dia internacional de la mujer: entre la realidad y la

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DÌA INTERNACIONAL DE LA MUJER: ENTRE LA REALIDAD Y LA UTOPÍA
Desde hace 31 años, cada ocho de marzo celebramos el día internacional de la
mujer, fecha mundial establecida por Asamblea General de la ONU para
conmemorar las batallas de las mujeres por sus derechos y la igualdad a lo
largo de la historia. No obstante, esta fecha tiene antecedentes más antiguos,
por mencionar uno de ellos, hacemos referencia al ocho de marzo de 1857,
cuando obreras textiles de Estados Unidos, se declararon en huelga y
marcharon para exigir la reducción de la jornada laboral de 16 a 10 horas,
entre otros.
El significado del ocho de marzo, sin embargo, no debe convertirse en un
cliché más, sino que debe llevarnos a reflexionar sobre la situación de la
mujer en nuestro país y el mundo, y a mantener vigente el pie de lucha por
alcanzar la igualdad y la equidad de género en diferentes aspectos sociales,
económicos y políticos que aun siguen siendo una utopía. De hecho, podemos
mencionar que existen cambios positivos como resultado de esta constante
pugna, así, los avances alcanzados por las mujeres en el ámbito político y
profesional, su creciente incorporación y participación en el mercado de
trabajo y su presencia en los medios de comunicación son una muestra del
mayor posicionamiento de la mujer en el mundo de hoy.
Sin embargo, somos conscientes de que, a inicios del siglo XXI, aun tenemos
un gran trecho por recorrer en la erradicación de las diferentes formas de
discriminación contra la mujer, y en el hecho que la tan proclamada condición
de igualdad y “equidad de género” sea más formal que real. Ello se confirma
cuando, según la última encuesta de la Universidad de Lima sobre la situación
de la mujer, el 78.5% de entrevistados (5,554 hombres y mujeres) considera
que en el Perú hay discriminación (El Comercio, 05/03/08).
Esta percepción encuentra asidero cuando a partir de un análisis del accionar
del estado peruano en relación a las políticas, legislación y acciones de
gobierno destinadas a promover la equidad de género en diferentes ámbitos
de influencia en la vida de la mujer, podemos afirmar que existen pendientes
en la agenda que deben ser impulsados en el corto, mediano y largo plazo.
Llegados a este punto, conviene recordar que el Estado Peruano ha
consagrado como principio y derecho constitucional el derecho a la igualdad y
a la no discriminación. Al mismo tiempo, ha asumido una serie de obligaciones
internacionales al ratificar tratados como la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención
Interamericana para erradicar, prevenir y sancionar la violencia contra la
mujer.
Ahora bien, a la luz de estos compromisos, el Perú no ha sido ajeno a la
implementación de políticas y acciones destinadas a lograr la equidad y el
posicionamiento de la mujer en igualdad de condiciones frente al varón, sin
embargo, ello no ha sido suficiente para cambiar el paradigma machista y de
marginación de las mujeres, enraizado en nuestra sociedad desde mucho
tiempo atrás. Si bien es cierto existe una Ley de Igualdad de Oportunidades,
1
el Plan Nacional contra la Violencia Familiar 2002-2007, así como un Plan
Nacional de Derechos Humanos vigente hasta el 2010, varias son las
deficiencias de los mismos, no solo porque no toman en cuenta la real
problemática de que viven las mujeres peruanas de la costa, sierra y selva,
sino porque además carecen de una perspectiva de género y, en los casos en
que dicen tenerla, ella no llega a concretarse en todas sus dimensiones.
Igualmente, podemos señalar que el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social
no ha cumplido con la tarea de “diseñar, proponer y ejecutar la política de
desarrollo social y humano promoviendo la equidad de género y la igualdad de
oportunidades para la mujer...” que estableció su ley de creación, por el
contrario su rol como entidad rectora de las políticas para la promoción de la
igualdad y la equidad de género se ha debilitado. A manera de ejemplo, la
décimo primera política del Acuerdo Nacional destinada a promover la
Igualdad de Oportunidades sin Discriminación y a la creación de unidades
especializadas en cada Ministerio dedicadas al impulso de la igualdad de
oportunidades, hasta hoy, no se hizo realidad. En el mismo sentido, la
presencia del MIMDES en las provincias de nuestro país es mínima y el discurso
y la perspectiva de género no han calado a fondo, lo cual tiene sentido si en
la actualidad el Ministerio se avoca más a la protección de la familia que a la
promoción de los derechos de la mujer.
