Els informes de la CatDem Los informes de la CatDem LOS RETOS ECONÓMICOS DE LA UNIÓN EUROPEA. ¿COMO AFECTARÁ LA NUEVA INTEGRACIÓN FISCAL A LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS? Algunas reflexiones sobre la independencia de Cataluña y la economía de los catalanes. Xavier Cuadras i Morató Universitat Pompeu Fabra Traducción: Ángeles Rojo Julio 2012 Transición Nacional ISSN: 2014-9115 Depósito legal: B. 2671-2013 Nº 013 1. Introducción: ¿Cataluña, nuevo estado europeo? Cuando miramos el mundo con la perspectiva necesaria, aparece inmerso en una dinámica que combina dos fuerzas que, seguramente, son complementarias. Por un lado, desde 1945 hasta nuestros días, se han creado más de 120 nuevos estados independientes, la mayoría de los cuales son más pequeños que Cataluña en número de habitantes; por otro, también es evidente que el poder de los estados ha disminuido considerablemente. Las empresas transnacionales, los mercados financieros sin fronteras y los organismos supranacionales condicionan y, muy a menudo, determinan el alcance del poder regulador de los gobiernos de los países independientes. Es evidente que los procesos de globalización tienden a difuminar los efectos de las fronteras casi por definición. A ello hay que añadirle el hecho de que muchos estados han ido cediendo una parte importante de su soberanía política, en determinados ámbitos, a organizaciones de ámbito supranacional. Europa es una auténtica especialista en procesos de integración política de este estilo: incluso la política monetaria, un ámbito de soberanía reservado tradicionalmente a los estados, es compartido actualmente a nivel europeo por un buen número de países. La historia, por lo tanto, nos demuestra que el statu quo no es un ente inmutable, y que ni las fronteras ni sus efectos son sagrados, se han ido creando, continuamente, a lo largo de los últimos setenta años. Pero, al mismo tiempo, han perdido buena parte de su relevancia, en un mundo cada vez más interconectado y globalizado1. Hace unos cuantos años, dos economistas italianos, Alberto Alesina y Enrico Spolaore, publicaron un libro muy recomendable, en el que explicaban las razones del crecimiento del número de estados independientes en el mundo2. El hilo conductor del libro gira alrededor del dilema existente entre los beneficios derivados de un mayor tamaño de los países ( acceso a mercados más amplios, economías de escala en la provisión de servicios públicos, etc.), y los costes derivados de la uniformidad de las políticas públicas estatales ante grupos sociales con preferencias heterogéneas, y como afecta todo ello en los procesos de integración y desintegración política. (1) Sobre la relevancia de las funciones reguladoras de los estados nación, incluso en una etapa de creciente globalización económica como la actual, es interesante consultar un artículo reciente del profesor de Harvard Dani Rodrik (Rodrik, 2012). (2) Alesina y Spolaore (2003). Según el libro, las tres fuerzas responsables del crecimiento del número de países en el mundo son: a) el proceso de globalización económica y la creciente apertura comercial de los países3; b) la disminución de los conflictos bélicos como forma de resolución de las disputas a nivel internacional, y c) la generalización de los sistemas democráticos como forma de organización política. Si lo miramos desde este punto de vista, quizás no nos debería sorprender la aparición de movimientos políticos independentistas potentes en el seno de algunos países europeos: al fin y al cabo, Europa es una sociedad profundamente democrática, económicamente abierta y uno de los sitios del mundo donde la humanidad ha hecho más progresos en cuanto a resolver los conflictos políticos de manera pacífica. ¿Estamos a las puertas de la aparición de nuevos estados en Europa? No podemos saberlo con certeza, pero sí que parece evidente que, con mayor o menor potencia, se articulan fuerzas políticas de tendencia independentista en algunas naciones europeas, como Cataluña, Escocia, Euskadi o Flandes. La independencia de un país (Cataluña, supongamos) es un proyecto de naturaleza claramente política que sólo se puede valorar adecuadamente con criterios políticos. Visto así, lo único realmente importante es que una mayoría suficiente de catalanes decida democráticamente si es o no preferible construir un estado propio a continuar formando parte del proyecto político español. No obstante, no sería razonable rehuir el análisis de las implicaciones económicas que tendría un proyecto de tanta trascendencia para el futuro de los catalanes. El documento que tenéis en las manos pretende presentar una serie de reflexiones sobre las complejas consecuencias económicas que podría tener la independencia de Cataluña. La mayor parte del análisis se centrará en los aspectos de índole comercial, aunque no serán los únicos que se tratarán. Los aspectos fiscales, que son de suma importancia, se obviarán completamente ya que serán objeto de otros informes específicos. La transición hacia la independencia de un país es un proceso complicado y lleno de incertezas a todos los niveles. Analizar las consecuencias económicas en toda su complejidad superaría con creces el espacio del que se dispone en este documento. Por ese motivo, en la parte más prospectiva del presente artículo se partirá de dos hipótesis de (3) La globalización económica permite a los países una dependencia menor del mercado interior y, por lo tanto, favorece los procesos potenciales de independencia. Una visión menos optimista del estado actual de los procesos de globalización y de los riesgos existentes desde el punto de vista comercial de un proceso de secesión en Cataluña, se puede consultar en Ghemawat (2011, p. 220-222). trabajo, cuyo grado de realismo se puede discutir, pero que servirán para poder precisar mejor la evaluación de algunas consecuencias estrictamente económicas de la secesion. En primer lugar, se supondrá que la independencia sería el resultado de un proceso democrático, pacífico y negociado entre los gobiernos catalán y español, con la intervención de mediadores internacionales. En segundo lugar, se supondrá que los catalanes continuarían siendo miembros de la Unión Europea, tal como se puede interpretar que es su voluntad mayoritaria. No se considerarán, por lo tanto, las consecuencias económicas de posibles conflictos bélicos o de orden público importante o de la no pertenencia de Cataluña a la Unión Europea y a la zona euro4. El resto del documento está organizado de la manera siguiente: la sección 2 presenta un conjunto de reflexiones breves sobre la relación entre la dimensión de los países y su prosperidad económica; la sección 3 describe una panorámica general de la situación de las relaciones comerciales de Cataluña con España y con el resto del mundo; la sección 4 explora algunas posibles consecuencias, en el ámbito comercial, de un proceso que llevara a la declaración de Cataluña como estado independiente; en la sección 5 se hacen algunas consideraciones adicionales, referidas a las relaciones financieras de la economía catalana con el exterior; por último, la sección de conclusiones cierra el trabajo. 