EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013 29 HISTORIA El Chile que yo viví. Un funcionario del Gobierno de Allende narra su experiencia a los 30 años del golpe de Estado 34 revista semanal de EL DÍA El Banco de España y su sucursal en Santa Cruz de Tenerife acciones del Banco Español de San Fernando, creado por una real cédula de Fernando VII (1829). Esta institución, nacida como banco de emisión, recibió la facultad de emitir billetes en la capital del reino y la misión de financiar al Gobierno, privilegio que mantuvo en exclusiva hasta 1844, fecha en la surgió la competencia, como fueron el Banco de Isabel II y el Banco de Barcelona que tenían poder para imprimir y poner en circulación el papel moneda. El Banco de Isabel II se fusionaría con el Banco Español de San Fernando, naciendo el nuevo Banco Español de San Fernando (1847) con facultad para emitir billetes en Madrid y crear sucursales en todos aquellos lugares en los que no hubiese un banco de emisión. Texto: Jaime Alberto García González (alumno del grado de ADE, Universidad de La Laguna) D efinición. El Banco de España es el banco central del país y, por tanto, una entidad de Derecho Público con personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y privada, que en el desarrollo de su actividad y para el cumplimiento de sus fines actúa con autonomía respecto a la Administración General del Estado. Es parte integrante del Sistema Europeo de Bancos Centrales y está sometido a las disposiciones del Tratado de la Comunidad Europea y a los Estatutos del SEBC (Sistema Europeo de Bancos Centrales), por lo que puede dictar las normas precisas para el ejercicio de las funciones, que se denominarán circulares monetarias y las disposiciones precisas para el desarrollo de aquellas medidas que le habiliten expresamente al efecto. Unas y otras disposiciones serán publicadas en el Boletín Oficial del Estado. Antecedentes Esta entidad ha tenido una larga tradición histórica, cuyas raíces hay que ir a buscarlas al siglo XVIII con la fundación del Banco Nacional de San Carlos. El rey Carlos III impulsó su creación mediante una Real Cédula (Madrid, 1782), como entidad financiera de carácter no estatal, con capital privado basado en el proyecto presentado por el conde de Cabarrús al conde de Floridablanca. Su primer director fue el propio Francisco Cabarrús, banquero francés instalado en Madrid, que, dos años antes de la creación de este banco, había negociado con la Real Hacienda la emisión y colocación de una nueva forma de deuda pública, los llamados “vales reales”. Estos vales reales proporcionaban un interés del 4 por 100 y tenían propiedades de papel moneda en operaciones al por mayor y en el pago de impuestos. Los objetivos del banco eran servir de apoyo financiero al Estado facilitando la circulación de los vales reales (deuda pública) y convirtiéndolos en efectivo, proveer de víveres y vestuario a las fuerzas armadas, atender los pagos de la Corona en el extran- Imagen del Banco de España a principios del s. XX jero, combatir la usura y proporcionar crédito al comercio y a la industria. Fue una institución moderna para la época. Con capital privado dividido en acciones, se preveía el reparto de dividendos y la junta de accionistas era soberana sobre los socios. En 1783, comenzó a emitir los primeros billetes, denominados cédulas, que garantizaban un inmediato reembolso en metálico, efectuado por el propio banco emisor y que se canjeaban al portador sin producir nin- gún interés. Por eso todos los billetes llevaban la leyenda “El Banco de España pagará al portador”. La implicación de España en diferentes conflictos bélicos con Francia e Inglaterra, entre los años 1793 y 1814, afectaron al Banco y lo situaron en serias dificultades. El Gobierno y el Banco Nacional de San Carlos llegaron a un acuerdo por el cual este renunció a los casi 310 millones de reales que aquel le adeudaba a cambio de la entrega a sus accionistas de 40 millones de reales en Nacimiento del Banco de España La ley de 28 de enero de 1856 redenomina al nuevo Banco Español de San Fernando como Banco de España, otorgando al Estado la potestad de nombrar al gobernador y a dos subgobernadores y estableciendo un sistema de pluralidad de bancos de emisión con la limitación de crear un banco emisor por plaza. Abre sus primeras sucursales en Alicante y Valencia. Ese mismo año, se aprueban nuevas leyes de bancos de emisión (18) y de sociedades de crédito (35). Sin embargo, el Banco de España absorbió a la mayoría de los bancos de emisión existentes, excepto a entidades independientes. En 1868, el ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, declaraba a la peseta unidad básica del sistema monetario español, en la que España adoptaba un patrón monetario pasa a la pág. siguiente® 30 jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA EN PORTADA bimetálico, basado en una relación fija entre el oro y la plata. Los problemas financieros surgidos durante el Sexenio Revolucionario se resolvieron a base de ingresos extraordinarios o mediante empréstitos, lo que condujo a la suspensión de pagos a partir de 1872. La subsistencia del Estado exigió otorgar el monopolio de emisión de moneda fiduciaria al Banco de España con la condición de que éste proporcionara al Tesoro los créditos necesarios para financiar el déficit (125 millones de pesetas), respaldados con depósitos de deuda pública. La escasez de metal, la desvalorización de la peseta y la pérdida de las reservas condujeron a la suspensión del canje en oro de los billetes del Banco de España (1883). La emisión de billetes estuvo motivada por el aumento del gasto del Estado, por lo que los ministros de Hacienda recurrieron a los préstamos del Banco de España por la falta de recaudación de impuestos. España no adoptó el patrón oro y careció de una política monetaria modern. Además, el Banco de España no tenía las competencias propias de un banco central y una parte importante de la cartera del mismo estaba constituida por deuda pública y préstamos comerciales y personales. Expansión y desarrollo Durante la Primera Guerra Mundial, la base monetaria se expandió por las excepcionales entradas de oro (1919-1923) y los créditos del Banco de España al Tesoro sirvieron para financiar los déficit y fueron el principal factor de creación monetaria. El Banco de España no ejercía la función de prestamista y se resis- Fachada de la sede del banco en la capital tinerfeña, calle de Viera y Clavijo. Banco de España en Tenerife. Interior tió a utilizar sus reservas metálicas para mantener la cotización exterior de la peseta (1928-1932). La Ley de Ordenación Bancaria o Ley Cambó, de 29 de diciembre de 1921, reorganizó el sistema financiero y reguló por primera vez las relaciones entre el Banco de España como banco central y la banca privada. Además, aumentó el capital del Banco de España, le asignó la inspección de la banca privada y le convirtió en el órgano principal de la política monetaria del Gobierno. Se puede decir que esta ley es la que configuró la función del Banco de España como auténtico banco central. Durante la Guerra Civil, la fragmentación del país en dos