En las líneas que siguen damos cuenta de algunos de los problemas vigentes
que atraviesan las mujeres peruanas. No se pretende agotar ninguno de ellos,
pero sí dar una mirada del estado actual de temas como la violencia de
género, la judicialización de los casos de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR) y el acceso a la justicia. A partir de ello, queremos
mantener el tema presente en la opinión pública en general y en los lectores
de este portal, y a la vez instarlos a tener y tomar posición sobre otros
aspectos no mencionados aquí pero de igual importancia tales, como los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, la participación de las
mujeres en los puestos de toma de decisión y poder, la respuesta del Estado
frente a la explotación sexual de niñas, adolescentes y adultas, entre otros.
Violencia de género
Según el Informe Alternativo al Sexto Informe Periódico del Estado Peruano al
Comité de la CEDAW (noviembre del 2006), en nuestro país el 40.9% de
mujeres reconoce haber sido agredida, mientras que cada dos horas y media
se registra una denuncia por violencia sexual en el país (pudiendo ser mayor
esta proporción, ya que la mayoría de mujeres afectadas no denuncia el
hecho). Por otra parte, también se indica que existe un vacío en cuanto a los
índices de violencia sobre feminicidio, acoso sexual y trata de mujeres.
Asimismo, la página web de DEMUS reporta que entre los años 2001 y 2006, ha
registrado 346 casos de feminicidio; de ellos, aproximadamente el 42% fue
cometido en la casa de la víctima y, en por lo menos un 20%, ésta ya había
denunciado anteriormente a su homicida por violencia ante la Policía y/o el
Poder Judicial.
2
Ahora bien, frente a esta cruda realidad, el Estado Peruano no posee una
normativa adecuada para afrontar y sancionar estos ilícitos. Así, en el caso de
violencia familiar, la ley de protección contra la violencia familiar tiene más
bien un cariz tuitivo y civil que uno penal que permita hacer frente a este
problema enraizado en nuestra sociedad desde siglos atrás. Igualmente, la
legislación penal no contempla un tipo penal especial para sancionar la
violencia familiar, por el contrario, estos casos se viabilizan utilizando el tipo
penal de “lesiones”.
Las dificultades de ello radican en que este tipo penal puede procesarse
como delito o como falta, de acuerdo al número de días de inhabilitación que
se determinen a favor de la víctima cuyo término es de diez días. En la
mayoría de casos se tramita como falta, a pesar de que la violencia ejercida
contra la mujer implica tal afectación de derechos que merece ser juzgada
como delito. Al mismo tiempo, la forma en como se ha tipificado el tipo penal
“lesiones”, es decir, tomando en cuenta solo los daños físicos que se
ocasionan a una persona, constituye una gran barrera para los casos en los
que se ejerce violencia psicológica generándose así una situación de
impunidad frente a estos hechos.
En el mismo sentido, debemos mencionar que algunos informes como el de la
Defensoría del Pueblo del año 2005 y el Informe Alternativo al que hemos
hecho mención señalan que tanto las Fiscalías como el Poder Judicial
continúan promoviendo y aceptando la conciliación en los casos de violencia
familiar, a pesar de que las leyes lo han prohibido ya hace algunos años. Con
ello, un gran número de casos no termina con sentencia condenatoria, a pesar
de que los hechos lo ameritan, perpetuándose así la impunidad de los
agresores.
Asimismo, conviene señalar que en el 2007, el Ministerio de la Mujer y
Desarrollo Social emitió el D. S. N° 005-2007-MIMDES, que declaró la extinción
del Programa Nacional contra la Violencia Física y Sexual (PNCVFS) y el
Programa Wawa Wasi, y que a su vez creaba la Dirección de Protección Social
para que asumiera las competencias de los mismos. En nuestra opinión, la
desaparición del PNCVFS contradice la voluntad del Estado de proteger el
derecho de las mujeres a vivir libres de violencia, erradicar el trato
discriminatorio que han recibido históricamente en nuestro país, así como
prevenir y evitar la impunidad frente a la vulneración de derechos como la
vida o la integridad de las peruanas.
En efecto, dicho programa fue creado en el año 2001 y respondió a una
estrategia que buscó dar cumplimiento a una serie de compromisos
internacionales que el Perú había asumido, y en atención a la necesidad de
crear un órgano encargado de diseñar y ejecutar a nivel nacional acciones y
políticas de prevención, atención y apoyo a las personas involucradas en
hechos de violencia familiar y/o sexual, siguiendo la perspectiva de género.
