UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN CAMPUS DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y AGROPECUARIAS MEDICINA VETERINARIA Y ZOOTECNIA CIRUGÍA VETERINARIA QUINTO SEMESTRE GRUPO B Agosto - Diciembre 2025 Revisión bibliográfica Tejidos básicos y cicatrización Autores (Equipo 1): [email protected] Cocom Canto Karen Anahí [email protected] Contreras Cano Andrea Carolina [email protected] Salazar Chacón Ángel André [email protected] Soto Mendoza Rebeca Guadalupe [email protected] Vázquez Jiménez Brenda Camila Docente: M. en C. Carlos Sauri Arceo Mérida, Yuc., a 6 de octubre de 2025 1. Introducción El cuerpo animal está compuesto por millones de células organizadas en estructuras especializadas llamadas tejidos, que colaboran para cumplir funciones específicas. El término “tejido”, derivado del francés tissu (textura), fue introducido por Marie François Xavier Bichat (1771–1802), quien, mediante disecciones macroscópicas, describió cerca de veinte tipos distintos de tejido. Más adelante, en 1919, Mayer acuñó el término “histología” —del griego histos (tejido) y logos (estudio)— al investigar la anatomía microscópica del cuerpo humano, observando las mismas unidades estructurales descritas por Bichat. Los tejidos pueden definirse como agrupaciones organizadas de células y material extracelular (matriz extracelular) que presentan morfología semejante y desempeñan funciones específicas dentro del organismo. Esta organización refleja la cooperación funcional entre las células, que trabajan de manera coordinada para mantener la integridad y el funcionamiento del cuerpo. Aunque la célula constituye la unidad básica de la vida, son los tejidos los que, mediante la interacción de sus componentes, garantizan las funciones fisiológicas y estructurales de los órganos (Pawlina, 2016). Las células de un mismo tejido se conectan mediante uniones especializadas, como las uniones de anclaje o de hendidura, que permiten la comunicación, el intercambio de señales químicas y eléctricas, y la respuesta conjunta frente a estímulos hormonales, nerviosos o mecánicos. Desde una perspectiva embriológica, el concepto de tejido está estrechamente ligado al proceso de diferenciación celular. Tras la fecundación, los gametos se fusionan para formar el cigoto, el cual inicia divisiones mitóticas que originan las tres capas germinativas del embrión: ectodermo, mesodermo y endodermo. A partir de estas capas se desarrollan las distintas líneas celulares que, mediante cambios en forma, función y organización, se especializan para formar los diferentes tejidos del organismo animal. Este proceso garantiza que cada tipo celular adquiera características morfológicas y fisiológicas adecuadas para cumplir funciones específicas dentro del cuerpo. A pesar de la enorme diversidad estructural y funcional que presentan los órganos, todos ellos se originan a partir de estos cuatro tejidos fundamentales. El tejido epitelial cubre las superficies corporales, reviste cavidades internas y forma glándulas; el tejido conjuntivo brinda soporte estructural y funcional a los demás tejidos; el tejido muscular se compone de células contráctiles responsables del movimiento; y el tejido nervioso capta, transmite e integra información del medio interno y externo, coordinando las actividades del organismo. Cada uno de ellos posee propiedades morfológicas y funcionales particulares que permiten su clasificación y estudio, sirviendo como base para comprender la organización biológica, el desarrollo y la fisiología de los seres vivos (Fortoul, 2013). 2. Tejido epitelial El tejido epitelial está formado por agrupaciones de células estrechamente unidas, con un mínimo espacio y escasa matriz extracelular. Estas células se disponen sobre una membrana basal, que actúa como soporte estructural y límite respecto a los tejidos subyacentes. Es un tejido avascular, por lo que, obtiene sus nutrientes por difusión a partir de los capilares del tejido conectivo subyacente. Este tejido reviste tanto las superficies externas del cuerpo como las cavidades internas cerradas, incluido el sistema vascular, y tapiza los conductos corporales que se comunican con el exterior, como los de los sistemas digestivo, respiratorio y genitourinario. Asimismo, el epitelio constituye la porción secretora (parénquima) de las glándulas, así como sus conductos excretores. Segun Mescher (2018) entre las principales funciones de este tejido, se incluyen: • Cubrir, revestir y proteger superficies corporales (por ejemplo, la epidermis). • Absorber sustancias (como ocurre en el epitelio intestinal). • Secretar productos (en las células parenquimatosas de las glándulas). Además, algunas células epiteliales están especializadas para cumplir funciones adicionales, como las células mioepiteliales, que poseen capacidad contráctil, o las células sensoriales, que actúan como receptores del olfato, gusto, audición y visión, integrando al epitelio en los mecanismos de percepción y respuesta del organismo. Las células que componen el epitelio presentan tres características principales según Fortoul (2013): • Se encuentran estrechamente unidas entre sí mediante complejos de unión intercelular especializados. • Poseen polaridad morfológica y funcional, ya que sus funciones se distribuyen en tres regiones con características particulares: una superficie libre o apical, una superficie lateral y una región basal. La composición lipídica y proteica de la membrana determina las propiedades de cada una de estas regiones. • La superficie basal se apoya sobre una membrana basal, rica en proteínas y polisacáridos, la cual puede observarse con microscopía óptica empleando técnicas histoquímicas específicas. De acuerdo con Pawlina (2016) existen circunstancias en las que las células epiteliales pueden no presentar una superficie libre, conformando así lo que se conoce como tejido epitelioide. En estos casos, las células se agrupan de forma muy estrecha, manteniendo una relación cercana entre sí y apoyándose sobre una membrana basal, lo que permite su clasificación como epitelio. Sin embargo, debido a la ausencia de una superficie libre, resulta más adecuado referirse a este tipo de organización celular como epitelioide. Las células epitelioides se originan a partir de células mesenquimatosas progenitoras, es decir, células embrionarias indiferenciadas localizadas en el tejido conjuntivo. Aunque es posible que durante su desarrollo inicial hayan tenido una superficie libre, las células maduras de estos tejidos carecen de una región superficial o contacto con el exterior (Pawlina, 2016). Este tipo