Sobre la valoración moral del comercio en Tomás de Aquino

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Sobre la valoración moral del comercio en Tomás de Aquino
Mtro. Alejandro Luna Bernal
(2006)
La actividad mercantil ha sido materia de reflexión ética desde los inicios del pensamiento
occidental. En Platón, por ejemplo, aparece ligada a la cuestión de los oficios y el modo de vida
de la ciudad1. Aristóteles, por su parte, distingue en la Política entre la administración doméstica
y la crematística o ciencia de la adquisición, explicando que existe una crematística natural, que
consiste en la adquisición de lo necesario para el sustento de la comunidad (ya sea la casa o la
ciudad) y una crematística no natural, que consiste la práctica del comercio de compra y venta,
con intervención de la moneda, y que se lleva a cabo con el fin de acumular dinero, es decir, por
el puro apetito de lucro2.
La posición de Santo Tomás, a diferencia de la del Estagirita, considera que el lucro puede
orientarse a un fin honesto. Veamos cómo argumenta ésto. En primer lugar, aludiendo al
Estagirita, el de Aquino sostiene que existen dos tipos de compraventa: la compraventa natural y
la mercantil. Refiriéndose a la primera dice:
Es propio de los comerciantes dedicarse a los cambios de las cosas; y como
observa el Filósofo en I Pol., tales cambios son de dos especies: una, como natural y
necesaria, es decir, por la cual se hace el trueque de cosa por cosa o de cosas por
dinero para satisfacer las necesidades de la vida; tal clase de cambio no pertenece
propiamente a los comerciantes, sino más bien a los cabezas de familia o a los jefes
de la ciudad, que tienen que proveer a su casa o a la ciudad de las cosas necesarias
para la vida3.
Hasta aquí Santo Tomás parece coincidir con Aristóteles, que concebía a este tipo de
actividad, ciertamente, como natural. Veamos ahora qué dice el de Aquino con respecto al
segundo género, es decir, con relación a la compraventa mercantil:
la segunda especie de cambio es la de dinero por dinero o cualquier objeto
por dinero, no para proveer las necesidades de la vida, sino para obtener algún
lucro; y este género de negociación parece pertenecer, propiamente hablando, al
que corresponde a los comerciantes4.
Santo Tomás entonces, nos ha dicho qué es lo que considera lo propio de la compraventa
mercantil: la búsqueda del lucro. La compraventa mercantil se distinguirá de la natural,
entonces, por el fin: mientras una se orienta al lucro, la otra lo hace al sustento. Con base en
esta caracterización, cita a continuación a Aristóteles para explicar la posición de éste que
consistía, como hemos dicho, en aprobar la compraventa natural y rechazar la mercantil. Dice
Santo Tomás:
Mas, según el Filósofo, la primera especie de cambio es laudable, porque
responde a la necesidad natural; mas la segunda es con justicia vituperada, ya que
1
Vid. La República, Libro II (PLATON, 1996: 464) y Las Leyes, Libro IX (PLATON, 1998: 231-233).
ARISTÓTELES, 1988: 1256a1-1258b10.
3
AQUINO, 1998: IIa, IIae, 77, 4.
4
AQUINO, 1998: IIa, IIae, 77, 4.
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1
por su misma naturaleza fomenta el afán de lucro, que no conoce límites, sino que
tiende al infinito. De ahí que el comercio, considerado en sí mismo, encierre cierta
torpeza, porque no tiende por su naturaleza a un fin honesto y necesario 5.
Enseguida veremos, sin embargo, cómo mientras que la posición de Aristóteles
implicaba un rechazo total al trato mercantil; Santo Tomás, no obstante, cree que aún estando
caracterizado dicho trato mercantil por la búsqueda de lucro, aún así es posible que sea
practicado lícita y virtuosamente. En esto se distingue Santo Tomás del Estagirita. Dice el de
Aquino:
No obstante, el lucro, que es el fin del comercio, aunque en su esencia no
entrañe algún elemento honesto o necesario, tampoco implica por esencia nada
vicioso o contrario a la virtud. Por consiguiente, nada impide que ese lucro sea
ordenado a un fin necesario o incluso honesto, y entonces la negociación se volverá
lícita. Así ocurre cuando un hombre destina el moderado lucro que adquiere
mediante el comercio al sustento de la familia o también a socorrer a los
necesitados, o cuando alguien se dedica al comercio para servir al interés público,
para que no falten a la vida de la patria las cosas necesarias, pues entonces no busca
el lucro como un fin; sino remuneración de su trabajo6.
Es decir: mientras que para Aristóteles es rechazable moralmente la práctica del comercio
por estar toda ella orientada al lucro; Santo Tomás piensa que se deben distinguir dos casos:
1. Cuando ese lucro se orienta a un fin honesto (sustentar a la familia, ayudar a los
necesitados o servir al interés público) entonces la práctica del comercio es moralmente
admisible; y,
2. Cuando ese lucro tiene como fin el lucro mismo (la ganancia por la pura ganancia)
entonces es manifestación de un espíritu desordenado, de un apetito antinatural que nunca
podrá satisfacerse, puesto que tiende al infinito.
Lo que encontramos en esta posición de Tomás de Aquino es una distinción de cierta
relevancia entre el fin de la práctica del comercio considerada dicha práctica en sí misma (el
fin de la obra, que sería el lucro) y el fin con que el comerciante la ejerce (fin del agente, que
puede ser para algo honesto o por el lucro mismo). En su concepción, este último fin, el del
agente, debe subordinar al primero, el de la obra, a lo honesto y necesario; y, por tanto, el
apetito de lucro estaría caracterizado por una intención subjetiva de perseguir el lucro por el
lucro mismo.
Rafael Termes destaca cómo esta noción del Aquinate, la del fin o intencionalidad del
agente (como distinto del fin de la obra), le permite mantener cierta fidelidad a Aristóteles y, al
mismo tiempo, separarse de él:
Sin embargo, Tomás de Aquino, en una pirueta muy suya, trata de mantener
su adhesión al de Estagira, al tiempo que se separa esencialmente de él,
introduciendo un concepto que, a partir del Aquinatense y en todos sus seguidores,
será fundamental en la moral de los negocios: la intencionalidad del negociante 7.
5
AQUINO, 1998: IIa, IIae, 77, 4.
AQUINO, 1998: IIa, IIae, 77, 4.
7
TERMES, 1991: 81.
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2
Referencias:
AQUINO, Tomás de (1998) Suma de teología. (Cinco tomos). Biblioteca de Autores Cristianos.
3ra. Edición. Madrid.
ARISTÓTELES (1988). Política. Editorial Gredos. 1ra. Edición. 1ra. Reimpresión, Madrid,
1994.
PLATON (1996). Diálogos. Porrúa. México.
PLATON (1998). Las leyes. Porrúa. México.
TERMES, Rafael (2004). Antropología del capitalismo: un debate abierto. Ediciones Rialp. 3ra.
edición. Madrid.
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