Subido por Jaime G

El Banco de España y su sucursal en Santa Cruz de Tenerife.

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EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013
29
HISTORIA
El Chile que yo viví. Un funcionario del
Gobierno de Allende narra su experiencia a
los 30 años del golpe de Estado 34
revista semanal de EL DÍA
El Banco de España
y su sucursal en Santa Cruz de Tenerife
acciones del Banco Español de San
Fernando, creado por una real cédula
de Fernando VII (1829). Esta institución, nacida como banco de emisión, recibió la facultad de emitir billetes en la capital del reino y la misión
de financiar al Gobierno, privilegio
que mantuvo en exclusiva hasta 1844,
fecha en la surgió la competencia,
como fueron el Banco de Isabel II y
el Banco de Barcelona que tenían
poder para imprimir y poner en circulación el papel moneda.
El Banco de Isabel II se fusionaría
con el Banco Español de San Fernando, naciendo el nuevo Banco Español de San Fernando (1847) con facultad para emitir
billetes en Madrid
y crear sucursales
en todos aquellos
lugares en los que
no hubiese un
banco de emisión.
Texto: Jaime Alberto García
González (alumno del grado de
ADE, Universidad de La Laguna)
D
efinición. El Banco de España es el banco central
del país y, por tanto, una
entidad de Derecho
Público con personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y privada, que en el desarrollo de su actividad y para el
cumplimiento de sus fines actúa con
autonomía respecto a la Administración General del Estado. Es parte
integrante del Sistema Europeo de
Bancos Centrales y está sometido a
las disposiciones del Tratado de la
Comunidad Europea y a los Estatutos del SEBC (Sistema Europeo de Bancos Centrales), por lo que puede dictar las normas precisas para el ejercicio de las funciones, que se denominarán circulares monetarias y
las disposiciones precisas para el desarrollo de aquellas medidas que le habiliten expresamente al efecto. Unas
y otras disposiciones serán publicadas
en el Boletín Oficial del Estado.
Antecedentes
Esta entidad ha tenido una larga
tradición histórica, cuyas raíces hay
que ir a buscarlas al siglo XVIII con
la fundación del Banco Nacional de
San Carlos. El rey Carlos III impulsó
su creación mediante una Real
Cédula (Madrid, 1782), como entidad financiera de carácter no estatal, con capital privado basado en el
proyecto presentado por el conde de
Cabarrús al conde de Floridablanca.
Su primer director fue el propio Francisco Cabarrús, banquero francés instalado en Madrid, que, dos años antes
de la creación de este banco, había
negociado con la Real Hacienda la emisión y colocación de una nueva forma
de deuda pública, los llamados
“vales reales”. Estos vales reales proporcionaban un interés del 4 por 100
y tenían propiedades de papel
moneda en operaciones al por mayor
y en el pago de impuestos.
Los objetivos del banco eran servir de apoyo financiero al Estado facilitando la circulación de los vales reales (deuda pública) y convirtiéndolos en efectivo, proveer de víveres
y vestuario a las fuerzas armadas, atender los pagos de la Corona en el extran-
Imagen del Banco
de España a
principios del s. XX
jero, combatir la usura y proporcionar crédito al comercio y a la industria. Fue una institución moderna
para la época. Con capital privado dividido en acciones, se preveía el
reparto de dividendos y la junta de
accionistas era soberana sobre los
socios.
En 1783, comenzó a emitir los primeros billetes, denominados cédulas, que garantizaban un inmediato
reembolso en metálico, efectuado por
el propio banco emisor y que se canjeaban al portador sin producir nin-
gún interés. Por eso todos los billetes llevaban la leyenda “El Banco de
España pagará al portador”.
La implicación de España en diferentes conflictos bélicos con Francia e Inglaterra, entre los años 1793
y 1814, afectaron al Banco y lo
situaron en serias dificultades. El
Gobierno y el Banco Nacional de San
Carlos llegaron a un acuerdo por el
cual este renunció a los casi 310 millones de reales que aquel le adeudaba
a cambio de la entrega a sus accionistas de 40 millones de reales en
Nacimiento del
Banco de España
La ley de 28 de
enero de 1856 redenomina al nuevo Banco Español
de San Fernando
como Banco de
España, otorgando
al Estado la potestad de nombrar al
gobernador y a
dos subgobernadores y estableciendo un sistema
de pluralidad de
bancos de emisión con la limitación de crear un
banco emisor por
plaza. Abre sus
primeras sucursales en Alicante y
Valencia. Ese mismo año, se aprueban nuevas leyes
de bancos de emisión (18) y de
sociedades de crédito (35). Sin embargo, el Banco de España absorbió
a la mayoría de los bancos de emisión existentes, excepto a entidades
independientes.
En 1868, el ministro de Hacienda,
Laureano Figuerola, declaraba a la
peseta unidad básica del sistema
monetario español, en la que España
adoptaba un patrón monetario
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30
jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA
EN PORTADA
bimetálico, basado en una relación
fija entre el oro y la plata. Los problemas financieros surgidos durante
el Sexenio Revolucionario se resolvieron a base de ingresos extraordinarios o mediante empréstitos, lo
que condujo a la suspensión de
pagos a partir de 1872. La subsistencia del Estado exigió otorgar el
monopolio de emisión de moneda
fiduciaria al Banco de España con la
condición de que éste proporcionara
al Tesoro los créditos necesarios para
financiar el déficit (125 millones de
pesetas), respaldados con depósitos
de deuda pública.
La escasez de metal, la desvalorización de la peseta y la pérdida de
las reservas condujeron a la suspensión del canje en oro de los billetes del Banco de España (1883). La
emisión de billetes estuvo motivada
por el aumento del gasto del Estado,
por lo que los ministros de Hacienda
recurrieron a los préstamos del
Banco de España por la falta de
recaudación de impuestos. España
no adoptó el patrón oro y careció de
una política monetaria modern.
Además, el Banco de España no
tenía las competencias propias de un
banco central y una parte importante
de la cartera del mismo estaba constituida por deuda pública y préstamos comerciales y personales.
Expansión y desarrollo
Durante la Primera Guerra Mundial,
la base monetaria se expandió por
las excepcionales entradas de oro
(1919-1923) y los créditos del Banco
de España al Tesoro sirvieron para
financiar los déficit y fueron el
principal factor de creación monetaria. El Banco de España no ejercía
la función de prestamista y se resis-
Fachada de la sede
del banco en la
capital tinerfeña,
calle de Viera y
Clavijo.
Banco de España
en Tenerife.
Interior
tió a utilizar sus reservas metálicas
para mantener la cotización exterior de la peseta (1928-1932).
La Ley de Ordenación Bancaria o
Ley Cambó, de 29 de diciembre de
1921, reorganizó el sistema financiero y reguló por primera vez las relaciones entre el Banco de España como banco central y la banca privada.
Además, aumentó el capital del
Banco de España, le asignó la inspección de la banca privada y le convirtió en el órgano principal de la
política monetaria del Gobierno.
Se puede decir que esta ley es la que
configuró la función del Banco de
España como auténtico banco central.
Durante la Guerra Civil, la fragmentación del país en dos zonas hizo que
el banco quedase dividido entre
ambas, con dos entidades emisoras
y monedas diferentes. Buena parte
de las reservas de oro del banco se
enviaron a Moscú y se utilizaron para
financiar la guerra. Tras la contienda, el ministro de Hacienda, José
Larraz, asumió la reconstrucción del
sector financiero y del propio Banco
de España.
