EL DÍA, sábado, 28 de abril de 2018 p1 PUBLICACIÓN del trabajo ganador del Premio de Investigación Histórica Ruméu de Armas 5/7 del sábado revista semanal de EL DÍA La escala de Magallanes en Tenerife. Aviso a los no navegantes Texto: Luis M. García Rebollo (capitán de navío) e cara a la conmemoración del V Centenario de la primera vuelta al mundo iniciada por Fernando de Magallanes y completada por Juan Sebastián de Elcano, para la que se ha creado una comisión nacional bajo la Presidencia de Honor de Sus Majestades los Reyes, y especialmente de la conmemoración de los actos que puedan tener lugar en Tenerife por su histórica vinculación con aquella gesta, no estarían de más unos apuntes náuticos, quizás necesarios, para poder entender aquel acontecimiento extraordinario y, en particular, la recalada en nuestra isla. La primera circunstancia que deberíamos tener meridianamente clara es que si fuimos el mayor imperio global y marítimo de la historia de la humanidad no fue por casualidad, como todavía sostienen algunos crédulos del hispanismo decimonónico y leyendanegrista de William Prescott, sino por el extraordinario nivel científico de nuestros pilotos, astrónomos y constructores navales, el oficio de nuestra gente de mar, el rigor de nuestras instituciones, la voluntad política de nuestros gobernantes y el entusiasmo necesario para llevar a término una hazaña tan descomunal como ésa. Nuestros pilotos de entonces, además de su formación, debían tener una virtud fundamental e imprescindible: la discreción. La información náutica, las rutas, los vientos y corrientes, la localización de los recursos naturales de las distintas islas y territorios eran secretos de Estado en los que se sustentaba la economía y soberanía del Imperio. El gremio de pilotos de la Casa de Contratación de Sevilla era absolutamente confidencial, sus descubrimientos no se daban a la imprenta, sino que se guardaban manuscritos en cofres de tres llaves. La misma Casa de Contratación los utilizaba para actualizar el Padrón Real, confeccionar nuevas cartas de navegación y derroteros que se les facilitaba con la necesaria reserva en las siguientes expediciones. La escasa divulgación de todo este material cartográfico y científico es el motivo por el que una buena parte se haya perdido. Recordemos que durante la invasión napoleónica se quemaron bibliotecas enteras solo para calentar a la D tropa francesa. Sin embargo, aún se conservan valiosísimos tratados, como los de Alonso de Chaves, que resume toda la experiencia acumulada por nuestros pilotos desde la fundación de la Casa de Contratación, en el siglo XV, hasta el primer tercio del siglo XVI, o los de Baltasar Vellerino de Villalobos y Juan de Escalante, que lo hacen hasta pasada la primera mitad. Trabajos que nos pueden orientar sobre la navegación de Magallanes a Tenerife. Junto con los datos que nos aporta Pigafetta, que era persona noble, culta y curiosa, pero que no era piloto, ni podía manejar documentación náutica reservada, y sabía poco o nada de navegación, especialmente al principio del viaje, cuando hizo escala en nuestra isla. Cosa que es conveniente tener en cuenta a la hora de interpretar su diario, que no suele transcribir coordenadas ni información náutica sensible, como sí hace el diario de Francisco de Albo, piloto de la nao Trinidad, que se conserva, aunque lamentablemente no recoja el paso por Tene- Dibujo del relieve de la parte norte de la isla de Tenerife, tomando como referencias el Teide y la Punta de Anaga. rife. Según la documentación para pilotos citada de la Casa de Contratación, el viaje desde Sanlúcar de Barrameda a Canarias comenzaba en las inmediaciones del bajo y rompiente de Calmedina (Salmedina) frente a Chipiona, en altura (latitud) de treinta y siete grados. Desde allí, en invierno, los pilotos debían navegar en demanda de la punta de Naga (Anaga) en Tenerife, “al sudueste quarta al sur hasta estar tanto avante con el cabo de cantin, en la costa de berbería, y desde allí al sudueste cuarta al oeste hasta la mesma punta de naga”. El motivo de acercarse a la costa africana era prevenir la posibilidad de ser sorprendidos por alguno de los temibles temporales que azotaban el llamado “golfo de las yeguas”, entre el estrecho de Gibraltar y los cabos San Vicente y Cantín, para en aguas más tranquilas correr el temporal hacia el Estrecho o la bahía de Cádiz; o bien escapar hacia el Sur si ya se había sobrepasado Cantín (en latitud de 32,5ºN). Pero Magallanes dejó Calmedina el día 20 de septiembre, aún verano, por lo que debía navegar al “sudueste” franco para “…apartar de la costa de berbería y no la ver ni reconocer, por causa de su calor en el tiempo de verano suele causar calmas y con ellas vientos mareros, travesias que causan pesadumbres diarios y disgustos, y demás desto… haver por allí algunas galeras y galeotas de enemigos que pretenden ofender a los que pueden haller”. Para después de recorrer “dosientas y treinta leguas”, avistar la punta de Anaga que “esta en