Aristóteles - IES Rodríguez Moñino

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I.E.S. “Rodríguez Moñino”
Departamento de Filosofía
Historia de la filosofía. 2º Bachillerato
TEMA 5. ARISTÓTELES
1
INTRODUCCIÓN _______________________________________________________ 2
2
ARISTÓTELES Y SU MUNDO _____________________________________________ 2
2.1
2.2
2.3
2.4
2.5
CONTEXTO POLÍTICO Y FORMACIÓN ESPECIAL _________________________
ARISTÓTELES EN LA ACADEMIA DE PLATÓN ___________________________
ALEJAMIENTO DE PLATÓN: VIAJES Y OBSERVACIÓN ____________________
EL LICEO ________________________________________________________
EL CORPUS ARISTOTELICUM ________________________________________
2
3
3
4
5
3
CRÍTICA A LA TEORÍA DE LAS IDEAS ____________________________________ 5
4
METAFÍSICA, MÁS ALLÁ DE LA FÍSICA ___________________________________ 6
4.1
4.2
4.3
4.4
4.5
5
CONOCIMIENTO Y LÓGICA _____________________________________________ 10
5.1
5.2
6
TODOS LOS HOMBRES DESEAN SABER ________________________________ 11
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO _______________________________________ 11
ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA ______________________________________________ 12
6.1
6.2
6.2.1
6.2.2
7
EL PROBLEMA DEL CAMBIO _________________________________________ 6
LA REALIDAD SUSTANCIAL _________________________________________ 7
POTENCIA Y ACTO ________________________________________________ 8
LAS CUATRO CAUSAS ______________________________________________ 9
DE LA COSMOLOGÍA A LA TEOLOGÍA _________________________________ 10
EL HOMBRE, UN SER ANIMADO ______________________________________ 12
ÉTICA: A LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD _____________________________ 13
VIRTUDES DIANOÉTICAS ____________________________________________________________________ 13
LAS VIRTUDES ÉTICAS Y EL TÉRMINO MEDIO ____________________________________________________ 14
LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA __________________________________________ 15
I.E.S. Rodríguez Moñino
Departamento de Filosofía
Historia de la filosofía
2º de Bachillerato
1 INTRODUCCIÓN
En pleno siglo IV a. C., cuando las polis clásicas de Grecia iban perdiendo vitalidad y
Macedonia adquiría hegemonía militar y política, Aristóteles, arraigado tanto en
Macedonia como en Atenas, realizó una inmensa obra intelectual, de orden científico y
filosófico. Esta obra sistemática hará que se le conozca como una de las mentes más
productivas e influyentes de la historia del pensamiento.
Analizaremos, en primer lugar, sus vínculos o raíces en Macedonia y Atenas, una
circunstancia que no podemos desatender. Nos acercaremos al núcleo de su pensamiento
viendo su alternativa realista a la concepción idealista de Platón: una metafísica o
interpretación integrada de la realidad que emerge de su física o cosmología. En otra
sección, siguiendo el mismo esquema didáctico de Platón, veremos cómo traza el camino
hacia el conocimiento. Habrá que estudiar, también, cómo concibe al ser humano
(antropología), y cuál es la tarea fundamental que éste ha de desarrollar, objeto de
estudio de la ética aristotélica. Finalmente, veremos la organización política óptima,
pensada a partir de la observación de diferentes realidades políticas, y alejada de la
utopía de su maestro.
2 ARISTÓTELES Y SU MUNDO
En el siglo IV a. C., el reino de Macedonia constituía una pequeña pero ambiciosa
potencia, cuyos monarcas guerreros soñaban con extender su territorio y obtener un
reconocimiento que no poseían. Atenas, civilizada y democrática, consideraba Macedonia
como una tierra de semibárbaros y recelaba de ella. La vida de Aristóteles transcurrió
entre estos dos mundos en constante conflicto: era un hombre que se hallaba muy
cercano al poder macedonio, pero, como brillante intelectual, gustaba del ambiente de la
culta y refinada Atenas.
2.1 CONTEXTO POLÍTICO Y FORMACIÓN ESPECIAL
Aristóteles nació alrededor del 384 a. C. en Estagira, una pequeña ciudad en la
península de Calcídica. La península, en la costa nororiental de Grecia, se hallaba ocupada
por macedonios y tracios; Macedonia y Tracia formaban reinos que los civilizados griegos
del sur consideraban primitivos y analfabetos. En Calcídica, lugar de gran importancia
estratégica, se encontraban también pequeñas polis fundadas y colonizadas por griegos,
del sur, que se consideraban a sí mismos más griegos que los macedonios. Estas polis
(entre ellas Estagira) se habían unido en una federación con el objetivo de protegerse
de la prepotente y poco culta Macedonia.
El padre de Aristóteles, Nicómaco, a pesar de ser un griego puro, se relacionó con
el rey Amintas de Macedonia, y se convirtió en médico oficial de la familia real, además
de amigo y consejero. Por este motivo, Nicómaco se trasladó de Estagira a Pela, sede de
la corte macedonia. En esta corte, Aristóteles conoció y trabó amistad con Filipo, hijo
de Amintas y futuro rey.
Tema 5. Aristóteles. Pg. 2
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Aristóteles, que también por parte de madre procedía de una familia de médicos,
recibió, además de la formación general que se daba a los griegos acomodados, la
formación especial de los descendientes de médicos. Esta formación tenía un elevado
componente práctico y empírico que marcó profundamente toda la actividad filosófica de
Aristóteles: su interés por la biología tiene su origen en esta formación médica.
2.2
ARISTÓTELES EN LA ACADEMIA DE PLATÓN
Sabemos que en el año 367 a. C., a los 17 años, huérfano de padre y madre, y
muerto el rey Amintas, amigo y protector de la familia, Aristóteles se trasladó a Atenas
e ingresó en la Academia de Platón. A pesar de que cuando se incorporó a la Academia,
Platón acababa de iniciar su segundo viaje a Sicilia y había designado como director
provisional a Eudoxo de Cnido, la influencia platónica fue decisiva en los años siguientes.