Este siguió siendo una entidad de
naturaleza privada en manos de
propietarios particulares, aunque
desde los inicios del siglo XX fue perdiendo competencias, entre las cuales cabe destacar como más importantes la pérdida del control sobre
la cotización exterior de la peseta a
favor del Instituto Español de
Moneda Extranjera, la reserva por
parte de Franco del nombramiento
del gobernador del banco (1946), del
número de consejeros y el recorte
de los dividendos. El banco perdió
la libertad para elegir los fabricantes de billetes (1946), encargándose la Fábrica Nacional de Moneda
y Timbre, y el Plan de Estabilización
(1959) sentó las bases para que el
Banco de España recuperara sus competencias en la nueva apertura al exterior.
El Banco de España siguió su trayectoria, hasta que el decreto-ley de
7 de junio de 1962 procedió a su
nacionalización y reorganización. De
esta forma, la Ley 1971, sobre Organización y Regulación del Crédito
Oficial, otorgó al banco competencias supervisoras sobre las cajas de
ahorros y las cooperativas de crédito.
Por su parte, la Ley de 21 de junio
1980, de Órganos Rectores del Banco
de España, supuso el reconoci-
31
EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013
EN PORTADA
miento de un sustancial grado de
autonomía del mismo.
La Ley de Disciplina e Intervención
Bancaria (29 de julio de 1988) desarrolló la labor supervisora del Banco
de España en las oficinas de las entidades de crédito y con responsabilidades en las sucursales de entidades comunitarias que operaban en
España. La Ley de Autonomía del
Banco de España (1 de junio de 1994)
terminó de configurar al Banco de
España, responsable de la política
monetaria, garantizando su independencia del Gobierno en el diseño
de esa política. El impulso definitivo
lo proporcionó el proyecto de Unión
Monetaria en Europa, contando con
bancos centrales independientes
del poder político.
Con la Ley 12/1998, de 28 de abril,
se estableció que el Banco de España
se integraba en el Sistema Europeo
de Bancos Centrales (SEBC), y desde
el 1 de enero de 2002 la integración
europea culminó con los nuevos billetes y monedas de euro. Existió un proceso de adaptación a las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad
(NIC) y se asentó la colaboración del
Banco de España en el ámbito europeo.
Destacar también la presencia del
Banco en otros foros y organismos
multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco de
Pagos Internacionales, el Centro de
Estudios Monetarios Latinoamericanos
o el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.
Sedes
La organización territorial del
Banco de España tiene su sede central en Madrid y una serie de sucursales repartidas por todo el territorio nacional.
La primera sucursal del Banco de
España en el archipiélago se inauguró en Santa Cruz de Tenerife el 15
de septiembre de 1887, y su primer
emplazamiento radicó en la calle de
La Marina, nº 9, hasta el 15 de
agosto de 1896, desde donde se trasladó a la calle del Castillo, nº 77. Posteriormente, se localizaría en la
calle de Alfonso XII, números 32 y
34, y el 15 de febrero de 1932 quedó
definitivamente instalada en el edificio que hoy ocupa, en el Banco de
los Hoteles. La fachada principal da
a la Calle Viera y Clavijo, teniendo
a su derecha el edificio de la Subdelegación del Gobierno central
(calle Méndez Núnez), a la izquierda
la calle General Antequera, y en la
trasera Pi y Margall.
Las obras del edificio actual se iniciaron en 1926, conforme al proyecto de los arquitectos José Yarnoz
Larrosa y Luis Menéndez Pidal
–pariente de Ramón Menéndez
Pidal– y duraron seis años. Se inauguró en 1932.
El edificio ocupa un solar de 1.272
metros cuadrados y fue comprado
en el año 1924 a 70 pesetas el metro
cuadrado. De todos ellos, 714 metros
Banco de España
en Tenerife.
Entrada principal.
Abajo, escudo
republicano que ha
permanecido desde
la construcción del
edificio en la parte
superior y central de
la fachada.
cuadrados corresponden a la construcción y el resto a patio de entrada
y jardines, con sótano, tres plantas
y azotea.
Es de estilo herreriano con un exterior adornado con cuatro columnas de fustes estriados y capiteles
jónicos y los frisos con dentículos y
frontones triangulares que coronan
las puertas de acceso a los balcones.
La piedra de la fachada es canaria y
los forjados de hierro son de arte-
8.30 a 14.30. Ofrece diversos servicios: operaciones de canje de pesetas por euros, recogida de billetes y
monedas falsos, canje de billetes
deteriorados, suscripción de Deuda
Pública, solicitud de información de
la Central de Riesgos y presentación
ante el Servicio de Reclamaciones de
quejas y consultas relativas a los servicios bancarios que prestan las
entidades de crédito. Está ubicada
en la Calle Viera y Clavijo, 37.
sanía, con un motivo ornamental
destacado: el escudo con las armas
de España, como homenaje a la II
República.
Esta sucursal en Tenerife opera
con entidad de crédito, con un
horario de atención al público de
Conclusiones
–El Banco de España (ley de 28 de
enero de 1856 ) es una entidad de
Derecho Público con personalidad
jurídica propia y plena capacidad
pública y privada. La Ley 12/1998,
de 28 de abril, integró al Banco de
España en el Sistema Europeo de
Bancos Centrales (SEBC) con varias
sedes en el territorio nacional.
–En su organigrama general, destacan los papeles de sus instituciones: el gobernador, el subgobernador, el Consejo de Gobierno y
la Comisión Ejecutiva.
–Sus funciones más importantes
son: poseer y gestionar las reservas
de divisas, así como promover el
buen funcionamiento y la estabilidad del sistema financiero; supervisar la solvencia y el cumplimiento de la normativa específica
de las entidades de crédito y poner
en circulación la moneda pública;
elaborar y publicar las estadísticas
relacionadas con sus funciones y
asistir al BCE (Banco Central Europeo), y prestar los servicios de
tesorería y de agente financiero de
la deuda pública y asesorar al Gobierno.
BIBLIOGRAFÍA
Monografías:
Aledón, J.M. (2001). Historia de la peseta.
(pp. 13-50). Madrid: Real Casa de la Moneda.
Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
Castañeda, L. El Banco de España (18741900). La red de sucursales y los nuevos servicios financieros. (pp.11-84). Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco de España.
Servicio de Estudios de Historia Económica.
Foreman-Peck, J. (2001). Historia económica
mundial. Relaciones económicas internacionales desde 1850. (pp. 85-154). Madrid:
Pearson Education.
Moreno Fernández, R. (2009). Los servicios de inspección del Banco de España: su
origen histórico (1867-1896). (pp.19-73).
Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco
de España. Servicio de Estudios de Historia Económica.
(2010). El personal del Banco de España:
Desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta
el fin del siglo XIX). El Banco de San Carlos (pp. 23-53). Madrid: Unidad de Publicaciones del Banco de España Servicio de Estudios de Historia Económica.
Artículos en revistas:
Cayón, J. (2011). “Relaciones comerciales del Banco de España y la American Bank
Note Company (finales del siglo XIX)”,
Catálogo de Cayón Subastas, Madrid, septiembre, 36-50.
