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Revista Ius et Praxis, Año 21, Nº 1, 2015, pp. 653 - 676
ISSN 0717 - 2877
Universidad de Talca - Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
“Los estándares de derechos humanos y el control de convencionalidad en el control de inaplicabilidad
por inconstitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional chileno en su jurisprudencia de 2014”
Humberto Nogueira Alcalá
Colaboración recibida el 24 de septiembre de 2014 y aprobada el 21 de enero de 2015
Los estándares de derechos humanos
y el control de convencionalidad en el control
de inaplicabilidad por inconstitucionalidad por parte
del Tribunal Constitucional chileno en su jurisprudencia de 2014
Humberto Nogueira Alcalá*
1
1. Introducción
El Tribunal Constitucional chileno durante el año 2014 ha ido madurando
una evolución importante en materia de estándares de derechos humanos en
la resolución de acciones de inaplicabilidad por inconstitucionalidad, los que
se concretan en materia de justicia militar.
Esta línea se había insinuado en la sentencia rol Nº 2257-12-INA, de 10 de
septiembre de 2013, en la cual se produjo empate de votos de los ministros
para la declaración de inaplicabilidad por inconstitucionalidad del artículo
13, inciso 1º del decreto ley Nº 1.094, que regula la situación de migración y
expulsión de extranjeros, en que la acción de inaplicabilidad se rechazó por
no obtenerse la mayoría requerida y por cuanto el Presidente del Tribunal en
esta materia carecía de voto dirimente; en dicha sentencia el voto de un grupo
de ministros explicitó su voluntad de acoger la acción en virtud de la norma de
reenvío del artículo 5º inciso 2º de la Carta Fundamental al derecho internacional
convencional de derechos humanos y sus órganos de aplicación, extrayendo
de ellos un conjunto de estándares de derechos humanos, los cuales entienden
que limitan la potestad discrecional del Estado en la materia y habilitan para
determinar la inaplicabilidad por inconstitucionalidad de disposiciones del decreto ley Nº 1.094, en su artículo 96 Nº 6º, el cual consideran inconstitucional
e inconvencional.
Profesor Titular de Derecho Constitucional, Director del Centro de Estudios Constitucionales de Chile y del Doctorado en Derecho de la Universidad de Talca, Talca, Chile. Vicepresidente del Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional. Presidente de la Asociación Chilena de Derecho
Constitucional. Miembro del Consejo Directivo de la Academia Judicial de Chile. Doctor en Derecho
Constitucional (Universidad Católica de Lovaina la Nueva, Bélgica). Correo electrónico: nogueira@
utalca.cl.
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Asimismo, el Tribunal Constitucional en sentencia rol Nº 2363-2012, de
14 de enero de 2014, en acción de inaplicabilidad por inconstitucionalidad
respecto del artículo 5º, Nº 3º, del Código de Justicia Militar, para que surtiera
efectos en el proceso sobre apelación de declinatoria de competencia que se
sustancia actualmente ante la Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el rol
Nº 3278-2012, en el cual lo impugnado es la resolución del Decimocuarto Juzgado de Garantía de Santiago por la que ese Tribunal se declaró incompetente
en los autos RIT 11.115-2012, RUT 1210032844-3, sobre delito de apremios
ilegítimos y tormentos, ordenando remitir los antecedentes a la Justicia Militar,
se produjo empate de votos de los ministros, al igual que en el caso anterior,
rechazándose la acción de inaplicabilidad por requerir mayoría de los ministros
en ejercicio del Tribunal Constitucional. El voto por acoger la acción asumido
por cinco de los diez ministros del Tribunal Constitucional anticipa lo que luego
se conformará como mayoría del Tribunal Constitucional en las sentencias que
serán analizadas más específicamente en este artículo del año 2014. Aquí se
alude en el considerando 14º a la necesidad de considerar los estándares de
derechos humanos que establece la norma de reenvío del artículo 5º inciso 2º
de la Constitución:
“14º Que en el examen para acoger este requerimiento tendrá un papel significativo
el establecimiento de nuevos estándares en materia de justicia militar a partir de la
obligación impuesta al Estado de Chile, incluyendo esta jurisdicción constitucional, en orden al deber de respetar y promover los derechos garantizados por esta
Constitución y por los tratados internacionales, ratificados y vigentes en Chile”.
Tal perspectiva exige considerar, sin lugar a dudas, los artículos 14.1 del
PIDCyP de Naciones Unidas y el artículo 8.1 de la CADH.
A su vez, en tal voto ya la mitad de los magistrados integrantes del Tribunal
Constitucional asumen la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el caso Palamara vs. Chile y extrae los estándares determinados por
dicha Corte para el ámbito nacional, en los considerandos 16º y 17º de dicho voto:
“16º Que, más significativo para este asunto, es la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir de la Sentencia de la Corte IDH (22 de
noviembre de 2005, Palamara Iribarne vs. Chile, Serie C Nº 135, a partir de este
fallo CIDH/Nº 135/2005). No es posible hacer una revisión de una extensa sentencia; sin embargo, condensaremos algunos estándares a partir del reconocimiento
de que Chile ha violado determinados derechos de la Convención Americana de
Derechos Humanos;
17º Que los estándares que se derivan del Caso Palamara y que son aplicables a
esta causa son:
En relación con el derecho a ser oído por un juez o tribunal competente, el párrafo
125 de la CIDH/Nº 135/2005 contempla como regla general de debido proceso el
derecho a ser juzgado por los tribunales ordinarios como punto de partida. El pá654
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rrafo 124 de CIDH/Nº 135/2005 reconoce que puede existir una jurisdicción penal
militar restrictiva y excepcional, encaminada a la protección de intereses jurídicos
especiales. Para ello, las reglas de la jurisdicción especial son válidas para militares,
relativas a conductas delictivas típicas del ámbito militar y que lesionen bienes jurídicos militares gravemente atacados. “Esos delitos sólo pueden ser cometidos por
los miembros de instituciones castrenses en ocasión de las particulares funciones
de defensa y seguridad exterior de un Estado”. (Párrafos 126 y 132 de la CIDH/
Nº 135/2005). Asimismo, reconoce que los artículos 6º y 7º del Código de Justicia
Militar amplían excesivamente la consideración de quién es militar (Párrafo 136
de la CIDH/Nº 135/2005). Finalmente, esta asunción de competencia extendida
propia de la jurisdicción ordinaria constituye una vulneración del artículo 8.1 de
la Convención Americana de Derechos Humanos, esto es, el derecho a ser juzgado
por juez competente (Párrafos 142 y 144 de la CIDH/Nº 135/2005).
En relación al derecho a ser oído por un juez o tribunal independiente e imparcial,
el párrafo 145 de la CIDH/Nº 135/2005 sostiene que el derecho a ser juzgado
por un juez imparcial es una garantía del debido proceso. Lo anterior exige que
quienes juzgan no estén involucrados en la controversia (Párrafo 146 de la CIDH/
Nº 135/2005). En tal sentido, es concluyente el párrafo 155, que indica que la
estructura orgánica y composición de los tribunales militares implican que estén
subordinados jerárquicamente a los superiores a través de la cadena de mando (…)
no cuentan con garantías suficientes de inamovilidad y no poseen una formación
jurídica exigible para desempeñar el cargo de juez. Todo ello conlleva a que dichos
tribunales carezcan de independencia e imparcialidad.
En cuanto al derecho a un proceso público, el Párrafo 166 de la CIDH/Nº 135/2005
nos indica que la Convención Americana en el artículo 8.5 establece que “[e]l
proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia”. En tal sentido, es un elemento esencial de los sistemas
procesales penales acusatorios de un Estado democrático y se garantiza a través
de la realización de una etapa oral en la que el acusado pueda tener inmediación
con el juez y las pruebas y que facilite el acceso al público (Párrafo 167 de la
CIDH/Nº 135/2005). Bajo estas premisas, concluye que el sumario del proceso
penal militar es incompatible con el art. 8.2 c) CADH (Párrafo 171 de la CIDH/
Nº 135/2005). En esa perspectiva, no hay igualdad de condiciones en la rendición
de la prueba con el objeto de ejercer el derecho a defensa (Párrafo 178 de la CIDH/
Nº 135/2005).