Aristóteles fue miembro activo de la Academia durante veinte años, desde los 17
hasta los 37; primero como alumno y después como profesor. El ambiente de debate y
reflexión le seducía. Además, allí pudo convivir y discutir con Platón, quien pronto
advirtió la excepcional inteligencia de su discípulo.
En Atenas existía una escuela rival de la Academia: la escuela de retórica de
Isócrates, donde muchos políticos se formaban, buscando una mayor habilidad
persuasiva con el lenguaje. La oposición de Aristóteles a la retórica superficial y vacía
que allí se enseñaba, y su interés por una retórica llena de contenido lo convirtieron en el
primer profesor de retórica de la Academia, materia inicialmente despreciada por los
platónicos. Aun así, éstos fueron años de importante aprendizaje filosófico, de manos
de Platón.
Sin embargo, los avatares políticos de Macedonia obligaron a Aristóteles a
abandonar precipitadamente su querida Academia y Atenas. Filipo II de Macedonia,
amigo de Aristóteles, una vez consolidado en el trono (358 a. C.), había iniciado unas
astutas campañas diplomáticas y militares que lo llevaron a una posición de hegemonía
sobre toda Grecia. Incomprensiblemente, este proceso provocó profundos odios entre
los atenienses contra todo aquel que fuera macedonio. Así, en Atenas, por ejemplo, el
gran orador Demóstenes, convertido en político, encabezó el partido antimacedonio, un
partido que propugnaba la guerra contra Filipo. Aristóteles, cuyas excelentes relaciones
con el poder macedonio eran bien conocidas, tuvo que abandonar Atenas, su polis más
querida.
Además, aquel mismo año, el 347 a. C., había muerto Platón. Su sobrino Espeusipo
fue reconocido como director de la Academia.
2.3
ALEJAMIENTO DE PLATÓN: VIAJES Y OBSERVACIÓN
Los acontecimientos políticos llevaron a Aristóteles a un duro peregrinaje por
tierras griegas. Primero, aceptó la invitación del tirano de Atarneo, Hermias, amigo de la
familia, y se instaló en Aso. En esta pequeña ciudad de Anatolia estableció una especie
de filial de la Academia, y reunió a alumnos y colaboradores. Teofrasto de Ereso, su
discípulo predilecto, se le unió aquí y ya nunca le abandonó. Muerto Hermias a manos de
los persas, Aristóteles se instaló en Mitilene, en la isla de Lesbos.
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Los años de Aso y Mitilene fueron años en que emergió lo más característico de
Aristóteles. Sabemos que pasaba gran parte del tiempo observando, catalogando y
describiendo animales, plantas y fenómenos meteorológicos. Es decir, en este segundo
período, realizó importantes estudios de ciencias naturales: la formación médica de
sus primeros años se fue imponiendo en forma de interés por la vida natural.
Simultáneamente, se fue distanciando de muchas de las posiciones platónicas.
En el año 342 a. C., el rey Filipo pidió a Aristóteles que se encargara de la
educación de su hijo Alejandro, el futuro Alejandro Magno. Aristóteles aceptó y, junto
con sus colaboradores, se trasladó a Macedonia. De este modo, pudo realizar aquello que
tanto había deseado Platón: formar intelectualmente a un futuro rey, unir poder
intelectual y poder político. Alejandro contaba entonces trece años. Hasta los dieciséis,
Aristóteles fue su educador.
Sin embargo, no parece que Aristóteles pudiera influir demasiado en la formación
del pensamiento político de Alejandro. Posteriormente escribió: “El joven no es un
oyente adecuado para lecciones de política, ya que le falta experiencia de la vida, punto
de partida de la reflexión política”.
La educación del joven príncipe se vio interrumpida cuando éste tuvo que hacerse
cargo de la regencia (Filipo se encontraba ausente por actividades bélicas). Es el
momento de volver a Estagira. Allí vivió unos años de concentración intelectual en los
que sistematizó sus observaciones y sus reflexiones.
La ambición de Filipo de poseer la hegemonía en Grecia pareció con solidarse en la
batalla de Queronea (338 a. C.), en la que el rey y su general Alejandro derrotaron a la
alianza de Atenas y Tebas. Pero mientras el rey Filipo preparaba el ejército para
marchar sobre Persia, en el año 336 a. C., fue asesinado, misteriosamente, por un
miembro de su guardia personal. Las polis griegas bajo dominación macedonia pensaron
que éste era el momento de revelarse, pero fracasaron. Alejandro, con habilidad, se
impuso como nuevo monarca, eliminando a los posibles rivales. Las exitosas conquistas
militares que llevó a cabo fueron realizadas en nombre de los griegos, no solamente e
nombre de Macedonia.
2.4
EL LICEO
Mientras Alejandro se preparaba para las famosas campañas militares contra
Persia, Egipto y el Indo, Aristóteles volvió a la sometida Atenas. Sin embargo, no se sabe
ciertamente por qué, prefirió fundar una nueva escuela (335 a. C.) a volver a la
Academia. Probablemente, sus investigaciones le habían distanciado demasiado de las
posiciones del maestro. De este modo, en los jardines del santuario dedicado al dios
Apolo Likeis estableció un centro alternativo a la Academia que se conoció con el
nombre de Liceo. Durante trece años, Aristóteles enseñó en el Liceo; fueron años de
gran actividad científica y teórica: de observación empírica y de especulación a partir
de ella. Esta frenética actividad intelectual caracteriza el tercer y último período de su
vida.
Mientras Aristóteles enseñaba en el Liceo, la situación socio-política griega era
cada vez más comprometida. La hegemonía macedonia había deshecho el sistema de polis
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o ciudades-estado característico de Grecia. Además, las victorias y conquistas
orientales de Alejandro alimentaban sus inclinaciones más despóticas y hacían crecer sus
pretensiones de divinidad. Al final de esta época se rompió la amistad de Aristóteles con
Alejandro. El maestro criticaba sus pretensiones le divinidad y la destrucción del modelo
griego de polis.