Moreno Fernández, R. (2006). “El Banco
de España y sus predecesores: más de una
centuria de historia, contabilidad y riesgos
(1782-1890)”, Revista Española de Historia
de la Contabilidad, 5, Madrid, diciembre (222225).
Artículos en Internet:
Conoce el Banco de España. 2010. Estabilidad del sistema de pagos, de precios y
sistema financiero. http://www.aulavirtual.bde.es/wav/htlm/home/index.htlm
Banco de España. Eurosistema. 2011.
http://www.bde.es/webbde.es/ http://www
Banco de España en Tenerife. Más cerca
del ciudadano. http://www.banco-deespaña-en-santacuz.buscalis.com/
http://w w w.bde.es/webbde/S ecc ion e s / P u b l i c a c i o n e s / Fo l l e t o s / . . . / t e n e rife.pdf
http://www oficinas.bankimia.com› ...
›Provincia de Santa Cruz de Tenerife.
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jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA
HISTORIA
Tal y como se ha reseñado con anterioridad, este colectivo arraiga muy pronto en esta demarcación municipal sureña,
manejada por una pujante élite agraria. Por ello, no es de extrañar que sus primeros aconteceres fuesen también pioneros. Su
bandera, por ejemplo, que había sido donada por el ayuntamiento, es la primera de esta institución que se bendice en Canarias. El acto, con categoría de solemne o muy solemne, tuvo lugar el 15 de julio de 1925 dentro de los actos programados con
motivo de las entonces lustrosas Fiestas del Carmen de la Villa.
SOMATENES EN GRANADILLA DE ABONA (III):
LA BANDERA SOMATÉN DE
GRANADILLA
LA PRIMERA QUE SE BENDIJO EN CANARIAS
Texto: Emiliano Guillén Rodríguez
Periodista. Cronista oficial.
L
a bendición oficial de la
bandera somatenista de la
localidad tiene lugar el
día 15 de julio de 1924 dentro de los actos conmemorativos de las Fiestas celebradas
en honor de Nuestra Señora del Carmen, entonces de gran boato en la Villa.
Este emblema cuenta con la curiosidad y el honor de ser la primera de
esta índole que se bendice en Canarias.
Recogen las crónicas de la época que
desde las primeras horas de la mañana,
por invitación del alcalde y cabo somatén de la localidad, comenzaron a llegar desde distintos lugares de este Sur
tinerfeño las representaciones de
los distintos municipios y alcaldes de
toda la comarca. Hacia las diez de la
mañana hizo su entrada la banda del
Regimiento de Infantería número
64, deleitando a todos los presentes
con sus logradas interpretaciones.
A primeras horas de la tarde se personó en el lugar el gobernador civil
de la provincia. Venía acompañado de
su esposa y de su hija Celia. También
hizo acto de presencia el coronel de
Infantería don Waldo Gutiérrez Marrero, que ostentaba el cargo de comandante general de los Somatenes
Armados de Canarias, en este caso
representando, además, la autoridad
del capitán general de Canarias.
Complementaban el acto un nutrido
grupo de altos cargos civiles y militares somatenistas. Les acompañaron
también dos laureados poetas de la
época, don Isaac Viera y don Diego
Crosa.
La comitiva desembarcó por el
puerto de El Médano en “sillita real”,
como era la costumbre. Tras el feliz
desembarco, el grupo se dirige a la Villa.
A su entrada, formado y acompañados por somatenes, niños y comisiones
fue recibido con mucho entusiasmo.
Una llamativa cabalgata presidida
por jinetes vestidos a la usanza medieval y la juventud femenina grana-
dillera ataviada con disfraces
y escoltada por la banda
militar pusieron nota de
color y vivacidad al desfile.
Fue recibida por el gobernador civil, incluyendo a
los niños de las escuelas, autoridades y comisiones. Con la
formación de los somatenes
a modo de escolta de honor,
portaba el pendón el primer
teniente de alcalde, don
Rogelio Bello Reverón. Llega
el desfile a la iglesia parroquial,
donde se celebra una misa
solemne cantada con la
orquesta.
Seguidamente tuvo lugar el
acto de la bendición de la bandera somatén que había sido
donada por el consistorio
de la localidad. Dicha bendición corrió a cargo del cura
titular, acompañado por el de
Vilaflor y el de San Miguel. Actuó como madrina la señora
de Villar Grangel, esposa de
la primera autoridad civil.
En el transcurso del acto
leyó un patriótico discurso
ensalzando a la institución
homenajeada. Luego. la bandera, una vez que estaba
bendecida, pasó al comandante general de los Somatenes de Canarias, como es
protocolario, con vivas a
España, al rey, a los Somatenes y a Granadilla. Seguidamente el pendón sería recogido por el cabo somatén Sr. Reyes González y depositada en el abanderado
don Enrique Saenz Infante.
Tras otros discursos civiles en similares términos a los expresados, se celebró una comida en las casas consistoriales con nuevas pláticas y un recital poético a cargo de los señores Viera
y Crosa. El acto finaliza sobre un artístico escenario, reparto de premios y
alocuciones de clausura.
Esta bandera se encuentra ahora depositada en el museo etnográfico
del primer instituto de la comarca ubicado en la Villa, auspiciado en su día
Nuestra Señora de
Monserrat,
patrona de los
somatenes.
por el profesor Adrián Alemán de Armas,
y en la actualidad reorganizado y dirigido por la también profesora del centro Carmen Rosa Pérez Barrios. Al
siguiente año recibió logrados merecimientos en el acto de bendición de
la correspondiente a Santa Cruz de Tenerife. Esta celebración tuvo lugar el primer domingo de mayo de 1926.
La referida insignia fue trasladada
a la capital por el grupo somatenista
de la localidad, por haber sido la primera adquirida en esta Isla y en todo
el Archipiélago.
La Columba de miembros institu-
cionales le rindió los honores que
le tenía reservados. Se colocó a
la cabecera de la marcha que
cubrió el recorrido estipulado
hasta la plaza de la Constitución,
siempre precedida de la banda
de música. Ocupó el paseo central de la plaza, que exclusivamente para ella se había reservado.
El 27 de abril de 1930 el colectivo somatén de este término protagonizó otro acto de enaltecimiento institucional. El propio
día de la celebración de la Virgen de Montserrat, se bendice
la imagen que había sido adquirida por los miembros de este
distrito.
Tales actos dieron comienzo
con una solemne función religiosa con sermón. Luego tuvo
lugar una procesión solemne por
las principales calles a hombros
de somatenistas, acompañados en todo momento por la
banda de música. Actuó como
madrina la señora doña Hortensia
Marrero Regalado, siendo abanderado su esposo, don Enrique
Saenz Infante. Hubo refrescos
para todos en el local del cine
gentilmente cedido por su propietario, don Manuel Delgado
Pérez. Los preceptivos discursos corrieron a cargo de la propia madrina y del cabo del partido, don Antonio Reyes González. A lo largo de su desarrollo estuvo acompañado por el jefe
del Distrito, don Andrés Triviño.
La ya varias veces reseñada imagen,
durante su corto periodo de vigencia,
presidió la escalera principal del edificio de la comandancia, situado en
la calle dedicada al ilustre arquitecto don José Enrique Marrero Regalado. Luego sería depositada en una
hornacina en el cementerio civil. De
allí, con visibles muestras de deterioro,
fue rescatada por la familia Venero.