Respecto a este punto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos concluye
que “en cuanto a la necesidad de adecuar el ordenamiento jurídico interno a los
estándares internacionales sobre jurisdicción penal militar, la Corte estima que en
caso de que el Estado considere necesaria la existencia de una jurisdicción penal
militar, ésta debe limitarse solamente al conocimiento de delitos de función cometidos por militares en servicio activo. Por lo tanto, el Estado debe establecer, a través
de su legislación, límites a la competencia material y personal de los tribunales
militares, de forma tal que en ninguna circunstancia un civil se vea sometido a la
jurisdicción de los tribunales militares (supra, párrs. 120 a 144). El Estado deberá
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realizar las modificaciones normativas necesarias en un plazo razonable” (párrafo
256 de la CIDH/Nº 135/2005);
El voto analizado en el considerando 19º también considera la ratio decidendi de la sentencia de la Corte Interamericana en el caso Radilla Pacheco
vs. México1:
“19º Que, por último, en materia de estándares, cabe agregar como un elemento
complementario de análisis el criterio que ha tenido la propia Corte Interamericana
de Derechos Humanos en el Caso Radilla Pacheco vs. México en sentencia del 23
de noviembre de 2009, excepcionando de la jurisdicción militar los actos delictivos
cometidos por militares respecto de bienes jurídicos no militares. Siendo sus víctimas
civiles, bajo ninguna circunstancia los juzgaría la justicia militar. Es así como los
párrafos 274 y 275 de la aludida sentencia (…).
El voto considerado señala que esta perspectiva tiene fundamento constitucional, explicitando tales fundamentos:
21º Que la vulneración de los derechos a ser oído por un juez o tribunal competente,
a un proceso público y a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial,
constituye un conjunto de infracciones al artículo 8º de la Convención Americana de Derechos Humanos. Este artículo tiene su correspondencia con el orden
constitucional chileno a través del artículo 5º, inciso segundo, de la Constitución.
De acuerdo a nuestros precedentes, entre ellos la sentencia Rol Nº 2265, c. 6º, se
cumple con el modo de vincular reglas convencionales con el orden constitucional
chileno, estimándose afectado el artículo 5º, inciso 2º, de la Constitución, tal como
lo acredita el requirente a fs. 1, 43 y 52, entre otros;
22º Que no solo se satisface bajo el requisito formal del artículo constitucional
indicado, sino que el derecho a un juez competente es parte del derecho a un juez
natural, garantía integrante del debido proceso, reconocido en el artículo 19, numeral 3º, inciso sexto, de la Constitución. Recordemos que esta garantía exige que
“toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso
previo legalmente tramitado.
Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un procedimiento
e investigación racionales y justos”. ¿Por qué puede ser considerado irracional e
injusto que la justicia militar juzgue a policías, sometidos al fuero militar, por delitos
cometidos contra civiles? La respuesta debe darse en el ámbito de las exigencias
materiales que le impuso el artículo 83 de la Constitución a la jurisdicción especializada en sede castrense;
23º Que el artículo 83 de la Constitución, junto con disponer cómo se ejercen las
reglas del ejercicio de la acción penal pública y la dirección de la investigación
1
Corte IDH. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2009. Serie C Nº 209.
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penal, agrega que “la adopción de medidas para proteger a las víctimas (…) corresponderán, en conformidad con las normas del Código de Justicia Militar y a las leyes
respectivas, a los órganos y a las personas que ese Código y esas leyes determinen”.
Por tanto, esta norma nos habla claramente de dos cuestiones. Primero, que al no
distinguir entre víctimas, éstas pueden ser militares o civiles. Segundo, que debe
existir la adopción de esas medidas coherentes con el debido proceso. Si no existe
ese núcleo básico de medidas, existiría una vulneración a las reglas propias de
un procedimiento e investigación racional. De esta manera, la protección de las
víctimas queda condicionada a la existencia de tales garantías. Si ellas no existen,
no hay tutela del debido proceso, especialmente si se trata de víctimas civiles”.
Asimismo, el voto analizado contrasta el estatus de los derechos de la víctima
en la justicia militar con la de los derechos del inculpado en el Código Procesal
Penal, concluyendo que el procedimiento en justicia militar afecta gravemente
los estándares del debido proceso establecidos en el artículo 8º de la CADH.
El voto analizado de la mitad de los integrantes del Tribunal Constitucional,
en su considerando 29º, termina por considerar:
“29º Que, por tanto, cabe acoger el presente requerimiento por verse vulnerados los
artículo 5º, inciso segundo, y 19, numeral 3º, inciso sexto, y 83 de la Constitución,
según ya lo hemos argumentado”.
2. La conformación de una mayoría de los ministros del Tribunal
Constitucional que asumen los atributos de los derechos asegurados
por los tratados de derechos humanos y la jurisprudencia de la Corte
Interamericana como parámetro de control de constitucionalidad en virtud
del artículo 5º inciso 2º de la Constitución: las sentencias roles Nºs. 2492-13
y 2493-13
Durante el año 2014, el Tribunal Constitucional en sendas acciones de
inaplicabilidad por inconstitucionalidad, en que se cuestiona la legislación
vigente que otorga competencia a los tribunales militares para conocer de
algunos delitos comunes, en base a estándares emanados del derecho internacional convencional de derechos humanos y sus órganos de aplicación
en virtud de la norma de reenvío del artículo 5º inciso 2º de la Constitución,
se declara inaplicables por inconstitucionales disposiciones del Código de
Justicia Militar.
2.1. El análisis de la sentencia rol Nº 2493-13, de 6 de mayo de 2014
Mediante sentencia rol Nº 2493-13, el Tribunal Constitucional acoge la
inaplicabilidad del artículo 5º, Nº 1, y el Nº 3 del Código de Justicia Militar,
para que surta efectos en el proceso penal sobre delito de lesiones graves, RIT
11.463-2013, RUC Nº 1310018169-4, sustanciado por el Séptimo Juzgado
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de Garantía de Santiago, y actualmente pendiente, en virtud de la apelación
impetrada por el requirente, ante la Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el
rol Nº 2166-2013-RPP. Lo mismo sucede mediante sentencia rol Nº 2492-13,
de 17 de junio de 2014, en que vuelve a acoger inaplicabilidad por inconstitucionalidad del artículo 5º Nº 3 del Código de Justicia Militar, para que surta
efectos en el proceso penal RIT 1812-2013, sustanciado ante el Juzgado de
Garantía de Linares, el que se tramitaba ante la Corte Suprema, a través de un
recurso de queja en autos rol Nº 4639-2013.
Las disposiciones legales cuestionadas del artículo 5º del Código de Justicia
Militar por los ocurrentes ante el Tribunal Constitucional son las siguientes:
“Art. 5º. Corresponde a la jurisdicción militar el conocimiento:
Nº 1º. De las causas por delitos militares, entendiéndose por tales los contemplados
en este Código, excepto aquéllos a que dieren lugar los delitos cometidos por civiles
previstos en los artículos 284 y 417, cuyo conocimiento corresponderá en todo
caso a la justicia ordinaria, y también de las causas que leyes especiales sometan
al conocimiento de los tribunales militares.
(…)
Nº 3º. De las causas por delitos comunes cometidos por militares durante el estado
de guerra, estando en campaña, en acto del servicio militar o con ocasión de él,
en los cuarteles, campamentos, vivaques, fortalezas, obras militares, almacenes,
oficinas, dependencias, fundiciones, maestranzas, fábricas, parques, academias,
escuelas, embarcaciones, arsenales, faros y demás recintos militares o policiales o
establecimientos o dependencias de las Instituciones Armadas;”.
La disposición constitucional habilitante de reenvío al derecho internacional de derechos humanos es el artículo 5º inciso 2º de la Constitución, cuyo tenor es el siguiente:
“El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado
respetar y proveer tales derechos, garantizados por la Constitución, así como por
los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.
