VICTIMOLOGÍA LIBROS DEL A U T O R Prisión Abierta, una nueva experiencia pcnológica, tesis doctoral recomendada al Premio "Facultad", Buenos Aires, 1962 2" ed. reestructurada y ampliada, 1984. /,</ prevención de la delincuencia en Israel, Buenos Aires, 1964. h'! problema sexual en las cárceles. Bueno". Aires, 1965, 2" ed., 1982. /,<( sociedad carcelaiia, en coautoría con Víctor |. Iiurzun, Buenos Aires, 1968. Esta obra fue seleccionada por la Sociedad Internacional de Criminología para optar al premio Denise CaroU, año 1970, 2^ ed. en prensa. Problemas actuales de ¡a criminología argentina, en coautoría, Buenos Aires, 1970. I''('olución de la pena privativa de libertad tj regímenes carcelarios, Buenos Aires, 1971. t.ds penas de un penalista, Buenos Aires, 1976. /,.) sociedad de la droga, Buenos Aires, 1979. Pioga y criminología, México, 1984. Hialogos con drogadictos, Buenos Aires, 1984. Ciiminología y dignidad humana, en coautorla con Antonio Beristain y Serqio García Ramírez (en preparación). /)i7 amor, del hijo, de la sangre, Buenos Aires, 1972 (poemas). /./ maga y otros ensueños, México, 1983 (poemas). linigma para jueces, Buenos Aires, 1977 (15 cuentos argentinos). ELÍAS NEUMAN VICTIMOLOGÍA EL ROL DE LA VÍCTIMA EN LOS DELITOS CONVENCIONALES Y NO CONVENCIONALES EDITORIAL UNIVERSIDAD BUENOS AIRES 1984 ISBN 950-9072-75-3 (O) Copyright by EDITORIAL UNIVERSIDAD Talcahuano 287 - Buenos Aires S.R.L. lli(lii> el depósito de la ley 11.723. Derechos reservados. IMPRESO EN LA ARGENTINA A mis amigos Antonio Beristain Marino Barbero Santos Sergio García ílamírez Antonio Sánchez Galindo Luis Rodríguez Manzanera e Hilda Marchiori compañeros en la lacha por la humanización de la pena. Como las vibraciones de un necio ruido, ni W a g n e r ni Ro=sini me dicen ^adn. Pero si por rcaso, gime un gemido. . . ¡me traspasa las carnes COFIO una espada! (ALMAFUERTE, Conpteor Oco). El ser humano aprende en !a medida en que participa en el descubrimiento y la invención. Debe tener libertad para opinar, para equivocarse, para rectificarse, para ensa^'ar métodos, para explorar. De otra manera, a lo más, haremos eruditos, y en el peor de los casos ratas de biblioteca y locos repetidores de libros santificados. (ERNESTO SÁBATO, Apologías y rechazos). ÍNDICE CAPÍTULO I LA V Í C T I M O L O G Í A E N LA C I E N C I A P E N A L 1. 2. 3. 4. 5. Sociedad y delito El delincuente La victimología como propuesta ¿Qué es ser víctima? Evolución del concepto Las ideas precursoras. Von Heting. Mendelshon y ia "vicíimidad" 6. Su importancia e interés actual 7. Cuestión terminológica 8. La "pareja penal" 9. ¿Es la victimología una ciencia autónoma? 10. El inexplicable olvido de la víctima 10. bis La "cifra negra" de la criminalidad en la delincuen^ cía convencional 11 . Los regímenes socio-políücos, los delitos no convencionales y la "pareja penal" CAPÍTULO 17 19 21 24 27 32 35 36 38 42 46 49 II • T I P O L O G Í A DE LAS V Í C T I M A S 12. La clasificación de las víctimas de Mendelshon a) La víctima enteramente inocente o víctima ideal . . . b) La víctima de culpabilidad menor o por ignorancia c) La víctima es tan culpable como el infractor (víctima voluntaria) d) La víctima más culpable que el infractor 1) La víctima provocadora 2) La víctima por imprudencia 57 57 58 58 59 59 60 ÍNDICE e) La víctima más culpable o únicamente culpable . . . . 60 1) La víctima-infractor 60 2) La víctima-simulante 60 3) La víctima-imaginaria 60 Tipologías victímales 62 Otras clasificaciones 64 A) Víctima provocadora 64 1) El tipo pasivo 64 2) El tipo activo 64 I) La víctima consciente 65 II) La víctima no consciente 65 B) Víctima participante 66 1) El tipo pasivo 66 2) El tipo activo 66 Mi clasificación. Víctimas individuales, familiares, colee- —•tivas y sociales 68 La "víctima nata". Cristo como víctima 71 Víctimas a pesar de sí mismas. Los sumergidos sociales 75 CAPÍTULO III V I C T I M O L O G I A Y LEY PENAL El art. 41, inc. 2?, del Código Penal Peligrosidad social y legal de la víctima La personalidad objetiva Legítima defensa Consentimiento y eutanasia Esquema del consentimiento de la víctima en el Código Penal y sus implicancias CAPÍTULO 77 81 83 87 89 94 IV LA V I C T I M A E N EL DELITO DE SANGRE 24. El, homicidio. Caín y Abel: La primera "pareja penal" de la historia 25. La víctima pasional 26. Otros crímenes con elección de la víctima 27. Un caso de corresponsabilidad victimal 99 101 104 108 ÍNDICE 13 El magnicidio El tiranicidio u homicidio "justiciero" El atormentador atormentado El homicidio de sí mismo Un caso de doble suicidio frustrado La víctima del tránsito vehicular El suicidio y la agresión colectiva La víctima en (y de) la multitud La víctima individual provocadora de la multitud CAPÍTULO 112 116 118 121 123 125 128 129 131 V LA V Í C T I M A E N D E L I T O S DE LESA H U M A N I D A D El genocidio ,. Víctimas del genocidio La causa armenia Los "jóvenes turcos" El 24 de abril de 1915 La heroica e infructuosa resistencia El holocausto judío La víctima desesperada. El ghetto de Varsovia La víctima oprimida El etnocidio en el continente americano y la "civilización dominante" La acción de ciertos antropólogos y religiosos La acción de los "colonos" y los organismos gubernamentales. Las matanzas en Brasil La experiencia en México CAPÍTULO 137 140 142 144 147 151 152 157 159 160 163 166 170 VI SEXO Y VÍCTIMA Delito sexual y víctima consintiente El rapto consensual El adulterio Menores víctimas de delitos sexuales El incesto 173 177 179 181 185 14 ÍNDICE 55. Victimización de los menores durante el proceso judicial 56. La experiencia israelí 57. El homosexual como víctima social y penal CAPÍTULO 189 190 193 VII LA V Í C T I M A D E LA E S T A F A La victimización mediante estafa A^proximación al victimario y su víctima La víctima-delincuente. Timos "Pequeros" "Filo-misho" Falsos inspectores "Paqueros" "Tocomocíieros" Pautas de conducta frente al secuestro de personas y de aeronaves Delitos tecnotrónicos Cómo se generan las condiciones delictivas Caracterización de la víctima CAPÍTULO 199 203 208 209 211 212 213 214 216 22l 224 228 VIII LA SANCIÓN P E N A L A LA V Í C T I M A 70. La sanción penal a la víctima. Conductas bilaterales . . . 71. Un caso de la justicia militar. Hecho único y conductas alternativas Víctima "totalmente responsable" Víctima responsable del accidente de tránsito El estafador estafado ¿Qué tipo de pena aplicar a la víctima? Criterios sancionaíorios. La disminución de la pena. Casos 231 236 238 243 244 247 249 ÍNDICE CAPÍTULO 15 IX LA C O M P E N S A C I Ó N A LA V Í C T I M A El resarcimiento de la víctima en la antigüedad. Venganza privada La ley del talión La composición o compensación. Facultades del ofendido El derecho al resarcimiento económico El resarcimiento del daño por el Estado El trabajo carcelario y la reparación del daño Algunas críticas Protección privada. Seguros La experiencia mexicana Ley sobre auxilio a las víctimas del delito CAPÍTULO 253 257 259 261 264 269 272 275 277 278 X A M P L I T U D DEL C A M P O V I C T I M O L Ó G I C O Las víctimas del sistema penal Amplificación del ámbito victimológico Selección de víctimas sociales Casos de victimización mediante la ley penal. Drogadictos Los menores materia] y moralmente desamparados . . . . Victimización del procesado. Las torturas y apremios ilegales Victimización del condenado en prisión El liberado como víctima 283 285 290 292 295 298 302 306 ANEXO Primer Simposio de Victimología (Israel) Segundo Simposio de Victimología ( U S A ) Tercer Simposio de Victimología (República Federal de Alemania) Programa Científico del Cuarto Simposio sobre Victimología efectuado en Tokyo y Kioto (Japón, 1982) 309 312 314 BIBLIOGRAFÍA 319 313 CAPÍTULO I LA V I C T Í M O L O G Í A E N LA CIENCIA P E N A L 1 . Sociedad y delito. Desde el trasfondo de la historia, abandonado el paraíso terrenal, aparece el crimen. Caín derrama por vez primera sangre, la de su hermano, en el planeta. Desde entonces el crimen no ha cesado. En párrafos del Viejo Testamento, mitologías y leyendas, interpretaciones exegéticas, códigos, leyes, hallamos abrumadora reseña y también severísima represión del delito. Si ei mundo hubiese mejorado, el decálogo de Moisés tendría nueve u ocho mandamientos. Contrariamente, se calcula que se han puesto en vigencia hasta la fecha, doscientos millones de leyes para adjetivarlo y así reglar la conducía de los hombres. Los resultados están a la vista. El hombre no se intimida ni disuade y los rebrotes delictivos son cada vez de mayor violencia. De la rugosa mano de una herencia psicológica inconsciente liega el delito a nuestros días, a nuestras actitudes y actividades habituales, a nuestro pensamiento, a los actos fallidos que emitimos y que lo proclaman. Claro está que una cosa es el delito y otra —muy otra— llegar o ser delincuente en el sentido técnico y legal. Así como parecieran existir seres programados y delitos convencionales que llegan invariablemente a conocimiento de la jusíicia, muchos otros quedan en el oscuro terreno de lo 2 - Victimologia. 18 V I C T I M O LOGIA innominado, en una cifra negra que parecerá dorada a sus autores... En gran parte de religiones politeístas, en ritos indígenas de sociedades primitivas y aun de otras más avanzadas, como también en religiones monoteístas, existe una búsqueda inconsciente de regreso al Paraíso, a la sensación arcaica de natural placidez. Ello reside en el fondo del inconsciente del hombre. Huir de las tentaciones. No delinquir. Pero, en vano. En el terreno político, habrá siempre conductores y líderes que lograrán éxitos, temporales éxitos, con sólo afirmar —aunque deriven en sistemas teocráticos y dictatoriales-r- que hay algo puro en que creer, algo que desarraigue el dehto y funde una nueva (y ya vieja) moral. Apelan a la glorificación de la patria, la nación, la raza, para establecer esa nueva moral, aunque en su nombre cometan crueles y nefastos crímenes y arrasen dignidad' y tradición desde el poder público. El delito nos persigue y continúa como una sombra. Estaríamos forzados a creer la aseveración de Durkheim de que es un fenómeno "normal". Hay momentos en que toda la sociedad delinque individual y colectivamente. El crimen llega "desde arriba" por el abuso de poder. El pueblo está infundido por el temor a la represión opresora que a todos alcanza. El oprimido se ve compelido al silencio cómplice, a la convalidación y encubrimiento de ciertos actos. Es posible que de victimizado pase a su vez a victimario, sea por cuidar su vida, patrimonio, salvar la moral o su apariencia. El crimen está imbricado en el devenir de la historia de la humanidad. Y ese concepto de Durkheim debe apoyarse en una formulación epistemológica y causal que le sirva a la vez de consecuencia y origen: porque el crimen tiene condicionantes y se mimetiza con esas estruc- L A VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 19 turas sociales y políticas y los hechos que ellas producen. Es un producto típico de esa sociedad y es probable, como afirma Pinatel, que el error de Durkheim consistiera en confundir "normalidad" con continuidad, esa constancia estadística. Darle consenso de normalidad al crimen, por otra parte, podría resultar sensiblemente peligroso por motivos que no es posible explicitar en este trabajo. Sería como plantear la antinomia entre comprender y justificar que nos quitaría la posibilidad, y feliz sensación, de proyectar nuestro oprobio de "seres decentes" a aquellos que han delinquido. Investigar los procesos dinámicos del delito nos lleva a la comprensión de que se trata de un fenómeno psicológico, social y político que abarca a todas y cada una de las clases sociales. Aunque quienes están en prisión pertenezcan a una muy tangible: la de "abajo". 2. El delincuente. La llamada Escuela Clásica se ocupó medianamente del delincuente pero no se concentró en él. Es claro que, tras el hecho criminoso se perfila el actor y, tras éste, su capacidad de obrar. En todo acto jurídico hay seres humanos que realizan o dejan de hacer. Obviamente una cosa es el delincuente desde el plano óntico y técnico-jurídico como sujeto activo del delito, y otra, su composición humana que piensa, siente y es pasible de motivaciones racionales e irracionales, afecciones y defecciones y el todo inmerso en sus creencias, y su marco social y cultural que casi siempre lo determina. La ciencia y la técnica, y lo jurídico no escapa a ello, ve menos al hombre que a su acto disvalioso y así hasta hoy. 20 VlCTIMOLOGÍA Mientras se marchaba raudamente hacia el Olimpo penal, apareció Lombroso, que no era jurista sino médico de cárceles y antropólogo, para centrar la elucubración en el principal actor del drama penal: el hombre delincuente, el "protagonista", como diría después Enrico Ferri. La pasión de Lombroso era la de fijar estigmas somáticos que condicionaban al delincuente. A medida que avanzaba en sus investigaciones, pretendía hallazgos que exponía con singular vehemencia cual si fueran determinismos cosmogónicos. Había estudiado al loco y, al hacerlo con los delincuentes, encontró puntos de similitud. No en balde locos y criminales se reclutaban para ser estudiados en los mismos establecimientos penales donde solían yacer conjuntamente. Es con Ferri y con Garófalo que la escuela positiva italiana acrecienta el estudio del delincuente, de las causas del deHto, de los tratamientos más adecuados. El hombre pasó a ser pulpa y epicentro de toda investigación penal. Había nacido la criminología, cuyo estudio después se diluyó, y hoy, al menos en América latina y en buena parte de Europa, es escamoteado al estudiante universitario como disciplina sistemática porque, a través de ella se observan, al margen de las motivaciones y causalismo delictual, las siluetas ideológicas de los sistemas políticos y los factores del control social que las perfilan y definen. Y eso puede resultar "peligroso" por la revisión que implica, al menos en América latina. Lombroso y sus seguidores vendrán a decir en esencia que el delincuente y el ser humano objeto de investigación, forman parte indisoluble del plano penal. En la naturaleza del deUto está la naturaleza del delincuente y la descripción del marco social de pertenencia. LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 21 La Escuela Positiva no se lo propuso directamente pero signó al crimen como una expresión de psicopatía social. Como una enfermedad social con etiología que concernía tanto al hombre en sí como al contexto social. Y esa anormalidad había que combatirla más allá de las propias leyes. El delito, entre tanto, no es un hecho normal que se da consecuentemente en la sociedad. La criminología vendrá a expresar que, tal como se lo advierte, es exactamente lo contrario. Sólo tiene constancia en el tiempo, cual una enfermedad comunitaria que es preciso prevenir y combatir con elementos idóneos y para ello será necesario conocer y sopesar ^-agregaríamos hoy—' la ideología político-social en donde se desarrolla. La victimología agregará a ese estudio el rol de la víctima. 3 . La victimología como propuesta. Los códigos penales se ven influidos por el actuar del hombre. De ahí que pongan límites a su capacidad, a las formas de su obrar y omitir actos; las excusas absolutorias de ese obrar; el laberinto, en fin, entre pena y culpabilidad; imputabilidad y su contrario, etc. Se trata de calibrar y frecuentar las formas que pueden asumir las distintas conductas. Los criminólogos, a su vez, pretenden, no siempre con claridad, establecer las condiciones del estudio interdisciplinario a favor de nuevas técnicas y hallazgos científicos, concernientes al conocimiento del drama penal, sus actores, factores predisponentes de la sociedad post-industrial en sí, sin dejar de lado los datos estadísticos. Entre penalistas y criminólogos se suelen producir (cmpestuosas controversias aunque en ciertos cenáculos están comenzando a convivir. Mientras ello ocurre, para ' 22 VlCTIMOLOGÍÁ enriquecer el ámbito de estudio, aparece la victimología con su proposición sobre la víctima. Intentar observar el nudo gordiano de la maraña delictual desde la óptica y perspectiva de la víctima, siempre en relación con el victimario. La victimología es el estudio científico de las víctimas del delito ^. Si bien este concepto se ve influido actualmente por otro mucho más amplio que alude a toda víctima social —^que hará evolucionar el campo nosológico de esta disciplina—', como introducción del presente estudio vale señalar que la víctima puede constituirse en el factor desencadenante en la etiología del crimen y asumir, en ciertos hechos y circunstancias, un rol de acompañamiento que integra al delito. Es preciso visualizarla dejando de lado el preconcepto de su "inocencia", sostenido a ultranza. El sujeto pasivo; muerto, vencido, humillado, patrimonial, física o moralmente, no es siempre —^ni mucho menos ^ sinónimo de inocencia. Así como nadie está exento de culpa penal o, dicho de otra manera, así como cualquier individuo puede llegar al delito canalizando una tendencia inmanente o ante determinadas condiciones sociales, así también, aunque por diversos motivos, con igual o mayor facilidad, se puede llegar a ser víctima de un crimen. En el mundo actual la violencia se ha enseñoreado de tal modo que existe el riesgo diario y latente de ser víctima. Pero hay, además de factores externos y ajenos, predisposiciones y probabilidades de convertirse en agredido, con lo que aumenta o decrece la victimidad. Las fluctuaciones suelen obedecer a circunstancias que corresponden al sistema social en que ellas ocurren. En los delitos tradicionales se trata de determinar hechos ' Definición del Primer Simposio sobre Victimología celebrado en Jern.salén, Israel, en 1973. Ver Anexo. LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 23 concretos como el porqué de la elección efectuada por el agresor sobre determinada víctima. Habrá que recordar, empero, a manera de ejemplo, que cuando el chita o el tigre amenaza a un ciervo, son varios los que se sienten víctimas y corren apareados como atraídos por el instinto de muerte. Sin embargo, el elegido ya estaba determinado en la mente del ejecutor. ¿Hay factores inherentes a la víctima que influyen en la elección o es mera casualidad? ¿Por qué todos los seres humanos no tienen la misma "capacidad" para ser víctimas? ¿Existen víctimas predispuestas? Es indiscutible que hay razones personales las más de las veces o en amalgama con otras de tipo familiar o social, que posibilitan hablar de víctimas predispuestas, atraídas, destinadas. No todas las personas en similar situación devienen santos. O llegan a víctimas. Tampoco delincuentes. Lo que aspira la victimología es a visualizar que en la determinación delictiva en que siempre hay víctimas, es preciso perseguir y estudiar sus rasgos, características, comportamiento y conducta para relacionarlos directamente con el obrar delictuoso. Un estudio de la criminogénesis no puede ser relevante y serio si no se tiene en cuenta el papel jugado por la víctima y en qué medida ella ha contribuido, consciente o inconscientemente, al acto. Equivale a que en múltiples casos habrá que estudiar ese correlato, esa conexidad correcurrente para integrar debidamente el hecho que denominamos delictual. De modo que así como en criminología se habla del estudio físico, psíquico y social del delincuente, también habrá que estudiar, en principio, similares aspectos del ofendido y ver entonces el desenvolvimiento del suceso delictual como un todo. Por eso se ha dicho que la victi- 24 VlCTIMOLOGÍA mología es una suerte de criminología pero al revés. De la víctima. Esa interacción reflejada en los delitos convencionales, que son los que se tienen a la mano, permite comprender los factores dinámicos que entrelazan las predilecciones del delincuente y las anuencias tácitas y explícitas del sujeto pasivo y aun la provocación y la persecución victimal. El delincuente no deja de ser tal aunque la conducta de la víctima pueda ser de igual magnitud e importancia. Freud estableció la existencia de delincuentes por sentimientos inconscientes de autopunición debido al complejo de culpa resultante de una apetencia edípica no resuelta. Existiría una fuerza impelente similar, una rara labilidad a nivel no consciente para ser víctima. Cuando esas inclinaciones se transforman en actos visibles y concretos, coadyuvan y refuerzan la elección de la víctima y la actuación del delincuente. 4. ¿Qué es ser víctima? Evolucióin del concepto. El concepto del vocablo "víctima" apela a dos variedades. "Vincire": animales que se sacrifican a los dioses y deidades, o bien, "vincere", que representa el sujeto vencido. Y así "victim" en inglés, "victime" en francés y "vittima" en italiano. La víctima ofrecida en cumplimiento de una promesa o un mito religioso —^sea hombre o animal—- no tendría aparentemente correlación con la criminología, pero como bien lo recuerda Drapkin ^, esos sacrificios ante los altares para evitar infortunios o las iras de los dioses que parecían pertenecer al pasado, siguen efectuándose y no 2 Israel Drapkin, El derecho de las víctimas, Penal y Ciencias Penales", Madrid, 1980, p. 368. en "Anuario de Derecho LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 25 sólo por aborígenes aislados en alguna remota e infranqueable selva, sino en países que han alcanzado niveles de civilización. Cita el caso de una mujer estadounidense que en 1978 asesinó a su hijo de cinco años e intentó hacer lo mismo con otro de diez, "porque eran hijos de Satán y trataban de matarla". Pero ese caso individual donde se mueven ancestros y coraplejas situaciones psíquicas, no tiene parangón comparado con las víctimas humanas que "cobran los dioses" en las celebraciones de rituales de misa negra que se celebran en el nordeste brasileño o los suicidios colectivos en esas regiones, sin olvidar el del clan del santón Iones en Guyana. Esas muertes ni siquiera tienen el sentido bello, aunque cruel, de las doncellas arrojadas a los cenotes (lagunas) sagrados o del "juego de pelota" de la civilización maya, en que el capitán del equipo vencedor era ofrendado al dios de la lluvia, mientras el perdedor lo sentía cual una afrenta y se resignaba a morir en un juego próximo. La víctima que interesa es la que sufre el perjuicio. Es para la victimología, diríase clásica, el ser humano que padece daño en los bienes jurídicamente protegidos: vida, salud, propiedad, honor, honestidad, etc., por el hecho de otro e, incluso, por accidentes debidos a factores humanos, mecánicos o naturales, como ocurre en los accidentes de trabajo. En un primer momento interesó a la victimología lo que Mendelshon delimitó como la "pareja penal" y Von Hentig, "el delincuente y su víctima". Naturalmente, el campo conceptual se ha ido amplificando. El primer paso consistió en dejar de contemplar a la víctima como "inocente", y el segundo, en ir más allá de la mera "pareja penal" que no satisface por su proposición limitativa en 26 VlCTIMOLOGÍA cuanto al objeto de estudio: lo que únicamente cabe dentro de la ley penal. La descripción de un Código Penal con sus tipos muchas veces no alcanza por su propio vacío a ciertos hechos criminales de nuestro tiempo y ciertos delincuentes que por ineluctables razones no llegan al banquillo de los acusados. No es posible continuar con la idea de la víctima "codificada" como contrapartida de la actividad del criminal, también codificada. Menos aún como único objeto de estudio de la victimología. Toda elucubración sobre delincuentes efectuada hasta la actualidad, ya sea por el derecho penal, la criminología o el derecho penitenciario, se verifica con el sujeto en determinada situación: aprehendido por la policía, justiciable en el proceso incoado, condenado en la prisión. Siempre que se habla o estudia al delincuente se está hablando del que se halla privado de libertad o es autor de delitos convencionales. f Hay muy serios y concretos victimarios que pululan en la sociedad y que por múltiples motivos no han sido ni serán, al parecer, aprehendidos. Tienen las mejores y mayores posibilidades de evasión de la ley. Forman parte de lo que se denomina delincuentes innominados, y sus ilicitudes, delitos "no convencionales". Escapan por esa razón a la investigación de la criminología tradicional o clásica. Sin embargo, sus víctimas son tangibles. Va siendo superada la sociedad industrial nacida finisecularmente para dar paso hoy a una suerte de civilización tecnotrónica. Se han producido y producen, en esta sociedad post-indusírial, nuevos e innominados delitos, como lo son sus autores: ejecutados por empresas trasnacionales que encuentran campo propicio en las actitudes imprudentes o dolosas de altos funcionarios administrativos en países que, como la Argentina, son llamados LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 27 eufemísticamente "en vías de desarrollo"; delitos bancarios; por computadora; de falsificación de alimentos y medicamentos; de polución de la atmósfera, la tierra y las aguas; y, fundamentalmente, el cúmulo de ilicitudes penales que se derivan y perpetran desde las esferas gubernamentales, por abuso del poder sin consenso o utilización de ese poder para la opresión, el terror y la tortura contra vidas humanas, propiedad, honra, salud, trabajo o familia. Derechos, éstos, inherentes a la dignidad, y cuyo menoscabo y desprecio por la autoridad posibilita la conversión en víctimas de casi todos los habitantes, porque vulneran los Derechos Humanos in genere. Y no digo todos, porque existe el grupo beneficiario, el que manda y sus acólitos. El olvido y despojo a que son sometidos toda clase de sumergidos sociales explícita la existencia de grupos emergentes de un sistema de poder social con una ideologización propia. Lo cierto es que ninguna de estas víctimas debe ser olvidada por la victimología, que deberá amplificar su campo de investigación sí es que desea subsistir científicamente para trabajar en materia de prevención del delito y ser un pilar en la política criminológica. 5 . Las ¡deas precursoras. Von Mentig. Mendeishon y la "victimidad". La relevancia adquirida por la figura de la víctima integrando activamente el mecanismo de interacción con el delincuente, se debió a la preocupación de diversos estudiosos que avizoraron su fuerza y correlación criminógena. Hans von Hentig, que había inmigrado a los Estados Unidos, pubhca en 1948 en la Universidad de Yale el estudio: The criminal and his victims, donde esboza una clasificación de la víctima que posteriormente subra- 28 VlCTIMOLOGÍA yará en un estudio sobre La estafa (año 1957). El sujeto pasivo es estudiado insertándoselo en la conducta del victimario como una suerte de figura de contradanza pero a la vez capaz de engendrar el delito o reforzar las apetencias del delincuente. Señala Von Hentig que "el individuo débil en el reino animal y entre hombres es aquel que posiblemente será la víctima de un ataque. Algunos, como los menores y los ancianos, son débiles de cuerpo; algunos pertenecen al sexo débil, otros son débiles de espíritu. La debilidad puede consistir también en la fuerza excesiva de una impulsión vital, lo que entorpece los mecanismos ordinarios de precaución y prevención". En principio, otorga relieve a la víctima por su juventud, sexo, edad y también por las deficiencias mentales. Luego las engloba en ciertos grupos que no clasifica de una manera precisa y considera que coadyuvan al delito, con lo que se constituyen en elementos causales. Habla de víctimas deprimidas, adquisitivas, desenfrenadas y libertinas, solitarias, acongojadas, atormentadas, bloqueadas, luchadoras, etc. La clasificación es sumamente amplia, como punto decisivo para la acción del delincuente. Cuando Von Hentig trata específicamente de la estafa, divide a las víctimas en resistentes y cooperadoras. Observando con la lente actual, el estudio aparece como premonitorio respecto de muchas de sus conclusiones. Fundamentalmente porque va más allá de la victimología, que se limita a las relaciones entre individuos por hechos penales que lesionan simplemente la norma. Se refiere, por ejemplo, al caso de alta traición en que la víctima no es un ser humano sino la propia comunidad ®. •' Hans Von Hentig, La estala, en Estadios pasn-Cnlpe, Madrid, 1960, vol. III, p. 25. de psicología criminal, Es- LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 29 , El vocablo "victimología" fue acuñado por el israelí Beniamin Mendelshon, que venía trabajando en la década del 40 en estos temas y que lo sigue haciendo entusiastamente hasta nuestros días. Antes de apuntar algunos de los hitos de su pensamiento, será preciso reponer entre nosotros su figura, ya que fue duramente criticado por Jiménez de Asúa en su momento. Decía el profesor español que Mendelshon se había atribuido la calidad de creador o fundador de la disciplina y no podía ignorar en modo alguno que Von Hentig había hablado antes de ella. Desde que conocí a Mendelshon en 1973 y, mucho más, tras leer sus trabajos, me persuadí de lo inmerecido de la imputación. Es un precursor que, incluso un año antes de que apareciera el libro de Von Hentig, habló públicamente por vez primera en una conferencia sobre "Victimología". Ello ocurrió el 29 de marzo de 1947, invitado por la Sociedad de Psiquiatría de Bucarest (Rumania) *. En 1940 había publicado sus estudios sobre violación {Giusíizia Pénale) y en 1946, New Bio-psycho" social Horizons: Victimology, •^ Pero el pensamiento de Mendelshon va mucho más allá que el del criminólogo alemán. En efecto, habla de toda víctima y de todos los factores que provocan su existencia. Su pensamiento se ha ido perfeccionando en el tiempo y con el aporte, que él reconoce, de otros autores y de las jornadas victimológicas a que luego aludiré. Pero desde un principio el investigador israelí definía a la victimología como "la ciencia sobre víctimas y VicMmidad". Y exphca: "Entendemos el término «victimidad» como un concepto general, un fenómeno específico común que caracteriza todas las categorías de victimas cual'' La conferencia se dio en el hospital estatal Coltzea ante un auditorio integrado por médicos psiquiatras, psicoanalistas y forenses. 30 VICTIMOLOGIA quiera que sea la causa de su situación. De esa manera, la victimologia satisface por completo las necesidades de la sociedad, y su definición como ciencia de las víctimas resulta ser la más adecuada; por eso deberá tomar en consideración todos los fenómenos que provocan la existencia de víctimas, en la medida en que tienen alguna relación con la sociedad". Y agrega seguidamente: "Si limitamos la Victimologia únicamente a un factor —^el delictivo—' la denominación «victimologia», o sea, la ciencia sobre las víctimas, ya no corresponderá al concepto de víctimas en general. . . " *"\ Señala que el objetivo fundamental de la disciplina es lograr que haya menos víctimas en todos los sectores de la sociedad, siempre, claro está, que la sociedad esté honestamente interesada en el problema. Ya que el hombre constituye parte de la naturaleza integrada en la constitución de la sociedad, la menor cantidad de víctimas significa menor costo social, menos pérdidas y una mayor energía capaz de asegurar la existencia armónica del ser humano. "Ya que el hombre representa la fuerza creadora de la sociedad, la reducción del número de víctimas contribuirá al progreso social". El concepto de víctima adquiere de tal modo un ámbito desmesurado, tanto más cuanto que Mendelshon la estructura refiriéndola a la personalidad del individuo, pero también a la de la colectividad, en cuanto ésta y aquél se encuentren afectados por las consecuencias del sufrimiento debido a factores de origen muy diverso: físico, psíquico, político, social, así como por el ambiente natural 4bis Beniamin Mendelshon, La victimologia y las tendencias de la sociedad contemporánea, en "Rev. Danud, al día", año 4, n ' 10, San José, Costa Rica, 1981, ps. 55 y 56. Similar concepto puede leerse en el trabajo del mismo autor, Une noavelle branche de la science bio-psycho-sociale: la victimologie, en "Reviie Internationale de Cnmtnologie et de Pobce Technique", vo!. X, n" 2, avril-jiun, 1956, ps. 95 a 109. L A ViCTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 31 o técnico: "cualquier maquinaria en acción o energía en movimiento" (ob. cit., p. 58). En el mismo sentido dice haber pergeñado el término "victimidad" para aludir al concepto amplio, un fenómeno específico común que vendría a caracterizar a todas las categorías de víctimas cua^ quiera sea la causa de su situación. Es muy probable que esa gran cantidad de víctimas i que engloba en su concepción sean, en gran parte, provenientes del abuso del poder. Además, víctimas como los sumergidos y subculturizados sociales tienen como base equivalentes regímenes dictatoriales o, al menos, no democráticos —que detenta el 80 % de los países integrantes de la O.N.U. —, donde se han violado normas jurídicas, alterado pautas de convivencia y perfeccionado delitos contra la comunidad. Mendelshon apunta hacia una gran generalización que produce impacto pero también reticencias en quienes nos encontramos frente a una realidad de vida muy diversa. En general lo siguen autores provenientes de países con gran desarrollo económico, como Estados Unidos y Japón (Wolfgang, Sellin, Viano, Miyazawa). No sé, entre tanto, cómo podría obviar los roces con otras ciencias, la medicina por ejemplo, que recluta víctimas diariamente. Resulta seductora la idea de una ciencia de las víctimas, para la prevención, en esta sociedad post-industrial y cibemiética, donde cada vez parece más evidente la existencia de víctimas como producto de los sistemas político-sociales y la irracional violencia opresiva ejercida lanto desde el poder como por grupos subversivos. ^"^ En el presente trabajo, no desdeño a ciertas víctimas sociales que puntualizo. Pero prefiero ceñirme a las víctimas de delitos incluyendo a los no convencionales y por abuso de poder. ^ 32 VlCTIMOLOGÍA Cada vez que mencione el término "victimidad" lo opongo al de "criminalidad", en un deseo de abrazar la realidad práctica y circundante, aunque sin negar la proyección de la materia abordada. Cabe recordar, en tal sentido, que pese ai desenvolvimiento teórico exitoso de la vfctimología en estos últimos años, no existe en ningún país del mundo un tratamiento sistemático, legal y social de toda víctima o tan siquiera de los derechos de las víctimas del delito o de ciertos delitos. La ciencia no se detiene en este como en ningún otro campo. El debate de teorías será siempre enriquecedor pero, cuando poco y nada se ha hecho en la realidad con lo mínimo que se posee, estas teorías sólo permiten ahondar frustraciones. ó . Su importancia e interés actual. Muchos impulsos se fueron sumando, desde hace unos años, hasta constituir a la disciplina, en baluarte de un tema olvidado como es el de la víctima del delito. Un psicoanalista alemán, Menniner ^ escribe El hombre contra sí mismo, en el que alerta sobre el tipo de suicidas inconscientes en los delitos con automotores. Henry Ellemberg, en 1954, aportó una considerable contribución a través de un artículo que denominó Relaciones psicológicas entre el criminal y su victima (cit. en la Bibliografía K También lo hizo el belga Cornil, a través de otro artículo, Contribución de la victimología a las ciencias criminológicas (1958/59) ®. En Latinoamérica, el venezolano José Rafael Mendoza trató el tema en un trabajo ^ Cit. por Lola Aniyar de Castro, en Victimología, Maracaibo, Veneziicl.i, 1969, p. 13, " Paul Cornil, Contríbufíon de la vicdmologie aux sciences criminologiqiu •., en "Yicvue óc Droit Penal et de Crimmologie", Bruselas, 1958/9, p. 587. L A VICTIMOf^OGÍA EN LA CIENCIA PENAL 33 sobre La importancia de la víctima en velación con los delitos por imprudencia o culposos del automovilismo, 1953, y sobre todo Luis Jiménez de Asúa, quien en el Instituto de Derecho Penal y Criminología de la Facultad de De-reclio de la Universidad de Buenos Aires, efectuó, por el año 1958, un seminario de doctorado que dirigía, un ingente trabajo de investigación junto a varios discípulos (Iturbe, Sempertegui, Liechestein Mohr y otros), cuya lectura es imprescindible''. El profesor español, cuya huella ha sido indeleble en quienes fuimos sus discípulos y amigos, dio sobre el tema conferencias en Méjico, Panamá y Valparaíso (Chile). Sin embargo, poco ha quedado de todo ello. Las enseñanzas no fueron recogidas en nuestro país. Las nuevas generaciones —^incluidos algunos profesores— no han accedido a su estudio. Y es lamentable, por la importancia actual que reviste la victimología como rama auxiliar de la criminología y como fundamental aporte para una coherente política criminológica. Hay sólo artículos aislados (Scime, Rosentok, Iturbe, Aguirre Obarrio, entre otros) que dan cuenta de la novedad, pero el desconocíaiento es casi total. Es que resulta alarmante que la criminología, cuyos cofundadores fueran Ingenieros, Duffy, Helvio Fernández, Loudet, no tenga arraigo como asignatura obligatoria u optativa en las Facultades de Derecho del país. Únicamente se estudia como materia de posgrado, sin haberse aprendido más que sus rudimentos durante la carrera. Mal podrá conocerse sobre victimización y conductas victímales si no se estudia la criminología en sí. En el extranjero, en los países europeos, en Israel y sobre todo en los Estados Unidos y Japón, se ha desarrollado una notable doctrina con respecto a la materia '' 'Trabajos citados en la Bibliografía. 34 VlCTIMOLOGÍA y se han reunido varios simposios bajo el patrocinio de la Sociedad Internacional de Criminología. El primero de ellos fue en Jerusalén (Israel) en 1973, en que tuve oportunidad de participar; el segundo, en Boston (EE. UU.) en 1976; el tercero, en Munster, Alemania Occidental, en 1979; el cuarto parte en Tokio y parte en Kioto (Japón) en 1982® y el quinto se realizará en Zagreb, Yugoslavia, en setiembre de 1985. En Tokio, Japón, tal vez el país más adelantado en la materia, funciona el primer Instituto de Victimología fundado en 1968 por el Dr. Koichi Miyazawa, su actual director. La idea reside en crear una Facultad de Victimología General, según las teorías de Mendeishon y otros investigadores. En el Instituto aprendieron hasta 1980, ochocientos estudiantes a partir de diciembre de 1971 y se están preparando "victimólogos" (científicos y profesionales en la materia). Cuenta con el personal necesario y una biblioteca especializada con un catálogo de 50.000 temas referentes a las víctimas. Ha publicado una serie de cinco volúmenes sobre victimología conteniendo cada uno de ellos aportes de 10 ó 12 estudiosos japoneses. El primer boletín publicado en el mundo apareció en' japonés en 1972. En los congresos para la prevención del delito y el tratamiento del delincuente que reúne la O N U cada cinco años, no se ha abordado directamente el tema, aunque implícitamente al hablarse de ciertos problemas de política criminológica (derechos de los reclusos, torturas, apremios ilegales, abusos de poder gubernamental) se 8 Una reseña del temario de los importantes simposios y las conclusiones y recomendaciones del de Jerusalén puede verse en el Anexo de este libro. El criminólogo mexicano Luis Rodríguez Manzanera, que asistió a los tres primeros sun.posios, efectuó una reseña en la Revista del Instituto Latinoamericano de Criminología, "Ilanud, al día", año 4, n' 10, abril 1981, ps. 46 a 54. San José, Costa Rica. LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 35 está tratando en realidad de la víctima. La Secretaría de la organización captó la necesidad de tomar de lleno la problemática victimal y sus causas y, paralelamente, el Comité para la Prevención y Control del Crimen convino en incluirlo. Así ha quedado propuesto para el séptimo congreso a realizarse en 1985, bajo el tema "Víctimas del crimen". Esto da idea de la vitalidad doctrinal y la importancia que se asigna a la victimología en el campo político social y criminológico donde, como en la antigüedad más remota, vuelve a asumirse la gravitación decisiva de la víctima. Tiempos vivimos en que no queda duda de que la cantidad de victimas es mucho mayor a la de delincuentes. Piénsese no sólo en la violencia actual, sino en la que puede ejercerse por terror desde "arriba" (muertes, "desaparecidos", torturas, padecimiento económico, etc.) .para tener una idea de cómo muy pocos pueden victimizar a un pueblo. De allí que con todo rigor señale Drapkin que se trata de llamar la atención de la opinión pública y de los organismos internacionales competentes en favor del Derecho de las Víctimas para ser incluido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. 7. Cuestión terminológica. La voz con que Mendelshon acuñó a la disciplina fue "victtmologie", cuya traducción literal al castellano como victimología no mereció en ningún lugar del mundo mayores problemas ni cuestionamientos semánticos. Empero, en nuestro país, Jiménez de Asúa entendió que se debía decir "victimiología", razón por la cual en algunas publicaciones suyas y de sus discípulos se acepta tal rebautización. 36 VlCTIMOLOGÍA Nadie habla en lengua castellana de criminiología o criminalogía. Se debe aceptar, tal cual ocurre en jornadas y congresos internacionales y desde hace más de cinco lustros como iiis recepíum, el término "victimología" como lo usa la inmensa mayoría de los autores de habla hispana. N u n c a llegué a comprender los motivos del cambio introducido por Jiménez de Asúa, aunque uno de sus dilectos discípulos y amigos siga llamándola "viC'timiología" en una muy reciente publicación''. 8 . La "pare¡a penal". Mendelshon con notable acierto se refiere a la " p a reja penal", que debe ser distinguida de lo que el italiano Escipión Sighele denominaba "pareja delincuente". E n la "pareja delincuente" existe mutuo y pleno consenso en la armonía delictiva en que dos personas, caracterizadas como íncubo y súcubo (en el lenguaje psicoanalítico), realizan un crimen. E s la comisión del delito en que dos están de acuerdo. La "pareja penal" no es armónica sino contrapuesta. Suele comenzar siendo armónica -^como en el caso de la estafa—, pero lo que interesa al dehncuente fundamentalmente es causar, al final, esa desarmonía que determina y destaca los roles a que estaban destinados en el acto delictual: victimario y sacrificado. E n la "pareja delincuente" se actúa por las claras y determinantes sugestiones del íncubo-dominante al súcubo-dominado. Esta suerte dialéctica de la pareja engendra y reditúa comportamientos antijurídicos conjuntos. H a y casos en que la relación es poco clara. N o se sabe * Manuel de Rivacoba, Elementos de criminología. Colección Elementos, do la Universidad de Valparaíso, Chile, 1982, ps. 251 y ss. LA VICTIMGLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 37 — y será preciso investigar— si el acto lo consumó una "pareja criminal" o bien una "pareja penal" según la describe Mendelshon. En la tentativa de suicidio o su instigación, por ejemplo, puede suponerse el caso en que tanto el criminal como la víctima tengan similares responsabilidades. Habrá que determinar quien fue el instigador (íncubo) y quién el instigado (súcubo). Y en la pareja suicida, ¿quién ha sido el ejecutor? Tiene singular importancia criminológica el instinto tanático: el interés por morir, quién de ambos lo ha manifestado primero y, consecuentemente, quién lo ha aceptado: éste sería el sujeto pasivo. Cuando el íncubo es ejecutor, desde el punto de vista penal da la impresión de que su responsabilidad es mayor. Pero ¿qué ocurre si ambos intentan el suicidio de manera coetánea e independiente? ¿De quién es la responsabilidad? ¿Es posible hablar de responsabilidades iguales? Será preciso verificar la criminogénesis de cada uno y la mayor actividad desplegada individualmente para llegar al hecho. No me refiero, claro está, al concepto de culpabilidad como juicio de reproche. La criminalidad de uno de los participantes puede ser superior y neta con respecto a la criminalidad del otro. Hay oportunidades en que la comisión del delito hace que la pareja se transforme en delictiva en cuanto a sus dos sujetos. En estos casos la consideración criminológica queda en manos de la psicología individual, que será, finalm.ente, la que señale quién ha tenido la mayor energía o persistencia en el delito y las razones que lo impulsaron. Puede haber ocurrido un trasvasamiento entre ambos sujetos que los pone en paridad de condiciones. De todos modos, cabe señalar la existencia de una víctima esíre- 38 VlCTIMOLOGÍA chámente ligada a la decisión que asume, sin solución de continuidad, calidad de victimario y víctima. El estudio de las relaciones interpersonales implica un juego de subjetivismos que interesa profundamente al criminólogo. Y también al jurista porque cabría advertir que en ambos polos de la pareja existe una doble personalidad: se es víctima y victimario. En el delito de duelo, por ejemplo, correspectivamente los actores del suceso están concretamente dispuestos a matar o a morir. Me reíiero al duelo criollo fundamentalmente en salvaguardia del honor, ya que el duelo en las ciudades resulta ser, al menos en Buenos Aires, un simulacro con balas de fogueo o a primera s a n g r e . . . En el duelo, víctima y victimario se definen por la destreza, la valentía, y, a veces, por el azar. 9 . ¿Es la victimología una ciencia autónoma? Mendelshon entrevio a la victimología como una ciencia autónoma y bregó para que así se la considere. Todos a una, los autores que se ocupan aunque fuere tangencialmente de ella, explican que se trata de una rama integrativa o auxiliar de la criminología, y encuentran que la postura del citado autor parece excesiva. Resulta particularmente unamunesco, pero para gran parte de penalistas y algunos criminólogos, la criminología' no es ciencia autónoma, con lo cual se crea un laberinto infernal: ¿La victimología podría ser ciencia autónoma de otra que no lo es? En nuestro país, como en casi todos los de América latina y Europa, la criminología se estudia en seminarios y da lugar a jornadas, congresos que casi nunca hablan de la materia, sino del derecho penal. Es que la disciplina no ha obtenido aval de ciencia, y ello equivale a someterla LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 39 a un renovado examen de su objeto, método y estructura. Examen que para los penalistas no ha aprobado y difícil^ mente aprobará. Se la enseña muy brevemente en el .programa de estudios de la parte general de derecho penal, junto a la penología, como una formulación difusa para la interpretación y como una rama auxiliar del derecho penal, integrándolo. Es posible que en las Facultades de Derecho pueda llegar a estudiarse criminología, si alguna vez se llega a codificar. . . Si la victimología reclama autonomía científica, ya se sabe la suerte que ha de correr. Quedará sepultada como una "disciplina discutida", según la llama Rivacoba ^°. He sostenido ^^ que hay que dejar de lado discusiones bizantinas sobre la autonomía de ía criminología e insisto en que se la debe estudiar, desde diversos ángulos, con el aporte interdisciplinario que propone. Parece una antigualla que en estos tiempos en que las ciencias se apelan unas a las otras, a punto tal que ya no quedan sin mácula aquellas que se denominan "puras" (recuérdense los esponsales entre las matemáticas y la genética, por ejemplo), sigamos con la discusión menuda sobre la autonomía de la criminología o la victimología. Tal vez investigándolas y estudiándolas perdamos en "rigor" o en respeto a los métodos científicos y a las normas objetivas de causalidad, pero ganaremos en ¡a vitalidad de una mejor comprensión de los hombres y de la sociedad que los rodea: y, fundamentalmente, en materia de política de prevención delictual. Pongo de relieve que ciertos investigadores que se formulan a la victimología como dependiente de la criminología, ensanchan cada vez más sus objetivos y tcma1'" Elementos de ctiminologia, II Las penas de un penalista, cit, p. 251. ps. 62 a 64. 40 VlCTIMOLOGÍA rios, según ocurre en los simposios referidos en el parágrafo 6. M e uno a quienes entienden que actualmente la victimología forma parte de la criminología, pero adelanto que se trata de una certidumbre provisional y que el decurso y auge de la criminología, por un lado, y la victimología, por el otro, podrán favorecer un cambio de criterio. Los primeros pasos en esta disciplina llevan a establecer, de manera científica, las leyes que presiden los procesos de victimización y los factores personales y sociales que atañen a tal victimización. E n el caso de la "pareja penal" se deberá tener en cuenta cuáles fueron los elementos que han servido al deseo de incrementar actitudes criminales y cuáles loe que debilitaron o inhibieron la resistencia de la víctima contra el crimen. H a b r á que estudiar pormenorizadamente las predisposiciones que tornan a mucha gente más vulnerable a ser victimizada o atacada criminalmente. U n a de las ideas que va ganando consenso mayoritario, ante la exagerada tendencia de ciertas personas a convertirse en víctimas, es que tal reiteración puede dar lugar a cierto peligro social. Se viene propugnando la posibilidad de aplicar medidas de seguridad curativas (ver parágrafos 75 y 76) a esas personas creadoras de perturbaciones del orden, tal como si fueran instigadores del delito. H a b r á que protegerlas contra el daño público y privado que pueden infligir o infligirse. E n el otro extremo están los que pretenden, como Mendelshon, ubicar a la víctima en un rol protagónico en la etiología delictiva. Consecuentemente se desplaza al autor. Del fervor por la actitud victimal ce pasa al "enamoramiento" y la exculpación moral y hasta legal del delincuente. Se llega en ciertos delitos a ubicar al LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 41 agredido como figura central del hecho criminal. Es posible que sin su accionar decisorio, el delito no pudiese ocurrir. Por ese cammo no creo se vaya a liberar a la victimología y erigirla en ciencia. Me excluyo de dar ese paso aun advirtiendo la existencia de víctimas coadyuvantes y provocadoras en grado sumo, perseguidoras has<^a el ruego. Es que el "protagonista" es y será siempre el delincuente, a quien, por así decirlo, la víctima seduce en ciertos casos. Así se trate de esa carrera vivaz entre la inteligencia atrapante y la avidez material, que define a la estafa, la mano del delincuente es la que concreta el delito y adjetiva las fases del derecho punitivo y la criminología. ^ En síntesis: puede considerarse actualmente a la victimología un ramal de la criminología, según la consagra la inmensa mayoría de autores e investigadores. Pero en cuanto amplíe su campo de acción y operatividad a todas las víctimas sociales y a aquellas que provienen de la com'sión de delitos no convencionales, no investigados, cualquiera sea el sistema político e ideológico que las prohije, habrá que rever y replantear el concepto. Son también víctimas las de los accidentes de trabajo, los enfermos, los ancianos, los niños abandonados a su suerte, los oligofrénicos, los locos, los minusválidos, los reclusos, los liberados de la prisión de manera definitiva o condicional; los marginados y sumergidos sociales. Sin olvidar a las minorías raciales, religiosas e ideológicas; los homosexuales; y, fundamentalmente, la gran masa humana damnificada "desde arriba" por los abusos del poder y del terrorismo, sea ác pseudogrupos políticos o del Estado. ^ El tiempo dirá si la victimología se constituirá en el futu' o en la ciencia que se encargue de toda clase de víc- 42 ViCTIMOLOGÍA timas (sociales y penales). Si así ocurre, habrá que reconocer el nacimiento de esa nueva ciencia de las victimas in genere que, ineludiblemente, deberá tener en su seno el acopio y la información multidisciplinar pertinente. 10. El inexplicable olvido de la víctima. En este laberíntico mundo que habitamos da la impresión de que el criminal promueve una mayor identificación, una suerte de mayor respeto, por parte tanto del estudioso de las disciplinas penales como del hombre común. Apela con su acto a las profundas solicitaciones inconscientes hacia el delito. Solicitaciones inconscientes que no se canalizan porque factores constructivos de la personalidad, aprehendidos por razones de educación, posibilidades sociales de toda índole (buena salud y economía) inhiben desplegar. Pero la conducta delictual reside en nuestra más esencial naturaleza y suele expresarse en actos fallidos, sueños, fantaseos y tam^bién en pequeños actos delictivos. El delincuente canaliza esa tendencia y adjetiva lo que inconscientemente desearíamos realizar y trabamos con el buen reflejo de los frenos inhibitorios. Esto acarrea una forzosa conclusión: nadie desea identificarse con la víctima o, en todo caso, tai identificación lo es en grado superlativamente menor. Por razones de temores y fantasmas, que la psicología profunda ha anahzado -—temores y fantasmas que nos acometen porque residen en nuestro interior'—, vemos en el delincuente el estilete latente, dañoso, injusto, cruel, pero de un sustancial atractivo. En cambio, la víctima nos parece innocua, sin incentivos. Nadie desea ser robado, lesionado, torturado. . . LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 43 El hombre, en el mundo actual, se encuentra impulsado más hacia la destrucción que hacia la construcción. Sólo interesa un abyecto progreso rectilíneo e ilimitado y para eso será preciso uniformarlo, vaciarlo por dentro, aniquilando sus raíces y contenidos espirituales y minimizarlo a la categoría de robot. Así será más fácil dirigirlo en el futuro. Ya no podremos los humanos contener la fuerza de destrucción nuclear que hemos creado y estamos almacenando para lanzarnos a guerras en nombre de la paz, estigmatizando la tierra que pisamos, depredándola. Si al dehto se lo identifica con la violencia y la destrucción, bien está que nos seduzca más el delincuente que la víctima. Para demostrarlo bastará recordar la victimización diaria de inocentes. Leemos ios periódicos y, del horror inicial, hemos pasado a la internalización como si fuera una noticia deportiva más. La omisión de la víctima ha sido perjudicial en primer lugar para la propia víctim.a, que tanta relevancia había tenido en los tiempos de la "venganza privada" y, más tarde, de la "compensación" o "composición" (ver parágrafo 79), pero también para el armónico estudio de la criminología y la política criminológica. Desde antes de Lombroso ya se habían puesto los ojos en el criminal. La víctima, el agredido por el delito, resultaba siempre por sublime naturaleza "inocente". Como si lo ocurrido "podría pasarle a cualquiera". En la actualidad se estudia, clasifica, castiga, protege, e intenta readaptar socialmente —aunque la expresión se torna cada vez más difusa^ y se trata de mitigar y humanizar la sanción penal del delincuente, eje indiscutido de toda lucubración. Se ponen a su servicio ciencia y técnica, más todos los medios posibles. 44 VlCTIMOLOGÍA No hay más que observar el cuidado y trato que merece el victimario en las obras de dogmática penal como en las de criminología y sus múltiples disciplinas que le convergen. Nada más que abordar la temática de los últimos setenta años en jornadas, congresos, cursos y simposios nacionales e internacionales para advertir que la víctima no interesa. Se es delincuente cuando por un hacer u omitir se infringe la ley penal. Ésa es la única oportunidad, por así decirlo, de figuración que alcanza. En cambio, se puede llegar a la situación de víctima, en amplio sentido, por la actividad de ese delincuente cualquiera sea la interrelación criminogenética; pero también por minusvalías de tipo físico y síquico o por propia decisión (caso de suicidio), sin implicancias exógenas; devenir víctima de la dureza de la ley procesal y penal, del poder abusivo que se ejerce desde el gobierno, por opresión colectiva e individual, por razones de raza, credo religioso o ideas políticas; sumergido social por razones de índole económica y estructural de la sociedad; por razones atinentes a la tecnología, por ejemplo, en una represa nuclear. Y a todo ello habría que sumarle factores sociales predisponentes de carácter endógeno (enfermedad, niñez, locura, minusvalía física, ancianidad, etc.) y exógeno (condiciones meteorológicas: terremoto, rayos, lluvia). Sin embargo, se observa una actitud científica reverencial respecto del delincuente. Las disciplinas integrativas de la criminología, entre eüas, la psicología, la sociología o la antropología, han favorecido ese cuito estudiándolo desde sus puntos de mira a veces deterministas. La llamada criminología clínica centró tanto su estudio en el delincuente que es posible haya olvidado los cambios sociales. Ha venido investigando de espaldas a la realidad sociopolítica. LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 45 Desde hace relativamente poco tiempo, empero, se trata de reparar el error a través de las jornadas de la Sociedad Internacional de Criminología y de la O.N.U., ya señaladas, y de una cada vez más abundante bibliografía. En la Argentina el tema comienza a balbucearse y es de esperar se reponga en poco tiempo a las víctimas, comenzando por los ofendidos por el delito, en el sitial que humana y científicamente merecen. Las consecuencias de ese estudio son impredecibles y surtirán un enriquecimiento de ideas, entre los escozores de la novedad que tanto asusta a las mentalidades tradicionalistas que no parecen pertenecer a un mundo de cuatro dimensiones. La justicia resplandecerá con el estudio del agredido, se comprenderá mejor la conducta del transgresor, las sentencias serán más justas. No puede explicarse el fenómeno criminal sin la presencia de la víctima. Será preciso su análisis e investigación, que revelan, en múltiples delitos, la cada vez más tangible interacción con el delincuente, a punto tal que, sin ella, no puede comprenderse debidamente la conducta de éste. La víctima —para evitar inútiles eufemismos— no está más allá del bien o del mal, sólo que las conclusiones pueden ser sorprendentes cuando irrumpe activamente incitando, provocando en sentido genérico, cooperando y aun rogando la conducta criminal que humana y penalmente la agrede. El avance en el estudio repercutirá saludablemente para una mejor consideración y amparo de las víctimas. Sobre todo en cuanto a la indemnización privada o estatal, reconociéndoseles los derechos humanos inherentes a su propia dignidad, su incapacidad proveniente del delito, su sufrimiento y el de sus familiares. 46 VlCTIMOLOGÍA 10 bis . La "cifra negra" de 3a crirríinalidad en la delincuencia convencional. El estudio de las víctimas implica un acercamiento directo a la "cifra negra" de la criminalidad convencional y permite atisbar buenas posibilidades sobre algunas otras ilicitudes penales no convencionales. Esa cara oculta, ese otro lado silenciado y silencioso de la víctima, presupone la aprehensión de parte de las conductas antisociales de relevancia penal que no llegan a conocimiento de la justicia o de la policía y que se han dado en llamar "cifra negra". Interesan a una investigación victimológica, sexo, edad, origen, clase social, profesión, religión, estado civil, familia, parentesco (en su caso), etc. de la víctima y los motivos que la impulsaron a no hacer denuncia del hecho que la agravia. Dentro de los datos habrá que investigar el marco sociocultural del cual proviene, la idiosincrasia de la población en amplio sentido, el tipo de delito, los medios empleados para su comisión, personalidad del victimario a través del ofendido. Al menos en América latina son pocas las investigaciones de campo que, contando con esos elementos y muchos otros y con un cuestionario bien estructurado, se lanzan a la búsqueda indeterminada o perfectamente determinada de personas para lograr investigar el porqué del ocultamiento del delito. Resulta muy meritoria, en tal sentido, la tarea llevada a cabo por Rodríguez Manzanera en Jalapa, una ciudad mexicana situada en el estado de Veracruz donde, con ayuda de alumnos de la Universidad, encuesto a 3.000 personas (fueron utilizables 2405 cuestionarios) a fin de establecer la victimización oculta y, por ende, la "cifra LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL . 47 n e g r a " de la criminalidad ^^ entre similar cantidad de mujeres y hombres elegidos al azar. U n a de cada dos personas aceptó ser víctima de un delito durante el año 1975, lo que llamó la atención del investigador, que dedujo con asombro la alta tasa de hechos que no llegan a conocimiento de la justicia. Las conclusiones que de momento interesa señalar y que probablemente sean válidas para otras comunidades latinoamericanas, son éstas: el 40 % conocía a sus victimarios por "cercanía victimal"; la mayoría de tales victimarios son jóvenes menores de 25 años, según señala el 66 % de los entrevistados. Solamente el 22,34 % de las víctimas denunció el delito, lo que indicaría que 4 de cada 5 delitos quedan en la cifra negra y no son conocidos por las autoridades (al menos por denuncia del damnificado). Las razones que invocan son terminantes y muy claras. El 45 % dijo: "no se hace nada", "es inútil", "sólo se pierde tiempo". Se agrega un 26 % que considera que "el hecho no valía la pena" o que tenían cosas más importantes que hacer. . . " L a desconfianza en las autoridades es proyectada por la mayoría de las víctimas y parece convertirse en la primera causa de impunidad de los victimarios". El miedo a la venganza alcanza al 11 % y el temor o vergüenza a la investigación policial llega al 8,2 %, siendo más notable en las mujeres, sobre todo víctimas de delitos sexuales. D e ahí que expresa Rodríguez M a n zanera: "El miedo a la venganza puede considerarse como falta de fe en las autoridades, a igual que el temor o vergüenza a la investigación, lo que hace necesaria 12 Luis Rodríguez Manzanera, Vic'imización en ana ciudad mexicana, en "Rev. Ilanud, al día" (órgano del Instituto Latinoamericano de Criminología para la prevención del delito y tratamiento del delincuente de la O N U ) , año 4, n ' 10, abril de 1981, San José, Costa Rica, ps. 77 a 8Í. •18 VlCTIMOLOGÍA la capacitación de oficiales de policía para el desarrollo de interrogatorios técnicos y no traumatizantes, principalmente de mujeres, para interrogar víctimas femeninas" (ob. cit., p, 80). Otro trabajo de mérito fue efectuado en el Instituto Vasco de Criminología sobre un estudio criminológico de sentencias del fuero penal, por su director Antonio Beristain y un grupo de profesionales ^^. Se trata de estudiar sobre hechos constatados y condenados lo atinente al sexo, edad y demás datos de la víctima, cuantía de lo sustraído y valor de lo dañado, tipo de lesiones, etc., con el fin de establecer parámetros concretos de victimación. La "cifra negra" de delitos tradicionales de la que siempre se ha hablado hace que las estadísticas en materia penal tengan casi siempre un valor no desechable pero indiciario. Las razones que inhiben la denuncia de estos hechos penales tradicionales aparecen enunciadas en un trabajo de Marchiori ". Ellas son: 1 . El temor del victimizado a serlo nuevamente. Miedo al autor del dehto. 2. Por considerar que no es grave la conducta lesiva. 3 . No confiar en la justicia. 4. Temor a perjudicar al autor porque es miembro de la famillia. 5. La pérdida de tiempo que implican la denuncia y los trámites judiciales. 6. La víctima agredió al autor y se sabe tan responsable del delito como éste. 7. La denuncia la parjudica: violación, estafa, etc. '•*' A. Beristam, B. Casares, ]. L. Cucstn, I. Muñagorri, L. Muñoz y 'M. }. Virto, Estadio criminológico de sentencias en materia penal, publicación del Instituto de Criminología de la Univers dad Complutense, Madrid, 1983. ^* Hilda Marchiori, La víctima del delito, artículo inédito. L A VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 49 8. La víctima no tiene pruebas o desconoce al autor. 9. Para evitar ser victimizados nuevamente por la policía, peritos forenses, jueces. 