de disposición epitelioide es característica de muchas glándulas endocrinas, como las células intersticiales de Leydig en los testículos, las células luteínicas del ovario, los islotes de Langerhans del páncreas, el parénquima de la glándula suprarrenal y el lóbulo anterior de la hipófisis. Asimismo, las células epiteliales reticulares del timo se incluyen dentro de esta categoría. Además, estructuras epitelioides pueden formarse por la acumulación de macrófagos en el tejido conjuntivo como respuesta a lesiones o infecciones, así como en diversos tipos de tumores originados a partir del epitelio. Origen embrionario Según lo expone Pawlina (2016), en el desarrollo embrionario, el epitelio tiene un origen trilaminar, pues deriva de las tres capas germinales formadas durante la gastrulación: ectodermo, mesodermo y endodermo. Cada una de ellas contribuye a la génesis de distintos tipos epiteliales; en el ectodermo, que es la más externa de las tres capas germinales, se originan estructuras como la epidermis y sus derivados (pelo, uñas, glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, y el parénquima y los conductos de las glándulas mamarias) así como el epitelio de la cavidad oral y de la porción distal del conducto anal; el mesodermo da lugar a epitelios relacionados con el aparato reproductor y urinario, incluidos gónadas, conductos, y glándulas accesorias, de igual forma se origina el mesotelio (revestimiento epitelial de las cavidades pericárdica, pleural y peritoneal). El endodermo, constituye la capa más interna de las tres capas germinales, da lugar al revestimiento de vías respiratorias (tráquea, bronquios y pulmones), tubo digestivo (faringe, esófago, estómago, intestinos delgado y grueso) y vejiga urinaria, también se originan componentes epiteliales de glándula tiroides, cavidad timpánica, trompa auditiva (Eustaquio), amígdalas, glándulas paratiroides, hígado y páncreas. Las glándulas tiroides y paratiroides se originan a partir de invaginaciones epiteliales del piso y las paredes de la faringe, las cuales posteriormente pierden su conexión con los sitios donde se formaron. De manera similar, el timo se desarrolla como una yema epitelial que surge de la pared faríngea y crece hacia el mediastino, perdiendo también su unión con el punto de origen (Pawlina, 2016). Tipos de epitelio Los epitelios se agrupan principalmente en dos categorías funcionales: los epitelios de revestimiento o cobertura y los epitelios secretores o glandulares. Esta división es de carácter práctico, ya que existen epitelios de revestimiento cuyas células también desempeñan funciones secretoras (como ocurre en el epitelio gástrico), o bien presentan células glandulares intercaladas entre las de revestimiento, como sucede con las células mucosas del intestino delgado o de la tráquea (Mescher, 2018). Epitelios de revestimiento o cobertura Según Mescher (2016), las células de este tipo de epitelio se organizan en una o varias capas que cubren las superficies corporales o tapizan las cavidades internas de los órganos. Según el número de capas celulares y la forma de las células superficiales, se distinguen en: • Los epitelios simples poseen una única capa de células, • Los epitelios estratificados se componen de dos o más capas superpuestas. En cuanto a la morfología celular, Muse et al. (2023) clasifica los epitelios simples en: • Planas o escamosas, cuando su ancho es mayor que su altura. • Cúbicas, cuando el ancho, la profundidad y la altura presentan dimensiones similares. • Cilíndricas, cuando la altura celular supera de manera notable el ancho; en algunos casos, cuando la diferencia es ligera, se emplea el término cilíndrico bajo. Pawlina (2016) explica que las estructuras del tejido epitelial presentan diversas configuraciones. En los epitelios estratificados, la morfología y altura celular varían entre las capas, pero para su clasificación se toma en cuenta únicamente la forma de las células en la capa más externa. Por ejemplo, el epitelio estratificado plano está compuesto por varias capas, y la más superficial contiene células planas o escamosas (Mescher, 2018). En ocasiones, se considera un tercer criterio para clasificar el epitelio: la especialización del área apical de la célula (Pawlina, 2016). Así, algunos epitelios simples cilíndricos se denominan cilíndricos ciliados si poseen cilios en su región apical. Este mismo criterio se aplica al epitelio estratificado plano, cuyas células superficiales pueden estar queratinizadas o no. Por ello, la epidermis se identifica como epitelio estratificado plano queratinizado debido a la presencia de queratina en sus células superficiales. La forma queratinizada se encuentra principalmente en la epidermis, donde actúa como barrera frente a la deshidratación, mientras que el epitelio estratificado pavimentoso no queratinizado recubre cavidades húmedas internas, como la boca, el esófago y la vagina (Fortoul, 2013). El epitelio seudoestratificado y el epitelio de transición representan tipos especiales dentro de la clasificación de los tejidos epiteliales como señala Pawlina (2016). • El epitelio seudoestratificado, aunque parece estar compuesto por varias capas, en realidad es un epitelio simple, ya que todas sus células se apoyan sobre la membrana basal, aunque no todas alcanzan la superficie libre, lo que le da una apariencia de múltiples capas. Su presencia en el cuerpo es limitada y, debido a la dificultad para confirmar si todas las células contactan la membrana basal, su identificación suele basarse en el conocimiento de los lugares donde normalmente se encuentra (Mescher, 2018). • El epitelio de transición, también llamado urotelio, recubre gran parte del tracto urinario, desde los riñones hasta la porción inicial de la uretra. Es un epitelio estratificado con una estructura particular que le permite expandirse cuando la vejiga se llena (Mescher, 2018). De acuerdo con Pawlina (2016) existen epitelios simples planos con nombres específicos según su ubicación: • • • El endotelio recubre los vasos sanguíneos y linfáticos. El endocardio reviste las cavidades internas del corazón, como los ventrículos y aurículas. El mesotelio cubre las paredes y órganos dentro de cavidades corporales cerradas, como la abdominal, la pleural y la pericárdica. Tabla 1. Tipos de epitelio, Pawlina (2016). Clasificación Plano simple Cúbico simple Esquema Ubicación en el cuerpo Sistema vascular (endotelio) Cavidades del organismo (mesotelio) Cápsula de Bowman (riñón) Alvéolos respiratorios del pulmón Pequeños conductos de glándulas exocrinas Superficie del ovario (epitelio germinal) Túbulos