Frente a ello, varios sectores han manifestado su desacuerdo con dicha
medida y, en concreto, la Comisión de la Mujer y Desarrollo del Congreso de
la República aprobó un dictamen recaído en el Proyecto de Ley N° 1520/20073
CR por el que, entre otras cosas, se propone dejar sin efecto el Decreto
Supremo N° 005-2007-MIMDES. De aprobarse dicho dictamen se evitará que el
Estado incurra en una omisión al no contar con un espacio o programa
específico para planificar y ejecutar medidas contra la violencia contra la
mujer.
Sin embargo, la eventual aprobación por el Pleno del Congreso, no supone que
lo referido a la vigencia del PNCVFS se haya solucionado; por el contrario, aun
hay un gran trecho por recorrer. Al respecto, es necesario que dicho programa
haga incidencia en zonas rurales, y que además aborde otras formas de
violencia contra la mujer como el acoso sexual y el feminicidio.
Acoso Sexual
En relación a la normativa sobre acoso sexual, podemos señalar que la
reciente legislación peruana no regula el tema de la manera más adecuada. Y
es que la ley solo hace referencia al hostigamiento sexual “quid pro quo”,
producido en el marco de las relaciones de autoridad o dependencia cuando
el superior solicita favores sexuales a cambio de que la empleada (o) pueda
mantener beneficios laborales o no ser despedida. Así, se olvida la modalidad
de acoso sexual por ambiente hostil de trabajo, que puede ser ocasionada por
compañeros de labores, clientes o por cualquier tercero capaz de interferir o
afectar el ambiente laboral; aquí si bien la víctima no ha sufrido una pérdida
económica o no ha perdido un ascenso, sí se siente intimidada por las
exhibición de imágenes de naturaleza sexual, bromas o comentarios de
contenido sexual, entre otras manifestaciones (Balta Varillas, José. Acoso
sexual en las relaciones privadas, Ara Editores, Lima, 2005, pp. 39-41).
Acceso a la Justicia
“(…) entonces al lado del Fiscal había llorado mi esposo, ‘no he hecho nada
desde hoy me voy a comportarme bien’. Bueno bonitas palabras le ha
engañado (…) cuando hemos llegado a la comunidad (…) peor se ha puesto,
porque peor me ha maltratado. ‘¿Dónde está juececito, dónde está fiscal,
dónde está ese vicario, dónde está? Ahora que estemos, ahora tú me has
denunciado, ¿dónde están ellos? ¿Dónde están?’ ” –Mujer de 45 años,
pobladora de la Provincia de Canas, Región Cusco.1
Otro de los temas clave en el que aún persiste una brecha entre la teoría y la
realidad, es el vinculado al acceso a la justicia de las mujeres, y el deber de
los Estados de garantizar la existencia de mecanismos idóneos y eficaces que
permitan prevenir y remediar las violaciones a los derechos humanos de las
mujeres.
El contenido del derecho de acceso a la justicia puede ser enfocado desde
perspectivas distintas y a la vez complementarias. Así, comprende: "1.- que la
persona tenga posibilidades de sostener un proceso completo", lo que supone
1
Instituto de Defensa Legal. Acceso a la Justicia en el mundo rural: ¿una agenda para
construir? Separata de la revista Ideele Nº 174, Lima, 2005, p. 23.
4
que nadie se vea obligada a abandonar el proceso por razones ajenas a su
voluntad; "2.- el conocimiento de derechos por parte de los ciudadanos y los
medios para ejercer y hacer reconocer estos derecho"; "3.- la obligación de
hacer accesibles recursos judiciales sencillos, rápidos, idóneos e imparciales
de manera no discriminatoria". (ver: HAYDÉE BIRGIN Y BEATRIZ KOHEN. Acceso
a la justicia como garantía de igualdad. Instituciones actores y experiencias
comparadas, Buenos Aires, Biblos, Colección "Identidad, mujer y derecho",
2006).
Ahora bien, distintos son los ámbitos en los que las mujeres encuentran
limitaciones al ejercicio de su derecho de acceso a la justicia. Los espacios
judiciales en los que se ventilan procesos de violencia familiar, filiación
extramatrimonial y alimentos son ejemplos de ello. Pero también aquellos
ámbitos de la justicia comunal donde se les discrimina.
