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OM-03-01-HOMENAJE AL MAESTRO PETAR DEUNOV COMPLETO WEB

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV
HOMENAJE AL MAESTRO
OM-3
INTRODUCCION
En 1998 ya hicimos una primera entrega de la traducción del libro : HOMENAJE AL MAESTRO – PETAR DAUNOV - luego se nos
perdieron los originales y no podíamos hacer mas copias. Ahora
después de haberlo repasado y corregido una vez mas, hemos vuelto a
reproducirlo de nuevo para los hermanos y hermanas.
En algún sitio esta escrito, “Por sus obras, por sus hechos los
conoceréis” Que mejor ejemplo nos da el Maestro OMRAAM
MIKHAËL AÏVANHOV, con estos relatos de vivencias, devoción,
amor y respeto manifestados en el transcurso de toda su vida, ya sea
mientras estuvo a su lado, como por obediencia a su Maestro cuando
viajo a Francia y a allí seguir bajo sus instrucciones, la Enseñanza de
la Gran Fraternidad Blanca Universal.
Cuando el Maestro llegó a Francia, llevaba consigo un cuaderno de
pensamientos de su Maestro. Así pues antes de iniciar una
conferencia, la hermana de turno, le entregaba una hojita escogida al
azahar y sobre el tema escrito desarrollaba toda la conferencia,
algunas duraban hasta tres horas.
Luego con el tiempo, el mismo fue escribiendo sus propios
pensamientos que los iban alternando con los de su Maestro antes de
iniciar una conferencia. Pero lo mas extraordinario de las conferencias
del Maestro, me explicaba la hermana Hugette del Centro Izgrev en
Paris; El Maestro recordaba todas las conferencias que había
pronunciado con todos sus temas. De tal manera que si tenia que
pronunciar una conferencia de un tema del que ya había hablado, lo
que hacia es recordar que cosas no había dicho en aquella conferencia
para poderlas añadir en la nueva. Y lo más importante, nunca se
contradijo en ninguno de sus temas.
A nadie cabe la menor duda que el Maestro, vino para una gran
Misión, Misión que nadie hasta la fecha esta en condiciones de poder
explicar en detalle pues son temas que nos sobrepasan. Pero si no nos
quepa ninguna duda que lo ha desvelado todo a través de sus
conferencias, recordándonos aquel mensaje de “Antes de fin de Siglo,
todo debe ser desvelado”.
El Maestro dijo una vez que PETAR DANOV, había venido para el.
Como para prepararle el camino, como sucedió con Juan y Jesús.
Pero el Maestro decía también que PETAR DANOV, poseía una
facultadas y poderes que el no tenía. Esto parece difícil de entender. Y
no lo es. Cuando un gran alpinista desea coronar una cumbre, no se
sirve de los Sherpas del lugar?, que son quienes mejor conocen los
peligros de los terrenos que ellos ya conocen, pero dejan que otros
quizás mejor preparados para otras cosas hagan el tramo final!! Y
cual ha sido el tramo final… 5 mil conferencias entre escritos,
grabaciones y videos en un idioma armonioso de fácil expresión y
mundialmente conocido.
La gran clarividente VANGA de nacionalidad Búlgara, dijo una vez a
unos hermanos Búlgaros que Petar Danov había estado siempre dentro
del Maestro para guiarlo.
El Maestro conoció grandes Maestros en el transcurso de sus viajes,
pero a todos dijo que su Maestro era PETAR DANOV. Un ejemplo a
imitar.
Que el AMOR del Maestro os acompañe. ACT
Centre
OMRAAM
Institut Solve et Coagula
Reus
www.omraam.es
Primer Centro
De difusión de la obra
Del Maestro OMRAAM
En lengua Española
HOMENAJE AL MAESTRO
PETER DEUNOV
por
OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV
COLECCIÓN IZVOR Nº 200
Octubre de 1996
OM-03
OFRECEMOS A TODOS LOS HERMANOS DE LA GRAN FRATERNIDAD BLANCA UNIVERSAL DE HABLA
ESPAÑOLA LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO
"HOMENAJE A MI MAESTRO".
EL MAESTRO OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV NOS HABLA DE SUS EXPERIENCIAS COMO DISCIPULO
AL LADO DE SU MAESTRO, PETAR DEUNOV, EN LOS AÑOS DE SU JUVENTUD EN BULGARIA.
Traducido y realizado por
Centre OMRAAM
Institut Solve et Coagula
Reus
RESUMEN BIOGRAFICO
del Maestro
PETER DEUNOV
12 Julio 1864 - 27 Diciembre 1944
1888: Viaja a los Estados Unidos, donde realizará estudios de Teología y Medicina en la Universidad de
Madison (Wisconsin)
1895: Retorna a Bulgaria
1900: Primeros discípulos
1917: Primer encuentro con el hermano Mikhaël Aïvanhov
1922: Apertura de la Escuela, que va a existir hasta el año 1944
“ Lo más remarcable del Maestro Peter Deunov, lo que hacía de él un ser
absolutamente aparte, era la vida espiritual que emanaba de él lo que, como
rayos de luz, venía a penetrarnos. Pues la radiación que produce un ser de una
gran vida espiritual es algo vivo, un mundo habitado de entidades muy puras que
impregna a todos los que se le acercan y hace un trabajo sobre ellos.
Muchos creen que lo esencial de un Maestro es su palabra, la sabiduría
que trasmite, y que si no dice nada, no aprenden nada. Pues bien, eso es un error,
incluso si no habla, la radiación que emana de él os comunica alguna cosa de su
luz y de su fuerza. Esto es lo que yo comprendí al lado de mi Maestro. Lo más
importante, no era la enseñanza que nos trasmitía con su palabra, sino la
vibración intensa de su espíritu que penetraba en nosotros.” O.M.A.
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“Un Maestro es como ave que viene a cantar cerca de vosotros, para guiaros
en camino que conduce al castillo encantado. Cuando ya no exista el riesgo de
perderos, esta ave podrá entonces volar lejos de vuestro lado”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Si supieseis cuan grande fue mi alegría y hasta qué punto estuve
maravillado cuando encontré al Maestro, no os lo creeríais! Por entonces yo
era muy pobre, sólo tenía una cama, un violín y unos cuantos libros. Durante
semanas me iba a las montañas para leer y meditar, y de vez en cuando me
buscaba algún trabajo para ganar algún dinero... Si vierais los vestidos y los
zapatos que llevaba en aquella época! . .. Pero el hecho es que me sentía muy
feliz e inmensamente rico, al saber que mi Maestro existía. Tenía la sensación
de que en mi mente y en mi corazón residían todos los tesoros del universo.
¡Tener un Maestro! Vosotros aún no os dais cuenta de lo que esto significa,
pero yo sabía que, gracias a El, podía tener el Cielo y la tierra, y podría llegar
a realizar todo aquello que deseaba con más fervor.
Por desgracia, son muy pocos aquellos que intuyen lo que puede
representar un Maestro para orientar1es en su destino, con todo lo que su
presencia puede rectificar, mejorar y armonizar en sus vidas. Para muchos,
tener un Maestro no es algo que les motive mucho, pues saben que con él no
podrán estar tranquilos: El Maestro les hará ver sus carencias y el peligro que
encierran los caminos que transitan a menudo, con lo cual, evidentemente, se
van a sentir un poco frenados y esto es algo que no les gusta. Es lástima que sea
así, pues ellos ignoran que dicha actitud les va a traer sufrimientos y
1imitaciones mucho mayores que los que tendrían que soportar al seguir los
consejos de un Maestro. En cuanto a mí, desde muy jóven sentí que tenía
necesidad de un Maestro, y esto es lo que me ha salvado.
Yo tenía diecisiete años, cuando encontré al Maestro Peter Deunov. Por
entonces vivía en Varna, a la orilla del mar Negro. El hecho de haber1e
encontrado allí se debió a las muchas intrigas del clero de la Iglesia ortodoxa,
que había influenciado al gobierno para que obligara al Maestro a dejar la
capital, Sophia, donde se había instalado. Así que fué exilado a la ciudad de
Varna, cerca de la cual había nacido y donde había vivido ya por largo tiempo.
El Maestro era hijo de un pope de la Iglesia ortodoxa búlgara. Su padre,
naturalmente, hubiera deseado que él se hubiera convertido también en un
sacerdote, pero el Maestro se negó a hacerlo. El conocía muy bien este
ambiente del clero, su mentalidad, sus preocupaciones, y era algo que no le
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atraía en absoluto. Por otra parte, él hubiera podido convertirse en un pastor
protestante, pues desde joven había estudiado en una escuela búlgara
protestante y más tarde había continuado sus estudios de Teología -y también
de Medicina-, en los Estados Unidos. A su regreso, le ofrecieron un cargo en la
Iglesia evengé1ica, que también rehuso aceptar, puesto que tenía la certeza de
que su vocación iba por senderos muy diferentes.
Cuando el Maestro empezó a dictar las conferencias y a reunir algunos
discípulos en su entorno, el clero de la Iglesia ortodoxa reaccionó
inmediatamente en su contra. ¿Por qué? Oh! es muy sencillo. En todos los
tiempos y en todas las religiones el clero ha afirmado que nada bueno puede
hacerse por fuera de las
Iglesias oficiales. Ahora bien, si las Iglesias
cumplieran verdaderamente con su papel, no habría nada que reprochar1es;
Pero muy a menudo ellas no hacen otra cosa que mantener a sus fieles dentro
de unas ideas demasiado estrechas y 1imitadas. En efecto, ¿Qué es lo que les
exigen? Tener fé, asistir regularmente a los oficios, entonar algunos cánticos,
escuchar sermones que suelen ser bastante aburridos ... Y eso es todo! ¿Cómo
puede pensar una Iglesia que basta con esto para transformar a sus fieles y
acercarlos a Dios? Pero acaso ¿Se quiere realmente transformar1es y
e1evar1es hasta Dios? Incluso dentro del clero, ¿Cuantos hay que den ejemplo
de una vida verdaderamente sacrificada y acorde con los sagrados principios
de su religión?
Poco a poco, la persona del Maestro y su actividad se fue convirtiendo
en un reproche vivo y directo para los obispos, como si les dijese: "Hasta donde
os habéis alejado de las verdades de los Evangelios!, hasta qué punto vuestra
vida es distinta de lo que ha enseñado Jesús! Debéis pues corregiros!" Pero, en
lugar de aceptarlo, ellos acusaron al Maestro de ser un hereje, un falso profeta.
Si él se hubiera 1imitado a llevar una vida mediocre, sin duda le
hubieran dejado tranquilo, pero él prefirió seguir las huellas de Cristo y por eso
le persiguieron. Después de un tiempo, los obispos se aliaron con algunos
miembros del gobierno para enviar1e al exilio. Pero esta conducta de los
obispos fue la prueba más evidente de su propia debilidad. Así, el Maestro se
vio obligado a dejar Sophia y, sin hacer resistencia, se trasladó a Varna con
algunos discípulos. Esto ocurrió en el año de 1917.
Por entonces, vivía yo en una casa propiedad de mis padres que estaba
situada sin que yo lo supiera, a pocos metros de aquella que el Maestro había
habitado antes de irse a vivir a Sophia. Aún recuerdo que la calle era una de las
más curiosas de la ciudad debido a su desnivel. Cada mañana, para ir a la
escuela, tenía que subir aquella pendiente y en invierno era preciso tomar
grandes precauciones, ya que la escarcha la convertía en una verdadera rampa
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de hielo. En la misma calle, que era muy larga, se encontraba también la iglesia
a la cual había sido designado el padre del Maestro como pope. Era por esto
que había elegido allí una casa, donde el Maestro había vivido por varios años.
El exilio del Maestro a Varna constituyó para mí un feliz
acontecimiento: Gracias a esto llegaría a conocer1e y mi vida sería orientada
de una forma definitiva.
Desde el primer momento que le ví, me quedé deslumbrado. Su rostro y lo
que irradiaba de él, la paz que parecía emanar de todo su ser, la serenidad de
su porte, la delicadeza de sus gestos, su forma de moverse y de hablar, su
mirada, su sonrisa... todo parecía provenir de otro mundo. En todo él se dejaba
traslucir aquel largo trabajo de los Iniciados y los Maestros, una labor de
paciencia, tenacidad, nobleza y desinterés. Todo un mundo grandioso por su
profundidad, su riqueza y su belleza. Esto era lo que el Maestro llevaba
consigo.
Más adelante, una de las cosas que más llegó a impresionarme en el
Maestro, fue su dignidad. Pero es difícil que vosotros podáis entender bien a lo
que me refiero puesto que no se tiene una noción muy clara acerca de lo que es
la dignidad, y a veces se tiende a confundir1a con la soberbia o el orgullo. La
dignidad del Maestro era como una conciencia que él tenía de los tesoros que
Dios le había concedido, junto con la voluntad de guardarlos intactos. Sí, la
verdadera dignidad es aquel respeto a todo lo que Dios nos ha dado,
empezando por nuestro cuerpo físico, pero también por nuestro corazón,
nuestro intelecto, nuestra alma, nuestro espíritu. Cuantas veces pude constatar
estando cerca del Maestro, aquella necesidad de protegerse contra toda
mancha, bien fuera física o psíquica. Era como si él velara constantemente a fin
de salvaguardar las riquezas que llevaba consigo, para poder regresar1as en su
día al Creador, aún con mayor abundancia y esplendor.
Esta dignidad, esta respeto hacia uno mismo, era algo que él intentaba
trasmitir a sus discípulos, haciendo que tomaran conciencia de que ellos
también eran templos, tabernáculos del Eterno, por donde sólo debía pasar un
alimento puro, pensamientos, palabras y sentimientos puros. Porque aquellos
que no se preocupan por lo que entra o lo que sale de ellos y se dejan llevar sin
importar1es donde, o se prestan a pensar, decir o hacer cualquier cosa sin
mirar con quien, no pueden tener conciencia de su verdadera dignidad como
seres humanos.
Lo que voy a relataros ahora ocurrió en Varna en una visita que hice al
Maestro poco tiempo después de haber1e conocido. Fue durante la guerra de
los Ba1kanes. Esa tarde, habíamos hablado mucho y yo tenía que irme pues
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había pasado ya la hora del toque de queda. Al salir, en una esquina me
salieron al paso dos guardias a caballo que me instaron a detenerme diciendo:
"¿A donde va usted a estas horas?" "Regreso a mi casa", les respondí. "Bien,
pues antes tiene que venir con nosotros" y me vi obligado a seguir1es. Al tiempo
que caminaba tras ellos, iba pensando en el Maestro y me sentía tan feliz por la
conversación que habíamos tenido, que me importaba muy poco tener que pasar
la noche en prisión... De repente, y sin razón aparente, los guardas cambiaron
de actitud y me dijeron: "Bien, puede irse a su casa! Vamos a acompañar1e
durante un tramo del camino, para que no sea arrestado por otros guardias. Y
no vue1va a salir a estas horas!". Yo me quedé muy contento por este cambio de
actitud y, al día siguiente, ya había olvidado el incidente.
Unos días más tarde volví a casa del Maestro. Él me recibió sonriendo y
me dijo: "¿Cómo te fue la otra noche? Los guardias fueron corteses contigo,
¿Verdad? Yo les dije que te dejaran ir tranquilamente a tu casa, que eras un
buen discípulo". Después de aquello supe hasta qué punto una cosa así era algo
muy fácil para el Maestro. Él era clarividente y podía comunicarse de una
forma invisible. Aquellos que se cuestionan acerca de la realidad del
pensamiento, si este puede viajar por el espacio y si los cerebros humanos están
preparados para recibirlo, deberían reflexionar sobre hechos como este: El
Maestro se dirigió de esta forma a los guardias y les dijo "Dejadle ir, es un
buen discípulo" Y el alma de estos guardias fue obediente ante su llamada,
porque los deseos de un Maestro son órdenes para ella.
A veces, mientras estábamos hablando, el Maestro miraba al cielo y
observaba las figuras que forman las nubes. "Mikhae1, me decía, hoy por la
tarde vendrán a verme tres personas desde Sophia". "¿Cómo puede verlo,
Maestro?" "Las nubes me lo anuncian", respondía, "Ellas han venido para
avisarme". Yo ignoraba este tipo de lenguaje pero, gracias al Maestro, pude
conocer muchas cosas al respecto. Él me decía también que, observando las
nubes que cubren una ciudad, es posible conocer la calidad de sus habitantes.
Durante un tiempo, compartía mi vivienda con un amigo. Un día, al
volver a casa, me esperaba con la noticia de que habían entrado los ladrones y
se habían llevado muchas cosas, entre ellas un aparato de radioaficionado y un
reloj que eran de mi propiedad. Yo había oído decir al Maestro alguna vez que,
cuando un ladrón viene a robarnos alguna cosa, es porque de cierta forma
aquello no nos pertenece del todo. Por eso dije a mi amigo: "Si estos objetos
son verdaderamente nuestros, los recuperaremos, pero si no es así, ya podemos
olvidarnos de ellos y no hay nada que lamentar". Mi amigo era una persona
muy inteligente, pero sobretodo, estaba dotado de un gran sentido práctico, de
modo que no se tomó muy en serio mis palabras y se dirigió a la comisaría para
denunciar el robo, dejando anotados allí nuestros nombres.
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Dos días más tarde, me llamaron de la comisaría y al llegar allí me
dijeron: "Usted es un discípulo de Monsieur Deunov, ¿Verdad? Así es,
respondí, pero ¿Cómo lo habéis sabido? Por su aspecto y por la expresión de su
rostro, me respondió el Comisario. Pero, le dije, ¿Usted conoce También al
Maestro? -Sí, afirmó, le conozco y voy a contarle cómo ha sido. Y dejando a un
lado el tema del Robo prosiguió: ¡Qué feliz debe ser Usted al tener un Maestro
así! y le digo esto porque durante la guerra estuve en el frente de Macedonia.
Por entonces mi padre era el Gobernador de Varna, y había gran dificultad
para enviar o recibir cartas, de modo que estaba muy preocupado al no tener
noticias mías. Cuando supo que el Maestro Deunov estaba en Varna, fue a
visitar1e para preguntar1e si podía saber algo sobre mi paradero. El Maestro
cerró los ojos por un momento para loca1izarme y le dijo: "Ahora mismo su
hijo se halla en medio de un bosque, junto con sus compañeros y se esconden
allí para protegerse de los continuos bombardeos de aviones que están
sobrevo1ando este sitio. Ellos tienen miedo, pues saben que allí corren peligro.
.. Al lado de donde están hay un torrente de agua. .. Justo ahora acaba de caer
una bomba muy cerca de ellos. .. Su hijo está herido, pero no de gravedad. Se
salvará. Puede estar tranquilo, le aseguro que no morirá y que regresará pronto
a Varna. Vaya a esperarlo a la estación en la fecha y hora que voy a indicarle
(y le precisó con exactitud el día y la hora de mi llegada) ... É1 vendrá ese día y
le traerá como regalo un pez. Y así fue! Ya puede Usted imaginarse la alegría y
la sorpresa de mi padre al verme llegar el día señalado con un pez en la mano!"
"Más adelante, al saber que el Maestro era también un experto
frenólogo, mi padre me llevó a él para que estudiara mi cabeza, pero no
recuerdo lo que dijo, pues en aquella época yo no estaba en capacidad de
comprender las palabras del Maestro ... "
Después de aquel relato, el comisario pasó a preguntarme con detalle
sobre el robo del que habíamos sido víctimas mi amigo y yo. Me prometió que
haría lo posible por encontrar al ladrón y me dijo que volviera a casa. Lo que a
mí más me interesaba, era poder recuperar mi reloj: Se trataba de un reloj de
plata que tenía al menos cincuenta años y que había pertenecido a mi padre,
pero lo más apreciable era que indicaba también las influencias planetarias de
cada momento. Por mi parte, me había preparado un cuadro astrológico con los
cálculos apropiados, de modo que bastaba un rápido vistazo para conocer la
influencia planetaria vigente. Por ello quería recuperar aquel reloj, y así fue, en
efecto. La policía capturó al ladrón, que era un joven muy pobre. Decidí hablar
con él para conmoverle, y pedí al comisario que no lo mal tratase, puesto que
en realidad era una víctima de su paupérrima condición, del hambre y la
miseria... Mis argumentos no parecieron convencerle, pero como yo le caía
simpático por ser discípulo del Maestro Deunov, me prometió que no le harían
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daño. Al volver a casa le comenté a mi amigo: "Ya ves, la policía invisible ha
hecho un buen trabajo. Ellos sabían que aquellos objetos eran nuestros y que
este robo había sido un error." Con lo cual me abrazó lleno de alegría, puesto
que él había sido el más afectado y la mayoría de los objetos robados eran
suyos.