renales Folículos de la tiroides Función Intercambio, barrera en el sistema nervioso central Intercambio y lubricación Absorción y conducción Barrera Absorción y secreción Cilíndrico simple Seudoestratifica do Plano estratificado Cubico estratificado Cinlíndrico estratificado De transición (Urotelio) Intestino delgado y colon Revestimiento del estómago y glándulas gástricas Vesícula biliar Tráquea y árbol bronquial Conducto deferente Conductos eferentes del epidídimo Absorción y secreción Epidermis Cavidad bucal y esófago Vagina Barrera y protección Conductos de las glándulas sudoríparas Grandes conductos de las glándulas exocrinas Unión anorrectal Grandes conductos de las glándulas exocrinas Unión anorrectal Barrera y conducción Cálices renales Uréteres Vejiga Uretra Barrera, distensibilidad Secreción Absorción Secreción y conducción Absorción y conducción Barrera y conducción Epitelios secretores o glandulares Las glándulas se dividen en dos tipos según la forma en que liberan sus sustancias pueden ser exocrinas y endocrinas, Mescher (2018): • Las glándulas exocrinas expulsan sus secreciones directamente sobre una superficie o mediante conductos epiteliales, los cuales pueden modificar el contenido secretado, ya sea concentrándolo, reabsorbiéndolo o añadiendo otros componentes. Estas glándulas se subdividen en mucosas, que generan secreciones viscosas, y serosas, que producen líquidos ricos en proteínas. Las glándulas exocrinas utilizan tres formas distintas de secreción: la merocrina, donde el producto se libera por exocitosis; la apocrina, en la que la secreción se envuelve en vesículas con una fina capa de citoplasma; y la holocrina, en la que la sustancia secretada se acompaña de restos celulares provenientes de la célula que muere en el proceso. En cuanto a su estructura, las glándulas exocrinas pueden ser unicelulares o multicelulares. Las unicelulares están formadas por una sola célula secretora entre células no secretoras, como las células caliciformes que producen moco en el intestino y en algunas zonas del sistema respiratorio. Las glándulas multicelulares, en cambio, están compuestas por varias células y presentan distintos niveles de complejidad. Se clasifican según la disposición de las células secretoras (parénquima) y la presencia o ausencia de ramificaciones en sus conductos. La forma más simple de glándula multicelular es una lámina de células secretoras, como el epitelio gástrico que recubre el estómago y las criptas gástricas. Otras glándulas multicelulares forman invaginaciones tubulares desde la superficie, donde el extremo contiene las células secretoras y la parte que las conecta con la superficie actúa como conducto. Si el conducto no se ramifica, la glándula se denomina simple; si se ramifica, se llama compuesta. Además, según la forma de la porción secretora, las glándulas pueden ser tubulares (rectas, ramificadas o enrolladas), alveolares o acinares (en forma de matraz o racimo), o tubuloalveolares (con conducto que termina en un saco dilatado). • Las glándulas endocrinas, en cambio, carecen de conductos. Liberan sus productos en el tejido conectivo, desde donde pasan al sistema circulatorio para llegar a las células objetivo. Estas secreciones se conocen como hormonas (Pawlina, 2016). En ciertos epitelios, algunas células liberan sustancias que no ingresan al torrente sanguíneo, sino que actúan sobre células cercanas. Este tipo de comunicación se conoce como señalización paracrina (Pawlina, 2016). Las células paracrinas liberan sus productos en la matriz extracelular, y estos alcanzan sus células objetivo por simple difusión. Un ejemplo de este mecanismo ocurre en los vasos sanguíneos, donde las células endoteliales influyen en el músculo liso vascular mediante la liberación de factores que inducen contracción o relajación. Por otro lado, Pawlina (2016), también menciona que existe la señalización autocrina, en la que las células secretan moléculas que se unen a receptores en la misma célula que las produjo. Este tipo de señalización suele activar mecanismos de retroalimentación negativa que regulan la propia secreción. Es común en células del sistema inmunitario, como aquellas que liberan interleucinas. Figura 1. Tipos de glándulas y su mecanismo de secreción, Pawlina (2016). Tabla 2. Clasificación de glándulas multicelulares, Pawlina (2016). Clasificación Ubicación típica Intestino grueso: glándulas del colon Tubular simple Piel: glándulas sudoríparas ecrinas Tubular simple enrollada Características La porción secretora de la glándula es un tubo recto formado por las células secretoras (células caliciformes). La porción secretora es una estructura tubular enrollada que está ubicada en la profundidad de la dermis. Tubular simple ramificada Estómago: glándulas mucosas del píloro Útero: glándulas endometriales Uretra: glándulas parauretrales y periuretrales Acinosa simple Acinosa ramificada Estómago: glándulas mucosas del cardias Piel: glándulas sebáceas Duodeno: glándulas submucosas de Brunner Tubular compuesta Páncreas: porción exocrina Acinosa compuesta Las glándulas tubulares ramificadas con una porción secretora ancha están formadas por las células secretoras y producen una secreción mucosa viscosa. Las glándulas acinosas simples se desarrollan como una evaginación del epitelio de transición y están formadas por una capa simple de células secretoras. Las glándulas acinosas ramificadas con porciones secretoras están formadas por células que secretan moco; un solo conducto corto se abre directamente en la luz. Las glándulas tubulares compuestas con porciones secretoras enrolladas están ubicadas en la profundidad de la submucosa del duodeno Las glándulas acinosas compuestas con unidades secretoras con forma Glándulas salivares submandibulares Tubuloacinosa compuesta alveolar están formadas por células serosas piramidales Las glándulas tubuloacinosas compuestas pueden tener unidades secretoras tubulares ramificadas mucosas y unidades secretoras acinosas ramificadas serosas; tienen casquetes serosos (semilunas) Proceso de cicatrización Epitelización La epitelización es el proceso mediante el cual la piel se regenera, especialmente durante la curación de heridas. La piel está compuesta por tres capas: epidermis, dermis y tejido subcutáneo. La epidermis, formada por epitelio escamoso estratificado, se divide en cinco capas: córnea, lúcida, granulosa, espinosa y basal (Muse et al., 2023). Los queratinocitos son las células principales de la epidermis y tienen un papel esencial en la reparación de heridas y en la protección de la piel. Estas células se multiplican