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Clasificación Deportiva para Atletas con Discapacidad Intelectual

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Revista de Ciencias del Deporte
ISSN: (impreso) (en línea) Página de inicio de la revista: https://www.tandfonline.com/loi/rjsp20
Modelo conceptual de clasificación deportiva
específica para para-deportistas con
discapacidad intelectual
Debbie Van Biesen , Jan Burns , Jennifer Mactavish , Peter Van de Vliet &
Yves Vanlandewijck
Para citar este artículo: Debbie Van Biesen , Jan Burns , Jennifer Mactavish , Peter Van de
Vliet & Yves Vanlandewijck (2021): Conceptual model of sport-specific classification for paraathletes with intellectual impairment, Journal of Sports Sciences, DOI:
10.1080/02640414.2021.1881280
Para enlazar con este artículo: https://doi.org/10.1080/02640414.2021.1881280
Publicado en línea: 09 Feb 2021.
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REVISTA DE CIENCIAS DEL DEPORTE
https://doi.org/10.1080/02640414.2021.1881280
Modelo conceptual de clasificación deportiva específica para para-deportistas con
discapacidad intelectual
Debbie Van Biesen
a, Jan Burnsb, Jennifer Mactavishc, Peter Van de Vliet
d e Yves Vanlandewijcka
a
Facultad de Ciencias del Movimiento y Rehabilitación, Departamento de Ciencias de la Rehabilitación, KU Leuven, Bélgica; bFacultad de Ciencias
Sociales y Aplicadas , Canterbury Christ Church University, Canterbury, Reino Unido; cReyerson University, Yeates School of Graduate Studies, Toronto,
Canadá; dComité Paralímpico Internacional, Bonn, Alemania.
RESUMEN
HISTORIA DEL ARTÍCULO
El presente documento describe la base conceptual de la clasificación basada en la evidencia de los paraatletas con discapacidad intelectual (II). Se ofrece una amplia descripción de los fundamentos teóricos y
conceptuales del sistema tal y como está concebido en la actualidad, así como ejemplos de sus
aplicaciones en los tres deportes incluidos en el programa paralímpico para atletas con discapacidad
intelectual en 2020 (es decir, atletismo, natación y tenis de mesa). La clasificación basada en la evidencia
para los atletas de II se rige por dos preguntas centrales: i. ¿Cómo se puede justificar la deficiencia
intelectual de una manera válida y fiable, y ii. ¿Limita la discapacidad intelectual el rendimiento deportivo
óptimo? Se describen la evolución del sistema y las mejores prácticas actuales para abordar estas
cuestiones, y se ofrecen sugerencias para la investigación y el desarrollo futuros. También se examinan
los retos que plantea la c o m p r e n s i ó n y evaluación de una deficiencia compleja (polifacética e
interseccional) en el contexto del deporte.
Aceptado el 22 de enero de
2021
Introducción
En el complejo mundo del deporte actual, los esfuerzos por
promover la participación y la equidad en la competición son
tan importantes y fundamentales como siempre. La
segmentación de los competidores por sexo, edad o peso son
ejemplos de enfoques comúnmente utilizados para lograr este
objetivo. Dentro del movimiento paralímpico, la clasificación es
el vehículo destinado a promover la participación mediante la
mini- mización del impacto de los tipos de discapacidad
elegibles en el resultado de la competición (Tweedy &
Vanlandewijck, 2011; Código de Clasificación del IPC art. 2.2). A
medida que los para-atletas ganan reconocimiento mundial en
las comunidades deportivas internacionales y obtienen una
mayor atención pública, se ha intensificado la necesidad de
una clasificación transparente, defendible y equitativa.
En los inicios del movimiento paralímpico predominaban los
sistemas de clasificación médica (basada en el diagnóstico) y
funcional (implicaciones para el rendimiento físico). Basados
principalmente en la opinión de expertos, estos sistemas eran
en gran medida ateóricos y carecían de pruebas de la relación
subyacente entre la deficiencia y la aptitud para el deporte, lo
que con el tiempo suscitó serias dudas sobre la idoneidad de
estos enfoques (Tweedy, 2002). Estas preocupaciones se
abordaron en el desarrollo del Código de Clasificación de
Atletas del Comité Paralímpico Internacional (IPC), publicado
por primera vez en 2007 y revisado hasta su versión actual en
2015 (Comité Paralímpico Internacional, 2015). El Código de
Clasificación de Atletas del IPC introdujo el requisito de que
todos los deportes paralímpicos inicien una investigación
multidisciplinar para desarrollar su propio sistema de
clasificación específico para cada deporte, y la necesidad de
que estos sistemas se basen en pruebas. Un sistema de
clasificación basado en pruebas requiere la sub- stanciación de
PALABRAS CLAVE
Discapacidad intelectual;
deporte paralímpico;
clasificación basada en la
evidencia; cognición;
competencia deportiva
los efectos específicos de la deficiencia en el deporte y de los
efectos de la deficiencia en el deporte.
nivel mínimo de deficiencia en el que se produce como
criterio de admisibilidad (es decir, criterios mínimos de
deficiencia).
Un elemento central de un enfoque basado en pruebas es
la clasificación de los deportistas con deficiencias elegibles de
acuerdo con datos científicos que demuestren las
limitaciones de actividad resultantes en el deporte que se
practica. Con ello se pretende garantizar una estructura
competitiva en la que la destreza atlética (es decir, la
combinación óptima de atributos físicos, psicológicos,
técnicos y tácticos), perfeccionada mediante un
entrenamiento de alto rendimiento, determine el éxito, y no las
diferencias subyacentes en los grados de deficiencia entre los
competidores (Tweedy et al., 2017). Para lograr estos
objetivos se requiere una mayor comprensión de la relación
entre las limitaciones de actividad específicas de la
deficiencia en varios deportes y tipos de deficiencia. De ahí el
ímpetu de la investigación y el desarrollo de una clasificación
específica para cada deporte basada en pruebas ( ) en el
deporte paralímpico contemporáneo (Tweedy, 2002; Tweedy
et al., 2017).
Para facilitar la comprensión y la aplicación coherente de los
principios básicos de la clasificación basada en la evidencia, el
Comité Paralímpico Internacional aprobó una Posición Común,
redactada por Tweedy y Vanlandewijck en 2011. Dado que el
Position Stand se basaba en gran medida en la experiencia en
la clasificación de atletas con discapacidad física, en 2018 se
publicó un nuevo Position Stand sobre la clasificación
específica del deporte de los atletas con discapacidad visual
que abordaba cuestiones específicas de los atletas con
discapacidad visual (Mann & Ravensbergen, 2018). El presente
documento se centra en la discapacidad intelectual (II), el tercer
tipo de discapacidad elegible dentro del movimiento
paralímpico.
Aunque "discapacidad intelectual" es el término que se
utiliza comúnmente a nivel internacional para denotar la
complejidad de la deficiencia en interacción/intersección con
las exigencias del entorno, utilizamos "deficiencia intelectual"
para ser coherentes con la CIP.