Restaurada posteriormente, hoy tutela el altar mayor de la iglesia que perteneció al exconvento franciscano del
lugar.
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EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013
PERSPECTIVAS
La patrona de los conquistadores
Texto: Alonso Trujillo-Mora
Foto: Ángel Hernández
E
l lunes 7 de octubre celebramos los
gomeros nuestra fiesta mayor. Las
fiestas lustrales, en honor y devoción de nuestra Señora, la Virgen
de Guadalupe; la patrona insular.
Este día, para los isleños que viven en la isla
o allende los mares, es una jornada festiva,
fraternal, amistosa; a compartir con los
forasteros que residen en la ínsula o nos visitan.
Como advertencia previa, nada más lejos
de mi intención que entrar en los aspectos religiosos del origen y los atributos de la venerada imagen (doctores tiene la Santa Madre
Iglesia). Desconozco si la Virgen que reside en
su humilde santuario en Puntallana es una
talla flamenca, hispana o italiana. Si es románica, gótica, renacentista o barroca. Si cuenta
con una devoción mariana numerosa o reducida. Si es milagrosa. Si es la excelsa intercesora y mediadora, como así es, entre los fieles creyentes y su divino Hijo. Tampoco
pretendo entrar en la parafernalia que adorna
a la divinidad. En la exégesis de las leyendas,
las fabulaciones, las fantasías, o las crónicas
de la religiosa historia ficción. El estudio de
estos sucesos sobrenaturales corresponde, por
la tradición y la costumbre, a sus más genuinos intérpretes: la clerecía de la Iglesia Católica.
Abandono, pues, el aspecto hagiográfico y
las hipérboles especulativas para centrarme
en lo pragmático, en lo profano. Con otras
palabras, voy a intentar adentrarme, a ser posible, por los senderos del mundanal ruido.
La contribución de la Iglesia española a la
evangelización de la América Latina fue, y
sigue siendo, una obra espiritual de naturaleza épica y de una importancia capital de
magnitudes colosales. Su humanitaria y
benemérita labor en defensa de los más indefensos, protegiendo a los pueblos indígenas
frente a los abusos, las arbitrariedades, el vandalismo y la codicia de aquellos colonos desaprensivos es de una caridad cristiana sublime.
Me refiero, principalmente, a las órdenes religiosas: franciscanos, dominicos, jerónimos,
jesuitas, etc. Hoy, desde aquí, mi infinito reconocimiento a sus actuaciones evangelizadoras, pastorales y culturales. En variados
casos, se produjo una especie de sincretismo;
una simbiosis entre los ritos y prácticas
paganas de los nativos, con la liturgia canónica, especialmente visible en casi todos los
pueblos iberoamericanos, que aún pervive.
La gran epopeya de la corona de Castilla
fue el descubrimiento, la exploración y la conquista de las Indias Occidentales, más la conclusión de la Reconquista territorial de
España. Con Cristóbal Colón solo comenzó la
aventura. Las grandes extensiones territoriales
y la poblaciones con sus numerosas etnias se
incorporaron al Reino de Castilla y, posteriormente, al de España, en el siglo XVI,
durante el principado de Su Majestad Imperial Carlos de Habsburgo, nuestro señor, primus inter pares de entre todos los monarcas
de Europa, nieto de los aguerridos Reyes Católicos (“los monarcas que no tienen temor de
Dios tienen temor a sus súbditos”), hijo de
S.M. doña Juana, reina de Castilla; archiduque de Austria, duque de Borgoña; emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y
rey de España y sus dominios de ultramar: “el
centro de un imperio donde no se ponía el
sol”. Si contamos con los posesiones del
sudeste asiático, singularmente el archipiélago de las Filipinas, conquistado por Urdaneta y por Legazpi.
Antes de la llegada de los pioneros españoles, existían dos grande imperios amerindios prehispánicos: el azteca (virreinato de
Nueva España) y el imperio inca (virreinato
del Perú). Ambos ostentaban unas culturas
magnificas, soberbias y esplendorosas, que
en nada envidiaban a la cultura occidental
europea; en algunos aspectos estaba más
avanzadas y eran más refinadas. Los conquistadores de estos extensos territorios
conformados por múltiples pueblos y etnias,
dio y capitulación del reino musulmán de Granada, último bastión de los árabes en la Península Ibérica. Con el fascinante e inteligente Fernando de Trastámara, el Rey Católico
(prototipo del príncipe nuovo; para Maquiavelo); el indómito Gran Capitán (Gonzalo Fernández de Córdoba); el arrogante tercer
Duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo),
y el intrépido marino don Juan de Austria (hijo
bastardo del emperador). Son un póquer de
ases, formado por los generales mayores, con
el que juegan los quinientos años de existencia del Reino de España.
Los conquistadores profesaban una impenitente adicción a la lectura de los libros de
caballeros andantes, en esos tiempos muy de
moda, por cierto. Cervantes, posteriormente,
los ridiculiza en su obra cumbre, “Don Quijote”.
Alimentados emocionalmente con tantas
fantasías, los hidalgos caballeros encontraron
con lenguas, culturas y organizaciones políticas singulares y propias, fueron unos titanes de España, que pusieron la cruz, la espada,
la lengua, las letras, la historia y la genética
al servicio de un fructífero y grandioso proyecto común, cultural y antropologico, que
se desarrolló gradual y posteriormente en el
tiempo y en el espacio. Ésta es la Iliada de Hispánia, con unos hombres esforzados, aguerridos, audaces, altivos y valientes hasta la
temeridad. Muchos de ellos motivados por el
afán de aventuras, y en busca de la diosa fortuna, que se les manifestó como la diosa de
lo que ellos más anhelaban y apreciaban:
honra, riqueza y fama.
Esta gradual y progresiva metamorfosis dio
sus frutos: un colorido mestizaje hispanoindio, al principio. Mezclado posteriormente
con africanos, en los tiempos de la infame esclavitud. Desde cualquier perspectiva que se
analice, esta simbiosis ha pergeñado una fusión
biológica e intelectual hermosa, dotada de una
belleza de carácter creativa y excepcional. ¡Que
me escuchen los racistas y los nazis!
Los “adelantados”, nobles capitanes de
aquellos pioneros expedicionarios, llevaban
entre sus pertrechos de hidalgos la destreza
con las armas. Muchos de ellos habían participado en “la Cruzada” de la Reconquista, ase-
en el Nuevo Mundo el exotismo que leían en
sus libros de la caballería andante. Pero la
nueva realidad desbordaba a estos relatos; los
disminuía y los reducía a una condición trivial, prosaica. En estos casos, la realidad superaba a la ficción con holgura. Quizás, con la
ayuda de las nuevas plantas estimulantes y alucinógenas recién descubiertas –el peyote, el
mescal, la pita, el agave, el napal, la datura,
la coca o el buen cannabis–, se embarcaron en
aventuras aleatorias y arriesgadas. Algunos,
como Juan Ponce de León, navegaron hasta
la Florida en busca de la fuente de la eterna
juventud. Otros fueron más prácticos y realistas, como Hernán Cortés en México, que
ordenó encallar y desarmar los once navíos que
componían su flota. En ésta empresa de conquista no cabía la rendición o la retirada; solo
se contemplaba la victoria o la muerte.