2. Dimensión de los estados y prosperidad económica Si Cataluña fuera independiente, es evidente que los catalanes formaríamos parte de un estado bastante más pequeño que el Estado español actual. ¿Tiene ello alguna importancia desde el punto de vista de la prosperidad económica del país? El objetivo de esta sección del documento es presentar brevemente lo que dice la ciencia económica sobre el tema, tanto en lo referente a los principales argumentos teóricos, como a la evidencia empírica disponible. Antes de entrar propiamente en materia, puede ser ilustrativo mencionar un hecho que, a menudo, pasa desapercibido en muchos análisis del entorno económico internacional: cinco de los ocho países más competitivos según la última clasificación del World Economic Forum5 (4) Un análisis en más profundidad de estos supuestos se puede encontrar en Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 30-35). (5) Se pueden encontrar más detalles al respecto http://www. weforum.org/ (Suiza, Singapur, Suecia, Finlandia y Dinamarca) tienen una población entre cinco y diez millones de habitantes, es decir, son aproximadamente como Cataluña, en cuanto a número de habitantes. Parece pues que, de entrada, un país de dimensiones modestas no es necesariamente poco competitivo. Desde un punto de vista teórico, la dimensión de un país proporciona diversos beneficios, pero también ocasiona costes que es necesario considerar6. Una mayor dimensión presenta ventajas si la provisión de unos servicios públicos determinados tiene economías de escala. Al mismo tiempo, aunque los países más grandes tienen más mercados interiores, la globalización económica ha hecho que las empresas de los países pequeños tengan un mejor acceso a los mercados de todo el mundo, de manera que formar parte de una economía de tamaño reducido ya no es una restricción tan relevante como cuando las fronteras políticas eran, también, barreras comerciales. En relación a los costes, los más destacables derivan de la dificultad de que unas políticas gubernamentales, que en gran medida son uniformes, puedan satisfacer las preferencias de la población de un país grande. En cuanto a la evidencia empírica, la conclusión general de la literatura macroeconómica es que la dimensión de los países no es un factor relevante para el crecimiento económico, ni en los estudios de series temporales, ni en las muestras transversales de diferentes países; otros factores relacionados con la política económica y la calidad de las instituciones sociales son, en general, mucho más importantes. Las investigaciones más recientes sobre los efectos de la escala en el crecimiento apuntan que se puede conseguir una escala más alta gracias a una mayor dimensión del mercado interior o a una mayor apertura comercial; de hecho, se puede establecer una relación empírica de sustitución entre una y otra. En general, el impacto de la medida de un país en el crecimiento es menor para los países más abiertos y, al mismo tiempo, el impacto de la apertura comercial en el crecimiento es menor a medida que aumenta la dimensión de los países. En definitiva, parece ser que la dimensión de un país tiene ventajas y desventajas económicas; pero, a la hora de hacer balance, unas y otras quedan, en gran medida, compensadas. 3. El comercio catalán con (6) La discusión en esta sección sobre los argumentos teóricos y la evidencia empírica se basa en Alesina, Spolaore y Wacziarg (2005). el exterior: España y el resto del mundo A pesar del proceso creciente de internacionalización de la economía catalana, no hay ninguna duda de que el mercado español es fundamental para muchas empresas del país; por lo tanto, es totalmente lógico que muchos catalanes se pregunten si la independencia de Cataluña, dado que podría echar a perder esta relación comercial tan importante, no ocasionaría costes que la convertirían en indeseable desde el punto de vista económico. De hecho, este es uno de los principales argumentos que esgrimen quienes se oponen a la secesión por motivos económicos. Conviene, por lo tanto, empezar el análisis de las repercusiones económicas de la independencia de Cataluña caracterizando el comercio catalán con el exterior y su evolución en el tiempo. Esta parte del informe se centrará en la consideración de las exportaciones catalanas, distinguiendo entre las que tienen como destino final el mercado español y las dirigidas al resto del mundo (RDM). Cataluña, un país comercialmente abierto, tiene un volumen notable de importaciones en relación con su PIB, pero hay que decir que, en principio, un proceso de secesión no alteraría de forma significativa el acceso a los mercados de origen de las importaciones, de manera que el análisis de éstas parece menos prioritario. El destino de las exportaciones catalanas ¿Dónde va a parar el valor añadido generado por la economía catalana? La respuesta a esta pregunta se puede encontrar en la tabla 1, y nos permite saber con precisión cual es el grado de dependencia de los mercados exteriores de la actividad económica que se lleva a cabo en Cataluña. Su cálculo no es tan obvio como puede parecer, y sólo se puede hacer para los años en los cuales se han publicado las tablas input-output de la economía catalana (véase nota 7). Tabla 1. Destino del valor añadido generado en Cataluña (% del total) Mercado catalán Mercado español Resto del mundo 2005 59,4 22,5 (55,4) 18,1 (44,6) 2001 58,8 24,1 (58,5) 17,1 (41,5) 1987 60,0 30,3 (75,8) 9,7 (24,2) Nota: Los datos entre paréntesis corresponden al porcentaje del valor añadido exportado que se destina a cada uno de los mercados exteriores considerados. Fuente: elaboración propia a partir de las tablas input-output de Cataluña 2005 (www.idescat.cat/cat/economia/tioc) y Oliver i Alonso (2007) El análisis de los datos de la tabla 1 permite sacar algunas conclusiones muy claras. En primer lugar, el porcentaje del valor añadido destinado al mercado interior se mantiene durante el período 1987-2005 alrededor del 60%7, de manera que las exportaciones representan el 40% restante. En segundo lugar, se ha producido un cambio en la importancia relativa de los mercados de exportación. Si en 1987 el mercado español constituía más de las tres cuartas partes de todo el valor añadido exportado, esta cifra se ha reducido en más de veinte puntos porcentuales durante el período. La incorporación a la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) el 1986 y los procesos de globalización de la economía a escala mundial han favorecido la diversificación de los mercados exteriores de las empresas catalanas, en detrimento del peso relativo del mercado español que, a pesar de ello, continúa teniendo una gran importancia. Las gráficas 1 y 2, que contienen información sobre el valor de las exportaciones catalanas de bienes durante el período 1995-2011 y de como se distribuyen entre el mercado español y el RDM, confirman muy claramente las tendencias apuntadas en la tabla 1. Las exportaciones al RDM han crecido a un ritmo superior al 7% acumulativo anual (en términos nominales), mientras que las que se dirigen a España lo han hecho con una tasa inferior al 3%. Como consecuencia, las exportaciones a España han ido perdiendo protagonismo y, de hecho, ya tuvieron un volumen prácticamente idéntico al de las que se dirigen al RDM durante el período 2008-2010. El año 2011 −y parece que la tendencia de los primeros meses del 2012 confirma esta impresión− el vigor de las exportaciones al RDM contrasta con el estancamiento que se observa en las ventas a España, de manera que el resultado final es que, por primera vez, (7) Esta cifra puede parecer muy alta por el hecho de que muy a menudo se ha afirmado que la importancia de los mercados catalán, español y del RDM era aproximadamente igual durante los primeros años del siglo XXI. Esta afirmación se basa en los datos provenientes de C-intereg (www.c-intereg.es) . Por ejemplo, las cifras más recientes provenientes de esa fuente, correspondientes al 2011, dan un peso de un 26,7%, un 34,5% y un 38,8% en el mercado catalán, español, y del RDM, respectivamente. Estos datos se refieren sólo a bienes (excluyen los servicios) y miden la producción total (o la cifra de ventas) que se destina a cada mercado. Producción total y valor añadido no son lo mismo, por una razón muy sencilla: los productos que Cataluña vende a los diferentes mercados (coches, por poner un ejemplo) incluyen tanto una parte de valor añadido generado por las empresas catalanas, como otra parte que generan empresas de fuera de Cataluña, en la medida en que para producir