MUJERES (Y HOMBRES) ENTRE IMAGEN Y REALIDAD. /Reflexiones acerca de la necesidad de la comparbilidad/1 Ana Vera CIDCC Juan Marinello Recuerdo las palabras de una colega brasileña en un congreso reciente, 2 quien refiriéndose a las actitudes de hombres y mujeres mexicanos ante imagen y realidad, entre el decir y el hacer de las mujeres en la sociedad, aseguró que los hombres mexicanos poseían un discurso de vanguardia acerca de las mujeres pero una actuación convencional, mientras que las mujeres eran más conservadoras desde el punto de vista del discurso y sin embargo en sus actitudes y actuaciones personales eran muy osadas. La idea tiene muchas aristas y permitiría extraer algunas conclusiones acerca del limitado espacio social con que cuentan las mujeres mexicanas para el decir y el amplio margen de actividad laboral que les deja una sociedad donde, por su rol definitivamente secundario en lo que respecta al macropoder social, tienen a su cargo la responsabilidad de la manutención de los hijos e incluso la de muchos maridos ineficaces. Si fuéramos a comparar esta situación con la de mujeres y hombres cubanos, quizás podríamos afirmar que tanto unos como otras asumimos un discurso liberador, avalado por cuarenta años de una construcción social igualitaria que descansa en el principio de la igualdad de oportunidades, pero que como igualdad de oportunidades no equivale a igualdad de condiciones, en la práctica social sobrevive una inequidad de género sustentada en una tradición patriarcal dominante en la que sólo las mujeres –o preferiblemente ellas- exhiben una práctica verdaderamente de avanzada aunque no tan liberadora como podría pensarse. No es en modo alguno un secreto que las conquistas sociales de Cuba se suceden sin interrupción desde 1959, y tampoco se pretende negar las contradicciones que conlleva ese desarrollo social acelerado, que en términos de población, familia y trabajo se traducen en: progresivo envejecimiento de la población entre 1950 y 1990,3 disminución alarmante, sin aparente posibilidad de recuperación, de la fecundidad4, 1 Ponencia presentada a SEMINARIO INTERNACIONAL "Regionalismo, seguridad regional y sociedad civil en el Gran Caribe en el nuevo entorno mundial", (Coordinadora regional de investigaciones económicas y sociales-CRIES) Red Sur-Norte de investigadores sociales, La Habana, febrero 2004 2 Idea de Orlandina de Oliveira (Colegio de México) en la II Reunión del Grupo de trabajo de CLACSO Familia e Infancia, Centro Internacional de Prensa, La Habna, diciembre 2002. 1 aumento brutal de la población urbana que acoge a sectores sociales provenientes del campo y ciudades más pequeñas, aunque esto es característica común a parte de los países de América Latina, la más alta cifra de matrimonios para 1970 y 1990 así como de divorcios, disminución del tamaño de los hogares de 4,2 en 1970 a 3,7 en 1990, aumento progresivo de la población activa que en todos los casos favorece a los hombres, a pesar del crecimiento espectacular que significa el haber pasado de ser el país de menor incorporación femenina al trabajo en 1950 (con un 12,6), a ser el de mayor incorporación en 1990 después de Uruguay y Nicaragua (con un 33,7 % del total de la fuerza de trabajo).5 Por mencionar sólo algunas. Pienso que la situación cubana en materia de sociedad civil, con todo lo que esto implica de problemas complejos, la mayor parte de ellos sin solución segura para la inmensa mayoría de la población en los países en vías de desarrollo, y en particular respecto a los problemas cotidianos que asedian a las mujeres de hoy, requiere que cada esfuerzo que hagamos para comprender mejor la situación de las mujeres y las inequidades de género, se fundamente en la búsqueda de parámetros que permitan una comparación sistemática de los datos cubanos con casos similares, una comparación no sólo estadística, como solemos simplificadamente preferir, pero también estadística, para apoyar consideraciones de una índole más cualitativa desde una perspectiva de crítica constructiva, o de afiliación decidida con el proyecto emancipatorio, como algunos prefieren declarar. La coyuntura actual requiere concentrar esfuerzos para ver a Cuba inserta plenamente en el marco de referencia económico, histórico, geográfico, cultural y político que le corresponde, esto es, el conjunto de los países en vías de desarrollo y particularmente el ámbito de América Latina y el Caribe, y reconozco que este Seminario significa un paso importante en la dirección señalada. Por esta razón me propongo abordar