Después de esta gesta, Cortés y sus expedicionarios se fueron prestos a Tenochtitlán
(Ciudad de México) a la búsqueda del fabuloso tesoro azteca del emperador Moctezuma.
La incursión finalizó con una apoteósica victoria sobre el ejército enemigo, que contaba
con cerca de doscientos mil hombres en
armas, frente a los ochocientos soldados de
Cortés. Ni Cayo Julio César en la guerra de las
Galias obtuvo tamaño éxito. Los legatarios de
este derroche de valor y bravura son los actuales pueblos mestizos de México. Me refiero
a la primera revolución social malograda del
siglo XX: la de Emiliano Zapata y Francisco
Villa.
Francisco Pizarro, en el virreinato del
Perú, realizó temerarias incursiones oníricas
y fácticas por El Dorado; en busca del tesoro
inca del emperador Atahualpa. Vasco Núñez
de Balboa descubrió el istmo de Panamá, y
fue el primero en otear el mar del Sur (el
océano Pacífico). Y, en fin, el sanguinario Lópe
de Aguirre, en un “delirium tremens” de grandeza, se embarcó con su hija, adentrándose
en un alucinante viaje fluvial equinoccial por
el curso de todo el río Amazonas. Buscaba un
legendario reino dorado que conquistar y
apropiarse. En su travesía se declaró sedicioso,
insumiso, desleal a su patria y, como agravante, traidor a S. M. Felipe II. No duró mucho
tiempo. Al final de su pertinaz periplo, las tropas reales enviadas en su captura lo apresaron en la isla de Margarita. Allí mismo lo enjuiciaron, lo consideraron cuerdo y, en
consecuencia, lo ajusticiaron. Un término vital
merecido e implacable para un traidor (de
acuerdo con las costumbres de la época). Y
así sucedió con otros buenos y esforzados
caballeros, leales al emperador o al rey, su hijo
que se alucinaron con el Nuevo Mundo, cosa
muy común, por lo demás. La veleidad de la
diosa fortuna les jugó a algunos una mala
pasada. Los conquistadores mencionados, y
otro más, arribaron y repostaron en La
Gomera; su última singladura antes de reanudar de nuevo sus viajes hacia las Indias
Occidentales.
Concluyo. Nuestra Señora de Guadalupe
es, por antonomasia y por devoción, la Virgen patrona de aquellos aventureros conquistadores, que tomaron posesión y que
ganaron para el Reino de Castilla y para España
un Nuevo Mundo allende la mar océana. Otro
imperio que, por su magnitud continental, era
más extenso que el germánico de Carlos V en
Europa.
Estoy seguro de que con estas referencias
históricas mis hermanos, los gomeros, se percatarán con antelación de quién es la Madre;
cuál la Señora; qué intercesión y protección
invocaban; a Quién rogaban los conquistadores en los momentos difíciles y peligrosos
de sus aventuras: se encomen- daban a su Virgen, que es la misma Señora nuestra Santa
María de Guadalupe, patrona de los conquistadores: de los castellano-extremeños, de
los gomeros y de los mexicanos.
Asistí a la romería marinera, a la llegada de
la Virgen, desde su santuario en Puntallana
a la villa capitalina de San Sebastián de La
Gomera. Como un peregrino del común; como
un romero más. ¿Mi plegaria a nuestra
Señora?: me hago eco de las palabras pronunciadas por el Sumo Pontífice en su reciente
visita a Brasil: “El futuro nos exige la rehabilitación de la política, que es una de las formas más alta de la caridad cristiana”. Yo añadiría: singularmente en España y, por
extensión, en la isla de La Gomera.
En realidad, así lo veo yo. A fuer de ser
tachado de imperialista. En tal caso, sería un
imperialista progresista, como el presidente
Obama, por el que siento una alta consideración.
34
jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA
HISTORIA
El presente artículo se publicó el pasado 2 de junio en el periódico mejicano La Razón y se reproduce con permiso de su
autor, quien residió en Santa Cruz de Tenerife en 1986 y 1987. El texto refleja los tres años en que Raimundo Hiriart, chileno
de nacimiento, vivió bajo el Gobierno de Salvador Allende, derrocado por el golpe de Estado de Pinochet, del que este año, el
11 de septiembre, se cumplió el 40 aniversario.
El Chile
que yo viví:
1970-1973
Texto: Raimundo Hiriart (escritor, analista y consultor)
M
uchos amigos me
han sugerido dar la
versión, personal,
de mi experiencia
vivida en Chile
durante esos tres años en mi condición de funcionario de la Presidencia de la República y profesor
universitario, antes de venirme a radicar a España, donde, hace poco,
acabo de jubilarme tras treinta y cinco años de vida laboral desempeñada en cuatro ministerios. Intentaré ser breve y lo más fiel a los
hechos.
El 5 de septiembre de 1970 se conocía el triunfo de Salvador Allende
sobre Jorge Alessandri por escasos
treinta mil votos; sin embargo este
último, candidato de la derecha tradicional, creyendo en su inminente triunfo, había afirmado públicamente que respetaría al que
ganara, aunque fuese por un voto.
Entonces, de acuerdo con la Constitución vigente, si ningún candidato conseguía la mayoría absoluta,
la Cámara de Diputados podía elegir presidente de la República a uno
de las dos primeras mayorías. Esa
misma noche, junto a un grupo de
campesinos que trabajaban para mi
familia, todos (salvo uno) partidarios del candidato de la Democracia Cristiana (DC), Radomiro Tomic,
cuyo programa electoral era tanto
o más progresista que el de la Unidad Popular (UP), brindamos por el
triunfo de Allende. Opinábamos que
de ese modo no se retrocedería en
los grandes avances logrados para
el pueblo llano (campesinado,
obreros, agrupaciones vecinales,
etcétera) en el período 1964-1970,
bajo la presidencia de Eduardo
Frei Montalva.
El 9 de septiembre de 1970 debía
encontrarme en la sede de la OIT
en Turín, asistiendo a un amplio
curso de posgrado sobre Gestión del
Turismo. Trabajaba en aquel tiempo
en La Araucanía como funcionario
de la oficina de planificación de la
presidencia de la República (ODEPLAN), simultaneando dicha ocupación con las clases de Formulación de Proyectos de Inversión
que impartía en la Universidad de
Chile, sustituyendo al economista
que fuese asesor del Che Guevara
cuando éste era ministro de Hacienda
en Cuba. En el transcurso de ese excelente curso, al que asistíamos cerca
de treinta técnicos vinculados al sector del turismo de Iberoamérica, el
tema recurrente era: ¿qué ocurrirá en Chile?, con mayor insistencia
tras ser asesinado el comandante en
jefe del Ejército, general Schneider.
Para una persona como yo, que contaba con 23 años, no resultaba
fácil responder a unas improvisadas, expectantes conferencias de
prensa. A mi juicio, resultó determinante la firma por parte de
Allende de un Estatuto de Garantías Constitucionales con la DC. Ésta
a cambio otorgaría –y así fue– los
votos de sus 82 diputados al senador de la República, legítimo vencedor de los comicios. Como el voto
era secreto se dio una inédita circunstancia que poco o nada se ha
divulgado. Para despejar cualquier duda, los parlamentarios de
la DC escribieron en la papeleta el
nombre completo del candidato
de la UP, que era (luego se cambió y quedó sólo como Salvador
Guillermo) Salvador Isabelino del
Sagrado Corazón de Jesús Allende
Gossens.