Años más tarde, me encontré con un conocido escritor que me pidió:
"Háblame de tu Maestro. Yo le conocí hace ya tiempo, ahora ya debe ser
bastante mayor, cuéntame lo que hace. Cuando yo estaba en el Liceo fuimos a
ver1e junto con uno de mis compañeros, pues nos enteramos de que era un gran
frenólogo y queríamos conocer nuestro futuro. Él nos recibió sonriente y se
dirigió a mí para decirme: "Tú tienes una salud delicada, pero no obstante
llegarás a ser un escritor famoso." Esto me sorprendió muchísimo, pues por
entonces sólo ambicionaba triunfar en los negocios y nunca había pensado en
escribir. En cambio, a mi compañero mas tarde se dedicaría al comercio, con lo
cual salió bastante decepcionado. Pero luego se realizó todo lo que el Maestro
nos había predicho. Así que, por favor, llévele mis respetos y diga1e que le
tengo en gran estima”.
Es verdad que el Maestro era un gran frenólogo. Durante años, antes de
consagrarse a su Enseñanza, había recorrido muchos pueblos y ciudades de
Bu1garia, con el fin de medir y estudiar el cráneo de todo tipo de individuos.
Incluso había realizado estudios frenológicos a miembros del clero! Tenía la
facu1tad de conocer a fondo a las personas, podía ver su grado de evolución,
hasta donde habían llegado y a donde podían llegar en lo sucesivo. Sí, este era
un don que él tenía, como tuve muchas ocasiones de comprobar. Pero al mismo
tiempo era muy observador. Pronto supe que tenía el hábito de observar a fondo
a quienes le rodeaban y en particular a sus discípulos. Sólo que lo hacía con la
mayor discreción, para no inquietarles. Cuando alguno le sorprendía
mirándo1e, él reaccionaba inmediatamente haciendo como si se interesase por
otra cosa. Pero cuando él estaba seguro de que alguno de nosotros no se daba
cuenta de la forma en que le observaba, entonces se podía sentir cómo si su
mirada penetrase dentro de nosotros.
A veces, al despedirnos, él me acompañaba hasta la puerta y, al partir,
me volvía para despedirme por ú1tima vez. Entonces podía ver en sus ojos que
me estaba estudiando, observando la forma en que caminaba, dándose cuenta
del efecto que me habían producido su conversación y sus palabras.. La forma
en que una persona se despide y se va, puede decirnos mucho acerca de su
estado interior.
Cuando me di cuenta de la importancia que el Maestro daba a esta
observación de los demás, comencé a mi vez a observar1es. Muchos piensan
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que para conocer a los humanos basta con hacer1es preguntas o dejarlos
hablar ... Esto es cierto en parte, pero a menudo la palabra se usa como un
camuflaje, para engañar a los demás, para obtener ciertas ventajas ... En
realidad lo que puede mostrarnos más acerca de una persona, no es tanto sus
palabras, sino una multitud de pequeños detalles en sus gestos, en su
comportamiento, en su mímica y su fisiognomía global. Pero esto es algo que la
mayoría de la gente no sabe observar, de modo que ignoran casi todo acerca de
los demás, les conocen muy poco en realidad. En cuanto al Maestro Deunov, no
hay duda de que era un observador fuera de serie.
Ahora bien, lo más admirable del Maestro, lo que hacía de él un ser
totalmente aparte, era la vida espiritual que emanaba de él y que nos penetraba
como una radiación luminosa. Cuando esto ocurre, la irradiación producida
por aquel que goza de tal intensidad espiritual es algo ciertamente grandioso,
vivificante, todo un mundo poblado por entidades de una pureza extrema, que
impregna a quienes se le aproximan y ejerce un trabajo sobre ellos.
Para muchos, lo esencial de un Maestro es su palabra, o la sabiduría que
él puede trasmitir con ella, pero esto significa que si el Maestro permanece
callado, ellos no van a aprender nada. Están en un error ya que, inc1uso al
callar, la energía que emana de él sigue comunicando algo de su luz, de su
fuerza. Bien sea de forma consciente o inconsciente, seguimos recibiendo
aquellas partículas sutiles y, si se trata de un proceso consciente, el propio
trabajo interno se verá facilitado. Esto es lo que pude comprobar al lado del
Maestro. Lo importante, más que la enseñanza que nos daba a través de su
palabra, era aquella vibración tan intensa de su espíritu, que colmaba todo
nuestro ser.
Esta es la manera como un verdadero Maestro trabaja sobre sus
discípulos. No basta con que ellos compartan sus ideas, sus convicciones, sino
que él proyecta sobre ellos la quintaesencia de su alma y de su espíritu.
Después de unos años, la materia psíquica del discípulo estará totalmente
impregnada, penetrada hasta tal punto de aquella quintaesencia de su Maestro,
que poco a poco llegará a ser como él. Un Maestro es una fuente; Un Maestro
es un lago; Un Maestro es un árbol; Un Maestro es un fruto; Un Maestro es
como el pan, como el sol. Por eso, estando a su lado, el discípulo se alimenta, se
sacia, se purifica, se ilumina ... Comprender todo esto, significó para mí una
gran riqueza. Por supuesto, no fue algo repentino, ya que era demasiado joven.
Fue un proceso que duró varios años, hasta que llegué a ser consciente de lo
que representaba la presencia del Maestro y me esforcé cada vez más en
ampliar esta consciencia cuando estaba con él, y revivir en mi pensamiento
ciertas experiencias muy valiosas que no había comprendido bien en su
momento.
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Varna tenía un gran parque al lado del mar, a donde yo iba cada mañana
para contemplar la salida del Sol. A menudo me cruzaba con el Maestro que
solía ir también allí, yo le saludaba y él me respondía llevando la mano a su
sombrero. Éramos los únicos en frecuentar aquel parque a una hora tan
temprana y tal vez se extrañó de encontrar un jovencito tan asiduo. Puede ser
que esto fuera lo que atrajo su atención sobre mí.
Un día, un hermano había invitado al Maestro a su casa, que estaba en
las afueras de Varna, cerca de los viñedos. Cuando fui a ver1e, el Maestro me
invitó a su vez para venir muy de mañana, ya que tenía la intención de subir a
las colinas, que estaban bastante lejanas, para el momento de la salida del sol.
Yo estaba tan dichoso de poder ir allí con el Maestro que casi no pude conciliar
el sueño aquella noche. Llegué así muy puntual a la cita y nos pusimos en
marcha. Por el camino, yo le hablaba, pero él no me respondía. Me sentía tan
feliz, que necesitaba hablar. Él se limitaba a mirarme y sonreía sin decir nada.
Al cabo de un tiempo, un poco decepcionado al no encontrar respuesta, fui
cayendo en la cuenta de que, en una ocasión como aquella es preferible no
hablar. Por la mañana, cuando uno va a encontrarse con el sol, hay que
prepararse interiormente para poder recibir todas sus bendiciones. No obstante,
¿Qué queréis?, al ser tan joven - yo debería tener por entonces dieciocho años-,
aún es difícil comprender todo esto, y el hecho es que me sentía tan dichoso al
poder acompañar al Maestro!
Tal como esperábamos, llegamos un poco antes de la salida del sol. El
Maestro conocía muy bien Varna, había vivido muchos años allí. Escogimos un
sitio apropiado en medio de aquellas grandes colinas y el sol empezó a salir ...
Estuvimos un buen rato mirando cómo se remontaba en el cielo. El Maestro le
contemplaba y yo estaba orgulloso como Artabán de poder estar allí, a su lado!
Hicimos luego algunos ejercicios de respiración y luego el Maestro dijo:
"Ahora debemos tendernos sobre la tierra" Esto me extrañó un poco en aquel
momento, pero él no dio más explicaciones. Con frecuencia, un Maestro actúa
de este modo, sin prevenir, sin dar explicaciones. De modo que permanecimos
un buen tiempo tendidos sobre el vientre, recibiendo el sol sobre nuestra
espalda. Más tarde supe que los rayos del sol eran muy benéficos para la
espalda, pues ella actúa como una batería que se recarga con el calor y la luz
solar.
Antes de tendernos, el Maestro había lanzado algunas piedras al aire,
una tras otra. Yo ignoraba el porqué de todo ello, pero más tarde me lo
explicó... Mientras estuvimos tendidos, el sol nos calentaba, era una sensación
deliciosa... Entonces nos fuimos ... pero no era propiamente un estado de sueño,
sino algo que se le parecía. ¿A donde habíamos ido?.. Cuando regresamos los
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dos a un mismo tiempo, yo estaba completamente maravillado, sentía como si
hubiera ocurrido algo excepcional, como si volviese de un lugar increíblemente
bello ... Pero no lograba recordar nada en concreto. Entonces el Maestro me
miró sonriendo y me preguntó: "¿Sabes dónde hemos estado? - No, Maestro,
pero me haría muy feliz si me lo dijeseis. -Has visto que antes estuve lanzando
unas piedritas: Esto era para avisar de nuestra llegada al plano causal. Es allí
donde estuvimos. Pero las entidades que nos han recibido han dicho que no era
necesario que tú recordaras lo que has visto, de modo que me visto obligado a
arrojar un velo sobre tu memoria. Con todo, ¿No es verdad que conservas una
sensación de que algo ha ocurrido? -Sí, Maestro, así es."
Acto seguido comimos un poco para restab1ecernos y descendimos la
colina. Yo sentía como si el aire vibrara de un modo diferente, como si toda la
naturaleza estuviera encantada. Fue esta la primera vez que el Maestro me
llevó consigo al plano causal.
A partir de aquel día, solía ir a menudo con el Maestro a ver la salida
del sol sobre las colinas de Varna. No podéis imaginaras la belleza de los
colores de la aurora, cuando el sol se levantaba por encima del mar Negro.
Dedicábamos largos ratos a la meditación y, cuando nos desdoblábamos, el
Maestro me conducía para que pudiera contemplar la realidad de otros
mundos. El avisaba siempre a las entidades de aquellas regiones para que nos
recibieran. Aquellos fueron momentos maravillosos.
Dentro de su enseñanza, el Maestro otorgaba un lugar muy importante al
Sol, ya que si se sabe cómo mirar al sol y trabajar junto con él, se adquiere el
verdadero poder. Todo lo que existe sobre la tierra, las piedras, las plantas, los
animales, los seres humanos, recibe la vida del sol, de su luz y su calor, pero
sólo los Iniciados y los grandes Maestros han podido comprender a fondo la
naturaleza de esta energía: Ellos han desarrollado en sí mismos los centros que
les permiten captar1a y trasformar1a de forma que a través de su vida y su
irradiación, ellos se han convertido en una verdadera bendición para todo
aquel que se les acerca.
Os preguntareis: ¿Pero cómo lo han logrado? Los Iniciados saben que la
consciencia no está 1imitada a una pequeña porción del ser y que, mediante un
trabajo constante, es posible hacer conscientes todas aquellas regiones internas
que la psicología denomina inconscientes, subconscientes o supraconscientes.
Al tomar posesión de estas regiones, la consciencia va haciendo grandes
descubrimientos, puede establecer comparaciones y llegar a ser cada vez más
amplia y poderosa.
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Muchos pensarán que esto no tiene una base científica, pero ellos se
equivocan, y puedo añadir que todo aquello que existe fuera de nosotros, existe
igualmente en nosotros. Todo lo que existe sobre la tierra y bajo ella, todo
cuanto hay en los mares, los ríos, los lagos, los océanos, todo lo que existe en el
cielo, las estrellas, las nebulosas, existe también dentro del ser humano. Y esto
explica porqué, desde su origen, él ha querido siempre estudiar y comprender el
mundo que le rodea: En realidad, lo que busca es conocerse y estudiarse a sí
mismo.
Por desgracia, mientras él no conozca las causas profundas de esta
tendencia, el hombre se 1imitará a ver sólo lo que es externo a él, anotando y
registrando los fenómenos pero sin entender nunca lo esencial. Cuantas
investigaciones han sido emprendidas por los científicos para aprovechar al
máximo las prodigiosas riquezas de la naturaleza! Es algo admirable, sin duda,
pero los Iniciados han ido aún más allá, investigando en ellos mismos, hasta
extender al infinito los límites de su propia consciencia.
Esta labor de toma de consciencia, empieza por la exploración del
subconsciente, de las entidades que lo habitan y las energías que lo mueven. De
esta forma, el subconsciente irá revelando, uno tras otro, todos sus tesoros a la
consciencia. El Iniciado es un ser que desarrolla su consciencia a lo largo, a lo
ancho y en profundidad, hasta llegar a esclarecer todas las regiones inferiores
del subconsciente y todos los planos superiores del supraconsciente. Por ello, la
consciencia del Iniciado puede llegar a abarcar un espacio inmenso y empezar
a irradiar, inf1uenciando a todas las criaturas en torno a él para que
profundicen a su vez en sus propias consciencias. Pero las cosas no terminan
aquí: La consciencia seguirá expandiéndose siempre más allá, hasta el Sol.
Para un Iniciado, la luz del sol se convierte en un alimento, es algo que
él puede absorber y digerir; Él asimila la luz para luego proyectar1a sobre su
entorno, y es por esto que es capaz de vivificar, esclarecer y reconfortar a los
demás seres. En cambio, el hombre cuya consciencia se ha estancado por
1imitarse a los asuntos materiales, es incapaz de ayudar verdaderamente a sus
semejantes.
Si la consciencia de un Iniciado vive en los demás, es porque el puede
nutrirles a distancia con su luz. Los alimentos físicos sólo pueden nutrir al que
los consume y aún en el caso de la madre que nutre al hijo que lleva en su seno,
una vez que el niño nace y se ha separado de ella, se verá obligado a
alimentarse por su cuenta. Así, en el plano espiritua1 es el Maestro quien, por
así decirlo, deberá alimentar al discípulo al menos al comienzo, de modo que él
"come" y esto le permite nutrir también al discípulo. Así como la madre ha
aceptado alimentar a su hijo por nacer, el Maestro ha aceptado acoger en su
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alma y en su consciencia a sus discípulos, como si fueran hijos suyos, hasta el
momento en que ellos sean capaces de alimentarse por sí mismos. En ese
momento, ellos podrán a su vez alimentar a otros.
De tal modo, los discípulos están vinculados al Maestro de forma
semejante a como el embrión está unido a su madre. Cuando el Maestro recibe
las fuerzas del cielo, el discípulo también se beneficia de ellas. Y así fue como
yo estuve durante años, nutriéndome al lado del Maestro. Él miraba el sol,
absorbía su luz y me la trasmitía como un alimento perfectamente asimilable
para mi corazón, mi intelecto, mi alma y mi espíritu. Y si dentro de su
enseñanza, el Maestro dio siempre un lugar preponderante al Sol y a la
importancia de ir cada mañana a verlo salir, es porque sabia que cada
discípulo tiene que realizar esta tarea: Aprender a digerir la luz del sol, a
trasformar1a y elaborar1a para poder luego trasmitir1a a otros bajo la forma
de toda clase de virtudes.
Muchos hermanos y hermanas de la Fraternidad de Bu1garia tenían una
libreta en la que pedían a sus amigos que escribieran sus pensamientos. A
menudo se me solicitaba que lo hiciera en estas libretas, y recuerdo que siempre
escribía la misma frase del Maestro... ¿Queréis saber cúa1? "Es el Sol quien
da sentido a la vida". Por supuesto, hay que entender este pensamiento desde
un punto de vista simbólico.
La música y el canto tenían también un lugar importante dentro de la
enseñanza del Maestro, ya que ambos son poderosos medios para unirnos con
las energías constructivas de la naturaleza. De hecho, el propio Maestro era
compositor, y nos ha legado un repertorio muy valioso.
En el mundo existen todo tipo de músicas, y puede ocurrir que hayáis
escuchado tal variedad, que os sea difícil ser sensibles a la música del Maestro,
a sus vibraciones, que no os llegue su mensaje por estar demasiado habituados
a ritmos y sonoridades que no respetan ninguna ley espiritual, pues ignoran
totalmente las correspondencias de los sonidos con las diversas regiones del
alma y del espíritu. Así que dejadles un poco de lado e intentad sentir los efectos
que produce la música del Maestro, la forma en que ella influye, no sólo sobre
nosotros y sobre los demás, sino también sobre las regiones sutiles del espacio.
Lo anterior no significa que yo esté en contra de toda la música o la
canción actuales, no. Lo que ocurre es que casi siempre lo que hacen es exa1tar
las pasiones y los sentimientos incontro1ados. Por eso, lo que debéis hacer es
no dejar que os influencien, escaparos a tiempo, antes de que ejerzan su efecto
embrutecedor sobre vosotros y os hagan perder todo control. El alma humana
necesita expresarse a través del canto, pero debe ser un canto que la purifique y
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la eleve. Es verdad que existen cantos sublimes dentro del patrimonio musical
de la humanidad, que constituyen un verdadero alimento para el alma: Misas,
requiems, oratorios... Pero si para cantar teneis que interpretar estas obras, lo
más probable es que la mayoría de vosotros no lo haría nunca. En cambio, sí
podéis entonar los cantos del Maestro, que no sólo van a nutrir el corazón y el
alma, sino que van a clarificar vuestro pensamiento y estimular vuestra
voluntad.
Cuando sintáis que vuestras ideas están confusas y no sabéis bien donde
estáis, cantad "Misli, pravo misli" (Pensamiento justo), Y podréis vislumbrar
mejor el camino. Cuando creáis que nadie os ama, cantad "Bog é lubov" (Dios
es amor), y sabréis que Dios nunca os abandonará. Si os sentís agotados o
enfermos, cantad "Sila, zdravé é bogatstvo" (La fuerza y la salud son riquezas),
y recobrareis vuestra energía. Cuando estéis preocupados, cantad "Pri
vsitcbkité ouslovia na jivota, né goubi svoya mir" (En cualquier circunstancia
de la vida, no perdáis vuestra paz). Si la vida os parece aburrida y no os inspira
ninguna alegría, cantad "Krassiv é jivota nachata doucha" (Bella es la vida de
nuestra alma. Y cuando os sintáis felices, dad gracias cantando "Blagoslavial.,
douché moïa, Gospoda" (Alma mía, bendice al Señor). Ya lo veis, aquí teneis
todo un método, un arsenal mágico, entonces serviros de el.
Algunos me preguntan: "¿Pero, porqué cantáis vuestros cantos en
búlgaro y no lo hacéis en francés? Así no se entiende nada de su letra!" Ante
todo, les diría que existen traducciones de todos estos cantos, que pueden
conseguir fácilmente. Pero sobre todo, hay que tener en cuenta que en música lo
que más importa no es la comprensión intelectual, sino lo que nos tramiten sus
vibraciones, su armonía, sus sonidos. ¿Acaso son inteligib1es los cantos de los
pájaros o el sonido de las cascadas, o el ruido del viento entre las ramas de los
árboles? No, pero sin embargo es algo que nos maravilla y nos cautiva. Siempre
será preferible entonar los cantos en su idioma original. Incluso si no se
entiende su significado, existe una correspondencia entre las palabras y la
música, que se va a ver destruida si traducimos las primeras. La música no está
hecha para ser comprendida, sino para sentir1a y vibrar con ella, incluso si va
acompañado de palabras, el significado es lo menos importante. Ahora bien,
cuando la comprensión y la sensación van unidas, sin duda va a ser mejor,
pero lo que cuenta aquí es ante todo la sensación.
El Maestro Peter Deunov creó también una especie de danza rítmica, la
Paneuritmia, siendo a la vez autor de la música y la coreografía. Esta danza se
practica al aire libre, por la mañana, durante la primavera y el verano. Los
hermanos y hermanas participantes se mueven por parejas formando un amplio
círculo. Todos los gestos de la Paneuritmia, si bien sencillos, son de una gran
belleza plástica y responden a toda una Ciencia, un profundo conocimiento de
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la estructura psíquica del ser humano y de las leyes acústicas. Vale la pena por
ello conocer el significado de los gestos y comprender cómo ellos nos pueden
poner en contacto con las formas y las corrientes armoniosas de la naturaleza.
Pero aunque no se conozca, se percibirá su acción benéfica, relajante y
restauradora.
De igual forma, el Maestro indicó algunos ejercicios de gimnasia para
practicar cada mañana después de la salida del sol, bien sea en grupo o
individua1mente, cada uno en su casa. Los movimientos son simples y fáciles de
ejecutar para la gran mayoría de personas. Con ellos, se contribuye a la
elasticidad del cuerpo físico, se armonizan las células y se refuerza el
organismo en general. A veces el Maestro preguntaba a algunos hermanos o
hermanas: ¿Por qué no hacéis los ejercicios de gimnasia? Y ellos le
respondían: "Es que sufrimos de reumatismo, y estos movimientos nos producen
dolor, no podemos hacerlos. Bien, les decía el Maestro, intentadlo y veréis cómo
se produce una mejora paulatina" ... Y así ocurría, en efecto.
