LA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA COMO ARMA PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE Desde tiempos remotos el ser humano ha utilizado los recursos naturales y el ambiente en general de manera indiscriminada, todo con el fin de satisfacer sus necesidades, ya que los mismos se consideraron como infinitos. Con el pasar del tiempo, la sobreexplotación de los mismos, hace las siguientes interrogantes: ¿Qué hacer? ¿Seguir la sobreexplotación de los recursos hasta su agotamiento y degradación ambiental? ¿Seguir con procesos agrícolas e industriales degradantes y contaminantes? ¿Control de natalidad? ¿Guerras por el dominio de los recursos estén donde estén? Estas y otros cientos de interrogantes se pueden plantear, a fin de buscar la solución o soluciones. Hasta ahora la explotación de los recursos se hace de manera incesante, aprovechando al máximo las materias primas provenientes del ambiente y hasta del mismo hombre (explotación del hombre por el hombre, este es otro tema para otro artículo). El avance tecnológico hasta ahora, se encamina solo en cómo seguir explotando y aprovechando al máximo esos recursos, de acuerdo al modelo de desarrollo imperante a nivel mundial. El modo de producción, tal como se aplica actualmente, ha rebasado la capacidad del entorno para su recuperación, lo que implica la degradación de las bases productivas. Se hace necesario proponer un cambio de modelo de producción por uno de desarrollo sustentable, el cual plantee una estrategia de desarrollo que trate los recursos naturales, financieros, físicos y humanos, evitando su degradación, con el fin de incrementar el bienestar a largo plazo de la sociedad. Empezar a sentar las bases para que las generaciones presentes y futuras, eleven sus niveles de salud, educación, bienestar espiritual, entre otros, lo cual se traduce a su vez en mejores ingresos reales per cápita y por ende elevar la calidad de vida de la población en general. En 1972, el Club de Roma en un documento encargado a un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) “Los Límites del Crecimiento” donde se introduce en el debate mundial la contradicción que supone el consumo ilimitado de bienes en un mundo de recursos finitos, así mismo, incluye el tema medioambiental y su esencial relación con la población y la energía, dando impulso a la creación de ministerios de medioambiente o ambiente en muchos países. Treinta (30) años después, en su publicación “Los Límites del Crecimiento a los 30 años”, lastimosamente el escenario no es alentador. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en el año 1992, se da la “Declaración de Río, la cual en su tercer principio indica “El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras”. Ahora bien, ¿como podemos utilizar la planificación estratégica para impulsar el desarrollo sustentable? Thompson y otros (2012), plantean que las compañías necesitan una estrategia sólida para competir con buenos resultados, dirigir su negocio y fortalecer sus perspectivas de éxito en el largo plazo. De esta manera debe ser vista la planificación del desarrollo sustentable. La planificación estratégica puede ser utilizada por el sector público como la herramienta para dirigir políticas de Estado. Los recursos que se manejan, la diversidad de sectores involucrados y variables que se manejan, deben ser vistos de manera integral para un desarrollo a largo plazo y permanente, evitando la degradación de recursos. En este sector, a diferencia del privado, se deben establecer planes estratégicos de acción con el fin de generar políticas públicas que busquen distribuir lo mejor posible los ingresos del Estado en la búsqueda del bienestar del colectivo. La inversión en educación y salud, como armas para mejorar el nivel de vida de la población, generará una mejor calidad de vida y por consiguiente en ciudadanos mejor preparados para afrontar la vida (Robles, 2014). Uno de los desafíos en la actualidad, desde el punto de vista del desarrollo sustentable, es sin duda, la elevación de la calidad de vida de los habitantes del planeta en general y específicamente, en cada nación, buscando asegurar al menos el acceso a los servicios elementales como salud, educación, buena alimentación y agua potable, además, el uso racional de los recursos naturales para evitar su resiliencia, entendiéndose esta última como la capacidad de los ecosistemas de recuperarse de una perturbación o de resistir presiones en curso (Hernández M, 2009). Aunque existen evidentes avances tecnológicos, es necesario generar tecnologías que ayuden en el desarrollo económico, político, social y ambiental (Pérez y Fuenmayor 2013). Como se puede observar, existe un gran reto para desarrollar el país de manera armónica y sustentable ya que en esencia se debe cumplir con las reglas básicas para obtenerlo, las cuales son: 1). Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación. 2). Ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible y 3). Ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente. Como se puede ver el reto no es nada fácil. Victor F. Reyes G. MSc en Gerencia Empresarial Universidad Privada Rafael Belloso Chacín. Ing. Agrónomo UCV.