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“2013 – Año del Bicentenario de la Asamblea General
Constituyente de 1813”
REPÚBLICA ARGENTINA
V E R S I Ó N T A Q U I G R Á F I C A
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN PLENARIA DE LAS COMISIONES DE PRESUPUESTO Y HACIENDA Y
DE ECONOMÍA NACIONAL E INVERSIÓN
Salón Azul – H. Senado de la Nación
28 de agosto de 2013
Presidencia del señor senador Aníbal Fernández y de la señora senadora Laura
Montero
“2013 – Año del Bicentenario de la Asamblea General
Constituyente de 1813”
28.08.2013
Reunión plenaria de las comisiones de Presupuesto y Hacienda
y de Economía Nacional e Inversión
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PUBLICACIÓN DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TAQUÍGRAFOS
–
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón Azul
del H. Senado de la Nación, a las 11 y 28 del miércoles 28 de agosto de 2013:
Sr. Presidente (Fernández). – Vamos a dar comienzo a la reunión plenaria para tratar el
proyecto de ley que acaba de ingresar del Poder Ejecutivo con el objeto de abrir las
posibilidades del canje.
Se encuentran presentes el señor ministro de Economía, Hernán Lorenzino, el señor
secretario de Finanzas, Adrián Cosentino, y en unos minutos llegará el secretario de Política
Económica, Axel Kicillof, por lo cual, conforme lo habíamos acordado, comenzará la
exposición del señor ministro.
Sr. Lorenzino. – Buenos días, señores senadores.
De acuerdo con lo que la presidenta anunciara el lunes de esta semana… Siempre me
pasa lo mismo: ¿se escucha bien esto? Yo escucho con mucho eco. Creo que no hay otra
posibilidad, así que sigo.
Como decía, de acuerdo con lo que anunciara la señora presidenta el día lunes,
venimos a presentar al Congreso este proyecto de ley de suspensión de la ley 26.017,
conocida como ley cerrojo, mediante la cual se cerraron los canjes de deuda iniciados en los
años 2005 y 2010.
En primer lugar, déjenme poner en contexto esta medida. Seré muy breve, pero quiero
hablar del contexto en el cual se inserta este nuevo proyecto de ley. Este contexto tiene que
ver con la política de desendeudamiento que hemos venido llevando adelante desde el año
2003 a la fecha, y en particular con el desendeudamiento de la Argentina en moneda
extranjera y con el sector privado. Y, en ese marco, el papel preponderante que tuvieron los
canjes de 2005 y de 2010, que en definitiva y muy claramente nos permitieron que la deuda
con el sector privado dejara de ser un condicionante para el desarrollo de la Argentina.
También, quiero hablar de que el 12 de septiembre, en unos días más, la Argentina
hará frente al pago final del BONAR VII, 2.070 millones de dólares. Hemos pagado, como
mencionaba la presidenta el lunes, en términos de BODEN 12 casi 20.000 millones de dólares
en los últimos años; bono que se relaciona con las obligaciones derivadas del corralito, el
corralón, y la compensación a los ahorristas y a los bancos.
Asimismo, deseo mencionar que ya hemos abonado a los tenedores de bonos que
ingresaron a los canjes de 2005 y de 2010 casi 21.000 millones de dólares desde el año 2005 a
esta parte; que esa política de desendeudamiento también incluyó la cancelación de la deuda
con el FMI; y que hoy esa política de desendeudamiento nos permite decir a todos los
argentinos que la deuda en moneda extranjera con el sector privado representa menos del 10
por ciento del Producto Bruto Interno.
– Ingresa en el salón el señor Axel Kicillof.
Sr. Lorenzino. – Es más, como también dijera la señora presidenta el lunes, luego del pago
del BONAR VII –lo menciono nuevamente porque es el pago de deuda más importante de
este año: el 12 de septiembre, 2.070 millones de dólares; un bono con legislación doméstica–
la deuda con el sector privado en moneda extranjera −una medida clarísima o, si quieren, la
medida más clara de la robustez o de la situación de deuda de un país− va a estar por debajo
del 8,5 por ciento en términos de PBI.
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O sea, lo que quiero demostrar −o lo que queremos de alguna manera resaltar− es que todos
los argentinos, desde hace diez años, venimos pagando nuestra deuda, pagando los
compromisos que asumimos a partir, fundamentalmente, de la reestructuración de los
inconvenientes que en materia de deuda se derivaron de la crisis de los años 2001 y 2002.
Pero además, esa política de desendeudamiento no registra –estas no son estadísticas de
Argentina– antecedente similar en el mundo en los últimos diez años. Argentina es el país
que, en el contexto de las naciones, más se ha desendeudado en estos últimos diez años. Esto
lo hicimos, además, sin endeudarnos los argentinos con el sistema financiero.
Esta capacidad de gestionar la deuda es la que, según creemos, nos ha permitido crecer.
Crecimos porque nos desendeudamos. Crecimos porque hicimos un esfuerzo en atender todas
y cada una de las obligaciones externas, sin descuidar la otra variable del ratio, que es el
crecimiento; sin descuidar el mercado interno y, sobre todo, nos desendeudamos y crecimos
incluyendo argentinos. Es muy importante resaltar esta cuestión también en comparación con
otros modelos de reestructuración de deuda que actualmente se están dando en muchos
países, en particular, en Europa. Escuchábamos en estos días cómo ya la tercera
reestructuración de deuda en Grecia parece casi un hecho.
Sin embargo –este es el mensaje principal–, después de esta política de desendeudamiento y
después de este gran esfuerzo que nos permitió estar donde estamos, la Argentina sigue
siendo sometida a una permanente presión. Existe, creemos, una especulación permanente
sobre nuestra economía. Vuelvo: hace diez años que venimos pagando sistemáticamente en
función de una política de Estado, porque muchas, en particular las reestructuraciones de
2005 y de 2010, están sustentadas en decisiones de este Congreso. Hemos cumplido con
nuestros compromisos de deuda, y lo vamos a seguir haciendo. Pero también tenemos, por
ejemplo, el fallo del viernes de la Cámara de Nueva York, que vuelve a traer incertidumbre
sobre la voluntad y la capacidad de pago de la Argentina.
Por eso es que yo decía hace unos días que no nos van a llevar a un escenario como el de
2001. Ese fallo, el del viernes, nos recuerda que ese pasado, como relaté en términos de
política de desendeudamiento y en términos de política financiera de la Argentina en los
últimos años, está más cerca de lo que pretenden algunos, quienes quieren perjudicar este
presente, pero además, fundamentalmente, quieren condicionar nuestro futuro.
Por eso, como también dijo la presidenta, seguimos férreamente confiando en la instancia
judicial y, en particular, en esta nueva instancia de este proceso judicial que se abre ante la
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Y esperamos, en ese sentido, una
resolución que esté en función de los argumentos que esgrimimos en nuestra defensa, que, les
recuerdo, tiene como uno de los argumentos fundamentales la defensa de nuestra soberanía y,
en particular, la defensa de las decisiones emanadas de este Congreso.
Ahora bien, sin perjuicio de la fortaleza de esos argumentos, sin perjuicio de la fortaleza de
los hechos que demuestran el cumplimiento cabal de cada una de nuestras obligaciones con
cada uno de nuestros acreedores, tanto internos como externos, pero en particular con cada
uno de los acreedores que confiaron en el país en 2005 y en 2010, aun cuando confiamos en
esos argumentos, en el sistema judicial y en la decisión que en definitiva tomará ahora la
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, queremos una vez más demostrar que
existe una profunda vocación de los argentinos de hacer, de seguir haciendo frente a los
compromisos que la República Argentina ha asumido. Como dijo la presidenta, no queremos
patear los problemas.
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Algunos se preguntan por qué ahora; algunos, incluso, que están en esta sala. No me refiero a
los señores senadores; me refiero al auditorio, donde veo a algunos comentaristas que han
dicho: ¿Por qué?, ¿qué necesidad había?, ¿por qué no esperar una decisión de la Corte? La
verdad es que no nos ha caracterizado y no queremos patear los problemas. Por eso es bueno
aclarar esta cuestión. No aceptamos el planteo de los lobbistas, de los buitres, que ya
presionan sobre anuncios diciendo que hay un nuevo plan para evadir a la justicia. Queremos
que quede absolutamente claro: este no es, de ninguna manera, un intento de evadir a la
justicia de los Estados Unidos, sino, al contrario, absolutamente al contrario, es una propuesta
concreta para ratificar que la Argentina no sólo tiene la capacidad de pago, lo cual se
demuestra a partir de lo que ha venido haciendo en los últimos años, sino que además
mantiene esa voluntad de pago que hemos manifestado en cada una de las intervenciones que
hemos hecho ante la justicia.
Por eso, la primera decisión de la presidenta ha sido enviar este proyecto de ley para permitir
que el 7 por ciento de los acreedores que no ingresaron en el año 2005 y que tampoco lo
hicieron en el año 2010 puedan hacerlo a partir de ahora. Insisto, estamos presentando este
proyecto para que quede claro que la Argentina también está en condiciones de atender y de
regularizar a ese 7 por ciento que no entró exactamente en los mismos términos que los que sí
lo hicieron, porque ese es el argumento y esa es la posición inclaudicable que la Argentina ha
mantenido y seguirá manteniendo en su defensa de los canjes de 2005 y de 2010.
Decía que nuestra capacidad ya la hemos demostrado con los más de 173.000 millones de
dólares que hemos pagado en los últimos diez años. Ahora venimos a este Congreso a discutir
la posibilidad de, una vez más, manifestar la voluntad de pago a través del levantamiento de
la ley cerrojo.
Ya lo hemos dicho en varias presentaciones ante los tribunales y públicamente. Por eso hoy
estamos en condiciones de someter esta decisión a este Congreso. Porque creemos, como
también lo hemos dicho en las presentaciones, que es este Congreso el único habilitado para
tratar el tema, esto es, la suspensión de la ley cerrojo.
Esta ley fue varias veces –en definitiva, esto está reflejado en el fallo– sindicada como una
muestra de que la Argentina no reconoce la deuda con los que no entraron en 2005 y en 2010.
Esto claramente no es cierto. La Argentina nunca ignoró ni repudió esa deuda. Lo que
pretendimos todos con esta ley, tanto el Poder Ejecutivo como el Congreso, fue asegurar que
la confianza de aquellos que entraron en los canjes no sería traicionada acordando algo mejor,
condiciones más beneficiosas con aquellos que no habían entrado.
Por eso creemos que es fundamental seguir brindándoles esa seguridad a los que ya entraron,
al 93 por ciento, a quienes les vamos a seguir honrando la deuda en los términos en que
estaba pautada. El 30 de septiembre tenemos un pago por bonos Par; el 2 de diciembre
tenemos un pago del Global 17, emitido en el marco del canje de 2010; el 30 de diciembre
tenemos un pago de bonos Discount, también de la reestructuración de 2005. Les queremos
brindar a esos acreedores, que van a recibir esos pagos y que entraron en 2005 y en 2010, la
seguridad de que ese tratamiento igualitario va a seguir mantenido. Por eso, el proyecto de ley
que tienen a su consideración mantiene el compromiso de no ofrecer nada mejor, sino que
exactamente la misma oferta, tal cual fue propuesto en las presentaciones ante la Cámara.
En segundo lugar, y siguiendo con las aclaraciones, con respecto a la opción por
instrumentos con legislación local, otra vez nos parece importante por lo delicado del asunto
aclarar varias cuestiones que se están planteando. Esto no debe interpretarse de ninguna
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manera como una decisión unilateral de alterar ningún mecanismo de pago. Lo vemos como
una opción voluntaria y eventual para los acreedores que crean más conveniente renunciar a
los derechos que les da la ley americana y aceptar, en los mismos términos para el Estado,
otra legislación.
Esta es una cuestión que preocupa a muchos tenedores. Por eso creemos que es
importante, a los efectos de brindar la total certidumbre a todos nuestros acreedores,
aclararles que lo que eventualmente se pondrá a disposición es una opción voluntaria por un
nuevo instrumento con legislación local.
No estamos intentando escapar a la Justicia, como dicen los lobbistas de los buitres.
Al contrario, la vocación es que en ningún momento –insisto en que esto es una política de
Estado– la Argentina deje de afrontar nuestras obligaciones con los bonistas que entraron en
los canjes de 2005 y 2010 en los términos en que estaban previstos: en la moneda, en los
plazos. Ahora estamos incorporando una muestra más de voluntad y de capacidad de pago al
traer este proyecto a vuestra consideración, al invitar al 7 por ciento que no entró −en caso de
ser aprobada la ley− a participar en condiciones equitativas con quienes ingresaron en 2005 y
2010. Insisto, queremos despejar toda especulación e incertidumbre respecto del crédito
público de la Argentina. Parece que los más de 173 mil millones de dólares –insisto– que
hemos pagado en los últimos diez años para algunos no es suficiente.
En este marco, la reapertura que se propone a través de este proyecto de ley es una
reafirmación de esta capacidad y voluntad de pago. Es importante para eso recordar de dónde
venimos y por qué estamos dónde estamos. El 31 de diciembre de 2001, el default de la deuda
con el sector privado instrumentada mediante bonos –es la forma correcta de decirlo– fue de
81.836 millones de dólares. Los otros días, la presidenta decía que es bueno recordar que
estos bonos no fueron emitidos por este gobierno. Tampoco este gobierno fue el que declaró
el default de esos mismos bonos. Este fue el gobierno que propuso y llevó adelante los canjes
de 2005 y 2010 y que reestructuró el 93 por ciento de esos 81.836 millones de dólares.
En 2005, reestructuramos el 73 por ciento, y a partir de 2010 se incorporaron más
tenedores, lo cual llevó el nivel de aceptación al 93 por ciento. Reitero la cuestión del 93 por
ciento. Claramente fue mucha deuda; un número muy grande en términos de montos
involucrados, pero también mucha gente. Es decir, participaron fondos de inversión, pero
también tenedores minoristas, que entendieron que debían acompañar el esfuerzo. Como país
se les pidió un gran esfuerzo. Les pedimos quitas sustanciales respecto de esos créditos tanto
a los tenedores institucionales como a los minoristas. Y el 93 por ciento de esos acreedores
participaron. Muchos de esos tenedores de deuda están en la Argentina, pero también muchos
están en otros países, no sólo en los Estados Unidos. Ustedes recordarán muy bien que
también hay tenedores minoristas en Italia, Alemania y Japón.
Frente a esos tenedores minoristas hay un compromiso por parte de la Argentina.
Claramente, esa propuesta y los tenedores que participaron de la misma tuvieron buenos
rendimientos, buenos resultados. Insisto, hemos hecho frente a cada una de las obligaciones,
incluyendo el cupón del PBI, que en su momento no fue entendido por el mercado pero sí por
los acreedores, que lo entendieron como una forma de asociarse a la apuesta que les proponía
la Argentina de dejarnos crecer para que les paguemos.
Sin embargo, después de esas dos operaciones de canje, una mínima porción no
participó. ¿Por qué digo mínima? Estoy seguro de que conocen perfectamente cuál es el
régimen de quiebras de cualquier compañía en la Argentina y en otros países. La mayoría de
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esos regímenes contienen cláusulas o mecanismos en virtud de los cuales el deudor puede
acercarse a sus acreedores frente a una situación de quiebra y proponerles una oferta. Esa
oferta tiene que ser aceptada por una mayoría determinada de acreedores, y luego de ser
aceptada es trasladada a la totalidad de los acreedores. Esto no es raro. Estoy seguro de que
están al tanto de esta cuestión. Ninguna de esas normas le pide al deudor mayorías más allá
del 75 por ciento; generalmente se requiere el 66 por ciento. Algunas, y para determinadas
materias, el 85 por ciento. La Argentina logró que el 93 por ciento de sus acreedores −
instrumentados en 152 series de bonos y en 16 jurisdicciones− aceptara la propuesta. Por eso
digo que una ínfima cantidad de tenedores no ingresaron al canje.
Esos que no ingresaron, no lo hicieron porque no quisieron sino porque su negocio no
es ingresar a las reestructuraciones de deudas; su negocio es esperar que terminen esas
reestructuraciones de deudas para comprar instrumentos que valen centavos para demandar al
deudor y buscar ganancias mejores que quienes participaron. Esto que digo no es una
elucubración. Cuando hablamos de los fondos buitres –a ellos me estoy refiriendo– y de las
ganancias exorbitantes no estoy inventando nada ni les estoy diciendo "créanme que esto es
así". En los documentos que ellos mismos han presentado en la Justicia está absolutamente
probado que las tenencias que hoy les permiten demandar a la Argentina, los bonos a partir de
los cuales pueden demandar a la Argentina, no fueron emitidos por este gobierno, sino que
fueron emitidos previamente al default. Esos bonos son los que hoy les permiten hacernos
juicio. Esos bonos no fueron comprados antes del default de la Argentina, especulando con
una megatasa del megacanje, ni siquiera eso. Esos bonos –y está probado porque ellos
mismos han acercado la documentación– fueron comprados en 2008. Ejemplos concretos: el
fondo Elliot compró, en el año 2008, deuda por unos 400 millones de dólares, por 40 millones
de dólares. Y pretende cobrar por esos 40 millones que gastó, 720 millones de dólares; esto es
casi el 1.400 por ciento. A eso la Argentina se está oponiendo en la Corte de los Estados
Unidos; a esa jugada, a esa operación, a esa transacción, a esa intención se está oponiendo la
Argentina, más allá de las consecuencias de lo ya hecho y que, insisto, es una política que
surgió de una política de Estado que este Congreso acompañó en los canjes de 2005 y 2010.
La otra cuestión, que tiene que ver con el tema buitres y la defensa de los intereses de la
Argentina ante la justicia, tiene que ver con las consecuencias que tendría para la Argentina –
como dicen algunos– arreglar con los fondos buitres, pagarles a los fondos buitres algo
distinto que al 93 por ciento que entraron al canje. Esto tampoco puede ser dejado de lado
alegremente. Está absolutamente claro que un arreglo, un pago a estos fondos en condiciones
distintas de las que tuvo el 93 por ciento que entró en los canjes, implicará inmediatamente no
sólo la reacción y la búsqueda de tener iguales condiciones por parte de aquellos que tampoco
entraron, pero que no están representados en el juicio –el 7 por ciento–, sino que también
−ineludiblemente− el 93 por ciento que entró y que está cobrando a plazo con quitas y con
tasas bajas va a ir inmediatamente a reclamar a la justicia exactamente el mismo tratamiento.
Es más, déjenme dar un paso más. Si nosotros hiciéramos esto, en abierta contradicción con
lo que este Congreso dispuso tanto en el año 2005 como en el año 2010, también daríamos
pie a un pedido acá, en la Argentina. Y sería absolutamente lógico que así se haga, porque
habría el incumplimiento de una ley de la Nación que daría lugar claramente al pedido de
reparación por parte de los fondos buitres. Sin embargo, esta ley cerrojo, que –insisto– fue
pensada y aprobada como un instrumento para proteger a aquel que entraba en el año 2005 y
también en el año 2010, ha sido usada como argumento para sostener que la Argentina sigue
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incumpliendo con ese grupo de tenedores que no entraba. Insisto, porque queremos ratificar,
una vez más, esa voluntad de pago del país frente a una nueva instancia judicial que se abre a
partir de la apelación ante la Corte estamos sometiendo este proyecto a su consideración.
Queremos –lo dijo la presidenta– una solución definitiva. La única solución definitiva
es sacarnos esa espada de Damocles que tenemos los argentinos y los acreedores del 93 por
ciento que están siendo rehenes de esta situación respecto del 7 por ciento. Y el único
instrumento que tenemos para eso son las ofertas que les hicimos a los acreedores que
participaron del canje 2005 y 2010. De otra forma –espero haber sido claro en ese sentido, y
sin perjuicio de si lo fui o no vamos a estar abiertos a todas las preguntas–, a este juicio,
termine como termine, va a seguirle otro juicio, y otro y otro más, de un lado o del otro. Por
eso, el mensaje es que quien quiera cobrar en términos absolutamente equitativos con el 93
por ciento de los tenedores que entraron podrá sumarse –eso es lo que le estamos pidiendo al
Congreso, que nos habiliten esta posibilidad– y cobrar en forma regular, como lo vienen
haciendo los que entraron en 2005 y 2010, en los mismos términos que el 93 por ciento.
Quienes quieran seguir haciendo juicio nos volverán a encontrar defendiendo los intereses del
país con todas las herramientas legales disponibles.
Como dijo la presidenta el lunes, creemos que el viernes pasado se ha comprobado
que el pasado –sobre todo en términos de economía– está a la vuelta de la esquina; parece que
se fue, pero amenaza con volver. Por eso creemos que en esta materia no hay lugar para
especulaciones. Creemos que esta materia debe seguir siendo una política de Estado.
Justamente, ayer tuvimos una reunión con empresarios y sindicalistas, y unánimemente hubo
una manifestación en el sentido de acompañar esta política de Estado. Creemos que entre
todos tenemos firmemente que impedir que se malogren estos resultados que obtuvimos, este
desendeudamiento, esto que nos permite decirles a los argentinos –a los argentinos de hoy
pero también a los argentinos de mañana– que el tema de la deuda ha dejado de ser, como fue
en otro momento, un condicionante para nuestro desarrollo. Ese resultado debe ser defendido
y no puede ser puesto en riesgo por un ataque especulativo de fondos que, insisto, no tienen
un deseo genuino de cobrar, sino que lo que quieren hacer es tener ganancias extraordinarias a
costa del 93 por ciento que entró y de todos los argentinos.
Creemos que tuvimos éxito, y que nos han acompañado en el esfuerzo de dejarnos crecer para
pagar. Porque estamos convencidos –como decía el presidente Kirchner en los años 2005 y
2006– de que los muertos no pagan. Hemos crecido, hemos incluido argentinos y hemos
pagado. Nos parece que esta política de Estado debe seguir siendo acompañada, porque los
resultados están a la vista. Por eso es la apelación a que este proyecto sea debatido y aprobado
por este Congreso para seguir manteniendo lo que ha sido una política de Estado de este
gobierno, acompañada –insisto y lo digo una vez más– por este Congreso en 2005 y 2010.
Sr. Presidente. – Le agradecemos al ministro de Economía.
Va a hacer uso de la palabra el licenciado Axel Kicillof, secretario de Política Económica.
Sr. Kicillof. – Quería hacer muy breves consideraciones que, de alguna manera, le dan algún
marco más general a la situación mundial que está atravesando el sistema financiero
internacional, así como también contar algunas experiencias históricas de la Argentina que
son efectivamente ese pasado, pero que se han presentado ahora, de manera completamente
palpable, cuando ese pasado se presenta bajo la forma de acreedores de bonos externos
argentinos emitidos en épocas que hoy parecen remotas, pero que vienen a reclamar aquello
que, aparentemente, les habían prometido hace diez o quince años, aproximadamente.
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Déjenme entonces hacer dos breves consideraciones. La primera, referida al modelo de
endeudamiento crónico, que no fue un modelo privativo de la Argentina, un modelo
autóctono, inventado en el país, sino que fue un modo de funcionamiento del capitalismo
mundial durante prácticamente cuarenta años, en una fase que algunos llaman de
globalización y que se basaba en las finanzas −de financiarización−, y que otros la llaman
fase neoliberal del régimen capitalista. Pero aquí, en la Argentina, se mostró de una forma tan
palmaria, tan clara, que nosotros conocemos no sólo descarnadamente el modo en que se
desarrolló, sino también la manera catastrófica en la que ese presunto régimen de crecimiento
para los países –especialmente periféricos– termina.
Nosotros conocemos la crisis de 2001, conocemos el default −que fue estrictamente una
consecuencia del sobreendeudamiento de la fase neoliberal−, y conocemos también las
promesas incumplidas de ese modelo. Por ende hoy, afortunadamente, podemos contrastar y
comparar lo que ha ocurrido en la Argentina durante estos diez últimos años.
¿En qué se basaba para los países periféricos ese régimen? Así estaba país en el 75, en el
momento previo al golpe de Estado que azotó a nuestro país y a sus consecuencias en
términos de régimen económico. Recuerden eso bien, porque haciendo una exageración −
para ilustrar esta cuestión−, si tomamos el final de esa etapa, en 2001, encontramos una
Argentina con un endeudamiento externo de aproximadamente 160 mil millones de dólares.
Esto quiere decir que en esa etapa la deuda externa argentina se multiplicó por 20. Un autor
clásico llamaba a esto “la tiranía del interés compuesto”, que es el modo en el que funciona el
régimen financiero. ¿De qué se trataba ese modelo de crecimiento que, repito, no era para el
país sino para toda América Latina? Era un modelo que se pregonaba desde los centros
financieros internacionales que estaba basado, en algunas etapas, en los excedentes de fondos
de las economías centrales que se volcaban sobre las economías periféricas bajo la forma de
endeudamiento barato. Y quiero dejar esto en claro, porque cuando el endeudamiento es
barato, hay muchos −a veces parecen vendedores a domicilio de los bancos y de los centros
financieros mundiales− que, como el canto de las sirenas, tientan a los países como el nuestro
a endeudarse, total la tasa de interés está en un 1 o 0 por ciento y, con algún costo adicional,
puede estar en un 5 por ciento. Pero sepamos que todo este endeudamiento externo –y esto lo
vivió nuestro país y muchos países del mundo, hasta algunos que antes llamábamos centrales,
pero que ahora no sabemos adónde van a terminar en base a estos regímenes de
endeudamiento–, ese 0 o 4 por ciento suele ser una tasa variable atada, por ejemplo, a la tasa
LIBOR.
Hace poco se descubrió cómo se forma la tasa LIBOR. No sé si ustedes recuerdan estas
noticias escandalosas que hablaban de un grupo de banqueros –ingleses, predominantemente,
y algunos norteamericanos– que se juntaban todas las mañanas a fijar la tasa LIBOR. O sea
que esto no era de ninguna manera un resultado del mercado −o no lo era exclusivamente−,
sino que terminaba siendo como lo fue en toda esta historia: que el movimiento de la tasa de
interés mundial es un movimiento errático y es un movimiento sujeto a procesos de
especulación. Entonces, así como la tasa LIBOR + 4 hoy representa una tasa de interés del 4
por ciento, la tasa LIBOR + 4 a la que nos quieren hacer endeudar algunos personeros de esta
política interna… También nos dicen: La solución para la Argentina es endeudarse. ¿Por qué
no, si la tasa está muy baja? Están desaprovechando una oportunidad. El gobierno actual
parece que es tonto, distraído. ¿No ve que están los fondos presentes, y que eso es una mala
política?
