LOS RETOS ECONÓMICOS DE LA UNIÓN EUROPEA. ¿COMO AFECTARÁ LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS?

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Els informes de la CatDem
Los informes de la CatDem
LOS RETOS ECONÓMICOS DE LA
UNIÓN EUROPEA. ¿COMO AFECTARÁ
LA NUEVA INTEGRACIÓN FISCAL A
LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS?
Algunas reflexiones sobre la independencia
de Cataluña y la economía de los catalanes.
Xavier Cuadras i Morató
Universitat Pompeu Fabra
Traducción: Ángeles Rojo
Julio 2012
Transición
Nacional
ISSN: 2014-9115
Depósito legal: B. 2671-2013
Nº 013
1. Introducción: ¿Cataluña,
nuevo estado europeo?
Cuando miramos el mundo con la perspectiva necesaria,
aparece inmerso en una dinámica que combina dos fuerzas
que, seguramente, son complementarias.
Por un lado, desde 1945 hasta nuestros días, se han creado más de 120 nuevos estados independientes, la mayoría
de los cuales son más pequeños que Cataluña en número
de habitantes; por otro, también es evidente que el poder de los estados ha disminuido considerablemente. Las
empresas transnacionales, los mercados financieros sin
fronteras y los organismos supranacionales condicionan y,
muy a menudo, determinan el alcance del poder regulador
de los gobiernos de los países independientes. Es evidente
que los procesos de globalización tienden a difuminar los
efectos de las fronteras casi por definición. A ello hay que
añadirle el hecho de que muchos estados han ido cediendo
una parte importante de su soberanía política, en determinados ámbitos, a organizaciones de ámbito supranacional.
Europa es una auténtica especialista en procesos de integración política de este estilo: incluso la política monetaria,
un ámbito de soberanía reservado tradicionalmente a los
estados, es compartido actualmente a nivel europeo por
un buen número de países.
La historia, por lo tanto, nos demuestra que el statu
quo no es un ente inmutable, y que ni las fronteras ni sus
efectos son sagrados, se han ido creando, continuamente, a
lo largo de los últimos setenta años. Pero, al mismo tiempo,
han perdido buena parte de su relevancia, en un mundo
cada vez más interconectado y globalizado1. Hace unos
cuantos años, dos economistas italianos, Alberto Alesina y
Enrico Spolaore, publicaron un libro muy recomendable, en
el que explicaban las razones del crecimiento del número
de estados independientes en el mundo2. El hilo conductor del libro gira alrededor del dilema existente entre los
beneficios derivados de un mayor tamaño de los países
( acceso a mercados más amplios, economías de escala
en la provisión de servicios públicos, etc.), y los costes
derivados de la uniformidad de las políticas públicas estatales ante grupos sociales con preferencias heterogéneas,
y como afecta todo ello en los procesos de integración y
desintegración política.
(1) Sobre la relevancia de las funciones reguladoras de los estados
nación, incluso en una etapa de creciente globalización económica
como la actual, es interesante consultar un artículo reciente del
profesor de Harvard Dani Rodrik (Rodrik, 2012).
(2) Alesina y Spolaore (2003).
Según el libro, las tres fuerzas responsables del crecimiento del número de países en el mundo son: a) el proceso de globalización económica y la creciente apertura
comercial de los países3; b) la disminución de los conflictos bélicos como forma de resolución de las disputas a
nivel internacional, y c) la generalización de los sistemas
democráticos como forma de organización política. Si lo
miramos desde este punto de vista, quizás no nos debería
sorprender la aparición de movimientos políticos independentistas potentes en el seno de algunos países europeos:
al fin y al cabo, Europa es una sociedad profundamente
democrática, económicamente abierta y uno de los sitios
del mundo donde la humanidad ha hecho más progresos
en cuanto a resolver los conflictos políticos de manera pacífica. ¿Estamos a las puertas de la aparición de nuevos
estados en Europa? No podemos saberlo con certeza, pero
sí que parece evidente que, con mayor o menor potencia,
se articulan fuerzas políticas de tendencia independentista
en algunas naciones europeas, como Cataluña, Escocia,
Euskadi o Flandes.
La independencia de un país (Cataluña, supongamos)
es un proyecto de naturaleza claramente política que sólo
se puede valorar adecuadamente con criterios políticos.
Visto así, lo único realmente importante es que una mayoría
suficiente de catalanes decida democráticamente si es o no
preferible construir un estado propio a continuar formando
parte del proyecto político español. No obstante, no sería
razonable rehuir el análisis de las implicaciones económicas que tendría un proyecto de tanta trascendencia para
el futuro de los catalanes. El documento que tenéis en las
manos pretende presentar una serie de reflexiones sobre
las complejas consecuencias económicas que podría tener
la independencia de Cataluña. La mayor parte del análisis
se centrará en los aspectos de índole comercial, aunque no
serán los únicos que se tratarán. Los aspectos fiscales, que
son de suma importancia, se obviarán completamente ya
que serán objeto de otros informes específicos.
La transición hacia la independencia de un país es un
proceso complicado y lleno de incertezas a todos los niveles.
Analizar las consecuencias económicas en toda su complejidad superaría con creces el espacio del que se dispone
en este documento. Por ese motivo, en la parte más prospectiva del presente artículo se partirá de dos hipótesis de
(3) La globalización económica permite a los países una dependencia
menor del mercado interior y, por lo tanto, favorece los procesos
potenciales de independencia. Una visión menos optimista del estado
actual de los procesos de globalización y de los riesgos existentes
desde el punto de vista comercial de un proceso de secesión en
Cataluña, se puede consultar en Ghemawat (2011, p. 220-222).
trabajo, cuyo grado de realismo se puede discutir, pero que
servirán para poder precisar mejor la evaluación de algunas
consecuencias estrictamente económicas de la secesion.
En primer lugar, se supondrá que la independencia sería el
resultado de un proceso democrático, pacífico y negociado
entre los gobiernos catalán y español, con la intervención
de mediadores internacionales. En segundo lugar, se supondrá que los catalanes continuarían siendo miembros de
la Unión Europea, tal como se puede interpretar que es su
voluntad mayoritaria. No se considerarán, por lo tanto, las
consecuencias económicas de posibles conflictos bélicos
o de orden público importante o de la no pertenencia de
Cataluña a la Unión Europea y a la zona euro4.
El resto del documento está organizado de la manera
siguiente: la sección 2 presenta un conjunto de reflexiones
breves sobre la relación entre la dimensión de los países y
su prosperidad económica; la sección 3 describe una panorámica general de la situación de las relaciones comerciales de Cataluña con España y con el resto del mundo;
la sección 4 explora algunas posibles consecuencias, en el
ámbito comercial, de un proceso que llevara a la declaración
de Cataluña como estado independiente; en la sección 5
se hacen algunas consideraciones adicionales, referidas
a las relaciones financieras de la economía catalana con
el exterior; por último, la sección de conclusiones cierra
el trabajo.
2. Dimensión de los estados
y prosperidad económica
Si Cataluña fuera independiente, es evidente que los
catalanes formaríamos parte de un estado bastante más
pequeño que el Estado español actual. ¿Tiene ello alguna importancia desde el punto de vista de la prosperidad
económica del país? El objetivo de esta sección del documento es presentar brevemente lo que dice la ciencia
económica sobre el tema, tanto en lo referente a los principales argumentos teóricos, como a la evidencia empírica
disponible. Antes de entrar propiamente en materia, puede
ser ilustrativo mencionar un hecho que, a menudo, pasa
desapercibido en muchos análisis del entorno económico
internacional: cinco de los ocho países más competitivos
según la última clasificación del World Economic Forum5
(4) Un análisis en más profundidad de estos supuestos se puede
encontrar en Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 30-35).