De vuelta de Italia (más invitación a España y Portugal), cuando
me reincorporé a mi puesto de trabajo en la oficina de planificación
de La Araucanía, y como era evidente,
me encontré con un nuevo director
(TR) arquitecto, destacado militante del Partido Comunista. Lo primero fue decirme que me olvidara
de la prioridad sobre el sector
turismo, sólo que iba en otro lugar
en la escala de valoración en el desarrollo regional. Al tiempo, y conocida la excelencia del curso recibido
en la OIT, me ofrecieron otras instancias: hacerme cargo de la recién
creada cátedra de Organización y Técnica del Turismo en la Universidad
Técnica del Estado (UTE), en Valdivia;
a unas tres horas de coche de mi actividad en ODEPLAN (puerto de
montaña incluido), sin recibir dietas. Desde luego que me ilusionaba
aportar mis conocimientos y corta
experiencia a una iniciativa, la primera en Chile, en el ámbito universitario, y acepté.
El ritmo de trabajo en la Presidencia
durante el periodo 1971 hasta mayo
de 1973 era frenético, tenso e
intenso, aunque de una enorme
riqueza profesional y personal. En
una ciudad de provincia –como la
mía– era archiconocida mi simpatía por la DC, es decir, mi no vinculación a la UP, en unos momentos en los que, por desgracia,
se fue radicalizando todo: o eres de
los míos o estás contra nosotros. Y
mi apellido ponía las cosas más complicadas. Mi nuevo director lo sabía,
pero también era consciente de que
yo seguía la huella de mi padre, ingeniero de caminos formado en Francia, seguidor de Jacques Maritain y
su justicia social. Es verdad que TR
intentó persuadirme con un trato respetuoso que no olvidaré jamás, para
que me “pasara a los suyos”. Pero
el bueno de Tito recibía presiones
superiores para quitarme del puesto
y poner a un técnico de exclusiva
confianza del gobierno. Mi prueba
de fuego
Imagen tomada el 28 de agosto de
1973, es decir, apenas dos semanas antes
del golpe de Estado, con sus dos
protagonistas: el general golpista, Augusto
Pinochet y el presidente constitucional
derrocado, Salvador Allende.
irrumpió cuando me endosó, por
orden directa del gobernador civil
(buena persona, del Partido Radical, vilmente asesinado años después; Tito –me contaron– se salvó
de milagro), una tarea que por
aquella época era un reto que si no
era exitoso significaría arrinconarme, tal vez con ciertos tintes de
humillación, como le sucedió a
otros funcionarios en circunstancias
parecidas. Se me asignó la responsabilidad del abastecimiento provincial, durante la Semana Santa, de
todo lo que representaban los productos del mar congelados donde
su consumo era incipiente. Se me
otorgaron todos los poderes necesarios; fijar precios con otras auto-
ridades, fiscalización, poner multas,
etc., amén de que el suministro estaba
más o menos asegurado a través de
la flota soviética, anclada en la región
del Bío Bío. Debido a que en buena
medida intervenía el factor recaudación, lo único que exigí fue nombrar a una persona de mi confianza para que se hiciera cargo de
la cuestión del dinero. Me la concedieron y, como ya había ocurrido
en situaciones anteriores, designé
a un funcionario, disciplinado
miembro del Partido Comunista; era
garantía suficiente de que no faltaría
o se desviaría un duro.
Tampoco era una perita en dulce,
en los inicios de la huelga del
transporte por carretera y el comercio, desplazarme por orden, y con
los poderes otorgados por el gobernador civil, a una serie de pueblos
cercanos a la costa y precordillera,
para lograr acuerdos con algunos
comerciantes con la finalidad de que
abrieran sus establecimientos unas
horas, un día determinado, para
evitar el paulatino desabastecimiento de artículos de primera
necesidad. Como
era habitual en
estas misiones, y
otras de índole similar, iba escoltado por personal de
la Guardia Civil, del
Ejército de Tierra y
del Aire, según disponibilidad y riesgo.
En no pocas ocasiones nos quedamos
tirados en caminos
interiores pues éstos
se encontraban sembrados de los llamados
“miguelitos”, clavos
torcidos con punta hacia
arriba, que se cargaban
los neumáticos. O en
plena ebullición política, ocupar por
simple orden jerárquico, el lugar, físico
–sobre una tarima rodeado de teléfonos– del gobernador en una reunión sectorial de desarrollo regional. Recuerdo que al marcharse me
dijo éste al oído: “Que no le quede
gustando el sillón”.
Apenas cumplidos los 26 años, en
esos momentos lo único que me provocaba sudores, propios del nerviosismo, era que sonara el teléfono
rojo que comunicaba directamente
con el presidente Allende; de modo
y manera que me las apañé para terminar la reunión cuanto antes.
Debo admitir, pues, que en el
desempeño de mis competencias,
en una institución tan influyente y
que dependía del presidente de la
República, nunca recibí coacciones
o presiones insoportables mientras
allí trabajé; me limitaba a cumplir
mis funciones de la mejor manera
que sabía y podía, ateniéndome a
las instrucciones de mis superiores
administrativos.
Mi relación con la Universidad Técnica del Estado de Valdivia acabó
de manera totalmente diferente. Se
inició y desarrolló con total normalidad, e ilusión, hasta los últimos
meses que, debido a estúpidas
zancadillas, me impidieron continuar, y no me quedó otra opción que
presentar mi dimisión. Cada viernes, al mediodía, metía unos bocadillos y unas coca-colas en el coche
utilitario, y me hacía casi tres
horas de carretera (ni autovía ni autopista en esos tiempos) para llegar
justo al hotel, o a casa de amistades, con tiempo para dejar mis cosas
y marcharme de inmediato a la universidad. Al ser el único profesor que
impartía la cátedra de Organización
y Técnica del Turismo, terminé
haciéndome cargo de los tres cursos: de 15:30 a 21:30 horas. No era
suficiente. Muchos sábados, y
hasta domingos, los destinaba a realizar los controles y, naturalmente
llevar a los alumnos a prácticas en
terreno, o lo que es lo mismo, visitas a hoteles, playas y hasta al propio Casino de Puerto Varas. Lograba
hospedaje gratis para los chavales
dadas mis buenas relaciones con mis
colegas de otras regiones de la ODEPLAN. Sólo cobraba de la UTE mis
emolumentos correspondientes a
las clases; ni dietas ni complementos
compensatorios. Lógicamente, en
la universidad eran conscientes
desde comienzos del año lectivo que
el día que podía impartir las clases
era el viernes por la tarde, tal que
siempre se me respetó ése y franja
horaria de tarde/noche (¡qué menos!).
En los últimos meses de 1973, antes
de venirme definitivamente a
España, algunos viajes a Valdivia los
realizaba en los trenes que ya iban
con custodia militar por temor a atentados. En una ocasión, y creo que
como consecuencia de que no
quise ir en listas políticas adictas al
gobierno en la elecciones universitarias, al llegar a las aulas, con las
horas echadas en carretera o tren,
me informaban de que lamentablemente mis clases habían sido trasladadas al martes, o el miércoles.
