las causas de la guerra civil española

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LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
(1936-1939)
La Guerra Civil Española fue la guerra más grande, cruel y destructiva de la historia de
España, una guerra que acabría con la vida de más de 500.000 personas de todo tipo de
clase y condición, una pelea muchas veces librada entre conocidos, amigos o incluso
miembros de una misma familia un conflicto civil que además constituía la antesala de
una Segunda Guerra Mundial que ya parecía inevitable en Europa.
La España Republicana
En cuanto a los bandos de esta Guerra Civil se distinguían dos, por una parte los
partidarios del gobierno del Frente Popular elegido democráticamente para presidir la
II República Española los cuales era comunmente conocidos como "republicanos",
aunque también contaban con el apoyo de todas las fuerzas antifascistas: comunistas,
anarquistas, socialistas, miembros de los sindicatos mayoritarios obreros e incluso
nacionalistas vascos y catalanes.
La España Nacional
Por otro lado representando a los sectores más conservadores y tradicionalistas de la
sociedad española se encontraba el llamado bando sublevado, popularmente conocido
como bando nacional - “nacionalistas”- integrado por gran parte del alto mando del
ejército español así como por falangistas, carlistas, por un amplísimo sector de la iglesia
(el episcopado español apoyaba la España de Franco, justificando la guerra como una
reacción contra la tendencia anticristiana del Frente Popular y en octubre de 1937, el
vaticano reconocía el gobierno del general Francisco Franco) y en general por todos
aquellos que temían una revolución proletaria en España o que veían peligrar su estatus
social con la victoria del Frente Popular en las elecciones. Se había creado un Estado
totalitario y el general Franco era su “caudillo”.
LAS CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Las circunstancias históricas en las que se desarrolló la guerra, respondían a problemas
no resueltos en la sociedad española:
•
una economía atrasada, incapaz de satisfacer las necesidades del pueblo;
•
una oligarquía terrateniente sólo preocupada por sus beneficios e incapaz
de los cambios más elementales;
•
una estructura social con abismales diferencias entre pobres y ricos, con
una pequeña oligarquía poderosa, unas clases bajas en continuo
crecimiento, una clase media insuficiente para servir de elemento
equilibrador;
•
y una polarización de la sociedad en dos bandos, la derecha y la izquierda
entre las que existía una fuerte tensión.
En las elecciones de febrero de 1936, las fuerzas ya se habían presentado muy
polarizadas, y la victoria del Frente Popular radicalizó aún más la derecha.
Los grandes propietarios veían con preocupación la reforma agraria, los jornaleros
criticaban su lentitud, la burguesía paralizaba las inversiones y la Iglesia católica se sentía
amenazada por la política anticlerical de la izquierda.
Durante los meses de febrero a julio de 1936 se incrementó la tensión entre las fuerzas
sociales. Al gobierno le resultaba difícil mantener el orden público y la violencia política
era cotidiana. Los grupos de extrema derecha, la Falange, se enfrentaban con la
izquierda, el clima se crispó con el asesinato a manos de los falangistas del teniente de la
Guardia de Asalto José Castillo. La reacción de un grupo de ellos fue el asesinato de uno
de los líderes de la derecha: José Calvo Sotelo.
El Alzamiento
El primer día de hostilidades fue el 17 de Julio donde en Melilla comenzaron las
sublevación por parte del Ejército de África, al día siguiente el 18 de Julio considerado
día del alzamiento, guarniciones de toda España comenzaron a sumarse a la sublevación,
no obstante otras muchas, permanecieron fieles a la República. El 18 de Julio de 1936, el
General Francisco Franco se suma al golpe de estado y un día más tarde, Franco se
trasladó a Marruecos para tomar el mando del ejército y de esta manera comenzaba la
Guerra Civil Española.
La Participación Internacional
La Guerra Civil se ha considerado como un preludio de la Segunda Guerra Mundial.
La guerra estalló en un momento de fuertes tensiones entre las potencias fascistas, las
democracias y la Unión Soviética. Al fin y al cabo los bandos enfrentados en ambos
conflictos coincidieron en términos ideológicos: fascismo contra democracia.
A comienzos de la guerra, en la Sociedad de Naciones se constituyó un Comité
Internacional de No Intervención, que resultó totalmente ineficaz para evitar la
presencia internacional en la guerra.
El régimen nazi de Hitler en Alemania y el fascista de Mussolini en Italia ayudaron
militarmente a los nacionalistas. Italia colaboró con aviones y cuarenta mil soldados.
Alemania aportó tanques, artillería y aviación (Legión Condor) y unos dieciséis mil
hombres. El régimen portugués de Salazar colaboró con la aportación de veinte mil
voluntarios y facilitando el paso por su territorio, lo que supuso una ayuda importante.