un conjunto de problemas de la vida de mujeres y hombres cubanos respecto a la familia, la maternidad, la relación de pareja y el trabajo, entre otros aspectos fundamentales que llenan su vida cotidiana, refiriéndolos a problemas semejantes que he ido encontrando en lecturas sobre otras sociedades del área, con una perspectiva de género. No creo necesario recordar, como afirmaba Moreno Fraginals, que las diferencias sustanciales de carácter cultural que se aprecian entre las Antillas, tienen en su base los diversos 3 Esto se traduce en cifras cada vez más altas de la población en las edades mayores. La demógrafa Sonia Catasús habla de “crecimiento negativo” en los próximos años, al menos hasta el 2025. Taller “Impacto de las transformaciones económicas en las cubanas”, Cátedra de la Mujer, Universidad de la Habana, noviembre 2003 4 2 modelos de colonización practicados por sus respectivas metrópolis comerciales durante la etapa colonial, y que el hecho de haber surgido como sociedades donde la plantación se impuso como sistema dominante al menos en la etapa inicial, permite que se pueda hablar de "identidad caribeña" a pesar de la diversidad lingüística. No sólo el sistema económico impuesto, sino también el diferente volumen de población trabajadora según áreas de procedencia, y la diversa proporción en que se combinaron, contribuyeron a conformar culturas diferentes en las islas. Una diferenciación de sistemas culturales que aún no se ha estudiado con suficiente atención. En el caso particular de los estudios cubanos sobre género y familia, en ocasiones se ha intentado buscar en nuestra realidad un correlato exacto a fenómenos descritos para otras sociedades. En otros casos, se rechaza del todo la posibilidad de comparar comportamientos descritos a partir de investigaciones en el área, que permitirían desencadenar razonamientos sobre temas aún insuficientemente abordados por nuestra ciencia social, olvidando que compararnos es también una forma de contribuir a rebasar un aislamiento que cada día demuestra más su absurdo, y se prefiere tributar a los grandes paradigmas teóricos provenientes de los centros de poder, cediendo el derecho que nos asiste, de buscar y hallar nuestros propios conceptos y caminos hacia el autoconocimiento, aunque quizás en parte esto se deba a la limitada circulación de obras científicas producidas en el continente y centradas en sus problemas particulares, sin olvidar el mundo circundante y las múltiples compromisos con la hegemonía. Precisamente sobre los temas de género, clase, raza, en ocasiones se escuchan juicios superficiales tendientes a negar toda posibilidad de valorar nuestra realidad aprovechando como detonadores de la reflexión, conclusiones más generales sobre el área. En esta ponencia me propongo precisamente presentar, a manera de ejemplos, las conclusiones de tres estudios elegidos al azar sobre la relación mujer y trabajo, referidos a otras realidades del área caribeña que, si bien abordan temas que la ciencia cubana ha abordado, proponen interpretaciones en dimensión cultural de sumo interés para enriquecer nuestras perspectivas analíticas sobre estos temas. La mujer en el turismo. 5 Los datos cualitativos que manejo en este pasaje responden a lo que figura en Mujeres latinoamericanas en cifras, compilado por Teresa Valdés y Enrique Gomariz, Instituto de la Mujer, Ministerio de Asuntos Sociales de España, 1995 3 Argumentando sobre una profesión que pareciera estar lastrada por la reificación de la mujer en tanto objeto sexual, la jamaicana Lynn Boles6 discute el desempeño laboral de las mujeres de su país y escribe: La antropología feminista acumula grandes logros en la comprensión del fenómeno turístico (en Jamaica), especialmente en lo referido a la naturaleza genérica de la categoría trabajo, y a los mecanismos culturales que hacen posible dicho trabajo, como son la “sonrisa eterna”7, y el orgullo nacional y cultural. En (la zona de) Negril, el turismo proporciona gran cantidad de formas de vida, pero también implica todo lo que significa ser un jamaicano cuyo modo de vida depende de esta industria, todavía sustentada en los méritos de las aguas medicinales, las sonrisas cálidas y el silencioso y eficiente trabajo de las empleadas de servicios. Las mujeres tienen numerosos roles que desempeñar en el turismo. Como mujeres representan no sólo el hecho de ser quienes “naturalmente” realizan tal tipo de trabajo, sino también porque son “no blancas”, otro de los leitmotifs que impulsan a “consumir el Caribe”. (Sin embargo) lo