Machine Translated by Google ISSN 0717­4675 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 19­34 Hacia una ética del desarrollo humano integral EN KELEHER Universidad Estatal de Nuevo México (Estados Unidos de América) [email protected] Abstracto En este artículo, presento una introducción a la ética del desarrollo y hago algunas observaciones sobre el desarrollo humano integral. Sostengo que, aunque hay muy poco diálogo entre estas dos tradiciones, tienen mucho en común y pueden informarse mutuamente de manera útil. La ética del desarrollo internacional es un campo en gran parte secular que se ocupa de la reflexión ética sobre los fines y los medios del desarrollo. Analizo cuatro niveles de reflexión ética: (1) metaética, (2) normativa, (3) práctica o aplicada, y (4) personal o integral. Los primeros tres de estos niveles están bien establecidos en la ética filosófica. Presento el cuarto con la esperanza de fomentar un mayor debate sobre cómo los individuos involucrados en la teoría y la práctica de la ética del desarrollo deben navegar por las diversas esferas de sus propias vidas. Esta última etapa de reflexión y acción éticas puede beneficiarse enormemente del trabajo realizado en el desarrollo humano integral. El desarrollo humano integral es integral en al menos dos formas: (1) el desarrollo no es simplemente desarrollo económico, sino desarrollo de la persona en su totalidad, incluyendo lo social, lo político, lo creativo, lo espiritual, etc., y (2) el desarrollo es el desarrollo de cada individu persona, ya sea un campesino marginado o una élite poderosa. Explico por qué esta segunda forma de integración es menos discutida y más radical que la primera. Palabras clave: Ética del Desarrollo, Desarrollo Humano Integral, Desarrollo de las Personas, Louis­Joseph Lebret, Denis Goulet. Hacia una ética del desarrollo humano integral Resumen En este artículo, ofrezco una introducción a la ética del desarrollo y hago algunas observaciones sobre el desa­ rrollo humano integral. Sostengo que, aunque hay muy poco diálogo entre estas dos tradiciones, tienen mucho terreno común y pueden ayudarse mutuamente. La ética del desarrollo internacional es un campo ampliamente secular que se ocupa de la reflexión ética sobre los fines y los medios de desarrollo. Discuto cuatro niveles de reflexión ética: (1) meta­ético, (2) normativo, (3) práctico, o aplicado, y (4) personal o integral. Los tres primeros de estos niveles están bien establecidos en la ética filosófica. Presento el cuarto con la esperanza de fomentar una mayor discusión sobre cómo los individuos involucrados en la teoría y la práctica de la ética del desarrollo deben navegar por las diversas esferas de sus propias vidas. Esta última etapa de reflexión y acción ética puede beneficiarse enormemente del trabajo realizado en el desarrollo humano integral. El desarrollo humano integral es integral en al menos dos maneras: (1) el desarrollo no es simplemente desarrollo económico, sino el desarrollo de toda la persona, incluyendo social, político, creativo, espiritual, etc., y (2) el desarrollo es el desarrollo de cada persona, sea la persona un campesino marginado o una de la ponderosa elite. Explico por qué esta segunda forma de integración es menos discutida y más radical que la primera. Palabras clave: Ética del desarrollo, Desarrollo Humano Integral, Populorum progressio, Louis­Joseph Lebret, Denis Goulet. Tiene un doctorado en filosofía y es profesora asociada en la Universidad Estatal de Nuevo México. Es autora de “Empowerment and international development” (bajo la dirección de Loretta (disponible en para gratis aquí: 2007 descargar Testamentos cuello), http:// drum.lib.umd.edu/handle/1903/7584). Junto con Stacy J. Kosko es coeditora de Agency and Democracy in Development Ethics, de próxima aparición, Cambridge University Press, 2017. Junto con Jay Drydyk es coeditora del Routledge Handbook to Development Ethics, de próxima aparición, Francis and Taylor, 2018. Recibido: 5/Junio/2017 ­ Aceptado: 2/Julio/2017 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER INTRODUCCIÓN Louis­Joseph Lebret (1897­1966) fue un economista y planificador social francés que estableció un influyente Centro de Investigación: Economía y Humanismo en Marsella en 1941. Lebret es ampliamente reconocido como pionero en el campo que ha llegado a conocerse como ética del desarrollo. La ética del desarrollo es un campo de estudio interdisciplinario –y en gran medida secular– que se ocupa de la reflexión ética sobre los medios y los fines del desarrollo. Louis­Joseph Lebret también fue un sacerdote dominico que fue identificado por el Papa Pablo VI como uno de los principales investigadores de la muy influyente encíclica Populorum Progresio (o Desarrollo de los Pueblos) de 1967 (Cosmao, 1970: 62). Populorum Progresio es el texto fundacional para quienes trabajan en el campo del desarrollo humano integral. Por lo tanto, Lebret es un antecesor tanto de la ética del desarrollo contemporáneo como del desarrollo humano integral contemporáneo. Esta ascendencia común ha dado lugar a prioridades y temas comunes dentro de ambas tradiciones (por ejemplo, un enfoque en el desarrollo centrado en el ser humano). Sin embargo, hay poca interacción entre quienes se identifican como trabajadores en el campo de la ética del desarrollo y quienes se identifican como trabajadores en el campo del desarrollo humano integral. De hecho, muchos especialistas