2.1.1. Los atributos de los derechos asegurados por tratados y sus garantías
y la jurisprudencia de la Corte IDH se asumen como parte del estándar que
constituye parámetro de control de constitucionalidad conforme a norma de
reenvío del artículo 5º inciso 2º
En la sentencia 2493-13 antes referida el Tribunal Constitucional se hace
cargo en su considerando 6º de:
“Que en la fundamentación del requerimiento se ha invocado el mandato constitucional del artículo 5º, inciso segundo, de la Carta Política, que consagra el deber de
los órganos del Estado de respetar y promover los derechos esenciales que emanan
de la naturaleza humana, garantizados por los tratados internacionales ratificados
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por Chile y que se encuentran vigentes. En la especie, el Pacto Internacional sobre
Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana de Derechos Humanos;”.
El Tribunal Constitucional no puede prescindir de los derechos asegurados
por tales instrumentos internacionales, ya que ellos constituyen limitaciones
al ejercicio de la soberanía, como lo explicita inequívocamente el inciso 2º
del artículo 5º de la Constitución, siendo tales derechos (los atributos que los
integran y sus garantías) de aplicación directa e inmediata por los órganos y
agentes de ejercicio de la potestad pública, ya sea que se asuma que ellos
conforman un bloque constitucional de derechos, o sea que ellos constituyen
un elemento interpretativo determinante en la plena acepción de los derechos
involucrados que reconoce la Constitución Política, veamos el considerando
7º de dicha sentencia:
“Que, entonces, la significación de tales derechos en los referidos instrumentos no
puede desatenderse en el presente juzgamiento, sea que se estime su aplicación
directa como norma fundante del bloque constitucional de derechos, sea que se
entienda su contenido como una referencia o elemento interpretativo determinante
en la plena acepción de los derechos involucrados que reconoce la Constitución
Política;”.
La normativa jurídica constitucional chilena permite sostener que el derecho
constitucional y el derecho internacional de los derechos humanos no pueden
seguir siendo considerados en forma compartimentalizada2, sino que deben ser
abordados como fuentes de un único sistema de protección de los derechos
que tiene por fundamento la dignidad de la persona humana, abordándolos en
forma integral, realizando una tarea de armonización e integración, eliminando prejuicios y visiones conflictuales, otorgándoles una visión convergente y
optimizadora de los derechos fundamentales.
Los atributos de los derechos en el ámbito normativo están conformados por
los elementos precisados tanto por la fuente normativa constitucional como por
la del derecho internacional. El derecho constitucional queda así delimitado por
los contenidos de ambas normativas, debiendo aplicarse siempre aquella que
mejor protege el derecho, dándole la mayor fuerza expansiva, que constituye
una exigencia ínsita en los mismos derechos.
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos es fuente del Derecho
Interno cuando contiene elementos que enriquecen al Derecho Interno, cuando agregan un “plus” al contenido normativo de los derechos delimitados y
configurados en el derecho interno y viceversa, cuando el sistema nacional de
Cancado Trindade, Antonio (1998): “Reflexiones sobre la interacción entre el Derecho Internacional y
Derecho Interno en la protección de los Derechos Humanos”, en: AA. VV. V Congreso Iberoamericano
de Derecho Constitucional. (México, D.F., Ed. UNAM), p. 109.
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derecho enriquece al Derecho Internacional de derechos humanos, buscando
siempre la integralidad maximizadora del sistema de derechos esenciales o
humanos, todo lo que está reconocido en el artículo 29 de la Convención Americana de Derecho Humanos, literal b) y en el artículo 5º del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, vale decir, la obligación
jurídica de utilizar el principio pro homine o favor persona, como vertiente
interpretativa y normativa3.
2.1.2. La validación del bloque constitucional de derechos
El considerando 7º de la sentencia objeto de análisis, emplea y reconoce
por primera vez como interpretación válida y legítima, que los atributos y ga Sobre el principio pro homine o favor persona hay una amplia bibliografía respecto de la cual sólo
señalaremos alguna de ella representativa de carácter latinoamericano, entre los cuales se cuenta:
Amaya Villarreal, Álvaro Francisco (2005): “El principio pro homine: interpretación extensiva vs. el consentimiento del Estado”, en: Revista Colombiana de Derecho Internacional, número 5, junio (Bogotá,
Pontificia Universidad Javeriana), pp. 337-380; Bidart Campos, G. (2001): “Las Fuentes del Derecho
Constitucional y el Principio Pro Homine”, en: Bidart Campos, G. y Gil Domínguez, A. (coords).
AA.VV., El Derecho Constitucional del Siglo XXI: Diagnóstico y Perspectivas. (Buenos Aires, Editorial
Ediar); Caballero Ochoa, José Luis (2011): “La cláusula de interpretación conforme y el principio pro
persona (artículo 1º, segundo párrafo, de la Constitución)”, en: Carbonell, Miguel, y Pedro Salazar
(coords.), La reforma constitucional de derechos humanos: un nuevo paradigma, México, Instituto
de Investigaciones Jurídicas-UNAM (serie Doctrina Jurídica, núm. 609), pp. 103-133; Castilla, Karlos
(2009): “El principio pro persona en la administración de justicia”, en Cuestiones constitucionales.
Revista Mexicana de Derecho Constitucional, Nº 20, enero-junio de 2009. (México, D.F. Instituto
de Investigaciones Jurídicas-UNAM); Pinto, Mónica (1997): “El principio pro homine. Criterios de
hermenéutica y pautas para la regulación de los derechos humanos”, en: Abregú, Martín y Courtis,
Christian (Comps.), La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los tribunales locales.
(Buenos Aires. Ed. CELS-Editores del Puerto); Sagüés, Néstor Pedro (2002): “La interpretación de los
derechos humanos en las jurisdicciones nacional e internacional”, en: José Palomino y José Carlos
Remotti (coords.), Derechos humanos y Constitución en Iberoamérica (Libro-homenaje a Germán J.
Bidart Campos), (Lima, Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional); Salvioli, Fabián (2003):
“Un análisis desde el principio pro persona sobre el valor jurídico de las decisiones de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos”, en: En defensa de la Constitución: libro homenaje a Germán
Bidart Campos, (Buenos Aires, Ediar), pp. 143-155. En la doctrina nacional debe considerarse los
trabajos de Peña Torres, Marisol (2013): “El principio pro homine o favor persona en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional de Chile”, en: Nogueira Alcalá, Humberto (Coordinador), Diálogo judicial
multinivel y principios interpretativos favor persona y de proporcionalidad (Santiago, CECOCH-Ed.
Librotecnia), pp. 131-154; Nash Rojas, Claudio (2013): “El principio pro persona en la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, en: Nogueira Alcalá, Humberto (Coordinador).
Diálogo judicial multinivel y principios interpretativos favor persona y de proporcionalidad. (Santiago,
CECOCH-Ed. Librotecnia), pp. 155-199; Muñoz Gajardo, Sergio (2014): “El estándar de convencionalidad y el principio pro homine”, en: Nogueira Alcalá, Humberto (Coord.), La protección de los derechos
humanos y fundamentales de acuerdo a la Constitución y el derecho internacional de los derechos
humanos (Santiago, Ed. Librotecnia), pp. 149-247. El Tribunal Constitucional lo utiliza en sentencia
rol Nº 740-07, de dieciocho de abril de dos mil ocho, considerando 69º; sentencia rol 1361-09, de
trece de mayo de dos mil nueve, considerando 73º; sentencia rol Nº 1191, de 19 de mayo de dos mil
nueve, Considerando 19º; sentencia rol Nº 567 de 2010, considerandos 35º y 40º.
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rantías de los derechos asegurados por tratados internacionales ratificados por
el Estado de Chile y vigentes, pueden formar parte de un bloque constitucional
de derechos. Tesis que ya había sido sostenida en la doctrina chilena y que
también había sido asumida por la Corte Suprema en diversos fallos, como se
explicita a continuación.
Sobre la materia ya se había señalado en la doctrina nacional que:
“En tal sentido, los atributos que integran un derecho esencial o fundamental y sus
garantías asegurados por el derecho convencional internacional forman parte del
plexo de derechos fundamentales asegurados por la Constitución y constituyen límites al ejercicio de la soberanía, como asimismo, el respeto y promoción de tales
derechos constituye un deber de todos los órganos estatales, entre ellos la judicatura
ordinaria y constitucional, el gobierno, el Congreso Nacional, la Contraloría General
de la República, entre otros”4.