esos coches las empresas catalanas tienen que importar del exterior todo tipo de materias primas y componentes. El cálculo del valor añadido exportado por destino (tabla 1) exige computar las ventas de productos que van a parar a cada mercado y restarles el valor de las importaciones que ha sido necesario hacer para producirlas. Cataluña exporta claramente más al RDM (52,9%) que a España (47,1%), cuando el punto de partida (1995) era, respectivamente, 36,5% y 63,5%8. Gráfica 1. Exportaciones catalanas (millones de euros) a España. La tabla 2 muestra, para el año 2011, el volumen de exportaciones al RDM en términos absolutos, un índice indicativo de esa misma magnitud por habitante y el porcentaje que representan sobre el total exportado para las seis comunidades autónomas con mayor cifra exportadora (en valor absoluto) hacia los mercados mundiales. Taula 2. Exportaciones al RDM (2011 Territorio Volumen exportador al RDM (M€) Porcentaje sobre el total exportado Exportaciones al RDM por habitante (España, valor 100) Cataluña 55,525 52,9 164 Madrid 24,549 54,4 83 Andalucía 22,851 43,8 60 País Vasco 21,067 46,0 214 Com. Valenciana 20,013 45,1 86 Galicia 17,532 54,1 139 Resto del Estado Fuente: C-intereg i Datacomex España 51,950 37,0 78 213,487 45,9 100 Fuente: C-intereg, Datacomex, INE i elaboració pròpia Gráfica 2. Exportaciones catalanas al RDM (%sobre el total) Cataluña, en el contexto del Estado español, es un territorio muy exportador (el más exportador en volumen absoluto): tiene un porcentaje de exportaciones fuera de España importante en relación a la media estatal y un volumen de exportaciones al mundo por habitante que es un 64% superior al de la media, aunque aún está lejos de la comunidad más dinámica desde este punto de vista, que es el País Vasco (con unas exportaciones al RDM por habitante que están un 114% por encima de la media). Fuente: C-intereg i Datacomex De acuerdo con los datos de C-intereg, Cataluña es, junto a las Islas Baleares9, Galicia y la Comunidad de Madrid, el único territorio del Estado español donde el peso de las exportaciones al RDM es superior al de las que se hacen (8) Estos datos, provenientes de las bases de datos C-intereg y Datacomex (http://datacomex.comercio.es) incluyen solamente las exportaciones de bienes y excluyen el intercambio de servicios. (9) No obstante, hay que tener en cuenta que las exportaciones de bienes de las Islas Baleares son muy reducidas en valor absoluto, como corresponde a un territorio que tiene una base productiva centrada en el turismo. Para acabar, la tabla 3 presenta una comparativa de los sectores exportadores de cuatro naciones sin estado donde, recientemente, se ha planteado, de alguna manera, un proceso de secesión10. La economía catalana es la que presenta más intensidad exportadora (medida ésta como porcentaje del PIB). De las exportaciones totales, casi la mitad son destinadas a los mercados internacionales, una proporción que, como ya se ha dicho anteriormente, se ha ido incrementando en los últimos años; que además, es mayor que en el País Vasco y que en Escocia. El Quebec, probablemente por la proximidad al gran mercado de Estados Unidos, tiene un porcentaje superior en sus exportaciones a los mercados mundiales. (10) Se ha elegido el año 2005 para la comparativa porque es el último año de publicación de la tabla input-output de la economía catalana Tabla 3. Exportaciones en términos comparativos (2005) Gráfico 3. Saldo comercial con España, 2000-2011 (% del PIB) Fuente: Idescat.Eustat (www.eustat.es), C-intereg, Scottish Government (www.scotland.gov.uk/Topics/Statistics) y Institute de la Statistique du Québec (www.stst.gouv.qc.ca/) En resumen, el sector exportador es clave para la economía de Cataluña, y todo parece indicar que lo continuará siendo en los próximos años. Últimamente los mercados de destino de las exportaciones catalanas se han diversificado notablemente, de manera que se ha reducido considerablemente el peso relativo del mercado español. De todas maneras, España continúa siendo, con diferencia, el principal cliente de las empresas catalanas. La relación entre el superávit comercial y el déficit fiscal con España Cataluña vende a España más de lo que le compra y, en consecuencia, la economía catalana tiene un superávit comercial respecto a la española (gráfico 3). Aunque forma parte de un discurso bastante superado, aún es habitual oír argumentos que conectan este saldo comercial positivo con otra magnitud macroeconómica que caracteriza las relaciones entre las dos economías: el déficit fiscal. El déficit fiscal catalán implica una transferencia neta de recursos de la economía catalana hacia el resto del Estado, a causa de la actividad financiera que el sector público central lleva a cabo en Cataluña (recaudación de impuestos, prestación de servicios, construcción de infraestructuras, transferencias a otras administraciones etc.). El déficit fiscal catalán es persistente y de una magnitud muy considerable. En concreto, ha sido estimado en un 8 % del PIB, de media, para el período 1986-200611. A pesar del perjuicio que esta transferencia causa a la economía catalana aún hay quienes creen, efectivamente, que el déficit fiscal y el superávit comercial se anulan, por lo que una cosa compensa a la otra y que, por lo tanto, Cataluña no sale perdiendo. (11) Los detalles sobre estos cálculos se pueden consultar en Generalitat de Catalunya (2012). Fuente: Idescat No obstante, si se piensa con cierto detenimiento, está claro que este tipo de argumentación no tiene ningún sentido, ya que la naturaleza de las relaciones económicas que determinan los saldos de las balanzas fiscal y comercial son completamente distintas. El saldo comercial se genera en virtud de transacciones comerciales mutuamente beneficiosas, que implican un intercambio voluntario entre agentes económicos residentes en territorios diferentes; por lo tanto, el comercio implica voluntariedad y ganancias para todos aquellos que participan de él. En cambio, el déficit fiscal se genera como consecuencia de decisiones políticas que establecen transferencias de recursos obligadas a cargo de los residentes de un territorio determinado, como resultado de la actividad financiera del sector público central del país. Hoy en día, con un régimen comercial completamente liberalizado que garantiza el acceso al mercado español de empresas y productos de toda el mundo, la competitividad de las empresas es el motivo fundamental del superávit comercial de Cataluña. No tiene sentido pensar que la existencia de un déficit fiscal de una magnitud determinada es una especie de garantía de acceso al mercado español para las empresas catalanas, aunque éstas no sean suficientemente competitivas. En cualquier caso, la competitividad de las empresas catalanas no es algo que pueda darse por descontado. Si la transferencia de recursos que supone el déficit fiscal afecta, no solamente al nivel de renta de los ciudadanos, sino también a actuaciones del sector público, que son factores fundamentales de la competitividad, (la construcción y el mantenimiento de infraestructuras, los sistemas escolar y universitario o los programas de investigación e innovación de las empresas, por ejemplo), quizás sí que ha llegado el momento de analizar en qué forma el déficit fiscal representa un lastre excesivo para la economía catalana. Indicadores como la evolución del saldo comercial (gráfico 4), claramente decreciente durante el período 2000-2011, deberían representar serios toques de atención al respecto. Gráfico 4. Saldo comercial de la economía catalana (en % del PIB) Fuente: Idescat 4.Algunas posibles consecuencias comerciales de la secesión La viabilidad de la secesión en un entorno de globalización económica Una de las características estructurales de la economía catalana que puede generar más dudas sobre la viabilidad de la