en ética del desarrollo profesional nunca han oído hablar del desarrollo humano integral y muchos de los que más se dedican a promoverlo nunca han oído la frase ética del desarrollo1 . En consecuencia, el trabajo que se realiza en el ámbito de la ética del desarrollo es en gran medida desconocido entre quienes trabajan en el ámbito del desarrollo humano integral y viceversa. Hasta cierto punto, esto es comprensible porque los dos son, en cierto modo, proyectos diferentes con propósitos diferentes –aunque complementarios–, por lo que es comprensible y necesario que se lleven a cabo debates diferentes. Al mismo tiempo, existe una superposición considerable entre las dos tradiciones, de modo que el alcance de cada una podría representarse como un círculo en un diagrama de Venn de conjuntos superpuestos. Más importante aún, quienes trabajan en cada campo pueden aprender mucho del otro. En este ensayo, presento brevemente la ética del desarrollo como campo de estudio, antes de hacer algunas observaciones sobre el desarrollo humano integral y cómo se superponen las dos tradiciones. Mi esperanza al identificar este punto en común existente es fomentar la comunicación y la colaboración entre quienes trabajan en cada tradición. Creo que esa comunicación se evita con demasiada frecuencia porque hay sospechas de ambas partes. 1 Entre las excepciones notables a esta observación se incluyen los esfuerzos recientes de académicos reunidos en la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos. Véase, por ejemplo, Séverine Deneulin. 20 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO La diferencia entre lo religioso y lo secular es evidente, pero esa colaboración resultaría beneficiosa para las personas que trabajan en ambas tradiciones y para las vidas que ese trabajo busca mejorar. Por lo tanto, quienes se toman en serio la mejora del bienestar humano estarán interesados en aprender del trabajo realizado tanto en la ética del desarrollo como en el desarrollo humano integral. Además, pueden participar en ambas tradiciones desde un punto de vista religioso o secular. El artículo está organizado de la siguiente manera: presento una breve historia del desarrollo internacional antes de presentar la ética del desarrollo como un campo de estudio que se ocupa de la reflexión ética sobre los fines y los medios del desarrollo. Analizo cuatro niveles de reflexión ética: (1) metaética, (2) normativa, (3) práctica o aplicada, y (4) personal o integral. Los tres primeros de estos niveles están bien establecidos en la ética filosófica. Introduzco el cuarto con la esperanza de fomentar un mayor debate sobre cómo los individuos comprometidos con la teoría y la práctica de la ética del desarrollo deben navegar por las diversas esferas de sus propias vidas. Luego dirijo mi atención al desarrollo humano integral: observo que el desarrollo humano integral es integral en al menos dos formas: (1) el desarrollo no es simplemente desarrollo económico, sino desarrollo de la persona en su totalidad, incluyendo lo social, lo político, lo creativo, lo espiritual, etc., y (2) el desarrollo es el desarrollo de cada persona, ya sea que se trate de un campesino marginado o de una élite poderosa. Explico por qué esta segunda forma de integración es menos discutida y más radical que la primera. Por último, como corolario de (2), todas las personas –laicas y católicas– pueden (y deben) practicar el desarrollo humano integral. Dado el punto en común existente entre las dos tradiciones, y el hecho de que la ética del desarrollo proporciona un espacio donde se pueden encontrar herramientas y perspectivas útiles que pueden informar y facilitar la práctica del desarrollo humano integral, espero que este ensayo pueda ser un primer paso hacia la ética del desarrollo humano integral. 1. ÉTICA DEL DESARROLLO : UNA HISTORIA MUY BREVE A mediados del siglo XX , la Segunda Guerra Mundial terminó y Europa se reconstruyó gracias a la ayuda del Plan Marshall y a la búsqueda de ayuda por parte de las naciones independientes poscoloniales. Desde los años 50, las inversiones, los préstamos y las intervenciones internacionales se han realizado de acuerdo con teorías económicas orientadas al crecimiento que buscan “desarrollar” a los países menos desarrollados (PMD) generando y manteniendo un aumento del producto nacional bruto (PNB) del país. Muchos de los que trabajan para promover el crecimiento del PNB lo hacen con la esperanza y la expectativa de que al hacerlo se logrará una disminución de la pobreza económica. Se espera que los aumentos del PNB del país “se filtren” hacia los pobres en forma de empleos y otras oportunidades económicas o que creen la VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 21 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER El entorno económico y social necesario para una amplia distribución de los bienes sociales y materiales, que a su vez reduciría la pobreza mejorando el bienestar económico de los pobres, no obstante, aunque muchos países menos desarrollados alcanzaron sus objetivos de crecimiento del PNB en los decenios de 1950, 1960 y 1970, la vida de la gran mayoría de los pobres de esos países permaneció prácticamente inalterada y en muchos casos incluso empeoró. En los años 80 y principios de los 90, la mayoría de los países menos desarrollados dejaron de alcanzar sus objetivos de crecimiento del PNB y, en muchos casos, especialmente en África, las tasas de crecimiento