zonas hizo que el banco quedase dividido entre ambas, con dos entidades emisoras y monedas diferentes. Buena parte de las reservas de oro del banco se enviaron a Moscú y se utilizaron para financiar la guerra. Tras la contienda, el ministro de Hacienda, José Larraz, asumió la reconstrucción del sector financiero y del propio Banco de España. Este siguió siendo una entidad de naturaleza privada en manos de propietarios particulares, aunque desde los inicios del siglo XX fue perdiendo competencias, entre las cuales cabe destacar como más importantes la pérdida del control sobre la cotización exterior de la peseta a favor del Instituto Español de Moneda Extranjera, la reserva por parte de Franco del nombramiento del gobernador del banco (1946), del número de consejeros y el recorte de los dividendos. El banco perdió la libertad para elegir los fabricantes de billetes (1946), encargándose la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y el Plan de Estabilización (1959) sentó las bases para que el Banco de España recuperara sus competencias en la nueva apertura al exterior. El Banco de España siguió su trayectoria, hasta que el decreto-ley de 7 de junio de 1962 procedió a su nacionalización y reorganización. De esta forma, la Ley 1971, sobre Organización y Regulación del Crédito Oficial, otorgó al banco competencias supervisoras sobre las cajas de ahorros y las cooperativas de crédito. Por su parte, la Ley de 21 de junio 1980, de Órganos Rectores del Banco de España, supuso el reconoci- 31 EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013 EN PORTADA miento de un sustancial grado de autonomía del mismo. La Ley de Disciplina e Intervención Bancaria (29 de julio de 1988) desarrolló la labor supervisora del Banco de España en las oficinas de las entidades de crédito y con responsabilidades en las sucursales de entidades comunitarias que operaban en España. La Ley de Autonomía del Banco de España (1 de junio de 1994) terminó de configurar al Banco de España, responsable de la política monetaria, garantizando su independencia del Gobierno en el diseño de esa política. El impulso definitivo lo proporcionó el proyecto de Unión Monetaria en Europa, contando con bancos centrales independientes del poder político. Con la Ley 12/1998, de 28 de abril, se estableció que el Banco de España se integraba en el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), y desde el 1 de enero de 2002 la integración europea culminó con los nuevos billetes y monedas de euro. Existió un proceso de adaptación a las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) y se asentó la colaboración del Banco de España en el ámbito europeo. Destacar también la presencia del Banco en otros foros y organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco de Pagos Internacionales, el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos o el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. Sedes La organización territorial del Banco de España tiene su sede central en Madrid y una serie de sucursales repartidas por todo el territorio nacional. La primera sucursal del Banco de España en el archipiélago se inauguró en Santa Cruz de Tenerife el 15 de septiembre de 1887, y su primer emplazamiento radicó en la calle de La Marina, nº 9, hasta el 15 de agosto de 1896, desde donde se trasladó a la calle del Castillo, nº 77. Posteriormente, se localizaría en la calle de Alfonso XII, números 32 y 34, y el 15 de febrero de 1932 quedó definitivamente instalada en el edificio que hoy ocupa, en el Banco de los Hoteles. La fachada principal da a la Calle Viera y Clavijo, teniendo a su derecha el edificio de la Subdelegación del Gobierno central (calle Méndez Núnez), a la izquierda la calle General Antequera, y en la trasera Pi y Margall. Las obras del edificio actual se iniciaron en 1926, conforme al proyecto de los arquitectos José Yarnoz Larrosa y Luis Menéndez Pidal –pariente de Ramón Menéndez Pidal– y duraron seis años. Se inauguró en 1932. El edificio ocupa un solar de 1.272 metros cuadrados y fue comprado en el año 1924 a 70 pesetas el metro cuadrado. De todos ellos, 714 metros Banco de España en Tenerife. Entrada principal. Abajo, escudo republicano que ha permanecido desde la construcción del edificio en la parte superior y central de la fachada. cuadrados corresponden a la construcción y el resto a patio de entrada y jardines, con sótano, tres plantas y azotea. Es de estilo herreriano con un exterior adornado con cuatro columnas de fustes estriados y capiteles jónicos y los frisos con dentículos y frontones triangulares que coronan las puertas de acceso a los balcones. La piedra de la fachada es canaria y los forjados de hierro son de arte- 8.30 a 14.30. Ofrece diversos servicios: operaciones de canje de pesetas por euros, recogida de billetes y monedas falsos, canje de billetes deteriorados, suscripción de Deuda Pública, solicitud de información de la Central de Riesgos y presentación ante el Servicio de Reclamaciones de quejas y consultas relativas a los servicios bancarios que prestan las entidades de crédito. Está ubicada en la Calle Viera y Clavijo, 37. sanía, con un motivo ornamental destacado: el escudo con las armas de España, como homenaje a la II República. Esta sucursal en Tenerife opera con entidad de crédito, con un horario de atención al público de Conclusiones –El Banco de España (ley de 28 de enero de 1856 ) es una entidad de Derecho Público con personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y privada. La Ley 12/1998, de 28 de abril, integró al Banco de España en el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) con varias sedes en el territorio nacional. –En su organigrama general, destacan los papeles de sus instituciones: el gobernador, el subgobernador, el Consejo de Gobierno y la Comisión Ejecutiva. –Sus funciones más importantes son: poseer y gestionar las reservas de divisas, así como promover el buen funcionamiento y la estabilidad del sistema financiero; supervisar la solvencia y el cumplimiento de la normativa específica de las entidades de crédito y poner en circulación la moneda pública; elaborar y publicar las estadísticas relacionadas con sus funciones y asistir al BCE (Banco Central Europeo), y prestar los servicios de tesorería y de agente financiero de la deuda pública y asesorar al Gobierno. BIBLIOGRAFÍA Monografías: Aledón, J.M. (2001). Historia de la peseta. (pp. 13-50). Madrid: Real Casa de la Moneda. Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Castañeda, L. El Banco de España (18741900). La red de sucursales y los nuevos servicios financieros. (pp.11-84). Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco de España. Servicio de Estudios de Historia Económica. Foreman-Peck, J. (2001). Historia económica mundial. Relaciones económicas internacionales desde 1850. (pp. 85-154). Madrid: Pearson Education. Moreno Fernández, R. (2009). Los servicios de inspección del Banco de España: su origen histórico (1867-1896). (pp.19-73). Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco de España. Servicio de Estudios de Historia Económica. (2010). El personal del Banco de España: Desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta el fin del siglo XIX). El Banco de San Carlos (pp. 23-53). Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco de España Servicio de Estudios de Historia Económica. Artículos en revistas: Cayón, J. (2011). “Relaciones comerciales del Banco de España y la American Bank Note Company (finales del siglo XIX)”, Catálogo de Cayón Subastas, Madrid, septiembre, 36-50. Moreno Fernández, R. (2006). “El Banco de España y sus predecesores: más de una centuria de historia, contabilidad y riesgos (1782-1890)”, Revista Española de Historia de la Contabilidad, 5, Madrid, diciembre (222225). Artículos en Internet: Conoce el Banco de España. 2010. Estabilidad del sistema de pagos, de precios y sistema financiero. http://www.aulavirtual.bde.es/wav/htlm/home/index.htlm Banco de España. Eurosistema. 2011. http://www.bde.es/webbde.es/ http://www Banco de España en Tenerife. Más cerca del ciudadano. http://www.banco-deespaña-en-santacuz.buscalis.com/ http://w w w.bde.es/webbde/S ecc ion e s / P u b l i c a c i o n e s / Fo l l e t o s / . . . / t e n e rife.pdf http://www oficinas.bankimia.com› ... ›Provincia de Santa Cruz de Tenerife. 32 jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA HISTORIA Tal y como se ha reseñado con anterioridad, este colectivo arraiga muy pronto en esta demarcación municipal sureña, manejada por una pujante élite agraria. Por ello, no es de extrañar que sus primeros aconteceres fuesen también pioneros. Su bandera, por ejemplo, que había sido donada por el ayuntamiento, es la primera de esta institución que se bendice en Canarias. El acto, con categoría de solemne o muy solemne, tuvo lugar el 15 de julio de 1925 dentro de los actos programados con motivo de las entonces lustrosas Fiestas del Carmen de la Villa. SOMATENES EN GRANADILLA DE ABONA (III): LA BANDERA SOMATÉN DE GRANADILLA LA PRIMERA QUE SE BENDIJO EN CANARIAS Texto: Emiliano Guillén Rodríguez Periodista. Cronista oficial. L a bendición oficial de la bandera somatenista de la localidad tiene lugar el día 15 de julio de 1924 dentro de los actos conmemorativos de las Fiestas celebradas en honor de Nuestra Señora del Carmen, entonces de gran boato en la Villa. Este emblema cuenta con la curiosidad y el honor de ser la primera de esta índole que se bendice en Canarias. Recogen las crónicas de la época que desde las primeras horas de la mañana, por invitación del alcalde y cabo somatén de la localidad, comenzaron a llegar desde distintos lugares de este Sur tinerfeño las representaciones de los distintos municipios y alcaldes de toda la comarca. Hacia las diez de la mañana hizo su entrada la banda del Regimiento de Infantería número 64, deleitando a todos los presentes con sus logradas interpretaciones. A primeras horas de la tarde se personó en el lugar el gobernador civil de la provincia. Venía acompañado de su esposa y de su hija Celia. También hizo acto de presencia el coronel de Infantería don Waldo Gutiérrez Marrero, que ostentaba el cargo de comandante general de los Somatenes Armados de Canarias, en este caso representando, además, la autoridad del capitán general de Canarias. Complementaban el acto un nutrido grupo de altos cargos civiles y militares somatenistas. Les acompañaron también dos laureados poetas de la época, don Isaac Viera y don Diego Crosa. La comitiva desembarcó por el puerto de El Médano en “sillita real”, como era la costumbre. Tras el feliz desembarco, el grupo se dirige a la Villa. A su entrada, formado y acompañados por somatenes, niños y comisiones fue recibido con mucho entusiasmo. Una llamativa cabalgata presidida por jinetes vestidos a la usanza medieval y la juventud femenina grana- dillera ataviada con disfraces y escoltada por la banda militar pusieron nota de color y vivacidad al desfile. Fue recibida por el gobernador civil, incluyendo a los niños de las escuelas, autoridades y comisiones. Con la formación de los somatenes a modo de escolta de honor, portaba el pendón el primer teniente de alcalde, don Rogelio Bello Reverón. Llega el desfile a la iglesia parroquial, donde se celebra una misa solemne cantada con la orquesta. Seguidamente tuvo lugar el acto de la bendición de la bandera somatén que había sido donada por el consistorio de la localidad. Dicha bendición corrió a cargo del cura titular, acompañado por el de Vilaflor y el de San Miguel. Actuó como madrina la señora de Villar Grangel, esposa de la primera autoridad civil. En el transcurso del acto leyó un patriótico discurso ensalzando a la institución homenajeada. Luego. la bandera, una vez que estaba bendecida, pasó al comandante general de los Somatenes de Canarias, como es protocolario, con vivas a España, al rey, a los Somatenes y a Granadilla. Seguidamente el pendón sería recogido por el cabo somatén Sr. Reyes González y depositada en el abanderado don Enrique Saenz Infante. Tras otros discursos civiles en similares términos a los expresados, se celebró una comida en las casas consistoriales con nuevas pláticas y un recital poético a cargo de los señores Viera y Crosa. El acto finaliza sobre un artístico escenario, reparto de premios y alocuciones de clausura. Esta bandera se encuentra ahora depositada en el museo etnográfico del primer instituto de la comarca ubicado en la Villa, auspiciado en su día Nuestra Señora de Monserrat, patrona de los somatenes. por el profesor Adrián Alemán de Armas, y en la actualidad reorganizado y dirigido por la también profesora del centro Carmen Rosa Pérez Barrios. Al siguiente año recibió logrados merecimientos en el acto de bendición de la correspondiente a Santa Cruz de Tenerife. Esta celebración tuvo lugar el primer domingo de mayo de 1926. La referida insignia fue trasladada a la capital por el grupo somatenista de la localidad, por haber sido la primera adquirida en esta Isla y en todo el Archipiélago. La Columba de miembros institu- cionales le rindió los honores que le tenía reservados. Se colocó a la cabecera de la marcha que cubrió el recorrido estipulado hasta la plaza de la Constitución, siempre precedida de la banda de música. Ocupó el paseo central de la plaza, que exclusivamente para ella se había reservado. El 27 de abril de 1930 el colectivo somatén de este término protagonizó otro acto de enaltecimiento institucional. El propio día de la celebración de la Virgen de Montserrat, se bendice la imagen que había sido adquirida por los miembros de este distrito. Tales actos dieron comienzo con una solemne función religiosa con sermón. Luego tuvo lugar una procesión solemne por las principales calles a hombros de somatenistas, acompañados en todo momento por la banda de música. Actuó como madrina la señora doña Hortensia Marrero Regalado, siendo abanderado su esposo, don Enrique Saenz Infante. Hubo refrescos para todos en el local del cine gentilmente cedido por su propietario, don Manuel Delgado Pérez. Los preceptivos discursos corrieron a cargo de la propia madrina y del cabo del partido, don Antonio Reyes González. A lo largo de su desarrollo estuvo acompañado por el jefe del Distrito, don Andrés Triviño. La ya varias veces reseñada imagen, durante su corto periodo de vigencia, presidió la escalera principal del edificio de la comandancia, situado en la calle dedicada al ilustre arquitecto don José Enrique Marrero Regalado. Luego sería depositada en una hornacina en el cementerio civil. De allí, con visibles muestras de deterioro, fue rescatada por la familia Venero. Restaurada posteriormente, hoy tutela el altar mayor de la iglesia que perteneció al exconvento franciscano del lugar. 