UNA CARROÑA Recuerda lo que vimos, alma mía, esa mañana de verano tan dulce: a la vuelta de un sendero una carroña infame en un lecho sembrado de guijarros, con las piernas al aire, como una mujer lúbrica, ardiente y sudando los venenos abría de un modo negligente y cínico su vientre lleno de exhalaciones. El sol brillaba sobre esta podredumbre, como para cocerla en su punto, y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza todo lo que en su momento había unido; y el cielo miraba el espléndido esqueleto como flor que se abre. Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba creíste desmayarte. Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido del cual salían negros batallones de larvas que manaban como un líquido espeso por aquellos vivientes andrajos. Todo aquello descendía y subía como una ola, o se lanzaba chispeante se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago, vivía y se multiplicaba. Y este mundo producía una música extraña como el agua que corre y el viento o el grano que un ahechador con movimiento rítmico agita y voltea con su criba. Las formas se borraban y no eran más que un sueño, un esbozo tardo en aparecer en la tela olvidada, y que el artista acaba sólo de memoria. Detrás de las rocas una perra inquieta nos miraba con ojos enfadados, espiando el momento de recuperar en el esqueleto el trozo que había soltado. Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura, que esta horrible infección, ¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza, tú, mi ángel y mi pasión! ¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias, después de los últimos sacramentos, cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias, a enmohecer entre las osamentas. Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos que te comerán a besos, ¡que he guardado la forma y la esencia divina De mis amores descompuestos! Charles Baudelaire Preguntas de análisis 1. El contenido del poema presenta un tono A. Melancólico B. Irónico C. Sarcástico D. Triste 2. Según la estructura lingüística del texto, el género literario al cual pertenece el poema es A. Cuento B. Narrativa C. Lírica D. Crónica 3. De acuerdo con las características estilísticas del poema, manejo de símbolos, libertad del verso, poesía pura en unión con la musicalidad, podemos concluir que pertenece al movimiento A. Parnasianista B. Modernista C. Simbolista D. Romántico BELLA, como en la piedra fresca del manantial, el agua abre un ancho relámpago de espuma, así es la sonrisa en tu rostro, bella. Bella, de finas manos y delgados pies como un caballito de plata, andando, flor del mundo, así te veo, bella. Bella, con un nido de cobre enmarañado en tu cabeza, un nido color de miel sombría donde mi corazón arde y reposa, bella. Bella, no te caben los ojos en la cara, no te caben los ojos en la tierra. Hay países, hay ríos en tus ojos, mi patria está en tus ojos, yo camino por ellos, ellos dan luz al mundo por donde yo camino, bella. Bella, tus senos son como dos panes hechos de tierra cereal y luna de oro, bella. Bella, tu cintura la hizo mi brazo como un río cuando pasó mil años por tu dulce cuerpo, bella. Bella, no hay nada como tus caderas, tal vez la tierra tiene en algún sitio oculto la curva y el aroma de tu cuerpo, tal vez en algún sitio, bella. Bella, mi bella, tu voz, tu piel, tus uñas bella, mi bella, tu ser, tu luz, tu sombra, bella, todo eso es mío, bella, todo eso es mío, mía, cuando andas o reposas, cuando cantas o duermes, cuando sufres o sueñas, siempre, cuando estás cerca o lejos, siempre, eres mía, mi bella, siempre. Pablo Neruda Yo soy un hombre sincero Yo soy un hombre sincero De donde crece la palma, Y antes de morirme quiero Echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, Y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, En los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños De las yerbas y las flores, Y de mortales engaños, Y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura Llover sobre mi cabeza Los rayos de lumbre pura De la divina belleza. Alas nacer vi en los hombros De las mujeres hermosas: Y salir de los escombros, Volando las mariposas. He visto vivir a un hombre Con