que los ejemplos etnográficos arrojan es que la “sonrisa eterna”, la comprensión de la clientela y la “defensa de los derechos” que exige la calidad óptima del servicio, son formas adecuadas de resistencia (cultural) que permanecen vivas y actuantes. El turismo, como lo aseguran (los casos de mujeres entrevistadas), exige no sólo un alto grado de competitividad en el trabajo, sino también desarrollar capacidades histriónicas. Una gran dosis de actitudes preelaboradas para satisfacer al turista, venga de donde venga, (para lograr) que desee volver una y otra vez a Jamaica.8 Una propuesta analítica que no se limita a la crítica del uso de la imagen femenina en la gráfica comercial turística, que ni siquiera se plantea este problema, al parecer solucionado de larga data por el profesional desempeño turístico de los jamaicanos y se ocupa en valorizar y explicitar el sentido profundamente económico de los servicios turísticos y el verdadero significado de una actitud sólo aparentemente servil, que encubre un alto sentido de la dignidad nacional. 6 University of Maryland College Park L.B. juega con la expresión “skin-teeth”, de origen histórico en Jamaica, que representa la hipocresía de los esclavos, obligados a servir y a complacer, pero no sometidos en su más íntima voluntad. En Cuba sería equivalente a “sonrisa Colgate”, aunque sin la carga anti-esclavista que posee en Jamaica 8 Tomado de “The Golden Goose: race, gender and global tourismo in Jamaica”, ponencia presentada al Seminario Internacional sobre Diversidad Cultural (Palacio de las Convenciones, noviembre 2002). 7 4 La plena realización personal Constance Sutton9 se refiere al conflicto personal entre ser madre o tener una vida profesional exitosa, que enfrentó en momentos en que la segunda posguerra promovía una fuerte política natalista. La mayoría de las antropólogas de su generación sólo concebían la posibilidad de la realización profesional a condición de que se unieran con profesionales varones de la misma esfera y los acompañaran. Sin embargo –como ella asegura- la primera oportunidad de hacer trabajo de campo que se le presentó la llevó a “lugares donde (el hecho) de convertirse en madre era visto como (un factor) de empoderamiento, y la maternidad considerada como la mayor fuente de poder para la mujer, una visión cultural fuertemente contradictoria con la que prevalecía en su sociedad de origen”.10 Se refiere en particular a su aprendizaje en Barbados de otras formas de entender la relación hombre-mujer cuando está en juego el trabajo, un trabajo que muchas veces las lleva a una emigración laboral que desarrolla los fuertes lazos de intercambio y dependencia con la familia de origen: “Encontré (en Barbados) que el sistema de parentesco matrifocal (que prevalece) no condena a la mujer a la domesticidad. De hecho, muchas mujeres de la comunidad eran trabajadoras ocupadas en los campos de caña adyacentes, o empleadas en una amplia gama de actividades productivas”.11 La maternidad, en este caso, funciona como un mecanismo de liberación de la mujer y de asunción de un papel mucho más activo en la comunidad y menos dependiente de sus parejas masculinas, sin que eso implique abandonar la idea del disfrute pleno de su sexualidad, vista como una forma de autoafirmación personal. La mexicana Martha Patricia Ponce12 se refiere, por su parte, a la parcela de poder que le corresponde a las mujeres en las sociedades tradicionales, un poder invisible pero no por ello menos actuante, muchas veces representado en fotografías familiares donde las madres cabezas de familia dominan con su estatura y su actitud al resto de las figuras. A partir de una investigación sobre una zona rural de la región caribeña de Veracruz, esta autora llega a la conclusión de que “una mujer puede ser de todo menos mala madre” 13 y que el atender a las necesidades de los hijos justifica todas las decisiones que en el plano de su vida laboral y sexual pueda tomar, incluso la de mantener relaciones sexuales paralelas dentro de la comunidad, 9 Universidad de New York “Motherhood is powerful: embodied knowledge from evolving field-based experiences”, in Anthropology and humanism 23(2): 139-145. Copyright 1998, AAA 11 “Background to the research”, fotocopia A.Personal A.V. 12 M. Patricia Ponce, Sueños de transgresión /Historias femeninas, trabajo, amor y placer en un rincón del agro veracruzano/, México, Instituto veracruzano de cultura, 2002 13 Op. Cit., p. 29 10 5 cuando la pareja la ha abandonado o no cumple adecuadamente con sus obligaciones, a