del PNB se volvieron negativas. Los programas internacionales de ayuda y desarrollo no sólo no lograron aumentar el crecimiento económico, sino que tampoco mejoraron la vida de los seres humanos. Los países pobres a menudo sacrificaron los programas estatales de redistribución social y económica en su lucha por pagar las crecientes deudas extern Las necesidades de los pobres y los esfuerzos por promover el bienestar humano se consideraban secundarios al crecimiento de la economía nacional. Como observó Paul Streeten, “es el desarrollo en sí mismo el que interfiere en el desarrollo humano” (1994: 13). En respuesta a estos fracasos surgieron muchas críticas a las políticas de desarrollo. Un grupo influyente, la Escuela del Post Desarrollo, aboga por rechazar no sólo los programas de desarrollo, sino también el concepto de “desarrollo” en su totalidad (Escobar, 1984, 1995, 2000, 2007; Esteva 1985, 1987, 1998; Sengupta, 2018; Ziai, 2004, 2007, 2013). Gustavo Esteva escribió: “Ha llegado el momento de reconocer el desarrollo en sí mismo como un mito maligno… un experimento enorme e irresponsable que, en la experiencia de una mayoría mundial, fracasó miserablemente” (1985: 78). Otros, no dispuestos a tirar al bebé proverbial del desarrollo junto con el agua de la bañera de políticas fallidas, comenzaron a buscar enfoques alternativos al desarrollo centrado en el crecimiento del PNB (Nussbaum 1988; Seers, 1969; Streeten, 1981; Sen, 1979, 1985). En este clima de desastrosas intervenciones y esquemas de desarrollo centrados en el crecimiento económico a costa de unos pobres olvidados, surgió el campo de la ética del desarrollo. Denis Goulet, a quien a menudo se considera el “padre” de la ética del desarrollo (Dower, 2008: 184; Wilber y Dutt, 2010), reconoció que muchos esfuerzos realizados en nombre del desarrollo eran profundamente problemáticos. Sin embargo, se resistió al llamado de la Escuela del Posdesarrollo a prescindir por completo del concepto de desarrollo. En cambio, Goulet introdujo una distinción entre el antidesarrollo indeseable, que debería evitarse, y el desarrollo auténtico que vale la pena, que debería promoverse (1977: 189. 215). Para Goulet, el progreso genuino implica más que el crecimiento económico: requiere que las personas se vuelvan “más humanas”. Según esta perspectiva, “las sociedades son más humanas o más desarrolladas no cuando los hombres y las mujeres ‘tienen más’, sino cuando se les permite ‘ser más’. El criterio principal del desarrollo no es el aumento de la producción 22 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO o bienestar material sino enriquecimiento humano cualitativo” (Goulet, 1995: 6­7). La idea de que el desarrollo auténtico es aquel que hace que los individuos y las sociedades se vuelvan más humanos ha sido adoptada por la gran mayoría de los especialistas en ética del desarrollo y se refleja en la frase desarrollo centrado en el ser humano. El desarrollo centrado en el ser humano es promovido por el enfoque de la capacidad de desarrollo humano y el Índice de Desarrollo Humano utilizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y muchos otros. Si Goulet es el padre de la ética del desarrollo, entonces su mentor, a quien Goulet atribuye esta idea, debe ser el abuelo de la ética del desarrollo. El mentor de Goulet fue Joseph Lebret. Por lo tanto, no debería sorprender que tanto el enfoque de Goulet sobre la ética del desarrollo como el enfoque del desarrollo humano integral analizado en Populorum Progresio se centren en el desarrollo centrado en el ser humano. En cierto sentido, la ética del desarrollo como campo de estudio es más amplia que el enfoque de Goulet sobre la ética del desarrollo o el desarrollo humano integral. Como campo de estudio, no está ni puede estar comprometido con ningún conjunto particular de valores, incluida la idea del desarrollo centrado en el ser humano. Esto se debe a que la ética del desarrollo no es una visión monolítica, sino un campo de estudio, un espacio intelectual para el intercambio de ideas que puede y debe dar cabida a diversas ideas sobre lo que constituye un desarrollo ético. Por lo tanto, si bien el desarrollo humano integral y las propias opiniones de Goulet están comprometidas con el desarrollo centrado en el ser humano, el campo de la ética del desarrollo debe estar abierto a la discusión de otras posibilidades. Esto es cierto a pesar de que la gran mayoría de los especialistas en ética del desarrollo de hecho suscriben el desarrollo centrado en el ser humano. Analizar otras posibilidades y someter nuestras propias posiciones al escrutinio nos permite ser conscientes y evitar el peligro de lo que Goulet llama “posiciones filosóficas latentes y no confesadas” (1995: 18). 