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¡No señores! Todos sabemos −y este país lo sabe, con el dolor que le provocó− que
endeudarse con el canto de las sirenas cuando la tasa es baja implica, después, caer bajo el
yugo de una deuda externa imparable cuando la tasa crece y se pone a niveles del 16 por
ciento, del 17 por ciento. Y lo sabe el pueblo norteamericano, que también se endeudó a tasas
bajas y después no pudo pagar su hipoteca porque, mágicamente, esa tasa de interés se fue a
las nubes, en ese caso, por la Reserva Federal y por su política. Entonces, esa tasa bajita
resultó una carga de intereses impagable para cualquier economía, ya sea doméstica o de un
país en su conjunto.
¿En qué versaba ese régimen de sobreendeudamiento? En que esos excedentes −en
principio, debido a la llamada crisis del petróleo, en los años setenta− generaron mucho
excedente financiero, como lo hay también hoy en los países centrales. Vemos a algunos
países cercanos de la región que están sometidos a intensos flujos de capitales de corto plazo
a tasa baja, pero que tienen un futuro incierto debido a que buena parte de ese endeudamiento
es variable y va a depender de las circunstancias en las que se encuentre el mundo en los
próximos años, que como todos ustedes sabrán, son tremendamente inciertas.
Ese modelo se basaba en que ese endeudamiento, a veces barato, era volcado sobre los países
periféricos, que se convertían en plazas financieras más rentables, porque en los países
centrales esa tasa era pura y en los países periféricos esa tasa tenía un plus por la
incertidumbre que presuntamente generan los países emergentes o los países menos
desarrollados. Entonces, para los capitales financieros internacionales era más rentable la
ganancia de corto, prestarles a los países pobres. Y esos países pobres tomaban deuda barata
¿Para qué? Para desarrollarse, decía el prospecto y el discurso. Pero cuando uno mira la
evolución y conoce el final del cuento sabe claramente que durante la fase neoliberal muy
lejos estuvo este país, endeudándose, de desarrollarse; muy lejos estuvo de modificar la
matriz productiva, de cambiar la infraestructura; muy lejos estuvo de invertir en los puertos,
en los caminos, en las escuelas y en los hospitales que necesitaba nuestro pueblo.
Contrariamente, esa deuda empezó a crecer y a crecer, y después el presupuesto nacional, en
lugar de tener como prioridad fundamental el gasto para llevar adelante determinadas
políticas de desenvolvimiento, de desarrollo del bienestar para la población, tuvo como
imperativo y necesidad pagar esa deuda, y simplemente pagar esa deuda. De manera que los
intereses empezaron a representar –tenemos el caso de 2001 y 2002– números gigantescos,
enormes, indecibles, como el 25 por ciento de la recaudación impositiva del país. Así que un
cuarto de lo que contribuían nuestras empresas, nuestros trabajadores y nuestro pueblo tenía
que dedicarse al pago de los intereses de la deuda externa. Esa carga insoportable de la deuda
externa, muy lejos de haber funcionado como un resorte del desarrollo, demostró lo que
realmente era: un gran negocio para los centros financieros internacionales, que cobraban.
Porque cuando el país no podía pagar con recursos propios, estaba esa tiranía –como les decía
recién- del interés compuesto que nos hace acordar a viejas historias, como la de El mercader
de Venecia, que tenía que pagar con una lonja de su propia carne; Shylock, efectivamente.
Entonces, para que el país pagara esos intereses, lo cual no podía hacer por un desarrollo que
nunca había llegado, tenía nuevamente que recaer a los pies del sistema financiero
internacional, ya sea a sus personeros mundiales, como son los organismos multilaterales de
crédito o la banca privada. Y lo hacía para pedir, no ahora esos créditos bajo la falsa promesa
de que iban a traer bienestar al pueblo, sino para hacer el roll over, o sea, el refinanciamiento
de los intereses que no se podían pagar. Y la deuda crecía, como muestra el interés
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compuesto, de manera exponencial. Entonces, cuando uno lo comparaba con la tasa de
crecimiento del Producto Bruto Interno o la tasa de crecimiento de los salarios en la
Argentina, lo que uno encontraba era una trayectoria inversa, casi malthusiana; porque
mientras los intereses crecen exponencialmente, la producción crece linealmente, cuando
crece y no decae, como ocurrió en los cuarenta años de neoliberalismo en la Argentina, que
eran, señores, un "engaña pichanga".
Entonces, cuando nos dicen que para salir de esta hay que ir al pie de nuevo y
endeudarse, “no sean tontos, endéudense”, como todos los argentinos conocemos muy bien
esa historia de que para pagar la deuda la salida es tomar más deuda, porque total está barata
hoy y seguramente estará cara mañana y no la vamos a poder pagar... Esa bola de nieve del
endeudamiento que tuvimos en 2001 −la cual fuimos llevando, sin desarrollo, sin
crecimiento, sin bienestar− nos cayó sobre la cabeza, la estantería se nos vino encima y
caímos en el default, en la trampa del sistema financiero internacional. En ese sentido, hoy
vemos que otros países, que hasta hace poco eran ejemplos de las finanzas sanas, están
cayendo también. ¿Cómo? Bajo la desgracia del pueblo. ¿Cómo? Con un yugo puesto para la
posibilidad de nuestras economías de crecer y desarrollarse.
Entonces, ¿qué es lo que se hizo después del default? Hacer una negociación basada
en ese criterio que venimos repitiendo estos días, pero que viene de aquella época, o sea, que
la única manera que este país tiene para honrar esos compromisos es si el sistema financiero
internacional comprende que no vamos a pagar reendeundándonos, lo cual, digámoslo entre
nosotros, no es pagar sino endeudarse más, porque el endeudamiento neto finalmente es más
alto. Tenemos varios ejemplos, todos los conocemos. Digámoslo con todas las letras: se
puede salir con un blindaje o un megacanje. Se puede salir de esa manera, pero conocemos las
consecuencias.
Quiero recordar que en 2000, el gobierno de Fernando de la Rúa, con José Luis
Machinea, negoció el llamado blindaje, que era un salvataje porque estábamos en una
situación de default, no había para pagar. Era un default encubierto, porque así es como te
lleva el sistema financiero internacional: te hace concurrir a Washington o a Londres y te dice
“a ver, vamos a hacer un crédito stand by, una refinanciación, un 'roll overito', mientras
vemos todo lo demás...", y se arma esa pelota que, en el caso del blindaje, era de la friolera
suma de 39.700 millones de dólares.
El blindaje ya lo conocemos, porque algunos de los bonos que tienen los buitres son
del blindaje y del megacanje− Ahí están, pidiéndole al país que les paguemos eso que se les
había prometido. Pero eso era imposible; lo sabía todo el mundo. Por eso, cuando se hizo el
canje en 2005 y en 2010, se les dijo a los acreedores: “Señores, ustedes cobraban esta
enormidad de tasa de interés –le cobraban a la Argentina una tasa más alta que en cualquier
otro lado- porque sabían que esto era incobrable”. Cuando a uno le ofrecen una tasa del 2 o
una del 20, y toma la del 20, está corriendo el riesgo de que después no le paguen. "si no,
señores, vayan a tomar la tasa del 2 por ciento". Esos son los bonos que había acá.
Así que esta es toda una gran construcción de que la deuda era para crecer. Pero no, la deuda
era simplemente para endeudarnos más, someternos, restarnos soberanía y restarnos
independencia económica. Y eso es lo que conocemos porque ese fue el resultado. Voy a
recordar cómo fue ese blindaje. Participó el Fondo, los organismos financieros
internacionales, el Banco Mundial, el BID, un grupo de bancos, las AFJP y el Gobierno
español, que nos vinieron a brindar esos 39.700 millones de dólares. ¿A cambio de qué? Les
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quiero decir lo que pedían para que consiguiéramos el blindaje, porque hay que conocer cuál
es la otra salida: ir de nuevo a pedir deuda, sometiéndonos a los condicionamientos, que los
voy a mencionar porque hoy estamos hablando de otras cosas en la Argentina. Para algunos es
historia antigua, pero el pasado se nos presenta de nuevo bajo la forma de los fondos buitres
reclamando esos bonos de los 90 y de 2000, que eran impagables, a precio pleno. Y algunas
expresiones del sistema financiero internacional, como los lobbistas y algunas cortes que
dicen “Señores, paguen todo porque ustedes firmaron el papelito y ahora el pasado está y
tienen que pagar”. ¿Cuáles eran las condiciones? Las voy a mencionar: llevar a cabo una
reforma previsional para eliminar la prestación básica universal. Estamos hablando de una
reforma previsional en la Argentina. Recuerden otra: elevar la edad jubilatoria de las mujeres.
Pedían eso, y se firmó. Ese era el compromiso de la Argentina, y nos salía 39.000 millones de
dólares. ¿Cómo no vamos a decir que era contra el hambre del pueblo? Subir la edad
jubilatoria de las mujeres; racionalizar la administración pública; reducir el gasto público para
garantizar el equilibrio fiscal −déficit cero, ¿se acuerdan de eso?-, equilibrio fiscal que nunca
se alcanzaba, por otro lado; reestructuración de la ANSES y del PAMI; desregulación de las
obras sociales; lograr la firma por parte de las provincias del compromiso federal para el
crecimiento y la disciplina fiscal, que congelaría el gasto primario público de la
administración nacional y provincial.
Eso era lo que estaba del otro lado de ese inocente cheque de 39.700 millones de dólares. En
ese momento, el gobierno no hizo otra cosa que recibir el cheque, firmar esas demandas y
empezar a implementarlas. Pero sabemos cómo terminó esto. ¿Cuál era la otra salida? Porque
después vino el megacanje. Eso, poco después, hizo crisis. ¿Se acuerdan del nombre David
Mulford? Era el banquero que vino junto con el Credit Suisse-First Boston a hablar con el
aquel entonces ministro Cavallo para hacernos una propuesta sabrosísima para salir de la
dificultad, que era la misma: no podíamos pagar los intereses de esa pelota que se había
formado.
Estábamos haciendo los sacrificios fiscales, pero no alcanzaba; había que hacer más.
Entonces, entramos en canjear cuarenta y seis tipos de bonos por cinco bonos con
vencimiento al 31, convalidando las tasas de interés de default que prácticamente tenía la
Argentina. O sea, una tasa de interés tremendamente elevada, lo cual era pan para hoy –si es
que hubo pan- y hambre para mañana. Y el hambre llegó pronto, porque esto no se pudo
pagar. Todo esto –lo del blindaje, lo del megacanje, más lo que venía de los 90-, que son los
títulos que entraron en default en 2001, no se podía pagar. Siguieron funcionando nada más
los créditos vinculados a los organismos internacionales, BID, BIRF, etcétera, que son
créditos con finalidad específica. Pero estos créditos que eran deuda para pagar más deuda
cayeron todos. Ni hablar de los abultados costos de todas estas operaciones. En ese caso, el
Francés, el Santander Central Hispano, el Galicia, el Citi Group, el HSBC, el JP Morgan y el
Credit Suisse-First Boston se embolsaron 150 millones de dólares en comisiones por el
megacanje.
Pero que hablen los que tienen estas propuestas; que hablen y que lo digan.
Que hablen y que lo digan. Porque muchos son los que en aquel entonces estaban
involucrados en estas operaciones.
Si hay otras salidas, las podemos observar con otras economías que están transitando
situaciones muy comprometidas. Recién el ministro Lorenzino hacía referencia a Grecia, que
después de dos auxilios, necesita de un tercer auxilio. ¿Qué parte de su carne tendrá que dar el
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pueblo griego para recibir el nuevo auxilio? ¿Más ajuste, más reducción en las jubilaciones,
más despidos? Hay otras salidas al problema de la deuda.
¿Qué hicieron las administraciones de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández?
Tomaron este problema por las astas y dijeron: “Vamos a pagar solamente aquello que
estamos en condiciones de pagar una vez que logremos crecer”. Entonces, se hizo una
reestructuración de deuda que implicó una quita del 65 por ciento.
¿Cuál es el problema de esta quita? Que no se hizo a través del Fondo Monetario
Internacional ni mediante los mecanismos tradicionales, sino convocando a los acreedores,
buscándolos y convenciéndolos de que la Argentina iba a pagar esa nueva deuda siempre y
cuando estuviera a su alcance. Por eso, en diciembre de 2002, los intereses de deuda
representaban un 22,4 por ciento de la recaudación nacional, y en diciembre de 2012
representaban un 7,5 por ciento.
¿Qué se pretendió con este canje? Reducir la deuda y los intereses, alargar los plazos y
confeccionar un cronograma de pagos compatible con un proceso, un programa y un modelo
de desarrollo con inclusión social. Esto es haber ganado. Y no es un patrimonio exclusivo del
gobierno, sino que fue este Congreso el que aprobó estas operaciones y el que dio lugar a una
fase de crecimiento como no hubo nunca en la historia argentina; que tendrá sus defectos, sus
problemas, y tendremos debates al respecto, pero que evidentemente sacó a la deuda externa
de la discusión central.
Les pido, por favor, que hagan memoria. Lo único que se discutía en el terreno de la
política económica era cómo se iba a hacer para pagar el próximo vencimiento, porque no
había reservas ni recursos para hacerlo. Entonces, se planteaba qué partida se iba a recortar o
cómo la misión del Fondo Monetario iba a venir a mirarnos las cuentas para ver dónde se
podían ajustar las clavijas para que el gobierno pagara los intereses. Era la única discusión.
No había mucho más para discutir, porque estaba ese enorme torbellino de títulos emitidos
durante todo ese tiempo, a tasas impagables y por plazos cortos.
Eso es lo que cambió en la Argentina. Y es un cambio estructural. Hoy la Argentina
dejó de ser una economía sobreendeudada. Por eso, estamos ante un peligro de que vuelva el
pasado, porque nos reclaman –como explicaba perfectamente claro el ministro– que les
paguemos a los fondos buitres para abrir la puerta a que todos los que arreglaron
voluntariamente con nosotros las quitas y los canjes tengan una excusa para venir a reclamar
de nuevo esos papeles, que hoy para nosotros son cartón pintado –lo dijo este Parlamento, que
esos títulos no valían más para la Argentina–, pero que les dábamos la salida de canjearlos
por unos nuevos, que hemos pagado hasta el último centavo de dólar durante estos años, con
todo el sacrificio que eso implica, pero en la medida tal que ha dado grado de libertad sin
precedentes en la historia de los últimos cincuenta años para hacer políticas públicas, para
poner la Asignación Universal por Hijo, para llevar adelante planes de infraestructura, entre
otras medidas.
En este Parlamento hemos estado discutiendo a qué se dirige el presupuesto, que todos
ustedes saben que es elevado, porque la recaudación es muy grande y cada mes es récord. Hoy
podemos discutir esto porque sabemos que el presupuesto ya no es más un instrumento
exclusivo para pagar los sueldos y las jubilaciones, si se puede. Porque hubo gobiernos que
tuvieron que recurrir a la reducción de los sueldos y de las jubilaciones para pagar los
intereses de deuda. Entonces, señores, hablemos de la realidad y de esos que nos están
reclamando que les paguemos todo lo del megacanje y lo del blindaje a estos fondos buitres,
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que los compraron a precio vil cuando ya estaba en default, en 2008, para venir a reclamarnos
esto, y cuando lo pague, la legislación local, la ley cerrojo, obliga a que no se les pueda pagar
menos que a nadie a quienes entraron en el canje; entonces, como los fondos buitres reciben
más, los demás tienen derecho a reclamar más.
¿Qué decisión tomó la presidenta, que la comunicó el otro día y que somete a
consideración del Parlamento? Que aquellos que no entraron en los canjes, entren en razón;
que sepan que les vamos a pagar lo mismo que a los otros, ni más ni menos. Escuchaba que
alguno dijo que hay que pagarles menos. La propuesta nuestra es generosa y equitativa,
porque dice: “Señores, ustedes pueden entrar de nuevo al canje en las mismas condiciones de
2005 y de 2010”. Eso es lo que para nosotros interpreta lo que hizo este Parlamento: un
estricto criterio de justicia. Si esos llamados fondos buitres quieren venir y canjear sus títulos
por los del canje, pueden hacerlo y cobrar como todos los demás, pero no como buitres, sino
como holdouts, y la distinción no es menor, holdout es aquel que no entró al canje; otra cosa
es el que compró el título para batallar en tribunales a fin de obligarnos a dar vuelta la política
que resultó la salida de la fase de sobreendeudamiento argentino, algo que no estamos
dispuestos a hacer.
En segundo lugar, a los demás les decimos que la Argentina va a pagar. Les pedimos a
los tribunales de los Estados Unidos que nos dejen seguir pagando los bonos reestructurados,
los bonos del canje. Pero si nos obliga, como pareciera querer el doctor Griesa, a que la plata
que entra para los demás bonistas tenga que ir primero a los buitres con esos 1.300 o 1.400
millones de dólares, no les podremos pagar a los demás para pagarles a estos. Entonces, nos
vuelcan a un default porque nos vuelcan al no pago.
En consecuencia, si esta será la decisión de los tribunales de Nueva York, la
presidenta de la Nación dijo: “Haremos lo que tenemos que hacer para pagar de todas
maneras”. No es rebeldía, como decía el ministro recién, sino sentido común: déjennos pagar
los bonos de la reestructuración que sancionó este Congreso. Déjennos hacerlo en la
jurisdicción prevista. Y si algún tribunal nos impide hacerlo, porque nos obliga a usar esa
plata para otra cosa que no tiene que ver con la filosofía ni con la posibilidades de pago del
país, dada esta circunstancia, idearemos otra solución y pagaremos donde lo podamos pagar.
Esto es todo lo que está en juego, ni más ni menos: el pasado, que hoy se nos presenta
no como un fantasma que recorre la Argentina, sino como la encarnación de bonos de aquella
deuda impagable que hoy se quieren cobrar al valor nominal, ignorando estos diez años de
historia, las penurias que pasó el pueblo argentino habiendo caído en ese default, que fue un
default de la deuda, pero que fue –esto es lo más doloroso– un default social para nuestro
pueblo, porque el 25 por ciento de desempleo y el 50 por ciento de pobreza son el resultado
de un modelo de sobreendeudamiento que hoy ya no nos vienen a proponer, sino que nos
quieren imponer de nuevo, diciéndonos que tenemos que pagarles a todos los que en aquel
momento habían estipulado durante los 90 y las postrimerías de ese modelo.
Eso es algo que la presidenta de la Nación claramente ha dicho que no está dispuesta a
hacer y hoy está sometiendo al Congreso la decisión, que es la salida a esta encrucijada en la
que nos está poniendo el circuito financiero internacional. Muchas gracias.
Sr. Presidente. – Habiendo expuesto el ministro de Economía y el secretario de Política
Económica, tiene la palabra el señor senador Sanz.
Sr. Sanz. – Gracias, presidente. Solamente haré una suerte de adelantamiento de la posición
de nuestro bloque. Obviamente, la propia presidenta de la Comisión de Economía y los
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senadores del bloque harán algunas preguntas.
En primer lugar, la ratificación de que este debate está inmerso en una política de
Estado. Nosotros compartimos que esto es una política de Estado en la cual nos encuentra a
todos despojados de nuestras visiones subjetivas o condiciones partidarias. Esto es algo que
quiero ratificar, porque lo podemos convalidar con nuestra propia conducta. Quienes
llevamos algunos años aquí más que otros legisladores podemos mencionar que esta política
de Estado fue puesta de manifiesto en la actitud que tuvo este Senado en febrero de 2005,
cuando algunos de los que estamos aquí sentados fuimos convocados a primera hora de la
mañana por el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, para pedirnos a los
senadores y diputados de distintos bloques un esfuerzo institucional que no tenía precedentes
en la Argentina, de sacar en veinticuatro horas una ley de ambas Cámaras, que fue la
denominada ley cerrojo. Tanto es así que fue política de Estado que el pedido se cumplió.
Hoy mirado a la distancia es un hecho que uno tiene la obligación de rescatar.
También se ratificó la conducta nuestra como política de Estado en el año 2010 cuando
tuvimos que debatir la reapertura del canje. Ahora bien, ni a nosotros como opositores nos
alcanza con mencionar estas cuestiones. En todo caso, la historia ha reflejado nuestras
conductas para que la gente, la sociedad y nuestros representados las puedan valorar; ni
tampoco creo que porque esto sea una política de Estado y el debate sea muy profundo y rico,
inclusive, un debate que uno puede transportar a muchos años en la historia, no podamos o no
debamos circunscribir esto a una realidad concreta y palpable que tiene que ver con que este
tema, que es una política de Estado se ha convertido por obra y gracia de la circunstancias en
una dificultad que hay que acometer, sentarse y resolverlo.
Por eso, bienvenidas todas las apelaciones que se hagan respecto a los orígenes de la deuda,
que si uno quiere en este país los tiene que llevar hasta 1820 con la Baring Brothers.
Bienvenidas todas las apelaciones a cuestiones de posicionamientos e ideologías, porque esto
enriquece el debate político, pero como decía Ortega y Gasset: “Argentinos a las cosas”. Hoy
estamos ante un problema puntual y lo que queremos es debatirlo, porque se nos está
exigiendo una respuesta como senadores frente a un problema puntual y con una herramienta
puntual, que es el proyecto de ley que tenemos aquí.
Digo esto porque uno se ha venido acostumbrando también en los últimos tiempos a que cada
exposición de los funcionarios del Poder Ejecutivo, sea desde el jefe de Gabinete hasta los
representantes de los ministerios, involucra en sus análisis históricos todo el período de los
diez años y con cierta inteligencia, hay que reconocerlo, tratan de disimular los errores del
presente con los aciertos del pasado. Y lo que quiero es que hablemos de algunas cuestiones
del presente.
La eficiencia o los buenos resultados de 2005, y aun los de 2010 con algunas reservas y
discusiones que podamos tener, no libera a los funcionarios que hoy están sentados frente a
nosotros, ni al gobierno nacional, de tener que explicar qué pasó en los últimos dos años,
sobretodo en el trámite de primera y segunda instancia en los tribunales de Nueva York. Lo
cierto es que hoy acá tenemos que decidir por una herramienta que al gobierno, al Estado y a
todos nosotros puede servirnos o no –el tiempo lo dirá– en una tercera instancia ante la Corte
de los Estados Unidos, pero resulta que antes de eso ha habido una primera y una segunda
instancia que hemos perdido. Hay dos instancias judiciales con un resultado negativo para la
Argentina. Esto amerita que cuando se está pidiendo una herramienta para acometer la tercera
instancia, diríamos la bala de plata que tiene nuestro país para poder revertir esa situación en
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estos tribunales, nosotros tenemos todo el derecho del mundo a que se nos explique qué pasó
con la primera que perdimos y con la segunda instancia que también perdimos. Y la verdad es
que pocas explicaciones hemos escuchado hoy respecto a esta situación.
Nosotros tenemos derecho a saber cómo fue la gestión jurídica de estas dos instancias. Nadie
en la Argentina o muy pocos sabemos –nosotros nos anotamos dentro del rubro de los muy
poco o nada saben– cómo ha sido la estrategia jurídica de la Argentina en esta instancia.
Sabemos que hay un estudio jurídico contratado de los Estados Unidos. Obviamente, está el
servicio jurídico nacional del Ministerio de Economía y de la Presidencia de la Nación, pero
este Congreso nunca ha tenido ningún tipo de explicación.
Quiero aclarar que en materia de deuda externa este Congreso es el mandante y el Poder
Ejecutivo el mandatario para el arreglo de la deuda externa. Nosotros nunca tuvimos ninguna
explicación respecto a cuál ha sido la gestión jurídica. Y a esta altura tenemos derecho a saber
cuál fue la gestión jurídica en primera instancia con Griesa y cuál fue la gestión jurídica en la
segunda instancia. Nos enteramos por los diarios que hay un funcionario que hace poco
tiempo presentó un escrito en donde supuestamente nosotros tenemos la obligación de acatar
los fallos, y no sabemos cuál es la amplitud de esto. Parecería una cosa hasta obvia que uno
presente un escrito para acatar un fallo, pero quisiéramos saber porque hemos leído en estos
días que habría un escrito así que supuestamente se daría de patadas con la decisión del
cambio de jurisdicción. No lo sabemos, así que estoy hablando en potencial. Nos gustaría que
alguien nos explicara esto.
¿Cuántos otros escritos hay presentados? ¿Cuántas apelaciones que debieron haberse
formulado no se apelaron? Es decir, cuántos consentimientos de resoluciones en la primera y
la segunda instancia hubo. Y estoy hablando del terreno jurídico en el cual nos cuesta opinar
porque no tenemos suficiente información, pero hemos llegado a esta instancia no solamente
por gestión jurídica, sino que hemos llegado a esta instancia con dos derrotas en primera y en
segunda instancia, también por una gestión política. Y ahí sí tenemos todo el derecho del
mundo para opinar, porque la gestión política no nos la va a venir a interpretar ni a informar
ningún estudio jurídico. Nosotros tenemos la posibilidad de visualizar cuál ha sido la gestión
política en estos últimos tiempos respecto a esta instancia del tratamiento de ese siete por
ciento de los holdouts.
Nosotros tenemos la convicción de que ha habido una mala gestión política y los
responsabilizamos a ustedes, a los funcionarios del Ministerio de Economía y a los
representantes del Poder Ejecutivo que han tenido a su cargo la gestión política de estos
últimos tiempos respecto a la reestructuración de la deuda externa. Porque los malos
resultados se podrían haber evitado y han sido parte del debate de los últimos tiempos. Por lo
menos, tenemos el derecho y la autoridad de decirles que esto que vienen a pedir hoy nosotros
estábamos en condiciones de haberlo otorgado hace dos años. También tenemos el derecho a
decir que, quizá, hace dos años esto hubiera sido una señal para la justicia de los Estados
Unidos que podría haber revertido esos fallos. Ustedes dirán: y…, probablemente, y nosotros
también decimos: probablemente. ¿Cuál de las dos partes tiene razón? Sin embargo, tenemos
la convicción de que aquí no se utilizaron todas las herramientas al servicio de la mejor
estrategia política. Insisto, con respecto a la jurídica es un debate para el cual no tenemos toda
la información.
La estrategia política del gobierno y de ustedes, por eso los responsabilizamos del
fracaso de estas dos instancias, fue haber asimilado a los fondos y los calificativos –que
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nosotros compartimos de los fondos– con la propia justicia. ¡¿Cómo se puede ganar un pleito
si se le dice a la justicia que tiene que fallar a favor de la Argentina, las cosas que ustedes le
han dicho a la justicia americana, asimilándola a los fondos buitres?! ¡¿Cómo se puede ganar
un pleito en el cual está en juego la vocación de pago que ahora ustedes manifiestan con este
pedido, si durante dos años se pasaron la vida diciendo que a los fondos buitres no le iban a
pagar un centavo, que jamás iban a cobrar un centavo?! Hay cataratas de declaraciones de
ustedes como funcionarios. Y ahora livianamente vienen acá a pedir esta herramienta para
demostrar vocación de pago. Una cosa es demostrar la vocación de pago con una ley, que
probablemente este Congreso al final del camino les dé ese instrumento, porque sigue siendo,
más allá de todas nuestras diferencias, una política de Estado. Veremos con qué alcance, dado
que este es motivo de un debate interno dentro del Congreso.