Hay que sumar la contribución de los cien mil regulares marroquíes. Franco también
contó con la colaboración de capitalistas norteamericanos (combustible de la Texaco,
Shell y de la Standard Oil, camiones de la compañía de Ford Motor, armas... -mientras
que el gobierno estadounidense se lo negaba al bando republicano-) e ingleses. La
ayuda internacional fue decisiva para la victoria de los nacionales.
La República tuvo grandes dificultades para adquirir suministros y material de guerra
debido a la política de no intervención de las democracias occidentales y al cierre de
fronteras. La República contó con ayuda de la Unión Soviética, que proporcionó cuadros
técnicos víveres y armamento, en parte costeado con fondos del Banco de España.
La República contó también con la participación de unos 35.000 voluntarios de sindicatos
y partidos de izquierda extranjeros que acudieron a luchar contra el fascismo: las
Brigadas Internacionales. – incluyendo 2,800 norteamericanos de las Brigadas de
Abraham Lincoln. Además de su colaboración efectiva -participaron en las principales
batallas de la guerra civil-, convirtieron la lucha de la República en una causa universal.
En septiembre de 1938, en pleno apogeo de los combates del Ebro, el gobierno
republicano -por la presión de Francia e Inglaterra- decidió retirar del frente a los
voluntarios internacionales. No les fue fácil volver a sus países: el reaccionario gobierno
francés prohibió a muchos el cruce de la frontera.
La guerra se vivió con gran interés en todo el mundo. Parecía un enfrentamiento ente
democracia y fascismo, entre el ejército y el pueblo. Ello originó un amplio
movimiento de solidaridad hacia la causa republicana entre intelectuales
progresistas de todo el mundo. La destrucción del pueblo de Guernica o el asesinato
del poeta Federico García Lorca impresionaron a la opinión mundial, especialmente
cuando se expone el Guernica de Picasso en la Exposición Internacional de París de
1937.
El avance hacia Madrid
El objetivo de los nacionalistas era ocupar la capital, Madrid. El general Mola atacó
desde el norte y el general Franco avanza desde el sur.
Para trasladar el ejército desde Marruecos a la Península, evitando la marina republicana,
Franco contó con la ayuda de aviones alemanes e italianos, desembarcando en
Andalucia unos catorce mil hombres y abundante material de guerra. Este ejército avanza
rápidamente tomando Extremadura y Toledo, llegando a las puertas de Madrid en octubre
de 1936, pero allí tropezó con una resistencia muy bien organizada de columnas de
milicianos y no pudo tomar la ciudad.
En febrero de 1937 Franco atacó por el sur en la batalla del Jarama para cortar las
comunicaciones de Madrid con el este, pero no pudo aislar la capital.
En marzo lanzaron una gran ofensiva en Guadalajara, con la ayuda del cuerpo italiano
que Mussolini había enviado en ayuda de los nacionales, pero fracasaron debido a la
reorganización del ejército republicano, que puso de manifiesto la dificultad de tomar
Madrid, por lo que Franco abandonó momentáneamente este proyecto y se dirigió hacia
el Norte.
Tras estabilizarse las posiciones en torno a Madrid, los nacionales emprenden la
conquista del norte.
La campaña del Norte
El general Mola ocupó Irún y San Sebastián en septiembre de 1936. Sin ambargo, la
verdadera batalla del norte comenzó con el asedio de Bilbao en marzo de 1937. La
creación por los vascos de una línea defensiva (cinturón de hierro) prolongaron la
resistencia durante dos meses. El terrible bombardeo de Guernica, con aviones
alemanes de la Legión Cóndor, y la caída de Durango fueron el preludio de la entrada
en la capital el 19 de junio de 1937.
Las tropas nacionales prosiguieron a continuación su avance hacia Santander (agosto) y
Asturias. El avance fue lento, debido a la resistencia encontrada, a lo abrupto del terreno
y a las maniobras del ejército republicano sobre Zaragoza para distraer a las tropas del
norte. El 21 de octubre las tropas nacionales entraban en Gijón, y todo el Norte quedaba
incorporado a la España sublevada.
La campaña del Este
Para contrarrestar los éxitos nacionales en el norte, la República lanza en julio de 1937
una operación en Brunete (al oeste de Madrid) tratando de envolver las tropas enemigas
que presionaban sobre la capital. Fue un desastre para la República.
Al general Franco se le planteó otra vez la alternativa de ocupar Madrid o lanzarse hacia
el Mediterráneo desde el frente del Ebro. Eligió la segunda opción. En enero de 1938, los
republicanos tomaban Teruel, que sería reconquistada días después por los nacionales,
quienes, rápidamente, llegaron hasta Lérida (abril 1938). Franco dirigió las tropas hacia
el Mediterráneo, aislando a Cataluña del resto de la zona republicana.