en la capa basal y, al ascender, se transforman, pierden su núcleo y se aplanan para formar la capa más externa (Chen et al., 2015). Si este proceso falla, la cicatrización puede retrasarse. Durante su maduración, los queratinocitos cambian sus proteínas internas: en la base contienen queratina K5 y K14, y al subir se convierten en K1 y K10 (Pastar et al., 2014). En la capa granulosa, se producen lípidos y proteínas que rellenan los espacios entre células. Al final, los queratinocitos se deshidratan y se convierten en corneocitos, formando una estructura que actúa como “ladrillos y cemento” para mantener la hidratación de la piel (Muse et al., 2023). Este proceso de diferenciación está regulado por señales celulares, como el calcio, factores de crecimiento y proteínas específicas. Una vez que los queratinocitos se comprometen con la diferenciación, pierden sus orgánulos y ADN, y se forma la envoltura cornificada con proteínas como loricrina, involucrina y filagrina, junto con lípidos insolubles (Muse et al., 2023). La barrera de la epidermis se mantiene gracias a una proteína sensible al calcio llamada Scarf, que regula la función de otras proteínas. La renovación constante de los queratinocitos depende de células madre epidérmicas (CME), ubicadas en tres zonas: los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y la capa basal de la epidermis. Si estas áreas se dañan, la capacidad de regeneración de la piel disminuye (Muse et al, 2023). Reepitelización Cuando el tejido no puede regenerarse por completo, las células dañadas son reemplazadas por tejido conectivo, lo que da lugar a una cicatriz. Esto ocurre especialmente en lesiones graves o crónicas que afectan tanto a las células funcionales como al soporte estructural del tejido, o cuando se dañan células que no pueden dividirse. A diferencia de la regeneración, que restaura la estructura original, la cicatrización actúa como un parche que repara sin reconstruir por completo (Kumar et al, 2022). Muse et al, (2023) mencionan que la curación de heridas ocurre en cuatro fases que se superponen: hemostasia, inflamación, proliferación y remodelación. Al producirse una lesión, se activa la coagulación y se forma un tapón hemostático con plaquetas que detiene el sangrado y sirve de base para la llegada de células inflamatorias y la formación del coágulo (Kumar et al., 2022). Durante las primeras 48 horas después de una lesión en los tejidos, se desarrolla la fase inflamatoria, en la cual los neutrófilos se encargan de eliminar bacterias y limpiar el área afectada. En esta fase Los macrófagos juegan un papel central, promoviendo la inflamación y liberando factores de crecimiento como IL-1, IL-6, VEGF, TNF y TGF-beta, que inician la fase de proliferación (Muse et al., 2023). En esta etapa, fibroblastos y células endoteliales se multiplican, formando colágeno y nuevos vasos sanguíneos (angiogénisis). Esto da lugar al tejido de granulación, caracterizado por su aspecto rosado y granular (Kumar et al., 2022). Tabla 3. Resumen de las fases de la cicatrización de la herida, Buote (2024). Fase Subfase Tiempo Regulador celular Función Inflamatoria Hemostasia Inmediato Plaqueta Detener la hemorragia Apariencia clínica Presencia de coágulo o vasos trombosados Inflamación temprana/erite ma Inflamación tardía progresión Inmediato Entre 24-48hrs. 48-96 hrs. Angiogénesis Proliferativa Tejido de granulación 4-7 días Epitelización Etapa de maduración/re modelación Tejido cicatricial 21+días Neutrófilo Eliminar tejido no viable y material extraño; activar la inmunidad innata Macrógafo Coordinar la transición de respuesta a reparación Célula endotelial Formación de nueva vasculatura Fibroblasto Deposición de colágeno en la matriz Queratinocito Restaurar la función mediante continuidad epitelial Fibroblasto Mejorar la resistencia general de la herida Exudado, tejido no viable y posible material extraño Disminución del exudado respecto a la fase temprana; tejido no viable aún presente Aumento progresivo de tejido rojo brillante o rosado “saludable” Tejido blanco, brillante y firme, con menor sensibilidad por reducción de inervación Se observa como una sección de tejido blanco a lo largo de varios cambios de apósito Disminución del tamaño de la cicatriz con menor “altura” conforme se remodela colágeno Pocas horas después del daño, los queratinocitos cercanos a la herida se activan y comienzan a migrar y dividirse para cubrir la zona lesionada. Estas células se desprenden de la dermis, se alargan, se aplanan y desarrollan estructuras que les permiten moverse, como filamentos de actina y seudopodos. También reorganizan sus proteínas de adhesión para desplazarse sobre la matriz de la herida. Durante este proceso, los queratinocitos y fibroblastos liberan factores de crecimiento que regulan la regeneración. Las células continúan migrando desde los bordes hasta encontrarse en el centro de la herida. Muse et al. (2023) mencionan que, en heridas bien adheridas, este proceso puede completarse en 48 horas, aunque normalmente toma entre 2 y 3 semanas. Cuanto más rápido ocurre, menor es la formación de cicatriz. Las costras de gran grosor pueden dificultar el desplazamiento de los queratinocitos sobre la superficie lesionada, lo que prolonga el proceso de curación de la herida. Figura 2. Pasos en la cicatrización de una herida en la piel. (A) Formación del coágulo hemostático e inflamación. (B) Proliferación de células epiteliales; formación de tejido de granulación mediante el crecimiento de vasos sanguíneos y la proliferación de fibroblastos. La escara es la costra que se forma sobre la piel dañada. (C) Remodelación para producir la cicatriz fibrosa. Este es un ejemplo de cicatrización por segunda intención (Mescher, 2018). La curación de heridas en la piel se clasifica en dos tipos, Kumar et al. (2022): • Primera intención: cuando los bordes de la herida están bien alineados, como en una incisión quirúrgica, y hay mínima formación de cicatriz. • Segunda intención: cuando la herida es más grande y se requiere tanto regeneración como cicatrización. Ambos tipos siguen los mismos pasos fundamentales, aunque el resultado final puede variar en apariencia y funcionalidad. La cicatrización por segunda intención suele ocurrir cuando ciertas condiciones impiden una reparación rápida y directa del tejido. Entre los factores que contribuyen a este tipo de cicatrización se encuentran, Mayagoitia et al (2017): • Interrupción de la continuidad del tejido, como en heridas grandes o cortes profundos en la piel. • Destrucción total de las células del tejido afectado, como sucede en quemaduras