Más allá de que se les dé esta herramienta, ¿quién borra la soberbia de estos dos años?
¿Quién borra ese pararse frente a la tribuna para decir: “No vamos a pagar un peso.”, “Los
fondos buitres y la justicia norteamericana forman parte de una conspiración…”? No es un
debate en ese sentido el que nosotros deberíamos haber planteado. En todo caso, los
acompañamos en el calificativo respecto de los fondos. ¿Cómo no vamos a acompañarlos?
Especuladores que compran títulos al 10 por ciento para después pretender, al final del juicio,
cobrar al ciento por ciento. Eso está claro. Pero eso no es lo que está en discusión aquí.
Entonces, otra vez se vuelve a cambiar el eje del debate. Nuevamente ustedes vienen a
pretender convencernos de cosas de las que ya estamos convencidos. Es por eso que votamos
de la manera que lo hicimos en los años 2005 y 2010. Pero acá está sobre la mesa el
problema, que no es ése. El problema es cómo revertimos en una tercera instancia –algo muy
difícil– los errores de estos últimos dos años.
Les pasa lo mismo a ustedes con este tema que con la política interna, la política
doméstica: por seguir buscando culpables afuera, por seguir armando conspiraciones afuera y
seguir inventando excusas afuera se les está degradando la política de adentro, que es la que
tienen la responsabilidad de manejar. Esto no lo dice un senador de la oposición porque se le
ocurre, tres de cada cuatro argentinos hace quince días votaron en contra del gobierno. En
cualquier país del mundo, sobre todo en el área económica, debería haberse hecho un análisis
y una reflexión mucho más profunda que seguir actuando con la soberbia que ustedes están
actuando hoy y siempre, de querer ocultar los verdaderos problemas y de pretender
convencernos de que detrás de todo esto hay una cuestión ideológica. Hay una cuestión
práctica. Para ganar un juicio lo primero que hay que hacer es mandar señales claras a quien
tiene que fallar en el juicio. Se podrá decir lo que se quiera de la contraparte, pero al juez, al
tribunal, hay que darle señales claras sobre cuál es nuestra vocación de pago y nuestra
situación. Ustedes no lo hicieron, perdieron esa oportunidad en estos dos años.
Tenemos muchas preguntas. Pero quiero hacer un paréntesis. Nosotros hablamos así
acá y en estos términos, con pasión y vehemencia porque preferimos toda la vida decirnos las
cosas cara a cara y no usar la hipocresía, como nos enteramos ahora respecto de otro
funcionario de la misma generación de ustedes, que vienen acá a poner carita linda y a
hacerse los respetuosos, pero cuando se van de aquí y se suben en una tribuna –¡cobardes!,
¡cobardes e hipócritas!– no son capaces de decir las cosas de frente y las dicen en una tribuna
donde no se pueden defender. Nosotros decimos las cosas acá, como hemos escuchado recién
que las dicen ustedes. Ese es el temperamento que queremos seguir. Nos gusta este frente a
frente y no los videos en los que nos enteramos después de las cosas que se dicen en otras
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circunstancias.
Por eso, presidente y miembros del Ministerio de Economía, nuestro bloque fue muy
importante en el 2005, porque no era un momento en el que el oficialismo tenía mayoría; es
más, ni siquiera tenía mayoría dentro del propio bloque oficialista, pero así y todo hubo
unanimidad. Nuestro bloque fue importante en ese momento, como habrá sido importante
después en el año 2010. Queremos seguir siendo importantes y no vamos a mezclar los tantos.
Pero esta es una oportunidad para que de arranque en este debate, más allá de que nos
saquemos todas las dudas, les digamos que desde lo jurídico tenemos muchas dudas y, desde
lo político, ustedes son responsables de haber hecho las cosas mal.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Pichetto.
Sr. Pichetto. – Presidente: a modo de introducción y después de haber escuchado al señor
senador Sanz, en primer lugar quiero rescatar como algo positivo su primera parte del
mensaje, después tengo miradas distintas, divergentes y visiones que indudablemente también
tienen que ver con el pasado y con las responsabilidades.
Rescato que esto es una política de Estado y que la unión Cívica Radical en las dos instancias
de apertura del canje tuvo un apoyo para resolver uno de los problemas más graves que
teníamos, que era el de los acreedores externos. Esto también fue acompañado por otras
fuerzas políticas en ambas cámaras. O sea, me parece que esto encuadra el debate, define
claramente de qué estamos hablando y cuál ha sido el esfuerzo de nuestro gobierno desde el
año 2003 en adelante para desendeudar la Argentina. La política del gobierno nacional ha sido
una política de fuerte desendeudamiento. Ha colocado a la Argentina en una posición muy
favorable con relación al Producto Bruto Interno. Además, ha habido un esfuerzo
extraordinario por no hacer el camino fácil del endeudamiento o de volver a contraer
obligaciones que mañana comprometan el destino de los argentinos.
Respecto de las dudas que plantea el señor senador Sanz, cuál fue la estrategia jurídica y cuál
fue la estrategia política. Creo que siempre ha habido una clara definición por parte de nuestro
gobierno y de nuestra presidenta: no pagar más de los importes que había recibido el 93 por
ciento que había ingresado en el canje. Había quedado excluido del canje total de la deuda
solamente el 7 por ciento y siempre sostuvimos que el pago a ese 7 por ciento era lo mismo
que le habíamos acordado al 93 por ciento que había ingresado en el canje. De lo contrario,
habría un trato totalmente antiético, desleal y que plantearía, además, circunstancias de
demandas y de nuevos compromisos para la Argentina. Ese ha sido el planteo económico.
El planteo jurídico de uno de los estudios más importantes que representan a la Argentina en
Nueva York y que, además, acompañó el canje de 2005 y 2010 fue siempre el mismo.
Después, podemos analizar las cuestiones técnicas. La verdad es que no tengo dudas de que el
estudio ha cumplimentado eficazmente la tarea. Indudablemente hemos tenido una
circunstancia adversa en primera y segunda instancia producto de decisiones judiciales que de
ninguna manera comparto y que, incluso, afectan el proceso de reordenamiento de muchas
economías en crisis en el mundo. Yo considero que ese fallo de primera instancia y el fallo de
Cámara son muy graves en función de circunstancias que están viviendo países de Europa
como Grecia, Portugal y la propia España; países que tienen que reordenar sus deudas. Esto,
indudablemente, implica una afectación en el marco de decisiones económicas soberanas que
han tomado esos países. Considero muy grave el fallo de la Cámara Federal de Nueva York.
Creo también que en este sentido no tiene nada que ver el discurso interno. Estoy entrando en
este debate con la misma vehemencia con la que entró usted. Además, siempre lo hemos
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hecho de frente. Aquí siempre hemos discutido y hemos debatido los temas de frente. Y más
allá de todo, tenemos que reconocer que frente a cada una de las cuestiones planteadas por el
Poder Ejecutivo, el equipo económico vino, puso la cara, dio el debate y dio la discusión.
Entonces, no creo que sean los discursos los que hayan modificado decisiones. Creo que esta
es una cuestión que no tiene que ver con discursos, sino con intereses de sectores que
indudablemente no estaban de acuerdo con recibir lo mismo que habían recibido. Repito,
porque también hay muchos problemas de comunicación en la Argentina. Del ciento por
ciento de los acreedores, el 93 por ciento –lo estoy diciendo para las cámaras que están
registrando este debate– ingresó al canje. Quedó un sector recalcitrante de grupos financieros
que, indudablemente, querían sacar mucho más; que habían comprado los bonos a lo mejor en
el mercado marginal a precio muy barato, que especulan y negocian, y que lo hacen no
solamente con la Argentina, sino con un montón de países que están en dificultades.
La Argentina siempre quiso arreglar este tema. Siempre tuvo voluntad de pago. No es cierto
lo que dice la Cámara Federal de que la Argentina es un deudor recalcitrante. Somos
pagadores permanentes. Hemos pagado permanentemente en dólares.
Hoy en el mundo no hay ningún país que pague en efectivo, como está pagando la Argentina.
Todos reconvierten y emiten nuevos títulos. Estamos pagando obligaciones de manera
permanente.
Por lo tanto, acá no hay que tomar los discursos. Y yo tampoco comparto los conceptos de
soberbia y demás. Hemos estado en un litigio internacional sometidos a una jurisdicción para
salir de un proceso económico. Indudablemente, no ha sido por negligencia, por inoperancia
ni por soberbia que hemos perdido estas dos instancias. Creo que las hemos perdido porque
nunca ha habido una línea directiva de comprensión del proceso mundial y de la contingencia
de países emergentes en graves crisis financieras, que tienen que afrontar reordenamientos de
deuda. Además, la Cámara Federal lo dice expresamente: no tienen por qué preocuparse de
los supuestos default en que puedan incurrir algunos países. Ellos no están para fallar en
función de esos supuestos; están para hacerse cargo de resolver el marco de las obligaciones
litigiosas. Lo dice la propia Cámara. No tiene nada que ver con el discurso. Porque el discurso
de la presidenta tiene una línea, que ha sido siempre la defensa del interés nacional y de la
soberanía nacional. En todos los acontecimientos ha mantenido esa línea; por ejemplo, en el
tema de la fragata, que fue totalmente mal embargada, afectando derechos internacionales del
mar. En todos los supuestos la presidenta ha tenido una postura clara; no de no pago, sino de
pagar lo mismo que habíamos pagado antes, para no producir una fractura y una distorsión
con todos los acreedores.
Si hablamos de discurso, tampoco es una chicana, pero muchas veces, en épocas anteriores,
tenían buenas noticias para anunciar y anunciaban megacanjes que comprometían a la
Argentina en millones y millones de dólares. Y eran presentados como buenas noticias.
Entonces, pongamos este tema dentro del tema de los intereses, que este es el debate.
En este sentido, yo quiero reivindicar la política llevada adelante por el gobierno. Yo recuerdo
también que fue la tozudez y la voluntad de ese presidente que ya no está y a quien añoramos
mucho, porque era un hombre comprometido fuertemente con los intereses argentinos, como
fue Néstor Kirchner, las que posibilitaron el primer canje de deuda, el primer reordenamiento
de deuda. Ustedes habrán leído y habrán escuchado cómo los comentaristas económicos y
muchos economistas que hoy adhieren a posiciones económicas de los sectores opositores,
que van a los programas de televisión siempre a predicar el infierno, a ver si vienen las
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tempestades, decían que había que pagar más; que no iba a cerrar el acuerdo del canje.
Recuérdenlo, tengan buena memoria para eso también. Muchos que, en su momento, cuando
Duhalde les ofreció hacerse cargo del Ministerio de Economía, huyeron en la noche más
oscura, porque no quisieron afrontar esa situación con valentía. Hay algunos personajes que
hoy van, que representan al Pro, y hablan como si la Argentina tuviera mala memoria. Esos
personajes decían que había que pagar más. Y muchos medios concentrados también decían
que había que pagar más, que no iba a ser posible el acuerdo sobre la base de la propuesta
argentina. Incluso, el ministro de Economía que teníamos, en cierta medida, también dudaba
sobre la consistencia de nuestra propuesta. Sin embargo, fue la voluntad y la decisión del
presidente Kirchner la que hizo posible el primer reordenamiento de deuda. Y el segundo
tuvo que ver con la convocatoria a los que habían quedado afuera, como una muestra más de
la voluntad de la Argentina de seguir pagando. Y hemos pagado todo en dólares.
No quiero hablar de la discusión que tuvimos ahora también con otro economista estrella de
la televisión argentina, que estuvo de presidente nuestro del Banco Central, que quería que
contrajéramos deuda, que nos endeudásemos con los países para pagar deuda, cuando
teníamos fondos en el Banco Central. La irracionalidad total económica: alguien tiene
ahorrada plata y tiene que ir a pedir prestado para pagar. Una cosa imbécil. Sin embargo, fue
sostenida en el debate político-económico de la Argentina y defendida también por los
grandes medios concentrados. De estas cosas estamos hablando hoy.
Creo que este es un acto de responsabilidad que creo que hemos demostrado. Ustedes también
lo han demostrado, como principal partido de oposición, senador Sanz. Han demostrado que
cuando priman los intereses nacionales, ustedes estuvieron y resolvieron correctamente. Creo
que en esta oportunidad tienen que hacer lo mismo, porque corresponde hacer lo mismo.
Vamos a abrir nuevamente el canje para abrir una nueva instancia y una nueva oportunidad
para resolver definitivamente un problema.
Digo a los argentinos que solamente hay un 7 por ciento que está faltando para resolver el
problema del endeudamiento argentino. Después, tendremos que abordar la problemática del
Club de París; por supuesto que hay que abordarla. Pero nuestro país ha pagado
puntualmente, en estos últimos diez años, todas sus obligaciones, obligaciones que no
contrajo este gobierno. Nos hemos hecho cargo de deudas que este gobierno no adquirió.
Nunca le hemos pedido ni un peso, ni un dólar a nadie. Lo hemos afrontado nosotros, desde el
esfuerzo de la política, de la decisión económica y de la valentía de la presidenta de la Nación
en defender permanentemente los intereses nacionales.
Por lo tanto, nosotros damos frontalmente esta discusión y este debate, porque tenemos
elementos para darlo. Lo hacemos con la misma vehemencia con la que usted ha planteado
los niveles críticos a este tema.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Morales.
Sr. Morales. – Presidente: creo que el punto está en los aspectos que acaba de plantear el
senador Sanz y que en algún modo reitera el senador Pichetto.
Reiteramos nuestra permanente predisposición, en estos temas de política pública, de
acompañar decisiones que creemos que tienen que ser colectivas y transversales.
No quiero volver a reiterar algunos aspectos que ha planteado el señor senador Sanz,
pero sí recordar aquella mañana en que nos convocara el ex ministro Roberto Lavagna a las
ocho y media para explicarnos y pedirnos que en 24 horas ratifiquemos el decreto de la
reestructuración y, luego, la explicación de las bondades de la ley cerrojo. Pero, también, en
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aquella oportunidad, cuál era el efecto transitorio que tenía la ley cerrojo para tratar de
generar desde el gobierno una medida concreta que ayude a que nadie se salga y todos se
incluyan en la estrategia financiera que tenía el gobierno para desendeudarse.
Obviamente, el señor senador Pichetto plantea –y es verdad– que el equipo económico
ha venido para el tema del blanqueo y para una serie de cuestiones e iniciativas que ha
impulsado el gobierno. Nosotros reconocemos eso.
Por ahí nos agota un poquito Kicillof con mucha vuelta al pasado y bajada de línea
que muchas veces no aporta, pero lo dejamos. Nos parece que nos tenemos que concentrar en
esta etapa histórica y en cuáles son, desde nuestro punto de vista, los errores que ha cometido
el gobierno que nos pone en esta situación ahora. Por eso, este planteo del señor senador Sanz
respecto a por qué no hemos hecho algunas cosas que habíamos planteado en la primera y
segunda instancia.
Justamente, el señor senador Sanz, en nombre de nuestro bloque, ha planteado, por lo menos
dos veces en el recinto, después del fallo Griesa en 2011 y de la resolución de febrero de
2012, donde la Cámara de Apelaciones interviene y acepta la apelación de la República
Argentina y otorga un efecto suspensivo al fallo de Griesa, lo que permite que en diciembre
de 2012, el país pueda cancelar el correspondiente pago de la deuda.
Ahí hubo un momento importante, una espera de la Cámara. En el recinto, planteamos que en
ese momento había que darle una señal a la justicia y reabrir el canje, lejos de darles señales
de bravuconadas. En definitiva, compartimos la caracterización de los fondos buitres. Los
fondos buitres son eso: especuladores que quieren ganar con el esfuerzo del pueblo argentino.
Pero fíjense en qué situación estamos. Estamos jaqueados por los fondos buitres en este fallo.
Entonces, tenemos que pensar si la estrategia ha sido buena o no. En este punto es donde
decimos que ha habido fallas estratégicas judiciales de parte del gobierno que es responsable
de no haber hecho lo que a nuestro juicio se tendría que haber hecho en otro momento.
Este tema que hoy se está planteando ahora de la reapertura del canje, creemos que podría
haber sido una muy buena señal para la justicia norteamericana, para evitar estar en esta
situación en la que los fondos buitres nos tengan en jaque y pongan en riesgo toda la columna
vertebral de la reestructuración de deuda que nosotros, desde la Unión Cívica Radical,
avalamos y apoyamos, de un gobierno que no se ha desendeudado.
No quiero entrar a debates del pasado que acá se han planteado. Tengo un análisis de la deuda
como ha planteado Kicillof, desde el gobierno de Isabel Perón hasta acá y de cómo ha sido la
evolución de la deuda externa. A este punto, con un cambio de la composición de la deuda en
términos de externa a interna, estamos debiendo más de 200 mil millones de dólares.
Compartimos el criterio que ha tenido el gobierno y en el que lo hemos acompañado respecto
a dejar el camino de endeudarnos con fondos financieros internacionales. Pero, lo cierto es
que este gobierno no se ha desendeudado. Hay más deuda. Desde que asumió Cristina la
deuda ha aumentó más de 50 mil millones de dólares. Le debemos al ANSES, a los jubilados,
al Banco Central. Eso da para otro análisis.
Si quieren, también, analizamos responsabilidades para atrás, pero queremos poner el foco en
la cuestión que hay que resolver ahora frente a esta situación. Fallos que también nosotros
consideramos injustos, pero que tienen que ver con respuestas políticas de políticas de este
gobierno que nosotros les reprochamos.
Por eso, si bien el proyecto de ley de reapertura del canje está planteando la suspensión de los
artículos 2°, 3° y 4° de la ley cerrojo sin fecha, y está bien que así sea, queremos plantear si
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no es el momento de dar como señal la derogación de la ley cerrojo, preservando algunos
aspectos como el artículo 6° de la ley 26.017 que está replanteado en el artículo 6° del
proyecto de ley. Es decir, salvaguardando esos principios generales que sí aportaba la ley
cerrojo, ¿no será momento de derogarla y dar esta señal?
Entendemos la reapertura como una señal para la Corte. No sé si en esta instancia puede
servir. Pero, hay que parar con la soberbia –como ha dicho el señor senador Sanz– y con las
bravuconadas. No son el mejor camino. Terminamos apretados e intimados por los fondos
buitres, que caracterizamos de la misma manera.
Primero este tema: si no es el momento de realizar una modificación y, directamente, derogar
la ley cerrojo.
El otro tema que planteamos es que queremos conocer cuál es la estrategia, en definitiva.
Sería muy bueno hacer una videoconferencia con los abogados que llevan la causa. Yo
presenté un proyecto de resolución solicitando un informe sobre cuántos son los honorarios
que nos cobran los abogados. Aprovechando que acá está el ministro, sería bueno que nos
pueda decir cuántos millones de dólares, en estos doce años de litigio, ha cobrado el estudio
de abogados.
Sería bueno dialogar con ellos en una videoconferencia sobre cuál es la estrategia jurídica, de
modo tal que podamos avanzar y saber qué vamos a hacer frente a cada escenario.
En esto de los escenarios, le pregunto al ministro cuál es el plan que tendríamos frente a
cuatro hipótesis que podrían surgir de la aprobación de esta ley que pide el gobierno.
El primer escenario sería la apertura del canje de deuda y una adhesión elevada por parte de
los acreedores.
El segundo escenario posible es la apertura del canje y una baja adhesión por parte de los
acreedores. Frente a esa circunstancia, ¿cuál sería el plan del gobierno? ¿Cuál es la estrategia
que tendríamos como Estado argentino frente a esa situación?
El tercer escenario es la remoción de la medida cautelar por parte de la Cámara y aplicación
inmediata del fallo. Recién el ministro ha dicho que esta propuesta del cambio de jurisdicción
no modificaría las condiciones desde el punto de vista de que es optativo, y de que esto no
podría ser argumento a plantear por algún fondo buitre, un holdout, para hacer caer la medida
cautelar y este efecto suspensivo que tiene la medida hasta el fallo de la Corte.
Tenemos algo de tiempo. Calculamos que tenemos un año. Creo que es compartido este
cálculo. Pero, como Congreso de la Nación, lo que tenemos que hacer es pisar la pelota y
pensar bien cuál es la estrategia frente a cada uno de los escenarios. Por eso, es que tampoco
comprendemos el por qué del apuro. Si creemos que hay que dar señales rápidas. Pero, cuál es
el apuro si no conocemos cuál es la estrategia que tiene el estudio de abogados y, en
definitiva, queremos tener conocimiento acabado de cuál es la estrategia del gobierno
nacional frente a cada escenario.
Nosotros creemos que el cambio de jurisdicción puede también poner en riesgo la vigencia de
la medida cautelar. Entonces, queremos hablar con los abogados para ver cuáles son las
certezas que tenemos, porque lo peor que nos puede pasar es que avancemos, que hable
Recalde de nuevo o que hablen los voceros del gobierno y no vaya a ser que tengamos alguna
suspensión de la medida cautelar y de los efectos suspensivos, y allí sí nos estarán sometiendo
los fondos buitres y esto es lo que no queremos. Ninguno de los argentinos creo que quiere
eso.
El cuarto escenario sería el sostenimiento de la medida cautelar, si es que se cumple
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esta evaluación que acaba de hacer el ministro de Economía, y la decisión adversa de la
Corte. Es decir, frente a ese escenario, entre seis meses y un año cuál sería el plan que se
plantea el gobierno para que nosotros hagamos una evaluación y para que el Congreso vuelva
a darle las herramientas que hay que darle al gobierno para afrontar esta situación.
Esos son cuatro escenarios concretos. Nosotros queremos saber cuál es la línea de
acción que se plantea el gobierno frente a cada una de esas hipótesis.
Luego nos gustaría, obviamente, conocer al día de hoy a cuánto asciende el capital adeudado,
junto con los intereses corridos y sus punitorios, de toda la composición de este 7 por ciento
que está afuera –separando este distingo que sí ha planteado Kicillof de fondos buitres con
holdout–, cómo es la composición, cuál es el monto actual de la deuda y en qué modo
obviamente un fallo de la Corte adverso, que es el cuarto escenario que yo planteaba,
complica la situación del país.
Le reitero este pedido, nosotros queremos saber cuántos honorarios se le ha pagado a los
abogados. Y queremos saber si es posible concretar una videoconferencia con los abogados
en Nueva York –el estudio que está comandando la estrategia judicial– para hacerle algunas
preguntas sobre algunas dudas. Hay algunas aseveraciones. Por ejemplo, la Cámara manifestó
que cuando invitó a la Argentina a proponer una fórmula alternativa al reclamo de los
holdout, el país presentó un plan que ignoró los bonos en circulación y propuso un set entero
de bonos sustitutos; en suma, ninguna propuesta productiva.
Esto que dice el senador Pichetto, que nosotros avalamos; es decir, pagarle a todos las mismas
condiciones, del 93 por ciento que entró al canje, en el primer canje y en el segundo canje de
2010. Ahora, esto no es lo que ve la Cámara; no es la señal que tiene la Cámara, por
expresiones concretas en el fallo de la Cámara, que dice y que tiene la convicción de que
nuestra propuesta no ha sido en verdad una propuesta.
Entonces, cuidado con esa
situación. ¿La reapertura del canje y la propuesta que estamos haciendo realmente va a
revertir este concepto o vamos camino a un fallo adverso de la Corte?
En
esto
se
sintetizan los cuatro escenarios que le planteé, señor ministro, para que nos diga cuál es la
línea de acción. Le reitero al presidente de la Comisión que nosotros quisiéramos tener un
diálogo con los abogados. Creo que merecemos mínimamente conocer cuál es el plan
estratégico en cada uno de los escenarios, pero también, cuál es la mirada que tienen los
abogados que defienden los intereses del Estado argentino en Nueva York para ver cuáles son
los caminos a seguir. No quiero entrar en la cuestión de la responsabilidad y de un montón de
temas, pero estamos en esta situación porque en los últimos dos años no se han hecho las
cosas que nosotros, incluso en el recinto, habíamos planteado.
Así que estas serían las preguntas concretas, ministro; y al presidente de la Comisión,
quisiera saber si es que podríamos, tal vez la semana que viene o cuando lo vea oportuno,
tener esta conversación con los abogados para sacarnos algunas dudas sobre la estrategia
jurídica.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Cimadevilla.
–
Luego de unos instantes:
Sr. Presidente. – A ver, senador. Hablaron el senador Sanz, el senador Pichetto y el senador
Morales. Como van todos en el mismo sentido, me parece que lo más sensato es que una vez
que se escuchen todas las preguntas se contesten todas juntas y si hay alguna adicional, se
volverá a responder.
–
Luego de unos instantes:
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Sr. Presidente. – Entonces, vamos a contestar las preguntas formuladas hasta acá. Le pido
disculpas, senador Cimadevilla.
Tiene la palabra el señor ministro.
Sr. Lorenzino. – El senador Sanz dio su discurso y se levantó. No me queda claro si el
senador Sanz hizo alguna pregunta, pero complementando los dichos del senador Sanz con
los del senador Morales, voy a intentar ir a algunos de los puntos que se tocaron.
En primer lugar, no creemos que el gobierno haya perdido en primera y en segunda instancia.
Creo que si la calificación es de derrota, fue una derrota de la Argentina porque, en definitiva,
lo que estábamos representando en esos juicios es al Estado Nacional.
Después, no me queda claro si esto –como se dijo– es una política de Estado sí o no. Parece
que es una política de Estado en una parte del discurso, pero parece que en otra parte del
discurso no es una política de Estado. ¿A qué me quiero referir? Por una parte, se hace
referencia a los modales, a la vehemencia, que no la veo inconveniente, al contrario, es la
misma vehemencia que utilizamos para defender los intereses de la Argentina en el exterior,
ya sea en los estrados judiciales o en cualquier otro foro.
Ahora, no me quedan en claro sus palabras, senador, y tampoco las del senador Sanz, que no
está presente, porque me dio la impresión –y celebro esto– que la solución, la posición, diría,
no está en discusión. O sea, a lo que me refiero es a la posición sustentada por la Argentina,
que –para resumir, lo he dicho pero lo repito– básicamente tiene que ver con dos
fundamentos, al menos el que se refiere a la defensa de la soberanía –y por eso la apelación a
la ley de inmunidades soberanas de los Estados Unidos– y el argumento de la equidad entre
acreedores.