CONTACTO Debbie Van
[email protected]
KU Leuven, Facultad de Ciencias del Movimiento y de la Rehabilitación, Departamento
de Ciencias de la Rehabilitación, Faber Gymnasium box 1500, Tervuursevest 101, 3001 Leuven, Bélgica
2021 Informa UK Limited, que opera como Taylor & Francis Group
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D. VAN BIESEN ET AL.
enfoque de clasificación basado en pruebas y la Clasificación
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la
Salud (CIF) de la Organización Mundial de la Salud. La CIF es el
marco mundialmente reconocido para definir y medir la
discapacidad y la salud (OMS: CIF, OMS, 2001). La estrecha
relación taxonómica entre la CIF y la clasificación paralímpica
se describe en el Position Stand de Tweedy y Vanlandewijck
(2011), y se adopta en el Código de Clasificación del IPC
(Comité Paralímpico Internacional, 2015). En el marco de la CIF,
se distingue entre deficiencia y discapacidad, siendo la
deficiencia "una pérdida o anomalía de una estructura o
función psicológica, fisiológica o anatómica" y la discapacidad
"cualquier restricción o carencia (resultante de una deficiencia)
de la capacidad de realizar una actividad de la manera o dentro
del margen que se considera normal para un ser humano"
(OMS, 2001).
En la actualidad, los atletas con II que participan en eventos
sancionados por el IPC están limitados a tres deportes
paralímpicos (es decir, atletismo, natación y tenis de mesa).
Este es el artefacto de la controversia de los Juegos
Paralímpicos de 2000 en los que un equipo de baloncesto que
incluía miembros sin II ganó el oro (Brittain, 2016; Burns, 2018).
Una investigación resultante reveló una debilidad en el sistema
de elegibilidad general que provocó la exclusión de todo el
grupo de discapacidad intelectual de la competición del IPC
hasta que se cumplieran dos condiciones: (1) que se
demostrara que los procedimientos de gobierno de la
discapacidad elegible eran válidos y fiables; y (2) que se
desarrollaran e implementaran criterios específicos del deporte
para la evaluación de la discapacidad mínima en los deportes
seleccionados para su inclusión. Para cumplir estos requisitos,
el INAS (ahora denominado VIRTUS) y el IPC crearon un grupo
de investigación conjunto formado por investigadores de
diversas disciplinas y representantes del deporte con
experiencia en la materia. Los esfuerzos colectivos de este
grupo produjeron un marco conceptual para un sistema de
clasificación II revisado que fue aprobado por la Asamblea
General del IPC en Kuala Lumpur en 2009.
Una de las principales diferencias que distinguen a los
atletas de II de la mayoría de los otros grupos de discapacidad
en los eventos sancionados por el IPC es que compiten dentro
de una estructura de clase única. Esta fue una decisión de
gobierno tomada en su momento para delimitar el ámbito de
actuación del grupo de investigación y para dar cabida a
cuestiones prácticas de gestión del juego (por ejemplo, el
número limitado de plazas disponibles para atletas en los
Juegos Paralímpicos). En consecuencia, la clasificación de los
atletas con II se basa en el cumplimiento de los requisitos de
elegibilidad, sin segmentación por gravedad de la deficiencia
en la actualidad. Sin embargo, los investigadores están
explorando activamente si la amplia gama de gravedad de la
deficiencia intelectual y sus implicaciones en el contexto del
deporte pueden justificar la necesidad de clases adicionales
(ver Gilderthorp et al., 2018; y Lemmy, Burns & Jones, 2020 más
adelante en este número). La deficiencia intelectual se asocia
con complejidades multifacéticas, aparte del funcionamiento
intelectual deficiente, como las limitaciones en el
comportamiento adaptativo, la alta prevalencia de
comorbilidad (autismo, trastorno por déficit de atención con
hiperactividad) y la vulnerabilidad psicológica de la población
con deficiencia intelectual. Profundizar en el conocimiento de
estas áreas y otras que se abordarán en este artículo refleja la
evolución continua de la clasificación de los II.
Los fundamentos teóricos y conceptuales del sistema de
clasificación II- tal y como está concebido en la actualidad, así
como ejemplos de sus aplicaciones en deportes seleccionados,
constituyen el foco principal del presente d o c u m e n t o .
También reflexionamos sobre cuestiones que requieren más
y los retos de aplicar una clasificación específica para cada
deporte basada en pruebas, que por definición debe ser
dinámica y receptiva al cambio. Nos enfrentamos a un grupo
de atletas en el que el impacto de la deficiencia depende en
gran medida del contexto (por ejemplo, su mayor
dependencia del apoyo externo) y de las interacciones de
múltiples influencias (por ejemplo, problemas de salud
mental y comorbilidades físicas).
El proceso de clasificación II
La determinación de la elegibilidad de un atleta con II para
competir en eventos sancionados por el IPC requiere la
resolución de dos cuestiones fundamentales: 1. 1. ¿Presenta
el atleta una deficiencia intelectual de acuerdo con las
normas internacionales de evaluación (véase la Figura 1 en la
parte superior de la línea verde, e s decir, deficiencia
elegible), y 2. ¿Influye la deficiencia intelectual en la aptitud
del atleta para el deporte en cuestión? 2. ¿Influye la
deficiencia intelectual en la capacidad del deportista para el
deporte que practica (véase la Figura 1 debajo de la línea
v e r d e , e s d e c i r , verificar el impacto de la deficiencia
en los factores determinantes del rendimiento)? El enfoque
conceptual para resolver estas dos cuestiones sigue el
proceso de cuatro fases para demostrar la elegibilidad para
los eventos sancionados por el IPC que se muestra en la
(Figura 1).
La primera fase del proceso (es decir, deficiencia elegible)
se refiere a la verificación de la deficiencia del deportista (es
decir, ¿tiene el deportista una deficiencia intelectual?). Así lo
exige el Código de Clasificación de Atletas del IPC (Comité
Paralímpico
Internacional,
2015),
que
establece
explícitamente (artículo 2.2.1) que un atleta debe tener una
deficiencia elegible para competir en el deporte. Existen 10
deficiencias reconocidas por el Estándar Internacional de
Deficiencias Elegibles, de las cuales la II es una. Además, todas
las Federaciones Internacionales que ofrecen el deporte II
reconocen que la Organización Internacional del Deporte
para Discapacitados (IOSD) responsable de regir la primera
fase de la verificación de elegibilidad es VIRTUS (es decir, la
IOSD para los atletas II). El cumplimiento de la fase 1 permite
a los atletas competir en eventos sancionados por VIRTUS.
Competir en eventos sancionados por el IPC también
requiere pruebas en respuesta a la segunda pregunta (es
decir, si la discapacidad intelectual afecta a la competencia en
el deporte en cuestión), que es el foco de las tres f a s e s
siguientes del proceso, que se rigen por la Federación
Deportiva Internacional respectiva. A continuación se
describen detalladamente las cuatro fases, incluida la
contribución de
Figura 1. Cuatro fases del sistema basado en pruebas para demostrar la
elegibilidad de los atletas con discapacidad intelectual en eventos sancionados
por el IPC.
REVISTA DE CIENCIAS DEL
DEPORTE
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D. VAN BIESEN ET AL.
Figura 2. Desglose del marco conceptual de la inteligencia deportiva a partir del Marco CHC.
cada una de ellas para abordar las cuestiones de interés, así
como su interconexión. Se exponen los puntos fuertes y las
limitaciones de este planteamiento, así como la necesidad de
seguir investigando.