(5) Se pueden encontrar más detalles al respecto http://www.
weforum.org/
(Suiza, Singapur, Suecia, Finlandia y Dinamarca) tienen
una población entre cinco y diez millones de habitantes,
es decir, son aproximadamente como Cataluña, en cuanto
a número de habitantes. Parece pues que, de entrada, un
país de dimensiones modestas no es necesariamente poco
competitivo.
Desde un punto de vista teórico, la dimensión de un país
proporciona diversos beneficios, pero también ocasiona
costes que es necesario considerar6.
Una mayor dimensión presenta ventajas si la provisión
de unos servicios públicos determinados tiene economías
de escala. Al mismo tiempo, aunque los países más grandes
tienen más mercados interiores, la globalización económica
ha hecho que las empresas de los países pequeños tengan un mejor acceso a los mercados de todo el mundo,
de manera que formar parte de una economía de tamaño
reducido ya no es una restricción tan relevante como cuando
las fronteras políticas eran, también, barreras comerciales.
En relación a los costes, los más destacables derivan de la
dificultad de que unas políticas gubernamentales, que en
gran medida son uniformes, puedan satisfacer las preferencias de la población de un país grande.
En cuanto a la evidencia empírica, la conclusión general
de la literatura macroeconómica es que la dimensión de
los países no es un factor relevante para el crecimiento
económico, ni en los estudios de series temporales, ni en
las muestras transversales de diferentes países; otros factores relacionados con la política económica y la calidad
de las instituciones sociales son, en general, mucho más
importantes. Las investigaciones más recientes sobre los
efectos de la escala en el crecimiento apuntan que se puede
conseguir una escala más alta gracias a una mayor dimensión del mercado interior o a una mayor apertura comercial; de hecho, se puede establecer una relación empírica
de sustitución entre una y otra. En general, el impacto de
la medida de un país en el crecimiento es menor para los
países más abiertos y, al mismo tiempo, el impacto de la
apertura comercial en el crecimiento es menor a medida que
aumenta la dimensión de los países. En definitiva, parece
ser que la dimensión de un país tiene ventajas y desventajas
económicas; pero, a la hora de hacer balance, unas y otras
quedan, en gran medida, compensadas.
3. El comercio catalán con
(6) La discusión en esta sección sobre los argumentos teóricos y la
evidencia empírica se basa en Alesina, Spolaore y Wacziarg (2005).
el exterior: España y el resto del mundo
A pesar del proceso creciente de internacionalización de la
economía catalana, no hay ninguna duda de que el mercado
español es fundamental para muchas empresas del país;
por lo tanto, es totalmente lógico que muchos catalanes se
pregunten si la independencia de Cataluña, dado que podría
echar a perder esta relación comercial tan importante, no
ocasionaría costes que la convertirían en indeseable desde
el punto de vista económico. De hecho, este es uno de los
principales argumentos que esgrimen quienes se oponen a
la secesión por motivos económicos. Conviene, por lo tanto,
empezar el análisis de las repercusiones económicas de
la independencia de Cataluña caracterizando el comercio
catalán con el exterior y su evolución en el tiempo. Esta
parte del informe se centrará en la consideración de las
exportaciones catalanas, distinguiendo entre las que tienen
como destino final el mercado español y las dirigidas al
resto del mundo (RDM).
Cataluña, un país comercialmente abierto, tiene un volumen notable de importaciones en relación con su PIB, pero
hay que decir que, en principio, un proceso de secesión no
alteraría de forma significativa el acceso a los mercados
de origen de las importaciones, de manera que el análisis
de éstas parece menos prioritario.
El destino de las exportaciones catalanas
¿Dónde va a parar el valor añadido generado por la economía catalana? La respuesta a esta pregunta se puede
encontrar en la tabla 1, y nos permite saber con precisión
cual es el grado de dependencia de los mercados exteriores
de la actividad económica que se lleva a cabo en Cataluña.
Su cálculo no es tan obvio como puede parecer, y sólo se
puede hacer para los años en los cuales se han publicado las
tablas input-output de la economía catalana (véase nota 7).
Tabla 1. Destino del valor añadido generado en Cataluña
(% del total)
Mercado catalán
Mercado español
Resto del mundo
2005
59,4
22,5 (55,4)
18,1 (44,6)
2001
58,8
24,1 (58,5)
17,1 (41,5)
1987
60,0
30,3 (75,8)
9,7 (24,2)
Nota: Los datos entre paréntesis corresponden al porcentaje del valor añadido
exportado que se destina a cada uno de los mercados exteriores considerados.
Fuente: elaboración propia a partir de las tablas input-output de Cataluña 2005
(www.idescat.cat/cat/economia/tioc) y Oliver i Alonso (2007)
El análisis de los datos de la tabla 1 permite sacar algunas
conclusiones muy claras. En primer lugar, el porcentaje del
valor añadido destinado al mercado interior se mantiene
durante el período 1987-2005 alrededor del 60%7, de manera que las exportaciones representan el 40% restante. En
segundo lugar, se ha producido un cambio en la importancia
relativa de los mercados de exportación. Si en 1987 el mercado español constituía más de las tres cuartas partes de
todo el valor añadido exportado, esta cifra se ha reducido
en más de veinte puntos porcentuales durante el período.
La incorporación a la Comunidad Económica Europea (hoy
Unión Europea) el 1986 y los procesos de globalización de
la economía a escala mundial han favorecido la diversificación de los mercados exteriores de las empresas catalanas,
en detrimento del peso relativo del mercado español que,
a pesar de ello, continúa teniendo una gran importancia.
Las gráficas 1 y 2, que contienen información sobre el
valor de las exportaciones catalanas de bienes durante
el período 1995-2011 y de como se distribuyen entre el
mercado español y el RDM, confirman muy claramente las
tendencias apuntadas en la tabla 1. Las exportaciones al
RDM han crecido a un ritmo superior al 7% acumulativo
anual (en términos nominales), mientras que las que se
dirigen a España lo han hecho con una tasa inferior al 3%.
Como consecuencia, las exportaciones a España han ido
perdiendo protagonismo y, de hecho, ya tuvieron un volumen prácticamente idéntico al de las que se dirigen al RDM
durante el período 2008-2010. El año 2011 −y parece que
la tendencia de los primeros meses del 2012 confirma esta
impresión− el vigor de las exportaciones al RDM contrasta
con el estancamiento que se observa en las ventas a España,
de manera que el resultado final es que, por primera vez,
(7) Esta cifra puede parecer muy alta por el hecho de que muy a
menudo se ha afirmado que la importancia de los mercados catalán,
español y del RDM era aproximadamente igual durante los primeros
años del siglo XXI. Esta afirmación se basa en los datos provenientes
de C-intereg (www.c-intereg.es) . Por ejemplo, las cifras más recientes
provenientes de esa fuente, correspondientes al 2011, dan un peso de
un 26,7%, un 34,5% y un 38,8% en el mercado catalán, español, y del
RDM, respectivamente. Estos datos se refieren sólo a bienes (excluyen
los servicios) y miden la producción total (o la cifra de ventas) que
se destina a cada mercado. Producción total y valor añadido no son
lo mismo, por una razón muy sencilla: los productos que Cataluña
vende a los diferentes mercados (coches, por poner un ejemplo)
incluyen tanto una parte de valor añadido generado por las empresas
catalanas, como otra parte que generan empresas de fuera de
Cataluña, en la medida en que para producir esos coches las empresas
catalanas tienen que importar del exterior todo tipo de materias
primas y componentes. El cálculo del valor añadido exportado por
destino (tabla 1) exige computar las ventas de productos que van a
parar a cada mercado y restarles el valor de las importaciones que ha
sido necesario hacer para producirlas.