pesar de que se trata de una comunidad tradicional que –según sus palabras- “parece vivir en el pasado”. Así, propone una tipología de mujeres que recoge la diversidad de actitudes observada y las clasifica, de acuerdo a una propuesta nacida de la propia autovaloración comunitaria, en: Buenas: cuando cumplen a cabalidad con sus deberes de esposa y madre y son fieles a su pareja Malas: cuando reúnen todas las características de las mujeres buenas menos la de la fidelidad, y les son infieles a su pareja, tanto por necesidad económica como por necesidades sexuales insatisfechas; llama la atención aquí el margen para la libre expresión de la sexualidad femenina Fracasadas: aquellas que no tienen una pareja fija que responda por ellas ni atienda a sus necesidades Putas: las que abandonan a sus hijos o venden su cuerpo por gusto y no por necesidad; sin embargo, aquellas que venden su cuerpo pero son madres solteras o madres cuyos maridos son irresponsables, son miradas de forma muy diferente y su actitud justificada por la necesidad14 Respecto a las actitudes de los hombres ante la excepcional libertad sexual y de acción de las mujeres de la comunidad escribe: Los hombres se saben secundarios en la reproducción familiar y tal vez esto explique el trastocamiento de los papeles de género que en S.J. Quizás también por eso acepten las relaciones extramaritales de sus mujeres y las vean como una “estrategia” su sobrevivencia familiar, como un hecho natural, incluso heroico, que deben asumir para que los hijos, y ellos mismos, no pasen hambre y cubran sus necesidades más apremiantes en épocas del año en las que les resulta imposible encontrar trabajo. Esto también es considerado como algo necesario, como parte del costumbre del pueblo. Siempre ha sido así. Así lo hicieron sus abuelas, sus madres, sus hermanas, hoy sus esposas y mañana lo harán sus hijas. Es el sino de las mujeres de S.J.: sacar adelante a su familia como dios les dé a entender...15 La idea del pleno disfrute de la sexualidad femenina, conjuntamente con la de la responsabilidad social como trabajadora y como madre, parece algo totalmente ajeno a la reflexión científica cubana y sobre todo a su escritura. Se discute bastante sobre educación sexual en función de la reproducción, aunque los términos no parecen demasiado claros en la especificación de los campos salud reproductiva y salud sexual.En la medida en que se mantengan unas relaciones poco claras 14 Idem, pp. 43-44 6 entre estos últimos conceptos, que lastran la especificidad de los problemas inherentes a cada uno de esos ámbitos, el de la reproducción como derecho indiscutible de la mujer y el de la sexualidad, potencialidad enmascarada tras los eufemismos del lenguaje científico, será imposible enfrentar desprejuiciadamente los problemas del hombre y la mujer en la sociedad. En un estudio médico sobre la transmisión y el control de la epidemia VIH-Sida en el Caribe se lee: La prevalencia de factores culturales que impiden hablar abiertamente de la sexualidad es también una similitud en la mayoría de los países participantes.16 Las creencias y normas sociales que promueven la visión de la sexualidad como un tabú impiden que se incorpore la salud sexual a los esfuerzos de atención a la salud reproductiva y prevención del VIH (...) en la mayoría de nuestros países puede hablarse de salud reproductiva siempre y cuando no se aluda a sus aspectos sexuales17 Los programas sociales Desde que en 1995 se celebrara en Beijing la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, el estado cubano conformó un plan de medidas complementarias para atender de forma sistemática a mejorar los aspectos de calidad de la vida que allí se expusieron como derechos sociales de las mujeres. El plan cubano recoge aspectos sobre el empleo, los medios de comunicación, el trabajo comunitario, la legislación y los derechos reproductivos, que han focalizado una parte importante de los nuevos programas diseñados en los últimos años. De ese plan de medidas se han hecho dos chequeos. En el último de ellos, realizado en el 2002, se expusieron los logros obtenidos y las dificultades para el amplio despliegue de las capacidades de la mujer, que aún subsisten. Algunas de esas dificultades son: Insuficiente integración a la educación de las amas de casa subescolarizadas Baja incorporación de la mujer a oficios no tradicionales Insuficiente preparación en género, tanto de los sujetos sociales particulares como de los profesionales, instituciones y grupos que deben contribuir a desarrollar