Deterioro subvencionable
La Evidencia de Discapacidad Elegible es el primer paso en el
proceso de clasificación del IPC para los atletas con II. VIRTUS
gestiona este proceso mediante un riguroso sistema
introducido en 2009 para evaluar y verificar la cartera de
pruebas diagnósticas de cada atleta (Virtus, 2020). En
consonancia con los criterios diagnósticos para la II, cada
portafolio debe proporcionar evidencia de deterioro en el
funcionamiento intelectual, déficits en los comportamientos
adaptativos, y el inicio durante el período de desarrollo, es
decir, la edad de 18 años o menos (AAIDD, 2010). El
funcionamiento intelectual suele evaluarse mediante una
medida del CI. Deben incluirse los resultados de una prueba de
CI reconocida y aprobada (de no más de cinco años de
antigüedad, y seleccionada de una lista cerrada de
herramientas de evaluación válidas y fiables) con una
puntuación de CI a escala completa de 75 o inferior. El
comportamiento adaptativo es la combinación de habilidades
conceptuales (p. ej., comunicación), sociales (p. ej., seguir las
reglas de ) y prácticas (p. ej., vida diaria) esenciales para
funcionar en la vida cotidiana (Schalock et al., 2010). Los déficits
en el funcionamiento adaptativo deben ser corroborados por
una escala validada como la Escala de Comportamiento
Adaptado de Vineland (Sparrow et al., 2016) o, si no se dispone
de ninguna, por observación clínica. El comportamiento
adaptativo depende de la cultura y algunos países no disponen
de medidas validadas y normalizadas para su población. En
estos casos, se utiliza un programa de observación definido
para evaluar directamente al individuo en una serie de
dominios funcionales, que se complementa con información
adicional obtenida de otras fuentes, como los cuidadores
(Newton y McGrew, 2010). También se requiere un historial de
desarrollo documentado que demuestre que la edad de inicio es
anterior a los 18 años. Las carteras de los deportistas son
examinadas por un panel de elegibilidad VIRTUS (independiente
del panel de clasificación IPC en las fases posteriores), que son
profesionales cualificados en el diagnóstico de II (por ejemplo,
psicólogos clínicos certificados) y formados en la elegibilidad
VIRTUS e IPC.
Requisitos. Cada carpeta es evaluada de forma independiente
por al menos dos miembros del panel, que deben coincidir en
que las pruebas aportadas en relación con los criterios de
diagnóstico son concluyentes para que el atleta sea
considerado apto y aceptado en la lista maestra d e
V I R T U S . La inclusión en la lista maestra es un requisito
previo para la posible inscripción en los Campeonatos
Regionales y Mundiales VIRTUS. Para que los atletas compitan
en eventos sancionados por el IPC, se requieren
procedimientos de elegibilidad adicionales (es decir, fases
por debajo de la línea verde mostrada en la Figura 1).
Criterios mínimos de deterioro
Test genérico de inteligencia deportiva
Aunque las pruebas de CI constituyen una parte esencial del
proceso de discapacidad elegible para los deportistas con II,
la puntuación de CI resultante es una medida compuesta
general que carece de la precisión necesaria para aclarar la
relación entre la cognición y las limitaciones de la actividad
en el deporte. Por lo tanto, hemos aislado los componentes
del CI con más probabilidades de afectar al rendimiento
deportivo, que hemos denominado "Inteligencia Deportiva"
(IS; véase la figura 2). Nuestro enfoque es paralelo a los
llamamientos en la investigación psicométrica de la
inteligencia (McGrew, 2009; Newton y McGrew, 2010) para
pasar de la confianza en el CI general a un énfasis en
dominios discretos del funcionamiento cognitivo relevantes
para el área de interés, como el rendimiento académico
(Newton y McGrew, 2010) o la gestión de empleados (Agnello
et al., 2015). En el deporte, Van der Fels et al. (2015) aplicaron
un enfoque similar para establecer vínculos entre las
habilidades cognitivas de orden superior (por ejemplo,
inteligencia fluida, procesamiento visual) y las habilidades
motoras complejas (por ejemplo, coordinación corporal
bilateral).
El marco subyacente que adoptamos para identificar las
categorías relevantes de funcionamiento cognitivo de fue la
taxonomía Cattell-Horn-Carroll (CHC) (Schneider y McGrew,
2012), reconocida como la teoría psicológica más completa y
empíricamente probada sobre la estructura de las
capacidades cognitivas humanas (McGrew, 2009; Newton y
McGrew, 2010). Según la taxonomía CHC, existen 10 amplios
dominios de c a p a c i d a d e s c o g n i t i v a s , que van desde el
Razonamiento Fluido, definido
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DEPORTE
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D. VAN BIESEN ET AL.
como "el control deliberado pero flexible de la atención para
resolver problemas novedosos que no pueden realizarse
confiando exclusivamente en hábitos previamente aprendidos;
a la Velocidad de Reacción y Decisión, definida como "la
rapidez para tomar decisiones o juicios muy sencillos cuando
los elementos se presentan de uno en uno". (McGrew, 2009).
De los 10 amplios dominios del CHC, se identificaron cinco con
mayor relevancia para la competencia deportiva a través de
una rigurosa revisión de la literatura y una amplia consulta con
paneles de expertos internacionales compuestos por las
principales autoridades en la investigación contemporánea de
la inteligencia y el deporte II (Van Biesen, Mactavish et al.,
2016). Los cinco dominios de habilidades cognitivas relevantes
incluían la inteligencia fluida, la memoria y el aprendizaje, el
procesamiento visual, la velocidad de procesamiento y la
velocidad de reacción y decisión (véase la Figura 2 para una
visión general de los dominios y las habilidades cognitivas). En
el artículo de McGrew (2009) se ofrece información detallada
sobre los dominios, incluidas las definiciones de todos los
componentes y subcomponentes. Otro equipo de
investigadores de realizó una investigación similar de forma
independiente, que confirmó nuestros resultados y respaldó la
validez de nuestro modelo (Van der Wardt et al., 2011).
Desde un punto de vista neuropsicológico, la función
ejecutiva -un conjunto de habilidades cognitivas de orden
superior que gobiernan el pensamiento- se añadió al modelo
como un importante concepto global que tiende un puente
entre las habilidades cognitivas (Ardila et al., 2000). Algunos
ejemplos de funcionamiento ejecutivo son: la resolución de
problemas, la planificación, la secuenciación, la atención
selectiva y sostenida, la inhibición, la flexibilidad cognitiva y la
capacidad para hacer frente a la novedad (Chaddock et al.,
2011). El trabajo de Vestberg et al. (2012), que demuestra que la
función ejecutiva tiene potencial para predecir el éxito en el
deporte, respalda este enfoque. Demostraron que varias
funciones ejecutivas (por ejemplo, memoria de trabajo,
inhibición) están asociadas con el éxito en el terreno de juego
(por ejemplo, goles marcados, pases decisivos) en el fútbol de
élite, incluso cuando se controlan otros factores que podrían
afectar al rendimiento en el fútbol (por ejemplo, edad,
duración, coeficiente intelectual).