altura de veynte y ocho grados y medio … es alta y tajada, y encima della hase como una mesa pequeña con dos mogotillos q parescen dos bohíos o cabañas de pastores, y echa de si dos farellones en el mar…”. Llegado a este punto, Magallanes habría recorrido más de setecientas millas náuticas en seis días, a una velocidad media de unos cinco nudos, que con aquellos barcos solo era posible con un alisio moderado, propio por otra parte de esa época del año. Y a la vista de la punta de Anaga tendría que elegir entre la ruta norte y sus puertos: sábado, 28 de abril de 2018, EL DÍA p2 EN PORTADA Garachico y San Sebastián de La Gomera. O la sur con los suyos: Santa Cruz y el tenedero de Montaña Roja. Además, sabía perfectamente que la decisión era irreversible porque ningún barco podía navegar directamente contra el alisio moderado para desandar el camino. Eligió la costa sur. La misma decisión había tomado cuatro años antes Juan Díaz de Solís, piloto mayor de la Casa de Contratación, con la misma misión que Magallanes: encontrar un paso entre el Atlántico y el Pacífico para llegar al Maluco y las islas de la especiería. Al mando de tres carabelas, con la máxima discreción, “porque el viaje que ha de hacer conviene que sea secreto por muchas causas…”, sobre todo para no alertar al rey de Portugal. Juan Díaz de Solís fondeó en octubre de 1515 en Santa Cruz de Tenerife, que era Puerto Real desde 1506, donde se aprovisionó de agua, víveres y sobre todo de tablones de tea para proteger sus carenas de la broma. Su escala en nuestro puerto, igual que la de Magallanes, no figura en las actas del Cabildo, pero sí hay constancia de una carta secreta remitida al Adelantado Fernández de Lugo por Lope Conchillos, secretario del rey Fernando, exponiéndole la reserva con que debía tratarse la expedición y del aprovisionamiento necesario. Estos extremos ya nos los explicaba con detalle en 1958 el eminente catedrático de Historia de la Universidad de La Laguna Elías Serra Rafols. Antonio de Herrera, cronista mayor de las Indias y de Castilla, también relaciona la escala en Santa Cruz de Tenerife de Juan Díaz de Solís, quien meses más tarde llegaría a descubrir el Río de la Plata, donde lamentablemente fue asesinado, asado y devorado por indios caníbales. Pero la información náutica que había recopilado hasta su muerte resultó extremadamente útil para el cartógrafo Nuño García Torreño, de la Casa de Contratación, para confeccionar las cartas náuticas que llevaría la expedición de Magallanes. Magallanes seguiría la estela de Solís, con cuyas cartas navegaba. Y fondearía el día 26 de septiembre de 1519 en Santa Cruz, aunque Pigafetta no identifique el fondeadero, el único puerto documentado por la Casa de Contratación después de Anaga, “… yr aluengo de tierra hasta ver las casas del pueblo y en llegando a dieciocho brazas debe surgir, porque estará en fondo limpio”. El único puerto capaz de aprovisionar una expedición secreta del rey. Que con la misma discreción que a Solís le suministraría agua, carne y leña durante tres días y medio. Después levantó el fondeo y navegó hasta el tenedero de Montaña Roja, en Granadilla, donde permaneció fondeado dos días más para completar la carga de pez y embarcar cuatro tripulantes. Hasta la medianoche del 2 al 3 de octubre en que leva si- guiendo el alisio. Porque las naves de aquella época no podían navegar contra el viento. Solo las carabelas tenían alguna capacidad de hacerlo, consecuencia de un avanzado diseño de carenas cuyas líneas de agua también se conservaban en secreto. A principios del s. XVI, la Casa de Contratación establecía el punto de partida de la ruta trasatlántica en las inmediaciones de El Hierro, “y siendo tanto adelante como la dicha isla del Hierro por la banda del sur…”. Isla bien conocida por nuestros pilotos, aunque Pigafetta sitúe el herreño árbol Garoé en Tenerife. Desde allí, Alonso de Chaves nos explica las distintas derrotas que debían tomar las naos para cruzar el Atlántico, refiriéndose ya entonces a lo que se conocería por loxodrómica y ortodrómica, sobre cartas de derrotas y de alturas, el antecedente de las conocidas proyecciones Mercator. Sin embargo Magallanes puso rumbo Sur, siguiendo la estela de Juan Díaz de Solís, que a su vez seguía las bien conocidas rutas portuguesas a la Guinea para cruzar la línea equinoccial, atravesar las calmas ecuatoriales y encontrar los alisios del hemisferio austral para así bordear las posesiones portuguesas en Brasil sin ser descubierto, hasta el Río de la Plata, donde proseguir la expedición en el punto que la había dejado Solís, cuya cartografía le habría sido sin duda imprescindible. Es preciso mencionar que Juan Díaz de Solís, junto con Américo Vespucio, Yáñez Pinzón y el obispo de Fonseca, fue uno de los cuatro eminentes convocados por el rey Fernando en 1508 para levantar el plano del mundo, una tarea que heredó su nieto Carlos V y en la que Magallanes sucedió a Juan Díaz de Solís, y Elcano, a su vez, a Magallanes. Una progresión