Violencia Familiar
El acceso a la justicia para las mujeres víctimas de violencia es un tema
complejo de abordar, debido a los obstáculos institucionales, culturales,
lingüísticos y económicos, la existencia de diversos niveles de discriminación
en razón de la etnia, raza y clase social que impiden que este derecho
humano sea efectivo para las mujeres. Algunas características marcadas en
relación al tema son la ausencia de instancias de la administración de justicia,
de servicios especializados de orientación jurídica en zonas rurales; así como
la desconfianza de las mujeres en relación a las instancias judiciales como
órganos del sistema de justicia capaces de remediar los hechos perpetrados
en contra de las víctimas.
En efecto, los Centros de Emergencia de la Mujer -servicios de orientación
jurídica para mujeres víctimas de violencia familiar y sexual que en la
actualidad se encuentran siendo trasladados de manera inadecuada y con
ausencia de una debida coordinación a los Gobiernos Regionales,
desapareciendo así la política gubernamental en relación a este tema- sólo
están ubicados en zonas urbanas, lo que impide que las mujeres de zonas
rurales puedan recibir asistencia en estas instituciones. Dicha situación se
agrava si tomamos en cuenta que las mujeres se ven afectadas por una serie
de barreras lingüísticas y, además, al hecho de que las mujeres sin recursos
económicos no tienen acceso a un defensor de oficio, pues el ordenamiento
peruano sólo lo prevé para los imputados en un proceso penal.
Asimismo, la labor de los CEM se muestra insuficiente en relación a la labor
difusión y conocimiento de derechos dirigida a las mujeres de zonas rurales y
urbano marginales, situación que se refleja en la falta de información de las
víctimas y sus familiares sobre la forma de acceder a instancias judiciales de
protección, el procesamiento de los casos y cómo contribuir a la investigación
y esclarecimiento de los hechos.
En relación al rol que desempeñan la Policía, los jueces y otros operadores del
sistema de justicia, éste se encuentra empañado por la cultura patriarcal
propia de nuestro medio. De otro lado, los Informes Defensoriales de los años
5
2005 y 2006 nos revelan que existe una serie de problemas en el sistema penal
que impiden que las mujeres hagan efectivo su derecho de acceso a la
justicia, como el hecho que en muchos casos, tanto la Policía Nacional como
los Jueces de Paz Letrados concilien en materia de violencia familiar, o la
doble victimización a la que son sometidas las mujeres víctimas de violencia
en los interrogatorios cuando acuden a formular su denuncia.
Otro problema son los temas vinculados a la propia naturaleza de los procesos
judiciales en los casos de violencia contra la mujer, como la exigencia o
problemas de prueba de la agresión que ha sufrido la víctima, y la
"inexistencia de protocolos uniformes para todas las instituciones que reciben
denuncias, y el hecho que las víctimas tengan que narrar repetidas veces en
ambientes que no cuentan con condiciones mínimas de privacidad y ante un
personal que no se encuentra debidamente capacitado" (Informe CIDH; Acceso
a la justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas).
Todo esto, pues, genera que haya un bajo acceso voluntario al sistema estatal
de justicia por parte de las mujeres víctimas de violencia, debido al maltrato
que pueden recibir ellas y sus familiares al intentar acceder a recursos
judiciales.
A todo ello se suma la ausencia de programas de capacitación impulsados por
el Estado, y que no están destinados a fomentar la adecuada interpretación y
aplicación de leyes en el procesamiento de casos de violencia contra las
mujeres por parte del funcionario público, "la sobrecarga de trabajo de
instancias encargadas de procesar los casos de violencia, y los escasos o
inexistentes presupuestos para hacer sostenible el funcionamiento de las
instancias encargadas de resolver casos de violencia familiar" (Informe CIDH;
Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas).
Alimentos
El Informe alternativo al Sexto Informe Periódico del Estado Peruano al
Comité de la CEDAW resalta el hecho que el Plan de Reforma Integral de la
Justicia (de la CERIAJUS) haya promovido la simplificación de los procesos por
alimentos. Gracias a ello, se promulgó la Ley N° 28439, que estableció la
eliminación de la exigibilidad de firma de abogado para la presentación de la
demanda y la creación de un formulario de demanda de alimentos que
permitiera que cualquier persona iniciara este tipo de procesos con la
presentación de dicho formulario.
