Al ser el útero de la mujer objeto de contrato se lleva a cabo un proceso de mercantilización, así haya quienes no lo quieran reconocer. Legalizar la contratación de un vientre para gestar un hijo para terceros da lugar a la aparición de nuevos segmentos de mujeres explotadas. Sin embargo, hay quienes piensan que el deseo de ser padres corresponde al ámbito de la libertad individual, desestimando las consecuencias éticas, morales y jurídicas de tal práctica.
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