Subido por Jose Ramon Gonzalez Chavez

CULTURA DE LA LEGALIDAD

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CULTURA DE LA LEGALIDAD
De la implantación por Decreto al Compromiso Real
Por José Ramón Gonzalez
Uno de los grandes problemas de México, aun sin solución objetiva, es el de la
llamada cultura de la legalidad, término que en el contexto del proceso de
modernización integral del sistema jurídico que estamos viviendo es inadecuado al
llevar una contradicción implícita, que podría corregirse refiriéndonos a ella más bien
como “cultura de la juridicidad”, en virtud de que actualmente, alejándonos (o
pretendiéndonos alejar) del modelo positivista clásico que ha imperado durante
tantas décadas, lo jurídico abarca mucho pero mucho más que solo las leyes.
En México no existe, o mejor dicho, se ha perdido esta cultura de la juridicidad,
indispensable en la construcción de todo Estado Constitucional; su ausencia resulta
ser uno de los factores determinantes en el intento por modernizar el sistema
jurídico mexicano en general y en particular para el establecimiento y consolidación
de mecanismos como la oralidad y la justicia alternativa, la transparencia y la
rendición de cuentas, el combate a la corrupción y la impunidad.
Buena parte de los problemas que vivimos actualmente en nuestro país se deben a
esta carencia de Cultura de la Juridicidad, de la cual TODOS, no solo “el gobierno”
como algunos pretenden hacer creer, somos corresponsables. Parafraseando a
Luigi Ferrajoli en la construcción, aplicación y dación del Derecho TODOS tenemos
algo qué decir, y yo añadiría: también algo qué hacer, pues hoy como nunca lo
jurídico es ante todo un producto colectivo, en el que deben participar no solo los
jóvenes y las mujeres, también los adultos, los niños, los ancianos, los indígenas,
los discapacitados, los trabajadores, los campesinos, y todos los demás grupos
sociales cuyos miembros deben cumplir y hacer cumplir sus normas, principios y
prácticas, ya no como sucedía antes por obligación, sino principalmente por
persuasión y convencimiento del valor jurídico y político que las normas pretenden
proteger.
Para crear cultura de la juridicidad me parece que primero que nada hay que
construir pensamiento crítico, y para eso es indispensable hacer uso de la poderosa
herramienta de la Argumentación, disciplina que como sujeto de enseñanza,
aprendizaje y estudio es aún más antigua que el propio Derecho y que de acuerdo
al nuevo modelo de Estado Constitucional se erige en columna vertebral en el
proceso creación, operación e interpretación de lo jurídico.
El primer requisito para construir un nuevo sistema constitucional y de justicia es la
aceptación por todos y cada uno de los que formamos parte de esta sociedad del
compromiso a asumir para que sus principios normas y prácticas se conviertan en
hechos concretos y tangibles; solo a partir de esta premisa básica es posible la
planeación, instrumentación y operación de acciones específicas para lograr el
cambio de modelo, la eliminación de los vicios arraigados, el cambio de paradigmas
sobre el papel que tenemos –reitero, todos sin excepción- como miembros
integrantes –al mismo tiempo sujetos y actores- de nuestra sociedad.
En el caso de los estudiantes universitarios esta responsabilidad es aún mayor y no
solo concierne a los que están en la carrera de Derecho, como también
erróneamente se pretende inculcar, sino de todas las disciplinas. Así como lo
jurídico permea todos los ámbitos de la vida social, así también los todos los
miembros de la sociedad tenemos la responsabilidad social y política (de
(Politeia) lo que nos interesa a todos, independientemente de
nuestras preferencias y expectativas personales) de aportar nuestra opinión y
contextualizar el impacto de los diversos instrumentos jurídicos en nuestro quehacer
cotidiano, independientemente de qué sea a lo que nos dediquemos, cuenta tenida
de que en todos lados hay reglas qué cumplir, derechos que ejercer y respetar,
irregularidades que denunciar y atacar, fuerzas que unir para transformar positiva y
efectivamente nuestra realidad.
El avance del Estado autoritario al Estado de Derecho y de este al Estado
Constitucional no es tarea solo de abogados, ni de legisladores, ni de jueces, ni de
gobernantes, implica la movilización y activación completa de la sociedad para que
la cultura de la juridicidad deje de ser un buen propósito y se convierta en una forma
de ver y vivir la vida y de por vida, en una actitud hacia sí mismo y los demás.
Para los asuntos complejos ninguna acción es pequeña, todas cuentan y
contribuyen a la construcción del edificio de la nueva juridicidad. La transformación
propia es en sí un resultado concreto en favor del cambo social.
Por desgracia vemos que todos los organismos sin excepción que deberían estar
encargados de apoyar y promover esta cultura de la Juridicidad, ya sean públicos,
privados o sociales, son los menos interesados en ello. Baste constatar la poca
importancia que desde al menos hace poco más de 8 años que inició formalmente
el proceso de reforma al sistema constitucional y de justicia, en los hechos, le han
dado en sus presupuestos de promoción, capacitación y comunicación social,
comparativamente al que le han dado a otros temas como el de género, solo por
mencionar uno de tantos.
Tampoco vemos en las universidades y centros de educación superior, menos aún
en los demás niveles educativos, intenciones de modificar planes y programas de
estudio, de capacitar a maestros, alumnos y personal administrativo para educar en
la cultura de la juridicidad.
En fin, independientemente de sus implicaciones logísticas y técnicas, el nuevo
sistema constitucional y de justicia no podrá pasar de su pretendida implantación
por decreto a su aplicación real hasta que no se diseñe y opere una estrategia seria
y convencida que busque y consiga que cualquier persona incluya dentro de su
bagaje cultural, de su “chip” de cultura general, el cumplimiento de los principios,
normas y prácticas que conforman nuestro Estado Constitucional como una práctica
cotidiana de vida.
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