El Maestro conocía a fondo los efectos positivos de estos ejercicios que
nos indicaba, y es por ello que vale la pena que los practiquéis. Algunos me
diréis que ya lo hacéis desde hace varios años y nada ha cambiado. Esto puede
ser cierto, pero sólo en apariencia, pues no sabéis cuantos males se han podido
evitar gracias a ellos! De modo semejante, vosotros coméis, bebéis, camináis,
dormís o respiráis sin advertir que todo esto produce unos efectos considerables
sobre vuestra vida... Ahora bien, dejad de hacerlo y ya vendréis a contarme
todo lo que os pasa! Por ello, una práctica más consciente de estos ejercicios,
conociendo la importancia de estos movimientos para vuestra salud y equilibrio
personal, os capacitará para poder afrontar las situaciones difíciles de la vida.
Lo que el Maestro no aceptaba nunca era la inercia. Incluso estando
débiles o enfermos, es preciso intentar al menos unos pasos, unos cuantos
movimientos. Y si esto es prácticamente imposible a un nivel físico, siempre
quedará la posibilidad de moverse mentalmente, imaginando que uno se
desplaza y actúa con toda normalidad. Esta labor mental, prepara el camino y
rompe con la inercia, creando las condiciones favorables para volver a una
actividad normal.
Los métodos que enseñaba el Maestro eran siempre muy sencillos. Él
había estudiado medicina en los Estados Unidos, pero no obstante evitaba usar
términos demasiado científicos, o prescribir remedios complicados. Él sólo
confiaba en aquello que era simple y natural.
Cuando le conocí, yo tenía diecisiete años y no andaba muy bien de salud.
Durante años me había alimentado muy mal y pasaba días enteros haciendo
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ejercicios de respiración, leyendo, meditando ... Leía incluso durante las
comidas! Al ser tan joven lo podía resistir, pero no entendía la causa de mi
fatiga, de mi debilidad y somnolencia... Al verme, el Maestro me dijo: "Has
abusado mucho de tu hígado y he aquí lo que deberás hacer para curarte: Cada
día, beberás en ayunas una taza de agua; La irás bebiendo lentamente, sorbo a
sorbo, concentrando todo tu pensamiento sobre sus poderes, sobre su acción.
Incluso le hablarás diciéndo1e: "Querida agua, tu y yo juntos vamos a sanar mi
organismo". No dijo nada más, ya que no tenía la costumbre de explicar las
cosas en detalle, como lo hago yo con vosotros; Él se 1imitaba a dejarnos
investigar y profundizar por nuestra cuenta. Sin duda era más sabio que yo! ...
Al comienzo, yo no estaba muy convencido de la eficacia de un método
tan sencillo. No obstante, hice aquello que me había dicho el Maestro y fue
precisamente mi obediencia, la confianza que puse en él, lo que facilitó mi
curación. Me di cuenta de que algo pasaba en mi propia consciencia.
Experimentaba una especie de agradable vértigo, como cuando uno se inclina
sobre una fuente para relajarse. Creo que esto era algo que actuaba de forma
refleja sobre mi hígado, para restab1ecerlo. Sí, el agua es un agente muy
poderoso. A partir de allí, siempre tuve muy en cuenta los consejos y los
métodos del Maestro, aunque de entrada me parecieran extraños o
insignificantes. Había comprendido que lo más importante para mí era
escuchar1e y hacer lo que él me indicaba.
No obstante, en este punto hay algo que es preciso dejar muy claro: Un
verdadero Maestro nunca va a exigir a sus discípulos que se sometan a su
voluntad. Por el contrario, son los maestros de las tinieblas quienes pretenden
una sumisión absoluta, esclavizando a sus discípulos. Ahora bien, aunque los
Maestros de la luz no exijan obediencia, es deseable que el discípulo descubra
por sí mismo que la obediencia es conveniente y que interesa seguir sus
consejos e indicaciones.
El Maestro nos dejaba ser libres, y con esto seguía la misma pauta que
hay en el Cielo: El Cielo nos deja en libertad. Pero dejar libre a alguien no
siempre implica que se le apruebe internamente. Un verdadero discípulo se
dará cuenta si su Maestro está o no de acuerdo con sus pensamientos, sus
sentimientos, sus proyectos. Si el discípulo es sincero, podrá saber si su Maestro
le aprueba o no. El sólo hecho de sentir una cierta desazón debería bastar1e
para preguntarse: "¿Qué es lo que hay dentro de mí que no está vibrando en
armonía con los proyectos del Cielo?", volviendo la mirada hacia sí mismo
hasta descubrir el error que ha podido cometer. Habréis podido constatar que,
en ciertos momentos, al mirar una fotografía del Maestro, parecería que su
rostro adopta una expresión de severidad, en tanto que otros días os sonríe. Y
no se trata de una ilusión.
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El Maestro nunca llegó a exigirnos obediencia o sumisión, pero fui yo
mismo en cambio, quien percibió que estas eran necesarias. Incluso en algunos
temas en los que yo no estaba en el fondo del todo acorde con él, sabía que me
convenía hacer lo que él me indicaba. El futuro vendría a demostrarme cuanta
razón tenía, y por supuesto, yo no era quien debía criticarlo o poner en
entredicho sus actos o sus proyectos mediante mi limitado intelecto. Os puedo
asegurar que nunca he tenido que arrepentirme por mantener esta actitud.
Cuando el Maestro me pidió que viniera a Francia, en el año 1937, yo
hubiera podido pensar: "Ahora él quiere que vaya a un país que no conozco...
no me siento preparado para una cosa así... intuyo que habrá grandes
dificultades, pruebas quizá insuperables... no puedo ir allí". Pero el caso es que
le obedecí y me aventuré a venir, sabiendo que nadie iba a venir a recibirme
portando flores y guirnaldas; Todo esto llegaría más tarde, pero en aquel
momento se trataba de seguir las indicaciones del Maestro sin rechistar, con la
certeza de que si él creía que se había equivocado, de inmediato haría lo
necesario para que volviera a su lado. Y por cierto, hubo quien pensó que se
había equivocado al enviar a Francia alguien tan insignificante e incapaz como
yo... Pero en fin, allá ellos si lo veían de esta manera.
Para ser discípulo de un Maestro es preciso al menos creer en él, pues
¿De qué serviría venir a instruirse al lado de un ser en quien no confiamos?
Nada ni nadie nos obliga a ir al lado de un Maestro, y aquel que dude de su
propio Maestro haría mejor en dejarlo, pues corre el riesgo de verse en medio
de grandes contradicciones que le llevarán a extraviarse del todo.
Para evolucionar, el discípulo debe pues confiar en su Maestro, pero
también debe dejar que este sea libre! Bajo pretexto de su gran amor al
Maestro, hay discípulos que quisieran acapararlo sólo para ellos, o ejercer
algún tipo de influencia sobre él! Y cuando estos ven o imaginan ver que el
Maestro prefiere a otros discípulos al hablarles más a menudo o mostrar más
atención hacia ellos, surgen los celos y todo tipo de intrigas interminables.
En nuestra Fraternidad de Bulgaria, todos amábamos al Maestro, tanto
las hermanas como los hermanos, de modo que cada uno hubiera querido estar
lo más cerca posible de él. Por esta razón, para muchos se hacía difícil soportar
la presencia constante a su lado de una de sus secretarias llamada Savka. Ellos
podían entender teóricamente que el Maestro necesitaba alguien que le ayudase
en su labor, pero en la práctica era muy distinto. Había algunas hermanas que
la envidiaban y se preguntaban porqué no las había elegido a ellas para este
trabajo, a lo cual se sumaba el hecho de que Savka no era precisamente una
persona que inspirase mucha simpatía, por el contrario, su carácter era
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bastante frío y no gustaba de hablar mucho con los demás. A veces, incluso
daba una negativa a los hermanos o hermanas que le solicitaban ver al
Maestro. Por todo esto, muchos estaban en su contra y no comprendían cómo el
Maestro había podido escoger a una persona así.
A mí también me ocurrió algún día, que Savka me impidió ver al Maestro.
Estaba malhumorado por esto, qué duda cabe, pero al mismo tiempo pensaba
que él estaba en su derecho al hacernos pasar esta clase de pruebas y me decía
a mí mismo: " Puesto que él es clarividente, de seguro que habrá seleccionado a
esta hermana por encontrar en ella ciertas virtudes que nosotros no alcanzamos
a vislumbrar, o bien puede ser que la esté preparando para alguna misión
desconocida ... No debemos así juzgarla ni criticar1a". El hecho es que un día
el Maestro nos reveló que Savka había sido su madre en otra encarnación, y
cuando el se fue de este mundo, ella también partió poco tiempo después hacía
el otro lado.
No hay nada malo, sin duda, en que un discípulo quiera ver en persona a
su Maestro o estar cerca de él, pero deberá también reflexionar un poco y
pensar: " Es imposible que el Maestro pueda estar todo el tiempo con nosotros
por separado, pues somos muchos y él siempre está muy ocupado!, así que no
tengo porqué proyectar sobre él ninguna exigencia que pudiera afectarle."
Sabemos que un Maestro está siempre con nosotros, que piensa en todos
nosotros y que nos ama a todos, esto ya debería bastarnos. El amor egoísta no
es verdadero amor, es más bien violencia, y este deseo de posesión podría
llegar a introducir incluso algunos gérmenes destructivos en el alma del
Maestro.
"No hay amor como al amor de Dios, sólo el amor de Dios es amor."
¿Por qué creéis que el Maestro nos dio ésta fórmula? Porque él había
observado profundamente a los humanos y conocía muy bien el valor del amor
humano. Él sabía que aquello que los hombres llaman amor no es en realidad
otra cosa que deseo, apetito, celos, pasión, avidez... Todo lo que queráis excepto
amor. Esta frase nos revela hasta qué punto el Maestro estaba decepcionado
frente al amor de los humanos. Sí, para decir "Sólo el amor de Dios es amor",
es obvio que él había realizado tristes constataciones. Y no sólo esto, sino que
se había visto obligado a tomar severas medidas para protegerse al respecto.
Por ejemplo, había muchas personas que venían a verle. (Ya fueran
visitantes, discípulos, etc.) y le traían frutos: Racimos de uvas, melocotones,
melones... los frutos más escogidos de todos los rincones de Bu1garia. El comía
probablemente algunos de estos frutos, pero había otros que guardaba en otra
habitación, o bien los dejaba que se pudriesen y luego los tiraba. Muchos frutos
terminaban de esta manera. Durante mucho tiempo me pregunté "¿porqué no
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los regala a otros?" Pero ahora lo comprendo perfectamente. Él era consciente
de que era imposible tener contento a todo el mundo y, por mucha fruta que
recibiera, no era suficiente para varios cientos de personas que venían a
escuchar1e, de modo que siempre habría descontentos, bien sea por no haber
recibido nada o porque a su vecino le había tocado un ejemplar mas grande o
más sucu1ento ... etc. De modo que el Maestro había decidido resolver el
problema dejando que se pudriesen algunos frutos: Sus componentes
regresaban de esta forma a los graneros cósmicos de donde habían venido.
Pero, ¿Cómo podríais vosotros comprender una cosa así?
Estoy seguro de que él no actuaba de esta manera por egoísmo, ni
tampoco por avaricia, ya que por el contrario, era un ser en extremo generoso.
Prueba de ello eran las constantes visitas de mendigos que le conocían y sabían
que serían socorridos por él. Pero el Maestro no siempre hacía la caridad
directamente, sino que solía encargar a uno de sus discípulos de ello (y con
frecuencia me tocaba hacerlo a mí), ya que no le gustaba mostrar su
generosidad. Un día, a propósito de esto, me relató esta historia: Había en
Varna un tendero que, cuando un mendigo llegaba a su tienda para pedir1e
algo le respondía: "¿Qué vienes a buscar aquí? ¡Sal inmediatamente de mi
tienda!" Pero en seguida, cuando aquel mendigo ya se había alejado un poco
por las tortuosas callejuelas que son características de Varna, el tendero iba
tras él furtivamente y, cuidando que nadie le viera, deslizaba algún dinero en su
bolsillo. Aquel tendero había comprendido que es preferible dar en secreto,
pues de lo contrario uno se limita. Este es el sentido de las palabras de Jesús:
"Que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha."
Muchos años más tarde, cuando he tenido que enfrentar situaciones
comparables a las del Maestro, es cuando más he llegado a comprender1e.
¡Cuantas dificultades surgen ante un Maestro que no está rodeado de
verdaderos discípulos! Pero, me diréis: "¿Qué es un verdadero discípulo?" Es
aquel que ha tomado consciencia de que necesita un Maestro exclusivamente
para que lo inspire y estimule en el sendero del Bien. Una vez que lo ha
encontrado, el discípulo ya no va a tener dudas acerca de su Maestro, no va a
oponérsele ni a exigir nada de él. Aunque el Maestro no le hable, aunque no se
ocupe mucho de él, su discípulo será feliz por el sólo hecho de saber que existe
su Maestro, y hará progresos porque le ama, porque cree en él y está unido a él.
Por más desgraciado, miserable, enfermo o agonizante que pueda estar, él se va
a sentir reconfortado sólo con pensar que su Maestro existe, ya que la imagen
que él guarda del Maestro en su mente y en su corazón es omnipotente. Es pues
su Maestro interno quien le abrirá las puertas, incluso sin que el Maestro físico,
externo, se haya enterado de ello.
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Para evolucionar, no basta con frecuentar un Maestro. De hecho, un
individuo puede ir a ver el sol, o las fuentes, y sigue siendo igual. ¿Por qué?
Porque está cerrado. Para estar abierto, se necesita tener fe y amor. La fe y el
amor son las llaves que abren todas las puertas.
Lo que cuenta, ya lo veis, no es tanto el Maestro en sí, sino aquello que
vosotros creéis y pensáis respecto a él, la imagen que os hacéis de él. Es la
calidad de vuestros pensamientos y sentimientos lo que os hace progresar. El
Maestro es sólo un medio. Por eso aquellos que piensan que su avance
espiritual hubiera sido más fácil al lado de un Maestro más elevado, más
instruido, más poderoso que el suyo, están en el error.
Durante mi estancia en la India, me contaron una historia que os vaya
relatar, pues aunque parezca un poco inverosímil no deja de tener bastante
sentido: Había un Maestro que contaba entre sus discípulos a un joven, cuyo
amor y veneración hacia él eran tales, que no cesaba de repetir continuamente
su nombre, como si se tratara de una fórmula mágica. Un día, otros vieron al
discípulo caminando sobre las aguas del lago, y fueron corriendo a contar1e al
Maestro este prodigio. Asombrado por lo que le decían, el Maestro llamó a su
discípulo y le dijo: "He tenido noticia de que has logrado hacer cosas
extraordinarias, que has ido caminando sobre las aguas, dime, ¿Cómo lo has
hecho?" "Oh, Maestro, ha sido muy fácil... Sólo me he concentrado sobre
vuestro nombre y lo he pronunciado con todo mi amor." El Maestro pensó
entonces que él podía hacer lo mismo, de modo que fue hacia el lago, puso el
pie sobre el agua pronunciando su propio nombre... y se ahogó!" Así que, ya lo
veis, el Maestro se ahogó, mientras que el discípulo logró caminar sobre las
aguas ... En realidad, el nombre no importaba tanto aquí, como el fervor conque
el discípulo lo pronunciaba. Si aquel Maestro hubiera tenido a su vez a otro
Maestro y le hubiera amado con igual intensidad, sin duda habría logrado
caminar sobre las aguas.
No cabe duda de que está muy bien contar con un Maestro sabio y lleno
de amor, pero no olvidéis nunca que lo más importante sois vosotros mismos, ya
que terminareis atrayendo hacia vosotros los mismos elementos que él lleva ya
en su mente y en su corazón.
Es sorprendente observar que, cuando uno habla con algunos cristianos y
especialmente con algunos miembros del clero, resulta que la mayoría de ellos
no comprende la utilidad ni el papel que puede tener un Maestro espiritual.
Hasta llegan a escandalizarse de que un ser humano pueda ser considerado
como un Maestro y de que otros se presenten ante él como sus discípulos. Pero
más curioso aún es el hecho de que ellos sigan admitiendo el culto a las
imágenes, las estatuas o las reliquias, ante las cuales siguen orando, cantando,
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arrodillándose, encendiendo cirios, poniéndoles flores o llevándolas en
procesión ... ¿Es que acaso una imagen sagrada, un icono, una estatua, son
algo más grande que un Maestro? Ahí están las estatuas de bronce, de plata o
de madera, todas ellas mudas, inmóviles, muertas ... y los creyentes pidiéndoles
que les salven, poniendo su fe en ellas... Es cierto que algunos llegan a obtener
resultados, pero ¿Por qué? ¿Es aquella imagen o aquella estatua lo que
actúa? Evidentemente no. Sólo hace un papel de trasmisor, canalizando sus
plegarias y súplicas; Es la intensidad de su fe lo que hace que estas se eleven
hasta el Cielo a través de aquella imagen, que sólo es un intermediario. Son
ellos mismos quienes lo hacen todo, y no la imagen, que sólo puede trasmitir sus
peticiones en caso de que ellos tengan la necesaria fe.
Pues bien, el Maestro es como una de estas imágenes: Puede ocurrir que
él mismo no tenga mucho poder, pero gracias a vuestra fe, él llega a tenerlo. Él
es el intermediario a través del cual vuestros mensajes pueden llegar hasta el
Cielo y obtener respuesta, con magníficos resultados. Da lo mismo que se trate
de una imagen inerte o de un ser vivo, lo importante es que creáis y que
mantengáis una conducta en armonía con vuestra fe. Así vais a obtener siempre
resultados. La imagen del Maestro podrá entonces trasmitir vuestras plegarias
y aspiraciones. Pero los escépticos, incluso estando al lado mismo de Cristo, no
obtendrán resultado alguno. Ni siquiera Cristo puede reflejar otra cosa distinta
a lo que ellos tienen en sus mentes y en sus corazones. Y es precisamente este
reflejo lo que retorna a ellos continuamente, de modo que nunca podrán ser
saciados.
He aquí algo que los cristianos deberían entender, en vez de ir en contra
de los Maestros espirituales. Pero lo cierto es que los fieles y el clero están aún
tan lejos de conocer las leyes del mundo psíquico y espiritual! Hay que
reconocer sin embargo que en los últimos años algo ha evolucionado en su
mentalidad, pero en la época del Maestro Deunov era verdaderamente
espantoso; el clero no sólo se mostraba intolerante, sino que era incluso
ignorante y muy cerrado.
Una vez, nos contaba el Maestro, había ido a visitar a un pope, y un
mendigo tocó a la puerta pidiendo una limosna. El pope irritado le cerró la
puerta sin darle nada, a lo cual el Maestro le dijo: "¿Porqué ha hecho eso? ¡Es
Cristo el que ha venido! Ah! exclamó el pope, ¿Así que era Cristo? ¡Tenía que
habérmelo dicho antes de que se fuera!" y salió corriendo para alcanzarlo y
darle la limosna.
Había sido necesario que el Maestro fuera a su casa y le dijera que
Cristo le visitaba bajo la apariencia de un mendigo, para que aquel pope
actuara como un cristiano! El no llegó a comprender que el Maestro hablaba en
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un sentido simbólico y parecía que nunca hubiera leído los Evangelios, donde
Jesús afirma que El está más cerca de los pobres y los desheredados, que de las
personas opulentas, y enseña que es más fácil pasar un camello por el ojo de
una aguja que entrar un rico en el Reino de Dios. El pope corrió detrás de
aquel mendigo creyendo que se trataba verdaderamente de Cristo, y estaba
apenado por no haberlo reconocido. Cuando nos contaba aquella anécdota, el
Maestro reía... reía... Parecía que volvía a ver aquel pope exclamando "Ah!
tenía que habérmelo dicho antes! " Y corriendo tras el mendigo...
Por supuesto, no todo el clero era tan cerrado, pero en general sus ideas
eran bastante estrechas y la Iglesia ortodoxa tenía por entonces mucho poder,
de modo que los obispos podían influir fácilmente sobre las autoridades civiles
para que tomaran medidas en contra del Maestro. Con todo, su exilio en Varna
no duró mucho, y en el año 1919 le autorizaron regresar a Sophia. Pero esto no
quiere decir que se le dejara ya vivir tranquilo.