Poco antes de la muerte de Alejandro, el partido macedonio era odiado por el
pueblo griego. Aristóteles, asociado con Alejandro y con el poder macedonio, fue
también odiado. Cuando, en el año 323 a. C., murió Alejandro, Aristóteles fue acusado
de impío, y para evitar lo que él denominó un segundo crimen contra la filosofía (el
primero fue contra Sócrates), abandonó la ciudad de Atenas y se retiró a la isla de
Eubea. Murió al año siguiente, 322 a. C., a los 62 años. Su discípulo Teofrasto fue el
nuevo director y el continuador del Liceo y de su selecta biblioteca.
2.5 EL CORPUS ARISTOTELICUM
Gran parte de la obra aristotélica se ha perdido. Su biblioteca y su obra
soportaron diversas vicisitudes. Sabemos que una buena parte de ella fue a parar a Roma
y que Andrónico de Rodas, undécimo director del Liceo, la ordenó y publicó con el
nombre de Corpus aristotelicum.
Prácticamente la totalidad de las obras de Aristóteles hoy conservadas pertenece
a su tercer período o años del Liceo y son escritos esotéricos (transcripciones o apuntes
de las lecciones que Aristóteles impartía a los estudiantes del Liceo. Son, por tanto,
escritos difíciles, sólo asequibles para los iniciados). Los podemos clasificar de la
siguiente forma: Lógica (reunidos con el nombre de Organon, Ciencias Naturales
(Historia de los animales, etc.), Psicología (Sobre el alma, etc.), Física (Física, Sobre el
cielo, etc.), Metafísica (Metafísica, formado por 14 libros), Ética y política (Ética a
Nicómaco, Ética a Eudemo, Gran Moral, Política), Estética (Retórica, Poética).
3 CRÍTICA A LA TEORÍA DE LAS IDEAS
El contacto entre Platón y Aristóteles es innegable, y también lo es la influencia
que el primero ejerció sobre el segundo. A pesar de ello, fíjate en el fragmento del
cuadro La escuela de Atenas, de Rafael. Platón señala hacia arriba; en cambio,
Aristóteles apunta hacia abajo. Esta actitud opuesta simboliza las diferentes posiciones,
inclinaciones y concepciones entre los dos filósofos. Mientras Platón centra su interés
en el abstracto e inmutable mundo ideal, Aristóteles, se acerca y ancla en el mundo
sensible y palpable que nos rodea.
Recordemos que, para Platón, la auténtica realidad es el mundo inmutable y
perfecto de las ideas. Lo que nos rodea sólo es una copia imperfecta y corruptible de
éstas; de modo que únicamente si llegamos a conocerlas, podemos también entender lo
que vemos. Para Platón, las ideas son aquello que hace inteligible el mundo físico, porque
constituyen la esencia de las cosas.
Como discípulo de Platón, Aristóteles se educó en esta concepción de la realidad;
aunque pronto le surgieron dudas, que se convirtieron, con el paso del tiempo y la
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maduración intelectual del pensador, en crítica abierta y rechazo. Algunos de los
inconvenientes que Aristóteles advertía en la teoría platónica son los siguientes:
 Si el mundo sensible y material que nos rodea sólo se explica como una copia
imperfecta de las ideas, es lógico suponer que todo lo que existe tiene un modelo
perfecto en el mundo ideal. Entonces surge la pregunta: ¿existe una idea de
cualquier cosa, de barro, de broza, de maldad, de crimen?, ¿existe la idea de
maldad perfecta? Para Aristóteles es inadmisible la existencia de ideas
perfectas de todo lo malo y negativo que hay en el mundo.

Otra. Si todo lo que existe en el mundo es lo que es: un caballo, un hombre, un
árbol... porque participa de la correspondiente idea de caballo, hombre o árbol, es
natural considerar que la esencia de cada cosa es la idea de la que participa. Ahora
bien, ¿cómo es posible que la esencia de una cosa, aquello que la hace ser lo que es,
esté separada de esta cosa? Para Aristóteles, la esencia de una cosa, su causa, no
puede existir separada de esa misma cosa.

Otro grave inconveniente que Aristóteles descubre en la teoría ideal de Platón
radica en que ésta no consigue explicar ni dar razones de aquello que es más
característico del mundo material y sensible: el movimiento y el cambio. ¿Cómo
puede el mundo perfecto, incorruptible, inmutable y eterno ser causa y explicación
de un mundo cambiante, imperfecto, donde todo es mortal y provisional?
Como veremos en el siguiente apartado, el problema del cambio y el movimiento, y
la imposibilidad de la teoría platónica de ofrecer una explicación convincente
constituirán el acicate de la teoría aristotélica.
4 METAFÍSICA, MÁS ALLÁ DE LA FÍSICA
Una de las grandes pasiones de Aristóteles fue la observación y el análisis de la
naturaleza. La mayor parte de su obra es el resultado de este estudio empírico. Incluso
una disciplina tan abstracta como la Metafísica se encuentra unida de forma inseparable
a este estudio, pues no se puede entender su explicación de la naturaleza y el cambio sin
conocer su concepción de la realidad y del ser.
4.1 EL PROBLEMA DEL CAMBIO
Como recordarás, una de las primeras preocupaciones de los filósofos fue
encontrar una explicación racional para lo que les rodeaba. Una explicación que les
hiciera comprensible y clara la naturaleza.
Este interés por la naturaleza pronto se tradujo en una investigación sobre el
cambio y el movimiento, verdaderos protagonistas del mundo natural. Desde un principio,
los físicos se percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa y múltiple, y
que, además, se halla en continua y perpetua transformación. Las estaciones se suceden, la noche sigue al día, el sol a la lluvia; lo que antes era verde vivo ahora es amarillo
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marchito; allí donde había una casa ahora se amontonan los escombros; los niños de ayer
ahora son ancianos...
Los primeros filósofos, entre ellos Heráclito y Parménides, tuvieron que
enfrentarse con este confuso e imprevisible mundo, para tratar de otorgarle un orden y
un sentido que lo hiciera comprensible.
Como recordarás, Heráclito recogía esta constatación de nuestros sentidos y la
elevaba a razón universal: todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el
movimiento es la ley del universo. Parménides, al contrario, cuestionaba en su famoso
poema los datos proporcionados por los sentidos y se aferraba a la evidencia lógica: el
movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser; o a la inversa, del
no ser al ser. Ello es del todo inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir
de él. Por tanto, nuestros sentidos nos engañan y las transformaciones que vemos son
sólo una ilusión.