independencia de Cataluña es la gran concentración de sus exportaciones al mercado español que, como hemos visto, es el destino de prácticamente la mitad de las ventas exteriores de las empresas catalanas. Es cierto que la importancia del mercado español no ha dejado de disminuir en los últimos veinticinco años, pero ello no puede enmascarar el hecho de que, en las circunstancias actuales, la excesiva dependencia comercial con respecto a España, sería un factor de riesgo potencial para una Cataluña independiente. No obstante, en un contexto de liberalización comercial como el actual, se trataría de un riesgo relativo, por la propia naturaleza de las relaciones comerciales que se establecen entre empresas y consumidores de diferentes países. El hecho de que las empresas exporten sus productos, (al mercado español o a cualquier otro), es porque son competitivas y ofrecen buenos productos (en calidad y servicio) a precios más convenientes que las empresas rivales. Este y sólo este es el fundamento de su éxito comercial. Es inimaginable que una empresa catalana espere exportar al mercado español de una manera continua, si sus productos son inferiores a los de la competencia, que hoy en día incluye empresas de todo el mundo. Los empresarios saben mejor que nadie que el éxito de sus proyectos se basa en su capacidad competitiva, independientemente de la nacionalidad de los propietarios y trabajadores de la empresa. Desde este punto de vista, una Cataluña independiente no debería tener más dificultades añadidas, para exportar a España, que las que se pudieran derivar de hipotéticas limitaciones de los poderes políticos españoles (y europeos) sobre los productos catalanes. Huelga decir que en el marco de la UE –y más si Cataluña fuese miembro de ésta-, no es previsible que esas limitaciones pudieran llegar a tener demasiada importancia. Estas consideraciones generales sobre el comercio hay que analizarlas en el contexto del debate general de los efectos de fenómenos económicos actuales de gran alcance, como la globalización y de los procesos de integración económica de diferentes países (comercial, monetaria, fiscal, etc.), así como de otros fenómenos de orden político, como por ejemplo los procesos de integración y desintegración; estos últimos bajo la forma de aparición de nuevos estados. La contribución fundamental en este campo es el ya citado libro de Alesina y Spolaore (2003). Cuando el comercio está poco liberalizado y los países establecen medidas proteccionistas, no hay duda de que el hecho de pertenecer a un país de grandes dimensiones es una ventaja para las empresas, en términos de acceso a mercados mayores. Ahora bien, en el momento en que los mercados se liberalizan y se integran, esta ventaja resulta irrelevante, ya que el mercado objetivo de las empresas se amplía para abarcar la mayor parte del mundo. En palabras de Thomas L. Friedman (Friedman, 2006), el mundo es plano ( <<the world is flat>>) y las fronteras son prácticamente irrelevantes desde el punto de vista del comercio. Según este argumento, la globalización reduce progresivamente los costes de la secesión para los territorios que forman parte de estados más grandes. El efecto comercial de una frontera ¿Pero, realmente el mundo es totalmente plano y las fronteras no tienen ninguna importancia para el comercio? La respuesta es que no del todo. El proceso de glo- balización y de integración económica no es, ni mucho menos, completo12, y las fronteras aún parecen tener una gran incidencia en los patrones del comercio entre territorios, incluso en los casos en los que no existen restricciones formales para vender y comprar a otros países. Los economistas hablan del “efecto frontera” para referirse al fenómeno por el cual el comercio de un territorio con otros territorios dentro de un estado es más intenso que el comercio del mismo territorio con otros territorios que pertenecen a otros estados. Este fenómeno fue descrito por vez primera por McCallum (1995), después de observar que el comercio entre las provincias canadienses era mucho más intenso que el que éstas tenían con los estados norteamericanos13. Hay estudios que cuantifican el efecto frontera para el caso del comercio catalán y confirman que, efectivamente, Cataluña comercia más con las comunidades autónomas españolas que con otros territorios de fuera del Estado español, incluidos aquellos que también pertenecen a la UE14. La existencia de trabas administrativas y arancelarias al comercio internacional, las diferencias culturales y lingüísticas o la utilización de diferentes monedas son factores que pueden explicar el efecto frontera, pero lo más sorprendente es que éste también se da entre territorios sin prácticamente restricciones comerciales de ningún tipo y que , incluso, comparten idioma (la mayor parte de Canadá y los Estados Unidos) o moneda (en el seno de la Unión Monetaria Europea). Como remate final, hay estudios que demuestran la existencia de un efecto frontera provocado por las divisiones administrativas (estados norteamericanos, provincias canadienses, comunidades autónomas españolas, etc.) dentro de un mismo estado. Todo ello, hace que el efecto frontera sea un fenómeno mal entendido por los economistas siendo, en gran medida, incompatible con la teoría económica dominante en la profesión15 y que, por lo tanto, ha dado lugar a un volumen de investigación no(12) Ghemawat (2011) es una referencia interesante respecto al debate sobre el alcance actual de los procesos de globalización económica. (13) Este resultado se obtiene mediante la estimación de un modelo econométrico, en el que el comercio entre dos territorios depende del PIB de cada uno de ellos y de la distancia que los separa. El efecto frontera, por tanto, pondría de manifiesto que el Quebec comercia mucho más con British Columbia que con Nueva York o Massachusetts, territorios mucho más ricos y más cercanos geográficamente. (14) En Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 193) se pueden encontrar las referencias concretas. (15) Por ese motivo, Obstfeld y Rogoff (2001) lo declararon uno de los principales enigmas (“puzzle”) de la teoría macroeconómica internacional table, que pretende medirlo de manera precisa y explicar las causas que lo provocan. Los estudios iniciales de McCallum (1959) y Helliwell (1996) constataron la existencia de efectos frontera de magnitudes muy considerables (2.200% para el caso de las provincias canadienses. Unas cifras de esta magnitud resultaban paradoxales desde el punto de vista de la teoría económica, y un buen número de trabajos posteriores han querido demostrar que eran estimaciones exageradas debidas a cuestiones más o menos técnicas, como el procedimiento para medir la distancia entre territorios, la omisión de variables relevantes en el proceso de estimación econométrica, la no inclusión de los efectos de la aglomeración productiva o la no consideración de los efectos no lineales de la distancia sobre el comercio16. Desde este punto de vista, podríamos decir que el consenso actual en la literatura se inclina a afirmar que si el efecto frontera existe, tanto a nivel internacional como intranacional, su magnitud ha de ser mucho más moderada de lo que se había establecido inicialmente17. ¿Qué causas puede haber detrás del efecto frontera? Es evidente que las fronteras, internacionales o no, no causan por sí mismas una reducción del comercio. Sí que la pueden causar otros muchos factores que estarían en correlación con la existencia de dichas fronteras, como por ejemplo las políticas proteccionistas a lado y lado de éstas, las diferencias culturales e idiomáticas y de preferencias de los consumidores, el uso de monedas diferentes, la orientación hacia el comercio interno de las infraestructuras de transporte y comunicaciones, las diferencias en los sistemas reguladores (protección del consumidor, normas