2. LA ÉTICA DEL DESARROLLO COMO REFLEXIÓN ÉTICA SOBRE LOS FINES Y MEDIOS DE DESARROLLO La naturaleza y el alcance de la ética del desarrollo se han definido como una reflexión ética sobre los fines y los medios del desarrollo2 . Cuando consideramos 2 Muchos investigadores han abordado directamente cuestiones sobre el alcance y la naturaleza de la ética del desarrollo (entre ellos Crocker, 1991, 2008; Dower, 2008; Drydyk, 2011, 2016; Drydyk y Keleher, 2018; Esquith y Gifford, 2010; Gasper, 2004; Goulet, 1971, 1995, 2006; Keleher, 2017; Schwenke, 2009; y muchos otros). Analizar estas contribuciones excede el alcance de este ensayo, pero considero que mi presente contribución es complementaria y no competitiva con estos esfuerzos existentes. VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 23 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER Cuando nos preguntamos qué es lo que en última instancia tratamos de lograr, nos preguntamos: ¿qué es lo que en última instancia tratamos de lograr? No debería sorprender que esta cuestión del fin último del desarrollo se debata en el marco de la ética del desarrollo. Entre los candidatos a ese fin último se encuentran no sólo el “ascenso humano” que defendían Lebret y Goulet, sino también el crecimiento económico, la modernización, las necesidades básicas, la felicidad, el bienestar, la libertad, el empoderamiento, la capacidad de acción, las capacidades (u oportunidades), la participación democrática y muchos otros. Como especialistas en ética del desarrollo, reflexionamos sobre estos objetivos finales, por qué los valoramos (o podríamos valorarlos), si deberíamos perseguirlos y, en tal caso, cómo. Por ejemplo, como se mencionó anteriormente, muchos consideran que aumentar el crecimiento económico (PNB) de un país menos desarrollado es el fin último del desarrollo; supongamos que ese es nuestro objetivo final3 . ¿Por qué podríamos valorar un PNB alto o en crecimiento? Un PNB alto no necesariamente hace que la gente esté mejor. El PNB es una medida agregada que no nos dice nada sobre cómo se distribuye la riqueza y, por lo tanto, no puede dar cuenta de las desigualdades de riqueza dentro de un país. Podemos imaginar fácilmente a dos personas necesitadas con una calidad de vida comparable: una viviendo en un país con un PNB alto y la otra en un país con un PNB bajo. Algunos economistas pueden argumentar que quienes viven en países con PNB altos tienen más probabilidades de tener una mejor calidad de vida. Otros pueden instarnos a considerar el crecimiento del PNB más otra medida económica (el coeficiente de Gini) que apunta a reflejar la distribución de la riqueza dentro de un país. Pero incluso si se concede una mayor probabilidad de una mejor calidad de vida y una distribución más equitativa de la riqueza, sigue siendo cierto que la riqueza no puede garantizar la calidad de vida. Imaginemos a una persona que tiene riqueza y debe gastar la mayor parte de ella en tratamientos médicos caros, o a una mujer que tiene un estilo de vida relativamente opulento, pero a la que no se le permite aprender a leer, tiene poca o ninguna voz en lo que viste, o adónde va, o con quién se casa (y no por casualidad con quién tiene relaciones sexuales). En un sentido real, esta mujer no disfruta de una calidad de vida adecuada. Parece que un PNB alto o creciente, en el mejor de los casos, refleja una probabilidad de que tengamos acceso a la riqueza y que la riqueza, en el mejor de los casos, refleja una probabilidad de que tengamos una mejor calidad de vida, e incluso entonces, tenemos una mejor calidad de vida no porque tengamos riqueza, sino por lo que somos capaces de hacer con ella. Por lo tanto, el PNB y la riqueza son, en el mejor de los casos, valiosos desde el punto de vista instrumental . Nuestras reflexiones sobre el PNB como fin del desarrollo revelan que no hay nada intrínsecamente valioso en tener un PNB alto o creciente. Una vez que 3 Para una evaluación en profundidad de los fines y medios del enfoque del crecimiento económico y del enfoque de las capacidades para el desarrollo humano, véase Keleher, 2007, capítulos 1 y 2. Para una evaluación muy breve de los fines y medios finales del (1) crecimiento económico, (2) enfoque utilitarista, (3) enfoques contemporáneos de felicidad y (4) el enfoque de capacidades para el desarrollo humano, véase Keleher, 2014. 24 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO Entendemos que la riqueza es meramente valiosa desde el punto de vista instrumental, pero podemos decidir buscarla, pero con la comprensión de que lo hacemos como un medio que, en el mejor de los casos, puede aumentar la probabilidad de obtener lo que realmente valoramos. Aunque el campo de la ética del desarrollo debe permanecer abierto a la reflexión y al debate sobre diversos candidatos para el fin último del desarrollo, estas reflexiones sugieren firmemente que Lebret y Goulet tienen razón y que mejorar las vidas de los seres humanos es un fin intrínsecamente valioso del desarrollo. (No es fácil decir que mejorar las vidas de los seres humanos es el único fin del desarrollo, ya que las vidas no humanas y el resto del medio ambiente también son valiosas). Una vez que identificamos el objetivo final del desarrollo, debemos preguntarnos también cuáles son los medios para alcanzarlo. ¿Cómo nos aseguramos de que sean eficaces y, por lo tanto, éticos? ¿Invertimos en empresas, abrimos mercados, introducimos tecnología, trabajamos para proporcionar atención sanitaria o educación o protección política y legal? Una vez identificados los medios, estos se convierten en objetivos intermedios, que son pasos hacia nuestro objetivo final. Por lo tanto, debemos preguntarnos cuáles son los medios eficaces y éticos para alcanzar los medios. En otras palabras, ¿cómo alcanzamos los objetivos intermedios sin perder de vista el objetivo final? ¿Ofrecemos programas de microcrédito a empresas dirigidas por mujeres, incentivamos el desarrollo y la introducción de nuevas tecnologías para la energía sostenible, proporcionamos subsidios para la atención sanitaria a los menos favorecidos, creamos programas de educación bilingüe para