Insisto, celebro estas dos argumentaciones fundamentales del planteo de la Argentina a lo
largo de este juicio, pero también quiero resaltar que de todos los juicios que hemos tenido
desde 2001 en adelante, porque este no es el único pleito en el que la Argentina se ha visto
involucrada merced o producto del default de 2001; en todos esto fue lo que se ha venido
sosteniendo.
Entonces, si la cuestión de fondo no está en duda, y celebro que esto sea así porque en
definitiva se inserta el argumento de inmunidad soberana en una política de Estado que
proviene no solamente de actos del Poder Ejecutivo sino fundamentalmente de decisiones
tomadas en este Congreso –que han resaltado tanto el senador Sanz como usted senador
Morales– y del acompañamiento que han tenido de las bancadas opositoras, ¿de qué estamos
hablando?
¿De los modales? Esto es lo que no me quedó claro, por lo menos de la intervención del
senador Sanz.
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sr. Lorenzino. – Voy a pasar a la contestación, senador; déme, por favor, un momento para
terminar de explayarme. Porque se hizo referencia a varios aspectos y por eso estoy tomando
cada uno.
Senador: el senador Sanz y usted hablaban de la estrategia judicial y del estudio de
abogados.
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sr. Presidente. – ¿Le pueden dar un micrófono al senador Morales, por favor?
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Sr. Morales. – Quiero aclararle lo que no le queda claro, nada más; por eso reafirmo lo que
ha dicho el senador Sanz.
Nosotros vimos que había una estrategia jurídica y una estrategia política. En la
estrategia jurídica, puntualmente, se han cometido errores. Por eso le preguntamos, por
ejemplo, ¿por qué no se apeló el fallo de noviembre de 2011 del juez Griesa? ¿Por qué no
hubo apelaciones? Entonces tienen que tener…
Sr. Lorenzino. – ¿Me permite terminar de contestar, señor senador? Si no, no…
Sr. Morales. – Decimos eso; y decimos que desde lo político ha habido una actitud que para
nosotros no se condice con una estrategia para ganar un juicio. Porque se han hecho
declaraciones que también afectaron a la justicia norteamericana, de la que dependíamos y de
la que teníamos que esperar un fallo. Entonces, nosotros decimos que ha sido poco inteligente
desde ese punto de vista.
Esto es lo que le quiero aclarar: puntualmente lo del fallo Griesa. ¿Por qué no lo
apelamos?
Sr. Presidente. – Gracias, senador.
Tiene la palabra el señor ministro.
Sr. Lorenzino. – Gracias, presidente.
Senador Morales: estaba por referirme a la estrategia judicial en dos aspectos: en
primer lugar, se ha mencionado –tanto el senador Sanz como usted– el estudio jurídico.
Algunas aclaraciones al respecto: primero, es un estudio jurídico que asesora al país desde el
año 87, desde el gobierno radical del doctor Alfonsín. Desde ese momento, Cleary & Gottlieb
asesora a la República. Ha pasado y tiene la defensa del país en los estrados judiciales desde
ese momento.
En segundo lugar, le digo con el máximo respeto que se apelaron todos y cada uno de
los fallos judiciales contrarios al país, incluyendo el que usted menciona. Está equivocado.
Todos los fallos judiciales, no solamente en este proceso sino también todos los que se han
pronunciado, al menos en esta materia desde 2001 hasta la fecha, han sido apelados.
Voy al punto…
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance
del micrófono.
Sr. Lorenzino. – Absolutamente, pero le voy a decir algo más. Desde ya que le vamos a
acercar toda la información que usted requiera porque también el senador Sanz mencionó el
tema de la publicidad.
Pero la verdad es que han sido seguidas tanto las intervenciones de la contraparte
como las intervenciones de la Argentina, y han sido de amplio dominio público. De hecho, ha
habido debates mediáticos al respecto, y yo le diría con muchos análisis de expertos en la
materia respecto de cada una de las presentaciones.
Voy a ir exactamente a algunos de los puntos planteados porque, insisto, de la
intervención del senador Sanz no me quedan preguntas concretas, salvo una cuestión sobre el
alcance del proyecto, y sobre que querían debatir los alcances del proyecto que, imagino, tiene
que ver con su intervención y, por eso, voy a sus preguntas.
La verdad es que, insisto –celebro– con que si sobre el fondo de la cuestión no hay un
debate, me gustaría que si efectivamente hay un debate respecto de algún aspecto de la
posición de la Argentina respecto de la política que se ha seguido en función de lo que hemos
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hecho en conjunto entre el Poder Ejecutivo y el Congreso respecto de la reestructuración de la
deuda lo podamos hacer.
Respecto de la estrategia judicial y lo errada que esta estrategia, en sus palabras, puede
haber sido hecha, yo, sin entrar en un debate muy específico, porque me parece que no es este
el ámbito, me permito recordar algunos aspectos. En primer lugar, esa posición y esa
intervención de la República Argentina en el marco de ese pleito se hace –y esto es bueno
recordarlo– en un ámbito absolutamente inexplorado.
Como yo decía, en todos los regímenes del mundo existe una ley de quiebras para el
sector privado. No existe una ley de quiebras internacional, que nos hubiera permitido –y
estoy seguro de que usted está de acuerdo– que esto no tuviera ninguna posibilidad de
ocurrencia, que este fallo o este pleito no tuvieran ninguna posibilidad de ocurrencia.
Creo que coincide conmigo con que cualquier legislación de las que se analizaron
hubiera previsto una cláusula que más o menos hubiera dicho que, después de obtener una
amplia mayoría –y creo que la discusión es si esto va del 66, 75, 85, 90; lo que usted quiera–,
después de haber obtenido esa aceptación, esta es una solución que se ampliaba al 100 por
ciento. El hecho de que no exista esto es lo que está produciendo esta posibilidad que tienen
los buitres de aprovechar una falta de norma y un sistema judicial para buscar, como dije, una
ganancia exorbitante.
Pero, además, senador Morales, y respecto de la estrategia legal, yo imagino que si la
estrategia legal hubiera sido tan errada, tan equivocada, si la Argentina hubiera estado
apuntándole a un objetivo absolutamente distinto del que correspondía, no hubiéramos tenido
durante el transcurso de este juicio todas las presentaciones que se tuvieron en ese ámbito,
justamente, resaltando la importancia que este…
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sr. Lorenzino. – Déjeme terminar, senador.
La importancia que este fallo, que este proceso tenía. Y, como dijo la presidenta…
Sr. Presidente. – Un segundito.
Senador Morales: vio que yo tenía razón, ya que me parecía que era más saludable que
una vez que pusiéramos todo sobre la mesa se respondiera y después se pudiera preguntar. Si
vamos a hacer pregunta por pregunta se corta la ilación de la explicación.
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del
alcance del micrófono.
Sr. Presidente. – Lo escuchamos, senador.
Sr. Morales. – La última, gracias. Venimos bien, me parece.
Está bien, el hecho de que no tengamos una legislación internacional que regule el
tema de las quiebras lo conocemos y comparto esto que dice el ministro. Ahora, ¿por qué
entonces no reabrimos el canje desde febrero de 2012? ¿Por qué no lo hicimos? ¿No cree que
esa fue una falla en la estrategia, además de judicial, política? ¿No era contundente una
expresión del Congreso respecto de la voluntad de pago en los términos del 93 por ciento que
ya entró el canje?
Sr. Presidente. – Una acotación quiero hacer: durante todo 2002 y hasta mayo de 2003, la
segunda responsable del Fondo Monetario Internacional, Anne Krueger, hizo esfuerzos
denodados para incorporar a la República Argentina en lo que se conoce en Estados Unidos
como Chapter Eleven. Es decir, adaptar la quiebra soberana de los estados a la ley de quiebra
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de los Estados Unidos. Lo que no hubiese sido saludable para ningún país –nunca más se
llevó adelante semejante estrategia–, pero hubiese permitido en el marco de lo que el propio
Chapter Eleven dice en cuanto a porcentaje requerido para el acuerdo de levantamiento de la
quiebra y hubiese sobrado un porcentaje bastante elevado del 93 por ciento.
Por eso, no se comprende lo que dice específicamente la Cámara de Apelaciones de
Nueva York. Quería hacer ese comentario.
Sr. Lorenzino. – Voy a seguir con mi respuesta que abarca su nueva pregunta. Ya la
abarcaba, pero ahora voy a analizar esa cuestión.
Me interesa también señalar otra palabra que usted mencionó y yo quiero simplemente
llevar a la reflexión a todos porque nos podemos confundir, respecto de la palabra jaqueados.
Me imagino que se refiere a que estamos en peligro.
– No se alcanzan a percibir las palabras del señor senador
Morales porque se expresa fuera de micrófono.
Sr. Lorenzino. – Lo interpreté bien, senador. Quédese tranquilo.
En este sentido, quiero decirle que por supuesto no lo comparto. Pero además quiero
recordar cómo empecé mi exposición, que espero que no haya sido demasiado extensa en
función de su comentario. Lo hice hablando de la política de desendeudamiento. Más allá de
su opinión, hay datos concretos. Cuando nosotros resaltamos la deuda que la Argentina tiene
con el sector privado en moneda extranjera, como un reconocimiento de la deuda cuyos
acreedores son los que más posibilidades tienen de jaquear un país, le recuerdo que, a
diferencia de otras naciones, nuestro país tiene ratios de deuda con ese sector privado en
moneda extranjera absolutamente inéditos para nuestro país –al menos para el de los últimos
años– y bajos en relación con sus pares de la región y del mundo.
A mí me parece que, en ese sentido, ese término está más relacionado o, por lo menos,
se aplicaría más –imagino– a países como Grecia, Portugal, Irlanda o Italia. Concretamente,
Grecia ha tenido que llevar adelante una reestructuración –no voy a entrar en los detallespagándoles a estos mismos fondos buitres, que no entraron, de contado –cash- y el 100 por
ciento. Eso me parece que es estar jaqueado por un fondo buitre. A diferencia de eso, nosotros
hemos podido estar en una situación de manejo de gestión de deuda absolutamente distinto,
que hoy nos permite no depender de la refinanciación de nuestras deudas, como en el pasado,
para seguir administrando el país y seguir llevándolo adelante.
Con respecto a la primera pregunta que hacía recién: ¿por qué ahora y no antes?
Primero, una precisión, una vez más, respecto de las presentaciones que la Argentina ha
hecho, que, como he dicho, han sido ampliamente difundidas. Esta no es la primera vez que la
Argentina habla de la reapertura del canje. Esas presentaciones fueron hechas ante la misma
Cámara que falló el viernes diciendo básicamente dos cosas. Primero, que tenemos la
predisposición de reabrir el canje porque creemos que es la única solución equitativa para
pagar a quienes están haciendo pleitos. Insisto, creo que es la misma posición que tenemos
todos. Y segundo, les dijimos: “Pero en mi país existen instituciones. Existe un Congreso,
que es el único habilitado para reabrir esa posibilidad. En caso de que sea necesario, vamos a
ir a pedir a este congreso la reapertura del canje”. Eso es lo que estamos haciendo ahora.
Cuando la Cámara en el fallo, que me imagino que ha analizado porque me citaba algunas
cosas…, usted vio cómo ha sido tratada esa señal –como usted menciona– por parte de la
Argentina, absolutamente ignorada por parte de la Cámara.
Teniendo en cuenta la nueva instancia que se abre ante la Corte, creemos hoy
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conveniente venir a plantear que, una vez más, la Argentina muestre concretamente –ya no
como una señal– la cohesión de oficialismo y oposición y las fuerzas productivas –insisto con
el punto que hice respecto de la reunión de ayer y la manifestación pública por parte de las
asociaciones gremiales y empresariales del apoyo respecto de esa posición– que esa cohesión
sigue manteniéndose. Creo, como usted refleja, que es la posición.
Respecto del apuro, creo que la presidenta fue absolutamente clara. Creemos que
muchos de los errores que hemos cometido los argentinos tienen que ver con tratar de meter
los problemas debajo de la alfombra o estar muy pendientes del “cortoplacismo”. Creemos
que esta falta de certidumbre que el fallo intenta poner respecto de la voluntad y la capacidad
de pago de la Argentina debía ser descartada inmediatamente, y por eso es que estamos hoy
aquí hablando de este tema.
En cuanto a los escenarios, me parece que no tiene mucho sentido que haga una
reflexión de eso si hay una alta aceptación.
Respecto de la baja aceptación, del levantamiento del stay o una eventual decisión
adversa, me parece que, otra vez, lo importante en este sentido para la Justicia, pero también
para los argentinos y el 93 por ciento de los tenedores que entraron, senador… Insisto, el 30
de septiembre tenemos una obligación de 164 millones de dólares que vamos a pagar a los
tenedores de bonos PAR; el 2 de diciembre vamos a pagar Global 17, el 30 de diciembre
vamos a pagar Discount. Me parece que el mensaje que tenemos que dar, tanto a la Justicia
como en particular a los argentinos y al 93 por ciento que ingresó al canje, es que la Argentina
tiene la capacidad y la voluntad de hacer frente a esas obligaciones. Y por eso hablamos de
esta opción voluntaria de algunos acreedores que quisieran cambiar por un bono de
legislación local en las mismas condiciones que recibieron quienes ingresaron al canje.
¿Cuánto es lo que se debe? La deuda no ingresada al canje es del 7 por ciento. El
capital comparable con el número que hice al principio, 81.236 millones –que quiero aclarar
que es el capital adeudado al 31 de diciembre de 2001, que es la deuda que ingresó o que
estaba habilitada para ingresar a los canjes–, más intereses adeudados es de 6.700 millones de
dólares, que considerando los intereses contractuales a la fecha de hoy, como está puesto en
varias de las presentaciones que hemos hecho ante la Justicia, asciende a unos 15.000
millones de dólares. Pero eso, senador, está –insisto– en las presentaciones que hemos hecho
en la Justicia.
Sr. Presidente. – Adelante, senador Morales.
Sr. Morales. – Acá tengo un fallo del juez Griesa de noviembre que le impide a nuestro país
modificar el mecanismo de pago en diciembre de 2011, que no fue apelado.
Sr. Lorenzino. – Perdón, senador, no lo escuché. Discúlpeme.
Sr. Morales. – Ese fallo del juez Griesa de noviembre de 2011, que le impide a nuestro país
modificar el mecanismo de pago, y que por no haber apelado en ese momento, obviamente,
hay una restricción. Entonces, ¿es verdad que ese fallo no fue apelado por la República
Argentina?
Sr. Lorenzino. - No, senador. Estamos entrando en un tecnicismo, que no era el objeto, pero
voy a contestarle porque me está preguntando de esa manera. Yo fui enfático y lo repito:
hemos apelado todos los fallos...
Sr. Morales. – Yo lo que le pido es que nos envíe la copia de la apelación.
Sr. Lorenzino. – Perdón, le quiero contestar. Ese fallo, como usted lo menciona, no es un
fallo. No debía ser apelado, porque no podía ser apelado.
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Tengo que ser un poco técnico, pero usted me pone en este terreno. Esto era la Cámara
pidiéndole nuevamente a Griesa precisiones respecto a dos aspectos que habían sido objeto de
su primer fallo, que sí había sido apelado y por eso fue a la Cámara: la mecánica de pago y a
quién alcanzaba la orden. ¿Se acuerda la discusión respecto de si esto era solamente para la
Argentina, para el fiduciario, para los agentes de clearing, etcétera? Eso fue de la Cámara,
que se reservó la jurisdicción, o sea, no delegó, no mandó el expediente, para decirlo de
alguna manera, al juez de Primera Instancia y le pidió precisiones respecto a esos dos
aspectos.
El juez Griesa no aclaró ninguna precisión sino que ratificó lo que había dicho y retar
a la Cámara. Entonces, volvió a la Cámara...
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance
del micrófono.
Sr. Lorenzino. – No, señor, porque procesalmente era imposible impugnarlo. Volvió a la
Cámara y fue inmediatamente apelado por la Argentina.
Respecto a los honorarios desde 1987 hasta la actualidad, se los acercaremos.
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance
del micrófono.
Sr. Lorenzino. – No, eso ya lo dije. Lo que quiero decir es que no podemos limitar la
estrategia del estudio jurídico a este fallo, porque también tendríamos que incluir a la
estrategia llevada a cabo cuando se retuvo a la Fragata Libertad en Ghana.
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance
del micrófono.
Sr. Lorenzino. – Empecé diciéndole que, por supuesto, recabaremos toda la información.
Simplemente, le quería decir que tardaremos un poquito, porque desde 1987 hasta la
actualidad es un plazo prolongado.
Sr. Kicillof. – Me parece que el ministro ha contestado todas las cuestiones jurídicas y
técnicas. Aun yo, que no tengo conocimientos de abogacía, considero que la duda acerca de si
la estrategia jurídica ha sido adecuada o no, como finalmente fallaron en contra, uno puede
atribuírselo a la estrategia o a lo que sea, pero me parece que hay un punto que hay que
rescatar, que creo que hace a la cuestión más general y que es central para este asunto, y es
que siempre la Argentina ha destacado el carácter sistémico de este problema. O sea que esto
atañe a nuestro país hoy porque ha sido uno de los default más grandes de la historia por fuera
de los mecanismos de refinanciación.
¿Cuál es el problema? No hay quiebra para el soberano. No hay ley de quiebra
internacional con jurisdicción internacional para el soberano. Esto quiere decir que lo nuestro
está fuera de la legislación, porque no se trata de un caso previsto hasta el momento, pero
tiene esta importancia para nosotros y también para los demás.
Más allá de los epítetos referidos a lo que se hizo desde el punto de vista político, la
presidenta de la Nación reclamó en todos los fueros internacionales –lo ha hecho con mucha
vehemencia– que en realidad este es el problema, y que no lo podrá resolver probablemente
un tribunal de una jurisdicción, como es el caso de Nueva York, al que está sometida la ley de
los bonos sometidos anteriormente y estos nuevos –esto hace a los bonos de los noventa y los
dos mil– porque lo que refleja la respuesta de Griesa y el fallo de la Cámara es que no tienen
en cuenta el carácter sistémico del problema, que no les importa, y se ciñen a una cuestión,
como si fuera simplemente un desacuerdo entre dos partes en base a una deuda, donde viene
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uno, presenta su título, lo analiza el juez y determina: “Hay que pagarle este título, porque
este señor lo tiene y usted lo firmó”.
Eso es todo lo que ha pasado, que lo han tomado como un caso individual. Toda la
cuestión política y tal vez la vehemencia con la que tocamos este tema es porque el tribunal,
no solo nos desoyó a nosotros sino también a algunos de quienes acompañaron con escritos la
causa de la Argentina: Anne Krueger, el gobierno de Francia, bonistas, otro bonista del 93 por
ciento, la Reserva Federal de Nueva York. No se han preocupado por estas cuestiones de
cómo lo decimos o cómo no lo decimos, si lo planteamos como que si la Corte falla para un
lado está a favor de los bonistas o no, si es lo mismo o no que un fondo buitre. Creo que el
problema sistémico está, porque también han acompañado asociaciones bancarias,
asociaciones fiduciarias de los Estados Unidos y buena parte de los académicos, que lo ven
como un problema más general. Ni el juez Griesa, en Primera Instancia, ni la Cámara, en
Segunda Instancia, han atendido este problema, como tampoco el carácter particular de los
actores. Porque esto no es un almacenero que ha dado un pagaré y el otro que no se lo ha
respetado, sino que de un lado están los fondos buitres y del otro un país soberano. Tal vez,
porque ha desoído estas cuestiones –por lo menos, a nivel del fallo–, es que hace falta, desde
el punto de vista de la cuestión política, plantearlo descarnadamente como es. Aquí tenemos
no a cualquiera que tiene un título de deuda contra otro que lo emitió, sino a un país soberano
que ha tenido un default, que ha entrado dentro de un sistema que ha llevado a ese default,
más un fondo o algunos actores que se han dedicado a especular judicialmente con esto.
Usted dice que compartimos los epítetos para los fondos buitres. Bueno, usted puede
atribuírselo a que estamos planteando este problema tan claramente como decir que si uno
entiende que son los fondos buitres y falla para ese lado, por lo menos, en primera instancia, a
uno le da la impresión de que se está acogiendo a las demandas de ese actor y siendo
funcional a determinados intereses.
Esta no es una acusación a la Justicia abstractamente ni nos estamos peleando con un
tribunal, sino que nos asiste ese hecho y esa certeza política, que la presidenta ha defendido
en todos los foros internacionales, cara a cara, con los acreedores, con sus representantes, con
los gobiernos del mundo. En todos los foros internacionales, el G-20 y otros, donde ha
podido, planteó que se trata de un problema sistémico y ha dicho que es difícil que ese
tribunal lo resuelva como un problema entre particulares.
Usted se lo puede atribuir a las declaraciones nuestras, pero me parece que hay ciertas
cuestiones más generales de la historia –y, en este caso, de la historia de las deudas externas
de los países– que difícilmente se puedan atribuir a las declaraciones de una persona, y menos
todavía cuando estamos enmarcados por esta discusión.
Más allá de los calificativos del señor senador Sanz sobre cómo se ha defendido a la
Argentina y que ha adjetivado a los actores llamándonos cobardes e hipócritas... Quitando
toda la hojarasca, hemos hecho esta exposición para que observen cuál es el problema
sistémico. No quiero hacer otra declaración que ofenda a alguna jurisdicción que tiene
circunstancialmente este problema, pero esto no se puede tomar como una deuda que no se ha
honrado y que hay que honrarla tal como dice el papel que la certifica y nada más, ni de un
lado los fondos buitre ni del otro un país, ni un problema sistémico de deudas soberanas que
están en estrés de manera generalizada y que pueden caer en esta misma situación... Reitero,
que nos asiste que lo decimos con la vehemencia que caracteriza a la defensa de los intereses
nacionales porque esto puede terminar si no hubiera tomado la presidenta de los recaudos de
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enviar esta ley y de decir cuál es la salida... Porque no estamos jaqueados. Lo que ha
mostrado la presidenta es que nosotros tenemos una salida para seguir haciendo lo que
teníamos que hacer: pagarle a los que en buena fe quieran entrar con lo que se pactó con la
mayoría, y con relación a los demás, si nos impiden pagar en otra jurisdicción, considerar la
posibilidad de hacerlo en esta ante el caso de que no se pueda hacer efectivo el pago. Ese es
un poco el planteo.
Repito: si no se entiende este problema y se lee...
– El señor senador Morales realiza manifestaciones fuera del alcance
del micrófono.
Sr. Kicillof. – Perdón, termino. En ese sentido, me parece que lo que se ha planteado en los
foros internacionales y lo que nos ha llevado a decirlo con tanta claridad y vehemencia es que
este problema no solo atañe a la Argentina, y estamos seguros; por eso, supongo que todos lo
pensamos de otra manera y no depende de una palabra u otra en un discurso, sino que es un
problema general, donde probablemente la jurisdicción tiene que tomar un criterio, que no sé
si se puede hacer en Primera y en Segunda Instancia. Tal vez, solo sea la Corte Suprema de
los Estados Unidos la que pueda tener esta mirada. Dicen algunos que las cortes supremas
tienen una mirada más política sobre los temas, tal vez, lo pueda hacer.
Por eso, le hemos pedido a la Corte Suprema que tenga en consideración todas estas
cosas que no las han tenido ni Griesa ni la Cámara, por ahora.
Sr. Morales. – Nos han hecho un jaque y hay que mover el alfil para tapar, y son quince mil
millones de dólares. No quiero decir que tenemos una complicación que pone en riesgo la
economía del país ni nada...
Sr. Kicillof. - Tiene mucha gravedad, pero hay salida.
Sr. Morales. – Es un jaque, hay que mover el alfil o el caballo, y hay que tapar. Esta ley es
eso, y son quince mil millones de dólares, que no dejan de ser un problema.
Sr. Lorenzino. – Incluso, como lo hemos dicho en alguna presentación, es más que eso,
porque usted piense que si pagáramos, se cae absolutamente todo. Se pone en riesgo toda la
reestructuración. Los veintiocho mil millones de dólares que se están pagando hoy.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Cimadevilla.
Sr. Cimadevilla. – Voy a centrar mis preguntas en una cuestión que –como aquí lo ha
expresado muy bien el senador Sanz y el senador Morales– tiene que ver con algunos
aspectos jurídicos que nos preocupan. Más me preocupan después de haber escuchado a
Kicillof. No tiene suerte con las estrategias económicas. Creo que le va a ir peor si va a tener
a su cargo diseñar las estrategias jurídicas.
Aquí nosotros hablamos de los fondos buitres. Nosotros podemos coincidir en criticar
el manejo que hacen esos fondos buitres cuando compran bonos de deuda emitidos por un
país, pero lo cierto es que en los Estados Unidos lo que se está ejecutando es un contrato. Se
está ejecutando un bono que suscribió el presidente de los argentinos, sometiéndose a la
jurisdicción de los tribunales de Nueva York. Y yo no creo -como aquí se pretende- que en
este juicio ejecutivo entre los fondos buitres y la Argentina resolvamos el sistema financiero
mundial. Pretender que esto se resuelva en este expediente es una estupidez.
Voy a hacer varias preguntas y después las pueden contestar. ¿Qué entidad jurídica le
dan a los fondos buitres los abogados que defienden al país? ¿Vamos a oponer la excepción
de fondos buitres para no pagar? Es decir, jurídicamente, este tildar de fondos buitres a
quienes han especulado con la compra de estos bonos, ¿cómo lo piensan a hacer valer? Esta
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es una de las preguntas.
¿Por qué quienes no aceptaron el canje anteriormente, ahora que tienen dos sentencias
a favor, van a venir a aceptar las condiciones de pago que anteriormente se le habían
ofrecido? ¿Qué chance le dan ustedes a esta posibilidad de acordar con quienes ya han
manifestado que no quieren lo que el país les ofrece y que además tienen ahora dos sentencias
a favor? ¿O va a pasar lo mismo que con el Cedin? Por qué alguien que litiga quince años en
los tribunales de Nueva York, porque no aceptó lo que le van a ofrecer ustedes ahora,
realmente, es difícil pensar que vayan a aceptar lo que le van a ofrecer.
Por eso, me gustaría saber qué análisis hacen ustedes de esto. Hay que pensar que los
acreedores van a analizar el escenario que ustedes han creado frente a este litigio. Porque
también hay que leer en el fallo que los jueces dicen que si ellos en sus sentencias se
apartaran de lo que dice el contrato, su país –los Estados Unidos– y su ciudad –Nueva York–
dejaría de ser un sitio comercialmente atractivo para quienes quieran invertir.