una educación sexual menos tradicional y sexista 15 Idem, p. 47 Aclara que estas conclusiones se refieren a Cuba, México, Haití, Islas Vírgenes y Puerto Rico 17 Blanca Ortiz Torres, “Hacia un abordaje comprensivo de la salud sexual y reproductiva de la mujer en el Caribe”, en: Cultura, sociedad y cooperación. Ensayos sobre la sociedad civil del Gran Caribe, /Antonio Gaztambide y rafael Hernández, comp./, CIDCC/Universidad de Puerto Rico, Habana, 2003, p. 162 16 7 Registros inadecuados de conflictos de violencia sexual intrafamiliar Insuficiente alcance de muchos programas de promoción de salud Visión estereotipada de la mujer Insuficiente cobertura noticiosa de la acción social de las mujeres La prevención de embarazos no deseados continúa siendo visto como responsabilidad de la mujer Desarrollo insuficiente del programa de maternidad y paternidad responsables18 Estos son algunos de los aspectos en los cuales se señala la necesidad de insistir en las transformaciones. Cabe preguntarse si este Plan abarca los principales problemas que enfrenta la mujer en su vida diaria o si, a pesar de las buenas intenciones, quedan áreas que requieren de una atención más detenida como es el problema de los limitados márgenes de consumo familiar por la permanencia de una economía de doble moneda, la ineficaz oferta de servicios de apoyo al trabajo doméstico, o la permanencia de una distribución basada en un principio de igualdad que ya no se ajusta a la realidad ni cumple adecuadamente con la responsabilidad respecto a hombres y mujeres de los sectores y edades más desfavorecidos. Y también si el hecho de mencionar los problemas es suficiente para considerarlos resueltos. Aún muchos de estos programas carecen de una adecuada visión de género, no sólo en el sentido de su aplicación sino también desde el punto de vista de su diseño, que no atiende a las diferencias de género, de edad, de gustos y preferencias de todas clases, de cultura en general. Aunque se escuchan voces masculinas que reclaman una conciencia social menos sexista que no los “expropie de la paternidad y de la sentimentalidad”,19 no es esto, ni mucho menos, la queja que prevalece numéricamente, sino la de las mujeres que aún detentan “un poder sin democracia de género” y que “quisieran disfrutar de la equidad de derechos que les corresponde”.20 A pesar de los reconocidos logros de la labor social dirigida a mejorar las condiciones de vida de las mujeres y superar las inequidades, subsisten problemas que continúan lastrando una plena integración social en igualdad de condiciones. Y faltan investigaciones sobre la masculinidad y la feminidad entendidas en su más amplio sentido. “Plan de acción nacional de la República de Cuba de seguimiento a la IV Conferencia de la ONU sobre la mujer”. Recogido en Algo más que palabras.../El post-Beijing en Cuba: Acciones y evaluación/, Editorial de la Mujer, La Habana, 1999 19 Ramón Rivero Pino, “El rol paterno. Su problemática en Cuba”, Revista cubana de Ciencias sociales no 31/2000: 91 20 Norma Guillard e Ivonne Torrente, “Subjetividad de mujer en el poder en Cuba ¿Qué liderazgo nos favorece?”, en A primera plana /Revista de género y comunicación/ año 1, no. 3, mayo 2002: 10 18 8 La Federación de Mujeres Cubanas, representante plenipotenciaria de todas las mujeres cubanas, portavoz de todos sus juicios y necesidades, y responsable, conjuntamente con el Estado, de lograr mayor espacio real y subjetivo para todas las mujeres cubanas por igual, identifica una serie de obstáculos para su desarrollo pleno: En cuanto al trabajo y a las condiciones necesarias para lograr una incorporación a la vida pública en términos de equidad: sobrecarga en las esferas doméstica y comunitaria; insuficientes capacidades en círculos infantiles y otras instituciones especializadas en la atención a los niños; insuficiente integración a cursos de calificación y recalificación para determinados empleos; dificultades para acceder a puestos de decisión en las empresas y el Estado En el ámbito de la salud: Tasa de mortalidad materna en 2,9 por 10 000 para el año 2000; alta tasa de embarazo adolescente; mantenimiento de hábitos nocivos como el tabaquismo, malos hábitos alimentarios, sedentarismo; escasa percepción del riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual y VIH/SIDA Respecto a la necesaria conciencia de género y su imposición a diversos niveles de la sociedad: insuficiente conocimiento en personas e instituciones que tienen a su cargo el diseño y la marcha de programas dirigidos a la mujer y