severas. • Presencia de infección o contaminación, que dificulta el proceso de curación. • Disminución del flujo sanguíneo, como ocurre en casos de isquemia o infarto, lo que limita el aporte de oxígeno y nutrientes. • Traumatismos o movimientos repetitivos, como los que se producen en zonas de presión constante (por ejemplo, en animales postrados), en heridas quirúrgicas mal cerradas o en fracturas óseas inestables. • Factores sistémicos que inhiben la cicatrización, como infecciones generalizadas (sepsis), desnutrición, desequilibrios hormonales o el uso excesivo de corticoesteroides. • Enfermedades genéticas poco comunes, en las que células clave para la reparación —como neutrófilos, macrófagos o epiteliales— presentan deficiencias funcionales. Material y patrones de sutura Patrones subcutáneo y subepidérmico Como lo indica Fossum (2019) las suturas subcutáneas se emplean principalmente para eliminar espacios muertos y favorecer la aproximación de los bordes cutáneos, reduciendo así la tensión sobre las suturas externas (Figura xA). Por lo general, se aplican en forma continua, aunque en situaciones que requieren drenaje puede ser más conveniente utilizar suturas simples interrumpidas. Los cierres subepidérmicos o intradérmicos pueden sustituir las suturas cutáneas cuando se desea minimizar la formación de cicatrices o evitar la necesidad de retirar los puntos (por ejemplo, en pacientes poco cooperativos) (Fossum, 2019). Las suturas deben colocarse en la capa subdérmica fibrosa, también conocida como fascia subcutánea o “línea blanca”, en lugar de la capa subcutánea más laxa, para aproximar los bordes de la piel (Boute, 2024). Este tipo de sutura se inicia ocultando el nudo dentro de la dermis, y se avanza a lo largo del tejido dérmico, con puntadas paralelas al eje de la incisión, a diferencia de las suturas subcutáneas continuas lineales (Fossum, 2019). Utilizar esta capa en el cierre reduce significativamente el estrés sobre las suturas cutáneas Boute (2024) recomienda emplear material de sutura absorbible con aguja engarzada, utilizando calibres 3-0 o 4-0, los cuales proporcionan una tensión adecuada sin formar nudos voluminosos. El uso de polidioxanona es el más recomendado, debido a que su permanencia en los tejidos supera los 20 días, periodo que coincide con el tiempo requerido para la formación de fibras de colágeno durante el proceso de cicatrización. Figura 3. Patrones de sutura. A. Subcutáneo. B. Subepidérmico, Fossum (2019). Tabla 4. Patrones de sutura discontinua, (Fossum ,2019; ). Patrón Simple discontinuo Tipo Aposición Características clínicas Patrón estándar para cierre epidérmico. Permite ajuste individual, buena precisión en bordes. Útil en heridas pequeñas con poca tensión o como capa superficial tras cierre profundo. Aplicaciones comunes Biopsias por punch, laceraciones, cierre de piel en cara, párpados, extremidades. Material recomendado Monofilamento: 6-0 o 7-0 en cara/párpados; 5-0 en extremidades con baja tensión; 4-0 o 3-0 en zonas con tensión moderada o alta. Ideal en combinación con patrones de colchón para alivio de tensión. Híbrido entre interrumpido, colchón y continuo. Forma una “X” sobre la herida. Útil en heridas pequeñas, piel atrófica, o como capa secundaria. También se usa para hemostasia Usada para eversión de bordes. Útil como capa secundaria tras cierre Biopsias, laceraciones, cierre superficial tras sutura profunda, ligadura de vasos. Monofilamento: 6-0 o 7-0 en cara/párpados; 5-0 en extremidades con baja tensión; 4-0 o 3-0 en zonas con tensión moderada/alta; 4-0 absorbible para hemostasia interna. Monofilamento delgado: 6-0 o 7-0 en cara/párpados; catgut de absorción rápida De colchón horizontal Puntos en cruz De colchón vertical Aposición + estabilidad Alivio de tensión + eversión Biopsias, laceraciones, cara, párpados, orejas, extremidades, profundo. También indicada en piel atrófica o heridas con tensión. zonas con tensión moderada o alta. en párpados/orejas; 50 si hay poca tensión; 4-0 o 3-0 en zonas con tensión moderada o alta. De halsted Gambee Figura 4. Suturas discontinuas. A. Discontinua simple. B. De colchon horizontal. C. Puntos en cruz. D. De colchon vertical. E. De Halsted. F. De Gambee, Fossum (2019). Tejido conectivo Tejido muscular Tejido nervioso El tejido nervioso es el principal componente del sistema nervioso (Barbeito, Falcón y Magallanes, 2022). Histológicamente, todo el tejido nervioso se compone por las variaciones estructurales de las neuronas y su tejido de soporte (UCM, s.f.). • Células nerviosas o neuronas Son células altamente especializadas que no se dividen después de la etapa embrionaria (Geneser, 1998). • Tejido de soporte o células de la glía. El tejido de soporte está constituido por las células de la glía, las cuales varían según su localización en el sistema nervioso central o periférico. En el sistema nervioso central se encuentran los astrocitos, los oligodendrocitos, la microglía y la glía epitelial. En el sistema nervioso periférico se encuentran las células de Schwann (UCM, s.f.). Además, contiene un porcentaje variable de matriz extracelular (MEC), con abundantes proteoglicanos, que en algunas regiones ocupa el 25 % del volumen tisular y en otras es muy escasa (Barbeito, Falcón y Magallanes, 2022). Está distribuido en dos sistemas: el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico. El sistema nervioso central está constituido por el encéfalo y la médula espinal, el tejido nervioso en el sistema nervioso central posee algunas áreas compuestas por sustancia gris y otras por sustancia blanca; en las primeras se localizan los cuerpos neuronales que no están presentes en la sustancia blanca.; el sistema nervioso periférico está formado por los ganglios nerviosos periféricos, nervios, órganos receptores periféricos y terminaciones nerviosas (Geneser, 1998)(Barbeito, Falcón y Magallanes, 2022). Esta es una división útil para estudiar al sistema nervioso, pero no constituye una verdadera división anatómica debido, por ejemplo, a que las fibras nerviosas que componen los nervios del SNP se originan de somas neuronales ubicados en el SNC (Barbeito, Falcón y Magallanes, 2022). El tejido nervioso posee función sensitiva, integradora y motora; la función sensitiva se refiere a la captación de estímulos interoceptivos (organismo propio) y exteroceptivos (ambiente) por receptores especializados que los traducen a impulsos nerviosos, los cuales se dirigen al sistema nervioso central y se procesan. La función integradora comprende la elaboración de los estímulos recibidos, esta puede estar influenciada o modificada