ambientales, etc.) y el sistema legal en general, la existencia de redes empresariales, asociativas y familiares, o la difusión desigual de la información a escala internacional, entre muchos otros. Probablemente el establecimiento de una frontera política entre Cataluña y España reduciría el comercio entre los dos países en la medida en que la independencia de Cataluña alterase alguno de los factores que suponemos que tienen que ver con la existencia del efecto frontera. En el caso en que el euro continuara siendo la moneda vigente en Cataluña y que las lenguas no fueran un obstáculo, el nivel de los intercambios entre los dos países debería (16) Las referencias de los principales estudios se pueden encontrar en Guinjoan y Cuadras Morató (2011, p. 193-194) (17) Algunos estudios más recientes (Dias, 2011, para el caso canadiense, y Llano-Verduras, Minondo y Requena-Silvestre, 2011, para el caso español) ponen en duda el la existencia del efecto frontera. mantenerse; en cambio, si suponemos que el nuevo estado catalán, reforzase las infraestructuras que lo conectan con Europa y que las preferencias de los consumidores españoles (catalanes) tendiesen a discriminar los productos catalanes (españoles) por razones políticas, es probable que la nueva frontera tuviera un efecto de una cierta importancia en el volumen de comercio entre ambos países. Precisamente, este último factor es uno de los que más preocupación generan en relación a la posibilidad de un proceso de secesión de Cataluña. La sección siguiente lo analiza más detalladamente. Política y comercio: las consecuencias económicas de un boicot a los productos catalanes Pese a las consideraciones que se han hecho en el apartado anterior sobre la naturaleza económica de las relaciones comerciales, hay que reconocer que el comercio, a menudo, también tiene una dimensión ideológica, política e, incluso, afectiva. Por lo tanto, tiene pleno sentido analizar la posibilidad de que la independencia de Cataluña y el conflicto político que comportaría desencadenase un boicot comercial contra los productos catalanes en el mercado español. Y no es una posibilidad remota, como se evidenció en el 2005, cuando en plena negociación sobre el nuevo Estatuto de Cataluña, se produjeron llamamientos en este sentido desde distintas plataformas de la opinión pública española. La obra de Guinjoan y Cuadras Morató(2011) hace un repaso exhaustivo de la problemática de los boicots comerciales centrados en países, tanto desde el punto de vista conceptual, como del estudio de casos concretos. El libro se centra en la evaluación de las repercusiones que tendría para la economía y las empresas catalanas un boicot comercial por parte de algunos sectores de la sociedad española. En el libro también se discuten de forma exhaustiva las teorías que describen en qué circunstancias – generalmente de tipo político- se pueden producir boicots comerciales que incidan directamente sobre las ventas de las empresas de un país. Así, se describe el “modelo de animosidad” utilizado por los teóricos del marketing para analizar los boicots comerciales dirigidos contra países –y también se explican algunos casos concretos– por motivos políticos o de alguna otra índole. Una buena parte de los argumentos expuestos en esta sección del documento se basan en el contenido de la obra mencionada. El análisis de las consecuencias económicas del boicot, parte del hecho de que éste afectaría, a la dimensión comercial, como es lógico, e implicaría la modificación de los flujos de intercambios entre Cataluña y España. En términos generales, hay dos efectos que la orquestación de un boicot a los productos catalanes provocaría en el comercio bilateral. En primer lugar, parece claro que las empresas catalanas verían limitadas sus exportaciones al mercado español. En segundo lugar, también podría producirse en Cataluña un proceso de sustitución de importaciones procedentes de España como consecuencia de un boicot reactivo por parte de los catalanes hacia los productos españoles. De hecho, no hay bases convincentes para pensar que, ante un conflicto político como el que se está analizando, los catalanes no tuviesen reacciones sociales idénticas a las de los españoles. En consecuencia, la hipótesis de trabajo más razonable es pensar que el boicot sería simétrico. Los efectos estrictamente comerciales del boicot tendrían unas consecuencias sobre la actividad económica y la generación de valor añadido en Cataluña que sería necesario cuantificar. Dicho de otra manera, la pregunta concreta que se quiere contestar es cual sería la repercusión que tendría sobre el PIB de la economía catalana un boicot comercial por motivos políticos, llevado a cabo por algunos sectores del mercado español. Esencialmente, el ejercicio que se propone en el libro consiste en comparar dos situaciones de la economía catalana el año 2005. En primer lugar, la economía catalana “real”, tal como se describe en las estadísticas oficiales y, en concreto, en la tabla input-output; y en segundo lugar, una economía catalana “simulada”, que tendría en cuenta los efectos económicos derivados de los cambios producidos por una hipotética independencia. Estos cambios, como ya se ha mencionado anteriormente, se centran en dos aspectos principales. La reducción de las exportaciones catalanas hacia España contribuye a una reducción de la producción, el valor añadido y la ocupación de la economía catalana; en cambio, la sustitución de importaciones procedentes de España tendría una contribución de sentido opuesto sobre las variables económicas agregadas de la economía catalana. La tabla input-output de Cataluña del 200518 publicada por el Indescat es la principal fuente estadística utilizada, y el fundamento teórico de la simulación que se lleva a cabo es el análisis input-output19. La tabla input-output se puede definir, desde un punto de vista contable, como un método sistemático de recopilación y presentación de material estadístico, consistente en agrupar las actividades económicas (18) La del año 2005 es la última tabla input-output de la economía catalana publicada por el Idescat. Las previsiones indican que la próxima en ver la luz es la correspondiente al año 2011 pero, en el momento de redactar este documento, aún se encuentra en fase de elaboración. (19) Se puede encontrar una descripción más detallada de todos los cálculos efectuados en Cuadras Morató y Guinjoan (2012) El análisis input-output se basa en la interdependencia de sectores productivos. Es especialmente adecuado para los propósitos del ejercicio descrito, porque permite determinar cual es la incidencia sobre todos los sectores productivos de la economía que experimentan cambios como los que se describen en esta sección del documento. Supongamos que las exportaciones catalanas se reducen por los efectos de un boicot: es evidente que habría un perjuicio directo para los exportadores, que dependería del volumen que cada sector exportase a España. Pero, los perjuicios no se acaban aquí, porque también hay que contabilizar las pérdidas ocasionadas a los sectores que, sin exportar directamente a España, suministran inputs a los sectores exportadores. Y también las de los sectores que suministran a los suministradores de los exportadores. Y así podríamos continuar ad infinitum. Precisamente, la ventaja principal de usar el análisis input-output es que permite hacer un cálculo sencillo de todos estos efectos directos e indirectos. Por otro lado, también se deberían contabilizar los beneficios que obtendrían determinados sectores por la sustitución parcial de importaciones procedentes de España y, tal como se ha explicado con anterioridad, sus suministradores y los suministradores de sus suministradores, etcétera. Evidentemente, los efectos derivados de la sustitución de importaciones serían de signo opuesto a los de la reducción