el cumplimiento de las tareas del Plan de acción Nacional de seguimiento a la Conferencia de Beijing21 No puede considerarse representativo de la compleja gama de problemas que enfrenta la familia en nuestra sociedad a nivel de relaciones interpersonales entre personas de ambos sexos, y de diversas edades, sectores sociales y culturas personales, sin atender a las particularidades de cada uno de estos grupos, y a la particular interacción de las diversidades a nivel de la célula familiar. Antes de terminar quiero comentar unas hipótesis de trabajo de la antropóloga C. Sutton acerca de la cultura de la familia afrocaribeña y el parentesco, por considerarlas un sistema de ideas que, aunque en construcción, recoge en síntesis una visión compleja de ciertas particularidades de los sistemas familiares en el Caribe inglés, susceptible de ser tomada como punto de partida para cuestiones aún sin resolver en nuestra sociedad en cuanto a los temas referidos en esta comunicación: la mujer, la familia y el trabajo, sobre los cuales el debate está en marcha. Dichas conclusiones establecen lo siguiente22: “Más que otros grupos étnicos o nacionales, las formas familiares y las prácticas sexuales de los caribeños de origen africano (y también de los afro-norteamericanos) han sido vistos por los 21 Situación de la niñez, la adolescencia, la mujer y la familia en Cuba, Mayda Alvarez et al, La Habana, Centro de estudios de la mujer/UNICEF, 2000 9 gobiernos, los grupos religiosos y las élites de las sociedades donde viven, como problemáticos, inmorales, incivilizados, inestables, problemáticos para el bienestar de la sociedad, y responsables de la pobreza que ellos mismos, en tanto poblaciones diferenciadas, han padecido. Esta es la percepción que domina. En contraste con esto, encuentro que la estructura de la familia afrocaribeña es fuerte, ampliada y dominada por lazos familiares muy estrechos y duraderos. La clave de esta percepción tan diferente radica en el hecho de que la familia para ellos equivale a parentesco, y que los lazos de parentesco se extienden bilateralmente hacia otros grupos (familiares). Esta definición de familia como núcleo de un grupo de parentesco compuesto por personas bilateralmente conectadas, comúnmente llamado grupo de parentesco cognaticio, es susceptible de ampliarse en busca del origen en un ancestro común. Los ancestros constituyen un aspecto clave en el reforzamiento de este sentido de la familia siempre en expansión. Tal sistema de familia parece tender a producir mujeres fuertes, relativamente autónomas, no sólo en el papel de madres y trabajadoras sino también como líderes sociales y políticas en sus comunidades. Considero que este sistema se aproxima al sistema y a la ideología que encontré durante mi investigación de campo entre los yoruba de Nigeria. Sus prácticas familiares y sus creencias tienen más en común con los principios rectores de la familia en Africa Occidental que con las formas familiares encontradas en Europa y en la América europea. Como la familia constituye un importante grupo de identidad, esto hace que el “conocer a la familia” sea algo significativo. La familia, tanto en el discurso académico, como para el sentido común de la sociedad, se ha visto como un rasgo que define la identidad étnica y a menudo brinda información sobre el estatus social de la persona, respecto a lo cual el matrimonio legal constituye un aspecto fundamental para determinar si el estatus (la movilidad) ha sido ascendente o descendente. Mi última conclusión se hizo visible cuando la evolución del pensamiento feminista a partir de los 70 puso de manifiesto, entre otras cosas, que la dinámica de las relaciones de poder y las formas de la igualdad y la desigualdad estaban interconectadas a los niveles macro y micro. A partir de entonces comprendí cómo no se puede entender las relaciones de poder entre mujeres y hombres sin comprender los sistemas familiares culturalmente diferentes en los cuales hombres y mujeres se encuentran sumergidos, los diferentes conceptos culturales de feminidad, masculinidad y poder (...) Esto me llevó a ver cómo los estudios sobre la familia, el parentesco y 22 “African caribbean family and kinship: changing themes and perspectives”, Conferencia en el Seminario Permanente 10 el género contribuyen a una comprensión más profunda y aguda de otros aspectos de la vida social a nivel local, regional o global.” 18 de febrero 2004 de familia, identidad cultural y cambio social, CIDCC, enero 2004. (Fotocopia A.P.). Versión española de A.V. 11