Cataluña exporta claramente más al RDM (52,9%) que a
España (47,1%), cuando el punto de partida (1995) era,
respectivamente, 36,5% y 63,5%8.
Gráfica 1. Exportaciones catalanas (millones de euros)
a España. La tabla 2 muestra, para el año 2011, el volumen
de exportaciones al RDM en términos absolutos, un índice
indicativo de esa misma magnitud por habitante y el porcentaje que representan sobre el total exportado para las
seis comunidades autónomas con mayor cifra exportadora
(en valor absoluto) hacia los mercados mundiales.
Taula 2. Exportaciones al RDM (2011
Territorio
Volumen exportador al RDM (M€)
Porcentaje sobre
el total exportado
Exportaciones al
RDM por habitante
(España, valor 100)
Cataluña
55,525
52,9
164
Madrid
24,549
54,4
83
Andalucía
22,851
43,8
60
País Vasco
21,067
46,0
214
Com. Valenciana
20,013
45,1
86
Galicia
17,532
54,1
139
Resto del Estado
Fuente: C-intereg i Datacomex
España
51,950
37,0
78
213,487
45,9
100
Fuente: C-intereg, Datacomex, INE i elaboració pròpia
Gráfica 2. Exportaciones catalanas al RDM (%sobre el total)
Cataluña, en el contexto del Estado español, es un territorio muy exportador (el más exportador en volumen
absoluto): tiene un porcentaje de exportaciones fuera de
España importante en relación a la media estatal y un volumen de exportaciones al mundo por habitante que es un
64% superior al de la media, aunque aún está lejos de la
comunidad más dinámica desde este punto de vista, que es
el País Vasco (con unas exportaciones al RDM por habitante
que están un 114% por encima de la media).
Fuente: C-intereg i Datacomex
De acuerdo con los datos de C-intereg, Cataluña es, junto
a las Islas Baleares9, Galicia y la Comunidad de Madrid, el
único territorio del Estado español donde el peso de las
exportaciones al RDM es superior al de las que se hacen
(8) Estos datos, provenientes de las bases de datos C-intereg y
Datacomex (http://datacomex.comercio.es) incluyen solamente las
exportaciones de bienes y excluyen el intercambio de servicios.
(9) No obstante, hay que tener en cuenta que las exportaciones de
bienes de las Islas Baleares son muy reducidas en valor absoluto,
como corresponde a un territorio que tiene una base productiva
centrada en el turismo.
Para acabar, la tabla 3 presenta una comparativa de
los sectores exportadores de cuatro naciones sin estado
donde, recientemente, se ha planteado, de alguna manera,
un proceso de secesión10. La economía catalana es la que
presenta más intensidad exportadora (medida ésta como
porcentaje del PIB). De las exportaciones totales, casi la
mitad son destinadas a los mercados internacionales, una
proporción que, como ya se ha dicho anteriormente, se ha
ido incrementando en los últimos años; que además, es
mayor que en el País Vasco y que en Escocia. El Quebec, probablemente por la proximidad al gran mercado de Estados
Unidos, tiene un porcentaje superior en sus exportaciones
a los mercados mundiales.
(10) Se ha elegido el año 2005 para la comparativa porque es el último
año de publicación de la tabla input-output de la economía catalana
Tabla 3. Exportaciones en términos comparativos (2005)
Gráfico 3. Saldo comercial con España, 2000-2011 (% del
PIB)
Fuente: Idescat.Eustat (www.eustat.es), C-intereg, Scottish Government
(www.scotland.gov.uk/Topics/Statistics) y Institute de la Statistique du
Québec (www.stst.gouv.qc.ca/)
En resumen, el sector exportador es clave para la economía de Cataluña, y todo parece indicar que lo continuará
siendo en los próximos años. Últimamente los mercados
de destino de las exportaciones catalanas se han diversificado notablemente, de manera que se ha reducido considerablemente el peso relativo del mercado español. De
todas maneras, España continúa siendo, con diferencia, el
principal cliente de las empresas catalanas.
La relación entre el superávit comercial y el déficit
fiscal con España
Cataluña vende a España más de lo que le compra y, en
consecuencia, la economía catalana tiene un superávit comercial respecto a la española (gráfico 3). Aunque forma
parte de un discurso bastante superado, aún es habitual
oír argumentos que conectan este saldo comercial positivo
con otra magnitud macroeconómica que caracteriza las
relaciones entre las dos economías: el déficit fiscal.
El déficit fiscal catalán implica una transferencia neta de
recursos de la economía catalana hacia el resto del Estado,
a causa de la actividad financiera que el sector público central lleva a cabo en Cataluña (recaudación de impuestos,
prestación de servicios, construcción de infraestructuras,
transferencias a otras administraciones etc.). El déficit fiscal
catalán es persistente y de una magnitud muy considerable.
En concreto, ha sido estimado en un 8 % del PIB, de media,
para el período 1986-200611. A pesar del perjuicio que esta
transferencia causa a la economía catalana aún hay quienes
creen, efectivamente, que el déficit fiscal y el superávit
comercial se anulan, por lo que una cosa compensa a la
otra y que, por lo tanto, Cataluña no sale perdiendo.
(11) Los detalles sobre estos cálculos se pueden consultar en
Generalitat de Catalunya (2012).
Fuente: Idescat
No obstante, si se piensa con cierto detenimiento, está
claro que este tipo de argumentación no tiene ningún sentido, ya que la naturaleza de las relaciones económicas que
determinan los saldos de las balanzas fiscal y comercial son
completamente distintas. El saldo comercial se genera en
virtud de transacciones comerciales mutuamente beneficiosas, que implican un intercambio voluntario entre agentes
económicos residentes en territorios diferentes; por lo tanto,
el comercio implica voluntariedad y ganancias para todos
aquellos que participan de él. En cambio, el déficit fiscal
se genera como consecuencia de decisiones políticas que
establecen transferencias de recursos obligadas a cargo de
los residentes de un territorio determinado, como resultado
de la actividad financiera del sector público central del país.
Hoy en día, con un régimen comercial completamente
liberalizado que garantiza el acceso al mercado español de
empresas y productos de toda el mundo, la competitividad
de las empresas es el motivo fundamental del superávit
comercial de Cataluña. No tiene sentido pensar que la existencia de un déficit fiscal de una magnitud determinada
es una especie de garantía de acceso al mercado español
para las empresas catalanas, aunque éstas no sean suficientemente competitivas.