Sin embargo, también se señala que el formulario en mención tiene un
lenguaje técnico complejo que hace que la denunciante no pueda completar
por sí sola dicha hoja y que para hacerlo de manera exitosa debe acudir a un
abogado que ayude a preparar la demanda de alimentos. En ese sentido, no se
garantizaría el acceso de las mujeres a un recurso efectivo que les permita
ejercer su derecho de alimentos, ni el de sus hijos (p. 52).
Filiación extramatrimonial
6
El Informe alternativo al Sexto Informe Periódico del Estado Peruano al
Comité de la CEDAW hace referencia a la promulgación de la Ley N° 28457,
que simplifica el proceso de filiación extramatrimonial al permitir que la
presentación de la demanda sea ante los Jueces de Paz Letrados, y que la
falta de oposición del demandado (o la negativa del mismo) a realizarse la
prueba biológica de ADN, faculta al magistrado a declarar de plano la
paternidad del mismo (p. 56).
No obstante ello, la ley puede generar una barrera de acceso a la justicia
cuando en el artículo 2 se establece que el costo de la prueba de ADN que se
ordena en caso de oposición del demandado debe ser abonado por la parte
demandante al momento de la toma de las muestras. Si tomamos en cuenta
que la prueba de ADN tiene un costo de $ 500 y el salario mínimo vital en el
país no sobrepasa los 500 nuevos soles o $160, podemos concluir que esta ley
es prácticamente inservible para aquellas mujeres que no cuentan con
recursos económicos para asumir el costo de una prueba de este tipo. En
efecto, en un gran número de casos, las demandantes no tendrán la
posibilidad de sostener el proceso judicial completo por razones ajenas a su
voluntad.
En líneas generales, frente a este panorama es imperativo que la efectividad
del acceso a la justicia se convierta en un tema de política pública y en una
demanda ciudadana frente a los poderes del Estado. En ese sentido, nunca
debemos perder de vista el hecho que las mujeres se encuentran en una
situación de desventaja de condiciones para acceder a la justicia, debido a
todo lo que hemos comentado líneas arriba.
De otro lado, es necesario tomar conciencia que la importancia de hacer
efectivo el derecho acceso a la justicia radica en el hecho de que éste se
convierte en una garantía de igualdad, e implica la eliminación de las barreras
de discriminación que sufren las mujeres y, a la vez, es una forma concreta de
empoderarlas, reponer sus derechos, y repararlas por las violaciones
cometidas en su contra.
Reparaciones y judicialización de casos CVR
“…los Senchis, entraron, durante toda la noche golpearme… después comenzó abusarme,
violarme, a mi me violaron toda, durante la noche; yo gritaba, pedía auxilio, me metieron
pañuelo a mi boca…esa noche me violaron siete (…) bueno examen médico, me dijo que estás
abusada, estás embarazada…Yo desde esa fecha me he puesto traumada totalmente…quería
matarme, quería tomarme algo,…yo pensaba que entre mi, ese producto, es cuántos, como
un mostro será, cuántas tantas personas me han abusado…Yo no quería vivir…” 2
La Comisión de la Verdad y Reconciliación señala que la violencia sexual
ocurrida en el Perú entre 1980 y 2000 fue de tal magnitud que configura un
crimen de lesa humanidad, por tener un carácter generalizado en algunos
casos y sistemático en otros (Informe Final CVR). Ahora bien, los casos de
violencia sexual durante el conflicto armado interno son parte de las historias
Testimonio de la señora Georgina Gamboa García, sesión del 8 de abril del 2002. Audiencia
de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
2
7
de violencia, discriminación y exclusión que se repiten contra las mujeres y,
frente a ello, el Estado tiene la tarea de judicializar estos casos para así
acabar con la impunidad que ha sellado la vida de estas mujeres durante más
de veinte años.
En dicho proceso, no obstante, nos hemos encontrado con diferentes trabas
que impiden que la sanción y castigo a los perpetradores de las violaciones
sexuales y otros atentados contra la libertad sexual de las peruanas sea
oportuna, real y efectiva. Así, de los 47 casos entregados la Ministerio Público
por la CVR solo dos fueron de violencia sexual contra mujeres: Manta y Vilca
(Huancavelica) y Magdalena Monteza (Lima).
Asimismo, el problema se agrava cuando la gran mayoría de casos no fueron
denunciados en su oportunidad, o si lo fueron no se registró la evidencia; o
donde la obtención de esta última, por lo menos desde las tradicionales
exigencias de la teoría de la prueba que privilegia el examen ectoscópico
(externo), resulta casi imposible (Jennie Dador Tozzini. Mujeres
sobrevivientes víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado
interno en busca de la justicia. Seminario Internacional, agosto del 20063).