El viernes siguiente, e intuyendo la
repetición de la jugada, llevaba preparada mi dimisión. Aquella situación era inadmisible; alumnos con
los cuales nos juntamos en una emotiva e improvisada despedida, me
confirmaron los temores de una actitud, no sólo sectaria sino que a todas
luces injusta.
Aquellos tres años, cuyo desenlace fue dramático, significaron una
situación familiar y profesional
también de muchísima tensión y crispación. He procurado huir de tópicos y demagogias, sólo intentar abreviar lo mejor posible dos experiencias
vividas en el Chile de entonces que,
a la luz de lo expuesto, ofrecen valoraciones totalmente opuestas.
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EL DÍA, jueves, 10 de octubre de 2013
CLAVES DEL CAMINO
Oliver Fox, viajero del astral
El desdoblamiento o viaje astral pasa por ser una de las experiencias potencialmente paranormales más singulares de cuantas se comunican en
el campo de lo inexplicable. Desde tiempo inmemorial existen testimonios sobre la existencia de un doble sutil del cuerpo físico, capaz de abandonarlo y mantener la conciencia de las cosas que percibe y experimenta. La mayoría de las veces esas proyecciones astrales son involuntarias y
únicas, pero hay excepciones, como la del viajero astral Oliver Fox.
Texto: José Gregorio González.
E
n las últimas décadas se han
desarrollado estudios muy
serios encaminados a clarificar el enigma de las experiencias extracorpóreas, vivencias en las que su protagonista asegura haber salido de su cuerpo físico y
guardar conciencia de lo que experimenta
fuera del mismo. La mayoría de los casos
se producen de forma involuntaria e inesperada, como parte de algún accidente,
intervención quirúrgica o situación especialmente estresante. Sin embargo hay
individuosquesoncapacesdecontrolarlas
y provocarlas. Las opiniones sobre su
naturaleza están divididas ente quienes sostienen que se trata de algo subjetivo y explicable desde la neurobiología y la psicología, y quienes defienden estas vivencias como algo objetivo
y real, que apunta a la no localidad de
la conciencia e incluso a la supervivencia
tras la muerte.
La casuística es muy rica, variada e
interesante, y en ella se encuentran los
episodiosdeunconsumadorviajeroastral,
Oliver Fox, pseudónimo según parece
de George Hugh Callaway. Nuestro protagonista es considerado el primer
autor que con cierto grado de rigor estudió el fenómeno de la proyección astral a través de sus propios desdoblamientos. Su formación como ingeniero e interés por la ciencia, así como su
vinculación con la teosofía –la escuela
o movimiento esotérico fundada por H.
P. Blavatsky que tanta influencia tuvo
en el ocultismo a caballo entre los siglos
XIX y XX– se presentan en sus escritos
hábilmente equilibrados a la hora de describir y explicar la naturaleza de unas
vivencias que en su caso arrancan desde
la infancia. Sinceramente, la lectura de
su libro “El viaje astral” es de lo más recomendable.
Las habilidades de Oliver Fox parecen haber dado comienzo en la infancia. Nacido en 1885 al noreste de Londres, durante su niñez las enfermedades le mantenían especialmente a raya
con largos periodos encamado con fiebre y debilidad generalizada, acumulando entonces y durante su juventud
sueños repetitivos de cierta extrañeza.
Durante años, estas experiencias alimentaron su curiosidad, de manera que
es comprensible que su conciencia e interés por lo que ocurría en sus sueños le
llevasen, súbitamente, a ser consciente de que se encontraba en un sueño
y tomar el mando de los mismos hacia
los 17 años de edad. La clave, según descubrió y recomendó a cuantos le pre-
Oliver Fox,
secuencia de un
viaje astral y
portada de su obra.
guntaban sobre el tema, era estar alerta ante alguna incoherencia o anacronismoquesepudiesedarduranteelsueño
que delatase que, precisamente, no se
estaba despierto. Fox llamó a este tipo
de vivencia “sueño del conocimiento”,
pero podríamos usar sin equivocarnos
la etiqueta más conocida de “sueños lúcidos”.
“Soñé que me encontraba de pie en
la acera, delante de mi casa –escribe Fox.
El sol salía de la muralla romana, y las
aguas de la bahía de Bletchingden brillaban bajo la luz matinal. Yo podía ver
los altos árboles que hay en la esquina
de la calle y la parte superior de la vieja
torre gris que se alza más allá de los Forty
Steps. En la magia de la luz matinal, la
escena era enormemente hermosa,
incluso entonces. La acera no era del
tipo normal, sino que consistía de pequeñas piedras de un gris azulado, cuyos
lados más largos formaban un ángulo
recto con el bordillo blanco. Me disponía
a entrar en la casa cuando, al mirar casualmente estas piedras, me llamó fuertemente la atención un extraño fenómeno
pasajero, tan extraordinario que no podía
creer lo que veían mis ojos: habían cambiado su posición durante la noche, ¡y
los lados más largos eran ahora paralelos al bordillo! Entonces la solución
vino a mi mente: aunque esta gloriosa
mañana de verano parecía de lo más real,
¡estaba soñando!”.
Nuestro protagonista se percató de
que la orientación en la que estaban colocadas las baldosas de la calle había rotado
sorprendentemente 90 grados, algo que
en ese momento entendió como imposible de un día para otro salvo que estuviera soñando. En el preciso instante
en el que tomó conciencia del detalle
de las piedras, ocurrió algo revelador
y determinante para sus futuras incursiones en los viajes astrales. “Instantáneamente, la sensación de realidad
se hizo cien veces más vívida. Jamás habían resplandecido el mar, el cielo y los
árboles con tan magnífica belleza;
hasta las casas más modestas parecían
rodeadas de una mística hermosura. Jamás me había sentido mejor, más lúcido o más divinamente poderoso. Era
una sensación exquisita, superior a cuanto
puedan expresar las palabras; pero sólo
duró unos instantes y me desperté. Según
llegué a saber más tarde, mi control mental había sido vencido por mis emociones,
de modo que el cuerpo cansado hizo
valer sus derechos y me obligó a regresar”.
Durante estos sueños tenía una conciencia dual, es decir, era consciente del
sueño interactuando en el mismo, pero también sabía que estaba dormido
en la cama y sentía el tipo de estímulos relacionado con esa situación. Se superponían las dos realidades. Ante esta situación, en un momento dado decidió avanzar y probar lo que podía suceder si lograba centrarse y vivir exclusivamente la realidad onírica. De esta
forma, en uno de sus sueños decidió dar
el paso, y tras sentir el característico dolor
de cabeza a nivel pineal que le avisaba
del límite que no debía cruzar, logró imponer su voluntad a costa del dolor hasta
que éste desapareció tras sentir una suerte
de “click” en su cabeza.
Tal como lo cuenta Fox, parece que
algo se desconectó, permitiendo que viviese con mayor libertad y amplitud el
sueño en el que estaba inmenso. Ya no
percibía su cuerpo y mundo físico, solo
el onírico-astral. Después, y lleno de temor
ante el hecho de no poder despertar, terminó por regresar, volviendo a tener la
misma sensación de encaje en su cabeza y experimentando la transitoria parálisis física o catalepsia que tan frecuentemente es relatada por los viajeros astrales. Aunque el “sueño de conocimiento”
fue el método con el que se inició y realizó abundantes viajes, en 1908 descubrió
inesperadamente que podía viajar en
astral sin estar dormido. Recostado sobre
el sofá con los ojos cerrados se dio cuenta
dequeestabaviendoeltapizadodelsillón.