por otros estímulos o información previamente almacenada. Finalmente, la función motora consiste en la transmisión de la respuesta elaborada hasta el órgano efector (Aige y Morales, ----). Origen embrionario Durante la tercera semana de la gestación, el proceso más característico que se efectúa es la gastrulación, que comienza con la aparición de la línea primitiva cuyo extremo cefálico es el nódulo primitivo. En la región del nódulo y de la línea las células epiblásticas se invaginan para constituir otras capas celulares: endodermo y mesodermo. Forman el ectodermo las células que no migran por la línea primitiva, sino que permanecen en el epiblasto. Así pues, el epiblasto da origen a tres capas germinales en el embrión: ectodermo, mesodermo y endodermo (Sadler, 2016). De acuerdo con Sadler (2016) el periodo embrionario, o periodo de la organogénesis, tiene lugar de la tercera a la octava semana del desarrollo; es la fase en que las tres capas germinales –ectodermo, mesodermo, endodermo dan origen a varios tejidos y órganos específicos, hablando específicamente de la formación del tejido nervioso, este autor describe este proceso de la siguiente forma: Al inicio de la tercera semana de desarrollo, la capa germinal ectodérmica adopta la forma de un disco más ancho. El aspecto de la notocorda y del mesodermo precordal hacen que el ectodermo suprayacente se engruese para formar la placa neural. Las células de la placa constituyen el neuroectodermo y esta inducción representa el primer eslabón en el proceso de neurulación, que es el proceso mediante el cual la placa neural produce el tubo neural. Con forme la placa neural va alargándose, sus bordes laterales se elevan para producir pliegues neurales y la región medial deprimida da origen al surco neural. En forma gradual los pliegues neurales se acercan uno a otro en la línea media donde se fusionan. Así se forma el tubo neural. Mientras la fusión no esté completa, los extremos cefálico y caudal del tubo neural se comunican con la cavidad amniótica a través de los neuroporos anterior (craneal) y posterior (caudal). El neuroporo craneal se cierra aproximadamente en el día 25 en tanto que el neuroporo posterior lo hace en el día 28. En ese momento la neurulación ha terminado y el sistema nervioso central está representado por una estructura tubular cerrada con una parte caudal estrecha, la médula espinal, y las vesículas encefálicas, una parte cefálica mucho más ancha caracterizada por varias dilataciones. Conforme los pliegues neurales se elevan y fusionan, las células en el borde lateral o cresta del neuroectodermo empiezan a separarse. Las células de la cresta neural pasan por una transición epiteliomesenquimatosa al salir del neuroectodermo con una migración y desplazamiento activos para entrar en el mesodermo subyacente. Las células de la cresta provenientes de la región troncal salen del neuroectodermo después del cierre del tubo neural y migran por una de dos vías: 1) una vía dorsal que cruza la dermis donde entrarán en el ectodermo por orificios de la lámina basal para producir melanocitos en la piel y en los folículos pilosos de la piel; 2) una vía ventral, para convertirse en ganglios sensoriales, en neuronas simpáticas y entéricas, en células de Schwann y en células de la médula suprarrenal (humanos). La médula espinal, de donde se origina el extremo caudal del sistema nervioso central, se caracteriza por la placa basal que contiene las neuronas motoras, la placa alar de las neuronas sensitivas, una placa del suelo y una placa del techo como vías de comunicación entre ambos lados. Los nervios raquídeos se desarrollan a partir de los segmentos de la médula espinal. Tienen sus núcleos motores en la placa basal (dentro de la médula) y sus cuerpos celulares sensitivos en los ganglios raquídeos derivados de las células de la cresta neural (fuera de la médula). La glándula suprarrenal se origina en dos fuentes. La primera es el mesodermo de donde la pared corporal posterior prolifera para formar la corteza fetal, sustituida después por una segunda proliferación de esas células que producen la corteza definitiva. La segunda fuente son las células de la cresta neural que migran de los pliegues neurales para constituir la médula de la glándula. Se diferencia en células cromafines y representan neuronas simpáticas posganglionares modificadas. Al ser estimuladas por neuronas preganglionares, secreta adrenalina y noradrenalina directamente hacia la corriente sanguínea. Tras el cierre del tubo neural el encéfalo consta de tres vesículas: rombencéfalo (cerebro posterior), mesencéfalo (cerebro medio) y prosencéfalo (cerebro anterior). Más tarde estas vesículas primarias se subdividen en cinco regiones. El rombencéfalo se divide en mielencéfalo, que forma la médula oblongada (región que tiene una placa basal para las neuronas eferentes somáticas y viscerales y una placa alar para las neuronas aferentes somáticas y viscerales), y metencéfalo, con sus típicas placas basal (eferente) y alar (aferente). Esta vesícula cerebral también se caracteriza por la formación del cerebelo y del puente, ruta de las fibras nerviosas entre la médula espinal y las cortezas tanto cerebral como cerebelosa. El mesencéfalo, o cerebro medio, no se subdivide y recuerda la médula espinal por sus placas eferentes basales y aferentes alares. El prosencéfalo también se subdivide en diencéfalo en sentido posterior y en telencéfalo en sentido anterior. El diencéfalo tiene una delgada placa del techo y una gruesa placa alar en que se desarrollan el tálamo e hipotálamo. Participa en la formación de la hipófisis, que también se desarrolla a partir de la bolsa de Rathke. La bolsa produce la adenohipófisis, el lóbulo intermedio y la parte tuberal; el diencéfalo produce el lóbulo posterior, la neurohipófisis que contiene neuroglia y recibe fibras nerviosas del hipotálamo. El telencéfalo consta de dos prominencias laterales, de los hemisferios cerebrales y la lámina terminal. Los hemisferios cerebrales, originalmente dos prominencias pequeñas se expanden para cubrir la cara lateral del diencéfalo, del mesencéfalo y metencéfalo. Hay 12 nervios craneales, la mayoría de los cuales se originan en el rombencéfalo. Las neuronas motoras de cada par se localizan dentro del encéfalo, mientras que las neuronas sensitivas se originan afuera en las placodas ectodérmicas y las células de la cresta neural. Los nervios craneales (como los espinales) se originan, por una parte, de las neuronas motoras y van a distribuirse por los órganos efectores (músculos y glándulas) y, por otra parte, de los ganglios y