“El intérprete constitucional debe entender que existe una retroalimentación recíproca
entre fuente interna y fuente internacional recepcionada internamente en materia de
derechos fundamentales. En la misma perspectiva debe existir una retroalimentación
entre el intérprete final del derecho interno y el intérprete final del derecho regional
o internacional de derechos humanos, especialmente, de aquel que el Estado se ha
comprometido a respetar y garantizar ante la comunidad internacional.
Ello exige al intérprete una tarea de delimitación y configuración de los derechos
fundamentales considerando la fuente interna y la fuente internacional que los
aseguran, como asimismo, considerando la jurisprudencia de las Cortes supra o
internacionales cuya jurisdicción es obligatoria y vinculante para el Estado, ya que
este último en cuanto tal y sus órganos tienen una obligación de resultado respecto
de ella, aplicada de buena fe y en cumplimiento efectivo de las obligaciones internacionales asumidas por el Estado, los que constituyen límites a la interpretación
del operador jurídico”5.
Asimismo se había conceptualizado el bloque constitucional de derechos:
“Por bloque constitucional de derechos fundamentales entendemos el conjunto de
derechos de la persona (atributos que integran los derechos y sus garantías) asegurados por fuente constitucional o por fuentes del derecho internacional de los
derechos humanos como son el derecho convencional, los principios de ius cogens,
como los derechos implícitos, expresamente incorporados a nuestro ordenamiento
jurídico por vía del texto constitucional o por vía del artículo 29 literal c) de la CADH.
4
Nogueira Alcalá, Humberto (2010): Derechos Fundamentales y Garantías Constitucionales, Tercera
edición (Santiago, Ediciones Librotecnia), Tomo I, p. 23.
5
Nogueira Alcalá, Humberto (2010): Derechos Fundamentales y Garantías Constitucionales, Tercera
edición (Santiago, Ediciones Librotecnia), Tomo I, p. 24.
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“Este bloque constitucional de derechos, en el ordenamiento constitucional chileno,
constituyen límites a la soberanía, como lo especifica categóricamente el artículo 5º
inciso segundo de la Constitución chilena vigente, asimismo nutren de contenido a
los derechos expresamente asegurados en la Carta Fundamental, como asimismo,
posibilitan asegurar derechos fundamentales que no se encuentran explicitados en
la Carta Fundamental, todos los cuales conforman parte del parámetro de control
de constitucionalidad de las normas infraconstitucionales.
El bloque de derechos fundamentales queda configurado así por los atributos y
garantías de los derechos asegurados:
a) en la Carta Fundamental en forma explícita;
b) en forma implícita;
c) en el derecho convencional internacional de derechos humanos y derecho internacional humanitario,
d) en el derecho internacional a través de los principios de ius cogens; y
e) en el derecho internacional consuetudinario”6.
A su vez, la Corte Suprema chilena, en sentencia de 25 de abril de 2005, rol
Nº 740-05, en recurso de nulidad de sentencia penal por infracción de derechos
fundamentales, ya había precisado:
“Que el derecho a la presunción de inocencia tiene en Chile rango constitucional
por estar incorporado en los tratados internacionales ratificados por Chile, que
nuestra Carta Fundamental asegura respetar y garantiza en el inciso 2º de su artículo
5º: Entre tales derechos cabe mencionar la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, publicada en el Diario Oficial de 5 de enero de 1989, que en su artículo
8.2 establece: Toda persona inculpada de un delito tiene derecho a que se presuma
su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad, y el art 14.2 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, publicado en el Diario Oficial
del 29 de abril de 1989, que dispone: Toda persona acusada de un delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad en
conformidad a la ley:”.
En otra sentencia rol Nº 4183-06, de dieciocho de abril de dos mil siete, la
Corte Suprema, reitera la misma perspectiva, señalando:
“Décimo: Que, a lo anterior, y conforme la norma de reenvío contenida en el artículo
5º de la Constitución, debe extenderse el reconocimiento con rango constitucional del derecho de defensa, también a los derechos garantizados por los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, como son los
6
Nogueira Alcalá, Humberto (2010): Derechos Fundamentales y Garantías Constitucionales, Tercera
edición (Santiago, Ediciones Librotecnia), Tomo I, pp. 24-25.
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“Los estándares de derechos humanos y el control de convencionalidad
en el control de inaplicabilidad por inconstitucionalidad...”
artículos 11.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que señala: “Toda
persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no
se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley, y en juicio público en el que se hayan
asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”; el artículo 14.3 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, señalando: “Durante el proceso, toda
persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas: b.- A disponer del tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa y a comunicarse con un defensor de su elección“ el artículo
8.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en cuanto expresa: “Toda
persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona
tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: d.- Derecho
del inculpado a defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de
su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor”; de todo lo
anterior, se puede sostener que se trata de un derecho fundamental, como gozar
de la defensa técnica que lleva a cabo el abogado defensor, y que comprende la
facultad de intervenir en el procedimiento penal y de llevar a cabo en él todas las
actividades necesarias para poner en evidencia la eventual falta de potestad penal
del Estado o cualquier circunstancia que la excluya o la atenúe, por ello en interés
de la transparencia del proceso penal, y para el hallazgo de la verdad, constituye
un requisito procesal esencial de todo juicio”7.
El Tribunal Constitucional ya había reconocido explícitamente la existencia
de derechos implícitos en nuestro ordenamiento constitucional en su sentencia
rol Nº 226 de 30 de octubre de 1995, considerando 25º, donde determina:
“… la doctrina como nuestra Constitución Política reconocen la existencia de derechos, aunque no estén consagrados en el texto constitucional, a menos que esta
consagración implique una violación a las normas fundamentales.
“Esta última expresión significa que los hombres son titulares de derechos por ser
tales, sin que sea menester que se aseguren constitucionalmente para que gocen
de la protección constitucional”.
El Tribunal Constitucional también lo ha asumido con el reconocimiento
del derecho a la identidad de las personas en diversas sentencias, de entre las
cuales señalamos los considerandos del fallo rol Nº 1340-09 de 2009:
“NOVENO: Que debe reconocerse, en efecto, que los diversos instrumentos internacionales, ratificados por Chile y vigentes, que cita el juez requirente en apoyo
de su argumentación, consagran el derecho a la identidad personal generando, por
ende, la obligación de los órganos del Estado de respetarlos y promoverlos, en los
términos aludidos en el inciso segundo del artículo 5º de la Carta Fundamental.
7
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, rol Nº 4183-06, de dieciocho de abril de dos mil siete,
considerando 10º.
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Humberto Nogueira Alcalá
La afirmación precedente se concilia perfectamente con el criterio sostenido por
esta Magistratura en el sentido de que el derecho a la identidad personal está
estrechamente ligado a la dignidad humana, en cuanto valor que, a partir de su
consagración en el artículo 1º, inciso primero, de la Ley Suprema, constituye la
piedra angular de todos los derechos fundamentales que la Ley Suprema consagra.
Asimismo, que aun cuando la Constitución chilena no reconozca, en su texto,
el derecho a la identidad, ello no puede constituir un obstáculo para que el juez
constitucional le brinde adecuada protección, precisamente por su estrecha vinculación con la dignidad humana y porque se encuentra protegido expresamente
en diversos tratados internacionales ratificados por Chile y vigentes en nuestro
país (Sentencia rol Nº 834, considerando 22º);”.
DÉCIMO: Que, en esta perspectiva, el reconocimiento del derecho a la identidad
personal –en cuanto emanación de la dignidad humana– implica la posibilidad de
que toda persona pueda ser ella misma y no otra, lo que se traduce en que tiene
derecho a ser inscrita inmediatamente después de que nace, a tener un nombre
desde dicho momento y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser
cuidada por ellos. Si bien esta forma de entender el derecho a la identidad personal
se deriva del artículo 7º de la Convención sobre los Derechos del Niño, no cabe
restringir su reconocimiento y protección a los menores de edad. Ello, porque el
derecho a la identidad personal constituye un derecho personalísimo, inherente a
toda persona, independientemente de su edad, sexo o condición social.