Para operacionalizar y evaluar el concepto de IS, se
desarrolló un test genérico de inteligencia deportiva (GSIT)
(Van Biesen, Mactavish et al., 2016; Van Biesen, McCulloch et al.,
2017). Como su nombre indica, el GSIT es una evaluación
genérica a la que se someten todos los deportistas como parte
del
proceso
de
verificación
de
elegibilidad,
independientemente del deporte en el que compitan. Como
tal, la Inteligencia Deportiva Genérica se define como "El
impacto de las capacidades cognitivas en el rendimiento
deportivo general, medido de forma genérica, es decir,
independientemente de la disciplina deportiva específica". La
atención se centra en aquellas capacidades cognitivas que son
relevantes en un contexto deportivo amplio. Una prueba
genérica es esencial en este contexto, ya que es poco probable
que el rendimiento genérico se vea afectado por un
entrenamiento deportivo de alto volumen (es decir, no es el
objetivo de un entrenamiento deportivo específico de alto
volumen).
El GSIT consta actualmente de siete subpruebas. Tres se
basan predominantemente en la velocidad, y cada subprueba
aumenta la exigencia cognitiva: prueba de tiempo de reacción
simple, prueba de tiempo de reacción de elección y prueba
Flanker. Cuatro subpruebas se basan predominantemente en el
contenido: la prueba de pulsación de bloques de Corsi (memoria
de trabajo), la prueba de diseño de bloques de Wasi
(razonamiento espacial y reconocimiento de patrones), la prueba
de razonamiento matricial de Wasi (razonamiento fluido y
procesamiento visual) y la prueba de la Torre de Londres
(planificación, funcionamiento ejecutivo). La prueba de golpeteo
de dedos se añadió a la GSIT como prueba adicional (además de
la prueba de
siete pruebas principales) para controlar la velocidad
psicomotora y/o posibles déficits motores. Se dispone de
descripciones detalladas de las subpruebas, incluidas sus
propiedades psicométricas (Van Biesen, Mactavish et al.,
2016). A los deportistas se les instruye para que rindan a l
máximo de su capacidad en todas las subpruebas, existiendo
mecanismos para verificar el esfuerzo máximo. La GSIT se
realiza dos veces en diferentes ocasiones para buscar la
consistencia antes de poder dar un estado de clasificación
confirmado al atleta. Se dispone de datos de referencia de
grupo que muestran la variación habitual entre el
rendimiento repetido para las poblaciones II y no II. Una
variación fuera de este intervalo esperado suscitaría
preocupación por un rendimiento submáximo. Si los
clasificadores sospechan que el rendimiento es inferior al
óptimo, el atleta y el entrenador r e c i b e n una advertencia,
y el clasificador toma nota de estos problemas de
rendimiento para tenerlos en cuenta en la toma de
decisiones. Más adelante se analizan otros mecanismos para
detectar el rendimiento subóptimo.
Pruebas específicas para cada deporte
Para cumplir los requisitos del IPC en cuanto a criterios de
elegibilidad específicos para cada deporte, pasamos a la
tercera fase del proceso descrito en la (Figura 1), las pruebas
específicas para cada deporte (PDE) de los determinantes
clave del rendimiento deportivo que se basan en la
cognición. La identificación y selección de estos
determinantes en una serie de deportes con diferentes
exigencias cognitivas es un reto importante, ya que la
investigación en este ámbito es limitada (Burns, 2015). Para
guiar este p r o c e s o , desarrollamos un marco que se basa
en el trabajo de Williams y Reilly (2000) y Philippaerts et al.
(2001), incorporando el conocimiento existente sobre los
factores multidimensionales que proporcionan una base
interaccional para la competencia en el deporte (véase la
Figura 3).
Marco teórico de los determinantes clave de la
competencia deportiva
Los principales factores determinantes del rendimiento
deportivo representados en la (Figura 3) se dividen en dos
componentes principales, a saber, los factores corporales y
los factores mentales. Los factores corporales, que aparecen
en la parte izquierda del modelo, representan el potencial
físico de los deportistas, incluida su antropometría y su forma
física. Los factores mentales, que se muestran en la parte
derecha del modelo, incluyen elementos clave como la
capacidad cognitiva para aplicar el aprendizaje en diferentes
contextos, en general y en juegos de alto rendimiento
específicos del deporte o en situaciones de carrera. En el
centro del modelo, "Habilidades deportivas de calidad:
Tácticas y Técnicas" significan la interacción de los factores
corporales y mentales en la ejecución de las habilidades
fundamentales (técnicas y tácticas) para el dominio del
deporte. La destreza técnica se refiere a lo bien que un
deportista ejecuta las habilidades necesarias para el éxito, y la
destreza táctica incluye competencias como la selección y el
uso de la estrategia adecuada, y la capacidad de realizar
7
REVISTA DEexigencias
CIENCIAS DELdel entorno. En
ajustes en función de las cambiantes
DEPORTE
el modelo se hace hincapié en
la distinción entre la adquisición
de habilidades y la aplicación de habilidades. Para los atletas
con II, el aprendizaje y la aplicación de conocimientos en
diferentes contextos (por ejemplo, diferentes deportes,
entrenamiento frente a competición ) es a menudo un reto y
normalmente se retrasa en comparación con compañeros de la
misma edad sin II (Peltopuro et al., 2014). Se espera que los
déficits en habilidades cognitivas de orden superior
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D. VAN BIESEN ET AL.
Figura 3. Marco teórico de los factores determinantes del dominio del deporte (adaptado de Williams & Reilly, 2000). (G = General, S = Específico del deporte).
y el deterioro de las funciones ejecutivas (por ejemplo, la
flexibilidad cognitiva, la inhibición de la respuesta, la
planificación) también desempeñan un papel preponderante.
Este marco holístico de determinantes de la
c o m p e t e n c i a deportiva (Figura 3) indica claramente la
multiplicidad y complejidad de la competencia deportiva que
los investigadores deben t e n e r en cuenta a la hora de
desarrollar un sistema de clasificación para su propio deporte o
disciplina. Antes de desarrollar un sistema de este tipo en u n
deporte o disciplina determinados, se debe consultar a los
expertos para identificar los determinantes clave de la
competencia en su deporte y la carga cognitiva de cada uno de
ellos. En un deporte como el atletismo, por ejemplo, las fibras
musculares de contracción rápida y la fuerza explo- sitiva
(factores corporales) son cruciales para alcanzar y mantener la
velocidad máxima en el sprint, mientras que la capacidad para
marcar el ritmo (factor mental) es más importante en las
pruebas de media y larga distancia (Abbiss & Laursen, 2008).
Varios elementos cognitivos son cruciales para el ritmo, como
la capacidad de pensar y visualizar la organización de la carrera
con antelación, interpretar y gestionar la fatiga y juzgar con
precisión y reaccionar (o no reaccionar) ante las acciones de los
oponentes (Smits et al., 2014).
Las casillas "G" y "S" a ambos lados del modelo ilustran
nuestra necesidad de comprender cómo se aplican las
limitaciones de la actividad de II en el deporte "en general" (G)
y "específicamente" (S). Se sabe, por ejemplo, que los atletas de
II, incluso los de élite, suelen tener problemas de coordinación
motora, que pueden afectar a todos los ámbitos de la vida,
incluido el deporte, por lo que se considera una limitación
general (G). La importancia del deterioro de la coordinación
motriz variará en función de las exigencias del deporte (por
ejemplo, atletismo o tenis de mesa) y, como tal, debe
considerarse en aplicaciones específicas (S) al deporte
investigado. Cuando el deporte es muy técnico (por ejemplo, los
lanzamientos de rotación en el lanzamiento de peso) se
introducen otras complejidades. Como tal, es necesario
considerar cómo las limitaciones de la actividad
asociados a la deficiencia subyacente influyen en la aptitud de
forma general y en función del deporte.
