CARLOS I (1516-56) Carlos Habsburgo nació en 1500 en la ciudad flamenca de Gante. Tras la muerte de su padre, Felipe “el Hermoso” en 1506, fue educado por su tía Margarita, regente de los países Bajos. Su madre, Juana “la loca”, permaneció recluida desde 1507 en Tordesillas, por orden de Fernando “el Católico”. Herencia recibida: De su padre Felipe I “el Hermoso”, la herencia borgoñona: el archiducado flamenco, el Francocondado y Luxemburgo. De su abuelo paterno, el Emperador Maximiliano I, la herencia habsburguesa: los dominios patrimoniales de Austria, Tirol y Bohemia y la candidatura para ser elegido Emperador, lo que significaba controlar más de 500 territorios de diferente tamaño e importancia. De su abuela materna, Isabel “la Católica”: la Corona de Castilla. De su abuelo materno, Fernando “el Católico”: la Corona de Aragón. Tras ser coronado rey de España en Bruselas en marzo de 1516, llegó a España en septiembre de 1517. Desde un primer momento surgieron reticencias en las dos Coronas españolas, debidas fundamentalmente al desconocimiento de la realidad española, a la influencia de los consejeros flamencos que le acompañaban o a las dudas sobre si respetaría o no los fueros de la Corona de Aragón. En junio de 1519 es elegido por unanimidad como nuevo Emperador, tomando el nombre de Carlos V. Para conseguir dicho título debió gastar ingentes cantidades de dinero con la que comprar el voto de los electores imperiales. La influencia cada vez mayor de los consejeros flamencos y la falta de respeto por los fueros de la Corona de Aragón provocaron verdaderos movimientos insurreccionales. La crisis de las Comunidades estalló en castilla. Reunidas las Cortes en Valladolid al poco de la llegada de Carlos I, sus miembros dieron muestras de descontento por la influencia flamenca y por los envíos masivos de dinero para sufragar la aspiración de ser nombrado Emperador. Tras la marcha de Carlos hacia Aquisgrán, donde sería coronado Emperador en 1520, diferentes ciudades castellanas comenzaron una sublevación y designaron una Junta Santa que se autoproclamó la autoridad máxima del reino en nombre de la recluida Juana. Sin embargo en poco tiempo surgieron las desavenencias. La mayoría de los revolucionarios eran miembros de la media nobleza y la burguesía urbana y la masa popular les apoyaba. Pero a fines de 1520 el movimiento se desvaneció al combatirlo la alta nobleza (quienes en un principio lo habían visto con bueno ojos o habían sido pasivos), pues la revolución adquirió tintes anti-señoriales. En 1521 fueron definitivamente vencidos en la batalla de Villamar los revolucionarios comuneros. GUERRA CONTRA FRANCIA (1521-26) El control de España y el vasto Imperio germánico permitía a Carlos establecer un auténtico cerco a Francia, cuyo rey, Francisco I, dedicó enormes esfuerzos bélicos en romper dicho aislamiento. En 1521, aprovechando la revuelta comunera, los franceses invadieron Navarra, pero fueron rechazados; ese mismo año Carlos V derrota también a los franceses en el Milanesado (en manos de Francia desde 1515). En 1525 Francisco I lanza una fortísima ofensiva en el norte de Italia, pero es derrotado y hecho prisionero por las tropas de Carlos V en la batalla de Pavía. Desde su prisión de Madrid Francisco I renunció a sus reivindicaciones sobre Italia, Borgoña y Navarra, aunque una vez puesto en libertad se desdijo de lo firmado. COALICIÓN CONTRA CARLOS V (1526-29) El triunfo de Carlos V causó la alarma en diferentes capitales europeas, pues existía el peligro de una hegemonía absoluta. Se creó la Liga Clementina para hacer frente a la hegemonía de Carlos V; dicha coalición estuvo compuesta por: el Papa Clemente VII, Francisco I de Francia, Inglaterra, el duque de Milan Francisco Sforza, Venecia y Génova. Como respuesta a dicha coalición las tropas imperiales llevaron a cabo en mayo de 1527 el saqueo de Roma. En 1529 Francisco I aceptó con la firma de la Paz de Cambray el predominio español en Italia. FASE MEDITERRÁNEA (1529-44) Aprovechando las luchas en el interior de Europa, los otomanos toman Belgrado (1521), vencen en la batalla de Mohacs a las tropas húngaras (1526) y sitian Viena (desde 1529 a 1533). Carlos V decide a partir de 1529 centrar su política exterior en la lucha contra los otomanos de Solayman “el Magnífico” y sus aliados los berberiscos de Túnez comandados por Barbarroja. En 1533 las tropas de Carlos V levantaron el asedio de Viena, y en 1535 (con Carlos V en persona comandando las operaciones militares) se conquistó temporalmente la ciudad de Túnez. En 1541 Carlos V trató de poner fin a los ataques berberiscos desde el norte de África; para ello envió una expedición contra Argel, pero el ataque fue un fracaso y terminó con los sueños de encabezar una cruzada que reconquistase los Santos Lugares.