10. Por la presión familiar y social al ser identificada como víctima de ciertos delitos que la marginan y humillan. Podrían agregarse otros casos habituales, como, por ejemplo, el simple y llano desconocimiento de la ley o el temor a la policía cuando ésta no está cerca del pueblo y asume un carácter únicamente represivo; el temor a gastos; la preservación de la vida de un familiar o un amigo en ciertos delitos como el secuestro extorsivo. Será preciso investigar esta victimización oculta dentro del marco de una política criminológica preventivista. Este tipo de estudios puede aclarar los motivos por los cuales la gente se abstiene de informar y cuál es la real criminalidad ^®. 11 . Los regímenes socio-políMcos, los delitos no convencionales y la "pareja penal". No es posible investigar en criminología o pretender elaborar programas de política criminológica, de espaldas a la realidad acuciante de nuestros días, sin tener la exacta dimensión de los regímenes socio-políticos que aparecen como condicionantes de la deplorable violencia 15 E n los Estados Unidos, la comisión presidencial que se encarga del cumplimiento de la ley y de la administración de justicia inició el primer estudio en el plano nacional sobre la victimización criminal, a fin de establecer la cantidad de delitos no denunciados. Igualmente, en Costa Rica se efectuó un estudio nacional de victimización en 1979, pero sus datos no fueron analizados. Ver Luis Salas, La ¡ustiiiceición de los estudios de victimización en América latina, en "Rev. Ilanud, al día", año 4, n ' 10, abril 1981, San José, Costa Rica, p. 37. 50 VlCTIMOLOGÍA que sacude y envuelve a distintas comunidades sociales. La tortura síquica y física ha recrudecido de manera inu^ sitada, los secuestros y desaparición de personas, la persecución a los disidentes políticos o sospechosos por sus ideas, el espionaje, la rebelión y traición, la sedición y quiebra de la estabilidad institucional de gobiernos legítimamente elegidos por el pueblo (de lo que en Latinoamérica tenemos trágicos ejemplos), el abuso del poder, en fin, ponen al investigador ante una problemática dificultosa que, no pocas veces y por motivos que no es el caso señalar, deja deliberadamente abandonada. Y así vuelve a abocarse, una vez más, a la pequeña esfera de los delitos convencionales que nutrió el estudio criminológico, y a los sistemas penales vigentes hasta la actualidad. Igualmente, será preciso estudiar criminológicamente la violencia terrorista y guerrillera que ha encontrado en el crimen una forma de liberación y que dice representar a los pueblos oprimidos, aunque no posee siquiera el consenso de éstos. Esa prejustificación del crimen, implícita en el accionar de estos grupos, conlleva inexorablemente a nuevas formas de violencia, opresión y esclavitud mucho más graves de lo que se pretende liberar. Se sabe de antiguo que cuando se debe apelar políticamente a la violencia homicida es porque se ha perdido el sentido ético de la vida y se delata la inexorable presencia de la propia insuficiencia y debilidad. Tanto el liberalismo económico, que suele informar a la sociedad capitalista de producción y consumo, cuanto el marxismo colectivista, parecieran sacralizar y absolutizar las ideologías e intereses que las definen. A través de ellas se da respuesta a todo. Así se deben instrumentar seres humanos, degradarlos en su dignidad, bastardear instituciones y derechos, porque lo único que im- LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 51 porta es el logro de los fines para una supuesta felicidad desplazada al futuro de un tiempo inescrutable. En ninguno de estos sistemas el hombre, honestamente, interesa. Al liberalismo económico capitalista, si bien aparece cobijando la libertad creadora individual, lo que le importa es la riqueza y el lucro como motor del progreso económico. Sus tecnócratas suelen creer que todo: espíritu, cultura, instrucción, educación, pasa por ese progreso económico sin límites que implica concurrencia competitiva como ley primordial, propiedad privada de medios de producción como derecho absoluto y sin cortapisa, sin las obligaciones sociales y morales correspondientes. Y así los privilegios ilegítimos impelen a una situación de dependencia opresiva tanto en lo interno como en lo internacional. También el colectivismo marxista conduce a una idolatría de la riqueza a través de la dialéctica de la lucha de clases que acepta como meta la dictadura del proletariado. La búsqueda de tal hallazgo deriva, al menos en la Unión Soviética y sus acólitos, en la dictadura del partido. Se forma así un régimen totalitario cerrado a las posibilidades de la simple crítica y el disenso. Y, al fin, la masificación del hombre, salvo la del grupo dirigente, que posee una situación de claro privilegio. En los países de América latina, en los últimos tiempos, se ha introducido una filosofícula: la llamada doctrina de la seguridad nacional vinculada a un determinado modelo económico que bien puede ser el del liberalismo, que deriva en el beneficio de élites. Se suprime la participación del pueblo en cualquier tipo de manifestación y decisión; se entroniza a esta doctrina como la defensora de un sentido de vida, el de la civilización occidental y cristiana, que no se sabe a ciencia cierta en qué consiste; 52 VlCTIMOLOGÍA se impone la fuerza militar y policial y se conduce deliberadamente a una profunda desigualdad de participación y a una suerte de respeto verticalista y opresivo. Esta somera descripción permite apreciar que casi todos los delitos arriba mencionados de una manera no exhaustiva, se producen casi siempre bajo estos sistemas totalitarios de derecha e izquierda, aunque algunos criminólogos radicalizados, que se dicen progresistas desde detrás de sus escritorios, sin el mínimo diapasón por el dolor humano, se jactan en endilgar la violencia de estos tiempos a determinados sistemas sociales. Es en la democracia, con todos sus errores y falencias, donde la dignidad y los derechos humanos tienen, quizá, la última posibilidad de acceder al respeto y a la cabal consideración que merecen. Cuando el ser humano interesa per se, por su simple virtualidad de ser, será posible planificar sensata y seriamente respecto de su presente y de su futuro. Frente a tantos casos de seres doblados por las tragedias de sus vidas —sean victimarios o víctimas— es necesario establecer una política o un programa preventivo para su seguridad y un sistema penal social amplio y sin desigualdades. La delincuencia no convencional que surge en los países de régimen totalitario, y la violencia que por razones totalitarias trata de doblegar a países democráticos (caso España), aparecen como un fenómeno socio-político. Es por eso que las estadísticas criminales dibujan delitos tradicionales mientras sus autores pueblan las cárceles de prevenidos o de condenados. No es fácil que tales estadísticas establezcan los genocidios, etnocidios, o los delitos provenientes del exceso de poder gubernamental que no sólo se refieren al terror y la tortura sino que pasan por los LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 53 grandes y graves delitos económicos y financieros, industriales, etc. Señala López Rey y Arrojo, durante casi 30 años jefe de la Sección de Prevención del Delito de la O.N.U.: "En términos generales puede decirse que la criminalidad no convencional es expresión del abuso del poder político, ideológico, económico, industrial y otros varios aspectos no siempre fácilmente separables. Ello ha dado lugar a que las Naciones Unidas presten particular atención a la criminalidad derivada de dichas modalidades del poder bajo el título de Crimen y Abuso de Poder: delitos y delincuentes fuera de la ley que fue discutido en el congreso de Caracas de 1980" ^\ El profesor español efectúa una enunciación de las múltiples modalidades del abuso de poder que es la que, a su criterio -—que comparto—, da lugar al mayor número de delitos innominados: a) Abuso de poder económico, industrial, financiero, bancario, tecnológico y científico. En tales modalidades, las grandes empresas multinacionales juegan un papel predominante pero no el único. Por supuesto que no es el único, ya que tales empresas requieren de un asentamiento y un eco en funcionarios administrativos, militares y civiles que conocen perfectamente sus manipulaciones y delitos, en detrimento siempre de la economía y de los intereses nacionales. b) La desestabilización por motivos político-económicos de regímenes legítimamente establecidos (levantamiento, golpe, insurrección, rebelión, etc.). Y, asimismo, la invasión o intervención de un país disimulada bajo una petición o por la existencia de una presunta situación crítica. 18 Manuel López Rey y Arrojo, Criminología Internacional, publicación del Instituto de Criminología de la Universidad Complutense de Madrid, en la Colección de Criminologia y Derecho Penal, Madrid, 1983. Del mismo autor. Criminalidad y abuso de poder, Ed. Tecnos, Madrid, 1983. "íi VlCTIMOLOGÍA c) El fraude económico. Dentro de una inacabable lista de modalidades, sobresalen la evasión de capitales, la ocultación de beneficios, la sirrulación de balances, la concesión de monopolios ilegítimos, fraudes en la importación y exportación de mercancías, especulaciones prohibidas, transferencias de bienes o existencias ilegales, fraudes en los planes de urbanización y obras de interés general y pagos ilícitos vulgarmente llamados "coimas" o "cometa" en nuestro país. d) La persecución polítxa a toda persona o grupo considerada como contraria o dudosa respecto del régimen imperante, mediante la utilización de los servicios policiales, militares, paramiliíares, judiciales, fiscales, etc. Bien conocemos en Latinoamérica que la simple disidencia sin participación en actividad revolucionaria e incluso política puede ser objeto de persecución. Basta, en ocasiones, aparecer en la agenda de algún detenido, vinculado o no a la subversión. También suele sufrir el arresto como rehén por algún familiar hasta que éste se entregue a los perseguidores. Delitos de amistad o de parentesco. . . que se materializan en detenciones sine die, uso de tormentos, castigos crueles e infrahumanos, ejecuciones, desapariciones, pena de muerte opresora y arbitraria. Esos actos pueden ser también llevados a cabo por facciones u organizaciones autotituladas revolucionarias de derecha o de izquierda que poseen "tribunales y cárceles del pueblo". e) Estrechamente unido a lo señalado en el párrafo anterior se halla el grupo de delitos vinculados al terrorismo, cuyas modalidades son varias. Asesinatos, lesiones corporales, tenencia de armas de guerra, imposición de "impuestos revolucionarios", tal como ocurre en estos días con la organización vasca Eía, asaltos, secuestros extorsivos, robos. LA VICTIMOLOGÍA EN LA CIENCIA PENAL 55 f) Producción industrial dañosa que escapa intencional o culposamente al debido control sobre la producción industrial, alimentación, farmacología, protección debida al medio ambiente o a la salud que provoca defunciones, enfermedades. g) El funcionamiento deficiente o abusivo del sistema penal, que se manifiesta de manera especial, pero no únicamente, en el creciente número de detenciones preventivas por largos periodos de tiempo y en la carencia de defensa o asistencia legal. La no investigación o la investigación deficiente de ciertos delitos, el rápido archivo de los habtas corpus, el pedido de instrucciones al poder administrador y la captación, a través de ciertas m-edidas judiciales, de la buena voluntad de dicho poder. h) El uso abusivo de los medios de comunicación llamados a servir los intereses del sistema. Obviamente, esto ocurre en los países capitalistas y marxistas y debe prestarse una atención sagaz en el estudio del lenguaje directo y subliminar que se emplea. El cúmulo de estos delitos no convencionales plantea la necesidad de una criminología inmersa en la realidad sociopolítica, atenta a la brutal violencia reinante y al menosprecio de los Derechos Humanos. Una ciencia para la libertad más que para la búsqueda de normas causales y axiomáticas que día a día habrá que poner en crítica revisión. La "pareja penal" es importante para una victimología escueta, proveniente de una criminología clínica tradicional que investiga delincuentes convencionales privados de libertad. Seguirá siendo importante en la elucidación de interrelaciones individuales que atañen a los hechos ilícitos más tradicionales (homicidio, robo, hurto, violación, estupro, privación de libertad, etc.) y en la me- 56 VlCTIMOIX>GÍA dida en que sus autores sigan poblando las cárceles o siquiera estén bajo proceso. Dicha "pareja penal" se ve superada por los crímenes no convencionales y por la violencia actual, con las modalidades enunciadas párrafos arriba. En estos casos queda inerme, sin relación alguna con el victimario o agresor, un pueblo victimizado. Será difícil hallar la "pareja penal" en hechos cometidos mediante técnicas modernas. Piénsese en un delito que se comete en pocos segundos a través de una computadora cuyos efectos se producen donde se encuentran las víctimas ¡a 20.000 kms. de distancia! CAPÍTULO II T I P O L O G Í A D E LAS V Í C T I M A S 12. La clasificación de las víctimas de Mendeishon. Para Mendeishon la víctima puede ser tan culpable como el crimina] en el hecho delictivo. Esta relación entre criminal y víctima se establece claramente, según advierte, al estudiar motivación y reacción en la "pareja penal", lo que daría lugar a la repartición similar de responsabilidades penales. Dependerá del examen de cada caso concreto la determinación de esta circunstancia. Establece un esquema gráfico de dos polos opuestos, que determina uno con O de culpabilidad y el otro con 100. Explica que la víctima que no es responsable criminológica ni penalmente estaría situada en el O y el criminal, obviamente, en los 100 grados. Sostiene que en la relación de la "pareja penal" es común encontrar que la posición del criminal y la víctima no se encuentran en polos opuestos sino en posiciones intermedias. Basándose en este tipo de esquemas y según sean las relaciones entre ellos, elabora diversas categorías de víctimas: a) La víctima enteramente inocente o víctima ideal. Es la que se suele denominar víctima anónima que nada ha hecho o nada ha aportado para desencadenar la situación criminal por la que se ve damnificada. Es total- "SS VlCTIMOLOGÍA mente ajena a la actividad del criminal: el caso de la mujer a la cual el delincuente le arrebata un bolso que lleva consigo. Al delincuente le da lo mismo que sea ella u otra. Le interesa sólo el bolso y su contenido, b) La víctima de culpabilidad menor o por ignorancia. En este caso se da un cierto impulso no voluntario al delito. Pero el sujeto por cierto grado de culpa o por medio de un acto poco reflexivo causa su propia victimación. Es el caso de la pareja de enamorados que mantiene relaciones sexuales al aire libre o en un sitio no muy oculto de las miradas o de la posibilidad de ser advertidos. Son atacados por una pandilla y sucede la violación de la muchacha y la muerte del joven amante. c) La víctima es tan culpable como el infractor (víctima voluntaria). 1) Los que cometen suicidio tirándolo a la suerte. 2) El suicidio por adhesión. 3) El caso de eutanasia en que la víctima sufre de una enfermedad incurable (o ha tenido un accidente gravísimo aislado de toda posibilidad médica) y no pudiendo soportar los dolores implora que se le ayude a morir. Aduce Mendelshon que en estos casos la víctima es tan o más responsable que el autor. Siempre debería despuntar un análisis lógico crítico de los hechos. Supóngase un médico que progresivamente va señalando a su paciente que no tiene remedio y que por lo tanto no le queda otra posibilidad que morir, hasta que el enfermo le solicita la inyección letal. En este caso cabría una clara instigación y ya no se trataría de la víctima suplicadora que por su propia voluntad y ante sus TIPOLOGÍA DE L^s VÍCTIMAS 59 crueles padecimientos, solicita desesperadamente la muerte. Para graduar certeramente la actividad del agredido en la ocasión, es imprescindible efectuar una investigación previa y determinar frente a qué tipo de pareja situarnos. Enrico Ferri, en el prólogo de El suicidio, decía que; "El que da muerte a otro con su consentimiento no es jurídicamente responsable si ha sido determinado a la acción no sólo por el consentimiento de la víctima sino por un motivo moral, socia"^ y legítimo; en cambio, será jurídxamente responsable si ese motivo en su acción es inmoral, antisocial y antijurídico". Esta observación conduce derechamente al problema de la legitimidad de la eutanasia. Dependerá de la postura que se adopte respecto del consentimiento de la víctima y si ésta ha sido la determinante de la acción y si puede ser (o llegar a ser) causa de justificación pata el autor. Quedaría también la tesis moral de justificación de este homicidio según la apreciación que de la moral se tenga en una estructura social dada. Existe al respecto un precepto claro dentro de las sociedades occidentales atenidas al principio "no matarás". Será preciso recordar este precepto cuando el Estado aplica la pena de muerte, que es un asesinato frío, legal, en día y hora determinada, y que evidentemente no ayuda a "bien morir" a nadie. . . 4) La patela criminal. Se trata del mcubo y el súcubo que intentan el suicidio y que ya ha sido tratado en otro parágrafo. d) La vícíima más culpable que el infractor. Para Mendelshon los casos serían los siguientes: 1) La vícíima provocadora. Es aquella que por su conducta incita al autor a cometer ilicitud penal. Este tipo 60 VlCTIMOLOGÍA de víctima desarrolla un papel notable en la criminodinamia desde la génesis delictual, ya que tal incitación crea y favorece la explosión previa a la descarga que significa el crimen. El caso más común se da en los homicidios pasionales, sobre todo en las celotipias cuando, por ejemplo, la mujer sabiendo que el marido es extremadamente celoso lo provoca, lo azuza con su conducta inconsciente a punto que produce la descarga que culmina en su muerte. 2) La víctima por imprudencia. Es la que determina el accidente por falta de control. Quien deja el automóvil mal cerrado o con las llaves puestas da la impresión de que estuviera llamando al ladrón. . . e) La víctima más culpable^ o únicamente culpable. Aquí Mendelshon efectúa una subclasificación: 1) La víctima-infractor. Se trata del sujeto que, cometiendo la infracción, resulta finalmente víctima. Es el caso del culpable de homicidio por legítima defensa. 2) La víctima-simulante. Quien acusa y logra imputar penalmente con el deseo concreto de que la justicia cometa un error. 3) La víctima-imaginaria. Se trata por lo general de individuos con serias psicopatías de carácter y conducta. Es el caso del paranoico reivindicador; querulante; perseguido-perseguidor; interpretativo histérico; mitómano; demente senil; del niño púber (sobre todo las jovencitas). En estos casos no existe la víctima en el sentido exacto del término porque simplemente no ha habido infracción. Sólo sirve para señalar a un autor imaginario ante la justicia penal y habrá que evitar que se cometan errores judiciales contra un inocente. En el proceso se debe seguir y perse- TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS 61 cjuir al presunto damnificado o víctima, teniendo muy en mira que pueda resultar finalmente el cabal responsable del hecho. Menciona los casos de la muchachita histérica que induce a error a sus padres y, por ende, a la justicia, ya que éstos denuncian a una persona por violación —que resulta detenida y procesada— siendo que el delito nunca había ocurrido. Mendelshon concluye calificando a las víctimas desde el punto de vista represivo en: 1er. grupo: La víctima inocente. En este caso le será aplicada al infractor la totalidad de la pena o integral, sin ninguna disminución, debido a que la víctima no ha tenido ningún rol. 2do. grupo: La víctima provocadora. La víctima por imprudencia. La víctima voluntaria. La víctima por ignorancia. Estas víctimas han colaborado en la acción nociva y existe una culpabilidad recíproca, por lo cual la pena debe ser menor para el victimario. Ser. grupo: La victima agresora. La víctima simuladora. La víctima imaginaria. En estos casos son las víctimas las que cometen por si la acción nociva y el inculpado debe ser excluido de toda pena. Una primera critica a esta última subclasificación es que el investigador israelí incurre en una generalización determinista. No se puede calificar la penaHdad o la sanción a priorí. En materia penal siempre se está frente a situaciones singulares. No son partidas de ajedrez que hasta cierto número de jugadas se conocen de antemano. El hombre y sus actos merecen siempre el interrogante, 62 VlCTIMOLOGÍA el asombro y, al fin, la comprensión. Que la víctima tenga una actitud concreta provocadora y coadyuvante no implica ignorar o desconocer la personalidad del autor del suceso penal. Esta calificación no se puede hacer de antemano según sea la acción y participación de la víctima. El delincuente es importante y es posible que sucumba a la seducción de la víctima colaboradora cuando el sujeto demuestra ser de una u otra forma socialmente peligroso. Es decir, bien pudo cometer el crimen sin la colaboración de la víctima que, en el caso, pasaría a ser accidental. Se trata de una cuestión circunstancial a tener muy en cuenta por el juzgador. Sin desconocer que la víctima juegue decisivamente, entre otras circunstancias, la convicción la dará el decurso de la concreta producción de los hechos y sus motivaciones. Esta elucidación permitirá graduar (no de la manera taxativa como lo hace Mendelshon) de una forma mucho más controlada y ajustar la pena que en definitiva deberá recaer. ] 3 . Tipdcgías vid-imales. He mencionado en el parágrafo 5 la clasificación propiciada por von Hentig incorporada a la victimología como tradicional, aunque el transcurso de los años la ha envejecido. Luis Jiménez de Asúa ensaya una nueva clasificación y ubica a las víctimas en dos categorías sustanciales: indifwentes y determinadas. Juega un papel importante en esta calificación el plano y la óptica en el que se mueve el delincuente. Dice: "Pensemos, por ejemplo, en el que sale a la calle con el objeto de atracar a cualquiera, al primer transeúnte. Para él la víctima es indiferente: sea hombre o mujer, no le interesa ni su nom- TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS 63 bre ni su condición, lo único que le importa es apoderarse de lo que lleva en el bolsillo, con el grito que se hizo famoso en España de «la bolsa o la vida». Pero, en cambio, otras veces la víctima no es indiferente. AI hombre que mata a la mujer que le ha sido infiel, no le da igual matarla a ella que matar a otra mujer; tiene que ser determinada, concreía, esa mujer, en el crimen pasional". Más que una clasificación se trata de una sistematización de tipo genérico y escueto atractivo. Propone una nueva categorización entre las víctimas determinadas a las que divide en resistentes y coadyuvantes, ya que advierte terminantemente que las víctimas anónimas o indefinidas no tienen mayor interés para la victimología. Pone como ejemplo concreto de víctima resistente a quien ante un ataque con un cuchillo o un revólver, se defiende de tal manera que pueda llegar a matar en legítima defensa. En cambio, quien envenena a otro suele pensar que la víctima será capaz de resistir y, por lo tanto, supone que el intento puede quedar desbaratado y mata no dando oportunidad de defensa. Lo que acontece con los atentados contra la vida y la integridad corporal, acaece también en los delitos contra la propiedad. Al arrancarle un reloj a una persona se le obliga a que lo entregue mediante intimidación, lo que constituye el robo clásico. El medio empleado puede ser también extorsivo y, otras veces, se emplea el ardid o engaño. Señalaba que lo mismo acontece en los delitos contra la honestidad. Expresa Jiménez de Asúa: "Podemos poseer a la mujer de modo violento, intimidándola, lo que implica violación, o bien engañándola con la promesa de matrimonio, lo que implica estupro. En el fondo se trata de víctimas resistentes de modo expreso o presunto". Indudablemente para la victimología, las víctimas más impor- 64 VlCnMOLOGÍA Lantes, dentro de los delitos convencionales, son las coadijuvantes. En este rubro están comprendidas aquellas que participan del tiranicidio, los homicidios "justicieros", los homicidios pasionales, el duelo, la riña, el suicidio, el rapto (incluso el consentido), los delitos sexuales, las muertes y lesiones en accidentes causados por otros y, fundamentalmente, en aquellos contra la propiedad, la estafa. 14. Otras clasificaciones. El investigador hindú Fattah efectúa una clasifica" ción de las víctimas en la que, si bien se ciñe a conceptos extraídos de von Hentig y Mendelshon, presenta ciertas originalidades: A) Víctima provocadora. Es la que desempeña un rol decisivo desde el punto de vista etiológico porque incita al delincuente a cometer la infracción. Describe dos tipos: el pasivo y el activo. 1) El tipo pasivo (provocación indirecta). Es el individuo que por su negligencia o imprudencia favorece la situación propicia del crimen, incitando indirectamente al delincuente a accionar. Los ejemplos clásicos son el del automovilista que deja sin cerrar correctamente su automóvil en la vía pública o con las llaves puestas en su interior. O el del comerciante que expone la mercadería de manera atrayente pero muy al "alcance" de los clientes y sin vigilancia ostensible, tal como ocurre en ciertos supermercados. 2) El tipo activo (provocación directa). Este tipo de víctima desempeña un rol más concreto, relevante en la descarga del crimen. Existen dos variedades: TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS 65 /) La víctima consciente es la que incita a la acción como agente provocador o promotor. Desea el acto delictuoso y hace todo lo que puede y está a su alcance para que se produzca: toma la iniciativa, solicita, exige la intervención. "Se encuentra a menudo a esta víctima instigadora, rogante o solicitante en ciertos casos de homicidios deseados; de los menores que incitan al agente a violar las leyes destinadas a su protección; o el de individuos incitando a alguien para que lo mutile a fin de salvarse del servicio militar; o el del aborto practicado sobre la víctima a su pedido. Esa categoría de víctima —dice Fattah— es entonces casi identificable con el malhechor como su cómplice". / / ) La víctima no consciente que provoca la acción. En estos casos la víctima, al contrario de lo señalado en el tipo anterior, no incita al acto pero lo provoca con sus reacciones conscientes o inconscientes. Las variedades principales son: a) La víctima del acto cometido por el otro en estado de legítima defensa. Ha provocado con su agresión el ataque que se emprendió contra ella y que pueden determinar su muerte. b) La víctima "iprecipitante". Este término señala a la persona que ha provocado el acto cometido en su contra, sea recurriendo a la fuerza física o mostrando un arma, por ejemplo. c) La víctima que por actos injustos o bien por insultos ha hecho perder al victimario su sangre fría y lo ha incitado al atentado en su contra. El otro gran grupo está señalado por: 66 VlCTIMOLOGÍA B) Víctima participante. Si bien la víctima provocadora desempeña un papel preponderante en la génesis del crimen, la participante se sitúa generalmente en la fase de la misma ejecución. Su participación puede consistir en una actitud pasiva, que facilita la ejecución del crimen, o en una forma activa. Describe los siguientes casos: 1) El tipo pasivo: Se caracteriza por su actitud favorable a la realización del crimen. Pasividad que puede tomar diversas formas: Simple deseo de que el acto sea cometido. Consentimiento: por persuasión; por ignorancia de ía naturaleza del acto a causa de la edad joven; por deficiencia mental. Sumisión, resignación. Complicidad. Indiferencia, indolencia, apatía, letargo. Todas estas actitudes son favorables a la ejecución del crimen, sin alcanzar empero la deliberación que implica el consentimiento. 2) El tipo activo: Aquí la víctima trae una participación directa en la infracción. Señala los siguientes casos; la víctima contribuyente; la víctima cooperadora; la víctima colaboradora; la víctima coadyuvante. Explica Fattah que la víctima puede ser sucesivamente provocadora (instigadora o suplicadora) en la fase de descarga y participante en la fase de ejecución, constituyendo en tal modo un tipo mixto. En estos casos desempeña un rol activo en el cometido de la infracción penal, ya sea que actúe conjuntamente con el culpable (la menor consciente en los casos de rapto o violación) o que preste una ayuda o asistencia cualquiera al autor. TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS (H De un trabajo de Hilda Marchiori (ob. cit.), extraigo una sistematización interesante referida fundamentalmente a la relación autor-víctima del delito, en que se analizan los mecanismos psicológicos de las circunstancias del encuentro entre ambos: a) víctimas pertenecientes al mismo grupo familiar del autor del delito; h) víctima conocida; c) víctima desconocida. En cuanto al primer grupo, señala el maltrato a menores, homicidios por celos, alcoholismo, incesto y un gran número de delitos que no son denunciados, como lesiones e impudicicias con menores. "Hay niños que desde los primeros meses de vida y en algunos casos desde los primeros días, son víctimas de maltrato, torturas, castigos generalmente ocasionados por los padres o familiares del menor. Niños abandonados y menores drogadictos que llegan a esta situación de delincuencia por la carencia de cuidados maternales y de la patología del núcleo familiar". Menores explotados por sus padres en el plano laboral, que son estimulados a robar para asistir económicamente a la familia. Son víctimas que muy probablemente se conviertan en futuros delincuentes. En el homicidio por la "identificación emocional" (celos), el agredido mantiene una relación sado-masoquista con el autor. Se observa que los celos entre la pareja conducen inexorablemente a la autodestrucción. Y en el homicidio que se produce en el grupo familiar tras la ingesta de alcohol, éste actúa como desinhibidor de la agresión ya que generalmente existe una dinámica interna de tipo persecutorio en el autor del delito. En el caso de la víctima conocida para el autor, se dan diversas circunstancias: cercanía domiciliaria, de trabajo, etc., que permiten conocer la situación y costumbres 68 VlCTIMOLOGÍA de la víctima, para cometer delitos de robo, sexuales, homicidios por venganza, entre otros. En los supuestos de víctima desconocida para el autor, casi siempre existe una visualización previa de ciertas circunstancias, que también se refieren al lugar de ocurrencia de la agresión, como en el caso de las pandillas que hacen víctimas de delitos sexuales o el caso del exhibicionista que efectúa una rápida selección de su víctima impresionable frente a su conducta patológica. Muchas prostitutas, por el simple hecho de ejercer tal comercio, están propensas a ser víctimas de delitos de robo, lesiones y, acaso, homicidio. 1 5 . M i clasificación. Víctimas individuales, familiares, colectivas y sociales. No resulta fácil asir el número, calidad y covariantes de las víctimas individuales, bidimensionales y colectivas o comunitarias en los tiempos que corren. No en todos los casos se advierte activamente el mecanismo interaccional entre los principales actores del delito. De ahí que con respecto a los delitos convencionales parece muy poco lo que se pudiera agregar. Por lo demás, ya se ha desandado un cuarto de siglo desde que Mendelshon hablara de la pareja penal y diera pie a su clasificación que otros autores han retomado con ligeras variaciones. En ese lapso se ha amplificado, paralelamente, la cantidad de delitos no convencionales, y la celebérrima "pareja penal", como ya he dicho, no puede celebrar ningún connubio, desde que pocos victimizan a muchos, sin siquiera conocerse, aunque se sabe que la víctima siempre está allí. . . Recogiendo esas experiencias pretendo esbozar una clasificación más moderna y dinámica, cuya característica esencial estriba en que no es —-ni podría ser— exhaustiva. 69 TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS Divido a las víctimas en: a) individuales; b) familiares; c) colectivas; d) sociales (o del sistema social). Inocentes. Sin actitud victima! Resistentes. a) Individuales Con actitud victima! , culposa Con actitud victima! dolosa IT Provocadoras (legítima defensa). Provocadoras genéricas. Cooperadoras o coadyuvantes. Solicitantes o rogantes (mutilación, eutanasia). Por propia determinación (suicidio). Delincuentes (ciertos timos en la estafa). b) 'Familiares Niños golpeados y explotados económicamente jo, instigación a robar). Mujeres maltratadas. Delitos del ámbito conyugal (traba- (violación, incesto). Los delitos de índole familiar escasamente llegan a conocimiento de la justicia y tal vez constituyan -^dentro de los delitos convencionales'— los que engrosan de manera más elocuente la llamada "cifra negra". Incluyo a los menores golpeados, que constituye un hecho reiterado en estos tiempos, porque se trata de una forma de victimización que engendra grandes resentimientos y desequilibrios emocionales que conducen frecuentemente a la delincuencia. ^^ Los términos doloso y culposo no tienen aquí las connotaciones de la ley penal, sino que se trata de subrayar los matices de la actitud victima!. 70 c) VlCTIMOLOGÍA La comunidad como Nación Alta traición. Rebelión. Sedición. ' Levantamientos. Toda otra forma de conspiración para derrocar un gobierno legítimamente establecido. La comunidad social Terrorismo subversivo. Genocidio. Etnocidio 18 Delitos de "cuello blanco" cometidos por particulares (fraude bancario, financiero). Polución de la atmósfera, la tierra y las aguas. Falsificación de medicamentos. Falsificación de alimentes. Tráfico internacional de drogas. Compra fraudulenta de armas de guerra. Abu'jo de poder gubernamental. Terrorismo de Estado. Abuso de poder económico estatal. Evasión fraudulenta de capitales por funcionarios. Ociiltación de "beneficios" por funcionarios. Monopolios llénales. Especulaciones ilegítimas desde el poder (con motivo de' c>noc'miento de desvalorizaciones monetarias, por ejemplo). Fraudes con planos urbanísticos. Persecucionet, políticas a disidentes de todo tipo Censura y uso abusivo de medios de comunicación. Determinados grupos comunitarios p o r medio del sistema penal Leyes que crean delincuentes (diogadictos, usuarios, tenedores). Menores con conductas antisociales. Detenidos en sede policial (vejaciones, tratamiento cruel, tortura). Inexistencia de asistencia jurídica. Exceso de detenciones preventivas. Prisioaes de máxima seguridad, promiscuas, que sólo atienden al depósito. Inoperancia en la reinserción social de liberados (definitivos o condicionales). Dificultades para el resarcimiento económico de las víctimas. Colectivas 1* Considero que tanto el genocidio como el etnocidio son delitos que, más que a determinados grupos, afectan a toda la comunidad social. De ahí la inclusión que efectúo. TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS d) Víctimas de la sociedad o del sistema social 71 Niños material o moralmente abandonados. Enfermos. Minusválidos. Locos. Ancianos. Sumergidos sociales. Minorías étnicas, raciales y religiosas. Homosexuales. Algunos casos de accidentes de trabajo. Esta última categorización referida a las víctimas sociales se incluye por sus posibilidades ciertas -—debido a su propia debilidad y falta de asistencia— para constituirse en víctimas de delitos. Y en ciertos casos devenir delincuentes. 1 6 . La "víctima nata". Cristo como víctima. Algunos autores, como una suerte de especulación asistemática e hipotética, señalan la existencia de víctimas que tienen una inclinación natural a serlo. Una tendencia de raíces biológicas, tal vez metabólicas, un destino, en fin, que las lleva naturalmente a sufrir reiteradas tropelías y delitos en su contra. Recuerdan un tanto a una película cinematográfica francesa que se conoció en la Argentina con el nombre de "Mala pata", donde el protagonista iba sufriendo varias veces al día debacles y agresiones, algunas delitógenas, sin solución de continuidad. Se ha querido avalar con bases estadísticas este tipo de situaciones. Se habla también de familias que tienen una tendencia o predisposición especial a transformarse en víctimas. El ejemplo que le he escuchado al profesor Drapkin es el de los Kennedy. Como se recordará, John Kennedy fue asesinado siendo presidente de los Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con su hermano Robert, candidato a la presidencia; otro hermano pereció en un ac- 72 VlCTIMOLOGÍA cideníe de aviación; Edward Kennedy también sufrió en su momento un accidente de aviación y cayó en un barranco en otro accidente automovilístico; a un hijo de Edward debió amputársele una pierna, y a un hijo de Robert se lo acaba de hallar muerto por la ingestión de una sobredosis de droga. En fin, una cantidad nada común de casos y circunstancias que hace que esta familia pueda ser considerada con una suerte de inclinación genética a la victimización. Debe tratarse de una inescrutable labilidad, como dicen en el interior del país, un "mal de ojo" que recae sobre toda la familia Kennedy proclive a una cantidad de hechos victimizantes. El profesor belga Severin Vérsele señala: "El ligamen psicológico de la pareja criminal reviste las formas más diversas, desde la provocación directa al delito por parte de la víctima hasta la desconcertante constatación de que existen víctimas predestinadas, que circunstancias particulares parecen impulsar a devenir víctimas por vía de algunos factores psicológicos y sociales"; y agrega seguidamente: "A nosotros nos parece que existen sujetos predispuestos a ser víctimas, como existen sujetos de escasa resistencia que permiten a los microbios invadir fácilmente un terreno favorable predispuesto. La víctima nata parece ser una realidad viviente cuya aptitud específica a ser víctima se explica con particularidades biopsicológicas y psicosociales, estas últimas siendo tal vez el resultado de aquéllas" (citado por Aniyar de Castro, pág. 63). En nuestro país se ha dado el caso de comercios que han sido asaltados varias veces incluso en un mismo año. El diario "Clarín", en su edición del 1° de noviembre de 1983 trae un sugestivo título: "Asaltó cinco veces a un repartidor de soda", y narra cómo un mismo delincuente. TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS 73 "pirata del asfalto", en cinco oportunidades sucesivas, entre mayo de 1982 y octubre de 1983, asaltó durante su recorrido al mismo camionero que repartía sifones de soda a domicilio " . Así como Lombroso pretendió precisar y describir al "delincuente nato", se trata de remedarlo a través de la posible existencia de la "víctima nata". No es novedad que la criminología clínica ha dejado de lado esa teoría y su investigación, aunque hace pocos años se reavivó la idea, frente al presunto descubrimiento en personalidades criminales de variantes en sus cromosomas. La búsqueda de este tipo particular de criminalidad, de esa variedad antropológica y biológica, ha cesado prácticamente. Los criminales están entre nosotros y se nos parecen cada día más. . . Inútiles las probetas y las distancias asépticas. Similares razones u otras parecidas atañen a la cautela con que se debe acoger el concepto de "víctima nata". Podrá hablarse en el mejor de los casos de "víctima latente" considerando diferencias de actitud para constituirse ciertas personas en víctimas. Ésa es una realidad constatable, según datos experimentales. De ahí que Aniyar de Castro señale (pág. 6 3 ) : "hablar de víctima nata sería un anacronismo doctrinal, puesto que ni siquiera de los sujetos subnormales, los más representativos, podemos asegurar que sean arrastrados por fuerzas inescrutables a convertirse en víctimas. Así como todos los subnormales no son a fortiori criminales". El concepto' puede conducirnos a los excesos de una "caza de brujas" ya que la palabra predestinación es un vocablo cuya semántica resulta cargada de un sentido de magia o de religión. Agrega la autora venezolana: "Tal 13 Ocurrió en La Matanza (Villa Madero, Prov. de buenos Aires). 74 VICTIMOIJOGÍA vez la única víctima nata que podamos concebir sea Cristo, nacido para morir asesinado, que psicológicamente estaba determinado a autorrealizar la muerte que lo justifica. . . ". Sócrates, que fue un innovador en Atenas para su tiempo, terminó aceptando la necesidad de su muerte y desechando los ruegos de sus discípulos Platón y Jenofonte para que se exiliase. El caso de Cristo, dejando de lado dogmas y puestos en la Tierra, se le parece en cuanto refleja la incomprensión a un visionario a quien, ni su época ni los jueces de ésta, pudieron, quisieron o supieron entender. Desentrañar el sentido de esa vida y si esa muerte era predeterminada excede los parámetros de la victimología aunque, con la mira interpretativa actual, puede hablarse con la debida cautela de una víctima coadyuvante por su altiva y reiterada actitud de testimonio ante sus jueces, aun sabiendo que éstos podrían condenarlo a morir (¿búsqueda inconsciente de su fin?). Y coadyuvante en su sentido poco convencional: buscó ser comprendido hasta el último momento. En su actitud se plantea la comprensión y el amor entre los hombres. La de sus jueces es exactamente opuesta en plano a esa comprensión que se les reclama. No advierto factores predisponentes ni aun en la aceptación de la propia muerte y el perdón a sus ofensores para definir, en los términos difusos con que lo hacen los victimólogos a esta víctima, como "nata". Habrá que estudiar la existencia de factores subyacentes que predispusieron a la elección de Cristo como víctima sin olvidar que la víctima nunca se da sola o al acaso. A su costado o a su frente siempre se encuentra el victimario. Desde otro ángulo, resulta Cristo una de las escasas víctimas que perdona a sus asesinos intelectuales y materiales. Actitud en la que seguramente se inspirara Juan TIPOLOGÍA DE LAS VÍCTIMAS 75 Pablo II cuando visitó en la cárcel de Rebibbia, a fines de diciembre de 1983, a quien atentara contra su vida dos años antes, Mehemet Ali Agca, para ratificarle su perdón y de quien, según expresara, recogió expresiones de arrepentimiento. 17. Víctimas a pesar de sí mismas. Los sumergidos sociales. Existen víctimas a pesar de ellas con predisposición latente a convertirse en victimarios. Son los sumergidos sociales, los desposeídos, las familias hambreadas que viven en habitáculos misérrimos de latas y madera o materiales prensados, sin posibilidades de asistencia ni acceso a los medicamentos cuando son necesarios, acarreando agua desde allí donde ella se encuentre para las necesidades higiénicas. De espalda a toda expresión de instrucción y cultura. Desconocen al autor o autores concretamente responsables de su victimización. No les ofrece un rostro. Pero son muchos los que han convalidado tanta monstruosidad y creen que estos sumergidos sociales, subculturalizados, están así porque lo son por "derecho natural" o porque les gusta. Esa violación consecuente de sus Derechos Humanos y la situación a las que se los ha arrojado, los convierte forzadamente en víctimas de un sistema social. Y quienes nacen en esas pocilgas y allí desarrollan sus vidas están más cerca de la victimización nata que aquellos inducidos por esotéricos determinismos. Hay en estos casos una indiscutible facilidad y propensión para devenir delincuentes, en el sentido de "pobre diablo", previa victimización. Una suerte de víctimas contra sí mismas que suelen transformarse en delincuentes por el denominador común del resentimiento. 76 VlCTIMOLOGÍA Es posible que en el futuro la victimologia establezca científicamente las leyes que dirigen los procesos de victimización social y los factores de ideologización que confluyen para que ello ocurra. CAPÍTULO III V I C T I M O L O G Í A Y LEY P E N A L 18. El art. 4 1 , inc. 2?, del Código Penal. En el Código Penal se verifica la existencia de un precepto muy anterior al advenimiento de la victimología como disciplina del campo penal. Empero, sería poco serio endilgar a Rodolfo Moreno que haya tenido la premonitoria intención de contemplar expresamente la situación de la víctima y su comportamiento para graduar la penalidad aplicable al responsable del delito. Ocurre, sin embargo, que la norma está formulada de tal manera que cabría una interpretación más actual. Si el precepto avanzó sobre una victimología inexistente, habrá sonado la hora en que ésta avance sobre él. Dice el art. 41, inc. 2°, del Cód. Penal: "El juez deberá tomar conocimiento directo y de visa del sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho, en la medida requerida para cada caso". Zaffaroni, al referirse al origen de la norma, señala que proviene del Proyecto de 1917 en cuya Exposición de Motivos se lee una de las razones explícitas que la introdujeron: "no habrá así penados que ignoren al juez que los juzgó". Menciona como antecedentes legales al art. 70 del Código de Procedimientos de San Luis de 1906, que aún rige, y al art. 7 del Código Procesal de la Prov. de Buenos Aires, ambos proyectados por Tomás 78 VlCTIMOLÜGÍA Jofré ^. La naturaleza y filiación de la norma es de carácter procesal aunque cumple también una función "de fondo" que es la de obligar al juez a valorar la peligrosidad del autor tal como la reconoce al momento de sentenciar, sin que dicha misión pueda delegarla", t^a^función procesal está dada en el hecho que permite al justiciable tener la última palabra ante el tribunal y entrar en contacto con quien deba juzgarlo. Sería equivalente a aquello de "¿tiene algo más que agregar. . .?". Cóncuerdo con el precitado autor en la obligatoriedad de esta visita de visu y la nulidad de la sentencia que su incumplimiento acarrea, pero a la vez pregunto qué ocurre con la víctima cuya comparecencia aparece igualmente normada. Casi todos los autores se refieren al procesado y soslayan la necesidad de esa presencia de la víctima, tan siquiera con respecto a algunos delitos donde su participación pueda resultar decisiva para una exacta valoración criminogenética y causal (estupro, estafa, tentativa de homicidio, etc.). Cierto es que en los antecedentes legislativos señalados, las precisiones se establecen respecto a quien va a ser sentenciado y no se ha subrayado obligatoriedad alguna con respecto al reconocimiento de la víctima por el juez. Considero que en los procedimientos escritúrales, por un principio mínimo de inmediatez, el juez debe obligato20 Esas disposiciones le habían sido sugeridas a Jofré por Rodolfo R i ' varóla, en una carta, transcripta por el propio jofré, en la que dice: " N o olvide la presencia del reo ante el juez cuando está terminada la discusión de la causa. Muchas consecuencias graves y muchos errores irreparables se producen porque nadie ve al reo, si no es e! comisario que lo prendió o el secretario que le recibe la ratificación de la indagatoria, y a veces el juez de primera instancia. No siempre el defensor. Nunca el fiscal, que acusa sin saber a quién. Jamás los tribunales superiores que le condenan definitivamente, aun a muerte". Véase Eugenio Raúl Zaffaroni, Tratado de derecho penal, Parte general, t. V , p. 335, Ediar, Buenos Aires, 1983. Vl(-riMOLOGÍA Y LEY PENAL 79 riamente conocer a quien va a sentenciar pero también a la victima. En el juicio oral ello resulta obvio y extremadamente saludable. Acepto que se trate de introducir, cumpliendo estrictamente el precepto legal, ideas criminológicas en el ámbito de la ley procesal por un principio de equilibrio y practicidad y a fin de que no se siga sentenciando, como suele ocurrir, simples legajos más que seres humanos. El conocimiento del obrar de la víctima, la interacción en la conducta delictual, ese desandar la relación de la pareja penal, en muchísimos casos va a influir positivamente en la graduación de la pena y a advertir las modalidades de la participación victimal. Ello se traducirá en sentencias más justas y certeras. En nuestro país, al menos en la justicia nacional y federal, este artículo y su implicancia son objeto de aplicación escasa. En modo alguno se llama sistemáticamente a la víctima para tener un conocimiento directo o personal de ella o para ser oída por jueces de sentencia y mucho menos por el tribunal de alzada ^\ Es más. La visita "de visu" que efectúa el procesado queda librada al deseo del juez de hablar con quien va a recibir la sentencia. Me consta que procesados, detenidos o en libertad provisional, al comparecer ante un juez de sentencia, van con la ilusión de volcar su visión de los hechos, sus sentimientos y acaso a aceptar su culpabilidad o explicar motivaciones que induzcan al juez a clarificar ciertas circunstancias que el expediente no revela y él no conoce, por la permanente delegación de funciones de nuestros tribunales. Ocurre que buena parte de los jueces mantienen con 21 Algunos jueces, y el propio Zaffaroni entre ellos, me ind'caror. que el conocimiento de la víctima suele ocurrí'- en delitos de índole sexual y muy difícilmente con respecto a otros hechos. Ningún juez en el fuero de la Capital Federal utiliza sistemáticamente de estas visitas que prescribe la ley penal. 80 VlCTIMOLOGÍA ellos una charla burocrática de rutina, referida a si en esos momentos trabajan o que es lo que piensan hacer cuando salgan en libertad, si poseen familia y datos por el estilo. No es la primera vez que me detengo con alarma ante esta suerte de corruptela e insisto en que muchas veces la visita del artículo 41 pareciera depender del volumen de causas, del trabajo del juez ese día o de su "humor hepático", cuando debería ser una reunión clarificadora y recoleta. Algunos magistrados me señalaban que ellos no desean verse influidos por la presencia o la palabra de personas a las que deben juzgar. Que el hecho de aplicar la ley penal está exento de otra valoración que no sea la que surge del Código Penal y que su función consistiría en la interpretación de la causa y de los hechos que ésta ventila. Finalmente agregan que el prevenido siempre tiñe las cosas del color de su interés. Creo que esos jueces tienden a concretar una justicia técnico-jurídica y legalista, desvinculándola del ser humano que es el centro del suceso penal. Una ley perfecta, un proceso perfecto y una interpretación perfecta, pero deshumanizados, recuerdan al mundo tecnocrático de los robots. ¿Qué podría decirse entonces de la víctima? Por un lado, se ve absolutamente olvidada y desprotegida. Por el otro, pudo tener en el suceso penal una actividad mayor o menor que pueda llevar al juzgador a un conocimiento sustancial de circunstancias que muy pocas veces han sido arrimadas al proceso. A una justicia enmarcada en un derecho penal social toca incluso el conocer la situación y circunstancias actuales que viven victimario y ofendido. Conocer y evaluar otros aspectos, como el concerniente a si la víctima ha quedado material y moralmente abandonada, para VlCTlMOLOGÍA Y LEY PENAL 81 graduar cabalmente la indemnización que restañe en parte su situación. En síntesis, como ha señalado Jiménez de Asúa, si los jueces cumplieran el precepto del art. 41 del Cód. Penal, se haría algo para que la justicia sea más humana. Sin contar con el hecho de poder apreciar si la víctima ha sido coadyuvante, resistente o indiferente y también para graduar debidamente la pena. Un código penal moderno no puede soslayar estas consideraciones y así ocurre, entre otros, con el Código Penal mexicano para el Distrito Federal y muy especialmente con el de los estados de Michoacan y Chihuahua, que gradúan la penalidad aplicable según sea la conducta de la víctima y prevén el conocimiento personal del juez. El de Michoacan prescribe la atención expresa del juzgador en la relación entre el delincuente y el ofendido. 19. Peügrosidad social y legal de la víctima. El rol de la víctima se tiene poco en cuenta. La relación criminal-víctima y el papel jugado por ésta en la producción de la infracción han sido escasamente recogidos por la jurisprudencia del país. Lo que existe a su respecto son esquemas teóricos y no hay normas que consagren y leglameníen explícitamente ciertos aspectos referidos a la víctima. La investigación del sujeto pasivo del delito permitiría obtener mejores y más consecuentes realidades. Se ha dicho, no sin razón, que este tema ha sido descuidado y que vale la pena que los criminólogos lo señalen porque atañe a una de las cuestiones importantes que se plantean en política criminal. En ese desequilibrio o equilibrio de fuerzas que da por resultado un delito, habrá que caber hasta dónde llegaron la actitud y la aptitud criminal y hasta dónde, la actitud y aptitud victimal. 82 VlCTIMOLOGÍA El artículo 62, inc. 5°, del Código Penal italiano se refiere al tema, atenuando la sanción cuando "haya concurrido a determinar el evento... el hecho doloso de la persona ofendida". Aniyar de Castro es partidaria de un ensanchamiento de este atenuante, a fin de que comprenda todo hecho provocador de la víctima y no sólo a la persona ofendida de manera que no se exija estrictamente el dolo sino cualquier otra actitud idónea. Para el art. 64 del Código Penal suizo basta considerar que el autor "haya sido inducido a tentación grave por la conducta de la víctima", dado que el que induce al otro a la tentación grave de cometer un delito es poseedor de una culpabilidad que no se aleja mucho de aquella del instigador, prevista en casi todos los códigos penales y castigada con la misma pena que el autor material del delito. Señala la autora venezolana: "Este nuevo tipo de instigador, sui generis, merece algo más que ser el sufriente de la acción delictuosa del victimario. Por él y en virtud de su particularísima conducta, un hecho antisocial se ha cometido; ha permitido que salte la chispa y, como consecuencia, el pacífico transcurrir de la vida colectiva se ha trastornado". No parece excesivo hablar en ciertos casos, sobre todo en los referidos a la estafa y sus timos, como de verdadera instigación. Cierto es que la comunidad se defiende del autor de una ilicitud penal pero también debería hacerlo respecto de quien la ha promovido y de quien la ha provocado. La victimología puede prestar un auxilio estimable al derecho penal para mejor ubicar las sanciones o las medidas de seguridad en caso de que corresponda por ser la víctima culpable o peligrosa. De ahí que la autora citada hable de víctima que actúa con dolo, destacando la peligrosidad social de tales víctimas. VlCTIMOLOGÍA Y LEY PENAL 83 Se refiere también a la víctima que actúa con culpa, una suerte de culpa con previsión. Pero esa culpa parece ser la más grave de todas porque demuestra una falta de consideración por la normalidad ajena y debe ser vista como un elemento antisocial en la vida colectiva. Esa negligencia, al menos, crea el peligro de transformar en agente de delito culposo a un ciudadano confiado en la prudencia y el sentido común de los demás. Es una auténtica amenaza social y su actitud de desprecio por las otras personas que con ella comparten la vida diaria es síntoma de la urgencia con que requiere la aplicación de una medida de seguridad. Se trata de ciertos comportamientos de la víctima que determinan su propia victimización. Es la víctima provocadora que incita a la acción de manera consciente o no consciente, como un verdadero agente promotor. El examen de todas estas circunstancias de hecho en delitos de estafas, sexuales o accidentes de tránsito por ejemplo, ponen en evidencia el rol que juega la víctima y la atención que deben tener los jueces para advertir la posibilidad de eximición de responsabilidad en el presunto autor o disminución considerable de su penalidad. 20. La personalidad objetiva. La ley penal toma en cuenta la personalidad objetiva de la víctima y sus caracteres externos tales como edad, sexo, situación social. También en ciertas circunstancias la personalidad subjetiva o al menos ciertas características psicológicas que constituyen la individualidad: el grado de inteligencia, de atención, de distracción, etc. Algunas veces las sentencias reportan ciertas cualidades morales como bondad, coraje, debilidad, honestidad, ausencia de escrúpulos, el hecho de ser madre prolífera. Pero son ele- 84 VlCTIMOLOGÍA mentos que se hacen jugar en el marco de la producción del delito. La relación criminal-víctima por lo general no es vista para evaluar objetivamente la personalidad del autor. En este entrechocar de las dos personalidades cabe dilucidar algunos aspectos, por mínimos que fueran, del criminal y la interacción intersubjetiva con la personalidad de la víctima. Otras veces el rechazo por la atracción suele situarse fuera de la personalidad profunda de ambos, más allá de sentimientos de simpatía, de compatía, de antipatía que pueden existir según la, óptica de cada uno de ellos, hasta verificar la forma de captación de uno al otro. Para buena parte de los penalistas la relación tiene como base la personalidad, pero no es parte de la personalidad en sí y mucho menos de la personalidad objetiva. La relación víctima-victimario o viceversa se establece bajo el influjo fundamental de la personalidad subjetiva de cada uno de los individuos en que la manera de actuar es un emergente de esa personalidad, un índice, una forma de comportarse en que está presente la captación psicológica objeto de oíros estudios científicos. La personalidad de la víctima es siempre objetiva en la ley. Al tomar ese cariz, si la víctima no ocupa ese lugar efecíivo dado por su sexo, su honestidad, su edad, su incapacidad, el sujeto activo queda terminantemente exento de pena por no entrar en el tipo legal o bien por entrar en un tipo legal más genérico. Los ejemplos se encuentran en múltiples códigos penales. Puede señalarse el rapto a una persona de sexo femenino o si el hecho se consuma sobre mujer casada o menor de edad, lo que implica agravantes; la seducción con promesa matrimonial, penada explícitamente en algunos códigos y que en el nuestro puede tener un carácter de estafa genérica. En la violación o en el abuso deshonesto debe tratarse de una menor VlCTIMOLOGÍA Y LEY PENAL 85 de determinada edad. En otros casos se requiere la capacidad o la comprensión de la persona para advertir la severidad del hecho. Es el caso, por ejemplo, del sentido de la amenaza en el dehto de amenazas. En los códigos figura la violación de personas que no estén en capacidad de resistir, ya sea por causa de enfermedad física o bajo el efecto de drogas; el abandono de personas que requiere en algunos casos que el incapaz no pueda proveer a su propio sustento por enfermedad; el abuso del incapaz; el atentado contra un diplomático o un jefe de una nación extranjera. Adquiere también la víctima relevancia objetiva en caso de violación de descendiente, pupilo o discípulo o en la corrupción de menores que en algunos códigos se agrava por el parentesco. La enumeración es larga e intenta tomar en cuenta la personalidad del sujeto pasivo para, de tal manera, construir típicamente el hecho. Se trata de proteger por esa vía derechos propios y aquellos intereses de la sociedad que están más expuestos o son más vulnerables al delito. Sosa Chacín {La victimología y el derecho. . ., p. 204) señala que es ahí precisamente donde falla la legislación penal, pues al estructurar los tipos delictuales en base al principio de legalidad toma las situaciones en abstracto estableciendo una presunción de victimidad en favor de ciertas personas y explica: "en muchos casos la ley se olvida de aplicar ciertos correctivos que permitan modificar la sanción e incluso eliminarla, si del examen concreto del caso, surge la evidente prueba de que la correlación de culpabilidad no está establecida en concreto, tal como el legislador la supuso en el momento de legislar". Esta apreciación deviene del hecho de la presunción de que la "víctima siempre es inocente", establecida sin admitir prueba en contrario desde el punto de vista legal. Es el caso de la edad de la víctima en el estupro o en la 86 ' VlCTIMOLÜGÍA violación de una menor en que resulta imposible, al menos por nuestro Código Penal, aplicar atenuante alguno. Si bien no se suele efectuar un examen psíquico a la víctima, sí se la somete a la aberrante revisación por médicos legistas y forenses, sobre su virginidad. No interesa el punto de vista de las motivaciones y el correlato de los hechos, para encontrar el verdadero contexto de culpabilidad o no y establecerla en su caso concreto, tal como es de esperar que se deba aplicar objetivamente la justicia. El juez se encuentra limitado en estos casos a ser un fiel repartidor de penas y no un verdadero administrador de justicia. Hay otros tipos legales en que se plantean algunas situaciones que parecieran estructuradas por el legislador en la definición del delito en la que se involucra a la víctima. Es el caso de la violación incestuosa o de aquella cometida por abuso de autoridad, en que el sujeto pasivo debe encontrarse bajo la autoridad del victimario y debe mediar entre ambos una relación de confianza, dada la tutela en que se encuentra el uno respecto del otro. También entra en esta clasificación el abandono de personas que se encuentran bajo la guarda o cuidado del sujeto activo. En el homicidio calificado existe la relación directa por ser ascendiente, descendiente, cónyuge, lo que implica •una situación especial. En algunos casos estas relaciones se tienen en cuenta para atenuar o eximir de penalidad, como es el caso de las excusas absolutorias que operan con respecto a ciertos delitos contra la propiedad consumados entre parientes. En nuestro Código Penal se señala que el hurto, la estafa u otro fraude, inclusive el de la apropiación y retención indebida, si se cometen en perjuicio del cónyuge ^ s e a separado de hecho o no—, da lugar a una excusa absolutoria de modo tal que no procede un juzgamiento. VlCTIMOLOGÍA Y LEY PENAL 87 En los códigos penales se suele considerar el rol de la víctima en la producción del hecho como elemento sintomático. Se lo abarca con calidad objetiva y sin adentrarse más que en lo técnico-jurídico, aunque su gravitación suele llevar en las sentencias a otro tipo de elucubraciones, saliéndose del molde y lenguaje habituales. Me refiero a delitos desencadenados precisamente por la acción delictuosa de lá victima en los casos de víctima provocadora o a petición de ella, que merecen consideración en parágrafo aparte. 21 . Legítima defensa. Para que exista la legítima defensa debe existir una concreta provocación por parte de quien deviene agredido y, por ende, víctima. Se entiende por provocación suficiente una actitud ofensiva de cierta gravedad como insultos, desafío a pelear, gestos obscenos. La valoración de tales actitudes requiere considerar las relaciones entre las partes, su grado de cultura y las costumbres ambientales. En el nordeste argentino. Chaco o Corrientes, se da el caso, que también se registra en Méjico, en que el "mirar mal" es motivo concreto de un duelo criollo, en el que casi siempre alguien deja la vida. Un recluso en la cárcel penitenciaria de Corrientes, no sin cierta resignación, me decía con respecto a su amigo a quien había ultimado, "el finadito me miró mal". El carácter de legitimidad de la provocación y de la agresión en sí está dado por el hecho de que el atacado no esté obligado a acatar por imperativo legal esa situación. Se hace jugar habitualmente la racionalidad del medio empleado conforme a las características del elemento utilizado por el agredido para repeler el ataque. 