descubridora que ya Relieve de la isla de El Hierro, “pasando por la banda del Norte”, reza el rótulo inferior. en el siglo XIII aprovechaba la confluencia en la península Ibérica de las culturas árabe, cristiana y judía para iniciar un proceso de recopilación científica hasta entonces desconocido en Europa con la fundación, por Alfonso X el Sabio, de la Escuela de Traductores de Toledo, en la que logra reunir al mejor equipo de científicos de la época, entre españoles y extranjeros. A través de Toledo irrumpe en Europa la ciencia que judíos y musulmanes habían recogido del acervo de la cultura griega, barrida tras la caída del imperio romano y la invasión de los bárbaros, desde Tales de Mileto, que predice un eclipse de Sol, a Aristóteles, que confirma la esfericidad de la Tierra, con sus polos, trópicos y ecuador; de Eratóstenes de Cirene en su tarea de medir el globo terráqueo a Ptolomeo de Alejandría, a quien debemos el Almagesto y la Geografía, y su concepción geocéntrica del universo. Y de otras muchas obras que fueron traducidas al árabe y del árabe al latín en Toledo. Se introducen los números arábigos en los cálculos astronómicos, lo que dispara el desarrollo de la trigonometría –se puede decir que la trigonometría actual se inventó en Toledo–; se escriben las Tablas Toledanas y las Alfonsíes, que tendrán vigencia durante varios siglos; se recopilan todos los conocimientos astronómicos de la época en los Libros del Saber de Astronomía, que permite a los navegantes españoles calcular la latitud por medio de la estrella Polar o de la altura meridiana del Sol, a través de unas tablas de declinación muy exactas, para cuya elaboración fue preciso el diseño y construcción de instrumentos complejos como el astrolabio astronómico y el cuadrante... En el siglo XIV nace la cartografía europea en Palma de Mallorca. Una ciencia que se desarrolla en las expediciones mallorquinas a las islas Canarias, entonces recientemente redescubiertas por Lancelotto de Mallocelo. En el siglo XV, se produce un florecimiento de las ciencias cosmográficas españolas. En Salamanca, Abraham Zacuto, catedrático de Astrología, escribe el Gran Tratado, traducido como el Almanach Perpetuum, que contiene todas las tablas y datos necesarios para resolver los problemas astronómicos de la navegación. A finales de siglo, con los Reyes Católicos, el desarrollo de las ciencias astronómicas para la navegación de altura se concentran en la recientemente creada Casa de Contratación de Sevilla, al igual que la cartografía, la fabricación de astrolabios y ballestillas, y la formación de pilotos. Nuestra construcción naval tampoco se queda atrás. La construcción de carabelas, urcas, naos, pinazas, cocas, chalupas, galibrazas o bateles florece en todo el litoral. Sus tripulantes, expertos en la pesca de la sardina o del bocarte, en la guerra en la mar, o en las duras condiciones del comercio entre los puertos castellanos del Cantábrico con los de la Liga Hanseática, son tan buenos como los barcos que tripulan. Es patente la buena fábrica de la nao Victoria, construida en Zarautz, entonces Castilla, que tomó la llamada vuelta de poniente hasta montar las Azores y recalar definitivamente en Cabo San Vicente. Y que después de dar la vuelta al mundo aun llegó a cruzar el Atlántico tres veces más. Magallanes descubrió el paso al Pacífico, pero cometió el mismo error, el mismo exceso de confianza, que Solís ante indios hostiles, que acabaron con su vida en la isla de Mactán. Y fue a Juan Sebastián de Elcano a quien correspondió terminar la primera circunnavegación del globo. La información que éste aportaría a la Casa de Contratación fue a su vez un paso más para abrir a los navegantes españoles las rutas del Pacífico, que llegaría a conocerse en todo el mundo como el Lago Español. Un paso más entre los muchos que nos hicieron una gran nación, a la que pertenecemos. Pero no debemos olvidar que el primer paso en la ruta de los descubrimientos fue Santa Cruz, un puerto discreto, capaz de guardar el secreto de las grandes expediciones, y de aprovisionarlas. Puerto Real desde 1506, con fácil acceso a La Laguna y al interior de la isla que “es fértil y abundosa, porque en ella se cogen muchos vinos y otros mantenimientos”. Y tenemos el derecho legítimo de celebrarlo y conmemorarlo. Y quizás también el deber de dejar testimonio para las generaciones venideras. EL DÍA, sábado, 28 de abril de 2018 p3 EL CRISTO DEL CLAVO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA Texto: José Guillermo Rodríguez Escudero o es que Paco Palma tuviera excesivos deseos de volver a esculpir más tallas para la Semana Santa, pero ante el compromiso y su amistad con un grupo de peninsulares que convivían simultáneamente en La Palma, tuvo que replantearse su inicial desgana. Tres personas estaban vinculadas con nuestro escultor y fueron quienes recogieron el deseo del párroco de la iglesia de El Salvador, de la capital palmera, para dotarla de un nuevo Cristo Muerto para las solemnidades del