Un día, a instancias de nuevas protestas del clero, recibió una
convocatoria para que se presentara en los servicios de Seguridad. El ya sabía
que estaban conspirando en contra suya, y fue allí junto con uno de sus
discípulos. Al entrar en la sala donde le esperaban, había toda una asamblea de
gentes importantes, de modo que sin haber sido invitado a hacerla, él tomó
asiento y fue mirando severamente uno a uno de aquellos personajes. Acto
seguido sacudió la cabeza y se dirigió a ellos diciendo: "Sé perfectamente
porqué me habéis convocado. Vosotros intentéis acusarme y juzgarme, pero
estéis en un error, sabed10, pues vosotros no teneis poder para hacerla. ¿Es así
como queréis salvar a Bulgaria? ¿Creéis por ventura que el mundo va a ir
mejor si vosotros me perseguís? Hasta aquí he sido paciente, pero ahora voy
mandar un informe a lo Alto y debéis estar dispuestos a asumir las
consecuencias de vuestros actos!” .
La severidad de la actitud y las palabras del Maestro impactó sin duda
aquellos personajes, pues era algo que no se esperaban. Ellos olvidaron todas
las amenazas que tenían preparadas contra él y se 1imitaron a decirle: "Usted
es libre, señor Deunov. Nadie le impide dar sus conferencias o lo que usted
quiera hacer.” Entonces el Maestro se levantó y salió, seguido por su discípulo,
que luego nos relató todo lo que había sucedido.
En otra ocasión, durante un Congreso de la Fraternidad cerca de
Tarnovo, varios centenares de hermanos y hermanas habían venido de toda
Bulgaria y el Maestro decidió dar una conferencia abierta al público en el
teatro de la ciudad. Había tanta gente, que fueron muchos los que no pudieron
entrar y tuvieron que permanecer fuera. La Iglesia estaba exasperada por aquel
Congreso, hasta el punto de que algunos obispos y popes arreglaron las cosas
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para que vinieran unos provocadores a imponer el desorden. Desde nuestra
llegada, nos dimos cuenta de que iba a haber problemas, la atmósfera estaba
muy densa. Los provocadores se habían repartido por toda la sala, con el objeto
de armar ruido y promover la inquietud. Por otra parte, en el balcón se podía
ver a todo un grupo de ocu1tistas, vestidos de negro y dotados de siniestras
fisonomías, que miraban fijamente al Maestro con la voluntad de no dejarlo
hablar. El Maestro era consciente de lo que ocurría, y se propuso dar una
lección a toda esta gentuza. En cuanto a nosotros, sus discípulos, era también
una experiencia importante, ya que nos habíamos distribuido alrededor de él
para apoyar1e con nuestra presencia y protegerle si fuera necesario.
El Maestro empezó a hablar muy suavemente, con cierta dificultad. Se
podía sentir una presencia hostil en la atmósfera. Sin embargo, a medida que
iba hablando, se veía crecer su confianza, al tiempo que su palabra iba
ganando volumen y su mirada enfrentaba con tranquilidad a todo el público.
Los ocultistas se dieron cuenta de que no habían podido con él, pero al mismo
tiempo supieron a quien se oponían de modo que, conocedores del efecto
"boomerang" que se les venía encima, decidieron abandonar la sala. En cuanto
a los provocadores, al no ser conscientes de esta lucha que se desarrollaba en
los planos invisibles, siguieron en sus sitios esperando la ocasión más propicia
para crear el desorden.
Cuando el Maestro terminó su conferencia, ellos comenzaron a gritar y a
gesticular contra nosotros, con toda la intención de producir un enfrentamiento,
sabiendo que incluso si la policía llegaba a intervenir para arrestarles, serían
puestos nuevamente en libertad, al estar protegidos por las autoridades del
lugar. Conscientes de lo que se preparaba, todos los hermanos y hermanas se
levantaron de sus asientos y cantaron "Bratsvo, edinstvo" con todas sus fuerzas,
ante lo cual los otros se quedaron como petrificados, no podían hacerse oír y
sus gritos fueron sepultados por una formidable armonía. Hasta las paredes del
teatro temblaban. Al terminar el canto, intentaron reanudar sus insultos, pero
de nuevo comenzamos a cantar de tal modo que nuestro entusiasmo terminó
contagiando a todo el público, incluso a los que se hablan quedado fuera del
teatro.
Animados por tal espíritu, teníamos que vencer! Sólo con ver la expresión
de tantos hermanos y hermanas, los provocadores sintieron miedo. ¡Qué
espectáculo! Nunca olvidaré la imagen serena, digna y tranquila del Maestro,
rodeado por toda la Fraternidad que cantaba. Uno de los hermanos, que
portaba una barba muy larga como la de un patriarca, agitaba su cabeza y
cantaba como si estuviera inspirado. Estaba justo al lado del Maestro y su
aspecto era tan formidable que parecía decir: "¿A ver quien se atreve a
tocarlo?" En ese momento, hasta los hermanos y hermanas más débiles o de
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avanzada edad parecían proyectar una gran fuerza. Todo el conjunto parecía
un gran brasero encendido. Era como si el Maestro tuviera un ejército y al
frente de este un Comandante que conocer las leyes. Cada vez que aquellos
hombres intentaban reanudar sus ataques, volvíamos a cantar con todas
nuestras energías, para mantenerlos a distancia. Finalmente, el Maestro dijo
"Ahora marchémonos, salgamos de aquí!", y se dirigió hacia la puerta, seguido
por toda la Fraternidad, sin que los agitadores, pudieran hacer nada. Esta fue
para mí una experiencia inolvidable. En realidad, no sólo era el clero quien
perseguía al Maestro: Su desinterés y su ejemplo de sabiduría y rectitud eran
como un constante desafío a los intereses de muchos. La luz siempre será
rechazada por aquellos que viven en las tinieblas, puesto que allí donde brilla
ellos corren el peligro de ser vistos y reconocidos.
Un día, vino a visitarme un amigo que era actor y discípulo del Maestro.
Parecía estar muy preocupado y me dijo: "Frère Mikhaël, ha ocurrido algo
grave: Acaba de llegar a Varna un director de teatro para poner en cartel una
obra que va en contra del Maestro. Además, al formar parte de la compañía de
teatro, voy a verme obligado a participar en ella, imagínate, una obra que
ridiculiza al Maestro y a la Fraternidad... ¿Qué puedo hacer?" Le respondí:
"Procura tranquilizarte. El Cielo es todopoderoso y lo arreglará todo. No
obstante, si puedes, ve a hablar con el director y dile que él no debe montar esta
obra de teatro, puesto que él no está autorizado para mofarse de unas personas
verdaderamente buenas, justas y santas. Explícale que él no conoce ciertas
leyes: reír de los criminales y mal vados no es grave, e incluso puede resultar
útil, pero en cambio burlarse de unos seres puros y luminosos, puede ser algo
peligroso."
Yo me quedé tranquilo. Estaba seguro de que esta pieza de teatro no iba a
representarse. Por su parte, mi amigo fue a hablar con el director quien le
escuchó, pero hizo caso omiso de sus consejos y siguió adelante con los
ensayos. Llegó pues el día del último ensayo, la víspera del estreno. De repente,
vi. aparecer en mi casa a mi amigo muy exaltado diciéndome: "Frère Michaël,
¿sabes lo que acaba de pasar? Durante el ensayo, el director cayó desmayado a
tierra, se le reventó una arteria del cuello. Ahora mismo los médicos están
intentando detener la hemorragia!" Le respondí: "No es grave, pero dile al
director que quisiera hablar con él." El director aceptó recibirme y le pedí que
hablásemos a solas. Su mujer no estaba de acuerdo, pero al final acabó
retirándose de la estancia y nos dejó solos.
Al entrar en la habitación, le miré con dulzura. Él estaba muy afectado,
tenía la garganta cubierta de hielo y no podía pronunciar palabra, de modo que
se limitó a mirarme. Entonces le dije con suavidad y con mucho amor: "Usted
podrá curarse, pero a condición de que me prometa no representar esta obra.
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Hay muchas otras. ¿Cómo es que quiere ganar dinero precisamente con esta?
En ella se quiere ir en contra de aquellos que están aportando algo puro y
luminoso a este mundo. Precisamente esto es lo que lo ha hecho caer enfermo,
al querer montar esta obra sin tener ningún derecho a hacerla." En seguida, le
hablé acerca de ciertas leyes del mundo espiritual, y lo que podía ocurrirle si
las contravenía. Puesto que se hallaba muy débil, esto le hacía ser muy
receptivo. Finalmente, él llegó a comprenderlo y me prometió que no se
representaría la obra. Salí de allí muy contento. A la mañana siguiente, él ya
estaba curado.
Sin embargo, pasados unos días su mujer (que era también actriz y tenía
un papel en esta obra), empezó a burlarse de él, diciéndole que había hecho una
promesa estúpida y que su curación nada tenía que ver con esta promesa, sino
con los medicamentos que le habían dado. Él se dejó convencer y quiso
reemprender los ensayos, pero al primer intento, volvió a repetirse el mismo
accidente. Fue entonces cuando lo entendió definitivamente y renunció del todo
a representar dicha obra. Los habitantes de Varna no pudieron tener el gusto
de verla en cartel.
El Maestro tuvo que sufrir muchos ataques como estos, y algunos de ellos
más graves, que incluso llegaron a poner en peligro su vida en varias
ocasiones.
En Sophia, vivía un grupo de gentes bastante turbias, a quienes ofendía la
presencia del Maestro hasta el punto de que llegaron a pensar en matarle. Se
decidió entonces que sería uno de ellos quien se encargara de hacerla,
apuñalándole. Por su parte, el Maestro había intuido que un gran peligro le
amenazaba y estaba de cierta forma prevenido. Cuando un día vio llegar a su
casa un visitante de aspecto extraño, comprendió rápidamente cual era su
objetivo. Luego me explicó que cada ser viene precedido por criaturas del
mundo invisible que anuncian su llegada, y es por ello que resulta fácil para un
clarividente conocer por anticipado la naturaleza de aquellos que vienen a
verle.
El hombre que había sido enviado para matar al Maestro fue recibido
por él con estas palabras: "Sé por lo que has venido. Pues bien, intenta ahora
ejecutar la misión que te han encargado pero, si tu mano quedara paralizada en
el aire y no pudieras actuar, ¿Qué harás entonces? El hombre quedó de tal
modo impactado, que se arrojó a los pies del Maestro pidiéndole perdón. Nadie
más que él y aquellos que le enviaron podían saber el motivo de su visita, pero
el Maestro lo había conocido a tiempo.
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En otra ocasión, un individuo entró en la casa del Maestro y, sin que
nadie pudiera intervenir, se precipitó sobre él y le golpeó violentamente. El
Maestro quedó bañado en sangre y, como había recibido muchos golpes en la
cabeza, estuvo paralizado durante un tiempo. Le trasladaron a la montaña para
facilitar su recuperación. Cuando fui a ver1e y le encontré en ese estado ... Fue
algo muy penoso para mí, ver1e así herido, con la cabeza llena de moretones ...
Recuerdo que lloré como nunca antes lo había hecho en mi vida. La visión del
Maestro herido, paralizado, era lo que más me podía doler. Fué un shock tan
fuerte que de pronto yo también me quedé como petrificado delante de él. NO
podía moverme, pero en aquel momento vi cómo el Maestro hacía esfuerzos
para mover su mano tratando de ca1marme y ayudarme a salir de aquel estado.
Oh! es algo que no olvidaré nunca! ... Felizmente, el reposo, unido al aire de la
montaña y sin duda a la pureza de los pensamientos del Maestro, le ayudaron a
recuperarse rápidamente y su parálisis desapareció por completo. En cuanto al
hombre que le golpeó, supe luego que se había arrepentido. Era alguien que no
le conocía bien, y había sido empujado a actuar de ese modo por otros que
odiaban al Maestro debido a su influencia cada vez mayor en Bulgaria.
Para tener una idea de los peligros y amenazas que se cernían sobre el
Maestro, hay que saber que Bu1garia vivía por entonces un período
particularmente conflictivo en lo político y lo social. Era prácticamente
imposible que el Maestro y la Fraternidad (Que llegó a contar con unos
cuarenta mil miembros al comienzo de la segunda guerra mundial), pudiesen
estar al margen de los acontecimientos que estremecían todo el país.
Durante un tiempo, fui a vivir a Tarnovo junto con un amigo, también
discípulo del Maestro Deunov. Nuestra casa estaba un poco alejada de la
ciudad, entre campos de viñedos, y pasábamos el tiempo trabajando, leyendo,
meditando. .. Un día vimos llegar un muchacho muy delgado, pálido y
extenuado, que parecía estar presa del pánico. Le dimos de comer y, poco a
poco, al ver que éramos de confianza, nos empezó a relatar su historia. Era el
único superviviente de un grupo de anarquistas que fueron ejecutados por
fusilamiento. Él había logrado huir y ahora tenía que esconderse puesto que le
perseguían. Así que lo tuvimos unos días con nosotros, y conversamos
largamente con él. Al comienzo, se mostró muy sorprendido ante la filosofía de
nuestra Enseñanza, pero luego fue entrando en ella y rápidamente se despertó
en él una actitud muy positiva. En el fondo, no era una persona malvada, más
bien era un joven bastante íntegro, a quien repugnaba tanto la injusticia que,
por variadas circunstancias de la vida se había convertido en anarquista.
Convencido por nuestros argumentos, decidió abandonar sus actividades
políticas y hacerse miembro de la Fraternidad. El Maestro le aceptó. Yo le
había predicho: "Si tú te esfuerzas y te unes a la Fraternidad, las autoridades
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que ahora te persiguen se olvidarán de ti y todo cambiará." El me creyó y llegó
a ser en nuestra Fraternidad un hermano verdaderamente ejemplar por sus
cualidades extraordinarias de generosidad, bondad y fidelidad. Nos queríamos
muchísimo y, como podéis ver, he tenido como amigo a un anarquista que la
policía buscaba para ejecutarlo!.
El camino de un Maestro está sembrado de obstáculos, de luchas y
peligros de todo tipo. Él tiene que pagar muy caro su deseo de llevar la luz a
todos. Con frecuencia oí decir al Maestro Deunov que nada era más terrible y
descorazonador que trabajar con los humanos e intentar hacer algo por ellos.
Sí, a pesar de toda su sabiduría esto es lo que terminó diciendo de ellos pues al
final estaba ya cansado de tantas críticas y ataques incesantes. Los Iniciados
son también seres humanos y por ello tienen aún más mérito, no podéis
imaginar hasta qué punto, para proseguir con su tarea.
Pero ¿Cual era la tarea del Maestro? Su significado esencial está
contenido por entero en el nombre que dio a su Escuela: La Fraternidad Blanca
Universal. Siempre le he admirado por haber hallado este nombre, pues
ninguno se le puede comparar en profundidad, en grandeza y nobleza. Este
nombre contiene en realidad toda una Ciencia, y nos señala la tarea a realizar,
trazando así el camino luminoso por el que debemos avanzar.
Con lo anterior, no pretendo quitar valor a los nombres de otros
movimientos. No, en absoluto, hay muchos que son excelentes y también dicen
mucho. Pero ninguno llega a abarcar unas nociones tan amplias, tan esenciales
como "Fraternidad Blanca Universal", puesto que se trata en realidad de una
Entidad espiritual que se extiende sobre todo un sistema planetario y más allá
de él. No hay que juzgar la Fraternidad Blanca Universal exclusivamente por lo
que representa aquí en la tierra: Un puñado de seres que no necesariamente
son sabios o esclarecidos. Pero la verdadera Fraternidad Universal que está en
lo alto, incluye a todos los seres más evolucionados. Aquí sólo somos un reflejo,
una "sucursal", si así lo queréis, hecha para ejecutar sus proyectos y
beneficiarnos de su luz y su apoyo. Pero cada vez más, la Fraternidad Blanca
Universal de aquí abajo deberá parecerse a la que está en lo Alto. Para ello, es
necesario que sus miembros tomen consciencia del privilegio que tienen al
pertenecer a esta inmensidad.
Vosotros mismos, aún no habéis entendido del todo lo que representa ser
un miembro de la Fraternidad Blanca Universal. Hay quienes se quejan
argumentando que, desde que son discípulos de esta Enseñanza, nada ha
cambiado para ellos. Pero es porque sólo están en ella de un modo físico,
externo, y no interiormente. Cuando un discípulo está en la Fraternidad con
todo su ser interno, es imposible que no avance, que no se fortalezca y se
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enriquezca. Pero aquel que se contenta con formar parte de esta pequeña
Fraternidad terrenal, por estar al lado de otros que como él, vienen aquí porque
no saben donde ir, es lógico que no perciba cambio alguno en su vida, pues
ninguna adquisición verdadera puede conseguirse a través de una participación
exclusivamente exterior. Es preciso pues pertenecer con toda el alma, con todo
el corazón, a esa Gran Fraternidad Universal que está en lo Alto, y trabajar
aquí para que sus proyectos se realicen.
Un día, siendo aún muy Joven, le comentaba al Maestro mi disgusto por
el hecho de que algunos hermanos y hermanas se habían separado de la
Fraternidad. Él me respondió: "No, en realidad ellos no han dejado la
Fraternidad; lo que ocurre es que nunca han estado verdaderamente en ella.
Nunca he visto que un miembro de la Fraternidad Blanca Universal pueda
abandonarla." Esto me hizo reflexionar y comprendí que pertenecer a la
Fraternidad Blanca Universal implica ser realmente afín a ella, como si uno
estuviera hecho del mismo material que ella. Por eso, no se la puede dejar,
puesto que no se puede dejar a uno mismo. Aquellos que creen haber salido de
la Fraternidad, se equivocan: La verdad es que la Fraternidad Universal de lo
Alto no había llegado aún a aceptar1es como sus miembros.
Vosotros estáis ahora realizando un aprendizaje, bajo la supervisión de
entidades superiores. Cuando ellas vean que habéis superado bien vuestros
exámenes, entonces os admitirán como miembros de la Fraternidad Blanca
Universal y nunca podréis ni querréis salir de ella ¿Acaso querríais dejar la
vida para ir hacia la muerte? ¿Dejar la belleza para ir hacia la fealdad? ¿Dejar
la riqueza para vivir en la miseria? No, ¿Verdad? Pues está bastante claro.
En lo sucesivo, meditad sobre lo que representa la Fraternidad Blanca
Universal. Y si aún no llegáis a vislumbrar lo que es la Fraternidad de lo Alto,
tratad al menos de entender lo que ella debe representar aquí abajo.
Fraternidad - Blanca - Universal: Son palabras que nos dan a entender que en
todo el mundo, los seres humanos son todos hermanos y hermanas, hijos e hijas
del Padre Celestial y de la Madre Divina, la Naturaleza, que todos tienen una
tarea que realizar en común, una labor para el bien, para la luz. Este y no otro
es el significado simbólico de la palabra "Blanca" en su sentido espiritua1: el
Bien, la Luz.
Esta idea de la Luz es algo esencial en la Enseñanza del Maestro.
Recuerdo que una de las primeras cosas que le consulté al conocerlo, se refería
al método más idóneo para unirse a Dios durante las meditaciones. Él me
respondió: "El trabajo con la luz, porque la luz es la expresión del esplendor
divino. Hay que concentrarse en la luz, sumergirse en ella, disfrutar con ella. Es
a través de la luz que se entra en relación con Dios." Sí, no pueda haber un
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trabajo más idóneo que aquel que hacemos con la luz, pues ella es como un
océano de vida que palpita y vibra, al que podéis acceder para bañaros,
purificaros, beber y a1imentaros de él... Es allí, en el seno de la luz donde
podréis obtener la plenitud.
Recuerdo también otras palabras del Maestro, más o menos de la misma
época, cuando todavía dictaba sus conferencias en una sala de la calle
Oborichté, en Sophia, antes de que la Fraternidad tuviera su sede en Izgrev, en
las afueras de la ciudad. Un día, alguien que solía venir a verle antes de la
charla, le expuso algunas cuestiones estando yo allí presente. El Maestro le
respondía amablemente, siempre en un tono digno, serio, natural, pero con
brevedad. Una de las preguntas era: "¿Cómo podríamos saber el nivel de
evolución de una persona?" Y la respuesta fue: "Por la intensidad de la luz que
emana de ella".
Esta respuesta se grabó en mí de tal forma, que llegó a ser una de las
cuestiones más fundamentales durante gran parte de mi vida. He llegado a
comprender que esto es verdad, que es posible conocer los seres a través de la
luz que ellos emiten, aunque, por supuesto, no se trata aquí de una luz
perceptible a simple vista, sino de algo que emana de ellos y que se puede
captar en su mirada, en la expresión de su rostro y la armonía de sus gestos. Es
algo que no tiene que ver con sus facu1tades intelectuales, ni su grado de
instrucción... Ella es una manifestación de la vida divina en cada ser, y esta luz
es lo que debemos buscar constantemente.