La estrecha vinculación entre el derecho a la identidad personal y la dignidad
humana es innegable, pues la dignidad sólo se afirma cuando la persona goza
de la seguridad de conocer su origen y, sobre esa base, puede aspirar al reconocimiento social que merece. Desde este punto de vista, el derecho a la identidad
personal goza de un status similar al del derecho a la nacionalidad del que una
persona no puede carecer.
Las consideraciones que preceden justifican, precisamente, incluir el derecho a la
identidad personal entre aquellos derechos esenciales a la naturaleza humana a que
alude el artículo 5º, inciso segundo, de la Constitución, y que se erigen como límite
de la soberanía, debiendo los órganos del Estado respetarlos y promoverlos, ya sea
que estén asegurados en la propia Carta Fundamental o en tratados internacionales
ratificados por Chile y que se encuentren vigentes;”8.
Lo mismo ya había hecho la Corte Suprema en su sentencia rol Nº 40692013, de 6 de noviembre de 2013, determina el carácter de derecho implícito
del derecho de acceso a la información pública como manifestación de la
libertad de información, precisando que:
“La Carta Fundamental asegura el derecho de acceso a la información pública como
una manifestación de la libertad de información, el que se encuentra reconocido
8
Sentencia del Tribunal Constitucional, rol Nº 1340-09, de fecha veintinueve de septiembre de dos
mil nueve, considerandos 9º y 10º.
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“Los estándares de derechos humanos y el control de convencionalidad
en el control de inaplicabilidad por inconstitucionalidad...”
en el artículo 19 Nº 12 del Código Político –aunque no en forma explícita– como
un mecanismo esencial para la plena vigencia del régimen democrático y de la
indispensable asunción de responsabilidades, unida a la consiguiente rendición de
cuentas que éste supone por parte de los órganos del Estado hacia la ciudadanía,
sin perjuicio que representa, además, un efectivo medio para el adecuado ejercicio
y defensa de los derechos fundamentales de las personas”.
Así, tanto la Corte Suprema como el Tribunal Constitucional reconocen como
parte de los derechos esenciales los derechos implícitos, como también los atributos de los derechos y sus garantías asegurados por el derecho convencional
internacional en su dimensión de estándares mínimos y conforme al principio
pro homine o favor persona. Además la Corte Suprema ha asumido la incorporación automática y directa del derecho consuetudinario internacional y los
principios imperativos de ius cogens9, sobre lo cual el Tribunal Constitucional
aún no se ha pronunciado.
De esta forma, el Tribunal Constitucional en su evolución jurisprudencial
de 2014 posibilita un acercamiento a un estándar de derechos fundamentales
uniforme con la Corte Suprema y la doctrina constitucional.
2.1.3. La validación por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional de la
incorporación de atributos de los derechos esenciales contenidos en fuentes
del derecho convencional internacional vigente como elemento interpretativo
determinante de los derechos asegurados en el artículo 19 de la Constitución
A su vez, en la otra perspectiva considerada por el considerando 7º de
la sentencia, por vía interpretativa asume los atributos de los derechos y sus
garantías como elemento interpretativo determinante de la plena acepción
de los derechos involucrados que se encuentran asegurados por el texto
constitucional.
Ello implica que los atributos de los derechos asegurados por vía de tratados
enriquecen y potencian los atributos y las garantías de los derechos asegurados
en el texto formal de Constitución, lo que implica implícitamente asumir el
principio favor persona del artículo 29 de la CADH como pauta interpretativa.
Sobre principios de Ius Cogens pueden verse, entre otros, los siguientes trabajos: Suy, Eric (1976):
“The concept of Ius Cogens in Public Internacional Law”, en: Conference on Internacional Law,
(Geneve. Lagonissi); Gómez Robledo, Antonio (1981): Le ius cogens internacional sagené, sa nature,
ses fonctions. Rcadi, 1981, Recueil des Cours 172 (La Haya, Academia de Derecho Internacional de
La Haya); Friedrich, Tatiana Scheila (2004): As Normas Imperativas de Direito Internacional Público
Jus Cogens (Belo Horizonte, Editora Forum); Ollarves Irazábal, Jesús (2005): Ius Cogens en el Derecho Internacional Contemporáneo (Caracas. Ed Instituto de Derecho Público, Universidad Central
de Venezuela).
9
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2.1.4. El Tribunal Constitucional asume en la práctica la doctrina del control
de convencionalidad
En este importante fallo del Tribunal Constitucional, el considerando octavo,
asume el control de convencionalidad que deben realizar todos los tribunales
nacionales10, incluido el Tribunal Constitucional, no solo teniendo presente el
corpus iuris interamericano, conforme a lo que determina el artículo 29 literal
d) de la CADH, sino también la jurisprudencia emanada de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como intérprete autentica y final de dicho corpus
en el ámbito regional americano, conforme con lo que determina el artículo
62.3 de la CADH:
“Que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, intérprete auténtico de la
aludida convención, ha sentado jurisprudencia en orden a que la justicia militar
carece de jurisdicción sobre intervinientes civiles y que sólo puede investigar
y sancionar la afectación de bienes jurídicos relacionados con la función castrense;”.
10
Sobre la consideración y aplicación del control de convencionalidad por los jueces internos
del Estado hay una amplia bibliografía, pudiendo consultarse: Albanese, Susana (Coord.) (2008): El
control de convencionalidad (Buenos Aires, Ediar); Aguillar Cavallo, Gonzalo (2012): “El control de
convencionalidad y el rol del juez nacional como juez de derechos humanos”, en: Nogueira Alcalá,
Humberto (Coord.) El diálogo transjudicial de los Tribunales constitucionales entre sí y con las cortes
internacionales de derechos humanos (Santiago, Ed. Librotecnia), pp. 449-508; Ferrer Mac-Gregor,
Eduardo (2011): “Interpretación conforme y control difuso de convencionalidad. El nuevo paradigma
del juez mexicano”, en: Revista Estudios Constitucionales, Año 9 Nº 2, (Santiago, CECOCH, Universidad de Talca, Ed. Thomson Reuters-LegalPublishing) y Ferrer Mac-Gregor, Eduardo (2012): El
control difuso de convencionalidad. Diálogo entre la Corte Interamericana de Derechos Humanos y
los jueces nacionales (Querétaro, Ed. Fundación Universitaria de Derecho, Administración y Política.
S.C.); Hitters, Juan Carlos (2009): “Control de constitucionalidad y control de convencionalidad.
Comparación”; en: Revista Estudios Constitucionales, Año 7 Nº 2. (Santiago, Centro de Estudios
Constitucionales de Chile, Universidad de Talca), pp. 109-128; Lucchetti, Alberto (2008): “Los jueces y algunos caminos del control de convencionalidad”; en: Albanese, Susana (Coord.), El control
de convencionalidad (Buenos Aires, Ediar); Nogueira Alcalá, Humberto (2012): “Los desafíos del
control de convencionalidad del corpus iuris interamericano por las jurisdicciones nacionales”, en:
Boletín Mexicano de Derecho Comparado. Nueva Serie, año XLV Nº 135, septiembre-diciembre,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, (México D.F., UNAM); Nogueira Alcalá, Humberto y Galdámez
Zelada, Liliana (2014): Jurisprudencia del Tribunal Constitucional ante los derechos humanos y el
derecho constitucional extranjero. Implicancias para el parámetro de control de constitucionalidad
(Santiago, Ed. Librotecnia); Nogueira Alcalá, Humberto (Coordinador) (2014): La protección de los
Derechos Humanos y fundamentales de acuerdo a la Constitución y el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos (Santiago, CECOCH-Ed. Librotecnia); Sagués, Néstor Pedro (2014): “Derechos
constitucionales y derechos humanos. De la Constitución Nacional a la Constitución ‘convencionalizada’”, en: Nogueira Alcalá, Humberto (Coordinador). La protección de los Derechos Humanos y
fundamentales de acuerdo a la Constitución y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
(Santiago, CECOCH-Ed. Librotecnia), pp. 15-23.
