplo: betalactámico).
La eficacia del tratamiento antibiótico se evalúa en la evolución por la clínica y el
laboratorio (VES, leucocitosis, proteína C reactiva).
2) Inmovilización estricta del miembro y de las articulaciones sub y suprayacentes.
3) Valorar la posibilidad de evacuar colección subperióstica o centromedular.
Se considera ineficacia de la terapéutica si la infección se extiende a otras
articulaciones vecinas o pasa a la cronicidad (osteomielitis crónica).
El tratamiento antibiótico de la osteomielitis crónica debe prolongarse más de tres
meses y hasta la normalización de los parámetros biológicos de infección.
Tratamiento antimicrobiano:
Plan antibacteriano empírico inicial:
Osteomielitis odontógena:
- Clindamicina
- Cloxacilina o flucloxacilina
- Aminopenicilina/IBL
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Tratamiento etiológico (conocido el germen causal y su sensibilidad):

Streptococcus spp. Penicilina G cristalina 20 millones UI / d en 4-6 horas i/v.
 Amoxicilina 1 g cada 6 horas v/o o cefuroxime axetil 500750mg c/ 8-12 horas v/o.

S. Pneumoniae  Penicilina G cristalina 20 millones UI / d en 4-6 horas i/v. o
Cefalosporinas de 2° - 3° generación como Cefuroxime (2°) 1,5 g c/8 horas i/v o
Ceftazidime (3°) 1-2 g c/ 6-8 horas.

H. Influenzae  Cefalosporina de 2° o 3° generación o fluoquinolona 500 mg c/ 12
horas.

Anaerobios  aminopenicilina 2g c/ 6-8 horas i/v.
Clindamicina 600 mg c/ 8 horas i/v.
Metronidazol 500 mg c/ 8 horas i/v.
Dosis de los antibióticos más usados y vías de administración:
Clindamicina: 600 mg c/8 h i/v
Cloxacilina 500 mg c/6 h v/o
Penicilina G cristalina: 20 millones UI/d en 4-6 dosis i/v
Aminopenicilina: 2 g c/ 4-6 h i/v
Aminopenicilina/IBL: 2 g c/ 6-8 h i/v
Cefalosporina de 1ª G: 2 g c/4-6 h i/v
Vancomicina: 1 g c/ 12 h i/v
Ciprofloxacino: 400 mg c/12 h i/v o 500-750 mg c/12 h v/o
Pefloxacina: 400 mg c/12 h i/v o v/o
Metronidazol: 500 mg c/8 h i/v
Doxiciclina: 100 mg c/ 12 h v/o
Rifampicina: 300 mg. c/12 h. v/o
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Gentamicina: 3-5 mg/k/d i/v en 1 o 2 dosis
Amikacina: 500 mg c/8 h i/v
Tratamiento no farmacológico
-
La Termoterapia favorece la circulación local del antimicrobiano por vasodilatación,
aumenta la velocidad de intercambio entre la sangre y los tejidos ayudando a la
disminución de la inflamación, aumenta el metabolismo hístico y estimula los reflejos
vasomotores.
-
Complejos vitamínicos (Vitamina C o ácido ascórbico, Vitamina B1 o tiamina y ácido
nicotínico)
-
Dieta rica en proteínas para la estimulación del sistema inmunoenzimático.
-
Gammaglobulina como sustancia estimulante del sistema inmunológico.
-
Oxígeno hiperbárico (forma de terapia que se basa en la inhalación de oxígeno bajo
presión de dos atmósfera, aumenta la oxigenación de los tejidos, favoreciendo la
proliferación de fibroblastos, osteogénesis y neoangiogénesis, así como una acción
bacteriostática y bactericida frente a gérmenes anaerobios, como consecuencia de los
altos niveles de oxígeno. Este tipo de tratamiento se usa en osteomelitis crónica.
-
Laserterapia como analgésico, antinflamatorio e inmunomodulador.
Tratamiento quirúrgico:

Anestesia general.

Abordaje del segmento óseo comprometido.

Abertura de ventana en la cortical.

Curetaje del foco osteomielítico, con extracción del material
purulento, tejido óseo comprometido (arenilla ósea).

Sonda de drenaje con osteoclisis, gota a gota de solución de
antibiótico de amplio espectro.

Inmovilización con férula de yeso.
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
Antibiótico de amplio espectro: gentamicina, cloxacilina. Se cambia
según sea la sensibilidad del germen identificado.