33 EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013 PERSPECTIVAS La patrona de los conquistadores Texto: Alonso Trujillo-Mora Foto: Ángel Hernández E l lunes 7 de octubre celebramos los gomeros nuestra fiesta mayor. Las fiestas lustrales, en honor y devoción de nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe; la patrona insular. Este día, para los isleños que viven en la isla o allende los mares, es una jornada festiva, fraternal, amistosa; a compartir con los forasteros que residen en la ínsula o nos visitan. Como advertencia previa, nada más lejos de mi intención que entrar en los aspectos religiosos del origen y los atributos de la venerada imagen (doctores tiene la Santa Madre Iglesia). Desconozco si la Virgen que reside en su humilde santuario en Puntallana es una talla flamenca, hispana o italiana. Si es románica, gótica, renacentista o barroca. Si cuenta con una devoción mariana numerosa o reducida. Si es milagrosa. Si es la excelsa intercesora y mediadora, como así es, entre los fieles creyentes y su divino Hijo. Tampoco pretendo entrar en la parafernalia que adorna a la divinidad. En la exégesis de las leyendas, las fabulaciones, las fantasías, o las crónicas de la religiosa historia ficción. El estudio de estos sucesos sobrenaturales corresponde, por la tradición y la costumbre, a sus más genuinos intérpretes: la clerecía de la Iglesia Católica. Abandono, pues, el aspecto hagiográfico y las hipérboles especulativas para centrarme en lo pragmático, en lo profano. Con otras palabras, voy a intentar adentrarme, a ser posible, por los senderos del mundanal ruido. La contribución de la Iglesia española a la evangelización de la América Latina fue, y sigue siendo, una obra espiritual de naturaleza épica y de una importancia capital de magnitudes colosales. Su humanitaria y benemérita labor en defensa de los más indefensos, protegiendo a los pueblos indígenas frente a los abusos, las arbitrariedades, el vandalismo y la codicia de aquellos colonos desaprensivos es de una caridad cristiana sublime. Me refiero, principalmente, a las órdenes religiosas: franciscanos, dominicos, jerónimos, jesuitas, etc. Hoy, desde aquí, mi infinito reconocimiento a sus actuaciones evangelizadoras, pastorales y culturales. En variados casos, se produjo una especie de sincretismo; una simbiosis entre los ritos y prácticas paganas de los nativos, con la liturgia canónica, especialmente visible en casi todos los pueblos iberoamericanos, que aún pervive. La gran epopeya de la corona de Castilla fue el descubrimiento, la exploración y la conquista de las Indias Occidentales, más la conclusión de la Reconquista territorial de España. Con Cristóbal Colón solo comenzó la aventura. Las grandes extensiones territoriales y la poblaciones con sus numerosas etnias se incorporaron al Reino de Castilla y, posteriormente, al de España, en el siglo XVI, durante el principado de Su Majestad Imperial Carlos de Habsburgo, nuestro señor, primus inter pares de entre todos los monarcas de Europa, nieto de los aguerridos Reyes Católicos (“los monarcas que no tienen temor de Dios tienen temor a sus súbditos”), hijo de S.M. doña Juana, reina de Castilla; archiduque de Austria, duque de Borgoña; emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de España y sus dominios de ultramar: “el centro de un imperio donde no se ponía el sol”. Si contamos con los posesiones del sudeste asiático, singularmente el archipiélago de las Filipinas, conquistado por Urdaneta y por Legazpi. Antes de la llegada de los pioneros españoles, existían dos grande imperios amerindios prehispánicos: el azteca (virreinato de Nueva España) y el imperio inca (virreinato del Perú). Ambos ostentaban unas culturas magnificas, soberbias y esplendorosas, que en nada envidiaban a la cultura occidental europea; en algunos aspectos estaba más avanzadas y eran más refinadas. Los conquistadores de estos extensos territorios conformados por múltiples pueblos y etnias, dio y capitulación del reino musulmán de Granada, último bastión de los árabes en la Península Ibérica. Con el fascinante e inteligente Fernando de Trastámara, el Rey Católico (prototipo del príncipe nuovo; para Maquiavelo); el indómito Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba); el arrogante tercer Duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo), y el intrépido marino don Juan de Austria (hijo bastardo del emperador). Son un póquer de ases, formado por los generales mayores, con el que juegan los quinientos años de existencia del Reino de España. Los conquistadores profesaban una impenitente adicción a la lectura de los libros de caballeros andantes, en esos tiempos muy de moda, por cierto. Cervantes, posteriormente, los ridiculiza en su obra cumbre, “Don Quijote”. Alimentados emocionalmente con tantas fantasías, los hidalgos caballeros encontraron con lenguas, culturas y organizaciones políticas singulares y propias, fueron unos titanes de España, que pusieron la cruz, la espada, la lengua, las letras, la historia y la genética al servicio de un fructífero y grandioso proyecto común, cultural y antropologico, que se desarrolló gradual y posteriormente en el tiempo y en el espacio. Ésta es la Iliada de Hispánia, con unos hombres esforzados, aguerridos, audaces, altivos y valientes hasta la temeridad. Muchos de ellos motivados por el afán de aventuras, y en busca de la diosa fortuna, que se les manifestó como la diosa de lo que ellos más anhelaban y apreciaban: honra, riqueza y fama. Esta gradual y progresiva metamorfosis dio sus frutos: un colorido mestizaje hispanoindio, al principio. Mezclado posteriormente con africanos, en los tiempos de la infame esclavitud. Desde cualquier perspectiva que se analice, esta simbiosis ha pergeñado una fusión biológica e intelectual hermosa, dotada de una belleza de carácter creativa y excepcional. ¡Que me escuchen los racistas y los nazis! Los “adelantados”, nobles capitanes de aquellos pioneros expedicionarios, llevaban entre sus pertrechos de hidalgos la destreza con las armas. Muchos de ellos habían participado en “la Cruzada” de la Reconquista, ase- en el Nuevo Mundo el exotismo que leían en sus libros de la caballería andante. Pero la nueva realidad desbordaba a estos relatos; los disminuía y los reducía a una condición trivial, prosaica. En estos casos, la realidad superaba a la ficción con holgura. Quizás, con la ayuda de las nuevas plantas estimulantes y alucinógenas recién descubiertas –el peyote, el mescal, la pita, el agave, el napal, la datura, la coca o el buen cannabis–, se embarcaron en aventuras aleatorias y arriesgadas. Algunos, como Juan Ponce de León, navegaron hasta la Florida en busca de la fuente de la eterna juventud. Otros fueron más prácticos y realistas, como Hernán