de exportaciones. Una dificultad obvia que se encuentra al presentar los resultados de este análisis es el problema de cómo determinar el alcance efectivo del boicot o, dicho de otra forma, cual sería la reducción concreta de las exportaciones dirigidas al mercado español. En Guinjoan y Cuadras Morató (2011) se describen los indicios disponibles en los que se podría basar la determinación de esa variable, teniendo en cuenta los estudios demoscópicos existentes (capítulo 11), las experiencias comparadas a escala internacional (capítulo 9) o el análisis del episodio del año 2005 (capítulo 10), pero sin que sea posible fijar de una forma inequívoca el alcance real del boicot. Este problema hace que sea conveniente presentar los resultados de la simulación de la manera más agnóstica posible. Por ello, la tabla 4 presenta la reducción del PIB catalán para todos los escenarios posibles de reducción de las exportaciones de productos catalanes al mercado español, teniendo en cuenta los supuestos siguientes: a) el boicot afectaría de una manera más acentuada a los bienes destinados al consumidor final que a aquellos destinados a las empresas (bienes intermedios o de inversión) , y b) la reacción social en ambos lados sería idéntica y, por lo tanto, el boicot catalán a los productos españoles sería de la misma magnitud que el que sufrirían los productos catalanes en el mercado español. Tabla 4. Reducción del PIB catalán como consecuencia de un boicot comercial (en %) Impacto del boicot sobre las ventas a los consumidores finales (%) Impacto del boicot sobre las ventas a empresas (%) en ramas de actividad y cuantificar las transacciones entre las empresas de unas ramas con las de otras (los llamados “inputs intermedios”), la producción que cada rama destina a usos finales (consumo de familias y administraciones, inversiones en bienes de capital que hacen las empresas y exportaciones) y la utilización que cada rama hace de en su proceso de producción de los llamados “inputs primarios” (trabajo y capital). Dicho de otra manera, la tabla inputoutput nos ofrece una información detallada del destino final de la producción de cada rama de actividad –que puede ser como inputs intermedios utilizados por otras ramas de actividad o como usos finales- y del origen de los inputs utilizados por cada rama en su proceso productivo (inputs intermedios provenientes de la producción de otras ramas y inputs primarios, básicamente trabajo y capital). Fuente: Guinjoan i Cuadras Morató (2011) ¿Como hay que leer la tabla 4? Un ejemplo lo puede ilustrar. Si se supone que el boicot comercial provoca una disminución de un 40% de las ventas de productos de consumo en el mercado español y de un 20% de las ventas destinadas a empresas, la reducción del PIB catalán sería de un 4%. Una disminución del PIB del orden de magnitud del déficit fiscal catalán en los últimos veinticinco años (8%) solo se produciría con una reducción del 50% de todas las exportaciones catalanas a España o, alternativamente, con una reducción del 75% de las ventas de productos de consumo y del 40% de los bienes destinados a usos empresariales. Determinar cual sería el alcance real de un boicot comercial por razones políticas es un ejercicio altamente especulativo y, por lo tanto, cuestionable, incluso cuando se tratan de analizar todos los indicios mencionados más arriba. La ventaja de la presentación de los resultados de todos los escenarios posibles es que permite que se escojan los valores que cada cual considere más plausibles sobre el impacto económico de un boicot comercial a causa de la secesión de Cataluña –aunque, evidentemente, ello no exime a nadie de justificar su elección-. Ahora bien, hay que remarcar que una reducción de las exportaciones de la magnitud necesaria para igualar el déficit fiscal que sufre Cataluña hoy en día es un escenario tan catastrofista que, en las circunstancias actuales, se puede considerar poco probable. La posible duración de un boicot de estas características es otra de las consideraciones importantes para poder valorar su incidencia. La mayor parte de los estudios internacionales sobre boicots comerciales a países, reflejan el hecho de que éstos no tienen una duración excesivamente larga y pierden efectividad de una manera rápida, seguramente tanto por el cansancio de los boicoteadores como por las actuaciones defensivas de las empresas afectadas21 . Para precisar el impacto exacto del boicot sobre la economía catalana, habría que determinar la duración exacta del boicot y el alcance – en principio todo hace pensar que decreciente- de éste durante las diferentes fases. Sin embargo, es evidente que esta labor entraría en el terreno de la pura especulación. Es obvio que los efectos de un boicot no serían de la misma magnitud para todos los sectores de la economía catalana. El nivel de disgregación de la información estadística contenida en la tabla input-output de Cataluña del año 2005 (hasta 65 ramas de actividad) permite establecer también cuales serían las consecuencias del boicot a nivel sectorial22. No se entra en el detalle de los cálculos en el presente documento, pero hay que mencionar que los sectores más afectados serían, lógicamente, los que dirigen un mayor porcentaje de sus ventas hacia el mercado español. También los sectores que venden a los sectores exportadores tendrían efectos negativos, si bien mucho menores; en cambio, algunas actividades quedarían totalmente al margen, como por ejemplo la mayor parte de los servicios (actividades que ocupan a muchos miles de personas en Cataluña), por el hecho de que sus compradores son, principalmente, consumidores locales. Por último, creemos interesante acabar esta parte del informe con una referencia al sector turístico, una actividad económica de gran importancia en Cataluña y que tiene un tratamiento específico en la tabla input-output de la economía catalana, lo que hace necesaria la siguiente aclaración. Las exportaciones del sector turístico se incluyen en la partida de consumo de los no residentes en el interior del país y no en la de exportaciones de las ramas de actividad correspondientes. Esto podría inducir a pensar que el ejercicio descrito más arriba subestima de una manera importante los posibles efectos finales de un boicot del mercado español a las empresas catalanas, en este caso porque no incluiría la posible reducción del número de turistas españoles a Cataluña. Sin embargo, teniendo en cuenta los supuestos que se han hecho sobre la simetría del boicot y los efectos de sustitución parcial de las importaciones, es poco probable que la omisión de las exportaciones del sector turístico introduzca un sesgo importante a la baja, en las estimaciones que se han presentado de los efectos del boicot, por el hecho de que todas las estimaciones de la relación comercial de Cataluña con España en cuanto a intercambios de servicios turísticos indican que ésta es claramente deficitaria desde el punto de vista de la economía catalana23. Algunas consecuencias comerciales de experiencias previas de secesión en Europa (21) Otra característica que han puesto de manifiesto los estudios sobre estos boicots es que muy raramente afectan de la misma manera a todos los productos procedentes de un país (para más detalles ver: Guinjoan y Cuaras Morató, 2011, capítulo 9). De hecho, la tendencia es que se centren en productos especialmente emblemáticos o representativos del país en cuestión (por ejemplo, el principal damnificado de los boicots a los productos franceses siempre suele ser el vino del país). La última parte de esta sección se dedica a analizar muy brevemente la evolución del comercio exterior en los momentos inmediatamente posteriores a la secesión de algunos países europeos que se independizaron a principios de los años noventa del siglo pasado. Los países examinados serán la República Checa y