Una perspectiva pragmatista de la filosofía analítica contemporánea

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Una perspectiva pragmatista de la filosofía analítica contemporánea
El paper tiene dos partes: en la primera, Rorty desarrolla las consecuencias del abandono de la
dicotomía realismo-anti-realismo. Una de las consecuencias es que se abandona la idea de que
el lenguaje o el pensamiento representan la realidad. Otra es que se deja a un lado la dicotomía
sujeto-objeto. Otra, que se abandona la distinción apariencia-realidad. La segunda parte
presenta 16 tesis sobre la necesidad de abandonar las nociones de “método filosófico” y
“problemas filosóficos”. Esas nociones deben su prestigio a la sobre-profesionalización de la
filosofía. Si uno adopta el anti-representacionismo, uno se alejará de Kant en dirección del
historicismo de Hegel. Para el historicista, no hay problemas recurrentes que los filósofos
tratan de resolver con sus métodos. Esa imagen de la filosofía debe ser reemplazada por la idea
de que los filósofos hacen aportes imaginativos para la redescripción de la situación humana.
El progreso filosófico no consiste en resolver problemas, sino en mejorar descripciones.
I
La devoción al realismo es semejante a la devoción religiosa hacia Dios: se trata de someterse a
una realidad no humana. La realidad tal como es en sí misma, independientemente de nuestras
necesidades e intereses, no es más que otro nombre de Dios. Pensar que la física nos acerca a
la realidad más que la moral es una versión remozada de la idea religiosa de estar en contacto
con Dios.
Rorty ve la filosofía dividida entre representacionistas (que sostienen que hay una naturaleza
intrínseca de la realidad no humana y que hay que aprehender) y anti-representacionistas. Rorty
retoma el humanismo de Schiller: los seres humanos sólo tienen responsabilidades ante otros
seres humanos.
Los representacionistas son realistas, y viceversa. Los realistas creen que hay una sola manera
en que el mundo es en sí mismo, y que hay áreas duras en las cuales e nos revela esa forma de
ser del mundo. En las áreas duras hay hechos a descubrir, en las blandas, no. Los antirepresentacionistas creen que el progreso moral y científico es una cuestión de hallar formas
más efectivas de enriquecer la vida humana. No hacen la distinción entre áreas duras y blandas.
Hacen una distinción sociológica entre tópicos más o menos controvertidos.
Ni el realista ni el anti-representacionista tendrán un argumento decisivo contra su oponente.
La elección entre una y otra concepción se debe a las razones del corazón. El realismo está
enlazado con el sentido común. Tomará cientos de años retejer las convicciones antirepresentacionistas con el sentido común. El realista que considera que la noción de “mundo
independiente de la mente” es central para su concepción no podrá ser persuadido de que su
concepción es incoherente. Ni el pragmatista creerá que la idea de algo incognoscible podría
ser coherente. Los vocabularios no se abandonan porque sus usuarios hayan sido acorralados
dialécticamente. Las palabras son abandonadas, pero eso pasa porque surgen palabras más
atractivas. No hay un soporte racional que justifique el abandono o la defensa del
representacionismo o del anti-representacionismo. El día en que el realismo no sea un
vocabulario vigente, la idea de un mundo independiente de la mente será visto como una
reliquia. La distinción realismo vs anti-realismo será estetizada.
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Debemos dejar de pensar en el progreso en términos del incremento del ajuste con una
realidad no humana. Retejemos las creencias para lograr cada vez mejor nuestros propósitos.
Ningún área está más cerca del mundo que otras.
II
1- La filosofía analítica no es una disciplina con un método propio que resuelve
problemas analizando significados. Los filósofos sólo parafrasean los enunciados de
diversas formas en vistas de sus propósitos.
2- Los filósofos analíticos no tienen un método común. Lo que tienen en común es el
giro lingüístico.
3- Dummett está equivocado en que el giro lingüístico ha puesto a la filosofía del lenguaje
como la filosofía primera. La idea de que los filósofos analizan significados no tienen
relevancia en la filosofía analítica actual.
4- Dummett se equivoca al pensar que la distinción entre idealistas y realistas consiste en
que unos piensan que las oraciones son hechas verdaderas por el mundo y otros por
nosotros. La verdadera distinción es entre representacionistas atomistas y antirepresentacionistas holistas.
5- Los anti-representacionistas no usan un método diferente que los representacionistas.
El término “método” debe restringirse a aquellos procedimientos que sirven para
dirimir disputas entre puntos de vista en competencia. Sin embargo, ni el análisis ni la
fenomenología constituyen un procedimiento de tal naturaleza.
6- Cuando por método entendemos un procedimiento neutral de decisión, vemos que no
hay tal cosa como un método filosófico o científico. Hay sólo acuerdos locales sobre
procedimientos dentro de culturas de expertos específicas. Pero no hay un método
compartido por los geólogos y los físicos y que no sea compartido por los abogados y
críticos literarios. Tampoco hay un método compartido por Kripke y Davidson que sea
más particularmente filosófico que la argumentación ordinaria que es frecuente fuera
de las disciplinas específicas.
7- La idea de poner a la filosofía en el sendero de la ciencia es una mala idea. Los filósofos
constituyen una cultura de expertos, pero eso no quiere decir que deban asemejarse
más a los matemáticos que a los historiadores. Puede haber cultura de expertos sin un
procedimiento para resolver disputas. La especificidad es una cuestión de familiaridad
con la conversación previa, no un asunto de habilidad para llevar la conversación a una
conclusión final.
8- La importancia histórica de la filosofía analítica no reside en su rigor y claridad, sino en
que hizo posible redescribir la disputa entre representacionistas atomistas y antirepresentacionistas holistas en nuevos términos. El dictum fregeano de que las palabras
sólo tienen significado dentro del marco de una oración, señala en principio del fin del
representacionismo.
9- La disputa entre el representacionista y el anti-representacionista no es una cuestión de
métodos en competencia, ni de si hay que leer a Heidegger o Hegel. No hay un método
para resolver disputas importantes.
10- El representacionista cree que el método es el camino del sujeto hacia el objeto. Para el
anti-representacionista, la indagación es un asunto de retejer las creencias bajo la
presión de los impactos causales del entorno. Tal retejido resuelve y disuelve
problemas.
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11- Los anti-representacionistas no postulan el fin de la filosofía. No hay que confundir el
fin de una matriz determinada, con el fin de la filosofía en cuento tal. La filosofía no es
algo de lo cual pueda salirse.
12- Los programas de investigación no son esenciales a la filosofía. Son esenciales para la
profesionalización de la filosofía, pero no para el progreso intelectual.
13- La profesionalización favorece a los representacionistas sobre los antirepresentacionistas, a los atomistas por sobre los holistas, pues los filósofos que tienen
teorías sobre los componentes del lenguaje o del pensamiento parecen más
sistemáticos y más profesionales.
14- La división entre filosofía trascendental y analítica se debe a que el historicismo y el
anti-representacionismo son más comunes en el continente que entre los filósofos de
habla inglesa. Pero no es una diferencia de métodos.
15- El progreso filosófico no discurre llevando hasta el fin los programas de investigación,
sino introduciendo discursos imaginativos.
16- Los filósofos anti-representacionistas esperan un gurú, un individuo que introduzca un
vocabulario nuevo, una forma de hablar novedosa. No precisamos un individuo que
nos diga que está en una relación especial con el mundo en sí mismo.
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