Cortés en México, que ordenó encallar y desarmar los once navíos que componían su flota. En ésta empresa de conquista no cabía la rendición o la retirada; solo se contemplaba la victoria o la muerte. Después de esta gesta, Cortés y sus expedicionarios se fueron prestos a Tenochtitlán (Ciudad de México) a la búsqueda del fabuloso tesoro azteca del emperador Moctezuma. La incursión finalizó con una apoteósica victoria sobre el ejército enemigo, que contaba con cerca de doscientos mil hombres en armas, frente a los ochocientos soldados de Cortés. Ni Cayo Julio César en la guerra de las Galias obtuvo tamaño éxito. Los legatarios de este derroche de valor y bravura son los actuales pueblos mestizos de México. Me refiero a la primera revolución social malograda del siglo XX: la de Emiliano Zapata y Francisco Villa. Francisco Pizarro, en el virreinato del Perú, realizó temerarias incursiones oníricas y fácticas por El Dorado; en busca del tesoro inca del emperador Atahualpa. Vasco Núñez de Balboa descubrió el istmo de Panamá, y fue el primero en otear el mar del Sur (el océano Pacífico). Y, en fin, el sanguinario Lópe de Aguirre, en un “delirium tremens” de grandeza, se embarcó con su hija, adentrándose en un alucinante viaje fluvial equinoccial por el curso de todo el río Amazonas. Buscaba un legendario reino dorado que conquistar y apropiarse. En su travesía se declaró sedicioso, insumiso, desleal a su patria y, como agravante, traidor a S. M. Felipe II. No duró mucho tiempo. Al final de su pertinaz periplo, las tropas reales enviadas en su captura lo apresaron en la isla de Margarita. Allí mismo lo enjuiciaron, lo consideraron cuerdo y, en consecuencia, lo ajusticiaron. Un término vital merecido e implacable para un traidor (de acuerdo con las costumbres de la época). Y así sucedió con otros buenos y esforzados caballeros, leales al emperador o al rey, su hijo que se alucinaron con el Nuevo Mundo, cosa muy común, por lo demás. La veleidad de la diosa fortuna les jugó a algunos una mala pasada. Los conquistadores mencionados, y otro más, arribaron y repostaron en La Gomera; su última singladura antes de reanudar de nuevo sus viajes hacia las Indias Occidentales. Concluyo. Nuestra Señora de Guadalupe es, por antonomasia y por devoción, la Virgen patrona de aquellos aventureros conquistadores, que tomaron posesión y que ganaron para el Reino de Castilla y para España un Nuevo Mundo allende la mar océana. Otro imperio que, por su magnitud continental, era más extenso que el germánico de Carlos V en Europa. Estoy seguro de que con estas referencias históricas mis hermanos, los gomeros, se percatarán con antelación de quién es la Madre; cuál la Señora; qué intercesión y protección invocaban; a Quién rogaban los conquistadores en los momentos difíciles y peligrosos de sus aventuras: se encomen- daban a su Virgen, que es la misma Señora nuestra Santa María de Guadalupe, patrona de los conquistadores: de los castellano-extremeños, de los gomeros y de los mexicanos. Asistí a la romería marinera, a la llegada de la Virgen, desde su santuario en Puntallana a la villa capitalina de San Sebastián de La Gomera. Como un peregrino del común; como un romero más. ¿Mi plegaria a nuestra Señora?: me hago eco de las palabras pronunciadas por el Sumo Pontífice en su reciente visita a Brasil: “El futuro nos exige la rehabilitación de la política, que es una de las formas más alta de la caridad cristiana”. Yo añadiría: singularmente en España y, por extensión, en la isla de La Gomera. En realidad, así lo veo yo. A fuer de ser tachado de imperialista. En tal caso, sería un imperialista progresista, como el presidente Obama, por el que siento una alta consideración. 34 jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA HISTORIA El presente artículo se publicó el pasado 2 de junio en el periódico mejicano La Razón y se reproduce con permiso de su autor, quien residió en Santa Cruz de Tenerife en 1986 y 1987. El texto refleja los tres años en que Raimundo Hiriart, chileno de nacimiento, vivió bajo el Gobierno de Salvador Allende, derrocado por el golpe de Estado de Pinochet, del que este año, el 11 de septiembre, se cumplió el 40 aniversario. El Chile que yo viví: 1970-1973 Texto: Raimundo Hiriart (escritor, analista y consultor) M uchos amigos me han sugerido dar la versión, personal, de mi experiencia vivida en Chile durante esos tres años en mi condición de funcionario de la Presidencia de la República y profesor universitario, antes de venirme a radicar a España, donde, hace poco, acabo de jubilarme tras treinta y cinco años de vida laboral desempeñada en cuatro ministerios. Intentaré ser breve y lo más fiel a los hechos. El 5 de septiembre de 1970 se conocía el triunfo de Salvador Allende sobre Jorge Alessandri por escasos treinta mil votos; sin embargo este último, candidato de la derecha tradicional, creyendo en su inminente triunfo, había afirmado públicamente que respetaría al que ganara, aunque fuese por un voto. Entonces, de acuerdo con la Constitución vigente, si ningún candidato conseguía la mayoría absoluta, la Cámara de Diputados podía elegir presidente de la República a uno de las dos primeras mayorías. Esa misma noche, junto a un grupo de campesinos que trabajaban para mi familia, todos (salvo uno) partidarios del candidato de la Democracia Cristiana (DC), Radomiro Tomic, cuyo programa electoral era tanto o más progresista que el de la Unidad Popular (UP), brindamos por el triunfo de Allende. Opinábamos que de ese modo no se retrocedería en los grandes avances logrados para el pueblo llano (campesinado, obreros, agrupaciones vecinales, etcétera) en el período 1964-1970, bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva. El 9 de septiembre de 1970 debía encontrarme en la sede de la OIT en Turín, asistiendo a un amplio curso de posgrado sobre Gestión del Turismo. Trabajaba en aquel tiempo en La Araucanía como funcionario de la oficina de planificación de la presidencia de la República (ODEPLAN), simultaneando dicha ocupación con las clases de Formulación de Proyectos de Inversión que impartía en la Universidad de Chile, sustituyendo al economista que fuese asesor del Che Guevara cuando éste era ministro de Hacienda en Cuba. En el transcurso de ese excelente curso, al que asistíamos cerca de treinta técnicos vinculados al sector del turismo de Iberoamérica, el tema recurrente era: ¿qué ocurrirá en Chile?, con mayor insistencia tras ser asesinado el comandante en jefe del Ejército, general Schneider. Para una persona como yo, que contaba con 23 años, no resultaba fácil responder a unas improvisadas, expectantes conferencias de prensa. A mi juicio, resultó determinante la firma por parte de Allende de un Estatuto de Garantías Constitucionales con la DC. Ésta a cambio otorgaría –y así fue– los votos de sus 82 diputados al senador de la República, legítimo vencedor de los comicios. Como el voto era secreto se dio una inédita circunstancia que poco o nada se ha divulgado. Para despejar cualquier duda, los parlamentarios de la DC escribieron en la papeleta el nombre completo del candidato de la UP, que era (luego se cambió y quedó sólo como Salvador