Al dar el nombre de "Izgrev" (Alba, salida del sol) al terreno de la
Fraternidad, el Maestro volvería a destacar la importancia de la luz. Fue allí,
en Izgrev, donde vivió desde entonces el Maestro hasta el final de su vida. Allí
se instalaron también muchos de sus discípulos, en sus casitas blancas rodeadas
de flores y jardines, pero sin vallas, de modo que todo el terreno semejaba un
gran parque.
Desde el primer momento de su llegada a Izgrev, la presencia del Maestro se
hizo sentir como algo vivificante, que proyectaba partículas de luz, calor y
armonía. En apariencia no había nada especial allí, pero la paz y la irradiación
del Maestro llenaban todo su ámbito, de tal modo que cuando tenía que
ausentarse por alguna razón, todo parecía quedarse como en suspenso, se
notaba en el aire cierta inmovilidad ... Sí, era precisamente en la atmósfera
donde más se podía percibir la presencia o ausencia del Maestro, porque el aire
como el agua, e incluso más que esta, es un poderoso agente sensitivo, bien sea
cuando está vivo y purificado, o cuando se halla contaminado por la presencia
de ciertas entidades. Cuando leí más tarde en algunos libros esotéricos, que
cada individuo posee una atmósfera propia, la cual está impregnada con sus
29
emanaciones, pude corroborar aún más esta experiencia. Yo había
comprendido, estando al lado del Maestro, que cada ser propaga ciertas
partículas y corrientes fluídicas, que son de su misma naturaleza, de modo que
si es impuro, va a contaminar todo su entorno, y si es puro va a inundarlo de
luz.
A menudo, cuando pienso en todos los años que estuve al lado del
Maestro, veo que lo más importante para mí fue el haber vivido dentro de su
aura. Todo aquello que él irradiaba y proyectaba como partículas de luz ha
trabajado, trabaja y seguirá trabajando en mí durante mucho tiempo. Esta es
una de las leyes de la vida interna, psíquica, espiritual: Gracias a las partículas
de luz que emanan del aura de su Maestro, el discípulo podrá ir formando
gradualmente sus propios cuerpos sutiles.
Ya en Izgrev, el Maestro atendía a diario los visitantes que venían a
pedirle consejo acerca de sus problemas personales, y continuaba dando sus
conferencias, tres días a la semana. Las fiestas de Navidad y Pascua trascurrían
como los demás días, meditando, rezando, pensando en el nacimiento y la
resurrección de Cristo, pero sin hacer nada excepcional, puesto que en
realidad, para un verdadero espiritualista, todos los días son sagrados y aunque
estas fiestas ya lo son por sí sólas, no tendrían que dar paso a ninguna
ceremonia en especial. Así que el Maestro dictaba su conferencia y, como
siempre, nosotros hacíamos nuestros cantos y oraciones.
Al entrar el Maestro en la sala de conferencias, todos los discípulos nos
poníamos de pie para sa1udarlo y él nos devolvía el saludo, envo1viéndonos
con su gran irradiación. A menudo me preguntaba ¿porqué hacía esto? No hay
duda de que el respeto que le manifestaban los hermanos y hermanas, suscitaba
en él esta forma de corresponder al saludo de todos; Él se sentía inspirado en
aquel momento y esta inspiración formaba como un halo en torno a él. Muchos
virtuosos del arte musical coinciden en que la calidad de su ejecución depende
de la atmósfera de la sala, de la actitud de su público! En realidad, el artista es
un médium, y es la mayor o menor atención de su auditorio lo que va a permitir
que el espíritu se manifieste a través de él. Lo mismo sucede con un guía
espiritual.
El Maestro Deunov nunca preparaba con anticipación sus charlas: Él
conocía muy bien a los humanos, sus deseos, sus preocupaciones y sufrimientos,
y sólo quería responder a estos. Pero para hacerla, no es necesario prepararse
con antelación, ni tampoco documentarse con multitud de citas y referencias...
Lo fundamental es saber percibir en la atmósfera de ese preciso momento las
preguntas y temas que se están planteando. Y esto es lo que hacía el Maestro.
Esto era algo que él cuidaba muchísimo: Antes de entrar, siempre hablábamos
30
sobre temas muy diversos, y él estaba muy atento a nuestras conversaciones, a
tal punto que al día siguiente retomaba el tema allí donde lo habíamos dejado, o
hacía preguntas muy precisas a mis compañeros sobre aquello que más les
interesaba en ese instante ... se quedaban estupefactos.
Así, lo que él Maestro buscaba con sus conferencias era poder responder
a las preguntas de sus discípulos. Desde luego, su estilo no era muy académico:
Con frecuencia saltaba de un asunto a otro, o comenzaba un tema y lo dejaba a
medias para tocar otro que tampoco terminaría ... Para algunos, esto sin duda
producía el efecto de algo improvisado, inconcluso ... Pero ¿Acaso esto no es un
reflejo de la vida misma? El caso es que la mayoría de los hermanos y
hermanas salían de la conferencia con la impresión de que el Maestro había
hablado para ellos. Más tarde supe que esta forma de hablar era ciertamente la
más útil, de modo que yo también la he adoptado.
En sus conferencias, el Maestro nunca llegó a mencionar ciertos aspectos
de las Ciencias esotéricas. Él concentró su explicación sobre la Biblia y los
Evangelios, sin hacer referencia a la Kába1a, la Alquimia, la Magia o la
Astrología. En aquella época, hablar de estos temas en Bu1garia hubiera
supuesto grandes riesgos. El Maestro sabía que sus discípulos no estaban
preparados para ello, y por su parte la Iglesia -que ya le perseguía-, sin duda le
hubiera acusado de ser un brujo muy peligroso. Eran ya muy pocos quienes
estaban en condiciones de comprender sus comentarios de los Evangelios,
mucho menos hubieran entendido otros temas como el Árbol Sephirótico, los
Chakras o el lenguaje de los Símbolos! El sólo hecho de mencionar la
reencarnación era un motivo de escándalo por entonces ... Pero yo sabía que la
filosofía del Maestro iba mucho más lejos de lo que él podía revelar a través de
sus libros y conferencias. Muchas veces me ha pasado que, al mencionar el
nombre de mi Maestro, Peter Deunov, la gente
exclama: "¿Peter Deunov? Pero ¿Quien es este? ¡Un desconocido! Si nos
mencionara a Moisés, a Pitágoras, Buda, Jesús, Zoroastro... Ellos sí que fueron
Grandes Maestros, pero Peter Deunov!" Y sin embargo, al seguir la enseñanza
del Maestro, yo recibí la Enseñanza del Cristo, es decir, la de todos los Grandes
Maestros de la Humanidad.
Durante un Congreso en Tarnovo, el Maestro había hecho recubrir las
paredes de nuestra sala de reunión con tapices de seda de variados colores,
junto con algunos cuadros que representaban figuras geométricas. En una
salita anexa, había dispuesto también diversos objetos simbólicos, y los que
entraban allí debían meditar en silencio durante unos minutos. Había en
aquella salita una atmósfera mística extraordinaria. Al contemplar los objetos,
uno se sentía proyectado a un mundo de belleza y luz imposible de describir con
palabras. Era como si nos bañara una pureza primordial, creada por el
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Maestro de la luz. Al trasponer el umbral, era la luz la que hablaba,
produciendo un efecto tan poderoso que todos quedábamos maravillados.
En aquel mismo Congreso, el maestro nos reveló que la Ciencia del
futuro sería fundamentalmente una Ciencia de la Luz y del color, ya que la luz,
esa sustancia en apariencia tan débil e inofensiva, era en realidad la fuerza más
grande que existe en el universo, es ella la que ha puesto en movimiento toda la
Creación. Gracias a ella tienen vida las piedras, las plantas, los animales y los
seres humanos. Gracias a ella giran los mundos. Esto es lo que expresan las
primeras palabras del Evangelio de San Juan: "En el principio era el Verbo, y
el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios ... y todo lo que existe ha sido
hecho por Él y sin Él nada ha sido hecho de cuanto ha sido hecho." Sí, todo lo
que existe proviene de aquella Luz original, del Verbo ...
Entre los símbolos que adornaban aquella salita donde nos invitó a entrar
el Maestro, había un pentagrama, una estrella de cinco puntas de una enorme
belleza. Nunca he visto nada parecido hasta hoy. En su centro había inscritos
varios símbolos, entre ellos recuerdo un árbol con frutos, y en cada brazo de la
estrella los nombres de las cinco virtudes: Bondad, Amor, Justicia, Sabiduría y
Verdad, que son las cinco virtudes del Cristo, el hombre perfecto.
Son estas también las virtudes que ante todo debemos intentar desarrollar
en nosotros. Por esto, el Maestro nos dio la siguiente regla: "Coloca la Bondad
como base de tu vida, la Justicia como medida, la Sabiduría como límite, el
Amor como deleite y la Verdad como luz." Si se reflexiona sobre el significado
de tal precepto, se le encontrará absolutamente justo. La Bondad es la única
base sólida sobre la que un edificio puede sostenerse pues, por más inteligente y
bello que sea este, se derrumbará si no lo sostiene la bondad. La Justicia, es
una cualidad de medida: para ser justos, como lo indica el símbolo de la
balanza, es preciso saber preservar siempre el equilibrio, añadiendo un poco de
un lado o quitándolo cuando conviene, de la forma más conveniente... La
Sabiduría es como un límite, una barrera gracias a la cual podemos
protegernos de los enemigos internos y externos que nos amenacen; Sin el
Amor, la vida nos parecería insípida, incluso teniéndolo todo: la riqueza, el
saber, la gloria, etc. Sin el Amor, no tendríamos ningún gusto por la vida. En
cuanto a la Verdad, ella es la luz que ilumina nuestro camino, sin ella
estaríamos sumidos en el error y la oscuridad.
El Maestro no solía dar muchas explicaciones. Él se expresaba a través
de fórmulas muy concisas, de modo que los discípulos tenían que hacer el
esfuerzo necesario para comprender lo que había querido decir. A menudo me
preguntaba porqué dejaba tantas frases sin explicación, ya que podía ver los
mal entendidos que producían aquellas frases inexplicadas. En cuanto a mí, que
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hablo y hablo, explico y vuelvo a explicar... ¿Acaso se me comprende mejor?
Sólo Dios lo sabe ...
Tenía el Maestro una voz suave pero a la vez firme, llena, que nos
apaciguaba al mismo tiempo que nos reforzaba. Es por ello que siempre
salíamos de sus conferencias en un estado de bienestar y equilibrio interno.
Pero lo que más me impresionaba de él cuando hablaba era el ritmo que
impregnaba a sus gestos, sus actitudes y palabras, de una paz y una armonía
extraordinarias. Un ritmo semejante no puede producirse por artificio, sino que
es el resu1tado de una verdadera Ciencia. Es preciso conocer las leyes de la
Naturaleza, haber1as comprendido a fondo y compenetrarse interiormente con
ellas, para llegar a dominar ese ritmo que parecía brotar, irradiando de todas
sus células. Lo Natural es lo que verdaderamente actúa sobre los seres. Por eso,
los Grandes Maestros no necesitan de ningún truco para impresionar a la
gente. Ellos son sencillos, son ellos mismos y la fuerza de su palabra proviene
de su alma, con toda la sinceridad de una verdad nacida en su interior. Es así
como la palabra puede llegar a tener una influencia mágica.
No pretendo haber penetrado en todos los secretos de este ritmo, pero sí
he comprendido que es la simplicidad lo que toca e influencia el corazón del
hombre, mientras que los artificios hacen perder al lenguaje y a las actitudes su
fuerza y su significado. En cuanto al Maestro, mantuvo siempre esta actitud
sencilla y verdadera, nunca perdió aquella armonía y aquel ritmo maravilloso
que le eran tan característicos. .. Fue a su lado donde pude aprender el arte de
escuchar a aquellos que son capaces de enseñarme. Al estar cierto tiempo en
contacto con un imán, el acero empieza a imantarse, ya que el imán le comunica
su magnetismo. Del mismo modo, el discípulo conocedor de esta ley sabrá
permanecer al lado de su Maestro para dejarse impregnar de su vida, de su
amor, de su luz... Es así como él mismo, a su vez, podrá llegar a ayudar a los
otros...
Cuando el Maestro hablaba, yo siempre buscaba el mejor sistema para
aproximarme al máximo a su mente. Cuando asistía a sus conferencias, por
ejemplo, evitaba sentarme en las primeras filas para estar lo más cerca de él, y
más bien me situaba al fondo de la sala, casi al lado de la puerta. .. En
apariencia, era el que estaba más alejado, pero el hecho es que mi mirada, mi
alma, mi pensamiento, se veían estimulados por esta distancia y franqueaban el
espacio que me separaba del Maestro, haciéndome sentir más próximo a él que
si hubiese estado en primera fila. Yo entraba en él, dentro de su mente, pues
quería saber cómo veía él las cosas, como las concebía y las sentía. Yo quería
ser la página sobre la cual él escribía... Así, durante años, del mismo modo que
el sol escribe con sus rayos sobre la tierra, el Maestro escribió todos los días
sobre esta página que era yo mismo... La palabra, el pensamiento de un
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Maestro pueden quedar contenidos en sus libros, pero los libros de papel son
poca cosa: Para un Maestro, lo que realmente importa son los libros vivientes.
Es preciso que los discípulos sean libros vivientes, pues él escribe ante todo
sobre ellos, depositando en su mente y en su corazón la semilla de su
Enseñanza, con la esperanza de que ellos la hagan fructificar y la difundan por
todo el mundo.
Durante años, me ejercité de esta forma e incluso cuando tenía que
dejarle para volver a mi casa, seguía imaginándome que estaba dentro de él, me
veía en él y, poco a poco, sentía como las cosas se aclaraban. Estos ejercicios
me sirvieron mucho. Yo hubiera podido irme a vivir a Izgrev, como lo hicieron
muchos hermanos y hermanas, pero decidí permanecer en la ciudad para no
habituarme a la presencia cotidiana del Maestro. Gracias al camino que tenía
que hacer para ir a escucharle, le descubría cada vez, siempre nuevo, siempre
maravilloso... Cuando se está demasiado cerca de la montaña, no se puede ver
la cima, y si no fuera porque existe la noche, no podríamos descubrir cada
mañana un sol siempre nuevo.
En muchas ocasiones, el Maestro me invitaba a su casa cuando quería
decirme algo. Al entrar, había siempre un aroma muy especial, que no se
parecía a ningún otro, y que no parecía proceder de las flores, frutos, ni nada
de lo que había en aquella habitación. Estoy seguro de que era el perfume de su
alma, de su corazón. Por entonces yo era aún muy joven, y no podía verlo de
este modo, pero en cada visita experimentaba la misma sensación de pureza y
santidad que flotaban en aquella atmósfera como un perfume, y que no he vuelto
a percibir en ninguna otra parte, puesto que, en realidad, es un aroma que no
existe en el plano físico y es posible que fuera también mi alma quien lo
percibía en el plano astral.
Durante las conversaciones con el Maestro, no intentaba comprender de
inmediato lo que él me decía, ya que no estaba en condiciones de hacerla. En
cambio, en la medida de mis posibilidades, trataba de grabar en mi mente y de
vivenciar sus palabras de forma integral, es decir, vibrando con toda su belleza
y su dimensión espiritua1. Antes que comprender, me parecía que era más
importante sentir. Más tarde, al regresar a casa y a veces durante el trayecto
mismo (que duraba unos tres cuartos de hora), me ponía a revivir la escena,
recordando las palabras del Maestro junto con los gestos que las habían
acompañado, el tono en que las había pronunciado, la expresión de su rostro,
su mirada, su sonrisa... No era fácil hacerla y muchas veces no lo conseguía al
primer intento, pero poco a poco, algunos detalles empezaban a surgir en mi
memoria y los iba anotando... Luego seguía concentrándome hasta revivir otras
palabras e imágenes, que también anotaba, y al final lograba reconstruir casi
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todo. Esto me hacía muy feliz y satisfecho, por haber ejercitado mi memoria
hasta restituir casi al completo lo que se había grabado en ella.
De aquellos ejercicios, conservo con especial interés lo que el Maestro
me explicaba en relación a la teoría y la práctica, a los conocimientos
intelectuales y el verdadero trabajo. Cuando se es joven, se tiende a pensar que
lo principal es la actividad del pensamiento: leer, estudiar, reflexionar.... Y el
Maestro, consciente de los peligros a que podía conducirme esta tendencia me
decía: "Aquel que se lanza a la acción sin tener conocimientos, sólo podrá
hacer estragos. Pero aquel que se 1imita a acumular conocimientos -por
elevados que estos puedan ser-, permanecerá improductivo. Lo importante
dentro de la vida espiritua1 es realizar y, para ello, basta con algunos cuántos
conocimientos, pero aunque sean pocos es preciso 11evarlos a la práctica."
Estas palabras me impactaron mucho. Siempre había procurado
esforzarme por adquirir conocimientos y había podido comprobar los
resultados. El propio Maestro era un hombre muy sabio y profundo. Sí, él había
tenido que recorrer un largo camino y había llegado a conocer la verdad. Por
ello nunca dejaré de agradecer al Cielo día y noche, el haber podido conocer a
mi Maestro y contar con su amistad.
Muchas veces, en el curso de una conversación, el Maestro tenía el hábito
de repetir estas tres palabras: "Rabota, rabota, rabota. Vrémé, vrémé, vrémé.
Véra, véra, véra ... " Que significan: “El trabajo, el trabajo, el trabajo, El
tiempo, el tiempo, el tiempo, La fe, la fe, la fe….. Nunca me explicó porqué lo
hacía, pero las seguía repitiendo y esto me llevó a pensar que él había
sintetizado en ellas toda una filosofía. Veamos: Por un lado está el trabajo, pero
también la fe, que es necesaria para emprenderlo y continuarlo... y sobre todo,
el tiempo, siempre hará falta el tiempo! No basta con desear ardientemente una
cosa para que esta se realice al instante! Sí, ahora he llegado a comprender
muy bien el sentido de aquella palabra "Vrémé" Han tenido que transcurrir
años y años para saber que "Vrémé" es algo importante ! ..
.
A veces, cuando estábamos conversando, el Maestro callaba de pronto;
cerraba los ojos y pronunciaba algunas palabras en voz muy baja... Yo estaba
muy intrigado con esto y me preguntaba qué estaría diciendo. Una vez, alcancé
a oír la palabra "Gospodi" (Señor), unida a otras que eran del todo
imperceptibles. Ah! ¿Quizá pensáis que estaba suplicando al Señor que le
liberase de mi presencia? Puede ser. El caso es que en aquellos momentos su
rostro adquiría una claridad y una serenidad tales, que me parecía que no
pensaba exactamente en mí, sino que se había unido al Cielo, que había entrado
en contacto con el mundo de la Luz. Sin duda diría: "Gloria a TI, Señor", o
35
bien "Señor, que Tú nombre sea santificado"... nunca llegué a saberlo del
todo, pero esto no es lo esencial.
Lo esencial es entender que cada día, y varias veces cada día, el Maestro
consideraba necesario unirse al Cielo. Yo me preguntaba: "Si él, que ya es un
Maestro y siempre permanece en la luz, necesita pronunciar el Nombre del
Señor y restablecer el contacto con Él, entonces nosotros, que estamos tan a
menudo en la oscuridad, ¿Cómo podríamos pensar que no necesitamos este
contacto?" Y desde entonces he adoptado también la misma práctica. Hé
comprendido lo importante que puede ser detenerse varias veces al día, aunque
sólo sea por unos segundos, incluso en medio de una actividad, a fin de
armonizarse con las Inteligencias Celestes y las Entidades creadoras, puesto
que ésta armonización nos traerá paz, equilibrio y luz para actuar
correctamente.
El Maestro nunca llegó a revelarnos el método que seguía en cuanto a su
trabajo con nosotros, esto es algo que ningún Maestro ha llegado a hacer.
Corresponde al discípulo observar y estudiar a su Maestro para poder penetrar
sus "secretos", pero no debe hacerlo movido por la simple curiosidad, sino
como una forma de comprender el espíritu que anima su labor, el punto de vista
donde se sitúa el Maestro para sopesar las diversas situaciones, instruir a los
seres y actuar junto con ellos. Así que, para poder entrar en la mente del
Maestro, yo hacía algunos ejercicios muy concretos, seguía mis propios
métodos que ahora os voy contando, ya que os pueden ser de gran ayuda.
Aprecio estos ejercicios entre los mejores que he practicado a lo largo de
mi vida, por las grandes ayudas y posibilidades que me abrieron en su
momento. Nadie me indicó estos métodos, ni siquiera el Maestro. De una forma
instintiva, yo mismo supe que valía la pena hacer un esfuerzo por conservar
aquellos tesoros tan preciosos que él me daba ... De no ser así, ¿Cual sería la
utilidad de un Maestro? Él da y da, y el discípulo negligente lo olvida todo en
poco tiempo, se acuerda sólo de aquello que le conviene y que no representa lo
más importante para su evolución. Hé aquí que el Maestro ha perdido entonces
su tiempo ... y el discípulo también!