Y esto también nosotros lo tenemos que tener en cuenta. Frente a jueces que se
preocupan por generar un marco de seguridad jurídica, nosotros permanentemente hacemos
apología de la inseguridad jurídica, decimos que no vamos a cumplir con la sentencia, que no
importa lo que resuelvan porque no lo vamos a acatar. ¿Cómo creen ustedes que en este
escenario, que ustedes han generado, van a aceptar estos fondos buitres -como ustedes los
llaman- las condiciones que el país les vaya a ofrecer?
Otra pregunta. La justicia de los Estados Unidos al suspender los efectos de la
sentencia de la Cámara está mandando un mal mensaje al país, es decir, una Corte que acepta
por año no más de doscientas causas, en una causa donde no hay una cuestión federal a
discutir -que son las que habilitan las instancias extraordinarias-, probablemente, porque se
trate de un país extranjero, lo hagan, ¿cómo piensan aprovechar lo que es un buen mensaje de
la justicia norteamericana o del país del norte?
Otra pregunta referida concretamente al articulado de la ley. En el artículo 1°, se da al
Poder Ejecutivo una autorización abierta para que negocien este nuevo canje. Llamémoslo
así. Si bien en el artículo 2° se acota a qué condiciones, también es cierto que en el artículo 3°
se deroga o se exceptúan estos títulos de deuda pública que se vayan a emitir de todo tipo de
actualización o de indexación. Es decir, qué está pensando el Poder Ejecutivo respecto a tener
que ofrecer algún tipo de actualización o indexación, porque la ley lo estaría permitiendo, si
es sancionada.
¿Cómo piensan superar este error, a mi juicio, porque no es lo mismo negociar cuando
uno contesta una demanda –los abogados lo sabemos– que negociar cuando se tienen dos
sentencias en contra? ¿Cómo piensan encarar esta situación procesal?
Además, quería decirle una apreciación general. Si la quieren contestar, contéstenla.
Estas consignas que permanentemente se hacen desde el gobierno, es decir, que no nos
endeudamos, que no vamos a recurrir al crédito, y criticamos al Fondo Monetario
Internacional y demás, le recuerdo a los señores del Poder Ejecutivo que en este país hay una
gran deuda de infraestructura, con los jubilados, con los proveedores, porque a ustedes les
resulta más fácil endeudarse con los pobres y con los débiles que con los organismos
internacionales, y, a lo mejor, desaprovechando una oportunidad.
Así que quisiera que me contesten porque he sido concreto en las preguntas, que no
arranquen en la Ley de Enfiteusis de Rivadavia para explicarme esto.
Quisieran que contesten concretamente las preguntas.
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Sr. Presidente. – Si el senador Cimadevilla lo permite, le vamos a dar la palabra al ministro
para que conteste como él lo crea oportuno y conveniente.
Sr. Lorenzino. – Creo que no nos hemos ido del tema. Voy a contestarle concretamente a su
requisitoria y a tratar de ser bien conciso así cumplo con su pedido. Voy en orden en cuanto a
lo que anoté.
Respecto a la cuestión que planteaba muy bien en términos de cómo está puesta la
discusión jurídica interna en relación al derecho que emana de un contrato con el derecho que
emana de otro contrato. Creo que usted decía que esto no se puede solucionar en este marco, y
creer que va a haber una solución a los problemas financieros internacionales por el caso de la
Argentina no es serio o posible –no quiero calificarlo mal. Y yo le digo que es cierto que de
este pleito, de este proceso judicial, no saldrá una solución mundial o globalmente aceptada;
pero esta contradicción entre un contrato, que es el bono viejo –después quiero hacer una
referencia sobre eso– y un nuevo contrato, que son los bonos nuevos, porque esos nuevos
contratos tienen reglas, aceptadas por las dos partes, por los órganos reguladores del país
donde se está sometiendo la jurisdicción, que prevén determinados derechos también para los
que tienen esos bonos y para el emisor de esos títulos; aun cuando –insisto– es probable que
no salga de ahí una solución urbi et orbi, pero sí ha quedado claro hasta ahora, y seguramente
va a seguir quedando cada vez más claro, que esto ha movido el avispero, ha despertado esta
cuestión que no se discutía desde la crisis de los años 2001, 2002 y 2003, cuando fue
discutida a raíz de la Argentina, pero también de otros países, y hoy algo que no existía dentro
de la agenda, por ejemplo, del G-20, que es el foro económico internacional por excelencia,
está puesto dentro de esa agenda. ¿Qué quiero decir? Lo que esté pasando o lo que termine
sucediendo es probable que, de alguna manera, marque una dirección. Así lo entienden todos
los que se han pronunciado al respecto, no sólo mediática sino concretamente.
Usted mencionó al Fondo Monetario Internacional, seré breve al respecto. El propio
Fondo Monetario Internacional ha emitido un documento que expresa exactamente lo que
estoy diciendo, pero también ha sido la Reserva Federal de Estados Unidos y las asociaciones
de bancos.
Con respecto a si vamos a plantear como única línea de defensa la excepción fondos
buitres, le digo que no. Como dije antes, uno de los argumentos fundamentales esgrimidos
desde el principio, en función de la estrategia judicial que se ha discutido, tiene que ver con
una ley federal que protege a los estados que emiten deuda o tienen otro tipo de actividad
comercial en Estados Unidos, que es la ley de inmunidad soberana de Estados Unidos. En
función de esa normativa y, fundamentalmente, de la normativa local es que la Argentina
argumenta que esta intromisión dentro de un proceso que ha tenido una aceptación del 93 por
ciento y donde hay derechos y obligaciones de las partes, del 93 por ciento y de la Argentina,
es impropia por tratarse de un Estado soberano. Esta como una estrategia de defensa. Insisto
en que no es la única, eso lo dije hace un ratito.
Respecto de si van a entrar o no y qué chances se ven de si van a entrar, en primer
lugar, deseo recordar que los fondos buitres que están haciendo juicio a la Argentina en esta
causa de pari passu representan el 0,45 por ciento del total de la deuda que en algún momento
estuvo en estado de diferimiento. Con lo cual, en primer lugar, esto es una posibilidad que no
se limita únicamente a estos fondos buitres, sino que también estará abierta para los otros
tenedores que, eventualmente, por distintas razones, no han participado en el 2005 ni en el
2010 y ahora quisieran entrar.
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Como lo señalé muchas veces –creo que alguno me lo recordaba–, esto no es una
señal sino una muestra concreta de cohesión entre las distintas fuerzas respecto de una
política de Estado y tiene ese objetivo primario: mostrar una vez más no sólo la capacidad
que ha sido muy demostrada en los últimos años sino también la voluntad de pagar de la
Argentina y, además, de encontrar una solución equitativa al ciento por ciento de la deuda y
no al 93.
En cuanto al aprovechamiento de esta instancia de stay, usted planteó cómo
pensábamos aprovechar el stay o la medida de no innovar dictada por la Cámara, la idea es,
por ejemplo, el envío de este proyecto al Congreso. La reapertura del canje es una forma,
junto con seguir pagando a los tenedores que entraron al canje en las fechas previstas en
función de los mecanismos de pago previstos, que, insisto, eso debe quedar claro, la
Argentina va a pagar el 30 de septiembre, el 2 de diciembre y el 30 de diciembre los bonos
que entraron a la reestructuración de la misma forma en que lo hizo hasta este momento, y lo
seguirá haciendo, pero mostrar durante ese período de stay esta fuerte voluntad de solucionar
el tema viniendo a este Congreso para discutir y debatir una reapertura del canje.
Respecto de la oferta –usted hizo mención a algunos artículos del proyecto de ley–, el
único objetivo que ha tenido cada uno de esos artículos es dejar bien en claro que es
exactamente la misma oferta que se hizo en el año 2010, de que no puede haber ninguna
interpretación que derive que de ese articulado hay algo que es distinto o mejor que lo que le
dimos a los que entraron en el año 2010. Es por eso que verá reflejado en esos artículos
exactamente la misma redacción que en el año 2010.
En particular, en lo que se relaciona con su preocupación o lo que mencionaba
respecto de la actualización, deseo señalar que es única y exclusivamente porque en la oferta
de 2010 como en el 2005 hay instrumentos que tienen esa característica de indexación que
tienen que ser repetidos en esta ocasión.
En cuanto a la negociación –usted hablaba de cómo íbamos a negociar procesalmente–
, la verdad es que no estoy al tanto de negociaciones procesales. Lo que hacemos es la
presentación de la posición de la Argentina cada vez que hay una oportunidad de hacerlo o
somos requeridos de hacerlo o tenemos la posibilidad de apelar algún fallo. En ese sentido, la
posición que vamos a reiterar ante la Corte Suprema de Estados Unidos tiene que ver con este
argumento de inmunidad soberana de existencia de normas locales y de trato equitativo a los
tenedores. Por eso es tan importante esta reapertura o este proyecto de ley que sometemos a
vuestra consideración.
Respecto de su último comentario, nunca hemos dicho que la deuda es mala, senador.
Coincidimos en que hay muchas… de hecho, si algo hemos hecho en los últimos años es
financiar la infraestructura, llevar adelante proyectos de infraestructura, entre otros, que
requieren del endeudamiento y sostenemos que el endeudamiento dirigido a inversión en
infraestructura es un endeudamiento bueno o sano porque implica aumentar el capital de los
argentinos y beneficia a las futuras generaciones, que son en definitiva las que terminan
pagando las deudas. Por eso, en esto ratificamos que el endeudamiento para obras es una
política que seguiremos llevando adelante.
Deseo realizar una última reflexión, un comentario muy chiquito –no fue una
pregunta, pero me parece que le va a interesar–, sobre que uno de los títulos –no queremos
remontarnos al pasado de nuevo, ya lo dijimos– que dan lugar a esta demanda se llaman
“FRAN”.
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Hoy Axel hablaba de la política de endeudamiento, y a algunos no les gustaba que recuerden
eso. Uno de los títulos que le da lugar a los buitres a hacer este fallo se llama “FRAN”,
Floating Rate Agreement Notes, que emitió la Argentina.
Quisiera ejemplificar algo de lo que decía Axel de manera muy concreta.
¿Usted sabe cómo fue concebido ese título, el cual pagábamos todos los argentinos, o
que tenían la intención de que paguemos todos los argentinos? Ese título ajustaba su tasa de
interés al riesgo país. Imagínese qué contradicción. De hecho, cuando eclosionó Argentina,
este título pasó a valer una fortuna. Porque, insisto, el cupón de intereses de ese título –
aunque sea nominalmente, porque nunca se pagó– era del 3000 por ciento, dependiendo cómo
estaba el riesgo país; 5000 por ciento. Esa locura es receptada en el fallo de la Cámara,
senador.
Tenemos que entender que el fallo de primera instancia y el fallo de segunda instancia,
como decía bien el senador Cimadevilla, dicen que es un contrato y hay que cumplirlo.
Entonces, la deuda que Argentina debería pagarle a estos buitres tendría este condimento de
riesgo país y aprovecharía la debacle de 2001, no ya porque las tasas que se pagaban en ese
momento eran elevadas sino que, además, estarían reforzadas por un concepto tan nocivo
como es el del riesgo país.
Era solamente para agregar un dato que me parece importante.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Giustiniani.
Sr. Giustiniani. – Muchas gracias al equipo económico por su presencia en esta reunión.
Nosotros estamos abordando nuevamente un tema que fue debatido en este Congreso
en 2005 y en 2009. En ambas oportunidades, desde la expresión política que represento, no
acompañamos los proyectos de ley de aquel momento. Lo hicimos desde la posición, en
primer lugar, de que cada debate en el Congreso Nacional de la cuestión de la deuda externa
debíamos abordarlo desde la perspectiva de que la Argentina había definido el fallo del juez
Ballesteros en cuanto a la constitución de una comisión bicameral para analizar la legitimidad
y la ilegitimidad de la deuda externa. No era para nada una posición principista sino una
cuestión concreta. La República de Ecuador nos ha demostrado que es totalmente posible
constituir una comisión parlamentaria para analizar la legitimidad de la deuda externa.
También, en este debate la posición que hemos sustentado siempre ha sido la de
defender la atribución constitucional que tiene el Congreso de la Nación para definir la
cuestión de la deuda externa, el arreglo de la deuda externa.
Por eso, coincidimos en que debe ser una política de Estado, y hemos sido muy
críticos cuando se han enviado decretos que el Congreso solamente tenía que ratificar o
rechazar.
En ese sentido, el debate planteado hoy me parece interesante, sobre todo el que han
realizado tanto el ministro como el viceministro –en otras oportunidades, como en el
tratamiento de otras leyes importantes sí hemos acompañado, tal el caso de la estatización de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales– porque tiende a saber de dónde venimos, dónde estamos y
hacia dónde vamos. Y en ese "de dónde venimos", nos parece que la historia debe analizarse
de manera completa. A mí me llama la atención que, hablando de los bonos de la deuda, ni
siquiera se haya hecho mención del Plan Brady, la verdadera tragedia posterior a la que
significó el endeudamiento que contrajeron en aquellos momentos las dictaduras militares de
la región. En la década de los ochenta, la consigna de los sectores progresistas no era, como
aquí se plantea, pagar, pagar y pagar, sino que era no pagar. Esto tampoco parte de una
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posición principista sino porque, como muy bien lo decía antes el senador Cimadevilla, cada
peso que va al pago de la deuda externa lo estamos detrayendo del pago de los jubilados, de
lo que puede ir a educación o de lo que puede ir a salud.
Por lo tanto, aclarando que comparto que tiene que haber un rumbo, una dirección de
política de desendeudamiento, porque ello significa mayor soberanía, esto es parte de un
debate. Porque con este razonamiento podríamos llegar a pagar todo de golpe, y en eso
posiblemente estemos detrayendo cuestiones fundamentales que hacen a las necesidades
materiales básicas de los argentinos.
Me parece que este debate es importante porque el tema de la deuda externa no ha
dejado de ser un problema; es un problema muy concreto que tenemos. Se lo ha planteado
con mucha rigurosidad desde el análisis primario, donde se dijo: "Tenemos una espada de
Damocles". Porque yo recuerdo que en la Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación,
cuando se presentó el Plan Brady, se lo aplaudía; y las mayorías parlamentarias lo aprobaban
a dos manos. Nos opusimos, en aquel momento a esa política del Plan Brady anunciando que
iba a ser un condicionamiento y que esas políticas neoliberales nos iban a determinar hasta
este momento. Porque ese Plan Brady venía atado al Consenso de Washington. Porque ese
Plan Brady era repartir entre tantos bonistas un nuevo negocio financiero, del que hoy vemos
las consecuencias.
Está muy bien hablar de los fondos buitre. No solamente lo son aquellos que no
entraron al canje; los fondos buitre también están en los que entraron al canje. Porque
justamente es parte de la dinámica del capital financiero, que aplica esa lógica en estos
tiempos de la globalización para extraer sus negocios sobre las necesidades de la gente. Esto
no es discurso; esta es una realidad que la vemos y la comprobamos cuando hacen arrodillar a
Grecia, cuando hacen arrodillar a distintos países para someterlos a través de estos planes de
deuda externa.
Por eso, nos parece que este debate debe ser completo, y este Congreso debe formar
parte de él de manera completa, no simplemente modificando o rechazando lo que proponga
el Poder Ejecutivo nacional. Para que sea una verdadera política de Estado, tiene que haber un
debate en el Congreso. Porque no está terminado el problema de la deuda y tenemos un
horizonte complicado hacia delante.
Quería hacer una sola pregunta, porque hay algo que no me queda claro del proyecto
enviado por el Poder Ejecutivo nacional. Dado que tenemos la posibilidad de dar el debate en
el recinto cuando se trate el proyecto es que allí daré las argumentaciones más de fondo;
ahora, solamente he planteado algunas de manera muy general.
En el día de ayer, en la reunión de Labor Parlamentaria se nos informó que ingresaba
por la Cámara de Senadores el proyecto que tenemos en este momento en tratamiento, en el
cual no se plantea ninguna cuestión relacionada con la jurisdicción; y que iba a ingresar la
cuestión del cambio de jurisdicción por la Cámara de Diputados de la Nación. Como en el
articulado que tengo no aparece el cambio de jurisdicción y dado que dicho cambio no ha sido
remitido a la Cámara de Diputados, la pregunta concreta que quería hacerles es si hay algún
cambio de posición en este sentido o esto va a ingresar en algún momento. Porque este es un
tema que también lo vamos a plantear en el recinto. Creo que la República Argentina nunca
debió haber resignado soberanía, como se planteó en el decreto de 2005 –esa fue una de
nuestra argumentaciones–, cuando se prorrogó jurisdicción a los tribunales de Nueva York.
Esa es la pregunta concreta que quería realizar.
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Sr. Presidente. – Gracias, señor senador Giustiniani.
Tiene la palabra el señor ministro.
Sr. Lorenzino. – Gracias, señor senador. Está bien la pregunta. Obviamente, no participé en
la reunión que usted menciona.
Quiero clarificar. Más allá de que creo haberlo dicho en mis intervenciones lo vuelvo
a repetir: el tema del cambio de legislación para aquellos bonistas que sí han ingresado al
canje es una opción absolutamente voluntaria y eventual. Lo que quiero clarificar es que no
hay en ese sentido ningún proyecto de ley porque eso está previsto ya en la normativa. No se
requiere. Insisto en que no es una cuestión actual o concreta. Pero, además, porque esa
atribución ya la tiene el Poder Ejecutivo a través de leyes que se han sancionado con
anterioridad. Esa opción, tal como la imaginamos, pretende ni más ni menos que cambiar
ninguna condición actual salvo la legislación, como usted lo mencionaba. Con lo cual, no hay
ningún incremento de deuda ni costo adicional ni margen respecto de lo que hoy existe. Ni
siquiera hay intervención de intermediarios financieros o bancos.
Esa es la razón por la cual no está habiendo ni va a haber un proyecto de ley.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra la señora senadora Escudero.
Sra. Escudero. – Gracias, señor presidente.
Tengo algunas dudas, señor ministro, que me surgen leyendo un poco el texto del
proyecto. En el fallo de Griesa de noviembre de 2012 el juez hace expresa referencia a
declaraciones suyas y de la presidenta donde dicen que Argentina va a pagar toda la deuda
canjeada, pero ni un dólar de la deuda que no entre al canje. Entonces, él dice que estos
desafíos y amenazas de no cumplir con la Corte representan la peor de las irresponsabilidades
de alguien que está frente a la Justicia. Después dice que, a pesar de eso, siguieron estas
declaraciones vehementes respecto de que no se va a cumplir con fallos contrarios a la
Argentina. Frente a eso, que dice clarísimo el juez y que es lo que va a analizar la Corte, me
preocupa el último párrafo del artículo 4°. Si bien estaba en la ley anterior de reapertura del
canje hoy, nos encontramos frente a un escenario distinto. Entonces, este párrafo que dice que
se prohíbe ofrecer a los tenedores de deuda pública que hubieran iniciado acciones judiciales,
administrativas, arbitrales o de cualquier otro tipo un trato más favorable que a aquellos que
no lo hubieran hecho podría ser el respaldo del Congreso al anuncio de la presidenta con
respecto a que no se va a cumplir con la sentencia de ningún tribunal en la medida que
signifique un trato diferente del de los bonistas que entraron en el canje.
Mi pregunta es si ese es el sentido de dicho párrafo. Mi pregunta está referida a si el
hecho de estar este párrafo en la ley va a ser el justificativo que dará la Argentina para no
cumplir un fallo contrario de la Corte porque la ley le prohíbe pagar en condiciones más
favorables que a los otros bonistas. Esa es una de las preguntas.
La otra pregunta es respecto del artículo 6° que establece este canje compulsivo de
títulos que no ingresaron al canje, que tampoco dijeron nada y que están en tribunales. Quiero
saber cuál es el sentido de este artículo, de qué porcentaje de bonos estamos hablando y si
este canje compulsivo no nos va a traer nuevos juicios y dolores de cabeza a la Argentina.
Eso por ahora; gracias.
Sr. Presidente. – Gracias, señora senadora.
Tiene la palabra el señor ministro.
Sr. Lorenzino. – Gracias, señor presidente.
Respecto de la primera pregunta, la interpretación es que todos los acreedores los que
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entraron y los que no- deben recibir exactamente el mismo tratamiento. En ese sentido, va
toda la argumentación que he hecho hasta ahora y toda la argumentación que hemos hecho
hasta este momento no sólo ante los estrados judiciales sino en nuestros contratos –de eso se
tratan los bonos emitidos en el marco de los canjes 2005 y 2010– con los bonistas que sí
participaron.
En sentido contrario –por eso yo hacía alguna referencia en este sentido–, el fallo no
sólo implica no diría un desconocimiento de las normas locales pero sí un reconocimiento de
que el derecho a cobrar de algunos acreedores está por encima del de otros acreedores.
Entonces, por eso en el fallo que usted tiene a la vista –no sé si en ese o en el del viernes– la
Cámara dice que el problema de los acreedores que entraron al canje no está en juego acá: si
tienen algo que decir, que vengan.
Entonces, el sentido que tiene ese párrafo que usted menciona –que, como bien dice,
es exactamente el mismo que estaba en 2005 y 2010-, ratifica la construcción jurídica que se
ha hecho respecto de la reestructuración de la deuda con el juego armónico de la Ley Cerrojo,
ahora este proyecto que estamos poniendo a consideración, las leyes de presupuesto y la ley
de administración financiera. Todas construyen esta posición.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra la señora senadora Escudero.
Sra. Escudero. – Mi preocupación es la siguiente. Si por ley, ya vamos a anticipar que no
vamos a pagar nada que difiera del tratamiento que ya les dimos a los bonistas que entramos
en el canje, es como decir que no vamos a cumplir el fallo de la Corte. Eso me preocupa
porque el país ahora está firmando nuevos convenios donde acepta legislación de otro país y
la jurisdicción de un tercer país, como es el caso de YPF-Chevron.
Sr. Lorenzino. – Señora senadora: se trata exactamente de los mismos contratos, de las
mismas prórrogas y de los mismos instrumentos que se emitieron en 2005 y 2010.
Lo que intento poner a consideración es que lo contrario sería destruir la posición que
hemos sostenido no ante las Cortes –insisto– sino con aquellos que participaron. Es ineludible
dentro de la reapertura. Lo que me parece que usted no está poniendo en consideración es
cómo va de la mano la reapertura con ese párrafo. Porque lo que usted está diciendo –y, de
hecho, esa es la posición que hemos sostenido- es que a los buitres, a los demandantes en este
juicio y en todos los que Argentina tiene vigentes, no se les dice que no se les va a pagar: se
les dice que se les va a pagar exactamente lo mismo que a los que entraron. Hasta ahora eso
era una promesa. Estamos viniendo al Congreso para que el Poder Legislativo nos habilite a
que esa promesa sea concreta.
Respecto del artículo 6º mi respuesta es exactamente la misma. Si usted quiere, con el
criterio de prudencia se incluyó la misma cláusula que estaba en las leyes anteriores para
mantener su vigencia. No tiene ninguna connotación extraña. Como usted lo manifiesta, esto
tiene que ver con determinados fallos judiciales locales y con una decisión que se tomó en el
año 2005, con la primera ley de cerrojo, de una solución determinada para aquellos que
estuvieran en la Justicia haciendo juicio respecto de los bonos en cuanto a los cuales se
reabría el canje. Si usted me permite la digresión, es como una aplicación local de lo
dispuesto en la ley para afuera. En ese sentido, el único ánimo que está detrás es que no
hubiera ninguna interpretación de que, al suspender a través de esta nueva ley, se hubiera
dado de baja esta prerrogativa, potestad o solución.
Sra. Escudero. – Del 6,5 del porcentaje de bonistas que no entraron al canje el 0,5 es el de
los juicios en Nueva York.
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Sr. Lorenzino. - ¡Claro!
Sra. Escudero. – Del resto: ¿hay otros que estén con demandas judiciales?
Sr. Lorenzino. – ¿Me está hablando de Nueva York o de acá?
Sra. Escudero. – En general. Decimos que el 7 por ciento no entró al canje. De ese 7 por
ciento de bonistas hay un 0,5 que es este de Nueva York. En cuanto al resto, ¿qué porcentaje
está con acciones judiciales también contra la Argentina?
Sr. Lorenzino. – Mire: no sé si le estoy entendiendo bien la pregunta, pero me voy a referir a
otros juicios, con otros o los mismos, pero no en este juicio, que están litigando contra la
Argentina en relación con los bonos que fueron defaulteados en 2001. ¿Esa es la pregunta?
–
La señora senadora Escudero realiza manifestaciones fuera de
micrófono.
Sr. Lorenzino. – Muy bien: es aproximadamente un 2,5 o 3 por ciento, considerando que el
ciento por ciento es el total que estaba en posición de ingresar al canje en 2001. ¿Está bien?
Es comparable con el 7 por ciento.
Sr. Presidente. – Un comentario de laboratorio y por el absurdo: si ese párrafo sobre el que
usted preguntaba se sacara, las condiciones no serían las mismas. De 2005 a 2010 no serían
las mismas. Por eso es imposible sacarlo, aunque pareciera que expresara otra cosa.
Sr. Lorenzino. – El 1º: no el artículo 6º.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Artaza, si se despierta...
Sr. Artaza. – Gracias, señor presidente.
No sabe lo que nos enerva a quienes hemos sido perjudicados por el sistema
financiero tantos años el hecho de estar tratando de beneficiar otra vez a fondos especulativos
que representan a los sectores financieros y a los banqueros, señor presidente.
Lamentablemente, al Fondo Monetario Internacional le hemos pagado, ante mis gritos
como ciudadano común, sin pasar por el Congreso de la Nación, sin quita. ¿Escucha bien,
señor presidente? Sin quita le hemos pagado al Fondo Monetario Internacional después de
estigmatizar un discurso de izquierda y pagar por derecha. Lo hicimos sin quita, sin haber
pasado por el Congreso de la Nación: pagamos 10.000 millones de dólares de las reservas de
todos los argentinos.
Luego, en la iniciación de este proyecto -en los fundamentos-, se habla de los 20.000
millones de dólares. Lo dijo la propia presidente también en una de las asambleas de apertura
de sesiones ordinarias del Congreso. Son 20.000 millones de dólares que supuestamente se
les pagaron a los ahorristas. ¡No! Se compensó; se indemnizó a los bancos. El Estado
argentino se hizo cargo de la deuda de los banqueros ante el pedido nuestro –de los
perjudicados- de que no se indemnice a los bancos.