Así, temas como la dificultad en la probanza de los hechos, en tanto, no se
valora la importancia de los testimoniales de las denunciantes y del examen
psicológico que se les practica; la dilación de la investigación preliminar y las
actuaciones ante la fiscalía; las dificultades para investigar este tipo de casos,
ya que el Ministerio Público, aplica criterios de delito común desconociendo
su carácter de lesa humanidad y el hecho que el Estado no garantice el acceso
a las víctimas a la justicia -no solo por la distancia geográfica, sino también
por que ellas no cuentan con asesoría legal gratuita para estos casos-, traen
como consecuencia que estos las violaciones a la libertad sexual de miles de
campesinas y nativas no sean sancionadas por el Estado ni por la sociedad.
Finalmente, ésta es una nueva manera de seguir afirmando que para el Perú,
continúan siendo ciudadanas “de segunda categoría”.
De igual manera, en relación al proceso de reparación y registro de víctimas
existen dificultades de diversa índole. La Comisión Multisectorial de Alto Nivel
no ha definido aún que programas de reparación y medidas específicas serán
implementadas para las víctimas de violencia sexual. (Comunicado Comisedh,
por el día de la mujer 2008).
Igualmente, se ha constatado que es necesario en el proceso de registro a las
víctimas una metodología que incorpore la perspectiva de género. En ese
sentido, es necesaria la incorporación de una ficha especial para víctimas de
violación sexual, lo que implica poner atención en el proceso de selección del
registrador (perfil del registrador) y en su capacitación acerca de la manera
adecuada para registrar a víctimas de violación sexual.
3
El documento puede verse en:
http://www.pcslatin.org/eventos/2006/justicia_reparacion/ponencias/07.pdf
8
En nuestra opinión en el proceso de registro de las víctimas mujeres, el
registrador debe ser una mujer que domine la lengua materna de la víctima.
Asimismo, se debe incidir en la capacitación teórica de los registradores en
relación a los conceptos como los de “reparación”, “calidad de víctima”,
“proceso de registro”, “diferenciar entre violencia sexual” y “violación
sexual” y en el manejo de técnicas de escucha activa, logro de empatía,
lenguaje a utilizar, posición del registrador frente a la víctima.
De otro lado, al igual que la posición de algunas organizaciones de la sociedad
civil, creemos que la reciente modificatoria de la Ley PIR (D.S. Nº 003-2008JUS) que en cuanto al artículo 18 (beneficiarios de reparaciones en educación)
limita el derecho a la reparación en educación a los hijos e hijas de las
víctimas directas e indirectas, afectando de esta manera el derecho a la
reparación en educación que asiste a todas madres, viudas, huérfanas,
hermanas, nietas y familiares de las víctimas; desconociendo que ante el
impacto de la violencia fueron ellas quienes asumieron el sostenimiento y
protección de sus familias.
Conclusiones
Los temas aquí tratados exigen una respuesta por parte del Estado Peruano, el
cual debe cumplir los principios y derechos consagrados en normas vinculantes
como la Constitución y los Tratados Generales de Derechos Humanos y los
Tratados específicos de los derechos de las mujeres.
Así, es indispensable que en muchos de los planes y políticas estatales se
incorpore la perspectiva de género que permita concretar la condición de
igualdad de las mujeres y eliminar la discriminación que afecta las relaciones
sociales, económicas y de poder. Ello resulta un reto necesario de asumir por
el gobierno en los meses y años que vienen. Igualmente, el Congreso de la
República debe mostrar mayor voluntad política de cambio frente a la
problemática de la mujer peruana; y finalmente los jueces y fiscales, y el
resto de operadores del sistema de justicia deben hacer un esfuerzo por
adecuar sus criterios de juzgamiento y análisis de los conflictos jurídicos a la
luz de la perspectiva de equidad y género.
Finalmente, las organizaciones de la sociedad civil debemos continuar en la
lucha por hacer que nuestra sociedad sea más democrática e inclusiva, lo que
supone seguir apoyando las causas de reivindicación a favor de la mujer como
ciudadana y sujeto de derecho. Desde el Consorcio Justicia Viva les deseamos
un Feliz Día de la Mujer.
(Natalia Torres Zúñiga)
9
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