ayudar a las minorías lingüísticas a integrarse mejor en la economía y la sociedad, trabajamos para aprobar leyes que garanticen el reconocimiento de las familias migrantes? Al considerar estas cuestiones, podemos identificar más objetivos intermedios y más medios para alcanzarlos. En cada paso del proceso de desarrollo nos enfrentamos al desafío de considerar las dimensiones éticas de nue Supongamos que nos planteamos como meta final desarrollar una vida más humana para cada persona y una sociedad más humana para todos. Si ésta es nuestra meta, entonces no es bueno promover el acceso a los mercados si ello implica explotar a los trabajadores y violar los derechos humanos, porque la explotación no nos hará más humanos como individuos o como sociedad (aunque un mayor acceso a los mercados aumente el crecimiento del PNB y genere riqueza). Al considerar los medios, también debemos considerar quién es responsable de implementar, supervisar y financiar los proyectos de desarrollo locales e internacionales, y los objetivos a corto plazo que esperamos nos permitan alcanzar nuestros objetivos de orden superior. Debemos plantearnos preguntas sobre cómo los forasteros de una cultura pueden trabajar con los de dentro de una manera verdaderamente humana (Crocker, 2006). Por lo tanto, hay innumerables áreas para la reflexión ética sobre cómo entender e implementar los fines y los medios del desarrollo. VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 25 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER 3. CUATRO NIVELES DE REFLEXIÓN ÉTICA Existen diferentes niveles de reflexión y discurso ético que son La ética es útil para abordar los fines y los medios del desarrollo. Los filósofos suelen identificar tres áreas o niveles distintos: la metaética, la ética normativa y la ética práctica o aplicada (Cavalier, 2003; Fieser, 2017). Además de estos tres dominios bien establecidos de reflexión ética, considero que quienes trabajan en el ámbito del desarrollo encontrarán fructífero considerar una cuarta dimensión: la ética personal o integral. Explico cada uno de estos niveles a continuación. • La metaética considera cuestiones de orden superior sobre el valor, el significado de los conceptos y cualquier verdad universal sobre la ética, entre ellas: ¿qué es el bien? ¿Qué es la buena vida o la buena sociedad? ¿La libertad es intrínsecamente valiosa? ¿Existen deberes morales? ¿Qué es el desarrollo (frente al antidesarrollo)? ¿Qué significa ser más o menos humano? ¿Cómo se relaciona la ética con Dios, si es que se relaciona? Y en este nivel se discuten muchas otras cuestiones metafísicas. • La ética normativa se ocupa de los principios u otras acciones que guían el contenido o las normas de la conducta moral. El imperativo categórico de Immanuel Kant: “Nunca debemos tratar a la humanidad, ya sea en nosotros mismos o en otra persona, meramente como un medio, sino siempre como un fin”, y la fundamentación del utilitarismo de Jeremy Bentham: “Debemos aprobar o desaprobar cada acción según la tendencia que parezca tener para aumentar o disminuir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión” son dos ejemplos destacados del tipo de teorías que se encuentran en este nivel. • La ética aplicada o práctica considera cuestiones o ámbitos más específicos de la acción humana de manera que genere directrices o posiciones específicas sobre cuestiones específicas. Por ejemplo, el ámbito de la ética médica, o la cuestión específica de si el suicidio asistido por un médico es moralmente permisible o no. Del mismo modo, la ética agrícola, o la cuestión específica de si es moralmente permisible o no utilizar insumos agroquímicos que generan mayores rendimientos, pero socavan la sostenibilidad y pueden tener implicaciones a largo plazo para la salud humana. • La ética personal o integral es el nivel en el cual nosotros como individuos debemos considerar las dimensiones morales de nuestras acciones particulares como parte individual de los diversos ámbitos de la vida en los que participamos. 26 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO Añado este punto a la lista estándar de tres niveles o dominios de la ética porque creo que es útil reconocer explícitamente que cada uno de nosotros debe considerar deliberadamente sus propias acciones particulares y cómo integramos las decisiones que tomamos en las distintas esferas de nuestra vida para poder vivir con integridad. Creo que hasta ahora se ha evitado el debate en este nivel porque sería imprudente, aunque no imposible, tratar de desarrollar una estrategia autoritaria que sirva para todos y que se utilice para abordar las dimensiones morales de nuestras acciones particulares como parte individual de los distintos ámbitos de la vida en los que participamos. Al mismo tiempo, decir simplemente “depende de la persona y de su situación” deja la puerta abierta a un relativismo peligroso. Publicar trabajos en este nivel será difícil y la mejor manera de abordarlo es identificando qué preguntas deberían plantearse las personas, en lugar de emitir órdenes rígidas que se apliquen a todos y que siempre se deban seguir independientemente de las circunstancias particulares de cada individuo. Sin embargo, participar en este nivel de indagación ética es de vital importancia, ya que nos permite pensar críticamente sobre cómo podemos integrar nuestra comprensión de la realidad con nuestras conductas cotidianas. Por ejemplo, no sólo debemos