Eslovaquia, Eslovenia y las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania). Huelga decir que esos países, en el momento de conseguir la independencia, salían de situaciones políticas y económicas que nada tienen que ver con el panorama existente en Cataluña hoy en día. Aunque el análisis de esos procesos de separación puede ser útil por el hecho de que son los episodios más cercanos a lo que podría ser una declaración de independencia en Cataluña, al mismo tiempo hay que ser conscientes de que es muy difícil sacar conclusiones que se puedan aplicar al caso catalán de manera directa. El objetivo fundamental es examinar la evolución del comercio de estos países con el territorio del que se habían (15) El lector interesado puede consultar el apéndice de Cuadras Morató y Guinjoan (2012), que incluye los resultados de la simulación para las 65 ramas de actividad de la tabla input-output. (23) Estas estimaciones se basan en los datos publicados tanto por el Idescat como por la base de datos C-intereg. separado y con el resto del mundo. Checoslovaquia se separó en dos estados diferentes, la República Checa y Eslovaquia, el día 1 de enero de 1993. Aunque no es fácil determinar con certeza el volumen de las relaciones comerciales previas a la separación,24 parece ser que, el año 1991, la República Checa constituía el 50% de las exportaciones eslovacas, mientras que Eslovaquia constituía un tercio de las exportaciones checas. Durante el período 1991-1993 les relaciones comerciales en los dos sentidos se redujeron algo por encima del 25%,25 pero se recuperaron con posterioridad de manera que, entre 1993 y 1996, las exportaciones checas a Eslovaquia crecieron un 8%, y las eslovacas hacia la República Checa, un 18%. El detalle más espectacular del período posterior a la independencia es, sin duda, la explosión exportadora a los mercados mundiales de los dos países nuevos que, en un período de tan solo tres años (1993-1996), vieron aumentar las ventas al extranjero un 51% (República Checa) y un 62% (Eslovaquia), con un crecimiento especialmente significativo de las exportaciones a los países de la UE donde, por encima de todos los demás, destaca el protagonismo de Alemania. El 25 de junio de 1991 se proclamó la independencia de Eslovenia. Es complicado precisar las consecuencia comerciales de este hecho, porque es difícil encontrar datos referidos al período previo. Sin embargo, algunas estimaciones dan claramente a entender que el impacto del proceso sobre las exportaciones eslovenas a los mercados de Yugoslavia fue muy importante27. Hay que recordar que, a diferencia del caso de Checoslovaquia, la independencia de Eslovenia fue acompañada de un conflicto bélico, (la llamada “guerra de los Diez Días”). En cualquier caso, en el período inmediatamente posterior (1993-1996) las exportaciones eslovenas al resto de los países que formaban Yugoslavia creció un 44%, una tasa más alta que el crecimiento de las exportaciones totales (37%), dirigidas ya, muy mayoritariamente, a los países de la UE.28 (24) Se pueden encontrar detalles sobre las relaciones comerciales previas a la separación en Fidrmuc y Horváth (1998). (25) Hay que tener en cuenta que una de las consecuencias de la separación fue la ruptura de la unión monetaria entre los dos países. Hay estudios que demuestran que los países que comparten una misma moneda mantienen una relación comercial más intensa. (26) Todos los datos posteriores a 1993 se han obtenido de los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) de las dos economías. (27) Según los datos presentados en Damijan (2004), el 1992 el valor de las exportaciones eslovenas a Yugoslavia equivalía al 22% del valor que tenían el año 1990. (28) Datos obtenidos de los informes del FMI sobre la economía eslovena. Como en los casos anteriores, es muy complicado hacer una comparación de los flujos comerciales, antes y después de la proclamación de la independencia, en los países bálticos. El sistema económico de la antigua Unión Soviética lo hace aún más difícil. Rusia se mantuvo como un socio comercial de importancia considerable para los tres países bálticos, en los años inmediatamente posteriores a la independencia, a pesar de que la crisis financiera de 1998 representó un freno muy importante a las exportaciones al mercado ruso. En el caso de Lituania, las exportaciones a Rusia crecieron un 65% durante el período 1994-1997 (las exportaciones totales crecieron un 90%) y el mercado ruso representaba, de media, un 2% del total. En Estonia las exportaciones totales crecieron un 70% durante el mismo período. El protagonismo del mercado ruso fue decreciendo de manera considerable (el crecimiento de las exportaciones a Rusia durante ese período estuvo muy por debajo de la media, un 19%), en favor de los mercados sueco (165%), finlandés y de los otros países bálticos (80%). Finalmente, en el caso de Letonia, Rusia era el destino de un 21% de las exportaciones letonas el 1997. El hecho de que el crecimiento de las exportaciones totales durante el período 1994-1997 (75%) superase claramente las exportaciones dirigidas al mercado ruso (31%) evidencia la pérdida de peso de Rusia en favor de los países de la UE, especialmente Alemania y el Reino Unido29, en este caso. 5. Algunas reflexiones preliminares sobre el impacto de la independencia en los flujos financieros de la economía catalana con el exterior Aparte de los flujos comerciales (exportaciones e importaciones de bienes y servicios) y fiscales (pago de impuestos y recepción de servicios e inversión pública), los catalanes también mantienen relaciones financieras con el resto del mundo. Esto quiere decir, simplemente, que los ahorradores catalanes colocan una parte de sus ahorros en el exterior, de la misma manera que las empresas catalanas también financian una parte de sus inversiones con ahorros (29) Los datos para las economía lituana y estonia se han obtenido de los informes del FMI sobre estas economías. Los datos sobre Letonia proceden de Spruds (2001). procedentes de fuera de Cataluña. El saldo de la balanza financiera que, grosso modo, es la contrapartida del saldo de la balanza por cuenta corriente, básicamente refleja si un país tiene capacidad (las salidas de capital superan a las entradas) o necesidad (al revés) de financiación. En el primer caso, el país tiene un déficit de la balanza financiera (superávit de la balanza por cuenta corriente) y presta a otros países, mientras que en el segundo caso, en el que el país tiene un superávit de la balanza financiera, o lo que es lo mismo, un déficit por cuenta corriente, el país se endeuda respecto al resto del mundo. Las preguntas obvias que habría que hacerse en este ámbito son cual es la naturaleza de las relaciones financieras de Cataluña con el resto del mundo, incluyendo España, y cómo les afectaría una hipotética independencia. Desgraciadamente, sobre estos tema, de máxima importancia, es casi imposible decir nada por una falta, casi absoluta, de información. No hay estudios recientes sobre las relaciones financieras entre Cataluña y el resto del mundo que nos permitan ni tan solo aproximarnos a una posible respuesta de la primera de las preguntas.30 Por no saber, actualmente en Cataluña no se dispone de un dato tan fundamental, desde el punto de vista macroeconómico, como el signo y el saldo de la balanza financiera del país, es decir, si el país tiene, en términos globales, capacidad o necesidad de financiación. Se desprende de lo dicho con anterioridad que las respuestas que se puedan dar a la segunda pregunta no pueden pasar, en ningún caso, del terreno de la especulación más o menos informada. En cualquier caso, es seguro que, para financiarse en los mercados internacionales, la economía catalana dependería completamente de la confianza que mereciesen la solvencia de su gobierno y de sus entidades financieras -y, en