En cualquier caso, la competitividad de las empresas
catalanas no es algo que pueda darse por descontado. Si
la transferencia de recursos que supone el déficit fiscal
afecta, no solamente al nivel de renta de los ciudadanos,
sino también a actuaciones del sector público, que son
factores fundamentales de la competitividad, (la construcción y el mantenimiento de infraestructuras, los sistemas
escolar y universitario o los programas de investigación e
innovación de las empresas, por ejemplo), quizás sí que ha
llegado el momento de analizar en qué forma el déficit fiscal
representa un lastre excesivo para la economía catalana.
Indicadores como la evolución del saldo comercial (gráfico
4), claramente decreciente durante el período 2000-2011,
deberían representar serios toques de atención al respecto.
Gráfico 4. Saldo comercial de la economía catalana (en
% del PIB)
Fuente: Idescat
4.Algunas posibles
consecuencias comerciales
de la secesión
La viabilidad de la secesión en un entorno de globalización económica
Una de las características estructurales de la economía catalana que puede generar más dudas sobre la
viabilidad de la independencia de Cataluña es la gran
concentración de sus exportaciones al mercado español
que, como hemos visto, es el destino de prácticamente la
mitad de las ventas exteriores de las empresas catalanas.
Es cierto que la importancia del mercado español no ha
dejado de disminuir en los últimos veinticinco años, pero
ello no puede enmascarar el hecho de que, en las circunstancias actuales, la excesiva dependencia comercial con
respecto a España, sería un factor de riesgo potencial
para una Cataluña independiente.
No obstante, en un contexto de liberalización comercial como el actual, se trataría de un riesgo relativo, por
la propia naturaleza de las relaciones comerciales que
se establecen entre empresas y consumidores de diferentes países. El hecho de que las empresas exporten
sus productos, (al mercado español o a cualquier otro),
es porque son competitivas y ofrecen buenos productos
(en calidad y servicio) a precios más convenientes que
las empresas rivales. Este y sólo este es el fundamento
de su éxito comercial. Es inimaginable que una empresa catalana espere exportar al mercado español de una
manera continua, si sus productos son inferiores a los
de la competencia, que hoy en día incluye empresas de
todo el mundo. Los empresarios saben mejor que nadie
que el éxito de sus proyectos se basa en su capacidad
competitiva, independientemente de la nacionalidad de
los propietarios y trabajadores de la empresa. Desde
este punto de vista, una Cataluña independiente no debería tener más dificultades añadidas, para exportar a
España, que las que se pudieran derivar de hipotéticas
limitaciones de los poderes políticos españoles (y europeos) sobre los productos catalanes. Huelga decir que
en el marco de la UE –y más si Cataluña fuese miembro
de ésta-, no es previsible que esas limitaciones pudieran
llegar a tener demasiada importancia.
Estas consideraciones generales sobre el comercio
hay que analizarlas en el contexto del debate general
de los efectos de fenómenos económicos actuales de
gran alcance, como la globalización y de los procesos de
integración económica de diferentes países (comercial,
monetaria, fiscal, etc.), así como de otros fenómenos
de orden político, como por ejemplo los procesos de integración y desintegración; estos últimos bajo la forma
de aparición de nuevos estados. La contribución fundamental en este campo es el ya citado libro de Alesina y
Spolaore (2003).
Cuando el comercio está poco liberalizado y los países
establecen medidas proteccionistas, no hay duda de que
el hecho de pertenecer a un país de grandes dimensiones
es una ventaja para las empresas, en términos de acceso a
mercados mayores. Ahora bien, en el momento en que los
mercados se liberalizan y se integran, esta ventaja resulta
irrelevante, ya que el mercado objetivo de las empresas
se amplía para abarcar la mayor parte del mundo. En
palabras de Thomas L. Friedman (Friedman, 2006), el
mundo es plano ( <<the world is flat>>) y las fronteras
son prácticamente irrelevantes desde el punto de vista
del comercio. Según este argumento, la globalización
reduce progresivamente los costes de la secesión para
los territorios que forman parte de estados más grandes.
El efecto comercial de una frontera
¿Pero, realmente el mundo es totalmente plano y las
fronteras no tienen ninguna importancia para el comercio? La respuesta es que no del todo. El proceso de glo-
balización y de integración económica no es, ni mucho
menos, completo12, y las fronteras aún parecen tener
una gran incidencia en los patrones del comercio entre
territorios, incluso en los casos en los que no existen restricciones formales para vender y comprar a otros países.
Los economistas hablan del “efecto frontera” para referirse
al fenómeno por el cual el comercio de un territorio con
otros territorios dentro de un estado es más intenso que
el comercio del mismo territorio con otros territorios que
pertenecen a otros estados. Este fenómeno fue descrito
por vez primera por McCallum (1995), después de observar que el comercio entre las provincias canadienses era
mucho más intenso que el que éstas tenían con los estados
norteamericanos13. Hay estudios que cuantifican el efecto
frontera para el caso del comercio catalán y confirman que,
efectivamente, Cataluña comercia más con las comunidades autónomas españolas que con otros territorios de
fuera del Estado español, incluidos aquellos que también
pertenecen a la UE14.
La existencia de trabas administrativas y arancelarias
al comercio internacional, las diferencias culturales y lingüísticas o la utilización de diferentes monedas son factores
que pueden explicar el efecto frontera, pero lo más sorprendente es que éste también se da entre territorios sin
prácticamente restricciones comerciales de ningún tipo y
que , incluso, comparten idioma (la mayor parte de Canadá
y los Estados Unidos) o moneda (en el seno de la Unión
Monetaria Europea). Como remate final, hay estudios que
demuestran la existencia de un efecto frontera provocado
por las divisiones administrativas (estados norteamericanos,
provincias canadienses, comunidades autónomas españolas, etc.) dentro de un mismo estado. Todo ello, hace que
el efecto frontera sea un fenómeno mal entendido por los
economistas siendo, en gran medida, incompatible con la
teoría económica dominante en la profesión15 y que, por
lo tanto, ha dado lugar a un volumen de investigación no(12) Ghemawat (2011) es una referencia interesante respecto al debate
sobre el alcance actual de los procesos de globalización económica.
(13) Este resultado se obtiene mediante la estimación de un modelo
econométrico, en el que el comercio entre dos territorios depende
del PIB de cada uno de ellos y de la distancia que los separa. El
efecto frontera, por tanto, pondría de manifiesto que el Quebec
comercia mucho más con British Columbia que con Nueva York
o Massachusetts, territorios mucho más ricos y más cercanos
geográficamente.
(14) En Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 193) se pueden
encontrar las referencias concretas.
(15) Por ese motivo, Obstfeld y Rogoff (2001) lo declararon uno
de los principales enigmas (“puzzle”) de la teoría macroeconómica
internacional
table, que pretende medirlo de manera precisa y explicar
las causas que lo provocan.
Los estudios iniciales de McCallum (1959) y Helliwell
(1996) constataron la existencia de efectos frontera de
magnitudes muy considerables (2.200% para el caso de
las provincias canadienses. Unas cifras de esta magnitud
resultaban paradoxales desde el punto de vista de la teoría económica, y un buen número de trabajos posteriores
han querido demostrar que eran estimaciones exageradas debidas a cuestiones más o menos técnicas, como el
procedimiento para medir la distancia entre territorios, la
omisión de variables relevantes en el proceso de estimación
econométrica, la no inclusión de los efectos de la aglomeración productiva o la no consideración de los efectos no
lineales de la distancia sobre el comercio16. Desde este
punto de vista, podríamos decir que el consenso actual
en la literatura se inclina a afirmar que si el efecto frontera
existe, tanto a nivel internacional como intranacional, su
magnitud ha de ser mucho más moderada de lo que se
había establecido inicialmente17.