considerar si el suicidio asistido por un médico es moralmente permisible o no, sino también nuestras acciones particulares: ¿cómo puedo ayudar mejor a mi amigo Alex, que padece una enfermedad terminal y quiere la ayuda de un médico para suicidarse? O pensemos en un agroeconomista que trabaja para una gran empresa de desarrollo que no siempre busca promover la sostenibilidad y, sin embargo, cree personalmente que la sostenibilidad debería ser una prioridad en las intervenciones de desarrollo. ¿Cómo puede integrar mejor sus creencias? Esta cuarta dimensión tiene implicancias significativas para el ascenso humano. Nuestras consideraciones en cada nivel pueden ser seculares o religiosas y estarán influidas por las percepciones generadas en otros niveles. Los niveles de orden superior son ontológicamente anteriores en el sentido de que las creencias sostenidas en niveles superiores tienden a ser más profundas y, por lo tanto, prevalecerán sobre las creencias de nivel inferior a la hora de tomar decisiones. Pero las creencias de orden superior aún pueden ser moldeadas por experiencias, incluidas las experiencias de razonamiento sobre creencias de orden inferior. De hecho, a menudo nos vemos provocados a agudizar nuestras creencias abstractas de orden superior por nuestras experiencias concretas. Consideremos los siguientes dos ejemplos de situaciones particulares que provocan la reflexión sobre creencias de orden superior y, finalmente, resultan en acciones basadas en dichas creencias: 1. Pensemos en Alex, que quiere la ayuda de un médico para suicidarse. La forma en que tratamos de ayudar a Alex podría reflejar la posición que tiene el médico. VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 27 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER El suicidio asistido no es moralmente permisible, lo que a su vez podría estar fundamentado en la idea de que el suicidio asistido por un médico viola el imperativo categórico porque utiliza al médico (o a nosotros mismos) como un medio para poner fin a nuestro propio sufrimiento, lo que, finalmente, está fundamentado en nuestra comprensión de orden superior de que el bien para los seres humanos es simplemente lo que Kant llama actuar por buena voluntad. 2. Pensemos en un agroeconomista que personalmente da prioridad a la sostenibilidad en sus intervenciones para el desarrollo, pero trabaja para una empresa que no siempre lo hace.4 ¿ Cómo trabaja en esa empresa con integridad? Podría decidir tratar de garantizar que los proyectos en los que trabaja personalmente sean sostenibles, o expresar respetuosamente su opinión de que los proyectos no sostenibles son contrarios al desarrollo cuando tenga ocasión de hacerlo. De esta manera, su comportamiento personal reflejará su creencia de que promover prácticas agrícolas no sostenibles en el desarrollo es inmoral, lo que podría estar basado en una noción religiosa de que toda la creación es sagrada y que las personas tienen dominio sobre el mundo, es decir, se supone que deben cuidarlo, lo que a su vez puede estar basado en una comprensión del bien como actuar de acuerdo con la voluntad de Dios. Obsérvese que en ambos ejemplos hay varias maneras en las que una persona puede integrar sus creencias morales generales con sus acciones particulares. Por ejemplo, dependiendo del contexto y los detalles de la situación, puede tener más sentido que el agroeconomista deje su trabajo, o que inicie un grupo de trabajo sobre sostenibilidad dentro de la empresa, o que tome algún otro camino. La conveniencia y viabilidad de estos caminos dependerá de sus opciones, responsabilidades y capacidades personales particulares. Por lo tanto, si vamos a ser agentes eficaces del desarrollo, entonces necesitamos prestar más atención a los cambios en la economía. Se presta atención a los desafíos particulares que cada uno enfrenta a nivel individual o integral, no porque podamos generar un sistema único para todos, sino para cultivar nuestra comprensión de las cuestiones morales y nuestra capacidad de reconocer y navegar en situaciones únicas. Reconocer que cada uno de nosotros puede encontrarse en situaciones únicas, o que diferentes personas o grupos en situaciones casi idénticas pueden obtener mejores resultados si toman acciones diferentes, o que diferentes personas pueden basar su comportamiento ético en diferentes entendimientos (seculares y religiosos) de la 4 Las personas que viven en la pobreza se enfrentan a menudo a diversas situaciones debido a su limitado acceso a recursos y oportunidades. He decidido destacar el ejemplo de una persona privilegiada, que probablemente sea similar a quienes probablemente lean este artículo, con la esperanza de que los lectores se sientan identificados con el ejemplo. 