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“Los estándares de derechos humanos y el control de convencionalidad
en el control de inaplicabilidad por inconstitucionalidad...”
No debe olvidarse que la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
la materia de justicia militar, ya había dictado dos sentencias sobre la materia,
los casos Palamara vs. Chile11 y el caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile12,
en los cuales ya había determinado los estándares convencionales que debía
asegurar el ordenamiento jurídico chileno en la materia, lo que obligaba al
Estado a modificar drásticamente el Código de Justicia Militar, lo que hasta el
presente sólo ha concretado parcialmente.
A su vez, la Corte IDH ya había reiterado en la sentencia del Caso Atala
Riffo y niñas vs. Chile, de 24 de febrero de 201213, los elementos básicos de
dicho control de convencionalidad y precisó su carácter de intérprete último de
la Convención Americana que el Tribunal Constitucional y los jueces de todo
orden no pueden desconocer:
“282. Los jueces y órganos vinculados a la administración de justicia en todos los
niveles están en la obligación de ejercer ex officio un ‘control de convencionalidad’
entre las normas internas y la Convención Americana, en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, los
jueces y órganos vinculados a la administración de justicia deben tener en cuenta
no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”.
Así, aplicando la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre el artículo 8.1 de la CADH, el Tribunal Constitucional precisa
en su considerando noveno:
“Que, a la luz de tales antecedentes, no cabe duda que la aplicación conjunta de
los preceptos impugnados provoca una vulneración de los derechos a ser oído por
un juez competente, a la publicidad del proceso y a ser juzgado por un tribunal
independiente e imparcial, con transgresión de los preceptos contenidos en el
artículo 8º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo
19, Nº 3º, de la Constitución Política de la República;”.
El Tribunal Constitucional precisa en su considerando 12º:
“Que, al decidir de esta forma una acción singular, esta Magistratura entiende contribuir –en el ámbito de su competencia– al cumplimiento del deber impuesto por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos al Estado de Chile para adecuar el
ordenamiento jurídico interno a los estándares internacionales sobre jurisdicción
penal militar”.
11
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2005. Serie C Nº 135.
12
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C Nº 154.
13
Corte IDH. Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de
febrero de 2012. Serie C Nº 239.
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Humberto Nogueira Alcalá
El Tribunal Constitucional en el caso analizado, como ya lo había hecho
antes la Corte Suprema en el caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, toma
nota que los órganos jurisdiccionales internos, dentro de sus competencias y
conforme a las normas de procedimiento determinadas por el ordenamiento
jurídico interno, deben adoptar las medidas “de otro carácter” para adecuar
el derecho interno y las prácticas judiciales y de otros órganos y agentes del
Estado a las exigencias de respeto y garantía de los derechos asegurados por el
corpus iuris interamericano.
No podemos sino concordar con Ferrer Mac-Gregor, el que refiriéndose a
la eficacia directa de la jurisprudencia de la Corte IDH para todos los estados
partes, el que, en su voto razonado en la sentencia de la CIDH en el Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México, afirma que:
“la jurisprudencia de la Corte IDH adquiere ‘eficacia directa’ en todos los Estados
nacionales que han reconocido expresamente su jurisdicción, con independencia
de que derive de un asunto donde no han participado formalmente como ‘parte
material’. Lo anterior, debido a los efectos de la norma convencional interpretada,
que produce ‘efectos expansivos’ de la jurisprudencia convencional y no sólo eficacia subjetiva para la tutela del derecho y libertad en un caso particular sometido
a su competencia”14.
3. La sentencia rol Nº 2492-13 de 17 de junio de 2014
3.1. El cuestionamiento de la aplicación del procedimiento de la justicia
militar
En este caso, se vuelve a cuestionar la constitucionalidad del artículo 5º,
numeral 3º del Código de Justicia Militar, requiriendo al Tribunal Constitucional
que declare su inaplicabilidad por inconstitucionalidad, para que surta efectos
en el proceso penal RIT 1812-2013, sustanciado ante el Juzgado de Garantía
de Linares, sobre apremios ilegítimos y tormento, en el cual el dicho tribunal
se declaró incompetente por ser materia de la justicia militar, lo que fue determinado por la Corte de Apelaciones de Talca, al resolver una contienda de
competencia que otorgó la competencia a la justicia militar, el cual se tramita
al momento de la acción de inaplicabilidad, ante la Corte Suprema, la cual
conoce de la materia a través del recurso de queja contra la sentencia de la
Corte de Apelaciones de Talca, en autos rol Nº 4639-2013.
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, en voto razonado en Caso Cabrera García y Montiel Flores Vs. México.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de noviembre de 2010. Serie
C Nº 220, párrafo 79.
14
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3.2. La competencia de la justicia militar, asunto de rango constitucional
El Tribunal Constitucional en el considerando 6º del fallo determina:
“Que la competencia de la justicia militar es un asunto que siempre ha estado en
el rango constitucional y, adicionalmente, para efectos de la cuestión concreta
esta propia Magistratura así lo ratificó. Por tanto, por decisiones del constituyente
así como por sentencias del Tribunal Constitucional nos encontramos frente a un
asunto de ineludible materialidad constitucional;”.
Agregando en las propias expresiones del Tribunal Constitucional, en el
considerando 8º:
“Que, no obstante lo anterior, no basta con indicar la preocupación que ha tenido el constituyente por la determinación del ámbito competencial dentro del
cual opera la justicia militar. En tal sentido, la principal determinación reside en
el hecho de que es decisión del legislador, por el propio mandato constitucional
de los artículos 19, numeral 3º, 63, numeral 3º, y 76 de la Constitución, fijar tal
competencia;”.
Asimismo, el Tribunal Constitucional recuerda en su considerando 9º:
“Que, en un fallo reciente, esta Magistratura ha sostenido que la aplicación de la
norma aquí impugnada es inconstitucional, pues ‘provoca una vulneración de los
derechos a ser oído por un juez competente, a la publicidad del proceso y a ser
juzgado por un tribunal independiente e imparcial, con transgresión de los preceptos contenidos en el artículo 8º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y en el artículo 19, Nº 3º, de la Constitución Política de la República’”.
(STC rol Nº 2493, considerando noveno);”.
Así, el Tribunal Constitucional llega a la conclusión en su considerando
10º, de que
“En síntesis, es insostenible soslayar el conflicto de constitucionalidad de la competencia de la justicia militar, puesto que esta propia Magistratura acreditó la
intensidad constitucional del vínculo interpretando la Ley Nº 20.477 y acogiendo
un requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad en contra del mismo
precepto legal;”.
3.3. Reiteración de la obligación de asumir los estándares del corpus iuris
interamericano y la jurisprudencia de la Corte IDH en virtud de la norma de
reenvío del artículo 5º inciso 2º de la Constitución
En el fallo, el Tribunal Constitucional reitera en el considerando 17º lo ya
afirmado en la sentencia antes analizada de que deben considerarse:
“nuevos estándares en materia de justicia militar a partir de la obligación impuesta
al Estado de Chile, incluyendo a esta jurisdicción constitucional, en orden al deber
de respetar y promover los derechos garantizados por esta Constitución y por los
tratados internacionales, ratificados y vigentes en Chile;”.
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Humberto Nogueira Alcalá
Es importante en la línea jurisprudencial del Tribunal Constitucional, el
asumir que los estándares de derechos garantizados por la Constitución y los
tratados internacionales, ratificados y vigentes en Chile, constituyen un deber de
respeto y promoción que incluye al Tribunal Constitucional, que en el caso sub
lite, implica aplicar los estándares del corpus iuris interamericano establecidos
en materia de justicia militar.
La Corte insiste en la necesidad de asumir los estándares del corpus iuris
interamericano y la jurisprudencia de la Corte IDH en el caso Palamara.