En este estado que llamaba “de trance”
tan solo tenía que desearlo y la salida
en astral era inmediata, aunque lograr
ese estado de relajación no era fácil y
perderlo cuando se estaba en astral resultaba muy sencillo, interrumpiéndose
con ello sus aventuras. Tal y como relata
en su libro, su afán por investigar le llevó
a probar la proyección de su doble
haciendo uso de anestesia, concretamente a través de la inhalación de un
algodón impregnado con una cuchara
de cloroformo. De pronto “me pareció
que era lanzado hasta las estrellas, y que
un resplandeciente hilo plateado conectaba a mi ser celestial con mi cuerpo físico.
La conciencia dual era muy pronunciada.
Cuando hablaba, me parecía que mis
palabras viajaban por el hilo y eran pronunciadas por mi ser físico; pero el proceso era simultáneo, y no podía sentir
que me encontraba entre las estrellas
y el sofá, todo al mismo tiempo”.
Sus diarios recogen casos en los que
fue visto bajo su forma astral o pudo
ver a otras personas que se proyectaban, algunos de los cuales se veían acompañados de datos verificadores. Llegó
incluso a desarrollar una técnica para
provocar los viajes a la que denominó
“puerta pineal”. Su interesante e ilustrativa historia merece ser recordada.
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jueves, 10 de octubre de 2013, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 898
Convivir en el amor
El amor, entendido como el respeto y la tolerancia hacia lo
distinto, debe educarse tempranamente en los niños
Textos: José Oriol
Doctor en Psicología, psicólogo clínico
www.psicologotenerife.org
P
arece que la aceleración económica nos llevaba a gran
velocidad hacia la bancarrota personal, cada día mejor dotados para las finanzas y, a la vez, más limitados para las
relaciones personales y afectivas.
Ahora, tras la crisis, podemos ver
que el confort material se fundamentaba
en compromisos incompatibles con la
salud, que además dificultaban la convivencia, como por ejemplo la obsesión por el rendimiento, la extenuación en pos de la rentabilidad, el sacrificio personal por la expectativa de un
futuro mejor, la especulación como fundamento de las relaciones, y así muchos más. Contribuir a la riqueza ilimitada de las empresas implicaba esfuerzos personales ilimitados.
Nos fuimos habituando a un lenguaje
y un modo de entender la realidad que
se convirtió en un pesada escafandra,
reluciente y lastrante para nuestras
auténticas y fundamentales necesidades
como seres humanos. Por ejemplo, el
amor acabó por estar profundamente
impregnado de los ideales productivos de la sociedad del bienestar
material porque, pese a lo que pudiéramos creer, el amor no es solo un fenómeno afectivo, sino también algo sujeto
a modas, sociedades y lenguaje. Y por
eso se convirtió en un amor a corto
plazo, interesado, especulativo, un amor
centrado en el beneficio.
Debemos recordar que los sentimientos ocurren en el interior de las
personas, pero el modo en que se expresan está determinado por condicionantes culturales. Amar en China se
hace de un modo y en la Polinesia de
otro. En la antigüedad, en la Grecia clásica, de un modo, y en nuestra sociedad postindustrial de otro muy distinto.
En el Nuevo Testamento se decía:
“Amaos los unos a los otros como yo
os he amado”. La visión judeo-cristiana animaba a un amor generalizado
que se expresaba a través de la compasión y la caridad. Era altruista, social
y supeditado a Dios. Mucho más tarde, el amor romántico llegó cargado
de subjetividad, entrega, poesía y belleza
y se apoderó de la noción de enamoramiento. La calidad del amor se medía
por el grado de romanticismo del enamorado, a pesar de que con ello hubiera hipotecado su dignidad.
El amor en la Revolución Industrial
se volvió lealtad y entrega, abnegación
y servicio. La familia y el trabajo eran
lo primero. Se fue haciendo un amor
de entreguerras, de supervivencia, más
un apego ansioso en busca de protección
ante tanta desgracia que un acto de
libertad.
Y más recientemente, algunos psicólogos americanos han venido a
explicar el amor en términos de intercambio y rentabilidad, señalando
que las personas amamos en función
de la obtención de una serie de beneficios afectivos y sociales, haciendo
coincidir la dinámicas internas del individuo que ama con las leyes del
mercado: la oferta y la demanda.
En definitiva, han existido muchas
maneras de vivir el amor, sin embargo
hoy la sociedad contemporánea no encuentra apoyo en ninguna. En el
amor romántico, porque el mundo ha
cambiado mucho desde finales del siglo
XVIII y nadie desea ya morir de
amor. Tampoco el amor religioso, de
entrega permanente, parece adecuado para establecer relaciones saludables
de pareja. Y mucho menos lo es convertir el amor en un negocio, un área
de intercambio y especulación.
Probablemente no exista un modo
correcto de amar y todos, en alguna
medida, sean adecuados, pero sí parece
legítimo hablar de calidades de amor
y poner algunas bajo sospecha. De ahí
la tesis que vengo a defender, al margen de que cada cual debe amar y vivir
su amor en el modo que libremente
elija.
Propongo dos cosas: primero, que
amar es la disposición a permanecer
junto a una persona y a proteger su
bienestar y su independencia, porque
ser la persona que es es la razón por
la que se desea permanecer a su lado.
Y por tanto, no cabe intentar transformarla en el transcurso de la relación, ni hacer de sus defectos motivo
de conflicto ya que toda ella estaba presente en el momento de su elección,
cuando se le consideró digna de
amar. Y en segundo lugar, que amar,
definido como la relación entre dos
personas que hacen de sus diferencias
de personalidad y modo de entender
la realidad el centro y la razón del disfrute mutuo, es una competencia que
debe ser educada tempranamente en
los niños, en forma de respeto, tolerancia e interés por lo distinto. El amor
y sus condiciones no puede continuar
siendo, por más tiempo, una asignatura que solo se aprende en el cine o
en telenovelas.
La intolerancia y el deseo de control y dominación dan lugar a una convivencia basada en una lucha permanente por hacer prevalecer los criterios de uno sobre los del otro, y eso,
junto con la noción de apropiación de
la persona amada (“ella es mi mujer”),
son los fundamentos de la violencia
de género.
Las relaciones afectivas basadas en
criterios de control y de poder degeneran en asociaciones tremendamente lesivas para los protagonistas y para
sus hijos y, por lo tanto, no pueden ser
consideradas como “convivencias” sino
como “cohabitaciones”, donde la
violencia física y verbal sustituye a las
expresiones del amor, anteriormente
declarado. En ellas no hay un auténtico deseo de disfrutar de la singularidad de la persona amada ni de ayudarla a crecer y expresarse en su integridad, sino una profunda insatisfacción,
producida por la discrepancia percibida entre cómo es y cómo se cree que
debería ser.
Por esta razón, y para evitar que ocurra, la convivencia debería realizarse
a través de la consideración incuestionable hacia las singularidades de
la persona amada, dejando todo lo
demás subordinado a la conservación
del bienestar emocional recíproco, y
por tanto, priorizando la cooperación
en la resolución de las discrepancias.
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