¿Qué causas puede haber detrás del efecto frontera? Es
evidente que las fronteras, internacionales o no, no causan
por sí mismas una reducción del comercio. Sí que la pueden
causar otros muchos factores que estarían en correlación
con la existencia de dichas fronteras, como por ejemplo las
políticas proteccionistas a lado y lado de éstas, las diferencias culturales e idiomáticas y de preferencias de los consumidores, el uso de monedas diferentes, la orientación hacia
el comercio interno de las infraestructuras de transporte y
comunicaciones, las diferencias en los sistemas reguladores
(protección del consumidor, normas ambientales, etc.) y
el sistema legal en general, la existencia de redes empresariales, asociativas y familiares, o la difusión desigual de
la información a escala internacional, entre muchos otros.
Probablemente el establecimiento de una frontera política entre Cataluña y España reduciría el comercio entre
los dos países en la medida en que la independencia de
Cataluña alterase alguno de los factores que suponemos
que tienen que ver con la existencia del efecto frontera. En
el caso en que el euro continuara siendo la moneda vigente en Cataluña y que las lenguas no fueran un obstáculo,
el nivel de los intercambios entre los dos países debería
(16) Las referencias de los principales estudios se pueden encontrar
en Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 193-194)
(17) Algunos estudios más recientes (Dias, 2011, para el caso
canadiense, y Llano-Verduras, Minondo y Requena-Silvestre, 2011,
para el caso español) ponen en duda el la existencia del efecto
frontera.
mantenerse; en cambio, si suponemos que el nuevo estado catalán, reforzase las infraestructuras que lo conectan
con Europa y que las preferencias de los consumidores
españoles (catalanes) tendiesen a discriminar los productos
catalanes (españoles) por razones políticas, es probable
que la nueva frontera tuviera un efecto de una cierta importancia en el volumen de comercio entre ambos países.
Precisamente, este último factor es uno de los que más
preocupación generan en relación a la posibilidad de un
proceso de secesión de Cataluña. La sección siguiente lo
analiza más detalladamente.
Política y comercio: las consecuencias económicas de
un boicot a los productos catalanes
Pese a las consideraciones que se han hecho en el apartado anterior sobre la naturaleza económica de las relaciones comerciales, hay que reconocer que el comercio, a
menudo, también tiene una dimensión ideológica, política
e, incluso, afectiva. Por lo tanto, tiene pleno sentido analizar
la posibilidad de que la independencia de Cataluña y el
conflicto político que comportaría desencadenase un boicot
comercial contra los productos catalanes en el mercado
español. Y no es una posibilidad remota, como se evidenció
en el 2005, cuando en plena negociación sobre el nuevo
Estatuto de Cataluña, se produjeron llamamientos en este
sentido desde distintas plataformas de la opinión pública
española. La obra de Guinjoan y Cuadras Morató(2011) hace
un repaso exhaustivo de la problemática de los boicots
comerciales centrados en países, tanto desde el punto de
vista conceptual, como del estudio de casos concretos.
El libro se centra en la evaluación de las repercusiones
que tendría para la economía y las empresas catalanas
un boicot comercial por parte de algunos sectores de la
sociedad española. En el libro también se discuten de forma
exhaustiva las teorías que describen en qué circunstancias
– generalmente de tipo político- se pueden producir boicots
comerciales que incidan directamente sobre las ventas de
las empresas de un país. Así, se describe el “modelo de
animosidad” utilizado por los teóricos del marketing para
analizar los boicots comerciales dirigidos contra países –y
también se explican algunos casos concretos– por motivos
políticos o de alguna otra índole. Una buena parte de los
argumentos expuestos en esta sección del documento se
basan en el contenido de la obra mencionada.
El análisis de las consecuencias económicas del boicot,
parte del hecho de que éste afectaría, a la dimensión comercial, como es lógico, e implicaría la modificación de los
flujos de intercambios entre Cataluña y España. En términos
generales, hay dos efectos que la orquestación de un boicot
a los productos catalanes provocaría en el comercio bilateral.
En primer lugar, parece claro que las empresas catalanas
verían limitadas sus exportaciones al mercado español.
En segundo lugar, también podría producirse en Cataluña
un proceso de sustitución de importaciones procedentes
de España como consecuencia de un boicot reactivo por
parte de los catalanes hacia los productos españoles. De
hecho, no hay bases convincentes para pensar que, ante
un conflicto político como el que se está analizando, los
catalanes no tuviesen reacciones sociales idénticas a las
de los españoles. En consecuencia, la hipótesis de trabajo
más razonable es pensar que el boicot sería simétrico. Los
efectos estrictamente comerciales del boicot tendrían unas
consecuencias sobre la actividad económica y la generación
de valor añadido en Cataluña que sería necesario cuantificar. Dicho de otra manera, la pregunta concreta que se
quiere contestar es cual sería la repercusión que tendría
sobre el PIB de la economía catalana un boicot comercial
por motivos políticos, llevado a cabo por algunos sectores
del mercado español.
Esencialmente, el ejercicio que se propone en el libro
consiste en comparar dos situaciones de la economía catalana el año 2005. En primer lugar, la economía catalana
“real”, tal como se describe en las estadísticas oficiales y, en
concreto, en la tabla input-output; y en segundo lugar, una
economía catalana “simulada”, que tendría en cuenta los
efectos económicos derivados de los cambios producidos
por una hipotética independencia. Estos cambios, como
ya se ha mencionado anteriormente, se centran en dos
aspectos principales. La reducción de las exportaciones
catalanas hacia España contribuye a una reducción de la
producción, el valor añadido y la ocupación de la economía
catalana; en cambio, la sustitución de importaciones procedentes de España tendría una contribución de sentido
opuesto sobre las variables económicas agregadas de la
economía catalana.
La tabla input-output de Cataluña del 200518 publicada
por el Indescat es la principal fuente estadística utilizada, y
el fundamento teórico de la simulación que se lleva a cabo
es el análisis input-output19. La tabla input-output se puede
definir, desde un punto de vista contable, como un método
sistemático de recopilación y presentación de material estadístico, consistente en agrupar las actividades económicas
(18) La del año 2005 es la última tabla input-output de la economía
catalana publicada por el Idescat. Las previsiones indican que la
próxima en ver la luz es la correspondiente al año 2011 pero, en el
momento de redactar este documento, aún se encuentra en fase de
elaboración.
(19) Se puede encontrar una descripción más detallada de todos los
cálculos efectuados en Cuadras Morató y Guinjoan (2012)
El análisis input-output se basa en la interdependencia de sectores productivos. Es especialmente adecuado
para los propósitos del ejercicio descrito, porque permite
determinar cual es la incidencia sobre todos los sectores
productivos de la economía que experimentan cambios
como los que se describen en esta sección del documento.