Viernes Santo. Estos tres conocidos del maestro fueron: Andrés Moreno Siles (ingeniero jefe del puerto de La Palma), José María Gallo Moya (militar) y Alberto Pérez Benítez (gerente del Parador Nacional de Turismo). Este último fue quien le solicitó directamente la ejecución de la talla como muestra de agradecimiento a los amigos que dejó en la isla tras su marcha. De esta manera, el malagueño no se pudo negar al ofrecimiento de realizar esta nueva pieza. En su residencia de Italia, Paco Palma, según contrato firmado el 22 de octubre de 1983, comenzó a tallar la sorprendente imagen en madera de cedro, de un tronco de uno de los bosques de la Selva Negra (Alemania). Destaca su perfecta anatomía musculosa y venaria y una policromía de gran realismo (“la gran maestría que se observa en esta obra le sacude su personalidad y ego de artista, sintiéndose nuevamente realizado como escultor”). Esta obra fue idea del párroco Manuel González Méndez, ya fallecido. Había sido sufragada con fondos propios de la parroquia matriz de El Salvador y también por numerosos donativos y limosnas recogidas por los hermanos de túnica Enrique Guillermo Pérez García y Eugenio Carballo Benítez. El coste aproximado ascendía a dos millones de pesetas (12.000 euros). El escultor tuvo problemas para acabar su antepenúltima obra, única que no fue tallada en España. Sus quebraderos de cabeza venían motivados por que su taller italiano no contaba con los útiles y herramientas precisos –yesos, escayolas, compases...– para ejecutar óptimamente la escultura. Tuvo que repetirla dos veces. Por ello mismo, el maestro asumió este compromiso con un inusitado interés. Se trataba de un gran reto para el afamado artista. Había desechado el már- N mol, material que no le permitía perfeccionar los detalles anatómicos, como sí ocurrió con la madera. La parroquia tuvo dificultades para sacarla de Italia, lugar donde residía Palma, debido a que era difícil desde allí exportar obras de arte. Finalmente, el maletero de una guagua fue la solución para trasladar la pieza. Así, se aprovechó el viaje de unos feligreses de la capital palmera a la ciudad italiana. Este emocionado grupo fue el encargado de trasladar y custodiar la imagen a España en un autobús. También fue el responsable de su posterior facturación en el avión que, desde Barcelona, lo trajo de regreso a La Palma. El 14 de septiembre de 1984, Monseñor Romero de Lema, acompañado por varios altos dignatarios de la Iglesia, bendijo la conmovedora imagen, de casi dos metros de largo. La ceremonia tuvo lugar en una iglesia románica, resto de una abadía cisterciense del siglo XIV, en Castel Sant’Elia, provincia italiana de Viterbo. A esta solemne celebración asistieron todo el pueblo y sus autoridades. La parte de la imagen que descansa sobre la espalda figura totalmente lisa. Al autor no le gustaba que toda esta zona –incluido el perizoma o paño de pureza– fuese plana, tal y como exigía el pedido. Inicialmente se destinaba la imagen al culto, no para ser usada en los traslados procesionales, como posteriormente ocurriría. El genial autor había optado por desplazarse a La Palma para completar el policromado de la imagen en la intimidad. Uno de los secretos mejor guar- dados del gran Palma Burgos era, precisamente, su exquisito policromado. No en vano es considerado uno de los mejores policromistas de Europa. La denominación de la talla se debe a que sus pies desnudos continúan unidos por un clavo, como si el escultor quisiera indicar “la permanencia de Cristo en la Tierra”. Curiosamente, esta tacha pertenecía a una puerta del castillo de los Borgia. El popularmente conocido como “Señor Muertito” ha tenido otras imágenes, como la de pasta de papel atribuida al Cura Díaz, y otra hecha en escayola y en serie en la ciudad gerundense de Olot, hoy en Garafía. Esta última desfiló procesionalmente desde 1948 hasta 1984. La idea de que fuera Ezequiel de León el autor de otra talla no prosperó. El biógrafo del ilustre escultor andaluz Felipe Toral Valero informaba de que “la producción de Palma Burgos abarca cincuenta y cuatro cristos de distintas advocaciones, veinticuatro vírgenes, treinta y tres tronos, treinta y dos retablos y altares de iglesias, once monumentos, ocho sagrarios, doce bustos, además de otras series de figuras menores, restauraciones, bocetos e innumerable cantidad de cuadros. Fue académico numerario de Bellas Artes en Málaga y Roma”. Nuestra figura cristológica va transportada a hombros sobre una pesada basa plateada –con largas cuelgas de terciopelo–, obra del orfebre lagunero César Molina y estrenadas en 1957. Lo precede la Cofradía del Santo Sepulcro, inicialmente hermandad masculina de penitencia –hoy mixta–, que engrandece el instante en el que el Cristo Muerto pasa lenta y majestuosamente ante la triste y respetuosa mirada de la muchedumbre. “Su aspecto expresa evidencias del maltrato sufrido, su rostro esta hinchado por los golpes, ensangrentado y magullado, sus rodillas rotas por sus muchas caídas en el camino al monte de la Calavera, el corte desgarrador en su costado derecho, sus llagas abiertas son signos del suplicio de la cruz” (Andrés A. Martín). Son instantes cargados de profunda emoción. Las lágrimas apenas se pueden contener. BIBLIOGRAFÍA –COBIELLA CUEVAS, Luis. “Los motetes de Semana Santa”. Programa de Semana Santa, 1997. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma. –FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. “Notas históricas de la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma”, Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma 26, 27, 28, 29, 30 de marzo y 2, 3, 4, 5, 6, 8 y 9 de abril de 1963. –LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista. Noticias para la Historia de La Palma, La Laguna– Santa Cruz de La Palma, 1975, tomo I. –MARTÍN DÍAZ, Abel. “Nuestro Cristo Yacente”, Suspiros de Aliento, Boletín informativo número 1, Cofradía del Santo Sepulcro, Parroquia El Salvador, Cádiz, 2005 –MOZO POLO, Ángel; MARTÍN DÍAZ, Andrés. Suspiros de Aliento. Parroquia de El Salvador, Imprenta Bellido, San Fernando (Cádiz), 2005 –RODRÍGUEZ-LEWIS, J.J. Apuntes sobre la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, Mas Canarias, 2005. –TORAL VALERO, Felipe. Vida y obra de Palma Burgos. El Olivo, Jaén, 2004. sábado, 28 de abril de 2018, EL DÍA p4 TURISMO Comandante general de Canarias Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana (Aranda de Duero, Burgos, 1729–Santa Cruz de Tenerife, 1799) fue un mariscal de campo español, reconocido, entre otros logros, por haber repelido el ataque de la Marina Británica a la isla de Tenerife en 1797. El coronel Gutiérrez participó en 1770 en la expedición española a las islas Malvinas tras zarpar el 11 de marzo de 1770 de Montevideo bajo el mando del capitán de navío Juan Ignacio de Madariaga. Durante dicha expedición derrotó a los ingleses bajo el mando del capitán William Malby y tomó Fort George (Puerto Egmont), con lo que restableció la soberanía española en el archipiélago. Antonio Gutiérrez participó en la expedición contra Argel de 1775 y en el bloqueo de Gibraltar. Era por esa época comandante de la isla de Menorca y gobernador de Mahón y ostentaba el mando general de las Armas del Reino de Mallorca. Después de esa campaña fue ascendido a mariscal de campo y nombrado comandante general de las Islas Canarias en 1790, teniendo su residencia en Santa Cruz de Tenerife. Durante los días 21, 22, 23, 24 y 25 de julio de 1797 la isla se vio atacada por una escuadra británica mandada por el contralmirante Horacio Nelson, formada por siete navíos y fragatas y un total de 900 hombres como tropas de desembarco, que pretendía la conquista de la isla. En aquellos momentos, Canarias prácticamente carecía de unidades militares, por lo que la defensa corría a cargo de milicias formadas por los propios vecinos. A pesar de las escasas defensas, las milicias bajo el mando de Gutiérrez repelieron el asalto. La escuadra británica sufrió un total de 226 muertos y 123 heridos, incluyendo al propio Nelson, que perdió un brazo, y los españoles tan solo sufrieron 23 bajas y 40 heridos. Cada año en el mes de julio tiene lugar la Recreación de la Gesta del 25 de Julio, en la que civiles ataviados con fieles reproducciones de uniformes y armamento de la época rememoran la victoria de Santa Cruz de Tenerife sobre las tropas británicas. Además, existe en la ciudad de Santa Cruz una escultura que representa a una mujer dando la voz de alarma ante el inminente desembarco que conmemora este hecho histórico y rinde homenaje a los civiles que participaron en la defensa. Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana (técnica mixta sobre papel) EL DÍA, sábado, 28 de abril de 2018 p5 PREMIO RUMÉU DE ARMAS A continuación se reproduce el artículo ganador del XLV Premio Ruméu de Armas de Investigación Histórica, fallado el pasado 7 de abril, en cumplimiento de las bases del mismo. Este trabajo se publicó originalmente en este suplemento, La Prensa, el 8 de abril de 2017. El real ‘bamba’ como patrimonio de nuestra tierra: la segunda moneda ‘canaria’ Texto:JaimeAlbertoGarcíaGonzález l objeto de este estudio es hacer hincapié en las necesidades de numerario existentes en una tierra que, dada su importancia estratégica y geográfica, constituía históricamente un enclave comercial en los caminos que unían Europa con el Nuevo Mundo e, incluso, con África y Asia. Estas necesidades fueron cubiertas con distintas alternativas, desde la introducción de monedas extranjeras hasta las operaciones de resellado de 1559, dando así lugar al nacimiento de la que consideramos la primera moneda canaria. No obstante, esta problemática sería recurrente a lo largo de nuestra historia, lo que pondría al resello, una vez más, en el punto de mira de las autoridades canarias del momento. Inicialmente, la conquista de Canarias atendía más a un conflicto de intereses con Portugal, descubridor original del archipiélago, que a fines estratégicos, aunque pronto tal cualidad no