Una vez identificados los determinantes clave de la
competencia en un deporte específico, el siguiente paso
consiste en investigar cómo afecta la deficiencia a esos
determinantes. En el caso de los deportistas con II, este
impacto puede expresarse de múltiples maneras. El
baloncesto es un deporte excelente para ilustrar el impacto
directo de la II en la toma de decisiones, que es crítica para las
respuestas rápidas y precisas necesarias para el éxito en
juegos dinámicos y de ritmo rápido. Los factores ambientales
(representados en la parte inferior de la Figura 3) son
consideraciones importantes que reflejan los desafíos
indirectos de la deficiencia sobre los determinantes clave de
la competencia deportiva. Ejemplos de estas influencias
contextuales/externas relevantes para los deportistas con II
son las oportunidades para optimizar la calidad y cantidad de
entrenamiento, el acceso a entrenadores de nivel de élite y la
experiencia. De acuerdo con el Position Stand (Tweedy &
Vanlandewijck, 2011), la clasificación basada en la evidencia
debe aislar los efectos directos de la deficiencia subyacente y
separarlos de la mejora de la competencia atribuible a otras
fuentes (por ejemplo, calidad, volumen, intensidad y
duración del entrenamiento). Los criterios mínimos de
deficiencia deben establecerse del mismo modo, siendo el
impacto directo de la deficiencia en las actividades
fundamentales del deporte el único umbral aceptable para la
inclusión. Aunque esta es la norma que se sigue
estrictamente, esta postura no refleja todo el espectro de
consideraciones necesarias para optimizar el desarrollo y los
logros del deportista. Esta omisión es problemática en el
deporte II, similar al deporte VI (Mann & Ravensbergen, 2018),
ya que no reconoce el impacto fundamental que estos tipos
de deficiencia tienen en la adquisición de habilidades y la
maduración durante el entrenamiento (Capio et al., 2013). En
otras palabras, la naturaleza evolutiva de la II tiene un
impacto culminante e interaccional en la adquisición de
habilidades y capacidades de resolución de problemas a lo
largo del tiempo
REVISTA DE CIENCIAS DEL
DEPORTE
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D. VAN BIESEN ET AL.
reducir la capacidad del individuo para optimizar su capacidad
de aprendizaje y, en última instancia, el impacto positivo de la
formación.
Observación del concurso
El Código de Clasificación de Atletas del IPC (Comité
Paralímpico Internacional, 2015) exige que todos los atletas,
independientemente del tipo de deficiencia, sean evaluados
utilizando métodos estandarizados, en un entorno controlado
y no competitivo que permita la observación repetida de las
tareas y actividades clave requeridas para la clasificación.
Cuando sea necesario, los clasificadores podrán cotejar estas
observaciones durante la competición para confirmar los
resultados estandarizados antes de finalizar la clasificación. En
el contexto de la clasificación II, las capacidades de los
deportistas en contextos competitivos y no competitivos se
comparan como parte del procedimiento estándar. Esto se
hace para aumentar la sensibilidad del procedimiento y como
mecanismo para evaluar el esfuerzo máximo. La decisión de
adoptar este enfoque era necesaria, ya que variaciones en la
competencia a través de contextos es un artefacto común de II
(Van Biesen et al., 2014b). Las diferencias entre la competición y
las situaciones previas a la competición (por ejemplo, la
presencia y el nivel de los oponentes, el entrenamiento, la
familiaridad del entorno) pueden exacerbar esta variabilidad, al
igual que una serie de factores internos (por ejemplo, el estrés,
la ansiedad ). Las dificultades para hacer frente al estrés se
asocian comúnmente con la II (Blasi et al., 2007; Hartley &
MacLean, 2005), lo que puede tener efectos negativos
significativos en el rendimiento y la capacidad de resolución de
problemas de estos deportistas. Además, los clasificadores
deben ser conscientes y reconocer cómo pueden expresarse las
limitaciones en el comportamiento adaptativo (que es un
elemento definitorio de la II) para poder observarlo durante la
competición.
Para verificar la capacidad de ritmo de los atletas durante la
competición, se pueden registrar los tiempos parciales
individuales y la posición correspondiente en el campo
competitivo. Este enfoque permite evaluar la forma en que los
atletas distribuyen su energía durante la carrera y compararla
con perfiles de ritmo óptimos (es decir, comparación con
carreras finales de campeonatos olímpicos o mundiales de la
IAAF y carreras de récord mundial) (Van Biesen, Hettinga et al.,
2016). Un enfoque aún más sencillo se adopta en lanzamiento
de peso y salto de longitud, donde los mismos protocolos de
observación para evaluar la madurez de la ejecución del
movimiento durante la prueba de campo específica del
deporte se utilizan para analizar y comparar la ejecución
durante la competición (Van Biesen, McCulloch et al., 2017).
Tras la descripción detallada de las cuatro fases del proceso
de clasificación II, en el resto de este documento conceptual se
analizarán con más detalle las aplicaciones en varios deportes y
los retos a los que puede enfrentarse el proceso de toma de
decisiones, incluida la tergiversación intencionada de las
capacidades.
Falsedad intencionada
La tergiversación intencionada se define en el Código de
Clasificación ( Comité Paralímpico Internacional, 2015) como un
intento deliberado de engañar a los clasificadores en cuanto a la
existencia o el alcance de habilidades relevantes para el deporte,
o el grado de discapacidad elegible. Se trata de una
preocupación constante para la clasificación de todos los atletas
y sigue siéndolo para los atletas con II. Aparte de la observación
como mecanismo de control del esfuerzo máximo durante las
pruebas específicas de un deporte, existen otras formas dentro
de la clasificación de los deportistas con II-.
de elegibilidad para tener en cuenta la posibilidad de este
comportamiento. La digitopuntura, una de las pruebas del
GSIT, se ha utilizado en para detectar el "engaño" en las
evaluaciones clínicas (Axelrod et al., 2014). La prueba de
digitación dentro del GSIT proporciona no sólo una medida
altamente sensible de la reactividad a lo largo del tiempo,
sino también datos comparativos entre las manos
dominantes y no dominantes. Una prueba piloto en la que se
instruyó a los estudiantes para que rindieran menos ha
demostrado el potencial de esta prueba para detectar la
tergiversación intencionada (Ockerman & Van Hove, 2016). Se
requieren más pruebas para confirmar esta utilidad entre los
participantes con II.
Evaluar los determinantes clave de la competencia en
deportes específicos de II.
Como se ha destacado en las secciones anteriores, el
desarrollo de las medidas específicas del deporte para la
elegibilidad II se centra principalmente en los factores
cognitivos (factores mentales) del rendimiento. Para los
deportes actualmente incluidos en el programa paralímpico,
se desarrollaron pruebas específicas con este enfoque en
mente. Para algunos deportes, el tenis de mesa por ejemplo,
la carga cognitiva es más evidente y comprobable que en
otros deportes como el atletismo (Elferink-Gemser et al.,
2018), lo que se refleja en la cantidad de investigación que ha
informado el desarrollo de pruebas hasta la fecha.