¡Brindaron con champán los banqueros del Fondo Monetario; brindaron con champán
los banqueros argentinos cuando fueron compensados, indemnizados, por 20.000 millones de
dólares que hoy engrosan la deuda externa de los argentinos! Porque si sacamos conclusiones,
este gobierno tiene casi 51.000 millones, el gobierno de Menem, 67.000 aproximadamente, y
46.000 millones la Dictadura militar. Entonces, ¿saben lo que nos causa hoy otra vez estar
pensando que estos grupos especulativos están preparando el champán de nuevo a expensas
de todos los argentinos nuevamente? ¡Yo ni ebrio ni dormido pienso acompañar esto! Y lo
digo con todo respeto. No sé si va a conformarme. Seguramente tomaré el compromiso dentro
de mi bloque si hay un dictamen en minoría. Porque si algo tiene la democracia es una deuda
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social con la pobreza: con todas las necesidades no resueltas de los argentinos y de toda
Latinoamérica, señor presidente.
Por lo tanto, yo creo que otra vez los banqueros se aprestan a brindar con champán
porque los 20.000 millones con los que se compensó a los bancos, que supuestamente eran
para pagar a los ahorristas, no están en manos de los ahorristas: están en manos de los
banqueros que pudieron cambiarle a los ahorristas necesitados por otro dinero y después el
Estado se los hizo al valor nominal.
Sr. Presidente. – Senador Artaza: el senador Pichetto le pide una interrupción. ¿La concede?
Sr. Artaza. – Sí, cómo no.
Sr. Pichetto. – Senador Artaza: usted ha dado el primer discurso de la larga marcha. Casi
diría un acto revolucionario: “No le paguemos a nadie”. Realmente no es el camino lógico.
Yo entiendo su indignación -la comprendo- y la de mucha gente que quería romper la
vidriera de los bancos ante la situación, incluso, de muchos banqueros inescrupulosos en la
Argentina que se quedaron con los ahorros de un gobierno que no era el nuestro: “corralito”,
“corralón”, “corralón” más grande. Ahora, me parece que no es ésta la salida lógica. Es casi
un planteo nihilista el suyo: “¡ni loco, nunca!”.
Esto es lo que precisamente estamos tratando de resolver entre todos: como una
política de Estado ver si podemos pagarle a ese 7 por ciento que no ingresó en el canje y
normalizar las relaciones con los acreedores; asimismo, avanzar hacia otras instancias
también de endeudamiento para normalizar el país y para que definitivamente salgamos de
esa crisis gravísima que vivimos en 2001. Le digo la verdad: lo respeto mucho a usted y he
votado algunas de sus iniciativas en el terreno de reivindicación de los ahorristas frente a los
bancos, pero no creo que el camino sea decir “no le paguemos a nadie”.
Lo acabo de escuchar al senador Giustiniani por televisión diciendo “vamos a hacer la
investigación de la deuda externa”. Bueno, sí: indudablemente lo deberíamos haber hecho en
el 83.
Sr. Giustiniani. – Pido la palabra.
Sr. Pichetto. - Le doy la palabra al senador Giustiniani, usted sabe...
Sr. Presidente. – Perdón: la palabra la doy yo.
Sr. Pichetto. – Perdón.
Sr. Presidente. – Senador Artaza, ¿usted le concede la interrupción?
Sr. Pichetto. – No terminé todavía la interrupción.
Me parece que estos discursos atrasan: atrasan notablemente.
Sr. Artaza. – Señor presidente: ¿le puedo responder y después le doy la palabra al senador
Giustiniani?
Sr. Presidente. – Sí, sí.
Sr. Artaza. – La convertibilidad, o sea convertir dólares a pesos y pesos a dólares, que era
inviable –absolutamente inviable– y que la tomó el gobierno radical, eso lo dice la propia
presidenta en el fundamento del proyecto. La convertibilidad, que era inviable, es lo que nos
lleva a estas consecuencias.
Yo lo que estoy diciendo, señor presidente, en respuesta al senador Pichetto, es que
deberíamos tener una estrategia acertada; estrategia que nunca pasó por el Congreso de la
Nación, como indica la Constitución de la Nación. Porque ahora tenemos un problema: ahora
debemos 200 millones de dólares y debe empezar a tratarlo el Congreso de la Nación porque
vamos a tener estas mismas consecuencias de improvisación. Entonces, lo que estoy diciendo
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es que no deben ser siempre los privilegiados los banqueros ni los fondos especulativos, señor
presidente.
Debemos comenzar a tener una estrategia. Después de ese fallo estamos haciendo un
gesto a esos sectores especulativos. Debemos tener una estrategia ya para los 200 millones de
dólares que estamos debiendo en la Argentina para que no vuelva a ocurrir esta
improvisación; pero no creo que sean una prioridad estos fondos especulativos teniendo una
deuda social como la que tiene la democracia.
Le doy la interrupción al senador Giustiniani.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Giustiniani.
Sr. Giustiniani. – Gracias, presidente; gracias senador Artaza.
Sr. Presidente. – ¡Es una intervención a tres bandas ésta!
Sr. Giustiniani. – ¡Muy bien, es plural!
Sr. Presidente. – Como Ezequiel Navarra.
Sr. Giustiniani. – ¡Es plural; muy plural!
Senador Pichetto, señor presidente: el fallo del juez Ballesteros es de 2000. Y cuando
hemos expuesto otras cuestiones que nos han planteado como principistas e imposibles,
quiero recordar que en cuanto a gravar la renta financiera –que vengo proponiendo hace
cuatro años– desde la Jefatura de Gabinete se me dijo que iba a producir una corrida bancaria.
Por su parte, desde el bloque oficialista se me dijo que era una propuesta del siglo pasado.
Ahora, me alegra que anoche la presidenta haya anunciado que va a gravar una parte de la
renta financiera, aunque no todo lo que nosotros proponemos. Entonces, evidentemente no
eran propuestas ni tan utópicas ni tan ilógicas sino muy concretas. Por lo tanto, el análisis de
la legitimidad de la deuda en el estudio que ha hecho la República de Ecuador constituye una
suerte de ejemplo concreto de lo que estamos planteando para cumplir con el fallo del juez
Ballesteros.
Sr. Presidente. – Senador Artaza: si usted le permite, el senador Pichetto hace una acotación
y usted culmina con su intervención.
Sr. Artaza. - ¡Por favor!
Sr. Presidente. - Senador Pichetto...
Sr. Pichetto. – Realmente, me parece muy rica esta discusión tanto con el senador Giustiniani
como con usted, senador Artaza.
Yo digo: ¿cuál era el momento y la oportunidad histórica de analizar y de revisar a
fondo el proceso de endeudamiento, incluso de transferencia de deuda del sector privado al
Estado, por parte del ex presidente del Banco Central, que fue ministro de dos gobiernos: en
primer lugar, del nuestro; del gobierno de Menem; y, después, del gobierno de la Rúa? Era el
83/84. Cuando la democracia se hizo cargo, así como hubo valentías para asumir el proceso
de los juicios debería haberse revisado la legitimidad de la deuda externa. Ese era el momento
y esa era la oportunidad. Después de transcurridos treinta años entrar en esta discusión, en
este debate, me parece que no se ajusta a la realidad.
Hay algo que comparto con usted. ¿Sabe qué pasa? Que el señor de la Rúa, cuando fue
candidato, si hacemos historia, él mismo sostuvo el “uno a uno”. No fue un gobierno de
fractura. Debería haber sido un gobierno de fractura con la historia. ¡Hasta debería haber
traicionado el discurso de campaña! El concepto de traición a veces es valioso. ¿Sabe por
qué? Porque significa cambio: significa una actitud inteligente frente a una realidad
económica y financiera que estaba terminada cuando finalizó el gobierno de Menem. La
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convertibilidad –el uno a uno– estaba agotada porque la economía productiva del país -los
campos; todos los que hoy protestan, que han podido tener ganancias extraordinarias, rentas
extraordinarias– estaba liquidada y endeudada con el Banco Nación. Entonces el señor De la
Rúa, en lugar de poner a Machinea como ministro de Economía –quien hizo un ajustazo, bajó
el sueldo a los jubilados y metió un impuestazo ni bien entró-, debería haber salido de la
convertibilidad. Seguramente hubiera terminado su mandato.
Sr. Presidente. – ¿Terminó, senador Pichetto?
Sr. Pichetto. – Sí.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Artaza, así termina su intervención.
Sr. Artaza. – Es cierto: parece ser que de los treinta años de democracia, en los que el
radicalismo gobernó solamente siete, parece ser que tenemos la culpa de todo, y no teníamos
mayoría legislativa en aquel momento. De todas maneras, nos hacemos cargo de lo que nos
pasa y ahora estamos construyendo nuevos aciertos. Pero voy a aprovechar la inteligencia de
quienes están aquí para redondear la cuestión cuando digo que los banqueros no vuelvan a
brindar con champagne mientras la Argentina no tiene todavía respuesta a la pobreza y al
subdesarrollo.
Insisto con que tenemos que abordar ya el tema de la deuda porque este es el ámbito:
el Congreso de la Nación. Se ha hecho en Europa, se está haciendo en Estados Unidos. Se
subsidió a los bancos, se los sacó de la crisis, pero el Estado buscó herramientas. Eso es lo
que pregunto: si en algún momento contemplan ustedes una herramienta para que el sistema
financiero -los bancos beneficiados- le devuelvan al Estado argentino esa compensación. Lo
propongo siempre en el Senado y no he tenido éxito ni acompañamiento hasta ahora. Pero así
como estamos hablando de una renta financiera también lo hacemos en cuanto a que vuelva
ese dinero con el que el Estado salvó a los bancos. ¿Por qué? Porque se hizo cargo de 20 mil
millones de dólares antes que de los jubilados, antes que de los trabajadores y antes que de un
montón de cuestiones no resueltas.
Y, segundo: cuál es el grado de éxito que ustedes creen que va a tener este gesto del
Congreso con la esta apertura del canje; asimismo, cuál piensan que es el éxito que podrá
tener del otro lado, ante la respuesta judicial que da la Cámara en los Estados Unidos; gracias.
Sr. Presidente. – Senador Artaza: no quiero interrumpir ni impedir que le contesten lo que
usted pretende; pero el objetivo de este plenario es tratar la modificación de la 26.017, que es
la segunda apertura del canje original, sostenida en los mismos términos precisamente para
que se concrete y consolide la igualdad del trato con el 93 por ciento que ya se presentó a ese
canje.
No tiene que ver con esta discusión que usted está planteando, y nos vamos a correr a
una situación que va a abrir una puerta que no tiene mucho sentido que nos pongamos a
discutir en este momento. Con lo cual lo invito, si le parece, a debatirlo en otro momento y
sigamos con el canje. De lo contrario, nos vamos a ir hacia temas que no son los que
precisamente están arriba de nuestra mesa de discusión en este momento.
Estamos hablando del canje y de una ley específica que se abre al efecto de que puedan
incorporarse aquellos que ni en 2005 ni en 2010 tomaron esta opción como válida per se.
Queremos hacer esto, si le parece bien.
Sr. Artaza. – Le agradezco su aclaración; pero sería pertinente porque los recursos que
vamos a utilizar para pagar de algún lado podrían salir. Siempre que uno hace una ley que
necesita recursos, tenemos que ver de dónde salen. Una idea sería que los banqueros se
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hicieran cargo del salvataje que recibieron. Por eso lo propongo, señor presidente, desafiando
un poco la inteligencia de los jóvenes…
Sr. Presidente. – Pero las propuestas están tomadas.
Tiene la palabra el senador Rodríguez Saá.
Sr. Rodríguez Saá. – Gracias presidente.
En primer término, comparto la descripción de la gravedad del tema de la deuda
externa, utilizada como política de sometimiento de los pueblos para empobrecerlos y
dominarlos. Esto está ligado a un concepto que va asociado permanentemente, que es el de la
corrupción. Son los perversos intereses financieros internacionales los que dan los préstamos
y los socios corruptos de adentro de los pueblos que se prestan a las maniobras.
Como se ha hablado mucho del tema de asimilar este procedimiento de canje a lo que
sería en el Derecho Comercial una quiebra, quiero decir que toda quiebra empieza con la
verificación de los créditos, que es lo que pedía el fallo citado del juez Ballesteros en el “caso
Olmos” y es lo que se propuso en 2001: analizar a quién le debíamos y cuál era la legitimidad
de esa deuda.
No comparto las expresiones del senador Pichetto en el sentido de que había una
oportunidad -que es la que él piensa. para hacerlo. Oportunidad hubo siempre; y quizás una
de mis más grandes críticas es que no se hizo cuando se iba a comenzar este canje.
¿Qué deuda se canjeó? Porque también se canjearon a fondos buitre y a muchos
argentinos cuyos nombres queremos conocer. Entonces, más que una pregunta va un pedido:
quisiéramos saber los nombres de quienes canjearon la deuda –tenemos derecho a
conocerlos–, y los nombres de los fondos buitres. Me refiero a las personas, a los seres
humanos que están detrás de las sociedades reclamando estas cuestiones.
Asimismo, creo que se elude un tema sustancial. Hemos caracterizado la gravedad de
la deuda externa y no hablamos de una consecuencia muy grave de este canje y de lo que se
está proponiendo: la prórroga de la jurisdicción. La prórroga de la jurisdicción es establecer
que lo que se hace no se va a regir por la ley argentina sino que se regirá por la ley de Nueva
York y que no lo juzgan los jueces argentinos sino los jueces de Nueva York. Esto se va
transformando en una práctica que desde mi punto de vista es mala porque la misma prórroga
de jurisdicción, con algunas variantes, está en el contrato de Chevron, donde va a ser un
tribunal arbitral de Paris4 con las leyes de Nueva York. Y ya tendremos dentro de algunos
años los gravísimos problemas de las discusiones cuando los jueces parisinos hagan lo que
nos hace Griesa en Nueva York.
Voy a corregir una cosa que puntualizó el ministro cuando dijo que la sentencia es
contra todos los argentinos. Sí: los fracasos son de todos los argentinos y los triunfos son nada
más que del kirchnerismo. ¡No, no, no! Anoten el fracaso. En esta renegociación hay un ítem,
que es un fracaso, que es este. Y a esto me voy a referir brevemente porque no comparto lo
que dijo el senador Pichetto cuando interrumpió al senador Sanz.
Tengo la traducción, pero no sé si será la oficial. Entonces, yo voy a leerla; pero,
reitero, no sé si es la traducción oficial. Por lo tanto, voy a pedir que antes de la sesión pueda
disponer de la traducción oficial del fallo de Griesa y del fallo último del tribunal de Nueva
York. Griesa dice: Este tribunal conservará su jurisdicción para supervisar y hacer cumplir
esta orden y, notificando a las partes, modificarla, enmendarla o ampliarla como lo exija la
Justicia para cumplir con sus propósitos de imparcialidad y tomar en cuenta los cambios
materiales de las circunstancias, incluido cualquier incumplimiento por parte de la República
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del Párrafo 2 de la presente.
En otra parte, indica: Sin duda, se presenta una circunstancia fuera de lo común del
carácter más grave con las continuas declaraciones de la presidente de Argentina y los
miembros de gabinete de Argentina: no respetará ni cumplirá los fallos actuales del Tribunal
de Distrito y del Tribunal de Apelaciones en el litigio del que Argentina es parte. Es la
opinión del Tribunal de Distrito que esas amenazas de incumplimiento no pueden desoírse y
que es necesario tomar medidas.
Continúa expresando: Después de la debida reflexión, el Tribunal ha resuelto que
deben tomarse las siguientes medidas. El Tribunal considera que la orden respecto de los
pagos tasables debe entrar en vigencia lo antes posible. Cuanto menos tiempo se dé a la
Argentina para idear medios de evasión más seguridad hay de que no se realizará tal evasión.
Obviamente, son palabras muy agresivas de un juez: la reacción ante una acción.
En otra parte, dice: Desde el momento del fallo del Tribunal de Apelaciones del 26 de
octubre de 2012, los más altos funcionarios de Argentina declararon que Argentina pagaría a
los bonistas del canje pero no pagaría un solo dólar [por eso dije que discrepaba con lo que
dijo el senador Pichetto] a los tenedores de los bonos FAA originales. La presidente Cristina
Kirchner efectuó esa declaración. El ministro de Economía Lorenzino declaró que, pese a
cualquier fallo de cualquier jurisdicción, Argentina no pagaría a los bonistas FAA.
En otra parte, indica: El 9 de noviembre de 2012, el Tribunal se reunió con los
abogados y preguntó al letrado de Argentina si los informes de prensa con las declaraciones
anteriores eran correctos. Como respuesta el abogado pasó a otros temas, dando a entender
que los informes no eran desmentidos.
Sr. Pichetto. - ¿Me permite una interrupción?
Sr. Presidente. – Un segundo: ¿le concede una interrupción al senador Pichetto?
Sr. Rodríguez Saá. – Cómo no.
Sr. Presidente. – Para una interrupción, tiene la palabra el senador Pichetto.
Sr. Pichetto. – Es un comentario periodístico sobre el fallo: no es el fallo.
Sr. Rodríguez Saá. – ¡No, es el fallo!
Sr. Pichetto.- ¡No es el fallo!
Sr. Rodríguez Saá.- ¡Este es el fallo! Por eso senador Pichetto, con todo respeto…
Sr. Pichetto. – Me parece que hay mucho de comentario periodístico. Habría que ver el
original.
Sr. Rodríguez Saá. – ¡No, este es el fallo, que sería bueno que lo leyeras porque sos un buen
abogado! Sería bueno que lo leyeras. Por eso pido la traducción oficial: porque, obviamente,
puede ser una traducción interesada. Pero si es el fallo, comprendamos que es muy grave.
Entonces, lo tenemos que tomar con la seriedad debida.
Porque, ¿cuál es el futuro que tenemos? ¿Cuál es el futuro que tenemos? Primero,
hemos prorrogado la jurisdicción; nos hemos sometido a los tribunales de Nueva York;
hemos aceptado… En otra parte del fallo, o en otro fallo, Griesa le pregunta a los abogados
argentinos: ¿La Argentina ha prorrogado la jurisdicción y aceptado las leyes del Estado de
Nueva York? “Sí”. ¿Ustedes aceptan a este juez como juez de la causa? “Sí”. Bueno, si
hemos aceptado la ley, si hemos aceptado el juez, estamos sometidos en un sistema
internacional a la seguridad jurídica, que para el mundo…
Sr. Presidente. – Senador Rodríguez Saá: ¿me permite hacer una acotación?
Sr. Rodríguez Saá. – Adelante.
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Sr. Presidente. – Cuando usted dice “prorrogamos la jurisdicción” sepa usted que se
prorrogó la jurisdicción porque los bonos habían prorrogado la jurisdicción.
Va de suyo que usted no puede ir por una renegociación y pretender cambiar la
jurisdicción a la propia jurisdicción. No tenía más remedio que…
Sr. Rodríguez Saá. – ¡Perdóneme! ¡No, no, no! Dogmatismo, no. Acepto su cátedra, pero
dogmatismo no: racional.
Sr. Presidente. – Todos los bonos tenían prorrogada la jurisdicción, senador.
Sr. Rodríguez Saá. – Todos los bonos tenían prorrogada la jurisdicción, establecían los
intereses usurarios del riesgo país y establecían una sarta de estupideces que afectaban…
Sr. Presidente. – ¡Muy caras; estupideces cara!
Sr. Rodríguez Saá. –… que afectaban enormemente al pueblo argentino, suscripto por
diferentes gobiernos, con diferentes ministros y con diferentes negociadores…
Sr. Presidente. – Totalmente.
Sr. Rodríguez Saá. –…, seguramente todos ricos: seguramente todos ricos.
Hubo una oportunidad en la que se renegociaron las condiciones: se renegoció el valor
–70 por ciento–; se renegoció el interés; se renegoció la forma de calcular el interés, y la
relación entre el Producto Bruto y la inflación, etcétera. Se renegociaron muchas cosas.
También se pudo renegociar la prórroga de jurisdicción. Entonces no es una cuestión
secundaria, presidente de la Comisión: en la negociación se cometió un grave error, que lo
estamos pagando.
Segunda cuestión: esta política se sigue aplicando. ¿Por qué en Chevron –aunque se
los digan cincuenta veces se van a hacer los que no escuchan– están prorrogando la
jurisdicción a un tribunal en Paris con las leyes de Nueva York? Entonces, tarde o temprano,
por un tema ambiental, por un tema de interpretación, por un tema laboral, por un tema de
soberanía o por cualquier cosa podemos tener problemas. Entonces yo critico, con el derecho
que tengo como ciudadano argentino y con la obligación que tengo como senador nacional,
que se ceda la jurisdicción en temas tan delicados: nada más ni nada menos que el
instrumento de dominación de los pueblos, que es la deuda externa, y nada más ni nada
menos que en el petróleo, motivo de guerras en el mundo. Me parece que es sumamente
grave.
Sr. Presidente. – Senador Rodríguez Saá: le pide una interrupción el senador Pichetto.
Sr. Rodríguez Saá. – Cómo no.
Sr. Presidente. – Para una interrupción, tiene la palabra el senador Pichetto.
Sr. Pichetto. – El tema de la jurisdicción tiene que ver con la situación de default del país, la
pérdida de credibilidad en el contexto mundial de la Argentina y fundamentalmente con la
mecánica de renegociación con el banco pagador. Ese es el motivo por el cual la Argentina
acuerda con los acreedores, coloca la jurisdicción de Nueva York y pone al Bank of America
para pagar. Es producto de la debilidad en la que nos encontrábamos en 2001, y es el marco
imprescindible y necesario para hacer la renegociación con los acreedores. ¡No hubieran
confiado el pago en el Banco Nación!
Estamos intentando sanear ahora, precisamente, para que los acreedores que ya
aceptaron el canje hagan lo propio con el cambio de jurisdicción hacia el Banco Nación en
Argentina.
Sr. Rodríguez Saá. – Entonces, hablémosle al mundo y a los ciudadanos argentinos en otros
términos, con un poquito más de humildad.
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Sr. Pichetto. – Bueno…
Sr. Rodríguez Saá. - Tuvimos que negociar en estas condiciones porque la Argentina estaba
débil, no porque somos unos guapos que encaramos al mundo y que vamos a hacer lo que
queremos.
Este es el sentido que yo interpreto del planteo del senador Sanz en la crítica al equipo
económico. Si tuvimos que negociar en esas condiciones; si tenemos que negociar con
Chevrón en esas condiciones, digámoselo al pueblo argentino. Expliquémosle que
negociamos en esas condiciones porque estamos débiles ante el mundo; porque nuestra
relación con el mundo no es la mejor, no porque somos re vivos...
Sr. Pichetto. ¡Estábamos en default, senador! Si usted lo sabe perfectamente.
Sr. Rodríguez Saá. ¡No, pero en este momento! Senador Pichetto: no cambie el tema, no
cambie el tema…
Sr. Pichetto. ¡Fuera del mundo!
Sr. Rodríguez Saá. ¡En Chevrón no estamos fuera del mundo!
Sr. Pichetto. El lugar en el que nos quiere ocupar el senador Artaza que, como Mao, inició
hoy el discurso de la larga marcha no sé por dónde: ¡por el territorio chino! Hacer la
revolución sin pagarle a nadie. Pero, ¡por favor!
Sr. Rodríguez Saá. – Discútalo con el senador Artaza.
Continúo con el uso de la palabra.
Sr. Presidente. Continúe, senador, por favor.
Sr. Rodríguez Saá. Por último, tampoco comparto lo del desendeudamiento.
Miren, para que el ama de casa lo entienda bien: si yo debo 155 pesos y pago 150 no
puedo deber 200 pesos porque la matemática dice que si debía 155 pesos, pagué 150, no me
endeudé en un solo dólar palabra de Pichetto y ahora debo 200 pesos, una cuenta está mal.
Entonces, esa cuenta que está mal es la que tienen que explicar.
Según un cuadrito que sacó La Nación ayer a mediados de 2012 debíamos 193.797
millones de dólares. El Ministerio de Economía da un informe parecido de la deuda que tiene
el pueblo argentino: en 2001, debíamos 155 mil millones. Entonces, debemos más; no
debemos menos.
Si lo comparamos con el Producto Bruto Interno explicaciones de los economistas
para envolvernos y explicarnos lo inexplicable...
Sr. Presidente. Senador Rodríguez Saá: está haciendo una comparación que cada vez que
la hacemos es imposible evitarla.
Usted está planteando una deuda al 2001 que nunca le cargo a su cuenta porque estoy
convencido de que nunca tuvo nada que ver...
Sr. Rodríguez Saá. ¡No tuve nada que ver!
Sr. Presidente. … de 155 mil millones de dólares a 15 por ciento de una moneda dura, ¡y
usted está hablando de una deuda de una moneda blanda!
Sr. Rodríguez Saá. ¡Si no pagamos los intereses!
Sr. Presidente. Senador: la situación es absolutamente distinta; pero termine, por favor.
Sr. Rodríguez Saá. Sería bueno que me dejen terminar.
Me parece a mí que es un tema que tenemos que hablar con la verdad, porque la deuda
es un tema muy grave, enormemente grave, y las consecuencias que podemos tener son
sumamente graves para todos los argentinos.
Entonces, no es que los triunfos son del kirchnerismo y las derrotas las tendremos que
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pagar todos los argentinos. Como las derrotas las tendremos que pagar todos los argentinos,
les pido que reflexionemos y que hagamos las cosas para evitarlas. Bajemos los decibeles,
actuemos con corrección y busquemos enmendar las cosas que se han hecho mal para
corregirlas y no seguir persistiendo en el error.
Como estamos a tiempo en el caso de Chevrón, advierto que la prórroga de
jurisdicción, además de otras implicancias, puede ser sumamente grave para los intereses
argentinos. Cuando el pueblo de Neuquén o algún otro quiera reclamar por algún daño
ambiental deberá recurrir al Tribunal Arbitral de París de la Cámara de Comercio y regirse
con las leyes de Nueva York. ¡Con esto, gran negocio de los estudios jurídicos! No sé si a eso
apuntaría la pregunta del senador Morales, pero lo cierto es que los pobres pueblos de
Neuquén tendrán que contratar abogados parisinos que sepan las leyes de Nueva York; y
todos sabemos que cuestan muchos dólares.
Entonces, la prórroga de la jurisdicción es un tema grave: la que hicieron los otros
gobiernos y las que hizo este gobierno también; gracias.
Sr. Presidente. Tiene la palabra el secretario de Política Económica.
Sr. Kicillof. Contesto brevemente.