88 VlCTIMOIX)GÍA que en ciertas oportunidades no guarda proporción con el utilizado por el agresor. E n consecuencia, desde el punto de vista de la pareja delictual se requiere coincidencia entre los sujetos. La provocación por un lado, lo cual implica una desarmonía en que la víctima resulta tal por haber ejercido previamente una acción concreta contraria a la otra parte, la cual reacciona para conservar sus derechos atacados (vida, honra, p r o p i e d a d ) , cometiendo entonces el delito. Se requieren actitudes inequívocas del agresor. Pero no por ello se va a dejar de entender como legítima defensa a la denominada putativa, que efectúa quien rechaza una agresión aparente a la que ciertas circunstancias le daban viso de realidad siempre que se cumplan las otras condiciones de tipo legal ^'^. E n el Código Penal argentino el artículo 34, inciso &, toma a la legítima defensa como causa de inimputabilidad y por lo tanto hace al hecho no punible. La provocación no es más que una causa porque el individuo no imputable no ha accionado para evitar el daño sino que lo ha hecho contra el mal cometido y se ve en la necesidad de defenderse y de tal manera evitarlo. E n nuestra hermenéutica jurídica esta inimputabilidad se contempla para toda clase de delitos; por eso la 22 En ciertos casos del llanado "homicidio provocado" la jurisprudencia ha abierto, aunque muy aisladamente, una suerte de prospectiva victimológica: El súbito furor o el propósito de hacer expiar una afrenta, aun inmediatos al acto de la provocación, no dan cabida a la emoción violenta. El hecho —^homicidio, en el caso—•, debe ser excusable y no simplemente explicable por las circunstancias que mediaron para su producción (CNCrim. y Corree, Sala de Cámara, 25/4/67, "Mendes Duarte da Cruz, Amadeo", "L.L.", t. 128, p. S67). El homicidio provocado, como subespecie del cometido en estado de emoción violenta, se regula por reglas distintas a las aplicadas a este último. Entre ellas, la de que el transcurso del tiempo entre la ofensa y el acto provocado por ella y aun cierto grado de premeditación, no excluyen la atenuante calificativa (CS Santa Fe, 17/3/65, "Rosas, Rubén R " , "L.L.", t. 123, p. 950, 13.760-S), VlCTlMOLOGÍA Y LEY PENAL 89 figura está legislada en la parte general del Código. N o ocurre así en otros códigos penales, como el francés, que la mantiene para el homicidio y lesiones (art, 3 2 1 ) . El Código soviético, en cambio (art. 3 8 ) , es más amplio en su definición, pues acepta el atenuante cuando la provocación viene de cualquier ilícito penal de la víctima. E n el derecho anglosajón se reconoce que la provocación por parte de la víctima es una circunstancia atenuante de la responsabilidad del culpable. El Código Penal canadiense también señala que el homicidio puede ser reducido y contemplado como un homicidio involuntario o culpable, si la persona que lo ha cometido ha accionado en un- acceso de cólera causado por una provocación súbita (art. 2 1 3 ) . 2 2 . Consentimienlo y eutanasia. La mayor parte de los delitos constituyen una ofensa dirigida al orden jurídico, un hecho disvalioso trasgresor de un código de leyes previamente establecido, en el que se tutelan bienes jurídicos. Esa violencia al orden jurídico se considera tradicionalmente más importante que la producida con el mismo delito a los derechos de la víctima. El delito y su represión no puede ser objeto, como en la remota antigüedad, de la voluntad de los particulares, porque existe un interés público, aun en los casos en que concretamente sólo se dañe a esos particulares. Pero el Código Penal ha planteado excepciones, causas de atipicidad, excusas absolutorias que decretan impunes ciertas conductas, incluso casos de atenuación con acuerdo a estudios dogmáticos no siempre enraizados en la realidad social. E s t e planteo semeja una definición frente a delitos como el denominado homicidio eutanásico, en que la víc- 90 '•'• VlCTlMOLOGÍA tima no sólo consiente en que se la mate sino que lo pide angustiada y de manera persistente para evitar un dolor físico inaguantable. Es un problema que se presenta con toda su significación humana y legal: es en el homicidio consentido donde aparece con toda su virtualidad la víctima suplicante, atenazada por dolores imposibles de sobrellevar por una enfermedad incurable o provocada por un accidente fuera de toda posibilidad de asistencia médica, como es el caso de descarrilamiento de un tren en plena Patagonia, que seccionó las piernas y un brazo a una persona, que solicitaba a gritos la mataran. El pueblo más cercano se hallaba a más de 700 km de distancia. . . La palabra eutanasia que adjetiva al homicidio, deriva de las voces griegas eu que literalmente significa bien y thanatos, muerte. Equivale a ayudar a la buena muerte, sin dolor, tranquila, a fin de suprimir una agonía larga y dolorosa. El médico, el familiar o el amigo, aun quebrantando sus deseos íntimos, pero sobrecogido por la desdichada dolencia, da muerte y ahorra el padecimiento. Pareciera ser la mano activa de la víctima- Por eso Ferri muy lúcidamente tituló su libro Homicidio-Suicidio y se preguntaba en la primera página, si es que el hombre puede disponer de su propia vida y, seguidamente, si el consentimiento de la víctima "respecto de su propia muerte tiene valor jurídico y hasta qué punto, con relación al autor o cómplice de su muerte". El homicidio piadoso resulta en definitiva un suicidio en que se difiere la persona del autor. Como si quien va a morir no tuviera valor o los elementos a su alcance para administrar su fin. Sólo se siente víctima de dolores y padecimientos. La muerte se le impone para dejar de sufrir, para dejar de ser víctima. VlCTIMOLOGÍA Y LEY PENAL 91 Es posible, aunque probarlo humana y procesalmente resulte arduo, tal vez inalcanzable, que algún mecanismo haya jugado en el psiquismo del autor. Sé de médicos que ante lo irreductible de un cáncer generalizado no han vacilado en medicar excesivamente buscando el fin, incluso ante el pedido de parientes muy cercanos; éstos suelen agotar sus posibilidades de sufrimiento frente al cortejo del duelo psicológico y moral que significa un enfermo que sufre horriblemente y, sin proponérselo, hace sufrir de manera indecible a quienes lo rodean. Los médicos deberían hacer públicos estos hechos bastante frecuentes y propiciar un debate honesto para robustecer ideas o revisarlas. Es que la eutanasia forma parte de un tabú de especiales ritos y, en nuestro sistema penal, se considera homicidio simple o bien, según el caso, instigación al suicidio (art. 83 del Código Penal). El consentimiento de la víctima no puede borrar lisa y llanamente la ofensa y tenerse a ésta como no producida. Ello atacaría al orden jurídico y a la política criminal, que no considera la voluntad de los particulares perjudicados y erige, al menos en nuestro país, al ministerio público en defensor de intereses jurídicos de carácter comunitario que han sido transgredidos por la conducta disvaliosa. Queda al particular damnificado la oportunidad de constituirse en accionante. No es ésta la ocasión de hurgar en la significación dogmática del consentimiento del ofendido. Para la victimología resulta más importante determinar el momento en que pueda ser prestado tal consentimiento por una manifestación de la voluntad otorgada, sea antes o durante el hecho que se reputa penalmente ilícito. Y si las consecuencias de este acto tienen la misma relevancia en el Código Penal que en el juzgamiento de los casos. 92 VlCTlMOLOGÍA Parece fuera de discusión el tema de la eutanasia, ya que no es lícito disponer de la vida de otra persona sin esperanza de salvación y poniendo fin a sus angustiosos sufrimientos. Es además un delicado problema. No es posible abreviar la vida mitigando el sufrimiento, dado que la vida es un bien inalienable y no puede haber justificación legal ni forma de excusar a quien comete este homicidio. El Estado tiene un interés directo e inmediato en conservar a los seres humanos. Además, aunque con aisladas voces en contra emanadas de la Iglesia, subsiste el dogma de fe que no permite al hombre disponer de lo que no es suyo sino de Dios, que es el Señor de la vida y de la muerte. Cuello Calón ^^ señala que aun cuando eí consentimiento tuviese una efectiva eficacia jurídica no podría invocarse como justificación de la muerte eutanásica y que "no hay que confiar mucho en el consentimiento en que se encuentra el atenazado por dolores horrendos". Explica que se pide la muerte como una liberación; asegura que en muchos casos se trata de desventurados en estado de perturbación de la conciencia originada por el mismo sufrimiento, lo que excluiría •—o disminuiría en grado considerable^— la capacidad de consentir. De ahí que habla de "eutanasia homicida". Es muy difícil lograr una causa de justificación autónoma que prevea la ley con respecto a este delito. Los códigos implícita o explícitamente señalan que el consentimiento frente a una infracción contra derecho no justifica al delincuente. Pero eso no obsta para que algunas normas legales de los propios códigos señalen que existen hechos que si son cometidos con el consentimiento del titular no constituirían delitos. Vale decir que el autor será 23 Eugenio Cuello Calón, Tres 1955. p. 139. temas penales, Ed, Bosch, Barcelona, VlCTIMOLOGÍA y LEY PENAL 93 siempre responsable, salvo que exista una disposición concreta y expresa de la ley como causa de justificación o bien una causa supralegal conforme a los fines reconocidos por el Estado. Se cita por lo general el lejano antecedente en el derecho territorial de Prusia, que por el año 1794 castigaba como responsable de homicidio al que con "buena intención" acortase la vida de un enfermo o herido mortalmente. Ya dentro del siglo que corre, el Código Penal noruego de 1902 autoriza una notable reducción de pena, por debajo del mínimo, para la muerte por piedad del enfermo en estado desesperado. El Código ruso de 1922, hoy derogado, autorizó la eutanasia. Igualmente, de una manera no explícita, el Código Penal del Uruguay señala en el artículo 37: "Los jueces tienen la facultad de exonerar de castigo al sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio efectuado por móviles de piedad mediante súplicas reiteradas de la víctima". Lo propio ocurre con el de Colombia, que simplemente atenúa la pena para estos casos. El Código suizo (artículo 239) exige la petición expresa de la víctima del homicidio como una circunstancia atenuante. Para la concepción victimológica, la víctima que suplica es un problema de agudas aristas. Se interpreta que lo implorado por el enfermo desesperado y sin posibilidades, es precisamente dejar de sentirse torturado por tanto sufrimiento y que, en realidad, se está suicidando de la mano de otro a quien ruega. El problema adquiere elocuentes contornos porque se trata de un bien cívico y jurídico importante y superior como es la vida humana. Pero es innegable que constituye una de las formas de homicidio que semejan un suicidio larvado y que el autor debe ser objeto de normas específicas en los códigos penales tendientes a una sanción leve, no siempre de carác- 9é VlCTIMOLOGÍA ter privativo de libertad sino alternativa a ésta, comprobado que sea que la víctima demandó su muerte de manera continua y angustiosa. 23. Esquema del consentimiento de la víctima en el Código Penal y sus implicancias. En el Código Penal, el obrar de la víctima se advierte, como en un especial juego de espejos, sólo en ciertas figuras en que se requieren conductas bizarras y clara manifestación de voluntad. Ello puede servir para eliminar la parte objetiva del tipo penal, en que se exige expresamente cierta forma de acción y característica, para que el consentimiento sea una causa de justificación que esté prevista en la propia ley o sea obra de la doctrina judicial y general. El caso de hurto proporciona un ejemplo claro. Puede presentarse el hecho de que el propietario de la cosa mueble abandone o renuncie a ella. Entonces el apoderamiento o sustracción que lleva a cabo un tercero no hace incurrir en hurto porque la cosa ya no tiene calidad de ajena, que es el elemento típico y estructurante de la figura del autor según art. 162. En el daño ocurre lo propio: pierde la acción envergadura penal por falta de tipicidad (art. 183). En victimología interesa la actividad del sujeto pasivo, sea iniciado el proceso de la sustracción o con posterioridad. El otro problema es el de tipo dogmático y el hecho de si entraña esa suerte de consentimiento la impunidad o si esa impunidad se produce fuera de la voluntad de la ley o el hecho de que el autor se hubiera apoderado de esa cosa ajena conociendo el consentimiento del dueño o supuesta víctima. VICTIMOJUOGÍA Y LEY PENAL 95 En el caso en cuestión el disentimiento aparece diríase encubierto por la característica que proporciona la palabra ilegítimamente que pertenece al tipo del art. 162 del Cód. Penal a lo que también debe agregarse la otra característica de "ajeno". En el delito de extorsión (art. 168 del Cód. Penal) se obliga a otro, mediante intimación, a "entregar, enviar, depositar o poner a su disposición o a la de algún tercero cosas, dinero o documentos. . .". Todo lo cual supone un obrar contra la voluntad del interesado y que esos elementos constituyen las características objetivas del tipo que caen ante el consentimiento del interesado porque privaría de tipicidad a la acción, según se ha considerado reiteradamente, y de ilegitimidad al efecto que supone el despojo patrimonial. En consecuencia, se llega a la justificación mediante el consentimiento de la víctima por constituir, el caso, atribución del tipo simplemente. En la estafa (art. 172 del Cód. Penal) la figura se constituye sobre un supuesto obrar ardidoso del victimario que induce a engaños, logrando de tal manera una disposición patrimonial a través de la voluntad viciada de la víctima. Cuando el artículo dice "cualquier ardid o engaño" queda claro el disentimiento del titular del derecho y que se obra contra su voluntad, lo que está implícito en la propia figura. Si se supone que la disposición patrimonial ha sido tomada sin la voluntad y sólo en virtud del engaño o "misse en scéne", resulta claro que es inherente al tipo ese obrar con voluntad viciada. Por lo tanto, cuando el interesado preste su consentimiento al acto dispositivo con voluntad plena importará conírario sensu la aprobación del supuesto acto ardidoso, con lo cual al entregar voluntariamente los bienes desaparece el tipo del art. 172. 96 VlCTlMOLOGÍA En el caso del delito de daño, la ley hace una descripción en el artículo 183 mediante los verbos destruir, inutilizar, hacer desaparecer o de cualquier otro modo dañar una cosa mueble o inmueble, o un animal total o parcialmente ajeno. Según se advierte, no existe referencia literal de que ello debe realizarse en contra o sin la voluntad del dueño, que permita afirmar que es de la exigencia del tipo. Ante la conformidad del titular quedaría perdiendo su característica delictiva. Buena parte de la doctrina así lo ha entendido y por virtud del consentimiento se produce la eliminación del tipo penal. En la usurpación que se opera (art. 181) mediante la violencia o engaño o abuso de confianza se advierte que el obrar debe ser contrario a la voluntad del interesado, es decir que en esas palabras está claro el disentimiento que es la forma negativa del consentimiento. Si la víctima consiente, torna lícito el acto en cuanto que el elemento normativo "ilícitamente" tiene igual significación que en el hurto y se relaciona con las características objetivas del tipo que exige el obrar en contra de la voluntad del titular. En el caso de privación ilegitima de la libertad (art. 141 del Cód. Penal) se sostiene que el consentimiento del interesado excluye el delito, aunque doctrinalmente no se puede advertir cuál puede ser la causa de esa exclusión. Sebastián Soler, sin revelar cuál es, afirma que en los delitos contra la libertad individual "el consentimiento tiene ordinariamente por efecto hacer desaparecer la figura delictiva {Tratado, t. I, pág, 347). Explica que actúa "como dirimente capaz de la existencia del hecho". Eso equivaldría a sostener que el consentimiento impide la realización del tipo delictivo. Los ejemplos anteriores explicitan que en términos generales el consentimiento de la víctima dentro de nuestra sistemática no tiene relevancia como causa de justifi- VICTIMOIJOGÍA Y LEY PENAL 97 cación autónoma. E n primer lugar, porque no existe una i'egla de ese carácter en la parte general del Código ni disposición alguna en la parte especial que atribuyan eficacia al consentimiento. D e las diferentes figuras penales, no obstante, se extraen elementos que doctrinal y judicialmente dan valía a ese consentimiento. E n síntesis: funciona como causa de exclusión del tipo cuando la figura en sí implica el disentimiento o sea cuando la acción se desarrolla en contra de la voluntad de la víctima. E n otros casos, la exigencia del disentimiento no aparece literalmente en el tipo-acción. Se encuentra oculto en alguna característica objetiva del tipo y entonces será preciso buscarla en ciertas expresiones como por ejemplo en el sentido de palabras tales como " a r d i d " o " e n g a ñ o " o "apoderación ilegítima". E n otros casos, tal disentimiento de la víctima se requiere con sentido objetivo en el tipo que precisa una acción que se caracteriza por una significación ofensiva cuya ausencia excluiría la adecuación. Por ejemplo, en el art. 110 del Cód. Penal, cuando dice: "deshonrare o desacreditare a otro". Pero existen casos en donde el consentimiento posibilita el ejercicio de una causa especial de justificación. El aborto terapéutico (art. 86, inc. 1°, Cód. Penal) y el aborto eugenésico (art. 86, párrafo 2", inc. 2', del Cód. Penal) que no constituyen figuras delictivas porque, como bien dice Severo Caballero ^'^, prevén causas especiales de justificación donde la propia ley ha establecido la preponderancia de la salud o de la vida de la madre o bien de la razón eugenésica sobre la vida del feto. " E n tales supuestos, expresa, la conducta considerada a los fines de la justificación es la del médico y el consentimiento exigido de la mujer o de sus representantes 2* José Severo Caballero, El consentimiento del oiendido (o del interesado) en el derecho penal argentino, Ed. Lerner, Córdoba, 1967, p. 106. 98 VlCTIMOLOGÍA legales sólo funcionan como una circunstancia que permite el desenvolvimiento de la autorización legal o de la preponderancia de un interés como justificación de tales artículos". Cabría hablar de consentimiento de la víctima en algunos otros casos que han cobrado actualidad. En supuestos de lesiones determinadas por el arte de curar o conservar la salud, el caso de operaciones mutilantes, transfusiones de sangre, transplantes cutáneos y de órganos de los cuales existe autorización otorgada al médico ^^. Sosa Chacín ^^ apunta el caso de una sentencia por la cual se absolvía en Italia a un individuo y a los cirujanos del hospital que le injertaron a aquél un testículo extraído a un estudiante con su consentimiento, mediante el pago de 10.000 liras. Para la victimología el estudio debe realizarse de una manera consciente sobre la "pareja penal" a fin de arribar a conclusiones sobre la criminogénesis y decurso delictivo más allá de las actuales posturas legales y sin influirse por ellas. 25 Severo Caballero, El consentimiento. •. cit., ps. 88 y ss, ^6 Jorge Sosa Chacín, La victimología y el derecho penal, en el Anuario del Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas de la Universidad Central de Venezuela, n ' 2, año 1968, p. 210. CAPÍTULO IV LA V Í C T I M A E N E L D E L I T O D E S A N G R E 2 4 . El homicidio. Caín y Abel: La primera "pareja penal" de la historia. El Antiguo Testamento n a r r a el primer crimen de abrumadora trascendencia en la historia de la humanidad, que tiene como protagonista —"pareja criminal"—' a los hijos de A d á n y Eva. El relato es escueto, diríase aséptico. Golpea con fuerza y hace ineludiblemente t r a s ladar la imaginación: " A d á n empero, conoció a E v a , su mujer, la cual concibió y parió a Caín, diciendo: H e a d quirido un hombre por merced de Dios. Y parió después al hermano de éste, Abel. Abel fue pastor de ovejas y Caín labrador. Y aconteció al cabo de mucho tiempo que Caín presentó al Señor ofrendas de ios frutos de la tierra. Ofreció asimismo Abel de los primerizos de su ganado, y de lo mejor de ellos, y el Señor miró con a g r a d o a Abel y a sus ofrendas. Pero de Caín y las ofrendas suyas no hizo caso; por lo que Caín se irritó en grande manera y decayó su semblante. Y dijo el Señor: ¿por qué motivo andas enojado?, ¿y por qué está demudado tu rostro? ¿No es cierto que si obraras bien serás recompensado; pero si mal, el castigo del pecado estará siempre presente en tu puerta o a tu vista? M a s de cualquier modo tu apetito o la concupiscencia estará a tu mandar, y tú le dominarás, si quieres. Dijo Caín a su hermano A b e l : 100 VlCTIMOLOGÍA ,s^i^mos fuera. Y estando los dos en el campo, Caín (sefCoraetió a su hermano Abel y lo mató" (Viejo Testam^'^nfo. Gv?nesis de Reyes, 411-9). Los artistas plásticos, literatos, dramaturgos y músicos han plasmado este primer gran horror de la Tierra —que signó con su leyenda el más brutal delito—• con mayor profundidad y elocuencia que los psicólogos y la pretensión explicativa de algunos victimólogos. ¿Cuál es la interpretación que puede asignarse? Sólo bosquejos que encierran nuevos interrogantes. Ni siquiera dando contenido tanático ai obrar del bueno de Abel, porque se corre el riesgo de pensar que la actitud con el delincuente es demasiado compasiva o, en otras palabras, el infierno se pretende tibio. . . Desde Byron a Baudelaire, pasando por el Ticiano o Rubens al oratorio de Scarlatti, hasta el formidable bronce de Jacob Epstein, no se hace más que plasmar y describir la dura tragedia concisamente, tal como ocurre en el rispido relato bíblico. Pero los victimólogos no pueden rehuir la leyenda sin parábola, porque se encuentran de frente a la primera "pareja penal" de la historia, y a la fuerza y miseria de la naturaleza humana. Y dirán que Caín, trastornado por el trato discriminatorio de Dios, mató a su hermano con una quijada de burro, carcomido por celos provocados inconscientemente. Tal vez, imaginemos, ante la escasez descriptiva, que esta muerte simboliza a dos personalidades enfrentadas secretamente. Por un lado, la abrumadora sumisión de Abel y, por el otro, la agazapada rebeldía de su hermano. El fratricidio podría simbolizar también el conflicto de antaño —que muda de ropaje en el tiempo— entre sedentario y nómade. Sólo nos queda una suerte de conmovedor símbolo primitivo para ser aplicado hoy a nuevos casos en que ya LA VÍCTIMA EN EI. DEIJTO DE SANGRE 101 no In gracia de Dios, sino la de los superhombres de una sociedad tecnificada hasta el tuétano de sus raíces, permite nuevos fratricidios cuando los hombres se olvidan que son hermanos. Será sumamente difícil endilgar una actitud victima! a Abel. No la prescribe ei texto bíblico y no lo permitiría fácilmente el amplio consenso popular que ve en él a la "víctima inocente". El mal y el bien. Ormuz y Arimán. En el presente caso, si bien existe una "pareja criminal", no sería aceptable elucidar la interacción y, además, ¿para qué? La víctima ha despertado en casi todos nosotros una indeleble compasión, es la sinonimia axiomática de la inocencia. Es uno de los pocos casos. Y si es cierto que ello pueda ser metacientífico, simplemente es así. Será mejor entonces dejar a los remotos venerables antepasados y admitir que sólo sean un símbolo adaptable a nuestro deleznable mundo actual y a los fratricidios de lioy. 2 5 . La vídima pasiona!. Hay una sepulcral danza entre Eros y Tánatos, que han celebrado de antiguo inescrutables esponsales recogidos en leyendas mitológicas, en viejas civilizaciones y en múltiples libros religiosos y sus exégesis. Sin embargo, el crimen pasional no es mero patrimonio de los hombres, como parece querer recordarnos el Marqués de Sade. El mundo animal trae notables ejemplos de relaciones demoníacas. Baste recordar a la "mantis religiosa" hembra que, mientras el macho la fecunda, toma entre sus patp.s la parte del cuerpo de su amante que esté a su alcance y la devora. La fúnebre cópula sigue su curso como si nada pasara habida cuenta de la descentralización del sistema nervioso que poseen estos insectos. 102 VlCTIMOLOGÍA Ha quedado demostrado el arraigo del crimen por pasión en el espíritu de los hombres. Ellos mismos se encargan a diario de dar razón a los mitos y leyendas que se reproducen y no parecen tan ciegas como la pasión. No sin cierta ironía decía Thomas de Quincey, en El asesinato considerado como una de las bellas artes, que muchas veces la víctima desea ser asesinada. . . Y más modernamente García Márquez en Crónica de una muerte anunciada hace juguetear a Santiago Nasar con su propia muerte y a una buena cantidad de circunstantes y mirones con su indescifrable silencio que ni siquiera los victimarios comprenden. Mendelshon define gran parte de sus conclusiones anclando en el crimen pasional. Es que en ese delito se revela con aristas nítidas, la participación y provocación inconsciente de la víctima. Su tendencia a ser castigada hasta el fin. Siempre será una cuestión de hecho susceptible de ser investigada, pero las tendencias agresivas y masoquistas de la víctima en los crímenes por pasión, se manifiestan de manera concreta y alarmante, a veces pausadamente en una suma de días calcados, llevando a la cólera ciega al victimario. Es una característica victimal inconsciente. Una suerte de predisposición, casi de seducción, en que es posible que el instinto de muerte de que hablara Albert Camus se superponga al de vida. Se ha dicho que el instinto homicida navega en lo profundo de todos los seres. Algunas voces nos alertan sobre las víctimas. El poeta libanes Khalil Gibran ha dicho: "El asesinado no es irresponsable de su propio asesinato". Y más científicamente Abrahamsen, siguiendo a Freud, señala en La mente asesina: "El homicidio surge de la intensidad de los deseos de muerte que coexisten con nuestras emociones al servicio de la vida, del mismo modo que el amor y el odio conviven dentro de nosotros. LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 103 El homicidio, a pesar de nuestra resistencia a admitirlo, es parte de nuestra humanidad y tiene su raíz en las emociones humanas. Es este aspecto frágil y cruel de nuestra conducta el que hace a muchos de nosotros más capaces de matar de lo que imaginamos" ^'^. En el crimen pasional la víctima está fijamente determinada en la mente del victimario. Esa mente martirizada, corroída por un malestar cuya fenomenología reside en la actitud victimal que parece irradiar ondas de atracción de valor negativo. Allí está el sujeto pasivo, generalmente muy cerca, con su poderoso y atrapante estímulo, buscando inconscientemente la reacción en cortocircuito, la respuesta huracanada, la descarga, en fin, que conduce a su supresión. La eliminación de esa víctima coadyuvante y provocadora significa para el victimario la solución de su conflicto interior, que es el centro de la angustiada lucha de tantos días. Hace unos años defendí en los tribunales de Buenos Aires a un hombre que mató a su mujer de dieciséis puñaladas. Las últimas las asestaba, tras la cólera inicial, ya en el suelo sangrante la víctima, acompañadas por besos y llantos. Sin embargo, volvía una y otra vez a levantar su filoso cuchillo. La historia de esta desdicha tiene por centro a un denodado trabajador, español de origen, dueño de un bar, casado hacía seis años, cuya mujer a quien amaba profundamente, vivía despreciándole y apostrofándole el que no tuvieran hijos. Los médicos consultados habían sometido a la mujer a largos tratamientos sin éxito y ella no sólo no elaboraba la situación sino que no toleraba la idea de su esterilidad. Hacía culpable al esposo, lo trataba de impotente y le decía que frecuentaba sexualmente a otros hombres. Si bien 2T David Abrahamsen, La mente asesina, nómica, México, 1976, p. 17. Ed Fondo de Cultura Eco- 104 VlCTIMOLOGÍA nunca pudo constatarse esa circunstancia, la noche del crimen, volvió la víctima a burlarse y con la retahila de que era un xnepto sexual, expresándole que había quedado embarazada por otro hombre cuyo nombre le dio y volvió a enrostrarle una y otra vez su impotencia. Lo apostrofaba, riendo, de ¡cornudo e impotente! Tras destrozar parte del negocio, el victimario, que era un hombre naturalmente bueno y capaz de sufrir hasta límites increíbles, tomó un cuchillo de largas dimensiones —para cortar fiambre— y se dirigió al apartamento en la parte trasera de la finca y encaró a la víctima, que no pudo atinar a defensa alguna. Los vecinos llamaron a la policía, que encontró a ella muerta y a él abrazándola con patética desesperación, el rostro manchado de sangre, besándola una y otra vez y expresándose fuera de sí, de manera gutural. Tras ordenar el juez, luego de la declaración indagatoria, el traslado del procesado para su atención al Hospital Neurosiquiátrico '—donde permaneció algo más de un mes—•, en oportunidad de la primera visita que le efectué, sin importarle la marcha del juicio, me explicó y pidió dijera al juez, que él había pensado otras veces en matar a su mujer porque la existencia de ella lo perturbaba al punto de no dejarlo vivir. "Ahora, me dijo, ni ella ni yo tenemos que perdonarnos nada". Fue sobreseído definitivamente por homicidio en estado de emoción violenta (art. 34, inc. 1', del Cód. Penal). 2 6 . Oíros crímenes c®n eleeción de ía víctima. La determinación de la víctima se verifica no sólo en aquellos homicidios provocados por una pasión mórbida, sino en otros en que los móviles aparecen envueltos en la piedad, los celos, el odio, la envidia o la venganza. LA VÍCTIMA BN ¿L DELITO DE SANGRE 105 Este último tipo de delito no es habitual en los anales de la antología dellcíual en la Argentina, pero los casos de venganza que se recogen en la jurisprudencia, suelen ser de duro patetismo. Germán Marracino, que fue durante varios años Director de Criminología del Servicio Correccional de la Provincia de Buenos Aires, narra un conmovedor y ejemplificativo caso que conoció en la cárcel. Se trata de un anciano de 82 años, nacido en Sicilia, y que llevaba 50 años de residencia en el país. Dueño de un taller de cromados y de situación económica desahogada, "de correctos modales, buen nivel discursivo y fluido manejo del castellano", cuando se le preguntó sobre las causas de su prisión contestó secamente: "Fue el destino". Narró que cometió el homicidio de un hombre de 35 años que había reducido a su hija. Al preguntársele la edad de ésta, pensando se trataba de una joven, el anciano contestó con absoluta naturalidad: "cuarenta años". Expresó entonces los motivos de su decisión. El occiso "lo había burlado", pidiéndole le permitiera visitar a su hija en la casa paterna donde habitaba, autorización que le fue concedida. Tiempo después se enteró de que el hombre era casado. Le enrostró el engaño y que so capa de un correcto proceder, mantuviera relaciones sexuales con su hija. Por toda contestación, la víctima esbozó una sonrisa que el anciano interpretó como burlona. Entonces tomó un cortapapel que estaba sobre la mesa y se lo hundió en el pecho causándole la muerte. Mientras narraba el hecho sólo atinaba a decir como una suerte de cantilena aprendida y sin el más mínimo remordimiento, firme en su decisión: "fue el destino. . .". Podría pensarse en n í a tragedia italiana que evoca aconíeccres de la región meridional, pero el hecho ocurrió en la Argentina. De todos modos, el remate del asunto y 106 VlCTIMOLOGÍ A la visión victimológica por un lado y antropológica por el otro, nos la revela una carta que el autor remite a su hermano residente en Nueva York, al que hacía 25 años que no veía, cuya traducción es la siguiente: "Querido Aldo: Hoy, 28 de febrero de 1968, llego al fin de mi vida con un epílogo trágico. Me he visto constreñido a matar a un hombre, un monstruo, que ha seducido a aquella que fue mi hija Rita, digna hija de la mala oveja que fue su madre, no ha vacilado en enfangar mi honor. Pero así no podrás avergonzarte de llevar mi nombre. Te saludo" ^^. Para nada han influido en el espíritu de este hombre, tras medio siglo pasado en la Argentina, nuevas pautas sociales, culturales y de convivencia. Continuaba fiel a su herencia psicológica y a su marco de referencia, valores y pautas de conducta de su lugar de origen. No cabe duda de que se ajustó a ellos sin vacilación: "Fue el destino", decía, pero también la víctima jugó un papel decisivo con su conducta provocadora e inconscientemente sobrevaloradora de los sentimientos del honor de la familia que se hallaban inmersos en la conciencia moral del anciano frente a la salvaguardia de "su honra", y que no podía desconocer. Otro ejemplo de víctima determinada es la del infanticidio. La idea del crimen del niño recién nacido forjado en la mente de la madre, aunque simbólicamente puede estar "matando" al padre de la criatura. Hay víctima elegida con antelación por quien deviene delincuente en casos que suelen ocurrir en nuestros campos, aunque pudieran terminar exactamente al revés. M e refiero al desafío a duelo, cuchillos en mano, para vengar la muerte de un hermano o un amigo. He hablado largamente hace unos años con el autor de un hecho como 28 Germán A, Marracmo, Meditaciones y recuerdos de un eX'Criminólogo, en "Rev. Panorama Cnminológico", n'' 21, ps 3 y ss., Córdoba, 1979. LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 107 el que narro, en la cárcel-penitenciaria de la provincia de Corrientes. Se trataba de un hombre de 30 años, muy medido en su exteriorización, que decía, con gran asombro de mi parte, que bien estaba la justicia en condenarlo: "Yo debí lavar el crimen de mi hermano y fui el mejor en la pelea. La justicia estuvo bien conmigo". Dicho esto con entera calma. En el homicidio cometido tras el secuestro extorsivo para el logro de dinero u otros fines, el criminal efectúa su elección. Igualmente en los casos del homicidio cometido para cubrir la retirada, a fin de escapar de la captura policial o de un particular o por el hecho de haber sido descubierto mientras sustraía objetos. Son las circunstancias de hecho las que determinan las víctimas en estos casos tan frecuentes. Fattah agrega otros casos en que la víctima aparece determinada: a) el del homicidio para heredar. Cabría agregar el homicidio contra la persona que impediría la herencia o, en otras palabras, que tiene mayores derechos en la eventual sucesión; b) homicidio para cobrar un seguro en que sólo puede ser víctima el asegurado; c) casos de homicidio para escapar al pago de alimentos o para liberarse de una persona a cargo en que sólo esa persona puede ser víctima ^®. La elección o determinación de la víctima dependerá de los mecanismos de interacción que conforman la "pareja penal", que es la que suele permitir la visualización de los motivos del acto y las razones directas de la elección De ahí que sea sumamente importante la investigación para explicar el rol del sujeto pasivo y para saber hasta qué punto éste ha tenido una actitud activa en la 2& Abdel Ezzat Fattah, ponencia presentada en las Jornadas Internacionales de Criminología, p. 36. 10(5 VlCTIMOI.OGÍA génesis delictuaL Eso permite aseverar, desde von Hentig a la actualidad, que víctima y victimario (o en orden inverso) constituyen un todo inseparable, que se influye recíprocamente. Esa reciprocidad representa un resultado traducible como la ganancia para uno y la pérdida para el otro, habrá que saber si ese débito y ese crédito es siempre susceptible de distinguirse con claridad, más allá del fin concreto y objetivo del acto. Algunos investigadores han trazado estadísticas corroborantes, aunque indiciarías. Por ejemplo, Marvín B. Wolfgang observó, en 1958, que sobre un total de 550 casos de homicidio cometidos en Filadelfía entre 19481952, se constata una relación entre criminal y víctima en los siguientes porcentajes: amigo íntimo, 28,2 %; relación de parentesco, 24,7 %; conocido, 13,5 %; desconocido, 12,2 %; amante o prostituta, 9,8 %; rival sexual, 4 9Ó; enemigo, 2,9 %; agente de policía, 1,1 %; espectador inocente, 1 %; compañero homosexual, 0,6 % ^^ Este tipo de estadísticas resulta singularmente útil a una política criminal prevencionalista. Hasta cierto punto sorprende que en la enorme mayoría de los homicidios dolosos la "pareja-penal" se conociera de antemano. Habrá que tener en cuenta el marco social, jurídico y cultural donde esas estadísticas se verifican. 2 7 . Un caso de corresponsabiSidad vicíimal. El 16 de agosto de 1983, el juez de sentencia, Dr. Ricardo José Galli, absolvió un caso de homicidio reiterado de contornos sumamente dramáticos y raíces profundamente victímales. La lectura de ese legajo hace nacer, •*<> Cit. por Hans Góppinger, Criminología, p 367 Ed. Reus, Madrid, 1975, LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 109 aun en el lector más avezado, una suerte de simpatía por el victimario. Un hombre sometido a una sucesión incalcuInblp de ultrajes, al desmembramiento de su matrimonio, que debe asistir impotente al agravamiento de la enfermedad de su hijo y al desprecio de su esposa. Soportar también duros insultos respecto de su propia madre. Todo lo cual es pergeñado y metódicamente articulado por su suegra, a quien acompañan ciegamente el esposo y su hija, casada precisamente con quien devendrá victimario. El relato que efectúa en su declaración indagatoria P.N.B. señala que desde el inicio del noviazgo incidió notoriamente su suegra, cuya voluntad dominante manejaba personas y situaciones y acallaba cualquier discrepancia del núcleo familiar, del que era la voz cantante y única. La imposibilidad de adquirir o alquilar una vivienda lleva a la joven pareja a aceptar el ofrecimiento de vivir con sus suegros hasta tanto pudieran acceder a la casa propia. Inmediatamente se producen los primeros enfrentamieníos. La actitud de la suegra es de permanente y r-margo reproche y hostilidad. Convirtiéndose definitivamente en la espina irritativa en la relación matrimonial. Nace un hijo y en el matrimonio se produce un grupo de circunstancias sobrecogedoras. Al niño se le descubren dos hernias inguinales y su madre, que es médica de profesión, adopta, dominada por su progenitora, una actitud de increíble inactividad. Ni como madre ni como médica procede a efectuar o lograr un tratamiento adecuado. P.N.B. se inquieta pero trata de dominar su indignación y trae un médico, pero su suegra, con el incondicional apoyo de su marido e hija, requieren e imponen la presencia de un curandero que es, junto a una vidente, quienes se encargaban de la salud del niño. lio VlCTIMOLOGÍA Se suceden consultas y la presencia de nuevos curanderos, uno de los cuales efectúa en la casa una suerte de ritos exorcistas. Mientras tanto la vidente llega a la conclusión de que la madre del procesado es culpable, a través de la trasmisión de un maleficio, un "daño" a su propio nieto, del que éste no sanará. El "daño" ocurría en los momentos en que la mujer visitaba a su nieto. . . y por simple presencia. Por orden de la irascible suegra se decide prohibirle la entrada. La madre de P.N.B. no podrá ver más a su nieto, hijo y nuera. Ante la protesta lógica, ocurren los consabidos insultos. P.N.B. vive en extrema tensión; su hijo no se cura; su mujer, pese a su condición de médica, no atina más que a obedecer a su madre y a separarse cada vez más del procesado que la ama profundamente. Como la declaración indagatoria fue grabada en cassettes por el juez que instruyó la causa, Dr. Torlasco, el sentenciante dirá: "Si dramática resulta la lectura de esta indagatoria, al escuchar la grabación de sus dichos produce una inmediación que nunca percibí en el cargo que ocupo. Logra el detallado relato introducir al oyente en el drama que vivió B. Narra el deterioro que se produce en el matrimonio; la falta de asistencia médica a su hijo; los desplantes que le hacían; cómo lo consideraron a él como portador o trasmisor de la suerte de maleficio, y cómo trató por todos los medios de salir del círculo en que lo encerraban". Los problemas se van planteando hora a hora, día a día, con mayor crudeza en el mortificado psiquismo del hombre. Su suegra, dominante de la situación, va a desatar inconsciente •—casi naturalmente'— el crimen. El propio juez, en su afán de hacer más gráfica su convicción, dice estas palabras: "Suprimiendo mentalmente el LA VÍCTIMA EN EL DELrro DE SANGRE 111 final, es importante decir que se puede apreciar que algo serio va a pasar". Inútilmente P . N . B . trata de mejorar la relación de la pareja. T o d o lo ha destruido la suegra y la enfermiza relación de la hija con sus padres. El rechazo de su madre no era más que la viva repulsa hacia él, a punto tal que su esposa llega a impedirle que la tocara porque p o dría hacerle "un d a ñ o " . El día anterior al hecho se produce la ruptura y separación entre P . N . B . y su esposa (y obviamente la s u e g r a ) . E n su declaración dirá: "hablé a solas con mi esposa fracasando totalmente como hombre, padre, esposo e hijo". Resulta notable, aunque comprensible por el amor que profesaba a su mujer e hijo que siguiera atado fuertemente a ellos. N o otra cosa sugiere el hecho de que se va a vivir a casa de su cuñado (hermano de su mujer), quien no sólo comprende su situación sino que lo acoge y protege sin mayores dilaciones. A la mañana siguiente se sentía tan quebrantado física y psíquicamente que pensó internarse y decidió previamente visitar a su socio en el taller de ambos, pero imp"evistamente tomó otro rumbo y se encontró en una armería que conocía deode su infancia, adquiriendo un revólver calibre 32. Fue luego a su casa en busca de un pijama que había olvidado al retirarse del hogar el día anterior y es recibido por sus suegros. La suegra tras burlarse de él y de su madre, según su costumbre, adoptó una actitud triunfante. E s lo único que recordará P . N . B . , quien descargó todas las balas de su revólver sobre ambos causándoles la muerte. El llanto de su pequeño hijo lo hizo volver en sí. Poco después llamó a sus familiares dándoles cuenta de lo ocurrido y se dirigió a la comisaría. E n el trayecto pensó 112 VicriMOTOGÍA en matarse, pero no lo hizo, según declara, por su pequeño hijo, entregándose preso. La absolución fue resuelta por estado de emoción violenía (art. 34, inc. 1°, del Cód. Penal). El caso de por sí es elocuente y la actitud victimal se advxrlc muy clara. No cabe duda de que la mujer ponía en juego su temperamento destructivo atacando directa e indirectamente a P.N.B. subrogando a la hija a nivel inconsciente mediante insultos y agravios a la hombría del vicí^íraario. Hizo cuanto fue posible por separar a la pareja y cuando lo logró, infiriendo al hombre una verdadera estocada, pues tal separación implicaba no ver a su hijito, adopta una actitud de triunfo digna de la tragedia griega. Es más, ha puesto en igual situación agresiva, por el propio desborde de su personalidad dominante, a su esposo e hija, trasíormándoles en potenciales víctimas. La joven absolutamente dominada y con su débil carácter a punto que siendo médica no atina a curar a su hijo, ahondó con su desprecio la desesperación y desventura de su marido. No me cabe duda de que si hubiese estado en el escenario del suceso al tiempo de su ocurrencia, hubiera corrido igual suerte que sus padres. Así como se habla de codelincuencia, en el caso podría hablarse de una corresponsabilidad victimal que tiene como eje central a la occisa por su recurrencia inconsciente en desatar la agresividad del victimario. 2 8 . El magriÍGÍdio. La historia de la humanidad se ha poblado de seres incomprendidos, verdaderas "víctimas del delito". Suelen ser, de más está decirlo, quienes lanzaron fecundas semillas en el campo del amor y la comprensión al hombre, verdades científicas y elucubraciones metafísicas que los LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 113 liños y una mayor generosidad, libre de pasiones, recogiei'nii en el tiempo. Sus ideas han gobernado y gobiernan iiiuchos de los pensamientos actuales y poblarán los III (uros. Siempre ha habido y habrá seres limpios y profun^ (ioíi dispuestos a dar hasta la propia vida en defensa de HiiK verdades y sobre los cuales converge, tal vez por su mnyor inteligencia o humanidad, la rebelión de los meillocres, hipócritas, fanáticos, envidiosos y conservadores, con sus rencores Implacables que también recoge la historia. C u a n d o hoy se trata de los atentados y muerte violenta de los que gobiernan, habrá que vincularla a grupos U'iToristas, logias, centros de inteligencia que actúan por rozones políticas y funestas instituciones transnacionales tjue preconizan la desestabilización social a través del "crimen del que gobierna" (allí está el ejemplo de los Kennedy, de Salvador Allende o el más reciente atentado de muerte a Juan Pablo I I ) . El magnicidio es obra, hoy en día, de grupos como los señalados y, cada vez menos —^aunque no se descarta—, de psicópatas fanáticos, místicos y mesiánicos que buscan notoriedad a través de su hecho. Se suele hacer creer en oportunidades iiue se trata de un psicópata que actúa por sí y ante sí. Quienes más desean hacer creer esa versión son los insligadores o la "ingenua" interpretación de algún servicio policíaco. Será preciso evocar casos tan sobrecogedores como el de M o h a n d a s Karamchand Gandhi, a quien el pueblo hindú otorgó el nombre de M a h a t m a (Alma G r a n d e ) , .asesinado el 30 de enero de 1948 en N u e v a Delhi en los líirdincs de la casa Birla, donde se encontraba rezando IHiblicamente; o el de Abraham Lincoln, presidente de los l'E.LIU. y profundo defensor de la dignidad humana. Y a 114 VlCTlMOLOGÍA por el año 1865, terminada la guerra civil que dividió a Estados Unidos durante años en un fratricidio como pocos se recuerdan en la historia, quedaba plasmada la figura de Lincoln a través de palabras pronunciadas en el cementerio de Gettyburg, de profunda y majestuosa belleza: ". . .nuestros antepasados hicieron nacer en este continente una nueva nación, concebida en la libertad y dedicada a la idea de que todos los hombres nacieron iguales. . . Nos hemos reunido en un gran campo de batalla para la guerra civil. Hemos venido a consagrar una parte de este campo como un sitio de reposo final para los que aquí dieron sus vidas, a fin de que la nación pudiera vivir. . . ¡que de estos venerados muertos tomemos una acrecentada devoción a la causa por la cual ellos dieron la última y plena medida de su devoción! Decidamos de todo corazón que estos muertos no hayan muerto en vano. . . que esta nación nazca nuevamente a la libertad y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparezca de la Tierra" ^\ Estas palabras resultaron trágicamente premonitorias. El 14 de abril de 1865, mientras se encontraba en un teatro de la ciudad de Washington, una bala se alojó en el cerebro del presidente, que murió horas después. La había disparado un actor de segundo orden llamado John Wilkes Booth, en la oscuridad del palco donde pudo llegar sin oposición. Dicen los historiadores que Lincoln había invitado ai Gral. Grant al teatro y que éste no pudo asistir por razones circunstanciales. Grant rogó al mandatario que adoptara todas las precauciones, a lo que Lincoln contestó: "Señor general, si hay alguien dispuesto a cambiar su vida por la mía, toda precaución es inútil". Las pala31 A. Quiroz Ciiarón y S. Maynez Puente, en Psicoanálisis dio, Ed. Jurídica Mexicana, México, 1965, p 1". del magnici- LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 115 bras resultan dramáticamente actuales. Pero despunta, si es que fueron pronunciadas, una actitud victimal característica de una personalidad con contenidos místicos y actitudes de tipo delirante. Para intentar el análisis de la personalidad de su victimario, habrá que destacar que, tras haber disparado sobre Lincoln, apuñaló al comandante Rathbone que intentó sujetarlo. Saltó luego desde cuatro metros de altura al escenario pero se enganchó con una bandera del palco presidencial; al caer se fracturó el tobillo de la pierna izquierda. Como si sobre ese escenario sintiera representar el papel más importante de su carrera actoral, apuñaló a un músico, hizo rodar a una actriz al suelo y al niño que tenía las riendas del caballo donde debía montar para emprender la huida, lo abatió con la empuñadura del revólver dándole un golpe en el cráneo. Y luego huyó durante varios días ^^. Recién el 26 de abril fue localizado junto a un compañero que salió con los brazos en alto a la primera orden de rendición. Pero Booth "siguió representando para la posteridad". Se negó a rendirse. La orden era capturarlo vivo, pero intervino un sargento, fanático reUgioso que, azuzado por la actitud de Booth -—ahora apreciable desde un punto de vista victimal—, le descerrajó un balazo en la cabeza, con lo que decretó su muerte instantánea. Corbett, que así se llamaba el sargento, señaló después del hecho que había recibido "órdenes directas de Dios todopoderoso". Curiosa similitud con la muerte de John Kennedy por Oswald, y la muerte de éste, en situación de extrema emoción por Jack Rubí. El victimario, cuando no existen motivos políticos sino 32 Quiroz Cuarón y Maynez Puente, Psicoanálisis. . . cit., p. 176, señalan que ese día, en la reunión de gabinete matutina, se había acordado la creación de la policía federal de E . E . U . U . y de un servicio secreto que tenía por objeto, entre otros, proteger la vida del presidente. 116 VICTIMOIJOGÍA personales, generalmente padece de una psicosis delirante con exaltación pasional, ideas obsesivas y maníacas, exageraciones del carácter de la hiperafectividad y estados místicos, entre otros síntomas. 2 9 . El firanicidio u homicidio "iusticiero". Es un homicidio cuya etiología es fundamentalmente política.ALa víctima perfectamente determinada ha hecho fermentar con su actividad contraria a la sociedad y hulíiilíante para los ciudadanos, la idea de su muerte en la mente de varios de ellos. Es una situación ambivalente,, una relación entre atormentador y atormentado.. Hoy el atormentador, como la historia no ha transcurrido inútilmente, barrunta que su fin puede ser violento (no tiene la calma y preparación de ánimo de Lincoln, Gandhi o Juan Pablo 11) y contrata equipos de hombres destinados a su seguridad y protección. Explica Jiménez de Asúa ^^ que la doctrina del tiranicidio tiene su origen en Confucio y su discípulo MengTsé (Mencio), que en Grecia fue defendida por Polibio, en la época grecorrom.ana, por Plutarco y, siglos después, entre los españoles por Juan Mariana y Francisco Suárez. La figura del tirano que ha victimizado a su pueblo durante años y a quien muchos de sus subditos le deben tormentos, desesperación, hambre y brutalización se ha modernizado un tanto respecto de las ideas que el tirano pretende hacer creíbles: entronización de la Nación, seguridad estatal, raza superior, restaurador del bien común o los principios nacionales tantas veces difusos. El tirano confunde el bien común con sus propios intereses. . . Un 83 Luis Jiménez de Asúa, Vicíimiohgía. en Estudios criminología, Ed. Omeba, Buenos Aires, 1961, p. 27. de derecho penal y LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 117 día se encontrará, por así decirlo, "con la horma de sus zapatos" (El propio Hitler fue víctima de un atentado que casi le cuesta la vida). El tirano es causante tangible y determinado de una sociedad oprimida y él lo sabe. Los Somoza en Nicaragua constituyen un vivo ejemplo. Conocen el descontento colectivo y la frustración cotidiana de muchos de sus gobernados. Otros callan por temor u obsecuencia. A las medidas de seguridad elementales suman un aparato de sofisticadas técnicas para allegar seguridad a sí y a su familia. Cuando se mueve o viaja un séquito de especialistas en balística lo sigue alertando el más mínimo detalle que pueda ser comprometedor para esa seguridad. El tirano, sin embargo, no amaina sus actitudes soberbias y autocráticas. Inconsciente, asume y robustece su actitud victimal: los hitos de violencia de los grupos de obreros, políticos y estudiantes le explicitan y adelantan la respuesta de las víctimas atormentadas. Se trata de situaciones que por desgracia nos toca vivir a los latinoamericanos, aunque sea preciso recordar como típicos ejemplos las numerosas muertes de zares en Rusia que hiciera decir a Napoleón: "Nada hay menos seguro que la cabeza de un zar. . .". Las víctimas, los propios zares, reaccionaban ante las reclamaciones de la multitud echando sobre ella mayor violencia y represión '—ideas propias del paranoico que, pretendiendo esconderse, descubre su temor—. Inútiles eran las advertencias. A esa mayor violencia se respondía con una violencia superior aún. Pero tal vez la mejor visualización victimal de su actitud la dé el hecho corriente de que el tirano salga ileso en una o varias oportunidades. No ha podido ser muerto pero los atentados y la advertencia están claros. El no modificar su acción de gobierno, el seguir una conducta Vl( riMOI.OGlA atormentadora implica claramente una búsqueda extra consciente de su propio fin. Y esa conducta va atrayendo a los perseguidores políticos, y cuando no fanáticos, que llegan a la convicción, no pocas veces delirante, de que deben dar el gran golpe y matar en nombre de Dios, la patria, la libertad, la anarquía o algo más simple y elemental: la venganza. De ahí que al tiranicidio se lo denomina "homicidio justiciero". 3 0 . El atormentador atormentad©. Hav situaciones en que se anuda de tal modo la "pareja penal" que no llega a visualizarse claramente, desde el punto de vista estrictamente victimológico, quién es el verdadero autor del homicidio y quién lo es simbólicamente y, más precisamente, quién es en realidad la víctima. Hay un caso típico que suele ocurrir con frecuencia en las periferias de nuestras ciudades y en los barrios denominados de emergencia o "villas miserias". El padre que regresa alcoholizado y somete a su mujer a vejámenes y golpes en presencia de sus hijos. También éstos reciben golpes y humillaciones. Así por años. La virulencia del progenitor-atormentador se convierte en una obsesión familiar porque su irritabilidad, acompañada de alcohol que lo torna aún más agresivo, se descarga brutalmente sobre la mujer y los hijos que suplican vanamente que se contenga. Ocurre que los niños van creciendo y un día uno de ellos, generalmente el mayor —que suele ser penalmente imputable por su edad— ultima al padre con un puñal o el arma que tenga más a mano. Cabe insistir: ¿Quién ha sido la víctima? En La sociedad de la droga (pág. 161) narro el diálogo sostenido con el esposo de una joven mujer a la que LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 119 quería profundamente. Esta mujer era consumidora •—^en proporciones geométricas— de anfetaminas que la llevaron a una psicosis anfetamínica y posteriormente a la muerte por hepatitis medicamentosa a la que se ligó una hemorragia esofágica. Las explicaciones sobre cómo debía proveer droga sabiendo la situación de su mujer adicta para evitar sus crisis de excitación, producto del síndrome de abstinencia o carencia, son abrumadoras. Cómo no podía dormir debido a la excitación de ella, sus agresiones y sus temores de sentirse perseguida, el tener que vivir a oscuras o en semioscuridad porque le molestaba la luz, lo llevó a un arranque de ofuscación, tras haber soportado durante años en silencio y calma. La tomó del cuello y pudo haberla matado. Un llamado telefónico lo volvió a la realidad providencialmente. El convivir con toxicómanos y fundamentalmente con alcohólicos es sumamente arduo y puede llevar a situaciones como las deácr'iptas de atormentador-atormentado que indudablemente deben ser tuteladas. Estos casos hay que incluirlos cuando sobreviene una muerte entre los homicidios denominados justicieros, aunque el victimario no se enmarque en una actitud reivindicadora de una situación política o social. Resulta tan consecuente y coadyuvante la conducta de la víctima que atrapa en una te-/ laraña al victimario. Y como la araña que conoce las más sutiles trepidaciones de su red, va^^determ-inando con su conducta agresiva y progresiva las acciones que luego se producirán en su contra. Éstos son los casos en que Mendelsohn sostiene que la culpabilidad de la víctima es mayor que la del delincuente. Existe una especial comprensión y compasión hacia el delincuente en virtud de las torturas a las que lo sometió la víctima y debido a que el móvil del hecho es casi 120 VlCTIMOLOGÍA siempre altruista. Para ubicar la situación en sus justos límites y dentro de esquemas criminológicos y legales, cabría concretamente estudiar cada situación que se plantea y lograr la inclusión de preceptos específicos en los cuerpos normativos de orden penal para que se prevea la disminución de la pena al autor o, en su caso, la irresponsabilidad penal. Al joven de 18 años que mata a su padre en un caso como el que he citado, puede caberle en nuestro ordenamiento legal pena de prisión o reclusión perpetua, pudiéndosele aplicar la accesoria del art. 52 con acuerdo al art. 80, inc. 1°, del Código Penal. Habrá que probar entonces el estado de emoción violenta previsto en el art. 81 y, en función de lo que señala el art. 82, in line, podría corresponderle una pqna de seis meses a cinco años en tal supuesto. Los jueces generalmente optan por este atajo aunque la emoción violenta no es de fácil prueba. El joven pudo haber comprendido "la criminalidad del acto al tiempo de dirigir sus acciones" y declarar incluso que el alcance de su tortura y la de su familia había llegado a un límite tan intolerable que, en más de una oportunidad, pasó por su mente como una ráfaga la idea de matar a su progenitor. . . ^*. Si En aislados casos la jurisprudencia asumió, frente a la cruda realidad de patas situaciones, una sería connotación victimológica. N o obstante, en los ejemplos que siguen, se advierte que hubo circunstancias capaces de adelantar una importante brecha en la doctrina judicial; Cabe considerar provocado por la victima el homicidio cometido por el hijo en la persona de su padre, si de los antecedentes existentes resulta cjue aquél padeció de un estado emocional obsesivo que hiZo que la persona de su progenitor fuese asumiendo ante él caracteres que lo apartaban cruda o groseramente del tipo ideal que todo hijo exige para el autor de sus días, y ha ido transformando en odio su amor filial (CS Santa Fe, 17/3/66, "Rosas, Rubén F.", "L.L.", t. 123, p. 950, 13.760-S). Si la causa eficiente de! estado emocional radica decisivamente en la agresión injusta de la víctima, y no tan sólo en la intemperancia o en el desarreglo del homicida, tal estado es excusable, no obstante la peligrosa personalidad del reo y su ebriedad en el momento de cometer el hecho ( T S Córdoba, LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 121 No es el propósito ni es cometido de este trabaio plantear cuestiones normativas. Pero es preciso señalar que en buena parte, por vías de la victimología, puede y debe llegarse a la desincriminación de ciertas figuras y a la irresponsabilidad penal de sus autores cuando éstos clara y terminantemente son víctimas torturadas, atormentadas que, para evitar el objeto del tormento, lo suprimen causándoles como en este caso la muerte. 31 . El homicidio de sí mismo. ¡iménez de Asúa sintetizaba el criterio victimológico con cierta demasía: "En todo suicidio hay otra víctima, además del propio suicida; una víctima oculta a la que el que se mata quiere alcanzar con su cuchillo o su revólver". Sus ejemplos ya típicos son el del hombre engañado que se dispara un tiro en la sien. Ha muerto él, pero simbólicamente el tiro iba dirigido a la mujer o al amigo que lo han engañado. Además, es una sutil forma de venganza porque será difícil a esa pareja vivir o amar sobre una tumba. El caso del ex presidente del Brasil, Getulio Vargas, acosado por varios generales del ejército que le piden su renuncia, es muy elocuente. Los militares, como ocurre en nuestros países latinoamericanos, lo compelen, lo amenazan. Vargas toma un revólver y se suicida. ¿Apunta realmente así a los militares sublevados? ¿Cuál es el mecanismo no consciente? En definitiva los generales resultarán políticamente aniquilados si se recuerdan las elecciones que se efectuaron con posterioridad. El tiro del ex Sala Crim. y Corree, 24/7/63, "Noriega, Vicente A.", "Rep. L.L.", t. XXV, p. 750, sum. 34) . 122 V I C T I M O LOGIA presidente fue simbólicamente certero aunque le costara la vida. Vargas ha quedado en la historia del Brasil como un hombre político inolvidable, mientras sus generales merecen el repudio de la ciudadanía. Autores alemanes han llamado con justeza a estos suicidios, "homicidios de sí mismo". Desandar el psiquismo del suicida no es fácil. En buena cantidad de casos existe en ellos un gran sentimiento de autopunición debido a complejos de culpa mal sublimados, actitudes edípicas (o su equivalente femenino ), aunque como lo ha señalado Durkheim, entre otros, la mujer, en todos los países del orbe, se suicida mucho menos que el hombre. El propio Durkheim en su celebérrimo libro El suicidio publicado en 1897, que inaugura la metodología científica en sociología, nos lo ubica en relación a los estados psicopáticos más o menos profundos. Dejando de lado estados demenciales, si por psicopático se entiende, como señala Kurt Schneider, la personalidad que sufre y hace sufrir a los demás, resulta comprensible que con la muerte propia se intente, con una postura paranoide, hacer sufrir a otros e incluso hacerles sentir que son autores morales. En el esquizofrénico y en los dinamismos psicopatológicos de los enfermos depresivos, suele rondar o concretarse la idea suicida como producto de la propia enfermedad si bien en todos los casos podría rastrearse la concatenación de circunstancias que lo impelen. La depresión puede llevar a una desintegración de la persona con respecto a la realidad circundante, a una total carencia volitiva y de toda valoración, incluso religiosa, que hasta entonces se tenían como elementos básales de la vida. En todo suicida se esconde un hombre desesperado que desea "terminar con todo de una sola vez". Más que desesperado, o decepcionado, cabría hablar de enferme- LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 123 dad que lo lleva a no querer confiar y a sentir que nada tiene que esperar. Una especial pérdida de la esperanza y las posibilidades de un proyecto de futuro. Otras veces, la idea del suicidio se presenta con características obsesivas o íóbicas. 3 2 . Un caso de doble suicidio frustrado. En el año 1971 asistí jurídicamente a un joven de 20 años que junto a su novia de 19 intentaron el suicidio en un hotel de citas de Buenos Aires. Ingirieron una cantidad aproximada de 30 somníferos cada uno. La joven muñó y él pudo ser salvado mediante lavajes estomacales. Sus padres se oponían a esas relaciones por motivos religiosos. Ella era israelita y él pertenece a una familia católica. En este caso resulta claro que estamos frente a un "homicidio de sí mismo" por partida doble. Y aunque una de las víctimas no pudo, por razones ajenas, concretar su voluntad, es también clara la partida doble con respecto a quienes simbólicamente "han matado": los padres. Este joven, que fue querellado por el padre de la víctima por homicidio y a quien el fiscal encuadró finalmente en el art. 83 del Código Penal, como instigación o ayuda al suicidio, terminó siendo absuelto de culpa y cargo tras sufrir detención preventiva por casi dos años. En una carta que me enviara desde la cárcel de Villa Devoto, me dice: "Los padres de J. que me querellaron, no se dan cuenta que ellos son culpables, que ellos la han matado". Curiosamente los padres del muchacho (víctimas simbólicas) me manifiestan, palabra más o menos, similar concepto achacando las culpas de lo ocurrido a los padres de la muchacha y dicen que ellos hubieran accedido finalmente a esas relaciones y al casamiento. Sin em- 124 VlCTlMOLOGÍA bargo, la madre en cierta ocasión me revela que "pensaba que con el tiempo podrían casarse por el rito católico". Mi defendido me explicaba, a su vez, que ésta era una nueva postura de sus padres, una vez producidos los hechos. Nunca pude hablar personalmente con los querellantes pero el colega que los patrocinaba -—ya concluido el proceso—, me explicó que también ellos pensaban que podían haber cedido finalmente. . . y dejar que se casaran. Siempre ex posí ¡acto. En el expediente, en cuanta oportunidad pudieron, señalaban, a fin de abundar sobre la personalidad moral de mi representado, que había llevado a la joven a un albergue transitorio, hecho que entendían francamente inmoral y desdoroso. En definitiva, podría decirse que los querellantes sentían el peso de la pérdida de su hija, por un lado, y ser el motivo directo de su decisión, por el otro. Como quien requiere una purificación de la memoria y una autoexorcización de los propios fantasmas que los señalaban, acusaron descabelladamente por homicidio a mi asistido, con singular obstinación. No podían sentirse homicidas en el plano inconsciente. Los padres del procesado, a su vez, enmarcaban su actitud en sus férreas convicciones religiosas explicando que su hijo había salido de la muerte por la gracia divina. Decían una y otra vez que su hijo no era homicida "desde que él también en un raptas de locura quiso matarse". Una y otra vez insistían en comprender la actitud de los padres de la chica y "perdonarlos". El análisis psicológico de la situación y sus personajes nos llevarían a extremos insospechables. En cierto momento el padre del muchacho me explica con total naturalidad, aunque con énfasis, que la elección por parte de ellos de un judío {por mí) para que asumiera la defen- LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 125 sa, era suficiente prueba de que ellos nada tenían contra los judíos en sí, que además contaban con varias personas "de esa religión entre sus amistades. . .". Al margen de la consideración que cabe a tamaña aseveración y que emite ¡a típica concepción de ios "prejuiciados de buena conciencia", es importante connotar que la elección se produce por ser yo judío y no por ser abogado del fuero penal. Creo que eso sintetiza y explica que la muerte de la joven había tocado profundos estratos inconscientes de los padres de mi defendido. Esa coparticipación en la negativa a las relaciones por tratarse de una chica judía —que en todo momento me corrobora el hijo: "a mis padres no les crea, doctor", eran sus palabras habituales-— delimita un aspecto no desdeñable, una cuota de coparticipación en el suicidio-homicidio. Las víctimas materiales (aunque una de ellas resultó salvada) lograron indudablemente sus propósitos inconscientes de matar o castigar simbólicamente a sus padres. No cabe duda de los mecanismos de huida, por parte de los padres, de sus propias culpas, tomando actitudes aparentemente bizarras pero que no hacen más que desnudar y remover su abrumadora problemática. 