Supongamos que las exportaciones catalanas se reducen
por los efectos de un boicot: es evidente que habría un
perjuicio directo para los exportadores, que dependería
del volumen que cada sector exportase a España. Pero,
los perjuicios no se acaban aquí, porque también hay que
contabilizar las pérdidas ocasionadas a los sectores que, sin
exportar directamente a España, suministran inputs a los
sectores exportadores. Y también las de los sectores que
suministran a los suministradores de los exportadores. Y así
podríamos continuar ad infinitum. Precisamente, la ventaja
principal de usar el análisis input-output es que permite
hacer un cálculo sencillo de todos estos efectos directos e
indirectos. Por otro lado, también se deberían contabilizar
los beneficios que obtendrían determinados sectores por
la sustitución parcial de importaciones procedentes de
España y, tal como se ha explicado con anterioridad, sus
suministradores y los suministradores de sus suministradores, etcétera. Evidentemente, los efectos derivados de
la sustitución de importaciones serían de signo opuesto a
los de la reducción de exportaciones.
Una dificultad obvia que se encuentra al presentar los
resultados de este análisis es el problema de cómo determinar el alcance efectivo del boicot o, dicho de otra forma, cual
sería la reducción concreta de las exportaciones dirigidas al
mercado español. En Guinjoan y Cuadras Morató (2011) se
describen los indicios disponibles en los que se podría basar
la determinación de esa variable, teniendo en cuenta los
estudios demoscópicos existentes (capítulo 11), las experiencias comparadas a escala internacional (capítulo 9) o el
análisis del episodio del año 2005 (capítulo 10), pero sin que
sea posible fijar de una forma inequívoca el alcance real del
boicot. Este problema hace que sea conveniente presentar
los resultados de la simulación de la manera más agnóstica
posible. Por ello, la tabla 4 presenta la reducción del PIB
catalán para todos los escenarios posibles de reducción
de las exportaciones de productos catalanes al mercado
español, teniendo en cuenta los supuestos siguientes: a) el
boicot afectaría de una manera más acentuada a los bienes
destinados al consumidor final que a aquellos destinados
a las empresas (bienes intermedios o de inversión) , y b)
la reacción social en ambos lados sería idéntica y, por lo
tanto, el boicot catalán a los productos españoles sería
de la misma magnitud que el que sufrirían los productos
catalanes en el mercado español.
Tabla 4. Reducción del PIB catalán como consecuencia de
un boicot comercial (en %)
Impacto del boicot sobre las ventas a los consumidores finales (%)
Impacto del boicot sobre las ventas a empresas
(%)
en ramas de actividad y cuantificar las transacciones entre
las empresas de unas ramas con las de otras (los llamados
“inputs intermedios”), la producción que cada rama destina
a usos finales (consumo de familias y administraciones,
inversiones en bienes de capital que hacen las empresas y
exportaciones) y la utilización que cada rama hace de en su
proceso de producción de los llamados “inputs primarios”
(trabajo y capital). Dicho de otra manera, la tabla inputoutput nos ofrece una información detallada del destino
final de la producción de cada rama de actividad –que
puede ser como inputs intermedios utilizados por otras
ramas de actividad o como usos finales- y del origen de los
inputs utilizados por cada rama en su proceso productivo
(inputs intermedios provenientes de la producción de otras
ramas y inputs primarios, básicamente trabajo y capital).
Fuente: Guinjoan i Cuadras Morató (2011)
¿Como hay que leer la tabla 4? Un ejemplo lo puede
ilustrar. Si se supone que el boicot comercial provoca una
disminución de un 40% de las ventas de productos de consumo en el mercado español y de un 20% de las ventas
destinadas a empresas, la reducción del PIB catalán sería
de un 4%. Una disminución del PIB del orden de magnitud
del déficit fiscal catalán en los últimos veinticinco años (8%)
solo se produciría con una reducción del 50% de todas
las exportaciones catalanas a España o, alternativamente,
con una reducción del 75% de las ventas de productos de
consumo y del 40% de los bienes destinados a usos empresariales. Determinar cual sería el alcance real de un boicot
comercial por razones políticas es un ejercicio altamente
especulativo y, por lo tanto, cuestionable, incluso cuando
se tratan de analizar todos los indicios mencionados más
arriba. La ventaja de la presentación de los resultados de
todos los escenarios posibles es que permite que se escojan
los valores que cada cual considere más plausibles sobre
el impacto económico de un boicot comercial a causa de
la secesión de Cataluña –aunque, evidentemente, ello no
exime a nadie de justificar su elección-. Ahora bien, hay
que remarcar que una reducción de las exportaciones de
la magnitud necesaria para igualar el déficit fiscal que sufre Cataluña hoy en día es un escenario tan catastrofista
que, en las circunstancias actuales, se puede considerar
poco probable.
La posible duración de un boicot de estas características es otra de las consideraciones importantes para poder
valorar su incidencia. La mayor parte de los estudios internacionales sobre boicots comerciales a países, reflejan el
hecho de que éstos no tienen una duración excesivamente
larga y pierden efectividad de una manera rápida, seguramente tanto por el cansancio de los boicoteadores como
por las actuaciones defensivas de las empresas afectadas21
. Para precisar el impacto exacto del boicot sobre la economía catalana, habría que determinar la duración exacta
del boicot y el alcance – en principio todo hace pensar
que decreciente- de éste durante las diferentes fases. Sin
embargo, es evidente que esta labor entraría en el terreno
de la pura especulación.
Es obvio que los efectos de un boicot no serían de la
misma magnitud para todos los sectores de la economía
catalana. El nivel de disgregación de la información estadística contenida en la tabla input-output de Cataluña del
año 2005 (hasta 65 ramas de actividad) permite establecer
también cuales serían las consecuencias del boicot a nivel
sectorial22. No se entra en el detalle de los cálculos en el
presente documento, pero hay que mencionar que los sectores más afectados serían, lógicamente, los que dirigen un
mayor porcentaje de sus ventas hacia el mercado español.
También los sectores que venden a los sectores exportadores tendrían efectos negativos, si bien mucho menores;
en cambio, algunas actividades quedarían totalmente al
margen, como por ejemplo la mayor parte de los servicios (actividades que ocupan a muchos miles de personas
en Cataluña), por el hecho de que sus compradores son,
principalmente, consumidores locales.
Por último, creemos interesante acabar esta parte del
informe con una referencia al sector turístico, una actividad económica de gran importancia en Cataluña y que
tiene un tratamiento específico en la tabla input-output
de la economía catalana, lo que hace necesaria la siguiente aclaración. Las exportaciones del sector turístico se
incluyen en la partida de consumo de los no residentes
en el interior del país y no en la de exportaciones de las
ramas de actividad correspondientes. Esto podría inducir
a pensar que el ejercicio descrito más arriba subestima
de una manera importante los posibles efectos finales de
un boicot del mercado español a las empresas catalanas,
en este caso porque no incluiría la posible reducción del
número de turistas españoles a Cataluña. Sin embargo,
teniendo en cuenta los supuestos que se han hecho sobre
la simetría del boicot y los efectos de sustitución parcial
de las importaciones, es poco probable que la omisión de
las exportaciones del sector turístico introduzca un sesgo
importante a la baja, en las estimaciones que se han presentado de los efectos del boicot, por el hecho de que todas
las estimaciones de la relación comercial de Cataluña con
España en cuanto a intercambios de servicios turísticos
indican que ésta es claramente deficitaria desde el punto
de vista de la economía catalana23.
Algunas consecuencias comerciales de experiencias
previas de secesión en Europa
(21) Otra característica que han puesto de manifiesto los estudios
sobre estos boicots es que muy raramente afectan de la misma
manera a todos los productos procedentes de un país (para más
detalles ver: Guinjoan y Cuaras Morató, 2011, capítulo 9). De
hecho, la tendencia es que se centren en productos especialmente
emblemáticos o representativos del país en cuestión (por ejemplo,
el principal damnificado de los boicots a los productos franceses
siempre suele ser el vino del país).