28 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO El bien no implica relativismo moral. Podemos admitir la diversidad de valores y funciones en los individuos y un sano pluralismo de ideas sin abrir las puertas al relativismo. Como dijo el Papa Juan Pablo II: “Los pueblos o naciones también tienen derecho a su pleno desarrollo, que… debe incluir también la identidad cultural individual… Ni siquiera la necesidad de desarrollo puede ser utilizada como excusa para imponer a otros el propio modo de vida o las propias creencias religiosas” (1987). La ética del desarrollo proporciona un espacio interdisciplinario e intelectual para la reflexión y el análisis de nuestros valores, funciones e ideas de una manera rigurosa e informada que nos permita definir un pluralismo saludable y rechazar valores insostenibles, funciones nocivas y creencias falsas. Este espacio está lleno de herramientas útiles para la reflexión ética, así como de ideas que son el resultado de esas reflexiones (por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), un índice multidimensional que intenta medir lo que las personas pueden ser y hacer, y que ha reemplazado las evaluaciones del PNB en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Al reflexionar sobre los valores que sustentan esas opciones y hacerlos explícitos, reconocemos que el desarrollo es un proceso inherentemente cargado de valores y no simplemente una ciencia positiva de ecuaciones matemáticas. Cuando tomamos decisiones en economía del desarrollo que resultan en la mejora de algunas vidas, pero no de otras, o incluso a costa de otras, estamos tomando decisiones morales. Elegir no reconocer las dimensiones éticas de las empresas económicas es hacer una elección moral. Los aspectos normativos del desarrollo económico y la necesidad de una reflexión ética existen, los reconozcamos o no. Los especialistas en ética del desarrollo trabajan para comprender los aspectos éticos del desarrollo, incluidas las ideas y políticas que finalmente rechazamos, de modo que podamos participar en un desarrollo auténtico y evitar el antidesarrollo. Un ejemplo notable de un intento de identificar el desarrollo auténtico es la lista de Jay Drydyk de los “siete valores del desarrollo” ((1) Bienestar, (2) Equidad/Igualdad, (3) Participación/agencia/empoderamiento, (4) Sustentabilidad, (5) Derechos Humanos, (6) Libertad Cultural y (7) no involucra corrupción), que según él reflejan un desarrollo auténtico, es decir, un desarrollo que nos hace más humanos (Drydyk, 2011, 2016). En otras palabras, el trabajo secular de Drydyk en ética del desarrollo (que ha dado forma al próximo Manual de Routledge para la Ética del Desarrollo, 2018) se esfuerza por lograr el mismo tipo de desarrollo que defienden Goulet, Lebret y el desarrollo humano integral de la Populorum Progressio del Papa Pablo VI. Por lo tanto, la ética del desarrollo puede informar de manera útil a quienes (seculares y religiosos) trabajan para promover el desarrollo humano integral. VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 29 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER 4. DESARROLLO HUMANO INTEGRAL La encíclica más duradera del Papa Pablo VI, Populorum Progressio (1967), hace una valiosa contribución a la ética del desarrollo. desarrollo del pueblo La noción de desarrollo humano integral recibe una atención considerable de los estudiosos de la Iglesia ( Sollicitudo rei sociales de Juan Pablo II y Caritas in veritate de Benedicto XVI , así como el número actual de Veritas para el que se escribió este ensayo, están todos dedicados al tema de la Populorum progressio). Sin embargo, muchos que trabajan en el ámbito de la ética del desarrollo aún tienen que estudiar y, por lo tanto, apreciar plenamente esta contribución. Sospecho que esto se debe a que hay sospechas en ambos lados de una (percibida) división secular­religiosa. Por lo tanto, muchos católicos familiarizados con la encíclica suelen discutirla sólo con otros católicos. Tal vez suponen que los no católicos no podrán apreciar (plenamente) la encíclica. Del mismo modo, muchos especialistas en ética del desarrollo seculares o no católicos que han oído hablar de la encíclica pueden tener la creencia (ya sea consciente u opaca) de que la sabiduría de la Populorum progressio y el desarrollo humano integral debe considerarse sabiduría sólo si se es católico. De manera similar, los estudiosos católicos pueden evitar la literatura sobre ética del desarrollo, porque suponen que está llena de teorías incompletas (es decir, teorías a las que les falta la pieza divina del rompecabezas). Sin embargo, creo que estas dos tradiciones tienen mucho que ofrecerse mutuamente. Ya he demostrado que quienes trabajan en el desarrollo humano integral tienen buenas razones para estar interesados en los métodos, herramientas e ideas de la ética del desarrollo. En el espacio restante hago algunas observaciones sobre el desarrollo humano integral y cómo puede ser de utilidad para quienes trabajan en la ética del desarrollo. Según la Populorum Progressio: “El desarrollo no puede limitarse al mero crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser completo: integral, es decir, debe promover el bien de cada hombre y de todo el hombre” (14). Así, el desarrollo humano integral sostiene que el desarrollo que nos permite ser más humanos debe ser integral al menos en dos sentidos. En primer lugar, el desarrollo debe ser el desarrollo de la persona en su totalidad, no sólo el desarrollo monetario o el económico entendido de manera estrecha, sino también el social, político, creativo, espiritual, etc. Este aspecto del desarrollo humano integral se capta bien en el enfoque de la capacidad (secular) para el desarrollo humano, que es frecuentemente defendido por los especialistas en ética del desarrollo y entiende la pobreza como una falta de oportunidades para ser y hacer las cosas necesarias para el florecimiento humano (Sen, 1979, 1985, 2001; Nussbaum, 2001, 2011). La segunda forma en que el desarrollo humano integral es integral es que requiere el desarrollo de cada persona. La mayoría parece entender que esto significa que