núcleos nerviosos. Las fibras sensitivas derivan de las crestas neurales o ganglionares de los bordes del canal medular (Alfonso y Hernán, 1968). Estructuras y órganos que conforma La unidad básica y funcional del sistema nervioso es la neurona, cuya función es captar estímulos, transmitir y almacenar información, así como elaborar respuestas; básicamente traducen estímulos en potencial eléctrico y lo transmite en forma de impulsos eléctricos a otra neurona u órgano efector. Las neuronas se compone por un cuerpo celular o soma y ramificaciones estructuralmente clasificadas como dendritas, receptores terminales y axón, las dendritas son prolongaciones somáticas de distribución arboriforme que reciben impulsos nerviosos procedentes de otras neuronas principalmente, se encuentran presentes en neuronas motoras; los receptores terminales son células especializadas o terminaciones neuronales encargadas de recibir estímulos y generar impulsos eléctricos, presentes en todas las neuronas sensitivas, se clasifican en termorreceptores, mecanorreceptores, nociceptores, quimiorreceptores y fotorreceptores, por último, el axón es una fibra nerviosa encargada de transmitir impulsos desde el soma, puede medir desde milímetros hasta varios metros y puede estar recubierto por una vaina de mielina, en la porción final del axón se encuentran los botones terminales o sinápticos los cuales son utilizados para establecer conexiones con otras células. Por otro lado, se encuentran las células gliales o neuroglias, estas células realizan funciones de soporte físico, aislamiento del sistema nervioso, modulación de la velocidad de transmisión y modulación de la acción sináptica. En el sistema nervioso central se distinguen principalmente los astrocitos y oligodendrocitos; la función de los astrocitos es aislar al sistema nervioso central y realizar funciones de soporte físico a las neuronas, de esta manera, colabora en el mantenimiento de un entorno químico adecuado para la transmisión neuronal, los oligodendrocitos son células formadoras de mielina en el sistema nervioso central, en el sistema nervioso periférico quienes desempeñan esta función son las células de Schwann, de igual manera, las microglías son células gliales mononucleares fagocíticas, implicadas en reparación de lesiones tisulares, y finalmente los ependimocitos son células neuroepiteliales que recubren el sistema ventricular, plexos coroideos y el canal central (Aige y Morales). Anatómicamente, el tejido nervioso se divide en tejido nervioso central formado por encéfalo y médula espinal y tejido nervioso periférico que comprende nervios y ganglios que conectan sistema nervioso central con el resto del cuerpo. El sistema nervioso central formado por encéfalo y médula espinal se encuentra protegido por tejido óseo, como el cráneo y las vértebras respectivamente, se encuentra envuelto por tres membranas llamadas meninges que son la duramadre, aracnoides y piamadre, en el sistema nervioso central destaca la presencia de líquido cefalorraquídeo situado en el espacio subaracnoideo, entre la aracnoides y piamadre, de igual manera este líquido se aloja en el sistema ventricular. El tejido nervioso incluye sustancia gris y sustancia blanca; la sustancia gris corresponde a cúmulos de somas neuronales, macroscópicamente se observa de aspecto grisáceo, en contraste, la sustancia blanca corresponde a grupos de fibras con elevado contenido en mielina de aspecto blanquecino. El encéfalo es la porción intracraneal del sistema nervioso central, presenta tres divisiones principales, el cerebro, cerebelo y el tronco encefálico, aunque estructuralmente se conforman indivisiblemente, se encuentran interrelacionadas. El cerebro es la porción más rostral del encéfalo, la función que desempeña es recibir sensaciones, integrar información e iniciar motricidad, está formado por dos hemisferios cerebrales, los cuales se encuentran conectados entre ellos y unidos al tronco del encéfalo, en cada hemisferio la sustancia gris se dispone superficialmente formando la corteza cerebral e interiormente formando núcleos basales. El cerebelo ocupa la porción caudal en el encéfalo, situado sobre el tronco del encéfalo, su función es integrar, coordinar información, participar en mantenimiento de postura y coordinación, está formado por vermis y dos hemisferios cerebelosos. El tronco del encéfalo ocupa la fosa media y caudal del cráneo, sus funciones son establecer conexión entre cerebro, cerebelo y médula espinal, regular funciones reflejas y controlar estructuras craneofaciales, se divide anatómicamente de rostral a caudal como diencéfalo, mesencéfalo, puente y médula oblongada. La médula espinal es un cordón nervioso alojado dentro del canal vertebral, conecta el encéfalo con el resto del cuerpo y se encuentra protegido por las vértebras, meninges y el líquido cefalorraquídeo; en los perros se extiende hasta L6 o L7 y en los gatos puede extenderse hasta S1. Se compone de sustancia gris en el centro formando una “H” y se divide en astas dorsales, las cuales son la entrada de información sensitivas, las astas ventrales se encargan de la salida de señales motoras y las astas laterales, que únicamente están presentes en los segmentos torácicos y lumbares; a la periferia de la sustancia gris se encuentra la sustancia blanca, la cual se organiza en cordones dorsales que contiene vías sensitivas ascendentes, cordones laterales que contiene vías mixtas y cordones ventrales que se componen de vías motoras descendentes. El sistema nervioso periférico está formado por nervios craneales y nervios espinales. Los nervios craneales son 12 pares que emergen directamente del cerebro y controlan funciones sensoriales y motoras en cabeza, cuello y parte craneal del tórax. Los nervios espinales emergen de la médula espinal en pares y se agrupan en plexos, son mixtos, es decir, que contienen fibras motoras o eferentes y fibras sensitivas o aferentes. Estructuralmente se componen de axones, células de Schwann y son recubiertos por tejido conectivo, el endoneuro rodea cada axón neuronal, el perineuro envuelve fascículos de axones y el epineuro recubre todo el nervio. Reparación La regeneración varía dependiendo de si se incide en tejido nervioso central o periférico; en el caso de los nervios periféricos, al producir daño los axones y la mielina asociada con ellos se degenera y los residuos celulares son removidos por las células de Schwann y macrófagos, a su vez, los macrófagos producen factores mitogénicos que permiten que las células de Schwann proliferen sobre los tubos de membrana basal que rodean las fibras