La teoría platónica supone una especie de síntesis de estas dos concepciones
opuestas. Por un lado, tenemos el mundo sensible, caracterizado por un proceso
constante de transformación (como decía Heráclito); por el otro, tenemos el mundo
abstracto y perfecto de las ideas, caracterizado por la incorruptibilidad y eternidad
(como afirmaba Parménides).
Sin embargo, según Aristóteles, Platón sólo yuxtapuso las dos concepciones, pero
no llegó a integrarlas. Por ello, no consideró su respuesta una auténtica explicación de la
naturaleza y el cambio.
Para ver cuál es la concepción que defiende Aristóteles, deberemos adentramos
tanto en su Física (ciencia del ente móvil) como en la Metafísica, pues para entender su
explicación del cambio es preciso primero conocer su concepción de la realidad.
4.2 LA REALIDAD SUSTANCIAL
La concepción metafísica de la realidad que sostiene Aristóteles es muy sencilla. La
realidad, aquello que es y existe, es lo que Aristóteles denomina sustancia.
Las sustancias no son sino los individuos concretos que nos rodean. A diferencia de
Platón, que sólo reconocía como auténtica la realidad ideal y consideraba los objetos
sensibles ilusión y engaño, para Aristóteles todo lo que nos rodea: este gato, esta casa,
el vecino.... son sustancias y constituyen la única y auténtica realidad.
Toda sustancia es algo concreto y, por tanto, se encuentra en un lugar y momento
determinados; es decir, forma parte del mundo sensible y material. No obstante, no por
ello debemos pensar que esta realidad sustancial se identifica con el mundo sensible de
Platón. La realidad sustancial constituye una síntesis de los dos mundos platónicos.
Veámoslo.
EL HILEMORFISMO
Toda sustancia es un compuesto de materia y forma. De todo individuo
concreto, por ejemplo de la mesa sobre la que escribes, se puede distinguir la materia de
la que está formado (madera, si es el caso), y la esencia o forma, aquello que la hace ser
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lo que es, en este caso una mesa y no una silla o una cuchara (entre otras cosas, estar
formada por una base plana sustentada por cuatro patas).
En otras palabras, en los individuos concretos, en las sustancias, puedo encontrar
dos dimensiones que se corresponden con las dos realidades que postulaba Platón. Por
una parte, la materia, componente físico; y por otra, la forma, conjunto de cualidades
específicas de una cosa que hacen que sea aquello que es. Estos dos componentes sólo
son escindibles teóricamente, en un proceso de abstracción. En la realidad, materia y
forma constituyen un compuesto inseparable (synolon) y no, como mantenía Platón, dos
mundos irreconciliables.
En otras palabras, el mundo de Aristóteles es, por decirlo así, bidimensional. Cada
uno de los seres o sustancias individuales que lo integran se compone de materia y
forma. Materia y forma son las dos caras de una misma realidad, tan inseparables una de
otra, como un individuo chato respecto de su nariz. (Colomer, E., « Introducción a
Aristóteles», en Psicología.)
Esta teoría que defiende la composición material y formal de toda sustancia se
denomina hilemorfismo, del griego hylé (materia) y morphé (forma). La materia es el
soporte o sustrato de la forma (la madera es el sustrato de la mesa), sin materia no hay
sustancia (sin madera, o hierro o mármol, no hay mesa). Pero la materia por sí sola
tampoco es nada. Sin forma, sin esencia, la madera o el mármol (hablando de una mesa)
no constituyen ninguna sustancia: la forma es lo que hará de ella una mesa, una silla o un
arca.
4.3 POTENCIA Y ACTO
Ya hemos visto cuál es la concepción aristotélica de la realidad. Todo lo que existe,
todo lo que es, es una sustancia. No obstante, esas sustancias se transforman, aparecen
y desaparecen. El caballo fue primeramente un potro, pero envejecerá y morirá. Lo
mismo sucede con el resto de las sustancias: ninguna es inmune al paso del tiempo.
Según Parménides, esto era imposible. Lo que es no puede surgir de la nada, ni
tampoco puede acabar así. La generación, transformación y destrucción de las cosas es
aparente, el ser es perfecto y eterno. Este razonamiento conduce inevitablemente a la
negación de la posibilidad de cambio y movimiento.
Para Aristóteles, el tratamiento que Parménides hace del ser no es el adecuado y
tampoco lo es su negación del cambio natural propio de todas las cosas. Según el
estagirita, el error de Parménides radica en el hecho de no darse cuenta de que existen
diversas maneras de ser o no ser. Fijémonos en ello. Una semilla no es un árbol, pero
puede llegar a serlo. Un árbol no es un armario, pero puede llegar a serlo. En otras
palabras, todas estas maneras son maneras relativas de no ser. El no ser del ejemplo
anterior es un no ser diferente de este otro: una semilla no es una gallina ni llegará a
serlo nunca, un árbol no es un niño, ni lo podrá ser. Ésta es una manera absoluta de no
ser.
Esta distinción entre no ser relativo y no ser absoluto nos lleva a una distinción
típicamente aristotélica: potencia y acto. La semilla no es un árbol en acto, pero sí lo es
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en potencia. El árbol es árbol en acto, pero en potencia puede ser una mesa, un armario,
una silla... Veamos la distinción:
 Potencia (dynamis). Capacidad que posee la materia de una sustancia de asumir o
recibir una forma diferente de la que tiene. La madera es en potencia una mesa, un
banco, una silla, una cuchara, porque tiene la capacidad de adquirir la forma de
todas estas cosas.
 Acto (enérgeia). Es la realidad actual de cualquier sustancia y consiste en la forma
particular que haya recibido la materia; en otras palabras, siempre es consecuencia
de la actualización de una potencia.
Este binomio acto y potencia es lo que hace posible la explicación del fenómeno
físico del cambio, es decir, de la adquisición de una nueva forma por parte de la
materia. Todo ser está en acto de alguna cosa y tiene diferentes potencias. Esto explica
el dinamismo que regula el mundo. ¿Qué es el cambio o el devenir? Todo cambio consiste
en la actualización de una potencia.