Guillermo) Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende Gossens. De vuelta de Italia (más invitación a España y Portugal), cuando me reincorporé a mi puesto de trabajo en la oficina de planificación de La Araucanía, y como era evidente, me encontré con un nuevo director (TR) arquitecto, destacado militante del Partido Comunista. Lo primero fue decirme que me olvidara de la prioridad sobre el sector turismo, sólo que iba en otro lugar en la escala de valoración en el desarrollo regional. Al tiempo, y conocida la excelencia del curso recibido en la OIT, me ofrecieron otras instancias: hacerme cargo de la recién creada cátedra de Organización y Técnica del Turismo en la Universidad Técnica del Estado (UTE), en Valdivia; a unas tres horas de coche de mi actividad en ODEPLAN (puerto de montaña incluido), sin recibir dietas. Desde luego que me ilusionaba aportar mis conocimientos y corta experiencia a una iniciativa, la primera en Chile, en el ámbito universitario, y acepté. El ritmo de trabajo en la Presidencia durante el periodo 1971 hasta mayo de 1973 era frenético, tenso e intenso, aunque de una enorme riqueza profesional y personal. En una ciudad de provincia –como la mía– era archiconocida mi simpatía por la DC, es decir, mi no vinculación a la UP, en unos momentos en los que, por desgracia, se fue radicalizando todo: o eres de los míos o estás contra nosotros. Y mi apellido ponía las cosas más complicadas. Mi nuevo director lo sabía, pero también era consciente de que yo seguía la huella de mi padre, ingeniero de caminos formado en Francia, seguidor de Jacques Maritain y su justicia social. Es verdad que TR intentó persuadirme con un trato respetuoso que no olvidaré jamás, para que me “pasara a los suyos”. Pero el bueno de Tito recibía presiones superiores para quitarme del puesto y poner a un técnico de exclusiva confianza del gobierno. Mi prueba de fuego Imagen tomada el 28 de agosto de 1973, es decir, apenas dos semanas antes del golpe de Estado, con sus dos protagonistas: el general golpista, Augusto Pinochet y el presidente constitucional derrocado, Salvador Allende. irrumpió cuando me endosó, por orden directa del gobernador civil (buena persona, del Partido Radical, vilmente asesinado años después; Tito –me contaron– se salvó de milagro), una tarea que por aquella época era un reto que si no era exitoso significaría arrinconarme, tal vez con ciertos tintes de humillación, como le sucedió a otros funcionarios en circunstancias parecidas. Se me asignó la responsabilidad del abastecimiento provincial, durante la Semana Santa, de todo lo que representaban los productos del mar congelados donde su consumo era incipiente. Se me otorgaron todos los poderes necesarios; fijar precios con otras auto- ridades, fiscalización, poner multas, etc., amén de que el suministro estaba más o menos asegurado a través de la flota soviética, anclada en la región del Bío Bío. Debido a que en buena medida intervenía el factor recaudación, lo único que exigí fue nombrar a una persona de mi confianza para que se hiciera cargo de la cuestión del dinero. Me la concedieron y, como ya había ocurrido en situaciones anteriores, designé a un funcionario, disciplinado miembro del Partido Comunista; era garantía suficiente de que no faltaría o se desviaría un duro. Tampoco era una perita en dulce, en los inicios de la huelga del transporte por carretera y el comercio, desplazarme por orden, y con los poderes otorgados por el gobernador civil, a una serie de pueblos cercanos a la costa y precordillera, para lograr acuerdos con algunos comerciantes con la finalidad de que abrieran sus establecimientos unas horas, un día determinado, para evitar el paulatino desabastecimiento de artículos de primera necesidad. Como era habitual en estas misiones, y otras de índole similar, iba escoltado por personal de la Guardia Civil, del Ejército de Tierra y del Aire, según disponibilidad y riesgo. En no pocas ocasiones nos quedamos tirados en caminos interiores pues éstos se encontraban sembrados de los llamados “miguelitos”, clavos torcidos con punta hacia arriba, que se cargaban los neumáticos. O en plena ebullición política, ocupar por simple orden jerárquico, el lugar, físico –sobre una tarima rodeado de teléfonos– del gobernador en una reunión sectorial de desarrollo regional. Recuerdo que al marcharse me dijo éste al oído: “Que no le quede gustando el sillón”. Apenas cumplidos los 26 años, en esos momentos lo único que me provocaba sudores, propios del nerviosismo, era que sonara el teléfono rojo que comunicaba directamente con el presidente Allende; de modo y manera que me las apañé para terminar la reunión cuanto antes. Debo admitir, pues, que en el desempeño de mis competencias, en una institución tan influyente y que dependía del presidente de la República, nunca recibí coacciones o presiones insoportables mientras allí trabajé; me limitaba a cumplir mis funciones de la mejor manera que sabía y podía, ateniéndome a las instrucciones de mis superiores administrativos. Mi relación con la Universidad Técnica del Estado de Valdivia acabó de manera totalmente diferente. Se inició y desarrolló con total normalidad, e ilusión, hasta los últimos meses que, debido a estúpidas zancadillas, me impidieron continuar, y no me quedó otra opción que presentar mi dimisión. Cada viernes, al mediodía, metía unos bocadillos y unas coca-colas en el coche utilitario, y me hacía casi tres horas de carretera (ni autovía ni autopista en esos tiempos) para llegar justo al hotel, o a casa de amistades, con tiempo para dejar mis cosas y marcharme de inmediato a la universidad. Al ser el único profesor que impartía la cátedra de Organización y Técnica del Turismo, terminé haciéndome cargo de los tres cursos: de 15:30 a 21:30 horas. No era suficiente. Muchos sábados, y hasta domingos, los destinaba a realizar los controles y, naturalmente llevar a los alumnos a prácticas en terreno, o lo que es lo mismo, visitas a hoteles, playas y hasta al propio Casino de Puerto Varas. Lograba hospedaje gratis para los chavales dadas mis buenas relaciones con mis colegas de otras regiones de la ODEPLAN. Sólo cobraba de la UTE mis emolumentos correspondientes a las clases; ni dietas ni complementos compensatorios. Lógicamente, en la universidad eran conscientes desde comienzos del año lectivo que el día que podía impartir las clases era el viernes por la tarde, tal que siempre se me respetó ése y franja horaria de tarde/noche (¡qué menos!). En los últimos meses de 1973, antes de venirme definitivamente a España, algunos viajes a Valdivia los realizaba en los trenes que ya iban con custodia militar por temor a atentados. En una ocasión, y creo que como consecuencia de que no quise ir en listas políticas adictas al gobierno en la elecciones universitarias, al llegar a las aulas, con las horas echadas en carretera o tren, me informaban de que lamentablemente mis clases habían sido trasladadas al martes, o el miércoles. El viernes siguiente, e intuyendo la repetición de la jugada, llevaba preparada mi dimisión. Aquella situación era inadmisible; alumnos con los cuales nos juntamos en una emotiva e improvisada despedida, me confirmaron los temores de una actitud, no sólo sectaria sino que a todas luces injusta. Aquellos tres años, cuyo desenlace fue dramático, significaron una situación familiar y profesional también de muchísima tensión y crispación. He procurado huir de tópicos y demagogias, sólo intentar abreviar lo mejor posible dos experiencias vividas en el Chile de entonces que, a la luz de lo expuesto, ofrecen valoraciones totalmente opuestas. 