La Corte Interamericana reitera en su considerando 19º la pertinencia de
asumir los estándares fijados por la Corte IDH en la sentencia del caso Palamara
Iribarne vs. Chile, de 22 de noviembre de 2005, y que se aplican en este caso
como determina el considerando 20º, como son:
“el derecho a ser juzgado por tribunales ordinarios como punto de partida, pudiendo
existir una jurisdicción militar restrictiva y excepcional, encaminada a la protección
de intereses jurídicos especiales, las cuales son válidas para militares, en el caso
de conductas delictivas típicas del ámbito militar y que lesionen bienes jurídicos
militares gravemente atacados”.
Respecto del derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial, considerando concluyente el Tribunal Constitucional la cita del caso
Palamara, en su párrafo 155:
“que indica que la estructura orgánica y composición de los tribunales militares
implican que estén subordinados jerárquicamente a los superiores a través de
la cadena de mando (…) no cuentan con garantías suficientes de inamovilidad
y no poseen una formación jurídica exigible para desempeñar el cargo de juez.
Todo ello conlleva a que dichos tribunales carezcan de independencia e imparcialidad”.
En relación a un proceso público, la sentencia reitera lo ya sostenido en la
sentencia anteriormente analizada, citando los párrafos 166, 167, 171 y 178
de la sentencia de la Corte IDH en el caso Palamara:
“[e]l proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar
los intereses de la justicia”.
En tal sentido, es un elemento esencial de los sistemas procesales penales acusatorios
de un Estado democrático y se garantiza a través de la realización de una etapa oral
en la que el acusado pueda tener inmediación con el juez y las pruebas y que facilite
el acceso al público (Párrafo 167 de la CIDH/Nº 135/2005). Bajo estas premisas,
concluye que el sumario del proceso penal militar es incompatible con el art. 8.2
c) de la CADH (Párrafo 171 de la CIDH/Nº 135/2005). En esa perspectiva, no hay
igualdad de condiciones en la rendición de la prueba con el objeto de ejercer el
derecho a defensa (Párrafo 178 de la CIDH/Nº 135/2005);”.
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3.4. La exhortación al legislador de adecuar el Código de Justicia Militar a
los estándares interamericanos
El Tribunal Constitucional en su considerando 21º exhorta al legislador para
incorporar los estándares interamericanos en la modificación legislativa del
Código de Justicia Militar, recordando lo sostenido por la Corte IDH en su resolución de supervigilancia del cumplimiento de la sentencia en el caso Palamara:
“(…) en esta tarea se ha ido más lento que lo necesario, opinión que no es propia
de esta Magistratura sino que de la propia Corte encargada de velar por el cumplimiento de la sentencia Palamara Iribarne vs. Chile. A ocho años de la sentencia de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó al Estado de Chile aún
no se realizan los cambios necesarios para adecuar nuestra jurisdicción militar a lo
establecido por la Corte. Así lo indicó la Resolución de la Corte de 1º de julio de
2011, que mantiene abierto el procedimiento de supervisión de cumplimiento de
los puntos pendientes en este caso, entre otros: ‘b) Adecuar, en un plazo razonable,
el ordenamiento jurídico interno a los estándares internacionales sobre jurisdicción
militar, de forma tal que en caso de que considere necesaria la existencia de una
jurisdicción penal militar, ésta debe limitarse solamente al conocimiento de delitos
de función cometidos por militares en servicio activo. Por lo tanto, el Estado debe
establecer, a través de su legislación, límites a la competencia material y personal
de los tribunales militares, de forma tal que en ninguna circunstancia un civil se vea
sometido a la jurisdicción de los tribunales penales militares, en los términos de los
párrafos 256 y 257 de la Sentencia (punto resolutivo décimo cuarto de la Sentencia)’
(Resolución de la Corte IDH de 1º de julio de 2011, Supervisión de Cumplimiento,
Caso Palamara Iribarne vs. Chile, p. 17). Esta resolución también reconoce avances
en la materia, como la promulgación de la Ley Nº 20.477; sin embargo, a pesar
de los proyectos de ley actualmente en tramitación, ‘los representantes lamentaron reiteradamente que a más de cinco años desde el dictado de la Sentencia en
el presente caso, Chile aún mantiene vigente un sistema de justicia penal militar
que transgrede estándares internacionales de protección de derechos humanos[,]
en clara contravención a las garantías consagradas en la Convención Americana’.
Adicionalmente, resaltaron la importancia de que el Estado ‘encare la reforma de
la [justicia penal militar] en forma integral y de modo urgente, adoptando todas
las medidas necesarias para impulsar el trámite parlamentario’ (Resolución de la
Corte IDH de 1º de julio de 2011, Supervisión de Cumplimiento, Caso Palamara
Iribarne vs. Chile, p. 7);”.
El Tribunal Constitucional reitera en esta sentencia en su considerando 23º,
asimismo, lo afirmado en la sentencia anteriormente analizada, en el sentido de:
“Que la vulneración de los derechos a ser oído por un juez o tribunal competente,
a un proceso público y a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial,
constituye un conjunto de infracciones al artículo 8º de la Convención Americana
de Derechos Humanos. Este artículo tiene su correspondencia en el orden constitucional chileno a través del artículo 5º, inciso segundo, de la Constitución;”.
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Jurisprudencia / Case comment
Humberto Nogueira Alcalá
El Tribunal Constitucional también reitera en esta sentencia en la necesidad
de hacer respetar y garantizar estándares mínimos de derechos de la víctima
contrastando en esta materia dichos estándares en el proceso penal y en el
procedimiento de justicia militar en los considerandos 27º y 28º, llegando en
el considerando 29º a la siguiente conclusión:
“Que, por tanto, frente a un estándar robusto sobre la excepcionalidad de la justicia
militar, cabría esperar que ésta, en sus procedimientos, contuviera derechos procesales básicos que protejan a la víctima. No obstante, cabe consignar, en cumplimiento
del artículo 83 de la Constitución, que esta norma exige a lo menos la existencia de
medidas que permitan proteger a la víctima. Sin embargo, el actual proceso penal
militar contiene un conjunto mínimo de derechos que le impiden a la víctima el
derecho a un proceso público (todo sometido a sumario) y un adecuado derecho a
defensa que le permita velar por sus intereses, máxime si el victimario es integrante
de la misma institución jerárquica de quien lo juzga, generando una vulneración
al derecho a ser juzgado por el juez natural;”.
Así, luego del análisis y aplicación de los estándares mínimos exigibles
en materia de garantías judiciales y debido proceso al caso concreto, el Tribunal Constitucional llega a la misma conclusión que ya había llegado en la
sentencia anteriormente analizada, el fallo rol Nº 2493, determinando en su
considerando 33º:
“Que para esta Magistratura, tal como se sostuvo en la sentencia Rol Nº 2493, la
aplicación de este precepto legal produce efectos inconstitucionales en el caso
concreto, aun tratándose de una víctima sujeta a la condición de militar. A la luz de
los nuevos estándares en materia de jurisdicción militar, no existe una justificación
constitucionalmente admisible para que a una persona, civil o militar, se le impida
ejercer derechos como víctima de un delito común, y se le prive de un proceso
racional y justo. Por tanto, resultan vulnerados los artículos 19, numeral 3º, 83,
inciso cuarto, y 5º, inciso segundo, de la Constitución en relación con el artículo
8º de la Convención Americana de Derechos Humanos”.
A través de la aplicación de dichos estándares y la exhortación al legislador
el Tribunal Constitucional cumple con la adopción de “medidas (…) de otro
carácter” que determina la Convención en su artículo 2º, lo que implica que
los órganos jurisdiccionales ordinarios o especiales que contempla el ordenamiento estatal, en cuanto órganos del Estado, se encuentran vinculados directa
e inmediatamente por los derechos asegurados convencionalmente, más aún
cuando el Estado al ratificar la Convención, la convierte en derecho interno sin
que deje de ser simultáneamente derecho internacional, el que es de aplicación
preferente al primero conforme al principio pro homine o favor persona. Así, la
norma convencional en esta doble dimensión, de norma interna e internacional,
vincula a los jueces ordinarios, constitucionales y otros especiales, a respetar y a
garantizar los atributos y garantías de los derechos asegurados por dicha norma672
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en el control de inaplicabilidad por inconstitucionalidad...”
tiva en el estándar mínimo asegurado convencionalmente y a adoptar todas las
medidas y actuaciones dentro del ámbito de sus competencias que posibiliten
darle fuerza normativa directa e inmediata a los derechos asegurados por el
corpus iuris interamericano y a las sentencias de la CIDH, las cuales constituyen
obligaciones de resultado para el Estado Parte, como asimismo para los jueces
ordinarios, constitucionales y especiales en cuanto son Estado Juez. No debe
olvidarse que el artículo 68.1 de la CADH, precisa que “los Estados partes han
asumido el compromiso de cumplir las decisiones de la Corte, en todo caso en
que sean partes”; de allí que las sentencias de la Corte Interamericana son de
obligatorio cumplimiento.