4.4 LAS CUATRO CAUSAS
La explicación del cambio se completa con la teoría de las cuatro causas. El
concepto de causa que emplea Aristóteles es diferente del que utilizamos en la
actualidad. Para el filósofo clásico, todo aquello que es necesario para que se produzca
un fenómeno es su causa. Así pues, aquello de lo que está hecho (materia), sus
cualidades esenciales (forma), el ejecutor (causa eficiente) y el objetivo que persigue
(finalidad) son considerados sus causas.
Veámoslo más claramente con un ejemplo. Las cuatro causas que se pueden atribuir
a una escultura de Zeus son: el mármol de la que está hecha (causa material), la idea o
modelo con que ha trabajado el artista (causa formal), el artista o productor de la obra
(causa eficiente), y el móvil u objetivo que ha motivado al artista, por ejemplo honrar a
los dioses (causa final).
EL TELEOLOGISMO
De las cuatro causas establecidas, la causa final es posiblemente la que implica
más repercusiones. Afirmar que todo fenómeno o suceso responde a un objetivo supone
defender, en palabras del propio pensador que “la naturaleza no hace nada en vano” (De
caelo, 27 la 33).
Si respondemos a la pregunta “¿por qué llueve?” diciendo “porque el vapor de agua
de las nubes se enfría y se condensa formando gotas de agua que caen al suelo”,
Aristóteles replicaría afirmando que esto no es suficiente, que aún hay más: “llueve
porque las plantas y los animales necesitan agua para poder crecer y vivir”.
Al igual que el hombre actúa en pos de unos objetivos que se autopropone, toda la
naturaleza está animada de tendencias hacia fines determinados. Un canal, obra humana,
se construye para poder regar; un río, obra natural, también tiene una finalidad
parecida. Para Aristóteles, todo en la naturaleza tiende a un fin: mejorar y
Tema 5. Aristóteles. Pg. 9
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perfeccionarse,
creciendo...
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actualizando sus potencias (el árbol dando fruto, el cachorro
Esta concepción teleológica o finalista de la naturaleza se convertirá en la
concepción predominante durante la Antigüedad y la Edad Media.
4.5 DE LA COSMOLOGÍA A LA TEOLOGÍA
Ya hemos visto que la naturaleza está compuesta por sustancias que se hallan en
constante movimiento y cambio. Sin embargo, esto no es sino una pequeña muestra de la
visión que Aristóteles tenía del Universo. Según él, el Universo es un cosmos finito en
el espacio y eterno en cuanto al tiempo, y que se encuentra dividido en dos mundos: el
sublunar o terrestre y el supralunar o celeste.
Tanto si es rectilíneo como circular, en ambos mundos, el movimiento necesita,
según la Física aristotélica, un motor que lo produzca. Ahora bien, como no podemos
retroceder hasta el infinito (lo considera lógicamente imposible) en busca de un motor
anterior, Aristóteles deduce la existencia de un Primer Motor Inmóvil. Este motor
mueve todo el Universo a través de la esfera de las estrellas fijas.
EL PRIMER MOTOR INMÓVIL
Esta Sustancia Inmóvil, que es la causa primera del Universo, es acto puro. ¿Cómo
si no podría ser inmóvil? Recuerda que hemos dicho que el movimiento consiste en la
actualización de las potencialidades, en el perfeccionamiento de las posibilidades que
tiene toda sustancia. Por tanto, potencia es sinónimo de movimiento, y el Motor Inmóvil
ha de estar exento de él. Asimismo, el primer motor será también forma pura sin
materia, pues, como hemos visto, la materia comporta potencialidad y movimiento.
El Primer Motor mueve como causa final, y no como causa eficiente, ya que todo
el Universo se mueve y transforma por la atracción y el deseo de aproximarse a esta
perfección.
Este Primer Motor es Dios en el sentido que es causa suprema del Universo, a
pesar de que no se pueda identificar con un dios personal y creador del mundo. En
definitiva, podemos afirmar que la Cosmología nos ha llevado a hablar de la divinidad; es
decir, nos ha conducido hasta la Teología.
5 CONOCIMIENTO Y LÓGICA
Platón y Aristóteles coinciden al considerar que la ciencia es conocimiento
universal; es decir, conocimiento no de casos particulares, sino de aquello común que
éstos comparten. Ahora bien, mientras para Platón los universales (ideas) pertenecen a
otro mundo, diferente del sensible, para Aristóteles, los universales (formas) se
encuentran en las propias cosas. Este cambio de perspectiva supondrá evidentemente un
cambio en la concepción del conocimiento.
Tema 5. Aristóteles. Pg. 10
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5.1 TODOS LOS HOMBRES DESEAN SABER
Uno de los textos de Aristóteles más conocidos y optimistas es, precisamente, el
primer párrafo de su famosa Metafísica. En ella afirma decididamente: “Todos los
hombres por naturaleza desean saber” (Metafísica 980b 20). Parece, pues, que para el
estagirita la curiosidad y el ansia de conocer son características de la naturaleza
humana. Los seres humanos son como niños que todo lo quieren saber y no dejan de
hacerse preguntas. En Grecia, en tiempos de Aristóteles, la búsqueda del saber era un
valor dominante al que todo hombre libre aspiraba.
Sin embargo, ¿qué es lo que motiva este afán de saber? Según Aristóteles, la
admiración, el maravillarse ante las cosas es lo que impulsa al conocimiento. También la
duda, inseparablemente unida a la sorpresa y la admiración. Si uno se halla muy ligado a
las cosas cotidianas, si está tan seguro de todo que no le asaltan las dudas, ni se
cuestiona nada, entonces mirará lo que le rodea con tanta confianza que nada le
inquietará y, por tanto, nada alimentará su deseo de saber. En otras palabras, su vida
estará tan repleta de monotonía que difícilmente se maravillará ante la realidad y
raramente filosofará.
Este deseo de saber que nace de la ignorancia y la admiración es un deseo
desinteresado que no busca ninguna recompensa más allá del propio saber. Es, como dice
Aristóteles, un saber contemplativo. Ahora bien, Aristóteles habla también de otros
tipos de saber. Veámoslo a continuación.