Durante los partidos de tenis de mesa, los jugadores
toman repetidamente decisiones sobre los servicios y las
devoluciones, el control del efecto, la velocidad y la
colocación de la pelota. Para rendir bien, un jugador necesita
anticiparse a las acciones del oponente y reconocer las
señales significativas en el contexto del juego, decidiendo en
una fracción de segundo la acción a tomar y ejecutando la
respuesta apropiada. Estos atributos del juego exigen una
competencia técnica y táctica, que fue el objetivo inicial de la
investigación sobre las pruebas específicas del deporte de los
jugadores de II-. Se desarrolló una prueba de aptitud táctica
estandarizada que se centraba en la ejecución de la
devolución del servicio, ya que un grupo de expertos en tenis
de mesa consideró que éste era el principal factor
determinante del éxito. La puntuación en esta prueba fue un
compuesto de precisión en la devolución (dónde colocar la
pelota), calidad de la decisión (selección apropiada del golpe)
y efectividad en la devolución (ganador directo o indirecto
tras la devolución). Cuando procedía (es decir, cuando no se
anotaba ningún ganador directo o indirecto), también se
tenía en cuenta la variación durante el peloteo (Van Biesen et
al., 2014a). También se desarrolló un protocolo de
observación técnica para evaluar el nivel de madurez de los
distintos tipos de golpes de tenis de mesa (es decir, smash,
topspin, backspin, etc.), expresado como porcentaje de la
ejecución totalmente madura. El control de la competencia
técnica fue necesario para interpretar con precisión la
competencia táctica, ya que un jugador de tenis de mesa
puede conocer la respuesta correcta para la situación, pero
puede carecer de la profi- ciencia técnica para ejecutar esa
respuesta.
En el atletismo, identificar los determinantes cognitivos
del rendimiento en las distintas disciplinas es más complejo
que en el tenis de mesa. En las pruebas de atletismo, la
11
CIENCIAS DEL
hipótesis de los expertos eraREVISTA
que lasDEdistancias
más cortas (por
ejemplo, 100 m sprint) seríanDEPORTE
menos exigentes desde el punto
de vista cognitivo que las pruebas de distancia (por ejemplo,
1.500 m), en las que las habilidades tácticas (control de
impulsos, ritmo), que son cognitivamente secuenciales, son
esenciales para un rendimiento óptimo. Por ello, los 1.500 m
fueron una de las pruebas iniciales seleccionadas para los
competidores de II, en las que la habilidad para marcar el ritmo
se centró en la competencia específica del deporte.
12
D. VAN BIESEN ET AL.
pruebas. Se desarrolló una prueba de campo estandarizada
que requería que corredores entrenados con II mantuvieran
una velocidad de carrera submáx- ima predeterminada sin
indicaciones externas (es decir, autorregulación) (Van Biesen,
Hettinga et al., 2017). En las disciplinas de campo (por ejemplo,
lanzamiento de peso y salto de longitud), la identificación de
los determinantes básicos de la competencia que son
directamente cognitivos fue más difícil (Van Biesen, McCulloch
et al., 2017). Dada la naturaleza compleja, dinámica y
multisecuencial de estas pruebas, la competencia técnica fue el
objeto de evaluación. En lanzamiento de peso y salto de
longitud, esto se operacionalizó mediante la evaluación de lo
cerca que la ejecución técnica se aproximaba a un movimiento
completamente "maduro" u óptimo, y la consistencia de la
réplica a través de múltiples esfuerzos de pruebas de campo
máximas. Los protocolos de observación utilizados en las
pruebas de campo se desarrollaron en colaboración con
expertos y entrenadores de atletismo de alto nivel.
Determinar los criterios mínimos de deterioro a
partir de las pruebas recogidas durante el proceso de
clasificación.
Una vez validadas las medidas para verificar el impacto de la
deficiencia en los determinantes relevantes de la competencia
deportiva, se necesitaron umbrales de corte para determinar la
inclusión en la lista maestra. Las puntuaciones de corte para las
subpruebas GSIT cognitivas y de función ejecutiva se
identificaron utilizando datos de comparación, como se
muestra en (Figura 4) (Van Biesen, Mactavish et al., 2016). Los
gráficos de caja muestran cómo se distribuyen los datos entre
468 atletas internacionales de élite con II y un grupo de control
de 162 atletas sin II con deporte, edad y volumen de
entrenamiento similares.
Los umbrales de corte se establecieron comparando la
distribución de los datos (media y variación) de los atletas con II
con una amplia muestra normativa de atletas igualmente bien
entrenados sin II. Se calculó el porcentaje de solapamiento
entre las muestras con y sin II para cada subprueba, y los
umbrales de corte se obtuvieron a partir de ese porcentaje de
solapamiento. Para las cuatro subpruebas representadas en la
(Figura 4), la puntuación de corte se indica mediante una línea
horizontal roja.
Durante el proceso de clasificación, los deportistas reciben
una puntuación de uno o cero: 1 si obtienen una puntuación
superior a la puntuación de corte de la subprueba o cero si
obtienen una puntuación inferior a la puntuación de corte. Para
tener en cuenta la varianza natural, que los conjuntos de datos
de comparación muestran que se produce, una puntuación
por encima del umbral en una de las subpruebas del GSIT era
admisible, pero por encima de ese umbral no era admisible
según el GSIT. Cinco de las siete subpruebas del GSIT están
relacionadas con la toma de decisiones (es decir, las cuatro
pruebas representadas en la Figura 4 y la prueba de flanqueo).
El tiempo de reacción simple y el tiempo de reacción de
elección se utilizan para que los deportistas se familiaricen con
el equipo y para facilitar la realización de pruebas más
complejas. Los resultados de estas dos pruebas no se tienen en
cuenta en el proceso de toma de decisiones, ya que carecen de
sensibilidad suficiente para discriminar entre los atletas con y
sin II (Van Biesen, Mactavish et al., 2016). Los deportistas no
elegibles en el GSIT pueden completar el SST, para permitir una
completa
evaluación del perfil de competencia del deportista.
Durante el TSM también se establecieron umbrales para la
toma de decisiones. Por ejemplo, en la prueba de ritmo de
atletismo, los umbrales de tiempo objetivo se establecieron en
el 80% de la mejor marca personal del atleta e n la carrera de
1.500 m. A continuación, se evaluó la capacidad del atleta para
marcar el ritmo en una serie de pruebas y se midió la
desviación del objetivo previsto. Se establecieron normas
estadísticas para esta desviación y el atleta puntúa uno o cero
en función de si su puntuación está dentro o fuera de estas
normas. Para ser elegible, un atleta debe puntuar dentro de los
rangos esperados en el SST. Los resultados de estas pruebas se
verifican mediante observaciones estructuradas realizadas en
competición. En el tenis de mesa s e utiliza un enfoque
similar, con pruebas estandarizadas de habilidades técnicas y
tácticas antes de la competición y verificación de los resultados
mediante observaciones estructuradas realizadas en
competición (Van Biesen et al., 2014b). Las puntuaciones en la
GSIT y la SST proporcionan un perfil cuantitativo, y la
observación en competición busca la coherencia del
rendimiento con ese perfil.
Todos los deportistas rellenan un cuestionario de historial
de entrenamiento y limitaciones de la actividad deportiva
(TSAL), que contiene información sobre el historial de
entrenamiento y la experiencia del deportista. Esta información
proporciona un contexto útil que evita que los deportistas muy
competentes sean penalizados por años de entrenamiento
dedicado.