En un desesperado intento para enlazar de nuevo las dos zonas republicanas y detener el
avance de los nacionales hacia Cataluña, los republicanos iniciaron la más importante de
sus ofensivas. El 25 de julio de 1938 consiguieron atravesar el río Ebro y tomar un
extenso territorio hacia el Sur. Pero la ofensiva no pudo seguir adelante. El contraataque
nacional obligó a los republicanos a volver a cruzar el río. Durante meses se disputó
palmo a palmo el terreno, lo que convirtió a la batalla del Ebro en la más dura y
sangrienta de toda la guerra, provocando más de cincuenta mil muertos por bando y
la derrota significó el desgaste definitivo del ejército republicano.
En el mes de diciembre, los nacionales iniciaron una gran ofensiva sobre Cataluña. Las
ciudades eran bombardeadas día y noche. El 26 de enero de 1939, las tropas
franquistas entraron en Barcelona. Los restos del ejército republicano, acompañados
de largas columnas de refugiados, se retiraron hacia la frontera francesa. Unas
trescientas cincuenta mil personas fueron al exilio.
El final de la guerra
Tras la caída de Cataluña, el gobierno se trasladó a la zona centro. Las diferencias entre
los republicanos precipitaron el final de la guerra. En marzo de 1939 el coronel Casado
dio un golpe de estado en Madrid y los republicanos se rindieron. El 28 de marzo, el
ejército nacional entraba en Madrid, y en tres días ocupó el resto del país. El 1 de
abril de 1939, Franco firmó el comunicado que daba la guerra por terminada. La guerra
que había comenzado el 18 de julio de 1936 había terminado.
Las consecuencias de la guerra
El impacto en pérdidas humanas de la guerra fue considerable. Se estima que las
víctimas de la contienda superaron el medio millón de personas, incluyendo los muertos
en combate, los represaliados en la retanguardia -represión masiva y sangrienta en
muchos momentos de la guerra- y los ejecutados por los vencedores tras la guerra.
Al finalizar la guerra, se abrió otra hérida: la de los exiliados (unos 300.000), obligados a
abandonar el país, y que se amontonaron en los campos de refugiados de las costa
francesa o huyeron a Méjico o Argentina, muchos de los cuales ya no regresarían. Esta
emigración constituye un serio impacto en nuestra demografía, un impacto tanto más
sensible por cuanto desde un punto de vista laboral se compone de personas jóvenes, y
porque desde un punto de vista cultural engloba a un importante sector de artistas,
escritores, científicos... Además, tanto por las especiales circunstancias de masificación
en las que se produce, como por la incidencia que la Guerra Mundial tuvo sobre los
exiliados, esta expatriación fue para buena parte de sus componentes especialmente
penosa y duradera.
La guerra dejo una profunda huella en las actividades económicas: destrucción de las
infraestructuras, de la cabaña ganadera, del parque automovilístico y ferroviario, de las
industrias... La destrucción de los recursos económicos e infraestructuras trajo en los
años cuarenta los "años del hambre". Se produjo un estancamiento económico durante
toda la década, no recuperándose el nivel de renta de 1935 hasta bien entrados los años
cincuenta.
La victoria del bando nacional acarreó el establecimiento en España de una dictadura
militar que se prolongaría durante casi cuarenta años (Franco se murió en 1975),
con la pérdida de libertades, la censura de los medios de comunicación y la persecucion
de cualquier forma de disidencia.
Preguntas de comprensión

Contesta las preguntas en tus propias palabras.
1. ¿En qué años aconteció la Guerra Civil Española?
2. ¿Cuáles fueron las causas del estallido de la Guerra Civil?
3. ¿Qué personajes destacados de esta época conoces? ¿Qué sabes de ellos? Si no
sabes mucho, busca información en el Internet.
4. ¿Quiénes son los republicanos? ¿Qué grupos políticos están aliados con ellos?
5. ¿Quiénes son los nacionalistas? ¿Qué grupos están aliados con ellos?
6. ¿Por qué se dice que la Guerra Civil Española es la antesala de la Segunda Guerra
Mundial? ¿Por qué tuvo tanto impacto internacional la Guerra Civil?
7. Explica el papel desempeñado por la ayuda alemana e italiana en la Guerra Civil.
8. Resume la intervención internacional de otros países en la Guerra Civil Española.
9. ¿Cuál era el primer objetivo de los rebeldes (los nacionalistas) después de la
insurrección?
10. ¿Cómo evoluciona la guerra sobre la península? Resume las varias campañas.
11. ¿Por qué la República pierde la guerra?
12. ¿Cuándo Franco dio por terminada la guerra?
13. ¿Qué consecuencias deja esta Guerra Civil para España?
14. ¿Cuántos años duró la dictadura militar de Franco?
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