El Tribunal Constitucional da cumplimiento eficaz y de buena fe, a los estándares del derecho (de la CADH referente a garantías judiciales. Asume así,
los estándares interamericanos y determina la inaplicabilidad por inconstitucionalidad de la disposición del artículo 5º Nº 3 del Código de Justicia Militar
para el caso concreto. En la práctica concreta lo que la Corte IDH, ya había
señalado como parte del control de convencionalidad a los órganos jurisdiccionales nacionales, en el caso “Almonacid Arellano vs. Chile”, en el párrafo
123 de la sentencia:
“123. La descrita obligación legislativa del artículo 2º de la Convención tiene también
la finalidad de facilitar la función del Poder Judicial de tal forma que el aplicador de la
ley tenga una opción clara de cómo resolver un caso particular. Sin embargo, cuando el
Legislativo falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención
Americana, el Judicial permanece vinculado al deber de garantía establecido en el
artículo 1.1 de la misma y, consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier
normativa contraria a ella. El cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del
Estado de una ley violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional
del Estado, y es un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional
del Estado, recogido en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en el
sentido de que todo Estado es internacionalmente responsable por actos u omisiones
de cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de los derechos internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención Americana”15.
4. Conclusiones
A través de las sentencias analizadas, el Tribunal Constitucional asume
que, en virtud de la norma de reenvío del artículo 5º inciso 2º de la Constitución, el ámbito protegido de los atributos de los derechos esenciales y sus
garantías, se amplían a través de otros atributos y garantías provenientes de su
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C Nº 154, párrafo 123.
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aseguramiento por el derecho convencional internacional ratificado por Chile
y vigente, ya sea asumiendo el bloque de constitucionalidad de derechos o
mediante interpretación que posibilita ampliar los atributos y garantías de los
derechos expresamente asegurados en el texto constitucional, como asimismo
por vía interpretativa del reconocimiento de derechos implícitos, como ya lo ha
asumido la jurisprudencia del Tribunal en fallos mencionados en este artículo
(roles Nº 226 de 30 de octubre de 1995 y Nº 1340-2009, de 29 de septiembre
de 2009). El Tribunal Constitucional no se ha pronunciado si dicho bloque
constitucional de derechos puede engrosarse por vía de normas imperativas
de ius cogens y por vía de derecho consuetudinario internacional, a diferencia
de la Corte Suprema que, a través de su jurisprudencia, los reconoce y aplica
directa y automáticamente.
Tal perspectiva implica asumir, como lo hace el Tribunal Constitucional en
los casos analizados, una ampliación de atributos y garantías de los derechos
esenciales considerando los estándares mínimos establecidos por el derecho
internacional y sus órganos de interpretación y aplicación, asumiendo en tal
perspectiva los principios de progresividad y favor persona contenidos en el
artículo 29 literal b) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
el artículo 5º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, entre otros instrumentos del derecho convencional internacional
ratificados y vigentes.
El Tribunal Constitucional y los tribunales ordinarios y especiales, en cuanto
Estado-Juez, deben considerar los estándares mínimos interamericanos de derechos en sus resoluciones judiciales, una actuación jurisdiccional en detrimento
de tales estándares serán considerados actos o resoluciones arbitrarios e írritos
que vulneran derechos humanos asegurados por el corpus iuris interamericano
y su interpretación auténtica y final por la Corte IDH conforme determinan los
artículos 29 literal d) y 62.1 y 3 de la CADH, respectivamente. El no aseguramiento de los estándares mínimos de respeto y garantía de los derechos convencionales por parte de las resoluciones judiciales de los tribunales nacionales
generan responsabilidad internacional por violación de derechos humanos y
son consideradas carentes de valor y eficacia jurídica, como ha ocurrido en el
caso chileno con las sentencias dictadas en “Palamara Iribarne vs. Chile”16; en
“Almonacid Arellano vs. Chile”17; o en “Norín Catrimán y otros vs. Chile”18.
16
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de
noviembre de 2005. Serie C Nº 135.
17
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C Nº 154.
Corte IDH. Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del Pueblo Indígena Mapuche) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de mayo de 2014. Serie C Nº 279.
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“Los estándares de derechos humanos y el control de convencionalidad
en el control de inaplicabilidad por inconstitucionalidad...”
El Tribunal Constitucional tiene la competencia para ejercer control de
constitucionalidad conforme al texto formal de la Constitución Política de la
República, lo cual debe concretar de acuerdo con los diversos numerales del
artículo 93 de la Constitución y en los términos que dicho enunciado constitucional determina. Sin embargo, por otra parte, el Tribunal Constitucional en
virtud del mandato constitucional imperativo del artículo 5º inciso 2º, que reenvía a la CADH y las obligaciones generales jurídicas que ella determina para el
Estado parte y para los órganos jurisdiccionales del mismo en sus artículos 1.1
y 2, las cuales exigen “respetar y garantizar” los derechos asegurados por ella y
contribuir a través del ejercicio de su competencia jurisdiccional a cumplir las
“medidas (…) de otro carácter”, para dar efectividad a los estándares mínimos
de derechos mediante el ejercicio del control de convencionalidad.
El Tribunal Constitucional se encuentra así en la obligación jurídica de
ejercer ex officio (principio iura novit curia), el control de convencionalidad
como exigencia jurídica derivada del cumplimiento de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en virtud de la norma de reenvío del artículo
5º inciso 2º de la Constitución.
Dicho control de convencionalidad lo debe ejercer el Tribunal Constitucional
en su carácter de Estado juez, el cual comparte con todos los demás tribunales
ordinarios y especiales, sin que dicho control de convencionalidad sea una
competencia exclusiva del Tribunal Constitucional, pudiendo ejercerla todos
los demás tribunales dentro de su respectiva competencia y de acuerdo a los
procedimientos determinados por el respectivo ordenamiento jurídico para el
ejercicio de ellas.
Así lo practica el Tribunal Constitucional en las dos sentencias analizadas,
donde desarrolla dicho control de convencionalidad, conforme no sólo a los
artículos 1.1, 2 y 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
sino que aplicando también los estándares mínimos fijados para la justicia militar
en los fallos de la Corte IDH en su calidad de intérprete auténtica y final de la
Convención, conforme al artículo 62.3 de la misma, que el Tribunal Constitucional reconoce expresamente en los fallos analizados.
A su vez, el Tribunal Constitucional asume, como se desprende de las
sentencias analizadas, que la jurisprudencia de la Corte IDH es de aplicación
directa a otros casos similares u homologables a aquellos que dicha Corte ha
resuelto directamente, lo que implica asumir la existencia de una jurisprudencia vinculante de la Corte IDH, aunque ella no corresponda directamente a
casos chilenos. Ello implica asumir en el derecho chileno una perspectiva de
jurisprudencia inexistente en el caso de los fallos de la judicatura interna, pero
que emana de la correcta aplicación de los artículos 62, 67 y 68 de la CADH.
Ello implica asumir que la ratio decidendi de las sentencias de la Corte IDH
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adquieren fuerza normativa en cuanto cosa interpretada desarrollada por el
intérprete auténtico y final de la Convención
Recordemos, finalmente, que los jueces nacionales son los que primero
deben interpretar y aplicar de buena fe, como jueces interamericanos, el corpus
iuris respectivo, ya que el sistema sólo hace operable la actuación de la Corte
IDH subsidiariamente, cuando los jueces nacionales no han cumplido su tarea
de aplicar el control de convencionalidad o han hecho una mala interpretación
o aplicación de la misma.
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