 Saber teórico: Es un saber especulativo o contemplativo que no busca producir
nada ni responde a ninguna utilidad, sino que surge como deseo de contemplar y
entender la realidad, sus causas y su sentido. (Física, Metafísica, Matemáticas y
Teología).
 Saber práctico: Es el saber destinado a orientar y guiar la acción y el
comportamiento individual y colectivo. (Ética y Política)
 Saber técnico: Este tipo de saber se denomina también productivo o poético. Se
ocupa del estudio de las producciones o creaciones humanas, es decir aquellas
actividades realizadas según unas reglas, unos principios y unas técnicas. (Retórica,
Poética, Economía, Arquitectura)
5.2 TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Si repasamos lo que estudiamos en la unidad anterior, comprobaremos que para
Platón el conocimiento consistía básicamente en un proceso de recuerdo. Las ideas o
universales de los que sólo poseemos una copia imperfecta y engañosa en este mundo son
accesibles a los seres humanos porque éstos ya tienen, de alguna manera, su huella. El
alma, afín a las esencias inmutables, ya las ha contemplado antes de encarnarse y ahora
sólo precisa recordar lo que con anterioridad ha visto.
El empírico Aristóteles no acepta esta existencia innata de las ideas. En un
símil muy ilustrativo, habla del alma como si fuera una “tablilla .de cera” (Del alma, 430a
l), es decir, como una “hoja en blanco” donde no hay nada escrito. Al nacer, nuestra
mente está vacía, todo aquello que lleguemos a conocer lo iremos adquiriendo mediante la
información que nos proporcionen los sentidos y las demás facultades humanas.
Tema 5. Aristóteles. Pg. 11
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A pesar de las diferencias, ambos filósofos confían en la posibilidad humana para
alcanzar un conocimiento seguro, estable y universal. Por tanto, no es osado afirmar que
coinciden en optimismo.
Este optimismo en la capacidad humana se concreta en una concepción del proceso
de conocimiento harto diferente. El dualismo ontológico de Platón comporta un
alejamiento y una infravaloración de lo sensible, pues en la epistemología platónica es
sinónimo de apariencia.
En Aristóteles, las cosas son bastante diferentes. No solamente no hemos de
alejarnos de las cosas sensibles y materiales de este mundo, sino que éstas son las
únicas que nos pueden acercar al auténtico conocimiento. En este aspecto, los sentidos
se revalúan, pero, al mismo tiempo, hay que afirmar que el conocimiento sensible no es
suficiente. Con los sentidos capto el objeto concreto, por ejemplo, veo un templo
dedicado a Zeus; pero no es suficiente. Hay que explicar de qué manera a partir de estas
imágenes concretas llego a la forma, a la idea, al concepto universal de templo, que es lo
único que puede proporcionar conocimiento objetivo y universal.
6 ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
La visión aristotélica de la naturaleza es inseparable de su visión metafísica. Así
como la teoría de las ideas era guía y referente de todos los proyectos platónicos, los
binomios metafísicos de materia y forma, de acto y potencia, determinarán, en primer
lugar, la concepción aristotélica del ser humano, un ser natural compuesto de materia y
forma, de cuerpo y alma, y, en segundo lugar, una ética en la que defenderá la aspiración
a actualizar las más profundas potencialidades humanas.
6.1 EL HOMBRE, UN SER ANIMADO
El ser humano, al igual que el resto de los seres vivos, es un ser animado, es decir,
tiene alma. La misma palabra animal está emparentada con animado y alma. Además, el
término alma es la traducción latina del nombre griego psykhe, que en un sentido
primigenio significaba, aliento, vida. Alma y vida son dos conceptos cercanos y
prácticamente sinónimos. El alma es lo que da vida a la materia o cuerpo y, por ello, su
posesión distingue a los seres vivientes de los seres inertes.
Como uno más de los seres animados, el ser humano está constituido, aunque no sea
de manera exclusiva, por un alma. Como Platón, Aristóteles mantiene una postura
dualista hacia el hombre. El ser humano es un compuesto de alma y cuerpo, de forma
y materia, de acto y potencia.
Ahora bien, en contra de la teoría platónica, el dualismo aristotélico no, pretende
establecer una oposición entre cuerpo y alma como si se tratara de realidades de
naturaleza contraria. Alma y cuerpo son, según el estagirita, complementarios y no
opuestos. De la misma manera que materia y forma constituyen toda sustancia, alma y
cuerpo forman un individuo separable únicamente en teoría. Así pues, a pesar de que el
alma es el principio vital que mueve y da vida al cuerpo, podemos concluir que ésta, para
existir, depende tanto del cuerpo como la vista del ojo o la sonrisa de la boca.
Tema 5. Aristóteles. Pg. 12
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Poseer alma, como hemos dicho, es propio de todo ser animado: plantas y animales
la tienen, al igual que el ser humano. En todos ellos, el alma es principio vital, es decir,
es aquello que da vida y energía al cuerpo. Ahora bien, la naturaleza y el rango diferente
que ostentan plantas, animales y seres humanos hacen que su alma sea también
diferente. Así, nos encontramos con tres tipos de alma o tres funciones que ésta cumple:
alma vegetativa (propia de las plantas), alma sensitiva (propia de los animales) y alma
intelectiva o racional (exclusiva del ser humano).
Cada una de estas funciones anímicas (vegetativa, sensitiva e intelectiva) es
característica de una especie (plantas, animales y seres humanos). Sin embargo, no lo es
en exclusividad, ya que, por ejemplo, la función superior del alma, la intelectiva, supone
las otras dos.
Como veremos más adelante, esta concepción antropológica del ser humano tendrá
sus repercusiones en la teoría ética aristotélica.
6.2 ÉTICA: A LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD
La ética, un saber práctico, trata de la manera de cómo han de organizar su vida
los humanos para poder vivir bien y ser felices. En los animales, según Aristóteles, el
ethos, carácter o manera de ser, determina su comportamiento y su forma de actuar. El
ser humano, en cambio, está dotado de alma racional, puede pensar, reflexionar y decidir
más allá del condicionamiento de su ethos. Por ello, la ética tiene sentido, ya que es una
disciplina encargada de orientar y guiar el comportamiento.