Cuantas cosas hay que tener en cuenta! Hay quien pretende ser discípulo
de un Maestro sin dejar de ostentar una actitud despreocupada y negligente!
Había casos en que el Maestro se veía obligado a preguntar en público a algún
hermano o hermana cual había sido la idea fundamental de su charla de la
víspera o antevíspera. Oh! la, lá. Algunos no se habían enterado de nada, otros
salían con mil disculpas que no tenían nada que ver con el asunto, otros
especulaban sin abordar el tema, etc. Muy pocos eran capaces de exponer con
claridad aquello de lo cual había hablado el Maestro ... ¿Porqué? Porque ellos
36
no sabían apreciar lo que el Maestro les estaba dando, quizá esperaban otra
cosa y, entre tanto, dejaban perder muchas verdades que les hubieran sido muy
útiles para gobernar su vida.
Hay muchas personas que se hacen una falsa idea acerca de lo que les
puede aportar un Maestro! Esperan de él discursos y demostraciones
espectaculares, y siempre están yendo de un Maestro a otro, aún teniendo cerca
de ellos aquel que no han sabido reconocer. Ahora mismo me viene a la mente
un hombre que creía ser un gran espiritualista, por el hecho de tener una
biblioteca colmada de libros esotéricos. A menudo venía a ver al Maestro, a
quien llamaba "Señor Deunov", hablaba y comía con él sin percatarse en
absoluto de su verdadera dimensión. Era la época en que el Maestro aún no
había sido reconocido en Bulgaria.
Un día, aquel hombre viajó a los Estados Unidos, pues había oído decir
que allí había grandes Maestros teósofos. Antes de partir fue a pedir1e al
Maestro una fotografía suya, y el Maestro se la dio. Después de un tiempo, en
que estuvo haciendo contactos con di versas personas de allí, comenzó a dictar
algunas conferencias. En una de ellas, que ofrecía a un grupo de esoteristas
muy importantes, les habló sobre la situación espiritua1 de Bulgaria y les
mostró la foto del Maestro ... Cúa1 no sería su sorpresa al oir a los americanos
exclamar: "Pero si precisamente él ha sido nuestro Instructor, cuando estuvo
viviendo varios años aquí, en los Estados Unidos! Cuantas veces le oímos
comentar pasajes del Evangelio. Nunca olvidaremos lo que él nos dijo acerca
de la Naturaleza ... Qué privilegiados sois vosotros de tener allí un Maestro
como él! Esperemos que algún día pueda regresar a los Estados Unidos."
Esto fue todo un shock para aquel hombre, al darse cuenta de que había
tenido que ir al otro lado del mundo a buscar lo que se le podía ofrecer cada
día en su propio país. Entonces decidió escribir de inmediato al Maestro!
Tendríais que haber visto aquella carta! Por supuesto, ya no le llamaba "Señor
Deunov", y se lamentaba por haber sido tan ciego, expresándo1e su vehemente
deseo de volver pronto cerca de él. Unos años después cuando le conocí, se
había convertido en uno de los más fieles discípulos del Maestro, a quien
veneraba profundamente.
Sí, son muchas las cosas por pulir antes de llegar a ser verdaderamente el
discípulo de un Maestro! Con frecuencia, el Maestro nos decía: "Ahí estáis
vosotros, colgados de mi puerta, esperándolo todo de mí: que os cure, que os
trasforme ... y sin esforzaros en lo más mínimo. Pues bien, sabed que vais a
veros decepcionados." y esto era lo que les ocurría a muchos. Ellos se habían
imaginado que, por el sólo hecho de estar allí cerca de él, de la noche a la
mañana recibirían automáticamente la sabiduría, el poder, el don de la
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clarividencia o la profecía ... Y cuando el Maestro partió hacia el otro mundo,
ellos creían que el Espíritu Santo vendría sobre ellos, como con los discípulos
de Jesús... Cuando se dieron cuenta de que nada había cambiado en ellos, se
sintieron furiosos, engañados, no habían entendido que recibir al Espíritu Santo
es el resultado de un prolongado trabajo interno. Pues bien, el agricultor más
sencillo resulta ser más sabio e inteligente que ellos: El tiene la tierra, las
semillas, la lluvia, el sol, pero él sabe que no basta con que estos elementos
existan por separado para obtener una buena cosecha; él sabe que es necesario
trabajar, limpiando y arando la tierra, sembrando las semillas, regándo1as
cuando no hay lluvia suficiente ... Todo esto implica un gran esfuerzo. Lo mismo
sucede con la vida interna: No basta con que exista un Maestro, una Enseñanza
... Hay que trabajar!
Ahora bien, lo que resulta asombroso es ver cuan pocas personas saben
adoptar la actitud correcta delante de un Maestro. He visto a tantos que venían
a ver al Maestro y, en vez de escuchar1e e instruirse con sus palabras (que era
lo que ellos buscaban en teoría), casi no le dejaban hablar, haciendo gala de
sus conocimientos y citando los numerosos libros que habían leído! En tales
casos, el Maestro mostraba siempre una paciencia infinita y sonreía con
dulzura mientras les escuchaba. Pasado un tiempo, muchos comprendían que
estaban hablando ellos solos y que, de seguir así, no podrían aprender nada, de
modo que al final se callaban y dejaban hablar al Maestro, para darse cuenta
sorprendidos que, en unos pocos minutos a su lado podían aprender más de lo
que les habían supuesto varios años de estudio, sencillamente porque ahora se
mostraban receptivos y esto les permitía comprender las palabras del Maestro.
Pero había también quienes venían a ver1e con la intención de someterlo
a "pruebas". En este caso el Maestro escuchaba, respondía con brevedad o no
respondía en absoluto, con lo cual la gente se iba convencida de haber logrado
su propósito y de haber demostrado sus lagunas, jactándose de ello a diestra y
siniestra. No obstante, algunos de los que abordaban con tal objeto, les
insinuaban que asistieran alguna vez a una charla del Maestro, y en este caso...
lo que tenían que oír! El Maestro no se limitaba a responder plenamente a las
preguntas que ellos le habían formulado anteriormente, sino que explicaba
también, con lujo de detalles el carácter de estas gentes, sus problemas, etc.,
siempre sin mencionar directamente a nadie, por supuesto. Y estas personas, al
verse reconocidas, se sentían tan poca cosa que normalmente después de la
charla iban a ver al Maestro para pedir1e perdón y prometer1e que en lo
sucesivo serían mas prudentes y reflexivos.
Pero también a vosotros, os queda todavía mucho que aprender en
relación con los Maestros y los discípulos. Sabed que un Maestro no es aquel
que, de repente, va a poner su mano sobre vuestra cabeza o vuestra espalda,
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haciendo que se vean resue1tos todos vuestros problemas y obtengáis la
iluminación. Un verdadero Maestro es aquel que os da todos los métodos, pero
corresponde a vosotros el trabajo necesario para obtener aquello que deseáis.
El Maestro no va a hacerla en vuestro lugar, pues esto no os serviría de nada.
Para que un don psíquico o un logro espiritual puedan mantenerse, deberán
venir del interior a base de vuestro propio esfuerzo. Un Maestro puede abriros
las puertas, pero sois vosotros quienes teneis que entrar, él no va a empujaras
por la fuerza... Si él ve que verdaderamente avanzáis, entonces os abrirá otras
puertas. Cada vez que el Maestro vea que hacéis progresos, os dará la
posibilidad de subir a un nivel más avanzado, pero siempre seréis vosotros los
que tendréis que moveros para llegar a este nuevo grado.
No contéis pues con los milagros que el Maestro pueda hacer por
vosotros y avanzareis más rápidamente, ya que de esta forma él podrá ayudaros
mejor. Esto parece un misterio pero el hecho es que cuando estáis totalmente
pendientes, fijados sobre alguien, esperando todo de él, lo que hacéis es
paralizar1e, no le dejáis que haga nada por vosotros y vuestra labor será
estéril. Así que trabajad, preparaos, en el momento en que estéis listos
recibiréis ayuda.
Y los cristianos... ¿Pensáis acaso que ellos han comprendido esto? Ellos
se muestran orgullosos de Jesús y dicen: "Nuestro Señor Jesús... ninguno es más
grande que él!" Bien, pero Jesús es Jesús y ellos ¿Quienes son? Unos perezosos
que no hacen nada por seguir su ejemplo. Y no sólo les pasa a los cristianos:
Todos, los musulmanes, los budistas, los judíos, están orgullosos porque ellos
tienen a Mahoma, Buda o Moisés, aparte de todos los libros sagrados. Eso sí,
que ellos mismos permanezcan mediocres, débiles, egoístas, malvados, es algo
que carece de importancia, puesto que ellos pertenecen a una religión
formidable y no hacen otra cosa que pavonearse con estos montajes. .. Pero el
Maestro Peter Deunov rechazaba tal actitud por parte de sus discípulos,
sabiendo que dicha actitud no puede aportarnos nada, ni para esta vida ni para
la siguiente.
Cuando un hombre deja esta tierra, no sólo debe abandonar sus
posesiones materiales, sino también lo que le ha sido dado en otros terrenos,
bien sea a través de las personas o de los libros. Todo se borra en él, salvo
aquello que ha logrado verificar a profundidad, aquello que ha experimentado y
ha vivido. Es por ello que al nacer de nuevo en la siguiente encarnación, deberá
volver a aprenderlo todo con mucha dificultad. Incluso en el caso de que sea
capaz de hablar y escribir sobre muchos temas, esto no quiere decir que les
conozca verdaderamente y siempre deberá comenzar desde el principio.
Observad: las gentes se casan, tienen hijos, y muchos se ven sobrepasados y
agobiados ante una circunstancia cualquiera, como si la viviesen por primera
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vez; Y sin embargo, puede que la hayan vivido ya muchas veces en sus
anteriores vidas! Pero como nunca quisieron profundizar de verdad en sus
papeles y sus responsabilidades como padres, madres o esposos, les sigue
ocurriendo que siempre es como si fuera la primera vez: Siguen haciendo
tonterías y siguen sufriendo por lo mismo.
De modo semejante, aunque tengáis un Maestro y estéis siguiendo su
Enseñanza, nada importante va a quedar en vosotros, a menos que os esforcéis
para que esta Enseñanza se convierta en algo vivo en vuestro interior. No basta
con repetir: "Tenemos un Maestro bueno... Tenemos un Maestro sabio..” y
aprender de memoria toda clase de citas de los libros. La bondad y la sabiduría
de vuestro Maestro le pertenecen sólo a él, no a vosotros, y mientras no
trabajéis con ahínco para obtener las, os van a servir muy poco.
El verdadero discípulo no se contenta con estar orgulloso de las
cualidades de su Maestro y de citar sus palabras, sino que hace suya su
Enseñanza, se funde con él, hasta el punto de que, un día cuando está hablando,
no sabría a ciencia cierta si es su mente o la del Maestro la que se está
expresando. He aquí lo que constituye un modelo ideal del discípulo verdadero.
De no ser así, aunque haya pasado veinte o treinta años al lado mismo del
Maestro, no le quedará nada de él y, al retornar en su próxima encarnación,
tendrá que volver a empezar de nuevo, como si nunca hubiera tenido Maestro ni
Enseñanza alguna.
La tarea de un Maestro es muy complicada: Su trabajo consiste en
ayudar al discípulo a liberar su espíritu, ya que este es como un rey destronado,
que se ha dejado derrocar por gentes revoltosas, y ha sido reducido a prisión,
mientras que su reino es pasto de la anarquía. Por desgracia, a pesar de verse
vejado y desposeído, muchas veces el discípulo no comprende bien la ayuda que
quiere dar1e el Maestro; Le parece que este ú1timo sólo busca limitar su
libertad a través de sus consejos y su actitud hacia él. Entonces, ¿Qué debe
hacer el Maestro?.. Esperar pacientemente a que aquel discípulo entienda la
naturaleza de su tarea. Lo que el Maestro intenta limitar en él, son las
manifestaciones de su naturaleza inferior, los instintos, las pasiones que han
logrado reducir al silencio su espíritu, su naturaleza superior. Pero si, en vez de
comprender que el Maestro sólo quiere su bien, aquel discípulo piensa que todo
lo que hace es poner1e trabas, atormentarlo y agobiarlo, es sencillamente
porque no sabe donde reside su verdadero bien. Como los niños, al discípulo le
gustan mucho los bombones y va a buscar aquel que se los ofrece ... Mientras
que el Maestro sólo le ofrece cosas amargas. Por eso, en muchas ocasiones, el
discípulo se pone furioso y se rebela.
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Inc1uso el Maestro Peter Deunov tuvo que verse expuesto a estas
reacciones, ciertamente horrendas, de parte de algunos discípulos que llegaron
hasta a amenazarle físicamente ... Recuerdo alguno de ellos que montó en
cólera contra él por no sé qué motivo, se arrojó sobre el Maestro y le mordió el
dedo pulgar. He aquí las complicaciones que pueden surgir cuando un discípulo
no sigue a su Maestro de una forma verdaderamente desinteresada. Poco a
poco, el amor, el respeto y la veneración hacia su Maestro pueden llegar a
trasformarse en odio.
En otra ocasión, un discípulo suyo que había leído algunos libros de
ocu1tismo, se creyó poseedor de un secreto que le permitiría descubrir valiosos
tesoros en la montaña. Con esta idea, organizó toda una expedición con
hombres y mulas para transportar el material pero, cuando ya lo tenía todo
listo, tuvo ciertas dudas sobre el éxito de su proyecto y, para asegurarse mejor,
vino a consultar al Maestro. Aunque se abstuvo de contarle que ya estaba todo
a punto, el Maestro lo sabía y le dijo: "Pues bien, inténtalo”, respuesta que
para aquel discípulo significó la confirmación de un éxito indudable. Así que
estuvo buscando durante días y días, sin encontrar nada en abso1uto, por el
contrario, él mismo cayó enfermo. Después de aquello vino muy descontento a
ver nuevamente al Maestro y le reprochó amargamente por no haber1e avisado:
No sólo había fracasado en su búsqueda del tesoro, sino que, además, ahora
se encontraba enfermo y toda la culpa la tenía evidentemente el Maestro.
"¿Acaso tú crees que era el momento idóneo para prevenirte, cuando ya lo
tenías todo preparado?”, le dijo el Maestro. "Tú esperabas encontrar un tesoro,
de modo que si te hubiera dicho que no fueras me habrías acusado de impedirte
conseguir aquella riqueza” Hay ocasiones en que un Maestro no puede advertir
ciertas cosas a sus discípulos, pues no sólo no le creerían, sino que se
rebelarían contra él... Por esto, les deja que actúen en libertad. Él se limito a
decirles: "Intentadlo”. Luego ellos vienen a quejarse, convencidos de que les ha
engañado y él es el responsable de su fracaso! Sí, ¡lo extraordinario de todo
esto es que es siempre el Maestro el cu1pab1e, nunca el discípulo!.
Por desgracia -o por fortuna, según se mire-, un Maestro no está allí para
arreglar los asuntos de los discípulos, ni para exonerar1es de las pruebas.
Aunque él lo quisiera, no tendría derecho a hacerlo, puesto que hay reglas que
también él debe respetar.
En nuestra Fraternidad de Bulgaria, teníamos un hermano muy devoto y
fiel, a quien su hijo no cesaba de darle disgustos: No sólo carecía en absoluto
de interés hacia la Enseñanza del Maestro, sino que llevaba una vida disoluta,
buscando solamente placer y diversiones. Los excesos y desórdenes de todo tipo
le llevaron finalmente a contraer una tuberculosis. Los médicos no le
pronosticaban mucho tiempo de vida y su padre, avergonzado por la conducta
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de este hijo, no se atrevía a comentarle nada al Maestro hasta que un día, el
temor de perder a su hijo fue más fuerte y decidió venir, acompañado por su
mujer, para pedirle al Maestro que le salvara. Él les respondió: "Ya sabéis que
existen normas que debo respetar. Yo no puedo hacer nada que no esté en
armonía con las leyes del mundo divino. Puedo pedirle al Cielo su curación,
pero ¿Por qué lo haría? ¿Para que él siga teniendo la posibilidad de destruir su
cuerpo y su alma? "Lo comprendemos, respondieron llorando los padres del
muchacho, pero es que le amamos tanto que no podríamos sobrellevar su
pérdida" Entonces el Maestro, impresionado ante tanta tristeza les dijo: "Es por
vosotros que yo le curaría, pero él tendrá que prometerme que cambiará su
forma de vivir. Si él se niega a prometer esto, no podré hacer nada para
prolongar su vida."
Como es lógico, el Joven prometió sin dudar un momento lo que se le
exigía, y el Maestro lo salvó. ¿Cómo lo hizo? No lo sabemos, pero el caso es
que el enfermo se restableció muy rápidamente ante el asombro de los médicos.
Al comienzo, él mantuvo su promesa y vivió sanamente... Pero con el paso del
tiempo fue encontrando de nuevo a sus antiguos camaradas que le dijeron:
"¿Cómo es que ahora no vienes de nuevo con nosotros? ¡Eres muy estúpido
viviendo como vives! ¿Porqué tantas privaciones?" Él intentó resistirse un poco,
pero la tentación resu1tó ser más fuerte y volvió a las andadas, reanudando su
vida de crápula. Como es evidente, pronto volvió a caer enfermo...
Los padres, muy afligidos, vinieron de nuevo ante el Maestro, para
sup1icar1e una vez más que salvara a su hijo, pero esta vez el Maestro fue
categórico y les respondió:"No, ahora ya no es posible" Ellos seguían llorando
desesperados y el Maestro añadió: "Sabéis que no puedo ir en contra de las
leyes del destino. En ciertas circunstancias puede haber excepciones, pero
ahora está demostrado que vuestro hijo no cambiará, y no puedo contravenir
las leyes para permitirle seguir con ese tipo de vida licenciosa, que es nociva
para él y para los demás. Sólo puedo hacer una cosa por él: Cuando abandone
su cuerpo va a encontrarse en el otro mundo con entidades hostiles,
horripilantes, porque aquel que vive en medio de la pasión y el desenfreno crea
monstruos terribles en el mundo invisible, a los que deberá enfrentarse al morir.
Esto es inevitable. Es entonces cuando llega a tener verdadera consciencia de
sus errores, en medio de un inmenso sufrimiento. Pues bien, cuando vuestro hijo
se vaya, yo le acompañaré, para que no esté sólo en el momento de afrontar
aquellos monstruos." Entonces, los padres se sintieron reconfortados y
agradecieron al Maestro por la ayuda que les ofrecía. Poco tiempo después, su
hijo murió.
Otra tendencia de algunos discípulos es la de exigir a su Maestro que sea
omnisciente, todopoderoso. Pero ¿Qué se habrán imaginado? Y ellos, ¿Qué es
42
lo que hacen para merecer la presencia de un ser así a su lado? .. Admitamos
incluso que llegaran a tener un Maestro así: ¿Acaso no acabarían por
traicionarlo o abandonarlo, como hicieron la mayoría de los discípulos de
Jesús? .. Evidentemente, cuando pensáis en un Maestro perfecto, estáis
buscando alguien que os facilite las cosas, que resuelva todos vuestros
problemas. Pues bien, no os engañéis; Un Maestro no está para estas cosas. Su
tarea es instruiros y llevaros hacia un mejoramiento. Cuanto más grande es un
Maestro, más difícil es su Enseñanza, y esto es algo que pasa en todos los
campos: ¿Creéis que la enseñanza de un gran músico o de un sabio genial sería
acaso accesible a vosotros? Por el contrario, lo más probable es que ellos
mismos rehusaran aceptaras como sus discípulos! Me diréis que un Maestro
espiritual no es lo mismo que un sabio o un músico y que su amor, su bondad y
generosidad debería incluir a todas las criaturas. Sí, es cierto, pero
precisamente este amor, esta bondad y esta generosidad le mueven a
aguijonearas sin cesar en el camino de vuestro perfeccionamiento, en vez de
hacer por vosotros los milagros que esperáis de él.