pasó desapercibida para la Corona castellana. Con el descubrimiento del Nuevo Mundo por parte de España y un tímido, pero floreciente, comercio con las zonas costeras del continente africano por parte de Portugal, así como el comercio de esclavos que se llevarían a América como mano de obra, Canarias pasaría a situarse como la puerta de Europa y en sus puertos se intercambiaban mercancías y bienes de todo tipo. Tales actividades implicarían la necesidad de disponer de suficiente numerario para los intercambios, tanto locales como en las transacciones con los barcos de las distintas potencias del momento que arribaban a los puertos canarios. Ante este panorama, las autoridades locales trataron de dar con una solución duradera que supusiera un respiro a la precaria situación que la falta de numerario, sobre todo pequeño, estaba generando en las Islas. Así, monedas fraccionarias de otras potencias, como el ceutí portugués, empezaron a verse con bastante frecuencia en nuestra tierra, hasta el punto de que Cristóbal Colón y su tripulación se hicieron con un importante número de estas pequeñas monedas en su paso por Canarias y, posteriormente, realizaron el primer intercambio comercial conocido con los nativos americanos, cambiándolas por bienes de mucho mayor valor para cualquier E potencia europea. Con todo ello, se le concedió a Canarias la potestad de acuñar moneda local, atendiendo a las características propias del numerario castellano, pero, dada la ausencia de materia prima necesaria para su acuñación, la falta de medios mecánicos y otras causas similares, nunca llegaron a hacerse efectivas. Así que la picaresca pronto se hizo generalizada, pues la aleación de vellón de la que estaban fabricadas las monedas castellanas supuso un incentivo para la introducción de ceutíes portugueses en Canarias, de menor valor que los primeros, hasta el punto de que en 1510 el ceutí era mayoritario en las Islas y fue necesaria su devaluación para evitar la desestabilización del frágil equilibrio de la economía canaria. Tal situación no parecía mejorar y fue necesario improvisar un sistema de moneda local que sirviera a los intereses de las Islas. Como ya estudiamos en el artículo “El nacimiento de la primera moneda canaria”, publicado el pasado año en este mismo medio, los Cabildos Insulares de La Palma, Tenerife y Gran Canaria idearon cada uno un cuño propio en 1559, que serviría como elemento distintivo de cada isla y que se utilizaría para resellar las monedas de 4 maravedís que se acuñaban en la recién creada ceca de SantoDomingo, con el objetivo de darle validez únicamente en cada una de las islas implicadas. La mala ley de estas monedas, ricas en cobre, frente a la aleación de vellón, propia de la península, propició que la Corona prohibiera su entrada en territorio peninsular y, posteriormente, fueran retiradas de las Islas dado que los cabildos no pidieron permiso al rey para tales labores de resellado, además de los problemas de falsificación que afectaron a cada isla debido a la relativa sencillez de los diseños utilizados en el resello de estas monedas. El fracaso de los cabildos insulares en 1559 no hizo sino empeorar, aun más, la situación económica en las Islas, pues la dimensión que estaba tomando el comercio internacional, del que Canarias era una parte imprescindible, era cada vez mayor y los problemas económicos en Canarias se repetían con mayor frecuencia. Las autoridades del momento entendieron la necesidad de volver a recurrir al resellado de monedas para paliar este problema, pero esta vez atendiendo a unas nuevas necesidades. La circulación en Canarias de pequeñas monedas de plata (medio, uno y dos reales) en malas condiciones llevó a la introducción de la palabra “bamba”, que entendemos como “monedas de plata, generalmente de mala calidad, deterioradas por su uso, recortadas y falseadas”, y que adquirió una dimensión más específica para Canarias como “pequeña moneda de plata, recortada, generalmente de un real y con un resello de león pasante dentro de una orla lobulada”, pues este Resello sobre un real bamba de los Reyes Católicos. Fuente: colección particular Juan Carlos Monzón Espiga. Copia de época de la Real Pragmática de 1776. Fuente: Aportación de colección privada. fue el nuevo diseño elegido para resellar aquellas monedas que las autoridades, previo examen, entendían que eran de buena ley. La primera ocasión documentada de la que se tiene constancia de la palabra “bamba” es, precisamente, enelsiglo XVII, de la mano de nuestro querido José Viera y Clavijo, y ponía de manifiesto un claro problema que se había adueñado del numerario de nuestras Islas, pues no sólo las monedas de plata que circulaban estaban muy deterioradas, sino que además muchas de ellas habían sido limadas por los cantos o recortadas para extraer parte de la plata que contenían, por lo que su peso ya no estaba de acuerdo a los estándares exigidos para cada pieza según su valor nominal. Sin embargo, lejos de encontrar una solución, muchos