La última parte de esta sección se dedica a analizar
muy brevemente la evolución del comercio exterior en los
momentos inmediatamente posteriores a la secesión de
algunos países europeos que se independizaron a principios
de los años noventa del siglo pasado. Los países examinados serán la República Checa y Eslovaquia, Eslovenia y
las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania). Huelga decir que esos países, en el momento de conseguir la
independencia, salían de situaciones políticas y económicas que nada tienen que ver con el panorama existente en
Cataluña hoy en día. Aunque el análisis de esos procesos
de separación puede ser útil por el hecho de que son los
episodios más cercanos a lo que podría ser una declaración
de independencia en Cataluña, al mismo tiempo hay que
ser conscientes de que es muy difícil sacar conclusiones
que se puedan aplicar al caso catalán de manera directa.
El objetivo fundamental es examinar la evolución del comercio de estos países con el territorio del que se habían
(15) El lector interesado puede consultar el apéndice de Cuadras
Morató y Guinjoan (2012), que incluye los resultados de la simulación
para las 65 ramas de actividad de la tabla input-output.
(23) Estas estimaciones se basan en los datos publicados tanto por el
Idescat como por la base de datos C-intereg.
separado y con el resto del mundo.
Checoslovaquia se separó en dos estados diferentes, la
República Checa y Eslovaquia, el día 1 de enero de 1993.
Aunque no es fácil determinar con certeza el volumen de
las relaciones comerciales previas a la separación,24 parece
ser que, el año 1991, la República Checa constituía el 50%
de las exportaciones eslovacas, mientras que Eslovaquia
constituía un tercio de las exportaciones checas. Durante
el período 1991-1993 les relaciones comerciales en los dos
sentidos se redujeron algo por encima del 25%,25 pero se
recuperaron con posterioridad de manera que, entre 1993
y 1996, las exportaciones checas a Eslovaquia crecieron
un 8%, y las eslovacas hacia la República Checa, un 18%.
El detalle más espectacular del período posterior a la independencia es, sin duda, la explosión exportadora a los
mercados mundiales de los dos países nuevos que, en un
período de tan solo tres años (1993-1996), vieron aumentar
las ventas al extranjero un 51% (República Checa) y un 62%
(Eslovaquia), con un crecimiento especialmente significativo
de las exportaciones a los países de la UE donde, por encima
de todos los demás, destaca el protagonismo de Alemania.
El 25 de junio de 1991 se proclamó la independencia de
Eslovenia. Es complicado precisar las consecuencia comerciales de este hecho, porque es difícil encontrar datos referidos al período previo. Sin embargo, algunas estimaciones
dan claramente a entender que el impacto del proceso sobre
las exportaciones eslovenas a los mercados de Yugoslavia
fue muy importante27. Hay que recordar que, a diferencia del
caso de Checoslovaquia, la independencia de Eslovenia fue
acompañada de un conflicto bélico, (la llamada “guerra de los
Diez Días”). En cualquier caso, en el período inmediatamente
posterior (1993-1996) las exportaciones eslovenas al resto de
los países que formaban Yugoslavia creció un 44%, una tasa
más alta que el crecimiento de las exportaciones totales (37%),
dirigidas ya, muy mayoritariamente, a los países de la UE.28
(24) Se pueden encontrar detalles sobre las relaciones comerciales
previas a la separación en Fidrmuc y Horváth (1998).
(25) Hay que tener en cuenta que una de las consecuencias de la
separación fue la ruptura de la unión monetaria entre los dos países.
Hay estudios que demuestran que los países que comparten una
misma moneda mantienen una relación comercial más intensa.
(26) Todos los datos posteriores a 1993 se han obtenido de los
informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) de las dos
economías.
(27) Según los datos presentados en Damijan (2004), el 1992 el valor
de las exportaciones eslovenas a Yugoslavia equivalía al 22% del valor
que tenían el año 1990.
(28) Datos obtenidos de los informes del FMI sobre la economía
eslovena.
Como en los casos anteriores, es muy complicado hacer
una comparación de los flujos comerciales, antes y después
de la proclamación de la independencia, en los países bálticos. El sistema económico de la antigua Unión Soviética
lo hace aún más difícil. Rusia se mantuvo como un socio
comercial de importancia considerable para los tres países bálticos, en los años inmediatamente posteriores a la
independencia, a pesar de que la crisis financiera de 1998
representó un freno muy importante a las exportaciones
al mercado ruso. En el caso de Lituania, las exportaciones
a Rusia crecieron un 65% durante el período 1994-1997
(las exportaciones totales crecieron un 90%) y el mercado
ruso representaba, de media, un 2% del total. En Estonia las
exportaciones totales crecieron un 70% durante el mismo
período. El protagonismo del mercado ruso fue decreciendo
de manera considerable (el crecimiento de las exportaciones
a Rusia durante ese período estuvo muy por debajo de la
media, un 19%), en favor de los mercados sueco (165%),
finlandés y de los otros países bálticos (80%). Finalmente,
en el caso de Letonia, Rusia era el destino de un 21% de las
exportaciones letonas el 1997. El hecho de que el crecimiento
de las exportaciones totales durante el período 1994-1997
(75%) superase claramente las exportaciones dirigidas al
mercado ruso (31%) evidencia la pérdida de peso de Rusia
en favor de los países de la UE, especialmente Alemania y
el Reino Unido29, en este caso.
5. Algunas reflexiones preliminares sobre el impacto
de la independencia en los
flujos financieros de la economía catalana con el exterior
Aparte de los flujos comerciales (exportaciones e importaciones de bienes y servicios) y fiscales (pago de impuestos y recepción de servicios e inversión pública), los
catalanes también mantienen relaciones financieras con
el resto del mundo. Esto quiere decir, simplemente, que los
ahorradores catalanes colocan una parte de sus ahorros en
el exterior, de la misma manera que las empresas catalanas
también financian una parte de sus inversiones con ahorros
(29) Los datos para las economía lituana y estonia se han obtenido de
los informes del FMI sobre estas economías. Los datos sobre Letonia
proceden de Spruds (2001).
procedentes de fuera de Cataluña. El saldo de la balanza
financiera que, grosso modo, es la contrapartida del saldo
de la balanza por cuenta corriente, básicamente refleja si
un país tiene capacidad (las salidas de capital superan a
las entradas) o necesidad (al revés) de financiación. En el
primer caso, el país tiene un déficit de la balanza financiera
(superávit de la balanza por cuenta corriente) y presta a
otros países, mientras que en el segundo caso, en el que el
país tiene un superávit de la balanza financiera, o lo que es
lo mismo, un déficit por cuenta corriente, el país se endeuda
respecto al resto del mundo.