Hidratación perenteral.
Se mantiene el tratamiento indicado hasta que el cuadro clínico,
sedimentación, fiebre, indiquen un definitivo receso del cuadro infeccioso.
Ello puede ocurrir entre 10 a 20 días. El tratamiento antibiótico se
mantiene por 1 a 2 meses. La posibilidad de que la osteomielitis aguda, así
tratada, logre ser detenida antes que la lesión ósea se haya constituido y pase
a una fase de cronicidad, depende de dos factores: diagnóstico muy precoz y
tratamiento quirúrgico inmediato con apoyo de una antibioterapia adecuada
y mantenida.
Si se llegó en una fase en que la lesión ósea está ya abscedada o
fistulizada y la radiografía muestra lesiones osteolíticas, el diagnóstico es
tardío y ningún tratamiento logrará la mejoría «ad integrum» del proceso
osteomielítico. El futuro es el paso de la infección a la etapa crónica
(osteomielitis crónica).
Se estima que es de tal gravedad esta evolución a la cronicidad, que
estaría justificada la intervención quirúrgica ante una sospecha clínica
razonablemente sustentada. Aunque no se encuentre lesión ósea evidente ni
material purulento, debe estimarse como un proceder correcto; significa que
se llegó antes de que el proceso se haya desencadenado. El esperar que los
signos clínicos y radiográficos sean ya evidentes para decidir la operación,
con seguridad determinará que la actuación fue tardía, y la cronicidad será
inevitable.
En algunos centros médicos se inicia un antibiótico terapia empírica
basada en la tinción de Gram. Estabilizar los tejidos mineralizados,
reconstruir la estética y función de forma diferida.
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En un principio se recomienda el ingreso hospitalario para instaurar el tratamiento
antibiótico intravenoso a altas dosis, dirigir el tratamiento causal e identificar o corregir
aquellos factores predisponentes, (anemia, leucemia, sífilis, esteorides, etc).
Quirúrgico Odontológico: (incisión y drenaje, fistulectomía y secuestrectomía)
-Extracción del diente causal y eliminación del tejido de granulación.
-Establecer el drenaje de la zona al realizar la exodoncia o mediante la incisión de la
mucosa o piel en el punto fluctuante.
-Cuando la presencia de fístulas o tumefacciones a nivel cutáneo, se practican incisiones
con la colocación de tubos de drenaje, para facilitar el lavado con suero fisiológico.
-Secuestrectomía o saucerización ( Marsupialización)
-En los casos recidivantes (son raros). Obwegesser sugiere la resección mandibular de la
zona afecta con posterior reconstrucción mediante injertos óseos.
-Remodelación ósea en las formas esclerosantes
deformidad es evidente.
y de localización extensa donde la
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Conclusiones
1) La Osteomielitis es una enfermedad que causa destrucción del tejido óseo y que es
producida principalmente por gérmenes piógenos, aunque existan otros microorganismos
responsables en determinadas circunstancias.
2) Se puede localizar en una amplia variedad de huesos del esqueleto, y en relación con
el macizo craneofacial, se ha observado que afecta más a la mandíbula que al maxilar, lo
que se explica principalmente por características anatómicas.
3) Presenta una serie de signos y síntomas que comprenden manifestaciones generales y
locales como fiebre y malestar general e intenso dolor en la zona afectada.
Radiográficamente el elemento más notable para ayudar a su diagnóstico es la presencia del
secuestro que está contenido en el involucro.
A pesar de que su diagnóstico puede suscitar dudas, por la similitud con otras entidades,
es posible su detección reuniendo todos los datos necesarios a través de una completa
anamnesis y un minucioso examen.
4) Se cuenta con varias alternativas para lograr la remisión de la enfermedad, estando,
en primer lugar, la antibioterapia. Esta afección puede requerir un periodo de tratamiento
largo.
5) Es importante destacar antecedentes epidemiológicos que pueden ser de utilidad en
el diagnóstico de la osteomielitis como la temprana edad en que se manifiesta en el maxilar
(neonatos y lactantes)
En general la osteomielitis es una afección poco frecuente en el territorio
maxilofacial tomando en cuenta la gran cantidad de lesiones traumáticas e infecciones de
origen dentario, pero si puede presentarse en la clínica por lo que es de vital importancia
conocer sus manifestaciones y alternativas de tratamiento para así poder diagnosticarla
oportunamente y darle un tratamiento adecuado.
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