3 3 . La víctima de! tránsito vehicular. Los homicidios y lesiones graves y leves que ocasiona la imprudencia, negligencia, impericia e inobservancia de los reglamentos en Ja Argentina, han alcanzado calidad de catástrofe nacional aunque comúnmente no se diga. No pasa día en que los periódicos no anuncien la existencia de un número ingente de muertos y heridos. Familias diezmadas, coches incrustrados en la parte trasera de camiones, automóviles que vuelcan en pleno centro de las 126 VlCTIMOLOGÍA grandes ciudades, o que suben a las aceras provocando luctuosos saldos. No deseo detenerme en datos estadísticos que resul" tan abismales, como abismales son algunas de nuestras rutas mal señalizadas o en las ciudades las calles con pozos y transeúntes, aquí y allá, esquivando por centímetros el paso raudo de los automóviles y transportes de pasajeros. Entre tanto los medios de comunicación, por sobre todo la televisión, que suele persuadir sobre cómo lograr el éxito y develar en cómodas cuotas qué es la felicidad, nos alerta y nos lleva a automóviles de mayor potencia, de mayor cilindrada, sin los cuales esa mañosa felicidad se aleja del alcance de los sueños y las manos. Producido el hecho comienza un neblinoso proceso en que se trata de ubicar únicamente la acción penalmente responsable del conductor, porque la culpa concurrente —achacable a la víctima, cualquiera fuera el quantum— no excluye la del victimario. No hay compensación alguna y el delito queda perpetrado. Por lo común se tiene en mira la "culpabilidad de la víctima" para graduar la sanción a aplicar. En esos procesos, la vista, trastornos auditivos, olfativos, de atención, los factores deficitarios del vehículo: falta de luces, de frenos, estado de las cubiertas y de la dirección del rodado, el exceso de velocidad, adelantarse indebidamente respecto de otro vehículo, transgredir un semáforo en rojo, y también factores exógenos que atañen a la causalidad del delito: alcohol u otros tóxicos en el conductor, son los que se tienen en cuenta de manera prioritaria. Todo lo referido al comportamiento del A/ictimario, su estado psico-biológico al tiempo del hecho, las condiciones propias del vehículo, factores telúricos (llu- LA VÍCTIMA EN EL DELITO UE SANGRE 127 vías, neblina) y también la iluminación y estado de las calles. ¿Y la víctima? Y a señalé que si concurre con su imprudencia al delito no inhibe la propia imprudencia del victimario. E s un caso típico de presunción de inocencia generalizado. N o obstante, en estos delitos, ciertas actitudes de la víctima no son casuales sino causales. N o me refiero a quien transita normalmente por la acera y ni siquiera tiene oportunidad de avizorar cómo el vehículo se le viene encima, sino a quien cruza desaprensivamente una calle muy transitada, fuera de las líneas peatonales. N o cabe duda de que inconscientemente ha buscado su fin. H a querido morir. . . Como dice M e n d o z a (citado por Jiménez de Asúa, ob. cit., pág. 3 5 ) : "Existen factores psicológicos y temperamentales que se traducen en desatención, temeridad, estupidez, distracción, precipitación, desidia, fastidio, pavor, etc., que contribuj-en a la dinámica del infortunio, a la propensión de accidentes de automovilismo en el peatón". N o inhibe estas conclusiones, sino que las refuerza, el hecho de que la víctima se encuentre alcoholizada o hubiese ingerido otra droga o se trate de alcoholistas agudos o crónicos. F a t t a h explícita que la inexistencia de culpas concurrentes es de difícil dilucidación a la luz de la lógica crítica. M u c h o más lo es arribar a la real culpabi'idad de la propia víctima. El concepto me parece excesivo. N a d a h a y más importante que la vida. La víctima sigue y seguirá siendo quien la ha perdido, aún atendiendo considerablemente a su actitud victima! como punto de referencia procesal penal; no cabe duda de que existen verdaderos liomicidios de sí mismo en ciertos hechos del tránsito vehicular en que la víctima, por sus deseos tanáticos inconscientes. 128 VlCTIMOLOGÍA parece que se precipitara contra el rodado. Se trata siempre de cuestiones de hecho de difícil y no convencional dilucidación a las que debe darse cabal importancia y ser mensuradas por el juzgador. Además, con criterio prevencional, servirán como toque de atención para una correcta prevención de estos diarios y lamentables sucesos, 34. El suicids© y la agresión coíecfiva. El suicidio es un tema que atrae no solamente a criminólogos sino también a investigadores de muy diversas disciplinas. Una variante aterradora la constituyen los casos de suicidios masivos, de los que ha habido elocuentes muestras en estos tiempos. Se conocen psicosis de situación de carácter masivo, de muy diversos tipos, incluso autoagresivas, como el caso de los encarcelados que se infieren cortes con vidrios, hojas de afeitar, o los peligrosísimos "sunchos". En La sociedad carcelaria narro el caso de cortes autoinflingidos en la cárcel de Villa Devoto por casi 100 detenidos. Cuando el recluso no se atrevía o no poseía los elementos, acercaba su brazo para que lo hiciera algún compañero. Los médicos debieron suturar heridas todo un día. Se trató de una forma de protesta colectiva de reclusos que no pudieron asistir por falta de comodidades a la actuación de artistas en el penal. Se sabe de muertes de ciertos miembros de tribus o cofradías de tipo fanático por razones de ofrendas a dioses. Lo ocurrido en Guyana rompe con los moldes conocidos. Cientos de personas decidieron inmolarse por solidaridad con su gurú o "santón". Se dice que unos ayudaron a otros y las muertes ocurrieron sin solución de continuidad. Podría argüirse que los suicidas se sentían acechados por remotas y terrenales razones, pero la psi- LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 129 cosis suicida que se precipitó con singular fanatismo parece recorrer los andariveles de un culto secreto, esosérico. Se sabe que había quienes ppdían ser muertos y padres que, antes de suicidarse, mataron a su mujer e hijos. El instigador fue el llamado "pastor Jones", cuya íuerza de convicción y carisma ha quedado fuera de discusión. Pero habrá que advertir que este suicidio masivo efectuado con tal espontaneidad no parece recoger víctimas simbólicas sino las muy precisas que ofrendaron sus vidas. 3 5 . La víctima en (y de) ia multitud. La muchedumbre delincuente ha sido objeto de estudio fundamentalmente con respecto a su proceder instintivo y espontáneo producto de la pérdida de todo control individual. La masa humana no parece tener capacidad de espera como autora de delitos. Baste recordar los linchamientos de tantos acusados y sospechosos con esa avidez desesperada de hacer justicia por mano propia. Un típico caso de multitud enfrentada a otra multitud rival en un ámbito especial lo proporciona un campo de fútbol, donde se encuentran partidarios de uno u otro equipo. Se detectan inmediatamente por sus cánticos, sus banderas, sus aplausos y el lugar que en la tribuna ocupan ordinariamente. Esa multitud proclive a emociones puede reaccionar enfervorizada o fanatizada de manera impredecible. A la vez, se siente objeto de agresiones concretas y tangibles que se simboHzan por los cánticos, gestos y pullas de sus rivales, la deficiente actuación de uno o varios jugadores o de un arbitro. Cualquier circunstancia parece despertar la reacción en cortocircuito. Cuando se producen reyertas entre ambos bandos en pugna pueden sobrevenir víctimas de lesiones y homici- 1 50 VlCTIMOI.OGÍA dios. Ese trenzarse a golpe de puño, con cachiporras, cadenas o botellas, no reconoce víctimas ni victimarios (desde cierto punto de vista) sino la total confusión. El resultado se sabrá al final, tal como ocurre con los duelistas. Hace poco tiempo se produjo un hecho en Buenos Aires de características inéditas, aunque años atrás ocurriera uno similar en Italia. En un estadio de fútbol y antes de la iniciación de un partido, dos o tres sujetos dispararon una bengala, según se describió en los diarios, que atravesó el campo de arco a arco y fue a dar a la multitud partidaria del equipo rival. En tales circunstancias murió instantáneamente un joven al que se le introdujo el arma en el cuello y otro resultó con quemaduras. El debate giró sobre si se trataba de un homicidio simple y, por ende, doloso —como lo caratuló el juez instructor'— o si fue —'Como lo señaló la Cámara en lo Criminal al revocar la prisión preventiva-— un homicidio por culpa. La causa se encuentra en estos momentos en trámite. Para el criterio victimológico importa más que el dolo o la culpa, la circunstancia de haber ingresado en un estadio deportivo un arma tan poderosa, que requiere preparación previa para ser disparada, sabiendo eventualmente de antemano que el punto de disparo es una multitud adversa (repárese que el partido no había comenzado). La multitud está determinada y es la víctima genérica del disparo, aunque la resultante penal sea la muerte de un espectador y las lesiones que sufriera un segundo. No creo se trate de una multitud "inocente". Su sola presencia antagónica explícita en niveles inconscientes la posibilidad latente del estallido y la gresca, teniendo en cuenta la idiosincrasia de estos grupos humanos y la vio- LA VÍCTIMA EN EL DEUTO DE SANGRE 131 lencia contenida que encierran, dispuesta a expandirse ante circunstancias adversas. El caso narrado no es delito típico de la multitud sino desde la multitud. Sus autores fueron inmediatamente detectados y se los enjuicia partiendo de la base de que su actividad fue deliberada, previendo o no el resultado. Delinquieron desde la muchedumbre con los puntos y preconceptos de ésta y sus pautas de comportamiento en ciertos casos, desde que los agresores forman parte de una pandilla o "patota" con su lenguaje y códigos de comportamiento donde literalmente desaparece la individualidad. La masa como víctima se define por sola presencia y por las características de pertenencia grupal (política, deportiva) que la identifica y hace vulnerable de agresiones por parte de un grupo opositor. Sóio bastará el estallido emocional que la haga sentirse agredida para que asuma un papel reivindicante y agresivo a la vez. Esas bases emocionales tocan niveles inconscientes que están más allá de la cultura o compostura habitual de sus miembros individualmente considerados. 3 6 . La víctima individual provocadora de la multitud. Hay casos en que la víctima crea con su actitud o su obrar o, simplemente, por sola presencia, un nucleamiento espontáneo en su contra que con desconcertante rapidez está dispuesto a todo. Cuando se reconstruye un asesinato por orden judicial, si el hecho ha conmovido la sensibilidad pública, debe intervenir cuidadosamente la policía para evitar que ciudadanos que acaso se han conocido en ese momento, intenten agredir al victimario y pidan su linchamiento. Es que la naturaleza de la fuerza 132 VICTIMOIJOGÍA que gobierna a la masa tiene en su génesis un fenómeno de sugestíonabilidad colectiva. En pueblos y villorrios en que ciertas creencias ancestrales sobre el "mal de ojo" o "gualicho" se dan como cosa cierta y en las que se cree a pie juntillas, como en hechi" cerías y en brujos que emplean raros brebajes, suelen ocurrir verdaderas cazas de brujas. En los pueblos existe siempre un personaje al que se lo liga a esas "cosas del diablo". Esta potencial víctima, en oportunidades ni si^ quiera ha abierto la boca y desconoce la situación, pero puede ser acusada imprevistamente como causante de al' guna calamidad pública. Su suerte suele resultar fatal. Terminantemente clara resulta la situación de la víctima provocadora que azuza la conciencia de los habitantes de esos pueblos prejuiciados y subculturalizados. A medida que esas conciencias se van juntando y los habitantes van cambiando opiniones, se crea el espectro mítico y se corre la voz. Habrá que presagiar desgraciadas consecuencias. Un caso paradigmático resulta el narrado por un grupo de investigadores ecuatorianos ^^. El hecho ocurrió en el año 1964 en la provincia de Azuay y al personaje central que resultara víctima se lo conocía como "comadre Chepita", una mujer mestiza, de carácter irascible y dudosa moralidad para el cerrado ambiente de ese pueblo compuesto por habitantes pauperizados y alcohólicos. Esta mujer entra en una situación de litigio familiar de carácter económico por la posesión de unos terrenos heredados de su padre. Se supone que su madre tuviera derechos a esa herencia. Utilizaba todas las formas posibles y a su alcance, para que ésta no pudiera usufructuar S8 Hernando Rosero, José Elsitdie, Aníbal Torres y José Irarzábal, "Problemática de la conducta de la víctima en la determinación delictiva", ponencia presentada por el Instituto de Criminología de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central de Ecuador, a las Jornadas Internacionales de Criminología, 22 al 28 de junio de 1969, Mendoza, Argentina. LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 133 tales terrenos. En tal situación la madre cede sus derechos a un tercero quien tampoco puede tomar posesión por la seria y agresiva actitud de la "Comadre Chepita". Para evitarse problemas, el comprador decide a su vez traspasar sus derechos a la sindicatura de la Iglesia parroquial del pueblo para así beneficiar al párroco. En esos momentos comienza a tomar cuerpo entre los habitantes el hecho de que la mujer, redoblando su agresividad, no permite que el fruto de los sembradíos favorezca a la iglesia. Algunos habitantes le habían hecho saber insistentemente que esos bienes ya pertenecían al párroco. En esos momentos la autoridad eclesiástica hizo comparecer al cura para que diera explicaciones. Como tardaba en volver a la iglesia más de lo previsto, se reunieron algunos pobladores y fueron a hacer la denuncia de ese hecho ante la autoridad policial señalando que, con sus actitudes la "comadre Chepita" había logrado que el cura ya no volviera, con lo que el pueblo quedaba sin tan querido párroco. Reunido un considerable grupo de pobladores se decidió "castigar a la culpable", a quien se acusaba de ser bruja, "hechicera", enemiga de la religión, etc. Ya nadie podría detener a esta multitud que se sentía hondamente provocada. " . . . a las nueve de la noche, más o menos, una muchedumbi-e de la mencionada parroquia, que previamente ss había puesto de acuerdo, atacó la casa de V.B. (con quien vivía la mujer) rompiendo puertas y ventanas y luego incendiándola; a puñetazos y puntapiés sacaron a V.B. y su conviviente («Comadre Chepita») llevándolos al centro de la plaza en donde los ataron a un poste, los rociaron con gasolina y les prendieron fuego. Milagrosamente V.B. logró escapar, no así la mujer, que murió 134 VICTIMOIJOGÍA quemada y su cadáver fue descuartizado y nuevamente incinerado en una pira de leña, a tal punto que fueron poquísimos los restos calcinados que al segundo día recogió el teniente político de la parroquia para los respectivos peritajes". El hecho en análisis es fruto de una subcultura de violencia llevada a cabo por seres homogéneamente primarios y rústicos; según destacan sus análisis clínicos, trátase de individuos con herencias patológicas con síndromes epilépticos y tendencia al alcoholismo. Seres sumergidos socialmente, sin posibilidades de educación, sin organización cultural, carencia de ideales donde la religión tradicionalmente cubre las necesidades espirituales de la masa convirtiéndose sus integrantes en fanáticos, fieles cumplidores del ritualismo religioso, sin el concurso de la razón, sin mayores esclarecimientos. Esa suerte de vida bucólica y sin planos ni proyectos de futuro se ve alterada o hasta cierto punto se induce tal alteración según creo, por la presunta agresión al cura párroco que canaliza la aversión pública a la mujer. Mientras la víctima no entraba en conflicto con la autoridad eclesiástica no representaba en realidad amenaza alguna para la comunidad. Pero bastó que la enfrentara, no aceptando su derecho al inmueble, para que toda la población se sintiera en la imperiosa necesidad de defender al cura. Su reacción, ineludible en cuanto a su violencia, fue la de atacar a la víctima, a la que tildaron de bruja que osó ofender y enfrentar al sacerdote. Es ésta una profanación que habrá que rastrear en los ancestros. Una forma de castigo por la violación del "tabú". El tabú no se venga por sí solo y en el caso ha sido transgredida la personalidad de la divinidad encarnada por el párroco. Era preciso castigar al que se atrevió, porque la falta de tal castigo recaería sobre quienes lo omitieron. Ésta puede LA VÍCTIMA EN EL DELITO DE SANGRE 135 ser una somera explicación de la dinámica de lo inconsciente en el alma colectiva. Cabe insistir en que la víctima fue advertida por la masa respecto de su conducta, pero su actitud fue burlona y despectiva, lo que victimológicamente debe traducirse como inconscientemente provocativa y coadyuvante. Es posible que las legislaciones del futuro deban comprender estos casos desde el punto de vista de la dinámica delictiva y, fundamentalmente, a la víctima como gestante de la situación en su contra. A esa actitud victimal deberá también ligarse la situación de marginación social de la multitud agresora. El aporte de la victimología refuerza la idea ya imprescindible de crear programas para las poblaciones campesinas que no parecen incorporadas al mundo de hoy. No son libres y lo que juzgamos o, al menos ponemos en íníerrelación con la víctima, son actos y conductas que les surgen como producto de tan soterrada libertad. Ello podría constituir un aporte para la comprensión de la fenomenología victimal en éste como en otros casos. CAPÍTULO V LA V Í C T I M A E N DELITOS DE LESA H U M A N I D A D 37. El genocidio. La Convención para la Prevención del Delito de Genocidio de la O.NXl. del 9 de diciembre de 1948, ratificada por nuestro país en 1956, de modo que inviste fuerza obligatoria, establece la finalidad de protección de la existencia de grupos determinados de individuos. Obliga a las partes contrayentes a prevenir y reprimir tal delito sancionando normas expresas dentro de sus ordenamientos jurídicos internos. A fin de elucidar al genocidio, crimen de crímenes, desde la perspectiva de la víctima, es preciso recordar que para la Convención constituyen genocidio los actos dirigidos a destruir en todo o en parte un grupo nacional étnico, racial o religioso como tal. IvOS grupos étnicos pueden ser subgrupos de una región o país determinado que aunque pertenezcan a la misma raza se distingan por sus tradiciones o patrimonio cultural diverso. Los actos y conductas que constituyen el delito de aenocidio se encuentran enumerados en el art. 2 de la Convención: 1) La muerte de los miembros de un grupo. Se entiende que bastará la muerte de un solo miembro siempre 138 VlCTIMOLOGÍA que sea parte de un proyecto debidamente comprobado de exterminio de todo o parte del grupo. 2) El atentado grave a la integridad psíquica o mental de los miembros de un grupo. Lo que obviamente puede lograrse sometiéndolo a determinados tormentos o, modernamente, por medio de medicamentos y estupefacientes. 3) La sumisión intencional del grupo a condiciones de existencia que entrañen su destrucción física total o parcial. Es el caso de la "reducción" de tribus indígenas u otros grupos que son trasladados por orden de un go" bierno, o por particulares con anuencia gubernamental, de una región a otra, en la que, por falta de adaptación a las condiciones telúricas o por labilidad de sus miembros, pueden contraer ciertas enfermedades que causan muertes y diezman a esas tribus y grupos, 4) Las medidas orientadas a entorpecer los nacimientos en el seno del grupo. Lo que puede lograrse por los medios conocidos para impedir la fecundación. Se incluye desde la esterilización, el aborto obligatorio, hasta la segregación de los sexos impidiendo los matrimonios y concubinatos. 5) La transferencia forzada de niños de un grupo a otro. De tal manera el niño pierde la identidad y el sentimiento de pertenencia grupal. Bastará dispersar a los niños individualmente o en masa entre otros grupos comunitarios. Siendo el genocidio un delito contra la humanidad, resultaría ideal que allí donde es hallado el genocida sea juzgado, aunque el crimen no lo haya cometido en ese territorio. La comunidad mundial respondería así con un sentimiento hermanado ante el daño infligido con una suerte de "represión universal" puesta de manifiesto por LESA HUMANIDAD 139 diversos autores. El genocida sería de tal modo un delincuente erga hominis más allá de su nacionalidad o el sitio donde cometiera tan atroz delito. También la víctima se universaliza por la simple razón de pertenecer al género humano. Las jurisdicciones nacionales de los distintos países deberían, por añadidura, tener competencia para el juzgamiento de delitos de lesa-humanidad como los de tortura, guerra, terrorismo, de los llamados grupos políticos y del Estado, desaparecidos, y cualquier otro similar, proveniente del abuso del poder gubernamental o militar, sea doloso o culposo y siempre que el o los involucrados se encuentren en aquellas jurisdicciones, cualquiera sea el lugar donde se hubieran cometido tales delitos. Es hora de rever ciertos casos de asilos que bien está se concedan a disidentes y los llamados delincuentes políticos o ideológicos, pero no a quienes cometieron atrocidades que repugnan y vituperan a los Derechos Humanos. Piénsese en el último de los Sonioza o en ídi Amin Dada. Con todo, como lo ha hecho resaltar Beristain ^^ en referencia al terrorismo subversivo, ciertas metodologías guerrilleras se califican de "terrorismo" en Nueva York, mientras las mismas merecen en La Habana o Moscú el calificativo de "heroísmo", y agrega: "Los terrorismos (se refiere también aí represivo y desde arriba) se explican siempre o casi siempre en los terrenos psicológico y sociológico. Pero nunca se justifican en el campo jurídico y ético". 36 Antonio Beristain, "Los terrorismos en el país vasco y en España", ponencia que sirviera de base para su exposición oral el 9 de jumo de 1982 en Ids Décimas Jornadas de Estudio del Instituto de Criminología de París, sobre Aspectos actuales del terrorismo en Eurooa, celebrado en La Sorbona, p. 1. '1'40 VlCTlMOLOGÍA Esta fraternidad en el horror y la aplicación legal, casi nunca ha tenido condignas respuestas de los países, por razones políticas. Tampoco por parte de gobernantes, eclesiásticos, científicos, escritores, artistas —salvo honrosas excepciones— que deberían por imperativo de los fueros humanos que representaban, alzar su voz frente a los atropellos y las muertes, con la fuerza y acción necesarias. Es ésta una llamativa y triste comprobación: cerrar los ojos y acallar los labios frente a los genocidios más abismantes del siglo y a sus consecuencias. El tiempo troca ese silencio en lapidaria acusación. De acuerdo con la Convención, deben ser castigados por los países signatarios no sólo los sujetos que cometen el crimen, sino los funcionarios y gobernantes que lo apoyen. Habrá que tener en cuenta ciertos etnocidios —que constituyen un escalón menor del genocidio aunque terminan en éste'— que se llevan a cabo en países latinoamericanos (ver parágrafo 46). Debe recordarse que son susceptibles de castigo la alianza con miras a cometer genocidio, la incitación pública a cometerlo, la tentativa y la complicidad. 38 . Víctimas de! genocidio. Actualmente la palabra genocidio se aplica con cierta largueza. Es un rótulo estigmatizante cuando se refiere a medidas atribuidas a fuerzas dominantes, a controles sociales del poder, sobre todo en los sistemas dictatoriales de derecha o izquierda y en las políticas que suelen utilizar con determinadas minorías (judíos, negros). Se habla también del "genocidio cultural" como el que produce Rusia con respecto a los judíos que habitan el país, a los que no se les permite libremente la práctica de su religión y cultura o salir de su territorio. LESA HUMANIDAD 141 En lo que va del siglo, dos han sido los genocidios capaces de absorber, por su brutal gravedad, el contenido total de la palabra y su significado. Y a ninguno de ellos puede comparársele, aunque se pretenda con otras finalidades, los que presuntamente vinieron después y, tal vez, los que vengan en el futuro. Ya se sabe que a la ciencia y a la tecnología no siempre se la ha utilizado para la paz y el bien del hombre. Los dos supremos holocaustos han sido: la masacre de armenios por parte de los turcos durante la Primera Guerra Mundial y el aniquilamiento físico de judíos por las fuerzas de la Alemania nazi, tanto en ese país como en el este europeo, durante la Segunda Guerra Mundial. Un estudio elucidativo de estos hechos no ha sido aún encarado en profundidad por los sociólogos y psiaólogos sociales, como si tanto horror inhibiese la investigación y no se acertara con la metodología más adecuada. Hay múltiples datos y sobrevivientes que hubieran podido aportar elementos de importancia. Escasos son al respecto los conceptos de quienes se ocupan de la victimología. La perspectiva interaccionista, aunque fuere simbólica, aplicable a la relación de la génesis y el decurso de la relación existente entre el agresor y la víctima, lleva a aproximaciones apresuradas. Para mover el barómetro impuesto por Mendelshon y encontrar actitudes victímales en ingentes masas humanas, es necesaria cierta labilidad social o política o actitudes de poderío económico que la ubiquen mucho más allá de la pasividad. Ello implica, a la vez, la cautelosa e ímproba demostración de que hubiera culpa de su parte. En un trabajo del año 1973 correspondiente a Vahakn N . Daddrian ^'^ puede leerse: "Armenios y judíos mostraron ^'' "Las características comunes de los casos de 'genocidio de armenios 142 VlCTIMOLOGÍA una especial combinación de vulnerabilidad y determinis^ mo que les hicieron particularmente idóneos para asumir la calidad de víctimas. La perspectiva victimológica es vista como agregando una crucial pero hasta aquí descuidada dimensión del estudio del problema. . .". Estas palabras si no son mera retórica, parecen proponer un desafío a la investigación no convencional y aspiran a una interpretación diversa que intenta rescatar de la historia, aspectos culturales, económicos y psicológicos por un lado, y por el otro, hasta qué punto las víctimas determinan la hecatombe o el holocausto de un pueblo. Habrá también que estudiar si ese exterminio no proviene de una psicopatología colectiva y, en su caso, la psicogénesis inconsciente de la actitud. La víctima resulta así determinada por su religión, su raza, sus convicciones políticas o su color, es cierto, pero habrá que ser muy cuidadoso en la búsqueda de actitudes victimales, cuando es la locura la que arrastra a la fuerza asesina del grupo militar o civil. La psicopatía de ese grupo humano dispuesto a matar a otro es similar al comportamiento de un sujeto afectado por una neurosis o una psicosis grave. El caso de Hitler es prototípico. 39 . La causa armenia. La historia de Armenia se remonta a 1000 años antes de la era cristiana y pareciera estar signada por la persecución y matanzas debido a dos circunstancias concéntricas que apuntan a su situación victimal y de las que no tiene culpa. La primera es su cultura superior a la de los pueblos que la rodean e invaden en Asia Menor, en y judíos (una perspectiva victimológica comparativa)", ponencia presentada en el Primer Simposio de Victimologia, Jerusalén, Israel, 1973. LESA HUMANIDAD H3 Turquía y en la Unión Soviética. La segunda, la pujanza nacida de su fuerza espiritual, que lo impulsa, aún después de sus crueles tragedias, a reagruparse y emerger floreciente en las industrias, el comercio, las ciencias y el arte. Es un pueblo que se reveló siempre contra la injusticia y la iniquidad y nunca ha perdido el sentido de identidad y el amor a la libertad. Otra importante causa de las sucesivas matanzas que sufrió a través de la historia se debieron a su situación geográfica. Pese a sus luchas por subsistir sucumbieron frente a los continuos ataques y a la beligerancia de otros pueblos vecinos. Ya en el año 885, Armenia fue dominada por Persia, Bizancio y los árabes. Pero nada se compara al martirologio de este pueblo a manos de los turcos. Todos los gobiernos turcos, cualquiera fuera su enfoque político, han tratado, como obedeciendo a impulsos de un mal dosificado ancestro, de exterminar a los armenios. Nunca pudieron asimilar en provecho propio el empuje civilizador y progresista de ese pueblo. Al contrario, los dirigentes otomanos advertían con preocupada envidia que tan avasallante fuerza no hacía más que acentuar la incapacidad e ignorancia de su propio pueblo, su inercia e incapacidad laboral, su atraso en los ámbitos científico, técnico y artístico. Podría decirse que los victimarios turcos se sentían a la vez víctimas incoercibles del avance de los armenios que vivían en su seno. Claro está que también intervinieron factores de tipo político expansionistas, religiosos y otros, como la incomprensión e insensibilidad de los países que debieron detener la masacre. Y no pudieron o no quisieron hacerlo. Contrariamente a lo ocurrido con los romanos que, tras la conquista de Grecia se sirvieron culturalmente de ésta, a punto de convertir a los griegos en maestros y a 144 VlCTlMOljOGfA sus dioses en deidades propias, los turcos procedieron como una sociedad tosca e ignorante pese a que por su número y armamento hubieran podido convivir y asimilar enseñanza y mejoras. A través de la historia, los armenios sufrieron varias matanzas en masa, como formando parte de un cuadro general de la política otomana que desde el siglo pasado intenta eliminar naciones sometidas y deseosas de libertad, a fin de evitar, se dice, la desmembración del imperio "'^ 40 . Los "jóvenes turcos". A fines del siglo XIX se fundó el partido de los "Jóvenes Turcos", llamados también "Ittihad ve Terakke" ("Unión y progreso") cuyo comité central aparentemente deseaba convencer a las naciones sometidas de la posibilidad y la conveniencia de un renovado Imperio Otomano. Los turcos, cuyo número ascendía a 10.000.000, tenían en realidad como objeto el exterminio de los cristianos y de los pueblos no turcos para unirse de ese modo a otros pueblos turanios de oriente y constituir un Estado homogéneo de unos 30.000.000 de habitantes. El principio político principal fincaba en el exterminio como solución definitiva de esas naciones, principiando por Armenia, ya que además de ser cristianos, los separaba materialmente de los pueblos con los que deseaban unirse. ••**' La primera matanza de armenios data de 1850 (algunos miles); la segunda de 1877 (6.000); en 1893, la maracrc de Sassoun (12.000 muertos); en 1895-1896, primera masacre general (300.000 muertos); en 1909, la masacrede Adana (30.000 muertos); en Exterminio armenio de 1915, publicación de la Comisión Central Pro Conmemoraciones Armenias, Ed. Araca, Buenos Aires, s/f. LESA HUMANIDAD 145 La guerra de 1914 fue ocasión propicia para la ejecución de plan tan siniestro porque la conflagración con sus secuencias bélicas servía para ocultar los verdaderos designios genocidas. Turquía luchaba al lado de Alemania. Los turcos poseían una infraestructura doctrinal cuyas conclusiones no dejaban dudas sobre sus ideas. En un congreso secreto del comité de los "Jóvenes Turcos" efectuado en Salónica el 10 de octubre de 1911, uno de los más prominentes dirigentes apellidado Nazim, expresa: "Es necesario aniquilar a los armenios de nuestro país. Para llevar a cabo esta decisión es necesario actuar desprovistos de toda conciencia, de todo sentimiento de humanidad frente a las dificultades, pues la cuestión no es de conciencia ni tampoco de sentimientos humanitarios. Es un asunto sólo de índole política íntimamente vinculada al beneficio y futuro de Turquía" ^®. Propuso y así fue votado por unanimidad la "aniquilación total y radical de la nación armenia". Siempre con miras al ideal panturánico, se designaron comisiones dispuestas a llevar a cabo la ejecución de la llamada "solución final Armenia", pero se consideró, de momento, inoportuno pues podría acarrear la intervención de las potencias europeas. Los armenios tenían conocimiento de reuniones secretas y fundamentalmente de los designios de los "Jóvenes Turcos". Habitaban por entonces en su gran mayoría, en los llamados siete "vilayetos" o provincias, que comprendían la antigua Armenia y Cilicia. La juventud armenia solía educarse en los grandes centros europeos de Francia, Italia e Inglaterra y traía inquietudes y ansias de una vida más decorosa para todos sus connacionales •™ Ob. cit., ps. 5 y 6. 146 VlCTIMOLOGÍA que vivían bajo la férula de la tiranía otomana. Intentaban llamar la atención de la situación a los países europeos, sobre todo de origen cristiano, de los cuales Armenia se sentía una hermana menor. Una suerte de avanzada del cristianismo en el Asia Menor. La cuestión armenia fue llevada a los congresos mundiales de Berlín y La Haya y el 26 de febrero de 1914 se firmó un acuerdo bajo la garantía de las grandes potencias para dar autonomía a las siete provincias armenias dominadas por Turquía, nombrando dos fideicomisarios. Pero el gobierno de los "Jóvenes Turcos" aprovechando la guerra ya declarada se negó a poner en vigencia el acuerdo. El 9 de marzo de 1915 entró en ejecución el dispositivo de la matanza. El ministro del interior turco, Taalat Pacha ordena ese día: "Todos los derechos de los armenios de vivir y trabajar en suelo turco han sido completamente cancelados. Con respecto a esto, el gobierno toma la responsabilidad y ordena no hacer excepción de ninguna especie, incluyendo las criaturas recién nacidas, ya que habiendo observado los resultados de nuestras órdenes en algunas provincias, en las cuales fueron tomadas medidas de excepción con «cierta gente», que en vez de ser enviadas al destierro permanecieron en Alepo, el gobierno se ve envuelto en dificultades adicionales. Haciendo caso omiso a sus protestas sírvanse evacuarlos, ya sean mujeres o niños e incluyendo a los incapacitados físicos, y no dejen al pueblo turco protegerlos, ya que debido a su ignorancia, atribuye mayor importancia a los valores materiales que a los sentimientos patrióticos, sin poder apreciar la gran política de este gobierno al insistir en su propósito. En lugar de tomar medidas indirectas de exterminio usuales en otros países, tales como severidad ea LESA HUMANIDAD 147 las deportaciones, miseria, etc., podrán ser tomadas medidas directas sin mayores miramientos. "Órdenes generales han sido emitidas por la oficina de guerra a todos los comandos del ejército a fin de que éstos no interfieran en la labor de deportación. Comuniquen a los oficiales que esto ha sido especialmente indicado con el propósito de poner en ejecución nuestro real intento, sin que ello les signifique responsabilidad alguna. Por favor sírvanse enviarnos semanalmente informes cifrados acerca de vuestras actividades". Poco después el gobierno de los "Jóvenes Turcos" se reunió en Constantinopla y decidió la puesta en marcha final de la matanza. El texto de esa reunión es un compendio del proceder del extremismo de derecha y su pretensa justificación doctrinal *°, que deja a la víctima señalada con especial determinación, inerte en sus posibilidades defensivas ante el avasallamiento de la fuerza y la velocidad de la acción. 41 . Ei 24 de abril de 1915. En la noche del sábado 24 de abril de 1915 se inició la acción de exterminio. Seiscientos armenios fueron arrestados en Constantinopla y deportados inmediatamente al interior de Anatolia, sin juicio previo y sin ser interrogados. Se trataba de los jefes de partidos políticos, escritores, profesores, abogados, eclesiásticos, periodis^t*) Puede consultarse íntegramente en la obra citada en la nota 38 entre las ps. 8 y 11. También existen fragmentos elocuentes en La causa armenia (Síníesis histórica), publicación del Consejo Central Pro Causa Armenia para la América latina, Buenos Aires, 1964; Jorge Sarafian, discurso pronunciado en el cincuentenario de las grandes masacres de armenios de 1915, Buenos Aires, 1965; H. Thorossian, Armenia y la causa armenia, traducción de Jorge Sarafian, Ed. Organización Juvenil de la Apostólica Armenia, Buenos Aires, 1965. 148 VlCTIMOLOGÍA tas, médicos, es decir, los más altos dignatarios de la colectividad. Conducidos al valle Kanlideré, encadenados de a dos, tras hacerles sufrir innumerables torturas (quemaduras con aceite hirviendo, arrancamiento de uñas y lenguas con tenazas), fueron asesinados. Las ciudades, pueblos y villorrios comienzan a ser arrasados. El pregonero público llegaba para anunciar que todos los hombres de la población deberían presentarse inmediatamente a la administración gubernativa. Quienes se negaran a ir en ese mismo momento, así como se encontrasen eran llevados a viva fuerza. Una vez concentrados se los encarceló sin miramientos. Sus negocios y sus casas habían quedado abiertos y servían a la más miserable rapiña. Sus animales corrían igual suerte. Poco después empezaba la travesía a pie. Se les decía que se dirigían rumbo a las distantes ciudades de Masul o Bagdad. Encadenados entre sí, mal equipados, sin alimentos ni abrigos, aquellos hombres que ni siquiera pudieron despedirse de sus mujeres e hijos, quedaban librados a la suerte de una espantosa perspectiva. No tuvieron sin duda tiempo de pensar en ello. En el primer apartado del camino los mataron despiadadamente. Los obreros turcos, que trabajaban tras la frontera, rodeaban a sus compañeros armenios en una acción perfectamente coordinada y les daban muerte a sangre fría. De esta roanera se cumplió la parte inicial del plan; el asesinato de los hombres jóvenes y válidos para evitar una eventual defensa. Todo fue planeado con horrible eficiencia. Resulta irreverente pretender la existencia de alguna actitud victimal de parte de los armenios. Los habitantes turcos podrían no mirarlos con buenos ojos por la desigualdad cultural, religiosa o económica, pero fueron LESA HUMANIDAD 149 sus gobernantes —tal como ocurriría pocos años después con la barbarie nazi—- quienes los azuzaban. En una comunicación telegráfica del ministro del interior enviada a los gobernadores turcos que las tropas inglesas encontraron en Alepo se ordenaba: "A la Prefectura de Aíepo: ya se ha comunicado que el gobierno ha decidido exterminar totalmente a los armenios habitantes de Turquía, Los que se oponen a esta orden no podrán pertenecer ya a la administración. Sin miramientos por las mujeres, los niños y los enfermos, sin escuchar los sentimientos de la conciencia, es necesario poner fin a sus existencias. 13 de setiembre de 1915". Las deportaciones se utilizaron para mujeres, niños y hombres de edad avanzada. Estos desdichados también fueron objeto de torturas indecibles. Viajaban en convoyes en un hacinamiento insoportable o a pie a través de los más abruptos senderos. Era verano y los pozos de agua se encontraban a varios kilómetros de distancia. Nadie daba agua a los deportados que morían de hambre y de sed, de insolación o agotamiento físico. Quienes los conducían sabían de antemano la "finalidad" de este viaje y no escatimaban ultrajes y torturas. Muchas mujeres armenias resultaron violadas. Estas víctimas sólo tenían una posibilidad de huir de la deportación y era convertirse al islamismo, "pero la conversión para una mujer armenia, en 1915 significaba más un cambio físico, que un cambio de religión" {Libro azul inglés, pág. 641, cit. por José Sarafian en su conferencia) *"^. En algunos casos, para demostrar el grado de alevosía e indefensión de las víctimas, éstas eran masacradas obedeciendo a las autoridades centrales. En Res-ul-Ain en 1916 fueron decapitados entre 15.000 y 20.000 perso41 Ver nota anterior. 150 V I C T I M O i.OGÍA ñas por ejemplo. Aún cuando los turcos entrevieron Ig posibilidad de que perderían la guerra al lado de Alemania, tal como ocurrió, persistían en estas matanzas en gran escala que les daría posibilidades políticas de unificación islámica. El siniestro y escabroso plan fue ejecutado. Se aniquiló a casi 1.500.000 armenios en las provincias que estaban bajo la dominación turca. La ferocidad no pudo con 600.000, que milagrosamente quedaron con vida, ya que la población total, antes de la matanza, era de 2.100.000 personas. Sus propiedades fueron confiscadas; se calculó en 1965 en 35.000 millones de dólares, al cambio de ese año, lo obtenido por las confiscaciones turcas. No es del caso señalar los "esfuerzos" diplomáticos efectuados para hacer justicia al pueblo armenio. Justicia que hasta hoy espera. Bastará decir que tras la guerra todo fue olvidado. Las potencias aliadas que contaron con notables contingentes de armenios, sobre todo la Rusia zarista e Inglaterra, entraron en serias controversias entre ellas y ya nadie recordó que por derecho natural y de gentes debió erigirse un Estado armenio independiente luego de la victoria. Tal actitud es recogida por Adolfo Hitler como un incentivo. Tras iniciar la guerra en 1939, al dirigirse a sus jefes militares decía en un discurso: "Nuestra fuerza residirá en nuestra rapidez y dureza. He dado orden a las fuerzas especiales del servicio secreto para que se dirijan al frente polaco y maten sin compasión niños y mujeres. ¿Quién habla hoy, por ejemplo, de las matanzas de armenios?" *^. Seguramente Hitler se sintió estimulado con tan abrumador ejemplo y por el hecho de la impunidad de •** En La causa armenia, cit., p. 16. LESA HUMANIDAD 151 que gozaron los autores de esos crímenes contra armenios y el hecho de que las potencias aliadas no intentaron juzgarlos ante tribunal alguno. Los colaboradores de Hitler y ejecutores de sus impresionantes planes tuvieron, al menos, el juicio de Nüremberg. 4 2 . La heroica e infructuosa resisterecia. Las matanzas y deportaciones fueron un hecho inesperado para el pueblo armenio, que no tuvo tiempo de organizar la resistencia. Además, parte de sus hombres más jóvenes y aptos se encontraban luchando en la guerra. Pero la víctima desesperada, tal como ocurrió en el caso de los judíos, juega cara su derrota y su vida. En 1915 la ciudad de Shabín Carahisar resultó sitiada por los turcos. La población armenia, compuesta en su gran mayoría por mujeres, niños y ancianos, abandonó sus casas con muy limitadas provisiones y con muy escaso y primitivo armamento. Se estableció en un fuerte en ruinas. Así lucharon y lograron lo que pareció un repliegue del enemigo. Pero los turcos sitiaron el lugar y el hambre precipitó el final. Hetesia, ciudad notoria por su pasado histórico como centro del cristianismo, fue también objeto del ataque turco. También en este caso las mujeres, ancianos y niños se entregaron a la defensa. Lucharon día tras día esperando el milagro de la llegada en su auxilio de los rusos, que no se produjo. En cambio llegaron las tropas alemanas y su artillería ayudó a los turcos. El pueblo no pudo continuar la resistencia y fue aniquilado. Una obra de Franz Werfell, traducida al castellano {Los cuarenta días de Musa Dagh) inmortaliza la epopeya de Sued. La población de esa montañosa región de 152 VlCTIMOLOGÍA Cilicia, en número de 5.000, abandonó el pueblo y decidió resistir en las montañas de Musa Dagh frente al Medilerráneo. Tras 40 días de resistencia y cuando ésta se tornaba imposible sobre todo por el hambre que les acometía, pasó un buque de la marina francesa que al advertir las señales desesperadas de socorro acudió en defensa de los sitiados y ios trasladó a Egipto. Deben mencionarse otras defensas heroicas, como la de la ciudad de Van, donde se luchó casa por casa, también las de Sansún, Hadjín, Aintab, Marash y otros pueblos, que demuestran que al instinto de conservación se une firmemente el de honra y puede hacer de una víctima acosada un impredecible luchador por la vida. 43. El holocausto judío. La historia ha signado a los judíos como el pueblovíctima por excelencia. Dispersado de la tierra prometida, donde hoy se encuentra enclavado el Estado de Israel, debió vagar por siglos por los más diversos lugares del orbe. Empero, no sucumbió como otros pueblos de la antigüedad incluso semitas, como los fenicios. Siguió aferrado a su religión y las exégesis y parábolas bíblicas, a sus rasgos medulares de cultura, reclamando allí donde se encuentra su gente su derecho a ser. Sobre los judíos, aún agnósticos, pareciera subtender una herencia psicológica inconsciente. Herencia, no podría ser de otro modo, poblada de persecuciones, ghettos y pogroms y el Viejo Testamento y sus exégesis enclavado profundamente. Del primer pueblo monoteísta de la Tierra, se han estudiado profusamente los avatares que ha debido sufrir en los diversos países en que fue recibido. Un verdadero caleidoscopio que va desde la esclavitud a la opulencia, desde infectas pocilgas donde fueron arrojados, hasta LESA HUMANIDAD 153 llegar a ocupar los más insignes cargos de la política, la filosofía, el arte, la ciencia. Más que paradojal resulta paradigmático que haya sido un judío, Beniamin Mendelshon el pionero del estudio de la victimología y que el primer evento internacional sobre el tema se reuniese en Jerusalén en el año 1973, con el patrocinio de la Sociedad Internacional de Criminología y del Instituto de Criminología de la Universidad Hebrea de Jerusalén *^. En ese simposio, sobremanera importante, se advirtieron trabajos mesurados sobre experiencias victimológicas de los más diversos países, pero también otros, y algunos oradores, que parecían tener una suerte de postura interna sobre la víctima a la que desmesuradamente encontraban participando en la génesis delictual y su desenvolvimiento y a la que cargaban de culpas de lo acontecido. Ello traía aparejado ineludiblemente una suerte de condonación al delincuente. Pero esa falta de mesura y razonabilidad sobre la actitud victimal pareció empequeñecida cuando algún participante pretendió reflejar con una verbalización de lugares comunes acostumbrados, la "culpabilidad de las víctimas" en los genocidios armenio y judío. Años antes había aparecido una serie de conceptos poco reflexivos de Lola Aniyar de Castro. En su tesis doctoral sobre "Victimología", escrita en 1966 y recomendada su publicación por el jurado en 1969**, se lee lo siguiente en referencia al pueblo hebreo y al genocidio de que fuera objeto por parte del régimen nazi: "Los momentos sociopsicológicos que ha debido vivir a través de la historia, han hecho de la suya carne de cordero, desarrollándosele un complejo de victimidad casi fatal que ha 43 Ver parágrafo 6 y Anexo. ** Victimología, publicación del Centro de Investigaciones Criminológicas, Facultad de Derecho, Universidad de Zulia, Maracaibo, 1969. 1 54 VlCTlMOLOGÍA dejado ir a la muerte en masa con una estupefaciente pasividad. Complejo de víctima que, por necesidad de autoafirmación, le ha impulsado a ubicarse en posiciones de superioridad intelectual y económica -—lo que, entre otras cosas, ha sido también una necesidad histórica— y a encerrarse en estrechos círculos, «tabú» para los extraños, alegando una necesidad de sobrevivencia que, hemos visto, no es sólo un pretexto. Se sabe que esa actitud contribuyó a despertar reservas y malevolencias entre los pueblos en los cuales vivieron. El caso de Alemania y Polonia ha sido bastante estudiado sociológicamente para insistir .sobre él. El hebreo es extranjero en todas partes; se siente extranjero porque pertenece a una nación, a un territorio / a una tradición étníco-histórica que no deja lugar a duda?. Aun aquellos asimilados al país donde generaciones enteras se han sucedido, continúan la cadena de la endogamia manteniendo así, subsidiariamente, la extranjeridad". Es posible que esta yuxtaposición de preconceptos reaccionarios haya sido superada con el tiempo por la propia autora pero renglón por renglón son inequívocos y abrumadores para quienes, en razón de ser judíos, tenemos un aprendizaje de siglos para detectar la naturaleza del prejuicio. En cuanto a "la carne de cordero" y al "complejo victima!'' de los judíos cabe recordar que en Alemania existía una fuerte burguesía de ese origen insertada desde hacía muchos años y enraizada en la tradición humanística judeo-alemana. Participaban en un primer nivel en múltiples actividades conductivas, intelectuales, políticas y sus niños y jóvenes eran bien recibidos en escuelas y universidades. Si existió un sitio en la Tierra donde la comunidad judía pudo llevar a cabo una floreciente situación en el orden religioso, cultural, científico, artístico y económico en general, ése fue Alemania. Mucho más que LESA HUMANIDAD 155 en Polonia, por ejemplo, donde se les obligaba a vivir en ghettos y en determinados poblados *^. Miles de alumnos republicanos de origen judío combatían con coraje a Hitler y fundamentalmente contra los alumnos nazis que eran mayoría. Pero ya en 1931 los estudiantes judíos fueron expulsados de la universidad de Berlín por tropas de la S.A. Siguieron luchando codo a codo contra el nazismo junto a muchos otros alemanes. Cuando el 30 de enero de 1933 Hitler es designado canciller, no cabían ya dudas de que se avecinaban días difíciles para toda Alemania, pero muy particularmente para los judíos. Y después vinieron la marcha de las antorchas por las calles de Berlín a la caza de judíos y comunistas para darles furiosas tundas; los discursos de Hitler, Goebels y Goering lanzando insultos y amenazas crearon una atmósfera insoportable. Y así llegarán las noches de los bastones largos. Los hombres de la S.S„ y la S.A. se apostaron delante de los negocios, de las casas, de los consultorios y estudios jurídicos de judíos y cientos y cientos fueron arrastrados por las calles golpeados e insultados públicamente. Se instaló el terror desde arriba. La reacción de la comunidad judía fue de profunda conmoción. Muchas veces he oído algún pariente salvado milagrosamente de la matanza narrar aquel desconcierto: ¿qué hacer? Algunos optaron por irse o refugiarse pero la mayoría se quedó porque sencillamente se sentía alemana. N o estaban preparados para la situación, como no lo estuvimos los argentinos cuando se instauró el terror de 45 Pueden consultarse: Simón Dubnow, Manual de la historia judia, Ed. Sigal, Buenos Aires, 1977; Leo Baeek, La esencia del judaismo, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1964; Gideon Hausner, Seis millones acusan..., Ed. Documentos, Montevideo, Uruguay, 1962; Silvano Santander, El gran proceso Eichmann y el nazi-facismo ante la justicia, con prólogo del Dr. José Peco, Ed. Silva, Buenos Aires, 1961. 1 56 VlCTIMOLOGÍ A Estado a partir de 1976. Se sentían parte inseparable del pueblo alemán y no llegaban a entender qué pasaba con sus connacionales. Sólo una minoría avizoró los riesgos. Los más trataban al principio de convencer a sus enemigos de su propia insania con argumentos racionales. Pero la postura de esos nazis provenía, según se estudió después, de creencias irracionales, emocionales y míticas. Hubo incluso en un principio un grupo de judíos que simpatizaron con la nueva aurora del despertar nacional germánico. Vendrá el decreto inspirado por Rosemberg según el cual, a partir de marzo de 1934, los niños judíos no pueden mezclarse con los de origen ario y son separados. Finalmente, la estrella de David penderá de los pechos de los judíos alemanes. En vano los discursos de Martin Buber o Joachim Prinz instando sobre todo a la juventud judía a recobrar y reconstituir su moral. No fue el determinismo de la "carne de cordero" sino que la comunidad judía en su gran mayoría no comprendió el carácter cruel y fanático de un régimen que quería dominar al mundo, que barría con todo límite ético y moral y que la neurosis de un hombre podía insertarse y robustecerse en la conciencia de la gran mayoría del pueblo. Los judíos y no judíos y aun las autoridades de los países europeos, pensaban que el nacional-socialismo no podría durar. También se equivocaron. No entendían el cambio fundamental que nadie se atrevió a avizorar. No podía preverse por 1933 que iban a existir los campos de concentración, y las matanzas se hicieron de manera abismal violando al derecho natural y de gentes. Implican la más sórdida separación de odio en las relaciones de los hombres y van mucho más allá de pretendidas actitudes victímales. No todos habían leído cuidadosamente "Mein Kampf", ni habían oído prolijamente a los dirigentes del LESA HUMANIDAD 157 partido. No todos advirtieron que no había futuro para los hebreos en Alemania. ¿Cómo podría esto ser visto desde un plano victimológico? Esa sensación paralizante que se ahonda frente a la desaparición violenta de seres, la vigilancia, el seguimiento y al fin la muerte sumada al hecho de que países y personalidades que pueden ayudar guarden silencio. Cierta vez un ministro argentino en 1978 me expresó con las gruesas aristas que confunden a la víctima con el victimario: "Hay muchos jóvenes judíos entre los guerrilleros y terroristas". Eso prueba c—le dije—- que, en contra de lo que muchos creen sobre que los judíos se apartan de ¡os problemas del país en donde viven, o que son pasivos y cobardes, hay jóvenes que equivocando los métodos son capaces de dar la vida por la patria. 4 4 . La víctima desesperada. El ghetto de Varsovia. Los delirios de Hitler, acompañados primero por la clase alta de Alemania y luego por casi todo el pueblo, hicieron que el régimen de ultraderecha se proyectara con ideas de hegemonía universal poniendo a su frente como estandarte el bien de la Nación y la pureza de la raza aria. Así se llegó a la anexión de Austria, la inapreciable ayuda para la aniquilación de la España republicana, la invasión a Polonia y Checoslovaquia, como fase inicial, con un denominador común: la matanza de judíos y opositores políticos. Erx Polonia, que nunca fue un país filosemita, los judíos se veían en la situación de vivir, como dije anteriormente, en enclaves o ghettos (verdaderas guaridas), donde podían observar la religión, hablar un mismo idioma, sostener la tradición y apartarse del menosprecio generalizado. 158 VlCTIMOLOGÍA El ghetto de Varsovia fue visto por los nazis y los colaboracionistas polacos como el epicentro de proyección de su odio racial, el estandarte judio que el régimen nazi debía vulnerar. Pero un grupo de jóvenes encabezados por Mordechai Anilevich, de 17 años, decidió resistir. La suerte estaba echada y presentían el destino final. La víctima acorralada pretendía no ser humillada; con firmes ideales de vida y también políticos decidió resistir, Chaplin lo narra tragicómicamente en El gran dictador. Decidieron luchar pese a saber de antemano que era inútil porque en su contra se hallaban las perfectamente adiestradas tropas que querían gobernar el mundo. Durante un mes, muchos más días de lo que duró la defensa de los polacos por Polonia, tuvieron a mal traer a los alemanes. El mundo se asombró de ver cómo ese grupo de víctimas desesperadas, encarnaban con total heroísmo lucha tan desigual. En medio del fragor de la pelea se dieron tiempo Anilevich y sus amigos de celebrar el 1 de mayo, ya que esos jóvenes, a más de dar su vida por la liberación de su patria y de sí, pensaban en un mundo mejor. Fue una revuelta de oprimidos, de seguras víctimas tal como ocurriera siglos atrás en Massadah, no siempre bien conocida o apreciada en el mundo actual, pero que prueba que no hubo complacencia ni bucólica resignación ante la muerte. Esos jóvenes y todo el ghetto se defendieron hasta el previsible final, y prueban que la paciencia benevolente de los judíos ante su desgracia es un mito o en todo caso una especial leyenda que anida en mentalidades prejuiciosas. LESA HUMANIDAD 159 4 5 . La víctima oprimida. Dejando de lado concepciones psicoanalíticas sobre estos temas que tanta luz —pero tan determinista— han echado, prefiero en la ocasión efectuar un análisis victimológico a través de lo que se ha dado en llamar la cultura del oprimido. El judío alemán entrañablemente unido al pueblo, a punto tal que algunos de ellos que habían emigrado a Israel volvieron a establecerse en Alemania, pasa de pronto, de manera imprevisible y frente a su propio y abrumador asombro, a convertirse en un hombre oprimido en el doble sentido que pensadores como Albert Memmi, Pablo Freiré o Frank Fannon suelen otorgar a tan nefasta situación. Esta doble carencia puede llevar cuando, como en el caso, se junta el terror y el horror, a la paralización. Su suerte ya no depende de la víctima sino del dominante. El victimario siente como una araña las vibraciones de su tela cuando el insecto se enreda, y la víctima no tendrá calma porque sabe que el golpe mortal ha quedado librado al momento en que su captor lo decida. Si esa minoría se impacienta, su opresor, que la ha acusado de querer la ruina de la nación, la aniquilará rápidamente y sin miramientos. Hay un momento en que el papel de la víctima es, atrapada como se halla, esperar a su vez el rol de la prepotencia y la locura. Ese entrechocar del sadismo y ciertas pulsiones masoquistas que afloran sin remedio. No se trata de una postura victimal propensa a marchar idiotizada al matadero, como se pretende. Por eso también, la afirmación del aislamiento del judío, la insistencia en no querer fraguarse con la comunidad y no permitir casamientos mixtos, es otra vieja can- 160 VlCTIMOLOGÍA tilena, ahora bajo la espectacular visión de que favorece su victimización o robustece prejuicios en su contra. Estos argumentos sirven sólo a una condescendiente sonrisa. Deberían entonces ser contestados por la Gioconda. Entre ta.TSto sólo cabría decir, para no extender la relación, que las minOlías raciales y religiosas y los oprimidos por razones políticas o económicas, nunca sintieron el regusto de serlo. Habrá que girar los ojos a las normas sociales, jurídicas, económicas, culturales, religiosas y fundamentalmente políticas, del opresor. 4 6 . El efnoctcSio en el continente americano y Sa "civilización dominante". Desde 1492, con el descubrimiento de América, se inicia la sistemática destrucción ideológica y cultural de los pobladores indígenas. Frecuentemente, y a fin de facilitar el saqueo de sus tierras y bienes, se los ha aniquilado directamente causando su muerte en masa o en forma sistemática. Quienes acompañaron a Colón y más tarde a los conquistadores en sus travesías, eran hombres de muy baja condición, delincuentes liberados para la ocasión de viajes y de conquistas ultramarinas. Ambiciosos sin escrúpulos, que más que gloria buscaban enriquecerse. Todo ello acompañado por un afán catequista. No se entendía que los aborígenes no conocieran y amaran a Cristo y, para ser llevados a su reino, fueron esclavizados, sojuzgados y reducidos, aunque no se pudieron extraer de sus espíritus ancentrales creencias y tradiciones milenarias. Los indios fueron tratados, y asi hasta hoy, como inferiores, salvajes débiles mentales o "menores de edad", subvalorando sus culturas, pero eso sí, recogiendo algunos de ios productos salidos de sus manos para introdu- LESA HUMANIDAD 161 cirios en sociedades consumistas hartas de puerilidades y estupideces. Esa subvalorización, entre otras circunstancias, trajo aparejada soluciones para el "problema indígena", siempre en su detrimento y daño. La conquista de estos grupos étnicos continúa en varios países de América. Ya se sabe que una historia oficial recogió y recogerá los hitos de esa lucha como una conquista de la civilización, ¡de la civilización dominante! No sólo los particulares, sino los propios gobiernos mediante sus aparatos ideológicos y represivos se encargan de arrojar de sus tierras, a los indios cual minorías despreciables, destruyendo sus tradiciones, usos, costumbres y creencias al socaire de incluirlos en el Nuevo Mundo. El costo es dramáticamente preciso: liquidar literalmente sus culturas, aunque mucho más sencillo resulte eliminarles físicamente. No es de esperar que quienes así proceden se hayan asomado al estudio de las formidables civilizaciones inca o azteca, ni conozcan siquiera de oídas Chichen-Itza o Machu Picchu. Qué decir de otras comunidades indígenas inferiores a éstas, pero ricas en creencias y tradiciones, que conservan tesoros artísticos capaces de reflejar la pureza primitiva o el sentido místico de estos grupos étnicos. Ese caudal de energía humana, esa formulación primordial, unida a fuertes sentimientos históricos y de comunidad, queda de ese modo sepultada, pese a los ditirambos sobre los Derechos Humanos de hoy día. No parece necesario detenerse a conocer la cultura e idiosincrasia de estas minorías. Resulta más importante destruirlas de la manera más grosera o larvada en aras del "progreso". O, mejor dicho, de la expansión económica e industrial. Los gobiernos utilizan las llamadas "reservas" para estos aborígenes (como ocurre en núes- 162 VlCTIMOLOGÍA (ro país, con los tobas en el Chaco), el traslado de esas tribus a regiones casi siempre inhóspitas sabiendo de su fragilidad para contraer ciertas enfermedades incurables para ellos, aunque perfectamente curables para cualquier otro habitante; a veces se ha procurado su masiva esterilización. Este etnocidio, esta agresión a la raza y cultura indígena, deriva en la muerte física: es un paso previo bien conocido. Desde una visión estrictamente victimológica se aprecia la existencia de dos culturas diversas y su ineludible choque. Dos conceptos muy distintos sobre la vida, creencias y actitudes. La sociedad dominante con un mayor manejo de elementos llamados de civilización y un vastísimo acopio científico y técnico avasalla a su víctima inocente y expectante, la envuelve y desprotege con fingidos miramientos y, en el fondo, la humilla y destroza cultural y físicamente. La asimilación es siempre dificultosa. Queda aniquilada una vasta mayoría y se piensa entonces que puede hacerse con quienes finalmente parecen dispuestos a "colaborar". Lo que prima en esta insolente y despreciativa actitud es el interés económico de la civilización dominante que ni se ha propuesto siquiera desmentir. Interés que el indio, con su presencia, entorpece. ¿Cómo enfrentarse a la civilización dominante? Bastará decir que para los indios americanos la tierra no es de nadie, y su usufructo o utilización pertenece a todos, es de la comunidad, como el aire, el cielo o el agua. En. la tribu no se entiende lo que significa vender esas tierras, como no se entendería qué significa vender el aire o el agua de los ríos. Ya se sabe que, en cambio, para el conquistador de antaño o los gobiernos de hoy la tierra es un valor inapreciable, susceptible de propiedad individual. Es una LESA HUMANIDAD 163 condición natural amparada por la religión y por normas fundamentales. Cuando la víctima se defiende es porque defiende su ancestro. Su desesperación se liga al instinto de conservación física y a la estructuración de múltiples creencias (religiosas, culturales, hermetismos tribales, valoración parental). Nada de eso interesa a la civilización dominante. 