No podéis exigir a un Maestro que sea dueño de todo el saber, de todos
los poderes. Sólo teneis derecho a exigirle una cosa: Que os vincule con el
Cielo, que os muestre el camino hacia Dios, que os guíe hacia la luz. Un
Maestro no os quiere retener a su lado, sino que aspira a conduciros hasta
Dios. Y si queréis insistir en permanecer al lado suyo os dirá: "No, no. No
contéis conmigo, yo no puedo dároslo todo, sólo el Señor os podrá colmar. Lo
único que puedo hacer por vosotros es ayudaras a encontrar el camino. Yo soy,
si queréis verlo así, como una cabina telefónica que os permite comunicaros
con el mundo divino, con las jerarquías celestiales. Esto es todo. He aquí lo que
os dirá un verdadero Maestro. Por supuesto, si no se tratara de un verdadero
maestro, entonces os embaucará con todo tipo de historias y tendréis que usar
vuestra capacidad de discernimiento. Amar a un maestro, vincularse mucho a
él, es algo que está bien, pero no hay que invisible, a los que deberá enfrentarse
al morir. Esto es inevitable. Es entonces cuando llega a tener verdadera
consciencia de sus errores, en medio de un inmenso sufrimiento. Pues bien,
cuando vuestro hijo se vaya, yo le acompañaré, para que no esté sólo en el
momento de afrontar aquellos monstruos." Entonces, los padres se sintieron
reconfortados y agradecieron al Maestro por la ayuda que les ofrecía. poco
tiempo después, su hijo murió.
Otra tendencia de algunos discípulos es la de exigir a su Maestro que sea
omnisciente, todopoderoso. Pero ¿Qué se habrán imaginado? Y ellos, ¿Qué es
lo que hacen para merecer la presencia de un ser así a su lado?.. Admitamos
incluso que llegaran a tener un Maestro así: ¿Acaso no acabarían por
traicionarlo o abandonarlo, como hicieron la mayoría de los discípulos de
Jesús?.. Evidentemente, cuando pensáis en un Maestro perfecto, estáis
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buscando alguien que os facilite las cosas, que resuelva todos vuestros
problemas. Pues bien, no os engañéis; Un Maestro no está para estas cosas. Su
tarea es instruiros y llevaras hacia un mejoramiento. Cuanto más grande es un
Maestro, más difícil es su Enseñanza, y esto es algo que pasa en todos los
campos: ¿Creéis que la enseñanza de un gran músico o de un sabio genial sería
acaso accesible a vosotros? Por el contrario, lo más probable es que ellos
mismos rehusaran aceptaras como sus discípulos! Me diréis que un Maestro
espiritual no es lo mismo que un sabio o un músico y que su amor, su bondad y
generosidad debería incluir a todas las criaturas. Sí, es cierto, pero
precisamente este amor, esta bondad y esta generosidad le mueven a
aguijonearas sin cesar en el camino de vuestro perfeccionamiento, en vez de
hacer por vosotros los milagros que esperáis de él.
No podéis exigir a un Maestro que sea dueño de todo el saber, de todos
los poderes. Sólo teneis derecho a exigir1e una cosa: Que os vincule con el
Cielo, que os muestre el camino hacia Dios, que os guíe hacia la luz. Un
Maestro no os quiere retener a su lado, sino que aspira a conduciros hasta
Dios. Y si queréis insistir en permanecer al lado suyo os dirá: "No, no. No
contéis conmigo, yo no puedo dároslo todo, sólo el Señor os podrá colmar. Lo
único que puedo hacer por vosotros es ayudaras a encontrar el camino. Yo soy,
si queréis verlo así, como una cabina telefónica que os permite comunicaras
con el mundo divino, con las jerarquías celestiales. Esto es todo. He aquí lo que
os dirá un verdadero Maestro. Por supuesto, si no se tratara de un verdadero
maestro, entonces os embaucará con todo tipo de historias y tendréis que usar
vuestra capacidad de discernimiento. Amar a un maestro, vincularse mucho a
él, es algo que está bien, pero no hay que precipitarse y es bueno disponer de un
juicio crítico para prevenir a donde os podrá conducir dentro de unos años.
Muchos malos entendidos podrían evitarse si los discípulos supieran que
ellos tienen todo el derecho a escuchar o no a su Maestro, pues el camino que
lleva a la perfección es infinito y por grande que sea un Maestro, nunca es del
todo perfecto. No importa lo que piensen de él sus discípulos, el Maestro sabe
muy bien que aún está lejos de poseer la perfección absoluta, que es la
perfección del mismo Dios. Por esto, aquellos discípulos que aman
verdaderamente a su Maestro, sólo deberían manifestar hacia él pensamientos y
sentimientos de la más elevada pureza y luminosidad, con el objeto de
faci1itarle el trabajo y, al mismo tiempo, beneficiarse ellos mismos, puesto que
entonces el Maestro contará con mayores posibilidades de ayudarles.
A lo largo de los años que pasé cerca del Maestro, tuve que buscar el
método más eficaz para poder participar en su labor. Desde lejos y a través del
pensamiento, procuraba enviarle luz, lo envolvía en luz, lo veía dotado de una
increíble belleza, lo cual era para mí una continua fuente de regocijo. No le
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decía nada, pero sé que él lo percibía. Al verle de este modo, tan luminoso, tan
poderoso, me unía a su deseo de expandir e irradiar la luz, y me sentía
inmensamente feliz al poder asociarme a su trabajo.
En lugar de perder el tiempo en inútiles disquisiciones acerca del
Maestro: "¿Acaso él será la reencarnación de Jesús, de San Juan, de Buda? ..
¿Será Melkisedec?", es preferible para el discípulo ir directamente a lo que es
más importante para su Maestro y para él mismo, que no es otra cosa que
trabajar con el amor y con la luz. No hace falta preguntarse continuamente si su
Maestro es más grande o más pequeño que algún otro Maestro. No es esto lo
que ayudará a evolucionar, sino su fidelidad respecto al Maestro y su esfuerzo
para colaborar en su tarea.
Durante mi estancia de un año en la India, tuve ocasión a menudo de
mostrar la fotografía del Maestro Peter Deunov a varios yoghis y Sadhus; Ellos
la tomaban con mucho respeto y algunos la ponían sobre su frente. Yo solía
decir1es: "Vosotros sois mis amigos y este es mi Maestro". Se lo dije incluso a
Baba-Ji. Todos ellos me comprendieron perfectamente, pues allí en la India la
gente no suele cambiar de Maestro como sucede aquí, en Europa. Siempre ha
sido para mí un motivo de asombro observar que la gente sigue durante años a
un hombre a quien llaman Maestro, y más adelante encuentran otro y
abandonan al primero. Esto no acaba aquí, sino que viene luego otro, y otro...
En cuanto a mí, una vez que incorporé a mi Maestro en mi mente y en mi
corazón, ya fue suficiente, nunca he buscado otro distinto a él. Aunque haya
experimentado admiración y respeto por otros Maestros, nadie nunca ha
llegado a ocupar dentro de mí el lugar de mi Maestro.
Cada verano, el Maestro Deunov reunía a toda la Fraternidad en las
montañas de Rila -que son parte de la cordillera de los Balcanes-, para una
estancia de varias semanas que se prolongaba hasta dos meses, si el tiempo lo
permitía. El resto del año, los que vivíamos en Sophia teníamos la posibilidad
de subir los fines de semana al monte Vitocha, más cercano a la ciudad.
Gracias a esta iniciativa del Maestro, regresábamos de estos días en la
montaña cargados con todo tipo de regalos del Cielo. Era allí donde él nos
podía enseñar mejor la actitud que debíamos mantener frente a toda la
naturaleza: las rocas, los árboles, las cascadas, los lagos, las cimas ... Desde el
momento de la partida hasta el retorno, todas las ocasiones eran propicias para
el Maestro, de cara a nuestra formación.
Solíamos tomar como punto de partida a Izgrev. Antes de ponernos en
marcha, el Maestro siempre atento y vigilante, se unía al mundo invisible y,
cuando estaba a punto de mover su pie para dar el primer paso, parecía que nos
iba a llevar hacia una aventura extraordinaria. El nos hablaba acerca de lo
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importante que es el estado interior que uno tiene en ese momento de comenzar
a andar, la intención con la cual se da ese primer paso. Todo depende de aquel
momento y de la forma en que uno emprende la marcha. El Maestro lo hacía
lentamente, mirando con precaución a derecha e izquierda. Luego, a medida
que avanzábamos, iba acelerando hasta el punto de que casi teníamos que
correr para poder seguir le. Y no era que sus pasos fueran más grandes que los
nuestros, pero siempre nos veíamos cortos para ir a su ritmo. Parecía que
nunca se fatigara. .. Se desplazaba con tanta gracia, con tanta dignidad y
agilidad a la vez! ... Su cabeza, su rostro, su mirada, sus gestos, todo en él era
impecable, pero sobre todo su forma de andar. Sobre la marcha, nos iba
explicando como había que pisar, cómo respirar, como controlar nuestros
movimientos para economizar las energías... Al caminar, conviene adoptar un
cierto ritmo, con lo cual a medida que se avanza las fuerzas aumentan, de modo
que aunque nos fatiguemos un poco al comienzo, vamos a sentirnos muy bien al
llegar a nuestro destino. El Maestro nos hacía caer en cuenta hasta de los
menores detalles, para él todo era importante. Al llevarnos a las montañas, su
intención era ante todo enseñarnos a entrar en contacto con las entidades
celestes, a través del canto, la oración, la meditación. Pero él pensaba que lo
haríamos aún mejor si sabíamos cómo preparar nuestra mochila y todo nuestro
equipaje, si aprendíamos la forma correcta de caminar, de comer, de respirar,
de hacer alto en el camino para descansar, beber y recuperar fuerzas, e incluso
de 1avarnos los pies al culminar un largo ascenso.
¿Quizá os parece extraño todo esto? ¿Pensáis que enseñar tales cosas a
sus discípulos no es digno de un Maestro? ¡Hasta la forma de lavarse los pies!
... Pues bien, no os engañéis: No sólo es importante lavarse los pies, sino que
hay que saber la forma correcta de hacerla. Pensad que a través de ellos
estamos en continuo contacto con las influencias de la tierra. Los pies captan
estos influjos y corrientes del suelo y debemos prepararlos para que sean
buenos receptores de estas energías. Pero también ellos están vinculados con
todo el organismo, a través del sistema nervioso, y en especial con el cerebro y
el plexo solar. La cabeza y los pies vienen a ser los dos polos de nuestro cuerpo:
Con la cabeza tocamos el Cielo y con los pies la tierra. Para establecer una
buena comunicación entre ambos polos, es preciso trabajar con ellos, tocar
nuestros pies de una forma consciente y con amor, hablar1es para que
participen también en nuestra actividad espiritua1. Ya lo veis, todo tiene
importancia puesto que todo puede contribuir a nuestra evolución.
Os invito ahora a imaginaros, si queréis, que estamos siguiendo al
Maestro, junto con los hermanos y hermanas que se dirigen hacia el
campamento. Acabamos de atravesar extensas praderas y bosques de abetos y,
tras siete horas de ascenso a veces difícil, llegamos al pie del primer lago donde
flotan las anémonas acuáticas. El terraplén donde se ha instalado el centro de
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nuestro campamento es también la base de otra plataforma donde hay otro lago
más pequeño. Estamos a dos mil trescientos metros de altitud y podemos
dominar con un sólo golpe de vista la cadena montañosa de los Balcanes.
Bordeamos el lago alrededor del cual se instala el campamento y continuamos
subiendo hacia las peladas y majestuosas cimas. Uno tras otro, vamos
descubriendo otros cinco lagos transparentes que reflejan el cielo y las
montañas. La forma de estos lagos es muy curiosa: Hay uno que parece un
corazón, otro un riñón, otro semeja un estómago... de modo que se les conoce
por estos nombres. El más alto de todos es también el más pequeño y esta unido
a otro lago muy grande situado un poco más abajo a través de un canal
subterráneo. A este séptimo lago se le conoce como "La Cabeza", y desde allí es
posible ver todos los demás lagos inferiores.
Continuamos nuestra marcha... Allí arriba, hay algunos hermanos y
hermanas que se han adelantado con el fin de tenerlo todo listo: El agua
caliente para bañarnos y para beber, los fuegos necesarios para cocinar, las
tiendas ... Al ver nuestro grupo, nos hacen desde lo alto señales de bienvenida y
nos reciben con algunos cantos. El aire está pletórico de enseñanzas
provechosas y finalmente, con una sensación de inmensa alegría, enfilamos la
última cuesta.
Los días siguientes, numerosos grupos de discípulos llegan para unirse a
nosotros. Entre ellos hay muchos jóvenes, pero no falta la gente ya mayor, que
no han dudado emprender un largo camino de ascenso para venir a reunirse y
estar en contacto con su Maestro.
Al alba, cuando todos duermen aún profundamente en sus respectivas
tiendas, oíamos a menudo el sonido de un violín que nos sacaba muy
suavemente de nuestro sueño, con aquella melodía que dice: "Despierta ahora,
hermano, para contemplar la salida del sol". Así que nos levantábamos,
procedíamos a 1avarnos y luego, en silencio, acometíamos un estrecho sendero
que nos llevaba a otra cima llamada "la Cima de la Oración", desde la cual
veríamos salir el sol. La atmósfera era purísima y la aurora comenzaba a
manifestarse.
Era muy emocionante observar aquella larga fila de hermanos y
hermanas que iban subiendo en silencio. Al llegar a la "Cima de la Oración",
nos distribuíamos sobre una especie de plataforma rocosa, cada uno escogía un
sitio y nos sentábamos a esperar la salida del sol. Cuando llegaba el Maestro,
nos poníamos de pie para darle la bienvenida e inmediatamente volvíamos a
nuestras meditaciones y plegarias, intentando conectar con las energías
entéricas que iban apareciendo a lo largo de todo el horizonte.
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Cuando salía el sol, entonábamos un canto en su honor, con el alma
henchida por un gran sentimiento de alegría. Toda la naturaleza, las rocas, los
árboles, los arroyos, los lagos, vibraba al unísono con el inmenso potencial de
vida que emanaba del sol. Entonces todos rezábamos al unísono, elevando
nuestras almas hacia Dios. La plegaria es más eficaz cuando tiene lugar en
medio de este aire puro de la montaña, que trae consigo una mayor lucidez
mental y llena de dicha el corazón. Luego de estos cantos y oraciones, el
Maestro nos daba una conferencia, hab1andonos sobre la belleza de la vida
armoniosa, la gran sabiduría que hay oculta en los menores detalles de la
naturaleza y el ideal que cada uno debía realizar: Llegar a ser un obrero del
Cielo, un canal conductor de la vida divina.
Finalizada la conferencia, descendíamos hacia el campamento y al llegar
allí hacíamos los ejercicios respiratorios indicados por el Maestro y destinados
a desarrollar nuestras facultades físicas y psíquicas. A esto le seguía luego la
gimnasia y, finalmente, todos juntos danzábamos la Paneuritmia en una vasta
altiplanicie que se extendía al lado de otro lago. Éramos varios centenares de
discípulos danzando en un gran círculo, al centro del cual se situaban el
Maestro y la orquesta. La presencia del Maestro en el centro del círculo era
algo que a todos nos animaba. Al dar por conc1uída la Paneuritmia,
regresábamos a los campamentos. Cada uno estaba en libertad para desayunar,
pasearse o trabajar.
Al mediodía, todos nos reuníamos de nuevo en círculo, en medio del
campamento principal. Aquellos discípulos que, por un sistema de rotación,
tenían a su cargo ese día la preparación de los alimentos, vigilaban
cuidadosamente la cocción en las grandes ollas y calderos, para luego
distribuirlos a todos. Comíamos en silencio, con alegría y recogimiento, tal y
como el Maestro nos había enseñado a hacerlo. Luego éramos libres de nuevo.
A la tarde, el Maestro nos ofrecía otra conferencia, o bien nos acompañaba en
excursión a otras de las cimas montañosas de Rila. A veces andábamos durante
más de catorce horas en una sola jornada, pero gracias al método que nos
había indicado el Maestro para no fatigarnos, nunca nos sentíamos agotados.
A veces, durante estas excursiones el Maestro se detenía, cavaba un poco
el suelo con sus dedos y los mantenía por algunos segundos dentro de la tierra.
Luego reemprendía la marcha. Él nunca nos explicó porqué lo hacía, pero más
tarde lo he podido entender: La tierra lo absorbe y lo transforma todo, de modo
que aquel que sabe trabajar con ella puede depositar en ella las corrientes
negativas que ha recibido del plano astral. Como ya sabéis, el Maestro era
objeto de constantes ataques, de modo que este ejercicio con la tierra
seguramente le era muy útil para protegerse.
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Ya de noche, después de haber cenado, se encendía un gran fuego en el
centro del campamento. Sentados alrededor, orábamos y entonábamos en coro
algunos cantos que había compuesto el Maestro. Todos estábamos deseosos de
que él bajara desde lo alto del campamento, donde había montado su tienda y
viniera a acompañarnos, al lado del fuego. Así que seguíamos cantando con
entusiasmo, mirando de vez en cuando hacia la tienda del Maestro, con la
esperanza de ver la señal luminosa que tanto esperábamos. En este caso,
imbuidos por inmensa alegría, comenzábamos a entonar aquel canto que
comienza diciendo: “Saludo al Maestro: Oh Señor, Tú, mi Maestro,
condúceme sobre tus pasos ... " Y la señal luminosa, sostenida por uno de los
hermanos, empezaba a moverse en medio de la noche y descendía lentamente el
sendero hasta donde nos hallábamos. Abríamos entonces el círculo para hacer
un lugar al Maestro y reanudábamos nuestro canto... La noche azul profunda,
constelada de estrellas parecía participar con su silencio y su grandeza en
aquel sentimiento místico que vibraba en todos nosotros. Al terminar los cantos,
algún hermano o hermana recitaba unos versos, otros tocaban el violín o la
guitarra...
Con frecuencia, el Maestro cerraba los ojos y meditaba. Al verle, yo
solía preguntarme: ¿En qué estará pensando? ¿Donde estará? Así, durante
estos silencios, aprovechaba para unirme a él y, poco a poco iba sintiendo que
muchos de sus pensamientos, de sus emociones y sensaciones venían hacia mí.
Pude pues comprobar que él también nos instruía en silencio. Vosotros diréis:
Pero ¿Acaso en el silencio se puede trasmitir algo? ¿Cómo es posible si no
podemos oír nada? Sí, en apariencia no es posible, pero en realidad, aquí es el
alma la que recibe: Es el alma del discípulo quien vé, siente y registra todo lo
que surge de la mente del Maestro. Si el discípulo no llega a captar de
inmediato lo que su alma ha recibido, es porque es necesario cierto tiempo para
que ella lo haga llegar a su cerebro. Pero tarde o temprano lo percibirá bajo
diversas formas: pensamientos, reminiscencias, descubrimientos. .. Cuyo origen
ignora, aunque en realidad se trata de aquello que un día sembró el Maestro en
su alma.
Al ser casi las diez de la noche, el Maestro se ponía de pie para hacer una
última oración junto con todos. En esta plegaria dábamos gracias por todas las
bendiciones que habíamos recibido en el curso del día. Luego nos separábamos
y nos íbamos a las tiendas para dormir. Había quienes se quedaban un poco
más al lado del fuego, hasta que este se apagaba, para contemplar el cielo
estrellado y el reflejo de la Luna sobre la quieta superficie del lago. Una paz
maravillosa parecía entonces descender sobre ellos, junto con una sensación de
perfecta unión con el universo. Su vida parecía adquirir en esos momentos un
sentido extraordinario, era algo que nunca podrían olvidar. Finalmente, el
silencio cubría por completo nuestro campamento y dormíamos hasta que, al
49
alba, nos despertaba la voz del violín que nos invitaba a comenzar una nueva y
luminosa jornada.
Durante aquellas estancias en la montaña, el Maestro nos solía llevar de
excursión a lo alto del Musala, incluso en días de lluvia y nieve, donde tenía
ocasión de poner a prueba nuestra voluntad y nuestra fe. A veces, la tormenta se
desencadenaba sobre nosotros de tal manera que las rocas y el suelo se
electrizaban y descargaban vibraciones que eran difíciles de soportar. El agua
nos empapaba y veíamos salir chispas de los cabellos y barbas de algunos
hermanos. Con todo, seguíamos avanzando sin quejarnos guiados por el
Maestro, siempre ágil y estoico. ¿Cómo describir lo que llegábamos a sentir en
aquellos momentos? Sólo quienes hayan vivido circunstancias de gran tensión
física y moral, pueden comprender cómo ellas son útiles para templar las almas
y los espíritus.
Después de haber pasado uno o dos meses viviendo estas experiencias en
la montaña, nos sentíamos verdaderamente transformados. Gracias a ello, al
regresar a nuestro trabajo cotidiano y a la vida en la ciudad, estábamos mejor
preparados para ayudar a quienes nos rodeaban, a través del consejo y del
ejemplo. Les hacíamos ver que los seres humanos son capaces de vivir de un
modo diferente y de traer el Reino de Dios a la tierra, siempre y cuando
entiendan que la buena voluntad, el amor y la fraternidad constituyen los
verdaderos fundamentos de su existencia.