El panel de clasificación tiene en cuenta los resultados y
observaciones de todas las fases del proceso de evaluación del
atleta (Discapacidad Admisible, GSIT, SST, Observación de la
Competición y TSAL) en su toma de decisiones. Esto se hace
siguiendo los procedimientos tal y como están escritos en los
respectivos manuales específicos de cada deporte (por
ejemplo, Manual de Clasificación de la Deficiencia Intelectual (II)
del Para Atletismo Mundial,
REVISTA DE CIENCIAS DEL
DEPORTE
13
Figura 4. Datos comparativos de las cuatro subpruebas basadas en el contenido de los tests genéricos de inteligencia deportiva, reimpresos con permiso de Van Biesen,
Mactavish et al., 2016.
14
D. VAN BIESEN ET AL.
2019). Las decisiones de clasificación (inclusión/exclusión) se
basan principalmente, aunque no de forma exclusiva, en las
pruebas empíricas recopiladas a través de la GSIT y la TSAL. El
panel de clasificación puede acceder a otras fuentes de datos
sobre los atletas (por ejemplo, TSAL, información sobre
impedimentos elegibles y observación de competiciones) para
facilitar su toma de decisiones. Por ejemplo, si los resultados de
la GSIT plantean dudas, el panel de clasificación puede
consultar la información de la evaluación de la Deficiencia
Admisible (por ejemplo, las subpruebas del WASI y algunas
subpuntuaciones de las pruebas de CI originales), ya que
c a b r í a esperar una relación entre algunos de estos
elementos y la GSIT. Los datos del TSAL también pueden
utilizarse en el proceso y, aunque no son suficientes para
cambiar el estado de una decisión de clasificación, pueden
desencadenar una revisión cuando los clasificadores
consideren que el historial de entrenamiento (frecuencia,
duración, intensidad) es insuficiente para explicar el nivel
actual de rendimiento del deportista.
Mejorar la calidad de la clasificación basada en
pruebas
La clasificación basada en pruebas debe evolucionar
continuamente a medida que surgen nuevos conocimientos y
se revisan los procedimientos de clasificación como parte de
un ciclo continuo de mejora de la calidad. Nuestro enfoque
conceptual original ha evolucionado con la investigación en
curso, se han revisado los sistemas y se han identificado áreas
para la investigación, la expansión y la mejora futuras. Esta
evolución se vio reforzada por el reconocimiento en 2013 por
parte del IPC de la Unidad de Actividad Física Adaptada de la
Universidad Católica de Lovaina como "Centro Internacional de
Investigación y Desarrollo de la Clasificación para Atletas con
Discapacidad Intelectual" como catalizador coordinador para
fomentar la investigación, el desarrollo y la optimización del
sistema de clasificación II-.
Una parte del procedimiento de elegibilidad que se ha
examinado de cerca y revisado a lo largo del tiempo es la GSIT.
Las pruebas disponibles actualmente respaldan el uso del GSIT
actual (para más detalles sobre psicometría, véase Van Biesen,
Mactavish et al. (2016); y Van Biesen, McCulloch et al. (2017)).
Todos los aspectos relevantes del modelo de inteligencia
deportiva están incorporados en el GSIT (ver Figura 2), y cada
una de las subpruebas tiene propiedades psicométricas sólidas,
y discrimina bien entre atletas con y sin II. Sin embargo, la
versión actual no es el punto final, ya que actualmente se está
investigando para mejorar aún más su validez y su validez
ecológica (es decir, más relacionada con el entorno dinámico y
complejo del deporte). Por ejemplo, estamos explorando otras
posibles pruebas de funcionamiento ejecutivo (por ejemplo, la
prueba de rastreo de colores) y pruebas de búsqueda visual
más dinámicas (por ejemplo, seguimiento de objetos
múltiples).
Otra línea de investigación relacionada con la GSIT es
perfeccionar la forma en que las puntuaciones se tienen en
cuenta en el proceso de toma de decisiones de clasificación.
Los puntos de corte actuales se establecieron a partir de las
puntuaciones medias de una amplia muestra normativa, lo que
supuso un punto de partida razonable, ya que los perfiles
cognitivos de los grupos normativos no variaban
significativamente entre los distintos deportes. Con más
investigación desde entonces y la disponibilidad de conjuntos de
datos más amplios, se deben realizar más análisis para explorar la
sensibilidad de las puntuaciones en comparación con una
puntuación estándar, cómo se ven en relación con los criterios de
rendimiento específicos del deporte y si el impacto difiere según
el deporte (es decir, deportes con diferentes cargas cognitivas).
También se está investigando actualmente el posible uso de
paradigmas cognitivo-motores de doble tarea para sustituir
algunos de los
pruebas cognitivas que no son lo suficientemente sensibles
como para discriminar entre muestras de atletas con y sin II
cuando se miden de forma aislada (tarea única). La doble
tarea cognitivo-motora es un nuevo enfoque de las pruebas,
en el que los investigadores examinan cómo los atletas
asignan sus recursos cognitivos y atencionales mientras
realizan dos o más tareas al mismo t i e m p o . La doble tarea
crea un entorno de pruebas más realista, ya que se asemeja al
contexto real del deporte, en el que se realizan dos o más
tareas simultáneamente en todo momento (por ejemplo,
mantener una velocidad óptima y una técnica adecuada
mientras se juzga el momento apropiado para iniciar el punto
de giro en natación). Mientras se ejecutan dos o más tareas
simultáneamente, el cerebro necesita decidir
constantemente cómo asignar los recursos cognitivos
disponibles, y como los individuos con II tienen recursos
cognitivos limitados, se espera que esto sea más desafiante
en comparación con los atletas sin II (Mikolajczyk &
Jankowicz-Szymanska, 2015; Van Biesen, Jacobs et al., 2017).
Otra línea de investigación para reforzar el s i s t e m a
actual es el trabajo sobre el comportamiento adaptativo y su
impacto en la competencia deportiva. Como se ha
mencionado anteriormente, el comportamiento adaptativo
es uno de los criterios diagnósticos del II, y se verifica durante
la fase de deficiencia elegible. Sin embargo, durante las fases
posteriores del proceso, no se tiene en cuenta el impacto del
comportamiento adaptativo en los determinantes clave de la
competencia deportiva, y la atención s e c e n t r a
exclusivamente en la evaluación de las funciones cognitivas
(es decir, la inteligencia deportiva genérica y específica del
deporte). Paralelamente a nuestro enfoque para identificar
los elementos de inteligencia específicos del deporte,
actualmente se están realizando esfuerzos para definir el
"c o m p o r t a m i e n t o adaptativo deportivo" y los
enfoques (genéricos y específicos del deporte) para medir el
comportamiento adaptativo y su impacto en el rendimiento
deportivo.
deporte.