35 EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013 CLAVES DEL CAMINO Oliver Fox, viajero del astral El desdoblamiento o viaje astral pasa por ser una de las experiencias potencialmente paranormales más singulares de cuantas se comunican en el campo de lo inexplicable. Desde tiempo inmemorial existen testimonios sobre la existencia de un doble sutil del cuerpo físico, capaz de abandonarlo y mantener la conciencia de las cosas que percibe y experimenta. La mayoría de las veces esas proyecciones astrales son involuntarias y únicas, pero hay excepciones, como la del viajero astral Oliver Fox. Texto: José Gregorio González. E n las últimas décadas se han desarrollado estudios muy serios encaminados a clarificar el enigma de las experiencias extracorpóreas, vivencias en las que su protagonista asegura haber salido de su cuerpo físico y guardar conciencia de lo que experimenta fuera del mismo. La mayoría de los casos se producen de forma involuntaria e inesperada, como parte de algún accidente, intervención quirúrgica o situación especialmente estresante. Sin embargo hay individuosquesoncapacesdecontrolarlas y provocarlas. Las opiniones sobre su naturaleza están divididas ente quienes sostienen que se trata de algo subjetivo y explicable desde la neurobiología y la psicología, y quienes defienden estas vivencias como algo objetivo y real, que apunta a la no localidad de la conciencia e incluso a la supervivencia tras la muerte. La casuística es muy rica, variada e interesante, y en ella se encuentran los episodiosdeunconsumadorviajeroastral, Oliver Fox, pseudónimo según parece de George Hugh Callaway. Nuestro protagonista es considerado el primer autor que con cierto grado de rigor estudió el fenómeno de la proyección astral a través de sus propios desdoblamientos. Su formación como ingeniero e interés por la ciencia, así como su vinculación con la teosofía –la escuela o movimiento esotérico fundada por H. P. Blavatsky que tanta influencia tuvo en el ocultismo a caballo entre los siglos XIX y XX– se presentan en sus escritos hábilmente equilibrados a la hora de describir y explicar la naturaleza de unas vivencias que en su caso arrancan desde la infancia. Sinceramente, la lectura de su libro “El viaje astral” es de lo más recomendable. Las habilidades de Oliver Fox parecen haber dado comienzo en la infancia. Nacido en 1885 al noreste de Londres, durante su niñez las enfermedades le mantenían especialmente a raya con largos periodos encamado con fiebre y debilidad generalizada, acumulando entonces y durante su juventud sueños repetitivos de cierta extrañeza. Durante años, estas experiencias alimentaron su curiosidad, de manera que es comprensible que su conciencia e interés por lo que ocurría en sus sueños le llevasen, súbitamente, a ser consciente de que se encontraba en un sueño y tomar el mando de los mismos hacia los 17 años de edad. La clave, según descubrió y recomendó a cuantos le pre- Oliver Fox, secuencia de un viaje astral y portada de su obra. guntaban sobre el tema, era estar alerta ante alguna incoherencia o anacronismoquesepudiesedarduranteelsueño que delatase que, precisamente, no se estaba despierto. Fox llamó a este tipo de vivencia “sueño del conocimiento”, pero podríamos usar sin equivocarnos la etiqueta más conocida de “sueños lúcidos”. “Soñé que me encontraba de pie en la acera, delante de mi casa –escribe Fox. El sol salía de la muralla romana, y las aguas de la bahía de Bletchingden brillaban bajo la luz matinal. Yo podía ver los altos árboles que hay en la esquina de la calle y la parte superior de la vieja torre gris que se alza más allá de los Forty Steps. En la magia de la luz matinal, la escena era enormemente hermosa, incluso entonces. La acera no era del tipo normal, sino que consistía de pequeñas piedras de un gris azulado, cuyos lados más largos formaban un ángulo recto con el bordillo blanco. Me disponía a entrar en la casa cuando, al mirar casualmente estas piedras, me llamó fuertemente la atención un extraño fenómeno pasajero, tan extraordinario que no podía creer lo que veían mis ojos: habían cambiado su posición durante la noche, ¡y los lados más largos eran ahora paralelos al bordillo! Entonces la solución vino a mi mente: aunque esta gloriosa mañana de verano parecía de lo más real, ¡estaba soñando!”. Nuestro protagonista se percató de que la orientación en la que estaban colocadas las baldosas de la calle había rotado sorprendentemente 90 grados, algo que en ese momento entendió como imposible de un día para otro salvo que estuviera soñando. En el preciso instante en el que tomó conciencia del detalle de las piedras, ocurrió algo revelador y determinante para sus futuras incursiones en los viajes astrales. “Instantáneamente, la sensación de realidad se hizo cien veces más vívida. Jamás habían resplandecido el mar, el cielo y los árboles con tan magnífica belleza; hasta las casas más modestas parecían rodeadas de una mística hermosura. Jamás me había sentido mejor, más lúcido o más divinamente poderoso. Era una sensación exquisita, superior a cuanto puedan expresar las palabras; pero sólo duró unos instantes y me desperté. Según llegué a saber más tarde, mi control mental había sido vencido por mis emociones, de modo que el cuerpo cansado hizo valer sus derechos y me obligó a regresar”. Durante estos sueños tenía una conciencia dual, es decir, era consciente del sueño interactuando en el mismo, pero también sabía que estaba dormido en la cama y sentía el tipo de estímulos relacionado con esa situación. Se superponían las dos realidades. Ante esta situación, en un momento dado decidió avanzar y probar lo que podía suceder si lograba centrarse y vivir exclusivamente la realidad onírica. De esta forma, en uno de sus sueños decidió dar el paso, y tras sentir el característico dolor de cabeza a nivel pineal que le avisaba del límite que no debía cruzar, logró imponer su voluntad a costa del dolor hasta que éste desapareció tras sentir una suerte de “click” en su cabeza. Tal como lo cuenta Fox, parece que algo se desconectó, permitiendo que viviese con mayor libertad y amplitud el sueño en el que estaba inmenso. Ya no percibía su cuerpo y mundo físico, solo el onírico-astral. Después, y lleno de temor ante el hecho de no poder despertar, terminó por regresar, volviendo a tener la misma sensación de encaje en su cabeza y experimentando la transitoria parálisis física o catalepsia que tan frecuentemente es relatada por los viajeros astrales. Aunque el “sueño de conocimiento” fue el método con el que se inició y realizó abundantes viajes, en 1908 descubrió inesperadamente que podía viajar en astral sin estar dormido. Recostado sobre el sofá con los ojos cerrados se dio