consecuencia, del rating que les otorgaran las agencias de calificación-. Por ello, sería imprescindible asegurar unas buenas perspectivas de crecimiento económico para el país y el máximo rigor tanto en su política económica como en la gestión y regulación de sus entidades financieras. En el apartado de las relaciones financieras entre Cataluña y el resto del mundo, hay que prestar especial atención a la categoría de las inversiones directas de las empresas, debido a que este tipo de flujos financieros tienen una relación directa con las actividades productivas y la generación de renta, ocupación y bienestar. Las restricciones en la información al alcance hacen que solo se pueda tener acceso a la información sobre los flujos de inversión directa que provienen del resto del mundo y que se dirigen hacia (30) La última aproximación al tema se refiere a los años 1993 y 1994 (Generalitat de Catalunya, 1997) él. Sobre los flujos con España, que probablemente solo se podrían aproximar con algún procedimiento de estimación indirecta, no tenemos información de ningún tipo. Esto último es bastante preocupante, dado que la deslocalización de plantas productivas situadas en Cataluña y pertenecientes a empresas de control español, es un riesgo nada despreciable que podría derivarse del proceso de secesión.31 Deslocalizar una planta de producción es una decisión que implica costes que muy a menudo las empresas no quieren asumir, pero podríamos imaginar una situación en qué las plantas productivas situadas en Cataluña recibieran progresivamente una carga menor de trabajo y menos inversiones, en beneficio de otros centros productivos situados en el resto de España, ya fuera por criterios puramente empresariales o bien por motivos que reflejasen influencias ideológicas o políticas. Una pregunta que también hay que hacerse es como afectaría la independencia al sistema financiero catalán. Esta es una pregunta complicada y, de hecho, las complicaciones empiezan desde el momento mismo de definir qué es el sistema financiero catalán y qué entidades forman parte de él. Si se entiende que el sistema financiero catalán es el conjunto de empresas e instituciones que intervienen en Cataluña –independientemente de la propiedad de su capital o de la situación de su sede social-, la conclusión sería que el grado de afectación estaría, en gran parte, en correlación con lo que pudiera pasar con la actividad económica del país. Si se supone, por ejemplo, que la independencia no afectaría excesivamente al grado de actividad económica de Cataluña, tampoco tendría por qué modificar de manera drástica la actividad de intermediación financiera. En cambio, si se define el sector financiero catalán como el conjunto de empresas financieras que tienen su sede social en Cataluña y son identificables por los consumidores como catalanas, entonces, teniendo en cuenta que una buena parte del negocio de estas empresas se lleva a cabo en el mercado español, sin duda se podrían ver afectadas por acciones de represalia o boicot comercial (retirada de depósitos, por ejemplo) que podrían perjudicarlas notablemente y obligarlas a tomar medidas de tipo defensivo. (31) Habría que suponer que una Cataluña independiente sería capaz de mantener, o incluso aumentar, su capacidad de atracción de inversiones procedentes del resto del mundo. Si no fuera así, el proceso de independencia implicaría riesgos adicionales que habría que considerar 6. Conclusiones En un momento histórico como el actual, en el que parece que hay un soporte creciente a la idea de independencia de Cataluña, existen, por lo menos, dos factores que justifican la importancia de que se lleven a cabo análisis rigurosos sobre las posibles consecuencias que tendría. Por un lado, el camino hacia la independencia forma parte de un proceso lleno de incertidumbre respecto a las reacciones que se puedan producir en el interior del país, en España y en el resto del mundo. Una primera contribución de los estudios sobre la independencia debería ser la de dar respuestas, lo más precisas posibles, a las preguntas que, legítimamente, se formula la sociedad ante un proceso de tanta importancia. Por otro lado, este es un ámbito en el cual, demasiado a menudo, predomina el debate pasional y la confrontación identitaria por encima del análisis racional y libre de prejuicios sobre los pros y los contras del proyecto independentista. Ello no obstante, a medida que la sociedad catalana se plantee el proceso de la secesión, se irá viendo como reclama, con mayor intensidad, la investigación y el conocimiento que la permitan el cálculo objetivo y sistemático de las ventajas y desventajas de un estado propio. La independencia de Cataluña tendría un efecto positivo muy obvio, derivado de la eliminación del déficit fiscal que sufre el país. Esto se traduciría directamente en recursos adicionales a disposición de los catalanes. Al mismo tiempo, sin embargo, es cierto que las empresas catalanas de penden, en gran medida, de sus exportaciones al mercado español, que se podrían ver alteradas, por ejemplo, por efecto de un boicot comercial por parte de los consumidores. Los resultados reseñados en este informe demuestran que lar educción de las exportaciones hacia España tendría que ser de una magnitud muy considerable para anular el efecto positivo que se produciría en el ámbito fiscal. Además, teniendo en cuenta la relación existente entre algunos de los principales factores de crecimiento económico de un país y el nivel de gastos públicos . la construcción y el mantenimiento de infraestructuras, los sistemas escolar y universitario o los programas de investigación e innovación empresariales son tres buenos ejemplos-, no es demasiado atrevido afirmar que la independencia y al eliminación del déficit fiscal permitiría incrementar no sólo la renta disponible de Cataluña a corto plazo, sino también sus perspectivas de crecimiento a plazo medio. Un ejemplo clarísimo de mejora de este tipo es la que se podría dar respecto a la situación de las infraestructuras del país, -donde se pueden incluir puertos, aeropu- ertos, ferrocarriles, carreteras, etc.-. La situación actual, que condiciona muy negativamente la competitividad de las empresas, se caracteriza tanto por la insuficiencia de las inversiones – son ejemplos sangrantes el inexistente corredor ferroviario Mediterráneo o, las tan reclamadas, conexiones ferroviarias del puerto de Barcelona-, como por una gestión centralista y llevada a cabo con criterios de escasa racionalidad económica por parte de las autoridades españolas. Desde este punto de vista, una gestión del gobierno catalán de la política de infraestructuras, con más recursos, y es esperable que con unos criterios más adecuados a las necesidades del tejido productivo del paíspermitiría incrementar el potencial de crecimiento de la economía catalana. Como conclusión general, se puede afirmar que, en vista de los argumentos que se han expuesto en este informe, a pesar de que la independencia de Cataluña es un proyecto estrictamente político que depende de la voluntad de los ciudadanos, parece difícil pronunciarse en su contra con argumentos basados exclusivamente en su inviabilidad desde el punto de vista económico. Referències Alesina, Alberto; Spolaore, Enrico (2003). The Size of Nations. Cambridge: The MIT Press. Alesina, Alberto; Spolaore, Enrico; Wacziarg Roman (2005). «Trade, Growth and the Size of Countries». Philippe Aghion and Steven Durlauf (editors). Handbook of Economic Growth, Volume 1B. Amsterdam: Elsevier B.V. Cuadras Morató, Xavier; Guinjoan, Modest (2012). «Una aproximació a l’impacte sobre el VAB català de la reducció dels fluxos comercials entre Catalunya i la resta d’Espanya». Revista Econòmica de Catalunya, 65. Damijan, Joze P. (2004). «Reentering the Markets of the Former Yugoslavia». 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