10 CAPITULO EL PLAN ORIGINAL DE

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CAPITULO
10
TEMAS
El plan original.
Modificaciones después
de la caída.
EL PLAN ORIGINAL DE
DIOS
¿Cuál es el plan original de Dios para el desarrollo del carácter? ¿Qué
modificaciones se han hecho a su plan original para ayudar al hombre
caído?
SECCIÓN II
FACTORES EN EL PROCESO DE
DESARROLLO MORAL DEL
CARÁCTER
EL PLAN ORIGINAL
Aunque Adán y Eva fueron creados perfectos, la intención de Dios era que debían
experimentar crecimiento continuo de carácter, pareciéndose más y más a su Creador a medida que
fueran aprendiendo de Él el objetivo completo de su creación. Era el designio de Dios ayudar en el
crecimiento del carácter de Adán y Eva mediante: (1) instrucciones y comunicación recibida cara a
cara, (2) eligiendo seguir la dirección de Dios, (3) estudiando las palabras y obras de Dios, (4)
trabajando en la naturaleza, y (5) participando en la escuela del hogar donde se motivarían uno al
otro y enseñarían a sus hijos los caminos de Dios. El crecimiento del carácter para Adán y Eva no
involucraba una transformación del carácter, sino que significaba crecimiento en dirección de la
creación original.
“Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza física, mental y
espiritual, la semejanza de su Hacedor... Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente, cara a
cara, con su Hacedor. Si hubiese permanecido leal a Dios, todo esto le habría pertenecido para
siempre. A través de los siglos eternos, hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de
conocimiento, descubriendo nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más
claros de la sabiduría y el amor de Dios. Habría cumplido cada vez más cabalmente el objeto de su
creación; habría reflejado cada vez más plenamente la gloria del Creador” (White, La Educación, p.
13).
“Dios es el creador de todo. Dios creó a la raza
humana, pensando que podría ser una expresión de sí
mismo. Creó a los seres humanos a su imagen. En otras
palabras, todas las criaturas humanas tienen suficiente
del reflejo original de Dios en ellos para tener un sentido
de conciencia, para tener imaginación, para trabajar, para
disfrutar, y hasta para tener un sentido de adoración. En
ningún modo esto implica que alguien tiene salvación
mediante la presencia de la imagen de Dios. Significa,
que los seres humanos, piensan que son caídos, tienen
un sentido de que pueden crecer en la fe en Cristo”
(Tilman & Gilbert, 1986, pp. 82-83).
Dios le dio a Adán y Eva la elección de
desarrollar sus caracteres. No quería que conocieran las
consecuencias del pecado, pero les dio la opción de
elegir. Sin libre albedrío, no podrían haber desarrollado el
carácter.
“Nuestros primeros padres no fueron colocados fuera de la posibilidad de obrar mal. Dios
podía haberlos creado de modo que no pudieran faltar a sus requerimientos, pero en ese caso, no
podría haber habido desarrollo del carácter; su servicio no habría sido voluntario, sino forzado. Les
dio, por lo tanto la facultad de escoger; de someterse o no a la obediencia” (White, La Educación, p.
20).
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En plan original de Dios proveyó a la familia una escuela en el hogar, donde los hijos
aprenderían de sus caminos y de los planes que tenía para ellos. Les fue encomendada a los padres
la responsabilidad de enseñar a sus hijos el camino del Señor y a desarrollar su carácter.
“El sistema de educación instituido al principio del mundo, debía ser un modelo para el
hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios se estableció una escuela
modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres. El jardín del Edén era el aula, la
naturaleza el libro de texto, el Creador mismo el Maestro, y los padres de la familia humana los
alumnos” (White, La Educación, p. 17).
“El huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegase a ser toda la
tierra y su propósito era que, a medida que la familia humana creciese en número, estableciera otros
hogares y escuelas semejantes a los que él había dado. De este modo, con el transcurso del tiempo,
toda la tierra debía ser ocupada por hogares y escuelas donde se estudiaran la Palabra y las obras
de Dios y donde los estudiantes se preparasen para reflejar cada vez más plenamente, a través de
los siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria” (p. 19).
Referencias adicionales: White, La Educación, p. 20.
MODIFICACIONES DESPUÉS DE LA CAÍDA
Después de la caída, la naturaleza humana
cambió de ser la creación perfecta de Dios sin inclinación
hacia el mal, a tener una tendencia natural hacia el mal.
En este contexto los seres humanos son incapaces de
desarrollar su propio carácter. En efecto, son incapaces
de hacer las elecciones “correctas”, necesarias para el
crecimiento del carácter. Es necesaria una
transformación total de su naturaleza. Esta
“transformación” completa de la persona puede solo
ocurrir mediante el poder de Jesucristo trabajando en la
vida, un poder cuyos cambios están enfocados en la vida
y los deseos.