47. La acción de ciertos antropólogos y religiosos. Probablemente el más grave error lo cometan antropólogos y religiosos que, en definitiva, resultan servidores, aunque amparados por aparentes y serias u honestas razones, al pretender incluir e integrar a estas comunidades indígenas a la forma de pensar y vivir de las civilizaciones occidentales. Se adentran en el conocimiento de la lengua, organización social, religiosa, tradición, arte y ritos indígenas y pretenden su "conversión" a las agobiantes pautas y estereotipos de la civilización actual. Aspiran a que los indios se "ajusten" a esa civilización. Muchos antropólogos y sociólogos que se introducen en comunidades indígenas llevan y pontifican consciente o extraconscientemente, sus puntos de vista y, lo que es considerablemente peor, sus elementas de civilización. No todos tienen la lucidez de Carlos Castañeda, que merece el elogio de Octavio Paz en el prólogo de "Las aventuras de don Juan, una forma de pensar yaqui". Castañeda se adentró profundamente, mucho más que Malinowski en Australia, del profundo sentir y las experiencias indígenas que lo influyeron decisivamente en su pensamiento y conducta ***. Su contrafigura sería la de *6 Otros libros de Carlos Castañeda son El segundo Viaje a Ixílan, Una realidad aparente (nuevas conversaciones anillo de con Don poder. ]aan)„ 164 VlCTIMOLOGÍA aquel antropólogo social estadounidense que obsequió a una vieja curandera de una tribu del Yucatán con mescalina para que reemplace a los hongos alucinógenos que sólo podía encontrar en las épocas de lluvias en la bosta del cebú. . . Fue un favor fácilmente descifrable a través de la naturaleza del propio prejuicio. Piere íves Jacopín señala lúcidamente "'' que el antropólogo, al meterse en una comunidad aborigen, hace uso de la malicia para poder superar inicialmente la desconfianza de los indígenas hacia él y lo que él representa. Explica que, finalmente, se adentra en la comunidad por ser el más rico y el más fuerte. Pasa a ser como un adquirente y coleccionista de tradiciones, fotografías, objetos, un donante mezquino y un contraofertante más mezquino aún. Los indios suelen advertir que se trata de un aprovechamiento obtenido en su perjuicio. La actividad del antropólogo implica un previo acto de contrición. Es preciso extirpar los prejuicios adquiridos inconscientemente y por tradición en la sociedad en que se vive, la llamada "mentalidad" y su vulnerabilidad estructural y las formas de conducta aceptadas. N o importa el acopio de un buen bagaje teórico y la exacta con- y Relato de poder (las lecciones de Don Juan), pertenecientes todos a Ed. Fondo de Cultura Económica, México. *''' En Conívibuíion au debaí sur l'eíhnocide des indiens d'Amazonie. Le livre blanc del'eíhnocide en Amerique, Fayard, París, 1972. La edición española pertenece a la Ed. Siglo XXI con el título El eínocidio a través de las Américas, textos y documentos de diversos autores reunidos por Robert Jaulin, México, 1976. Pueden consultarse, asimismo. Castro Caícedo, Colombia amarga, Ed. Valencia, Bogotá, Colombia, 1977; Unidad indígena. Fechoría de los misioneros gringos, del Instituto Lingüístico de Verano, Popayán-Colombia, 1975; Amnesty International, Rapporío sulla tortura nel mondo, Ed. Sugarco, Milán, 1975; Terzo Mondo Informazione, Indios, genocidio, etnocidio e lotte, 4, 5, 6, 1975, Torino, Italia; México Indígena, Atención educativa de los grupos marginados, órgano de la Comunicación del Instituto Nacional Indigenista, n ' 3, México, 1970. LESA HUMANIDAD 165 ceptuación de las características de la comunidad indígena. Para comprender la problemática de ciertos grupos y minorías es preciso sentirla y para sentir hay que ser. El antropólogo debe estar convencido de que su trabajo no es el de civilizar sino el de entender. Y cuando pretenda civilizar y dar respuesta al problema indígena, no podrá prescindir de los propios indios que conocen muy acabadamente las esperanzas del alma colectiva. No debe subestimar. Al emprender la obra es preciso dejar de lado un sentido paternalista sin mayor provecho e incluir e interesar a los propios indios en el proyecto. Así podría con su participación aceptada y activa, influirse benéficamente en la incorporación de los indígenas en la sociedad común, respetando fundamentalmente su cultura, sus creencias religiosas, sus sentimientos, tradiciones y arte*^ Otro de los medios de aculturización lo integran un gran número de religiosos y misioneros que deberían rever muy críticamente sus formas de acción, pues consciente o inconscientemente están victimizando las comunidades indígenas y a la vez favoreciendo intereses que nada tienen de intemporales. Los religiosos van con fines de catequesis y ayuda. Ya se sabe que etimológicamente la palabra "in"-"dio" quiere decir "sin Dios" o, según se vea, con muchos dioses, dado el carácter pagano de sus creencias. Los sacerdotes llegaron a América junto a los conquistadores y aún después. Tenían, con acuerdo a la época que les tocó vivir, un sentimiento de aversión por el paganismo *^ La Conferencia Internacional del Trabajo ( O I T ) de 1957, dio a conocer un documento llamado Convenio número 107 pava la protección y la integración de las poblaciones aborígenes y otras poblaciones tribales y semUti' bales en los países independientes, que si bien no tiene fuerza legal pues es una simple recomendación a los gobiernos, está basado en el respeto irrestricto a esas culturas indígenas y a sus miembros. 166 VICTIMOIJOGÍA de los "salvajes". Con eficiencia metódica se dedicaron a infundirles sus creencias. Hoy sigue ese "ajuste" con parecidos presupuestos sustanciales y formales que ya nadie ignorara. Informa Sánchez Sandoval *^ que existe un Instituto Lingüístico de Verano o "Sumer Institute of Linguistics", que desarrolla sus actividades entre los indígenas de Guatemala, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Surinam y México, conquistando indios y creando condiciones favorables para la instalación en sus territorios de empresas agrícolas o petroleras, como ocurre por ejemplo en Brasil. El Servicio Ecuatoriano de Información señala que igual situación se verifica en Ecuador a través de la empresa "Texas Gulg" ^°. La acción de estos misioneros, aunque no estuviesen ligados específicamente a finalidades e intereses espurios, al pretender vaciar de ideologías al indígena para inculcarle otra religión, es una obra de colonización cultural. Y por allí se comienza a preparar las condiciones para una "integración" al sistema occidental en todos sus aspectos. Mientras tanto pareciera que la víctima nada dice que es decir mucho. . . 48. La acción de los "colonos" y los organismos gubernamentales. Las matanzas en Brasil. Con el fin de perpetrar el despojo de las tierras y bienes muebles de los indios, el hombre blanco se ha de*9 Salomón Augusto Sánchez Sandoval, "Etnocidio y genocidio en el continente americano", ponencia presentada en el Primer Congreso Nacional de Criminología, Monterrey, Nuevo León, México, del 16 al 19 de noviembre de 1983. ^0 Intervención norteamericana en las comunidades indígenas, 1975. LESA HUMANIDAD 167 dicado en varios países de América a una verdadera "caza del indio". Quien haya leído La patagonia trágica de Borrero o, más recientemente La patagonia rebelde, de Bayer, sabrá que en esa gran extensión argentina, una familia encumbrada socialmente efectuó la más cruel matanza de indios pagando, como en el Lejano Oeste, a quienes consumaban por precio tanta vileza. La historia verdadera y aun la oficial de la llamada "conquista del desierto" está plagada de aberrantes e insoslayables actos de aniquilamiento. El enemigo íntimo, la víctima, es siempre el indio. En Brasil se sabe que el hombre blanco ha esclavizado por años a las tribus del Amazonas haciéndoles trabajar en el caucho por misérrima paga. Son los "caucheros" y ésa es la manera que se ha encontrado para aculturizarlos; claro que de paso, con mano de obra tan barata se proporcionan ingentes sumas de dinero como ganancia. Pero tal vez nada supera a lo que ocurre actualmente en ese país, con motivo de la construcción de la ruta Amazónica, que al par de desvastar la selva creando un abrumador problema ecológico a la humanidad, liquida el "problema indígena" mandando a la muerte a grupos étnicos allí radicados. A fin "de ayudar a la población indígena", se creó en 1910 el servicio de Protección al Indígena (S.P.L). Se trataba de un organismo que acabó por convertirse en una institución para la corrupción y el asesinato de indios, a los que despojó de sus propiedades en una acción claramente genocida. Al respecto dice Sánchez Sandoval (ob. cit., pág. 10): "Se conocen diversas masacres de indígenas, como aquella de los «Cintas Largas», que fueron bombardeados por aire con dinamita; aquella de los «Baleas de Pau» a quienes fueron suministrados ali- 168 VlCTIMOLOGÍA mentos mezclados con arsénico". El jefe de la S.P.I. y 58 funcionarios del Instituto, acusados de peculado y homicidio nunca fueron llevados ante un tribunal. Ese escándalo provocado por la corrupción administrativa obligó al cambio de nombre de la institución y hoy se llama " F U N A Í " . Este organismo. Fundación Nacional del Indio que es dirigido prácticamente por militares, se creó en 1968 a fin de "respetar al pueblo indio y sus instituciones, y organizarles la posesión permanente de sus tierras y sus recursos naturales". Sin embargo un ex funcionario, Antonio Cotrin, declaraba en 1972 que "de ser un pacifista de tribus autóctonas, se había convertido en un enterrador de indios" y explicaba: "recientemente una tribu de 76 indígenas se había reducido a sólo 16 miembros porque la F U N A I había tardado 48 días en enviar los medicamentos solicitados para curarlos". Se citan el caso de los "lanomani" que hace poco eran 500 y hoy se redujeron a 200 debido a la tuberculosis; los "macuparis" que son obligados a trabajar sin salario alguno bajo la amenaza armada; los "acurinis" expulsados, igual que otras tribus, por los tractores y los bulidozers que constituyen la carretera transamazónica; los "tapirapes" que son habitantes milenarios de Matto Grosso, trasladados a una reserva natural donde, como suele ocurrir en estos casos, no se adaptan y contraen enfermedades que los llevan a la muerte en gran número. Podría decirse que en el Brasil, al margen del fenomenal negocio que importa el despojo de tierras y la consecuente persecución y explotación de indios y su lisa y llana liquidación, existe un especial sentimiento de desprecio o indiferencia por el problema del indio. Hace pocos años, en 1982, se los atacó para desalojarlos del Parque Nacional Xingu, donde habitaban, por parte de [azendeiros (hacendados) y personal mercenario, que LESA HUMANIDAD 169 pretendían arrasarlo todo, tierras y derechos. Pero los indios se defendieron, mataron alrededor de 10 de los atacantes e impidieron que se consumara el etnocidio, ya que intervino con premura la Federación Internacional de Derechos Humanos y se estableció una tregua. Las instituciones protectoras en teoría detentan buenos principios y atribuyen a la escasez de medios y servicios el incumplimiento de sus funciones. La ley es, de tal modo, una petición de principio, pero sería necio ignorar que cuando esto ocurre es porque la realidad concreta y acuciante dice muy otra cosa. Brasil ha declarado en múltiples oportunidades que está interesado en la conquista y explotación de grandes extensiones de tierra en el Amazonas, muchas de las cuales están habitadas por comunidades indígenas. Hay que dar cumplimiento . . . pues millares de hectáreas ya han sido vendidas a "holdings" estadounidenses, por ejemplo a: "Universal Overseas Holding", 504.700 Has.; "Stanley Amos Sellig", 1.305.000 has.; "Robin HoUi Mac Glowa", 400.000 has.; "Cattle Packing", 2.881.000 has.; "The Lancashire General ínvestimen Company", 998.000 has. y otras menores. ¿Qué sentencia pueden esperar las comunidades indígenas allí asentadas desde siglos? La muerte inmediata para algunos; en episodios, para otros. Alejados de sus estructuras tribales y su organización, de sus vínculos solidarios, de sus creencias, de sus familiares, no pueden aclimatarse a las normas de la civilización en las reservas que se les asigna. Son una espina irritativa y por ello no interesan. Van muriendo quebrantados espiritual y físicamente sin asimilarse. Sus vínculos de cohesión e identidad étnica son despreciados por el hombre blanco y ellos parecieran morir sin esa cohesión heredada de identidad. 170 49. VICTÍMOLOGÍA La experiencia en México. México, con su enorme población de indios, ha encarado los diversos problemas sin soluciones cruentas, si bien desea la aculturización, o sea el traspaso de esas comunidades a las pautas de su sociedad actual. En Yucatán y otros Estados mexicanos, se observan grandes comunidades indígenas que van ingresando a través de sus hijos, educados en colegios estatales, a esas pautas decididas por los gobiernos mexicanos. Empero, estos indios viven en sus comunidades y el traspaso se va efectuando lenta aunque continuamente. Se ha establecido un sistema de educación bilingüe. Hay casos en que el niño vive en el colegio donde aprende y los fines de semana visita y convive con sus padres. De tal modo se van acomodando los diversos grupos culturales y lingüísticos, pero sin dejar a un lado sus costumbres y tradiciones. Antes bien, manteniéndolas. Esta etapa durará varias generaciones, pero el fin propuesto, no es otro que la asimilación definitiva a las instituciones de la vida mexicana. Dentro de lo que se ofrece, es el país donde con mayor respeto se trata al indígena en América. Hay consenso general de que los indios saben sobradamente que han sido objeto de un implacable genocidio por parte de los conquistadores españoles. Esas comunidades son parte de la historia viva de México y así han quedado plasmados de manera imborrable en los monumentos. Como el de Cauthemoc o en los bellos murales de Rivera o Siqueiros. Muchos mejicanos opinan sinceramente que los indígenas deben representar sus valores en un marco pluricultural, que permita una convivencia rica entre diversas culturas y que los grupos étnicos tienen todo el derecho a su identidad. Será a partir de ella que se asegure su participación LESA HUMANIDAD 171 en el desarrollo nacional. La misión cabal y honesta del antropólogo indigenista es la que pone su acento en la conservación de esos valores y su acrecentamiento. Así se descarta cualquier brote o gestión etnocida. La realidad irrefragable de los hechos hace apreciar que la identificación cultural, racial o religiosa es un derecho humano básico y se relaciona directamente con la supervivencia de cualquier minoría aborigen o desplazada. En México, si bien se da firme vigencia a parecidas premisas, se trata de lograr una total asimilación a la vida nacional, que debe ser incruenta. En agosto de 1976 un grupo de humanistas y cultores de las ciencias sociales de nueve países firmaron la llamada "Carta de México en defensa del patrimonio cultural" en la que, entre otras cosas, se señala con total precisión: "Frente a la tendencia homogeneizadora que amenaza con uniformar todos los pueblos de la Tierra, con la consecuente pérdida de las características distintivas que los singulariza y le permite expresarse a través de la creatividad propia, se hace necesario que todos los programas de desarrollo nacional y regional incorporen una preocupación activa por la defensa del patrimonio cultural representado tanto por las creencias heredadas del pasado, como por el legado de talentos y capacidades creativas de las poblaciones vivientes". Todas las culturas son válidas y aportan profundas experiencias acumuladas por el devenir histórico y la herencia, aunque difieran sustancialmente de la cultura dominante. De pronto debemos recordar que el calendario maya es mucho más perfecto que el gregoriano, que hoy se utiliza en casi todo el mundo, ya que sólo atrasa cinco minutos cada 500 años. Cuando los hombres de la cultura o civilización dominante no quieran imponer sus ideologías, principios, formulaciones y modelos de progreso 172 VlCTIMOLOGÍA material, con el pretexto de su mayor y mejor desarrollo, no habrá lugar a la victimización por el genocidio o etnocidio de una gran cantidad de seres humanos. CAPÍTULO V I SEXO Y VÍCTIMA 50. Delito sexual y víctima consintiente. Se ha dicho con referencia a ciertos delitos sexuales que "cuando uno no quiere dos no pueden", que es una traducción gráfica, aunque callejera, del caso que sabiamente dirime Sancho Panza sobre la mujer que se decía violada. El gobernante de la ínsula de Barataría expresa: "Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa, le mostrades, aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza". Ceder negando por parte de la mujer es una forma de la "fuerza grata" de que hablaron los romanos. El papel de la víctima resulta en muchas oportunidades considerable y digno de tenerse en cuenta por la provocación e incitación que supone. La actitud instintiva de coquetería y seducción suelen bastar en ciertos casos. La jovencita que sube a un taxímetro o hace auto-stop y comienza una conversación desprejuiciada con el conductor o vuelca una gama de actitudes de coquetería, ha servido, más de una vez, para que el volante salga de ruta y se dirija hacia el a t a j o . . . El riesgo de violación lo generó inconscientemente la propia víctima. Es el caso de 174 VlCTIMOLOGÍA la mujer que recibe en ropas de cama transparentes a un joven operario que ha entrado a su apartamento a hacer la reparación de algún servicio. Goppinger ^^ ^^^ cita investigaciones tendientes a establecer si la víctima del delito sexual conocía o no a su agresor. Expresa que Stuka, sobre 34 jovencitas menores de 16 años, detectó que en la mayoría de los casos la víctima ya era conocida por el autor con anterioridad, mientras que el autor desconocido para la víctima, resultaba más raro de lo que habitualmente se supone. A su vez Mathes comprueba al valorar expedientes de delitos sexuales cometidos contra 841 niños (689 niñas y 152 niños) menores de 14 años, que en los dos tercios de la totalidad, el autor y su víctima se conocían y muchos eran parientes. En otra investigación efectuada en Washington, según Wolfgang, 2/3 de las 151 víctimas de violación conocían al menos al autor. En otra investigación efectuada en Tubinga por el propio Goppinger resultó que sobre 141 estudiantes femeninas, 83 de ellas habían sido víctimas de un delito sexual; algunas incluso varias veces, de modo que el número total de delitos ascendió a 137, En 63 casos la víctima conocía al autor. Estos trabajos sobre la percepción previa del victimario y la conducta sexual de la víctima pueden ser útiles para posteriores investigaciones experimentales que lleven a una política de prevención victimal. Se sabe que muchos delitos de violación, estupro, incesto, abuso deshonesto, constituyen buena parte de la cifra negra de la criminalidad. Es difícil que una mujer haga denuncia de su violación, hecho que queda sellado en el seno de su hogar o de sus amistades. 50 bis Hans Goppinger, El delincuente y la víctima, en Criminología, Reus, Madrid, 1975, p. 367. Ed_ SEXO Y VÍCTIMA 175 Puede ocurrir el caso inverso. La mujer que se dice estuprada para chantajear a un hombre por dinero o por'que quiere casarse con él; éste podrá finalmente hacer uso de esa opción que, al menos en nuestro derecho, se ofrece como excusa absolutoria. Como se trata de una relación sin testigos y entre dos personas, las denuncias no fructifican por inexistencia de elementos corroborativos. El imputado advierte cómo al poco tiempo el expediente se cierra o el caso termina en absolución, mientras la joven ha sido sometida a interrogatorios judiciales escabrosos, tactos vaginales y otros estudios por parte de los médicos forenses. El tema que plantea vigorosamente la victimología se refiere a la víctima que ha sido consintiente e incluso, ha provocado al autor. La esfera intrínseca de la libertad sexual no ha sido violentada pero ha sido trasgredida la ley. Para fijar la responsabilidad de la víctima habrá que estudiar esa actitud consentidora que interesa legalmente cuando se trata de delitos que tienen como base esencial la ausencia del consentimiento. Habrá que verificar si ha sido prestado con voluntad y conciencia y si es válido. Interesa a la victimología el prisma de la ley penal, el "corruptor" y el "corrompido". Subrayar la culpa de la víctima y, por ende, la irresponsabilidad penal del supuesto victimario. Pulsar si el consentimiento victima] destruye o debe destruir las figuras aplicables. ¿Qué ocurre cuando el consentimiento es irrelevante? Sería el caso de ía homosexualidad en ¡os países en que es condenada por la ley; del incesto, en donde no se admite. Hay casos de violación en que el bien jurídico protegido es la "honestidad", que está por encima de toda conducta victimal. El deseo libre de la víctima, su consentimiento pleno de tener relaciones sexuales y prestarse 176 ' VlCTIMOLOGÍA a ellas no descarta el dolo del autor, quien deberá respon^ der por su delito. La actitud de la víctima, así lo dice la ley, servirá en ciertos casos como atenuante de la pena, por ejemplo, en el estupro. He narrado en "Las penas de un penalista", el caso de un joven correntino a quien entrevisté hace unos años en la cárcel-penitenciaria de Corrientes. La reitero ahora, desde otro prisma. En pleno campo —trabajaba en un tabacal— un amigo le ofreció su hija de 14 años de edad. Le preguntó entonces a la jovencita si quería irse con él, lo que fue aceptado. Nueve meses después nacía de esa unión una niña que fue reconocida y anotada en el Registro Civil. Por denuncia del jefe del Registro, el hombre fue detenido y le fue incoado el correspondiente juicio por estupro, con prosecución de la acción por el agente fiscal. El juez de la causa me explicaba que había hablado varias veces con este muchacho a fin de persuadirle que debía casarse y que si lo deseaba, podía oficiarse la boda en el propio establecimiento penal o fuera de él, y que ello implicaba la inmediata liberación. En vano. El procesado no quería hacer uso de la excusa absolutoria y la exigencia le parecía un atropello a su libertad de elección. "Nos queremos sin libreta", me dijo. La joven concubina lo visitaba con la niña en brazos y le llevaba comida a la cárcel. También hablé con ella. Como toda explicación dijo: "prefiere estar preso y no casarse", y preguntó: "¿Siempre es necesario casarse?". Pareciera, en casos como éste, que más que reprimirse el estupro se reprime al amor. SEXO Y VÍCTIMA 177 51 . El rapto consensual. La situación del delito de rapto debería ser repensada con acuerdo al rol actual de la mujer en la sociedad y su proceso de parificación con la actividad y los derechos corrientemente asumida por el hombre. Se debe estudiar la interrelación de los roles femenino y masculino como también la mayor libertad en el plano sexual, ya que al rapto sigue la violación o su tentativa o el abuso deshonesto que, al menos, aparecen incluidos en nuestro sistema legal. Las "miras deshonestas" del art. 130. del Cód. Penal no son otras que las enunciadas. El art. 132 señala como excusa absolutoria el casarse efectivamente —'no sólo el pretender hacerlo—' con la ofendida. En caso de subsiguiente matrimonio, la absolución se otorga, según la jurisprudencia aceptada, a los cómplices del delito. Desde un punto de vista normativo no sólo sería víctima el sujeto pasivo del ilícito penal, sino, para el caso de rapto o sustracción de menores aunque fuera consensual, los padres, tutores y guardadores que los tienen a su cargo. Curiosamente, se verifica que en muchas oportunidades estas presuntas víctimas son victimarios en grado de instigadores. Han insistido y delineado el modo del rapto para luego lograr que, por ejemplo, su hija contraiga matrimonio con el raptor, generalmente adinerado, que asi blanquea sus culpas. Nuestra ley considera inhábil por inmadurez el consentimiento prestado por una menor de 15 años y mayor de 12. Quien la raptase sin emplear fuerza, intimidación o fraude, sino que obrare por seducción, incurre en el rapto "impropio". Para el caso en que la menor no prestare consentimiento el hecho constituye el rapto "propio" (art. 178 VlCTlMOLOGÍA 131), que requiere las miras deshonestas. Ello implica la honestidad de la menor raptada. P a r a el caso de la menor de 12 años que es sustraída con miras deshonestas (violación, abuso deshonesto), los delitos que se endilgan al autor concurren en concurso material. E n esta relación ínter subjetiva de la "pareja penal", la mujer que consiente su rapto no sólo ejecuta un acto de voluntad sino que debe tomar medidas para efectuarlo. E s a s medidas superan por su audacia toda previsión y aun la actividad desplegada por el propio victimario. A g r e d e a su familia y promueve todas las escaramuzas y subterfugios posibles para no ser advertida, mientras el hombre no hace más que llevarla en un automóvil (o autobús) como generalmente ocurre. Si de trasgresión a las pautas de la familia se trata, no cabe duda que la joven consintJente ha vulnerado el respeto que merece y su peligrosidad social es tanta o mayor que la del presunto raptor. E s éste uno de los casos en que la justicia debería sancionar a la víctima (ver parágrafo 7 3 ) . Indudablemente se ha avanzado lo suficiente en la evolución de la mujer en la sociedad y se han roto ciertos tabúes sexuales como para llegar a la descriminalización del rapto consensual, como ocurre en distintos predicción de "honestidad" de la supuesta víctima se presta a una muy variada interpretación que va mucho más allá del hecho de haber tenido relaciones o contactos sexuales, en una sociedad mutable y sin criterios sexofóbicos. E s preciso dar también una tutela honesta a la ocurrencia de estos sucesos, como en el caso del joven corren tino, respetando los marcos culturales carentes. E n tender, de una buena vez, que hay, en muchos países, gentes humildes e ignorantes de la ley y que para ellos resulta SEXO, Y VÍCTIMA 179 eufémico aquello de que la ley se reputa conocida a los "x" días de publicada. . . 52. El adulterio. Aún subsiste en nuestro ordenamiento legal el delito de adulterio (art. 118 del Código Penal) con su contenido y lenguaje machista y arcaico '^^. Se trata de un delito de acción privada del cual es pasible la mujer legítimamente casada cuando tuviere una sola relación sexual extramatrimonial. Se reprime también a su "codelincuente". Y al marido, cuando tuviere "manceba" (que debe traducirse como amante, amiga íntima o pareja) dentro o fuera del hogar conyugal. Asimismo es punible la "manceba" del marido. El delito es instantáneo para la mujer y permanente para el marido. Muy escasamente ha llegado a los tribunales el juzgamiento de estos hechos que requieren como cuestión previa, sentencia de divorcio por adulterio, aunque el divorcio no sea vincular pues no existe en nuestro país. En todo el territorio conviven miles de matrimonios "de facto", celebrados por "vía aérea" en México, Bolivia, Paraguay o aun en Los Angeles (Estados Unidos). Sin contar la notable cantidad de parejas que no son estables aunque resultan clandestinas. Todos adúlteros. El criterio sexofóbico del Código Penal se pone en evidencia en este como en otros delitos que atañen a la libertad sexual. Comenzando por su ubicación entre aquellos contra la honestidad cuando de lo que se trata es de cohesionar a la familia. Al margen de ello, existen connotaciones semánticas que recaen sobre el término y el 51 E n el Anteproyecto de Código Pena! del Dr. Sebastián Soler, del año 1960, el adulterio fue suprimido. 180 VlCTIMOLOGÍA concepto de "honestidad" que son inactuales. Se trata, en fin, de no llevar a la familia hijos clandestinos, concebidos fuera del matrimonio legítimo. De ahí que se pena a la mujer y su coautor sólo por una relación sexual porque la mti)ex puede quedax embarazada. Ei hombre, en cambio, debe tener cierta continuidad estable con su pareja para ser adúltero. Reforzando el criterio, algunos autores señalan, aunque de manera tentativa, que la inseminación artificial con espermatozoides que no sean del marido o la que éste no haya consentido, haría pasible de adulterio a la mujer. Es claro que en el caso nos encontraríamos sin "codelincuente", ya que el médico interviniente podría aparecer como autor de otro tipo de delito. De hecho ha sostenido Remme Savatier que "desde el momento de intentar ella esa fecundación artificial se expone seriamente al peligro de introducir un intruso en la familia e imponerlo mentirosamente al marido. Este acto de la mujer es punible de adulterio" ^^, Resultan exentos de todo rigor y hasta risibles estos criterios que confunden inseminación artificial con acceso carnal, que es lo que reclama el Código en la figura del adulterio. Desde el punto de vista victimológico importa el hecho de que el art. 74, inc. 2°, del Código Penal establece que el consentimiento del adulterio por parte del cónyuge o el perdón, priva "del derecho de iniciar la acción, sea contra su mujer o contra el codelincuente". En el caso, resulta aquí irrelevante si se trata de una causa de justificación o si es causa extintiva de la acción penal. Más allá de la increíble supervivencia de este delito de nuestro orden social y jurídico, importa decir que, de acuerdo a la sistemática adoptada, el no consentir es condición sine qua non de punibilidad. Sobre la base del 52 Cit. por Jorge D. López Bolado, Los médicos y el Código Penal, Ed. Universidad, 1981, p. 175. SEXO Y VÍCTIMA 181 pretenso orden familiar, el Código Penal no puede inmiscuirse en la privacidad familiar del modo en que lo hace. Ocurre entre tanto un hecho curioso: el consentimiento es un castigo para el marido ofendido porque no puede ejercer la acción pero se le permite restablecer el orden y la armonía de la familia y aun aceptar al hijo gestado o ya existente de la relación adulterina, cosa que en muchos casos así ocurre. La vida se impone por sobre la inocuidad de la norma. En los delitos contra la honestidad, casi siempre los códigos sustantivos traen la forma de cerrar el caso cuando la postura del supuesto victimario es la de consentir el hecho y casarse. Eso lo limpia de culpas. Constituye una curiosa forma de reponer lo justo. El consentimiento de la supuesta víctima como causa de no punibilidad, debe ir ganando posiciones en ciertos delitos contra la honestidad o la famiha (estupro, rapto, abusos deshonestos) para llegar a una mejor adecuación a la realidad social y a un más amplio espíritu de justicia. 5 3 . Menores víctimas de delitos sexuales. Las agresiones sexuales a menores de ambos sexos son muy comunes, aunque ordinariamente no llegan a los estrados judiciales y no se han efectuado, al menos en la Argentina, estudios e investigaciones criminológicos sobre ellas. Pareciera que un manto de olvido trata de no ver aquello que no es posible evitar. En casos concretos investigados en los tribunales por incesto, violación, estupro o abuso deshonesto, se somete con fines procesales al menor o a la jovencita a una cruda reedición de lo acaecido y a vejámenes personales (pericias, interrogatorios, careos con el agresor), a los fines de establecer un criterio de verdad judicial. ''Í8'2 VlCTIMOLOGÍA Los menores casi ^siempre presen-tan el hecho a sus padres o a las personas a su cargo como ajeno a su consentimiento y colaboración. Como si hubiesen sido obligados por el victimario. Le temen al castigo y prefieren —-en ciertos casos•— fantasear argumentando que han sido violentados aunque frecuentemente no sea así. Hay padres que ponen en conocimiento de lo ocurrido a parientes y vecinos y el menor pasa a ser objeto de una malsana curiosidad. No hay que olvidar que en el campo del comportamiento sexual están imbricados antiguos tabúes y una férrea coraza prefiere pasar por alto y no analizar, ni siquiera advertir, el cambio social operado. El chico o la chica son precipitados a una conducta de aislamiento por la escasez de comprensión y no se les prodiga el especializado auxilio moral y psicológico que requieren. A un menor, víctima de una relación homosexual o incestuosa, se lo vive como inepto para el ejercicio futuro de la vida, como si hubiese contraído una enfermedad oculta que lo incapacitará para siempre. Se piensa que la experiencia lo va a precipitar a una continua desviación homosexual. Obviamente, no es así. Tampoco en otros países se efectúan estudios fehacientes sobre qué cantidad de menores son agredidos sexualmente y si previamente habían tenido relaciones sexuales o cualquier contacto de ese tipo; si sus victimarios eran conocidos o no por él antes de la relación; si se trata de parientes (padres, hermanos). Resulta de tal modo difícil elucidar hasta qué punto han prestado su consentimiento o cooperación, aunque tal consentimiento resulte irrelevante en materia penal. El estudio criminológico y victimal está erizado de dificultades en cuanto a la psicogénesis de los hechos y la "pareja penal". La cifra negra, el ocultamiento y el SEXO Y VÍCTIMA 183 juicio disvalioso que emana de la ley penal para el victimario hacen que en muchos casos, aun mediando el consentimiento de la víctima, se considere delito, todo lo cual incide negativamente para ubicar el área preventiva que propone el victimólogo. No es fácil ni lo será con esos parámetros determinar cuándo la víctima en su caso plantea, consciente o .•nconscieiitemente, su papel criminógeno. A fin de obtener ciertas respuestas es preciso ubicarse en otros presupuestos, que también frecuenta el victimólogo, referido ai ambiente de procedencia de la víctima, como del victimizador. Cabe recordar que así como los niños y jóvenes no crearon la sociedad en que les toca vivir (o sobrevivir), tampoco han creado el ámbito familiar donde transcurre esa existencia. Será preciso aceptar también en estos casos que el desajuste y la transgresión tiene manifiesta vinculación con lo que se suele denominar problemas familiares. El aqredido no es más que un emergente de esa situación. En familias grandes, subculturizadas, con paupérrimo habitat, educación y situación económica, donde se suele vivir de manera promiscua, ocurren comúnmente incestos; en el caso de padres agresores, chicos abandonados a su suerte o castigados que terminan vinculándose a hombres bondadosos de mediana edad o con el comerciante que les da dulces y golosinas y finalmente acceden a efectuar ciertos actos de carácter sexual que pueden llevar a las relaciones concretas. N o puede decirse a ciencia cierta que desconocieran la situación o fueran superados por los hechos, sobre todo cuando esas relaciones fueron perdurables, pues se trata de chicos y chicas que tienen una experiencia, dura experiencia, de lo que han padecido y visto en sus casas. Aun con sus complejos de culpas a cuestas participan 184 VlCTIMOLOGÍA sabiendo de lo que se trata. En esos ambientes pueden verificarse chicuelas de 10 u 11 años que ejercen una forma de prostitución recibiendo dinero y obsequios de hombres con los que se frecuentan. No siempre tienen acceso carnal, les basta sólo con danzar desnudas frente a ellos o permitir les acaricie ciertas partes del cuerpo o ser ellas las que acaricien. En hogares de mucha mejor economía pero iguala mente disociados, o donde se vive una continuidad ma^ trimonial hipócrita, se suele acentuar lo sexual. El padre lo enfatiza en su hija y de ese modo crea condicionamientos para el desarrollo de su "femeneidad". Se conocen casos de padres con cierto criterio libertino respecto del sexo, que han hecho practicar "strip-tease" a su hija recién entrada en la pubertad, en reuniones sociales ante invitados. O padres que en ciudades balnearias, como Punta del Este, han llevado a sus hijos varones de 14 a 15 años a tener relaciones sexuales con una prostituta como rito de iniciación. Hay padres que encuentran natural pasearse desnudos en la casa frente a sus hijas preadolescentes o adolescentes, en la creencia de que ésa es una de las formas de liberación a que lo introdujo el psicoanalista o por una inescrupulosa interpretación de lo que el profesional le quiso significar. En realidad, se pasean así porque quieren y entienden que es "normal". Mientras el analista tratará luego de lograr la racionalización de la situación, los hijos ven cómo la madre se escandaliza y advierten y recogen todo el misterioso aspecto de tensión que genera, en la casa y entre sus padres, el sexo. En otras ocasiones se trata a la hija como una atractiva niña, subrayando su andar, sus movimientos, sus pechos, sus caderas. Hay madres que interpretan la situación con fingidos celos y en el fondo con orgullo y SEXO Y VÍCTIMA 185 satisfacción, pues la relación padre-hija les parece inmejorable. En todos estos casos, al margen del daño psíquico y moral, las niñas de ciase media y alta terminan por aprender que los adultos las encuentran atractivas sexualmente. Es inútil solicitarles luego que jueguen con muñecas . . . La niña pondrá énfasis en sus atractivos físicos. Es que les han enseñado a sentirse "cosa sexual" desde muy pequeñas. Es posible que sean muy prontamente seducidas. Su victimización, inconscientemente, había comenzado mucho antes. No será posible a los padres pretender separar a estas adolescentes de sus amigos, compañeros, novios o amantes. 54. E! incesto. En cuanto al incesto, tema socialmente aceptado siempre que se refiera a leyendas mitológicas, a relaciones tribales o alguna peUcula cinematográfica, más o menos discreía, no debe ser rehuido por criminólogos y penalistas, aunque no puedan sublimar ciertas y consecuentes aversiones. Sin embargo, hay que estudiar lo anormal porque también forma parte de lo humano. Y ninguna razón puede verse influida por preconceptos en quienes deseen investigar las relaciones sociales de las que se nutren las leyes (algunas veces para desnaturalizarlas). El incesto ocurre-mtucho. más. de lo que sue]£„Cfeerse y no en los laberintos del infierno. En algunas regiones aisladas de nuestros campos es moneda corriente. En cualquier cárcel del interior del país y en otras que he estudiado en países latinoamericanos he conocido casos de encarcelados y penados por este delito. Frecuentemente la víctima prefiere callar y no recurrir ante la justicia. Las razones son de diferente espe- •186 VlCTIMOLOGÍA cié pero, por lo general, se trata de aguantar la situadóa porque el victimario es el propio padre o un hermano y ello puede dar lugar a la detención de éstos. En algunos casos se cree que acudir a denunciar implica gastos y, en oíros, se teme a las represalias que eventualmente pueda tomar el pariente o el resto de la familia. Las razones podrían resumirse así: a) temor de hijos y hermanos del castigo al padre o del padre por el delito; b) el problema social y sobre todo económico que pueda implicar ante la intervención de la justicia; la detención del padre o hermano mayor en su caso; c) complacencia con la situación; d) complacencia específica de la madre de la víctima por el temor consciente o inconsciente de desmembrar la fa'milia; e) complacencia de la madre, cuando el marido le hace frecuentemente demanda sexual a ella, pese a mantener relaciones con la hija. Frecuentemente, chicuelas de 13 ó 14 años se presentan embarazadas en hospitales cuidándose muy bien de decir que es con su propio padre que han mantenido relaciones sexuales. Si las relaciones son satisfactorias, pocas veces dan lugar a la negación o al rechazo. La revelación de estos actos, cuando se hace judicial o públicamente, llenan de vergüenza a los autores. Y aunque no existen parámetros para medir las conductas de las familias afectadas por el delito, en cambio, se admite que la menor, al entrar en la adolescencia y tomar idea acabada de sus actos, puede sufrir, en ciertos casos, situaciones de stress que la llevan a abandonar su hogar y dedicarse a la prostitución. Pero no siempre es así. La joven víctima puede sentirse confusa y llenarse de ansiedad y opresión como producto de la culpa y el sentimiento de no saber cuál es su rol en el hogar. Y desde el punto de vista psicológico, puede tener serias dificultades en futuras relaciones sexuales, por agresión o aversión a su padre. SEXO Y VÍCTIMA 187 "Una niña que ha sido víctima del incesto es a menudo víctima de una tuerte sensación de vergüenza, sienJo ccmün que no informe de su situación Basta que ya no pueda sostenerla más. Entonces, ya sea que ella lo diga o sea descubierta por otra persona, cuando las autoridades entran en acción es generalmente para trasladar fuera de su casa a la víctima y ponerla bajo protección, o en una casa de cuidados. Este tipo de procedimientos desafortunadamente refuerzan su convicción de ser el}^ la parte agresora. Una larga lista de funcionarios públicos deberán oír el horrible hecho una y otra vez; entre ellos, la trabajadora social, la policía, investigadores, el fiscal, el juez, etc. y, si es que la víctima sigue el ejemplo acostumbrado, ya habrá adquirido el problema de las drogas, promiscuidad sexual, etc., y perderá así su verosimilitud como testigo. Consecuentemente, su padre será liberado" '^^. Esta narración tan caótica como real delimita la situación que suele plantearse en los Estados Unidos, seguramente con puntos de similitud con otras partes del mundo, pero ío que resulta sobrecogedor es el remate de la situación, narrada en estos términos: "En vista de eso la mayoría de las oficinas del Fiscal de Distrito están interesadas en dar buenas condenas en este tipo de casos de incesto, pero por lo general no se acostumbra a dar parte de estos hechos al Juzgado. El resultado: el padre se reúne con su familia. La víctima, para su propia «protección», continúa su detención en el albergue adoptivo". En cualquier clase social resulta mucho más difícil el incesto entre madre e hijo. Si ello ocurre es porque se trata de una relación consentida, es decir, no forzada. Bien es cierto que la violencia muy raramente acompaña a los actos incestuosos que tienen una componente de seduces John P. J. Dussich y otros, Un enfoque criminológico sobre el incesto, ea "Rev. Criminologia", n° 3, 2'^ época., Toluca, México, 1982, p. 79. 188 VlCTIMOLOGÍA ción pasiva, exploración sexual y curiosidad enmarcada en docilidad. La relación puede durar largos años y, en algunas esferas sociales, finaliza cuando la hija estudia o se casa, yéndose del hogar. El ahondar en los complejos de Edipo y su equivalente de Electra permite explicar los niveles inconscientes de ciertos amores intensos y emocionales que, generalmente, no llegan a actos sexuales. Casi todas las niñas y adolescentes de clase media y media alta prueban su poder de seducción con el padre. Y muchas veces éste sufre con la crudeza de los celos cuando la niña se encuentra fuera del hogar hasta altas horas de la noche y cree que se halla en una situación amorosa. La psicología profunda e individual ha investigado de antiguo las relaciones incestuosas y es hora de retomar el tema para una honesta regulación y prevención penal. Ello permitirá adentrarnos en la posibilidad nada despreciable, en algunos casos, de que sea la supuesta víctima quien haya seducido a su pariente, aunque esto parezca inadmisible en quienes ven al adulto como único responsable. En todos los casos poco y nada se conoce de cuál debe ser el tratamiento de los sistemas penales con respecto a la víctima y qué hacer con ella ^*. 5* Conocí hace unos años en el Instituto Penal Abierto de Baurú (San Pablo, Brasil) a un hombre de origen rural que había violado a sus tres hijas, cosa que le parecía absolutamente normal y nada delictivo. Se trataba de un hombre rústico que vivía y trabajaba en medio del campo sin mayor relación con los medios de cultura e instrucción. Su coeficiente mental era normal pero poseía una visión muy particular de la vida. Decía que él había criado a sus hijas, les había dado de comer y vestir, de modo que no entendía por qué no podía tener con ellas acceso camal. SEXO Y VÍCTIMA 189 5 5 . Victimizacíón de los menores durante el proceso ¡udicial. He señalado el nuevo daño moral que se causa en aras de la investigación policial y judicial del suceso de que ha sido víctima, al menor agredido sexualmente y al menor testigo del hecho. Es como reabrir una herida, un trauma psíquico, victimizando al menor a través de interrogatorios policiales, con su comparecencia posterior a los tribunales, donde se ratificará ese interrogatorio, donde le pedirán que aclare nuevos detalles y en los que será sometido a careos. Sin contar con las escabrosas pericias legistas y forenses, las preguntas médicas y los tactos vaginales o anales. En 1983 tuve que defender a un adulto acusado de supuesto abuso deshonesto (tocamientos) de una menor de 11 años de edad ocurrido presuntamente en una pileta de natación donde aquel trabajaba de bañero y profesor de natación. El magistrado decidió, tras solicitar el consentimiento de la madre de la niña, efectuar un careo entre el presunto agresor y la víctima. Fue un careo entre una niña llorosa en pleno raptus histérico y un hombre incomunicado gritando por su inocencia. El juez preguntaba a la menor, a fin de aclarar el hecho, si el hombre había extraído o no su miembro viril, al que llamaba pito. . . La chica había sido sometida previamente a un estudio efectuado por el médico policial y a otro por el médico forense. En la mayor parte de los casos los contactos sexuales se verifican ocultamente en un sitio apartado o en una habitación. Los dichos del victimario se contradirán generalmente con los de la víctima y no vale la pena una verificación que se me ocurre despiadada en una menor, 190 VlCTIMOUOGÍA cuando no se llegará '—'lo que se sabe de antemano— a ninguna prueba efectiva de cargo. Sólo se incide de manera agresiva sobre el menor. Las palabras y explicaciones de la víctima serán, como generalmente ocurre, rebatidas y rechazadas por la defensa, que podrá pedir su nueva comparecencia para verificar nuevos detalles y así sobrevendrán nuevas preguntas. . . Cierto es que no todos los jueces efectúan esos careos, pero ¿vale la pena tamaña mortificación y victimización en aras del logro del inseguro hallazgo de la culpabilidad penal? Igualmente el testigo o circunstante, pariente o amigo de la víctima, con sus pocos años, enfrentando a la maquinaria judicial tratando de recordar y reproducir momentos sórdidos, golpes, palabras soeces y el propio acto sexual, en su caso. No se victimiza a estos menores en el sentido penal stricto sensu, pero el mal que se causa a la no estructuracontextura de su psiquismo, es una forma de victimización social y una falta de respeto a sus derechos humanos. 5 6 . La experiencia israelí. Ya en 1964, en la búsqueda de alguna solución más feliz, o menos funesta, a estos brutales atropellos a la dignidad, señalé el ejemplo israelí como digno de imitar ^®. En 1955 se había sancionado en Israel una ley sin precedentes, respecto de menores víctimas y testigos de delitos sexuales, que prohibe el interrogatorio policial y la declaración ante tribunales de menores de 14 años contra 55 Elias Neuman, La prevención de la delincuencia en Israel, Ed. ICAI, Instituto de Intercambio Cultural Argentlno-Israelí, Buenos Aires, 1964, p. 113. SEXO Y VÍCTIMA 191 quienes o en presencia de quienes se hubiese perpetrado un delito sexual. Esos menores deberían ser interrogados únicamente por funcionarios especializados designados por el Ministerio de Justicia a propuesta de una comisión de expertos. Generalmente se trataba de una mujer especializada en psicología, reclutada entre el personal de asistencia y guía infantil. Se contemplaba por entonces la posibilidad de organizar cursos especiales para el personal policial, también femenino, para estos casos. El sistema consiste en que ese personal presta declaración ante el juez y su confesión o testimonio, estrictamente ceííido a la declaración de los menores obtenida sin forcejeos, es admisible como prueba de evidencia, contra el o los acusados. Se recababan y recogían otras probanzas corroborantes del hecho para así llevar al o los autores a juicio. David Reifen, juez de menores de TelAviv, señala que en vista de la experiericia realizada se consagró una nueva ley (1958) vigente en la actualidad ^^ La transcribo por el sentido de prevención que encierra: a) No se hará ningún interrogatorio o encuesta con relación a un menor de 14 años y no podrá ser oído como testigo o examinado en los casos de delitos contra el sexo sin permiso de un examinador de la juventud. b) Ninguna declaración hecha por un niño en relación a un delito de orden sexual del cual haya sido víctima, testigo o autor presunto, será tenido como testimonio válido sin la aceptación del examinador de la juventud. •"6 David Reifen, Le dehnquant sexuel tí sa victime, en "Revue ínternationnie de l'Eafant", Ginebra, 19i8, ps 110 y ss. Tambiéa Sosa Chacín, ob. cit, p. 239. 192 VlCTIMOLOGÍA c) Para el cumplimiento de esta ley, los examinadores de la juventud serán nombrados tras previa consulta efectuada a un comité especial compuesto por un juez de menores (presidente) un experto en sanidad mental, un educador y un experto en protección a la infancia. d) Los testimonios relativos a delitos contra el sexo y la moralidad, recibidos y registrados por un examinador de la juventud, así como los informes verbales relacionados contra el delito, preparados por el examinador, serán considerados como testimonio válido para los tribunales. e) En los casos en que tales documentos sean exhibidos ante el tribunal, éste puede pedir al pesquisador, examinar de nuevo al niño sobre un punto particular o de hacerle una pregunta determinada; el examinador puede, si así lo entiende, rehusarse si cree que esto podría hacerle mal al menor. f) Las pruebas aportadas por un examinador de la juventud no serán consideradas suficientes si ellas no son corroboradas por otras pruebas. Expresa Reifen que la aplicación estricta de estos preceptos está dando óptimos resultados sobre todo por el tacto y versación del examinador y porque el interrogatorio se efectúa en un ambiente adecuado. Ningún niño israelí, autor o víctima de cualquier delito, es enfrentado a la maquinaria policial o judicial. Los juicios que he presenciado tienen lugar en casas comunes ane operan como tribunal donde llega el juez, el fiscal, el defensor, el acusado y los familiares de éste, como también algún miembro del consejo interdisciplinario que intervino en el estudio. Los diarios no pueden dar noticia de hechos delictivos en que estén involucrados en cualquier carácter menores. Mucho menos proporcionar sus nombres, so penas SEXO Y VÍCTIMA 193 graves al periodista que los proporcione y al editor que los difunda. Los examinadores de la juventud con humanidad hacen uso de múltiples conocimientos adquiridos y la debida persuasión para ganarse la inmediata confianza. Y asi el niño les explica detalladamente lo acontecido. Aunque la ley no lo señala en los hechos, el examinador suele sugerir al juez la medida que debe tomar con respecto al menor víctima o testigo. Vale decir que se tutela también la situación de ellos en determinados delitos con el fin de reponerlos anímicamente y hacerles olvidar el trance sufrido ^'^. 57. E! homosexual como víctima social y penal. En sociedades predominantemente machistas (como Ja nuestra) se tiene una actitud de aversión, de irresistible desprecio, por el homosexual y mucho más por las conductas lésbicas. Desde esa perspectiva y con tanta proyección inconsciente de agresividad social, se está victimizando a un grupo de seres humanos objeto de ideas preconcebidas en su contra, al que se compele a actuar en el ocuítamiento y asumir, en ciertas oportunidades, actitudes de minoría perseguida. Mucha gente habla de los homosexuales con llamativa brutalidad y significativo desprecio. Significativo, porque con esa actitud pretende demostrar (o demostrarse) que están en el lado opuesto, lo que psicológicamente resulta eufémico. En todo caso nadie debería sentirse orgulloso de algo que nada hizo para obtener. No se advierte mérito en ello. Nadie hizo 5T Ver La prevención de la delincuencia en Istael, cit., ps. 109 a 112, en que trato extensamente sobre las características y el funcionamiento de los tribunales para menores en Israel que pude verificar personalmente en una visita de estudio. 194 VlCTIMOLOGÍA nada para ser judío, mahometano, negro, mujer, varón, argentino o invertido. Por sentirse normal no se debe difamar, atacar o v^ctimizar lo que no se es o acaso no se conoce. En la Argentina, o en cualquier parte del planeta, ninguna práctica sexual hecha con amor y aceptación de ambas partes debe ser, en principio, criticable. En el robo se podrá teorizar sobre sus móviles como en cualquier otro delito pero otra cosa es el impulso ineludible debido a la atracción sexual que debe pensarse como el hambre o el deseo de dormir. Y creo que estos ejemplos vienen a cuento porque con esta mitología nefanda de la inversión sexual se llega a sentir por un homosexual lo que se siente por un delincuente, aunque a éste, a veces, se lo justifica. La homosexualidad es una manera sexual de ser de la que en buena medida participaron y participan -—el tema ha merecido una notable investigación histórica, psicológica y social^ todos los hombres. No parece ni es una enfermedad física, Al menos no daña a la salud y no debe confundirse con la bisexualidad donde la tendencia heterosexual puede hacerse triunfar reprimiendo o eludiendo a la otra. La victimización social del homosexual tiene seguramente su mejor explicación en que muy pocos hombres escapan a la anécdota homosexual (fantaseos, pensamientos, actos fallidos). Freud, Marañón o Wenninger lo han demostrado con sobrada lucidez. Pero para huir de los demonios es necesario crearlos. Para muchos heterosexuales la inversión sexual es demoníaca y quienes están en ella son cual demonios. Sólo que el infierno de estos demonios sería ser trasladados al paraíso y no porque su naturaleza sea el mal, sino porque la fealdad que se les endilga se llama, para ellos, belleza. SEXO Y VÍCTIMA 195 Es necesario que se tenga para con la homosexualidad una postura más humana y honesta. No puede seguir siendo como una culpa inalterable. Da la impresión que todo se íiñe de preconceptos y que en el fondo no asusta la anormalidad. Asusta lo que uno no es. Se ha dicho: 1) la homosexualidad es una enfermedad y concierne a los psiquiatras; 2} ocurre que los psiquiatras no han encontrado la forma de curarla; 3) luego es un delito. . De ahí que cuando los códigos penales explicitan el delito de un homosexual da la impresión que lo reprimen doblemente. Por la violación, por ejemplo, y por la homosexualidad. El estado del alma del que juzga este delito no puede desprenderse generalmente de sentir que el acto homosexual es horrendo, "es más perverso". Conocí el caso de un muchacho de 17 años que se suicidó con un revólver que el padre le había dejado debajo de la almohada tras haberlo sorprendido en un acto homosexual. En una nota le decía: "Hacelo por tu madre". Los periódicos publicaron discretamente la noticia, pero una revista "especializada" hacía resaltar la enorme tragedia. ¡La tragedia del padre, no la del muchacho! Creo que si este joven hubiese sido sorprendido en manoseos o en un acto sexual concreto con una niña de 10 ó 12 años tal vez mereciera sólo una reprimenda... o una sonrisa de orguUosa consideración, seguramente no le alcanzarían un revólver. La victimización del homosexual, en síntesis, se debe a ideas preconcebidas que, tarde o temprano, se deberán clarificar. Será preciso escuchar a los invertidos sexuales y a los que no siéndolo aborden sensata y profundamente la problemática, más allá de preconceptos y actitudes prejuiciosas que conducen a la violencia y la humillación del ser humano. 196 VlCTlMODOGÍA En Brasil y en nuestro país se han conocido, en determinados momentos políticos que coinciden invariablemente con gobiernos dictatoriales, grupos armados a la caza de homosexuales, como si desearan practicar una política eugenésica. Para no caer en rasgos de excesiva fugacidad, convengo que pueda tratarse de grupos instrumentados para distraer la atención de los ciudadanos hacia otros problemas y soslayar los acuciantes. En todo caso cabría preguntarse ¿por qué los homosexuales? La respuesta podría atraer otras preguntas: ¿por qué los judíos?, ¿por qué los negros?, ¿por qué los testigos de Jehová? Como un colonizado, el homosexual se repliega. Trata de pasar inadvertido —no me refiero, claro está, al que sintiéndose asumido martilla con su voz aflautada y sus contoneos, histéricamente—. Ese ocultamiento es proclive a su victimización en los delitos de extorsión o chantaje o robo, por la creencia de su debilidad. En el mundo de la delincuencia, según lo analicé en "La sociedad carcelaria", existe la idea muy difundida de que el homosexual es fácil de perjudicar "porque no es hombre". No hay que olvidar que el delincuente de la "pesada" homicida, asaltante, ladrón, emparenía su condición a la hombría, viejo preconcepto del hampa: "chorear es de machos". Es común el homicidio por razones pasionales entre homosexuales®** de los que dan cuenta frecuentemente los periódicos que, dicho sea de paso destacan siempre la condición de invertidos de sus autores y siguen la noticia a través de los días con el subjetivo (y vendedor) título: "El crimen del homosexual. . .". 58 El 90 por ciento de los casos de muerte ocurridos en los establecimientos carcelarios de máxima seguridad se deben a problemas homosexuales. SEXO Y VÍCTIMA 197 No podría asegurarlo pero creo que la asfixiante situación de ocultamiento a que se los somete en nuestra comunidad, por ejemplo, hace que las relaciones homosexuales adquieran un tono y vibración muy sutil y profunda en que cualquier desencuentro, cualquier infidelidad, implica desbordes nerviosos y tensiones más intensas en personas que viven reprimiendo sus sentimientos pública y privadamente. Una actitud comunitaria y legal más permisiva de estas relaciones brindaría, sin duda, una mejor evaluación de múltiples circunstancias delictógenas que prevendrían ciertos tipos de delitos que se cometen contra ellos. Estas ideas resultan, por ahora, impracticables sin violentar la moral, o su apariencia, de los detentadores de las llamadas buenas costumbres. CAPÍTULO VII LA V Í C T I M A D E LA E S T A F A 5 8 . La victimización mediante estafa. Es en el delito de estafa, como ya lo había manifestado Von Hentig en Der Bertrug (La lB,staía), donde se pone de manifiesto la relación más intensa entre el victimario y la víctima y donde ésta llega a alcanzar en ciertos limos, calidad de delincuente. Son timos especiales en que la imaginación supera cualquier realidad y que ocurren, con leves variantes, en muchos países. Se verifican iguales apetencias entre víctima y delincuente y en el fondo una porfía de personalidades parecidas. El cuento del "legado" (o "contó do vigatio", en Brasil, el pacazo en Méjico), el de la máquina de hacer billetes y monedas, el "billete premiado" son, según se verá en los siguientes parágrafos, hechos que aparecen como surrealistas, con un cautivador diálogo en que victimario y víctima mancomunados y atraídos están atrapados en un juego en que nadie permanece inactivo. Uno motiva el impulso del otro. Como ocurre en tantas estafas. Pero no son esas las grandes estafas y fraudes de nuestros días. Estos timos quedan enmarcados en la criir<malidad del "pobre diablo" de que habla Pinatel. Hoy el ardid y las maquinaciones engañosas pasan por otros, muy otros, estratos y muy otras cifras. Suelen tener como 200 VlCTIMOLOGÍA sede las alfombras rojas de los ministerios, las gerencias de financieras y bancos, las oficinas de empresas multinacionales y abarcar negocios tales como la venta de armas de guerra. También se estafa con la falsificación de medicamentos y alimentos en que las víctimas son inocentes e inermes, sin mayores posibilidades. El engaño se recibe social y masivamente porque va dirigido a la población. ¡Qué decir de las estafas y fraudes que ocurren por abuso de poder! Hay momentos, como los que se vivieron en la Argentina y en otras latitudes, en que la banca oficial y privada ofrecen grandes intereses de carácter usurario y se alienta a constituir plazos fijos renovables aun en dólares. Multitudes acuden a depositar sus ahorros para conservar el valor de su dinero ante la inflación o bien a acrecentarlo. Concretamente ese dinero rinde más que el trabajo, aunque se esté sumiendo en un desastre de orden ético y económico a la ciudadanía. En medio de la enorme estafa que la situación representa en sí, ocurre que bancos, financieras y cooperativas, suelen ir a la quiebra y queda una abrumadora cantidad de víctimas (caso B.I.R.D.). Se dirá desaprensivamente que la codicia ha sido, «en ciertos casos, la razón de la victimización. No puede ni debe omitirse, entre tanto, que las víctimas han contado con una especial sensación de seguridad, ya que está el Estado de por medio tutelando a esos bancos y empresas financieras y a la propia seguridad pública. Curiosamente el tema no es nuevo. Von Hentig aporta elocuentes ejemplos, tras señalar que el estafador opera, como un pescador, con provechos aparentes hasta dar el gran paso. Como las víctimas serán múltiples parece lógico brindarles de entrada seguridad y felicidad y ello servirá para atraer incautos. Lo mismo que el jugador con ventaja, siempre al principio deja ganar a la víctima. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 201 La gran estafadora Adela Spitzeder daba de inmediato el 10 % por mes de intereses a quienes confiaban en ella invirtiendo (luego bajó al 8 % ) . Al llevarle el dinero a su banco, abonaba a cada cliente intereses por dos meses y entregaba una letra a 90 días en la que se incluía el interés mensual. Cada cliente recibía además lo que la mujer denominaba una "propina" del 5 al 7 ^ . "Esta tremenda carga, dice Von Hentig, no la podía soportar ningún negocio bancario serio". Tal como ocurrió en nuestro país, nuevos clientes aportaban dinero con el que se solucionaban acuciantes pagos en una espiral que presuponía la catástrofe y el consigitiente pánico del público. Pero la Spitzeder poseía un carisma especial y aunque los periódicos y revistas de su época se ocupaban a diano de ella, nada igualaba el hecho de que quien integraba 1.000 florines en plazo fijo recibía inmediatamente 160, más una letra a 90 días por 1.080 florines, firmada por el Banco de Dachau en Munich, del que la mujer era titular. Al producirse la debacle, al conocerse que la Spitzeder sostenía el "negocio" con una red de prestamistas, fue enjuiciada y entonces dirá que en múltiples oportunidades, y de manera airada, tuvo que echar de su propia casa a clientes que venían con sus dineros, conminándoles a que fueran a otros bancos. En vano. En pleno juicio recibe cartas de sus clientes, como el editor de un periódico, que se ofrece a limpiarle los zapatos de por vida siempre que continúe en su negocio. . . Narra Von Hentig el caso de un célebre estafador apellidado Weil que dedicó su azarosa vida al delito contra la propiedad. Poseía una especial y sistemática idea sobre sus víctimas, de entera aplicación a los más actuales conceptos victimológicos respecto de la estafa. Explicaba: "Yo sentía, como siempre, que los hombres a los 202 VlCTIMOLOGÍA que estafaba, no fueron íntimamente más honestos que yo mismo". O : " U n estafador prospera sólo porque en el fondo de su intimidad la víctima no es honrada". Después vendrá Sutherland, a señalar exactamente lo mismo por su contrario: " E s imposible hacer caer en la trampa de una operación de estafa a un hombre honrado", Weil mandó imprimir un folleto titulado "Cómo hacerse rico" e hizo publicar en los periódicos el siguiente anuncio: Pequeña historia de un gran éxito Cómo pueden convertirse 100 dólares en 1000 P a r a detalles escríbase a: SIMPSON y WEIL Banqueros y corredores de Bolsa W o m e n ' s Temple Building Chicago, Illinois. Recibió una exhorbitante cantidad de correspondencia y puntualmente remitió en cada caso el folleto. Se exigían 100 dólares por un pronóstico infalible. Transcurrido exactamente un mes, devolvió a cada cliente 125 dólares con unas conceptuosas líneas en que le hacía saber que se trataba del capital con sus intereses. Explicaba: "Lamentamos comunicarle que la importancia de nuestro negocio no nos permite admitir en lo sucesivo cantidades tan pequeñas". Sólo se admitieron sumas entre 500 a 1.000 dólares, añadiendo una tasa de 10 dólares. Así tenía alejada a la gente imposibilitada de aportar una suma seria y, consecuentemente, seleccionaba la "clientela", que se redujo a 400 depositantes. Cuando los pagos, tiempo después, no pudieron satisfacerse por inexistencia de nuevos ingresos, Weil y sus cómplices desaparecieron. Habían obtenido una renta anual de 480.000 dólares ( H a n s V o n H e n tig, ob. cií., p. 88 y s s . ) . LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 203 En noviembre de 1982 efectué en Mendoza una constatación similar. Se encontraban detenidos en la cárcel-penitenciaria los hermanos Greco, bodegueros, que poseían financieras. Entre otros problemas no habían podido cubrir a sus clientes los certificados de depósito a plazo fijo que les habían confiado. Desde profesores universitarios hasta empleados de comercio, taxistas y operarios señalaban, a quien quisiera oírles, que lo más lógico era liberarlos inmediatamente y dejarles continuar con su negocio. De esa manera nadie se sentía estafado y los hermanos arreglarían la situación que según se decía, amenazaba la economía de toda la provincia. Es extraña al jurista la relación afectiva que se establece muchas veces entre el autor y la víctima de la estafa. Hay, claro está, casos en que los estafados se encuentran aparentemente en un estado de indefensión porque confían en las entidades bancarias y financieras, que se entiende están vigiladas por el gobierno o que pertenecen a éste. Aún así, prestan cierta cooperación para la comisión del delito. Recuérdese que en nuestro país cuando se hizo patente, a través de la quiebra de varios bancos y financieras, que el sistema tenía muy serias fisuras, si bien hubo retracción, mucha gente siguió aportando a entidades crediticias sus capitales y consolidando sus intereses (y los de la llamada "patria financiera"). 59. Aproximación ai victimario y su víctima. De los delitos contra el patrimonio el más sutil es la estafa. No se trata del robo, que trae aparejada la violencia física, ni de la extorsión, con sus notas de tiranía moral y temor físico; ni del hurto, que nos pone en indignado resguardo, o de la quiebra, con su cortejo de cesación de pagos y acreedores. El estafador, para apropiarse 204 VlCTIMOLOGÍA de lo ajeno, tiene como arma vital su inteligencia, ingenio, intuición, capacidad de espera y, fundamentalmente, el conocimiento de la víctima y la confianza que en ella debe inspirar. Desde tiempos remotos ese ingenio y la manera de ubicar la situación y el estudio de la víctima han permitido las variaciones más audaces e increíbles en este delito. Es cierto: sólo se convence a los convencidos. . . . La víctima lo es por su codicia, por su sensualidad de pode^^ material. En oportunidades no se atreve a efectuar la acción dolosa por sí misma; busca a un "gestor" para que de manera espuria logre sobornar a funcionarios y el gestor escapa con el dinero. Cualquier estafador profesional sabe que una forma de test instantáneo consiste en preguntarle a la futura víctima a boca de jarro y de manera imprevista: "¿liaría usted algo incorrecto para conseguir una sustancial ganancia?". Si la contestación es un rotundo sí, indudablemente se está frente a alguien victimizable, porque además de la escasez de escrúpulos, tiene ambiciones urgentes y desmesuradas y es susceptible de caer en la trampa. Podría darse el caso en que el damnificado haya procedido de buena fe. Por impulso o por la sugestión que le produce la personalidad del victimario, circunstancias que disminuyen su capacidad de entender plenamente el negocio o, aun entendiéndolo, inhiben su resistencia, lo que no pasa desapercibido para aquél. Hay una actitud victimal, negligente o imprudente (por ejemplo, quien compra un inmueble, sin leer acabadamente la escritura traslativa de dominio, ignora que está sujeto a expropiación, lo que fue omitido deliberadamente por el vendedor o el escribano actuante). La actividad del sujeto pasivo puede resultar en ciertos casos empalidecida por la astu- LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 205 cia y la maniobra engañosa desarrollada en su contra. Su actitud victimal es, diríase, relevante por culpa. Las víctimas que más interesan son aquellas en que interviene su propia codicia, su propio dolo y que se denominan gráficamente, en contraposición total a la "víctima inocente", "víctima-delincuente", Y como la estafa admite tal variedad y, por lo tanto, tantas especiales correlaciones en su etiología dinámica, habrá también tipos intermedios entre la inocencia y la delictuosidad. Decía Goethe: "No nos engañan los demás, es que nos engañamos a nosotros mismos". No hay que olvidar que la víctima no es compelida, forzada, puesta en una situación límite: se desprende voluntariamente de su dinero o de otros bienes para entregarlos al estafador o a los cómplices de éste. Es un acto volitivo. Pero entrega su dinero siempre por algo o a cambio de algo. Y ese algo no suele emparentarse con lo altruista sino con situaciones más pedestres: sentimientos de poder, lucro, engaño a un tercero en un negocio jurídico, etc., que le reporte un beneficio tantas veces espurio. El resultado se produce según lo planeado por el autor al llegar al fin de la relación de la "pareja penal". La armonía se rompe: es el momento en que el estafador escapa con su botín y la víctima empieza a darse cuenta, con angustiado asombro, que lo es. Hace años actué en la justicia como defensor del presidente y los principales miembros del consejo directivo de una cooperativa de crédito. Mis asistidos se sentían estafados por el síndico de la sociedad. Hombre joven, con toda la apariencia del ejecutivo dinámico y emprendedor. Se había ganado la simpatía y el afecto de todos y cada uno de sus componentes que eran profesionales: contadores públicos, abogados y comerciantes avezados y conocidos como personas honorables. El síndico llegó a 206 VlCTIMOLOGÍA manejar a su antojo la sociedad, como si todo el consejo se encontrara bajo un efecto hipnótico o de profunda sugestión. En 'as primeras entrevistas parecían no entender. Repetían temáticamente que habían veraneado junto al síndico, que se prestaban las carpas en Mar del Plata o en Punía del Este, que sus familiares se visitaban y hacían favores, que sus hijos eran amigos, que siempre concurrían en un día determinado de la semana a almorzar o a^ comer todos juntos, que existía una notable cordialidad y que confiaban en ese joven síndico por su inteligencia, simpatía y don de gentes. Me confesaban que hasta les elegía las telas de los trajes que debían usar, y los obsequios que debían hacer a sus mujeres. Pero un día se alzó con dos millones de dólares y desapareció. Mis representados habían descubierto con estupor que sus cuentas corrientes eran utilizadas para efectuar operaciones "non santas" por el prófugo, sin saber cómo aparecían sus firmas en otras cuentas no aclaradas ("negras"). Por supuesto, no en todos los casos era así, aunque no pudiesen o quisieran admitirlo. Con el tiempo, llegaron las anécdotas individuales en relación al síndico y un generalizado consenso cuando se redujo la tensión en el proceso judicial. Era un consenso de inocultable admiración. Volvía a aflorar el afecto personal y el aprecio por la capacidad del "ausente". Considerándose estas personas como "víctimas inmediatas" del manejo fraudulento del estafador y a pesar del perjuicio económico (que individualmente sufrieron con su huida) y moral ante sus familiares y la comunidad social y de sentirse objeto de una maquinación engañosa, tenían un sentimiento casi respetuoso y admirativo por quien, objetivamente, tanto daño les había hecho. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 207 Más de una vez les oí decir que sólo él (refiriéndose al prófugo) con su capacidad podría arreglar el entuerto que había provocado. Con sólo dejarle seguir trabajando como entonces o llevar a cabo nuevas ideas. . . Von Hentig (ob. cit., p. 218) explica que nadie desea ser víctima de un hurto y el que mete la mano en nuestro bolsillo provoca la resistencia inmediata y la llamada a la policía. En cambio en la estafa, que tiene un daño material mucho más expresivo, se recorre entre la víctima y autor un largo trecho que permite, tolera y demanda la peligrosa aproximación, para enterarse sólo en el último momento, a veces nunca, de que ha sufrido un daño inferido por un malvado al que se tenía por bueno. Con frecuencia la reacción ulterior queda como adormecida bajo el influjo paralizante de la antigua inyección de amistad y confianza. Explica el citado autor que en numerosos casos de estafa se repiten determinadas constantes y giros que llama "característicos". El estafador, al volver —aun de la prisión^ es recibido "con los brazos abiertos, tan pronto como él oprime el botón de las ideas cargadas de acción, afluyen a él donativos una y otra vez y los testigos y el estafador repiten las mismas palabras de: honor, respeto, admiración. . .". Es probable que pueda explicarse cuáles son los profundos o arcaicos anhelos que el estafador hace aflorar por su palabra y accionar en el inconsciente de la víctima. Él sabe que es muy difícil estafar a ciertos ingenuos —artistas, científicos, por ejemplo—. Son demasiado puros, lineales y hasta es posible que acudan a la policía. En cambio, los comerciantes, los industriales, los que conocen de números y por eso se sobrevaloran y creen conocer de todo, son los más susceptibles de ser engañados. 208 VlCTlMOUOGÍA 60. La víctima-delincuenfe. Times. Casi todas las acepciones de "timo" y "timar" que proporciona el Diccionario de la Real Academia Españo^ la convergen para entender los efectos que puedan producir estos astutos engaños. Timo: "glándula situada detrás del esternón, en la parte superior del mediastino". Debe ser, precisamente, aquella que se revuelve y conmueve cuando la víctima advierte la burla de que ha sido objeto y en la que ha entrado con una parte de voracidad material y otra de estupidez humana. Timar; "/entenderse con la mirada, hacerse guiños; quitar o hurtar con engaño; engañar a otro con promesas". Todo lo cual ocurre, sin afanes semánticos, en los "ires y venires" de estos casos. Ciertos timos especiales suelen ingresar en la antología del crimen con su peso delictual y con cierta gracia, porque el ingenio anda suelto y se debe tener para ser protagonista una suerte de fisic du rol, cierta teatralidad, tanto en el victimario como en la víctima. Nadie "vende un buzón" sin convencer a quien desea ser convencido. Nadie tima a abogados penalistas si no supiera que éstos están ávidos del "gran asunto" que reporte "el gran dinero" ^^. Así como en cualquier orden de la actividad humana se requiere la especialización técnica, científica y profesional, en el caso de ciertas estafas o timos se ha alcanzado esa jerarquía axiomática. La profesión y el modus operan" di de estos delincuentes no cambia y siempre reaparecen los viejos moldes de los timos con un nuevo ropaje, como ^^ Como en el cuento Muifo abrigado, de mi libro Enigmas para jueces (Quince cuentos argentinos), Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1977, p. 60. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 209 ciertos males recibidos por tradición. Desde los más audaces, que parecen brincar con la víctima en varias oportunidades hasta el golpe final, en donde el delincuente juega con el tiempo, días, horas, minutos, mientras que el damnificado progresa en su "vocación" victimal. Pero hay otros timos infantiles, con mayor pobreza de creación, que también encuentran sus víctimas siempre dispuestas a creer, en la medida del beneficio personal y sus fantaseos, de que pueden a su vez estafar al estafador. Los timadores requieren investigadores especializados, capaces de captar su modo de operar y la medida de sus fechorías y así determinar, al iniciar la investigación, quién pudo haber sido el autor. Los casos más conocidos de timadores son los "cuenteros del tío" llamados en la jerga delictiva y policial, "pequeros", "filo-mishio", "falsos inspectores", "paquetes" y "tocomocheros". ó l . "Pequeros". Se los calificaba —y así hasta hoy en ciertos ambientes^— "ladrones de alta escuela". Son sumamente inteligentes y emprenden el delito como una empresa en la que no pueden fallar. . . La presencia física, buenos modales y formas son de suma importancia y, fundamentalmente, saber imponerse en el momento preciso a la víctima con inusual seducción. El "pequero" (o "picotero"), del inglés "pecker", es el jugador de naipes con ventaja que debe ubicar "clientes" con dinero para ganarles en mala ley. Utilizan naipes marcados o cómplices estratégicamente ubicados, que puedan ver las cartas de sus adversarios; anillos marcadores de naipes, juegos de espejos, naipes con dibujos al- 210 VlCTlMÍJI OGÍA terados sólo perceptibles para él y, aunque parezca inverosímil, cómplices que informan con dispositivos eléctricos sobre el juego que tiene el rival. Pero el "pequero" entra en otro juego: el de la confianza y el tiempo. La confianza que debe ganar en su víctima a la que debe predisponer. Casi siempre se hace pasar, tras elaborada mise en scéne, por hombre adinerado, para lo cual alquila casa-quinta o va a hoteles costosísimos. Toma la vida con aire displicente como si estuviera de vuelta, hastiado de ella. Generalmente tiene un informante que le prepara el candidato. Es ley que en las primeras partidas de pókeí" pierda fuertes sumas. Es aquí donde el "pequero" juega astuta, aunque peligrosamente, con el tiempo y su víctima, a la que va engolosinando con ganancias, a la que crea un sentido del honor en el juego, a la que habla continuamente de viajes e inmuebles, juegos en la bolsa o yates, fingiendo gran posición económica. El "pequero" va aquilatando la personalidad y la moral de su víctima; ésta se ve seducida por la personalidad del delincuente que "pierde ' dinero con indiferencia, con savoir [aire. Siempre habrá un desquite al día siguiente. El "pequero" aparece como un "millonario maniático" y excénüico producto de su mesurado estudio. El momento crucial tiene un suspenso de expectativas que el delincuente domina. La víctima gana y se entusiasma hasta el límite. Tiene un poker de ases que sólo puede ser vencido por la escalera real. En ese momento se sella la partida. Al día siguiente el "cliente" gana, pero aunque ha traído mucho más dinero en su afán de redoblar apuestas. . . perderá hasta el último céntimo. No es su día. Mañana habrá desquite. . , Pero ese mañana no llegará jamás porque el pequero ha huido con su botín. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 211 La víctima ha caído. Pero también ha querido desvalijar al victimario. Se dan casos, en su afán de recuperar el dinero perdido, de llevar a la mesa de juego "nuevos clientes" oficiando, sin saberlo, de entregador. 62. "Füo-misho". Es el cuentero de la "máquina de fabricar moneda". Tiene generalmente un cómplice que atrae a la víctima al sitio donde se encuentra la singular y secreta máquina. Allí le mostrarán cómo opera. La máquina suele ser extraña, fantasmal, aunque es posible que actualmente —con la especialízación técnica— sea más compacta. Lo cierto es que debe estar enchufada a un toma corriente y funcionar con gran lentitud produciendo dólares y monedas de oro que va arrojando gradualmente y que conservan "la alta temperatura" del cuño. En realidad se trata de un mecanismo que sólo trasporta lentamente las monedas y billetes, que el "filo-misho" puso de antemano, y una resistencia eléctrica que las calienta. Como la víctima debe convencerse de todo el proceso, el "filo-misho" ofrece ir con ella a cambiar la moneda en cualquier casa de cambio o banco donde, obviamente, son negociadas. La venta se perfecciona en una gruesa suma de dinero. La máquina lo vale y la víctima queda satisfecha tanto más cuanto que se le entrega una bolsa con varios kilogramos de oro molido (cobre) para la "preparación especial". Además, ya ha manejado por sí la máquina; y las monedas, aunque muy lentamente, salen brillosas y calientes. . . Existen otras variantes de este "cuento del tío" que requieren mayores conocimientos. El "filo-misho", ade- 212 VlCTIMOLOGÍA más, debe ser "gráfico" (delincuente que se dedica al lavado de cheques, órdenes de pago, vales, entradas de espectáculos). La máquina en este caso no crea billetes sino que los calca. Se le explica a la futura víctima que no se trata de una falsificación sino de un proceso secreto y desconocido que reproduce exactamente billetes verdaderos utilizando para ello las mismas tintas de impresión de! billete. Se hace la demostración en las máquinas del tipo de las fotocopiadoras, pero de tal manera que siempre expele el billete verdadero. El negocio consiste en que la víctima aparte la mayor cantidad de billetes nuevos para ser calcados, y del mayor valor posible para acrecentar la ganancia. Luego con una rápida y hábil maniobra uno de los "vendedores" distrae a la víctima mientras el otro hace funcionar la máquina con cualquier papel hasta que se caliente. Mientras el incauto espera, los delincuentes ya se han ido con el dinero. La pregunta que resta es precisa: ¿para qué adquiere la víctima la máquina. . . ? 6 3 . Falsos inspectores. La variedad y formas operacionales de estos inspectores es tan notable que cabría pensar que no existe en el país repartición u oficina pública alguna dedicada a la verificación de inmuebles, negocios, libros de empresas, impuestos, teléfonos, etc., que no haya tenido que denunciar la existencia de falsos inspectores. Para poder impresionar a sus víctimas llevan credenciales, órdenes, papeles membretados, portafolios, revistas de la repartición y suelen presentarse en negocios aunque éstos estén poblados de clientes. Por lo común exigen dinero a cambio del silencio ante las presuntas infracciones que verifican. Las variantes son muchas. LA VÍCTIMA DE LA ESTAPA , 213 A veces se trata de clausurar el negocio vecino para evitar la competencia; lograr determinadas franquicias; eludir que el "cliente" deba ir a las oficinas del presunto inspector para embarcarse en farragosas y costosas tramitaciones; o, más simplemente, desviar un impuesto o no pagarlo, abonando una suma considerablemente menor. En definitiva, el comerciante suele advertir su victimización recién cuando llega el verdadero inspector. Su actividad victimal consistió en la pretensión de escamotear el pago por alguna falta real. En oportunidades, los falsos inspectores se hacen pasar por funcionarios policiales o impositivos para gestionar donaciones (Hogar Policial, Sindicatos de Funcionarios Impositivos) o avisos para supuesta revista como pertenecientes a esas oficinas públicas. Avisos que no serán publicados. Se ha dado el caso de previas llamadas telefónicas de "coroneles" y "comisarios" que logran intimidar a la víctima. También en muchos de estos casos la propia víctima se encuentra separada por una diferencia capilar —de un pelo— del delincuente. 64. 'Taqueros". Son los que para engañar a la víctima utilizan el "paco" que está formado por recortes de diarios y pequeños trozos de papel moneda, lo que le da la absoluta apariencia de un fajo de billetes. El "paquero" tiene apariencia de "hombre de campo", bonachón y poco entendido. Atrae a sus "clientes" con el cuento del legado del padre o tío muribundo y arrepentido, inspirando confianza con sus apariencias y tonada campesina. 214 VlCTIMOLOGÍA A la escogida víctima, el "paquero" le cuenta que su padre, un estanciero enriquecido, sintiéndose morir, le encargó entregar a los pobres una elevada suma de dinero y le comenta que su progenitor le confesó que en su juventud se había apropiado de esa suma con malas artes. Explica que quiere morir en paz y que para ello desea devolver lo robado. Los pobres serían los beneficiarios del legado. Cuando advierte que la víctima entró en confianza y se interesa por el legado, el "ingenuo" hombre de campo le ofrece exhibir el dinero y lo extrae, en su presencia, del banco donde previamente lo había depositado. Le dirá que tiene que regresar con urgencia hacia su lugar d¿ origen y convence a la víctima para juntar sumas iguajles y beneficiar a los pobres siempre que ella se ocupe de repartirlo. La víctima en ciernes se convierte por pocos momentos en victimario, ya tiene en su poder ambas sumas de dinero ¡adiós al campesino! y ¡adiós a los pobres! Cuando desate el paquete se encontrará con que sólo hay dos o tres billetes y el resto es papel de diario muy bien recortado. El paquero, en un toque de prestidigitación, se llevó el dinero. Por eso el tango dirá: "ligereza y buena vista para el cambiazo de «paco» " ("El nene del abasto"). 65. "Toeomoeheros". También con el disfraz de "campesino ingenuo" en las estaciones terminales, o cerca de ellas, atraen a sus víctimas con el cuento del billete premiado. Exhiben el billete y la víctima verifica en los extractos de la lotería que efectivamente el billete tiene premio. Entonces se trata de engañar al "ingenuo" y la víctima se transforma en toda magnitud humana: sólo desea apropiarse del billete. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 215 Casi siempre el "candoroso paisano" ignora cómo cobrar el premio. Ni siquiera sabe dónde debe hacerlo y, paralelamente, necesita volver al campo con extrema urgencia por razones de enfermedad de su padre o su mujer. Anda en búsqueda de una persona honorable que tras cobrar el "billete premiado" le remita el importe. En esos momentos irrumpe su cómplice que dice haber escuchado sin querer. . . todo el problema suscitado y, sin más, ofrece comprar el billete.a un precio menor, para tranquilidad del "paisano" y enviarle el resto. Por supuesto el "paisano" no acepta por no tenerle confianza y la víctima se encargará de alejarlo y salvar de la situación al pobre muchacho del interior. . . El cómplice ha sido como un detonante. Ya sabe la "víctima" cómo apropiarse del billete. El campesino recibirá una cifra importante por el "billete premiado" y la promesa absoluta de entregarle el resto por encomienda certificada. . . La operación se realiza. Hasta allí llegó la armonía de la pareja penal mendelshoniana. Se separan. El "tocomochero", con rumbo desconocido y la víctima, con la premura del caso, a cobrar su billete. Pero ocurre que los números están adulterados o el billete pertenece a una jugada anterior. . . La intención de la víctima estaba clara y recién descubre que lo es frente a la ventanilla de la lotería donde fue a cobrar el billete. Hasta ese momento actuó como un delincuente. Sólo que se vio superado. No llegó a configurar su delito aunque hizo todo lo posible por lograrlo. Le faltó estatura. . . A las víctimas-delincuentes no debería considerárselas como "inocentes" por la ley, reconociéndoles la posibilidad de perseguir judicialmente al autor ante ios tribunales y reclamar indemnización civil. 216 VlCTIMOLOGÍA 66. Pautas de conducta frente al secuestro de personas y de aeronaves. Interesa subrayar cómo debe ser aproximadamente la conducta de la víctima de determinados delitos para que éstos no se agraven en sus consecuencias, si es que no se pueden evitar. ¿Qué posturas se deben asumir? ¿Cómo dirigirse al autor sobre todo en crímenes violentos como el secuestro de personas y de aeronaves, la e:ktorsión, el robo con rehenes, etc.? Son pautas empíricas con que la victimología pretende reducir las posibilidades victímales. Es preciso recolectar y asimilar experiencias de situaciones anteriores y verificar cuáles y cómo fueron las conductas asumidas en esas ocasiones por los delincuentes y sus víctimas. Las conclusiones analizadas y procesadas minuciosamente pueden permitir un mejor desenvolvimiento a futuras posibles víctimas. Así como se puede instruir a cajeros de bancos y tripulantes de aviones comerciales frente a un robo a mano armada y al secuestro de una aeronave, respectivamente, puede hacerse con la probable víctima de un secuestro, sus familiares y los miembros de la sociedad de que forman parte, también víctimas del delito. En los secuestros efectuados por delincuentes comunes, lo primero que habrá que advertir es, precisamente, si son delincuentes comunes o pertenecen a un grupo terrorista. Verificar si se puede establecer identidad de lenguaje, clase social, tratamiento, consideración, etc. La manera más extrema que se conoce se vio en la película cinematográfica "Tarde de perros", en que su protagonista, el actor Dustin Hofmann, en compañía de un cómplice, promueve el asalto a un banco donde per- LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 217 manece varios días a la espera de una posibilidad de huida por avión con el dinero sustraído. Las víctimas llegan a compaíibilizar de tal modo que el diálogo, las acciones, las sugerencias y consejos se suceden con afecto y comprensión, con respecto a las vidas privadas y tensiones que viven los delincuentes. Llegan incluso a efectuar un movimiento de opinión pública a su favor y ponen en seria crítica y ridículo a la policía. Son las víctimas las que sufren profundamente cuando uno de los asaltantes es muerto por las balas policiales. En este filme hay una crítica acerba, una burla, a las formulaciones y contenidos ideológicos del sistema policial y los controles del poder social con su pretendida eficiencia metódica. Las sociedades democráticas se presentan aparentemente como extremadamente propicias para individuos capaces de dar muerte para lograr ciertos objetivos. El terrorismo de derecha o izquierda sabe que esas sociedades tienen su basamento en el respeto irrestricto de la comunidad y sus gobernantes al imperio de la ley. En la democracia no hay discriminaciones y así los integrantes de esa comunidad deban sufrir indeciblemente, será siempre preferible mantener firmemente las leyes y la justicia por donde deberán pasar los terroristas subversivos que tienen en el secuestro de personas una de sus maniobras habituales, sea para lograr dinero, o bien para peticionar en canje la liberación de detenidos. Y son esas democracias, que sufren por conservar sus libertades, las más capacitadas para resistir al terrorismo, según se demuestra en Italia y España. De ahí que el terrorismo tiene mayor expansión y campo propicio a su acción allí donde el sistema democrático sea frágil o corrupto. Y mucho más, cual ocurre en los países latinoamericanos, con gobiernos autocráticos y dados a la represión. En la Argentina, según es desgraciadamente cono- 218 VlCTIMOLOGÍA cido en el mundo entero, se respondió con otro terrorismo considerablemente peor, con instituciones militares y paramiíitares y medios reñidos con los derechos humanos, para repelerlos. Se demostró, de tal modo, la escasa o nula fe que merecía la ley a los encargados de administrarla. En términos generales, la víctima debe precaverse, sentirse "víctima potencial" debido a su actividad social, política o industrial o a su fortuna y procurar ayuda. Si prefiere correr riesgos, antes que perjudicar la eficiencia de su tarea cotidiana o por no angustiar a su familia o sacrificar placeres, la "víctima potencial" debe ser concientizada sobre que, secuestrado, los problemas y las angustias serán considerablemente mayores. En un curioso libro. Secuestro y rescate *''°, con objetividad absoluta, se brindan consejos útiles frente a un secuestro terrorista, entre ellos que la familia no negocie por si misma, sobre todo cuando se trata del rapto de un niño muy pequeño, porque está demasiado impactada emocionalmente. Debe designar a negociadores y abogados. Si es la empresa a la que pertenece la víctima del secuestro la afectada por la exigencia de dinero a cambio de su vida, deberá salvaguardar esa vida pero además la protección de su personal, su reputación y moral. Es imprescindible, aunque no siempre ocurre así, recurrir a la policía para que aconseje cómo solucionar la situación y, además, trate de aprehender a los autores, sean terroristas o delincuentes comunes. Creo que los abogados o asesores en este tipo de casos no tienen la menor experiencia y además son objeto de la propia tensión acuciante que deben vivir. Sin embargo, no es aconto Richard Clutterbuck, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, Madrid, Buenos Aires, 1979, ps. 96 y 97. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA ' 219 sejable a la víctima pagar de inmediato sumas exorbitantes. No hay que olvidar que los terroristas han de preferir siempre el rescate a tener que matar una víctima sin posibilidad ninguna de cobro. Ha habido casos en que delincuentes comunes han llegado a percibir el rescate e igualmente a ultimar al secuestrado. En el secuestro por lucro existen más posibilidades de interrelación verbal y anímica entre víctima y victimario. Inversamente, el peligro es sustancialmente mayor cuando ese secuestro obedece a motivos surgidos del fanatismo político, porque las relaciones entre los sujetos del delito son mínimas y no puede establecerse comunicación alguna. Middendorff '^^ narra el caso del secuestro en un banco, en que se desarrolló un curioso diálogo entre un delincuente y una cajera. A la amenaza producida por aquél, que dijo "Quiero el dinero o haré volar el banco", la cajera contestó: "No sea idiota, vaya y tome el dinero", con lo que el delincuente quedó confundido y la dejó ir. Uno de los delitos que ha tenido un auge muy especial por sus características y propósitos ha sido el secuestro de aeronaves, que en la actualidad parece descansar de su primigenia virulencia. En la "piratería aérea" también existen varias víctimas. Los inmediatamente amenazados son los tripulantes de cabina que están bajo la presión de las armas de fuego o explosivos. El sentido común y el instinto de conservación tienden a impedir la reacción de los agredidos en salvaguardia de la seguridad del avión. De ahí que muy pocas veces resulten lesionados y se registren escasísimas muertes entre esas personas. Amenazados directos son también las azafatas y los 61 Wolf Middendorff, Victimologia del secuestro, en Capítulo criminológico. Facultad de Derecho, Universidad de Zulia, Venezuela, 1975, ps. 99 a 103. 220 VicriMOLOGÍA pasajeros. Los primeros estudios que se realizaron entre estas personas víctimas de este tipo de delitos, según Middendorff, revelan que cabría advertir a los pasajeros de aviones desviados para que asuman una actitud casi enteramente pasiva y un cierto interés por la aventura, sin ofrecer resistencia. Las precauciones deberán ser otras cuando un avión —como suele ocurrir— es secuestrado por un maniático o una persona con las facultades mentales alteradas. En ese caso habrá que entrar en conversaciones amistosas. Lo propio ocurre en el caso de los secuestros de bebés y niños. ' Las víctimas mediatas de los secuestros de aeronaves son las compañías de aviación que deben subrogar a par^ ticulares que no poseen medios cuando se trata de rescatar personas por la exigencia de un precio. El propio Estado es víctima, cuando las compañías de aviación son estatales y como tutelador de una sociedad humana a la que se ha ofendido penalmente con la actividad delictuosa desplegada. Dentro de las situaciones que muy someramente he apuntado, no cabe duda que la prevención de estos delitos por un lado y saber cómo debe procederse en cada caso, quedan supeditadas al estudio de la conducta de los victimarios y a la acumulación de datos a través de la referencia que puedan reflejar las víctimas. La postura asumida por la propia víctima debe servir para extraer conclusiones importantes a la criminalística policial en sus investigaciones y a los legisladores para dictar normas de comportamiento que permitan aventar situaciones trágicas. Se trata de una política prevencional sobre las predicciones de los modos de actuar de víctimas y victimarios para el logro del menor infortunio posible. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 221 67. Delitos tecnotrónicos. La creciente implantación de máquinas y técnicas electrónicas ha creado una nueva tiranía que amenaza con esclavizar aún más a los hombres. Caminamos hacia el endiosamiento del robot olvidando el "factor humano". Se cree que la computadora dará por sí respuestas, acabadas respuestas, a múltiples enigmas y problemas de la vida. Dado que su proceso no es aún irreversible, podemos intuir que la computación empleada de cierta manera podría desembocar en una limitación creciente de las libertades políticas y sociales y contribuiría a desbaratar la fuerza impulsora colosal que reside en la individualidad del hombre y su pujanza de creación. Expresa Sadosky: "Hay pocos campos como el de la computación, en los cuales se evidencia con mayor nitidez la necesidad de que el progreso de las ciencias humanas se ponga a tono con el de las ciencias físicas y naturales y de que el hombre sea capaz de darse una ética y una organización política y económica que le permita utilizar "humanamente" —^es decir poniéndola al servicio real de toda la especie— las conquistas técnico científicas" ^^. Son, éstas, atinadas palabras que marcan el sentido social de todo progreso científico. Pero es de temer que el hombre, impelido por regímenes sociopohticos opuestos que rivalizan en la disputa del dominio del mundo, no del bienestar de sus habitantes, marchen en sentido contrario. Entretanto, resulta admirable, y por ello debe pensársela profundamente, la capacidad de construcción y destrucción del hombre. 62 Manuel Sadosky, Las computadoras, realidades, falacias, perspectivas, en "Transformaciones'', n ' 24, Ed. Centro Editor de América Latina. 222 VlCllMOLOGÍA Mientras Estados Unidos prepara la sexta generación de computadoras "inteligentes", capaces de ver, hablar e incluso "pensar", la Unión Soviética hace notables avances en el desarrollo de computación "tendiente al control de los cerebros". Por ambos lados esta tecnología se acerca tanto a la industria militar como a la civil, aunque desconozco la proporción. El proyecto estadounidense para los próximos cinco años, espera el logro de computadoras con un sistema informativo de lenguaje que reconozca más de tres mil palabras en el área específica del conocimiento, poseedora de un sistema gramatical y capaz de responder a voces diferentes. Todo este alucinante mundo de hallazgos no impMe que, según se ha podido conocer a través de medios de comunicación se produjera un hecho inédito. Unos cuantos adolescentes se introdujeron computacionalmente en la red electrónica de seguridad de varias áreas del territorio metropolitano de los Estados Unidos, hicieron saltar controles, facilitaron la posibilidad de franquear seguros y de ejecutar robos ^^. El impacto de la computadora debe equipararse al producido en su día por el motor o máquina a vapor, lo que implica que la inmutabilidad de instituciones y costumbres caerá irremisiblemente en crisis. La máquina a vapor desplazó al músculo humano. La computadora amenaza con reemplazar su cerebro, su pensamiento. I'-ío es posible y sería ilusorio negar su notable utilidad para generar profundos y decisivos progresos en un mundo en paz y en los más diferentes ámbitos. Habrá 63 En e! peuódico "La voz del mter.or", Córdoba, 10/1/84, se publica un suelto titulado Más allá de lo imaginable, con información de las agencias CINECC-OEA. l^A VÍCTIMA DE LA ESTAFA 223 que tener muy en claro, entretanto, que el hombre es quien manda a la máquina y ésta obedece y no al revés. Es el terreno de la informática por medio de la computación, uno de los que más interesa al área victimológica. Pocas dudas caben de que la computación va a transformar profundamente en un futuro próximo a las ciencias jurídicas, a la propia ley y a los procesos penales. Memoria, juicio y voluntad del pensamiento son varios de los aspectos abarcativos de estas máquinas electrónicas que, se asegura, "piensan y aprenden". En síntesis: se dice, y a fe que lo es, una gran ayuda del género humano. Pero esperemos siga siendo el hombre dueño del tiempo y el ámbito en que le ha tocado vivir. La expansión del número de computadoras ha ido en constante aumento en los Estados Unidos en donde, en un futuro más que cercano, se medirá la alfabetización por si sabe o no computar. Calcula Christopher °* que para el año 1980 había más de 500.000 en uso y que "constituyen el singular caballito de trabajo de la sociedad humana". Esperemos no se transforme en el caballo de Troya. . . Se calcula en dos millones y medio las personas que laboran en ese país (el 3 % total de la capacidad laboral). Esta civilización tecnotrónica con sus máquinas para computación ha creado novedosos tipos de delito. Los criiüinólocjos, quienes trabajan para la prevención y las legislaciones, deben declararse en estado de alerta porque la progresión de ilicitudes está en vía directa con la creación de nuevos elementos, cada vez más sofisticados, que no ha de cesar. Ya se habla de Computer crimes. fii Barón G. Christopher, Las computadora'; y el empleo en yaiscs en desarrollo, en "Rev. Internacional del Trabajo", vol. 9"!, n" 3, mdyo-;unio, ¡973, Ginebra, p. 366. En los países en desarrollo, 2500: y en Brasil una-, 600 (datos del año 1971). Cario Sarzana, Criminalitae tecnología, en "Rassegna Penitenciaria o Criminología", n"^- 1-2, año 1, enero-junio, Roma, 1979, p. 53. 224 VlCTIMOLOGÍA La actividad criminal emparentada con el delito de "cuello blanco" ha encontrado por la lógica gravitación del avance en computación, nuevos objetos y métodos de acción. Se sobreentiende la insistencia de un nuevo tipo de delito y delincuente y -—no podría ser de otro modo—', de nuevas formulaciones y clases de víctimas ®''. En la Argentina debe sonar el alerta para este tipo de delitos. Su desenvolvimiento acaecerá tarde o temprano, cuando la tecnología y la producción sean adaptadas cuantitativa y cualitativamente a los beneficios que puede brindar la computación. Pero parafraseando a quien dijo "quien agrega ciencia, agrega dolor" habrá que señalar que una sola infracción penal efectuada desde o mediante una computadora puede causar daños patrimoniales incalculables, verdaderos estragos. Según Christopher (ob. cit., p. 370 y ss.), la Cámara Nacional de Comercio de los Estados Unidos calcula el costo social del delito económico (cuello blanco, de sociedades comerciales, sabotaje y espionaje industrial, etc.) en 40.000 millones de dólares. Bastará señalar que un delito de falsificación de pólizas de seguro por medio de una computadora arrojó una pérdida de 2.000.000.000 de dólares para la empresa Equity Funding Life Insurance Company ®®. 6 8 . Cómo se generan ¡as condiciones delictivas. La computadora brinda, entre otras cosas, información y ello implica la o r g a n i z a c i ó n selectiva d e ciertos d a tos que toman relevancia y que se denominan computase Si bien se comprende la novedad del tema, en la mayoría de los casos se trata de delitos contra la propiedad. De ahí su ubicación en el presente capítulo. 66 Henry S. Dogin, Computer Crimes, en Criminal Justice. National Criminal Jusíice and Stadistic Service, Law Enforcement Assistance Administration U.S. Departament of Justice, p. 1. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 225 bles. Entrega de tal modo formulaciones que hacen estrechamente a la esfera del convencimiento o persuación de quienes la manipulan. De allí se está a un paso, veloz y breve, de decisión. Quien tiene mayor información posee, como inconcusa norma causal, mayor poder. Luego puede generarse la espiral conocida: a mayor poder, mayor codicia, mayor envidia, mayor y más peligrosa tentación del victimario y, por ende, mayor posibilidad de ser víctima. Los centros de computación suelen manejar sutil información entre los factores decisorios del poder social: gobiernos, empresas estatales y privadas, medios financieros y económicos. También se implantan por computación nuevas formas empresariales vinculantes de diversos países donde ubicar, por ejemplo, la capacidad y actividad productora. Se calcula que existen más de 300 centros de comunicación internacional por computadoras por donde pasan más de 10.000 mensajes por día. La computadora se ha trasformado en un medio de comunicación de primerísima magnitud. De allí surgen dos primeras aseveraciones capaces de trastocar el mundo del delito: a) para manejar esas computadoras se requiere de un personal avezado, culto, una élite capaz de transmitir, reproducir, leer, penetrar o volver a programar toda información. De esa élite deberá surgir el delincuente; y b) quien comete un delito puede hacerlo desde la computadora o dentro de la misma, y sus resultados y víctimas encontrarse a millares de kilómetros. Todo ello a una velocidad de vértigo. El delincuente, en otras palabras, no requiere estar en el lugar del hecho. Y cuando digo vértigo, acomodo el lenguaje, porque me estoy refiriendo a mil millonésima parte de un segundo. Conociendo una clave es posible perfeccionar un delito en otro país. 226 VlCTlMOLOGÍA La contracara de la situación, que hará reflexionar al policía más avezado, reside en el tiempo en que se descubre el hecho. Pueden pasar meses y aun años. El delincuente tiene las mejores posibilidades de ordenar los bienes mal habidos, enajenarlos, reiterar los delitos y decidir —-en su casO'-- el tiempo que se propone para la huida. María de la Luz Lima, que ha efectuado un interesante estudio sobre el tema '^'^, afirma que este tipo de delitos debe incluirse entre los "white collar". Se trata de delitos ocupacionales porque ocurren mientras el sujeto se encuentra trabajando y aprovecha la ocasión; de ahí que —^expresa— se trata de "delitos de oportunidad". Define al delito electrónico (que he denominado tecnotrónico) como "cualquier conducta criminógena o criminal que en su realización haga uso de la tecnología electrónica, ya sea como método, medio o fin" y le da al delito por computadora la calidad de especie de aquél: "En cualquier acto ilícito-penal en las computadoras, su técnica y funciones desempeñan un papel ya sea como método, medio o como fin". Se trata de dos descripciones abarcativas de conductas teniendo en cuenta el medio empleado. Según la investigadora mejicana, las conductas criminales qjie usan métodos para llegar al resultado ilícito conllevan a que la máquina o instrumento mismo realiza la infracción penal dirigida por su autor. Menciona las siguientes categorías (ob. cit., p. 12): a) falsificar una tarjeta de crédito. Se programa que por cada tarjeta se imprima un duplicado que se utilizará ilícitamente; b) un homicidio programado (self-control); 6T María de la Luz Lima, "Delitos electrónicos'', ponencia presentada en el Primer Congreso Nacional de Criminología, Monterrey, 16 al 19 de noviembre de 1963, Nuevo León, México, p. 10. LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 227 c) defraudar a una compañía alterando activos, pasivos etc.; d) fraude de técnica salami. Consiste en extraer mediante computación pequeñas cantidades de dinero de las cuentas corrientes de un Banco. Los afectados muchas veces no lo perciben y si ello ocurriera se trata de sumas insignificantes que no merecen la molestia de la reclamación. Si ocurriese en nuestro país aceptaríamos que se deba a esotéricos "gastos de administración"; e) adquisición de bienes modificando registros o inventarios archivados; /) sustracción a la propia computadora de servicios no autorizados o prestación de su línea para que alguna persona no autorizada extraiga información o haga la parte casi artesanal de sus investigaciones; g) falsificación de cintas magnetofónicas; y, h) reproducción no autorizada de películas deshechadas o censuradas, integrando los llamados "clips". Pueden valerse de cualquier elemento electrónico como medio para cometer ilícitos: a) interceptar teléfonos con transistores, "Beeprs", radios, "bugs" a los fines de efectuar espionaje industrial, o sabotaje político (que costó la caída del ex presidente de EE.UU., Nixon); b) lectura e información confidencial para bloquear la capacidad operativa de la víctima y cometer sabotaje industrial; c) lectura de ficheros judiciales para extorsionar; d) lectura de datos confidenciales para chantajear; e) simulación de un servicio que no existe utilizando la computadora como símbolo. Los delitos pueden ir dirigidos a la entidad física del objeto computadora como fin; algunos ejemplos son: a) destrucción de un programa; 228 VlCTIMOLOGÍA b) dañar una memoria; c) quemar la computadora; d) sabotaje político, quemar centrales militares, etc. Buena parte de los hechos que se enuncian como delitos en esta nómina bien pueden ser tutelados por una ley penal y los menos ingresan en los tipos penales ya en vigencia. Valiéndose de computadoras se registran fraudes por la utilización de tarjetas de crédito. Se le suele denominar dinero electrónico, representado en signos electrónicos magnéticos que son almacenados y procesados en computadoras y transmitidos a través de líneas telefónicas. Que decir de otros fraudes con cheques, cables de transferenh cia de divisas, acciones, cheques del viajero, etc. Otros delitos tecnotrónicos se pueden perfeccionar por dos transmisores [infinity ttatismittevs) manejados por dos personas y colocados ambos en los circuitos telefónicos. Son capaces de dar comunicación con cualquier parte del mundo gratuitamente. 6 9 . Caracterización de la víctima. La mayoría de estos delitos tecnotrónicos son cometidos por sujetos que la víctima ha escogido por sus conocimientos tecnológicos y por tratarse de personal altamente capacitado. Es evidente que no estamos frente a la delincuencia común y, sin pretender describir el perfil de estos delincuentes, cabe el atrevimiento de pensar que se tientan ante los mismos mecanismos que dominan y la posibilidad de hacerse millonarios apretando botones. . . Será llegado el momento de que alguna computadora programe la prevención criminológica con respecto a su uso, para que los manipuladores de estos aparatos comprendan LA VÍCTIMA DE LA ESTAFA 229 los riesgos penales que asumen, y otra computadora los intimide. . . Podría ocurrir en un futuro no muy lejano que la SO" ciedad estigmatice a la computadora y no a quien manejándola ha cometido el delito. Donde tal vez se advierta claramente que es el hombre el que domina la relación con estas máquinas, es en el hecho de que los ingenieros de sistemas y electrónicos, los presidentes de empresas bancarias, los programadores, los operadores en terminales, los que reparan computadoras son los que poseen las claves y, por lo tanto, se constituyen en los salvaguardias de la inviolavilidad de la información. La mayor parte de las víctimas de estos delitos son las empresas y organizaciones y, en muy pocas oportunidades personas físicas, afectadas por el uso del sistema de computación. Y uno de los rasgos medulares de la postura que asumen suele ser nefasto: no preocuparse por las infracciones que entran en sus libros comerciales en el "debe", estimado de antemano. Para otras constituye un descrédito o un menosprecio público al que no pueden arriesgarse y prefieren absorber la pérdida material irrogada. Por lo tanto no toman medida alguna ante las irregularidades constatadas y no efectúan denuncia; prefieren, en la mayoría de los casos, perfeccionar los sistemas y las claves computables. Estas posturas no contribuyen a acopiar elementos para la elaboración de pautas de seguridad y de prevención delictual y se ha señalado que las empresas y compañías no toman en serio los programas de seguridad, de ahí que sus controles suelen ser inadecuados. Ello implica una constante tentación para esa élite deíincuencial que debe obviamente poner bases de resguardo por sí misma a sus propios frenos inhibitorios. Tanto más cuanto que 230 VlCTIMOLOGÍA manejar computadoras con claves conocidas y similares puede resultar aburrido. . . El desafío tecnológico echa por tierra una serie de pautas criminológicas. Al menos cabe admitir que quien delinca mediante computadoras lleva notable ventaja a la víctima, al criminólogo, al penalista, a los sistemas de investigación y a la propia ley penal. Por supuesto que la "pareja penal" parece destruida, salvo que alguna computadora no diga lo contrario. Pero la victimología puede cumplir un rol preventivo coadyuvante con los sistemas de seguridad. No se trata esta vez de investigar el rol de la víctima en la criminogénesis, pero sí su labilidad victima!. Para ello habrá que alentarla a que coopere y no ahonde la cifra negra —esta vez sí que dorada—' de lá criminalidad y así permitir el conocimiento de las falen/cias en que ha caído y que el victimario ha aprovechado. CAPÍTULO VIH LA SANCIÓN P E N A L A LA V Í C T I M A 7 0 . La sanción penal a la víctima. Conductas bilaterales. Uno de los aspectos más novedosos que propone la victimología es la sanción penal de la víctima. No a toda víctima sino a la que ha contribuido a desencadenar delitos en que quedó a medio camino de ser ella misma delincuente y le faltó la suficiente ductilidad o se apresuró o, más exactamente, se vio superada por el delincuente. Otro aspecto que pretende ahondarse es el de sentencias más justas a partir de la conceptuación precisa del juzgador sobre el ofendido, como desencadenante del suceso que llega a la justicia, a fin de evaluar la culpabilidad y responsabilidad penal del prevenido. N o me refiero especialmente a casos de legítima defensa en que el victimario se vio compelido a desenvolver su conducta por la provocación o la conducta insistente, persecutoria, o aquellos casos en que la víctima coadyuva o coopera, sino a otros en que ha tenido voluntaria o involuntariamente un relevante papel en la criminodinamia. Es que generalmente se trata de describir en sus más mínimos detalles la conducta del autor, pero una completa valoración no puede dejar de lado lo concerniente a la víctima para cotejar estas conductas y reconstruir lo que en victimología se denomina "pareja penal". Todo el com- 232 VlCTIMOLOGfA portamiento de la víctima, no sólo el del inicio del hecho sino también su reacción, como fueron sus actitudes, su comportamiento posterior, no puede pasar desapercibido para el juzgador porque ella no es completamente ajena a la acción. Siempre cabe la posibilidad de que pudo ser copartícipe. Sólo el juez en posesión de todos estos datos hará un juicio de valor para lograr determinar cabalmente la incidencia de la víctima en el delito y, por ende, el margen de culpabilidad del autor y así graduar la pena, lo que permitiría una adecuada individualización judicial. Resultará imprescindible el estudio biológico, psíqui" co y social de la víctima, claro está que no en todos los delitos. Así como en los expedientes penales suele existiív un estudio de la personalidad del procesado, será necesario hacerlo, en su caso, con la víctima, para que el juez tenga en cuenta algunos aspectos asertivos sobre la interacción que existió en la "pareja penal" a través del juego de esas personalidades. Lo ideal podría resumirse en un estudio técnico hecho de manera interdisciplinaria y el conocimiento de visa de ambos por el sentenciante en los procedimientos escritúrales, lo que le permitirá interrogar a los actores del drama penal y tener un concepto acabado de la ocurrencia del hecho en investigación. Insisto en que la sanción a la víctima, vivamente reclamada por algunos autores (Fattah, Sempertegui), lo es para ciertos delitos o en determinadas circunstancias criminogenéticas en que su participación semeja la del cómplice o copartícipe. Empero, debe visualizarse esta posibilidad con cautela y sentido de futuro, evitando en el presente saltos al vacío e intentando una formulación más allá de comprensibles apasionamientos. Por otra parte ¿qué tipo de pena le correspondería y cuáles serían los casos? LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 233 E n casi todos los códigos penales existe una serie de figuras en que se describe la acción conjunta o bilateral de dos (o más) participantes en delitos y se reprime a ambos. E s el caso de adulterio, duelo, riña o incesto consentido, rapto consensual entre adultos, por ejemplo. Pareciera que si ambos son delincuentes ninguno es víctima y que un análisis victimo lógico podría inferir quién provocó al otro y de qué forma y modalidad se valió. El problema residiría en saber si se castiga al verdadero delincuente y no a la víctima o si a ésta se la considera victimaria y se le aplica una penalidad alternativa. El criterio de la ley es penalizar a ambos pero, ¿es justo castigar con igual pena a uno y otro cuando se sabe que no coadyuvó y fue arrastrado a delinquir? La ley penal pretende proteger a la sociedad y tutelar su orden como intereses superiores, y así ocurre en la inmensa mayoría de los delitos. ¿Suena a despropósito e irreverencia admitir distinciones provenientes de la realidad concreta? La ley penal se aplica a seres humanos y, sin dilaciones ni menoscabos a ese interés, debe avizorar y distinguir las conductas que convergen en el mismo delito y que suelen ser muy diversas. E n el caso de aborto se penaliza a quien lo provoque intencionalmente a una mujer. La actitud de ella resulta independiente pero, obviamente, si la mujer ha concurrido a un médico para que se lo efectúe, también será castigada. E n el terreno de los hechos bien puede ocurrir que el médico sea un hombre serio y honrado, conmovido y arrastrado por la mujer, a efectuar su primera operación ilegal que, presumiblemente, será la última. Ambos son, sin embargo, sancionados en virtud del ordenamiento social y el atentado a la vida del feto. Como un avance hacia una justicia más humana y fielmente distributiva se deberá arbitrar distintos tipos de 234 VICTIMO LOGÍ A penas, desigualdad de castigo, adecuándose la sentencia a la realidad concreta y tangible del acontecer delictivo en juzgamiento. No sufrirá detrimento el interés social ni su protección. En el incesto consentido entre personas mayores, las leyes penales, salvo excepciones, abarcan a ambas personas sancionándolas por igual. Se trata de una coparticipación. Al juez parece que le estuviera vedado adentrarse en el suceso para fijar la criminogénesis y el sentido intersubjetivo de la acción y así, graduar debidamente la pena. Lo ejemplifica Sosa Chacín (ob. cit., p. 218) con el art. 381 del Cód. Penal venezolano: "Todo individuo que en circunstancias capaces de causar escándalo público, tenga relaciones incestuosas con un ascendiente o desV cendiente, aunque fuera ilegítimo, con algún afín en línea recta o con un hermano o hermana, hermanos consanguíneos o uterinos será castigado con presidio de tres a seis años". En el delito de bigamia, nuestro Código Penal efectúa una eficaz distinción por la cual una de las partes puede ser la víctima o copartícipe según sepa o no de la existencia del matrimonio anterior. El art. 134 reprime a ambos en una suerte de dolo compartido, pues los contrayentes conocen la existencia del impedimento. El delito en este caso es instantáneo y queda perfeccionado en el acto de contraerse matrimonio aunque éste luego no se consume biológicamente. En el art. 135 se establece la existencia concreta de ^a víctima cuando se le ha ocultado la circunstancia del matrimonio anterior. Propugno un hallazgo legal en el que se especifique claramente quién es víctima y por qué y cuándo existe correspectiva delincuencia, aunque la victimología va más allá porque desea dar al juzgador un más amplio espectro LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 235 de conocimientos a través de la conducta de la víctima. En el caso de bigamia habría que tomar en cuenta las motivaciones de la acción de ambos contrayentes para adecuar sus responsabilidades a la realidad de lo acaecido y aplicar tal vez distinta gradación penal u otro tipo de penalidad alternativa de la privación de libertad. Abrir paso a la idea futura de que eventualmente, y según las circunstancias, uno de los contrayentes no sea reprimido. Las realidades que envuelven a este delito son muy amplias y van del intento de complacer a una mujer que desea casarse religiosamente (por lo que es ineludible hacerlo por registro civil con anterioridad) hasta la supina ignorancia de la ley que no es excusable. En tal sentido narra Sosa Chacín (ob. cit., p. 220) el caso de un campesino de un poblado venezolano que se presentó ante la autoridad civil de un pueblo circunvecino a fin de contraer matrimonio con la hermana de su esposa, Al descubrirse el hecho contestó con total naturalidad y de manera afirmativa a la pregunta sobre su anterior matrimonio. El hombre consideraba -—y seguramente la mujer también— que era obligatorio contraer matrimonio pues vivía en común con ambas hermanas y creía muy lógico darles protección legal a las dos. Para las mujeres, aquella comunidad resultaba normal. Tratábase, por lo demás, de un individuo serio, trabajador, dedicado a duras faenas campestres " . . . y hasta, podríamos decir, una especie de patriarca a la usanza del Viejo Testamento, jefe de un clan primitivo que con su acción quería regularizar «ante la ley» una situación de hecho". En el c?ae/o irregular que suele celebrarse en el campo en salvaguardia de la honra no existen padrinos que elijan las armas, etc. (de ahí su carácter de irregular); la jurisprudencia ha entendido en nuestro país que no procede la legítima defensa en ese culto al coraje en que na- 236 VICTIMOIJOGÍA die cede para evitar el encuentro. Podría ocurrir que un duelista se vea compelido por su contrincante a la necesidad de proteger su vida ^^. Debería crearse una figura sin necesidad de mencionar forzadamente siquiera a la legítima defensa que le dé posibilidades al juez de avizorar las circunstancias del caso para graduar la culpabilidad y la pena más allá de lo que señala el art. 98 del Cód. Penal que gradúa la sanción, según sea el resultado del hecho (lesiones leves, graves o muerte) y dejar a un lado la sanción con pena de un año por el solo hecho de haber aceptado el duelo. 71 . Un caso de la justicia militar. Hecho único y conductas alternativas. Existen precedentes elucidativos y muy concretos de hechos en que víctima y victimario son penados por un mismo hecho, en una misma investigación y una misma sentencia por la tipificación legal de distintos delitos. El caso lo ejemplifica un fallo del año 1957 de la justicia penal militar en que paradójicamente la víctima —por S8 En la provincia de Corrientes ocurrió en 1980 un hecho de singulares características. Tres actores recorrían diversos poblados para ofrecer obras criollas, en estancias, escuelas y sitios que se preparaban para la ocasión. Rsos actores reclutaban entre los paisanos a quienes actuarían como "extras" (y aseguraban además, una nutrida concurrencia "para verlos actuar"). Se representaba entonces "Juan Moreyra" y esos "extras" integraban la partida que debía batirse con él. Con sus armas de utilería celebraban una suerte de duelo previamente ensayado y Moreyra iba "dando muerte" a cada uno de los agentes policiales de la partida. El publico enardecido no distinguía entre ficción y realidad, como suele ocurrir en el interior, sobre todo en los pueblos no habituados, lamentablemente, a ver teatro. Entró entonces en acción subiendo súbitamente al escenario uno de los circunstantes, quien extrajo de la cintura un cuchillo, y, tras la escaramuza del duelo, ante la desesperada víctima, le hundió el arma en el estómago causándole la muerte. Al verlo subir, otro espectador poseído por la acción le gritó alentándolo: "¡Dale no.nás, R . . . ! " y alentó al victimario. LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 237 ser el agredido, aunque su conducta fuera transgresora— recibe pena por otro delito. El fallo emanado del Consejo de Guerra Permanente para el personal Subalterno del Ejército (Buenos Aires) en la causa instruida a N . N . , de 35 años, sargento V perteneciente al Estado Mayor General del Ejército, acusado de falta de disciplina, de "abuso de autoridad" (injurias a un subalterno), y a X.X., de 23 años, soldado conscripto, perteneciente al mismo Estado, acusado del delito militar de "insubordinación" con el agravante de "irrespetuosidad" (fuera de actos de servicio), con el atenuante de "haber sido estos delitos precedidos de un abuso de autoridad por parte del superior". Los hechos: "Primero. Que está probado el hecho de que el acusado sargento 1' N . N . de haber sorprendido al soldado conscripto X.X. en momento en que, dejando de cumplir una orden que con anterioridad se le había impartido, volvía a las caballerizas con una radio que no le pertenecía, por lo que lo interpeló diciéndole: «Hijo de una gran puta, ¿adonde ibas con esa radio?», al mismo tiempo que le quitaba el aparato y le ordenaba que marchara al calabozo. . .", "Segundo. Que está probado el hecho de que el acusado, el soldado X.X. de haberse negado reiteradamente a cumplir la orden que le impartiera el sargento 1' N . N . de marchar al calabozo, en el lugar, fecha y ocasión relatados, procediendo de inmediato a alejarse, siendo entonces perseguido por dos soldados por orden del sargento 1° N.N., logrando éstos detenerlo y luego, mientras era conducido hacia la guardia de prevención, proferir frases provocativas contra el suboficial aludido, tales como: «Ustedes son todos iguales, se valen de las tiras; sin ellas no valen nada, yo sé que sos un fanfarrón. ¿Por qué no te sacas las tiras si sos macho?». 238 ' VicnMOLOGÍA En los considerandos se efectúa un análisis de los elementos probatorios agravantes y atenuantes ligando jurídicamente la situación y mencionando las normas legales aplicables con acuerdo al Código de la Justicia Militar. Tras oír al fiscal y a la defensa, el Consejo de Guerra falla: "Primero: Condenando al acusado sargento 1' N.N. . . . a cuatro meses de prisión menor como autor responsable del delito militar de «abuso de autoridad» (injurias a un subalterno); sin atenuantes ni agravantes, con obligación de reintegrar servicios, si le correspondiere, todo de conformidad con lo establecido en los arts, 704, 579, 589 incl y 541 del Código de Justicia Militar. ^ "Segundo: Condenando al acusado, soldado conscripto X.X.. . ,, a cinco meses de arresto como autor responsable de falta grave de «insubordinación» con abono de la prisión preventiva que lleva cumplida; todo de conformidad con lo establecido en los arts. 667, primer párrafo, 549, inc. 3', 108, inc. V, y 589 del Código de Justicia Militar y 107 y 112, apartado c, de la reglamentación de la Justicia Militar" ^^. 7 2 . Víctima "totalmente responsable". El problema adquiere otras aristas cuando la ley penal no habla de conductas bilaterales y explícita, en cambio, quién es el autor y quién la víctima: "el que matare a otro. . .". Es lo que ocurre en la mayor parte de las ilicitudes penales a través de la tipificación. Ya he señala69 Marcelo A. Lichtschein Mohor, La victimiotogía en el ámbüo penal milííav, en Estudios de derecho penal y criminología, t. 1, Ed. Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1961, proporciona cuatro casos jurisprudenciales emanados de la justicia penal militar en donde los actores son alternativamente victimas y victimarios. LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 239 do anteriormente que existen víctimas que son delineadas por la ley penal por su edad, estado mental o psíquico, situación de dependencia, etc. En estos casos se toma como presunción taris et de iure que la víctiirta es siempre inocente y el autor totalmente responsable. Penetrando por entre ese circunspecto cordón de seguridad se plantea la posibilidad de analizar las conductas victimales por un lado y, por el otro, sancionar ciertas conductas con finalidad preventiva. Es que hay víctimas muy expuestas y es preciso ejercer sobre ellas, por su bien, la tutela que se ejerce cuando se habla del interés u orden social, facultando al juez penal para que proceda legalmente. Un breve repaso a la caracterización de las víctimas impone la circunstancia de determinar cuáles entre ellas pueden ser objeto de punición legal. De suyo, no serán las víctimas "inocentes" o inertes que nada hicieron para convertirse en tales (infanticidio, o robo por asalto sin determinación de persona, etc.). Las que interesan son aquellas que consienten, las que ruegan o suplican, las cooperantes o coadyuvantes y, fundamentalmente, las llamadas víctimas-delincuentes. El investigador hindú Abdel Fattah, en dos de sus trabajos sobre victimología '''^, señala la existencia de una victima enteramente responsable en versión antinómica de la totalmente "inocente". La delimita por su conducta que "única y exclusivamente" ha provocado el crimen, mucho más allá de todo cuanto hubiese podido hacer (o dejar de hacer) el victimario. •ío Ezzat Abdel Fattah. Quelques profc/emes poses á la jusíice pénnlc par la victimologie, en "Annales Internationales de Crniino'.ogie'', París, 1966, año V, 2" semestre, ps. 335 y ss., y "El rol de la víctima en la determinación del delito", ponencia presentada en las Jornadas Internacionales de Criminologia, Mendoza, junio 22 al 28 de 1969. 240 VlCTIMOLOGÍA "Esta víctima desde el punto de vista moral y criminológico —explica Fattah'— es más responsable y más culpable que el infractor. Ella es en verdad su propia víctima, y el agente no es más que un simple instrumento más o menos libre del acto consciente buscado o imprudente causado por la víctima. El papel que juega esa «víctima» y su contribución al proceso causal de la infracción es más grande, más activo y más eficaz que aquellos del agente". Expone dos ejemplos. Uno absolutamente claro y capaz de hacer meditar por la sagacidad de su planteo. En el otro, un tanto abstruso y no atenido a las reales consecuencias legales, parece perder un tanto el voltaje y la armonía de su pensamiento. \ El primer caso, bastante común, es el de la joven que faltándole escasos días para arribar a la mayoridad penal resulta ^-con su consentimiento'^ víctima de un abuso deshonesto o bien de un estupro. Jurídicamente existe la presunción legal que emana fundamentalmente de su edad, de que ha sido víctima sin admitirse prueba en contrario. Sin embargo es ella quien se empeííó en buscar al hombre bastante mayor, coqueteó, se insinuó e incitó claramente para satisfacer sus propios deseos sexuales. El Derecho, dice Fattah, no puede declararla vícti^ ma inocente. Adhiero plenamente a esta posición y, aún más, creo que es preciso dejar a un lado en estos casos las apreciaciones numéricas de los códigos penales y dar al juez arbitrio para investigar si ha habido víctima en el sentido legal. La joven menor no puede ser equiparada a una débil mental, inválida o, en los tiempos que corren, explicar que no pudo deliberar y comprender las consecuencias LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 241 de sus actos. Creo que el delito de estupro debería ser desincriminado o, en su defecto, dar amplia discrecionalidad al juez. Fattah señala que "Victimológícamente esta joven está más predispuesta que el hombre a reincidir" y que las explicaciones sobre que el delincuente no debe aprovecharse de la explosión erótica de una joven que se supone inexperta no tienen racionalidad. A su vez, Sosa Chacín (ob. cit., p. 223) no puede eludir, pese a la notable apertura hacia la victimología que se verifica en su artículo, su condición de jurista y ex magistrado y critica al autor hindú señalando que ha perdido la perspectiva de la realidad: Dice: "El caso de Abdel Fattah no podemos entenderlo del todo bien, l i n a muchacha de 16, 17, 18 años, que está en pleno desarrollo, que se encuentra fascinada ante el misterio del sexo, que desea experimentar cosas nuevas, que a veces se encuentra en conflicto con los principios de la moral, etc., merece cierta protección. La mujer (y el hombre también) de esa edad es proclive a ser seducida en base a los sueños color de rosa; la picardía y el deseo de aventura que aflora en la crisis de la pubertad, la pueden llevar a jugar un papel activo en el juego amoroso". Estas formulaciones resultan superadas y de mode. Entiendo que fueron escritas en 1968 y me parece que en estos últimos 15 años cambió radicalmente la conceptuación de las jóvenes en cuanto al sexo. Y no me refiero a las muchachas que, con la edad que menciona el autor venezolano, aparecen en tapas de revistas con los anteojos de sol como único atuendo o a las que optan por el título de "miss Mundo", sino a estudiantes, trabajadoras, empleadas que con todo equilibrio han madurado hacia el sexo que va perdiendo de tal modo su señalización de "idea fija" y, por ende, su carácter morboso, para ser al- 242 VlCTIMOLOGÍA go natural que implica a la vez la más estrecha y misteriosa relación humana cuando el amor o las afinidades electivas, de que hablara Goethe, invitan a dos seres. Nada extraño le ocurrirá a la niña que cita en su ejemplo Fattah; ella deseaba tener relaciones sexuales y deseaba también a un hombre al que sedujo. No puede ser ese hombre tildado de delincuente por la ley y ésta no debe inmiscuirse en la privacidad o en la intimidad humana. Es preferible el totalitarismo del amor al totalitarismo de la ley. Tampoco resulta serio hoy en día lo que señala Sosa Chacín sobre que: "Un hombre adulto normal no podemos concebirlo seducido por una muchacha como ésta...".,. No se explica que "un hombre se dedique a sus hijas por la\ vía de la moral tradicional y que luego pueda ser declarado víctima porque no pudo resistir la seducción de una adolescente, a la cual pudo encauzar como lo hizo con sus propias hijas". Es, palabra más o menos, la actitud de autores tradicionales sobre el tema de ciertos delitos contra la honestidad. Subsiste una postura tabú que impide la revisión crítica. Son personas que están informadas por su ciencia y buena conciencia aquilatadas detrás de sus escritorios, pero de espaldas a la vida misma: ¡Lo que va del saber al ver. . .! Dice, en efecto, el recordado autor: "Sin un sujeto activo predispuesto o inclinado o de bases morales débiles, nada se puede conseguir. No creemos en la sola responsabilidad de la víctima". En la actualidad se procede en estas cosas con mayor sinceridad y menos remilgos. El tema no pasa por la moral, al menos en el sentido que se le pretende endilgar. Y si así fuera es posible que el hombre maduro del ejemplo es quien se hubiera hecho por razones generacionales, mayores problemas. LA SANCIÓN PENAI, A I,A VÍCTIMA 243 Párrafos arriba he expresado que este delito debe ser desincriminado. Pero para el caso de que se lo pretenda mantener, debe dejarse al juez una amplia gama captable a través de las probanzas procesales de carácter criminológico (psicológicas, sociales y victimológicas) que pueda obtener para dirimir el hecho no aplicando pena alguna cuando existió consentimiento mutuo antes del acto sexual. Esto implica discutir ciertos parámetros de algunos códigos penales. Habrá que investigar si las leyes, so capa de protección iuris et de iure a los menores de determinada edad, no hacen más que descubrir criterios sexofóbicos respecto de las relaciones sexuales extramatrimoniales. No otra cosa significa en última instancia la manutención del adulterio como figura delictiva. 7 3 . Vícfima responsable del accidente de tránsito. El segundo caso que plantea Fattah con respecto a la víctima como única responsable del accidente de tránsito que le cuesta la vida o lesiones de cualquier tipo, no parece tan sólido, y es un tanto desmesurado cuando argumenta que ". . .la verdadera víctima es el agente que ha sufrido daños psicológicos o materiales a causa del accidente y al que la ley tiene por victimario". No conozco códigos ni leyes penales especiales en que se tenga a la víctima en los casos de delitos de tránsito vehicular como "inocente" a ultranza. Aun en países como la Argentina, Israel o Dinamarca, que detentan los más altos índices de mortalidad por estos hechos. Al contrario, cuando la víctima ha cometido para su desgracia errores tales como cruzar una calle corriendo o fuera de la vía peatonal o alcoholizada, por ejemplo y no mediaran por parte de quien conducía el automotor actitudes 244 VlCTlMOLOGÍA negligentes, imprudentes o imperativas o inobservantes de los reglamentos del tránsito y su vehículo se encontraba en perfecto estado de circulación, resulta por lo general, absuelta. Y ya se sabe que la culpa concurrente no lo dispensa. En cuanto al impacto emocional o psicológico a que alude Fatíah, que victimiza al agente, y a las pérdidas materiales que debe sufrir, no se compadece, al menos, con mi experiencia de más de dos décadas en la profesión de abogado penalista. Jamás encontré a un acusado de homicidio por culpa que tras la aciaga situación que le tocó vivir (o sobrevivir, dicho esto sin eufemismos) no encuentre rápido consuelo. Se trata de una suerte de "industrialización de la inociencia" que internaliza de inmediato achacando a la victima la culpa de lo acontecido. Ello aventa los remordimientos, permite vivir en paz nuevamente y, aunque resulte un juego de humor corrosivo, ayuda a volver a manejar '^^. 7 4 . E\ estafador estafado. Mucho más interesante resulta el caso del estafador que entendiendo estafar a otra persona termina estafado por ella. En parágrafos anteriores, he informado sobre los timos más en boga. No permiten avisorar, cos") criterio victimológico, quién es la víctima y quién el delincuente. '''1 Dentro de la experiencia que menciono, muchas personas, padres, hijos, hermanos de victimas fatales de este tipo de delitos, van pasando a través del tiempo por una notable evolución. Al principio desean proyectar legalmente su agresivo odio respecto del victimario. Al correr de los días van acomodándose a la situación y posiblemente debido a las dimensiones que suele tomar en el tiempo el procedimiento penal, comienzan a exasperarse en la medida en que el resarcimiento civil se demora. He conocido casos en que, transcurrido en tiempo prudencial, lo único que interesa es el resarcimiento patrimonial y sé de víctimas directas y parientes de éstas que se han sentado a conversar el tema con el victimario. LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 245 Es una singular carrera, en un mismo acto en que se reúnen las dos cualidades. El "protagonista" es el estafador en un cincuenta por ciento y en el otro cincuenta cabe la víctima, sólo porque la armonía de la "pareja penal" se destruye en su contra, cuando pudo ocurrir exactamente lo opuesto, al menos ese hubiera sido su deseo consciente. De ahí que Sosa Chacín sea partidario de sancionarla como autor de estafa en grado de tentativa, siempre que su accionar se encuentre adecuado a la tipicidad legal. Quien compra una máquina para fabricar papel moneda o un billete "premiado" o un "legado" o acude a un "gestor" para que éste logre cohechar a un funcionario, está delinquiendo. Así la máquina no ande, el billete resulte adulterado o de una jugada anterior, el legado no exista y sí un paquete de papeles en vez de los billetes o que, finalmente, el "gestor" haya desaparecido. Pretendió estafar ganando con su viveza y con la pretensa inadvertencia de quien resultó mucho más rápido y lúcido. Por eso he dicho en otra oportunidad que "le faltó estatura" pero ahora agrego que indudablemente tiene fisiología de delincuente. De ahí que se habla del dolo de la víctima y la necesidad de sancionarla. Sempertegui efectuó un trabajo muy estimable sobre este tema bajo el título de La víctima en la estafa (cit. en la bibliografía) donde se muestra, enfáticamente partidario de la sanción a la víctima. Piensa que debe punirse al "timador triunfante" y al "timador derrotado". Aunque desconozco la existencia, en estos casos, de pedidos de indemnización por parte de la víctima, no cabe duda de que, al menos en el sistema del código vigente, podría solicitarla. Entonces la ironía resultaría irreductible y paradojal, porque la sociedad, en vez de precaverse 246 VlCTIMOLOGÍA de esos individuos de incuestionable peligro social aplicándoles la sanción que merecen, los premiaría. Su conducta, expresa Sempertegui, debería verse como "algo totalmente independiente de la referida a la víctima". Aquí sólo se trata de justificar o fundar la aplicación del castigo correspondiente a quien ha jugado el doble papel de "víctima-victimario". El criterio es incuestionable si se piensa, como Sosa Chacín, que de la conducta victimal pueda resultar una tentativa de estafa. Será preciso ubicarse en el fundamental principio nullum crimen nulla poena sine praevia lege pénale, aunque creo que la solución más adecuada no puede partir de juzgar esas conductas como comportamientos estancos. Toda la figura y sus contrastantes contradanzas\ deben verse bajo una óptica victimológica y el juez po- ' seer resortes legales para apreciar esas conductas en interacción y para, si es que así lo entiende, reprimirlas a ambas del modo y en la forma en ique se lo faculte; ello le permitirá mensurar mejor la conducta del autor del hecho sin por ello confundir roles. Es preciso recordar, una y otra v;ez, que no sólo en la estafa sino en una buena cantidad de delitos el papel de la víctima no es axiomáticamente "inocente" y que a veces asume una fundamental trascendencia en la motivación delictual (recuérdese el rapto consensual, por ejemplo). Hay víctimas que aún sin ser delincuentes pueden ser sí objeto de punición o de un especial tratamiento punitivo por el juez de la causa, quien con debida versación y acopio de informes criminológicos, lo debería implementar. Esta es una de las premisas fundamentales de la victimología. Son pasos conducentes a un derecho penal social. Y sugiere una verdadera picada hacia la concreción de estudios más amplios sobre delitos mucho más impor- LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 247 tantes en cuanto a su costo social y económico. Bien está que ese paso principie con respecto de esa especial clase de timos. Pero por allí no pasa —como lo he dicho en varias oportunidades-— la delincuencia económica no convencional que más interesa y que más daño causa. Será preciso visualizar a las víctimas complacientes, coadyuvantes y hasta suplicadoras, en los delitos de "cuello blanco" y en aquellos capaces de incidir sobre la suerte económica de una región o de un país. 7 5 . ¿Qué tipo de pena aplicar a la víctima? El tipo de pena que debe aplicarse a la víctima dependerá directamente de su personalidad y del papel que le ha cabido en la formulación etiológica del delito y, para el caso en que fuera víctima-delincuente, la sanción a la víctima no puede ni debe generalizarse porque sería burdo, pero sí hacerse efectiva sin vacilación cuando ello proceda. Así como se previene el delito a través de los diferentes tipos de prevención conocidos (aunque escasamente aplicados), también puede hacerse con las probables víctimas, esclareciéndoles sobre las posibilidades de ser victimizadas como cuando los medios de comunicación alertan sobre falsos inspectores impositivos. Fattah propone medidas de seguridad para las víctimas que son a su criterio —lato criterio— responsables totales de la infracción penal. Entiende que son un peligro social y una constante amenaza por sus posibilidades de recidiva: volver a ser víctima. El Estado puede, por medio de sus organismos judiciales o administrativos llegar a la conclusión de que las características personales de la víctima pueden convertirla, a poco andar, nuevamente en víctima, y proceder. 248 VlCTIMOLOGÍA El tratamiento que parece aceptar también Sosa Chacin (ob. cit., p. 230) es similar al de las medidas reeducativas para los menores en estado peligroso aunque no haya existido infracción. Creo que debería dejarse al juez a través de una norma contenida en la parte general del código penal, un amplio expectro no siempre punitivo sino tutelar o curativo. Descarto la medida de seguridad detentiva que en su aplicación siempre me ha parecido híbrida y poco efectiva. Una forma genérica de penalización para algunos casos podría ser la pérdida de la reparación civil. En mi opinión, no debería aplicarse privación de libertad sino alguna medida alternativa, como la multa, y sanciones de tipo administrativo, como quedar al cuidado de asistentes sociales criminológicos, que deberán rendir informes al juez de la causa sobre el desenvolvimiento ulterior de la víctima en la vida social, durante un tiempo prudencial; tratamientos no asilares en instituciones reeducativas, individualizando la medida de acuerdo a la personalidad de la víctima y según la gravedad de su actitud victimal. En cuanto a las víctimas-delincuentes, siempre que fueran fracasadas en hechos concretos en que pudieran devenir delincuentes —concuerdo se les reprima por tentativa de estafa—' ante el mismo juez penal que interviene en el hecho principal. Y ser pasible de la pena que el ordenamiento jurídico prevea, con pérdida del derecho al resarcimiento económico. Deberían crearse organismos de tutela donde la víctima concurra por el término que el juez precise con acuerdo al mayor grado de participación que le cupiera en el delito. La sanción a la víctima debería surgir de una modificación legal que faculte al juzgador a aplicar medidas LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 249 punitivas protectoras teniendo en mira la prevención del delito. Se impondrían en múltiples hechos con víctimas suplicantes, coadyuvantes provocadoras genéricas todas si el caso lo hiciera necesario. La víctima debería ser convencida en ciertas ocasiones de la necesidad de la medida cuando ésta deba efectuarse mediante algún tratamiento psicoterapéutico de carácter no asilar con intervención del representante legal cuando la víctima no tenga legalmente discernimiento. 7 6 . Criterios sancionaíorios. La disminución de la pena. Casos. Con respecto a la actitud de la víctima, y sin que ello implique su sanción, existen fallos aislados, que transcribe Sempertegui (ob. cit. en la Bibliografía, ps. 76-77), en que se advierten posturas extremas y opuestas. 1. "La causa torpe o inmoral del supuesto negocio no priva al hecho de su carácter doloso, y la mayor o menor honestidad de la víctima de estafa sólo podría computarse como circunstancia influyente para graduar la cantidad de la pena" (Cámara Criminal y Correccional Capital, noviembre de 1946, C C C , 5-197). 2. "Cuando la víctima tiene las cualidades mentales necesarias para librarse del engaño urdido y el éxito de éste se debe a la negligencia o culpa del estafado, el juez debe pronunciar la inexistencia del delito" (Sup. Corte de Tucumán, "La Ley", t. 6, p. 933). 3 . "La protección legal se prodiga tanto al ingenuo como al avisado. En los delitos mediante fraude, la ley tutela la buena fe en la constitución, ejecución y extinción de las relaciones jurídicas, por lo que la culpa del estafado no es causa suficiente para excluir la punibilidad de la 250 VlCTIMOLOGÍA estafa" (Cám. Crim. y Corree. Capital, "La Ley", t. 11, p. 466). 4. "Han cometido el delito de estafa los empleados de la policía que valiéndose de una influencia mentida sobre la base del cargo que desempeñan, consiguieron de un procesado la entrega de dinero para obtener la libertad por orden judicial" ("J.A.", 1952, p. 11, p. 259). Este fallo se ha visto reproducido a través de los años sin que nada se disponga, salvo, en todo caso, una referencia admonitoria de la resolución, con respecto a la conducta claramente dolosa de la víctima. Si bien los delitos tienen su base esencial en la falta de consentimiento del ofendido, aun entendiendo que el bien jurídico protegido sea el orden social y, más luego, la situación personal de la víctima, cabe ampliar las bases de una justicia real, atenida a los hechos y ávid¿ de la realidad vivida por los seres humanos que involucra. Estudiando profundamente la conducta victimal se determina hasta qué punto el consentimiento debe ser o no válido. He señalado en tal sentido que debe deshecharse a ultranza en algunos delitos contra el sexo (estupro, cierto tipo de violaciones, abuso deshonesto), el concepto de "víctima inocente" y encarar en lo vivo la alteración del binomio que como víctima y victimario llega a los estrados judiciales, percibiendo claramente hasta qué punto la víctima ha tenido parte activa y sustancial en el hecho, a fin de determinar la ausencia de responsabilidad penal del autor o acusado. El consentimiento debe ser evaluado por el juez penal y así debería principiarse por el estupro —si no es desincriminado'—, el abuso deshonesto y también el rapto consensual. Pero en los delitos en que el consentimiento no juega ningún pre-asignado rol, las circunstancias necesariamen- LA SANCIÓN PENAL A LA VÍCTIMA 251 te varían. En el homicidio, las lesiones o el aborto, ¿se podría pensar en la descriminalización del hecho cuando la víctima ha sido suplicante? El interés jurídico protegido debe ponerse una y otra vez en el fiel de la balanza y evaluarlo con acuerdo al marco jurídico y socio cultural. No obstante, la conducta deseosa de la víctima hace que se deba ver con la máxima lenidad la situación del acusado y la pena a imponer debe ser mínima. Resulta ciertamente que los ruegos de la víctima no demuelen la intencionalidad penal del agente, pero suelen reducir su voluntad o condicionarla. No es posible hacer verdadera justicia sino por vías de una pena mínima y no privativa de libertad. Es que no es lo mismo llevar a cabo un crimen con una víctima no consintiente, que se revela y lucha, que hacerlo con la que presta su consentimiento pacíficamente o ante la primera insinuación y colabora. Será preciso poner atención sobre el tantas veces difuso "interés social" que se preconiza en los códigos y tutelar el exceso —en ciertas oportunidades— en desmedro de víctimas y agresores. Lo propio ocurre con la llamada "opinión pública", tan maleable, que tanto gravita y es utilizada como gravitante, según convenga pero que, en realidad, no se sabe bien qué es. En delitos como el duelo, el rapto consentido, el estupro consentido, el incesto entre adultos o la homosexualidad, allí donde se reprima, ¿es imprescindible castigar a ambos autores? ¿Es cierto que la vindicta pública o el sentido expiacionista enclavado en la conciencia social no se satisface con el castigo al verdadero culpable? Estoy persuadido de que precisamente sí se satisface con el castigo de un culpable. Del verdadero culpable. Nada se gana, no hay finalidad ulterior alguna, con castigar a quien por debilidad fue arrastrado a compartir culpas. 252 VlCTIMOLOGÍA Al momento de legislarse y constituirse los tipos legales, suele tenerse una idea muy genérica de estas situaciones. Es la realidad de vida la que da validez para reordenar y restituir lo justo. Es preciso estudiar lo social, conocer la naturaleza humana, reflexionar con sentido histórico y recién construir la norma. La criminología del futuro no podrá desprenderse de la víctima, tendrá que acostumbrarse a su presencia en un papel cada vez más revelador. También el derecho y la ley penal no deben desprenderse de ella. El juez debe tener amplias posibilidades para conocer el hecho y sus actores y tomar vivida noción de quién es el verdadero transgresor y quién la víctima y así castigar o eximir a uno o a otro; ahondar la posibilidad de que las culpas sean concurrentes ante los propios hechos V individualizar la sanción correspondiente disminuyénqola al que haya tenido un grado menor, lo que no siempre se hace (recuérdese con qué generosidad se habla de coautoría y coparticipación) y, fundamentalmente, para aplicar la sanción que estime corresponda a la víctima cuando ésta ha actuado delictivamente, es recidivista o tiene grandes aptitudes victímales. Llegar a la inocencia del acusado si fuera preciso ante la víctima rogadora o suplicante, coadyuvante en grado sumo o genéricamente provocadora y siempre que la personalidad y conducta del victimario lo haga merecedor. De esta manera el interés social se vería realmente tutelado porque sus integrantes —-los habitantes de la comunidad--' tendrían una justicia más justa y más humana. CAPÍTULO IX LA C O M P E N S A C I Ó N A LA V Í C T I M A 77. Ei resarcimiento de ia víctima en la antigüedad. Venganza privada. El hombre primitivo no rigió su conducta según los principios de causalidad y de conciencia del yo. Estudios antropológicos, etnográficos, sociológicos y psicológicos revelan la vinculación de la retribución a la magia y a la psicología colectiva del clan. Ese micromundo, visto por nuestros ojos actuales, constituía la cosmovisión del alma primitiva de nuestros remotos antepasados. Dice Jiménez de Asúa que del pensamiento mágico y contradictorio, tótem y tabú, van a derivarse toda clase de formas retributivas. El "hechizo" en que se trata de ejecutar un acto para que se produzca un resultado que se desea (pintar el animal que quiere cazarse) y el aspecto negativo del tabú que implica un cúmulo de desgracias si se realiza la cosa prohibida. "Aquella serie de prohibiciones, a las que, con una frase polinesia se llama ahora "tapú" o "tabú", tiene origen mágico y religioso, y significa el principio de retribución en vida: Eldson Best dice que tapú, entre los maoríes, significa prohibición, una multiplicación del "No harás". No es incorrecto llamar a estas prohibiciones las leyes de los dioses que no deben ser infringidas" {Tratado de derecho penal, t. 1, p. 205). 254 VlCTIMOLOGÍA La penalidad por la desobediencia de estos mandatos es el retiro del poder protector de los dioses. La institución religiosa está revestida de autoridad ilimitada por el esotérico misterio' que encierran por naturaleza aspectos que conducen a que la violación del tabú implique el castigo. Pero ¿cómo se evoluciona en las formas de castigo? Northcte W. Thomas '''^ proporciona la siguiente explicación: "El castigo de la violación de un tabú quedaba abandonado primitivamente a una fuerza interior que habría de actuar de un modo automático. El tabú se venga a sí mismo. Más tarde, cuando empezó a constituirse la representación de seres superiores demoníacos o divinos, se enlazó a ella el tabú y se supuso que el poder de tales seres superiores desencadenaba automáticamente elVastigo del culpable. En otros casos, y probablemente a cpnsecuencia de un desarrollo ulterior de dicha noción, tomó a su cargo la sociedad el castigo del atrevido, cuya falta traía el peligro sobre sus semejantes. De este modo, también los sistemas penales de la humanidad resultan enlazados al tabú". Para los psicoanalistas, el influjo del tabú en los pueblos no puede entenderse sin el concepto de la libido. Según esta concepción el "tabú" polariza la tendencia libidinosa de los miembros de la comunidad tribal. Ello se debe a que produce una suerte de coparticipación de los instintos a los fines que está destinado y a la sustitución del yo ideal por el objeco, así como a la "identificación" en la actitud de los componentes de la tribu respecto al objeto. La total constelación de fenómenos actúa como una reminiscencia de la evolución fiíog enética de la libido humana y condiciona la formación de la colectividad y ''^ Enciclopedia Británica, Londres, 1924. LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 255 también el principio de la inducción directa de las emociones mediante la reacción simpática primitiva que Freud denominaría "contagio de efectos". Pero el temor al "tabú", dejando de lado los contenidos inconscientes individuales y colectivos, se produce porque las ofensas contra los dioses se castigaban en este mundo. La retribución es actual y no en el otro mundo, lo que permitirá en una evolución posterior que el tabú religioso y mágico se extienda en sus formulaciones a las prohibiciones civiles que se realizan paulatinamente, aunque al principio se confundiera el mandato divino y el estatuto de los hombres. El sacerdote es además juez. Lo divino se mezcla con lo profano y terrenal. La evolución de las penas en las estructuras sociales antiguas se origina en la sistemática penal que, según Freud, se remonta al tabú. En un principio, era el propio tabú violado el que toma venganza; después serán los dioses y los espíritus agraviados; y, finalmente, la sociedad se hará cargo del castigo '^^. La primera reacción contra el autor del hecho fue colectiva. Se había violado el tabú y diríase las pautas de convivencia social. La lapidación fue uno de los más antiguos castigos a imponer. De ello se desprendería que cuando los hombres reaccionan masivamente queriendo linchar, vuelven por el hilo de una herencia psicológica inconsciente a ser pre-lógicos en una actitud arcaica, retrotraída a los ancestros. Ei tabú violado exige la expiación. Los dioses, de lo contrario, podrían irrumpir con sus calamidades en el seno social. Es preciso purificar el ambiente de los dañosos manes que han dejado el hecho y el autor, con su acto. Si fuese un animal, le llegará inexorablemente el •¡•S Sigmund Freud, Tótem Madrid, 1948, ps 419 y ss. y tabú, Obras completas. Biblioteca Nueva, 256 VlCTIMOLOGÍA castigo expiatorio. Y será, la propia víctima y sus familiares los que ejerzan en todos los casos tal castigo. No es el momento de dilucidar si la venganza privada estaba ligada causalmente a la pena o si era una formulación de real contragolpe individual o una reacción de la asociación de las tribus. Se acepta mayoritariamente que la venganza reside de manera ínsita en la naturaleza humana que reacciona contra el daño. La pena tiene más un sentido social y restitutivo del mal causado. Ello acarrea la conclusión forzosa de que la venganza es inmemorial, aunque como elemento ajeno a la vida psíquica del vengador, porque aún no existe la conciencia del yo y la reacción es eminentemente colectiva. Los impulsos de defensa y de venganza resultan absolutamente instintivos. Nadie podía poner en tela de juicio la venganza privada ante el hecho violatorio. Tampoco se tomaban como elementos valorativos la naturaleza y extensIoSr~del daño sufrido. Seguramente la venganza iba más allá del mal inferido. No había relación de magnitud. En una palabra: la venganza privada estaba justificada pero no importaba su adecuación y, por lo tanto, su exceso. Al quedar la justicia en manos de la víctima (o las víctimas, ya que está comprobado que esa venganza privada era de grupo a grupo) se producía una nueva lesión a la comunidad generalmente mayor a la inferida por el agresor, aunque también la víctima, haciendo uso de su sentido de justicia, podía ofrecer su indulgencia. Esa era por entonces la jerarquía de la víctima. Se producían reacciones en cadena ante los nuevos hechos, entre grupos, por concretar la venganza. De ahí que no se distingue claramente en todos los casos, cuándo ha sido concretamente una venganza privada o cuándo LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA se desencadenó una crueldad. guerra siempre de 257 sanguinaria 78. La ley del falión. Las leyes de talión vinieron a poner coto a la falta de proporción existente entre la lesión y la venganza privada y, a la vez, a sentar el poder político de los muy incipientes Estados. Se trata de restaurar el daño inferido arreglando aritméticamente la situación ante la ofensa. Con esta ley la gravedad de la lesión jurídica infligida se compadece exactamente con la pena a aplicar. Y ya no será la víctima (o su familia) quien determinará la extensión de la lesión y aquella que corresponde inflingir. De ahí que señale Drapkin (ob. cit., p. 375) que la primera intervención de derecho de los primitivos legisladores "fue para defender a quien infringió inicialmente la norma social, es decir, al delincuente y no a su víctima. No podía ser de otra forma, ya que los derechos de esta última eran absolutos e ilimitados, mientras que los derechos del delincuente eran aún inexistentes". Se desliga a la víctima y a los suyos del manejo y ejecución del castigo, para traspasarlo a un juez imparcial, que somete a prueba los hechos y está exento de prejuicios. La medida de la venganza, según la "Leges talionis" debía concordar con la medida de la injuria inferida. "Ojo por ojo, diente por diente, animal por animal. . .". Esta directa ecuación que ya se conocía en tiempo de los sumerios, se encuentra en el Código de Hammurabi y posiblemente por su influjo pasa a la ley mosaica. Wolfgang recuerda que el Código de Hammurabi no se atuvo siempre a la proporcionalidad estricta que a menudo se le atribuye. Además del delito cometido, se tenía muy presente la categoría de la víctima y del victi- 258 VlCTIMOLOGÍA mario. Si un noble destruía un ojo a otro noble, su propio ojo debía ser destruido también; si le rompía un hueso, la víctima, a su turno le rompía otro. Así también los dientes. Pero si la víctima no era un noble el castigo era una multa ''*. La ley del talión es también conocida en el Código de Manú en la India y en el Zend-Avesta persa, en varios de los sistemas penales germánicos, en la Ley de las XII Tablas, etc. '^^, y no siempre ha merecido una conceptuación exacta. Se ha dicho que se trataba de un régimen perverso y cruel. Contrariamente, resultaba notablemente renovador y humano, ya que trataba de poner en su punto, diríase aritmético, a la venganza. De hecho, cesaban guerras de familias o tribus y daba a un juez la potestad de proceder objetivamente. Drapkin, no sin razón, explica que hay que captar la verdadera intención de la norma, para lo cual resulta importante poner énfasis en las tres palabras que suelen mencionarse en el texto original: "no más que" un ojo por un ojo, "no más que" un diente por diente, "no más que" una vida por otra vida, y expresa: "Enfocado en esta forma, el principio taliónico pierde su aparente y feroz insensibilidad y se transforma en una medida que, amén de restringir el ilimitado derecho a la venganza que tenía la víctima, inyecta un concepto de ecuanimidad no existente hasta entonces. Éste es el verdadero significado del talión, lo que explica su éxito y rápida propagación en las legislaciones del mundo entero". 74 Marvin E. Wolfang, Concepíos básicos en la íeoría vicíimológica: individualización de la víctima, en "Rev. Ilanud, al día", año 4, ii" 10, abril, 1981, San José, Costa Rica, p. 69. '7B Fue defendido por Pitágoras y Solón, en Atenas, Grecia. El mismísimo Kant lo señaló como la penalidad más justa y fueron partidarios del principio taliónico Betham y Filangieri. LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 79. 259 La composición o compensación. Faculfades del ofendido. A medida que se va avanzando en la historia de la humanidad la violenta reacción que terminaba con el sanguinario aniquilamiento del ofensor, primero, y la inflición de un similar daño después, se van amortiguando y la víctima asume otro rol. Ello se debe a dos clases de circunstancias complementarias. a) Se advierte que la reacción violentísima de la victima no conduce a ninguna relación propicia y no tiene mayor sentido. b) Se encuentra en la compensación o composición, monetaria que deberá prestar el ofendido, una aceptable fórmula de resarcimiento. La elección de la cantidad le corresponde a la víctima: la venganza por el mal inferido debe sufrirla el agresor (muerte por muerte) o merece indulgencia a través de la dación de una suma de dinero que el agredido estipula. Las XII Tablas mantienen el principio taliónico pero estipulan, "a no ser que la víctima lo determine de otra manera de acuerdo con el malechor". Las atrocidades de las penas, en ciarlas legislaciones,^ como los Fueros españoles, tenían como ratio legis lograr la compensación. Es siempre la víctima y su familia la que tiene poder discrecional y efectivo en el ejercicio del derecho a la venganza. Los jueces son sólo reguladores para casos dudosos. Notables resultan las prescripciones de los Incas del Alto Perú. Centraban su preocupación más que en el delito, en la víctima. Las normas que se han investigado establecían que el autor de un hecho dehctivo antes de cumplir la pena —que generalmente era de muerte— de- 260 VlCTIMOUOGÍA bía indefectiblemente pagar los daños a la víctima con acuerdo a una suma estipulada por el gobernador del área. Como la estructura política incaica era hermética y rigurosa, nada ni nadie podía escapar a la tutela del inca. De manera que si el victimario no podía pagar personalmente, era su clan familiar el que debía compensar. Si no podían hacerlo, debía pagar la aldea de la cual provenía y en la que vivía y, si aún así la paga fuera imposible, el propio inca extraía la suma del erario de la comunidad. Las disposiciones eran precisas. No se debía castigar al agresor hasta que no se oblara la compensación a la víctima privada y, más luego, se producía la ejecución penal para resguardar a la comunidad por el hecho cometido ''^. Cuando los germanos invaden la Europa Occidental, llevan a los pueblos que ocupan (lo que sería Italia, Francia, Inglaterra y España) sus normas penales, en las que estaba muy desarrollado el sistema de composición. La correspondiente al homicidio se denomina~^^'whergeld", que los italianos llamaron "guidrigildo" y los anantiguos castellanos "veregildo". Todos los parientes de la víctima tenían la solidaria obligación de vengar la muerte de su allegado y, obviamente, sustituir la pena de muerte por el "veregildo" o cobro de una suma de dinero {compositio mortui) que se repartían entre ellos. Las sumas a percibir, monto y distribución, se encontraban sujetos a una especie de tablas con tarifas. En una evolución posterior la composición quedó en manos de los jueces que eran quienes manejaban esas tablas. Se dejare Juan José Vega, El robo en el imperio de los meas, en "Revista Policial del Perú", 1959, n ' 262, p. 38. Habían previsto la existencia de delincuentes ocasionales y habituales. Con respecto a estos últimos se los reprimía con penas muy severas: muerte, flagelación, encarcelamiento y confinación en la selva. LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 261 ron de lado las transacciones privadas, que pasaron al texto de la ley, y su manejo fue confiado a la autoridad de los jueces. Resultan curiosas las formas que revestía la "composición" con respecto a la calidad del occiso y al grado de parentesco. La muerte de un hombre era objeto de una "composición" sustancialmente mayor al de una mujer; la de un joven, mayor que la de un sujeto entrado en años; la de una persona sana, mayor que la de un enfermo. Con respecto a la calidad del parentesco, el pariente legítimo cobraba más cantidad que el que no lo era; en un principio la mujer no podía percibir porque se la consideraba incapaz de practicar la venganza familiar. Fue Liutprando el que posteriormente le dio acceso a esa participación únicamente para el caso que faltaran herederos varones. En síntesis: cabe advertir la importancia que se asignaba a la víctima desde la antigüedad hasta bien entrado el Medievo. Era titular, por así decirlo, de la acción y la justicia que ejercía sin miramientos; era debidamente compensada por el daño irrogado, pudiendo al principio fijar su monto. Después quedará sepultada su figura durante siglos y, cuando adviene la criminología, el sentido de toda lucubración pasará por tuomo delinquente y así se ahonda, hasta hace tres décadas, la razón de ese olvido. La victimología aspira a rescatar a la víctima de ese olvido en el consenso social, científico y legislativo. 8 0 . E! derecho al resarcsmietito económico. Los tiempos actuales parecen signados por una iracundia tan necia como irrefrenable. Es probable que la sociedad capitalista industrial, jamás haya sufrido un alud 262 VlCTIMOLiOGÍA de tan extremada violencia precedida por la pérdida del sentido ético de la vida humana, de la santidad de la vida. Terrorismo, subversión, delitos de etiología política, re" presión, terrorismo opresivo de Estado, aniquilamiento de grupos minoritarios por razones étnicas que encubren abrumadores negocios económicos. Todo ello deja tras sí una trágica y muy considerable cantidad de víctimas inocentes. La víctima puede y debe demandar, diría gritar, al Estado por el derecho a su no victiraización y a una vida armoniosa y digna. Desgraciadamente, constituye el "vastago ignorado", por el derecho y las disciplinas penales. La atención estatal y general se centra en el delincuente lo que produce con toda razón la irritación de criminólogos como Drapkin y Zípf, entre otros. Sus argumentos son insoslayables. Se trata hoy de proteger al delincuente para no decretar su detención sin los recaudos procesales debidos, dado que existe una presunción de inocencia de su culpa hasta que una sentencia pruebe lo contrario; de concederle lo antes posible la libertad provisional caucionada porque se ha dicho que la libertad provisional debe ser la regla y la negación, su opuesto; que los establecimientos carcelarios en que deberán permanecer mientras dure el proceso sean limpios y confortables para no deteriorar aún más su personalidad social y psíquica; de brindarle seguridades y proteger sus derechos; si llega a ser condenado enviarlo a establecimiento de nuevo tipo con las^^mejores posibilidades para su repersonalización y rehabilitación social; que pueda codirigir el penal por medio de sus representantes; y, además, se intenta arbitrar medidas alternativas más leves. En fin, reubicarlo socialmente mediante patronatos y comités integrados por miembros de las LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 263 llamadas "fuerzas vivas" y liberados o ex reclusos. Y, a todo esto, ¿nos acordamos de las víctimas. . . ? Drapkin apunta posiblemente en base a la realidad estadounidense, que los criterios de evidencia para decretar la detención deben ser múltiples y, si no es así, delincuentes confesos de hechos violentos pueden volver a la sociedad de inmediato. Se pregunta si mientras no se consigue otra prueba no se estará subrayando la violencia "ocial, o si no se la está amparando con sentencias lenitivas que favorecen la reiteración delictiva y la reincidencia. Si se comparan estas situaciones con el olvido y el desamparo moral y material de la víctima, unido muchas veces a la minusvalía física que le impide trabajar (lesiones graves, por ejemplo), no deja de llamar a perplejidad. En teoría, al menos, se piensa en medidas para garantizar los derechos del delincuente y se olvida el desamparo de la víctima, lo que se extrae del escaso interés de los investigadores y las leyes. Aunque mal no fuere, frente a la existencia diaria de delitos de atroz ferocidad con que se pone en juego la vida humana particularmente en ciertas ciudades (Nueva York, Chicago, El Cairo, Bogotá, Lima, etc.), ha llegado ya el momento de "simpatizar" con la víctima. Habría que reparar en la posibilidad diaria .-—y cada vez más concreta—• de ser pasibles de una agresión criminal. Sería burdo establecer una suerte de comparación por antítesis y decir: los delincuentes tienen o han logrado tales o cuales derechos y beneficios, mientras que los agredidos siguen en una ineluctable orfandad. Camino tan imbricado no se desbroza por la existencia de tales antinomias. No hay que olvidar que si bien los delitos suelen ser hoy más atroces y de inusitada agresividad, muchos de los que llegan a la cárcel han sido antes víctimas de una sociedad que parece haberlos programado y que en 264 VlCTlMOLOGÍA muchos casos no les brindó posibilidades de ajuste a la vida por diferencias de oportunidad. Estoy del lado de los que no creen que las penas por más severas que fuesen puedan erradicar, o siquiera paliar, la delincuencia violenta (y no violenta) y que el problema de la víctima debe ser resuelto independientemente de cualquier reforma procesal o penal respecto del delincuente. La abrumadora ola de crímenes —incluidos los del tránsito vehicular.— deben convencer a los Estados de la urgente necesidad de encarar en lo vivo las medidas de prevención, por un lado y, por el otro, arbitrar los medios para un rápido resarcimiento económico de las víctimas. Ya no puede dudarse de que ese resarcimiento como la antigua composición, es un derecho de la víctima y que es ineludible estudiar las posibilidades de llevarlo a cabo con agilidad. 81 . E¡ i-esarcimienfo del daño por el Esfado. Los Estados que protegen a través de un código penal diversos bienes jurídicos en aras del interés social, no continúan hasta sus últimos extremos el robustecimiento de ese mismo interés, mediante una política criminológica que permita eliminar consecuentemente los daños del hecho punible. Muchas veces las víctimas ni siquiera están enteradas de su derecho a la reparación material, pues no se les ha informado debidamente en sede policial y judicial. Después del delito, la víctima suele ser damnificada ahondando su desesperación. Ello ocurre de diferentes maneras perfectamente comprobables. Se le permite la persecución penal en carácter de particular^'^damnificado y se acepta su cooperación en el esclarecimiento del hecho cometido en su contra. Para ello, se la interroga como tes- LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 265 tigo, se la hace participar en careos y se le reciben todas las pruebas que tenga. Pero es en la consideración de la reparación del daño y en su persecución pena! y civil donde va a padecer su impotencia, ya que cuando acude a los estrados judiciales no logra conformar en el tiempo debido su pretensión. La víctima acrecienta así sus carencias, aspiraciones y pesares. Hay lesiones como la pérdida de la vista, parálisis, e imposibilidad de locomoción, etc., que adquieren la desgraciada categoría de daños permanentes que nunca se podrán reparar sino por los medios que el hombre inventó y el derecho consagró: la indemnización monetaria que debería en ciertos casos ser automática, sin que la víctima deba meterse en el túnel judicial para tras largo tiempo atisbar la luz en uno de sus extremos. ¿Qué ocurre cuando el delincuente demandado no posee medios económicos o se encuentra recluido en un establecimiento penal en que no trabaja, o trabaja y no le pagan más que migajas. . . ? Si volvemos los ojos atrás en el tiempo, concluiremos en que la víctima se vio mucho mejor amparada, antaño a través de la composición que pactaba con su agresor, que en los tiempos que corren. Y si nos inspirásemos en esa composición y pensáramos en la ineficacia y el daño que ocasionan las penas cortas de prisión, sería posible preconizar, armonizando todos los extremos, que deberían existir como pena en determinados delitos, el resarcimiento económico en favor de la víctima, sin mandar a prisión al condenado. Con ello se lograría una pena alternativa de la privación de libertad, usada con demasía en los últimos años. El resarcimiento moral y material, del daño emergente y lucro cesante, que marcan las leyes penales para ser demandada en sede penal (por ej. el art. 29 del Cód. Penal) difícilmente llegue en el tiempo requerido por la víctima 266 VlCTIMOLOGÍA para mitigar su preocupante situación y la de su familia. Habrá que esperar la sentencia del juicio penal '''^. Otra de las posibilidades que la ley le ofrece es recurrir en sede civil. Ello implica empleo de tiempo, nuevos gastos y resultado dudoso. Mientras estos juicios, tanto el penal como el civil, según sea la opción, siguen su curso y crece la expectativa del ofendido de lograr un resarcimiento, el tiempo pasa. Y a veces, como señalé anteriormente, el demandado se encuentra cumpliendo pena en prisión, tras haber estado recluido en detención preventiva, lo que impide casi concretar la indemnización. El victimario no tiene bienes. La condena al pago de tal indemnización puede dar lugar a un nuevo juicio de ejecución de sentencia y a la inhibición en el Registro de la Propiedad Inmueble u otras ficciones: no hay bienes ni posibilidades de cobro del daño irrogado. Sólo pérdida de tiempo, gastos y el ahondar el sentimiento de victimidad, desvirtuando la finalidad de la ley. Con la prontitud del caso, debe ser el Estado quien proceda a resarcir el daño. Los hechos contra la vida o la integridad física o el robo, que derivan en imposibilidad laboral para el agredido, pueden ser constatados rápidamente por medio de una investigación social, a fin de evitar una mayor victimización del damnificado y su familia. El Estado, por medio de sus contribuyentes, paga a la policía para evitar delitos o, al menos, para reducirlos. Eso no siempre se logra pero sí se pueden reducir sus efectos. Uno de esos efectos es el daño que ocasiona a particulares, sobre todo humildes. Está bien que el Estado contribuya rápidamente a solucionar el problema, aunque mal no fuera, porque la policía no ha prevenido eficazmente. '^7 Heinz Zipf Introducción España, 1979, p. 174. a la política criminal, Ed. Edersa, Jaén, LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 267 Los detractores del sistema argumentan que con resarcimiento tan rápido y efectivo se corre el riesgo de que se fragüen delitos y situaciones afligentes. Este argumento, además de derrotista no parece serio. Será mejor pensar en los logros que en esas conjeturales posibilidades. Una seria encuesta de la situación de la víctima y su familia va a arrojar en el juicio penal precisiones sobre si la situación es simulada. En los ejemplos que vengo refiriendo, esa simulación significaría suicidarse, autoinferirse lesiones o el robo de sí mismo. Por supuesto que me refiero al robo a personas físicas y carnales, no a un banco. El hecho de que el Estado solvente inmediatamente la situación económica de la víctima directa y sus familiares, no obsta para que la víctima pueda intentar el resarcimiento económico por la vía penal o civil. Señala López Rey y Arrojo (Criminología internacional, p. 164) : "La responsabilidad civil del delito ha de configurarse conforme a exigencias de la sociedad post-industrial que demandan una más directa responsabilidad compensatoria del Estado, debido en parte a su mayor intervencionismo y al hecho de que los sistemas penales siguen mayormente operando respecto "a los de abajo", cuya capacidad compensatoria es nula o reducida". Este autor, que muy atinadamente insta a los criminólogos al estudio y tratamiento de los delitos no convencionales y a asir científicamente algunas de las calamidades de esta sociedad que denomina posindustrial, afirma que tanto los sistemas penales como la política criminal (o criminológica) deben proteger a la víctima, y expresa: "Ello no signifique respecto al delincuente que se le trate en forma cruel, inhumana o degradante. La compensación efectiva de las víctimas de la criminalidad corresponde subsidiariamente al Estado. En los crímenes de terrorismo será subsidiariamente responsable civilmente antes que el Estado toda 268 VlCTIMOLOGÍA organización o partido político que apruebe los actos terroristas cometidos o se halle en estrecha relación con los grupos u organizaciones que los perpetren" (ob. cit., p. 178). Resulta evidente que en el caso de terrorismo de Estado exteriorizado en muerte o tortura por ejemplo, debe ser el propio Estado quien acuda directamente al resarcimiento de la víctima. Amnistía Internacional, organización que viene bregando desde hace años para la abolición de la tortura, se ocupó de dos temas acuciantes y generalmente silenciados : la responsabilidad de los médicos asistentes a las sesiones de tortura y el resarcimiento a los agredidos por ese deleznable y cruel medio que se utiliza generalmente en las dictaduras. No corresponde referir en este trabajo lo atinente a la complicidad del profesional médico; sólo decir que quienes así proceden en cualquier parte del mundo, proyectan una condición humana oprobiosa similar, en su crueldad y desapego a todo rasgo moral, a los torturadores materiales. Con respecto al resarcimiento de las víctimas, el tema fue tratado por Amnistía Internacional conjuntamente con otros, en San José de Costa Rica, del 11 al 15 de enero de 1980, en el marco de activistas por los Derechos Humanos. Se resolvió proponer una serie de principios sobre la compensación financiera según los cuales tanto la tortura como cualquier "otra forma de castigo cruel, inhumano o degradante" constituyen terreno legal para exigir una restitución por parte del Estado. Se señala que la tortura infligida en cualquier edificio o complejo público, "al margen de si el torturador actúa en su capacidad oficial o personal, constituye prueba prima facie de que la tortura se llevó a cabo o fue instigada por una au- LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 269 toridad pública, implicando así responsabilidad plena del Estado". Se bosquejan los rubros que comprenderán tal resarcimiento, que incluyen, entre otros, al margen de los morales, los gastos de tratamiento médico y rehabilitación de la salud física y mental por el dolor y sufrimientos causados a la víctima. Como elemento probatorio de la tortura, amén de los dichos y pruebas periciales, están "las conclusiones de los organismos autorizados por la O.N.U. que han investigado actos de tortura y deberían tomarse en cuenta en su totalidad en los procesos relativos a las peticiones de restitución '^^. 8 2 . El trabajo carcelario y la reparación del daño. El trabajo es un derecho inherente a la persona humana. Se halla garantizado en las leyes fundamentales de diversos países a partir de la Revolución Francesa y no existe ley alguna, ni pudiera haberla, que además de privar de la libertad condene al ocio forzado, aunque quien recorra cárceles y penitenciarías puede creer lo contrario. Tanto donde se cumple detención preventiva como condenas, en países de Latinoamérica y también en Europa (Portugal, España, Francia, Italia), hay presos en continua y permanente ociosidad. Un porcentaje mínimo labora y no siempre en trabajos útiles y productivos. La historia del trabajo carcelario es la historia de la explotación de seres humanos muchas veces doblemente •¡"S Amnistía Internacional, Informe 1980, Ed. Amnesty International Publications, Londres, 1981, ps. 17 y 18. Como parte de los esfuerzos para ganar el reconocimiento intergubernamental de que los estados responsables de tortura deben indemnizar materialmente a las víctimas y las consecuencias médicas y sociales a largo plazo sobre éstas. Amnistía Internacional decidió presentar estos principios ante el Congreso sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente de la O.N.U., realizado en Caracas, Venezuela, en 1980. 270 VlCTIMOLOGÍA sumergidos. La mano de obra obligatoria y barata, pésimamente remunerada, no tiene puntos de contacto con el derecho a trabajar del hombre y por ende del recluso, pero sí y muchos, con la repulsa al delincuente y su victimización que se ahonda en el encierro. Desde Howard a la actualidad se admite que el trabajo es terapia, y un elemento insustituible para cualquier tratamiento carcelario con miras a la llamada readaptación social. Si suponemos un recluso ' - ' ¡ y a fe que hay muchos!— cuyo delito ha sido un hecho marginal en su vida, pero que desde siempre ha trabajado, habrá que admitir que el ocio a que se lo fuerza es un castigo conexo» Castigo que se extiende a su familia —^que nada tiene que ver con el delito— y que se ve constreñida económicamente a un reacondicionamiento a veces escabroso en sus medios y consecuencias. No estoy seguro de que el trabajo carcelario sea una terapia para quien siempre trabajó y puede enseñarle el oficio al mismísimo artesano que se le designa en la prisión para aprender. Podrá ser una terapia ocupacional, anímica, reconstituyentes de un saludable hábito, pero nunca tal terapia o trabajo será feliz y proficuo si no se encuentra correctamente remunerado. El recluso debe percibir a igualdad de tarea y horarios, el sueldo del operario o del empleado del mundo de extramuros. Cuando el Estado, por medio de la administración carcelaria, abona sueldos que alcanzan sólo para comprar diariamente cigarrillos, está estafando y descendiendo al ínfimo estrado de canallería porque el preso pocas veces puede defenderse. Y el ejemplo que le brinda a un hombre que ha caído y debe reivindicarse ante sí mismo, su familia y la sociedad, es nefasto a la vez que acentúa que más interesa el trabajo que pueda brindar, que él personalmente. LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 27! Si el trabajo fuera respetado, remunerándoselo debidamente, reconociéndosele las cargas sociales y familiares, seguros y horarios, la situación podría revertirse. No se entiende seriamente, si son válidas las anteriores premisas, que el procesado detenido preventivamente no esté obligado a trabajar. Se suele decir que no se le puede compeler y siquiera solicitar que labore porque no se halla condenado... Es allí donde despunta la raíz de un preconcepto en su esencial naturaleza. El trabajo fue antaño parte de la pena. El estado ligaba la idea expiacionista con otra mucho más pedestre: la utilidad. Entonces efectuaba deportaciones ultramarinas liberando a reclusos para enviarlos como contingentes colonizadores (así se fundó Brasil o se construyó Sidney en Australia, por ejemplo); de ahí también las galeras, verdaderas prisiones flotantes, los presidios arsenales, el laboreo de minas y lo que se conoce, en fin, como "trabajos forzados". El procesado debe trabajar porque el trabajo no es un castigo sino un derecho y un hábito saludable. Se alega que hay procesados que están sólo por algunos días. Lamentablemente es cierto, por el abuso que se suele hacer de la detención preventiva, pero también lo es que hay procesados que pasan años en esa situación, junto a condenados, sin que se les aplique tratamiento penitenciario alguno. Prevenidos y penados deberían trabajar y percibir sueldos normales que les permitan mantener a sus familias y a las víctimas de determinados delitos, resarciéndolos con parte del peculio. Nada impide que el Estado pague rápida y directamente a la víctima sin recursos, inutilizada por el delito, sus primeros gastos y así en lo sucesivo, compensando luego con el trabajo del recluso. 272 VlCTIMOLOGÍA Es posible que estas ideas puedan parecer una conjetura fantasiosa a ciertos espíritus que creen estar con los pies en la tierra y se autoproclaman realistas. Cabría recapacitar entonces en el costo social y económico de un recluso que, como tantos otros, no trabaja en las prisiones. Pasa a ser simplemente una unidad más en el mundo del depósito carcelario y de consumo. El pago del resarcimiento a su víctima, tendrá, si se lo sabe encauzar, un sentido de fuerte impacto en la rehabilitación moral del recluso. En algunos países la reparación del daño se considera como un requisito previo para obtener los beneficios de la preliberación, libertad bajo palabra, "parole", probation, etc. Se trata de que el trabajo en prisión permita efectuar tal pago. No sería más que una cruda paradoja que el liberado se vea precisado a delinquir una vez más para saldar la devtda contraída. 8 3 . Algunas críticas. Sosa Chacín señala no sin alarma, que se ha pretendido que la indemnización debería ser pagada por el Estado y ser ampliada a otro tipo de víctimas. Cita a Souchet quien dice: " . . . si la parte de responsabilidad de la víctima debería ser dilucidada por una búsqueda más científica, utilizando la psicología y la psiquiatría, las partes civiles deberían recibir reparación, en todos los casos donde la culpabilidad del infractor, esté objetivamente establecida. La víctima de estafa debería obtener reparación de la sociedad cuando el delincuente está sin recursos, al mismo título que la víctima de un accidente de tránsito. El deber de la comunidad es, antes que nada, de indemnizar a la víctima antes que castigar al criminal. Penando una falta, la sociedad se arroga el derecho divino; LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 273 ella establece el orden con todo lo que ello pueda comportar de prolongación metafísica. Reparando un perjuicio, ella reajusta el equilibrio social que el delito ha roto. La opinión pública está lamentablemente más seducida por los criminales que apiadada de las víctimas" (ob. cit„ p. 242). Ya Beniamin Mendelshon había dado la idea de crear fondos especiales o de compañías de seguros para indemnizar a la víctima, tras que ésta hubiese ejercido todos los medios normales y la propia sociedad no lograra el resarcimiento por el victimario o por el tercero civilmente responsable. Según el caso, la indemnización debía ser parcial o total y se cubriría por una prima a deducir de la contribución por impuestos de los ciudadanos. El Estado a su vez podría resarcirse repitiendo del autor del hecho. Sosa Chacín cree utópico recargar de impuestos a los ciudadanos con esos propósitos; ya que existen necesidades inmediatas de mayor urgencia social, "cualquier alza de los impuestos debería ser aplicada preferentemente a otros fines". Expresa que para atender los servicios, habría que crear una burocracia "innecesaria y costosa y absorbería una buena parte de los fondos". Esta postura francamente pesimista se encuentra superada. Recuerda, eso sí, a los funcionarios que dicen "para qué ocuparse de las cárceles cuando en los hospitales faltan medicamentos, gasa e inyecciones". Como si existiesen males prioritarios o no hubiera que combatirlos a todos desde la parcela, grande o pequeña, de su incidencia. También contribuimos con impuestos para solventar la gran burocracia penitenciaria y la ociosidad de los reclusos. Cree el citado autor que "aumentarán los delitos de fraude contra el Estado por la cantidad de personas des- 274 VlCTlMOLOGÍA honestas que verían en aquella entidad la solución a sus problemas económicos y que se dedicarían a inventar delitos imaginarios". No advierte que esas personas deshonestas deberán pasar por un juzgado penal, donde se harán las investigaciones y pericias del caso y para lo cual se colectarán elementos de convicción fehacientes. No creo que puedan ser tantas las personas que pretendan defraudar al Estado, pero aunque así lo lograsen, no se debería suspender o interrumpir la experiencia respecto de las reales víctimas. Sería como prohibir los permisos de salida de una prisión porque un recluso beneficiado no volvió. Por eso creo que resulta excesivamente sutil el profesor venezolano cuando comenta: "Reparando los daños no eliminaremos el delito; por el contrario, estamos creando el peligro de aumentarlo tal como antes dijimos" (ob. cit., p. 243). Zipf aduce que en Alemania se ha suscitado una viva discusión sobre la indemnización estatal sobre todo en hechos punibles contra la vida y la integridad física. Expresa que en el ámbito nacional fue presentado en el Bundestag el 23 de setiembre de 1971 un Proyecto de Ley sobre ayuda a víctimas de hechos punibles. La propuesta aspiraba, entre otras cosas, a que las personas que hubieran sido perjudicadas por una acción conminada con pena, deban ser incluidas en el Seguro de Accidentes. Se trataba de ayudar en delitos que producen daños físicos graves y señala que " . . . si al Estado no le fuese posible cumplir su función de impedir el delito, esa función primaria de impedir el delito se transformaría en hechos punibles no evitados". Cita a Jeschek, quien, adhiriendo al sistema, señala que esta función del Estado se deriva "del deber de asegurar el orden jurídico y el orden de paz" (ob. cit., p. 175). LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 275 El tema de la compensación fue tratado intensamente en el Primer Simposio de Victimología realizado en Jerusaíén en 1973 y figura en sus conclusiones y recomendaciones como un temario abierto, enmarcado en interrogantes, para servir a la reflexión de los gobiernos y los estudiosos (ver Anexo). 