decidieron ir más allá y, valiéndose del estado de estas monedas, comenzó la falsificación generalizada de las mismas en locales y establecimientos particulares, clandestinamente, de manera que hacia el año 1720 toda esta moneda de mala ley y falsificaciones particulares llegó a inundar el territorio. Las autoridades, en este caso, parecieron no darle importancia en un primer momento, pues aunque era bien sabida su existencia y circulación en los comercios de las Islas, no parecía ocasionar problemas significativos para ellos, aunque sí para los comerciantes y navíos que hacían escala en los puertos canarios. No fue hasta el 7 de junio de 1734 cuando un comerciante holandés que poseía un almacén en Tenerife se negó a aceptar un pago con estas monedas alegando la falsedad de las mismas. La noticia corrió como la pólvora, haciéndose eco no solo la isla de Tenerife, sino también todas las del archipiélago y, a pesar de las necesidades que pasaba la población local derivadas de la precaria economía, muchos establecimientos cerraron de manera temporal, e incluso se tiene constancia del cese de actividad por parte de muchos trabajadores, acabando de colapsar el comercio interior. La solución improvisada tardó cerca de un mes en llegar. El comandante general de Canarias, Lorenzo Fernández Villavicencio y Cárdenas, marqués de Valhermoso, en nombre del rey, y siguiendo el dictamen de laAudiencia, ordenaba que la actividad comercial siguiera su curso normal, hasta que la recepción de nuevas órdenes estableciera una solución definitiva. Los compradores locales trataron de servir a sus intereses y acudieron como de costumbre a los establecimientos con el objetivo de comprar bienes, muchos de ellos a sabiendas de que las monedas que llevaban consigo no eran de buena ley. Los vendedores, principales afectados por el problema, cerraron filas en torno a su p6 sábado, 28 de abril de 2018, EL DÍA PREMIO RUMÉU DE ARMAS EL DÍA, sábado, 28 de abril de 2018 PREMIO RUMÉU DE ARMAS p7 sábado, 28 de abril de 2018, EL DÍA p8 www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 1.134 GESTANDO UN VÍNCULO a preocupación sobre el estado de la salud mental materna en el embarazo va cobrando mayor reconocimiento en el mundo. Está propuesto el día 4 de mayo para darle visibilidad. Según la OMS, una de cada seis mujeres puede experimentar algún trastorno psicológico durante el embarazo o el postparto, lo que puede tener importantes consecuencias para ella, el bebé, la familia cercana y la sociedad. Ante esta situación, deseo que este artículo ayude a las embarazadas y a sus familias a comprender mejor sus emociones durante la gestación, y a conocer que existen espacios en donde ser comprendidas en su sufrimiento cuando se presentan dificultades. L Texto: María Laura Esteban Veiga (psicóloga y psicopedagoga. Nª de col: 2429. https://www.lauraesteban.es/[email protected]) ponga triste suele resultar inútil y, en otros casos, iatrogénico. Esto es, se incrementa la intensidad del malestar y genera sentimientos de culpabilidad que suelen provocar un gran desconcierto en la mujer. No sólo resulta importante pensar en la conexión entre los estados emocionales de la madre durante la gestión, sino también en cómo éstos pueden afectar el vínculo mamá-bebé. El vínculo mamá y bebé Así como el embrión se debe implantar físicamente en el útero materno para continuar su desarrollo, también requiere establecerse psíquicamente, haciéndose un lugar en el mundo interno de su madre. El bebé va ocupando un lugar en las ensoñaciones, pensamientos, anhelos y temores de su mamá, donde irá adquiriendo un significado particular a lo largo de los meses de gestación. Ella lo imagina, lo recrea en su cabeza, fantasea escenas, le busca un nombre y, a su vez, el bebé en desarrollo le genera sensaciones (desconcertantes y/o gratificantes) nunca antes experimentadas. Así mamá y bebé van construyendo los prerrequisitos de su vínculo. Gran parte de la capacidad del bebé para relacionarse y establecer vínculos afectivos futuros dependerá en gran medida de cómo se establezca este primer vínculo con su mamá. Su “figura de apego” dirá el psicoanalista británico John Bowbly. Diversas dificultades en la madre pueden obstaculizar este futuro encuentro con su bebé. Madres en las que la intensidad del embarazo o el parto pueden dar lugar a la irrupción de diversas angustias no siempre conscientes. Las emociones en el embarazo El embarazo es un verdadero torbellino emocional y corporal en la vida de una mujer. Durante el crecimiento intrauterino, podemos observar en las mujeres gestantes ciertas variaciones en el estado de ánimo, afectaciones del sueño y la alimentación y aumento de preocupaciones y/o nivel de ansiedad, sin que pensemos en la presencia de patología. Puede ocurrir que el embarazo dé lugar a preocupaciones repetitivas, estrés, ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, tristeza, desmotivación, enfado y miedos. O diversos grados de rechazo a la situación de embarazo o