Unidad de cuerpo y mente

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La unidad de CUERPO y MENTE
El filósofo griego Anaxágoras (500-426 a.C.) imaginó un principio llamado inteligencia que le da
orden a la materia. Él veía toda realidad como dual –de dos– consistente de inteligencia y materia.
René Descartes, el filósofo y matemático francés del siglo XVII, quien observó estupendamente,
“Pienso, luego existo” (En latín, Cogito, ergo sum), trazó una clara distinción entre la mente y el
cuerpo. Para Descartes, la mente era una sustancia inmaterial responsable del pensamiento racional,
la imaginación, el sentimiento y la voluntad. El cuerpo era del reino material. Toda materia estaba
completamente sujeta a las leyes de la física, excepto el cuerpo que también estaba influenciada por
la mente humana, o voluntad, siendo distinta a él. El dualismo mente-cuerpo de Descartes estableció
el fundamento del pensamiento occidental para la separación de la teología y la ciencia, del
materialismo y el espiritualismo, del cuerpo y la mente. Apoyaba la distinción en la ciencia entre los
fenómenos físicos o enfermedades y los de naturaleza mental o emocional. La idea de la separación
de cuerpo-mente todavía existe hasta cierto grado, pero es una distinción que ha comenzado a
difuminarse conforme la ciencia y la medicina han progresado. La disciplina de la medicina
psicosomática, hasta hace muy poco tiempo rechazada por la corriente principal de la medicina, se
está convirtiendo ahora en parte de esa corriente principal. En el último cuarto de siglo se ha
establecido que cierta clase de células de la sangre y el cuerpo, llamada célula “asesina natural” (NK
por sus siglas en inglés), desempeña un importante rol en la lucha contra cánceres e infecciones
virales matando a las células anormales o infectadas. Un incremento en los niveles de NK en el
cuerpo significa una más elevada probabilidad de derrotar esas enfermedades. Cada vez es mayor la
evidencia de que el humor y el temperamento afectan la concentración de células NK en el sistema
de una persona. Un reciente estudio de la Universidad Estatal de la India titulado “El efecto de la risa
alegre sobre el estrés y la citotoxicidad de la célula asesina natural” confirma el efecto del humor y la
risa en la reducción del estrés y aumentando la capacidad del cuerpo para luchar contra la
enfermedad. Sus implicancias son expresadas como sigue: “Este estudio indica que la risa tiene el
potencial para reducir el estrés y mejorar temporalmente la actividad de las NK en una muestra de
mujeres sanas”. Puesto que la baja actividad de las NK ha sido vinculada con pronósticos más
pobres, el humor puede ser una útil terapia complementaria en el cuidado de las personas con
cáncer, pero se precisa de una mayor investigación para determinar el efecto de la risa sobre la
actividad de las NK en las personas con cáncer” . Esa investigación parece confirmar el trabajo
pionero sobre los efectos del humor en la salud hecha por el doctor Norman Cousins y otros, y da fe
de la creciente conciencia científica respecto a la conexión entre la mente y el cuerpo.
También vemos muchos ejemplos cotidianos evidentes de la conexión entre mente y cuerpo. Por
ejemplo, cuando estamos sorprendidos o atemorizados, nuestros rostros palidecen. Esto se debe a
que el temor hace que los vasos sanguíneos se constriñan, aminorando el flujo de sangre a la piel.
Asimismo, se cree que el estrés emocional contribuye con la formación de ciertas clases de úlceras
digestivas –lesiones del revestimiento del estómago, el duodeno o los intestinos.
Los ejemplos citados ilustran la manera en que un cambio espiritual puede originar un cambio físico.
Pero incluso más obvios son los ejemplos en los que un cambio físico origina un cambio en la mente
o el espíritu. Un simple dolor de muelas puede cambiar toda nuestra apariencia, volviéndonos
irritables y hasta de mal genio. Otro ejemplo evidente de un cambio físico que tiene un efecto
espiritual es el beber alcohol en exceso. Como un químico que afecta directamente el metabolismo
del cuerpo, el alcohol puede hacer que una persona tímida se vuelva sociable y hasta confrontadora.
Un ejemplo más directo aún, es la de una daño físico en el cerebro, que puede hacer que una
persona soporte un cambio completo y permanente en su temperamento y conducta, dependiendo
de la parte del cerebro específica donde se encuentre el daño.
El hecho de que cada sentimiento humano, cada pensamiento, tenga alguna suerte de manifestación
física –aun cuando sólo sea un sutil cambio electroquímico en el cerebro o el sistema nervioso.
La “unidad de cuerpo y mente” es un concepto esencial del Budismo. Aquí, “cuerpo” indica los
fenómenos físicos, literalmente, lo que se puede ver. “Mente” significa los fenómenos espirituales y
mentales, que son invisibles. “Unidad” no significa que el cuerpo y la mente sean absolutamente
idénticos. Es una traducción de un término chino que significa “no dos”, o no dual. Es en sí, una
contracción de un término más largo que significa “dos pero no dos”. Esto significa que, siendo el
cuerpo y la mente –lo físico y lo espiritual– claramente dos clases distintas de fenómenos, ambos son
aspectos de la misma cosa. Ambos están enraizados en la fuente común de la vida misma, en la
realidad fundamental o la ley de la vida.
En el “Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente”, Nichiren Daishonin dice que la palabra
“Nam” de “Nam-myoho-renge-kyo”, que deriva del idioma sánscrito, es traducido al chino como dos
caracteres, uno con el significado de “devoción”, y el otro, “vida”. Él dice, además, que “devoción”
indica el aspecto físico, o cuerpo, y “vida” indica el aspecto espiritual, o “mente”. Luego continúa,
“Esta unidad de cuerpo y mente es el único principio fundamental” (Gosho Zenshu, pág. 708). Esto
sugiere que el principio más elevado del Budismo es la realidad de que podemos manifestar en
nuestro ser, en nuestro cuerpo y mente, la iluminación fundamental inherente a toda forma de vida.
Esta iluminación fundamental también es conocida como naturaleza de Buda. Ley Mística, o Myohorenge-kyo. Cuando nos dedicamos a esta Ley mediante la práctica budista, hacemos emerger la
fuente de la fuerza vital cósmica de donde surgen los aspectos físico y espiritual. De esta manera,
enriquecemos, armonizamos y revitalizamos nuestros yo físico y espiritual, nuestro cuerpo y nuestra
mente.
En su escrito “Abrir los ojos de las imágenes de madera y pintadas”, Nichiren Daishonin dice, “Los
pensamientos se expresan con la voz de uno. La mente representa el aspecto espiritual, y la voz, el
aspecto físico. Una persona puede conocer la mente de otra escuchando la voz. Esto se debe a que
el aspecto físico revela el aspecto espiritual” (WND, 86).
Cuando oramos seriamente preocupados (mente) por los demás, nuestras palabras y acciones
(cuerpo) hacia ellos pueden inspirar su espíritu (mente), la misma que, a su vez, puede conducir a un
cambio positivo en su salud física y también en sus propias palabras y acciones (cuerpo). Al mismo
tiempo, aplicando nuestra voz y acciones de esta manera, realzamos y desarrollamos nuestro propio
estado espiritual. Cuando continuamos invocando Nam-myoho-renge-kyo con una firme oración por
nuestra propia felicidad y la de los demás, y hablamos y actuamos consistentemente por lograr esos
fines, estamos viviendo el principio de la unidad de cuerpo y mente.
Agosto 2000,Living Buddhism, pág. 6
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