Igual que su Física, su Ética tiene una importante dimensión teleológica. Toda
acción responde a un objetivo o finalidad en otras palabras, actuamos buscando un bien,
ya sea ganar dinero, vivir tranquilos u obtener fama y reconocimiento.
Detrás de todos estos objetivos que, o sólo tienen apariencia de bienes o son en
realidad un medio para alcanzar otro objetivo, existe un bien que se busca por él mismo:
la felicidad.
Según Aristóteles, la felicidad (eudaimonia) es el bien supremo, deseable por él
mismo y que no se subordina a ningún otro. Pero si nos preguntamos en qué consiste la
felicidad, nos damos cuenta de que cada uno encuentra la felicidad, si la encuentra, en un
lugar diferente. A pesar de esto, para Aristóteles, la finalidad de cada cosa radica en
aquello que le es propio, en actualizar sus posibilidades o potencias. Así, para un cuchillo
lo más propio es cortar, para un árbol crecer y dar fruto. Para el ser humano, lo, más
característico y natural es la racionalidad, por ello la felicidad consistirá en ejercer esta
facultad, es decir, en llevar una vida contemplativa dedicada al saber.
6.2.1 VIRTUDES DIANOÉTICAS
Como acabamos de decir, la actividad más específica del hombre será aquella que le
proporcione mayor felicidad. Aristóteles la deduce a partir de su concepción
antropológica. Aquello que es propio y característico del hombre no es su dimensión
vegetativa, ni su dimensión sensitiva, sino su dimensión intelectiva. En la actividad
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racional, en la actualización de sus potencialidades intelectuales, el hombre encuentra la
más completa felicidad.
La buena ejercitación de la actividad intelectual o racional, en todos sus aspectos,
nos dota de excelencias o eficiencias teóricas que son denominadas virtudes dianoéticas.
Dianoético proviene, en griego, de diánoia, que significa 'pensamiento' o razón
discursiva. Por ello, las virtudes dianoéticas son todas aquellas que están relacionadas
con la capacidad de reflexión y deliberación y, por tanto, con la capacidad para
entender cómo es el mundo y saber cómo aplicar aquello que se reconoce como correcto
en la elección más acertada. Aristóteles habla de las siguientes virtudes dianoéticas:

La prudencia (phrónesis): consiste en la razón práctica o juicio, entendida como la
capacidad de aplicar los principios generales a las situaciones cambiantes. En
concreto, la prudencia es la virtud que nos hace reconocer cuáles son los medios que
nos acercan al bien y, al mismo tiempo, nos indica la manera en que se pueden llevar
a la práctica.
“La prudencia, pues, es necesariamente una manera de ser racional, verdadero y
práctico, en relación con los bienes humanos”. Aristóteles, Ética a Nicómaco, Vi 5c.
 El arte (techné): capacidad de saber hacer o producir de manera racional.
 La sabiduría (sofía): comprensión teórica de la realidad mediante la razón
contemplativa.
 La ciencia (epistéme): conocimiento objetivo de aquello que es universal y necesario
y que, por tanto, es demostrable.
 La inteligencia intuitiva (nous): la habilidad de captar los principios más generales
o axiomas de la ciencia.
Las virtudes dianoéticas o intelectuales son teóricas y tienen un valor por sí
mismas; y es precisamente en su ejercicio donde radica el ideal de vida y la posibilidad
de máxima felicidad. Una persona que no ejercite estas capacidades deja de realizar la
más genuina actividad humana. Por tanto, está como incompleta y es poco probable que
pueda ser realmente feliz.
6.2.2 LAS VIRTUDES ÉTICAS Y EL TÉRMINO MEDIO
Según Aristóteles, el ser humano es feliz cuando actúa y vive de acuerdo con
aquello que le es propio; por tanto, como lo característico y peculiar de los humanos es la
racionalidad, el máximo bien y felicidad consistirá en la actividad intelectual.
Sin embargo, el ser humano no es solamente intelecto, el ser humano forma
parte del reino animal y, como el resto de los animales, tiene necesidades, deseos, etc.
Recordemos que el alma humana no sólo cumple una función racional, también tiene una
función sensitiva y vegetativa. Por esta razón, las virtudes que posibilitan al ser humano
llevar una vida de acuerdo con el bien no son sólo dianoéticas, también son necesarias las
virtudes éticas.
Si las virtudes dianoéticas tenían que ver con nuestra manera de reflexionar y
conocer, las virtudes éticas están relacionadas con la manera de actuar en el mundo,
Tema 5. Aristóteles. Pg. 14
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controlando nuestras pasiones y nuestros deseos. El ser humano actuará correctamente
y será virtuoso si sus deseos y costumbres se encuentran dentro de lo racional, una
racionalidad que en cada circunstancia escoge según un término medio óptimo entre dos
extremos de conducta, ambos negativos.
Ante la variedad de factores y circunstancias, y de la imposibilidad de dictar
reglas para cada momento o reglas generales que sean válidas en cualquier situación, la
pauta ética más adecuada es buscar siempre el término medio, la moderación en todos
los aspectos del comportamiento. Cuando me pregunto qué he de hacer, la respuesta es
“evitar tanto el exceso como el defecto”.
Por ejemplo, una persona poseerá la virtud de la valentía si su comportamiento es
un término medio entre la cobardía (incapacidad para hacer frente a situaciones
difíciles), y la temeridad (falta de comprensión y evaluación de las dificultades y
posibles consecuencias de la acción). El hombre que siempre está de juerga no lleva una
vida virtuosa, pero tampoco lo hace aquel que no se permite ningún tipo de placer; la
templanza o el dominio de uno mismo sería el término medio entre estos dos extremos.
Aristóteles continúa aplicando la norma del término medio a un conjunto de
virtudes como la amabilidad, la veracidad, el buen humor, la justicia... Consciente de que
este término medio dependerá de cada caso y de cada situación, considera que sólo la
prudencia y la razón de cada uno garantizan la elección correcta del término medio.