al bebé, y seguimos hablando en términos de normalidad. Cuando existe patología previa en la mujer estas variaciones pueden incrementarse notoriamente, encontrándonos riesgos de diversa gravedad para la madre, pero también para el niño. Mujeres toxicómanas o que padecen patologías que presentan confusión mental, mujeres que padecen trastornos de la alimentación y que pueden llevar muy mal los cambios físicos que conlleva el embarazo (pregorexia). Son sólo algunos ejemplos. La idealización de la maternidad En nuestra sociedad actual, que tiende a idealizar la maternidad, las mujeres que se animan a compartir estos estados emocionales suelen sentirse en muchos casos cuestionadas en su deseo de maternidad (“¿No era lo que querías?”), o enjuiciadas sobre sus posibilidades futuras de buen hacer materno (“¡Si ahora estas así de nerviosa vaya madre que vas a ser!”) a pesar de que quienes les rodean y escuchan no tengan esa intención. Lo cual pone de relieve la importancia de que tengamos en cuenta la manera en la que escuchamos y damos lugar a las mujeres a expresar sus sensaciones. A veces la mujer recibe recomendaciones bienintencionadas: “¡No te pongas así, que se lo transmites al bebé!”, “¡tienes que estar bien!”, “¡debes controlar tu miedo!”, “¡tienes que ser positiva!”, “¡no puedes tener esos mie- tan alternaciones mentales pueden verse afectadas. dos!”. Si bien es cierto que desde la psicobiología se conocen diversos mecanismos en los que las emociones de la mamá gestante generan ciertos efectos o sensaciones en su bebé, lejos del efecto deseado suelen incrementar el malestar. Pedirle a una mamá con ansiedad que se calme, querer convencer a quien tiene miedo de que no debe tenerlo o a quien está decaída de que no se La salud mental en el postparto El parto –uno de los acontecimientos de mayor intensidad en la vida de una mujer– demandará una cierta elaboración psíquica los días siguientes al nacimiento. Su intensidad dependerá de la singularidad y las vivencias subjetivas. La parturienta agotada, tal vez con sus puntos, sus pechos ardiendo y envuelta en un torbellino de emociones, se encuentra ante la imperante necesidad de supervivencia de su bebé. Para eso tendrá que encontrar modos en los que vincularse con su bebé que le permitan interpretar, decodificar, contener y dar respuesta a las señales de intercambio y comunicación que el bebé le transmite. Para poder dedicarse de este modo requerirá de una tranquilidad interna y ciertas energías (además de toda la ayuda externa posible), aspectos que cuando se presen- La salud o la psicopatología en la vida de los seres humanos se despliega en un gradiente, la patología vendrá dada por un incremento de los niveles o de la frecuencia de ciertas manifestaciones. En el caso del embarazo y el postparto los trastornos más frecuentes que afectan a las mujeres, con independencia de la edad, nivel económico, cultural y etnia, son: trastorno ansioso o del estado de ánimo, trastorno depresivo, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno bipolar o psicosis postparto. ¿Cómo puede afectar la salud mental materna al vínculo? Podemos encontrarnos desde los casos más frecuentes hasta los más preocupantes. Veamos algunos ejemplos, pensando en los primeros días de vida del bebé, cuando las madres se enfrentan al reto de encontrar modos para calmar su llanto. Una mamá que de manera repetida va viendo que su bebé queda satisfecho tras darle el pecho, que puede calmarlo, que duerme profundamente, refuerza su espiral de seguridad, lo que a su vez reafirma sus sensaciones de madre mientras el bebé se enriquece de esa templanza materna. Pero cuando no lo consigue repetidamente puede cuestionar su capacidad materna y entrar en un espiral de incremento de ansiedad y angustia, donde cuanta más angustia experimenta menos consigue contener a su bebé y él más llora, incrementando aún más su desesperación. Una intervención temprana en este caso puede contribuir a reducir la desesperación materna y propiciar una mayor confianza en ella para promover espacios de encuentro madrebebé más gratificantes. Una mamá deprimida puede no encontrarse en condiciones de soportar la espera, o el no saber, no conocer a ese bebé aún por descubrir. Otros estados patológicos pueden entorpecer la discriminación de los estados mentales propios del hijo, en donde la posibilidad de responder adecuadamente a las necesidades del bebé puede verse afectada. Las consecuencias pueden ser nefastas, derivando en diversos grados de desamparo psíquico y real del niño. La idea de que la llegada de un hijo puede traer calma y felicidad a una mamá que se siente sola, apesadumbrada y vacía no suele ajustarse a la realidad. Ubicar en ese lugar a un niño, suele generarle una gran desolación, cuando justamente ambos requieren ser protegidos y cuidados. En estos escenarios podemos encontramos verdaderos dramas, con casos de parricidio y/o suicido que tanto nos desconciertan. La intervención profesional suele ser crucial en estos casos.