nerviosas originales, a este complejo se le nombra bandas de Bungner, además de las células de Schwann deben estar presentes otros componentes de la membrana basal como la laminina, colágena tipo I, entactina pues participan como promotores de crecimiento de las neuritas. En contraste, los axones del sistema nervioso son incapaces de regenerarse, en los mamíferos existen únicamente dos excepciones, los ganglios retinales y el bulbo olfatorio. La retina contiene astrocitos, microglia y células de Muller (células neurogliales especializadas retinales), el bulbo olfatorio presenta axones cubiertos por células gliales especializadas conocidas como células enfundadoras en las dos primeras capas del bulbo olfatorio, de igual manera se conforma por astrocitos, oligodendrocitos y microglias; se asocia a las células gliales de Muller y a las células enfundadoras como las que permiten la regeneración de axones retinales y del bulbo olfatorio respectivamente. En el resto del tejido nervioso central, al producirse daño, los fibroblastos invaden región dañada y se produce acumulación densa de colágeno, las células del epéndimo proliferan y migran a la región donde neuritas crecen durante un corto periodo, los astrocitos se hipertrofian y proliferan y elaboran una malla extensa y engrosada conocida como “cicatriz de astrocitos” la cual cubre totalmente la lesión, se produce necrosis en el sitio lesionado que gradualmente se extiende en todas direcciones. La regeneración del área dañada depende de la supervivencia de neuronas dañadas y de la presencia de estímulos de crecimiento axonal, el cual a su vez requiere de un buen sustrato y agentes neurotróficos que promuevan crecimiento axonal dirigido; es necesaria de remoción de la cicatriz de astrocitos y de moléculas inhibidoras del crecimiento de neuritas como la glicoproteína asociada a la mielina (MAG) y la glicoproteína de mielina de los oligodendrocitos (OMgp) las cuales se unen a los receptores neuronales Nogo y bloquean la regeneración axonal (Dent, 2003). La regeneración neuronal comprende procesos como plasticidad sináptica, neurogénesis, remielinización, reparación axonal y control del proceso inflamatorio. La plasticidad sináptica se refiere al reordenamiento de las conexiones neuronales para compensar funciones perdidas, implica una adaptación funcional, en vez de una regeneración axonal completa. La neurogénesis es un proceso limitado que únicamente ocurre en adultos en zonas específicas como el hipocampo y la zona subventricular, las nuevas neuronas excepcionalmente migran a zonas lesionadas como médula espinal. La remielinización está dada por los oligodendrocitos progenitores y es crucial para restaurar la velocidad de conducción eléctrica y asegurar la protección de los axones. La reparación axonal únicamente es parcial y depende de si las condiciones son favorables, requiere la supervivencia de la neurona madre, eliminación de moléculas inhibidoras, presencia de factores neurotróficos y un sustrato extracelular permisivo. Resulta necesario que la inflamación se encuentre controlada, macrófagos y microglias deben limpiar restos celulares y liberar factores de crecimiento, sin embargo, si la inflamación se controla, se puede agravar el daño. Se recalca nuevamente que la cicatriz glial o formada por astrocitos reactivos pueden bloquear el crecimiento axonal por lo que debe ser modulada o degradada (Dent, 2003). Algunas terapias actuales para promover la regeneración neuronal son los antagonistas de NgR1 los cuales bloquean la señalización de proteínas inhibidoras del crecimiento neuronal, terapia con células madre para reemplazar neuronas perdidas y promover entorno regenerativo y administración de neurotrofinas para promover crecimiento axonal y supervivencia neuronal. Material y patrones de sutura Dada la sensibilidad del tejido, alta vascularización, compleja organización celular y su limitada regeneración, el parénquima cerebral no se sutura directamente, la manipulación mecánica puede provocar hemorragias, necrosis, edema y pérdida irreversible de funciones neurológicas, añadido a esto, el encéfalo carece de matriz extracelular que permita la tracción de puntos de sutura sin desgarro. En cuanto a las meninges, la única que se sutura directamente es la duramadre, tras procedimientos como laminectomías o craneotomías. Se recomienda el uso de suturas monofilamento absorbibles como poliglactina (Vicryl) o no absorbibles como polipropileno en calibres de 4-0 a 6-0 aplicados en patrones de puntos simples separados o sutura continua con refuerzo; el cierre dural tiene como objetivo evitar fugas de líquido cefalorraquídeo y prevención de infecciones. En defectos durales extensos pueden emplearse mallas sintéticas de propileno o injertos de fascia, estos se fijan mediante perforaciones óseas y suturas monofilamento. En lesiones de médula espinal, tampoco se sutura el parénquima medular, en su lugar se aplican técnicas que permiten mantener la alineación sin compresión ni tracción como estabilización mediante injertos, andamios bioactivos o matrices regenerativas; debe realizarse bajo microscopía quirúrgica, con instrumental atraumático y control estricto de hemorragia y edema. En el caso de los nervios periféricos, el patrón más utilizado es la sutura epineural simple, la cual consiste en puntos separados aplicados sobre el epineuro, la capa externa que recubre todo el nervio, este método permite una coaptación anatómica sin invadir fascículos axonales internos, lo cual es sumamente esencial para preservar la conducción nerviosa. El material de elección para sutura de nervios periféricos es monofilamento no absorbible como nylon o polipropileno en calibres finos que oscilan entre 6-0 y 9-0, estos materiales ofrecen baja reactividad y buena resistencia mecánica, favorece la regeneración axonal sin provocar inflamación aumentada. Conclusión? Referencias Boute, N. (2024). Techniques in small animal wound management. Hoboken, New Jersey. John Wiley & Sons, Inc. Chen, D., Haojie, H., Xiabing, F., y Han, W. (2015). Una visión de la reepitelización: ¿cómo funcionan las células madre mesenquimales? Stem Cells International. https://doi.org/10.1155/2016/6120173 Fortoul, T. (2013). Histología y biología celular. 2a Ed. McGraw-Hill Education. Fossum, T. (2019). Cirugía en pequeños animales. 5a Ed. Elsevier. Kumar, V., Abbas, A., Aster, J., Deyrub, A. y Das, A. (2022). Robbins & Kumar Patología básica. 11a Ed. Elsevier Science Health Science Mescher, L. A. (2018). Junqueira´s Basic Histology,Text and Atlas. 15a Ed. 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