Sr. Jorge Arturo Chaves, Director del CEDI (Centro Dominico de Investigación).

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ECONOMÍA, ECOLOGÍA Y LA CARTA “LAUDATO SI”
Presentación en Mesas Redondas CEDI – UNA 24 de julio 2015.
CEDI – Bloque de Fuerzas Vivas de Piedades Sur, San Ramón 29 de julio 2015.
Jorge Arturo Chaves
Voy a dividir mi presentación en dos partes: Primera parte: algunos de los ataques a la carta de Francisco, que me llevan a presentar los puntos principales de la Carta que han despertado esas reacciones negativas. Lo presento de forma esquemática, solo para motivar la lectura directa de la Carta. Segunda parte, muy corta: Con un breve comentario final de mi parte sobre tres dificultades principales que impide acercar a economistas y políticos críticos de la Carta, a entender el planteamiento de Francisco. Primera parte: Algunos ataques locales más conocidos a la Carta de Francisco Desde su publicación, la Carta “Laudato si” del Papa Francisco ha recibido a nivel local, al menos en lo que he conocido, dos tipos de ataques abiertos y una oposición velada. La primer crítica abierta, de tono irónico, con ese tipo de humor cáustico, en todo caso, descalificador, que utiliza el ex presidente del BCCR, don Jorge Guardia. Nos dice lo siguiente: “Declino aceptar la encíclica del papa Francisco por contener errores conceptuales, censuras infundadas, transgresiones a las relaciones de causalidad económica y una impía descalificación del modelo de libre empresa e iniciativa particular. Su lenguaje en contra del mercado es sesgado y despectivo, afín a la teología de la liberación”. En la misma línea, aunque sin bromas, el conocido ideólogo Carlos Alberto Montaner afirma: “En general, la visión de Francisco es la de alguien que rechaza el mercado y sospecha de las virtudes de la propiedad privada, o lo subordina todo a un inasible bien común, como sostiene la Doctrina Social de la Iglesia –un curioso cuerpo doctrinario, a veces contradictorio, en el que se trenzan los planteamientos económicos, los dogmas religiosos y los juicios morales–.” La oposición velada es la de don Miguel Ángel Rodríguez quien, aparentemente alaba la Carta como “Ecología del amor”, pero despolitizando su contenido, manifestando su desacuerdo con las afirmaciones de Francisco sobre la economía del mercado y la tecnología como formas de incidencia dañina sobre la naturaleza. O sea, sin reconocerlo, negando la fundamentación de la Carta que liga la crisis ambiental a la crisis del sistema económico. La otra línea de ataque abierto se inclina por otra forma de descalificación, muy conocida entre nosotros, que consiste en pegar etiquetas atemorizantes. Así por ejemplo, en la página que llaman Op – Ed del NYT, el columnista Ross Douthat dice: “Lo que todo el mundo quiere saber, por supuesto, es si el Papa toma posición en nuestros debate más polarizador. Y claramente lo hace. Después de este documento no hay duda dónde esta parado Francisco en la gran discusión de nuestro tiempo. Y no me refiero a la discusión entre liberalismo y conservadurismo, sino entre dinamistas y catastrofistas”. Coloca a continuación a Francisco entre estos últimos quienes, dice Douthat, creen que solo una verdadera revolución puede salvarnos. 1 Los periodistas mencionados no están solos en el ataque. Con matices, comparten sus críticas los precandidatos republicanos estadounidenses Rick Santorum, Jeb Bush y Bobby Jindal. Y un número de congresistas también republicanos, que incluye también católicos como algunos de los precandidatos. Uno de ellos, en particular, pone énfasis en que el Papa no debe meterse en el campo de la ciencia. Ante estos ataques nos preguntamos. ¿que ha hecho Francisco con su Carta para atraer reacciones tan virulentas? Francisco, en la Carta, ya anticipaba que sobre estos temas no todos están de acuerdo. Reconoce que hay “Diversidad de opiniones” y, en particular, “En un extremo, dice, algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo”. Las principales proposiciones de la Carta que, desde mi punto de vista, han generado más controversia, son las siguientes: A nivel de diagnóstico: 1ª la afirmación de que el calentamiento del sistema climático es Consenso científico muy consistente y preocupante que en su mayor parte se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero emitidos sobre todo a causa de la actividad humana y que tiene graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, incluyendo su efecto sobre las migraciones, 2ª la afirmación de que el acceso al agua potable y segura lo reafirma el Papa es un derecho humano básico, fundamental y universal, que es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos, versus la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía. 3ª La proposición de que la responsabilidad por la pérdida de biodiversidad recae sobre formas inmediatistas, depredadoras, de entender la economía y la actividad comercial y productiva, 4ª La conexión del caos urbano con las actividades de producción industrial y privatización de los espacios públicos. 