El baloncesto se ha mencionado en este documento como
un deporte con altas demandas cognitivas. A pesar de que el
baloncesto con II no está incluido en el programa
paralímpico, es el deporte con la historia más larga y
completa de investigación sobre clasificación basada en la
evidencia (Arbex et al., 2017; Pinilla et al., 2015; Pinilla Arbex
et al., 2016, 2016; Polo et al., 2017). Dado que las altas
demandas cognitivas de los deportes de equipo como el
baloncesto son evidentes, y debido a que el baloncesto es un
deporte muy popular entre las personas con II, con altas cifras
de participación, se ha utilizado como deporte ejemplo para
guiar la investigación hacia el desarrollo de medidas de
competencia táctica específicas para cada deporte. Se
desarrollaron pruebas de toma de decisiones en la cancha
(juego real) y fuera de ella (informatizadas) para evaluar la
velocidad y precisión específicas del baloncesto en la toma
de decisiones. Los jugadores adultos de baloncesto II de alto
nivel rindieron por debajo del nivel de toma de decisiones de
los jóvenes jugadores de baloncesto de (menores de 12 años)
que juegan en competiciones de baloncesto normales (sin
discapacidad) (Pinilla et al., 2016, en prensa).
Varios otros deportes han mostrado interés en desarrollar
sus propios sistemas de clasificación basados en la evidencia
para los atletas de II (por ejemplo, taekwondo, hípica, remo,
15
REVISTA
DE CIENCIAS
DELinteresados en
hockey) (Vivaracho et al., 2018).
Algunos
están
DEPORTE
su futura inclusión en el movimiento
paralímpico, y otros en
VIRTUS. En el deporte de invierno, por ejemplo, el esquí de
fondo se está considerando actualmente para su posible
inclusión en los Juegos Paralímpicos de Invierno. En un estudio
piloto, Blomqvist et al. (2018) demostraron que la cognición
alterada limita la capacidad de seleccionar la marcha óptima (es
decir, la técnica de esquí) según las características de la
pendiente, que es un determinante clave de la competencia en
el esquí de fondo. Se necesita más investigación, para evaluar
otros determinantes clave del esquí de fondo.
16
D. VAN BIESEN ET AL.
de los países, como el ritmo, pero los resultados preliminares
de los estudios parecen prometedores para el desarrollo de un
sistema sólido de clasificación entre países.
Debate
En su reciente artículo sobre la evolución y el desarrollo de las
mejores prácticas de clasificación paralímpica, M. J. Connick et
al. (2018) llegaron a la conclusión de que un sistema no solo
debe ser científicamente válido, sino que también debe a)
llevarse a la práctica con éxito, b) que estas prácticas sean
aceptables y viables y c) que las partes interesadas paralímpicas
apoyen y comprendan el sistema. El sistema desarrollado para
demostrar la elegibilidad de los para-atletas con II tiene un
creciente cuerpo de evidencia científica de apoyo. Se ha
llevado a la práctica y está respaldado por la investigación en
curso que conduce a un mayor perfeccionamiento y mejora.
Algunas áreas requieren más investigación y otras necesitan un
medio para equilibrar el tiempo necesario para establecer
sistemas científicamente creíbles y los intereses prácticos y las
demandas de las organizaciones para fomentar la participación
deportiva y las oportunidades competitivas. Alinear estas
prioridades con l a forma en que evolucionan y se financian las
prioridades de investigación sigue siendo un área de tensión
que hay que reconocer y buscar soluciones.
Trabajar con deportistas de diversas capacidades cognitivas,
competencias verbales y orígenes lingüísticos y culturales
plantea exigencias añadidas a la hora de seleccionar las
mejores pruebas e instrumentos científicamente disponibles. El
sistema de clasificación resultante creemos que se ajusta bien a
estas exigencias, pero también plantea cuestiones de
investigación adicionales, de relevancia más amplia que la
clasificación paralímpica, como la influencia de las formas
occidentales y orientales del lenguaje escrito en habilidades
neurológicas como el reconocimiento de patrones. En cuanto a
la viabilidad, la clasificación se lleva a cabo en todo el mundo,
normalmente en acontecimientos deportivos, con plazos
ajustados y limitaciones financieras, y exigiendo resultados
inmediatos. Estas realidades prácticas exigen de nuevo un
compromiso entre las mejores prácticas científicas y la
viabilidad. El sistema de clasificación II desarrollado es portátil,
inmediato, eficiente y entrenable en términos de reclutamiento
de clasificadores con niveles adecuados de experiencia. En
general, las partes interesadas de los Juegos Paralímpicos han
apoyado mucho el enfoque adoptado para la clasificación II, sin
embargo, un área que tal vez necesita un mayor desarrollo es la
traducción de este trabajo para que sea plenamente
comprensible por todos los atletas con II. En la actualidad, no
existe un procedimiento real para proporcionar una
introducción sencilla a todo el proceso y sus implicaciones en
un lenguaje fácil y sencillo para los atletas.
Involucrarse en la investigación de la clasificación basada en
la evidencia tiene muchos aspectos positivos, más allá del
sólido sistema de clasificación resultante y de la mayor
inclusión de los atletas con II en las competiciones deportivas
de alto nivel. Un beneficio específico es el avance del
conocimiento mediante la unión de la investigación
interdisciplinar y la experiencia práctica. La clasificación de los
atletas con II ha servido de punto de encuentro entre
disciplinas como las ciencias del deporte, la psicología del
deporte, la neuropsicología y la psicología clínica, junto con la
experiencia de los entrenadores en diferentes deportes. Una
segunda ventaja ha sido la posibilidad de contribuir al
conocimiento y la investigación científica fuera de la clasificación
paralímpica en áreas como la identificación de talentos y la
mejora de la calidad de vida.
rendimiento. Las ideas derivadas del trabajo de clasificación II
pueden ayudar a comprender cómo la experiencia deportiva
está vinculada a la cognición y cómo unas funciones
cognitivas y ejecutivas superiores pueden contribuir a
destacar en el deporte.
Conclusión
Las mejores prácticas actuales en materia de clasificación
deportiva específica para para-deportistas se basan en un
modelo conceptual original expuesto en este documento. El
sistema tiene su propio carácter distintivo relacionado con el
grupo de deficiencia específico que se investiga. Cada vez
hay más investigaciones que corroboran cada uno de los
elementos del proceso. Dado que la investigación y la
práctica son un proceso iterativo, creemos que, a medida que
surgen nuevas pruebas, el mantenimiento de la calidad
requiere una revisión y mejora continuas del s i s t e m a
establecido.
La clasificación basada en pruebas es el único camino a
seguir, si queremos cumplir las obligaciones morales con los
atletas en cuanto a procesos y sistemas justos y
transparentes. Los procedimientos de clasificación deben ser
el resultado de un ciclo continuo de mejora de la calidad,
para cumplir estos requisitos y satisfacer también las
necesidades de una población desfavorecida que tiene pocas
oportunidades de hablar con voz propia, al tiempo que
demuestra un rendimiento deportivo de categoría mundial.
Agradecimientos
Este proyecto se ha llevado a cabo con el apoyo del Comité Paralímpico
Internacional. Los autores quieren dar las gracias a todos los atletas y
entrenadores que colaboraron voluntariamente y de todo corazón
durante la recogida de datos; a los estudiantes de investigación y colegas
que ayudaron en la recogida de datos, a los organizadores de eventos
que ayudaron a facilitar los experimentos; y al INAS (VIRTUS), al IPC y a la
ITTF por su continuo apoyo.
Declaración de divulgación
Los autores no declararon ningún posible conflicto de intereses.
ORCID
Debbie Van
Biesenhttp://orcid.org/0000-00022754-4679 Peter Van de
Vliethttp://orcid.org/00000002-1434-3659
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