En primer lugar, comparto con el senador la tendencia de muchos economistas a
envolver al público no especializado, pero justamente no la comparto para este caso que
planteaba; y le explico por qué. Porque si usted debe mil pesos y su ingreso mensual son 200
millones de pesos, la deuda es pequeña. Ahora bien, si usted debe mil pesos pero su ingreso
mensual es 200 pesos, comprenderá que la deuda es grande. A nivel países pasa exactamente
lo mismo: una deuda de 155 mil millones de dólares, con un Producto Bruto de 90 mil
millones de dólares, es una deuda impagable; una deuda de 190 mil millones de dólares, con
un Producto Bruto de 500 mil millones de dólares, es una deuda que está por debajo de la
mayoría de las deudas de la región, por debajo de las deudas internacionales, por debajo de la
de los países que están con problemas.
Hablando de valores absolutos y nominales, la verdad es que se pierden las
dimensiones. Si yo debo dos millones de dólares, es mucho; si el país tuviera una deuda total
de dos millones de dólares, es poco. Así que evidentemente hay que compararlo con el
ingreso. Esa es la diferencia cuando decimos que la deuda cayó con respecto al Producto
Bruto. Para que lo entienda la población y doña Rosa, como usted decía: si el Producto es
diez veces más grande, la deuda es menor como carga sobre los ingresos que tiene y es
pagable, por tanto. Esas son las relaciones clásicas de deuda. Así que dejémolos claro: al 12
de diciembre de 2012 la deuda pública total representaba un 44,9 por ciento. La deuda pública
total incluye deudas con extranjeros y con nacionales, con privados e intraestatal, y en
moneda extranjera y en moneda local. Así que todas esas posibilidades son atributos de una
misma deuda. A veces se empiezan a mezclar esos puntos, que son de vital importancia. ¿Por
qué? Porque la deuda total sobre el Producto Bruto, a diciembre de 2012, era 44,9 por ciento;
un ratio de endeudamiento muy bajo si se lo compara con muchísimas experiencias actuales a
nivel mundial, incluido los Estados Unidos, por ejemplo, que tiene una relación deuda-PBI
muchísimo más elevada, que habla de la capacidad de pago. Hay otras capacidades de pago:
por ejemplo, la deuda contra las reservas. Es un ratio medio abstracto, porque la verdad es
que nunca van a liquidar toda la deuda y las tendrás que pagar con reservas, pero es una
expresión de cómo es tu capacidad de pago en moneda.
En 2001, era 836 por ciento; a diciembre de 2012, 139 por ciento. La deuda externa
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sobre las exportaciones era de un 300 por ciento y hoy de 62 por ciento. ¿Por qué se la
compara con esto? Entonces, la deuda total, en relación al Producto, se redujo.
Por otra parte lo que resulta muy importante no para envolver a nadie sino para
explicar los conceptos es la composición y la denominación de la deuda: o sea, a quién se le
debe y en qué moneda. Convengamos que no es lo mismo para la Argentina deber en dólares
que en pesos; al igual, que no es lo mismo deberle al Fondo Monetario Internacional que al
Banco Central. Por más que uno tenga cualquier concepción resulta claro que no es lo mismo.
Quiere decir que el país no se pondrá de rodillas por deuda en pesos con el Banco Central,
como usted mismo decía.
Entonces, es muy importante este ratio: la deuda pública externa sobre el Producto
Bruto era 95 por ciento en diciembre de 2002 y, en diciembre de 2012, era 13 por ciento.
Ahora, la deuda en moneda quedará en 8 por ciento del Producto. Esa es la deuda en moneda
fuerte con privados. Como bien aclaraba el ministro, es la deuda más peligrosa para un país:
aquella que obliga a España, a Grecia y a Portugal a tener que traer a los acreedores externos
y discutir. Un modelo distinto es el que usa la capacidad de ahorro interno para financiar al
Estado en el largo plazo. Porque tampoco van a pretender que el Estado no se endeude con
nadie: ni siquiera con oficinas que tienen esa capacidad, como un banco del propio Estado.
¿Por qué lo endeuda? Porque sería una ridiculez, desde el punto de vista económico, abonar
todos los gastos, aun los gastos de capital, con ingresos corrientes. Entonces, no tiene sentido.
Como bien dijo el ministro, no todo endeudamiento es malo. Claramente, el peor es
con organismos externos para financiar el déficit recurrente en moneda fuerte. Esa es de las
que no podés salir: es una trampa. Esta otra, -por caso- cuando uno se endeuda con el Banco
de la Nación Argentina para construir una ruta, no es que haya que engañar a nadie: resulta
lógico. Como todo el mundo sabe, los bancos centrales tienen como cualidad financiar a su
Estado. Así nacieron y lo tienen que financiar a largo plazo. Entonces, que estemos
endeudados con oficinas del propio Estado no es raro. Agrego algo: parte de esta deuda eran
las AFJP, que ahora eso pasó al Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que efectivamente
financia obras muchas veces. Porque, de nuevo: ¿qué quieren? ¿Qué ese fondo esté congelado
en pesos constantes y sonantes en una bóveda? ¡No! Se usa para financiar obras que tienen
algún retorno, entre otras tantas cuestiones. De hecho, esto es lo que hacen los fondos
soberanos como el de Noruega. Son los fondos soberanos, y pasa eso. Incluso, prestan para
afuera, prestan para donde sea. Esa es la primera cuestión. Así que no es cierto que una
misma magnitud de deuda sea comparable con otra, en diferentes circunstancias económicas:
no es cierto.
Y la otra, la cuestión de no pagar un solo dólar, que se cita en los fallos, que decía el
senador Pichetto que tiene que ver con la prensa: hice una distinción que me parece que es
muy importante entre buitres y holdouts, porque en el momento en que se cayó en default
todos los tenedores de deuda estaban fuera de una renegociación y de un título que tuviera
cumplimiento.
Sr. Lorenzino. – (Fuera de micrófono.) El 66 por ciento.
Sr. Kicillof. – Tenían títulos en default, entraron y empezaron a cobrar. Pero ahí,
naturalmente, hubo gente que por diferentes motivos…Por eso, cuando preguntaban cuánto
del 7 por ciento va a entrar y no va a entrar: y, ¡no sé! Es el mismo tipo de pregunta que
cuánto del restante 24 por ciento iba a entrar cuando se hizo el segundo canje. Lo cierto es
que entró mucha gente. ¿Por qué habrá entrado? Porque vio nuestra capacidad y voluntad de
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pago; porque vio que la deuda tenía algún rendimiento y, con quita y todo, era mejor que
quedarse esperando. Entonces, optaron por la salida razonable que era acompañar el esfuerzo
del gobierno argentino.
¿Qué es un fondo buitre? Es quien compra los bonos simplemente para litigar y
obtener el total de lo que se adeudaba inicialmente. Esto del rendimiento de 1.400 por ciento.
Si alguno de estos que hoy llamamos “fondos buitres” entrara al canje de deuda se habría
convertido en un holdout: es decir, en alguien que se quedó afuera pero ante la oportunidad
volvió a entrar.
Entonces, ¿qué es lo que dijo la Presidenta que no estamos dispuestos a pagar? Más
que lo que le pagamos a todos los demás. Así que si estos tenedores del 7 por ciento
reingresan al canje -sin voluntad de eludir ninguna legislación de ningún lado- y empiezan a
cobrar los bonos que se emiten en el canje dejan de ser de la parte que no es que se está
aviniendo al contrato que cerramos con el 93 por ciento, dejan de ser los que no se avienen y
pasan a venirse. Y, en ese caso, la Argentina siempre tuvo voluntad de pago: porque la
Argentina siempre tuvo voluntad de pago con aquellos que se avinieran a una negociación
con la quita y con las nuevas condiciones. El problema son aquellos que han buscado una
ventaja de esa situación de la Argentina. Sin hacer juicio de valor, han buscado una ventaja.
Sr. Lorenzino. – Perdón, presidente: ¿puedo complementar? Porque tenía algunas cuestiones
más que me gustaría abordar, senador.
Voy a empezar por esto último y seré muy breve. Más allá de la explicación que hizo
Axel, quería complementarla. Como usted dijo, para que todos lo entendamos, si usted en
algún momento es desempleado, cobra la AUH, va a una caja de crédito y pide un préstamo a
tasas usurarias y le dan cuatro sueldos, está muy endeudado. Si después tiene suerte o se han
dado las condiciones -consigue un trabajito, progresa- y la cuota de crédito que tomó
representa el diez por ciento de su sueldo la pregunta que le hago es si está más endeudado o
menos endeudado. Seguramente, usted me responderá que está menos endeudado,
independientemente de los nominales.
Ahora bien; como también es importante el tema de los nominales considero de peso
abordar esa cuestión. Usted dice que tenemos más deuda. Ya no voy a repetir la explicación,
pero creo que usted también ha dicho que la deuda con privados es distinta en muchas
circunstancias. Insisto, no me extiendo.
En 2002, la deuda con privados de la República
Argentina era de aproximadamente 117 mil millones de dólares; en 2012, de 56 mil millones
de dólares. O sea, 59.800 millones de dólares menos le debemos al sector privado. Eso es
desendeudamiento, junto con la otra explicación: 115 millones de dólares por semana de
menor deuda con privados. Eso es desendeudamiento.
Con respecto a la prórroga de jurisdicción, que también me parece un tema interesante
y creo que fue abordado muchísimo, usted pedía no hablar de dogmatismo y la verdad lejos
está de nosotros hablar de dogmas en este tema.
El senador Fernández hacía una referencia al proceso de reestructuración y qué era lo
que estábamos reestructurando. Desde hoy, y mirando lo que pasó, digo que debería haber
sido muy difícil salir de donde se largó y pretender en ese proceso de reestructuración no
solamente pedirle un 65 por ciento de quita, baja de las tasas, “bla, bla, bla” sino también
decirles: “Además, la jurisdicción que te había dado, no te la doy. Te voy a poner mi
jurisdicción”. En un proceso de negociación -y créame que tengo alguna experiencia en
términos de negociación-, lo veo complejo hoy en ese momento.
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Más allá de eso, quiero decirle dos cosas. Primero, la prórroga de jurisdicción que se
otorgó en 2005 a los mismos tenedores de títulos que tenían una prórroga de jurisdicción –
que, como usted bien señala, era absolutamente amplísima- fue mucho más restringida –
mucho más restringida- que la que tenía.
Otra cuestión es que fue debatida y ratificada por este Congreso. Porque el artículo 7°
de la ley 26.017, que es la que estamos reformando en este momento, ratifica el Decreto 1.733
del 9 de diciembre de 2004 que incluyó, entre otras cosas, la prórroga de jurisdicción.
Con respecto a los fracasos y los éxitos, ¡no! No estamos compartiendo sólo los
fracasos, como usted los califica. Creo que el éxito de La Fragata también es un éxito de
todos los argentinos; y desde este punto de vista lo vemos: el éxito de La Fragata, el éxito de
las embajadas, el éxito de la muestra itinerante del Tango 01. Hay varias. Ni siquiera me
gusta hablar de éxito o fracaso; pero si lo pongo en esos términos, quiero decirle que para
nosotros La Fragata no es un tema de gobierno sino de los argentinos.
Respecto de dos cuestiones que solicitó. ¿Quién entró al canje? Fue una preocupación;
y acá me hago cargo concretamente, porque en 2005 no fue de esa manera. Con la
reestructuración de 2010 nos pusimos muy encima de esa cuestión porque sabíamos del
interés que había y podía haber en todos los argentinos sobre quién entró y quién no.
No solamente diseñamos un mecanismo. De hecho, no es la primera vez que fue algo
inédito, porque la reestructuración de la Argentina fue en muchos aspectos inédita. Lo cierto
es que se trató de un mecanismo que permitió en una reestructuración de deuda –creo que en
lo privado también, pero soberana seguro- no sólo identificar concretamente a cada una de los
participantes del canje. Además, inmediatamente después de haber sido cerrado el canje, fue
informado al Congreso de la Nación y obra en el Congreso de la Nación. No quiero hablar de
más, pero creo que fue enviado a la Cámara de Diputados, que fue quien lo solicitó. Está en el
Congreso. Recuerdo que se lo mandamos a Marconato, cuando estaba en la Comisión de
Presupuesto de Diputados. Está en el Congreso; pero además -y fundamentalmente- está en la
AGN, que es el órgano de contralor legislativo de los actos del Poder Ejecutivo. Me consta
que lo han analizado y, obviamente, está a disposición de los señores senadores. Sin perjuicio
de ello, también está en el Ministerio y se lo podemos mandar cuando usted lo pida.
Con respecto a la traducción de los fallos, por supuesto que le vamos a acercar una
traducción.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el senador Fuentes.
Sr. Fuentes. – Senador Rodríguez Saá: escuché su intervención con respecto a la prórroga de
jurisdicción del convenio YPF-Chevrón. Forma parte de una política de la empresa Repsol el
intento de aislamiento y fracaso de YPF en la apertura de negociaciones como empresa con
otros grupos de capital.
Si YPF estuviera operando en el área del golfo de México como contratista de una
empresa que tiene una concesión, celebraría los contratos y aceptaría las jurisdicciones que en
el uso comercial se le impone. Es común y normal que entre empresas se celebren acuerdos.
Entonces, lo que deliberadamente se ha hecho acá es confundir con muy mala intención la
naturaleza de los convenios que se están celebrando. Son tres convenios totalmente distintos.
Hay un convenio entre la Nación y la provincia del Neuquén por el cual, sobre la base del
desarrollo de un emprendimiento petrolero, la Nación invierte 1.000 millones de pesos en un
plazo abreviado en 63 obras en un triángulo conformado por tres localidades. Ese es un
convenio.
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El segundo es un convenio operativo para conformar el cluster operacional entre
Chevron e YPF, que es un convenio de empresa a empresa. Lo que la Legislatura del
Neuquén comenzó a tratar hoy es el convenio entre la provincia titular del yacimiento e YPF,
concesionaria del yacimiento. La responsabilidad ambiental y de la inversión es de YPF. No
se prorroga ninguna competencia ni jurisdicción. Los daños ambientales que se produzcan
son responsabilidad del titular de la concesión. Entonces, ante la provincia, el responsable de
la explotación es YPF. Para poder explotar YPF se asocia, en función de la tecnología y el
capital, con una empresa, pero sigue siendo YPF la responsable de eso. Por eso,
deliberadamente se ha mal confundido la información, como con las cláusulas reservadas. Es
evidente que en un mundo competitivo y despiadado, como lo es el mundo del petróleo, las
empresas celebran convenios donde no anticipan los datos a la competencia porque están
todos sentados esperando ver en qué términos se hace para ver luego cómo ofertan. Entonces,
las llamadas “cláusulas reservadas” no son las que trata la Legislatura neuquina.
Por la Constitución del Neuquén, el órgano competente para aprobar la extensión de
una concesión es la Legislatura y hoy lo está tratando. En ese convenio no hay ninguna
cláusula reservada ni ninguna prórroga de la jurisdicción. Es responsable YPF y son los
tribunales del Neuquén porque es la provincia la propietaria de su medio ambiente.
Quería explicar esto porque deliberadamente se lo mal confunde esperando que
fracase. En este momento hay disturbios en mi provincia, en la Legislatura, porque se intenta
evitar que sesione democráticamente para aprobar el convenio entre la provincia e YPF. Hay
identificados y se han hecho las denuncias respectivas; se trata de organizaciones que han ido
de Buenos Aires a provocar esos disturbios.
Deseo señalar que hay una política coherente por parte de Repsol que financia esos
disturbios. Es más, hay candidatos de la oposición, que no los voy a mencionar ahora, que
coincidentemente con la presentación que hicieron los abogados de Repsol ante el CIADI,
demandando a YPF por el convenio con Chevron, han presentado acciones legales en el
mismo sentido. Quería aclararle eso, señor senador. Nada más.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Rodríguez Saá.
Sr. Rodríguez Saá. – Mi planteo sobre la prórroga de jurisdicción no tiene nada que ver con
el tema de lo que está ocurriendo en Neuquén en este momento –y está planteado–, ni con la
intencionalidad ni con ninguna relación a ello.
Mi preocupación se relaciona con que el convenio es prácticamente inaccesible. Nos
manejamos por comentarios periodísticos. La información que yo tengo…
Sr. Presidente. – Porque es una sociedad anónima, senador.
Sr. Rodríguez Saá. – Bueno, está bien, no importa que sea una sociedad anónima.
Sr. Presidente. – Sí, importa. Es una sociedad anónima.
Sr. Rodríguez Saá. – Sí, pero es una sociedad anónima del Estado.
Sra. Negre de Alonso. – El capital de la sociedad anónima es del Estado.
Sr. Presidente. – Senadora: usted es una especialista en sociedades comerciales, Sección V
de la 19.550. No me haga explicárselo. Es una sociedad anónima.
Sra. Negre de Alonso. – Es una sociedad anónima cuyo capital es del Estado.
Sr. Presidente. – No…
Sr. Rodríguez Saá. – Donde los funcionarios…
Sr. Presidente. – Esa es la Sección VI de la ley de sociedades.
Sr. Rodríguez Saá. – Perdóneme, no importa. Es una sociedad anónima y tendrán las razones
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que quieran decir; pero la presidencia del directorio la ejercen funcionarios que están acá, en
el Senado, y son funcionarios del Estado.
Sr. Presidente. – ¿Y?
Sr. Rodríguez Saá. – Cuando haya un reclamo a YPF por una mala praxis, un error, un
accidente o cualquier motivo de un acto de Chevron, seguramente la provincia del Neuquén le
podrá reclamar a YPF e YPF tendrá que reclamarle a Chevron. Cuando le tenga que reclamar
a Chevron va a tener que ir a Paris a discutir.
Sr. Presidente. – Pero con todos los socios pasa eso, senador.
Sr. Rodríguez Saá. – Mal de muchos, consuelo de zonzos. Yo no lo comparto, senador, ¿qué
quiere que le diga?
Sr. Presidente. – Tiene todo el derecho.
Sr. Rodríguez Saá. – Tengo el derecho y estoy ejerciendo mi derecho de reclamo. No
comparto que hayan negociado la deuda externa prorrogando la jurisdicción a Nueva York.
Entonces, ahora tenemos que pagar los platos rotos. No lo comparto. No es una culpa
colectiva. No tienen razón.
Cuando el señor Lavagna a las ocho y media de la mañana de aquel día los invitó, yo
era presidente de un bloque en Diputados y expresamente fui excluido de esa reunión, reitero,
expresamente por disposición del ministro Lavagna. Debo aclarar que hemos votado en
contra en el Parlamento. Así que tenemos derecho a discrepar.
Sr. Presidente. – Pero tiene tanto derecho como yo de discrepar también.
Sr. Rodríguez Saá. – Pero por supuesto…
Sr. Presidente. – Ni usted tendrá toda la razón ni yo toda la razón tampoco.
Sr. Rodríguez Saá. – Sí, pero usted lo está haciendo en nombre de la presidencia de la
comisión y yo como senador con derecho a expresar mi preocupación. No quiero que
terminemos mal con el tema Chevron. Entonces, lo advierto y me preocupo. Trataré de
estudiarlo, de investigarlo y, si puedo, de influir para que se corrija. No es que a mí me guste
vaticinar tormentas o problemas. Me encantaría poder aplaudir aciertos a favor de la
Argentina, aprobar éxitos y mirar que la Argentina vaya progresando, que es lo que queremos
todos. Por eso, estamos sentados aquí tratando de realizar aportes.
Hago una crítica constructiva y respetuosa. Leo el fallo y me parece que muestra cosas
que podemos corregir. Tal vez –creo que lo dijo el señor senador por Chubut, Cimadevilla– el
habernos dado el tiempo hasta que resuelva la Corte, nos esté dando un espacio para encontrar
una solución. Ustedes están buscando este camino. Dios quiera que este sea el camino de la
solución y, si no es éste, intentemos otros caminos, pero busquemos una solución porque sería
muy grave retroceder en los tiempos y volver a tener un serio problema de deuda externa.
Perdón por mi pasión, pero es un tema que nos interesa a todos los argentinos.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el señor senador Fuentes.
Sr. Fuentes. – Mi intervención fue simplemente al efecto de que usted preguntó a qué
tribunal iban a ir los pobres neuquinos a reclamar por el daño ambiental que se produzca. La
respuesta es a los tribunales neuquinos porque no hay manera posible de evitar la
Constitución y el cumplimiento de las leyes. Simplemente esa era mi intervención.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra la señora senadora Negre de Alonso.
Sra. Negre de Alonso. – Mire, presidente, cuando se constituyó ENARSA –un proyecto que
ingresó aquí–, en ese momento era presidenta de la Comisión de Legislación General y apoyé
la postura del gobierno; el radicalismo pedía que la SIGEN controlara ENARSA, y dije que
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no podía controlarla porque era una sociedad anónima. Las sociedades anónimas tienen un
régimen especial de contralor y de rendición de cuentas. Por eso, le menciono lo de ENARSA
porque tengo una historia en esto.
Ahora bien, YPF y Aerolíneas Argentinas son dos sociedades anónimas. ¿Con qué
dinero las hemos expropiado? Con el dinero de los argentinos. ¿Con qué dinero tendremos
que pagar las indemnizaciones en su caso, si no es valor cero y es otro valor? Con el dinero de
los argentinos. ¿Con qué dinero las hacemos funcionar, senador Fernández? Con el dinero de
los argentinos. Estamos esperando los balances y las rendiciones de cuentas de las autoridades
de Aerolíneas Argentinas y de YPF. Entonces, no es que vayan a pagar los neuquinos, sino
que vamos a pagar todos los argentinos porque YPF es argentina. No digamos que es una
sociedad anónima común. Es una sociedad anónima, pero lamentablemente todavía estamos
esperando que sus funcionarios cumplan la Ley de Sociedades Comerciales.
Sr. Presidente. – Pero el límite es la Sección V de la ley 19.550. No es lo que usted está
planteando cuando quiere definirla como una sociedad con capital mayoritario del Estado. Me
parece que el tema lo hemos discutido.
Sra. Negre de Alonso. – No podemos ignorar con qué dinero estamos expropiando. Estamos
expropiando con el dinero de todos los argentinos. Los bienes del Estado son bienes de todos
los argentinos.
Sr. Presidente. – Senadora: este Congreso expropió el 51 por ciento de las acciones de una
sociedad anónima.
Sra. Negre de Alonso. – ¿Con qué dinero? ¿Con el dinero suyo, personal? No.
Sr. Presidente. – Ya está. Una vez que la expropió y eventualmente…
Sra. Negre de Alonso. – No, con el dinero de los argentinos.
Cuando se resuelve el litigio…
Sr. Presidente. – ¿Puedo terminar?
Sra. Negre de Alonso. – ...veremos con qué pagamos. ¡¿Con qué pagamos, por favor?!
Sr. Presidente. – ¿Va a hablar usted? Déjeme hablar a mí.
Sra. Negre de Alonso. – No, déjeme hablar porque usted da como premisas cerradas y no son
premisas cerradas.
Sr. Presidente. – ¿Me deja hablar a mí?
Sra. Negre de Alonso. – Le concedo la palabra.
Sr. Presidente. – Gracias, muy amable, presidenta.
Cuando este Congreso autorizó la expropiación, conforme el artículo 17 de la
Constitución, del 51 por ciento de YPF, lo que dice específicamente –artículo 9°– es que hay
que recurrir, por la 21.499, al Tribunal de Tasaciones. Una vez que el Tribunal tase y defina
cuánto vale el 51 por ciento de esa sociedad, no tenga ninguna duda de que cada una de las
provincias hará su reclamo por el pasivo ambiental. Ahí se definirá si hay algo por pagar, que
creo que no va a haber nada, pero esa es una subjetividad mía.
–La señora senadora Negre de Alonso realiza
manifestaciones fuera del alcance del micrófono.
Sr. Presidente. – ¿Puedo terminar?
Sra. Negre de Alonso. – Sí, termine.
Sr. Presidente. – Gracias.
Entonces, en ese marco, si en todo caso hubiera algo por pagar, así sea un centavo, ahí
se agota la participación del Estado. Porque, le guste o no le guste, este Congreso aprobó la
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compra del 51 por ciento de las acciones de una sociedad anónima, conforme la Sección V de
la ley 19.550, que la llama "sociedad anónima". Y no se puede meter el Estado ni nadie
adentro de una sociedad anónima. Esa es la verdad.
Sra. Negre de Alonso. – Pagamos la expropiación, si es que hay que pagar, con dinero de los
argentinos. Y al ser una sociedad anónima con capital mayoritario del Estado, los
funcionarios del Estado que ocupan esos cargos tienen que cumplir la ley y rendir cuentas por
los medios normales de la ley. Por eso nos preocupa...
Sr. Presidente. – La ley tiene que rendirla...
Sra. Negre de Alonso. – Lo de Chevron no es lo que dice el senador con respecto a Neuquén,
y lo entiendo perfectamente. No es Eurnekian, no es Rocca; es el pueblo argentino el titular
mayoritario del 51 por ciento de YPF. Si YPF está prorrogando jurisdicción, en el fondo...
Sr. Presidente. – De una sociedad anónima que cotiza en bolsa y que informa
trimestralmente a la Secretaría de Estados Unidos, que es donde está cotizando en bolsa. No
es una sociedad con capital mayoritario estatal, no lo es.
Sra. Negre de Alonso. – Con el 51 por ciento de las acciones de la sociedad anónima en
manos del Estado...
Sr. Presidente. – Senadora...
Sra. Negre de Alonso. – No están en manos de Fernández ni de Liliana Negre.
Sr. Presidente. – Senadora: que yo se lo tenga que explicar a un alumno es posible. A usted,
no. Usted conoce la Ley de Sociedades Comerciales.
Sra. Negre de Alonso. – Usted quiere tergiversar la cuestión.
Sr. Presidente. – La Sección VI es la que habla de este tema.
Sra. Negre de Alonso. – Usted quiere pensar que, en realidad, YPF o Aerolíneas
Argentinas...
Sr. Presidente. – No me quiere escuchar, senadora, porque sabe que tengo razón.
Sra. Negre de Alonso. – No, no.
Sr. Presidente. – La sociedad con capital mayoritario estatal se rige a partir del artículo 308
de la ley 19.550, Sección VI –sexta, con equis–. Y la sociedad YPF está en función de la
Sección V; es una sociedad anónima.
Sra. Negre de Alonso. – Por eso empecé haciéndole la historia de ENARSA y diciéndole que
me había opuesto a que se incorporara a la SIGEN. Pero eso no significa que tienen
indemnidad.
Sr. Presidente. – Pero el Congreso ya decidió, senadora; ya está.
Muchísimas gracias al equipo económico.
– Se retiran los señores Kicillof, Lorenzino y el resto del
equipo económico.
Sr. Presidente. – Invitamos a los doctores Albarello y Eugenio Bruno para que puedan
exponer, a pedido de la oposición.
– Ingresan los señores Albarello y Bruno.
Sr. Presidente. – Tiene la palabra el licenciado Albarello.