el puñal al costado, Sin decir jamás el nombre De aquella que lo ha matado. Rápida, como un reflejo, Dos veces vi el alma, dos: Cuando murió el pobre viejo, Cuando ella me dijo adiós. Temblé una vez -en la reja, A la entrada de la viña,- Cuando la bárbara abeja Picó en la frente a mi niña. Gocé una vez, de tal suerte Que gocé cual nunca: -cuando La sentencia de mi muerte Leyó el alcaide llorando. Oigo un suspiro, a través De las tierras y la mar, Y no es un suspiro, -es Que mi hijo va a despertar. Si dicen que del joyero Tome la joya mejor, Tomo a un amigo sincero Y pongo a un lado el amor. Yo he visto al águila herida Volar al azul sereno, Y morir en su guarida La víbora del veneno. Yo sé bien que cuando el mundo Cede, lívido, al descanso, Sobre el silencio profundo Murmura el arroyo manso. Yo he puesto la mano osada, De horror y júbilo yerta, Sobre la estrella apagada Que cayó frente a mi puerta. Oculto en mi pecho bravo La pena que me lo hiere: El hijo de un pueblo esclavo Vive por él, calla y muere. Todo es hermoso y constante, Todo es música y razón, Y todo, como el diamante, Antes que luz es carbón. Yo sé que el necio se entierra Con gran lujo y con gran llanto. Y que no hay fruta en la tierra Como la del camposanto. Callo, y entiendo, y me quito La pompa del rimador: Cuelgo de un árbol marchito Mi muceta de doctor. José Martí Marina Mar armonioso. mar maravilloso, tu salada fragancia, tus colores y músicas sonoras me dan la sensación divina de mi infancia en que suaves las horas venían en un paso de danza reposada a dejarme un ensueño o regalo de hada. Mar armonioso, mar maravilloso de arcadas de diamante que se rompen en vuelos rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto, espejo de mis vagas ciudades de los cielos, blanco y azul tumulto de donde brota un canto inextinguible, mar paternal, mar santo, mi alma siente la influencia de tu alma invisible. Velas de los Colones y velas de los Vascos, hostigadas por odios de ciclones ante la hostilidad de los peñascos; o galeras de oro, velas purpúreas de bajeles que saludaron el mugir del toro celeste, con Europa sobre el lomo que salpicaba la revuelta espuma. Magnífico y sonoro se oye en las aguas como un tropel de tropeles, ¡tropel de los tropeles de tritones! Brazos salen de la onda, suenan vagas canciones, brillan piedras preciosas, mientras en las revueltas extensiones Venus y el Sol hacen nacer mil rosas. Rubén Darío Nocturno III Una noche, Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas, Una noche, En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas, A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda, Muda y pálida Como si un presentimiento de amarguras infinitas, Hasta el más secreto fondo de tus fibras te agitara, Por la senda florecida que atraviesa la llanura Caminabas, Y la luna llena Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca, Y tu sombra Fina y lánguida, Y mi sombra Por los rayos de la luna proyectada Sobre las arenas tristes De la senda se juntaban Y eran una Y eran una ¡Y eran una sola sombra larga! ¡Y eran una sola sombra larga! ¡Y eran una sola sombra larga...! Esta noche Solo; el alma Llena de infinitas amarguras y agonías de tu muerte, Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia, Por el infinito negro, Donde nuestra voz no alcanza, Solo y mudo Por la senda caminaba... Y se oían los ladridos de los perros a la luna, A la luna pálida Y el chirrido de las ranas... Sentí frío. Era el frío que tenían en la alcoba Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas, Entre las blancuras níveas ¡De las mortuorias sábanas! Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, Era el frío de la nada... Y mi sombra Por los rayos de la luna proyectada, Iba sola, Iba sola, ¡Iba sola por la estepa solitaria! Y tu sombra, esbelta y ágil Fina y lánguida, Como en esa noche tibia de la muerta primavera, Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas, Se acercó y marchó con ella, Se acercó y marchó con ella, Se acercó y marchó con ella... ¡Oh, las sombras enlazadas! ¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas! ¡Oh, las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas...! José Asunción Silva