8 4 . Protección privada. Seguros. El resarcimiento a la víctima de delitos como función pública debería incorporarse a las legislaciones más modernas pero no para que quede en letra muerta sino para prohijar su efectiva ejecución. Comprender cabalmente que cualquier persona puede devenir víctima y distinguir, fundamentalmente, las magras posibilidades económicas y familiares que el delito ha ahondado. La protección estatal a las víctimas puede, en síntesis, proveerse con las siguientes medidas: a) En ciertos delitos establecer como pena el trabajo del autor a fin de indemnizar a la víctima. Esta pena funcionaría como alternativa o sustitutiva de la privación de la libertad; fe) el trabajo del recluso bien remunerado permitirá que una suma sustancial pase a la víctima en carácter indemnizatorio; c) el pago directo e inmediato por el Estado a víctimas de determinados delitos que ocasionen muerte, lesiones permanentes o graves, robos u otras sustracciones hasta que las víctimas puedan rehacer su situación. Existe otra formulación de pago por medio de empresas privadas de seguros contra delitos en general, que implica un medio de autoprotección. Quien se asegura está explicitando de manera terminante que por su capacidad económica no requerirá que el Estado o, la comunidad, solvente la situación emergente de un delito. 276 VlCTIMOLOGÍA Si todas las víctimas pretendieran que el Estado asegure la indemnización correspondiente, se transformaría en un negocio sumamente arriesgado y una carga pública muy difícil de solventar. En Estados Unidos, muy especialmente en Nueva York, existen varias compañías que cubren las necesidades de buena parte de esa ciudad. Cometido el delito y labradas las primeras actas, ya puede la víctima reclamar a la compañía. Es curioso cómo efectúan los estudios de incidencia delictual. Realizan un relevo social para constatar estadísticamente la producción de ciertos delitos en determinadas áreas de la ciudad, su volumen, violencia y resultados. De tal modo se establece la tasa a pagar. En un barrio muy criminógeno es más alta que en otros. En nuestro país, en el año 1973, durante el auge de secuestros efectuados por grupos extremistas, las empresas extranjeras que operaban en la Argentina estudiaron la posibilidad, que no sé si llegó a concretarse, de establecer fondos comunes de rescate de carácter fijo. El diario "Clarín", del 30 de mayo de ese año, informa: "Otro aspecto muy tenido en cuenta por las grandes empresas es el que se refiere a las fuentes de recursos para pagar los probables rescates. De esa manera ya casi todas las que aquí operan han creado un «fondo fijo» para rescates, lo que les permite abonar la suma requerida en forma inmediata, aún en los días feriados o en los fines de semana. "Un punto que está siendo analizado por los altos directivos es la utilización de seguros para el pago de los rescates, pero es improbable que el «seguro de secuestro» sea utilizado, por su costo". Estas compañías que se unen y crean un pozo común y fijo para hacer frente a las pretensiones y demandas de los delincuentes, podrán paliar el daño patrimonial que el LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 277 delito pueda causales, pero además, están explicitando y alentando la acción delictiva. Él o los actores del secuestro a un empresario sabe de antemano que hay un fondo fijo con el cual se van a resarcir y no habrá mayores problemas para hacerse de la suma requerida (también los fines de semana. . . ) . Por otra parte, la víctima no permite con su aceptación tácita, entrar en el debate siquiera de si debe o no abonarse a los autores de secuestros o dar cuenta a la policía. Nada impide que se establezcan distintos tipos de seguros similares a los de automóviles contra riesgo de muerte o lesiones a un tercero, para el caso de ser víctima de un delito contra la vida o la propiedad u otros valores jurídicamente protegidos. Ese aseguramiento, debidamente constatado el hecho estipulado en las cláusulas asegurativas, debería ser de cumplimiento expeditivo. 8 5 . La experiencia mexicana. A partir del año 1966 y al influjo del gran criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón, se inició en el Estado de México una ponderable reforma carcelaria. Por ese año se creó el hoy célebre Centro Penitenciario de Toluca, en verdad un complejo penitenciario con los tres niveles de seguridad (máxima, media y mínima) y se puso a su frente al Dr. Sergio García Ramírez, quien trabajó allí con el Lie. Antonio Sánchez Galindo, ambos discípulos del criminólogo citado. Recién en el año 1971, y reflexionando sobre los primeros resultados de ésa y otras reformas carcelarias, se creó un notable cuerpo legal con muy pocas normas, la Ley de Normas Mínima sobre Readaptación Social de Sentenciados, para el Distrito Federal y para los reclusos federales de todo el país. Los otros estados mexica- 278 VlCTIMOLOGÍA nos fueron adecuando sus establecimientos carcelarios al estilo del de Toluca y legislando normas similares para el trato de los reclusos. Pero ya en 1969 el Distrito Federal se puso a la vanguardia de América y buena parte del mundo, creando, por inspiración de García Ramírez, entonces Procurador General de Justicia, una ley de protección y auxilio a las víctimas de delitos. Allí se fija claramente la manera de comprobar el estado económico de las víctimas a las cuales la ley proteje, por medio de un organismo de antigua raigambre en varios Estados del país, el Departamento de Prevención y Readaptación Social. Se fijan las formas de recaudar los fondos para el auxilio previsto sin necesidad de recurrir a imposiciones de los contribuyentes. Por su importancia lo transcribo a continuación. 8 6 . Ley sobVe auxiüo a las víctimas del delito. Att. r — "El Departamento de Prevención y Readaptación Social brindará la más amplia ayuda, conforme a las posibilidades y necesidades, a quienes se encuentran en difícil situación económica y hubiesen sufrido daño material como consecuencia de un delito, cuyo conocimiento corresponda a las autoridades judiciales del Estado. Esto se entiende sin perjuicio de lo previsto acerca de la reparación del daño, en el Código Penal, y en el Código de Procedimientos Penales. "Para el anterior efecto, el propio Departamento comprobará en forma sumaria y por los medios que juzgue pertinente la causa del daño que ante dicha dependencia se manifestase, su monto, y la necesidad urgente que el dañado tenga de recibir ayuda del Estado. "Se deberá comprobar que el solicitante, carece de recursos propios con que subvenir a sus necesidades in- LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 279 mediatas, y que no le es posible obtener, en forma lícita y adecuada, auxilio de otra fuente". Art. 2" — "El auxilio que el Departamento de Prevención Social brinde a la víctima del delito, podrá ser de cualquier clase, según las circunstancias del caso, para lo cual recabará la colaboración de dependencias y organismos públicos que estarán obligados a prestarlas en la medida de sus posibilidades. Asimismo, el Departamento podrá solicitar la ayuda de particulares". Art. 3° — "La asistencia económica que se preste, cuyo monto será prudentemente regulado por el Jefe del Departamento de Prevención y Readaptación Social, a fin de que sea posible brindarla al mayor iiúmero de personas, se otorgará con cargo a un fondo de reparaciones integrado con las siguientes percepciones: "1) La cantidad que el Estado recabe por conceptos de cauciones que se hagan efectivas en los casos de incumplimiento de obligaciones inherentes a la libertad provisional bajo caución, la suspensión condicional de la condena y la libertad condicional, según lo previsto por las leyes respectivas. "2) La cantidad que el Estado recabe por concepto de multas impuestas como pena, por las autoridades judiciales. "3) La cantidad que por concepto de reparación del daño deban cubrir los reos sentenciados a tal pena por los Tribunales del Estado, cuando el particular beneficiado se abstenga de reclamar en tiempo dicha reparación, o renuncie a ella, o cuando la misma se deba al Estado en calidad de perjudicado. "4) El cinco por ciento de la utilidad líquida anual de todas las industrias, servicios y demás actividades lucrativas existentes en los reclusorios estatales. 280 VlCTIMOLOGÍA "5) Las aportaciones que para este fin hagan el propio Estado y los particulares". Art. 4" — "A efecto que la Dirección General de Hacienda inicie de inmediato el procedimiento económico coactivo que corresponda, los Tribunales correspondientes harán del conocimiento de aquella dependencia, los casos de revocación de libertad provisional o de suspensión condicional de la condena, cuando dicha vocación determine que se haga efectiva la caución otorgada. "Por su parte, el Departamento de Prevención y Readaptación Social informará a la Dirección Nacional de Hacienda, acerca de las sentencias ejecutorias en las que se haga condena a multa y a reparación de daño, o sólo alguna de estas penas. Art. 5" — "Para los efectos previstos en el art. 3°, fracción 4", y los demás fines de control que resulten pertinentes, los Directores de los reclusorios estatales rendirán anualmente a las Direcciones Generales de la Gobernación y Hacienda, informe detallado sobre el resultado del último ejercicio y entrarán a la segunda dependencia indicada, la cantidad que constituya el porcentaje fijado en la fracción 4" del art. 3°. "Para ello, en los reclusorios se formará un fondo de previsión, en el curso de cada ejercicio. "A su vez, la Dirección General de Hacienda informará, trimestralmente, sobre las cantidades que integren el fondo de reparaciones". Además, el Reglamento del Centro Penitenciario de Toluca prevé expresamente el trabajo obligatorio del recluso para, entre otros fines, solventar la indemnización debida a ia víctima del delito. LA COMPENSACIÓN A LA VÍCTIMA 281 Avt. 31. — "El trabajo es obligatorio para todos los internos sentenciados, según su aptitud física y mental, y se prestará en las condiciones previstas por la Constitución General de la República, y por Ley de Ejecución de Penas. No constituye, en modo alguno, una adicional, sino un medio de promover la readaptación del interno, permitirle atender a su sostenimiento, el de su familia, y a la reparación del daño privado causado por el delito, prepararle la libertad, inculcarle hábitos de laboriosidad y evitar el ocio y el desorden". Según lo he podido comprobar personalmente, tanto en el establecimiento de Toluca como en otros reclusorios del Distrito Federal, la ley ha quedado en letra muerta. Sin embargo, un nutrido grupo de trabajadores sociales suele visitar los hogares de las víctimas de determinados delitos y ofrecer ayuda material y moral. Son muy comunes las venganzas familiares en los delitos de homicidio, lesiones, violación y otros, a punto tal que el recluso teme por su vida al tiempo que debe egresar en libertad. También su lfa,mi1íia puede ser objeto de í e presalias por parte de la de la víctima. Una suerte de rebrote de la venganza privada digna de un análisis psicológico y social. Para estos casos, el personal de asistencia penitenciaria se dirige a las casas de victimario y víctima y, por lo general, ayuda a que una de ellas se mude a otro Estado o a otro barrio lejano para prevenir nuevos delitos. CAPÍTULO X A M P L I T U D DEL C A M P O V I C T I M O L Ó G I C O 87. Las víctimas del sistema penal. En el mundo tecnocrático industrial contemporáneo se describe al éxito como la resultante del progreso rectilíneo. Se trata de fagocitar al hombre e irremediablemente despersonalizarlo, alienarlo. Es que el criterio de uniformidad es de más fácil manejo a las clases dirigentes. Como nadie sabe a ciencia cierta qué es el éxito, los medios masivos de comunicación, sobre todo la televisión, nos lo dirán. Pareciera que es posible medir éxito y progreso individual sumando, coleccionando, teniendo, midiendo, pesando una gran cantidad de trivialidades y estupideces que la sociedad consumista aconseja deglutir. Para nada importa que una ingente y esencial fuerza se desperdicie. Me refiero a la energía humana y a los sentimientos que nutren las raices de toda acción y creación. Es que el individuo no interesa. Sí, importa su masificación. Imbuirle los beneficios de ese progreso ilimitado como meta suprema. Se cambian dones humanos por bienes materiales. En el fondo para nada importa cómo se logran. Se asiste además a la sacralización de la ciencia y la técnica. Todo aquello que posea rigor científico es patéticamente confiable, verdadero. Se vive en el culto a la^ 284 VlCTlMOLOGÍA objetividad y a la norma causal, parámetros insondables de la eficacia mecanizada. La técnica —otra diosa— amenaza con reducirnos en un futuro a sus designios. En una palabra, lo que no sea "científicamente constatable" o "técnicamente perfecto" tiene hoy aval de defunción. Mientras ciencia y técnica acceden al trono de los dioses, el hombre permanece aerrojado en un cono de lánguidas sombras. Oculto en la tiniebla del hambre, la subculturización, la mortandad y desnutrición infantil, el desempleo, la desviación social. Se ha dicho "lo que es el hombre eso es la humanidad. . .". La lucha está planteada entre los grandes consorcios económicos y financieros, directorios de fenomenales sociedades trasnacionales, trusts, logias, capaces de constituirse en factores de decisión supraestatales con ineluctables medios científicos y técnicos a su disposición y arbitrio por un lado y, por el otro, unos pocos, tal vez ingenuos seres humanos. Hombres que provienen de las más diversas confesiones religiosas, políticas, culturales, que convergen, con todas las fuerzas de su talento, sabiduría y persuación, en pretender alertar para extraer al hombre de la oscuridad en que yace. Es que si algo habría que sacralizar es al hombre fortificando sus derechos. Aunque a veces no se sepa bien en qué consisten esos derechos, se sabe siempre qué es la humillación. Entre esos hombres cabría mencionar, entre otros muchos, a Szweitzer, Conrad Lorenz, Martin Buber, el Malraux de La condición humana, Theilard de Chardin. Octavio Paz, el Chaplin de Tiempos modernos, Cousteau, Henry Moore y entre nosotros a Ernesto Sábato, que escribió un libro memorable sobre el tema ''*'. Y '^^ Ernesto Sábato, De hombres </ engranajes. 1951 AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 285 toda esa narrativa latinoamericana, que se reconoce en el mundo entero y que está abocada a resaltar por sobre todo el "Macondo" de nuestro hombre con sencido universal (García Márquez, Rulfo, Fuentes, Scorza, Yupanqui, Uslar Pietri, Benedetti, Vargas Llosa, entre tantos otros). No quiero creer que el mundo actual sea más cruel o violento que en otras épocas. Pero no se me escapa que la religión llevó a la inquisición; los ideales nacionales y raciales, al nazismo y las ciencias, a las armas nucleares. Lo que duele es que se ha avanzado en el conocimiento del hombre y sus derechos, y eso hace más hondo e irreductible el abismo con las realidades que nos toca vivir. Mucho me temo que, si bien se declama lo contrario, la ciencia y la técnica sirvan para una mutilación de las fuerzas creativas del hombre, que es como decir, del hombre en sí. El mundo de seres victimizados va mucho más allá de aquellas personas que los delincuentes agreden y perjudican. Bastaría pensar reflexivamente sobre los 40.000 niños que mueren a diario en el mundo (dato proporcionado por James P. Grant, director de la U.N.I.C.E.F. en mayo de 1983) para visualizar a grandes rasgos el problema de las víctimas sociales que, crecientemente, interesan a la victimología. 8 8 . Amplificación de! ámbito vicfimolégico. Cuando tras 20 años vuelvo a visitar reformatorios de menores y cárceles para adultos —cuyos regímenes suelen ser similares en muchos países—, encuentro, sobre todo en los establecimientos provinciales, a los mismos reclusos de entonces. Sólo que ahora se llaman internos. Los mismos rostros, igual forma de andar, de dirigirse, 286 VlCTlMOLOGÍA similares sonrisas de tristeza, torsos desnudos, los mismos tatuajes, igual coloración de la piel: negra o parduzca, y también los mismos delitos... A su cuidado están jlos mismos guardiacárceles. . .! Me pregunto: ¿es que serán los hijos de los reclusos que vi hace 20 años y los padres de aquellos que tal vez no podré conocer? Da la impresión de que estuvieran programados por tara genética o hereditaria para poblar cárceles. Si hasta los viejos carceleros han acuñado una expresión que no deja de ser sobrecogedora: "son 'cachivaches', 'carne de cárcel' ". De estos delincuentes que sobreabundan en el en'< cierro de muchas partes del mundo se ha nutrido, desde sus inicios, la criminología. Y por ellos llama la O.N.U. cada cinco años a celebrar congresos para la prevención y el tratamiento del delincuente (debería agregarse "preso"). Se sabe de sobra que no son nadie, sólo pequeños ladronzuelos en la delincuencia de hoy, "ladrones de gallinas" comparándolos con los delincuentes económicos que emplean su inteligencia, a veces mancomunada, para succionar la economía de un pueblo desde sus cargos ministeriales o desde empresas de crédito, o que están ligados a la "droga dólar", a la venta de armas de guerra, lo que implica fomentar guerras, o que lucran con el dolor y el hambre del mundo (falsificación de medicamentos y alimentos), etc. A las cárceles llegan los delincuentes fracasados. . . El costo social, ecpnórnico y humano del delito cometido por uno sólo de estos superhombres del mundo de Koy, sobrepasa con creces el daño cometido por todos los reclusos, por delitos contra la propiedad que pueblan las cárceles de todo un país, (o de un continente, si hablamos de Latinoamérica), AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 2^7 Creo que hay que decirlo de una buena vez: un hombre sin ninguna posibilidad económica, paupeurizado, que se encuentra desempleado, sin posibilidad de llevar comida o medicamentos a su hogar, ¡no es un hombre libre!. Cuando llega a una cárcel por un delito que se le imputa o haya cometido se está insidiendo sobre su menguada libertad. Se lo vuelve a sumergir y a victimizar. ^ Gran cantidad de delincuentes presos en las cárceles y prisiones fueron previamente víctimas sociales que sufren una suerte de repersecución de la propia sociedad, que no parece conformarse con su pasado infeliz. Se dice actualmente que en 10 años se avanzó en la ciencia y en descubrimientos de todo tipo, más que en el siglo anterior; sin embargo, las cárceles siguen su habitual rutina de promiscuidad, abigarradas de seres humanos que no eligieron convivir y que deben hacerlo forzadamente, en días calcados de opresión, donde se establece una comunidad de lenguaje fruto de resentimientos comunes. Donde el sexo se enloda hasta la perversión y el hombre bueno, según decía Concepción Arenal, se vuelve malo y el malo mucho peor. Para las cárceles, la mente humana no progresó. Antes bien, pareciera que se retrotrajo, aunque los establecimientos siguieron envejeciendo con su cuota humana acrecentada. En el afán de dar respuesta a tan perdurable y garrafal situación, di alguna vez en pensar que el delito es parte esencial de la industria de la criminalidad. Una "industria madre" diría un tecnócrata, de la que viven (vivimos) muchísimas personas, muchísimas familias. Piénsese en la policía, los jueces, fiscales, funcionarios judiciales, abogados penalistas, la morgue, médicos legistas y forenses, la administración carcelaria y sus construcciones, su sideral cantidad de funcionarios y guardiacárceles, patronatos oficiales y mixtos y la colosal infraestructura que 288 VlCTlMOLOGÍA implica todo eso. Además, se celebran congresos, jornadas, simposios, cursillos, cátedras, conferencias que se dan por y en nombre del derecho penal, penología, procedimiento penal, criminología y todas sus ciencias interdisciplinarias. Se publican por obra del crimen, desde tratados de derecho penal y otras disciplinas, hasta la llamada prensa amarilla. . . Será mejor entonces seguir aherrojando niños, jóvenes y adultos en el encierro y fomentando becarios del delito para que la industria siga contando con la su natural "materia prima" habitual y continúe su curso normal o lo acreciente dentro de los límites que impongan los controles sociales del poder. Podrá pensarse que he convocado por un momento a Bradbury, Borges y Henry Miller en vez de nuestros conspicuos criminólogos. Tal vez habrá que meditar si esta nueva religión del progreso, si esta organización de la eficacia metódica, no requiere de cierta materia prima y se nutre previamente de víctimas sociales para un genocidio con fines benéficos. Es muy probable que se siga por cierto tiempo incorporando a las cárceles y prisiones a grupos humanos, reclutando gentes de menores medios económicos y francamente pauperizada. Pero cada vez se hace más palpable la inexistencia de tipos y categorías criminales y la imposibilidad a su respecto de marcar síndromes específicos. Si esos síndromes pueden obtenerse de algún modo, podría decirse que hasta la actualidad ser gente "de abajo", de clase social media baja y marginada, es condición para poblar como clientela habitual] los establecimientos carcelarios. Toda persona, aún los muy merecidos y muy perdonados, pueden y deben hoy en día poblar las cárceles.'' Es preciso olvidar al normo tipo penal, para introducir el AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 289 concepto de "persona"^ En las cárceles no están todos los que son. . . y no son todos los que están. . . Siempre se sabe que cae en la red de la justicia el que hurta o roba un automóvil, el que lo desarma, el que lo repatenta, pero nunca el gran capitalista que paga al que "levanta" tal automóvil; que puede caer el tenedor, el adicto o el minitraficante de drogas, pero difícilmente el traficante internacional. Esto está en la conciencia pública. Es así. El concepto de persona significa que un banquero, un político, militar, terrorista, ejecutivo de empresa, traficante de armas de guerra, industrial, profesional médico, abogado, policía, funcionario administrativo y judicial, deben sufrir igual tratamiento en iguales recintos llamados genéricamente cárceles como cualquier ladronzuelo, ratero o estafador ante un hecho delictivo. 'Debe advertirse que desde el punto de vista del costo social del delito ese hecho criminal resulta considerablemente en lo humano y económico de mucha mayor alarma social. Expresa López Rey y Arrojo, con absoluto rigor, que la clientela penitenciaria raramente acoge a "los de arriba o del medio" y especifica que " . . . c o m o clases o grupos sociales son suficientemente numerosos para hallarse más ampliamente representados en la referida clientela. En los países de habla española y portuguesa, el militar ha constituido y constituye aún un grupo social de fuerte criminalidad que las más de las veces queda impune. La literatura histórica muestra que en tales países los golpes militares, pronunciamientos, alzamientos, movimientos y demás actos de sedición o rebelión son endémicos, pero raramente los autores, cómplices y encubridores han entrado en el sistema penal y si lo hicieron fue, las más de las veces por la puerta de una jurisdicción 290 VlCTIMOLOGÍA de clase que debe desaparecer" {Criminología Internacional, ps. 171/2). 8 9 . Selección de víctimas sociales. Es que al girar los ojos hacia la dinámica social caeremos en la cuenta de que esta insolente civihzación industrial y tecnotrónica describe una suerte de mecanismo similar .con respecto a otros minusválidos para la vida a los que aparta, como seleccionándolos.' La victimización §e amplía a locos, inválidos, ancianos, drogadictos, oligofrénicos, enfermos y niños moralmente y materialmente abandonados^ Los que en una palabra no pueden arribar por sus propios medios a esas posibilidades del éxito impoluto, acceder a la producción y al bienestar. Se produce el sacrificio consciente de un buen número de seres humanos porque no compatizán por ineptitud con la ideología del sistema que los sacrifica. De ahí los horribles manicomios, los infectos reformatorios, las lóbregas escuelas diferenciales, la escasa protección al anciano, al oligofrénico residiendo en habitáculos de abrumadora suciedad. Los que no sirven y no tienen recursos económicos van a dar a depósitos donde sólo interesa el hombre como un número. No hay medios y servicios que |os apoyen y no hay para qué perder el tiempo| . . De tal modo, ciertas teorías reformistas y terapias de rehabilitación resultan meras formulaciones que a lo sumo servirán para lucimiento intelectual en congresos y en las clases universitarias. La sociedad capitalista productiva e industrial y sus clases dirigentes han confundido el bien común con sus propios intereses. A este tipo de sociedad le es imposible programar serias y eficaces medidas de prevención, desarrollo y asistencia. En ciertos casos resulta mucho más fácil y expeditivo reprimir, depositar, conté- AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 291 ner. El saldo recuperable será salvado y el resto que corra su impreciso (o demasiado preciso, según se vea) destino. Se crean mecanismos de etiquetamiento y rótulos que sirven para descargar como antaño el oprobio y los temores de los sanos, de los no viciosos, de los blancos, de los juiciosos, de aquellos para los cuales el equilibrio está siempre en el centro y han sido declarados aptos para la vida. En una sociedad de producción y consumo, altamente tecnificada, el fracaso es siempre un polo negativo ^°. No hay duda de que las leyes las crean y las dictan las clases dominantes. Leyes para corregir en provecho propio la realidad, no para captarla. Así también ocurre en países de la órbita marxista. En la Unión Soviética, donde teóricamente no deberían existir clases sociales, hay un lumpen capaz de robar y matar y delitos de "cuello blanco". Son delitos sin embargo menos graves que el disentimiento con el régimen. Quien tan sólo critique al régimen o al partido o quiera sahr del país, es pasible de cárcel o manicomio, y otras veces de deportación. Se cuenta para ello con el apoyo incondicional de una psiquiatría servil capaz de confirmar ciertos diagnósticos políticos. Las prisiones de Hungría y Checoslovaquia son tan tétricas como algunas mazmorras del mundo occidental. No cabe duda de que hay que ampliar el campo nosológico y conceptual de la victimología. Podría decirse que la sociedad de capital y consumo.ha creado marcos 80 En nuestro país durante años, mas de dos decenios, mueren diariamente supuestos delincuentes en enfrentamientos con la policía. El hombre común ha internalizado la noticia que lee en los diarios con sugestivos títulos. Ni a él ni en definitiva a nadie interesan estas muertes, salvo cuando algún balazo se aloja en la cabeza o el corazón de algún inocente que transitaba por el lugar. 292 VICTIMOLOGÍA de ideologización que le permite victimizar a una cantidad notable de seres humanos: delincuentes, locos, enfermos, minorías raciales, menores, oligofrénicos, ancianos.í. Dentro del círculo de la política criminológica, que es consecuencia de otro círculo concéntrico mayor de política social general, la victimología debe proclamarse una ciencia para la libertad y la liberación moral y material de todo tipo de victimizados (delincuentes marginados y sumergidos sociales) que abarca también a damnificados por los accidentes de trabajo, sin olvidar a la sociedad, o gran parte de ella, cuando se trata del abusivo poder gubernamental. 9 0 . Casos de victimización medíante la ley penal. Drogadíctos. Un caso típico de victimización desde la propia ley penal que ejemplifica buena parte de lo sostenido anteriormente, lo proporcionan en distintos países, las normas implementadas con motivo del masivo uso y consumo de drogas, especialmente por los jóvenes. La ley crea delincuentes donde hay enfermos. Cualquiera sea la clase social de estos jóvenes, no cabe duda de que estamos frente a un grupo contestatario o si se quiere de contracultura (sobre todo el movimiento hippie). Sus integrantes no aceptan las pautas de civilización que se pretende transmitirles. El dique que articulan es la droga que supone huida de la realidad social circundante, elación, búsqueda de nuevos influjos, nuevos mundos sensibles a través de lo que se ha dado en llamar paraísos artificiales. En nuestro país se reprime la simple tenencia de drogas como delito de mera actividad y peligro abstracto. AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 293 Y se han oído argumentos abtrusos generados por el miedo, por parte de la jurisprudencia sentada por una de las Salas de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital, que debe llamar a la reflexión. Hay que reprimir severamente al tenedor para que de ese modo el traficante no tenga mercado. O dicho de otra manera: habrá que matar al perro y se acabó la rabia *'\ Ocurre, entre tanto, que la represión nos pone frente a circunstancias tan parado jales que lindan con la hipocresía, a) Por un lado el uso y consumo del alcohol, propiciado, amparado y bendecido legal y públicamente, que llega como aguardientes a manos de enormes cantidades de gente humilde, b) El hecho de que en cualquier hogar haya buena cantidad de psicofármacos que contienen barbitúricos o anfetaminas, indica que se automedica mucha gente adulta. Lo toman en ciertos casos, para insertarse útilmente en la vida diaria o bien para poder dormir. Ello implicaría la existencia de drogas "legales" y otras (las mismas) que no lo son cuando se refieren a los jóvenes, c) Las penalidades, por más draconianas que sean (ley 20.771) no disuaden al usuario o al drogadicto que obviamente no posee capacidad de espera. Antes bien, le crean nuevas y más fuertes tensiones que se suman a las existentes. Ya se sabe: a mayor tensión mayor cantidad de droga, con lo que se formula exactamente una teoría de retroalimentación. Al joven drogadicto no se lo trata, aunque hasta los más acerbos partidarios de las normas los incluyan como enfermos individuales, familiares o sociales. Se ha generalizado un criterio de represión. Se los mete en cárceles 81 Por ese camino podríamos llegar a la conclusión de que los cinturones de castidad imposibilitarían el adulterio, violación y estupro o que socializando la producción y haciéndola colectiva no existiría el robo y así por el e s t i l o . . . ' 294 VlCTIMOLOGÍA donde se mezclan con otros delincuentes (Villa Devoto), o en un pabellón especial (Caseros), sin resultados positivos para su salud psíquica y física. Expresa Aniyar de Castro caracterizando la victimización: "Desviados son también las legiones de jóvenes que no se incorporan al sistema, que crean una hipotética cultura grupal, ignorando que el sistema los utiliza no sólo para el consumo, sino que maneja hábilmente los elementos de la subcultura para definir y perpetuar la segregación necesaria, de manera que sólo unos pocos puedan manipular la sociedad sin mayores remordimientos. La droga es uno de los últimos hallazgos para el aniquilamiento de la reacción juvenil y para el agrupamiento de grandes masas de jóvenes que la sociedad no puede o no quiere utilizar y que logra encerrar en las celdas de muros culturales infranqueables" ®^. No hay que olvidar que paradójicamente la Convención contra el Uso y Tráfico de Estupefacientes se celebró en Ginebra, donde según es notorio se encuentran los más importantes laboratorios de psicofármacos que se expenden en todo el mundo. La Corte Suprema de Justicia llegó a señalar hace pocos años que los elementos subversivos utilizaban drogas para consumar sus ataques al orden constituido y que terrorismo y droga tenían un especial connubio. No se refería seguramente al consumo de marihuana, que no crea agresividad y que hoy se la acepta en las clasificaciones especializadas como alucinógena. Tampoco podría tratarse de drogas heroicas que, salvo durante el síndrome de abstinencia, no producen agresividad sino aletargamienío; menos aún L.S.D. o la mescalina o aun la cocaína 82 Lola Aniyar de Castro, Los desviados como víctimas, en "Rev. Capítulo Criminológico'', Facultad de Derecho de la Universidad de Zulia, Maracaibo, Venezuela, 1974, p. 99. AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGIOO 295 y ¡qué decir de los barbitúricosl Lo que siempre se ha utilizado desde la guerra civil española, ha sido la anfetamina, porque las aminas despertadoras vigorizan, y dan agresividad como a veces ocurre con el alcohol. Pero nadie lucha o ataca ni nadie delinque "por" la droga, sino "con" la droga. La intención es anterior a la ingesta. En el caso de los drogadictos, o de otros grupos victimizados por la sociedad, no hay una actitud honesta que respete al hombre en su dignidad y lo arranque del mundo obnubilado y sin rumbo, mediante un serio tratamiento de desintoxicación y psiquiátrico constante. Ya se sabe que para ciertos psiquiatras, para el mismo caso se pueden utilizar varios tratamientos: lobotomía, profusión de barbitúricos o psicoterapia, según las condiciones económicas del paciente. De ahí que los drogadictos han comenzado en nuestro país y en otros de Latinoamérica (Uruguay, México) a celebrar reuniones de desintoxicación y reparación psíquica tal como lo hacen los alcoholistas anónimos. 91 . Los menores material y moralmente desamparados. Quien visite los establecimientos para menores de nuestro país —salvo en La Rio ja, donde hay un barrio con "hogares sustitutos"-— verá reflejada la victimización masiva de seres humanos más inicua que sea dable esperar. Pareciera cierto que el menor es la "materia prima" de la gran industria delictual que hay que cuidar y acrecentar. En cualquiera de mis publicaciones se encontrará siempre un dolorido párrafo que de por sí resulta una denuncia de esta situación, verdadero cáncer frente al cual cerramos los ojos. 296 VlCTIMOLOGÍA En el año 1968 escribí en La sociedad carcelaria (ps. 36 y 3 7 ) ; "Ansiamos readaptar sociaímente a los condenados, discurrimos sobre la mejor forma que deben asumir los patronatos de liberados, cuando previamente hemos degradado en la cárcel de procesados a tantos y tantos seres que son los mismos que ahora queremos readaptar. ¿Por qué entonces no comenzar por donde corresponde, no despersonalizando moral, psíquica y físicamente al encausado y, sobre todo, logrando que el hombre que ha caído no se envilezca ante sus propios ojos, ya que eso significa llenarlo de resentimientos por una parte y, por otra, dar razón a su rebelión? "Casi sin excepción la historia de los reincidentes principia desde una infancia torturada, con desamor, padres desconocidos, hambre, orfanatos, reformatorios. Después de jóvenes, juntarse para hacer «algunos trabajos al boleo». Nuevamente el reformatorio, la fuga, de nuevo el reformatorio, después la cárcel. . . Cuántas veces he oído decir a curtidos funcionarios: «vea usted, ése es carne de prisión. . .». Indudablemente lo es, pero ¿qué hemos hecho?, ¿qué ha hecho la sociedad, el Estado, las llamadas «fuerzas vivas» para rescatar a ese niño deambulante y sin amparo moral y material. . . ? Ése era el momento, cuando no había estructurado su personalidad moral, ni física ni psíquica, cuando necesitaba las palabras de todas las religiones y la razón de ser de todos los buenos impulsos: amor. Entonces lo arrojaron con otros en un reformatorio, o mejor dicho, un deformatorio, donde fue sometido a vejámenes: «pagar el derecho de piso» y menudearon sobre él, golpes... Después llegó la cárcel, que lo recibió en su promiscuidad como a un becario más, para perfeccionarlo en sus malas artes, estuvo en comisarías donde en algunos casos fue maltratado. AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 297 "No, no caben términos medios: o somos muy ilusos o muy hipócritas si queremos readaptar socialmente a un penado que ha pasado por todo eso, salvo que ese hombre esté dotado de una segunda sublime naturaleza. Si verificamos nuestro esfuerzo hacia los menores y procesados ahorraremos un tiempo futuro pues muchos no llegarán a la sanción de un juez, será prevenida su actividad delictual, se recuperará a un hombre y ésa es una misión, una conquista no sólo de la penología sino de la comunidad social" ^^. Acéptese un mea culpa. Si he trascripto este largo párrafo es porque quisiera seguir creyendo en lo que entonces dije y hoy suscribo en la parte que se refiere a la dignidad humana. La vicíiminología permite un enfoque más amplio pues -—si se pretende dar respuesta— habrá que luchar por todos los excluidos y degradados y analizar previamente si existen motivos ideológicos del sistema social que los cobija en su seno y cuáles son esos motivos que hace que sólo se degrade a los degradados. De no ser así, las soluciones seguirán siempre caminos tan tortuosos como intransitables. El delincuente aparece acuñado como un estereotipo de la sociedad. Y ello no se debe a taras hereditarias ni a un determinismo metafísico. Habrá que bucear repito, en las desigualdades de oportunidades que surgen de la interpretación y aplicación de la ley penal y la realidad (no apta para íecnócratas legales) y el designÍQ„claro de las clases dominantes. Con el menor, empieza la abismante faena de crear ese estereotipo que servirá para saber que existe el delincuente. Que existen de ese modo muchos chivos emisarios 83 El concepto de "readaptación social del delincuente" que utilizo, lo he redefinido totalmente en el "Estudio preliminar" que efectúo en Prisión abiería, una nueva experiencia penológica, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1984. 298 VlCTIMOLOGÍA que permiten aliviar nuestras buenas conciencias sabiendo que nuestros hijos están del otro lado. La represión genera la existencia de un tangible grupo humano donde descargarla. Es el mismo grupo que, como dije anteriormente, posibilita la descarga de nuestra afrenta y, a la vez, permite refrenar nuestras propias tendencias hacia el delito inmersas en el inconsciente. No es difícil arribar a la conclusión de que en la sociedad actual existen víctimas predeterminadas, lo que implica también la existencia de agresores predeterminados desde los controles del poder social. 9 2 . Victimización del procesado. Las torturas y apremios ilegales. Una norma fundamental en los países de occidente señala que nadie es culpable de delito sin ley anterior al hecho del proceso. Y otra, no menos importante y com-plementaria, que nadie puede ser declarado autor de un, delito sin juicio previo. La interpretación y aplicación procesal en nuestro país, mientras no se efectúen estructurales modificaciones, son violatorias de esta última norma. Las cárceles están repletas de detenidos preventivamente. Hay un dispendio de medidas asegurativas o cautelares sin que existan posibilidades de excarcelación por mandato de códigos procesales inquisitivos o por preadjudicaciones judiciales efectuadas a poco andar. En nuestro medio capitalino y de la provincia de Buenos Aires, es muy común denegar la libertad provisional por mandato legal o porque el juez instructor cree que al tiempo de ser condenado el procesado recibirá pena de cumplimiento efectivo. Se han conocido casos en que un sujeto se encuentre en estado de detención 5, 6, ó 7 años y resulte penado con una sentencia considerablemente menor. AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 299 Los procedimientos inquisitivos y escritúrales se caracterizan por su duración. Cualquier juicio puede adquirir dimensiones teratológicas. El primer efecto es el descrédito y el menosprecio de la justicia en la conciencia popular. El segundo es la exasperada desesperación en que se hunde al procesado preso. Y el tercero es la victimización que recae en seres inocentes (los familiares). La situación aguijoneante del procesado deviene de múltiples factores que parecen endémicos en toda América latina. A la incertidumbre que acarrea su perdida libertad, se liga el hecho de la convivencia forzada, días de ociosidad ^ l o s procesados no trabajan por ley y generalmente no hay trabajo para ellos si así lo quisieran—, reacondicionamientos sexuales y la problemática familiar. Ello entronca con el tercer punto en análisis. La familia (mujer e hijos y aún la madre) se ven privados además, económicamente. Es éste un castigo accesorio y no querido por la ley. La mujer debe mantener el hogar y en muchos casos se ve obligada a ganar la calle y no pocas veces deslizarse hacia la prostitución. Los niños también ganan la calle y se engendra o vigoriza el círculo delictual. Más materia prima. . . En Latinoamérica, durante las dictaduras militares se robustece el temor que los uniformes infunden a los habitantes y, concomitantemente, la proyección agresiva de quienes los usan. La tortura y el apremio ilegal parecen formar parte del proceso penal. En nuestro medio es común. Se ha formado un léxico superentendido y así como "ser boleta" es caer bajo las balas policiales, "ir a la biaba" o "ir a la parrilla" es pasar a recibir torturas muchas veces con picana eléctrica ^^. 84 Al tiempo de escribir e&tas lineas el Poder Ejecutivo ha remitido "jn proyecto de ley al Congreso a fin de penalizar con las sanciones del homicidio a los autores, instigadores y encubridores de torturas y apremios ilegales. 300 VlCTIMOLOGÍA Bien está que la persecución del delito se lleve a cabo sin dilaciones ni perplejidades, lo cual requiere una organización de los medios y servicios que desde la policía hasta los fiscales y jueces, funcione debidamente. Pero cabe reclamar en los países democráticos que se defienda al imputado desde el mismo momento en que éste resulta detenido o debe comparecer en sede policial. Debería existir una guardia permanente de abogados, que incluso en días sábado, domingos y feriados cubrieran la defensa de cualquier involucrado en un delito, si éste no lo propusiera. Va de suyo que tal asistencia debe ser prestada gratuitamente si el compareciente no tuviere medios para solventarla. Hay jueces que tienen una connivencia activa, durante estos períodos dictatoriales tan desgraciadamente prolongados, con las torturas y apremios a través de un cómplice silencio; otros hacen un simulacro de investigación hasta sus últimos límites. Es la autoridad judicial la única y la más capacitada para poner coto a estos atropellos a la dignidad. Para ello los jueces no deberían olvidar que ordenan. Tras la tortura devienen nuevas humillaciones que victimizan al procesado. En sede judicial explicará cómo fue torturado y apremiado ilegalmente por malos funcionarios policiales que podría reconocer por sus voces, muestra sus heridas constatadas por médicos forenses. Tiempo después, tras reflexionar, explica que no reconocería a los policías o dice haber recordado "que se cayó en el calabozo estando solo y se lastimó. . .". ¿Qué ha pasado? La víctima, que lo es de un delito, tiene miedo a una venganza que tarde o temprano puede recaer sobre él o su familia. AMPLITUD DEL CAMPO VICIIMOLÓGICO iOl El Código de Conducta para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley adoptado por la Asamblea General de la O.N.U. en diciembre de 1979 por pedido de Amnistía Internacional, señala en el art. 5: "Ningún funcionario encargado de hacer cumplir la ley podrá infligir, instigar o tolerar ningún acto de tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, ni invocar la orden de un superior o circunstancias especiales, como estado de guerra o amenaza de guerra, amenaza a la seguridad nacional, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública como justificación de la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes". Torturas y vejaciones, tratamiento cruel, incomunicación en pestilentes calabozos policiales, inexistencia de asistencia penal en dicha sede, sobre todo en caso de gente modesta, preadjudicaciones en su contra que deniegan su libertad —in dubio contra reO'—, un procedimiento penal inquisitivo y escritura! de dimensiones matusalénicas, el ambiente carcelario que implica de por sí una nueva vejación, el sufrimiento de su familia que debe reacondicionar su vida porque no puede aportar ingreso alguno, son formas de victimización del procesado para el que la ley ha creado una presunción de inocencia hasta que una sentencia decida lo contrario. Las visitas de magistrados a la cárcel constituye una farsa si ella se hace en días y horas prefijados porque la autoridad suele preparar el instituto para la ocasión. Lo más acertado es llegar en fecha indeterminada y por la noche, tomando por un camino previamente establecido por el visitante y no por donde se lo pretenda llevar. Insisto, los jueces ordenan. En múltiples oportunidades el procesado no conoce al juez que ha de sentenciarlo sobre todo cuando la causa 302 VlCTIMOLOGÍA llega al Tribunal de Alzada. He señalado algunos motivos (parágrafo 18) pero el caso es que de esa manera no resplandece la justicia y siente el justiciable que es un expediente, una categoría legal y no un ser humano» Así se subraya una mayor victimización. En síntesis: cierto es que resulta imperiosa y de enorme importancia e interés que los códigos de procedimientos penales protejan a la víctima a la vez que eviten humillación y sufrimientos al procesado. Se evitará, de tal modo, el desamparo de aquélla y que el delincuente no se transforme, a la vez, en víctima. Pero toda ley será lo que sus intérpretes quieren que sea. 9 3 . Victimización del condenado en prisión. Expresa Rodríguez Manzanera (ob. cit., p. 47) que "La administración de justicia puede en ocasiones ser tan severa que su excesiva dureza convierte al victimario en víctima. En este importante punto agreguemos que es común que, aunque la pena impuesta por el juez sea justa, los órganos encargados de la ejecución de la pena victimicen al sentenciado por la carencia de instituciones adecuadas, de personal preparado y de medios en general. Debemos recordar la frase de Quiroz Cuarón: Pena sin tratamiento no es justicia, es venganza". La violación explícita de la ley se celebra como ritual ancestral en nuestro país cuando se alude a la tutela de las cárceles. Me refiero a la parte final del art. 18 de la Constitución Nacional. Las cárceles no son ni sanas ni limpias. Son sí pocilgas infectas, lóbregas, que se delatan por su sola arquitectura vieja y laberíntica. Restos de un sistema cloacal —así llamado por Ruiz Funes y Quiroz Cuarón— para señalar esos depósitos pestilentes de seres humanos. AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 303 En algunos capítulos de "La sociedad carcelaria" y "El problema sexual en las cárceles" he reflejado las penurias que implica la privación de libertad, el castigo de la ley y la agresión de los propios funcionarios y guardiacárceles. Sigo creyendo con Gabriel Marcel que "los hombres que conocen las bajas tragedias de nuestro tiempo y no las denuncian, se degradan". Cierta vez presencié desde la "pasarela" de Villa Devoto una requisa similar a la que había descripto en "La sociedad carcelaria" y ampliado luego en "Las penas de un penalista". Entendí entonces, ante tanto sadismo y descontrol humano, la inutilidad de las palabras. No quiero en la ocasión volver sobre ese tema. Diré sí, que el personal de requisa, barroteros y paloteros junto a algunos funcionarios, daban rienda suelta a lo que resulta de su condición humana a través de un odio indecible por los "internos" y que éstos, tensos y temerosos, parecía que habían dejado de ser hombres para convertirse en una suerte de carroña que estorba a otros presos. No otra cosa son los carceleros que, al fin, están del otro lado de la reja. Aquí el victimario —como en otros estratos y circunstancias sociales^— goza blandiendo el poder y humilla a la víctima ante sus propios ojos y ante los ojos de los demás. Tras mucho tiempo volví a participar en Buenos Aires en una jornada de criminología (o así llamadas) donde escuché, como una antigua letanía, las mismas palabras ufanadas e igual defensa de esos elementos de tortura. Hoy existe en casi todo el mundo un movimiento cada vez más activo que expresa su repulsa y que así como alguna vez se dijo "¡no a la pena de muerte!" se pronuncian similares palabras: ¡no a los establecimientos de máxima seguridad! Se espera que la mente humana podrá 304 VlCTIMOLOGÍA iluminar el tema con nuevas fórmulas e ideas. Ya es hora de que en nuestro planeta unos hombres no sigan victimizando hasta la crueldad a otros hombres. Aunque en la Argentina parece que hubiésemos aceptado que la cárcel o la prisión no son lugares para estar, sino para estar mal. ¿No se advierte que la llamada readapíación social o repersonalización es un derecho del recluso? ¿Y que no es posible ningún logro en establecimientos programados desde su construcción para servir al contragolpe vindicativo? Son cárceles que, en determinados momentos, se utilizan con un criterio de opresión. Preconizo la personalización de la pena en establecimientos de menor seguridad, fundamentalmente abiertos, y medidas alternativas de esa pena en la ejecución penal. No cabe duda de que la pena privativa de libertad en sus dos siglos de existencia, se ha utilizado con excesiva generalidad y las instituciones que la adjetivan y en las que se cumplen tales penas —aunque muchas veces conjuntamente con quienes sufren proceso^ spn y sirven para victimizar, para degradar. Como si la vindicta social y el contragolpe debiera ser persecutorio. El sentido de expiación ínsito en la pena debe expresarse solamente por medio y en el momento de la sentencia condenatoria. A partir de ella es preciso mirar hacia el futuro y dar al hombre que debe, tarde o temprano, regresar a la sociedad, las posibilidades que redunden en su propio beneficio, el de su familia y la propia sociedad, sobre la base de trabajar mientras cumple la pena y recibir una remuneración, seguros y cargas sociales, similares a las de un operario o empleado libre. Ello le permitirá mantener a su familia moral y materialmente abandonada. A fin de reemplazar a la prisión de máxima seguridad, que sólo podría ser útil para un mínimo de reclusos de real peligro social, y mientras no se busquen otras so- AMPLITUD OEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 305 luciones, habrá que alentar la esperanza de dar a esos reclusos un crédito de confianza, remitiéndolos a un penal de menor seguridad. Muchas sanciones a prisión deberán en el futuro ser reemplazadas por la pena de multa o los pagos compensatorios efectuados a las víctimas como sanción penal. Entre tanteos y hallazgos empíricos, cabe preconizar ciertas medidas de seguridad educacionales y penas sin encierro (ni forma asilar semejante) con tratamiento de carácter deambulatorio. Es preciso incrementar y aplicar a mayor número de casos la libertad vigilada y la probation. Se trata de obviar el envío indiscriminado y masivo a la prisión tradicional y la remoción en ciertos casos de la privación de la libertad como pena ^®. Nadie honradamente ignora qué son y qué implican las prisiones por dentro. Los reclusos son víctimas de una ideología adjetivada por instituciones de segregación y encierro, que se han prolongado en el tiempo. A las agresiones sociales se suman las continuas agresiones del medio. La violencia física y moral a que están sometidos estos "hombres rotos", como diría Ruiz Funes, sólo refuerza el denominador común del odio y del resentimiento, generando mayor violencia. Esto se pone de manifiesto frente a una revuelta o motín en las cárceles. Hay un especial y sobreentendido conciliábulo entre los encargados de explicar y los encargados de juzgar. Todo termina en un "vasto silencio"... ^^ La abolición de las prisiones de máxima seguridad tiene un notable antecedente en Kropotkin que escribió un libro antológico, Las prisiones, en 1870, traducido por Azorín. Como Dostoievski y Osear Wilde subraya que "la prisión es «n crimen en &í". 306 VlCTlMOUOGÍA 9 4 . El liberado como víctima. Cuando se egresa en libertad, así fuera condicionalmente, suele recomenzar un ciclo infernal, un "corsi e ricorsi" kafkiano. Si el liberado np tiene familia que lo acoja y ayude o, si aun teniéndola, carece de.trabajo_y posibilidades inmediatas, se desespera y vuelve a una situación victimal. Los patronatos pretenden ayudarlos sobre una vieja e íntima formulación -—no siempre sufierada^— de beneficencia. Acuden a algunos empresarios que, si tienen vacantes en sus comercios e industrias los toman. El número es ínfimo. No hay empleo para el recién liberado, deambula y cuando está por lograrlo y consolidar sus afanes de una vida arreglada a pautas normales, surgen sus antecedentes. En la sociedad post-industrial y tecnificada, las empresas tienen siempre conexiones policiales infalibles . . . Estoy refiriendo una situación coínún y diaria. Es preciso decirlo cara a la ley: ¡la culpa penal no se termina de pagar nunca! Se vuelve entonces ál amigo ocasional que se ha .conocido en lá cárcel, p a los amigos de antes de caer detenido. . . X^o que se lia dado en llamar el hampa se le brinda y lo ^coge como una mala madre, pero como una madre al fin. El liberado proporciona un ejemplo típico que resume y sintetiza los estrados de la victimización por el sistema penal y social. Explica cómo inalterablemente de pada sirve esa filosofícula declamada por el Estado y sus dirigentes sobre las bondades del sistema penal o de las leyes en sí. 1, Cárceles,y prisiones ,no^ haqen más qiie desnudar la ideología de los factores de control social de un sistema político o, aún mejor, de cierto tipo de gobierno. Ésta todo AMPLITUD DEL CAMPO VICTIMOLÓGICO 307 montado de tal manera que parece imprescindible la existencia de un cupo delincuencial y de seres ostensiblemente victimizados para que esa ideología y las instituciones que la adjetivan sigan su preciso rumbo ®®. 86 La pena de muerte podría ser una forma de victimización final. Pero en su sanción definitiva también sufre la víctima otras penas conexas. La de saber en qué día y hora se oficiará el asesinato frío y legal llevado a cabo por el Estado. La muerte pierde así su sentido de imprevisión que es patrimonio mágico de todos los seres humanos. Y, por supuesto, agrega un indecible sufrimiento. Por eso se ha dicho que las penas deberian aplicarse inmediatamente tras la sentencia (y su ejecución debería quedar en manos de los propios jueces...). En los Estados Unidos hay casos frecuentes (recuérdese Caryl Chessman) de sucesivas interrupciones del cumplimiento de la sanción. De ese modo se condena a morir a un ser humano varias veces. ANEXO PRIMER SIMPOSIO DE VICTIMOLOGfA (ISRAEL) El Primer Simposio de Victimología se celebró en la ciudad de Jerusalén del 2 al 6 de setiembre de 1973. Las discusiones fueron organizadas en cuatro secciones científicas, a saber: 1. El estudio de la victimología (concepto, definición de víctima, metodología, aspectos interdisciplinarios, etc.). 2. La víctima (tipología, la víctima en el proceso penal, etc.). 3 . La relación victimario-víctima (delitos contra la propiedad, contra las personas, sexuales, etc.). 4 . Sociedad y víctima, actitudes y políticas (prevención, tratamiento, resarcimiento, etc.). Conclusiones y Recomendaciones del Primer Simposio Victimología de I) ¿Qué es la victimología? 1. a) La victimología puede definirse como el estudio científico de las víctimas. Se debe dedicar, empero, especial atención a los problemas de las víctimas del delito, interés primordial de este Simposio. b) La criminología se enriquece con el aporte de una orientación victimológica. 2. Tanto los individuos, como grupos más amplios, organizaciones, naciones y sociedades, pueden ser victimizados. 3 . La investigación debe extenderse de la interacción bidimensional (persona a persona), a la interacción tri o multidimensional, incluyendo al observador y a otras personas que son relevantes a estos efectos. 310 VlCTIMOIXlGÍA 4. El testigo espectador indiferente de un crimen actúa en forma objetable y, aun cuando no se le considere acto u omisión criminal, debe ser tratado por medios educativos. 5. Al observador que trata de asistir a una víctima se le debe garantizar inmunidad por su actitud seria, y compensación si sufre detrimento económico. í II) La victimización. 1. Es imprescindible investigar la victimización oculta. 2. t l n sentimiento de victimización' subjetivo puede no poseer una base suficientemente objetiva para que la sociedad ácfúe consecuentemente. 3 . La victimización efectuada o sufrida por grupos no es menos sería que la que sé da a nivel de liiterrelación bipersonal. 4 . Ciertas'Jormas de inadvertencia o negligencia que ocurren en la sociedad industrializada son causas de victimización tanto como los actos intencionales. III) Causas de la victimización. 1. <Así como se cree que ciertas personas tienen muchas posibilidades de cometer crímenes, así otros tienen probabilidades de resultar víctimas. .2. .La víctima puede precipitar el crimen. 3 . Él victimario puede resultar una persona que ha sido a su vez victimizado. 4. Cuando la administración de Justicia aplica una sanción excesiva puede victimizar al victimario. I V ) Prevención, tratamiento e investigación. 1. á) ha ineficiencia de los medios de prevención y control del crimen pueden causar sufrimientos innecesarios a las víctimas, a los delincuentes y a la sociedad. b) Los legisladores, los tribuna es y las autoridades responsables de la prevención del crimen y el control social deben revisar y renovar )as organizaciones y los servicios en este campo con el tm de incrementar su efectividad, reduciendo así la reincidencia y los riesgos de victimización. SIMPOSIOS SOBRÉ VICTIMOLOGÍA 311 c) La victimología puede conducir a un mejpraraicnUí de los procesos penales, incluyendo las sentencias, reduciendo así la reincidencia y los riesgos de victimización Los procedimientos institucionales deben procurar protección a la víctima contra consecuencias dañosas, no intencionales, del proceso judicial. Debe proponerse un equilibrio entre las necesidades y derechos de la víctima y del defensor. a) Algunos gobiernos y organizaciones estatales victimizan grupos lábiles, ocasionando así el riesgo de una escalada de violencia colectiva. Tales prácticas son condenables y se hace un llamado a la conciencia de la humanidad para la detección y ejecución de una estrech,a vigilancia sobr^ estas situaciones. b) Es necesario el control internacional de este tipo de victimización. El derecho de asilo debe robustecerse hacia la asistencia de las víctimas del Estado. Los cuerpos gubernamentales y no gubernamentales deben procurar a las víctimas servicios médicos, psiquiátricos, psicológicos y sociales gratuitos, tanto de emergencia como permanente?, a) Es necesario investigar en qué medida la victimización puede llevar a la víctima a convertirse en delincuente, b) La investigación de la potencialidad victimal podría ayudar a la «sociedad a prevenir la victimización de personas lábiles. V) Compensación. Todas las naciones deberían, como cuestión dé urgencia, considerar la implantación de sistemas estatales de compensación a las víctimas ^el ,delito; asi como tratar de alcanzar el máximo de eficacia en la aplicación de los sistemas existentes y los que deberán ser establecidos. Deben emplearse todos los medios al alcance para difundir información sobre los modelos de compensación; y debe estimularse la participación de organismos apropiados —gubernamentales o no— en su instauración. Todos los modelos existentes de compensación deben ser investigados y valorados con miras a extender su aplica- 312 VICTIMO LOGí A ción, teniendo en cuenta los requerimientos respectivos de las diversas comunidades en las cuales operan *. Este simposio hace un llamado a los gobiernos y otras organizaciones nacionales e internacionales para que difundan lo más ampliamente posible, las Conclusiones y Recomendaciones obtenidas en el curso de sus deliberaciones en la esperanza de alcanzar así la reeducación y el alivio de la victimización. SEGUNDO SIMPOSIO DE VICTIMOLOGÍA (USA) El Segundo Simposio Internacional de Victimología tuvo lugar en. la ciudad de Boston, Massachusetts, del 5 al 11 de setiembre de 1976. El programa fue organizado sobre la base de tres grandes secciones, a saber: Sección I. Aspectos conceptuales y legales de la Victimología. 1. Concepto y finalidad de la Victimología. 2. Tipologías victímales. * Se sugiere que las siguientes cuestiones sean consideradas en plenitud por las naciones que pretendan establecer modelos de compensación o rever los existentes; a) ¿Debe existir un nivel máximo y / o mínimo para la compensación? b) ¿Cuál es la clase de pérdidas que deben ser resarcidas? Por ej.: daño emergente, lucro cesante, dolor moral y sufrimiento. c) ¿Debe tomarse en cuenta la conducta de la víctima en el momento del hecho y / o su situación en general en la determinación de la compensación? d) ¿Debe el pago ser de derecho y solamente negado en virtud de razones que establezca el tribunal? e) ¿Deben extenderse los modelos actuales e incluirse los delitos contra la propiedad? f) ¿Debería el Estado estar autorizado para reclamar del delincuente el reembolso?, o bien, ¿podría también estar autorizado para obligarlo a darle parte de sus ganancias? g) • ¿Deberían los Estados establecer un seguro obligatorio para ciertas profesiones que se asientan sobre un elemento de seguridad y confianza, para cubrir el daño causado por uno de sus miembros, por ej.: SIMPOSIOS SOBRE VICTIMOLOGÍA 313 3 . La víctima en el procedimiento judicial. 4. Las víctimas de hecho de tránsito. Sección II. Las relaciones victimales. 1 . Delitos contra las personas. 2. Delitos contra la propiedad. 3 . Las relaciones criminal-víctima y la policía, 4. El delincuente político como víctima. Sección III. La víctima y la sociedad. 1. 2. 3. 4. La compensación a las víctimas del delito. Victimización corporativa. La víctima y los mass-media. Victimización de la victima por la sociedad. TERCER SIMPOSIO DE VICTIMOLOGÍA (REPÚBLICA F E D E R A L DE A L E M A N I A ) El Tercer Simposio de Victimología se celebró en la Ciudad de Münster, capital de Westfalia, del 3 al 7 de setiembre de 1979. El Congreso estuvo organizado en secciones y en grupos de trabajo. Las secciones fueron seis en total, a saber: médicos, abogados, contadores, compañías de seguros, agentes de bolsa de cambio? h) ¿Deberían estos sistemas de compensación incluir posibilidades de apelación? i) ¿Deben los testigos espectadores que tratan de ayudar a las víctimas tener derecho a compensación por los daños o pérdidas sufridos? i) ¿Debe autorizarse a la víctima para obtener una compensación parcial que le permita cubrir los gastos iniciales, siendo atribución de los funcionarios correspondientes determinar la suma final? k) ¿Debe el juez de un proceso penal estar autorizado para ordenar una 314 VICTIMO LOGÍA 1. Conceptos, resultados, consecuencias, descubrimientos y dimensiones en la Victimología. 2. Estudios de victimización criminal. 3 . Las víctimas de diversas conductas criminales. 4. El papel de la víctima en el proceso de victimización. 5. Tratamiento de las víctimas, reparación y prevención, 6. La victima en el sistema de justicia penal. Además, hubo algunas mesas de trabajo que trataron: 1 . Problemas de urbanismo y prevención del crimen. 2. Violencia en la familia. 3. Víctimas de crímenes violentos durante el nacionalsocialismo. P R O G R A M A C I E N T Í F I C O DEL C U A R T O S I M P O S I O SOBRE V I C T I M O L O G Í A E F E C T U A D O E N T O K Y O Y K I O T O (JAPÓN, 1982) Sección I. Aspectos generales de la victimología. 1. Fundamentos teóricos de la victimología. 2. Desarrollo de la victimología. 3 . Victimología y criminología y teoría de la ley criminal. Sección II. Aspectos empíricos de la victimología. 1. Investigación sobre la victimización. 2. Relación entre el crimen y su víctima. 3 . Tipología de víctimas. 4. Problemas de la búsqueda de la cifra negra. compensación por parte del Estado, juntamente con la sentencia que debe emitir? /) ¿Debe una persona acusada que no fue hallada culpable tener derecho a una compensación por las costas procesales que debió oblar o por otras pérdidas? m) Cuando se lleve realmente a cabo un proceso penal, ¿debe darse al juez la facultad de determinar la compensación en el propio fallo? SIMPOSIOS SOBRE VICTIMODOGÍA Sección III. Aspectos comparativos de la 315 victimología. 1 . Víctimas y causas del crimen. 2. Nuevos tipos de crímenes; crimen de cuello blanco, crimen económico, polución, crimen organizado y victimología. Sección IV. Aspectos 1 2. 3. 4. prácticos de la victimología. Tratamiento y consejos a las víctimas. Programa de ayuda a las víctimas. Restitución y compensación a la víctima. Víctimas del proceso preventivo del crimen y víctimas de la justicia criminal. BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA A B R A H A M S E N , David: La mente asesina, Ed. 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