Sr. Albarello. – Veo que muchos senadores han anticipado el interés en mi exposición,
abandonando el salón, pero igual es un placer.
Sr. Presidente. – Licenciado: acá estoy. No menosprecie mi presencia. Acá estoy,
escuchándolo.
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Sr. Albarello. – No, igual es un placer y un honor la convocatoria. Vamos a ser breves, ya
que creo que el debate se ha extendido bastante.
En primer término, es claro que la reestructuración de la deuda ha sido una
transacción exitosa, conducida bajo un contexto extremadamente adverso. En ese marco, la
denominada ley cerrojo –26.017– provocaba el incentivo de una participación más
importante, para que la Argentina, en aquel momento, lograra una participación simbólica de
al menos el 66 por ciento, que son los porcentajes que se mencionaron aquí, como para
hacerla relevante ante las presiones que había, entendiendo los dos tercios como uno de los
porcentajes más básicos que se utilizan para extender modificaciones en las condiciones
financieras en una quiebra normal. Entonces, en ese contexto, claramente la ley 26.017 tenía
un sentido.
Una vez que se lleva adelante el canje y es exitoso, claramente eso tuvo impacto en
indicadores financieros de la deuda argentina. Hasta mayo de 2007, el riesgo país argentino, o
las sobretasas que pagaban los bonos de los títulos argentinos sobre los bonos americanos,
eran exactamente las mismas que las que pagaba Brasil. Hoy, esa sobretasa es cinco veces
mayor. Eso, sin dudas, está reflejando algunos problemas de la política económica y,
particularmente, de cuestiones financieras, a pesar de que los ratios de deuda, como se ha
discutido en profundidad aquí, son extremadamente bajos, con lo cual, por ese lado, no habría
que encontrar un problema.
Claramente, el accionar de los fondos buitre busca entorpecer las negociaciones y
dejar atrás el default en busca de alguna ventaja especulativa. Eso no está en discusión. Lo
que sí creo que está en discusión es qué sentido tenía, luego de que se tomó la decisión de
reabrir el canje, no haberlo dejado abierto y mantener vigente la ley cerrojo, que, en este caso,
era la 25.647, que modificó la 26.017.
Ciertamente, el grave fallo que ha sido confirmado por la Cámara de Apelaciones de
Nueva York hace mención reiteradas veces a estos dos instrumentos como el argumento
central de que la Argentina no le estaba dando una salida a los acreedores que no quisieron
entrar en los canjes. Por eso, primero determinó que la Argentina violaba la cláusula de pari
passu; y luego determinó que la Argentina debe pagar esa deuda en su totalidad. Se cancelan
los pagos de la deuda reestructurada, con un impedimento adicional, que es que incluyó a
todas las partes involucradas para el cumplimiento del fallo.
Esto reviste una gravedad importante porque deja a la Argentina nuevamente al borde
de un default. En ese sentido, en cuanto a la mención que hace el proyecto de ley respecto del
parecido con el 31 de diciembre de 2001, claramente hay un punto de contacto ahí si llegara a
acontecer esta circunstancia.
Si se quiere, se me puede atacar por decirlo con el diario del lunes, pero lo he dicho en
reiteradas ocasiones públicamente. Yo creo que haya sido un error de la estrategia judicial del
gobierno nacional no haber derogado o suspendido los artículos de la ley cerrojo
oportunamente. Había indicaciones muy claras en resoluciones judiciales ya desde diciembre
de 2011. Y no haber reabierto el canje. Probablemente, en la Comisión o en el debate se
podrá consultar con abogados. Acá hay un abogado reconocido que creo que podría haber
evitado este fallo, que reviste una gravedad importante.
El ministro de Economía dijo en su alocución: "Ahora van a venir a decirnos por qué
ahora". La pregunta que yo me hago es por qué esto no se hizo antes, como para maximizar la
probabilidad de evitar un fallo de esta naturaleza.
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Recién, al final del debate, se ha hablado sobre la prórroga de jurisdicción, la cesión
de la inmunidad. Quiero recordarles que hay un caso de una reestructuración provincial, el
caso de los bonos Aconcagua, de Mendoza, donde se hizo una reestructuración en la que
finalmente ingresó el ciento por ciento, en la cual se prorrogó la jurisdicción, pero se hizo una
cesión de la inmunidad soberana limitada, donde se dispuso que en el pago de los bonos
nuevos se cedía la inmunidad y, por lo tanto, eran de mayor dificultad para embargar. Me
parece que ese es un antecedente que probablemente se podría haber tenido en cuenta.
Sr. Presidente. – ¿Cuál es el monto de esa renegociación?
Sr. Albarello. – Doscientos cincuenta millones de dólares. Claramente, señor presidente, fue
una reestructuración menos compleja que la que le tocó a la Argentina. Pero, en primera y
segunda instancia tuvo fallos favorables ante un pedido de embargo. Me parece que si
estamos hablando de un fallo, tiene algún tipo de relación, sin desconocer –insisto– las
dificultades del caso argentino.
Particularmente, no tengo demasiado problema con la prórroga de jurisdicción, si es la
regla de juego. No somos el único país que prorroga su jurisdicción para emitir deuda. La
legislación de Nueva York es una de las más importantes y donde más fondos se pueden
conseguir. Así que no es ese el problema. Simplemente, estoy preocupado por la cuestión
legal. Creo que sería un paso atrás muy importante si, finalmente, Argentina, por una cuestión
técnica, volviera a entrar nuevamente en un default.
Creo que esa es la preocupación que todos compartimos acá. Se comparte la injusticia
y la antipatía que despiertan este tipo de acreedores que buscan ventajas. Y la preocupación es
entrar en default. Interpreto que el proyecto de ley que enviaron las autoridades procura ir en
ese sentido.
Salgamos de la parte forense, si se quiere. Otro punto al que hacía referencia el señor
senador Morales es que litigar sale muy caro. No tengo idea del monto que podría haberse
pagado de honorarios en estos años al estudio de abogados. Pero, en los últimos cinco años,
creo que el monto debe estar arriba de los 125 millones de dólares. Pero no importa.
Claramente, sería bueno para la Argentina evitar este tipo de problemas y tratar de dejarlos
atrás. Si se hubiera dejado abierto el canje, creo que se hubiera evitado este fallo e incluso
hubiera permitido que otros acreedores, que ese 7 por ciento se redujera un poco más…
Yendo a los proyectos de ley, hay dos anuncios. Uno es la reapertura del canje, que es
el proyecto de ley que se envía. Y el otro anuncio, sobre el que no se envió ningún proyecto
de ley ni pieza legislativa, amparados en la ley de administración financiera, es el canje de
bonos reestructurados emitidos bajo ley extranjera por bonos reestructurados con idénticas
condiciones financieras bajo ley argentina.
Respecto del proyecto, no veo muchas dificultades. Es similar a los proyectos
anteriores. Si bien en el artículo 1° cede atribuciones de manera bastante amplia, el resto del
articulado limita las posibilidades de las autoridades para efectuar una oferta. Después, está el
último artículo, que replica uno de la ley 26.017, que se refiere al canje compulsivo de la
deuda elegible que está en sede judicial por bonos par en pesos. Esto me parece un poco
controversial, pero ya estaba en la legislación anterior, así que no representaría ninguna
novedad.
Sí me preocupan algunas cuestiones que pueden estar relacionadas con la iniciativa de
cambiar los bonos reestructurados de legislación extranjera por bonos de legislación local.
Paso a enumerar muy brevemente esto. Claramente, el discurso de la presidenta hace mención
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a que esa decisión se tomó en virtud del fallo conocido el viernes pasado.
El señor senador Morales mencionó que hubo una orden en enero de 2012, donde el
juez Griesa saca una medida cautelar que prohíbe a la Argentina modificar las condiciones de
pago. Creo que esa orden judicial colisiona directamente con la ley de inmunidad soberana y
sería bueno que una opinión legal –soy economista– se expida respecto a si Argentina no
debió haber tratado de llegar a la Corte Suprema de Justicia antes, por ese motivo. Estamos
hablando de enero de 2012.
Respecto a este nuevo canje, repasemos algunos aspectos del fallo negativo. Dicho
fallo contempla una medida cautelar en cuanto a su ejecución hasta tanto la Suprema Corte
de Justicia no se expida. Con lo cual, si bien la Corte no tiene un período de tiempo
determinado para expedirse, se supone que eso es un trámite que lleva no menos de doce
meses. Entonces, Argentina tenía unos nueve meses como para irse moviendo e ir viendo una
estrategia más profunda y, quizás, darle mayor consenso a cualquier iniciativa, teniendo en
cuenta que apeló hace unos tres meses.
Esta medida reactiva un fallo que entraña el riesgo de que los litigantes hagan una
presentación ante la Cámara para pedir la remoción de la cautelar. Esto anticiparía los
tiempos y los riesgos de un default técnico. Me parece que este es un aspecto que debería ser
considerado y analizado con total profundidad.
En segundo lugar, si Argentina decide directamente tratar de evadir un fallo, puede
debilitar el caso argentino, que tiene un punto de colisión con la ley de inmunidad soberana,
que es la prohibición que la Justicia de Estados Unidos le impuso para modificar el
mecanismo de pago de los bonos reestructurados. Me parece que no sería un buen
antecedente y no ayudaría a que la Corte acepte el caso.
En cuanto a la aceptación, si uno supusiera que el 7 por ciento restante… En realidad,
de ese 7 por ciento restante ya hay parte que tiene bonos de legislación local, con lo cual no
tenía abierta la opción a la legislación internacional. Supongamos que nos queda un 5 por
ciento en bonos de ley extranjera que serían elegibles para elegir, según las viejas
condiciones, leyes de legislación extranjera. Es muy poco probable que de la tasa de
participación del 93 por ciento, el 66 por ciento de eso que es legislación extranjera, pueda
aceptar las condiciones que estaría planteando la República, por dos motivos básicamente.
Uno, hay fondos que tienen títulos en cartera de legislación extranjera emitidos por la
República, y que por sus estatutos no pueden tener en su cartera títulos de legislación
nacional, con lo cual, la tasa de participación, ahí, se vería reducida.
En segundo término, al determinar el fallo que todas las partes involucradas están
alcanzadas para su cumplimiento, resulta bastante probable que los abogados de los fondos
recomienden no participar de la transacción por el riesgo de que dicha participación implique
quedar en rebeldía con la Justicia de Nueva York, que es donde generalmente estos fondos
operan.
Y otro riesgo que yo veo que debería ser analizado en mayor profundidad es el riesgo
de embargos. Los bonos de legislación extranjera generalmente están depositados en agencias
de custodia que están en el extranjero, y esas agencias de custodia también están alcanzadas
por el fallo. Por lo cual, es probable que en el movimiento previo a ser remitidos a la
Argentina para ser canjeados por los de legislación local esos bonos puedan ser embargados.
Y al mismo tiempo, una vez que haya bonos de legislación extranjera que sean
canjeados por bonos de legislación local, esos bonos tienen que ser dados de baja en la
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jurisdicción extranjera. Con lo cual, se corre el riesgo de emitir deuda por un monto
equivalente a la participación del canje y de no podérsela dar de baja. Con lo cual, la deuda
estaría incrementándose y ahí tal vez se correría el riesgo de violar la ley de administración
financiera, que estipula que en los casos de canje de deuda el valor de la deuda tiene que ser
reducido en valor nominal y también en términos de valor presente neto.
Yo creo que esos son básicamente los riesgos que la iniciativa que anunció el
gobierno –hay que ver todavía el decreto que la ponga en funcionamiento– entraña y que creo
que deberían ser analizados. Por lo demás, claramente, respecto de toda medida que tienda a
procurar regularizar la situación de la deuda en default, estoy convencido de que debe ser
apoyada por todas las fuerzas políticas que conforman el Parlamento. Muchas gracias.
Sr. Presidente. – Muchísimas gracias.
Tiene la palabra el doctor Eugenio Bruno.
Sr. Bruno. – Desde ya, muchas gracias por la invitación. Agradezco al señor presidente de la
Comisión, a la senadora Montero y los senadores presentes.
Lo mío va a ser breve. Obviamente en caso de que tengan preguntas puntuales –que
quizás sea lo que agregue más valor para ustedes–, con todo gusto las voy a responder.
En mi caso, tengo un seguimiento del caso de la Argentina desde el inicio, desde
2001, 2002, en distintas participaciones como abogado y he seguido muy de cerca –en los
últimos años en particular– este caso habiendo estado en algunas audiencias, particularmente
en la audiencia que hubo en la Cámara de Apelaciones hace algunos meses.
Con respecto al proyecto de ley, por lo que uno ha estudiado a lo largo de estas pocas
horas, se refiere exclusivamente –y por lo que confirmó aquí el ministro Lorenzino antes que
nosotros– a la suspensión de la denominada ley cerrojo, que es la que se sancionó allá por
2005. Si quieren después podemos comentar algo de por qué la ley cerrojo, porque la verdad
es que fue –lamentablemente ochos años después– una de las causales de los fallos negativos.
Lamentablemente, porque desde ya en aquel momento se actuó con buena voluntad, quizás
con falta de información porque la violación de la cláusula pari passu tanto en Griesa como
en la Cámara de Apelaciones cita expresamente a la ley cerrojo como uno de los motivos del
incumplimiento de esa cláusula. Quizás, hubieran encontrado alguna otra manera para
condenar a la Argentina por algunos otros aspectos.
Desde el punto de vista de los intereses nacionales, veo positiva la suspensión de la
ley cerrojo en el sentido de que es un mensaje a la Corte Suprema y no un mensaje a los
denominados fondos buitres y otros fondos litigantes que ya tienen la sentencia, porque es
más que obvio que con una sentencia favorable y además con una industria del juicio no van a
aceptar el canje. Entonces, como les decía, es un mensaje a la Corte Suprema direccionado a
cambiar un poco la tónica de lo que se venía haciendo hasta ahora en el sentido de decir “no
se va a pagar nada”; ahora hay un mensaje.
También creo que –como decía el licenciado Albarello– en ese 7 por ciento además de
los denominados “buitres” hay inversores en fondos, que pueden ser también “buitres”
incluso o “no buitres”, que van a entrar al canje porque compraron barato y el canje vale más
de lo que aquellos pagaron. Y al mismo tiempo, hay muchos inversores minoristas, personas
físicas, tanto argentinas como italianas –recordemos que un tercio de ese 7 por ciento está en
Italia según mis cifras–, que van a entrar porque realmente están cansados de litigar sin éxito.
Hasta ahora hay un éxito parcial, porque una cosa es una sentencia y otra cosa es cobrar la
sentencia. Entonces, creo que van a entrar.
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Así que creo que tiene un mensaje muy positivo desde los dos puntos de vista que
mencionaba; es decir, hacia la Corte y hacia la comunidad hold out “no buitre”.
No veo demasiadas objeciones al texto del proyecto en sí mismo. Había una duda
sobre si dentro del proyecto había facultades para llevar adelante el segundo canje con
respecto al 93 por ciento; es decir, este cambio de legislación, de cambiar la legislación de
Nueva York a la legislación argentina. Pero por lo que aclaró el doctor Lorenzino eso no está
previsto en el proyecto, sino que lo van a hacer por facultades propias –que según el
Ministerio de Economía entienden que tienen– tanto bajo la ley de administración financiera,
porque no implica un aumento del endeudamiento –por supuesto están algunas dudas como
recién indicaba el licenciado Albarello–, así como con otras leyes que en su momento se
sancionaron, en las que el Congreso delegó la facultad del manejo y la reestructuración de la
deuda pública al Ministerio de Economía. Ellos desde ese punto de vista entienden que tienen
facultades para hacerlo. No lo sé, hay que estudiarlo, desde ya que es muy reciente.
Más allá de lo formal, comparto lo que se decía antes. El mensaje es dar certidumbre
con respecto a la voluntad de pago de que cualquiera sea en definitiva el resultado de la
sentencias judiciales y particularmente de la Corte Suprema, igualmente la Argentina tiene
voluntad de pago y por eso si no se puede pagar en Nueva York se va a intentar pagar en
Buenos Aires o en cualquier otro lugar.
Por supuesto que desde el punto de vista de la voluntad de pago está bien y desde el
punto de vista de evitar el “default” también está bien, porque si entraran el ciento por ciento
del 93 por ciento no habría más bonos en Nueva York y, por lo tanto, no habría técnicamente
ninguna posibilidad de embargo. Se paga aquí en Caja de Valores, los embargos y las
medidas judiciales quedan abstractas, los fallos no se pueden ejecutar y entonces la Argentina
nunca tendría la obligación de pagarles a los fondos “buitres” y, por lo tanto, nunca existiría
el riesgo del default. Desde ese punto de vista, está perfecto.
Obviamente que del otro lado lamentablemente hay gente que lo ve distinto, que son
los acreedores, los tenedores de los bonos que están en situación de default y que están
apuntando precisamente al flujo de fondo de ese 93 por ciento. Por eso, en el debate que yo vi
hoy a la mañana se mencionaba que esto puede ser visto –es visto claramente, por lo menos
por los hold out– como un intento de eventualmente eludir a la justicia americana.
Como explicaba antes, si el ciento por ciento entrara al canje, no habría más bonos. Es
como si uno tuviera que embargar cincuenta autos en un lugar. Si uno mueve los autos y los
lleva a un lugar donde no son embargables, cuando uno va a buscar los autos no están. Los
hold out, en definitiva, quizás alerten a la Justicia en este sentido y la Justicia dirá: “Bueno,
no pueden mover los autos porque si mueven los autos, el día que haya que embargarlos, no
van a estar más. Entonces los fallos quedarían sin efecto.”
Pero hay que ver como se desenvuelve esto, si es que así va a ser y, después, hay que
estar atentos a lo que haga la Cámara de Apelaciones si es que recibe un pedido de los hold
out en este sentido.
Luego, el último tema que quiero comentar es el de la Corte Suprema: si va aceptar el
caso, si no lo acepta; y, si lo acepta, cuál sería el resultado.
Si necesitan algún comentario sobre la estrategia de defensa argentina, con todo gusto
puedo comentar. Respeto mucho al doctor Lorenzino a quien conozco –puedo hablar de este
tema, porque economía no es mi área– desde la reestructuración de La Plata, de la provincia
de Buenos Aires, hace aproximadamente once o doce años. En aquel momento yo era
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abogado de unos fondos institucionales argentinos y, como iba permanentemente a La Plata,
lo conocí. Y, entiendo que, en cuanto depende de él, está haciendo lo imposible para evitar el
default. Después se verán los resultados.
Obviamente, sí lo veo como una derrota del país; tanto en primera como en segunda
instancia. Pero estos son juicios y si quieren comentar sobre estrategia legal argentina, con
todo gusto.
En cuanto a la Corte Suprema, esta toma solamente entre el 1 y el 2 por ciento de los
casos que recibe anualmente. O sea, prácticamente, ningún caso. Además, hay una idea de
que los jueces consideran que ese 1 o 2 por ciento es mucho. ¿Por qué? Porque hace cien años
se presentaban cien casos, entonces tomar tres o cuatro no era nada, pero hoy en día se
presentan casi diez mil casos y, como el 2 por ciento es mucho, los jueces lo quieren bajar.
Luego, cuando el Poder Ejecutivo de Estados Unidos se presenta y le pide a la Corte
Suprema que tome determinados casos por un interés nacional de Estados Unidos, el
porcentaje es del 50 por ciento. Es decir que de cada dos veces que el Poder Ejecutivo se
presenta a la Corte americana para pedirle que tome un caso, al menos uno lo toma. Por eso
creo que hay que estar muy atentos a lo que haga el gobierno americano, el Poder Ejecutivo
particularmente. Después, desde ya, está en la Corte Suprema tomar o no los casos y, aún si
los toma, quizás eventualmente pueda ratificar lo de Griesa o lo pueda revertir. La verdad es
que a esta altura es muy difícil decirlo, pero la política es muy importante en los Estados
Unidos.
Siempre tomo como ejemplo el caso de que si en lugar de ser la Argentina la afectada
fuera Rusia –con misiles nucleares y, eventualmente, hace treinta años–, y si la justicia
americana enviara a Rusia a un eventual default, seguramente el Poder Ejecutivo le diría a la
Corte: “Mire, si usted falla de esta manera, vamos a tener un problemita un poquito más
grande”. Por eso digo que el Poder Ejecutivo de Estados Unidos es muy importante y, hace un
mes o un mes y medio, cuando dijo que no se iba a presentar fue lamentablemente una mala
noticia, pero todavía estamos a tiempo para que eso ocurra.
Me parece que por el momento eso es todo lo que tengo que decir, así que, desde ya,
si tienen alguna pregunta, con todo gusto.
Sr. Presidente. – Muchas gracias.
Sra. Montero. – Una sola pregunta doctor Bruno: entiendo que usted ve estos dos fallos
como un fracaso.
Sr. Bruno. – No, no utilicé la palabra fracaso; dije que fue una derrota judicial en primera y
en segunda instancia.
Sra. Montero. – ¿Cuál hubiera sido el cambio de estrategia? O ¿en qué ve –simplemente en
esto que hemos estado observando desde el principio– el hecho de no haber mantenido la
apertura de los bonistas a poder acceder al canje?
Sr. Bruno. – Mire, para ser precisos, la cláusula pari passu históricamente está al final de los
contratos, donde nadie nunca le da importancia; pero sí tiene una interpretación tradicional.
La interpretación tradicional de la cláusula pari passu, tanto en el mundo soberano como en
el mundo de la deuda corporativa –en una empresa estatal o no estatal– , dice que cuando un
país o una empresa tiene dos deudas, esta cláusula establece que uno no puede subordinar el
pago de una deuda a la otra, es decir: pagar primero una deuda y después la otra si es que
tiene plata. Eso fue lo que siempre el mercado interpretó como la interpretación tradicional de
la cláusula pari passu.
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Lo que dijo Griesa y después también la Cámara de Apelaciones fueron dos cosas: a la
interpretación tradicional agregaron una nueva: cuando uno tiene dos deudas tiene que pagar
las dos a la vez; y no puede pagar una sin pagar la otra. Esto es lo que ha generado un rechazo
incluso de los propios mercados internacionales con respecto al fallo de Griesa. Pero,
recordemos, en cuanto a la interpretación tradicional –lamentablemente, porque uno lo mira
ocho años después– que lo que causó la violación de la cláusula pari passu, según los
tribunales americanos, fue la propia ley cerrojo.
El efecto de la ley cerrojo ¿cuál fue? Había dos deudas: ¿qué hizo la ley cerrojo? Esta
deuda no sólo la puso debajo del 93 por ciento sino que la puso, por decirlo de alguna
manera, debajo de la mesa. En el siguiente sentido se dijo: “esa deuda no existe más”, por
equis motivos. No me meto en lo que pasó; simplemente lo digo como algo objetivo.
Ahora bien, ese es un caso muy difícil para cualquier abogado. Los abogados
americanos de la Argentina en esto son los mejores del mundo. Después podemos hacer algún
comentario marginal sobre si se confiaron demasiado o si consideraron que sabían más que
los propios jueces y, por consiguiente, tomaron un camino quizás demasiado optimista en
lugar de avanzar un poco más en forma conservadora. Porque si se hubiera suspendido la ley
cerrojo hace dos o tres años quizás se hubiera evitado esta situación, pero uno no puede decir:
“Suspenden la ley cerrojo y gano el caso”. No. Por lo menos no lo veo tan así.
Sra. Montero. – Un solo comentario y ya estamos cerrando. Quiero decir que Mendoza por
supuesto, como dijo Javier Albarello, negoció su deuda y obtuvo un 100 por ciento de
adherentes a los dos canjes que se hicieron y enfrentó dos juicios, y una de las cuestiones es
que siempre dejó abierta la posibilidad de aceptar a los nuevos adherentes. Entonces, reitero,
como citó Javier Albarello, entiendo que fue un buen ejemplo, por lo tanto, la urgencia y la
problemática de la hora nos ponen frente a la responsabilidad como Estado –ya sea desde el
Poder Ejecutivo– en las acciones que se tengan que emprender de acá en adelante para salir
de estos dos fallos adversos frente a una nueva eventual aceptación de la Corte de tomar
decisiones responsables.
Nosotros también entendemos, y voy a ratificar todo lo que se ha dicho aquí desde el
bloque y lo que se dijo inicialmente, que hubo algún déficit de origen en estas decisiones de
no haber trabajado con la aceptación y de haber puesto la ley cerrojo; y más a juzgar por la
trayectoria que sufrieron favorablemente los bonos de Mendoza.
Por otro lado, en cuanto a los adjetivos calificativos, creo que uno es soberano de sus
silencios y esclavo de sus palabras. Durante todo este transcurso, a juzgar por los aspectos del
manejo político de la deuda en función de las declaraciones, si hubieran sido soberanos de sus
silencios, estaríamos ejerciendo mejor nuestra soberanía; porque el fallo evidentemente
recoge, aunque no sea una cuestión de fondo, las calificaciones que hicieron los principales
responsables de la República y los funcionarios con respecto de la justicia norteamericana
fundamentalmente y de su decisión de no mostrar voluntad de pago. Por consiguiente,
entiendo que esto nos puede haber afectado.
Simplemente para cerrar, por parte de nuestro bloque, ratifico todo lo que han dicho
nuestros legisladores y, por supuesto, revisaremos en detalle esta ley de apertura y vamos a
dar la posibilidad de esta apertura al canje.
Pero creo que deberemos mirar con muchísimo detalle lo que no tratamos en esta ley
que es el cambio jurisdiccional para los tenedores, para ver los efectos a los fines de
analizarlos. Y, en este sentido, es muy importante lo que se citó aquí justamente –con la
Dirección General de Taquígrafos
“2013 – Año del Bicentenario de la Asamblea General
Constituyente de 1813”
28.08.2013
Reunión plenaria de las comisiones de Presupuesto y Hacienda
y de Economía Nacional e Inversión
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responsabilidad que nos ponemos, en la situación del Estado, frente a un problema que puede
traer implicancias económicas severas–: tener el acceso a los abogados de los Estados Unidos
para que puedan dar algunas respuestas al Congreso de la Nación como también lo pedimos
en el bloque.
Porque son términos muy finos. Realmente entiendo que manejarse en las
jurisdicciones internacionales es para especialistas, y nos gustaría tener esa visión. Eso se lo
dejo al presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, porque sería muy bueno para
nosotros que, por lo menos, por video conferencia pudiéramos ir ajustando la estrategia, sobre
todo con las cuestiones jurisdiccionales a futuro.
Sr. Presidente. – Muchísimas gracias a los dos participantes.
A los senadores les informo que nosotros vamos a pasar a firmar el dictamen.
– Se da por finalizada la reunión.
– Son las 16 y 16.
Dirección General de Taquígrafos
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