5ª inequidad planetaria ligada con la actividad contaminante de empresas que hacen en los países menos desarrollados lo que no pueden hacer en los países que les aportan capital; inequidad planetaria ligada también a la estrategia de compraventa de « bonos de carbono » puede dar lugar a una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases contaminantes. puede convertirse en un recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo de algunos países y sectores; inequidad planetaria ligada también con el manejo de la deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control por parte de los acreedores, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica, en ventaja de los países pobres. 2 Estos son los puntos principales de su diagnóstico. Ya en esta etapa de su razonamiento pone en evidencia la acción irresponsable de la dinámica económica, impulsada por las empresas, la Banca y las formas actuales de actividad comercial y productiva A nivel de análisis científico y ético 1ª Todos estos grandes problemas que están afectando la vida del planeta tierra, la Carta los integra en lo que puede llamarse el paradigma tecnocrático dominante, que como un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla, cuyo problema fundamental es el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo unidimensional. Y el tipo de método científico y experimentación que lo orienta es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación Y se fundamenta en tres supuestos falsos: • el de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, • el de la existencia de una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, • y la creencia en que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos. 2ª Visto de manera global, dentro de ese paradigma que configura la sociedad actual, el ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente que genera este paradigma tecnocrático dominante ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. 3ª Este paradigma tecnocrático es dominante al punto de que se constituye en un paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad. Dentro del ecosistema, donde todo se relaciona con todo, no es de extrañar que los impactos del paradigma alcancen a todo. 4ª Los efectos de la aplicación de este molde a toda la realidad, humana y social, se constatan en la degradación del ambiente, que es solamente un signo del reduccionismo que afecta a la vida humana y a la sociedad en todas sus dimensiones, un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora 5ª Y tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política de manera que la economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, 6ª En cuanto a la economía específicamente puede constatarse que las finanzas continúan ahogando a la economía real y sometiendo a la política, estableciendo ganadores y perdedores no solo entre los países, sino también dentro de los países 3 pobres. cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos. 7ª En cuanto a la degradación ambiental, puede constatarse que el ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente. 8ª Para Francisco, es una concepción mágica del mercado, la que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos. 9ª Un elemento clave de este paradigma es el antropocentrismo moderno, impregnado de la cultura del relativismo, es decir, relativizar todo lo que no sean los propios intereses; que es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también la lógica interna de quien dice: «Dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables». 10ª Es tremendamente riesgoso que el poder tecnocientífico de este paradigma resida en una pequeña parte de la humanidad. A nivel de la propuesta de Vías de salida de esta crisis planetaria Francisco señala desde dónde NO se puede buscar solución a los actuales problemas del planeta: • no con los actuales modelos de producción y de consumo cuyos efectos podrán ser cada vez peores • no con la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes que necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora en la comunidad internacional • tampoco desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. • no desde la visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, que tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad. • No es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones. Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervención humana. La misma lógica … que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Desde dónde SÍ se puede: • se trata de redefinir el progreso 4 •
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y que las soluciones se propongan desde una perspectiva global, es decir teniendo en cuenta los intereses de todos los afectados y no sólo en defensa de los intereses de algunos países. trazar un camino de desarrollo productivo más creativo y mejor orientado que revierta la actual inversión tecnológica excesiva para el consumo y poca para resolver problemas pendientes de la humanidad; indispensable crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas, antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la justicia generar formas inteligentes y rentables de reutilización, refuncionalización y reciclado; podría mejorar la eficiencia energética de las ciudades. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción Para que siga siendo posible dar empleo es imperioso promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Por ejemplo, hay una gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala Para que haya una libertad económica de la que todos efectivamente se beneficien, a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero. Frente al crecimiento voraz e irresponsable que se produjo durante muchas décadas, hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes. un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza para toda la gama de los llamados «bienes comunes globales», incluye creciente problema de los residuos marinos y la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales continúa planteando un desafío especial no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quiénes deben soportar los costos de la transición energética. los países que se han beneficiado por un alto grado de industrialización, a costa de una enorme emisión de gases invernaderos, tienen mayor responsabilidad en aportar a la solución de los problemas que han causado toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas. «Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales» Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos «cambiar el modelo de desarrollo global» Es preciso interrogarnos por el mundo que queremos dejar, es preguntarse su orientación general, su sentido, sus valores. PREGUNTAS INDISPENSABLES En toda discusión acerca de un emprendimiento, ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De qué manera? 5 •
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¿Para quién? ¿Cuáles son los riesgos? ¿A qué costo? ¿Quién paga los costos y cómo lo hará? No basta con incluir consideraciones ecológicas superficiales mientras no se cuestione la lógica subyacente en la cultura actual. [la cultura ecológica] debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. La ciencia y la tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta el final de un proceso con diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras. más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que «se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos» Pero teniendo en cuenta que se volvió contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser al menos en parte independientes de la técnica, de sus costos y de su poder globalizador y masificador dado que hoy el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica. ¿Será posible realizar esta transformación? Una mirada de esperanza. Sí, pero: Ante todo, la humanidad necesita cambiar, lo que supone un gran desafío cultural, espiritual y educativo que implicará largos procesos de regeneración. [para crear] la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo Apostar por otro estilo de vida. Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Pero esta creación de un nuevo estilo de vida tiene que traducirse en nuevos hábitos. En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos En cambio, estos cambios sí ocurren cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la 6 responsabilidad social de los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico». De hecho ya se está produciendo también, en algunas ocasiones, la liberación del paradigma tecnocrático reinante cuando comunidades de pequeños productores optan por sistemas de producción menos contaminantes, cuando la técnica se orienta prioritariamente a resolver los problemas concretos de los demás, cuando la intención creadora de lo bello y su contemplación logran superar el poder objetivante. Hay nuevos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente [acciones puntuales, concretas]. Pero es posible volver a ampliar la mirada y la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral. Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia el otro. Para considerar todos los aspectos éticos implicados en la construcción de un nuevo estilo de vida hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la información, que se selecciona de acuerdo con los propios intereses, sean políticos, económicos o ideológicos La auténtica humanidad, que invita a una nueva síntesis, parece habitar ya en medio de la civilización tecnológica, casi imperceptiblemente, como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada. ¿Será una promesa permanente, a pesar de todo, brotando como una empecinada resistencia de lo auténtico? Se requiere una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos: Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los «mitos» de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. La existencia de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un control efectivo. Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es necesario que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal. Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis, …. A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia. No debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Finalmente, a los cristianos propone algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, 7 No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime. 2ª parte: Un breve comentario final: ¿será posible que los críticos mencionados se acerquen a entender la Carta de Francisco? Creo que no. ¿Por qué? Recordamos que la economía no es una ciencia exacta, en el sentido que se habla de la física o la química. La economía tiene un nivel técnico muy desarrollado, pero que su utilidad depende de otro nivel, aquel en que los economistas definen el para qué y el para quiénes toman todas sus decisiones técnicas. Y en este segundo nivel, los economistas están muy influenciados por su visión del mundo y por sus intereses personales y gremiales, políticos y financieros, que condicionan su manera de entender lo que es la actividad económica, lo que es el bienestar, lo que son las relaciones humanas, lo que es el ser humano, etc. De ahí que yo vea que hay, al menos, tres dificultades principales para que economistas y políticos que han criticado la Carta en nuestro país, puedan acercase a entender el planteamiento de Francisco. Estas dificultades principales que voy a mencionar brevemente son: 1ª dificultad: La manera como conciben y practican los economistas convencionales la relación entre economía y naturaleza (medio ambiente). 2ª dificultad: la forma como la economía convencional en su discurso científico ha manejado la categoría conceptual de “tierra”. 3ª dificultad: la carencia de una visión y práctica interdisciplinaria en la formación económica habitual en nuestras Escuelas 1ª dificultad y centro del problema: La manera como conciben y practican los economistas convencionales la relación entre economía y naturaleza (medio ambiente). La corriente principal de la ciencia económica ha girado en torno a la concepción de la economía como un sistema cerrado, como un sistema autónomo en sí, un circuito cerrado o corriente circular pero entre productores de mercancías y consumidores. Un sistema que no está abierto ni determinado por las leyes del ecosistema, que es mayor y más amplio. Esta situación solo experimenta un giro con el desarrollo de la Economía Ecológica. Sin embargo, en la línea neoclásica, en vez de incorporar los nuevos aportes, elaboran, más bien una “economía ambiental” para incorporar la naturaleza a al mecanismo de precios, sin superar su concepción de la economía como sistema cerrado, en vez de reconocerla como subsistema del ecosistema abierto. Se ve la economía coordinada por los mercados, donde se forman los precios que son los que guían las decisiones. La concepción predominante de “eficiencia”, dentro de la perspectiva de Pareto, no conlleva una distribución equitativa, ni tampoco una escala óptima de la economía en relación al ecosistema. De ahí que, en principio, no se analicen discrepancias entre tiempo económico y tiempo biogeoquímico, ni se contabilicen los flujos de energía y ciclos de materiales de economía humana, ni se valore mayormente la naturaleza y se tienda a su mercantilización. De ahí se sigue también que la biosfera no se considere como un 8 límite a las demandas del mercado. O bien dan por supuesto que la economía tiene la misma extensión que el sistema global y por tanto no tiene que plantearse la cuestión de la escala en relación con algo mayor; o si llegan a considerar que la economía es un subsistema lo ven infinitesimalmente pequeño en relación al sistema global, y por tanto el tema de la escala lo ven irrelevante. 2ª dificultad: la “tierra” como categoría conceptual en el desarrollo de la disciplina económica. En las sociedades agrarias se entendía que tierra y trabajo eran dos factores de producción, aunque posteriormente economistas tales como William Petty, veía la tierra —como sinónimo de naturaleza y de los recursos naturales— de manera pasiva, que no genera valor de suyo, que lo recibe del trabajo humano. (Se le comparaba con la supuesta pasividad de la mujer respecto al hombre, en la lectura limitada y machista de la época). Un paso más y se vio a la naturaleza como algo “sin desarrollar”, “materia prima”, “vacía” —de asentamientos europeos, de la invasión de los modernistas, (cfr. H. Daly). Incapaces de descubrir que está llena de capacidad de sostenimiento de la vida planetaria. Posteriormente, en la época actual, se dejó de ver como factor de producción autónomo, y se subsumió en el capital, como una especie de “mezcla de espacio y capital gastable”, del que solo interesaba la renta. Los economistas convencionales no han llegado a entender la naturaleza en términos de energía y biosfera, por lo que no pueden entender en sentido profundo ni la idea de agotamiento de recursos, como agotamiento de energía útil, ni el sinsentido de una visión antropocéntrica. 3ª dificultad: se comprende que con esta visión de la economía como sistema cerrado, la formación económica habitual en nuestras Escuelas ha carecido de una visión y práctica interdisciplinaria. Creen no necesitarla, pero con esa falta de perspectiva no pueden incorporar en su análisis las interrelaciones del subsistema económico en el ecosistema y en todas las dimensiones de éste. Termino haciéndome eco de la invitación de Francisco a constituir espacios interdisciplinarios de discusión seria y responsable, en torno a este tema vital del “cuidado de la casa común”. Esta carta y las controversias que ha suscitado son una buena ocasión para ello.Ω 9 
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