cuenta dequeestabaviendoeltapizadodelsillón. En este estado que llamaba “de trance” tan solo tenía que desearlo y la salida en astral era inmediata, aunque lograr ese estado de relajación no era fácil y perderlo cuando se estaba en astral resultaba muy sencillo, interrumpiéndose con ello sus aventuras. Tal y como relata en su libro, su afán por investigar le llevó a probar la proyección de su doble haciendo uso de anestesia, concretamente a través de la inhalación de un algodón impregnado con una cuchara de cloroformo. De pronto “me pareció que era lanzado hasta las estrellas, y que un resplandeciente hilo plateado conectaba a mi ser celestial con mi cuerpo físico. La conciencia dual era muy pronunciada. Cuando hablaba, me parecía que mis palabras viajaban por el hilo y eran pronunciadas por mi ser físico; pero el proceso era simultáneo, y no podía sentir que me encontraba entre las estrellas y el sofá, todo al mismo tiempo”. Sus diarios recogen casos en los que fue visto bajo su forma astral o pudo ver a otras personas que se proyectaban, algunos de los cuales se veían acompañados de datos verificadores. Llegó incluso a desarrollar una técnica para provocar los viajes a la que denominó “puerta pineal”. Su interesante e ilustrativa historia merece ser recordada. 36 jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 898 Convivir en el amor El amor, entendido como el respeto y la tolerancia hacia lo distinto, debe educarse tempranamente en los niños Textos: José Oriol Doctor en Psicología, psicólogo clínico www.psicologotenerife.org P arece que la aceleración económica nos llevaba a gran velocidad hacia la bancarrota personal, cada día mejor dotados para las finanzas y, a la vez, más limitados para las relaciones personales y afectivas. Ahora, tras la crisis, podemos ver que el confort material se fundamentaba en compromisos incompatibles con la salud, que además dificultaban la convivencia, como por ejemplo la obsesión por el rendimiento, la extenuación en pos de la rentabilidad, el sacrificio personal por la expectativa de un futuro mejor, la especulación como fundamento de las relaciones, y así muchos más. Contribuir a la riqueza ilimitada de las empresas implicaba esfuerzos personales ilimitados. Nos fuimos habituando a un lenguaje y un modo de entender la realidad que se convirtió en un pesada escafandra, reluciente y lastrante para nuestras auténticas y fundamentales necesidades como seres humanos. Por ejemplo, el amor acabó por estar profundamente impregnado de los ideales productivos de la sociedad del bienestar material porque, pese a lo que pudiéramos creer, el amor no es solo un fenómeno afectivo, sino también algo sujeto a modas, sociedades y lenguaje. Y por eso se convirtió en un amor a corto plazo, interesado, especulativo, un amor centrado en el beneficio. Debemos recordar que los sentimientos ocurren en el interior de las personas, pero el modo en que se expresan está determinado por condicionantes culturales. Amar en China se hace de un modo y en la Polinesia de otro. En la antigüedad, en la Grecia clásica, de un modo, y en nuestra sociedad postindustrial de otro muy distinto. En el Nuevo Testamento se decía: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. La visión judeo-cristiana animaba a un amor generalizado que se expresaba a través de la compasión y la caridad. Era altruista, social y supeditado a Dios. Mucho más tarde, el amor romántico llegó cargado de subjetividad, entrega, poesía y belleza y se apoderó de la noción de enamoramiento. La calidad del amor se medía por el grado de romanticismo del enamorado, a pesar de que con ello hubiera hipotecado su dignidad. El amor en la Revolución Industrial se volvió lealtad y entrega, abnegación y servicio. La familia y el trabajo eran lo primero. Se fue haciendo un amor de entreguerras, de supervivencia, más un apego ansioso en busca de protección ante tanta desgracia que un acto de libertad. Y más recientemente, algunos psicólogos americanos han venido a explicar el amor en términos de intercambio y rentabilidad, señalando que las personas amamos en función de la obtención de una serie de beneficios afectivos y sociales, haciendo coincidir la dinámicas internas del individuo que ama con las leyes del mercado: la oferta y la demanda. En definitiva, han existido muchas maneras de vivir el amor, sin embargo hoy la sociedad contemporánea no encuentra apoyo en ninguna. En el amor romántico, porque el mundo ha cambiado mucho desde finales del siglo XVIII y nadie desea ya morir de amor. Tampoco el amor religioso, de entrega permanente, parece adecuado para establecer relaciones saludables de pareja. Y mucho menos lo es convertir el amor en un negocio, un área de intercambio y especulación. Probablemente no exista un modo correcto de amar y todos, en alguna medida, sean adecuados, pero sí parece legítimo hablar de calidades de amor y poner algunas bajo sospecha. De ahí la tesis que vengo a defender, al margen de que cada cual debe amar y vivir su amor en el modo que libremente elija. Propongo dos cosas: primero, que amar es la disposición a permanecer junto a una persona y a proteger su bienestar y su independencia, porque ser la persona que es es la razón por la que se desea permanecer a su lado. Y por tanto, no cabe intentar transformarla en el transcurso de la relación, ni hacer de sus defectos motivo de conflicto ya que toda ella estaba presente en el momento de su elección, cuando se le consideró digna de amar. Y en segundo lugar, que amar, definido como la relación entre dos personas que hacen de sus diferencias de personalidad y modo de entender la realidad el centro y la razón del disfrute mutuo, es una competencia que debe ser educada tempranamente en los niños, en forma de respeto, tolerancia e interés por lo distinto. El amor y sus condiciones no puede continuar siendo, por más tiempo, una asignatura que solo se aprende en el cine o en telenovelas. La intolerancia y el deseo de control y dominación dan lugar a una convivencia basada en una lucha permanente por hacer prevalecer los criterios de uno sobre los del otro, y eso, junto con la noción de apropiación de la persona amada (“ella es mi mujer”), son los fundamentos de la violencia de género. Las relaciones afectivas basadas en criterios de control y de poder degeneran en asociaciones tremendamente lesivas para los protagonistas y para sus hijos y, por lo tanto, no pueden ser consideradas como “convivencias” sino como “cohabitaciones”, donde la violencia física y verbal sustituye a las expresiones del amor, anteriormente declarado. En ellas no hay un auténtico deseo de disfrutar de la singularidad de la persona amada ni de ayudarla a crecer y expresarse en su integridad, sino una profunda insatisfacción, producida por la discrepancia percibida entre cómo es y cómo se cree que debería ser. Por esta razón, y para evitar que ocurra, la convivencia debería realizarse a través de la consideración incuestionable hacia las singularidades de la persona amada, dejando todo lo demás subordinado a la conservación del bienestar emocional recíproco, y por tanto, priorizando la cooperación en la resolución de las discrepancias.