Sí, aquellas largas estancias con el Maestro en las montañas de Rila, las
cuento entre los mejores momentos de mi existencia. A menudo vienen a mi
memoria imágenes y recuerdos de este período.
Un día, subimos con un amigo hasta el campamento de verano. La
pendiente era bastante pronunciada, hacía mucho calor y nosotros
traspirábamos pues íbamos cargados con las mochilas a la espalda. Hicimos un
alto para descansar y reponer fuerzas, y sacamos dos peras que llevábamos
para comerlas... Al hacerla, sinceramente nunca había sentido un sabor tan
delicioso, unido a una dicha tan grande... Fue algo indescriptible, increíble, sí,
el sabor de una pera fue capaz de trasportarme al paraíso... ¿Porqué? ¿Qué
había ocurrido en realidad? ¿Acaso era aquel aire, aquel cielo, unidos al
esplendor de la montaña bajo el sol y a la alegría que me daba el volver a ver al
Maestro? Parecía como si una Divinidad hubiera descendido hasta aquel fruto
con el único objeto de ser degustada, ya que al hacerla me sentí colmado por
toda la comprensión y toda la luz del Universo. .. En aquel momento se
expandió mi consciencia y desde aquel día he podido entender cosas inauditas.
Por eso ahora os digo a vosotros que, si algún día teneis una experiencia
semejante aunque sólo sea por una vez, vuestra vida se verá transformada. Es
50
bueno desear una experiencia como esta, pues es triste que un hijo o una hija de
Dios no puedan gozar, al menos una vez en su existencia de aquello que el
Creador ha preparado para todos sus hijos.
Recuerdo también a Tséko, subiendo hasta el campamento cargado con
muchos sacos que le habían encomendado. En el curso de mi vida he podido
conocer algunos seres fenomenales, pero no he visto otro como Tséko. Era un
mozo dotado de una fuerza extraordinaria. Durante el ascenso a Rila, las
hermanas -en particular las mayores en edad-, le iban dando sus equipajes y,
como él siempre se mostraba sonriente y amable, lo aceptaba todo sin protestar.
A veces durante la marcha, nos parecía ver una montaña en movimiento... Era
Tséko! En las excursiones, era siempre él quien trasportaba sobre su espalda el
samovar que servía para preparar el té, y a veces lo llevaba lleno de brasas,
con lo cual el agua empezaba a hervir y se oían silbidos, acompañados por
nubes de vapor, bajo las cuales Tséko avanzaba tranquilamente, igual que una
locomotora!
Es evidente que por su carácter afable, Tséko le caía simpático a todo el
mundo y todos querían invitarle. Pero he aquí que también gozaba de un apetito
que no os podríais llegar a imaginar! Por donde iba, arrasaba con todo lo que
había sobre la mesa, parecía verdaderamente insaciable. Si se quería guardar
algo para luego, era imprescindible ponerlo fuera de su vista, de lo contrario,
todo iba a parar a aquel estómago fuera de serie. A veces, las hermanas
encargadas de la cocina en Rila, ponían a un lado los alimentos que habían
sobrado de las comidas y, cuando iban a buscarlos para tirarlos, pues ya estaba
todo fermentado, se encontraban que todo había desaparecido: Tséko había
dado buena cuenta de ello! Era algo asombroso! Comiera lo que comiera,
nunca enfermaba. Por su parte el Maestro, consciente de aquel fenómeno,
situaba cerca de Tséko a todos aquellos que tenían poco apetito ... Bastaba con
mirar comer a Tséko y les volvía la gana! Sí, era algo formidable.
Pero la cosa no termina ahí. Aunque Tséko carecía casi por completo de
instrucción, esto no impidió que un día le diera por escribir poemas! Para él, la
poesía era fundamentalmente algo que rimaba con algo, de modo que se dio a
escribir cosas sin ton ni son... pero que rimaban! Era algo tan divertido, que
nadie podía contener la risa. Para darle más ánimos, los hermanos y hermanas
le decían al darle algo para que lo llevara: " Tséko, Tséko, da ti é léko!" (Tséko,
Tséko, que esto te sea leve!), haciendo énfasis en la rima!... Él sabía que le
hacían la burla, pero seguía sonriendo imperturbable -nunca se ofendía por
estas cosas- y continuaba leyéndonos sus poemas! Incluso lo hacía cuando
estábamos alrededor del fuego, al caer la tarde, mientras el Maestro lo
escuchaba con indulgencia. y sin embargo un día, ¡Oh sorpresa! ¿Qué
ocurrió?, ¿Fue acaso un milagro o realizado por la Enseñanza del Maestro
51
sobre un alma tan buena y tan pura? Tséko empezó a escribir verdaderos
poemas ante el asombro de todos! A partir de ese día, nadie más se burló de él,
nadie se reía, al contrario, todos le escuchábamos atentamente.
Pero luego, Tséko quiso componer cantos y música, con lo cual se
reanudaron las bromas y risas: ¡Habráse visto, Tséko compositor! Y no
obstante, bien pronto los hermanos y hermanas en sus paseos por la montaña y
alrededor de los lagos, empezaron a tararear las melodías de Tséko y a entonar
sus cantos! ...
Tséko era electricista, y un día recibimos con gran tristeza la noticia de
que había muerto al caer a tierra, a consecuencia de una fuerte descarga
eléctrica cuando se hallaba subido en lo alto de un poste. Todos lo extrañamos
mucho y, aun ahora que han pasado tantos años, a menudo me viene a la
memoria.
Otro recuerdo inolvidable es el de las noches que pasé en el Musala,
bajo las estrellas. Subíamos por la tarde con algunos amigos y a veces yo subía
sólo. Me quedaba envuelto en las mantas, contemplando el cielo estrellado
antes de dormirme, procurando unirme a las fuerzas y entidades cósmicas, de
quienes las estrellas son sólo su aspecto externo. Aunque no llegaba a
comprender todo lo que ellas me decían, yo las amaba de tal forma que mi alma
las contemplaba maravillada hasta que me sumía en un profundo sueño ... A
veces nevaba durante la noche, de modo que a la mañana siguiente me
despertaba literalmente cubierto por la nieve ... Ah!, que gratos recuerdos!
Fue en el curso de aquellos años que llegué a descubrir la paz
extraordinaria que nos invade cuando dormimos en las cumbres de las
montañas. En aquellas regiones, ciertamente llegué a percibir y entender que la
única actividad realmente importante en la vida es la de unirse al Espíritu
Cósmico que anima todo el Universo. Por contraste, los humanos en su vida
cotidiana no hacen más que atormentarse y destrozarse mutuamente, hasta qué
punto será estrecho y limitado su campo de consciencia, que nada es para ellos
más importante que sus deseos y ambiciones personales, sus amores y sus
querellas! Ellos no ven la inmensidad del cielo por encima de sus cabezas, todo
un espacio infinito que está ahí, les bastaría con levantar los ojos para empezar
a olvidarse de sus limitaciones y respirar un poco!
Al menos vosotros, deberíais tratar de aprovechar al máximo todas las
ocasiones que se os presentan para escapar a la opresión de la vida cotidiana.
En las noches despejadas, acostumbraos a mirar las estrellas y a beber de
aquella paz maravillosa que parece descender suavemente del cielo estrellado.
Uníos a cada una de ellas, miradlas como almas vivas, inteligentes, que os
52
enviarán mensajes. Buscad entre todas alguna en especial, con la cual sintáis
una mayor afinidad y contactad con ella, imaginad que vais hacia ella o que
ella viene a deciros algo... Los astros son almas muy evolucionadas. Si sabéis
escuchar sus voces vais a encontrar la solución a muchos problemas, os
sentiréis esclarecidos y llenos de paz.
Todos los grandes Iniciados han sido instruidos en la contemplación del
cielo nocturno, han aprendido a elevar su alma en comunión con las estrellas de
tal modo que estos centros de energía inagotable han llegado a enviarles
mensajes que luego ellos han trasmitido a los humanos. Las estrellas pueden
llegar a leerse, como si fueran los signos de una escritura sagrada que exige un
largo tiempo para ser descifrada. Sí, es mucho más tarde cuando se comienzan
a entender poco a poco todas sus revelaciones. En mi caso así ha sido, es ahora
cuando empiezo a comprender algunas de las cosas que me susurraba aquel
cielo estrellado en el silencio de la noche sobre el Músala.
Pero también alguna vez, durante nuestras estancias en Rila, me vi,
enfrentado a una experiencia bastante azarosa: Había logrado subir a una cima
rocosa muy pelada, que me había llamado la atención por su orientación y por
la belleza de sus formas. La montaña descendía justo hasta el lago en una
pendiente muy pronunciada, cubierta a trechos por algunas placas de hielo ...
Luego de haber permanecido arriba por un tiempo, quise bajar de allí pero, a
pesar de todas las precauciones posibles resbalé súbitamente sobre la nieve
cristalizada. El bastón que llevaba en la mano y con el que intentaba apoyarme
se rompió en varios trozos, de modo que me vi precipitado a gran velocidad
hacia el lago, sin que pudiera hacer nada para frenar el impulso que llevaba.
En esos momentos no pensaba en nada, sólo recuerdo que tuve la sensación de
que iba a ocurrir algo extraordinario.
El lugar donde me sucedió todo esto se encontraba un poco alejado de
nuestro campamento, pero no obstante el Maestro me estaba observando en
otro plano invisible pues, de repente dijo a los hermanos y hermanas que le
rodeaban: "Pensad en Frère Mikhaël que acaba de caer." ¿Qué hubiera pasado
si el Maestro y los hermanos no hubieran pensado en mí en aquel instante? El
lago estaba helado y nada me habría podido salvar. Pero al pensar todos en
mí, se frenó mí caída de un modo milagroso cuando estaba a punto de llegar al
borde del lago. Finalmente logré asirme a algunos pequeños arbustos que allí
había y arrastrarme con dificultad hasta a1ejarme del peligro. Algunos
hermanos de los que habían sido avisados por el Maestro me observaban de
lejos con los prismáticos y vinieron hacia mí al ver que había logrado
sa1varme, riéndose al ver el estado en que me hallaba. Aún tenía agarrado en
mi mano un trozo de mi bastón! Al recuperar mis fuerzas, entendí lo que me
acababa de ocurrir ...
53
Un poco más tarde, el Maestro me decía: "Mikhaël, es conveniente que
aprendas a escoger mejor los sitios donde vas a hacer tus experiencias: Aquel
donde subiste no era un lugar adecuado." y me explicó que algunos lugares son
propicios al trabajo del pensamiento, porque están vivos y magnetizados,
mientras que hay otros que debemos evitar, porque están cargados de
electricidad. Esto se puede reconocer por la mayor presencia o ausencia de
vegetación. Hay algunos sitios tan áridos y pelados que parecen rechazar la
vegetación: Esto es porque están saturados de electricidad y no es bueno
quedarse mucho tiempo en ellos para realizar un trabajo espiritual.
urante las estancias en Rila, de vez en cuando el Maestro nos daba a
practicar algunos ejercicios. Ahora no puedo describiros todos, pero voy a
mencionaras uno de ellos que puede parecer un tanto extraño a quien no conoce
ciertas leyes de la Ciencia Iniciática. El Maestro nos decía: "Id hasta el lago,
coged agua de él y vertedla sobre las grandes piedras que están a la orilla.
Haced esto diez veces." Por nuestra parte, ejecutábamos aquella tarea con
alegría pues ya sabíamos que todo lo que nos indicaba hacer el Maestro tenía
un profundo sentido y una utilidad. Y así era, porque aquel ejercicio iba a
posibilitar que los seres vinculados con aquellas rocas donde vertíamos el agua
recibieran una ayuda sin saber de donde provenía. Puede ser que con esto ellos
se sintieran curados, o vivificados en aquel momento. Así lo creo, porque sé que
el ser humano está unido a todos los reinos de la naturaleza: A los minerales,
los vegetales y los animales, aunque sólo los Iniciados pueden distinguir bien
estos vínculos.
n ocasiones, al regreso de ver la salida del Sol con el Maestro, nos
topábamos con un perro que empezaba a ladrar de una forma extraordinaria al
vernos pasar. Era como si sus ladridos fueran una especie de lamento, o de
plegaria. Un día el Maestro nos dijo: "¿Veis este perro? Pues bien, hay un ser
humano que está unido a él como castigo por algunos crímenes que cometió.
Ahora él sufre y desea corregirse." Entendimos así que a través de aquellos
ladridos alguien suplicaba al Maestro que le dejara en libertad. Hasta que una
mañana el Maestro se detuvo y dirigiéndose al perro le dijo: "Bien, ya puedes
irte, ahora eres libre!" A partir de aquel día, el perro nunca volvió a ladrar a
nuestro paso.
En varios momentos, el Maestro nos había repetido la siguiente anécdota:
"Había una vez, en la ciudad de Ruchtuk * un sastre que sólo trabajaba hasta el
mediodía. Por la tarde llenaba con agua fresca dos enormes tinajas y se iba a
distribuir agua por toda la ciudad. Todos los que le conocían pensaban que era
un buen hombre, sólo que estaba un poco tocado del ala. Pero no. En realidad
lo que él hacía era prepararse desde ahora para su próxima encarnación, en la
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cual aspiraba a ser un verdadero discípulo, puesto que el discípulo de la Nueva
Vida es aquel que sabe distribuir agua pura a todos."
Cuando íbamos en excursión con el Maestro, si nos encontrábamos una
fuente, él nos pedía que quitáramos todos los guijarros, las hojas y hierbas que
la estaban obstruyendo, y se le veía feliz al ver fluir libremente con un agua tan
cristalina. Se percibía entonces que el Maestro tenía un vínculo con las fuentes
a causa de su pureza y de su forma de vida tan generosa, pero sobre todo por lo
que estas representan desde el punto de vista simbólico.
in duda por esta misma razón, él se preocupaba por mantener siempre
muy limpia la fuente cercana a nuestro campamento en Rila, donde el agua
brotaba de una roca enorme, tallada por varios hermanos en forma de proa, y
se deslizaba luego sobre un lecho de rocas planas y muy blancas, al final del
cual habían esculpido dos manos juntas. Todos bebíamos allí de esta agua pura,
que parecía estar ofrecida por las dos manos. Al lado izquierdo de la roca
había pintada un ancla, símbolo de la Fraternidad, y al lado derecho podía
leerse la siguiente inscripción:
"Hermanos y hermanas,
Padres y madres, Amigos y desconocidos,
Maestros y estudiantes,
Todos vosotros, servidores de la vida,
Abrid vuestro corazón al bien,
Sed parecidos a esta fuente!"
Al lado de esta inscripción hay también algunas figuras geométricas,
junto con unos signos caba1ísticos. *( Su nombre actual es Rusé, al lado del
Danubio.)
En aquella época, cuando se realizaron los trabajos en esta fuente, fui yo
el encargado de pintarla de azul. Pero he aquí que, unos años más tarde un
hermano, sin consultar nada con nadie, decidió recubrir todo con pintura roja!
¡Qué estaría pensando para sustituir el azul, que es el color de Júpiter y de la
paz por el tono rojo de Marte y de la violencia? Con ello sólo se podía pensar
que estaba influenciado por algunas corrientes destructivas y de hecho, más
tarde supimos que había muerto trágicamente. Se trataba de una persona
conocida en la historia de Bulgaria, pero no mencionaré aquí su nombre.
Bien, dejémoslo y volvamos a la fuente. No existe un símbolo más
profundo, más significativo que el de una fuente que mana, y os puedo decir que
lo más esencial de la Enseñanza del Maestro está resumido en esta imagen de la
fuente. Jesús dice en el Evangelio: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu
55
corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza. He
aquí el primero de los mandamientos." Ya os he explicado que la fuerza
corresponde al dominio del espíritu, pues sólo el espíritu tiene la verdadera
fuerza. Así, el hombre debe amar a Dios con todo su corazón, su intelecto, su
alma y su espíritu, es decir, con los cuatro principios que constituyen su vida
psíquica. Este mandamiento está relacionado con el precepto del Maestro:
"Mantened el corazón puro como el cristal,
El intelecto luminoso como el sol,
El alma vasta como el universo,
El espíritu poderoso como Dios
y unido a Dios."
Este es sin duda el más alto ideal que pudo darnos. Para llegar a realizar
este ideal tan elevado, debemos hacer que brote la fuente en nosotros. ¿Y
Cómo?, me diréis, ¿De qué fuente se trata?" A través del pensamiento, de la
oración, podemos unirnos a la Fuente primordial, a Dios, del que somos imagen
y semejanza -el microcosmos que refleja el Macrocosmos-, todos llevamos
dentro una fuente que, bajo condiciones favorables, puede comenzar a brotar.
s uniéndonos a la Fuente celestial que haremos manar nuestra propia
fuente. Ante todo, a través del corazón, del amor. No importa lo que ocurra,
cualesquiera que sean las amarguras, las decepciones, las pruebas, debemos
tratar de mantener siempre viva en nosotros esta fuente del amor, pues así es
como podremos purificar nuestro corazón. Al brotar el agua, su movimiento va
a rechazar las hierbas y las hojas muertas que podrían obstruir el orificio: Del
mismo modo, el amor rechaza todas las miasmas e impurezas que tratan de
invadir nuestro corazón.
En nuestro intelecto, la Fuente divina se manifiesta como luz. Lo mismo
que la pureza del cristal refleja el ideal del corazón, así la luz del sol es el ideal
del intelecto. Gracias a esta luz, seremos capaces de evitar los pliegues, los
obstáculos que nos impiden discernir el camino a seguir, y podremos avanzar
con mayor seguridad.
Cuando penetra en nuestra alma, la fuente divina la dilata hasta los
confines del universo... Es cuando nos sumergimos en la inmensidad, nos
fundimos con ella, sentimos que llevamos a todas las criaturas dentro de
nosotros, abarcamos el mundo entero ...
cuando llegamos por fin a lograr que brote la fuente en nuestro corazón,
nuestro intelecto y nuestra alma, entonces ella irá a unirse con la Fuente
56
primordial que es nuestro espíritu, que es Dios mismo. Es así como podremos
llegar a ser poderosos como Él.
Ya veis cómo el precepto del Maestro viene a complementar el
mandamiento enunciado por Jesús: Debemos amar a Dios con toda la pureza de
nuestro corazón, con la luz de nuestro intelecto, con la inmensidad de nuestra
alma y con la fuerza de nuestro espíritu. Y la fuente seguirá siendo siempre el
símbolo de este ideal sublime.
Durante todos aquellos años que pasé al lado del Maestro, llegué a
impregnarme de tal forma de esta imagen de la fuente, que fue precisamente con
ella que di comienzo a mi primera conferencia en Francia * Sí, así fue.
Recuerdo que comencé hablando de la imagen de la fuente y del sol... pues el
sol y la fuente son dos realidades idénticas: El sol es una fuente, su luz es como
un agua que brota de él. En el simbolismo de la fuente están reunidos el agua y
la luz, el agua y el fuego, que son los dos principios de la vida. Es preciso haber
reflexionado mucho sobre el tema del agua y el fuego, para poder entender el
significado de uno de los pasajes más profundos del Evangelio, la respuesta que
da Jesús a Nicodemo: "Si un hombre no ha nacido del agua y del espíritu, no
puede entrar en el Reino de Dios.” (* Esta conferencia tuvo lugar el día 26 de Enero del año 1938
y se tituló "El segundo nacimiento". Se basaba en un comentario al pasaje del Evangelio de San Juan que ha
sido citado arriba. Ver Volumen I de las Obras Completas del Maestro Omraam Mikhaél Alvanhov)
n cuanto a mí, os traigo la Enseñanza de la fuente, que se fundamenta en
la enseñanza de los dos principios. Esta es la Enseñanza que el Maestro Deunov
nos trajo, y es la misma que Jesús nos dio, junto con otros grandes Iniciados
que ya la habían dado antes que él. Desde hace ya siglos y milenios, los
Iniciados vienen pasándose la antorcha unos a otros, pues la luz de la
Iniciación es semejante a la llama olímpica que porta un atleta corriendo: Él la
lleva en alto, mientras que hay otro atleta que le espera para re1evarlo. Al
terminar su recorrido, el primer atleta tiende la antorcha al otro que va a
proseguir la carrera. La luz de la Iniciación nunca se extingue. ¿Quien la dio a
mi Maestro? .. Y aquel que se la dio, ¿A su vez de quien la recibiría?.. Un día,
el Maestro me tendió la antorcha y me dijo: "Corre, Mikhaël, corre, corre! .. "
Y Mikhaël corrió , corrió hasta que un día le dijo a un hermano, ahora Corre
tu también, corre, corre….y no te pares…, tu corre , corre….”
*******
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OMRAAM
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Reus
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Primer Centro
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