“Nadie excepto Cristo, puede amoldar de nuevo
el carácter que ha sido arruinado por el pecado. El vino a
expulsar a los demonios que habían dominado la
voluntad. Vino para levantarnos del polvo, para rehacer
según el modelo divino el carácter que había sido
mancillado, para hermosearlo con su propia gloria” (White, El Deseado de Todas las Gentes, p. 28).
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Dios planeo que cada familia fuera una escuela para entrenar a su juventud en los caminos
del Señor. Aun después de los días del antiguo Israel, la escuela del hogar sigue funcionando.
“El conocimiento de Dios, el compañerismo con él en el estudio y el trabajo, la semejanza a
él en carácter, habían de ser la fuente, el medio, y el blanco de la educación de Israel, educación
impartida por Dios a los padres, y que ellos debían transmitir a sus hijos” (White, La Educación, p.
41).
Pero Israel falló en su tarea de educar a la juventud desde el hogar. Fue por eso que se
establecieron las escuelas de los profetas para capacitar a los líderes de Israel. Mas tarde, cuando
Cristo vino a la tierra, estableció una escuela para sus discípulos.
“Dondequiera que se llevaba a cabo en Israel el plan educativo de Dios, se veía, por sus
resultados, que Dios era su Autor. Sin embargo, en muchas casas, la educación indicada por el cielo
y los caracteres según ella desarrollados, eran igualmente raros. Se llevaba a cabo parcial e
imperfectamente el plan de Dios... Los padres y las madres israelitas llegaron a ser indiferentes con
respecto a la obligación para con Dios y para con sus hijos” (p. 42).
“A fin de contrarrestar este creciente mal, Dios proveyó otros agentes que ayudasen a los
padres en la obra de educación” (p. 42).
“En la enseñanza de sus discípulos el Salvador siguió el sistema de educación establecido
en el principio... Ellos (los doce) estuvieron con él en la casa, a la mesa, en el campo. Lo
acompañaban en sus viajes, compartían sus pruebas y penurias, y empezaron así su obra” (White,
Conducción del Niño, p. 294).
Hoy, el carácter de Dios es revelado a la juventud por medio de sus padres y maestros.
“Los grandes principios de la educación son inmutables... porque son los principios del
carácter de Dios. El principal esfuerzo del maestro y su propósito constante deben consistir en
ayudar a los alumnos a comprender estos principios y a sostener esa relación con Cristo que hará
de ellos un poder dominante en la vida. El maestro que acepta este blanco es verdaderamente un
colaborador con Cristo, y con Dios” (White, La Educación, p. 27).
“El ideal que Dios tiene para sus hijos está por encima del alcance del más elevado
pensamiento humano... El que coopera con el propósito divino para impartir a los jóvenes un
conocimiento de Dios, y modelar el carácter en armonía con el suyo, hace una obra noble y elevada.
Al despertar el deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta una educación tan elevada como el
cielo, y tan amplia como el universo; una educación que no se puede completar en esta vida, pero
que se continuará en la venidera; una educación que asegura al estudiante de éxito su pasaporte de
la escuela preparatoria a la superior, la celestial” (p. 16).
“La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, hacerlo
volver a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el
alma, a fin de que se llevase a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objeto de la
educación, el gran objeto de la vida” (p. 13).
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Cristo unió a los seres humanos con Dios a través de su vida perfecta en la tierra y de su
sacrificio en el calvario. Solo mediante Cristo puede el carácter ser completamente cambiado al
patrón del modelo divino.
“En su apostasía el hombre se enemistó con Dios y la tierra fue separada del cielo. No podía
haber comunión entre el cielo y la tierra a través del abismo que los separaba. Pero mediante Cristo,
la tierra otra vez está unida con el cielo. Cristo, con sus méritos, ha salvado el abismo que el pecado
había hecho, de modo que los ángeles pueden nuevamente sostener una comunicación continua
con el hombre. Cristo une al hombre caído, con su incapacidad y debilidades, con la Fuente del
poder infinito” (White, El camino a Cristo, p. 10).
“Morando en el amor de Dios nuestro Salvador, contemplando la perfección de su carácter
divino y clamando por la justicia de Cristo así como por la fe, vamos a ser transformados a su misma
imagen” (White, Mente. Carácter y Personalidad, p. 337).
LECTURAS SUGERIDAS
Clouse, Bonnidell (1993). Teaching for moral growth, chapter 2
Génesis 1 y 2
White, Elena. La educación, pp. 13-30
White, Elena. Patriarcas y profetas, pp. 33-70
White, Elena. El camino a Cristo.
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