Las preguntas obvias que habría que hacerse en este
ámbito son cual es la naturaleza de las relaciones financieras
de Cataluña con el resto del mundo, incluyendo España, y
cómo les afectaría una hipotética independencia. Desgraciadamente, sobre estos tema, de máxima importancia, es
casi imposible decir nada por una falta, casi absoluta, de
información. No hay estudios recientes sobre las relaciones
financieras entre Cataluña y el resto del mundo que nos
permitan ni tan solo aproximarnos a una posible respuesta
de la primera de las preguntas.30 Por no saber, actualmente
en Cataluña no se dispone de un dato tan fundamental,
desde el punto de vista macroeconómico, como el signo
y el saldo de la balanza financiera del país, es decir, si el
país tiene, en términos globales, capacidad o necesidad de
financiación. Se desprende de lo dicho con anterioridad
que las respuestas que se puedan dar a la segunda pregunta no pueden pasar, en ningún caso, del terreno de la
especulación más o menos informada. En cualquier caso,
es seguro que, para financiarse en los mercados internacionales, la economía catalana dependería completamente de
la confianza que mereciesen la solvencia de su gobierno y
de sus entidades financieras -y, en consecuencia, del rating
que les otorgaran las agencias de calificación-. Por ello,
sería imprescindible asegurar unas buenas perspectivas de
crecimiento económico para el país y el máximo rigor tanto
en su política económica como en la gestión y regulación
de sus entidades financieras.
En el apartado de las relaciones financieras entre Cataluña y el resto del mundo, hay que prestar especial atención
a la categoría de las inversiones directas de las empresas,
debido a que este tipo de flujos financieros tienen una relación directa con las actividades productivas y la generación de renta, ocupación y bienestar. Las restricciones en
la información al alcance hacen que solo se pueda tener
acceso a la información sobre los flujos de inversión directa
que provienen del resto del mundo y que se dirigen hacia
(30) La última aproximación al tema se refiere a los años 1993 y 1994
(Generalitat de Catalunya, 1997)
él. Sobre los flujos con España, que probablemente solo se
podrían aproximar con algún procedimiento de estimación
indirecta, no tenemos información de ningún tipo. Esto último es bastante preocupante, dado que la deslocalización
de plantas productivas situadas en Cataluña y pertenecientes a empresas de control español, es un riesgo nada
despreciable que podría derivarse del proceso de secesión.31
Deslocalizar una planta de producción es una decisión
que implica costes que muy a menudo las empresas no
quieren asumir, pero podríamos imaginar una situación en
qué las plantas productivas situadas en Cataluña recibieran
progresivamente una carga menor de trabajo y menos inversiones, en beneficio de otros centros productivos situados
en el resto de España, ya fuera por criterios puramente
empresariales o bien por motivos que reflejasen influencias
ideológicas o políticas.
Una pregunta que también hay que hacerse es como
afectaría la independencia al sistema financiero catalán. Esta
es una pregunta complicada y, de hecho, las complicaciones
empiezan desde el momento mismo de definir qué es el
sistema financiero catalán y qué entidades forman parte
de él. Si se entiende que el sistema financiero catalán es el
conjunto de empresas e instituciones que intervienen en
Cataluña –independientemente de la propiedad de su capital
o de la situación de su sede social-, la conclusión sería que
el grado de afectación estaría, en gran parte, en correlación
con lo que pudiera pasar con la actividad económica del
país. Si se supone, por ejemplo, que la independencia no
afectaría excesivamente al grado de actividad económica
de Cataluña, tampoco tendría por qué modificar de manera
drástica la actividad de intermediación financiera.
En cambio, si se define el sector financiero catalán como
el conjunto de empresas financieras que tienen su sede
social en Cataluña y son identificables por los consumidores
como catalanas, entonces, teniendo en cuenta que una
buena parte del negocio de estas empresas se lleva a cabo
en el mercado español, sin duda se podrían ver afectadas
por acciones de represalia o boicot comercial (retirada de
depósitos, por ejemplo) que podrían perjudicarlas notablemente y obligarlas a tomar medidas de tipo defensivo.
(31) Habría que suponer que una Cataluña independiente sería
capaz de mantener, o incluso aumentar, su capacidad de atracción
de inversiones procedentes del resto del mundo. Si no fuera así, el
proceso de independencia implicaría riesgos adicionales que habría
que considerar
6. Conclusiones
En un momento histórico como el actual, en el que parece que hay un soporte creciente a la idea de independencia de Cataluña, existen, por lo menos, dos factores que
justifican la importancia de que se lleven a cabo análisis
rigurosos sobre las posibles consecuencias que tendría.
Por un lado, el camino hacia la independencia forma parte
de un proceso lleno de incertidumbre respecto a las reacciones que se puedan producir en el interior del país, en
España y en el resto del mundo. Una primera contribución
de los estudios sobre la independencia debería ser la de
dar respuestas, lo más precisas posibles, a las preguntas
que, legítimamente, se formula la sociedad ante un proceso
de tanta importancia. Por otro lado, este es un ámbito en
el cual, demasiado a menudo, predomina el debate pasional y la confrontación identitaria por encima del análisis
racional y libre de prejuicios sobre los pros y los contras
del proyecto independentista. Ello no obstante, a medida
que la sociedad catalana se plantee el proceso de la secesión, se irá viendo como reclama, con mayor intensidad, la
investigación y el conocimiento que la permitan el cálculo
objetivo y sistemático de las ventajas y desventajas de un
estado propio.
La independencia de Cataluña tendría un efecto positivo
muy obvio, derivado de la eliminación del déficit fiscal que
sufre el país. Esto se traduciría directamente en recursos
adicionales a disposición de los catalanes. Al mismo tiempo, sin embargo, es cierto que las empresas catalanas de
penden, en gran medida, de sus exportaciones al mercado
español, que se podrían ver alteradas, por ejemplo, por efecto de un boicot comercial por parte de los consumidores.
Los resultados reseñados en este informe demuestran que
lar educción de las exportaciones hacia España tendría que
ser de una magnitud muy considerable para anular el efecto
positivo que se produciría en el ámbito fiscal. Además, teniendo en cuenta la relación existente entre algunos de los
principales factores de crecimiento económico de un país y
el nivel de gastos públicos . la construcción y el mantenimiento de infraestructuras, los sistemas escolar y universitario
o los programas de investigación e innovación empresariales son tres buenos ejemplos-, no es demasiado atrevido
afirmar que la independencia y al eliminación del déficit
fiscal permitiría incrementar no sólo la renta disponible
de Cataluña a corto plazo, sino también sus perspectivas
de crecimiento a plazo medio.
Un ejemplo clarísimo de mejora de este tipo es la que
se podría dar respecto a la situación de las infraestructuras del país, -donde se pueden incluir puertos, aeropu-
ertos, ferrocarriles, carreteras, etc.-. La situación actual,
que condiciona muy negativamente la competitividad de
las empresas, se caracteriza tanto por la insuficiencia de
las inversiones – son ejemplos sangrantes el inexistente
corredor ferroviario Mediterráneo o, las tan reclamadas,
conexiones ferroviarias del puerto de Barcelona-, como
por una gestión centralista y llevada a cabo con criterios
de escasa racionalidad económica por parte de las autoridades españolas. Desde este punto de vista, una gestión
del gobierno catalán de la política de infraestructuras, con
más recursos, y es esperable que con unos criterios más
adecuados a las necesidades del tejido productivo del paíspermitiría incrementar el potencial de crecimiento de la
economía catalana.
Como conclusión general, se puede afirmar que, en vista
de los argumentos que se han expuesto en este informe, a
pesar de que la independencia de Cataluña es un proyecto
estrictamente político que depende de la voluntad de los
ciudadanos, parece difícil pronunciarse en su contra con
argumentos basados exclusivamente en su inviabilidad
desde el punto de vista económico.
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