las personas que trabajan en el desarrollo deben tratar de ayudar a cada persona pobre. Pero el desarrollo humano integral es más radical que eso. 30 VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) Machine Translated by Google HACIA UNA ÉTICA INTEGRAL DEL DESARROLLO HUMANO Esta interpretación puede adaptarse. El desarrollo humano integral requiere en realidad el desarrollo de cada persona, ya sea un campesino marginado o una élite poderosa. Los fundamentos filosóficos del desarrollo humano integral requieren no sólo que los pobres sean aliviados de su pobreza, sino que los pobres y los ricos permanezcan juntos en una relación de solidaridad como miembros de la familia humana. Esta solidaridad se basa en un reconocimiento mutuo de la dignidad humana, que implica que todos los seres humanos son inherentemente valiosos y merecen florecer. Desde dentro de esa relación de reconocimiento, es claro para aquellos que tienen una abundancia de recursos que deben utilizar esos recursos para el bien de todos. Como escribió Pablo VI, "Esto exige gran generosidad, mucho sacrificio y un esfuerzo incesante por parte de los ricos" (1967). De esta manera, tanto el individuo como la sociedad se vuelven más humanos. Este enfoque en la solidaridad y el desarrollo de todas las personas se refleja en la comprensión de Goulet de la Desarrollo auténtico. De lo expuesto anteriormente se desprende claramente que la ética del desarrollo tiene mucho que ofrecer a quienes desean promover el desarrollo humano integral y viceversa. También es obvio que tanto las personas seculares como las religiosas pueden beneficiarse del campo abierto y pluralista de la ética del desarrollo y contribuir a él. Como el desarrollo humano integral nació de la tradición más amplia de la Iglesia Católica, es menos obvio que las personas seculares y religiosas puedan practicarlo. Sin embargo, de la comprensión básica del desarrollo humano integral se desprende que todas las personas pueden y deben practicarlo. El desarrollo humano integral tiene raíces profundas en la Iglesia Católica, pero su propia estructura filosófica exige que vaya más allá de la Iglesia: “No se trata sólo de eliminar el hambre, ni siquiera de reducir la pobreza. La lucha contra la miseria, aunque urgente y necesaria, no es suficiente. Se trata, más bien, de construir un mundo donde cada hombre, sin importar su raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana” (Pablo VI, 1967). El trabajo realizado en el marco del desarrollo humano integral, incluidos, entre otros, los documentos oficiales de la Iglesia Católica, puede enriquecer significativamente el trabajo en materia de ética del desarrollo. Creo que el desarrollo humano integral ofrece una promesa especial para mejorar el cuarto nivel de reflexión ética que analizamos anteriormente, que se ocupa de cómo los individuos integran sus valores y creencias de orden superior a medida que abordan los problemas morales que se encuentran en circunstancias particulares. posturas. La ética del desarrollo es un campo de estudio interdisciplinario basado en la reflexión ética sobre los fines y los medios del desarrollo. En la medida en que ofrece perspectivas sobre el desarrollo humano, el trabajo sobre el desarrollo humano integral es parte de la ética del desarrollo. Pero la ética del desarrollo debe ir más allá. VERITAS, Nº 37 (Agosto 2017) 31 Machine Translated by Google CAMIÓN KELEHER Más allá del desarrollo humano integral, para analizar otras ideas sobre el desarrollo. El desarrollo humano integral ha sido promovido y fomentado por la Iglesia Católica. Sin embargo, incluso según la descripción de la Iglesia, el desarrollo humano integral debe ir más allá de la Iglesia. Por lo tanto, se debe alentar a los especialistas en ética del desarrollo secular y religioso a que se comprometan con la tradición del desarrollo humano integral. Sin embargo, el desarrollo humano integral también debe ir más allá de lo que se considera típicamente como el alcance del desarrollo o ampliar la ética del desarrollo para reconocer el desarrollo humano como “la construcción de un mundo donde cada [persona]… pueda vivir una vida plenamente humana”. Es de esta manera que estos dos campos están relacionados, pero cada uno tiene un propósito distinto. No debería sorprendernos demasiado el parecido familiar que comparten estas tradiciones distintas. Después de todo, Louis­Joseph Lebret es un antepasado común. Aunque la ética del desarrollo debe ir más allá del desarrollo humano integral y el desarrollo humano integral debe ir más allá de la ética del desarrollo, creo que existe suficiente terreno común para hablar inteligentemente sobre el desarrollo de un subcampo, la “ética del desarrollo humano integral”, y trabajar hacia el mismo. Quienes trabajan en este ámbito harían bien en aceptar el desafío de Denis Goulet: “hacer la economía más humana y mantener viva la esperanza frente a la aparente imposibilidad de lograr el desarrollo humano para todos” (1997: 1160). REFERENCIAS ­Iglesia Católica. (1967). Carta encíclica (Populorum progressio) de Su Santidad el Papa Pablo VI. Londres: Catholic Truth Society. ­Iglesia Católica (1987). Carta encíclica (Preocupación Social) de Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Londres: Catholic Truth Society. ­Iglesia Católica (2007). Carta encíclica (Caritas in Veritate) de Su Santidad el Papa Benedicto XVI. 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