7 LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA
Ética y política, tanto en Platón como en Aristóteles, son ámbitos inseparables: la
ética conduce a la política y la política vehicula el ideal ético. Si la ética se ocupa de
organizar y orientar el comportamiento individual en pos del bien y la felicidad, la
función de la política es organizar la vida y el comportamiento colectivo para asegurar el
bien común. En definitiva, ética y política tienen el mismo objetivo: el bienestar y la
felicidad humanos.
No obstante, la ética está subordinada o depende de alguna manera de la política,
pues, por un lado, es preferible el bien de la comunidad a la felicidad de un solo individuo
y, por otro, el individuo, en tanto que ser social, sólo puede desarrollarse y ser feliz en
el marco de la polis o sociedad. Ésta tiene la obligación y el deber de proporcionar las
bases y las herramientas necesarias para que sus miembros satisfagan sus necesidades e
intereses.
EL HOMBRE, UN ANIMAL POLÍTICO
Para Aristóteles, el ser humano es, por su naturaleza y condición, un ser
esencialmente político (polis), es decir, social. Esto significa que es en el seno de la
comunidad donde el hombre puede realizarse como tal y desarrollar todas sus
posibilidades. Aristóteles justifica este carácter inherentemente social de la siguiente
manera:
“Por ello es evidente que el hombre es un animal político, mucho más que las
abejas o que cualquier otro animal gregario. En efecto, tal como decimos, la naturaleza
no hace nada en vano y, entre los animales, el hombre es el único que posee el don de la
Tema 5. Aristóteles. Pg. 15
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palabra. La voz, en efecto, es una señal de dolor y de placer, y por este motivo también
se encuentra en los otros animales, pero su naturaleza sólo les permite manifestarse
recíprocamente las sensaciones dolorosas o agradables que experimentan. En cambio, la
palabra es capaz de expresar lo que es conveniente y lo que es digno de reproche, y
también lo que es justo y lo que es injusto. Este hecho, por tanto, es específico de los
hombres respecto del resto de los animales, pues el hombre es el único que tiene la
sensación del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y de todo el resto, y es
precisamente el compartir este valor lo que forma la familia y la ciudad”. Aristóteles,
Política, 125b 27-1253a 29.
Este carácter social de la especie humana hace que las personas necesiten el marco
de la ciudad para desarrollarse como tales. El individuo no es como la mano, una parte del
cuerpo que pierde su finalidad si se separa de él; una persona ya es, por sí misma, una
unidad con sentido. A pesar de ello, ha de convivir con los demás para completarse. El
hombre aislado, en soledad, no puede realizarse completamente, pues el ser humano
no es una isla (la palabra que en griego designa a un individuo aislado que no se relaciona
con los otros es idiótes)
LOS REGÍMENES POLÍTICOS
Aristóteles constata que el ser humano se realiza en sociedad, pero es consciente
de que no todas las organizaciones sociales favorecen y potencian por igual el desarrollo
y la felicidad de sus miembros.
Aristóteles, fiel a su talante observador (en el Liceo se llegaron a recoger y
analizar un total de 158 constituciones), estudia la realidad política de su tiempo. A raíz
de estos estudios, niega la posibilidad de un Estado perfecto, al contrario de lo que
había defendido Platón. Cada pueblo vive unas circunstancias geográficas, climáticas,
culturales... que hacen imposible establecer un orden general válido para todos. Así, cada
comunidad deberá encontrar la organización que se adapte mejor a sus necesidades y
recursos. Ahora bien, ciertamente se pueden establecer algunas diferencias entre unos
regímenes y otros. Veámoslo:
“Puesto que régimen político y forma de gobierno significan lo mismo, y que la
forma de gobierno es aquello que es soberano en las ciudades, es necesario que sea
soberano uno solo, o bien unos pocos, o la mayoría; ciertamente, cuando uno solo o
bien la minoría o la mayoría gobiernan atendiendo al interés común, estos regímenes
políticos son necesariamente rectos; pero aquellos que lo hacen atendiendo al interés
particular o bien al de uno solo, o al de la minoría, no al de la mayoría, son desviaciones.
Porque, o bien los miembros de una ciudad no deben llamarse ciudadanos, o bien
conviene que tomen parte en las ventajas. Entre los gobiernos unipersonales, estamos
acostumbrados a denominar monarquía a aquel que vela por el interés común; el
gobierno de pocos, pero de más de uno, aristocracia, bien porque gobiernan los
mejores, bien porque busca lo que es mejor para la ciudad y para los que participan en
sus asuntos; pero cuando gobierna la masa atendiendo al bien común, recibe el nombre
común a todos los regímenes políticos: ciudadanía [república]. (Esto está bien
fundamentado: porque es posible que uno o algunos se distingan por la virtud, pero es
difícil que un número mayor sea cumplidor exacto de toda virtud, sino que lo será en
todo caso de la virtud guerrera, porque ésta se da en la masa; por ello precisamente en
esta ciudadanía el máximo poder es el de los defensores del país y participan en ella los
que poseen las armas.)
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Las desviaciones de los regímenes mencionados son: de la monarquía, la tiranía;
de la aristocracia, la oligarquía; de la ciudadanía, la democracia [demagogia]. En efecto,
la tiranía es una monarquía que busca el interés del monarca, la oligarquía, el de los
bienestantes; la democracia [demagogia], el interés de los pobres; pero ninguna de ellas
busca el provecho de la comunidad”. Aristóteles, Política, 1279a 25-1279b 10.
Aunque unos regímenes sean mejores que otros, lo que sí está claro para
Aristóteles es que lo más importante para que la vida social sea satisfactoria es la
estabilidad. Ésta sólo se puede conseguir evitando, como en el comportamiento
individual, los extremos. Por ello, Aristóteles defiende que la mejor comunidad será la
más moderada, aquélla en la que los ciudadanos no sean ni muy ricos ni muy pobres, es
decir, donde la clase mayoritaria sea la clase media. Por tanto, Aristóteles se atreve a
profetizar que posiblemente el mejor régimen se encontraría a medio camino entre la
oligarquía y la democracia.
Tema 5. Aristóteles. Pg. 17
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